miércoles, 15 de octubre de 2025

280. Domingo 29 T. O. 19 de octubre de 2025.

  


Lectura del libro del Éxodo 17, 8-13.

En aquellos días, Amalec vio y atacó a Israel en Refidín. Moisés dijo a Josué:

-Escoge unos cuantos hombres, haz una salida y ataca a Amalec. Mañana yo estaré en pie en la cima del monte, con el bastón de Dios en la mano.

Hizo Josué lo que le decía Moisés, y atacó a Amalec; entretanto, Moisés, Aarón y Jur subían a la cima del monte. Mientras Moisés tenía en alto las manos, vencía Israel; mientras las tenía bajadas, vencía Amalec. Y, como le pesaban los brazos, sus compañeros tomaron una piedra y se las pusieron debajo, para que se sentase; mientras, Aarón y Jur le sostenían los brazos, uno a cada lado. Así resistieron en alto sus brazos hasta la puesta del sol. Josué derrotó a Amalec y a su pueblo, a filo de espada.

 

Textos paralelos.

Moisés dijo a Josué: Elige a algunos hombres y sal a combatir contra Amalec.

Jos 1, 1: Después que murió Moisés, siervo del Señor, dijo el Señor a Josué, hijo de Nun, ministro de Moisés.

Mientras Moisés tenía las manos alzadas vencía Israel.

Ex 24, 13-14: Se levantó Moisés y subió con Josué, su ayudante, al monte de Dios; a los dirigentes les dijo: Quedaos aquí hasta que yo vuelva. Aarón y Jur están con vosotros; el que tenga algún asunto, que se lo traiga a ellos.

Como los brazos de Moisés se cansaran, ellos tomaron una piedra.

Sal 44, 5-8: ¡Tú eres mi Rey mi Dios, que asignas la victoria a Jacob! Con tu auxilio acorneamos al enemigo, en tu nombre pisoteamos al agresor. Pues no confío en mi arco, ni mi espada me da la victoria. Tú nos das la victoria sobre el enemigo y derrotas a nuestros adversarios.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

17 8 Este relato antiguo, probablemente de la tradición yahvista, representa una tradición de las tribus del Sur. Está unido redaccionalmente a Refidín, donde se situaba el episodio precedente. En realidad, los amalecitas moraban más al norte, en el Négueb y en el monte Seir y aquí en esta región debe localizarse Jormá. Amalec, presentado por Gn 36, 12.16 como nieto de Esaú, es en realidad un pueblo muy antiguo. En tiempo de los Jueces se asocia a los salteadores de Madián. Todavía David lucha contra él. Luego ya no se le menciona más que en 1 Cro 4, 42 y Sal 83, 8.

17 9 Primera mención de Josué en el Pentateuco.

17 11 Este gesto de Moisés, cayado en mano, puede compararse con el de Jos 8, 18.26 e incluso con el de 2 R 13, 14-19. Gesto ritual de maldición de los enemigos, signo y garantía de una victoria que no se debe solo a los esfuerzos de los combatientes.

 

Salmo responsorial

Sal 120 (121), 2-8

 

Nuestro auxilio es el nombre del Señor,

que hizo el cielo y la tierra. R/.

Levanto mis ojos a los montes:

¿de dónde me vendrá el auxilio?

El auxilio me vine del Señor,

que hizo el cielo y la tierra. R/.

 

No permitirá que resbale tu pie,

tu guardián no duerme;

no duerme ni reposa

el guardián de Israel.  R/.

 

El Señor te guarda a su sombra,

está a tu derecha;

de día el sol no te hará daño,

ni la luna de noche. R/.

 

El Señor te guarda de todo mal,

él guarda tu alma;

el Señor guarda tus entradas y salidas,

ahora y por siempre. R/.

 

Textos paralelos.

Alzo mis ojos a los montes.

Jr 3, 23:  Cierto, son mentiras las colinas y el barullo de los montes; en el Señor, nuestro Dios, está la salvación de Israel.

Mi auxilio viene de Yahvé.

Os 13, 9: Si yo destruyo Israel, ¿quién te auxiliará?

Sal 124, 8: Nuestro auxilio es el nombre del Señor que hizo el cielo y la tierra.

No deja a tu pie resbalar.

1 S 2, 9: Él guarda los pasos de sus amigos mientras los malvados perecen en las tinieblas – porque el hombre no triunfa por su fuerza-.

Pr 3, 24-26: Te acostarás sin alarmas, te acostarás y el sueño te será dulce; no te asustará el terror imprevisto ni la desgracia que cae sobre el malvado. Pues el Señor se pondrá a tu lado y guardará tu pie de la trampa.

No duerme ni dormita el guardián de Israel.

Sal 66, 9: Él vivifica nuestro aliento y no dejó que tropezara nuestro pie.

Sal 91: 12: Te llevará en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra.

Dt 32, 10: Lo encontró en una tierra desierta, en una soledad poblada de aullidos; lo rodeó cuidando de él, lo guardó como a las niñas de sus ojos.

Es tu guardián Yahvé, Yahvé tu sombra a tu diestra.

Is 25, 4: Porque fuiste baluarte del desvalido, baluarte del pobre en peligro, reparo del aguacero, sombra en la canícula.

Sal 16, 8: Pongo siempre al Señor ante mí, con él a mi derecha no vacilaré.

De día el sol no te hará daño.

Sal 73, 23: Pero yo siempre estaré contigo: agarras mi mano diestra.

Is 49, 10: No pasarán hambre ni sed, no les hará daño el bochorno ni el sol; porque los conduce el que los compadece y los guía a manantiales de agua.

Yahvé guarda tus entradas y salidas.

Sal 97, 10: El Señor ama al que aborrece el mal, guarda la vida a sus leales, los libra de la mano de los malvados.

Gn 28, 15: Yo estoy contigo, te acompañaré adonde vayas, te haré volver a este país y no te abandonaré hasta cumplirte cuanto te he prometido.

Dt 28, 6: Bendito seas al entrar, bendito seas al salir.

