Primera lectura.
Lectura del libro de Isaías 22, 19-23
Esto dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio:
-Te echaré de tu puesto, te destituirán de tu cargo. Aquel día
llamaré a mi siervo, a Eliaquín, hijo de Esquías, le vestiré tu túnica, le
ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de
Jerusalén y para el pueblo de Judá. Pongo sobre sus hombros la llave del
palacio de David: abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá. Lo clavaré
como una estaca en un lugar seguro, será un trono de gloria para la estirpe de su
padre.
Textos paralelos.
Aquel día llamaré a mi siervo Eliaquín.
Is 36, 3: Salieron a
recibirlo Eliaquín, hijo de Jelcías, mayordomo de palacio; Sobna, el secretario,
y Yoaj el canciller, hijo de Asaf.
Is 36, 11: Eliaquín,
Sobná y Yoaj dijeron al copero mayor: “Por favor, háblanos en arameo, que lo
entendemos; no nos hables en hebreo ante la gente que está en las murallas.
Is 36, 22: Entonces
Eliaquín, hijo de Jelcías, el mayordomo de palacio, Sobná, el secretario, y
Yoaj el canciller, hijo de Asaf, se presentaron al rey Ezequías con las vestiduras
rasgadas y le comunicaron las palabras del copero mayor.
2 R 18, 18: Llamaron
al rey, y salieron a recibirlos Eliacín, hijo de Jelcías, mayordomo de palacio;
Sobná, el secretario, y el heraldo Yoaj, hijo de Asaf.
2 R 18, 26: Eliacín,
hijo de Jelcías, Sobná y Yoaj dijeron al copero mayor: “Por favor, háblanos en
arameo, que lo entendemos. No nos hables en hebreo, ante la gente que está en
las murallas.
2 R 18, 37: Eliacín,
hijo de Jelcías, mayordomo de palacio; Sobná, el secretario, y el heraldo Yoaj,
hijo de Asaf, se presentaron al rey con las vestiduras rasgadas, y le
comunicaron las palabras del copero mayor.
Notas
exegéticas.
22 Este oráculo se sitúa después de
la liberación de Jerusalén el 701, que puso fin a la campaña hasta entonces
victoriosa de Senaquerib.
22 19 “te destituiré” versiones: “te
destituirá”, hebreo.
22 22 Abrir y cerrar las puertas de
la “casa del rey” era una función del visir egipcio; cuyo equivalente en Israel
es el mayordomo del palacio. Esa será la función de Pedro en la Iglesia, reino
de Dios. Mt 16 19, Ap 3 7 citará este texto y lo aplicará al Mesías como lo
hace la liturgia en la antífona del Magnificat en las vísperas del 20 de diciembre:
“O clavis David et sceptrum domuns Israel”.
Salmo
responsorial
Sal 137, 1-3.6.8cd
R/. Señor, tu misericordia es eterna,
no abandones la obra de tus manos.
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón,
porque
escuchaste las palabras de mi boca;
delante
de los ángeles tañeré para ti;
me
postraré hacia tu santuario. R/.
Daré
gracias a tu nombre,
por
tu misericordia y tu lealtad,
porque
tu promesa supera tu fama.
Cuando
te invoqué, me escuchaste,
acreciste
el valor de mi alma. R/.
El
Señor es sublime, se fija en el humilde,
y
de lejos conoce al soberbio.
Señor,
tu misericordia es eterna,
no
abandones la obra de tus manos. R/.
Textos paralelos.
Te doy gracias Yahvé de todo corazón.
Sal 9, 2: Te doy gracias, Señor, de todo corazón / contando todas
tus maravillas.
Me postraré en dirección a tu santo Templo.
Sal 5, 8: Yo en cambio, por tu gran bondad, / puedo entrar en tu
casa / y postrarme hacia tu santuario / con reverencia.
¡Excelso es Yahvé, y mira al humilde!
Is 57, 15: Porque así dice el Alto y Excelso, / Morador eterno, /
cuyo nombre es Santo. / Yo moro en la altura sagrada, / pero estoy con los de
ánimo / humilde y quebrantado, / para reanimar a los humildes, / para reanimar
el corazón quebrantado.
