Primera lectura.
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 14.43-52.
En aquellos días, Pablo y Bernabé continuaron desde Perge y
llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron
asiento. Muchos judíos y prosélitos adoradores de Dios siguieron a Pablo y
Bernabé, que hablaban con ellos exhortándolos a perseverar fieles a la gracia
de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del
Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con
blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda
valentía:
-Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios;
pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que
nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto
como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la
tierra”.
Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la
palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna. La
palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos
incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales
de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los
expulsaron de su territorio. Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos
y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría
y de Espíritu Santo.
Textos
paralelos.
Llegaron
a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga.
Hch 13, 5:
Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas judías.
Disuelta
la reunión, muchos judíos y prosélitos.
Hch 17, 4:
Algunos de ellos se dejaron convencer y se asociaron a Pablo y Silas; también
gran número de prosélitos griegos y no pocas mujeres influyentes.
Siguieron
a Pablo y a Bernabé.
Hch 11,
22-23: La noticia llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén, que envió a Bernabé
a Antioquía. Al llegar y comprobar la gracia de Dios se alegró.
Hch 14, 22:
Donde animaron a los discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe,
recordándoles que tenían que atravesar muchas tribulaciones para entrar en el
reino de Dios.
Los
judíos, al ver la multitud, se llenaron de envidia.
Hch 5,
16-17: Entonces el sumo sacerdote y los suyos, es decir, el partido saduceo,
llenos de celos echaron mano de los apóstoles y los metieron en la cárcel
pública.
Hch 17, 5:
Llenos de envidia, los judíos reclutaron algunos maleantes del arroyo,
amotinaron a la plebe y perturbaron el orden de la ciudad y se presentaron en
la casa de Jason con el intento de hacer comparecer a Pablo y Silas ante la
asamblea del pueblo.
1 Ts 2, 14:
Vosotros hermanos, imitasteis el ejemplo de las iglesias de Dios en Judea
fieles a Cristo Jesús; pues sufristeis de vuestros paisanos lo que ellos de los
judíos.
Entonces
Pablo y Bernabé dijeron con valentía.
Hch 13, 5:
Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas judías.
Llevaban a Juan como asistente.
Hemos
decidido dirigirnos a los gentiles.
Hch 1, 8:
Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y
seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
Te he
puesto como luz de los gentiles.
Is 49, 6:
Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a
los supervivientes de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el
confín de la tierra.
Jn 8, 12:
De nuevo les habló Jesús: Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en
tinieblas, antes tendrá la luz de la vida.
Al oír
esto los gentiles, se alegraron.
Hch 2, 46:
A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían el pan,
compartían la comida con alegría y sencillez sincera.
Creyeron
cuantos estaban destinados a una vida eterna.
Hch 3, 15:
Y disteis muerte al Príncipe de la vida. Dios lo ha resucitado de la muerte y
nosotros somos testigos de ello.
Hch 6, 7:
El mensaje de Dios se difundía, en Jerusalén crecía mucho el número de los
discípulos y muchos sacerdotes abrazaban la fe.
Incitaron
a algunas mujeres piadosas de la nobleza.
Hch 10, 2:
Hombre piadoso, que veneraba a Dios con toda su familia. Hacía muchas cosas al
pueblo y oraba asiduamente a Dios.
Estos
sacudieron contra ellos el polvo.
Lc 9, 5: Si
no os reciben, al salir de la ciudad sacudíos el polvo de los pies como prueba
contra ellos.
Lc 10, 11:
Aun el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos y os
lo devolvemos. Con todo, sabed que ha llegado el reinado de Dios.
Se
fueron a Iconio.
Hch 18, 6:
Pero, como se oponían y lo injuriaban, se sacudió el polvo de la ropa y dijo:
De vuestra sangre vosotros sois responsables y yo soy inocente: en adelante me
dirigiré a los paganos.
Los
discípulos, en cambio, se quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.
Hch 2, 46:
A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían el pan,
compartían la comida con alegría y sencillez sincera.
Notas exegéticas.
13 43
(a) “Prosélito”
significa aquí “temeroso de Dios”. Este apelativo será sustituido por
“adorador” (verbo “adorar” en 16, 14). Estos ambientes de incircuncisos que
compartían la fe judía debieron de suministrar numerosos miembros a las
comunidades paulinas.
13 43
(b) Adic.:
“juzgando conveniente hacerse bautizar”.
13 43
(c) Adic.
occidental.: “y así la palabra de Dios se difundía por toda la ciudad”.
13 44 Var.: “La palabra del Señor”,
o: “a Pablo, que disertó largamente acerca del Señor”.
13 46 Esta idea de “osadía”, o de
“valentía”, subrayada ya a propósito de los apóstoles, se repite con
insistencia cuando se trata de Pablo; idéntica insistencia en el mismo Pablo, 1
Ts 2, 2.
13 47 Cita libre según los LXX. El
texto puede entenderse, o del mismo Pablo, apóstol y doctor de los gentiles, o
bien de Cristo resucitado que parece depender de Is 49, 6 y Lc 2, 32, que a su
vez depende de Is 49, 6. 9: él es la luz de las naciones, pero solo las
iluminará efectivamente mediante el testimonio de los apóstoles; por eso, la
profecía es una orden para el Apóstol que debe realizar su complimiento.
13 48
(a) Var.: “la
palabra de Dios”.
13 48
(b) “una vida
eterna”, ver v. 46, es decir, la vida del siglo futuro; solo la alcanzarán
aquellos cuyos nombres “estén escritos en los cielos”, en “el libro de la vida”
– “Destinados a la vida del mundo futuro”, expresión corriente entre los
rabinos.
Salmo
responsorial
Salmo 100 (99), 1b-3.5 (R.: 3c).
Nosotros
somos tu pueblo y ovejas de tu rebaño. R/.
Aclama
al Señor, tierra entera,
servid
al Señor con alegría,
entrad
en su presencia con vítores. R/.
Sabed
que el Señor es Dios:
que
él nos hizo y somos suyos,
su
pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
El
Señor es bueno,
su
misericordia es eterna,
su
fidelidad por todas las edades. R/.
Textos
paralelos.
Sabed que Yahvé es Dios.
Sal 95, 7: Que él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño
de su aprisco. ¡Ojalá le hagáis caso hoy!
Él nos ha hecho y suyos somos.
Dt 32, 39: Pero ahora mirad: yo soy yo, y no hay otro fuera de mí;
yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo curo, y no hay quien libre de mi
mano.
