Lectura del libro del Éxodo 17, 8-13.
En aquellos días, Amalec vio y atacó a Israel en Refidín. Moisés
dijo a Josué:
-Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec.
Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano.
Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto,
Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto
las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le
pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se las pusieron debajo,
para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada
lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó
a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.
Textos
paralelos.
Moisés dijo a Josué: Elige a algunos hombres y
sal a combatir contra Amalec.
Jos 1, 1: Después que murió Moisés, siervo del
Señor, dijo el Señor a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés.
Mientras Moisés tenía las manos alzadas vencía
Israel.
Ex 24, 13-14: Se levantó Moisés y subió con
Josué, su ayudante, al monte de Dios; a los dirigentes les dijo: Quedaos aquí
hasta que yo vuelva. Aarón y Jur están con vosotros; el que tenga algún asunto,
que se lo traiga a ellos.
Como los brazos de Moisés se cansaran, ellos
tomaron una piedra.
Sal 44, 5-8: ¡Tú eres mi Rey mi Dios, que
asignas la victoria a Jacob! Con tu auxilio acorneamos al enemigo, en tu nombre
pisoteamos al agresor. Pues no confío en mi arco, ni mi espada me da la
victoria. Tú nos das la victoria sobre el enemigo y derrotas a nuestros adversarios.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
17 8 Este relato antiguo, probablemente de la tradición
yahvista, representa una tradición de las tribus del Sur. Está unido
redaccionalmente a Refidín, donde se situaba el episodio precedente. En
realidad, los amalecitas moraban más al norte, en el Négueb y en el monte Seir
y aquí en esta región debe localizarse Jormá. Amalec, presentado por Gn 36,
12.16 como nieto de Esaú, es en realidad un pueblo muy antiguo. En tiempo de
los Jueces se asocia a los salteadores de Madián. Todavía David lucha contra
él. Luego ya no se le menciona más que en 1 Cro 4, 42 y Sal 83, 8.
17 9 Primera mención de Josué en el Pentateuco.
17 11 Este gesto de Moisés, cayado en mano, puede compararse con
el de Jos 8, 18.26 e incluso con el de 2 R 13, 14-19. Gesto ritual de maldición
de los enemigos, signo y garantía de una victoria que no se debe solo a los
esfuerzos de los combatientes.
Salmo
responsorial
Sal 120 (121), 2-8
Nuestro
auxilio es el nombre del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra. R/.
Levanto
mis ojos a los montes:
¿de
dónde me vendrá el auxilio?
El
auxilio me vine del Señor,
que
hizo el cielo y la tierra. R/.
No
permitirá que resbale tu pie,
tu
guardián no duerme;
no
duerme ni reposa
el
guardián de Israel. R/.
El
Señor te guarda a su sombra,
está
a tu derecha;
de
día el sol no te hará daño,
ni
la luna de noche. R/.
El
Señor te guarda de todo mal,
él
guarda tu alma;
el
Señor guarda tus entradas y salidas,
ahora
y por siempre. R/.
Textos
paralelos.
Alzo mis ojos a los montes.
Jr 3, 23: Cierto, son mentiras las colinas y el barullo
de los montes; en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel.
Mi auxilio viene de Yahvé.
Os 13, 9: Si yo destruyo Israel,
¿quién te auxiliará?
Sal 124, 8: Nuestro auxilio es
el nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra.
No deja a tu pie resbalar.
1 S 2, 9: Él guarda los pasos de
sus amigos mientras los malvados perecen en las tinieblas – porque el hombre no
triunfa por su fuerza-.
Pr 3, 24-26: Te acostarás sin
alarmas, te acostarás y el sueño te será dulce; no te asustará el terror imprevisto
ni la desgracia que cae sobre el malvado. Pues el Señor se pondrá a tu lado y
guardará tu pie de la trampa.
No duerme ni dormita el guardián
de Israel.
Sal 66, 9: Él vivifica nuestro aliento
y no dejó que tropezara nuestro pie.
Sal 91: 12: Te llevará en sus
palmas para que tu pie no tropiece en la piedra.
Dt 32, 10: Lo encontró en una
tierra desierta, en una soledad poblada de aullidos; lo rodeó cuidando de él,
lo guardó como a las niñas de sus ojos.
Es tu guardián Yahvé, Yahvé tu
sombra a tu diestra.
Is 25, 4: Porque fuiste baluarte
del desvalido, baluarte del pobre en peligro, reparo del aguacero, sombra en la
canícula.
Sal 16, 8: Pongo siempre al
Señor ante mí, con él a mi derecha no vacilaré.
De día el sol no te hará daño.
Sal 73, 23: Pero yo siempre
estaré contigo: agarras mi mano diestra.
Is 49, 10: No pasarán hambre ni
sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el que los
compadece y los guía a manantiales de agua.
Yahvé guarda tus entradas y
salidas.
Sal 97, 10: El Señor ama al que
aborrece el mal, guarda la vida a sus leales, los libra de la mano de los
malvados.
Gn 28, 15: Yo estoy contigo, te
acompañaré adonde vayas, te haré volver a este país y no te abandonaré hasta
cumplirte cuanto te he prometido.
Dt 28, 6: Bendito seas al
entrar, bendito seas al salir.
Tb 5, 17: Rafael
respondió: Lo acompañaré. No tengas miedo; sanos marchamos y sanos volveremos;
el camino es seguro. Tobit le dijo: Amigo, Dios te lo pague. Luego llamó a Tobías
y le habló así: Hijo, prepara el viaje y vete con tu pariente. Que el Dios del
cielo os proteja allá y os traiga de nuevo sanos y salvos. Que su ángel os
acompañe con su protección, hijo. Tobías besó a su padre y a su madre y
emprendió la marcha, mientras Tobit le decía: ¡Buen viaje!
