miércoles, 7 de mayo de 2025

258. 4º Domingo Tiempo Pascual. Domingo del Buen Pastor. 11 de mayo de 2025.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 13, 14.43-52.

En aquellos días, Pablo y Bernabé continuaron desde Perge y llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y tomaron asiento. Muchos judíos y prosélitos adoradores de Dios siguieron a Pablo y Bernabé, que hablaban con ellos exhortándolos a perseverar fieles a la gracia de Dios. El sábado siguiente, casi toda la ciudad acudió a oír la palabra del Señor. Al ver el gentío, los judíos se llenaron de envidia y respondían con blasfemias a las palabras de Pablo. Entonces Pablo y Bernabé dijeron con toda valentía:

-Teníamos que anunciaros primero a vosotros la palabra de Dios; pero como la rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicamos a los gentiles. Así nos lo ha mandado el Señor: “Yo te he puesto como luz de los gentiles, para que lleves la salvación hasta el confín de la tierra”.

Cuando los gentiles oyeron esto, se alegraron y alababan la palabra del Señor; y creyeron los que estaban destinados a la vida eterna. La palabra del Señor se iba difundiendo por toda la región. Pero los judíos incitaron a las señoras distinguidas, adoradoras de Dios, y a los principales de la ciudad, provocaron una persecución contra Pablo y Bernabé y los expulsaron de su territorio. Estos sacudieron el polvo de los pies contra ellos y se fueron a Iconio. Los discípulos, por su parte, quedaban llenos de alegría y de Espíritu Santo.

 

Textos paralelos.

Llegaron a Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga.

Hch 13, 5: Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas judías.

Disuelta la reunión, muchos judíos y prosélitos.

Hch 17, 4: Algunos de ellos se dejaron convencer y se asociaron a Pablo y Silas; también gran número de prosélitos griegos y no pocas mujeres influyentes.

Siguieron a Pablo y a Bernabé.

Hch 11, 22-23: La noticia llegó a oídos de la iglesia de Jerusalén, que envió a Bernabé a Antioquía. Al llegar y comprobar la gracia de Dios se alegró.

Hch 14, 22: Donde animaron a los discípulos y los exhortaron a perseverar en la fe, recordándoles que tenían que atravesar muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios.

Los judíos, al ver la multitud, se llenaron de envidia.

Hch 5, 16-17: Entonces el sumo sacerdote y los suyos, es decir, el partido saduceo, llenos de celos echaron mano de los apóstoles y los metieron en la cárcel pública.

Hch 17, 5: Llenos de envidia, los judíos reclutaron algunos maleantes del arroyo, amotinaron a la plebe y perturbaron el orden de la ciudad y se presentaron en la casa de Jason con el intento de hacer comparecer a Pablo y Silas ante la asamblea del pueblo.

1 Ts 2, 14: Vosotros hermanos, imitasteis el ejemplo de las iglesias de Dios en Judea fieles a Cristo Jesús; pues sufristeis de vuestros paisanos lo que ellos de los judíos.

Entonces Pablo y Bernabé dijeron con valentía.

Hch 13, 5: Llegados a Salamina, anunciaban la palabra de Dios en las sinagogas judías. Llevaban a Juan como asistente.

Hemos decidido dirigirnos a los gentiles.

Hch 1, 8: Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.

Te he puesto como luz de los gentiles.

Is 49, 6: Es poco que seas mi siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

Jn 8, 12: De nuevo les habló Jesús: Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, antes tendrá la luz de la vida.

Al oír esto los gentiles, se alegraron.

Hch 2, 46: A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera.

Creyeron cuantos estaban destinados a una vida eterna.

Hch 3, 15: Y disteis muerte al Príncipe de la vida. Dios lo ha resucitado de la muerte y nosotros somos testigos de ello.

Hch 6, 7: El mensaje de Dios se difundía, en Jerusalén crecía mucho el número de los discípulos y muchos sacerdotes abrazaban la fe.

Incitaron a algunas mujeres piadosas de la nobleza.

Hch 10, 2: Hombre piadoso, que veneraba a Dios con toda su familia. Hacía muchas cosas al pueblo y oraba asiduamente a Dios.

Estos sacudieron contra ellos el polvo.

Lc 9, 5: Si no os reciben, al salir de la ciudad sacudíos el polvo de los pies como prueba contra ellos.

Lc 10, 11: Aun el polvo de esta ciudad que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos y os lo devolvemos. Con todo, sabed que ha llegado el reinado de Dios.

Se fueron a Iconio.

Hch 18, 6: Pero, como se oponían y lo injuriaban, se sacudió el polvo de la ropa y dijo: De vuestra sangre vosotros sois responsables y yo soy inocente: en adelante me dirigiré a los paganos.

Los discípulos, en cambio, se quedaron llenos de gozo y del Espíritu Santo.

Hch 2, 46: A diario acudían fielmente y unánimes al templo; en sus casas partían el pan, compartían la comida con alegría y sencillez sincera.

 

Notas exegéticas.

13 43 (a) “Prosélito” significa aquí “temeroso de Dios”. Este apelativo será sustituido por “adorador” (verbo “adorar” en 16, 14). Estos ambientes de incircuncisos que compartían la fe judía debieron de suministrar numerosos miembros a las comunidades paulinas.

13 43 (b) Adic.: “juzgando conveniente hacerse bautizar”.

13 43 (c) Adic. occidental.: “y así la palabra de Dios se difundía por toda la ciudad”.

13 44 Var.: “La palabra del Señor”, o: “a Pablo, que disertó largamente acerca del Señor”.

13 46 Esta idea de “osadía”, o de “valentía”, subrayada ya a propósito de los apóstoles, se repite con insistencia cuando se trata de Pablo; idéntica insistencia en el mismo Pablo, 1 Ts 2, 2.

13 47 Cita libre según los LXX. El texto puede entenderse, o del mismo Pablo, apóstol y doctor de los gentiles, o bien de Cristo resucitado que parece depender de Is 49, 6 y Lc 2, 32, que a su vez depende de Is 49, 6. 9: él es la luz de las naciones, pero solo las iluminará efectivamente mediante el testimonio de los apóstoles; por eso, la profecía es una orden para el Apóstol que debe realizar su complimiento.

13 48 (a) Var.: “la palabra de Dios”.

13 48 (b) “una vida eterna”, ver v. 46, es decir, la vida del siglo futuro; solo la alcanzarán aquellos cuyos nombres “estén escritos en los cielos”, en “el libro de la vida” – “Destinados a la vida del mundo futuro”, expresión corriente entre los rabinos.