Is 43, 10: Vosotros sois mis testigos – oráculo del Señor – y mis
siervos, a quienes escogí, para que supierais y me creyerais, para que
comprendierais quien soy yo. Antes de mí no habían fabricado ningún dios y
después de mí ninguno habrá.
Is 43, 13: Yo soy Dios, desde siempre lo soy. No hay quien libre
de mi mano lo que yo hago, ¿quién lo deshará?
Su pueblo y el rebaño de sus pastos.
Is 64, 7: Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros
la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.
Pues bueno es Yahvé y eterno su amor.
Jr 33, 11: Todavía se escuchará la voz alegre y la voz gozosa, la
voz del novio y la voz de la novia; la voz de los que cantan al entrar con
acción de gracias en el templo: Dad gracias al Señor de los ejércitos, porque
es bueno, porque es eterna su misericordia. Porque cambiaré la suerte de esta
tierra, haciéndola como antes, dice el Señor.
Sal 106, 1: Aleluya. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque
es eterna su misericordia.
Sal 107, 1: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna
su misericordia.
Sal 118, 1-4: Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es
eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: es eterna su misericordia. Diga
la Casa de Aarón: es eterna su misericordia. Digan los fieles del Señor: es
eterna su misericordia.
Sal 136 1-3: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es
eterna su misericordia. Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterna su
misericordia. Dad gracias al Señor de los señores, porque es eterna su
misericordia.
Notas
exegéticas.
100 Este himno doxológico concluye
la serie de los salmos del reinado de Yahvé (Sal 93s). Se recitaba tal vez al
entrar en el santuario para ofrecer los sacrificios de comunión.
100 3 Así según muchos manuscritos
hebreo, arameo, Aquila y Jerónimo. En cambio, otros manuscritos hebreos,
griego, Simaco y sirio: “él nos ha hecho, y no nosotros”.
100 5 Estribillo antiguo, Jr 33, 11,
repetido con frecuencia en los salmos en forma de antífona y de preludio y
citado en 2 Cro 5, 13.
Segunda
lectura.
Lectura del libro del Apocalipsis 7,
9.14b-17.
Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de
todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y
delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos.
Y uno de los ancianos me dijo:
-Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y
blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono
de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono
acampará entre ellos. Ya no pasará hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el
bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los
conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus
ojos.
Textos
paralelos.
Miré y pude ver una
muchedumbre inmensa.
Ap 15, 2-5: Vi una especie de
mar transparente veteado de fuego. Los que han vencido a la fiera, a su imagen
y al número de su nombre estaban junto al mar transparente con cítaras de Dios.
Cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero: Grandes
y admirables son tus obras, Señor Dios todopoderoso; justos y ciertos tus
caminos, Rey de las naciones. ¿Quién no te respetará, Señor, quién no dará
gloria a tu nombre? Tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte
en tu presencia, porque se han revelado tus decisiones. Después vi como se
abría el templo, la tienda del testimonio en el cielo.
De toda nación, razas,
pueblos y lenguas.
Gn 15, 5: Y el Señor le dijo lo
sacó afuera [a Abraham] y le dijo: Mirad al cielo, cuenta las estrellas si
puedes. Y añadió: Así será tu descendencia.
Ap 5, 9: Cantaban un cántico
nuevo: Eres digno de recibir el rollo y soltar sus sellos, porque fuiste
degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua,
pueblo y nación.
Esos son los que llegan
de la gran tribulación.
Gn 15, 2: Abrán contestó:
Señor, ¿de qué me sirven tus dones si soy estéril y Eliezer de Damasco será el
amo de mi casa?
Dn 12, 1: Entonces se levantará
Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no
los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entocnes se salvará tu
pueblo: todos los inscritos en el libro.
Han lavado sus vestiduras
y las han blanqueado con la sangre del Cordero.
Ap 1, 6: E hizo de nosotros un
reino, sacerdotes de su Padre Dios, a él la gloria y el poder por los siglos de
los siglos amén.
Ap 22, 14: Dichosos los que
lavan sus vestidos, pues tendrán a su disposición el árbol de la vida y
entrarán por las puertas en la ciudad.
Gn 49, 11: Ata su burro a una
vida, las crías a un majuelo; lava su ropa en vino y su túnica en sangre de
uvas.
Ex 19, 10: Y el Señor le dijo:
Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa.
Dándole culto día y noche
en su Santuario.
Ap 21, 3: Oí una voz potente
que salía del trono: Mira la morada de Dios entre los hombres: morará con
ellos; ellos serán sus pueblos y Dios mismo estará con ellos.
Ap 22, 3: No habrá allí nada
maldito. En ella se encontrará el trono de Dios y del cordero. Sus siervos lo
adorarán.
Ya no tendrán hambre ni
sed.
Is 49, 10: No pasarán hambre ni
sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el que los
compadece y los guía a manantiales de agua.
Is 4, 5: Creará el Señor en
todo el recinto del Monte Sión y su asamblea una nube de día, un humo
brillante, un fuego llameante de noche. Baldaquino.
Is 25, 4-5: Porque fuiste
baluarte del desvalido, baluarte del pobre en peligro, reparo del aguacero,
sombra en la canícula. Porque el ímpetu de los tiranos es aguacero de invierno.
El Cordero que está en
medio del trono los apacentará.
Is 49, 10: No pasarán hambre ni
sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el que los
compadece y los guía a manantiales de agua.
Los guiará a los
manantiales de las aguas de la vida.
Is 28, 8: Se tambalean con la
visión, tartamudean al dar sentencias; todas las mesas están llenas de vómitos
y suciedad, y no queda espacio libre.
Dios enjugará toda
lágrima de sus ojos.
Ap 21, 4: Les enjugará las
lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo
antiguo ha pasado.
Notas
exegéticas.
7 9 (a) Esta vez se trata de la
muchedumbre de los mártires cristianos en posesión ya de la felicidad
celestial.
7 9 (b) Las palmas del triunfo, que
evocan la fiesta alegre de las Tiendas, Lv 23, 33-34 (en el v. 15 la tienda de
Dios vendrá a ser la morada de esa muchedumbre).
7 14 (b) Las persecuciones, cuyo
prototipo era la de Nerón. Se trata de la prueba escatológica, una de cuyas
manifestaciones eran precisamente las persecuciones.
7 14 (c) La sangre, simbolizaba la
eficacia de la muerte de Jesús. Aquí es aceptado este don por los que reciben
sus efectos.
7 15 Durante la fiesta de las
Tiendas el pueblo judío vivía al aire libre, en chozas o tiendas. En adelante,
los elegidos serán introducidos en la tienda misma de Dios.
