Primera lectura.
Lectura
del libro de Isaías 11, 1-10.
En aquel día, brotará un renuevo del tronco de Jesé, y de su raíz
florecerá un vástago. Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de
sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia
y temor del Señor. Lo inspirará el temor del Señor. No juzgará por apariencias
ni sentenciará de oídas; juzgará a los pobres con justicia, sentenciará con
rectitud a los sencillos de la tierra; pero golpeará al violento con la vara de
su boca, y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia será
ceñidor de su cintura, y la lealtad, cinturón de sus caderas. Habitará el lobo
con el cordero, el leopardo se tumbará con el cabrito, el ternero y el león
pacerán justos: un muchacho será su pastor. La vaca pastará con el oso, sus crías
se tumbarán juntas; el león, como el buey, comerá paja. El niño de pecho retoza
junto al escondrijo de la serpiente, y el recién destetado extiende la mano
hacia la madriguera del áspid. Nadie causará daño ni estrago por todo mi monte
santo: porque está lleno el país del conocimiento del Señor, como las aguas
colman el mar. Aquel día, la raíz de Jesé será elevada como enseña de los
pueblos: se volverán hacia ella las naciones y será gloriosa su morada.
Textos
paralelos.
Dará un vástago el tronco de Jesé.
Is 42, 1-12: Mirad a mi siervo, a quien sostengo;
mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto mi espíritu, para que promueva
el derecho en las naciones. No gritará, no clamará, no voceará por las calles.
La caña cascada no la quebrará, el pabilo vacilante no lo apagará. Promoverá
fielmente el derecho, no vacilará ni se quebrará, hasta implantar el derecho en
la tierra, y su ley que esperan las islas. Así dice el Señor Dios, que creyó y
desplegó el cielo, afianzó la tierra con su vegetación, dio el respiro al
pueblo que habita y el aliento a los que se mueven en ella. Yo, el Señor, te he
llamado para la justicia, te he tomado de la mano, te he formado y te he hecho
alianza de un pueblo, luz de las naciones. Para que abras los ojos de los
ciegos, saques a los cautivos de la prisión y de la mazmorra a los que habitan
en tinieblas: Yo soy el señor, este es mi nombre, no cedo mi gloria a nadie ni
mi honor a los ídolos. Lo antiguo ya ha sucedido, y algo nuevo yo anuncio,
antes de que brote os lo comunico. Cantad al Señor un cántico nuevo, y llegue
su alabanza a los confines de la tierra; los que se hacen al mar, los que lo
pueblan, las costas y sus habitantes.
Sal 72,1: Oh Dios, confía tu juicio al rey, tu
justicia a un hijo de rey.
Jr 23, 5: Mirad que llegan días – oráculo del
Señor – en que daré a David un vástago legítimo. Reinará como rey prudente, y
administrará la justicia y el derecho en el país.
Reposará sobre él el espíritu de Yahvé.
Rm 15, 12: Isaías por su parte dice: Se alzará
el renuevo de Jesé, se levantará a gobernar las naciones: en él esperarán los
pueblos.
Ap 22, 16: Yo, Jesús, envié a mi ángel con
este testimonio para vosotros, acerca de las iglesias. Yo soy el retoño del
linaje de David, el astro brillante de la mañana.
Mt 3, 16: Jesús se bautizó, salió del agua y
al punto se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma
y se posaba sobre él.
1 P 4, 14: Si os insultan por ser cristianos,
dichosos vosotros, porque el Espíritu de Dios y su gloria reposa en vosotros.
Is 9, 5: Porque un niño nos ha nacido, nos ha traído un hijo:
lleva el cetro del principado y se llama “Milagro de consejero, Guerrero
divino, Jefe perpetuo, Príncipe de la paz”.
Juzgará con justicia a los débiles.
Ap 19, 11: Vi el cielo abierto y allí un caballo blanco. Su jinete
se llama Fiel y Veraz, Justo en el gobierno y en la guerra.
Herirá al hombre cruel.
Ap 19, 16: En el manto y sobre el muslo lleva escrito un título:
Rey de reyes y Señor de señores.
Con el soplo de sus labios.
2 Ts 2, 8: Entonces se revelará el Inicuo, al que destruirá el
Señor Jesús con el aliento de su boca y anulará con la manifestación de su
venida.
Serán vecinos el lobo y el cordero.
Is 65, 25: El lobo y el cordero pastarán juntos, el león como el
buey comerán paja. No harán daño ni estrago por todo mi Monte Santo – dice el
Señor –.
Hurgará el niño de pecho en el agujero del áspid.
Sal 91, 13: Porque me quiere, lo pondré a salvo, lo pondré en alto
porque conoce mi nombre.
La tierra estará llena del conocimiento de Yahvé.
Ha 2, 14: Cuando toda la tierra se llene del conocimiento de la
gloria del Señor, como las aguas colman el mar.
Jr 31, 33-34: Así será la alianza que haré con Israel en aquel
tiempo futuro – oráculo del Señor –: Meteré mi Ley en su pecho, la escribiré en
su corazón, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo; ya no tendrán que
enseñarse unos a otros, mutuamente, diciendo: “Tienes que conocer al Señor”,
porque todos, grandes y pequeños, me conocerán – oráculo del Señor –, pues yo
perdono sus culpas y olvido sus pecados.
Is 40, 5: Y se revelará la gloria del Señor y la verán todos los
hombres juntos – ha hablado la boca del Señor –.
Aquel día la raíz de Jesús se alzará como estandarte de los
pueblos.
Rm 15, 12: Isaías por su parte dice: Se alzará el renuevo de Jesé,
se levantará a gobernar las naciones: en él esperarán los pueblos.
Ap 22, 16: Yo, Jesús, envié a mi ángel con este testimonio para
vosotros acerca de las iglesias. Yo soy el retoño del linaje de David, el astro
brillante de la mañana.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
11 Poema mesiánico, que
concreta algunos rasgos esenciales del Mesías futuro: es de linaje davídico,
será lleno del espíritu profético, hará que reine entre los pueblos la
justicia, reflejo terrestre de la santidad de Yahvé, restablecerá la paz
paradisiaca, fruto del conocimiento de Yahvé.
11 1 Padre de David y antepasado de
todos los reyes de Judá y del Mesías.
11 2 El espíritu de Yahvé o el santo
espíritu de Yahvé, su soplo (soplo y espíritu son traducción de la misma
palabra rûah), actúa a través de toda la historia bíblica. Desde antes
de la creación descansa sobre el caos, da la vida a todos los seres. Él suscita
a los Jueces. Él da habilidad a los artesanos, el discernimiento a los Jueces,
la sabiduría a José. Finalmente y sobre todo él inspira a los profetas (Moisés,
David, Elías), mientras que los falsos profetas siguen su propio espíritu. El
presente texto enseña que este espíritu de los profetas será dado al Mesías,
anunciará para los tiempos mesiánicos su efusión universal. Al igual que la
doctrina de la Sabiduría, la doctrina del Espíritu hallará su expresión
definitiva en el NT.
11 3 El espíritu profético confiere
al Mesías las virtudes eminentes de sus grandes antepasados: sabiduría e
inteligencia de Salomón, prudencia y bravura de David, conocimiento y temor de
Yahvé de los Patriarcas y Profetas, Moisés y Jacob y Abraham. La enumeración de
los dones por los LXX y la Vulgata (que añaden la piedad por desdoblamiento del
temor de Yahvé) se ha convertido en nuestra lista de los siete dones del
Espíritu Santo.
11 4 La justicia real debe ser
ejercida sobre todo en favor de los pobres. Va estrechamente unida a la
prosperidad.
11 6 La rebelión del hombre contra
Dios había roto la armonía entre el hombre y la naturaleza, entre el hombre y
el hombre. Los profetas anuncian guerras e invasiones como castigo de las
infidelidades de Israel. A la inversa, la era mesiánica, trayendo el perdón de
los pecados y la reconciliación con Dios y el reino de la justicia, establece
la paz que es su consecuencia: fertilidad del suelo, desarme general, paz
perpetua. La Nueva Alianza es una alianza de Paz. el reino mesiánico es un
reino de paz. Esta paz se extiende al reino animal, hasta la serpiente,
responsable del primer pecado: la era mesiánica se describe aquí simbólicamente
como una vuelta a la paz paradisiaca.
11 8 Este tema tiene su origen en
los relatos de la creación. Ha alimentado la esperanza tanto de los sabios
cuando de los profetas. Es el final de la enemistad entre el hombre y la
serpiente.
11 10 Este poema que data del fin
del destierro babilónico, ha sido puesto en este lugar del libro de Isaías a
causa de la mención de la raíz de Jesé.
Salmo
responsorial
Sal 72 (71), 2.7-8.12-13.17.
Que
en sus días florezca la justicia
y
la paz abunde eternamente. R/.
Dios
mío, confía tu juicio al rey,
tu
justicia al hijo de reyes,
para
que rija a tu pueblo con justicia,
a
tus humildes con rectitud. R/.
En
sus días florezca la justicia
y
la paz hasta que falte la luna;
domine
de mar a mar,
del
Gran Río al confín de la tierra. R/.
Él
librará al pobre que clamaba,
al
afligido que no tenía protector;
él
se apiadará del pobre y del indigente,
y
salvará la vida de los pobres. R/.
Que
su nombre sea eterno,
y
su fama dure como el sol;
él
sea la bendición de todos los pueblos,
y
lo proclamen dichoso todas las razas de la tierra. R/.
Textos
paralelos.
Confía, oh Dios, tu juicio al rey.
Jr 23, 5: Mirad que llegan días – oráculo del
señor – en que daré a David un vástago legítimo. Reinará como rey prudente y
administrará la justicia y el derecho en el país.
Florecerá en sus días la justicia.
2 S 7, 13s: Él edificará un templo en mi honor
y yo consolidaré su trono real para siempre. Yo seré para él un padre, y él
será para mí un hijo; si se tuerce, lo corregiré con varas y golpes , como
suelen los hombres; pero no le retiraré mi lealtad como se la retiré a Saúl, al
que aparté de mi presencia. Tu casa y tu reino durarán por siempre en mi
presencia; tu trono permanecerá para siempre.