Tb 5, 17: Rafael respondió: Lo acompañaré. No tengas miedo; sanos marchamos y sanos volveremos; el camino es seguro. Tobit le dijo: Amigo, Dios te lo pague. Luego llamó a Tobías y le habló así: Hijo, prepara el viaje y vete con tu pariente. Que el Dios del cielo os proteja allá y os traiga de nuevo sanos y salvos. Que su ángel os acompañe con su protección, hijo. Tobías besó a su padre y a su madre y emprendió la marcha, mientras Tobit le decía: ¡Buen viaje!

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

120 1 Los “cantos de las subidas” (Sal 120-134) eran interpretados probablemente por los peregrinos camino de Jerusalén. Con excepción del Sal 132, están formados por versos “elegíacos” de esticos desiguales, y utilizan a menudo el “ritmo gradual”: las mismas palabras o expresiones se repiten como un eco de un verso a otro. – Según algunos, el gran Hallel (gran canto de alabanza), que incluye sobre todo el Sal 136, comenzaría con este salmo.

121 Este salmo, que recuerda a los fieles que Dios los protege, era propio de los peregrinos que subían a Jerusalén por caminos difíciles. Conviene igualmente a los cristianos en camino hacia la Jerusalén celestial.

 

Segunda lectura.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 3, 14-4,2.

Querido hermano:

Permanece en lo que aprendiste y creíste, consciente de quiénes lo aprendiste, y que desde niño conoces las Sagradas Escrituras: ellas pueden darte la sabiduría que conduce a la salvación por medio de la fe, en Cristo Jesús. Toda Escritura es inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté preparado para toda obra buena. Te conjuro delante de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y a muertos, por su manifestación y por su reino: proclama la palabra, insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina.

 

Textos paralelos.

Tú, en cambio, persevera en lo que aprendiste.

2 Tm 2, 2: Lo que escuchaste en presencia de muchos testigos transmítelo a personas de fiar, que sean capaces de enseñárselo a otros.

Recuerda que desde niño conoces las Sagradas Letras.

2 Tm 1, 5: Recuerdo tu fe sincera, la que alentaba primero en tu abuela Loide, después en tu madre Eunice y ahora estoy seguro de que alienta en ti.

2 Co 3, 14-16: Con todo, su inteligencia se les embotó; pues hasta hoy, cuando leen el Antiguo Testamento, el velo permanece, y no se descubre, porque solo con Cristo caduca. hasta el día de hoy, cuando leen a Moisés, un velo les cubre la mente. Pero cuando se vuelva al Señor, se removerá el velo.

Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar.

Rm 15, 4: Lo que entonces se escribió fue para nuestra instrucción, para que por la paciencia y el consuelo de la Escritura tengamos esperanza.

1 Co 10, 6: Estos sucesos nos sirven de escarmiento para que no deseemos el mal como ellos lo desearon.

2 P 1, 20-21: Pues habéis de saber ante todo que ninguna profecía se encomienda a la interpretación privada, pues la profecía nunca sucedió por iniciativa humana, sino que los hombres de Dios hablaron movidos por el Espíritu Santo.

1 Tm 6, 11: Tú en cambio, hombre de Dios, huye de todo eso; busca la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la bondad.

Te conjuro en presencia de Dios y de Cristo Jesús.

Hch 10, 42: Nos encargó predicar al pueblo y atestiguar que Dios lo ha nombrado juez de vivos y muertos.

Rm 14, 9: Mientras que los paganos glorifican a Dios por su misericordia, como está escrito: te confesaré ante los paganos y cantaré tu honor.

1 P 4, 5: Pero rendirán cuentas al que está dispuesto a juzgar a vivos y muertos.

1 Tm 6, 14: Te encargo que conserves el mandato sin mancha ni tacha, hasta que aparezca el Señor nuestro Jesucristo.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

2 8 Profesión de fe proveniente de ámbitos judeocristianos.

2 11 Como en 1 Tm 1, 17 parece que tenemos aquí un fragmento de himno cristiano, con una interpolación en la última línea.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según Lucas 18, 1-8.

En aquel tiempo, Jesús decía a sus discípulos una parábola para enseñarles que es necesario orar siempre, sin desfallecer:

-Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En aquella ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario”. Por algún tiempo se estuvo negando, pero después se dijo a sí mismo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está molestando, le voy a hacer justicia, no sea que siga viniendo a cada momento a importunarme”.

Y el Señor añadió:

-Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante él día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?

 

Textos paralelos.

Lc 11, 5-8: Y les dijo: “Suponed que alguno de vosotros tiene un amigo, y viene durante la medianoche y le dice: ‘Amigo, préstame tres panes, pues uno de mis amigos ha venido de viaje y no tengo nada que ofrecerle’; y, desde dentro aquel le responde: ‘No me molestes; la puerta ya está cerrada; mis niños y yo estamos acostados; no puedo levantarme para dártelos’; os digo que, si no se levanta y se los da por ser amigo suyo, al menos por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite.

Les propuso una parábola.

Lc 11, 9: Pues yo os digo a vosotros: pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá.

1 Ts 5, 17:

¿No hará entonces Dios justicia a sus elegidos que están clamando?

Ap 6, 9-11: Cuando abrió el quinto sello, vi debajo del altar las almas de los degollados por causa de la Palabra de Dios y del testimonio que mantenían. Y gritaban con voz potente: “¿Hasta cuándo, Dueño santo y veraz, vas a estar sin hacer justicia y sin vengar nuestra sangre de los habitantes de la tierra?”. A cada uno de ellos se le dio una túnica blanca, y se les dijo que tuvieran paciencia todavía un poco, hasta que se completase el número de sus compañeros y hermanos que iban a ser martirizados igual que ellos.

Os digo que les hará justicia pronto.

Si 35, 19: El Señor no tardará, ni tendrá paciencia con los impíos.

2 P 3, 9: El Señor no retrasa su promesa, como piensan algunos, sino que tiene paciencia con vosotros, porque no quiere que nadie se pierda sino que todos accedan a la conversión.

Mc 9, 1: Y añadió: ·En verdad os digo que algunos de los aquí presentes no gustarán la muerte hasta que vean el reino de Dios en toda su potencia”.

Mc 13, 30: En verdad os digo que no pasará esta generación sin que todo suceda.