7 17 Estas imágenes, corrientes en
la tradición profética para simbolizar la felicidad escatológica, ver Os 2, 20,
reaparecerán en 21, 4.
Evangelio.
X Lectura
del santo evangelio según san Juan 10, 27-30.
En aquel tiempo,
dijo Jesús:
-Mis ovejas escuchan
mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no
perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me
ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi
Padre. Yo y el Padre somos uno.
Textos
paralelos.
Mis ovejas escuchan
mi voz.
1 Co 2, 14: Un
simple hombre no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues le parece
locura; y no puede entenderlo, porque solo se discierne espiritualmente.
Jn 10, 3-4: El
portero le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a las suyas por su nombre y
las saca. Cuando ha sacado a todas las suyas, camina delante de ellas y ellas
detrás de él; porque reconocen su voz.
Jn 10, 14: Yo soy el
buen pastor: conozco las mías y ellas me conocen.
Yo les doy la vida
eterna.
Jn 10, 10: El ladrón
no viene más que a robar, matar y destrozar. Yo vine para que tengan vida, una
gran vitalidad.
Rm 8, 33-39: ¿Quién
será fiscal de los que Dios eligió? Si Dios absuelve, ¿quién condenará? ¿Acaso
Jesucristo, el que murió y después resucitó y está a la diestra de Dios y
suplica por nosotros? ¿Quién nos apartará del amor de Cristo?, ¿tribulación,
angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Como dice el texto:
Por tu causa estamos a la muerte todo el día, nos tratan como a ovejas de
matanza. En todas esas circunstancias vencemos de sobra gracias al que nos amó.
Estoy persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni
presente ni futuro, ni poderes, ni altura ni hondura, ni criatura alguna nos
podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.
Y no perecerán
jamás.
Jr 23, 4: Les daré
pastores que las pastoreen: no temerán, ni se espantarán, ni se perderán –
oráculo del Señor –.
El Padre, que me las
ha dado.
Dt 32, 39: Pero
ahora mirad: yo soy, y no hay otro fuera de mí; yo doy la muerte y la vida, yo
desgarro y yo curo, y no hay quien libre de mi mano.
Es más grande que
todos.
Dt 33, 3: Delante va
el favorito de los pueblos, a su derecha van los guerreros, con la izquierda
rige a sus santos; ellos se rinden a su paso y marchan a sus órdenes.
Y nadie puede
arrebatar nada.
Is 43, 13: Yo soy
Dios, desde siempre lo soy. No hay quien libre de mi mano; lo que yo hago,
¿quién lo deshará?
Is 51, 16: Puse en
tu boca mi palabra, te cubrí con la sombra de mi mano; extiendo el cielo,
cimento la tierra, y digo a Sión: “Mi pueblo eres tú”.
Sb 3, 1: La vida de
los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento.
Yo y el Padre somos
uno.
Jn 1, 1: Al
principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era
Dios.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
10
29 (a) Var.: “Mi Padre, lo que me ha dado es más grande que todo”, o “mi Padre,
en lo que me ha dado, es más grande que todo”.
10
29 (b) Var.: “arrebatarlas”.
10
30 Según
el contexto, esta afirmación considera en primer lugar el poder común de Jesús
y del Padre; pero, indeterminada adrede, deja entrever un misterio de unidad
más amplio y más hondo. Los judíos no se engañan cuando en ello ven la
pretensión de ser Dios.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
28-29
NI
LAS ARREBATARÁ NADIE (lit. alguno) DE MI MANO: “No suelta Cristo tan
presto las almas que una vez toma”, decía san Juan de Ávila. // MÁS IMPORTANTE:
lit. mayor.
30 La fe en la palabra
de Jesús no es un acto irracional. Algo podían entender si examinaran sus obras
(v. 25): actuar juntamente con el Padre y hacer solo lo que el Padre hace, es
propio de un ser verdaderamente divino; de la unidad en el actuar puede deducirse
la unidad de naturaleza entre el Padre y el Hijo.
Notas
exegéticas de la Biblia Didajé.
10,
22-42 La fiesta de la Dedicación del Templo, o Hanukkah, celebra la
nueva consagración del Templo por parte de Judas Macabeo después de haber sido
profanado por el líder heleno Antioco Epifanes IV (1 Mac 4, 36-59; 2 Mac 10,
1-8). Jesús fue cauteloso al revelar su identidad como Mesías para dar con ello
a los judíos (amigos y enemigos) un tiempo de conversión, para que pudieran
asimilar la novedad de su mensaje, y para poder completar su misión de enseñar
y predicar antes de ser sometido a su pasión y crucifixión. Cat. 548, 582-583,
593.
10,
30 Esta
afirmación forma parte de la revelación gradual que hizo Cristo de la Trinidad.
Cristo se había referido previamente a Dios como su Padre, y así afirma que son
uno y lo mismo. Esta afirmación revela que Cristo es consubstancial (un mismo
ser) con el Padre, a pesar de ser Personas diferentes. En la Última Cena,
Cristo hablará sobre el Espíritu Santo, revelando así a Dios como una Trinidad
de Personas. Esta doctrina de la Trinidad solo puede conocerse con la luz de la
divina revelación. Cat. 590.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
590 Solo la identidad
divina de la persona de Jesús puede justificar una exigencia tan absoluta como
esta: “El que no está con migo está contra mí” (Mt 12, 30); lo mismo cuando
dice que él es “más que Jonás […], más que Salomón” (Mt 12, 41-42), “más que el
templo” (Mt 12, 6); cuando recuerda, refiriéndose a que David llama al Mesías
su Señor (Mc 12, 36-37), cuando afirma: “Antes que naciese Abraham, Yo soy” (Jn
8, 58); e incluso: “El Padre y yo somos una sola cosa” (J 10, 30).
591 Jesús pidió a las
autoridades religiosas de Jerusalén creer en él en virtud de las obras de su
Padre que él realizaba.
Concilio
Vaticano II.
La Iglesia, en
efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (cf. Jn 10, 1-10).
Es el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció (cf. Is 40,
11; Ez 34, 11ss). Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas,
sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen
Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 Pe 5, 4), que dio su vida por
las ovejas.
Lumen Gentium, 6.
Comentarios de los Santos Padres.
¿Cuál es la voz del pastor? “Qué se predique en su
nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas las gentes,
comenzando desde Jerusalén”. Esta es la voz del Pastor. Debes reconocerla tú
mismo y seguirle, si quieres ser una de sus ovejas.