Jr 31, 35: Así dice el Señor: que establece el
sol para iluminar el día, el ciclo de la luna y las estrellas para iluminar la
noche, que agita el mar y mugen sus olas – su título es Señor de los ejércitos
–.
Sal 33, 20: Nosotros aguardamos al Señor que
es nuestro auxilio y escudo.
Dominará de mar a mar.
Za 9, 10: Destruirá los carros de Efraín y los
caballos de Jerusalén; destruirá los arcos de guerra y dictará paz a las
naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra.
Si 44, 21: Por eso Dios juró bendecir con su
descendencia a las naciones, multiplicarlo como la arena de las playas, y a su
prole como a las estrellas del cielo; darle en herencia de mar a mar, desde el
Gran Río hasta el extremo del orbe.
Is 27, 1: Aquel día castigará el señor con su
espada grande, templada, robusta, a Leviatán, serpiente huidiza; a Leviatán,
serpiente tortuosa, y dará muerte al dragón marino.
Mi 7, 17: Que muerdan el polvo como culebras o
sabandijas; que salgan temblando de sus baluartes, que teman y se asusten ante
ti, Señor, Dios nuestro.
Is 49, 23: Sus reyes serán ayos; sus
princesas, tus nodrizas; rostro en tierra te rendirán homenaje, lamerán el
polvo de tus pies, y sabrás que yo soy el Señor, que no defraudo a los seres
que esperan en mí.
Pues librará al pobre suplicante.
Jb 29, 12: Con poder aquietó el Mar, con su
destreza machacó el Caos.
Que sirva de bendición a las naciones.
Gn 12, 3: Bendeciré a los que te bendigan,
maldeciré a los que te maldigan. Con tu nombre se bendecirán todas las familias
del mundo.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
72 Este salmo, dedicado
a Salomón, rey justo y pacífico, rico y glorioso, designa al rey ideal del
futuro. Las tradiciones judía y cristiana han visto en él el retrato anticipado
del rey mesiánico anunciado por Isaías 9, 5 y Zacarías 9, 9s.
72 7 (a) Justicia sedeq manuscritos,
versiones: el justo, sadiq hebreo (relectura mesiánica).
72 7 (b) La era mesiánica
durará hasta el fin de los tiempos.
72 8 Los límites de la
Palestina ideal.
72 17 En el estado actual
del texto podría traducirse: “esté su nombre por siempre ante el sol: germinará
(proliferará) en su nombre, relectura que puede aducir al vástago de Jesé y al
nombre mesiánico de Germen.
Segunda
lectura.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 15, 4-9.
Hermanos:
Todo lo que se escribió en el pasado, se escribió para enseñanza
nuestra, a fin de que a través de nuestra paciencia y del consuelo que dan las
Escrituras mantengamos la esperanza. Que el Dios de la paciencia y del consuelo
os conceda tener entre vosotros los mismos sentimientos, según Cristo Jesús; de
este modo unánimes, a una voz, glorificaréis al Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo. Por eso, acogeos mutuamente, como Cristo os acogió para gloria de
Dios. Es decir, Cristo se hizo servidor de la circuncisión en atención a la
fidelidad de Dios, para llevar a cumplimiento las promesas hechas a los
patriarcas y, en cuanto a los gentiles, para que glorifiquen a Dios por su
misericordia; como está escrito: “Por esto te alabaré entre los gentiles y
cantaré para tu nombre”.
Palabra de Dios.
Textos
paralelos.
Se escribió para nuestra formación.
1 Co 10, 6: Estos sucesos nos sirven de escarmiento para
que no deseemos el mal como ellos lo desearon.
Para que con la paciencia y el consuelo que dan las
Escrituras.
2 Tm 3, 6: A este grupo pertenecen esos que se cuelan
dentro de las casas y se llevan cautivadas mujerzuelas cargadas de pecados,
arrastradas por diversas pasiones.
Conservemos la esperanza.
1 M 12, 9: Y aunque con el estímulo de los libros santos no
necesitamos tales alianzas.
2 M 15, 9: Los exhortó con textos de la Ley y los Profetas,
y recordándoles los combates que habían sostenido los enardeció.
Para que unánimes a una voz alabéis al Dios y Padre de
nuestro Señor Jesucristo.
Flp 2, 2: Colmad mi alegría sintiendo lo mismo, con amor
mutuo, concordia y buscando lo mismo.
Cristo se puso al servicio de los circuncisos.
Mt 15, 24: Él contestó: ¡He sido enviado solamente a las
ovejas descarriadas de la Casa de Yahvé!
Para dar cumplimiento a las promesas hechas a los
patriarcas.
Hch 3, 25-26: Vosotros sois herederos de los profetas y de
la alianza que Dios otorgó a nuestros padres, cuando dijo a Abrahán: Por tu
descendencia serán benditas todas las familias del mundo. Dios resucitó a su
siervo y lo envió, primero a vosotros, para que os bendijera haciendo que se
conviertan cada uno de sus maldades.
Para que los gentiles alabasen a Dios por su misericordia.
Ex 34, 6: El Señor pasó ante él proclamando: el Señor, el
señor, el Dios compasivo y clemente, paciente, misericordioso y fiel.
Sal 18, 50: Por eso te daré gracias ante las naciones y
tañeré, Señor, en tu honor.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
2 1
(a) Lo
esencial de este oráculo se encuentra en Mi 4, 1-3. Su origen es discutido. La
opinión más probable es que aquí Mi depende de Is: los argumentos contra la
autenticidad isaiánica del texto (en particular su universalismo) no son
decisivos.
2 1
(b) Este
nuevo título introduce la breve colección de oráculos de los capítulos 2-5.
Evangelio.
X Lectura
del santo evangelio según san Mateo 3, 1-12.
Por aquellos días,
Juan el Bautista se presentó en el desierto de Judea predicando:
-Convertíos, porque
está cerca el reino de los cielos.
Este es el que
anunció el profeta Isaías diciendo: “Voz del que grita en el desierto: Preparad
el camino del Señor, allanad sus senderos”. Juan llevaba un vestido de piel de
camello, como una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes
y miel silvestre. Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de Judea y de la
comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán. Al
ver que muchos fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo:
-¡Raza de víboras!,
¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto que pide la
conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”,
pues os digo que Dios es capaz de sacer hijos de Abrahán de estas piedras. Ya
toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será
talado y echado al fuego. Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero
el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las
sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la
mano, aventará su parva, reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en
una hoguera que no se apaga”.
Textos
paralelos.
|
Mc 1, 1-8 |
Mt 3, 1-12 |
Lc 3, 1-18 |
|
Comienzo del
Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Como está escrito
en el profeta Isaías: “Yo envío a mi mensajero delante de ti, el cual
preparará tu camino;
voz que grita en
el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus senderos”;
se presentó Juan
en el desierto bautizando y predicando un bautismo de conversión para el
perdón de los pecados.
Acudía a él toda
la región de Judea y toda la gente de Jerusalén. Él los bautizaba en el río
Jordán y confesaban sus pecados.
Juan iba vestido
de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura y se alimentaba de
saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: -Detrás de mí
viene el que es más fuerte que yo y no merezco agacharme para desatarle la
correa de sus sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará
con Espíritu Santo. |
Por aquellos días,
Juan el Bautista se presenta en el desierto de Judea, predicando: -Convertíos,
porque está cerca el reino de los cielos.
Este es el que
anunció el profeta Isaías, diciendo:
-Voz del que grita
en el desierto: “Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos”.
Juan llevaba un
vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se
alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Y acudía a él toda la gente de Jerusalén, de
Judea y de la comarca del Jordán; confesaban sus pecados y él los bautizaba
en el Jordán.
Juan llevaba un
vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se
alimentaba de saltamontes y miel silvestre.
Al ver que muchos
fariseos y saduceos venían a que los bautizara, les dijo: -¡Raza de
víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente? Dad el fruto
que pide la conversión. Y no os hagáis
ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a Abrahán”, pues os digo que Dios es
capaz de sacar hijos de Abrahán de estas piedras. Ya toca el hacha la raíz de
los árboles, y todo árbol que no dé buen fruto será talado y echado al fuego.
Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí
es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará
con Espíritu Santo y fuego. Él tiene el bieldo en la mano: aventará su parva,
reunirá su trigo en el granero y quemará la paja en una hoguera que no se
apaga. |
En el año
decimoquinto del imperio del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato
gobernador de Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo
tetrarca de Iturea y Traconítide, y Lisanio tetrarca de Abilene, bajo el sumo
sacerdocio de Anás y Caifás, vino la
palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto.
Y recorrió toda la
comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión, para perdón de los
pecados,
como está escrito
en el libro de los oráculos del profeta Isaías:
“Voz que grita en el desierto: preparad el
camino del Señor, allanad sus senderos; los valles serán rellenados, los
montes y colinas serán rebajados, lo torcido será enderezado, lo escabroso
será camino llano. Y toda carne verá la salvación de Dios.
A los que venían
para ser bautizados les decía:
-¡Raza de
víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
Dad el fruto que
pide la conversión. Y no os hagáis ilusiones, pensando: “Tenemos por padre a
Abrahán”, pues os digo que Dios es capaz de sacar de estas piedras hijos de
Abrahán. Ya toca el hacha la raíz de los árboles, y todo árbol que no de buen
fruto será talado y echado al fuego. La gente le
preguntaba: -Entonces, ¿qué
debemos hacer? Él contestaba: -El que tenga dos
túnicas, que comparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo
mismo.