Lc 1, 51-52: Su poder se ejerce con su brazo; / desbarata a los
soberbios en sus planes.
¡Tu amor es eterno, Yahvé!
Sal 100, 5: “El Señor es bueno, su misericordia es eterna, / su
fidelidad de edad en edad”.
Notas
exegéticas.
Sal 137, 1-3.6.8cd
138 1 (a) Griego. Verso omitido por hebreo.
138 1 (b) En lugar de “ángeles”
(griego, Vulgata, ver Sal 8 6 [el autor piensa en los seres misteriosos que componen
la corte de Yahvé, los “ángeles” del griego y de la Vulgata]), se traduce a veces
“dioses” (los ídolos a los que desafía el salmista): siriaco traduce “reyes”,
ver Sal 45 7, y el Tárgum “jueces”, ver Sal 58 2.
138 2 Lit. “has engrandecido tu
promesa por encima de tu renombre”. Texto dudoso.
138 3 “aumentaste”, siriaco; “me
conturbaste” hebreo.
Segunda lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 33-36.
¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios!
¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos! En efecto,
¿quién le ha dado primero para tener derecho a la recompensa? Porque de él, por
él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.
Textos paralelos.
¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de
ciencia hay en Dios!
Sal 139, 6: Tanto saber me
sobrepasa, / es sublime y no lo abarco.
¡Cuán insondables son sus
designios e inescrutables sus caminos!
Is 40, 28: ¿A caso no lo sabes,
/ es que no lo has oído? / El Señor es un Dios eterno / y creó los confines del
orbe.
En efecto, ¿quién conoció
el pensamiento del Señor?
Jb 15, 8: ¿Has asistido al
consejo de Dios?, / ¿has acaparado la sabiduría?
Is 40, 13: ¿Quién ha medido / el
espíritu del Señor? / ¿Quién le ha sugerido su proyecto?
1 Co 2, 11: Para no dar ocasión
a Satanás, que se nos ocultan sus ardides.
1 Co 2, 16: Para estos hedor de
muerte que mata, para aquellos fragancia de vida que purifica.
Porque todas las cosas
provienen de él.
1 Co 8, 6: Para nosotros existe
un solo Dios, el Padre, que es principio de todo y fin nuestro, y existe un
solo Señor Jesucristo, por quien todo existe y también nosotros.
Col 1, 16-17: Pues por él fue
creado todo, en el cielo y en la tierra: / lo visible y lo invisible, /
majestades, señoríos, autoridades y potestades. / Todo fue creado por él y para
él, él es anterior a todo y todo tiene en él su consistencia.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 16, 13-20
En aquel tiempo, al llegar a la
región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:
-¿Quién dice la gente que es el
Hijo del hombre?
Ellos contestaron:
-Unos que Juan el Bautista,
otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas.
Él les preguntó:
-Y vosotros, ¿quién decís que
soy yo?
Simón Pedro tomó la palabra y
dijo:
-Tú eres el Mesías, el Hijo de
Dios vivo.
Jesús le respondió:
-Bienaventurado tú, Simón, hijo
de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi
Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré
las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en
los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.
Y les mandó a los discípulos
que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
Textos paralelos.
// Mc 8, 27-30: Jesús emprendió
el viaje con sus discípulos hacia las aldeas de Cesarea de Felipe. Por el
camino preguntaba a los discípulos: “¿Quién dicen los hombres que soy yo?”.
Respondieron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que uno de los
profetas”. Él les preguntó a ellos: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?”.
Respondió Pedro: “Tú eres el Mesías”. Entonces los amonestó para que a nadie
hablasen de ello.
// Lc 9, 18-21: Estando él una
vez orando a solas, se acercaron los discípulos y él los interrogó: “¿Quién
dice la gente que soy yo?”. Contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que
Elías, otros dicen que ha surgido un profeta de los antiguos”. Les preguntó: “Y
vosotros, ¿quién decís que soy yo?”. Respondió Pedro: “Tú eres el Mesías de
Dios”. Él los amonestó encargándoles que no se lo dijeran a nadie.
Unos que Juan el
Bautista.
Mt 8, 20: Las zorras tienen
madrigueras, los pájaros tienen nidos, pero este Hombre no tiene donde recostar
la cabeza.