¿Encontrará la fe sobre la tierra?

Mt 24, 12: Y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría.

Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús quedó admirado y dijo a los que lo seguían: En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe.

2 Ts 2, 3: Que nadie en modo alguno os engañe: Primero tiene que llegar la apostasía y manifestarse el hombre de la impiedad, el hijo de la perdición.

Mt 24, 10-12: Entonces muchos se escandalizarán y se traicionarán mutuamente, y se odiarán unos a otros. Aparecerán muchos falsos profetas y engañarán a mucha gente, y, al crecer la maldad, se enfriará el amor en la mayoría.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

18 Los vv. 2-5 constituyen la parábola que, en su origen, pudo formar una pareja con la de 11, 5-8. Lc la introduce con el v. 1, al que añade como aplicación los vv. 6-7, así como el 8.

18 1 Idea y vocabulario paulinos: ver Rm 1, 10.

18 7 En Si 35, 18-19, donde parece inspirarse este versículo, se dice que Dios no tendrá paciencia ni tardará en hacer justicia a los pobres oprimidos; aquí se dice que tiene paciencia. Quizá esta adaptación refleje el afán de explicar el retraso de la Parusía. Comparar con actitud análoga en 2 P 3, 9; Ap 6, 9-11.

18 8 (a) Jesús anuncia aquí un juicio a corto plazo, como lo ha hecho en otros casos (Mc 9, 1; 13, 30). Lo mismo que en 17, 22-37. Lc debe pensar en un juicio inesperado en un futuro indeterminado.

18 8 (b) Esta sentencia, que en su origen debía ser independiente de la parábola precedente, habla de la apostasía que se producirá al final de los tiempos, un tema clásico de la apocalíptica (ver 2 Ts 2, 3; Mt 24, 10-12).

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

18, 1-14 De nuevo aparece en Lc el tema de la oración, ahora en dos parábolas. La primera (1-8), sobre el valor de la perseverancia o insistencia en la oración de petición; según santo Tomás de Aquino la oración “presupone el deseo”, por lo cual, si el deseo se debilita, dejamos de pedir; y también la oración “es la interpretación de la esperanza”, por lo cual, si no somos atraídos por la esperanza, porque vemos la dificultad de conseguir, la oración decae. La segunda (9-14), sobre una condición básica para que la oración sea escuchada por Dios: la humildad del orante.

1 “Rabí Johanam dijo: Quiera el cielo que el hombre rece todo el día” (Talmud de Babilonia, Berakot 21a).

2 NI TEMÍA A DIOS (= no era un hombre religioso) NI RESPETABA A NADIE (lit. y al hombre no respetando): tenía desquiciados los dos polos de la vida: la relación con Dios y con el prójimo.

3 QUE SOLÍA... PARA DECIRLE: lit. e iba a él diciendo. Es posible que la demanda fuera por cuestiones de dinero; la viuda, presumiblemente pobre, tenía un CONTRARIO que sin duda era rico (J. Jeremías).

4 NO QUERÍA: quizás con el sentido de no se atrevía (cf. v. 13). // PERO DESPUÉS: lit. después empero de estas cosas. // A NADIE: lit. a hombre.

5 PORQUE... ME DA GUERRA: el juez solo pretende que la viuda le deje en paz (algo parecido a lo que le pasó al amigo despertado de noche: cf. 11, 5-8). // NO ACABE CON MI PRESTIGIO: lit. no... golpee-bajo-el-ojo a mí: ese extraño verbo griego puede tener sentido material (nosotros decimos con otra imagen “romper la cara”) y sentido metafórico que, a su vez, puede ser doble: importunar (nuestra lengua conoce “romperse la cabeza”) o desprestigiar (decimos “hacer caer la cara”, “se me cae la cara de vergüenza”; la cara = la fachada, la apariencia, el prestigio); de hecho, en el v. 7, entra en juego el prestigio de Dios, el “amor propio” de Dios.

7-8 La constancia (v. 1) es el núcleo de la enseñanza: si un corrupto accede finalmente a la petición porfiada de la viuda, ¿cómo no va a atender Dios – el único justo y bueno – nuestras peticiones, si pedimos con fe incansable? “La oración es lo único que vence a Dios” (Tertuliano). // La construcción del v. 7 es un calco del arameo. La lección es: hay que perseverar, a pesar de la amarga experiencia de que Dios “no interviene”. // A PESAR DE QUE LE DA LARGAS: aunque en realidad está contemporizando. Otra traducción posible: “(Dios), que es paciente con ellos”. // RÁPIDAMENTE: o también: de pronto. // ¿ENCONTRARÁ ESA FE SOBRE LA TIERRA?: algunos piensan que esta frase perteneció primitivamente a otro contexto (unida a 17, 35, aludiendo a la apostasía final: cf. Mt 24, 10-12). ESA FE (lit. la fe): si se refiere a lo inmediatamente anterior, sería la fe de aquella viuda, o una fe así, e.d., la fe necesaria para perseverar en la oración.

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

18, 1-8 Esta parábola enseña el valor de la perseverancia y la confianza en la oración. El juez en esta parábola no es un hombre de fe ni particularmente amable, pero otorga a la viuda su petición simplemente para poner fin a sus inoportunas peticiones. Un Dios que nos ama, por tanto, será aún más generoso si somos fieles y persistentes. La Iglesia cumple el precepto del Señor de “orar siempre” en la Liturgia de las Horas, cuya finalidad es la de santificar el día entero y todas las actividades humanas. Cat. 2098, 2573, 2613 y 2710.

18, 3 La viuda tenía pocos medios a su disposición y dependía de su familia o de la generosidad de los demás para sus necesidades básicas. Así pues, las viudas se encontraban entre los miembros débiles y vulnerables de la sociedad. Cat. 922, 1351, 2208.

18, 8 Este versículo significa que la Iglesia pasará por un período de intensa prueba que verificará la fe de muchos de los creyentes, antes del regreso de Cristo. Cat. 675.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

2098 Los actos de fe, esperanza y caridad que ordena el primer mandamiento se realizan en la oración. La elevación del espíritu hacia Dios es una expresión de nuestra adoración a Dios: oración de alabanza y de acción de gracias, de intercesión y de súplica. La oración es una condición indispensable para poder obedecer los mandamientos de Dios. “Es preciso orar siempre sin desfallecer” (Lc 18, 1).