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
120 1 Los “cantos de las subidas”
(Sal 120-134) eran interpretados probablemente por los peregrinos camino de
Jerusalén. Con excepción del Sal 132, están formados por versos “elegíacos” de
esticos desiguales, y utilizan a menudo el “ritmo gradual”: las mismas palabras
o expresiones se repiten como un eco de un verso a otro. – Según algunos, el
gran Hallel (gran canto de alabanza), que incluye sobre todo el Sal 136,
comenzaría con este salmo.
121 Este salmo, que recuerda a los
fieles que Dios los protege, era propio de los peregrinos que subían a
Jerusalén por caminos difíciles. Conviene igualmente a los cristianos en camino
hacia la Jerusalén celestial.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14-4,2.
Querido hermano:
Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo
aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden
darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe, en Cristo
Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para
argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de
Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. Te conjuro delante de
Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su
manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a
destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.
Textos
paralelos.
Tú, en cambio, persevera
en lo que aprendiste.
2 Tm 2, 2: Lo que escuchaste en
presencia de muchos testigos transmítelo a personas de fiar, que sean capaces
de enseñárselo a otros.
Recuerda que desde niño
conoces las Sagradas Letras.
2 Tm 1, 5: Recuerdo tu fe
sincera, la que alentaba primero en tu abuela Loide, después en tu madre Eunice
y ahora estoy seguro de que alienta en ti.
2 Co 3, 14-16: Con todo, su
inteligencia se les embotó; pues hasta hoy, cuando leen el Antiguo Testamento,
el velo permanece, y no se descubre, porque solo con Cristo caduca. hasta el
día de hoy, cuando leen a Moisés, un velo les cubre la mente. Pero cuando se
vuelva al Señor, se removerá el velo.
Toda escritura es
inspirada por Dios y útil para enseñar.
Rm 15, 4: Lo que entonces se
escribió fue para nuestra instrucción, para que por la paciencia y el consuelo
de la Escritura tengamos esperanza.
1 Co 10, 6: Estos sucesos nos
sirven de escarmiento para que no deseemos el mal como ellos lo desearon.
2 P 1, 20-21: Pues habéis de
saber ante todo que ninguna profecía se encomienda a la interpretación privada,
pues la profecía nunca sucedió por iniciativa humana, sino que los hombres de
Dios hablaron movidos por el Espíritu Santo.
1 Tm 6, 11: Tú en cambio,
hombre de Dios, huye de todo eso; busca la justicia, la piedad, la fe, el amor,
la paciencia, la bondad.
Te conjuro en presencia
de Dios y de Cristo Jesús.
Hch 10, 42: Nos encargó
predicar al pueblo y atestiguar que Dios lo ha nombrado juez de vivos y
muertos.
Rm 14, 9: Mientras que los
paganos glorifican a Dios por su misericordia, como está escrito: te confesaré
ante los paganos y cantaré tu honor.
1 P 4, 5: Pero rendirán cuentas
al que está dispuesto a juzgar a vivos y muertos.
1 Tm 6, 14: Te encargo que
conserves el mandato sin mancha ni tacha, hasta que aparezca el Señor nuestro
Jesucristo.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
2 8 Profesión de fe proveniente de
ámbitos judeocristianos.
2 11 Como en 1 Tm 1, 17 parece que
tenemos aquí un fragmento de himno cristiano, con una interpolación en la
última línea.
Evangelio.
X Lectura
del santo evangelio según Lucas 18, 1-8.
En aquel tiempo,
Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar
siempre, sin desfallecer:
-Había un juez en
una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad
había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi
adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí
mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me
está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada
momento a importunarme”.
Y el Señor añadió:
-Fijaos en lo que
dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman
ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin
tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la
tierra?
Textos
paralelos.
Lc 11, 5-8: Y les
dijo: “Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la
medianoche y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha
venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’; y, desde dentro aquel le
responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos
acostados; no puedo levantarme para dártelos’; os digo que, si no se levanta y
se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le
dará cuanto necesite.
Les propuso una
parábola.
Lc 11, 9: Pues yo os
digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá.
1 Ts 5, 17:
¿No hará entonces
Dios justicia a sus elegidos que están clamando?
Ap 6, 9-11: Cuando
abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por
causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantenían. Y gritaban con voz
potente: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y
sin vengar nuestra sangre de los habitantes de la tierra?”. A cada uno de ellos
se le dio una túnica blanca, y se les dijo que tuvieran paciencia todavía un
poco, hasta que se completase el número de sus compañeros y hermanos que iban a
ser martirizados igual que ellos.
Os digo que les hará
justicia pronto.
Si 35, 19: El Señor
no tardará, ni tendrá paciencia con los impíos.
2 P 3, 9: El Señor
no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con
vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la
conversión.
Mc 9, 1: Y añadió:
·En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte
hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia”.
Mc 13, 30: En verdad
os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda.
¿Encontrará la fe
sobre la tierra?
Mt 24, 12: Y, al
crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría.
Mt 8, 10: Al oírlo,
Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: En verdad os digo que en
Israel no he encontrado en nadie tanta fe.
2 Ts 2, 3: Que nadie
en modo alguno os engañe: Primero tiene que llegar la apostasía y manifestarse
el hombre de la impiedad, el hijo de la perdición.
Mt 24, 10-12:
Entonces muchos se escandalizarán y se traicionarán mutuamente, y se odiarán
unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, y,
al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
18 Los vv. 2-5
constituyen la parábola que, en su origen, pudo formar una pareja con la de 11,
5-8. Lc la introduce con el v. 1, al que añade como aplicación los vv. 6-7, así
como el 8.
18 1
Idea
y vocabulario paulinos: ver Rm 1, 10.
18 7
En
Si 35, 18-19, donde parece inspirarse este versículo, se dice que Dios no
tendrá paciencia ni tardará en hacer justicia a los pobres oprimidos; aquí se
dice que tiene paciencia. Quizá esta adaptación refleje el afán de explicar el
retraso de la Parusía. Comparar con actitud análoga en 2 P 3, 9; Ap 6, 9-11.