Agustín. Sermones, 46, 32. 4a, pg. 473.
La señal de la
pertenencia al rebaño de Cristo es escuchar de buena gana y ser pronto en
obedecer, lo mismo que el no ir tras las cosas extrañas. Para nosotros el
escuchar es lo miso que creer lo que se nos dice. Por tanto, somos conocidos de
Dos quienes le escuchamos; y ser conocido es lo mismo que estar unido.
Cirilo de Alejandría. Comentario
al Ev. de Juan, 7, 1. 4a, pg. 473.
Cuando habla de vida
eterna debemos entender no una vida larga aquí abajo, después de la
resurrección, que gozaremos todos, tanto buenos como malos, sino aquella otra
que se vive en la paz y en el descanso. También podemos entender como vida el
misterio de la Eucaristía, por medio de la cual Cristo da su misma vida,
haciendo a los fieles partícipes de su propia carne.
Cirilo de Alejandría, Comentario
al Ev. de Juan, 7, 1. 4a, pg. 473.
De la mano de Dios nadie
puede arrebatarnos; pero nosotros, por descuido, podemos caer de sus manos.
Orígenes, Homilías
sobre Jeremías, 18, 3. 4a, pg. 474.
En cuanto a su divinidad
es igual al Padre, pero respecto a su encarnación es inferior al Padre.
Agustín, Sermones, 371,
2. 4a. 477.
San Agustín
Debemos mostrar eso con el evangelio, donde el mismo Hijo se muestra ya
en la forma en la que dijo ser inferior al Padre: haciéndose obediente hasta
la muerte, o, en la que manifestó ya ser igual a quien lo engendró: Yo y
el Padre somos una sola cosa (Jn 10, 30): Ellos objetan: “Ved que el mismo
Hijo dijo: El Padre es mayor que yo, sin entender que él dijo esto
cuando existía en la carne, en la que no solo era menor que el Padre, sino que
también, según indica el salmo divino, fue hecho algo menor que los ángeles (Sal
8,6). Si solo les agrada escuchar esto, ¿por qué no consideran lo que también
él dijo en otra ocasión: Yo y el Padre somos una sola cosa= Además,
reflexionen por qué dijo: El Padre es mayor que yo.
Sermón 265
A, 5-7. I, pg. 532.
San Juan de Ávila
Dicen que a estos se les tiene que conceder la heredad del cielo, a
gente mansísima, que no sabe hacer mal a nadie (cf. Sal 36, 11). Por eso
compara a su gente Cristo a ovejas y corderos, no a lobos ni a leones:Ecce ego mitto vos sicut
oves in medio lupurum (Mt 10, 16). Oves meae vocen meam audiunt; et ego cognosco eas (Jn 10, 27).
Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas. 4, 29. II, pgs. 90-91.
Dijeos anteayer que el peso de nuestra vida ha de ser Cristo; que ha de
ser espuela para la virtud decir: “Cristo hizo esto”. Dice san Juan: Mis ovejas oyen mi voz y
síguenme (Jn
10, 27). Luego, bien valdrá la consecuencia: “quien no oye mi voz, no es mi
oveja, ni me sigue” ¿Qué sentís de esta verdad? ¿Qué gusto os hace? ¿Qué sabor
hace al mancebo: “hermano, sed casto, que Jesucristo lo fue”? Queréisme poner a
mí con Cristo. Cristo fue paciente, caritativo. ¿Qué dice la carne? “Pesadísima
carga es esta, no la puedo llevar”.
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 187.
Tiene dicho San Juan, aquí en este capítulo, que el que está en Dios ha de
andar como anduvo Jesucristo; lo cual Él mesmo también dijo: Et oves meae vocem meam audiunt, et me sequuntur (Jn 10, 27) (ergo qui non sequuntur
me, non sunt, oves meae). La cual palabra podría en algunos causar gran desmayo, cotejando sus
fuerzas con la alteza de lo que es seguir a Cristo; y porque tal desmayo nace
de la prudencia de la carne y no de la doctrina del Salvador, sería bien
remediallo.
Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 372.
Jesucristo lo dice. Diremos lo que Él dice, para que mejor lo creamos. Oves meae vocem meam
audiunt. Mis ovejas oyen mi voz (Jn 10, 27). ¿Sabéis si os ha llamado alguna vez el Señor y si le
habéis oído? Pues tené señal que, si le oístes, que sois su oveja. Gran señal
es muy cierto, que la oveja y cualquier ganado oye la voz de su pastor y viene
luego a su llamado.
Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 209.
¡Cristianos! Ovejas sois de Jesucristo, y Él es vuestro pastor. ¡Oh
dichosas ovejas que tiene tal pastor! Mis ovejas – dice el Señor – oyen mi voz; y yo las
conozco y ellas me siguen a mí, y yo les daré la vida eterna, y no perecerán
para siempre jamás, y no habrá nadie tan poderoso que me las arrebate de mi mano (Jn 10, 27-28). ¡Oh, bendito
tan buen pastor! ¡Bendito tan Señor, rey y pastor!
Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 207.
Et seguuntur me, et vitam aeternam do eis, et non peribunt in
aeternum (cf.
Jn 10, 27-28). No os penséis, ovejitas, que os quedaréis ansí. Seguidme que no
andaréis desconsoladas. Yo daré – dice el Señor – a mis ovejas la vida eterna, yo las apacentaré en unos montes muy
viciosos, muy fértiles donde no les falte nunca de comer.
Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 216.
-Señor, ¿tan gran poder tenéis vos, que no os la arrebatará nadie? –
Sí, que grande poder tengo, porque estas ovejas son de mi Padre, y yo y mi
Padre unum
sumus (Jn 10,
30); mi Padre es muy poderoso; no habrá nadie que me las pueda quitar. - ¡Oh!
¡bendígante los ángeles, Señor, que tan buen pastor eres, y que a tanto recaudo
pones tus ovejas, que no hay cosa bastante para derriballas! ¿Adónde están
ahora los pastores? ¿Adónde están los perlados, que ansí velen su ganado, que
puedan decir con el Señor: No me las arrebatará nadie? Consuelo grande es del cristiano que halla
que es oveja de Jesucristo.
Si oyes la voz del pastor y le sigues, él te siguirá, él te guardará
que no perezcas para siempre. Darte ha de beber de aquellas aguas dulces;
apacentarte ha en los montes altos; tenerte ha de tal manera, que no haya quien
te pueda empecer, no habrá quien te arrebate de su mano. ¡Hermanos! Por la
sangre suya y por su pasión, que miremos si somos ovejas suyas, para que,
conociendo su dehesa y paciendo su yerba, nos dé aquí su gracia y después su
gloria, ad quam
nos perducat. Amen.
Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 219.
San Oscar Romero.
Los sacerdotes vivimos de una esperanza; y no podemos ser
comunistas, porque el comunismo ha mutilado esa esperanza del más allá. Creemos
en Dios, predicamos la esperanza y morimos convencidos de esa esperanza. Y ese
es el segundo aspecto del mensaje de Alfonso Navarro: es un ideal que no muere,
es una mano tendida como la del beduino que en el desierto sigue diciendo:
"No por allí, no por los espejismos del odio, no por esa filosofía de
diente por diente y ojo por ojo, que eso es criminal"; sino por esta otra:
"Amaos los unos a los otros". No por los caminos del pecado, de la
violencia, se va a construir un mundo nuevo, sino por los caminos del amor.
Homilía del padre Alfonso Navarro Oviedo, asesinado. 12 mayo 1977.
Francisco. Regina Coeli. 21 de
abril de 2013.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
cuarto domingo del tiempo de Pascua se caracteriza por el Evangelio del Buen
Pastor, que se lee cada año. El pasaje de hoy refiere estas palabras de Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy
la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.
Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de
la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno» (Jn 10, 27-30). En
estos cuatro versículos está todo el mensaje de Jesús, está el núcleo central
de su Evangelio: Él nos llama a participar en su relación con el Padre,
y ésta es la vida eterna.
Jesús
quiere entablar con sus amigos una relación que sea el reflejo de la relación
que Él mismo tiene con el Padre: una relación de pertenencia recíproca en la
confianza plena, en la íntima
comunión. Para expresar este entendimiento profundo, esta relación de amistad,
Jesús usa la imagen del pastor con sus ovejas: Él las llama y ellas reconocen
su voz, responden a su llamada y le siguen. Es bellísima esta parábola. El
misterio de la voz es sugestivo: pensemos que desde el seno de nuestra madre
aprendemos a reconocer su voz y la del papá; por el tono de una voz
percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la frialdad. La voz de Jesús es
única. Si aprendemos a distinguirla, Él nos guía por el camino de la vida, un
camino que supera también el abismo de la muerte.
Pero, en
un momento determinado, Jesús dijo, refiriéndose a sus ovejas: «Mi Padre, que
me las ha dado» (cf. 10, 29). Esto es muy importante, es un misterio profundo,
no fácil de comprender: si yo me siento atraído por Jesús, si su voz
templa mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí
el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza y Jesús es todo esto
en plenitud. Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación,
especialmente las llamadas a una especial consagración. A veces Jesús nos
llama, nos invita a seguirle, pero tal vez sucede que no nos damos cuenta de
que es Él, precisamente como le sucedió al joven Samuel. Hay muchos jóvenes
hoy, aquí en la plaza. Sois muchos vosotros, ¿no? Se ve Eso. Sois muchos
jóvenes hoy aquí en la plaza. Quisiera preguntaros: ¿habéis sentido alguna
vez la voz del Señor que, a través de un deseo, una inquietud, os invitaba a
seguirle más de cerca? ¿Le habéis oído? No os oigo. Eso... ¿Habéis tenido
el deseo de ser apóstoles de Jesús? Es necesario jugarse la juventud por los
grandes ideales. Vosotros, ¿pensáis en esto? ¿Estáis de acuerdo? Pregunta a
Jesús qué quiere de ti y sé valiente. ¡Pregúntaselo! Detrás y antes de
toda vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, está siempre la oración
fuerte e intensa de alguien: de una abuela, de un abuelo, de una madre, de un
padre, de una comunidad He aquí porqué Jesús dijo: «Rogad, pues, al Señor
de la mies —es decir, a Dios Padre— para que mande trabajadores a su mies» (Mt 9,
38). Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y sólo en la
oración pueden perseverar y dar fruto. Me complace ponerlo de relieve hoy,
que es la «Jornada mundial de oración por las vocaciones». Recemos en especial
por los
nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma que tuve la alegría de ordenar esta
mañana. E invoquemos la intercesión de María. Hoy hubo diez jóvenes que
dijeron «sí» a Jesús y fueron ordenados sacerdotes esta mañana. Es bonito esto.
Invoquemos la intercesión de María que es la Mujer del «sí». María dijo «sí»,
toda su vida. Ella aprendió a reconocer la voz de Jesús desde que le llevaba en
su seno. Que María, nuestra Madre, nos ayude a reconocer cada vez mejor la voz de
Jesús y a seguirla, para caminar por el camino de la vida. Gracias.
Muchas
gracias por el saludo, pero saludad también a Jesús. Gritad «Jesús», fuerte.
Recemos todos juntos a la Virgen.
Francisco. Regina Coeli. 17 de
abril de 2016.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El
evangelio de hoy (Jn 10, 27-30) nos ofrece algunas expresiones
pronunciadas por Jesús durante la fiesta de la dedicación del templo de
Jerusalén, que se celebraba a finales de diciembre. Él se encontraba
precisamente en la zona del templo, y quizás aquel espacio sagrado cercado le
sugiere la imagen del rebaño y del pastor. Jesús se presenta como «el buen
pastor» y dice: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen.
Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi
mano» (vv. 27-28). Estas palabras nos ayudan a comprender que nadie puede
decirse seguidor de Jesús si no escucha su voz. Y este «escuchar» no hay que
entenderlo de una manera superficial, sino comprometedora, al punto que vuelve
posible un verdadero conocimiento recíproco, del cual pueden surgir un
seguimiento generoso, expresada en las palabras «y ellas me siguen» (v.27). Se
trata de un escuchar no solamente con el oído, sino ¡una escucha del corazón!
Por lo
tanto, la imagen del pastor y de las ovejas indica la estrecha relación que
Jesús quiere establecer con cada uno de nosotros. Él es nuestra guía,
nuestro maestro, nuestro amigo, nuestro modelo, pero sobre todo es nuestro
salvador. De hecho la frase sucesiva del pasaje evangélico afirma: «Yo les
doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (v.
28). ¿Quién puede hablar así? Solamente Jesús, porque la «mano» de Jesús es una
sola cosa con la «mano» del Padre, y el Padre es «más grande que todos» (v.
29).
Estas
palabras nos comunican un sentido de absoluta seguridad y de inmensa ternura.
Nuestra vida está totalmente segura en las manos de Jesús y del Padre, que son una sola cosa: un único amor, una única
misericordia, reveladas de una vez y para siempre en el sacrificio de la cruz.