 

Salmo responsorial

Salmo 100 (99), 1b-3.5 (R.: 3c).

 

Nosotros somos tu pueblo y ovejas de tu rebaño. R/.

Aclama al Señor, tierra entera,

servid al Señor con alegría,

entrad en su presencia con vítores. R/.

 

Sabed que el Señor es Dios:

que él nos hizo y somos suyos,

su pueblo y ovejas de su rebaño.  R/.

 

El Señor es bueno,

su misericordia es eterna,

su fidelidad por todas las edades. R/.

 

Textos paralelos.

 Sabed que Yahvé es Dios.

Sal 95, 7: Que él es nuestro Dios y nosotros su pueblo, el rebaño de su aprisco. ¡Ojalá le hagáis caso hoy!

Él nos ha hecho y suyos somos.

Dt 32, 39: Pero ahora mirad: yo soy yo, y no hay otro fuera de mí; yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo curo, y no hay quien libre de mi mano.

Is 43, 10: Vosotros sois mis testigos – oráculo del Señor – y mis siervos, a quienes escogí, para que supierais y me creyerais, para que comprendierais quien soy yo. Antes de mí no habían fabricado ningún dios y después de mí ninguno habrá.

Is 43, 13: Yo soy Dios, desde siempre lo soy. No hay quien libre de mi mano lo que yo hago, ¿quién lo deshará?

Su pueblo y el rebaño de sus pastos.

Is 64, 7: Y, sin embargo, Señor, tú eres nuestro padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obra de tu mano.

Pues bueno es Yahvé y eterno su amor.

Jr 33, 11: Todavía se escuchará la voz alegre y la voz gozosa, la voz del novio y la voz de la novia; la voz de los que cantan al entrar con acción de gracias en el templo: Dad gracias al Señor de los ejércitos, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Porque cambiaré la suerte de esta tierra, haciéndola como antes, dice el Señor.

Sal 106, 1: Aleluya. Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Sal 107, 1: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia.

Sal 118, 1-4: Dad gracias al Señor, porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Diga la casa de Israel: es eterna su misericordia. Diga la Casa de Aarón: es eterna su misericordia. Digan los fieles del Señor: es eterna su misericordia.

Sal 136 1-3: Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Dios de los dioses, porque es eterna su misericordia. Dad gracias al Señor de los señores, porque es eterna su misericordia.

 

Notas exegéticas.

100 Este himno doxológico concluye la serie de los salmos del reinado de Yahvé (Sal 93s). Se recitaba tal vez al entrar en el santuario para ofrecer los sacrificios de comunión.

100 3 Así según muchos manuscritos hebreo, arameo, Aquila y Jerónimo. En cambio, otros manuscritos hebreos, griego, Simaco y sirio: “él nos ha hecho, y no nosotros”.

100 5 Estribillo antiguo, Jr 33, 11, repetido con frecuencia en los salmos en forma de antífona y de preludio y citado en 2 Cro 5, 13.

 

Segunda lectura.

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 9.14b-17.

Yo, Juan, vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delante del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y uno de los ancianos me dijo:

-Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero. Por eso están ante el trono de Dios, dándole culto día y noche en su templo. El que se sienta en el trono acampará entre ellos. Ya no pasará hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno. Porque el Cordero que está delante del trono los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

 

Textos paralelos.

Miré y pude ver una muchedumbre inmensa.

Ap 15, 2-5: Vi una especie de mar transparente veteado de fuego. Los que han vencido a la fiera, a su imagen y al número de su nombre estaban junto al mar transparente con cítaras de Dios. Cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero: Grandes y admirables son tus obras, Señor Dios todopoderoso; justos y ciertos tus caminos, Rey de las naciones. ¿Quién no te respetará, Señor, quién no dará gloria a tu nombre? Tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte en tu presencia, porque se han revelado tus decisiones. Después vi como se abría el templo, la tienda del testimonio en el cielo.

De toda nación, razas, pueblos y lenguas.

Gn 15, 5: Y el Señor le dijo lo sacó afuera [a Abraham] y le dijo: Mirad al cielo, cuenta las estrellas si puedes. Y añadió: Así será tu descendencia.

Ap 5, 9: Cantaban un cántico nuevo: Eres digno de recibir el rollo y soltar sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación.

Esos son los que llegan de la gran tribulación.

Gn 15, 2: Abrán contestó: Señor, ¿de qué me sirven tus dones si soy estéril y Eliezer de Damasco será el amo de mi casa?

Dn 12, 1: Entonces se levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entocnes se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro.

Han lavado sus vestiduras y las han blanqueado con la sangre del Cordero.

Ap 1, 6: E hizo de nosotros un reino, sacerdotes de su Padre Dios, a él la gloria y el poder por los siglos de los siglos amén.

Ap 22, 14: Dichosos los que lavan sus vestidos, pues tendrán a su disposición el árbol de la vida y entrarán por las puertas en la ciudad.

Gn 49, 11: Ata su burro a una vida, las crías a un majuelo; lava su ropa en vino y su túnica en sangre de uvas.

Ex 19, 10: Y el Señor le dijo: Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa.

Dándole culto día y noche en su Santuario.

Ap 21, 3: Oí una voz potente que salía del trono: Mira la morada de Dios entre los hombres: morará con ellos; ellos serán sus pueblos y Dios mismo estará con ellos.

Ap 22, 3: No habrá allí nada maldito. En ella se encontrará el trono de Dios y del cordero. Sus siervos lo adorarán.

Ya no tendrán hambre ni sed.

Is 49, 10: No pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el que los compadece y los guía a manantiales de agua.

Is 4, 5: Creará el Señor en todo el recinto del Monte Sión y su asamblea una nube de día, un humo brillante, un fuego llameante de noche. Baldaquino.

Is 25, 4-5: Porque fuiste baluarte del desvalido, baluarte del pobre en peligro, reparo del aguacero, sombra en la canícula. Porque el ímpetu de los tiranos es aguacero de invierno.

El Cordero que está en medio del trono los apacentará.

Is 49, 10: No pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el que los compadece y los guía a manantiales de agua.

Los guiará a los manantiales de las aguas de la vida.

Is 28, 8: Se tambalean con la visión, tartamudean al dar sentencias; todas las mesas están llenas de vómitos y suciedad, y no queda espacio libre.

Dios enjugará toda lágrima de sus ojos.

Ap 21, 4: Les enjugará las lágrimas de los ojos. Ya no habrá muerte ni pena ni llanto ni dolor. Todo lo antiguo ha pasado.

 

Notas exegéticas.

7 9 (a) Esta vez se trata de la muchedumbre de los mártires cristianos en posesión ya de la felicidad celestial.