18 8
(a) Jesús
anuncia aquí un juicio a corto plazo, como lo ha hecho en otros casos (Mc 9, 1;
13, 30). Lo mismo que en 17, 22-37. Lc debe pensar en un juicio inesperado en
un futuro indeterminado.
18 8
(b) Esta
sentencia, que en su origen debía ser independiente de la parábola precedente,
habla de la apostasía que se producirá al final de los tiempos, un tema clásico
de la apocalíptica (ver 2 Ts 2, 3; Mt 24, 10-12).
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
18,
1-14 De nuevo aparece en Lc el tema de la oración, ahora en dos parábolas. La
primera (1-8), sobre el valor de la perseverancia o insistencia en la oración
de petición; según santo Tomás de Aquino la oración “presupone el deseo”, por
lo cual, si el deseo se debilita, dejamos de pedir; y también la oración “es la
interpretación de la esperanza”, por lo cual, si no somos atraídos por la
esperanza, porque vemos la dificultad de conseguir, la oración decae. La
segunda (9-14), sobre una condición básica para que la oración sea escuchada
por Dios: la humildad del orante.
1 “Rabí Johanam dijo:
Quiera el cielo que el hombre rece todo el día” (Talmud de Babilonia, Berakot
21a).
2 NI TEMÍA A DIOS (=
no era un hombre religioso) NI RESPETABA A NADIE (lit. y al hombre no
respetando): tenía desquiciados los dos polos de la vida: la relación con
Dios y con el prójimo.
3 QUE SOLÍA... PARA
DECIRLE: lit. e iba a él diciendo. Es posible que la demanda fuera por
cuestiones de dinero; la viuda, presumiblemente pobre, tenía un CONTRARIO que
sin duda era rico (J. Jeremías).
4 NO QUERÍA: quizás
con el sentido de no se atrevía (cf. v. 13). // PERO DESPUÉS: lit. después
empero de estas cosas. // A NADIE: lit. a hombre.
5 PORQUE... ME DA
GUERRA: el juez solo pretende que la viuda le deje en paz (algo parecido a lo
que le pasó al amigo despertado de noche: cf. 11, 5-8). // NO ACABE CON MI
PRESTIGIO: lit. no... golpee-bajo-el-ojo a mí: ese extraño verbo griego
puede tener sentido material (nosotros decimos con otra imagen “romper la
cara”) y sentido metafórico que, a su vez, puede ser doble: importunar (nuestra
lengua conoce “romperse la cabeza”) o desprestigiar (decimos “hacer caer
la cara”, “se me cae la cara de vergüenza”; la cara = la fachada, la
apariencia, el prestigio); de hecho, en el v. 7, entra en juego el prestigio de
Dios, el “amor propio” de Dios.
7-8 La constancia (v. 1)
es el núcleo de la enseñanza: si un corrupto accede finalmente a la petición
porfiada de la viuda, ¿cómo no va a atender Dios – el único justo y bueno –
nuestras peticiones, si pedimos con fe incansable? “La oración es lo único que
vence a Dios” (Tertuliano). // La construcción del v. 7 es un calco del arameo.
La lección es: hay que perseverar, a pesar de la amarga experiencia de que Dios
“no interviene”. // A PESAR DE QUE LE DA LARGAS: aunque en realidad está
contemporizando. Otra traducción posible: “(Dios), que es paciente con ellos”.
// RÁPIDAMENTE: o también: de pronto. // ¿ENCONTRARÁ ESA FE SOBRE LA
TIERRA?: algunos piensan que esta frase perteneció primitivamente a otro
contexto (unida a 17, 35, aludiendo a la apostasía final: cf. Mt 24, 10-12).
ESA FE (lit. la fe): si se refiere a lo inmediatamente anterior,
sería la fe de aquella viuda, o una fe así, e.d., la fe necesaria
para perseverar en la oración.
Notas
exegéticas de la Biblia Didajé.
18,
1-8 Esta
parábola enseña el valor de la perseverancia y la confianza en la oración. El
juez en esta parábola no es un hombre de fe ni particularmente amable, pero
otorga a la viuda su petición simplemente para poner fin a sus inoportunas
peticiones. Un Dios que nos ama, por tanto, será aún más generoso si somos
fieles y persistentes. La Iglesia cumple el precepto del Señor de “orar
siempre” en la Liturgia de las Horas, cuya finalidad es la de santificar el día
entero y todas las actividades humanas. Cat. 2098, 2573, 2613 y 2710.
18,
3 La
viuda tenía pocos medios a su disposición y dependía de su familia o de la
generosidad de los demás para sus necesidades básicas. Así pues, las viudas se
encontraban entre los miembros débiles y vulnerables de la sociedad. Cat. 922,
1351, 2208.
18,
8 Este
versículo significa que la Iglesia pasará por un período de intensa prueba que
verificará la fe de muchos de los creyentes, antes del regreso de Cristo. Cat.
675.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
2098
Los
actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento se realizan
en la oración. La elevación del espíritu hacia Dios es una expresión de nuestra
adoración a Dios: oración de alabanza y de acción de gracias, de intercesión y
de súplica. La oración es una condición indispensable para poder obedecer los
mandamientos de Dios. “Es preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1).
2573
La
tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato [la lucha de Jacob
contra el Ángel de Dios, Gn 32, 25-31] como símbolo de la oración como un
combate en la fe y una victoria en la perseverancia.