Mt 14, 2: Y [Herodes] dijo a
sus cortesanos: “Este es Juan el Bautista, que ha resucitado, y por eso el
poder milagroso actúa por medio de él”.
Tú eres el Cristo, el
Hijo de Dios vivo.
Mt 14, 28: Pedro le contestó: “Señor,
si eres tú, mándame ir por el agua hasta ti”.
Mt 4 3: Se acercó el tentador y
le dijo: “Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan”.
Jn 6, 69: Nosotros hemos creído
y reconocemos que tú eres el Consagrado de Dios.
Mt 11, 27: Todo me lo ha
encomendado mi Padre: nadie conoce al Hijo, sino el Padre, nadie conoce al
Padre, sino el Hijo y aquel a quien el Hijo decida revelárselo.
Gal 1, 15-16a: Pero, cuando el
que me apartó desde el vientre materno y me llamó por puro favor, tuvo a bien
revelarme a su Hijo para que yo lo anunciara a los paganos.
Rm 7, 5: Mientras vivimos bajo
el instinto, las pasiones pecaminosas, incitadas por la ley, actuaban en
nuestros miembros y dábamos fruto para la muerte.
Hb 2, 14: Como los hijos comparten
carne y sangre, lo mismo las compartió él, apra anular con su muerte al que
controlaba la muerte, es decir, al Diablo.
Gn 17, 5: Ya no te llamarás Abrán,
sino Abrahán, porque te hago padre de una multitud.
Is 28, 16: Él Señor dice así:
Mirad, yo coloco en Sión una piedra / probada, angular, / preciosa, de cimiento:
/ “Quien se apoya no vacila”.
Jn 1, 42: Y lo condujo a Jesús.
Jesús lo miró y dijo: “Tú eres Simón hijo de Juan; te llamarás Cefas (que
significa piedra).
Gn 22, 17: Te bendeciré,
multiplicaré a tus descendientes como las estrellas del cielo y como la arena
de la playa. Tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos.
Is 45, 1-2: Así dice el Señor /
a su ungido, Ciro, / a quien lleva de la mano. / Doblegaré ante él naciones, /
desceñiré las cinturas de los reyes, / abriré ante él las puertas, / los
batientes no se cerrarán. / Yo iré delante de ti / allanándote cerros: haré trizas las puertas de bronce, /
arrancaré los cerrojos de hierro.
Jb 38, 17: ¿Te han enseñado las
puertas de la Muerte, / o has visto los portales de las Sombras?
Sal 9, 14: ¡Piedad, Señor! Mira
mi desgracia, / tú que levantas del portal de la Muerte.
Sb 16, 13: Porque tú tienes
poder sobre la vida y la muerte, / llevas a las puertas del infierno y haces
regresar.
Lc 22, 32: Pero yo he rezado
por ti para que no falle tu fe. Y tú, una vez convertido, fortalece a tus
hermanos.
Is 22, 22: Le pondré en el
hombre / la llave del palacio de David: / lo que él abra nadie lo cerrará, / lo
que él cierre nadie lo abrirá.
Ap 3, 7: Al ángel de la iglesia
de Filadelfia escríbele: Esto dice el Santo, el veraz, el que tiene la llave de
David; el que abre y nadie cierra, cierra y nadie abre.
Mt 18, 18: Os aseguro que lo
que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, lo que desatéis en la tierra
quedará desatado en el cielo.
Jn 20, 23: A quienes les
perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los mantengáis les
quedan mantenidos.
Dt 17, 8-9: Si una causa te
parece demasiado difícil de sentenciar, causas dudosas de homicidio, pleitos,
lesiones, que surjan en tus ciudades, subirás al lugar elegido por el Señor,
acudirás a los sacerdotes levitas, al juez que esté en funciones y les
consultarás: ellos te comunicarán la sentencia.
Mc 1, 34: Él curó a muchos
enfermos de dolencias diversas, expulsó muchos demonios, y no les permitía
hablar, porque lo conocían.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
16 13 Encontramos en el Pentateuco paralelos sobre
la institución de un “alto funcionario”.