2573 La tradición espiritual de la Iglesia ha tomado de este relato [la lucha de Jacob contra el Ángel de Dios, Gn 32, 25-31] como símbolo de la oración como un combate en la fe y una victoria en la perseverancia.

2613 San Lucas nos ha transmitido tres parábolas principales sobre la oración: La primera, “el amigo inoportuno” (Lc 11, 5-13), invita a una oración insistente: “Llamad y se os abrirá”. Al que ora así, el Padre del cielo “le dará todo lo que necesite”, y sobre todo el Espíritu Santo que contiene todos los dones. La segunda “la viuda inoportuna” (Lc 18, 1-8), está centrada en una de las cualidades de la oración: es necesario orar para siempre, sin cansarse, con la paciencia de la fe. “Pero, cuando el Hijo del hombre venga, ¿encontrará fe sobre la tierra”. La tercera parábola, “el fariseo y el publicano” (Lc 18, 9-14), se refiere a la humildad del corazón que ora. “Oh Dios, ten compasión de mí que soy pecador”. La Iglesia no cesa de hacer suya esta oración: ¡Kyrie eléison!

 

Concilio Vaticano II

[Los obispos] dedicándose a la oración y al ministerio de la palabra han de trabajar paa que todos los que están confiados a sus cuidados sean unánimes en la oración, crezcan en la gracia por la recepción de los sacramentos y sean testigos fieles del Señor.

Decreto Christus Dominus, 15.

 

Los Santos Padres.

Para alcanzar esa vida bienaventurada enseñó a orar la misma y auténtica Vida bienaventurada; pero no con largo hablar, como si nos escuchase mejor cuanto más habladores fuéramos, ya que como el mismo Señor dijo, oramos a aquel que conoce nuestras necesidades antes de que se las expongamos. Aunque el Señor nos haya prohibido el mucho hablar, puede causar extrañeza el que nos haya exhortado a orar, siendo así que conoce nuestras necesidades antes de que las expongamos. Dijo en efecto: “Es preciso orar sin desfallecer”, aduciendo el ejemplo de cierta viuda: deseando triunfar sobre su adversario, a fuerza de interpelaciones se hizo escuchar por un juez inicuo, que, aunque no se dejaba mover por la justicia o la misericordia, se sintió abrumado por el cansancio. De ahí tomó Jesús pie para advertirnos que el Señor, justo y misericordioso, mientras oramos sin interrupción, nos ha de escuchar con absoluta certeza, pues un juez inicuo e impío no pudo resistir la continua insistencia de la viuda.

Agustín. Cartas, 130, 8, 15. III, pg. 375-376.

De los que confían en las veracísimas palabras de Cristo, ¿quién no arderá en deseos de orar sin desmayo, ante su invitación: “Pedid y se os dará, pues todo el que pide recibe”?

Orígenes, Sobre la oración, 10, 12. III, pg. 376.

Es cosa excelente el hacer peticiones con una oración constante, porque Cristo escuchará nuestras súplicas y nos concederá lo que pedimos.

Cirilo de Alejandría. Comentario al Ev. de Lucas, 119. III, pg. 377.

 

San Agustín

La lectura del santo evangelio nos impulsa a orar y a crecer, y a no presumir de nosotros, sino del Señor.

Si la fe flaquea, la oración perece. ¿Quién hay que ore, si no cree?

No puede fluir el río cuando se seca el manantial de agua.

Creamos, pues, para poder orar. Y para que no decaiga la fe, mediante la cual oramos, oremos. De la fe fluye la oración; y la oración suplica firmeza para la misma fe. Para que la fe no decayese en medio de las tentaciones, dijo el Señor: Vigilad y orad, para no entrar en tentación.

Las palabras del Señor: ¿Creéis que cuando venga el Hijo del hombre encontrará fe en la tierra? se refieren a la fe perfecta. Esta apenas se encuentra en la tierra. La Iglesia

Sermón 115, 1. Pgs. 1421-1422.

 

San Juan de Ávila.

Notorio está cuán contino fue en Cristo el orar, y que se escribe en Él que se le pasaba la noche en oración (cf. Lc 6, 12). Y como quien sabe el bien que en ella va, nos amonesta muchas veces que oremos, y que siempre oremos (cf. Lc 18, 1). Y sus santos apóstoles, especialmente San Pablo, nos amonesta orar en todo lugar (cf. 1 Ts 5, 17; 1 Tm 2, 8).

Audi filia (I). OC I, pg. 466.

Y por esto debiera decir San Dionisio que en principio toda obra hemos de comenzar por la oración . San Pablo amonesta que entendamos con instancia en en la oración (Rm 12, 12); y el Señor dice que conviene siempre orar y no aflojar (cf. Lc 18, 1); que quiere decir, que se haga esta obra con frecuencia, diligencia y cuidado. Porque los que quieren valerse con tener cuidado de sí en hacer obras agradables a Dios, y no curan de tener oración, con sola una mano nada, con sola una mano pelea, y con solo un pie andan.

Audi, filia (II). OC I, pg. 688.

Y aconsejaba el Señor, in exemplo de miliere cum iudice  (cf. Lc 18, 2ss), que seamos importunos; y todos los lugares donde el Señor dice esto se debe mucho meditar, y el servicio y contento que el Señor recibe en que le pidan. Débese trabajar hasta que el corazón no vaya a otra parte a buscar su remedio.

Platica 3. A los padres de la Compañía. OC I, pg. 814.

¡Oh!, qué mala señal ver cumplido en nuestros días lo que dijo el Señor: ¿Piensas, cuando venga el Hijo de la Virgen, que hallará fe en la tierra? (cf. Lc 18, 8). Veislo aquí con nuestros pecados cumplido. De lo que podréis tomar conjetura que estamos en los días postreros, cercanos al juicio de Dios. (...) Si lo queréis entender de la fe amorosa y lealtad obediente que se debe tener con nuestro Señor, mirad cuántas ofensas le son hechas cada día en el mundo y cuán pocos hay que se pongan a las estorbar, aunque pueda, y que giman sobre las abominaciones que se hacen en Jerusalén. Y Por uno y por lo otro entenderéis que no hay lealtad para con Dios en la tierra.