2613
San
Lucas nos ha transmitido tres parábolas principales sobre la oración: La
primera, “el amigo inoportuno” (Lc 11, 5-13), invita a una oración insistente:
“Llamad y se os abrirá”. Al que ora así, el Padre del cielo “le dará todo lo
que necesite”, y sobre todo el Espíritu Santo que contiene todos los dones. La
segunda “la viuda inoportuna” (Lc 18, 1-8), está centrada en una de las
cualidades de la oración: es necesario orar para siempre, sin cansarse, con la paciencia
de la fe. “Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la
tierra”. La tercera parábola, “el fariseo y el publicano” (Lc 18, 9-14), se
refiere a la humildad del corazón que ora. “Oh Dios, ten compasión de mí
que soy pecador”. La Iglesia no cesa de hacer suya esta oración: ¡Kyrie
eléison!
Concilio Vaticano II
[Los obispos] dedicándose a la oración y al ministerio de la palabra han
de trabajar paa que todos los que están confiados a sus cuidados sean unánimes
en la oración, crezcan en la gracia por la recepción de los sacramentos y sean
testigos fieles del Señor.
Decreto Christus Dominus, 15.
Los Santos Padres.
Para alcanzar esa vida bienaventurada enseñó a orar la misma y auténtica
Vida bienaventurada; pero no con largo hablar, como si nos escuchase mejor
cuanto más habladores fuéramos, ya que como el mismo Señor dijo, oramos a aquel
que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos. Aunque el Señor
nos haya prohibido el mucho hablar, puede causar extrañeza el que nos haya
exhortado a orar, siendo así que conoce nuestras necesidades antes de que las
expongamos. Dijo en efecto: “Es preciso orar sin desfallecer”, aduciendo el
ejemplo de cierta viuda: deseando triunfar sobre su adversario, a fuerza de
interpelaciones se hizo escuchar por un juez inicuo, que, aunque no se dejaba
mover por la justicia o la misericordia, se sintió abrumado por el cansancio.
De ahí tomó Jesús pie para advertirnos que el Señor, justo y misericordioso,
mientras oramos sin interrupción, nos ha de escuchar con absoluta certeza, pues
un juez inicuo e impío no pudo resistir la continua insistencia de la viuda.
Agustín. Cartas, 130, 8, 15. III, pg. 375-376.
De los que confían en las veracísimas palabras de Cristo, ¿quién no
arderá en deseos de orar sin desmayo, ante su invitación: “Pedid y se os dará,
pues todo el que pide recibe”?
Orígenes, Sobre la oración, 10, 12. III, pg. 376.
Es cosa excelente el hacer peticiones con una oración constante, porque
Cristo escuchará nuestras súplicas y nos concederá lo que pedimos.
Cirilo de Alejandría. Comentario al Ev. de Lucas, 119. III, pg.
377.
San Agustín
La lectura del santo evangelio nos impulsa a orar y a crecer, y a no
presumir de nosotros, sino del Señor.
Si la fe flaquea, la oración perece. ¿Quién hay que ore, si no cree?
No puede fluir el río cuando se seca el manantial de agua.
Creamos, pues, para poder orar. Y para que no decaiga la fe, mediante la
cual oramos, oremos. De la fe fluye la oración; y la oración suplica firmeza
para la misma fe. Para que la fe no decayese en medio de las tentaciones, dijo
el Señor: Vigilad y orad, para no entrar en tentación.
Las palabras del Señor: ¿Creéis que cuando venga el Hijo del hombre
encontrará fe en la tierra? se refieren a la fe perfecta. Esta apenas se
encuentra en la tierra. La Iglesia
Sermón 115,
1. Pgs. 1421-1422.
San Juan de Ávila.
Notorio está cuán contino fue en Cristo el orar, y que se escribe en Él
que se le pasaba la noche en oración (cf. Lc 6, 12). Y como quien sabe el bien
que en ella va, nos amonesta muchas veces que oremos, y que siempre oremos (cf.
Lc 18, 1). Y sus santos apóstoles, especialmente San Pablo, nos amonesta orar
en todo lugar (cf. 1 Ts 5, 17; 1 Tm 2, 8).
Audi filia (I). OC I, pg. 466.
Y por esto debiera decir San Dionisio que en principio toda obra hemos
de comenzar por la oración . San Pablo amonesta que entendamos con instancia en
en la oración (Rm 12, 12); y el Señor dice que conviene siempre orar y no aflojar (cf. Lc 18, 1); que quiere
decir, que se haga esta obra con frecuencia, diligencia y cuidado. Porque los
que quieren valerse con tener cuidado de sí en hacer obras agradables a Dios, y
no curan de tener oración, con sola una mano nada, con sola una mano pelea, y
con solo un pie andan.
Audi, filia (II). OC I, pg. 688.
Y aconsejaba el Señor, in exemplo de miliere cum iudice (cf.
Lc 18, 2ss), que seamos importunos; y todos los lugares donde el Señor dice
esto se debe mucho meditar, y el servicio y contento que el Señor recibe en que
le pidan. Débese trabajar hasta que el corazón no vaya a otra parte a buscar su
remedio.
Platica 3. A los padres de la Compañía. OC I, pg. 814.
¡Oh!, qué mala señal ver cumplido en nuestros días lo que dijo el
Señor: ¿Piensas,
cuando venga el Hijo de la Virgen, que hallará fe en la tierra? (cf. Lc 18, 8). Veislo aquí
con nuestros pecados cumplido. De lo que podréis tomar conjetura que estamos en
los días postreros, cercanos al juicio de Dios. (...) Si lo queréis entender de
la fe amorosa y lealtad obediente que se debe
tener con nuestro Señor, mirad cuántas ofensas le son hechas cada día en el
mundo y cuán pocos hay que se pongan a las estorbar, aunque pueda, y que giman
sobre las abominaciones que se hacen en Jerusalén. Y Por uno y por lo otro
entenderéis que no hay lealtad para con Dios en la tierra.
Vísperas del Corpus. OC III, pg. 477.
San Oscar Romero.
Así como debemos de construir, con oración y trabajo.