16 14 Este título de “profeta”, que
Jesús solo de manera indirecta y velada reivindica, pero que la gente le otorga
claramente, tenía valor mesiánico. Pues el espíritu de profecía, extinguido
desde Malaquías, debía reaparecer, según expertos del Judaísmo, como señal de
la era mesiánica o en la persona de Elías, o, en forma de efusión general del
Espíritu. De hecho muchos (falsos) profetas se presentaron en tiempo de Jesús.
Juan Bautista fue, sí, verdadero profeta, pero el título de precursor venido
con el espíritu de Elías y él mismo negó ser “el Profeta” que había anunciado
Moisés. Solo Jesús es para la fe cristiana este Profeta. Sin embargo,
habiéndose difundido el carisma profético en la Iglesia primitiva después de
Pentecostés este título de Jesús cayó pronto en desuso ante otros títulos más
específicos de la cristología.
16 16 A la confesión de la mesianidad
de Jesús referida por Mc y Lc Mt añade la de la filiación divina.
16 17 Esta expresión designa al
hombre, subrayando el aspecto material limitado de su naturaleza por oposición
al mundo de los espíritus.
16 18 (a) Este cambio de nombre pudo
haberse producido antes. El término griego Pétros no se usaba como
nombre de persona antes que Jesús llamara así al jefe de los apóstoles para
simbolizar su papel en la fundación de la Iglesia. Pero su correspondiente
arameo Kefa (“piedra”) está atestiguado por lo menos una vez en un
documento de Elefantita, en 416 a. de JC.
16 18 (b) El término semítico traducido
por ekklesía significa “asamblea” y se encuentra con frecuencia en el AT
para designar a la comunidad del pueblo elegido. Algunos círculos judíos, que se
creían el Resto de Israel de los últimos tiempos, como la comunidad de Qumrán,
denominaron así a su agrupación. El término ekklesía designa aquí a la
nueva comunidad que Jesús va a crear y de la que san Pedro será los cimientos.
Esta declaración de Jesús corresponde al papel eminente que, según el NT,
ejerció Pedro en los primeros días de la Iglesia. La tradición católica se
refiere a este texto para fundamentar la doctrina según la cual los sucesores
de Pedro heredan su primado. La tradición ortodoxa considera que, en sus
diócesis, todos los obispos que confiesan la verdadera fe están en la línea de
sucesión de Pedro y en la del resto de los apóstoles. Los exégetas
protestantes, al tiempo que reconocen el puesto y el papel privilegiado de
Pedro en los orígenes de la Iglesia, creen que Jesús solo se refiere aquí a la
persona de Pedro.
16 18 (c) Sobre el Hades (en hebreo
el seol) designación de la mansión de los muertos. Aquí sus “puertas”
personificadas evocan las potencias del Mal que, tras haber arrastrado a los
hombres a la muerte del pecado, los encadenan definitivamente en la muerte
eterna. A imitación de su Maestro, muerto, “descendido a los infiernos” y
resucitado, la misión de la Iglesia será la de arrancar a los elegidos al
imperio de la muerte temporal y sobre todo eterna, para hacerles entrar en el
Reino de los Cielos.
16 19 Al igual que la Ciudad de la
Muerte, también la Ciudad de Dios tiene puertas, que no dejan entrar más que
los dignos de ella. “Atar” y “desatar” son dos términos técnicos del lenguaje
rabínico que primeramente se aplicaban al campo disciplinar de la excomunión a
la que se “condena” (atar) o de la que se “absuelve” (desatar) a alguien, y
ulteriormente a las decisiones doctrinales o jurídicas, con el sentido de “prohibir”
(atar) o “permitir” (desatar). Pedro, como mayordomo (cuyo distintivo son las
llaves) de la Casa de Dios, ejercerá el poder disciplinar de admitir o excluir
a quien le parezca bien, y administrará la comunidad por medio de todas las
decisiones oportunas en materia de doctrina y de moral. Esta autoridad
prometida a Pedro se amplía después al conjunto de los discípulos, el colegio
apostólico; se le concede a los discípulos reunidos. Se manifiesta
especialmente en el perdón de los pecados y permite el acceso al Reino de Dios.