Vísperas del Corpus. OC III, pg. 477.

 

San Oscar Romero.

Así como debemos de construir, con oración y trabajo. "Ora et labora", como es el hermoso lema de los benedictinos, que todo el día se pasan trabajando; pero haciendo de su trabajo una continua oración al Padre: Iglesia en oración. Hemos de incorporar este valor de la oración, a la promoción Humana, porque si no hacemos oración, miramos las cosas con mucha miopía, con resentimientos, con odios, con violencias; y es solo hundiéndose en el corazón de Dios, desde donde se comprenden los planes de Dios sobre la historia, solo hundiéndose en momentos de oración íntima con el Señor es cuando aprendemos a ver en el rostro del hombre, sobre todo el más sufrido, el más pobre, el más harapiento, la imagen de Dios y trabajamos por él. Sólo desde la contemplación de la plegaria podemos percibir una fuerza del Espíritu, que es la que va entretejiendo la historia, y que los hombres pueden abusar como azotes de Dios, pero hasta cierto punto Dios nos dice: basta. Y es la hora en que nosotros, tal vez impacientes, nos parece que no llega, pero va a llegar.

Homilía. 16 de octubre de 1977.

 

León XIV. Audiencia general. 8 de octubre. Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 10. Volver a encender. «¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?». (Lc 24, 32)

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy quisiera invitaros a reflexionar sobre un aspecto sorprendente de la resurrección de Cristo: su humildad. Si recordamos los relatos evangélicos, nos damos cuenta de que el Señor resucitado no hace nada espectacular para imponerse a la fe de sus discípulos. No aparece rodeado de huestes de ángeles, no hace gestos sensacionales, no pronuncia discursos solemnes para revelar los secretos del universo. Al contrario, se acerca discretamente, como un viandante cualquiera, como un hombre hambriento que pide compartir un poco de pan (cf. Lc 24,15.41).

María de Magdala lo confunde con un jardinero (cf. Jn 20,15). Los discípulos de Emaús creen que es un forastero (cf. Lc 24,18). Pedro y los demás pescadores creen que es un simple transeúnte (cf. Jn 21,4). Habríamos esperado efectos especiales, signos de poder, pruebas abrumadoras. Pero el Señor no busca eso: prefiere el lenguaje de la proximidad, de la normalidad, de la mesa compartida.

Hermanos y hermanas, en esto hay un mensaje precioso: la Resurrección no es un giro teatral, es una transformación silenciosa que llena de sentido cada gesto humano. Jesús resucitado come una porción de pescado delante de sus discípulos: no es un detalle marginal, es la confirmación de que nuestro cuerpo, nuestra historia, nuestras relaciones no son un envoltorio para tirar. Están destinados a la plenitud de la vida. Resucitar no significa convertirse en espíritus evanescentes, sino entrar en una comunión más profunda con Dios y con nuestros hermanos, en una humanidad transfigurada por el amor.

En la Pascua de Cristo, todo puede convertirse en gracia. Incluso las cosas más ordinarias: comer, trabajar, esperar, cuidar de la casa, apoyar a un amigo. La Resurrección no resta vida al tiempo y al esfuerzo, sino que cambia su sentido y su "sabor". Cada gesto realizado en gratitud y comunión anticipa el Reino de Dios.

Sin embargo, hay un obstáculo que a menudo nos impide reconocer esta presencia de Cristo en lo cotidiano: la pretensión de que la alegría debe ser sin heridas. Los discípulos de Emaús caminaban tristes porque esperaban otro final, un Mesías que no conociera la cruz. A pesar de haber oído que la tumba está vacía, son incapaces de sonreír. Pero Jesús está a su lado y, con paciencia, les ayuda a comprender que el dolor no es la negación de la promesa, sino el modo en que Dios ha manifestado la medida de su amor (cf. Lc 24, 13-27).

Cuando por fin se sientan a la mesa con Él y parten el pan, se les abren los ojos. Y se dan cuenta de que su corazón ya ardía, aunque no lo sabían (cf. Lc 24, 28-32). Esta es la mayor sorpresa: descubrir que bajo las cenizas del desencanto y del cansancio siempre hay un rescoldo vivo, a la espera de ser reavivado.

Hermanos y hermanas, la resurrección de Cristo nos enseña que no hay historia tan marcada por el desengaño o el pecado que no pueda ser visitada por la esperanza. Ninguna caída es definitiva, ninguna noche es eterna, ninguna herida está destinada a permanecer abierta para siempre. Por distantes, perdidos o indignos que nos sintamos, no hay distancia que pueda apagar la fuerza infalible del amor de Dios.

A veces pensamos que el Señor sólo viene a visitarnos en momentos de recogimiento o de fervor espiritual, cuando nos sentimos con fuerzas, cuando nuestra vida parece ordenada y luminosa. En cambio, el Resucitado se acerca en los lugares más oscuros: en nuestros fracasos, en las relaciones desgastadas, en los trabajos cotidianos que pesan sobre nuestros hombros, en las dudas que nos desaniman. Nada de lo que somos, ningún fragmento de nuestra existencia le es ajeno.

Hoy, el Señor resucitado viene junto a cada uno de nosotros, tal como recorremos nuestros caminos -los del trabajo y el compromiso, pero también los del sufrimiento y la soledad- y con infinita delicadeza nos pide que nos dejemos calentar el corazón. No se impone con clamores, no exige ser reconocido inmediatamente. Con paciencia espera el momento en que nuestros ojos se abran para ver su rostro amigo, capaz de transformar la decepción en confiada espera, la tristeza en gratitud, la resignación en esperanza.

El Resucitado sólo desea manifestar su presencia, hacerse nuestro compañero de camino y encender en nosotros la certeza de que su vida es más fuerte que cualquier muerte. Pidamos, pues, la gracia de reconocer su presencia humilde y discreta, de no esperar una vida sin pruebas, de descubrir que todo dolor, si es habitado por el amor, puede convertirse en lugar de comunión.