"Ora et labora", como es el hermoso lema de los benedictinos, que
todo el día se pasan trabajando; pero haciendo de su trabajo una continua
oración al Padre: Iglesia en oración. Hemos de incorporar este valor de la
oración, a la promoción Humana, porque si no hacemos oración, miramos las cosas
con mucha miopía, con resentimientos, con odios, con violencias; y es solo
hundiéndose en el corazón de Dios, desde donde se comprenden los planes de Dios
sobre la historia, solo hundiéndose en momentos de oración íntima con el Señor
es cuando aprendemos a ver en el rostro del hombre, sobre todo el más sufrido,
el más pobre, el más harapiento, la imagen de Dios y trabajamos por él. Sólo
desde la contemplación de la plegaria podemos percibir una fuerza del Espíritu,
que es la que va entretejiendo la historia, y que los hombres pueden abusar
como azotes de Dios, pero hasta cierto punto Dios nos dice: basta. Y es la hora
en que nosotros, tal vez impacientes, nos parece que no llega, pero va a
llegar.
Homilía. 16 de octubre de 1977.
León XIV. Audiencia general. 8 de
octubre. Ciclo de catequesis - Jubileo 2025.
Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 10. Volver a encender.
«¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos
explicaba las Escrituras?». (Lc 24, 32)
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy
quisiera invitaros a reflexionar sobre un aspecto sorprendente de la
resurrección de Cristo: su humildad. Si recordamos los relatos evangélicos,
nos damos cuenta de que el Señor resucitado no hace nada espectacular para
imponerse a la fe de sus discípulos. No aparece rodeado de huestes de
ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes
para revelar los secretos del universo. Al contrario, se acerca
discretamente, como un viandante cualquiera, como un hombre hambriento que pide
compartir un poco de pan (cf. Lc 24,15.41).
María de
Magdala lo confunde con un jardinero (cf. Jn 20,15). Los
discípulos de Emaús creen que es un forastero (cf. Lc 24,18). Pedro
y los demás pescadores creen que es un simple transeúnte (cf. Jn 21,4).
Habríamos esperado efectos especiales, signos de poder, pruebas abrumadoras.
Pero el Señor no busca eso: prefiere el lenguaje de la proximidad, de la
normalidad, de la mesa compartida.
Hermanos
y hermanas, en esto hay un mensaje precioso: la Resurrección no es un giro
teatral, es una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto
humano. Jesús resucitado come una porción de pescado delante de sus
discípulos: no es un detalle marginal, es la confirmación de que nuestro
cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son un envoltorio para
tirar. Están destinados a la plenitud de la vida. Resucitar no significa
convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más profunda
con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el
amor.
En la
Pascua de Cristo, todo puede convertirse en gracia. Incluso las cosas más
ordinarias: comer, trabajar,
esperar, cuidar de la casa, apoyar a un amigo. La Resurrección no resta vida al
tiempo y al esfuerzo, sino que cambia su sentido y su "sabor". Cada
gesto realizado en gratitud y comunión anticipa el Reino de Dios.
Sin
embargo, hay un obstáculo que a menudo nos impide reconocer esta presencia
de Cristo en lo cotidiano: la pretensión de que la alegría debe ser sin heridas.
Los discípulos de Emaús caminaban tristes porque esperaban otro final, un
Mesías que no conociera la cruz. A pesar de haber oído que la tumba está vacía,
son incapaces de sonreír. Pero Jesús está a su lado y, con paciencia, les ayuda
a comprender que el dolor no es la negación de la promesa, sino el modo en
que Dios ha manifestado la medida de su amor (cf. Lc 24,
13-27).
Cuando
por fin se sientan a la mesa con Él y parten el pan, se les abren los ojos. Y
se dan cuenta de que su corazón ya ardía, aunque no lo sabían (cf. Lc 24,
28-32). Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas del
desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser
reavivado.
Hermanos
y hermanas, la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan
marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza.
Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está
destinada a permanecer abierta para siempre. Por distantes, perdidos o
indignos que nos sintamos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza
infalible del amor de Dios.
A
veces pensamos que el Señor sólo viene a visitarnos en momentos de recogimiento
o de fervor espiritual, cuando
nos sentimos con fuerzas, cuando nuestra vida parece ordenada y luminosa. En
cambio, el Resucitado se acerca en los lugares más oscuros: en nuestros
fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos cotidianos que pesan
sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que
somos, ningún fragmento de nuestra existencia le es ajeno.
Hoy,
el Señor resucitado viene junto a cada uno de nosotros, tal como recorremos
nuestros caminos -los del trabajo
y el compromiso, pero también los del sufrimiento y la soledad- y con
infinita delicadeza nos pide que nos dejemos calentar el corazón. No se
impone con clamores, no exige ser reconocido inmediatamente. Con
paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su rostro
amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en
gratitud, la resignación en esperanza.
El
Resucitado sólo desea manifestar su presencia, hacerse nuestro compañero de
camino y encender en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que
cualquier muerte. Pidamos, pues, la gracia de reconocer su presencia humilde y
discreta, de no esperar una vida sin pruebas, de descubrir que todo dolor,
si es habitado por el amor, puede convertirse en lugar de comunión.
Y así,
como los discípulos de Emaús, también nosotros volvemos a nuestras casas con un
corazón que arde de alegría. Una alegría sencilla, que no borra las heridas,
sino que las ilumina. Una alegría que nace de la certeza de que el Señor está
vivo, que camina con nosotros y nos da en cada momento la posibilidad de
recomenzar.
León XIV. Angelus.12 de octubre de
2025.
Queridos
hermanos y hermanas:
Antes de
concluir la celebración, deseo dirigirles un caluroso saludo a todos ustedes,
que se han reunido para rezar en este gran “cenáculo” junto con María, la Madre
de Jesús. Ustedes representan la multiforme realidad de las asociaciones,
movimientos y comunidades que están animadas por la devoción mariana, que es
propia de todo cristiano. Les agradezco y los exhorto a cimentar siempre su
espiritualidad en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.