Para salvar a las ovejas perdidas que somos todos nosotros, el Pastor se hizo
cordero y se dejó inmolar para tomar sobre sí y quitar el pecado del mundo. De
esta manera Él nos ha dado la vida, pero la vida en abundancia De esta
manera Él nos ha dado la vida, pero ¡la vida en abundancia! (cf. Jn 10,
10). Este misterio se renueva, en una humildad siempre sorprendente, en la
mesa eucarística. Es allí que las ovejas se reúnen para nutrirse; es allí
que se vuelven una sola cosa, entre ellas y con el Buen Pastor.
Por esto
no tenemos más miedo: nuestra vida ya se ha salvado de la perdición. Nada ni
nadie podrá arrancarnos de las manos de Jesús, porque nada ni nadie puede
vencer su amor. ¡El amor de Jesús es invencible! El maligno, el gran enemigo de
Dios y de sus criaturas, intenta de muchas maneras arrebatarnos la vida eterna.
Pero el maligno no puede nada si nosotros no le abrimos las puertas de nuestra
alma, siguiendo sus halagos engañosos.
La
Virgen María ha escuchado y seguido dócilmente la voz del Buen Pastor. Que Ella
nos ayude a acoger con alegría la invitación de Jesús a convertirnos en sus
discípulos y a vivir siempre en la certeza de estar en las manos paternas de
Dios.
Francisco. Regina Coeli. 12 de
mayo de 2019.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de hoy (cf. Jn 10, 27-30), Jesús se
presenta como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de
la relación que lo une a las ovejas del rebaño, es decir a sus discípulos, e
insiste en el hecho de que es una relación de conocimiento recíproco. «Mis
ovejas ―dice ― escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy
la vida eterna y no perecerán jamás» (vv. 27-28). Leyendo atentamente esta
frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Jesús habla,
Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia.
El Buen Pastor, Jesús, está atento a cada uno de nosotros, nos busca y nos
ama, dirigiéndonos su palabra, conociendo en profundidad nuestros corazones,
nuestros deseos y nuestras esperanzas, como también nuestros fracasos y
nuestras decepciones. Nos acoge y nos ama tal y cómo somos, con nuestros defectos y nuestras
virtudes. Para cada uno de nosotros Él “da la vida eterna”: es decir, nos
ofrece la posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. Además, nos cuida y
guía con amor, ayudándonos a atravesar los senderos escarpados y los caminos
muchas veces arriesgados que se presentan en el itinerario de la vida.
A los verbos y a los gestos que describen el modo en que Jesús, el Buen
Pastor, se relaciona con nosotros, hacen eco los verbos que se refieren a las
ovejas, es decir a nosotros: “escuchan mi voz”, “me siguen”.
Son acciones que muestran cómo debemos corresponder a las actitudes tiernas y
atentas del Señor. En efecto, escuchar y reconocer su voz implica intimidad
con Él, que se consolida en la oración, en el encuentro de corazón a
corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas. Esta intimidad con Jesús,
este ser abierto, este hablar con Jesús, refuerza en nosotros el deseo de
seguirlo, saliendo del laberinto de los caminos equivocados, abandonando
comportamientos egoístas, para encaminarnos por las sendas nuevas de la
fraternidad y del don de nosotros mismos, a imitación suya.
No olvidemos que Jesús es el único Pastor que nos habla, nos conoce, nos da
la vida eterna y nos protege. Nosotros somos el único rebaño y solamente
tenemos que esforzarnos por escuchar su voz, mientras Él escruta con amor la
sinceridad de nuestros corazones. Y de esta intimidad continua con nuestro
Pastor, de este coloquio con Él surge la alegría de seguirlo, dejándonos
conducir a la plenitud de la vida eterna.
Ahora nos dirigimos a María, Madre de Cristo, el Buen Pastor. Ella, que
respondió con prontitud a la llamada de Dios, ayuden particular a todos los que
están llamados al sacerdocio y a la vida consagrada para acoger con alegría y
disponibilidad la invitación de Cristo a ser sus colaboradores más directos en
el anuncio del Evangelio y en el servicio del Reino de Dios en nuestro tiempo.
Francisco. Regina Coeli. 8 de mayo
de 2022.
¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!
El Evangelio de la Liturgia de hoy nos habla del
vínculo que hay entre el Señor y cada uno de nosotros (cfr. Jn 10,27-30). Para
hacerlo, Jesús utiliza una imagen tierna, una imagen hermosa, la del pastor que
está con las ovejas. Y la explica con tres verbos: «Mis ovejas —dice Jesús—
escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (v. 27). Tres verbos:
escuchar, conocer, seguir. Veamos estos tres verbos.
En primer lugar las ovejas escuchan la voz del
pastor. La iniciativa viene siempre del Señor; todo parte de su gracia: es
Él que nos llama a la comunión con Él. Pero esta comunión nace si nosotros
nos abrimos a la escucha; si permanecemos sordos no nos puede dar esta
comunión. Abrirse a la escucha porque escuchar significa disponibilidad,
significa docilidad, significa tiempo dedicado al diálogo. Hoy estamos
abrumados por las palabras y por la prisa de tener que decir o hacer algo
siempre; es más, cuántas veces dos personas están hablando y una no espera
que la otra termine el pensamiento, la corta a mitad de camino, responde… Pero
si no la deja hablar, no hay escucha. Este es un mal de nuestro tiempo.
Hoy estamos abrumados por las palabras, por la prisa de tener que decir
siempre algo, tenemos miedo del silencio. ¡Cuánto cuesta escucharse!
¡Escucharse hasta el final, dejar que el otro se exprese, escucharse en
familia, escucharse en la escuela, escucharse en el trabajo, e incluso en la
Iglesia! Pero para el Señor sobre todo es necesario escuchar. Él es la
Palabra del Padre y el cristiano es hijo de la escucha, llamado a vivir con
la Palabra de Dios al alcance de la mano. Preguntémonos hoy si somos hijos
de la escucha, si encontramos tiempo para la Palabra de Dios, si damos
espacio y atención a los hermanos y a las hermanas. Si sabemos escuchar hasta
que el otro se pueda expresar hasta el final, sin cortar su discurso. Quien
escucha a los otros sabe escuchar también al Señor, y viceversa. Y experimenta
una cosa muy bonita, es decir que el Señor mismo escucha: nos escucha cuando le
rezamos, cuando confiamos en Él, cuando le invocamos.