Vinieron también a
bautizarse unos publicanos y le preguntaron: -Maestro, ¿qué
debemos hacer nosotros? Él les contestó: -No exijáis más de
lo establecido. Unos soldados
igualmente le preguntaban: -Y nosotros, ¿qué
debemos hacer? Él les contestó: -No hagáis
extorsión ni os aprovechéis de nadie con falsas denuncias, sino contentaos
con la paga. Como el pueblo
estaba expectante, y todos se preguntaban en su interior sobre Juan si no
sería el Mesías, Juan les respondió dirigiéndose a todos: -Yo os bautizo con
agua; pero el que es más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la
correa de sus sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego; en su
mano tiene el bieldo para aventar su parva, reunir su trigo en el granero y
quemar la paja en una hoguera que no se apaga. Con estas y muchas
exhortaciones anunciaba al pueblo el Evangelio.
A los que venían
para ser bautizados les decía: -¡Raza de
víboras!, ¿quién os ha enseñado a escapar del castigo inminente?
|
Se presentó Juan el Bautista.
Jn 3, 23: También Juan estaba
bautizando en Enón, cerca de Salín, porque había allí agua abundante; la gente
acudía y se bautizaba.
Convertíos, porque ha llegado el
Reino de los cielos.
Mc 1, 15: Decía: “Se ha cumplido
el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio”.
Hch 2, 38: Pedro les contestó:
“Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el
Mesías, para perdón de vuestros pecados”.
Is 56, 1: Esto dice el Señor:
“Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por
llegar, y mi justicia se va a manifestar”.
Mt 4, 17: Desde entonces comenzó
Jesús a predicar diciendo: “Convertíos, porque está cerca el reino de los
cielos”.
Mt 10, 7: Id y proclamad que ha
llegado el reino de los cielos.
Voz que clama en el desierto.
Is 40, 3: Una voz grita: “En el
desierto preparadle un camino al Señor; allanad en la estepa una calzada para
nuestro Dios”.
Preparad el camino del Señor.
Jn 1, 23: Él contestó: “Yo soy la
voz que grita en el desierto: ‘Allanad el camino del Señor’, como dijo el
profeta Isaías”.
Juan llevaba un vestido hecho de
pelos.
Mt 11, 8: ¿O qué
salisteis a ver, un hombre vestido con lujo? Mirad, los que visten con lujo
habitan en los palacios.
2 R 1, 8: Le
respondieron: “Uno vestido de pieles y con una faja ceñida a la cintura”. Él
reconoció: “Es Elías, el tesbita”.
Se alimentaba de
langostas y miel silvestre.
Lv 11, 21-22: Pero
de todos los bichos alados que andan sobre cuatro patas, podéis comer aquellos
que, además de sus cuatro patas, tienen zancas para saltar con ellas sobre el
suelo. De estos podéis comer los siguientes: la langosta en todas sus variedades
y todas las variedades de saltamontes, caballetas y grillos.
Mt 11, 7: Al irse
ellos, Jesús se puso a hablar a la gente sobre Juan: “¿Qué salisteis a
contemplar en el desierto, una caña sacudida por el viento?
Gente de Jerusalén,
de toda Judea.
Gn 13, 11: Lot se
escogió la vega del Jordán y marchó hacia levante; y así se separaron el uno
del otro.
Región del Jordán.
Jn 1, 28: Esto
pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde Juan estaba bautizando.
Tras confesar sus
pecados.
Jn 5, 35: Juan era
la lámpara que ardía y brillaba, y vosotros quisisteis gozar un instante de su
luz.
Cuando vio venir a
muchos fariseos.
Sal 140, 3-4: Que
planean maldades en su corazón y todo el día provocan contiendas; afilan sus
lenguas como serpientes, con veneno de víboras en los labios.
Is 59, 5: Cascan
huevos de serpiente y tejen telarañas; quien come de esos huevos, muere, cuando
los aprietan, de ellos salen víboras.
Mt 12, 34: Raza de
víboras, ¿cómo podéis decir cosas buenas si sois malos? Porque de lo que rebosa
el corazón habla la boca.
Mt 23, 33:
¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio de la gehenna?
Quién os ha enseñado
a huir de la ira inminente.
Am 5, 18: ¡Ay de los
que ansían el Día del Señor! ¿De qué os servirá el Día del Señor? ¡Será
tinieblas, y no luz!
Rm 1, 18: La ira de
Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres,
que tienen la verdad prisionera de la injusticia.
Dad fruto digno de
conversión.
Jn 8, 33-40: Le
replicaron: “Somos del linaje de Abrahán y nunca hemos sido esclavos de nadie.
¿Cómo dices tú: ‘Seréis libres?”. Jesús les contestó: “En verdad, en verdad os
digo: todo el que comete pecado es esclavo. El esclavo no se queda en la casa
para siembre, el hijo se queda para siempre. Y si el Hijo os hace libres,
seréis realmente libres. Ya sé que sois linaje de Abrahán: sin embargo tratáis
de matarme, porque mi palabra no cala en vosotros. Yo hablo de lo que he visto
junto a mi Padre, pero vosotros hacéis lo que habéis oído a vuestro padre”.
Ellos replicaron: “Nuestro padre es Abrahán”. Jesús les dijo: “Si fuerais hijos
de Abrahán, haríais lo que hizo Abrahán. Sin embargo, tratáis de matarme a mí,
que os he hablado de la verdad que le escuché a Dios; y eso no lo hizo
Abrahán”.
Rm 9, 7-8: Ni porque
sean descendencia de Abrahán son todos hijos, sino que tus descendientes se
llamarán tales a través de Isaac. Es decir, hijos de Dios no son los hijos de
la carne, sino que los hijos de la promesa son los que se cuentan como descendencia.
Ga 3, 7: En efecto,
la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le
adelantó a Abrahán la buena noticia de que por ti serán benditas todas las
naciones.
Ga 4, 21-22: Decidme
vosotros, los que queréis someteros a la ley: ¿No oís lo que dice la ley?
Porque está escrito que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la
libre.
Ya está el hacha
puesta a la raíz.
Mt 7, 19: El árbol
sano no puede dar frutos malos, ni el árbol dañado dar frutos buenos.
Mt 12, 33: Plantad
un árbol bueno y el fruto será bueno; plantad un árbol malo y el fruto será
malo; porque el árbol se conoce por su fruto.
Todo árbol que no de
buen fruto.
Is 10, 34: Cae bajo
el hierro la espesura del bosque, se desploma el Líbano con todo su esplendor.
Jr 46, 22: Silba y
escapa como serpiente, al ver que se acerca el ejército: llegan contra ella con
hachas, igual que si fueran leñadores.
Lc 13, 6-9: Y dijo
está parábola: “Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto
en ella, y no lo encontró. Dijo entonces al viñador: Ya ves, tres años llevo
viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala: ¿Para qué
va a perjudicar el terreno? Pero el viñador respondió: Señor, déjala todavía
este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si
da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar.
Jn 15, 1-6: Yo soy
la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto
en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí,
y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece
en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid,
vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto
abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo
tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al
fuego, y arden.
Bautizo con agua en
señal de conversión.
Jn 1, 26-33: Juan
les respondió: “Yo bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no
conocéis, el que viene detrás de mí, y al que no soy digno de desatar la correa
de la sandalia”. Esto pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán, donde
Juan estaba bautizando. Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que venía hacia
él, exclamó: “Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este
es aquel de quien yo dije: ‘Tras de mí viene un hombre que está por delante de
mí, porque existía antes que yo’. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar
con agua, para que sea manifestado a Israel”. Y Juan dio testimonio diciendo:
“He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó
sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo:
‘Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que
bautizará con Espíritu Santo’. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que
este es el Hijo de Dios”.
Hch 1, 5: Porque
Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días.
El bieldo y va a
aventar su parva.
Is 41, 16: Los
aventarás y el viento se los llevará, el vendaval los dispersará. Pero tú te
alegrarás en el Señor, te gloriarás en el Santo de Israel.
Jr 15, 7: Los he
avenado con la horquilla, por todas las ciudades del país; he dejado a mi
pueblo sin hijos, lo he destruido del todo, pero no han cambiado mi conducta.
Sb 5, 14: Si, la
esperanza del impío es brizna que arrebata el viento, espuma ligera que
arrastra el vendaval, humo que el viento disipa, recuerdo fugaz del huésped de
un día.
Sb 5, 23: Se
levantará contra ellos un viento impetuoso que los aventará como huracán. Así
la iniquidad asolará toda la tierra y la maldad derrocará los tronos de los
poderosos.
Ap 14, 14: Miré, y
apareció una nube blanca; y sentado sobre la nube alguien como un Hijo de
hombre, que tenía en la cabeza una corona de oro y en su mano una hoz afilada.
Mt 13, 42: Y los
arrojarán al horno de fuego, allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre. El que tenga
oídos que oiga.
Mt 13, 50: Y los
echarán al horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes.
Is 48, 10: Te he
purificado, pero no como la plata; te puse a prueba en el crisol de la
desgracia.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
3 1
(a) Expresión
estereotipada, que no tiene más que un valor de transición – El relato de la
vida pública de Jesús es introducido, como en Mc y Lc, por un tríptico:
predicación de Juan (3, 1-12), bautismo de Jesús (3, 13-17) y tentación de
Jesús (4, 1-11).
3 1
(b) Se
trata del verbo griego heryssein, del que deriva el sustantivo kérygma
(kerigma = proclamación). Del uso profano (anuncio del heraldo en nombre
del rey, Gn 41, 43) el verbo pasó al ámbito religioso (proclamación en nombre
de Dios, Jl 2, 1). Empleado aquí para la predicación de Juan Bautista, lo será
también para la de Jesús, la de sus discípulos y la de la Iglesia primitiva. En
Mt (salvo en 11, 1) el contenido de la proclamación es brevemente reseñado o
condensado en las expresiones “Evangelio del Reino” o simplemente “Evangelio”.
Notar que los verbos proclamar y evangelizar (=anunciar una buena
noticia) podrían ser más o menos sinónimos en los LXX.
3 1
(c) Región
montañosa y desolada que se extiende entre el yugo montañoso central de
Palestina y la depresión del Jordán y del mar Muerto.