Saludo a
todos los grupos de peregrinos, en particular a los laicos agustinos de Italia
y a la Orden Seglar de los Carmelitas descalzos.
Es estos
últimos días, el acuerdo sobre el inicio del proceso de paz ha encendido una
chispa de esperanza en Tierra Santa. Animo a las partes implicadas a proseguir
con valentía el itinerario marcado hacia una paz justa, duradera y respetuosa
de las legítimas aspiraciones del pueblo israelí y del pueblo palestino. Dos
años de conflicto han dejado muerte y ruinas por todas partes, sobre todo en el
corazón de quien ha perdido brutalmente hijos, padres, amigos y todo lo que
tenía. Me uno junto con toda la Iglesia a su inmenso dolor. Hoy está dirigida
sobre todo a ustedes la caricia del Señor, la certeza de que, incluso en la
oscuridad más profunda, Él permanece con nosotros: «Dilexi
te – Te he amado». A Dios, única Paz de la humanidad, le
suplicamos que cure todas las heridas y ayude con su gracia a realizar lo que
humanamente ahora parece imposible: redescubrir que el otro no es un enemigo,
sino un hermano a quien mirar, perdonar y ofrecer la esperanza de la
reconciliación.
Con
dolor, sigo las noticias de los nuevos y violentos ataques que están golpeando
varias ciudades e infraestructuras civiles en Ucrania, provocando la muerte de
personas inocentes, entre ellas niños, y dejando a muchas familias sin
electricidad ni calefacción. Mi corazón se une al sufrimiento de la población,
que desde hace años vive en la angustia y entre privaciones. Renuevo el
llamamiento a poner fin a la violencia, a parar la destrucción, a abrirse al
diálogo y a la paz.
Acompaño
de cerca al querido pueblo peruano en este momento de transición política. Rezo
para que el Perú pueda continuar por el camino de la reconciliación, del
diálogo y de la unidad nacional.
Hoy en
Italia se recuerdan las víctimas de los accidentes laborales. Recemos por ellos
y por la seguridad de todos los trabajadores.
Y ahora
dirijámonos a María con confianza filial.
Papa Francisco. Ángelus. 20 de
octubre de 2013.
Queridos
hermanos y hermanas:
En el
Evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la necesidad de orar siempre,
sin cansarnos. La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez
deshonesto, logra que se le haga justicia en su favor. Y Jesús concluye: si la
viuda logró convencer a ese juez, ¿pensáis que Dios no nos escucha a nosotros,
si le pedimos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: «Pues Dios,
¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche?» (Lc 18,
7).
«Clamar
día y noche» a Dios. Nos impresiona esta imagen de la oración. Pero
preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿No conoce Él ya nuestras
necesidades? ¿Qué sentido tiene «insistir» con Dios?
Esta es
una buena pregunta, que nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la
fe: Dios nos invita a orar con insistencia no porque no sabe lo que
necesitamos, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y
conoce todo sobre nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano,
especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de
nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos con
Él a nuestro lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos
hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda.
Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y
resistencia —como Moisés, que debía tener los brazos levantados para que su
pueblo pudiera vencer (cf. Ex 17, 8-13). Es así: hay una lucha
que conducir cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra
fuerza, y la oración es la expresión de esta fe. Por ello Jesús nos asegura
la victoria, pero al final se pregunta: «Cuando venga el Hijo del hombre,
¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Si se apaga la
fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos extraviamos
en el camino de la vida.
Por lo
tanto, aprendamos de la viuda del Evangelio a orar siempre, sin cansarnos. ¡Era
valiente esta viuda! Sabía luchar por sus hijos. Pienso en muchas mujeres que
luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca. Un recuerdo hoy, de
todos nosotros, para estas mujeres que, con su actitud, nos dan un auténtico
testimonio de fe, de valor, un modelo de oración. ¡Un recuerdo para ellas! Rezar
siempre, pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras. Él conoce
mejor que nosotros aquello que necesitamos. La oración perseverante es más
bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada
día, en cada momento, para vencer el mal con el bien.
Papa Francisco. Ángelus. 9 de octubre 2016.
Queridos hermanos y hermanas:
Con dolor he recibido las noticias sobre las graves consecuencias causadas
por el huracán que los días pasados ha golpeado el Caribe, en particular Haití,
dejando numerosas víctimas y desplazados, además de ingentes daños materiales.
Aseguro mi cercanía a las poblaciones y expreso confianza en el sentido de
solidaridad de la Comunidad internacional, de las instituciones católicas y de
las personas de buena voluntad. Os invito a uniros a mi oración por estos
hermanos y hermanas puestos a la prueba tan duramente.
Ayer en Oviedo (España) han sido proclamados beatos el sacerdote Genaro
Fueyo Castañón y tres fieles laicos. Alabamos al Señor por estos heroicos
testigos de la fe, añadidos a la multitud de los mártires que ofrecieron su
vida en nombre de Cristo.
Dirijo mi saludo más cordial a todos vosotros, queridos peregrinos, que
habéis participado en este Jubileo
mariano. ¡Gracias por vuestra presencia! Con vosotros quisiera repetir las
palabras que san Juan Pablo II pronunció el 8 de octubre del año 2000, en
el Acto
de consagración jubilar a María: «Hoy queremos confiarte el
futuro que nos espera... La humanidad posee hoy instrumentos de potencia
inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de
escombros».
Que en esta encrucijada, la Virgen nos ayude a elegir la vida, acogiendo y
practicando el Evangelio de Cristo Salvador.
Papa Francisco. Ángelus. 13 de
octubre de 2019.
Queridos hermanos y hermanas:
Antes de concluir esta
celebración eucarística, deseo saludarlos y darles las gracias a todos
ustedes.