7 9 (b) Las palmas del triunfo, que evocan la fiesta alegre de las Tiendas, Lv 23, 33-34 (en el v. 15 la tienda de Dios vendrá a ser la morada de esa muchedumbre).

7 14 (b) Las persecuciones, cuyo prototipo era la de Nerón. Se trata de la prueba escatológica, una de cuyas manifestaciones eran precisamente las persecuciones.

7 14 (c) La sangre, simbolizaba la eficacia de la muerte de Jesús. Aquí es aceptado este don por los que reciben sus efectos.

7 15 Durante la fiesta de las Tiendas el pueblo judío vivía al aire libre, en chozas o tiendas. En adelante, los elegidos serán introducidos en la tienda misma de Dios.

7 17 Estas imágenes, corrientes en la tradición profética para simbolizar la felicidad escatológica, ver Os 2, 20, reaparecerán en 21, 4.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 27-30.

En aquel tiempo, dijo Jesús:

-Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.

 

Textos paralelos.

Mis ovejas escuchan mi voz.

1 Co 2, 14: Un simple hombre no acepta lo que procede del Espíritu de Dios, pues le parece locura; y no puede entenderlo, porque solo se discierne espiritualmente.

Jn 10, 3-4: El portero le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a las suyas por su nombre y las saca. Cuando ha sacado a todas las suyas, camina delante de ellas y ellas detrás de él; porque reconocen su voz.

Jn 10, 14: Yo soy el buen pastor: conozco las mías y ellas me conocen.

Yo les doy la vida eterna.

Jn 10, 10: El ladrón no viene más que a robar, matar y destrozar. Yo vine para que tengan vida, una gran vitalidad.

Rm 8, 33-39: ¿Quién será fiscal de los que Dios eligió? Si Dios absuelve, ¿quién condenará? ¿Acaso Jesucristo, el que murió y después resucitó y está a la diestra de Dios y suplica por nosotros? ¿Quién nos apartará del amor de Cristo?, ¿tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro, espada? Como dice el texto: Por tu causa estamos a la muerte todo el día, nos tratan como a ovejas de matanza. En todas esas circunstancias vencemos de sobra gracias al que nos amó. Estoy persuadido de que ni muerte ni vida, ni ángeles ni potestades, ni presente ni futuro, ni poderes, ni altura ni hondura, ni criatura alguna nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús, Señor nuestro.

Y no perecerán jamás.

Jr 23, 4: Les daré pastores que las pastoreen: no temerán, ni se espantarán, ni se perderán – oráculo del Señor –.

El Padre, que me las ha dado.

Dt 32, 39: Pero ahora mirad: yo soy, y no hay otro fuera de mí; yo doy la muerte y la vida, yo desgarro y yo curo, y no hay quien libre de mi mano.

Es más grande que todos.

Dt 33, 3: Delante va el favorito de los pueblos, a su derecha van los guerreros, con la izquierda rige a sus santos; ellos se rinden a su paso y marchan a sus órdenes.

Y nadie puede arrebatar nada.

Is 43, 13: Yo soy Dios, desde siempre lo soy. No hay quien libre de mi mano; lo que yo hago, ¿quién lo deshará?

Is 51, 16: Puse en tu boca mi palabra, te cubrí con la sombra de mi mano; extiendo el cielo, cimento la tierra, y digo a Sión: “Mi pueblo eres tú”.

Sb 3, 1: La vida de los justos está en manos de Dios y no los tocará el tormento.

Yo y el Padre somos uno.

Jn 1, 1: Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

10 29 (a) Var.: “Mi Padre, lo que me ha dado es más grande que todo”, o “mi Padre, en lo que me ha dado, es más grande que todo”.

10 29 (b) Var.: “arrebatarlas”.

10 30 Según el contexto, esta afirmación considera en primer lugar el poder común de Jesús y del Padre; pero, indeterminada adrede, deja entrever un misterio de unidad más amplio y más hondo. Los judíos no se engañan cuando en ello ven la pretensión de ser Dios.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

28-29 NI LAS ARREBATARÁ NADIE (lit. alguno) DE MI MANO: “No suelta Cristo tan presto las almas que una vez toma”, decía san Juan de Ávila. // MÁS IMPORTANTE: lit. mayor.

30 La fe en la palabra de Jesús no es un acto irracional. Algo podían entender si examinaran sus obras (v. 25): actuar juntamente con el Padre y hacer solo lo que el Padre hace, es propio de un ser verdaderamente divino; de la unidad en el actuar puede deducirse la unidad de naturaleza entre el Padre y el Hijo.

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

10, 22-42 La fiesta de la Dedicación del Templo, o Hanukkah, celebra la nueva consagración del Templo por parte de Judas Macabeo después de haber sido profanado por el líder heleno Antioco Epifanes IV (1 Mac 4, 36-59; 2 Mac 10, 1-8). Jesús fue cauteloso al revelar su identidad como Mesías para dar con ello a los judíos (amigos y enemigos) un tiempo de conversión, para que pudieran asimilar la novedad de su mensaje, y para poder completar su misión de enseñar y predicar antes de ser sometido a su pasión y crucifixión. Cat. 548, 582-583, 593.

10, 30 Esta afirmación forma parte de la revelación gradual que hizo Cristo de la Trinidad. Cristo se había referido previamente a Dios como su Padre, y así afirma que son uno y lo mismo. Esta afirmación revela que Cristo es consubstancial (un mismo ser) con el Padre, a pesar de ser Personas diferentes. En la Última Cena, Cristo hablará sobre el Espíritu Santo, revelando así a Dios como una Trinidad de Personas. Esta doctrina de la Trinidad solo puede conocerse con la luz de la divina revelación. Cat. 590.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

590 Solo la identidad divina de la persona de Jesús puede justificar una exigencia tan absoluta como esta: “El que no está con migo está contra mí” (Mt 12, 30); lo mismo cuando dice que él es “más que Jonás […], más que Salomón” (Mt 12, 41-42), “más que el templo” (Mt 12, 6); cuando recuerda, refiriéndose a que David llama al Mesías su Señor (Mc 12, 36-37), cuando afirma: “Antes que naciese Abraham, Yo soy” (Jn 8, 58); e incluso: “El Padre y yo somos una sola cosa” (J 10, 30).

591 Jesús pidió a las autoridades religiosas de Jerusalén creer en él en virtud de las obras de su Padre que él realizaba.

 

Concilio Vaticano II.