Y así, como los discípulos de Emaús, también nosotros volvemos a nuestras casas con un corazón que arde de alegría. Una alegría sencilla, que no borra las heridas, sino que las ilumina. Una alegría que nace de la certeza de que el Señor está vivo, que camina con nosotros y nos da en cada momento la posibilidad de recomenzar.

 

León XIV. Angelus.12 de octubre de 2025.

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir la celebración, deseo dirigirles un caluroso saludo a todos ustedes, que se han reunido para rezar en este gran “cenáculo” junto con María, la Madre de Jesús. Ustedes representan la multiforme realidad de las asociaciones, movimientos y comunidades que están animadas por la devoción mariana, que es propia de todo cristiano. Les agradezco y los exhorto a cimentar siempre su espiritualidad en la Sagrada Escritura y en la Tradición de la Iglesia.

Saludo a todos los grupos de peregrinos, en particular a los laicos agustinos de Italia y a la Orden Seglar de los Carmelitas descalzos.

Es estos últimos días, el acuerdo sobre el inicio del proceso de paz ha encendido una chispa de esperanza en Tierra Santa. Animo a las partes implicadas a proseguir con valentía el itinerario marcado hacia una paz justa, duradera y respetuosa de las legítimas aspiraciones del pueblo israelí y del pueblo palestino. Dos años de conflicto han dejado muerte y ruinas por todas partes, sobre todo en el corazón de quien ha perdido brutalmente hijos, padres, amigos y todo lo que tenía. Me uno junto con toda la Iglesia a su inmenso dolor. Hoy está dirigida sobre todo a ustedes la caricia del Señor, la certeza de que, incluso en la oscuridad más profunda, Él permanece con nosotros: «Dilexi te – Te he amado». A Dios, única Paz de la humanidad, le suplicamos que cure todas las heridas y ayude con su gracia a realizar lo que humanamente ahora parece imposible: redescubrir que el otro no es un enemigo, sino un hermano a quien mirar, perdonar y ofrecer la esperanza de la reconciliación.

Con dolor, sigo las noticias de los nuevos y violentos ataques que están golpeando varias ciudades e infraestructuras civiles en Ucrania, provocando la muerte de personas inocentes, entre ellas niños, y dejando a muchas familias sin electricidad ni calefacción. Mi corazón se une al sufrimiento de la población, que desde hace años vive en la angustia y entre privaciones. Renuevo el llamamiento a poner fin a la violencia, a parar la destrucción, a abrirse al diálogo y a la paz.

Acompaño de cerca al querido pueblo peruano en este momento de transición política. Rezo para que el Perú pueda continuar por el camino de la reconciliación, del diálogo y de la unidad nacional.

Hoy en Italia se recuerdan las víctimas de los accidentes laborales. Recemos por ellos y por la seguridad de todos los trabajadores.

Y ahora dirijámonos a María con confianza filial.

 

Papa Francisco. Ángelus. 20 de octubre de 2013.

Queridos hermanos y hermanas:

En el Evangelio de hoy Jesús relata una parábola sobre la necesidad de orar siempre, sin cansarnos. La protagonista es una viuda que, a fuerza de suplicar a un juez deshonesto, logra que se le haga justicia en su favor. Y Jesús concluye: si la viuda logró convencer a ese juez, ¿pensáis que Dios no nos escucha a nosotros, si le pedimos con insistencia? La expresión de Jesús es muy fuerte: «Pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que claman ante Él día y noche?» (Lc 18, 7).

«Clamar día y noche» a Dios. Nos impresiona esta imagen de la oración. Pero preguntémonos: ¿por qué Dios quiere esto? ¿No conoce Él ya nuestras necesidades? ¿Qué sentido tiene «insistir» con Dios?

Esta es una buena pregunta, que nos hace profundizar en un aspecto muy importante de la fe: Dios nos invita a orar con insistencia no porque no sabe lo que necesitamos, o porque no nos escucha. Al contrario, Él escucha siempre y conoce todo sobre nosotros, con amor. En nuestro camino cotidiano, especialmente en las dificultades, en la lucha contra el mal fuera y dentro de nosotros, el Señor no está lejos, está a nuestro lado; nosotros luchamos con Él a nuestro lado, y nuestra arma es precisamente la oración, que nos hace sentir su presencia junto a nosotros, su misericordia, también su ayuda. Pero la lucha contra el mal es dura y larga, requiere paciencia y resistencia —como Moisés, que debía tener los brazos levantados para que su pueblo pudiera vencer (cf. Ex 17, 8-13). Es así: hay una lucha que conducir cada día; pero Dios es nuestro aliado, la fe en Él es nuestra fuerza, y la oración es la expresión de esta fe. Por ello Jesús nos asegura la victoria, pero al final se pregunta: «Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?» (Lc 18, 8). Si se apaga la fe, se apaga la oración, y nosotros caminamos en la oscuridad, nos extraviamos en el camino de la vida.

Por lo tanto, aprendamos de la viuda del Evangelio a orar siempre, sin cansarnos. ¡Era valiente esta viuda! Sabía luchar por sus hijos. Pienso en muchas mujeres que luchan por su familia, que rezan, que no se cansan nunca. Un recuerdo hoy, de todos nosotros, para estas mujeres que, con su actitud, nos dan un auténtico testimonio de fe, de valor, un modelo de oración. ¡Un recuerdo para ellas! Rezar siempre, pero no para convencer al Señor a fuerza de palabras. Él conoce mejor que nosotros aquello que necesitamos. La oración perseverante es más bien expresión de la fe en un Dios que nos llama a combatir con Él, cada día, en cada momento, para vencer el mal con el bien.

 

Papa Francisco. Ángelus.  9 de octubre 2016.

Queridos hermanos y hermanas:

Con dolor he recibido las noticias sobre las graves consecuencias causadas por el huracán que los días pasados ha golpeado el Caribe, en particular Haití, dejando numerosas víctimas y desplazados, además de ingentes daños materiales. Aseguro mi cercanía a las poblaciones y expreso confianza en el sentido de solidaridad de la Comunidad internacional, de las instituciones católicas y de las personas de buena voluntad. Os invito a uniros a mi oración por estos hermanos y hermanas puestos a la prueba tan duramente.