Escuchar a Jesús se convierte así en el camino para
descubrir que Él nos conoce. Este es el segundo verbo, que se refiere al buen
pastor: Él conoce a sus ovejas. Pero
esto no significa solo que sabe muchas cosas sobre nosotros: conocer en sentido
bíblico quiere decir también amar. Quiere decir que el Señor, mientras “nos
lee dentro”, nos quiere, no nos condena. Si le escuchamos, descubrimos esto,
que el Señor nos ama. El camino para descubrir el amor del Señor es escucharlo.
Entonces la relación con Él ya no será impersonal, fría o de fachada. Jesús
busca una cálida amistad, una confidencia, una intimidad. Quiere donarnos
un conocimiento nuevo y maravilloso: el de sabernos siempre amados por Él y por
tanto nunca dejados solos a nosotros mismos. Estando con el buen pastor se vive
la experiencia de la que habla el Salmo: «Aunque pase por valle tenebroso, ningún
mal temeré, porque tú vas conmigo» (Sal 23,4). Sobre todo en los
sufrimientos, en las fatigas, en las crisis que son la oscuridad: Él nos
sostiene atravesándolas con nosotros. Y así, precisamente en las
situaciones difíciles, podemos descubrir que somos conocidos y amados por el
Señor. Preguntémonos entonces: ¿yo me dejo conocer por el Señor? ¿Le hago
espacio en mi vida, le llevo eso que vivo? Y, después de muchas veces en
las que he experimentado su cercanía, su compasión, su ternura, ¿qué idea tengo
yo del Señor? El Señor es cercano, el Señor es buen pastor.
Finalmente, el tercer verbo. Las ovejas que
escuchan y saben que son conocidas siguen: escuchan, se sienten conocidas por
el Señor y siguen al Señor, que es su pastor. Y quien sigue a Cristo, ¿qué
hace? Va donde va Él, por el mismo camino, en la misma dirección. Va a
buscar a quien está perdido (cfr. Lc 15,4), se interesa por quien está lejos,
se toma en serio las situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende
la mano al prójimo, se lo carga sobre los hombros. ¿Y yo? ¿Me dejo solo
amar por Jesús y del dejarse amar paso a amarlo, a imitarlo? Que la Virgen
Santa nos ayude a escuchar a Cristo, a conocerlo cada vez más y a seguirlo en
el camino del servicio. Escuchar, conocerlo y seguirlo.
Benedicto XVI. Regina Coeli. 29 de
abril de 2007.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, IV domingo de Pascua, domingo del "Buen
Pastor", se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones.
Todos los fieles están invitados a orar en especial por las vocaciones al
sacerdocio y a la vida consagrada.
Esta mañana, en la basílica de San Pedro, he tenido
la alegría de ordenar a 22 nuevos sacerdotes. Nos sentimos felices por ello. A
la vez que saludo con afecto a estos neo-sacerdotes, así como a sus familiares
y amigos, os invito a recordar a quienes el Señor sigue llamando por su nombre,
como hizo un día con los Apóstoles a orillas del lago de Galilea, para que se
conviertan en "pescadores de hombres", es decir, en sus colaboradores
más directos en el anuncio del Evangelio y en el servicio al reino de Dios en
nuestro tiempo.
Pidamos para todos los sacerdotes el don de la
perseverancia: que se mantengan fieles a la oración, celebren la santa misa
con devoción siempre renovada, vivan a la escucha de la palabra de Dios y
asimilen día a día los mismos sentimientos y actitudes de Jesucristo, el
buen Pastor. Oremos, asimismo, por quienes se preparan para el ministerio
sacerdotal y por los formadores de los seminarios de Roma, de Italia y de todo
el mundo; oremos por las familias, para que en ellas siga brotando y madurando
la "semilla" de la llamada al ministerio presbiteral.
Este año el tema de la Jornada mundial de oración
por las vocaciones es: "La vocación
al servicio de la Iglesia comunión". Para presentar el misterio de la
Iglesia en nuestro tiempo, el concilio ecuménico Vaticano II privilegió la
categoría de "comunión". Desde esta perspectiva, asume gran relieve
la rica variedad de dones y de ministerios que existe en el pueblo de Dios.
Todos los bautizados están llamados a contribuir a la obra de la salvación. Sin
embargo, en la Iglesia hay algunas vocaciones especialmente dedicadas al
servicio de la comunión.
El primer responsable de la comunión católica es el
Papa, Sucesor de Pedro y Obispo de Roma; con él, los obispos, sucesores de los
Apóstoles, son custodios y maestros de la unidad, con la colaboración de los
presbíteros. Pero también las personas consagradas y todos los fieles están al
servicio de la comunión. En el corazón de la Iglesia comunión está la
Eucaristía: las diferentes vocaciones
encuentran en este supremo Sacramento la fuerza espiritual para edificar
constantemente en la caridad el único Cuerpo eclesial.
Nos dirigimos ahora a María, Madre de Cristo, el
buen Pastor. Ella, que respondió prontamente a la llamada de Dios
diciendo: "He aquí la esclava del
Señor" (Lc 1, 38), nos ayude a todos a acoger con alegría y disponibilidad
la invitación de Cristo a ser sus discípulos, animados siempre por el deseo de
formar "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32).
Benedicto XVI. Regina Coeli. 25 de
abril de 2010.
Queridos hermanos y hermanas:
En este cuarto domingo de Pascua, llamado «del Buen
Pastor», se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones, que este
año tiene como tema: «El testimonio suscita vocaciones», tema «estrechamente
unido a la vida y a la misión de los sacerdotes y de los consagrados» (Mensaje
para la XLVII Jornada mundial de oración por las vocaciones, 13 de noviembre de
2009: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 21 de febrero de 2010,
p. 5). La primera forma de testimonio que suscita vocaciones es la oración (cf.
ib.), como nos muestra el ejemplo de santa Mónica que, suplicando a Dios con
humildad e insistencia, obtuvo la gracia de ver convertido en cristiano a su
hijo Agustín, el cual escribe: «Sin vacilaciones creo y afirmo que por sus
oraciones Dios me concedió la intención de no anteponer, no querer, no pensar,
no amar otra cosa que la consecución de la verdad» (De Ordine II, 20, 52: ccl
29, 136). Invito, por tanto, a los padres a rezar para que el corazón de sus
hijos se abra a la escucha del buen Pastor, y «hasta el más pequeño germen de
vocación... se convierta en árbol frondoso, colmado de frutos para bien de la
Iglesia y de toda la humanidad» (Mensaje citado). ¿Cómo podemos escuchar la
voz del Señor y reconocerlo? En la predicación de los Apóstoles y de sus
sucesores: en ella resuena la voz de Cristo, que llama a la comunión con
Dios y a la plenitud de vida, como leemos hoy en el Evangelio de san Juan: «Mis
ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida
eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10, 27-28).