La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es Cristo (cf. Jn 10, 1-10). Es el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como Él mismo anunció (cf. Is 40, 11; Ez 34, 11ss). Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él, el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (cf. Jn 10, 11; 1 Pe 5, 4), que dio su vida por las ovejas.

Lumen Gentium, 6.

 

Comentarios de los Santos Padres.

¿Cuál es la voz del pastor? “Qué se predique en su nombre la conversión para el perdón de los pecados a todas las gentes, comenzando desde Jerusalén”. Esta es la voz del Pastor. Debes reconocerla tú mismo y seguirle, si quieres ser una de sus ovejas.

Agustín. Sermones, 46, 32. 4a, pg. 473.

La señal de la pertenencia al rebaño de Cristo es escuchar de buena gana y ser pronto en obedecer, lo mismo que el no ir tras las cosas extrañas. Para nosotros el escuchar es lo miso que creer lo que se nos dice. Por tanto, somos conocidos de Dos quienes le escuchamos; y ser conocido es lo mismo que estar unido.

Cirilo de Alejandría. Comentario al Ev. de Juan, 7, 1. 4a, pg. 473.

Cuando habla de vida eterna debemos entender no una vida larga aquí abajo, después de la resurrección, que gozaremos todos, tanto buenos como malos, sino aquella otra que se vive en la paz y en el descanso. También podemos entender como vida el misterio de la Eucaristía, por medio de la cual Cristo da su misma vida, haciendo a los fieles partícipes de su propia carne.

Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Juan, 7, 1. 4a, pg. 473.

De la mano de Dios nadie puede arrebatarnos; pero nosotros, por descuido, podemos caer de sus manos.

Orígenes, Homilías sobre Jeremías, 18, 3. 4a, pg. 474.

En cuanto a su divinidad es igual al Padre, pero respecto a su encarnación es inferior al Padre.

Agustín, Sermones, 371, 2. 4a. 477.

 

San Agustín

Debemos mostrar eso con el evangelio, donde el mismo Hijo se muestra ya en la forma en la que dijo ser inferior al Padre: haciéndose obediente hasta la muerte, o, en la que manifestó ya ser igual a quien lo engendró: Yo y el Padre somos una sola cosa (Jn 10, 30): Ellos objetan: “Ved que el mismo Hijo dijo: El Padre es mayor que yo, sin entender que él dijo esto cuando existía en la carne, en la que no solo era menor que el Padre, sino que también, según indica el salmo divino, fue hecho algo menor que los ángeles (Sal 8,6). Si solo les agrada escuchar esto, ¿por qué no consideran lo que también él dijo en otra ocasión: Yo y el Padre somos una sola cosa= Además, reflexionen por qué dijo: El Padre es mayor que yo.

Sermón 265 A, 5-7. I, pg. 532.

 

San Juan de Ávila

Dicen que a estos se les tiene que conceder la heredad del cielo, a gente mansísima, que no sabe hacer mal a nadie (cf. Sal 36, 11). Por eso compara a su gente Cristo a ovejas y corderos, no a lobos ni a leones:Ecce ego mitto vos sicut oves in medio lupurum (Mt 10, 16). Oves meae vocen meam audiunt; et ego cognosco eas (Jn 10, 27).

Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas. 4, 29. II, pgs. 90-91.

Dijeos anteayer que el peso de nuestra vida ha de ser Cristo; que ha de ser espuela para la virtud decir: “Cristo hizo esto”. Dice san Juan: Mis ovejas oyen mi voz y síguenme (Jn 10, 27). Luego, bien valdrá la consecuencia: “quien no oye mi voz, no es mi oveja, ni me sigue” ¿Qué sentís de esta verdad? ¿Qué gusto os hace? ¿Qué sabor hace al mancebo: “hermano, sed casto, que Jesucristo lo fue”? Queréisme poner a mí con Cristo. Cristo fue paciente, caritativo. ¿Qué dice la carne? “Pesadísima carga es esta, no la puedo llevar”.

Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 187.

Tiene dicho San Juan, aquí en este capítulo, que el que está en Dios ha de andar como anduvo Jesucristo; lo cual Él mesmo también dijo: Et oves meae vocem meam audiunt, et me sequuntur (Jn 10, 27) (ergo qui non sequuntur me, non sunt, oves meae). La cual palabra podría en algunos causar gran desmayo, cotejando sus fuerzas con la alteza de lo que es seguir a Cristo; y porque tal desmayo nace de la prudencia de la carne y no de la doctrina del Salvador, sería bien remediallo.

Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 372.

Jesucristo lo dice. Diremos lo que Él dice, para que mejor lo creamos. Oves meae vocem meam audiunt. Mis ovejas oyen mi voz (Jn 10, 27). ¿Sabéis si os ha llamado alguna vez el Señor y si le habéis oído? Pues tené señal que, si le oístes, que sois su oveja. Gran señal es muy cierto, que la oveja y cualquier ganado oye la voz de su pastor y viene luego a su llamado.

Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 209.

¡Cristianos! Ovejas sois de Jesucristo, y Él es vuestro pastor. ¡Oh dichosas ovejas que tiene tal pastor! Mis ovejas – dice el Señor – oyen mi voz; y yo las conozco y ellas me siguen a mí, y yo les daré la vida eterna, y no perecerán para siempre jamás, y no habrá nadie tan poderoso que me las arrebate de mi mano (Jn 10, 27-28). ¡Oh, bendito tan buen pastor! ¡Bendito tan Señor, rey y pastor!

Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 207.

Et seguuntur me, et vitam aeternam do eis, et non peribunt in aeternum (cf. Jn 10, 27-28). No os penséis, ovejitas, que os quedaréis ansí. Seguidme que no andaréis desconsoladas. Yo daré – dice el Señor – a mis ovejas la vida eterna, yo las apacentaré en unos montes muy viciosos, muy fértiles donde no les falte nunca de comer.

Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 216.

-Señor, ¿tan gran poder tenéis vos, que no os la arrebatará nadie? – Sí, que grande poder tengo, porque estas ovejas son de mi Padre, y yo y mi Padre unum sumus (Jn 10, 30); mi Padre es muy poderoso; no habrá nadie que me las pueda quitar. - ¡Oh! ¡bendígante los ángeles, Señor, que tan buen pastor eres, y que a tanto recaudo pones tus ovejas, que no hay cosa bastante para derriballas! ¿Adónde están ahora los pastores? ¿Adónde están los perlados, que ansí velen su ganado, que puedan decir con el Señor: No me las arrebatará nadie? Consuelo grande es del cristiano que halla que es oveja de Jesucristo.