Ayer en Oviedo (España) han sido proclamados beatos el sacerdote Genaro Fueyo Castañón y tres fieles laicos. Alabamos al Señor por estos heroicos testigos de la fe, añadidos a la multitud de los mártires que ofrecieron su vida en nombre de Cristo.

Dirijo mi saludo más cordial a todos vosotros, queridos peregrinos, que habéis participado en este Jubileo mariano. ¡Gracias por vuestra presencia! Con vosotros quisiera repetir las palabras que san Juan Pablo II pronunció el 8 de octubre del año 2000, en el Acto de consagración jubilar a María: «Hoy queremos confiarte el futuro que nos espera... La humanidad posee hoy instrumentos de potencia inaudita. Puede hacer de este mundo un jardín o reducirlo a un cúmulo de escombros».

Que en esta encrucijada, la Virgen nos ayude a elegir la vida, acogiendo y practicando el Evangelio de Cristo Salvador.

 

Papa Francisco. Ángelus. 13 de octubre de 2019.

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir esta celebración eucarística, deseo saludarlos y darles las gracias a todos ustedes.

Expreso mi agradecimiento a los hermanos cardenales y obispos, así como a sacerdotes, monjas y religiosos y religiosas de todo el mundo, especialmente a los que pertenecen a las familias espirituales de los nuevos Santos. Saludo a todos los fieles laicos que se han reunido aquí.

Saludo a las delegaciones oficiales de varios países, en particular al Señor Presidente de la República Italiana y a Su Alteza el Príncipe de Gales. De hecho, con su testimonio evangélico, estos Santos han fomentado el crecimiento espiritual y social en sus respectivas naciones.

Dirijo un saludo especial a los delegados de la Comunión anglicana, con profunda gratitud por su presencia y también te doy la bienvenida a ti, querido hermano, nuevo Obispo aquí en Roma.

Os saludo a todos vosotros, queridos peregrinos, así como a todos los que han seguido esta Misa a través de la radio y la televisión. Dirijo un saludo especial a los fieles de Polonia que hoy celebran el Día del Papa: les agradezco sus oraciones y su constante afecto.

Y mis pensamientos se dirigen una vez más a Oriente Medio. En particular, a la amada y martirizada Siria, de donde vuelven a llegar noticias dramáticas sobre el destino de las poblaciones del noreste del país, obligadas a abandonar sus hogares a causa de las acciones militares: entre estas poblaciones hay también muchas familias cristianas. A todos los actores involucrados y también a la Comunidad internacional; por favor, renuevo mi llamamiento a comprometerse con sinceridad, con honestidad y trasparencia en el camino del diálogo para buscar soluciones eficaces.

Junto con todos los miembros del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, especialmente los ecuatorianos, sigo con preocupación lo que ha estado sucediendo en ese país en las últimas semanas. Lo encomiendo a la oración común y a la intercesión de los nuevos santos, y me uno al dolor por los muertos, heridos y desaparecidos. Animo a buscar la paz social, con especial atención a las poblaciones más vulnerables, a los pobres y a los derechos humanos.

Y ahora nos dirigimos a la Virgen María, modelo de perfección evangélica, para que nos ayude a seguir el ejemplo de los nuevos Santos.

 

Papa Francisco. Ángelus. 9 de octubre de 2022.

Antes de concluir esta celebración eucarística, saludo y agradezco a todos los que han venido a honrar a los nuevos santos. Saludo a los Cardenales, a los Obispos, a los sacerdotes, a las personas consagradas, especialmente a los Misioneros y Misioneras de San Carlos Borromeo y a los Hermanos Salesianos Coadjutores. Saludo con gratitud a las Delegaciones oficiales.

Hoy, en Fabriano, será beatificada María Costanza Panas, monja clarisa capuchina, que vivió en el monasterio de Fabriano desde 1917 hasta 1963, cuando partió al cielo. Acogía a todos los que llamaban a la puerta del monasterio, infundiendo serenidad y confianza a todos. En sus últimos años, gravemente enferma, ofreció sus sufrimientos por el Concilio Vaticano II, cuyo 60º aniversario de inicio se cumple pasado mañana. Que la Beata María Constanza nos ayude a ser siempre confiados en Dios y acogedores con el prójimo. ¡Un aplauso para la nueva beata!

A propósito del inicio del Concilio, hace 60 años, no podemos olvidar el peligro de guerra nuclear que en aquel entonces amenazaba al mundo. ¿Por qué no aprender de la historia? También en aquella época había conflictos y grandes tensiones, pero se eligió la vía pacífica. Está escrito en la Biblia: «Así habla el Señor: “Deténganse sobre los caminos y miren, pregunten a los senderos antiguos dónde está el buen camino, y vayan por él: así encontrarán tranquilidad para sus almas”» (Jer 6,16).

Aseguro mis oraciones por las víctimas del demencial acto de violencia ocurrido hace tres días en Tailandia. Con conmoción confío al Padre de la Vida, en particular, a los niños pequeños y a sus familias.

Y ahora dirijámonos a la Virgen María para que nos ayude a ser testigos del Evangelio, animados por el ejemplo de los santos.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 21 de octubre de 2007.

Queridos hermanos y hermanas: 

Al final de esta solemne celebración, os renuevo a todos vosotros, queridos amigos de Nápoles, mi saludo y mi agradecimiento por la cordial acogida que me habéis reservado, a pesar de las condiciones un poco difíciles. Dirijo un saludo particular a las delegaciones que han venido de diversas partes del mundo para participar en el Encuentro internacional por la paz, organizado por la Comunidad de San Egidio, que tiene como tema:  "Por un mundo sin violencia:  religiones y culturas en diálogo". Quiera Dios que también esta importante iniciativa cultural y religiosa contribuya a consolidar la paz en el mundo.

Oremos por esta intención; pero oremos hoy también, y de modo especial, por los misioneros. En efecto, se celebra la Jornada mundial de las misiones, que tiene un lema muy significativo:  "Todas las Iglesias para todo el mundo". Cada Iglesia particular es corresponsable de la evangelización de toda la humanidad, y esta cooperación entre las Iglesias fue incrementada por el Papa Pío XII con la encíclica Fidei donum, hace 50 años. Que no falte nuestro apoyo espiritual y material a cuantos trabajan en las fronteras de la misión:  sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos, que a menudo encuentran en su trabajo graves dificultades, y a veces incluso persecuciones.