Expreso mi agradecimiento a los hermanos cardenales y obispos, así como a
sacerdotes, monjas y religiosos y religiosas de todo el mundo, especialmente a
los que pertenecen a las familias espirituales de los nuevos Santos. Saludo a
todos los fieles laicos que se han reunido aquí.
Saludo a las delegaciones oficiales de varios países, en particular al
Señor Presidente de la República Italiana y a Su Alteza el Príncipe de Gales.
De hecho, con su testimonio evangélico, estos Santos han fomentado el
crecimiento espiritual y social en sus respectivas naciones.
Dirijo un saludo especial a los delegados de la Comunión anglicana, con
profunda gratitud por su presencia y también te doy la bienvenida a ti, querido
hermano, nuevo Obispo aquí en Roma.
Os saludo a todos vosotros, queridos peregrinos, así como a todos los que
han seguido esta Misa a través de la radio y la televisión. Dirijo un saludo
especial a los fieles de Polonia que hoy celebran el Día del Papa: les
agradezco sus oraciones y su constante afecto.
Y mis pensamientos se dirigen una vez más a Oriente Medio. En particular, a
la amada y martirizada Siria, de donde vuelven a llegar noticias dramáticas
sobre el destino de las poblaciones del noreste del país, obligadas a abandonar
sus hogares a causa de las acciones militares: entre estas poblaciones hay
también muchas familias cristianas. A todos los actores involucrados y también
a la Comunidad internacional; por favor, renuevo mi llamamiento a comprometerse
con sinceridad, con honestidad y trasparencia en el camino del diálogo para
buscar soluciones eficaces.
Junto con todos los miembros del Sínodo de
los Obispos para la Región Panamazónica, especialmente los ecuatorianos,
sigo con preocupación lo que ha estado sucediendo en ese país en las últimas
semanas. Lo encomiendo a la oración común y a la intercesión de los nuevos
santos, y me uno al dolor por los muertos, heridos y desaparecidos. Animo a
buscar la paz social, con especial atención a las poblaciones más vulnerables,
a los pobres y a los derechos humanos.
Y ahora nos dirigimos a la Virgen María, modelo de perfección evangélica,
para que nos ayude a seguir el ejemplo de los nuevos Santos.
Papa Francisco. Ángelus. 9 de
octubre de 2022.
Antes de concluir esta
celebración eucarística, saludo y agradezco a todos los que han venido a
honrar a los nuevos santos. Saludo a los Cardenales, a los Obispos, a los
sacerdotes, a las personas consagradas, especialmente a los Misioneros y
Misioneras de San Carlos Borromeo y a los Hermanos Salesianos Coadjutores.
Saludo con gratitud a las Delegaciones oficiales.
Hoy, en Fabriano, será beatificada María Costanza Panas, monja clarisa
capuchina, que vivió en el monasterio de Fabriano desde 1917 hasta 1963, cuando
partió al cielo. Acogía a todos los que llamaban a la puerta del monasterio,
infundiendo serenidad y confianza a todos. En sus últimos años, gravemente
enferma, ofreció sus sufrimientos por el Concilio Vaticano II, cuyo 60º
aniversario de inicio se cumple pasado mañana. Que la Beata María Constanza nos
ayude a ser siempre confiados en Dios y acogedores con el prójimo. ¡Un aplauso
para la nueva beata!
A propósito del inicio del Concilio, hace 60 años, no podemos olvidar el
peligro de guerra nuclear que en aquel entonces amenazaba al mundo. ¿Por qué no
aprender de la historia? También en aquella época había conflictos y grandes
tensiones, pero se eligió la vía pacífica. Está escrito en la Biblia: «Así
habla el Señor: “Deténganse sobre los caminos y miren, pregunten a los senderos
antiguos dónde está el buen camino, y vayan por él: así encontrarán
tranquilidad para sus almas”» (Jer 6,16).
Aseguro mis oraciones por las víctimas del demencial acto de violencia
ocurrido hace tres días en Tailandia. Con conmoción confío al Padre de la Vida,
en particular, a los niños pequeños y a sus familias.
Y ahora dirijámonos a la Virgen María para que nos ayude a ser testigos del
Evangelio, animados por el ejemplo de los santos.
Benedicto XVI. Ángelus. 21 de
octubre de 2007.
Queridos hermanos y hermanas:
Al final de esta solemne celebración, os renuevo a todos vosotros, queridos
amigos de Nápoles, mi saludo y mi agradecimiento por la cordial acogida que me
habéis reservado, a pesar de las condiciones un poco difíciles. Dirijo un
saludo particular a las delegaciones que han venido de diversas partes del
mundo para participar en el Encuentro internacional por la paz, organizado por
la Comunidad de San Egidio, que tiene como tema: "Por un mundo sin
violencia: religiones y culturas en diálogo". Quiera Dios que
también esta importante iniciativa cultural y religiosa contribuya a consolidar
la paz en el mundo.
Oremos por esta intención; pero oremos hoy también, y de modo especial, por
los misioneros. En efecto, se celebra la Jornada mundial de las misiones, que
tiene un lema muy significativo: "Todas
las Iglesias para todo el mundo". Cada Iglesia particular es
corresponsable de la evangelización de toda la humanidad, y esta cooperación
entre las Iglesias fue incrementada por el Papa Pío XII con la encíclica Fidei
donum, hace 50 años. Que no falte nuestro apoyo espiritual y material a
cuantos trabajan en las fronteras de la misión: sacerdotes, religiosos,
religiosas y laicos, que a menudo encuentran en su trabajo graves dificultades,
y a veces incluso persecuciones.
Encomendemos estas intenciones de oración a María santísima, a la que
durante el mes de octubre solemos invocar con el título con que es venerada en
el cercano santuario de Pompeya: Reina del Santo Rosario. A ella le
encomendamos, en particular, a los numerosos inmigrantes que han venido aquí en
peregrinación desde Caserta. Que la Virgen santísima proteja también a quienes,
de diversos modos, se comprometen por el bien común y por un orden justo de la
sociedad, como se subrayó bien durante la 45ª Semana social de los
católicos italianos, que se celebró precisamente durante estos días
en Pistoya y en Pisa, a cien años de la primera Semana, promovida
sobre todo por Giuseppe Toniolo, ilustre figura de economista
cristiano.