3 2
(a) La
metanoia, etimológicamente “cambio de mente”, designa una renuncia al
pecado, una “penitencia”. Este pesar, que mira hacia el pasado, va acompañado
normalmente de una “conversión”, verbo griego epistréfein), por la que
el hombre se vuelve a Dios e inicia una vida nueva. Estos dos aspectos
complementarios de un mismo movimiento del alma no se distinguen siempre en el
vocabulario. Penitencia y conversión son la condición necesaria para recibir la
salvación que trae el Reino de Dios. La llamada a la penitencia lanzada por
Juan Bautista será repetida por Jesús, por sus discípulos y por Pablo.
3 2
(b) “ha
llegado” (engiken), es decir, está presente. Pero esta presencia se entiende, o bien, está secretamente
inaugurado en la persona y la actividad de Jesús, pero pronto se manifestará a
todos. Otros traducen “está cerca”, en el sentido de que Jesús anuncia la
llegada o la irrupción inminente y universal del Reino.
3 2
(c) En
lugar de “Reino de Dios”, expresión propia de Mt que responde a la preocupación
judía por sustituir el Nombre de Dios con una metáfora.
3 3 En la cita de Is 40,
3 los sinópticos siguen a los LXX, que vinculan “en el desierto” a “voz” y no a
“preparad”, como en el texto hebreo. Reemplazan “las sendas de nuestro Dios”,
por “sus sendas”, haciendo así posible la aplicación del texto al propio Jesús.
3 4 Juan adopta la
vestimenta clásica de los profetas (Za 13, 4), en particular la de Elías (2 R
1, 8); que vuelven en la persona de Juan Bautista.
3 6 El rito de
inmersión, símbolo de purificación o de renovación, era conocido en las
religiones antiguas y en el Judaísmo (Bautismo de los Prosélitos, Esenios). Aun
inspirándose en estos precedentes, el bautismo de Juan se distingue de ellos
por tres rasgos principales: apunta a una purificación no ya ritual sino moral;
no se repite, y cobra por ello el aspecto de una iniciación; tiene un valor
escatológico, ya que introduce en el grupo de los que profesan una espera
activa del Mesías próximo y constituyen por anticipado una comunidad. Su
eficacia es real, pero no sacramental, puesto que depende del Juicio de Dios,
que aún ha de venir en la persona del Mesías, cuyo fuego purificará o
consumirá, según que se esté bien o mal dispuesto, y quien únicamente bautizará
“en el Espíritu Santo”. Este bautismo de Juan aún será practicado por los
discípulos de Cristo, Jn 4, 1-2, hasta el día en que quede absorbido por el
nuevo rito instituido por Cristo resucitado.
3 7
(a) Secta
de judíos, observantes de la Ley, muy apegados a la tradición oral de los
doctores. La interpretación diferente y profundizadora que Jesús da a la Ley, y
su trato con los pecadores, no podían menos de suscitar por parte de ellos, una
oposición, de la que los evangelios, sobre todo Mt, han conservado numerosos
ecos. La polémica lanzada por Mt contra los sucesores de los fariseos ha
influido negativamente en la opinión que se tiene de ellos. Sin embargo, Jesús
mantuvo con algunas relaciones amistosas y los discípulos encontraron en ellos
aliados contra los saduceos, Hch 23, 6-10. No se puede negar su celo ni en
ocasiones su rectitud. El mismo Pablo se enorgullece de su pasado fariseo.
3 7
(b) Estos,
por reacción contra los fariseos, rechazaban toda tradición fuera de la Ley
escrita. Menos celosos y más preocupados por la política, se reclutaban sobre
todo entre las grandes familias sacerdotales. El partido de los sumos
sacerdotes estaba compuesto en gran parte por saduceos. Estos también se
enfrentaban a Jesús y a sus discípulos.
3 7
(c) La
ira del Día de Yahvé que debía inaugurar la era mesiánica.
3 8 “dignos” (axios),
idéntico adjetivo que en Mt 10, 10. El término “fruto” (karpós) en
singular, designa aquí la conducta global de la persona, no una manifestación
particular de piedad o de moral. La conversión requerida no es fruto de la
predicación del bautista O bien Juan exige que la conversión real se manifieste
en la conducta, o bien denuncia la conversión de los oyentes como ilusoria,
pues no se corresponde con la realidad. Esta segunda interpretación podría
apoyarse en 3, 9.10.
3 11
(a) Solo
aquí y en 12, 29 Jesús es designado como “Fuerte” (isckyrós),
cualificación que caracterizaba a Dios en el AT (Dn 9, 4) y, hacia la época de
Jesús, al Mesías esperado (ver Salmos de Salomón). En lugar de “fuerza”,
Mateo prefiere el término “autoridad” (exousía).
3 11
(b) El
fuego, medio de purificación menos material y más eficaz que el agua, simboliza
ya en el AT, ver Is 1, 25; Za 13, 9; Ml 3, 2-3, la intervención soberana de
Dios y de su Espíritu para purificar las conciencias.
3 12
El
fuego de la Gehenna que consume por siempre lo que no ha podido ser purificado.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
1 SE PRESENTÓ: lit. se
presenta (el tiempo verbal griego es presente histórico). // EL DESIERTO DE
JUDEA: zona despoblada, entre Jerusalén y el mar Muerto, Juan predicó no lejos
de Qumrán.
2 El versículo
empieza, lit.: diciendo (algunos manuscritos leen y diciendo);
equivale a nuestros dos puntos ortográficos (:). // ARREPENTÍOS: casi sinónimo
de convertíos (epistréphete; en Hch 3, 19 aparece la bina
“arrepentíos y convertíos”). Convertirse, “metanoeîn” (en griego
profano: cambiar la mentalidad), es, en su aspecto moral, “arrepentirse”: un
movimiento que, si bien requiere una labor intelectual (“arrepentirse supone
gran inteligencia, porque el pecador se da cuenta de que hizo lo malo ante el Señor”:
Hermas, Mandata (“El Pastor”) IV, 2, 2), para un semita afecta al
hombre entero: arrepentirse es cambiar completamente de orientación y de
conducta. // HA LLEGADO: ha de acercarse equivale a “llegar”: ya está
ahí, o está a la puerta (cf. la expresión similar de 12, 28): // EL
REINO DE LOS CIELOS o reino celeste contrapuesto a los reinos de la
tierra, es la misma realidad llamada en otros pasajes “reino de Dios”. // LOS
CIELOS: fórmula rabínica para evitar pronunciar a la ligera el nombre de Dios.
3 ANUNCIADO: se
entiende, por Dios.
4 JUAN: lit. él en
persona, Juan. // UNA FAJA, no para ceñir la túnica, sino como calzón
corto; o lienzo en torno a la cintura, como el de un esclavo.
7 ¡ENGENDROS DE
VÍBORAS!: viboreznos. En Lc 3, 7 esa implicación va dirigida “al gentío” en
general; en Mt se dirige a LOS FARISEOS Y SADUCEOS (cf. Hch 23, 6); en 12, 34 y
23,33 solamente a los fariseos. En los himnos de Qumrán una imagen parecida –
la mujer que ha concebido de una serpiente – parece referirse también a los
fariseos. // LA IRA divina, “explosión” de la santidad de Dios ante el pecado
humano; la justicia vindicativa divina: el castigo.
8 FRUTO: conjunto de
buenas obras, exigidas por un ARREPENTIMIENTO serio; lo produce “el árbol” (v.
10), hecho fecundo al arrepentirse.
9 EN VUESTRO INTERIOR:
lit. en (vosotros) mismos.
11 CON AGUA: lit. en
agua, traducción griega incorrecta de un he hebreo instrumental, que
no excluye el sentido local (el agua sería sitio e instrumento: se purifica en
el agua y con el agua); esto vale también para “con fuego”.
// PARA QUE OS ARREPINTÁIS: lit. para arrepentimiento. // EL QUE VIENE:
o el que va a venir, el que está a punto de llegar; o el que tiene
que venir (cf. 11, 3). El esclavo lleva EN LA MANO el CALZADO que puede
necesitar su amo. // FUEGO DE(L) ESPÍRITU SANTO: entendiendo a manera de
endíadis el texto lit. (Espíritu Santo y fuego); podría entenderse
también: “con Espíritu Santo que es como fuego (cf. Hb 12, 29); o “el
Espíritu Santo que purifica (¿o castiga? (cf. v. 12) con fuego.
El FUEGO es símbolo bíblico de la acción del Espíritu Santo, que transforma
cuanto toca, y que no debemos apagar (cf. 1 Ts 5, 19).
12 LIMPIARÁ A FONDO el
grano de SU ERA, separándolo de la paja.
Notas
exegéticas de la Biblia Didajé.
3, 3
Voz
que grieta en el desierto (cf. Is 40, 3): Juan Bautista fue el último y el
mayor de los profetas porque señaló inmediata y directamente la venida de
Cristo. La vestimenta de Juan recuerda a la de Elías (cf. 2 Re 1, 8), y, en
efecto, viene con el espíritu y el poder de Elías. Cat. 523, 717-1720.
3, 7
Los
fariseos y saduceos eran dos grupos dominantes entre los judíos del siglo
primero., Los saduceos eran la clase sacerdotal y generalmente más rica:
negaban la resurrección de los muertos; solo aceptaban como Ley el Pentateuco.
Los fariseos eran maestros de la Ley, más numerosos que los saduceos y más
populares entre la mayoría de los judíos; aceptaban los libros proféticos y los
Escritos como palabra revelada y creían en la resurrección de los muertos. Otro
grupo, los esenios (a menudo asociados con los manuscritos del mar Muerto
encontrados en Qumrán), no es mencionado directamente en el Nuevo Testamento.
Cat. 993.
3,
7-12 En su predicación sobre la venida del Mesías, Juan Bautista advirtió
sobre el juicio final e instó al arrepentimiento. Su bautismo no perdonaba los
pecados; más bien anunciaba el sacramento del bautismo de Cristo, que sí
perdonaba los pecados y concedía vida nueva. Cat. 535, 678.