Sólo el buen Pastor custodia con inmensa ternura a su grey y la defiende del
mal, y sólo en él los fieles pueden poner absoluta confianza.
En esta Jornada de especial oración por las
vocaciones, exhorto en particular a los ministros ordenados, para que,
estimulados por el Año sacerdotal, se sientan comprometidos «a un testimonio
evangélico más intenso e incisivo en el mundo de hoy» (Carta de convocatoria).
Recuerden que el sacerdote «continúa la obra de la Redención en la tierra»; acudan
«con gusto al sagrario»; entréguense «totalmente a su propia vocación y misión
con una ascesis severa»; estén disponibles a la escucha y al perdón; formen
cristianamente al pueblo que se les ha confiado; cultiven con esmero la
«fraternidad sacerdotal» (cf. ib.). Tomen ejemplo de sabios y diligentes
pastores, como hizo san Gregorio Nacianceno, quien escribió a su amigo fraterno
y obispo san Basilio: «Enséñanos tu amor a las ovejas, tu solicitud y tu
capacidad de comprensión, tu vigilancia..., la severidad en la dulzura, la
serenidad y la mansedumbre en la actividad..., las luchas en defensa de la
grey, las victorias... conseguidas en Cristo» (Oratio IX, 5: PG 35, 825ab).
Expreso mi agradecimiento a todos los presentes y a
cuantos con la oración y el afecto sostienen mi ministerio de Sucesor de Pedro,
y sobre cada uno invoco la protección celestial de la Virgen María, a la que
nos dirigimos ahora en oración.
DOMINGO 5 T. P.
Monición de entrada:
En estos días
nos estamos acordando de cuando Jesús se apareció a sus amigos y de lo que les
dijo antes de morir en la cruz.
Eran lecciones
que tenían que aprenderse si querían que su ejemplo no se olvidase.
Así hoy nosotros
en la misa vamos a ver con los ojos del corazón a Jesús y a escuchar lo que nos dice.
Señor, ten piedad.
Perdónanos
porque a veces nos olvidamos de ti. Señor, ten piedad.
Perdónanos
porque a veces no hacemos los deberes. Cristo, ten piedad.
Perdónanos
porque a veces nos portamos mal. Señor,
ten piedad.
Peticiones.-
Te pedimos por
el Papa; para que le ayudes a seguir teniendo un gran corazón. Te lo pedimos
Señor.
Te pedimos por
las personas que mandan en nuestro país, para que no se olviden de los niños y
los abuelos. Te lo pedimos Señor.
Te pedimos por
las familias, para que todos se quieran como Jesús les quiere. Te lo pedimos
Señor.
Te pedimos por nosotros, para que nos ayudes a
amar como tú nos amas en misa. Te lo pedimos Señor.
Acción de gracias:
Virgen María, tú
eres la persona que más conoció a Jesús y como buena madre sabías como él
quería a los demás. Te damos gracias por querernos así y ayudarnos a querer a
nuestra familia.
ORACIÓN PARA
EL CENTRE JUNIORS CORBERA
EXPERIENCIA.
Pon en silencio el móvil.
Coloca delante de ti una cruz o un icono de Cristo.
Realiza varias respiraciones para ir conectando con
Cristo.
Sígnate, tomando conciencia de entrar en el tiempo
y espacio sagrado.
Cuéntale a Jesús tu situación presente a nivel
físico, psicológico, afectivo, social y espiritual.
Mira tus manos, entrelázalas, imagina que tienes
delante a Jesús, de hecho lo está, y él toma tus manos entrelazadas entre las
suyas.
Piensa en lo que más te está preocupando
últimamente, sintiendo las manos de Jesús apretando las tuyas.
Escucha este vídeo teniendo presente tu
preocupación, tus manos y las manos de Jesús.
https://www.youtube.com/watch?v=9nSIp42jqY4
Durante unos minutos toma conciencia de tu estado
físico y emocional. ¿Ha cambiado?
Si lo consideras necesario vuelve a escuchar la
música del vídeo.
Abre los ojos y míralo con las manos entrelazadas?
¿Te encuentras en alguna de las situaciones que
sufren estas personas?
¿Cómo puedes encontrar el camino de salida?
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 10, 27-30.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-Mis ovejas escuchan mi voz y yo
las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para
siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más
que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y
el Padre somos uno.
¿QUÉ DICE? El fragmento se encuentra
insertado en el discurso del Buen Pastor en el que Jesús presenta la relación
que tiene con nosotros, sus discípulos, sus ovejas. ¿Qué aporta el Pastor a las
ovejas?, ¿cómo deben responder las ovejas al Pastor? y ¿cuál es la relación de
Jesús y el Padre?
¿QUÉ TE DICE? El rebaño es la Iglesia y
entre las ovejas nos encontramos nosotros, te encuentras tú. Recuerda tu
preocupación: ¿cómo te ayuda Jesús a enfrentarte a ella y superarla? Él te da
la vida aquí en la tierra y en la eternidad y él no quiere que perezcas, que te
ahogues en ese problema que te paraliza. Repite alguna de las palabras, en
silencio, acompañada o acompañado de música, personalizándolas: “en mi
debilidad, yo escucho tu voz”, “tú me conoces”, “con pasos vacilantes, unas
veces retrocediendo, otras avanzando, unas de pie, otras a gatas, yo te sigo”,
“tú me das vida, tú me das vida eterna”, “no pereceré”, “nadie me apartará de
tus manos”,…
COMPROMISO.
Busca un tiempo cada
jornada, al levantarte, antes de acostarte, … para leer el evangelio del día o
comenzar la lectura seguida de uno de los evangelios. Pero sobre todo para
estar en silencio con él. Un buen método sería tomar uno de los evangelios y comenzar
a leer desde 1,1, sin prisas, ni pretendiendo completar la lectura, leyendo
unas palabras, saboreándolas, preguntándote qué dice, qué te dice y qué le
dices, permaneciendo en silencio, sin responder a las preguntas o respondiendo.
Recuerda que las ovejas de Jesús son las que escuchan su voz que te habla con
la Palabra de Dios, desde lo profundo de tu corazón.
CELEBRACIÓN.
Escucha
la canción de Brotes de Olivo Nada nos separará del amor de Dios.