Son muchos los problemas y los desafíos que tenemos hoy ante nosotros. Se
requiere un fuerte compromiso de todos, especialmente de los fieles laicos que
actúan en el campo social y político, para garantizar a toda persona, y de modo
especial a los jóvenes, las condiciones indispensables para desarrollar sus
talentos naturales y madurar generosas opciones de vida al servicio de sus
propios familiares y de toda la comunidad. Con este fin queremos colaborar
todos.
Y ahora nos dirigimos a la Virgen con el acostumbrado rezo del Ángelus.
Benedicto XVI. Ángelus. 17 de
octubre de 2010.
Al término de esta
solemne celebración, deseo renovar mi cordial saludo a todos los peregrinos
que han venido para honrar a los nuevos santos.
Me alegra saludar a los peregrinos francófonos, en particular a la
delegación oficial de Canadá y a todos los canadienses aquí presentes para la
canonización del padre Andrés Bessette. Escuchando su mensaje, os aliento a
seguir sus pasos para acoger libremente y por amor la voluntad de Dios en
vuestra existencia. Que al igual que él desbordéis de caridad hacia vuestros
hermanos y hermanas más necesitados. Que Dios os bendiga a todos y a vuestras
familias. Feliz estancia en Roma.
Saludo cordialmente a todos los peregrinos de lengua inglesa, especialmente
a todos aquellos que han venido, tan numerosos, para las canonizaciones de hoy.
Que los nuevos santos os acompañen con su intercesión y os inspiren con el
ejemplo de su vida santa. Saludo en particular a las delegaciones oficiales de
Canadá y Australia que han viajado hasta Roma en honor de san Andrés Bessette y
de santa Mary MacKillop. Que Dios os bendiga y os guarde, a todos vosotros, a
vuestras familias y a vuestros seres queridos.
Saludo cordialmente a los fieles y peregrinos de lengua alemana. Los santos
son la imagen viva del amor de Dios. Nos alegra tener otros seis santos:
Estanislao Sołtys, Andrés Bessette, Cándida María Cipitria, Mary MacKillop,
Julia Salzano y Camila de Varano, que son para nosotros un ejemplo y nos ayudan
como intercesores para nuestra vida de cristianos.
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que han participado
en la solemne ceremonia de canonización de esta mañana, en especial a los
señores cardenales y obispos, así como a la delegación oficial de España.
Confío a las religiosas Hijas de Jesús a la intercesión de santa Cándida, su
fundadora. Pido a Dios también que los nuevos santos sirvan de modelo al pueblo
cristiano, particularmente a los jóvenes, para que sean cada vez más los que
acojan la llamada del Señor y entreguen por completo su vida a proclamar la
grandeza de su amor.
Saludo calurosamente a todos los polacos que han venido para las
canonizaciones. De modo particular doy mi bienvenida a los representantes del
episcopado y al presidente de la República polaca. Me uno a vuestra alegría por
la gloria de santidad de vuestro compatriota Stanisław Kazimierczyk. Aprendamos
de él el espíritu de oración, de contemplación y de sacrificio por el prójimo.
Que él sostenga ante Dios a la Iglesia en Polonia, a vosotros aquí presentes, a
vuestros seres queridos y a vuestra patria. Os bendigo de corazón.
Saludo a los peregrinos italianos que celebran a santa Bautista Camila de
Varano y a santa Julia Salzano, así como a la delegación oficial presente con
ocasión de esta feliz circunstancia. En particular mi pensamiento va a sus
hijas espirituales, al igual que a los fieles que han venido de Las Marcas y de
Campania.
Pensando en Italia, me apremia recordar que hoy, en Reggio Calabria, se
concluye la 46° Semana social de los católicos italianos, que ha trazado una
«agenda de esperanza» para el futuro del país. Dirijo un saludo cordial a los
congresistas, conectados en directo en este momento, y deseo que la búsqueda
del bien común constituya siempre la referencia segura para el compromiso de
los católicos en la acción social y política.
Dirijámonos ahora con la oración a María santísima, que Dios ha puesto en
el centro de la gran asamblea de los santos. A ella encomendemos a toda la
Iglesia, para que iluminada con su ejemplo y sostenida por su intercesión,
camine con impulso siempre nuevo hacia la patria del cielo.
DOMINGO 30 T. O.
Monición
de entrada.-
La misa no es
la reunión de los buenos, sino de los que intentamos serlo.
Y a la vez
sabemos que no lo somos.
Por eso le
pedimos ayuda a Jesús.
Señor ten piedad.-
Porque a veces nos enfadamos con los amigos. Señor, ten piedad.
Porque a veces nos creemos mejores que
los compañeros. Cristo, ten piedad.
Porque a veces nos olvidamos de pedir
perdón. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pedimos por el papa Francisco, para que le
ayudes. Te lo
pedimos, Señor.
Jesús, te pedimos
por la Iglesia para que sea lugar de perdón. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pedimos
por los que ayudan a los pobres. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te
pedimos por nosotros, para que nos acordemos de ayudar a los que no tienen
tantas cosas. Te lo pido, Señor.
Oración a la Virgen
María.-
María, madre
de Jesús, queremos darte gracias por ayudarnos a no creernos mejores que los
niños que no van a misa.
BIBLIOGRAFÍA.
Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC.
Madrid. 2016.
Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Biblia del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero.
Bilbao. 1995.
Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M.
Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC.
Madrid. 2016.
Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la Sede. Primera edición: 1983.
Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.
Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas
(NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Nuevo Testamento. 2. Evangelio según san Marcos. Ciudad Nueva. Madrid.
2009.
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