Si oyes la voz del pastor y le sigues, él te siguirá, él te guardará que no perezcas para siempre. Darte ha de beber de aquellas aguas dulces; apacentarte ha en los montes altos; tenerte ha de tal manera, que no haya quien te pueda empecer, no habrá quien te arrebate de su mano. ¡Hermanos! Por la sangre suya y por su pasión, que miremos si somos ovejas suyas, para que, conociendo su dehesa y paciendo su yerba, nos dé aquí su gracia y después su gloria, ad quam nos perducat. Amen.

Miércoles de la semana de Pasión. III, pg. 219.

 

San Oscar Romero.

Los sacerdotes vivimos de una esperanza; y no podemos ser comunistas, porque el comunismo ha mutilado esa esperanza del más allá. Creemos en Dios, predicamos la esperanza y morimos convencidos de esa esperanza. Y ese es el segundo aspecto del mensaje de Alfonso Navarro: es un ideal que no muere, es una mano tendida como la del beduino que en el desierto sigue diciendo: "No por allí, no por los espejismos del odio, no por esa filosofía de diente por diente y ojo por ojo, que eso es criminal"; sino por esta otra: "Amaos los unos a los otros". No por los caminos del pecado, de la violencia, se va a construir un mundo nuevo, sino por los caminos del amor.

Homilía del padre Alfonso Navarro Oviedo, asesinado. 12 mayo 1977.

 

Francisco. Regina Coeli. 21 de abril de 2013.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El cuarto domingo del tiempo de Pascua se caracteriza por el Evangelio del Buen Pastor, que se lee cada año. El pasaje de hoy refiere estas palabras de Jesús: «Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre, lo que me ha dado, es mayor que todo, y nadie puede arrebatarlas de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno» (Jn 10, 27-30). En estos cuatro versículos está todo el mensaje de Jesús, está el núcleo central de su Evangelio: Él nos llama a participar en su relación con el Padre, y ésta es la vida eterna.

Jesús quiere entablar con sus amigos una relación que sea el reflejo de la relación que Él mismo tiene con el Padre: una relación de pertenencia recíproca en la confianza plena, en la íntima comunión. Para expresar este entendimiento profundo, esta relación de amistad, Jesús usa la imagen del pastor con sus ovejas: Él las llama y ellas reconocen su voz, responden a su llamada y le siguen. Es bellísima esta parábola. El misterio de la voz es sugestivo: pensemos que desde el seno de nuestra madre aprendemos a reconocer su voz y la del papá; por el tono de una voz percibimos el amor o el desprecio, el afecto o la frialdad. La voz de Jesús es única. Si aprendemos a distinguirla, Él nos guía por el camino de la vida, un camino que supera también el abismo de la muerte.

Pero, en un momento determinado, Jesús dijo, refiriéndose a sus ovejas: «Mi Padre, que me las ha dado» (cf. 10, 29). Esto es muy importante, es un misterio profundo, no fácil de comprender: si yo me siento atraído por Jesús, si su voz templa mi corazón, es gracias a Dios Padre, que ha puesto dentro de mí el deseo del amor, de la verdad, de la vida, de la belleza y Jesús es todo esto en plenitud. Esto nos ayuda a comprender el misterio de la vocación, especialmente las llamadas a una especial consagración. A veces Jesús nos llama, nos invita a seguirle, pero tal vez sucede que no nos damos cuenta de que es Él, precisamente como le sucedió al joven Samuel. Hay muchos jóvenes hoy, aquí en la plaza. Sois muchos vosotros, ¿no? Se ve Eso. Sois muchos jóvenes hoy aquí en la plaza. Quisiera preguntaros: ¿habéis sentido alguna vez la voz del Señor que, a través de un deseo, una inquietud, os invitaba a seguirle más de cerca? ¿Le habéis oído? No os oigo. Eso... ¿Habéis tenido el deseo de ser apóstoles de Jesús? Es necesario jugarse la juventud por los grandes ideales. Vosotros, ¿pensáis en esto? ¿Estáis de acuerdo? Pregunta a Jesús qué quiere de ti y sé valiente. ¡Pregúntaselo! Detrás y antes de toda vocación al sacerdocio o a la vida consagrada, está siempre la oración fuerte e intensa de alguien: de una abuela, de un abuelo, de una madre, de un padre, de una comunidad He aquí porqué Jesús dijo: «Rogad, pues, al Señor de la mies —es decir, a Dios Padre— para que mande trabajadores a su mies» (Mt 9, 38). Las vocaciones nacen en la oración y de la oración; y sólo en la oración pueden perseverar y dar fruto. Me complace ponerlo de relieve hoy, que es la «Jornada mundial de oración por las vocaciones». Recemos en especial por los nuevos sacerdotes de la diócesis de Roma que tuve la alegría de ordenar esta mañana. E invoquemos la intercesión de María. Hoy hubo diez jóvenes que dijeron «sí» a Jesús y fueron ordenados sacerdotes esta mañana. Es bonito esto. Invoquemos la intercesión de María que es la Mujer del «sí». María dijo «sí», toda su vida. Ella aprendió a reconocer la voz de Jesús desde que le llevaba en su seno. Que María, nuestra Madre, nos ayude a reconocer cada vez mejor la voz de Jesús y a seguirla, para caminar por el camino de la vida. Gracias.

Muchas gracias por el saludo, pero saludad también a Jesús. Gritad «Jesús», fuerte. Recemos todos juntos a la Virgen.

 

Francisco. Regina Coeli. 17 de abril de 2016.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El evangelio de hoy (Jn 10, 27-30) nos ofrece algunas expresiones pronunciadas por Jesús durante la fiesta de la dedicación del templo de Jerusalén, que se celebraba a finales de diciembre. Él se encontraba precisamente en la zona del templo, y quizás aquel espacio sagrado cercado le sugiere la imagen del rebaño y del pastor. Jesús se presenta como «el buen pastor» y dice: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (vv. 27-28). Estas palabras nos ayudan a comprender que nadie puede decirse seguidor de Jesús si no escucha su voz. Y este «escuchar» no hay que entenderlo de una manera superficial, sino comprometedora, al punto que vuelve posible un verdadero conocimiento recíproco, del cual pueden surgir un seguimiento generoso, expresada en las palabras «y ellas me siguen» (v.27). Se trata de un escuchar no solamente con el oído, sino ¡una escucha del corazón!

Por lo tanto, la imagen del pastor y de las ovejas indica la estrecha relación que Jesús quiere establecer con cada uno de nosotros. Él es nuestra guía, nuestro maestro, nuestro amigo, nuestro modelo, pero sobre todo es nuestro salvador. De hecho la frase sucesiva del pasaje evangélico afirma: «Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (v. 28). ¿Quién puede hablar así? Solamente Jesús, porque la «mano» de Jesús es una sola cosa con la «mano» del Padre, y el Padre es «más grande que todos» (v. 29).