3,
12 Un
bieldo es una herramienta con forma de pala con la que se avienta el trigo al
aire para separarlo de la paja (salvado). La paja se aventaba al ser más
ligera, mientras que los granos de trigo caen en el suelo, al final de los
tiempos. Cristo separará los justos de los pecadores. Cat. 1040.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
Cat. 523, 717-1720. Cat. 993. 535, 678, 1040
523 San Juan Bautista es el precursor
inmediato del Señor, enviado para prepararle el camino. “Profeta del Altísimo”,
sobrepasa a todos los profetas, de los que es el último, e inaugura el
Evangelio; desde el seno de su madre saluda la venida de Cristo y encuentra su
alegría en ser amigo del esposo a quien señala como el Cordero de Dos que quita
el pecado del mundo. Precediendo a Jesús con el espíritu y el poder de Elías,
da testimonio de él mediante su predicación, su bautismo de conversión y
finalmente con su martirio.
720 Con Juan el Bautista, el Espíritu
Santo inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en Cristo: volver a dar
al hombre la semejanza divina. El bautismo de Juan era para el arrepentimiento,
el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento.
993 Los fariseos y muchos
contemporáneos del Señor esperaban la resurrección. Jesús la enseña finalmente.
A los saduceos que la niegan responde: “Vosotros no conocéis ni las Escrituras
ni el poder de Dios, vosotros estáis en el error” (Mc 12, 24). La fe en la
resurrección descansa en la fe en Dios que “no es un Dios de muertos sino de
vivos” (Mc 12, 27).
678 Siguiendo a los profetas y a Juan
Bautista, Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces,
se pondrán a la luz la conducta de cada uno y el secreto de los corazones.
Entonces será condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la
gracia ofrecida por Dios. La actitud con respecto al prójimo revelará la
acogida o el rechazo de la gracia y del amor divino. Jesús dirá en el último
día: “Cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo
hicisteis” (Mt 25, 40).
1040 El Juicio final sucederá cuando
vuelva Cristo glorioso. Solo el Padre conoce el día y la hora en que tendrá
lugar; solo Él decidirá su advenimiento. Entonces Él pronunciará por medio de
su Hijo Jesucristo, su palabra definitiva sobre toda la historia. Nosotros no
conoceremos el sentido último de toda la obra de la creación y de toda la
economía de la salvación, y comprenderemos los caminos admirables por los que
su providencia habrá conducido todas las cosas a su fin último. El Juicio final
revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las injusticias cometidas por
sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte.
Concilio Vaticano II
Mientras moramos en este cuerpo, vivimos en el
destierro, lejos del Señor, y aunque poseemos las primicias del Espíritu,
gemimos en nuestro interior y ansiamos estar con Cristo. Ese mismo amor nos
apremia a vivir más y más para Aquel que murió y resucitó por nosotros. Por eso
procuramos agradar en todo al Señor y nos revestimos de la armadura de Dios
para permanecer firmes contra las asechanzas del demonio y resistir en el día
malo. Y como no sabemos el día ni la hora, es necesario, según la amonestación
del Señor, que velemos constantemente, para que, terminado el único plazo de
nuestra vida terrena, merezcamos entrar con Él a las bodas y ser contados entre
los elegidos, y no se nos mande, como a siervos malos y perezosos, ir al fuego
eterno, a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes.
Pues antes de reinar con Cristo glorioso, todos debemos comparecer ante el
tribunal de Dios para dar cuenta cada uno de las obras buenas o malas que haya
hecho en su vida mortal; y al fin del mundo saldrán los que obraron bien para
la resurrección de vida; los que obraron mal para la resurrección de
condenación. Teniendo, pues, por cierto que los padecimientos de esta vida son
nada en comparación con la gloria futura que se ha de revelar en nosotros, con
fe firme aguardamos la esperanza bienaventurada y la llegada de la gloria del
gran Dios y Salvador Jesucristo, quien transfigurará nuestro abyecto cuerpo en
cuerpo glorioso semejante al suyo y vendrá para ser glorificado en sus santos y
mostrarse admirable en todos los que creyeron.
Lumen Gentium, 48.
San Agustín
Y no os extrañe la multitud de cristianos malos que
llenan la Iglesia, que comulgan del mismo altar, que alaban a grandes voces al
obispo o al presbítero, que hablan sobre las buenas costumbres. Gracias a ellos
se cumple lo que predijo en el salmo quien nos ha congregado: Hice el
anuncio, hablé, y se multiplicaron por encima del número (Sal 39, 6).
Pueden estar con nosotros en la Iglesia en este tiempo, pero no les será
posible en aquella asamblea de santos que tendrá lugar después de la
resurrección. La Iglesia de este tiempo es igual que una era que tiene grano y
paja mezclados, es decir, buenos y malos juntos. Después del juicio, en cambio,
tendrá solamente buenos sin malo alguno.
El que es grano, gócese con temblor, permanezca en
la era, no se aleje de ella. No intente desprenderse de lo que a su juicio es
paja, puesto que, si desea separarse ahora de la paja, no podrá permanecer en
la era, y, cuando llegue quien sabe separar sin equivocarse, no conducirá al
granero lo que no encontró en la era.
Por tanto, amadísimos, el que es bueno soporte al
malo; el que es malo imite al bueno. En esta era, efectivamente, los granos
pueden volverse paja, y, a su vez, de la paja salir grano. Son cosas que
acaecen a diario, hermanos míos; esta vida está llena de penas y consuelos. A
diario caen y perecen quienes parecían buenos, y, al revés, se convierten y
recobran la vida quienes parecían malos.
Escuchadme, granos; oídme los que sois lo que quiero
que seáis; escuchadme, granos. No os entristezca la mezcla de la paja: no os
acompañará por siempre. ¿Cuánto pesa la paja? Gracias a Dios es leve.
Preocupémonos solo de ser grano, y, por mucha que ella sea, no os oprimirá.
Escucha, séate de provecho la paciencia de Dios; que
el contacto y la amonestación del grano te convierta en grano. No te falta la
lluvia de la palabra de Dios; no sea estéril en vosotros el campo de Dios.
Reverdeced, pues; granad, madurad. Quien os sembró quiere encontrar espigas, no
espinas.
Sermón 223, 3. I, pgs. 67-70.
Los Santos Padres.
Él preparaba las almas de los fieles, en las cuales caminaría el Señor
para que siendo él puro, caminara por caminos muy puros.
Jerónimo, Comentario al Ev. de Mateo, 1, 3,3. Ia, pg. 83.
Su misión era preparar de antemano las almas para que recibieran al Dios
del universo.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 10, 3. Ia, pg.
84.
Juan comía langostas, pues también el pueblo se alimentaba de una palabra
que parecía venir por el aire, pero no volaba con alas ni se había posado
todavía sobre la tierra. Comía miel, no cultivada por los hombres, pues la miel
producida por la ley y por los profetas no la habían cultivado porque no habían
desentrañado su voluntad ni investigado las Escrituras.
Orígenes, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 41. Ia, pg. 86.
Habéis oído cómo (Juan) se apartó del pecado para hacer penitencia como
una langosta, y dobló sus rodillas como señal del peso de la penitencia. mezcló
su comida con miel para que la misericordia atemperara el amargor de la
penitencia.
Pedro Crisólogo, Sermones, 167, 9. Ia, pg. 86.
Se puede decir que “frutos de penitencia” son, en primer lugar, la fe en
Cristo y, luego, el comportamiento evangélico consistente “en la novedad de
vida” y en estar liberado de la necedad de la letra.
Cirilo de Alejandría, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo¸ 20. Ia,
pg. 90.
Juan trata por todos los medios de infundirles temor a finde despertarlos
y empujarlos a la penitencia.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 11, 3. Ia, pg.
91.
San Juan de Ávila
Y luego dígase de la virtud de la penitencia, que es segunda condición,
sin la cual ninguno puede entrar en el cielo. Nisi paenitentiam habueritis omnes simul peribits,
si no os convertís, todos pereceréis(cf. Lc 13, 5). Esta penitencia nos es tan
necesaria que los profetas del Viejo Testamento la dicen y repiten muchas
veces. Cum
egerit paenitentiam ab omnibus p3eccatis suis, quae operatus est, et
custodierit praecepta mea, et fecerit iudicium, et iustitiam, vita vivet et non
morietur , si se arrepiente de los
pecados cometidos, guarda todos mis mandamientos y se comporta recta y
honradamente, vivirá y no morirá (cf. Ez 18, 21); y también San Juan Bautista
predicó: Poenitentiam
agite, haced penitencia (Mt 3, 1). Finalmente, todos los santos dicen que ninguno puede entrar
en el cielo sin ella. Este dolor y penitencia ha de nacer de amor de estar uno
abrasado en Dios.
A sacerdotes. I, pg. 869.
Cristo comienza a predicar, y comienza con las mesmas palabras que Sant
Juan: Poenitentiam
agite (Mt 3,
2).
Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas. II, pg. 27.
Y mírese cuán mal y deshonestamente se pinta la imagen de San Juan
Baptista, dejándole desnudos los brazos y piernas y poniéndole un pellejo
entero de camello con su cabeza, no entendiendo que en el Evangelio dice que habebat vestimentum de
pilis cameli (Mt
3, 4), que era vestido de penitencia y no de pieles.
Lo que se debe avisar a los obispos. II, pg. 517-518.
El árbol que, siendo plantado en la Iglesia y estando alentado con tal
espíritu, no produjere los frutos que aquí pone el Apóstol, ya está amenazado,
y le está dicho en el Evangelio lo que será de él: Omnis ergo arbor quae non facit fructum bonum,
excidetur et in ignem mittetur (Mt 3, 10).
Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas. II, pg. 103.
Y los que les mandan predicar es que el rey de los cielos, se ha acercado (Mt 3, 2) de pretérito, que
quiere decir: las leyes del Evangelio, que son conformes a las del cielo, y la
gracia del Espíritu Santo, que se ganó por la muerte del Señor.
Fiesta de Evangelistas. III, pg. 1087.
San Oscar Romero.