Encomendemos estas intenciones de oración a María santísima, a la que durante el mes de octubre solemos invocar con el título con que es venerada en el cercano santuario de Pompeya:  Reina del Santo Rosario. A ella le encomendamos, en particular, a los numerosos inmigrantes que han venido aquí en peregrinación desde Caserta. Que la Virgen santísima proteja también a quienes, de diversos modos, se comprometen por el bien común y por un orden justo de la sociedad,  como se subrayó bien durante la 45ª Semana social de los católicos italianos, que se celebró precisamente durante  estos  días  en Pistoya y en Pisa, a cien años de la primera Semana, promovida  sobre  todo por Giuseppe Toniolo, ilustre figura de economista cristiano.

Son muchos los problemas y los desafíos que tenemos hoy ante nosotros. Se requiere un fuerte compromiso de todos, especialmente de los fieles laicos que actúan en el campo social y político, para garantizar a toda persona, y de modo especial a los jóvenes, las condiciones indispensables para desarrollar sus talentos naturales y madurar generosas opciones de vida al servicio de sus propios familiares y de toda la comunidad. Con este fin queremos colaborar todos.

Y ahora nos dirigimos a la Virgen con el acostumbrado rezo del Ángelus.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 17 de octubre de 2010.

Al término de esta solemne celebración, deseo renovar mi cordial saludo a todos los peregrinos que han venido para honrar a los nuevos santos.

Me alegra saludar a los peregrinos francófonos, en particular a la delegación oficial de Canadá y a todos los canadienses aquí presentes para la canonización del padre Andrés Bessette. Escuchando su mensaje, os aliento a seguir sus pasos para acoger libremente y por amor la voluntad de Dios en vuestra existencia. Que al igual que él desbordéis de caridad hacia vuestros hermanos y hermanas más necesitados. Que Dios os bendiga a todos y a vuestras familias. Feliz estancia en Roma.

Saludo cordialmente a todos los peregrinos de lengua inglesa, especialmente a todos aquellos que han venido, tan numerosos, para las canonizaciones de hoy. Que los nuevos santos os acompañen con su intercesión y os inspiren con el ejemplo de su vida santa. Saludo en particular a las delegaciones oficiales de Canadá y Australia que han viajado hasta Roma en honor de san Andrés Bessette y de santa Mary MacKillop. Que Dios os bendiga y os guarde, a todos vosotros, a vuestras familias y a vuestros seres queridos.

Saludo cordialmente a los fieles y peregrinos de lengua alemana. Los santos son la imagen viva del amor de Dios. Nos alegra tener otros seis santos: Estanislao Sołtys, Andrés Bessette, Cándida María Cipitria, Mary MacKillop, Julia Salzano y Camila de Varano, que son para nosotros un ejemplo y nos ayudan como intercesores para nuestra vida de cristianos.

Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española que han participado en la solemne ceremonia de canonización de esta mañana, en especial a los señores cardenales y obispos, así como a la delegación oficial de España. Confío a las religiosas Hijas de Jesús a la intercesión de santa Cándida, su fundadora. Pido a Dios también que los nuevos santos sirvan de modelo al pueblo cristiano, particularmente a los jóvenes, para que sean cada vez más los que acojan la llamada del Señor y entreguen por completo su vida a proclamar la grandeza de su amor.

Saludo calurosamente a todos los polacos que han venido para las canonizaciones. De modo particular doy mi bienvenida a los representantes del episcopado y al presidente de la República polaca. Me uno a vuestra alegría por la gloria de santidad de vuestro compatriota Stanisław Kazimierczyk. Aprendamos de él el espíritu de oración, de contemplación y de sacrificio por el prójimo. Que él sostenga ante Dios a la Iglesia en Polonia, a vosotros aquí presentes, a vuestros seres queridos y a vuestra patria. Os bendigo de corazón.

Saludo a los peregrinos italianos que celebran a santa Bautista Camila de Varano y a santa Julia Salzano, así como a la delegación oficial presente con ocasión de esta feliz circunstancia. En particular mi pensamiento va a sus hijas espirituales, al igual que a los fieles que han venido de Las Marcas y de Campania.

Pensando en Italia, me apremia recordar que hoy, en Reggio Calabria, se concluye la 46° Semana social de los católicos italianos, que ha trazado una «agenda de esperanza» para el futuro del país. Dirijo un saludo cordial a los congresistas, conectados en directo en este momento, y deseo que la búsqueda del bien común constituya siempre la referencia segura para el compromiso de los católicos en la acción social y política.

Dirijámonos ahora con la oración a María santísima, que Dios ha puesto en el centro de la gran asamblea de los santos. A ella encomendemos a toda la Iglesia, para que iluminada con su ejemplo y sostenida por su intercesión, camine con impulso siempre nuevo hacia la patria del cielo.

DOMINGO 30 T. O.

 

Monición de entrada.-

La misa no es la reunión de los buenos, sino de los que intentamos serlo.

Y a la vez sabemos que no lo somos.

Por eso le pedimos ayuda a Jesús.

 

Señor ten piedad.-

Porque a veces nos enfadamos con los amigos. Señor, ten piedad.

Porque a veces nos creemos mejores que los compañeros. Cristo, ten piedad.

Porque a veces nos olvidamos de pedir perdón. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pedimos por el papa Francisco, para que le ayudes. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pedimos por la Iglesia para que sea lugar de perdón. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pedimos por los que ayudan a los pobres. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pedimos por nosotros, para que nos acordemos de ayudar a los que no tienen tantas cosas. Te lo pido, Señor.

 

 Oración a la Virgen María.-

María, madre de Jesús, queremos darte gracias por ayudarnos a no creernos mejores que los niños que no van a misa.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Biblia del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero. Bilbao. 1995.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la Sede. Primera edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 2. Evangelio según san Marcos. Ciudad Nueva. Madrid. 2009.

San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

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