Estas palabras nos comunican un sentido de absoluta seguridad y de inmensa ternura. Nuestra vida está totalmente segura en las manos de Jesús y del Padre, que son una sola cosa: un único amor, una única misericordia, reveladas de una vez y para siempre en el sacrificio de la cruz. Para salvar a las ovejas perdidas que somos todos nosotros, el Pastor se hizo cordero y se dejó inmolar para tomar sobre sí y quitar el pecado del mundo. De esta manera Él nos ha dado la vida, pero la vida en abundancia De esta manera Él nos ha dado la vida, pero ¡la vida en abundancia! (cf. Jn 10, 10). Este misterio se renueva, en una humildad siempre sorprendente, en la mesa eucarística. Es allí que las ovejas se reúnen para nutrirse; es allí que se vuelven una sola cosa, entre ellas y con el Buen Pastor.

Por esto no tenemos más miedo: nuestra vida ya se ha salvado de la perdición. Nada ni nadie podrá arrancarnos de las manos de Jesús, porque nada ni nadie puede vencer su amor. ¡El amor de Jesús es invencible! El maligno, el gran enemigo de Dios y de sus criaturas, intenta de muchas maneras arrebatarnos la vida eterna. Pero el maligno no puede nada si nosotros no le abrimos las puertas de nuestra alma, siguiendo sus halagos engañosos.

La Virgen María ha escuchado y seguido dócilmente la voz del Buen Pastor. Que Ella nos ayude a acoger con alegría la invitación de Jesús a convertirnos en sus discípulos y a vivir siempre en la certeza de estar en las manos paternas de Dios.

 

Francisco. Regina Coeli. 12 de mayo de 2019.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de hoy (cf. Jn 10, 27-30), Jesús se presenta como el verdadero Pastor del Pueblo de Dios. Habla de la relación que lo une a las ovejas del rebaño, es decir a sus discípulos, e insiste en el hecho de que es una relación de conocimiento recíproco. «Mis ovejas ―dice ― escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy la vida eterna y no perecerán jamás» (vv. 27-28). Leyendo atentamente esta frase, vemos que la obra de Jesús se expresa en algunas acciones: Jesús habla, Jesús conoce, Jesús da la vida eterna, Jesús custodia.

El Buen Pastor, Jesús, está atento a cada uno de nosotros, nos busca y nos ama, dirigiéndonos su palabra, conociendo en profundidad nuestros corazones, nuestros deseos y nuestras esperanzas, como también nuestros fracasos y nuestras decepciones. Nos acoge y nos ama tal y cómo somos, con nuestros defectos y nuestras virtudes. Para cada uno de nosotros Él “da la vida eterna”: es decir, nos ofrece la posibilidad de vivir una vida plena, sin fin. Además, nos cuida y guía con amor, ayudándonos a atravesar los senderos escarpados y los caminos muchas veces arriesgados que se presentan en el itinerario de la vida.

A los verbos y a los gestos que describen el modo en que Jesús, el Buen Pastor, se relaciona con nosotros, hacen eco los verbos que se refieren a las ovejas, es decir a nosotros: “escuchan mi voz”, “me siguen”. Son acciones que muestran cómo debemos corresponder a las actitudes tiernas y atentas del Señor. En efecto, escuchar y reconocer su voz implica intimidad con Él, que se consolida en la oración, en el encuentro de corazón a corazón con el divino Maestro y Pastor de nuestras almas. Esta intimidad con Jesús, este ser abierto, este hablar con Jesús, refuerza en nosotros el deseo de seguirlo, saliendo del laberinto de los caminos equivocados, abandonando comportamientos egoístas, para encaminarnos por las sendas nuevas de la fraternidad y del don de nosotros mismos, a imitación suya.

No olvidemos que Jesús es el único Pastor que nos habla, nos conoce, nos da la vida eterna y nos protege. Nosotros somos el único rebaño y solamente tenemos que esforzarnos por escuchar su voz, mientras Él escruta con amor la sinceridad de nuestros corazones. Y de esta intimidad continua con nuestro Pastor, de este coloquio con Él surge la alegría de seguirlo, dejándonos conducir a la plenitud de la vida eterna.

Ahora nos dirigimos a María, Madre de Cristo, el Buen Pastor. Ella, que respondió con prontitud a la llamada de Dios, ayuden particular a todos los que están llamados al sacerdocio y a la vida consagrada para acoger con alegría y disponibilidad la invitación de Cristo a ser sus colaboradores más directos en el anuncio del Evangelio y en el servicio del Reino de Dios en nuestro tiempo.

 

Francisco. Regina Coeli. 8 de mayo de 2022.

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

El Evangelio de la Liturgia de hoy nos habla del vínculo que hay entre el Señor y cada uno de nosotros (cfr. Jn 10,27-30). Para hacerlo, Jesús utiliza una imagen tierna, una imagen hermosa, la del pastor que está con las ovejas. Y la explica con tres verbos: «Mis ovejas —dice Jesús— escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen» (v. 27). Tres verbos: escuchar, conocer, seguir. Veamos estos tres verbos.

En primer lugar las ovejas escuchan la voz del pastor. La iniciativa viene siempre del Señor; todo parte de su gracia: es Él que nos llama a la comunión con Él. Pero esta comunión nace si nosotros nos abrimos a la escucha; si permanecemos sordos no nos puede dar esta comunión. Abrirse a la escucha porque escuchar significa disponibilidad, significa docilidad, significa tiempo dedicado al diálogo. Hoy estamos abrumados por las palabras y por la prisa de tener que decir o hacer algo siempre; es más, cuántas veces dos personas están hablando y una no espera que la otra termine el pensamiento, la corta a mitad de camino, responde… Pero si no la deja hablar, no hay escucha. Este es un mal de nuestro tiempo. Hoy estamos abrumados por las palabras, por la prisa de tener que decir siempre algo, tenemos miedo del silencio. ¡Cuánto cuesta escucharse! ¡Escucharse hasta el final, dejar que el otro se exprese, escucharse en familia, escucharse en la escuela, escucharse en el trabajo, e incluso en la Iglesia! Pero para el Señor sobre todo es necesario escuchar. Él es la Palabra del Padre y el cristiano es hijo de la escucha, llamado a vivir con la Palabra de Dios al alcance de la mano. Preguntémonos hoy si somos hijos de la escucha, si encontramos tiempo para la Palabra de Dios, si damos espacio y atención a los hermanos y a las hermanas. Si sabemos escuchar hasta que el otro se pueda expresar hasta el final, sin cortar su discurso. Quien escucha a los otros sabe escuchar también al Señor, y viceversa. Y experimenta una cosa muy bonita, es decir que el Señor mismo escucha: nos escucha cuando le rezamos, cuando confiamos en Él, cuando le invocamos.