Cristianos, esta es la palabra que la Iglesia vuelve a
repetir en las cercanías de la Navidad: No habrá un continente nuevo en América
Latina con sólo cambiar estructuras, con sólo dar leyes, con sólo reprimir por
la fuerza. Eso es sembrar más la dificultad. Sólo puede haber un continente
nuevo, un pueblo nuevo, con hombres nuevos. Como San Pablo nos dice hoy,
renovándose desde dentro, vistiéndose a Cristo, convirtiéndose como dice Juan
Bautista e Isaías el profeta.
Yo les invito hermanos, a que hagamos de esta temporada de
Adviento, como una preparación para el nacimiento del Niño Jesús, una revisión
sincera a nuestro propio corazón, y depongamos de allí, todo aquello que
estorba a la venida de Jesús al mundo, porque todos estamos estorbando.
Comencemos por preparar los caminos en el desierto y florecerá el tronco seco y
las piedras se convertirán en hijos de Dios y los salvadoreños, que nos hemos
hecho fieras unos con otros, conviviremos la alegría de ser hermanos hijos de
Dios. Así sea.
Homilía, 4 de diciembre de 1977.
León XIV. Audiencia general. 26 de
noviembre de 2025. Ciclo
de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. IV. La
Resurrección de Cristo y los desafíos del mundo actual 6. Esperar en la
vida para generar vida
¡Queridos
hermanos y hermanas, buenos días y bienvenidos!
La
Pascua de Cristo ilumina el misterio de la vida y nos permite mirarlo con
esperanza. Esto no es siempre fácil o se da por descontado. Muchas vidas, en todas las partes del mundo,
aparecen como fatigadas, dolorosas, llenas de problemas y de obstáculos por
superar. Sin embargo, el ser humano recibe la vida como un don: no la
pide, no la elige, la experimenta en su misterio desde el primer día hasta el
último. La vida tiene su especificidad extraordinaria: nos es ofrecida, no
podemos dárnoslas nosotros mismos, y tiene que ser alimentada constantemente:
es necesario un cuidado que la mantenga, la haga dinámica, la custodie, la
relance.
Se puede
decir que la pregunta sobre la vida es una de las cuestiones abismales del
corazón humano. Hemos entrado en la existencia sin haber hecho nada para
decidirlo. Da esta evidencia brotan como un rio en crecida las preguntas de
todo tiempo: ¿quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿A dónde vamos? ¿Cuál es el
sentido final de todo este viaje?
En
efecto, vivir invoca un sentido, una dirección, una esperanza. Y la
esperanza actúa como el impulso profundo que nos hace caminar en las
dificultades, que no nos hace rendirnos ante las fatigas del viaje, que nos
asegura que el peregrinaje de la existencia nos conduce a casa. Sin
esperanza la vida corre peligro de aparecer como un paréntesis entre dos noches
eternas, una breve pausa entre el antes y el después de nuestro paso por la
tierra. Esperar en la vida significa en cambio saborear la meta, creer
como seguro aquello que no vemos, todavía no vemos ni tocamos, fiarse y
confiarse en el amor de un Padre que nos ha creado porque nos ha querido con
amor y nos quiere felices.
Queridos,
en el mundo hay una enfermedad difundida: la falta de confianza en la vida.
Como si nos hubiésemos resignado a una fatalidad negativa, de renuncia. La vida corre el riesgo de no representar más
una posibilidad recibida como don, sino una incógnita, casi una amenaza de la
cual preservarse para no desilusionarnos. Por esto, el valor de vivir y de
generar vida, de testimoniar que Dios es por excelencia «El amante de la
vida», como afirma el Libro de la Sabiduría (11,26), es
hoy más que nunca un llamado urgente.
En el
Evangelio Jesús confirma constantemente su premura por curar a los
enfermos, resanar cuerpos y espíritus heridos, volver a dar vida a los muertos.
De esta manera, el Hijo encarnado revela al Padre: restituye dignidad a los
pecadores, acuerda el perdón de los pecados e incluye a todos,
especialmente a los desesperados, a los excluidos, a los alejados de su promesa
de salvación.
Generado
del Padre, Cristo es la vida y ha generado vida sin ahorrarse hasta donarnos la
suya, y nos invita a donar nuestra vida. Generar quiere decir poner vida en
otro. El universo de los vivientes se ha extendido a través de esta ley, que en
la sinfonía de las criaturas conoce un admirable “crescendo” culminante en el
dueto del hombre y de la mujer: Dios los ha creado según su propia imagen y a
ellos ha confiado la misión de generar también a su imagen, ósea por amor y en
el amor.
Desde el
inicio la Sagrada Escritura nos revela que la vida justamente en su forma más
elevada, aquella humana, recibe el don de la libertad y se convierte en un
drama. Así las relaciones humanas están también marcadas por la contradicción,
hasta el fratricidio. Caín percibe al hermano Abel como una competencia, una
amenaza, y en su frustración no se siente capaz de amarlo y de estimarlo. He
aquí los celos, la envidia, la sangre (Gen 4,1-16). La lógica de
Dios, en cambio, es otra. Dios permanece fiel por siempre a su diseño de
amor y de vida; no se cansa de sostener a la humanidad también, cuando tras
los rastros de Caín, obedece al instinto ciego de la violencia en las guerras,
en las discriminaciones, en el racismo, en las múltiples formas de esclavitud.
Generar
significa entonces confiarse en el Dios de la vida y promover lo humano en
todas sus expresiones: ante todo
en la maravillosa aventura de la maternidad y de la paternidad, también en
contextos sociales en los que las familias fatigan en el sostener lo oneroso
del cotidiano, siendo a menudo truncadas en sus proyectos y en sus sueños. En
esta misma lógica, generar es comprometerse con una economía solidaria,
buscar el bien común igualmente usufructuado por todos, respetar y cuidar a la
creación, ofrecer consuelo con la escucha, la presencia, la ayuda concreta y
desinteresada.
Hermanas
y hermanos, la Resurrección de Jesucristo es la fuerza que nos sostiene en este
desafío, también allí donde las tinieblas del mal oscurecen el corazón y la
mente. Cuando la vida parece haberse apagado, bloqueado, he aquí que el
Señor Resucitado pasa de nuevo, hasta el fin de los tiempos, y camina con
nosotros y por nosotros. Él es nuestra esperanza.
Papa Francisco. Ángelus. 4 de diciembre de 2022.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días, feliz domingo!
Hoy, segundo domingo de Adviento, el Evangelio de la Liturgia nos presenta
la figura de Juan el Bautista. El texto dice que «llevaba un vestido de pelos
de camello», que «su comida eran langostas y miel silvestre» (Mt 3,4)
y que invitaba a todos a la conversión: «Convertíos, porque el Reino de los
Cielos está cerca» (v. 2). Predicaba la cercanía del Reino. En suma, un hombre
austero y radical, que a primera vista puede parecernos un poco duro y que
infunde cierto temor. Pero entonces nos preguntamos: ¿Por qué la Iglesia lo
propone cada año como el principal compañero de viaje durante este tiempo de
Adviento? ¿Qué se esconde detrás de su severidad, detrás de su aparente dureza?
¿Cuál es el secreto de Juan? ¿Cuál es el mensaje que la Iglesia nos da hoy con
Juan?
En realidad, el Bautista, más que un hombre duro es un hombre alérgico
a la falsedad. Por ejemplo, cuando se acercaron a él los fariseos y los
saduceos, conocidos por su hipocresía, su “reacción alérgica” fue muy fuerte.
Algunos de ellos, de hecho, probablemente iban a él por curiosidad o por
oportunismo, porque Juan se había vuelto muy popular. Aquellos fariseos y
saduceos se sentían satisfechos y frente al llamamiento incisivo del Bautista,
se justificaban diciendo: «Tenemos por padre a Abrahán» (v. 9). Así, entre
falsedades y orgullo, no aprovecharon la ocasión de la gracia, la oportunidad
de comenzar una vida nueva: estaban cerrados en la presunción de ser justos.
Por ello, Juan les dice: «Dad, pues, digno fruto de conversión» (v. 8). Es
un grito de amor, como el de un padre que ve a su hijo arruinarse y le dice:
“¡No desperdicies tu vida!” De hecho, queridos hermanos y hermanas, la
hipocresía es el peligro más grave, porque puede arruinar también las
realidades más sagradas. La hipocresía es un peligro grave. Por eso el
Bautista —como después también Jesús— es duro con los hipócritas. Podemos leer,
por ejemplo, el capítulo 23 de Mateo donde Jesús habla a los hipócritas del
tiempo, tan fuerte. ¿Por qué hace así el Bautista y también Jesús? Para
despertarlos. En cambio, aquellos que se sentían pecadores «acudían a él
[…] confesaban sus pecados y él los bautizaba en el Jordán» (v. 5). Es así, es
así: para acoger a Dios no importa la destreza, sino la humildad. Este
es el camino para acoger a Dios, no la destreza: “somos fuertes, somos un
pueblo grande…”, no, la humildad: “soy un pecador”; pero no en abstracto, no:
“soy pecador por esto, esto y esto”, cada uno de nosotros debe confesar,
primero a sí mismo, sus propios pecados, faltas, hipocresías; hay que bajar del
pedestal y sumergirse en el agua del arrepentimiento.
Queridos hermanos y hermanas, Juan, con sus “reacciones alérgicas”, nos
hace reflexionar. ¿No somos también nosotros, a veces, un poco como aquellos
fariseos? Tal vez miramos a los demás por encima del hombro, pensando que somos
mejores que ellos, que tenemos las riendas de nuestra vida, que no
necesitamos cada día a Dios, a la Iglesia, a los hermanos y olvidamos que
solamente en un caso es lícito mirar a otro desde arriba hacia abajo: cuando es
necesario ayudarlo a levantarse, el único caso, los demás casos de
mirar desde arriba hacia abajo no son lícitos. El Adviento es un tiempo de
gracia para quitarnos nuestras máscaras —cada uno de nosotros tiene una—
y ponernos a la fila con los humildes; para liberarnos de la presunción
de creernos autosuficientes, para ir a confesar nuestros pecados, esos
escondidos, y acoger el perdón de Dios, para pedir perdón a quien hemos
ofendido. Así comienza una nueva vida. Y la vía es una sola, la de la
humildad: purificarnos del sentido de superioridad, del formalismo y de la
hipocresía, para ver en los demás a hermanos y hermanas, a pecadores como
nosotros y ver en Jesús al Salvador que viene por nosotros, no por los demás,
por nosotros; así como somos, con nuestras pobrezas, miserias y defectos,
sobre todo con nuestra necesidad de ser levantados, perdonados y salvados.