Este se halla, pues vinculado de algún modo a una Iglesia cuyos rasgos no son
todavía precisos, pero que aparece ya aquí, con el poder de las llaves, como no
desprovista de ciertas estructuras. – La exégesis católica sostiene que estas
promesas eternas no valen solo para la persona de Pedro, sino también para sus sucesores,
si bien esta consecuencia no está explícitamente indicada en el texto –. Dos
textos más, Lc 22, 31s y Jn 21, 15s. subrayan que el primado de Pedro se ha de
ejercer especialmente en el orden de la fe.
16 20 Vulgata: “Jesucristo”.
Notas exegéticas Nuevo Testamento,
versión crítica.
13-20 De los tres pasajes del NT sobre
la primacía o primado de Pedro en la Iglesia (Mt 16, 13-20; Lc 22, 32; Jn 21, 15-17),
este de Mt, críticamente seguro, es de especial importancia. Es de fe divina y
católica, solemnemente definida (DS 3055), que Cristo, conforme a su promesa,
concedió a Pedro el primado de jurisdicción sobre toda la Iglesia.
13 CESAREA DE: Herodes FILIPO: de
construcción reciente, esta ciudad, llamada así en honor del emperador (=césar)
Tiberio y de Filipo el tetrarca, daba nombre a su distrito; estaba en el norte
de Palestina, al pie del monte Hermón, cerca del nacimiento del Jordán. //
PREGUNTÓ: lit. preguntaba, los apremiaba o estimulaba con preguntas.
16 En la primera parte de su
respuesta, Pedro confiesa la dignidad mesiánica de Jesús; en la segunda,
la calidad mesiánica de Jesús: es más que “Hijo de David”, está en
relación completamente única con Dios-Padre. “La primitiva forma del dogma
cristiano es la profesión de fe, centran en el NT: Jesucristo es Hijo de Dios”
(Comisión Teológica Internacional, 31 octubre 1989). // VIVO: en vez de esta
palabra, el texto griego llamado “occidental” (códice D) traduce que salva;
quizás leyó el arameo jyy, que puede significar las dos cosas.
17 FELIZ TÚ (lit. feliz eres),
SIMÓN BARJONÁ: SIMÓN (o Simeón) es nombre hebreo de persona, frecuente en el
NT; significa: “el Señor escucha”, BARJONÁ (aramaísmo) significa “hijo de Jonás”
o “hijo de Juan”, Jn 1, 43). Al pronunciar ese nombre con su apellido, Jesús
los inutiliza y los deja anticuados; en adelante, con la misma importancia y
fuerza que revisten en la Biblia los cambios de nombre, SIMÓN se llamará y será
Pedro, aunque, hasta la efusión del Espíritu en Pentecostés coexistirán
en él el hombre viejo (el Simón de las negaciones en la pasión) con el hombre
nuevo (el Pedro del arrepentimiento y del “Tú sabes que te amo”). // CARNE
Y SANGRE (hebraísmo): la naturaleza humana, una criatura de carne y hueso con
sus propias fuerzas naturales y con el matiz peyorativo de debilidad y
limitación.
18 PEDRO Y PEÑA, traducen el arameo
kêfa (“Cefas” 1 Cor 1, 12). El mejor equivalente griego sería pétra (“roca”,
“peñasco”), no pétros, que significa “piedra”, “guijarro” (sin solidez),
pero el masculino pétros pareció a los primeros cristianos más apto para
nombre de varón, aunque, como tal, inusitado hasta entonces; así lo tradujeron
al griego. “Dar Cristo a san Pedro este nuevo público nombre fue cierta señal [de]
que en lo secreto del alma le infundía a él, más que a ninguno de sus
compañeros, un don de firmeza no vencible” (fray Luis de León). // EDIFICARÉ la
Iglesia, como plaza fortificada sobre roca (cf. 7, 24s), como ciudad en la cima
de un monte (cf. 5, 14). En textos de Qumrán (como 4QpSI 37, col. III, 16) se
habla del Maestro a quien Yahweh estableció para “edificar” la comunidad de los
que pertenecen a la sociedad de salvación; en algún pasaje se habla de poner “sobre
la roca” el cimiento de una “construcción solida que no se derrumbará”. // MI
IGLESIA: solo Mt, entre los evangelistas, emplea este vocablo (cf. Hch 5, 11);
aquí con el sentido de comunidad universal de los creyentes en Cristo
(“mi Iglesia). En 18, 17 se trata de la comunidad local, dotada
de cierta estructura. // LAS PUERTAS (metonimia = ciudad amurallada) DE
LA MORADA DE LOS MUERTOS (cf. Ap 1, 17s): circunlocución hebrea, que significa
las fuerzas de la muerte, de la destrucción; menos exactamente de la ciudad
infernal, o el anti-reino. Esas fuerzas contrarias NO PODRÁN CONTRA ELLA, es
decir, la Iglesia no morirá, no será destruida (menos exactamente: “la ciudad
infernal no la vencerá”).