Escuchar a Jesús se convierte así en el camino para descubrir que Él nos conoce. Este es el segundo verbo, que se refiere al buen pastor:  Él conoce a sus ovejas. Pero esto no significa solo que sabe muchas cosas sobre nosotros: conocer en sentido bíblico quiere decir también amar. Quiere decir que el Señor, mientras “nos lee dentro”, nos quiere, no nos condena. Si le escuchamos, descubrimos esto, que el Señor nos ama. El camino para descubrir el amor del Señor es escucharlo. Entonces la relación con Él ya no será impersonal, fría o de fachada. Jesús busca una cálida amistad, una confidencia, una intimidad. Quiere donarnos un conocimiento nuevo y maravilloso: el de sabernos siempre amados por Él y por tanto nunca dejados solos a nosotros mismos. Estando con el buen pastor se vive la experiencia de la que habla el Salmo: «Aunque pase por valle tenebroso, ningún mal temeré, porque tú vas conmigo» (Sal 23,4). Sobre todo en los sufrimientos, en las fatigas, en las crisis que son la oscuridad: Él nos sostiene atravesándolas con nosotros. Y así, precisamente en las situaciones difíciles, podemos descubrir que somos conocidos y amados por el Señor. Preguntémonos entonces: ¿yo me dejo conocer por el Señor? ¿Le hago espacio en mi vida, le llevo eso que vivo? Y, después de muchas veces en las que he experimentado su cercanía, su compasión, su ternura, ¿qué idea tengo yo del Señor? El Señor es cercano, el Señor es buen pastor. 

Finalmente, el tercer verbo. Las ovejas que escuchan y saben que son conocidas siguen: escuchan, se sienten conocidas por el Señor y siguen al Señor, que es su pastor. Y quien sigue a Cristo, ¿qué hace? Va donde va Él, por el mismo camino, en la misma dirección. Va a buscar a quien está perdido (cfr. Lc 15,4), se interesa por quien está lejos, se toma en serio las situaciones de quien sufre, sabe llorar con quien llora, tiende la mano al prójimo, se lo carga sobre los hombros. ¿Y yo? ¿Me dejo solo amar por Jesús y del dejarse amar paso a amarlo, a imitarlo? Que la Virgen Santa nos ayude a escuchar a Cristo, a conocerlo cada vez más y a seguirlo en el camino del servicio. Escuchar, conocerlo y seguirlo.

 

Benedicto XVI. Regina Coeli. 29 de abril de 2007.

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, IV domingo de Pascua, domingo del "Buen Pastor", se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones. Todos los fieles están invitados a orar en especial por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada.

Esta mañana, en la basílica de San Pedro, he tenido la alegría de ordenar a 22 nuevos sacerdotes. Nos sentimos felices por ello. A la vez que saludo con afecto a estos neo-sacerdotes, así como a sus familiares y amigos, os invito a recordar a quienes el Señor sigue llamando por su nombre, como hizo un día con los Apóstoles a orillas del lago de Galilea, para que se conviertan en "pescadores de hombres", es decir, en sus colaboradores más directos en el anuncio del Evangelio y en el servicio al reino de Dios en nuestro tiempo.

Pidamos para todos los sacerdotes el don de la perseverancia: que se mantengan fieles a la oración, celebren la santa misa con devoción siempre renovada, vivan a la escucha de la palabra de Dios y asimilen día a día los mismos sentimientos y actitudes de Jesucristo, el buen Pastor. Oremos, asimismo, por quienes se preparan para el ministerio sacerdotal y por los formadores de los seminarios de Roma, de Italia y de todo el mundo; oremos por las familias, para que en ellas siga brotando y madurando la "semilla" de la llamada al ministerio presbiteral.

Este año el tema de la Jornada mundial de oración por las vocaciones es:  "La vocación al servicio de la Iglesia comunión". Para presentar el misterio de la Iglesia en nuestro tiempo, el concilio ecuménico Vaticano II privilegió la categoría de "comunión". Desde esta perspectiva, asume gran relieve la rica variedad de dones y de ministerios que existe en el pueblo de Dios. Todos los bautizados están llamados a contribuir a la obra de la salvación. Sin embargo, en la Iglesia hay algunas vocaciones especialmente dedicadas al servicio de la comunión.

El primer responsable de la comunión católica es el Papa, Sucesor de Pedro y Obispo de Roma; con él, los obispos, sucesores de los Apóstoles, son custodios y maestros de la unidad, con la colaboración de los presbíteros. Pero también las personas consagradas y todos los fieles están al servicio de la comunión. En el corazón de la Iglesia comunión está la Eucaristía:  las diferentes vocaciones encuentran en este supremo Sacramento la fuerza espiritual para edificar constantemente en la caridad el único Cuerpo eclesial.

Nos dirigimos ahora a María, Madre de Cristo, el buen Pastor. Ella, que respondió prontamente a la llamada de Dios diciendo:  "He aquí la esclava del Señor" (Lc 1, 38), nos ayude a todos a acoger con alegría y disponibilidad la invitación de Cristo a ser sus discípulos, animados siempre por el deseo de formar "un solo corazón y una sola alma" (Hch 4, 32).

 

Benedicto XVI. Regina Coeli. 25 de abril de 2010.

Queridos hermanos y hermanas:

En este cuarto domingo de Pascua, llamado «del Buen Pastor», se celebra la Jornada mundial de oración por las vocaciones, que este año tiene como tema: «El testimonio suscita vocaciones», tema «estrechamente unido a la vida y a la misión de los sacerdotes y de los consagrados» (Mensaje para la XLVII Jornada mundial de oración por las vocaciones, 13 de noviembre de 2009: L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 21 de febrero de 2010, p. 5). La primera forma de testimonio que suscita vocaciones es la oración (cf. ib.), como nos muestra el ejemplo de santa Mónica que, suplicando a Dios con humildad e insistencia, obtuvo la gracia de ver convertido en cristiano a su hijo Agustín, el cual escribe: «Sin vacilaciones creo y afirmo que por sus oraciones Dios me concedió la intención de no anteponer, no querer, no pensar, no amar otra cosa que la consecución de la verdad» (De Ordine II, 20, 52: ccl 29, 136). Invito, por tanto, a los padres a rezar para que el corazón de sus hijos se abra a la escucha del buen Pastor, y «hasta el más pequeño germen de vocación... se convierta en árbol frondoso, colmado de frutos para bien de la Iglesia y de toda la humanidad» (Mensaje citado). ¿Cómo podemos escuchar la voz del Señor y reconocerlo? En la predicación de los Apóstoles y de sus sucesores: en ella resuena la voz de Cristo, que llama a la comunión con Dios y a la plenitud de vida, como leemos hoy en el Evangelio de san Juan: «Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano» (Jn 10, 27-28). Sólo el buen Pastor custodia con inmensa ternura a su grey y la defiende del mal, y sólo en él los fieles pueden poner absoluta confianza.