Y recordemos de nuevo una cosa: con Jesús la posibilidad de volver a
comenzar siempre existe. Nunca es demasiado tarde, siempre está la
posibilidad de volver a comenzar, tened valor, Él está cerca de nosotros en
este tiempo de conversión. Cada uno puede pensar: “Tengo esta situación dentro,
este problema que me avergüenza…” Pero Jesús está cerca de ti, vuelve a
comenzar, siempre existe la posibilidad de dar un paso más. Él nos
espera y no se cansa nunca de nosotros. ¡Nunca se cansa! Y nosotros somos
tediosos pero nunca se cansa. Escuchemos el llamamiento de Juan Bautista para
volver a Dios y no dejemos pasar este Adviento como los días del calendario
porque este es un tiempo de gracia, de gracia también para nosotros, ahora,
aquí. Que María, la humilde sierva del Señor nos ayude a encontrarle a Él, a
Jesús y a los hermanos en el sendero de la humildad, que es el único que nos
hará avanzar.
Papa Francisco. Ángelus. 8 de
diciembre de 2019.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy celebramos la solemnidad de María Inmaculada, que se sitúa en el
contexto del Adviento, un tiempo de espera: Dios cumplirá lo que nos ha
prometido. Pero en la fiesta de hoy se nos anuncia algo que ya ha
sucedido, en la persona y en la vida de la Virgen María. El día de hoy lo
consideramos el comienzo de este cumplimiento, que es incluso antes del
nacimiento de la Madre del Señor. De hecho, su inmaculada concepción nos
lleva a ese preciso momento en el que la vida de María comenzó a palpitar en el
seno de su madre: ya existía el amor santificante de Dios, preservándola del
contagio del mal, que es herencia común de la familia humana.
En el Evangelio de hoy resuena el saludo del Ángel a María: «Alégrate,
llena de gracia, el Señor está contigo» (Lucas 1, 28). Dios
siempre ha pensado en ella y la ha querido, para su plan inescrutable, como
una criatura llena de gracia, es decir, llena de su amor. Pero para llenarse
es necesario hacer espacio, vaciarse, hacerse a un lado. Como María, que
supo escuchar la Palabra de Dios y confiar totalmente en su voluntad,
aceptándola sin reservas en su propia vida. Tanto es así que el Verbo se hizo
carne en ella. Esto fue posible gracias a su “sí”. Al ángel que le pide que se
prepare para ser madre de Jesús, María le responde: «He aquí la esclava del
Señor: hágase en mí según tu palabra» (v. 38).
María no se pierde en tantos razonamientos, no pone obstáculos al camino
del Señor, sino que confía y deja espacio para la acción del Espíritu Santo. Pone inmediatamente a disposición
de Dios todo su ser y su historia personal, para que la Palabra y la voluntad
de Dios los modelen y los lleven a cabo. Así, en perfecta sintonía con el
designio de Dios sobre ella, María se convierte en la “más bella”, en la
“más santa”, pero sin la más mínima sombra de complacencia. Es humilde.
Ella es una obra maestra, pero sigue siendo humilde, pequeña, pobre. En
ella se refleja la belleza de Dios que es todo amor, gracia, un don de sí
mismo.
Me gustaría destacar también la palabra con la que María se define a sí
misma en su entrega a Dios: se profesa «esclava del Señor». El “sí”
de María a Dios asume desde el principio la actitud de servicio, de atención a
las necesidades de los demás. Así lo atestigua concretamente el hecho de la
visita a Isabel, que siguió inmediatamente a la Anunciación. La
disponibilidad a Dios se encuentra en la voluntad de asumir las necesidades del
prójimo. Todo esto sin clamor y sin ostentación, sin buscar un puesto de
honor, sin publicidad, porque la caridad y las obras de misericordia no
necesitan ser exhibidas como un trofeo. Las obras de misericordia se
hacen en silencio, en secreto, sin jactarse de hacerlas. También en
nuestras comunidades estamos llamados a seguir el ejemplo de María, practicando
el estilo de discreción y ocultación.
Que la fiesta de nuestra Madre nos ayude a hacer de toda nuestra vida un
“sí” a Dios, un “sí” lleno de adoración hacia Él y de gestos cotidianos de amor
y de servicio.
Papa Francisco. Ángelus. 4 de
diciembre de 2016.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En el Evangelio de este segundo domingo de Adviento resuena la invitación
de Juan Bautista: «¡Convertíos porque el reino de los cielos está cerca!» (Mt 3,2).
Con estas palabras Jesús dará inicio a su misión en Galilea (cfr Mt 4,17);
y tal será también el anuncio que deberán llevar los discípulos en su primera
experiencia misionera (cfr Mt 10,7). El evangelista Mateo
quiere así presentar a Juan como el que prepara el camino al Cristo que viene,
y los discípulos como los continuadores de la predicación de Jesús. Se trata
del mismo anuncio alegre: ¡viene el reino de Dios, es más, está cerca, está en
medio de nosotros! Esta palabra es muy importante: «el reino de Dios está en
medio de vosotros», dice Jesús. Y Juan anuncia esto que Jesús luego dirá: «El
reino de Dios ha venido, ha llegado, está en medio de vosotros». Este es el
mensaje central de toda misión cristiana. Cuando un misionero va, un cristiano
va a anunciar a Jesús, no va a hacer proselitismo como si fuera un hincha que
busca más seguidores para su equipo. No, va simplemente a anunciar: «¡El reino
de Dios está en medio de vosotros!». Y así el misionero prepara el camino a
Jesús, que encuentra a su pueblo.
¿Pero qué es este reino de Dios, reino de los cielos? Son sinónimos.
Nosotros pensamos enseguida en algo que se refiere al más allá: la vida eterna.
Cierto, esto es verdad, el reino de Dios se extenderá sin fin más allá de la
vida terrena, pero la buena noticia que Jesús nos trae —y que Juan anticipa—
es que el reino de Dios no tenemos que esperarlo en el futuro: se ha acercado,
de alguna manera está ya presente y podemos experimentar desde ahora el poder
espiritual. Dios viene a establecer su señorío en la historia, en nuestra
vida de cada día; y allí donde esta viene acogida con fe y humildad brotan el
amor, la alegría y la paz.
La condición para entrar a formar parte de este reino es cumplir un cambio
en nuestra vida, es
decir, convertirnos. Convertirnos cada día, un paso adelante cada día. Se
trata de dejar los caminos, cómodos pero engañosos, de los ídolos de este
mundo: el éxito a toda costa, el poder a costa de los más débiles, la sed de
riquezas, el placer a cualquier precio. Y de abrir sin embargo el
camino al Señor que viene: Él no nos quita nuestra libertad, sino que
nos da la verdadera felicidad. Con el nacimiento de Jesús en Belén, es Dios
mismo que viene a habitar en medio de nosotros para librarnos del egoísmo, del
pecado y de la corrupción, de estas estas actitudes que son del diablo: buscar
éxito a toda costa, el poder a costa de los más débiles, tener sed de riquezas
y buscar el placer a cualquier precio.
La Navidad es un
día de gran alegría también exterior, pero es sobre todo un evento religioso
por lo que es necesaria una preparación espiritual. En este tiempo de
Adviento, dejémonos guiar por la exhortación del Bautista: “Preparad el camino
al Señor, allanad sus senderos” (v. 3).
Nosotros preparamos el camino del Señor y allanamos sus senderos cuando
examinamos nuestra conciencia, cuando escrutamos nuestras actitudes, cuando con sinceridad y
confianza confesamos nuestros pecados en el sacramento de la penitencia. En
este sacramento experimentamos en nuestro corazón la cercanía del reino de Dios
y su salvación.
La salvación de Dios es trabajo de un amor más grande que nuestro pecado;
solamente el amor de Dios puede cancelar el pecado y liberar del mal, y
solamente el amor de Dios puede orientarnos sobre el camino del bien. Que la Virgen María nos ayude a
prepararnos al encuentro con este Amor cada vez más grande que en la noche de
Navidad se ha hecho pequeño pequeño, como una semilla caída en la tierra, la
semilla del reino de Dios.
Papa Francisco. Ángelus. 8 de
diciembre de 2013.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Este segundo domingo de Adviento cae en el día de la fiesta de la
Inmaculada Concepción de María, y así nuestra mirada es atraída por la belleza
de la Madre de Jesús, nuestra Madre. Con gran alegría la Iglesia la contempla
«llena de gracia» (Lc 1, 28), y comenzando con estas palabras la
saludamos todos juntos: «llena de gracia». Digamos tres veces: «Llena de
gracia». Todos: ¡Llena de gracia! ¡Llena de gracia! ¡Llena de gracia!
Así, Dios la miró desde el primer instante en su designio de amor. La miró
bella, llena de gracia. ¡Es hermosa nuestra madre! María nos sostiene en
nuestro camino hacia la Navidad, porque nos enseña cómo vivir este tiempo de
Adviento en espera del Señor. Porque este tiempo de Adviento es una espera
del Señor, que nos visitará a todos en la fiesta, pero también a cada uno en
nuestro corazón. ¡El Señor viene! ¡Esperémosle!