19 LAS LLAVES: símbolo de poder,
en el AT y en el rabinismo; en particular, del poder de enseñar, de adoctrinar.
Pedro administra un poder cuyo dueño es Jesús. EL REINO DE LOS CIELOS es aquí,
por contexto, el reino de Dios existente en la tierra (cuyo instrumento de
extensión, y su puerta de entrada, es la Iglesia). Jesús entregará a Pedro la
suprema autoridad visible sobre su Iglesia; cuando Jesús se ausente
visiblemente, Pedro quedará haciéndolo presente y visible, con una presencia
singular. // LO QUE ATES… LO QUE DESATES (cf. 18, 18): esa bina de términos
opuestos es un semitismo que indica totalidad de poder: todo poder. ¿En
qué campo? En terminología rabínica, “atar y desatar” es “declarar
lícito-declarar ilícito” en lo doctrinal, permitir-prohibir, y “admitir-rechazar”
(in-comulgar y excomulgar) en la comunidad religiosa, sin duda, incluye
plenos poderes para absolver o condenar; en N es frecuente la perífrasis “sry-sbq”
para indicar el perdón (cf. Jn 20, 20). La afirmación de Lutero, de que estas
palabras de Jesús solo se dirigían a Pedro, no a sus sucesores, es una de las
proposiciones condenadas por la bula Exurge, Domine, de León X (DS
1476).
20 Sobre la consigna del silencio,
cf. Mc 8, 29s; 9,9.
Notas exegéticas
desde la Biblia Didajé.
16, 13-20 Simón Pedro fue el primero de
los apóstoles en Mateo que reconoce verbalmente que Jesús es el Mesías, el Hijo
de Dios (una verdad indispensable de la fe que le había sido revelada por el
Padre a través del Espíritu). Cat. 50, 153, 298, 424, 440-442.
16, 18 Cristo cambió el nombre de Simón
por Pedro, “piedra”, y designó a este como la piedra sobre la que edificaría su
Iglesia. Pedro serviría como punto visible de unidad y sería pastor de los
apóstoles y de la Iglesia entera. Esta llamada especial al Pedro es el origen
del ministerio petrino, el oficio papal, que continua en el obispo de Roma en
una línea ininterrumpida hasta nuestros días. La autoridad del obispo en su
diócesis está representada por su sede (en latín, cathedra). Cat.
552-553, 816, 834, 881, 935-937.
16, 19 Estas “llaves” representan la
autoridad otorgada a Pedro para regir la Iglesia e incluyen tanto el poder de
absolver pecados como el de llevar a cabo pronunciamientos doctrinales y disciplinares.
Por lo tanto, Pedro y sus sucesores, los obispos de Roma, son el signo de la
unidad de la Iglesia entera. La Iglesia ha interpretado siempre que esta
autoridad se ha entregado a los sucesores de Pedro, los papas. Esta garantía de
verdad se vio reforzada con el dogma de la infalibilidad papal en materia de fe
y de moral, formalmente definido en el Concilio Vaticano I en el año 1870. Cat.
85-86, 567, 869, 1444.
San
Jerónimo.
13. No dijo: ¿quién dicen los
hombres que soy yo? sino el hijo del hombre, para que no creyeran
que s pregunta estaba inspirada por la vanidad. Y fíjate que en todas partes
donde en el Antiguo Testamento figura “hijo del hombre”, el hebreo trae “hijo
de Adán”, y allí donde leemos en el salmo: Hijos del hombre, ¿hasta cuándo
vais a tener el corazón injurioso? (Sal 4,3), el hebreo dice “hijos de Adán”.