En esta Jornada de especial oración por las vocaciones, exhorto en particular a los ministros ordenados, para que, estimulados por el Año sacerdotal, se sientan comprometidos «a un testimonio evangélico más intenso e incisivo en el mundo de hoy» (Carta de convocatoria). Recuerden que el sacerdote «continúa la obra de la Redención en la tierra»; acudan «con gusto al sagrario»; entréguense «totalmente a su propia vocación y misión con una ascesis severa»; estén disponibles a la escucha y al perdón; formen cristianamente al pueblo que se les ha confiado; cultiven con esmero la «fraternidad sacerdotal» (cf. ib.). Tomen ejemplo de sabios y diligentes pastores, como hizo san Gregorio Nacianceno, quien escribió a su amigo fraterno y obispo san Basilio: «Enséñanos tu amor a las ovejas, tu solicitud y tu capacidad de comprensión, tu vigilancia..., la severidad en la dulzura, la serenidad y la mansedumbre en la actividad..., las luchas en defensa de la grey, las victorias... conseguidas en Cristo» (Oratio IX, 5: PG 35, 825ab).

Expreso mi agradecimiento a todos los presentes y a cuantos con la oración y el afecto sostienen mi ministerio de Sucesor de Pedro, y sobre cada uno invoco la protección celestial de la Virgen María, a la que nos dirigimos ahora en oración.

 

 

DOMINGO 5 T. P.

 

Monición de entrada:

En estos días nos estamos acordando de cuando Jesús se apareció a sus amigos y de lo que les dijo antes de morir en la cruz.

Eran lecciones que tenían que aprenderse si querían que su ejemplo no se olvidase.

Así hoy nosotros en la misa vamos a ver con los ojos del corazón a  Jesús y a escuchar lo que nos dice.

 

Señor, ten piedad.

Perdónanos porque a veces nos olvidamos de ti. Señor, ten piedad.

Perdónanos porque a veces no hacemos los deberes. Cristo, ten piedad.

Perdónanos porque a veces nos portamos mal.  Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Te pedimos por el Papa; para que le ayudes a seguir teniendo un gran corazón. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos por las personas que mandan en nuestro país, para que no se olviden de los niños y los abuelos. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos por las familias, para que todos se quieran como Jesús les quiere. Te lo pedimos Señor.

 Te pedimos por nosotros, para que nos ayudes a amar como tú nos amas en misa. Te lo pedimos Señor.

 

Acción de gracias:

Virgen María, tú eres la persona que más conoció a Jesús y como buena madre sabías como él quería a los demás. Te damos gracias por querernos así y ayudarnos a querer a nuestra familia.

 

ORACIÓN PARA EL CENTRE JUNIORS CORBERA

EXPERIENCIA.

Pon en silencio el móvil.

Coloca delante de ti una cruz o un icono de Cristo.

Realiza varias respiraciones para ir conectando con Cristo.

Sígnate, tomando conciencia de entrar en el tiempo y espacio sagrado.

Cuéntale a Jesús tu situación presente a nivel físico, psicológico, afectivo, social y espiritual.

Mira tus manos, entrelázalas, imagina que tienes delante a Jesús, de hecho lo está, y él toma tus manos entrelazadas entre las suyas.

Piensa en lo que más te está preocupando últimamente, sintiendo las manos de Jesús apretando las tuyas.

Escucha este vídeo teniendo presente tu preocupación, tus manos y las manos de Jesús.

https://www.youtube.com/watch?v=9nSIp42jqY4

Durante unos minutos toma conciencia de tu estado físico y emocional. ¿Ha cambiado?

Si lo consideras necesario vuelve a escuchar la música del vídeo.

Abre los ojos y míralo con las manos entrelazadas?

¿Te encuentras en alguna de las situaciones que sufren estas personas?

¿Cómo puedes encontrar el camino de salida?

 

+REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según san Juan 10, 27-30.

En aquel tiempo, dijo Jesús:

-Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano. Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre. Yo y el Padre somos uno.

 

¿QUÉ DICE?  El fragmento se encuentra insertado en el discurso del Buen Pastor en el que Jesús presenta la relación que tiene con nosotros, sus discípulos, sus ovejas. ¿Qué aporta el Pastor a las ovejas?, ¿cómo deben responder las ovejas al Pastor? y ¿cuál es la relación de Jesús y el Padre?

¿QUÉ TE DICE?  El rebaño es la Iglesia y entre las ovejas nos encontramos nosotros, te encuentras tú. Recuerda tu preocupación: ¿cómo te ayuda Jesús a enfrentarte a ella y superarla? Él te da la vida aquí en la tierra y en la eternidad y él no quiere que perezcas, que te ahogues en ese problema que te paraliza. Repite alguna de las palabras, en silencio, acompañada o acompañado de música, personalizándolas: “en mi debilidad, yo escucho tu voz”, “tú me conoces”, “con pasos vacilantes, unas veces retrocediendo, otras avanzando, unas de pie, otras a gatas, yo te sigo”, “tú me das vida, tú me das vida eterna”, “no pereceré”, “nadie me apartará de tus manos”,…

 

COMPROMISO.

Busca un tiempo cada jornada, al levantarte, antes de acostarte, … para leer el evangelio del día o comenzar la lectura seguida de uno de los evangelios. Pero sobre todo para estar en silencio con él. Un buen método sería tomar uno de los evangelios y comenzar a leer desde 1,1, sin prisas, ni pretendiendo completar la lectura, leyendo unas palabras, saboreándolas, preguntándote qué dice, qué te dice y qué le dices, permaneciendo en silencio, sin responder a las preguntas o respondiendo. Recuerda que las ovejas de Jesús son las que escuchan su voz que te habla con la Palabra de Dios, desde lo profundo de tu corazón.

 

CELEBRACIÓN.

Escucha la canción de Brotes de Olivo Nada nos separará del amor de Dios.

https://www.youtube.com/watch?v=KwFDrKDzoFg