El Evangelio de san Lucas nos presenta a María, una muchacha de Nazaret,
pequeña localidad de Galilea, en la periferia del Imperio romano y también en
la periferia de Israel. Un pueblito. Sin embargo en ella, la muchacha de aquel
pueblito lejano, sobre ella, se posó la mirada del Señor, que la eligió para
ser la madre de su Hijo. En vista de esta maternidad, María fue preservada
del pecado original, o sea de la fractura en la comunión con Dios, con los
demás y con la creación que hiere profundamente a todo ser humano. Pero
esta fractura fue sanada anticipadamente en la Madre de Aquél que vino a
liberarnos de la esclavitud del pecado. La Inmaculada está inscrita en el
designio de Dios; es fruto del amor de Dios que salva al mundo.
La Virgen no se alejó jamás de ese amor: toda su vida, todo su ser es un
«sí» a ese amor, es un «sí» a Dios. Ciertamente, no fue fácil para ella. Cuando el Ángel la
llamó «llena de gracia» (Lc 1, 28), ella «se turbó grandemente»,
porque en su humildad se sintió nada ante Dios. El Ángel la consoló: «No
temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre
y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús» (vv. 30-31). Este anuncio
la confunde aún más, también porque todavía no se había casado con José; pero
el Ángel añade: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la fuerza del Altísimo te
cubrirá con su sombra. Por eso el Santo que va a nacer será llamado Hijo de
Dios» (v. 35). María escucha, obedece interiormente y responde: «He aquí
la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (v. 38).
El misterio de esta muchacha de Nazaret, que está en el corazón de Dios, no nos es extraño. No
está ella allá y nosotros aquí. No, estamos conectados. De hecho, Dios
posa su mirada de amor sobre cada hombre y cada mujer, con nombre y
apellido. Su mirada de amor está sobre cada uno de nosotros. El apóstol Pablo
afirma que Dios «nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo, para que
fuéramos santos e intachables» (Ef 1, 4). También nosotros,
desde siempre, hemos sido elegidos por Dios para vivir una vida santa, libre
del pecado. Es un proyecto de amor que Dios renueva cada vez que
nosotros nos acercamos a Él, especialmente en los Sacramentos.
En esta fiesta, entonces, contemplando a nuestra Madre Inmaculada,
bella, reconozcamos también nuestro destino verdadero, nuestra vocación más
profunda: ser amados, ser transformados por el amor, ser transformados por la
belleza de Dios. Mirémosla a ella, nuestra Madre, y dejémonos
mirar por ella, porque es nuestra Madre y nos quiere mucho; dejémonos mirar
por ella para aprender a ser más humildes, y también más valientes en el
seguimiento de la Palabra de Dios; para acoger el tierno abrazo de su Hijo
Jesús, un abrazo que nos da vida, esperanza y paz.
Benedicto XVI. Ángelus. 3 de diciembre de 2010.
Queridos hermanos y hermanas:
El Evangelio de este segundo domingo de Adviento (Mt 3, 1-12)
nos presenta la figura de san Juan Bautista, el cual, según una célebre
profecía de Isaías (cf. 40, 3), se retiró al desierto de Judea y, con su
predicación, llamó al pueblo a convertirse para estar preparado para la
inminente venida del Mesías. San Gregorio Magno comenta que el
Bautista «predica la recta fe y las obras buenas... para que la fuerza de la
gracia penetre, la luz de la verdad resplandezca, los caminos hacia Dios se
enderecen y nazcan en el corazón pensamientos honestos tras la escucha de la
Palabra que guía hacia el bien» (Hom. in Evangelia, XX, 3: CCL
141, 155). El precursor de Jesús, situado entre la Antigua y la Nueva Alianza, es
como una estrella que precede la salida del Sol, de Cristo, es decir, de
Aquel sobre el cual —según otra profecía de Isaías— «reposará el espíritu del
Señor: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza,
espíritu de ciencia y temor del Señor» (Is 11, 2).
En el tiempo de Adviento, también nosotros estamos llamados a escuchar
la voz de Dios, que resuena en el desierto del mundo a través de las Sagradas
Escrituras, especialmente cuando se predican con la fuerza del Espíritu
Santo. De hecho, la fe se fortalece cuanto más se deja iluminar por la
Palabra divina, por «todo cuanto —como nos recuerda el apóstol san Pablo—
fue escrito en el pasado... para enseñanza nuestra, para que con la paciencia y
el consuelo que dan las Escrituras mantengamos la esperanza» (Rm 15,
4). El modelo de la escucha es la Virgen María: «Contemplando en la Madre de
Dios una existencia totalmente modelada por la Palabra, también nosotros nos
sentimos llamados a entrar en el misterio de la fe, con la que Cristo viene a
habitar en nuestra vida. San Ambrosio nos recuerda que todo cristiano que cree,
concibe en cierto sentido y engendra al Verbo de Dios en sí mismo» (Verbum
Domini, 28).
Queridos amigos, «nuestra salvación se basa en una venida», escribió Romano
Guardini (La santa notte. Dall'Avvento all'Epifania, Brescia 1994, p.
13). «El Salvador vino por la libertad de Dios... Así la decisión de la fe
consiste... en acoger a Aquel que se acerca» (ib., p. 14). «El
Redentor —añade— viene a cada hombre: en sus alegrías y penas, en sus
conocimientos claros, en sus dudas y tentaciones, en todo lo que constituye su
naturaleza y su vida» (ib., p. 15).
A la Virgen María, en cuyo seno habitó el Hijo del Altísimo, y que el
miércoles próximo, 8 de diciembre, celebraremos en la solemnidad de la
Inmaculada Concepción, pedimos que nos sostenga en este camino espiritual, para
acoger con fe y con amor la venida del Salvador.
Benedicto XVI. Ángelus. 9 de diciembre de 2007.
Queridos hermanos y hermanas:
Ayer, solemnidad de la Inmaculada Concepción, la liturgia nos invitó a
dirigir la mirada a María, Madre de Jesús y Madre nuestra, Estrella de
esperanza para todo hombre. Hoy, segundo domingo de Adviento, nos presenta la
figura austera del Precursor, que el evangelista san Mateo introduce así:
«Por aquel tiempo, Juan Bautista se presentó en el desierto de Judea
predicando: "Convertíos, porque está cerca el reino de los
cielos"» (Mt 3, 1-2). Tenía la misión de preparar y allanar el
sendero al Mesías, exhortando al pueblo de Israel a arrepentirse de sus pecados
y corregir toda injusticia. Con palabras exigentes, Juan Bautista anunciaba
el juicio inminente: «El árbol que no da fruto será talado y echado al
fuego» (Mt 3, 10). Sobre todo ponía en guardia contra la
hipocresía de quien se sentía seguro por el mero hecho de pertenecer al pueblo
elegido: ante Dios —decía— nadie tiene títulos para enorgullecerse, sino
que debe dar "frutos dignos de conversión" (Mt 3, 8).
Mientras prosigue el camino del Adviento, mientras nos preparamos para
celebrar el Nacimiento de Cristo, resuena en nuestras comunidades
esta exhortación de Juan Bautista a la conversión. Es una invitación
apremiante a abrir el corazón y acoger al Hijo de Dios que viene a nosotros
para manifestar el juicio divino. El Padre —escribe el evangelista
san Juan— no juzga a nadie, sino que ha dado al Hijo el poder de juzgar, porque
es Hijo del hombre (cf. Jn 5, 22. 27). Hoy, en el presente, es
cuando se juega nuestro destino futuro; con el comportamiento concreto que
tenemos en esta vida decidimos nuestro destino eterno. En el ocaso de
nuestros días en la tierra, en el momento de la muerte, seremos juzgados según
nuestra semejanza o desemejanza con el Niño que está a punto de nacer en la
pobre cueva de Belén, puesto que él es el criterio de medida que Dios ha dado a
la humanidad.
El Padre celestial, que en el nacimiento de su Hijo unigénito nos manifestó su amor
misericordioso, nos llama a seguir sus pasos convirtiendo, como él, nuestra
existencia en un don de amor. Y los frutos del amor son los «frutos dignos
de conversión» a los que hacía referencia san Juan Bautista cuando, con
palabras tajantes, se dirigía a los fariseos y a los saduceos que acudían entre
la multitud a su bautismo.
Mediante el Evangelio, Juan Bautista sigue hablando a lo largo de los
siglos a todas las generaciones. Sus palabras claras y duras resultan muy
saludables para nosotros, hombres y mujeres de nuestro tiempo, en el que, por
desgracia, también el modo de vivir y percibir la Navidad muy a menudo sufre
las consecuencias de una mentalidad materialista. La "voz" del
gran profeta nos pide que preparemos el camino del Señor que viene, en los
desiertos de hoy, desiertos exteriores e interiores, sedientos del agua viva
que es Cristo.
Que la Virgen María nos guíe a una auténtica conversión del corazón, a fin
de que podamos realizar las opciones necesarias para sintonizar nuestra
mentalidad con el Evangelio.
GUIÓN MISA NIÑOS.
DOMINGO 3º DE ADVIENTO. 11 de diciembre
de 2022.
Monición de entrada.-
Hola:
Ya estamos a mitad del adviento. Y hoy es el domingo de la alegría. Porque
quedan menos días para la Navidad. Y Jesús está con nosotros, haciéndonos
felices.
La corona de Adviento.
Jesús, hoy vamos a encender la tercera vela. Es la vela de la alegría, la
que nos das tú en misa.
Porque gracias a ti vemos con el corazón y te vemos en las personas que nos
piden que les ayudemos.
Señor ten piedad.-
Tú estás en nuestro corazón. Señor, ten piedad.
Tú caminas con nosotros. Cristo, ten piedad.
Tú estás en medio de nosotros. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa León y el
obispo de Valencia, Enrique; para que siempre sean felices. Te lo pedimos,
Señor.
Jesús, te pido por la misión de la iglesia de Valencia; para que nos ayude
a ser buenos amigos tuyos. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la Iglesia; para que sepa hablar de ti. Te lo pedimos,
Señor.
Jesús, te pido por las personas que no te quieren; para que un día te
quieran. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que están malas; para que las cuides Te lo
pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros; para que siempre te queramos. Te lo pedimos,
Señor.
Oración a la Virgen María.-

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