La pregunta está, pues, bien planteada: ¿Quién dicen los hombres que es el
hijo del hombre? porque los que hablan del hijo del hombre son hombres,
pero los que reconocen su divinidad ya no son hombres, sino dioses.
15.16. Y vosotros, ¿quién decís que soy
yo? Prudente
lector, fíjate que, según el contexto, los apóstoles no son llamados hombres
sino dioses, pues después de estas palabras agregó, ¿quién decís que soy?
Ellos, porque son hombres, opinan como hombres, pero vosotros que sois dioses,
¿quién creéis que soy? Pedro, en nombre de todos los apóstoles, hace esta
profesión de fe: Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo. Lo llama Dios
vivo para distinguirlo de los otros dioses, que pasan por dioses pero están
muertos: Saturno, Júpiter, Ceres, Baco, Hércules y todos los otros ídolos monstruosos.
17. De su profesión de fe proviene
el nombre que indica que ha recibido su revelación del Espíritu Santo, de quien
debe también ser hijo. En efeto, Bar Iona significa en nuestra lengua [latín] “hijo
de la paloma”. Otros entienden simplemente que Simón, es decir Pedro, es hijo
de Juan, según la pregunta hecha en otro pasaje: Simón, hijo de Juan, ¿me
amas? (Jn 21, 16), a lo que respondió: Ser, tú lo sabes y pretenden
que hay un error de los copistas: en lugar de “Bar Iohanna”, es decir, hijo de
Juan, omitiendo una sílaba, habrían escrito Bar Iona. Iohanna significa gracia
del Señor. Los dos nombres admiten una interpretación mística porque la paloma
designa al Espíritu Santo y la gracia de Dios un don del Espíritu. En cuanto a
las palabras: Porque no te lo reveló la carne ni la sangre, compáralas
al relato del Apóstol donde dice: De inmediato, sin consultar a la carne ni
a la sangre (Ga 1, 16); aquí la carne y la sangre designa a los judíos, de
modo que, con otros términos, se muestra que no es la doctrina de los Fariseos
sino la gracia de Dios la que le ha revelado a Cristo, Hijo de Dios.
18. Que tú eres pedro y sobre esta
piedra edificaré mi Iglesia. Así como él mismo dio la luz a los apóstoles para que fueran llamados luz
del mundo (cf. Mt 5, 6) y también los otros nombres que recibieron del Señor,
así a Pedro, que creía en la piedra que es Cristo, le fue concedido el nombre
de Pedro y, siguiendo con la metáfora de Piedra le dice justamente: Edificaré
mi Iglesia sobre ti. Y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Por
puertas del infierno yo entiendo los vicios y pecados o, al menos, las
doctrinas de los herejes que seducen a los hombres y los conducen al infierno.
Nadie crea, pues, que se trata de la muerte y que los apóstoles no estaban
sujetos a la condición mortal ya que vemos resplandecer su martirio.
19. Te daré las llaves… No
sea que al no comprender este pasaje los obispos y presbíteros adquieran un
orgullo farisaico y condenen a los inocentes o juzguen que pueden absolver a
los culpables, cuando Dios examina no la sentencia de los sacerdotes sino la
vida de los acusados. Leemos en el Levítico, respecto de los leprosos, que
deben mostrarse a los sacerdotes y, si tuvieran lepra, ellos lo declararán
impuros. No se trata de que los sacerdotes los hagan leprosos o impuros, sino
que, como saben distinguir el leproso del que no lo es, también puedan
discernir el que es puro del que es impuro. De la misma manera que allí el sacerdote
hace impuro a un leproso, también aquí el obispo o el sacerdote ata o desata,
no indiferentemente a inocentes y culpables, sino, en virtud de su ministerio,
después de haber oído los diversos pecados, sabe qué es lo que debe ser atado y
qué desatado.
San Agustín.
¿Quién – pregunta – dicen los hombres que soy yo, el Hijo del hombre? Yo
os digo lo que me hice por vosotros; di tú, Pedro, quien es el que os hizo. Por
tanto, quién confiesa que Cristo vino en la carne, automáticamente confiesa que
el Hijo de Dios vino en la carne. Diga ahora el arriano si confiesa que Cristo
vino en la carne. Si niega que Cristo es hijo de Dios, desconoce a Cristo;
confunde a una persona con otra, no habla de la misma. ¿Qué es, pues el Hijo de
Dios? Como antes preguntábamos qué era Cristo y escuchamos que era el Hijo de
Dios, preguntemos ahora qué es el Hijo de Dios. He aquí el Hijo de Dios: En el
principio existía la Palabra y la Palabra estaba en Dios y la Palabra era Dios (Jn
1, 1).
Sermón 183, 3-4
San Juan de Ávila.
Super hunc Ecce ego vobiscum sum usque ad
consummationen seculi (Mt 28, 20) y Spuer petram aedificabo eclesiam meam, et portae inferi
non praevalebunt adversus eam (Mt 16, 18). Claro es que, muertos los
apóstoles, la Iglesia no se pasó a la gente que adoraba ídolos, sino a la que
recibió la fe de Cristo, ensañada por los apóstoles, y permaneció en ella. Y,
si estos en quien sucedió, fueron engañados, no ha habido Iglesia en todo este
tiempo en la tierra, siendo imposible, de ley ordinaria de Dios, que haya
tiempo, aunque muy breve, que haya estado sin ella, pues el Señor dijo que
estaría con ella omnibus diebus (Mt 28, 20). Y, si no ha habido Iglesia,
no hay fundamento para recibir alguna escriptura por de inefable, verdad, pues
que por otro medio no tenemos los católicos ni los herejes a una escriptura por
inefable sino porque la Iglesia la aprobó por tal.
Tratados de Reforma. Causas y remedios de las
herejías, 19. O.C.
II. Pg. 543.
Después de te haber humillado y abajado tus
ojos con el publicano arrepentido (cf. Lc 18, 13), toma confianza cristiana
para los alzar al Señor, y dije con muy firme fe: “Yo creo, Señor, que tú
eres Cristo, Hijo de Dios vivo, como dijo San pedro (Mt 16, 16), y dile con
todas tus entrañas: “Gracias te hago, Señor, porque derramaste tu sangre y
perdiste tu vida por mí. También, Señor, te bendigo, y particularmente te
agradezco, que por tu gran caridad te quisiste quedar con nosotros en manjar
para vida, y en defensa de nuestros peligros, y en remedio cumplido de todas
nuestras necesidades.
Ciclo temporal. Sermones del Santísimo
Sacramento. Vísperas del Corpus, 90. OC III. Pg. 483
Y porque al mundo importaba la salvación,
saber los hombres quién es Jesucristo, y ellos no lo podían saber, proveyó el
Eterno Padre de lo decir por boca del apóstol San Pedro, diciendo: Tú eres
Cristo, Hijo de Dios vivo (Mt 16, 16).
Ciclo santoral. Sermones a Nuestra Señora. Natividad
de la Virgen, 1.
OC III. Pg. 801.
Y si los pasados en alguna cosa como hombres
faltaron, para eso está la Iglesia romana, a la cual en su Pontífice es dado poder
de las llaves del reino del cielo y de apacentar la universal Iglesia (cf.
Mt 16, 19); y a quien esto está dado, también le está dada la lumbre para
discernir y juzgar cuál o cuál es la verdadera doctrina y verdadero sentido de
la Escriptura; porque ¿cómo tiene llave, si no abre la verdad, por encerrada
que esté? ¿Y cómo apacentará, si no me dice qué ha de creer, pues el pasto es
de doctrina? Así que, en esto, señor haga lo que hace y busque oraciones que lo
pidan al Señor, que Él tornará por su verdad, como lo ha hecho en otros mayores
conflictos, y abajará toda ciencia, que con soberbia se ensalza, con la firmeza
de la Piedra cristiana.
Primera parte. A un predicador. 9. OC IV. Pgs. 52-53.
BIBLIOGRAFÍA.
Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia
Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.
Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Biblia del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero. Bilbao. 1995.
Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego
de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia
Católica. BAC. Madrid. 2016.
Jerónimo. Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999.
Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Estudio
Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de Ávila. Obras Completas i.
Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.
San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados
de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.
San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. Madrid. 2015.
San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
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