Lectura
del libro de Isaías 9, 1-6.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande; habitaba
en tierra y sombras de muerte, y una luz les brilló. Acreciste la alegría,
aumentaste el gozo; se gozan en tu presencia, como gozan al segar, como se
alegran al repartirse el botín. Porque la vara del opresor, el yugo de su
carga, el bastón de sus hombros, los quebrantase como el día de Madián. Porque
la bota que pisa con estrépito y la túnica empapada de sangre será combustible,
pasto de fuego. Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado, lleva a
hombros el principado, y es su nombre: “Maravilla de Consejero, Dios fuerte,
Padre de eternidad, Príncipe de la paz”. Para dilatar el principado, con una
paz sin límites, sobre el trono de David y sobre su reino. Para sostenerlo y
consolidarlo con la justicia y el derecho, desde ahora y por siempre. El celo
del Señor del universo lo realizará.
Comentario.
-Contexto histórico:
S. VIII a. C.: Guerra Siro-efraimita.
-Paso intermedio entre el primer oráculo (anuncio del Emmanuel) y
el tercero (retoño de Jesé).
-Estructura:
Anuncio de salvación: imágenes de luz y alegría.
Triple motivación: porque la vara..., porque la bota..., porque un
niño...
Dos oraciones finales: para dilatar / sostener.
-Madián: uno de los enemigos históricos de Israel contra los que
Moisés hace la guerra (Nm 31).
-Asirios:
Crueldad: deportaciones de pueblos enteros y métodos sanguinarios.
-Nacimiento de un niño:
Esperanza de Isaías.
¿Ezequías?
Mesías de Dios, perteneciente a la Casa de David que traerá la paz,
el derecho y la justicia de Dios.
Salmo responsorial
Sal 96 (95).
Hoy
nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor. R/.
Cantad
al Señor un cántico nuevo,
cantad
al Señor, toda la tierra;
cantad
al Señor, bendecid su nombre. R/.
Proclamad
día tras día su victoria.
Contad
a los pueblos su gloria,
sus
maravillas a todas las naciones. R/.
Alégrese
el cielo, goce la tierra,
retumbe
el mar y cuanto lo llena;
vitoreen
los campos y cuanto hay en ellos,
aclamen
los árboles del bosque. R/.
Delante
del Señor que ya llega,
ya
llega a regir la tierra:
regirá
el orbe con justicia
y
los pueblos con fidelidad. R/.
Notas exegéticas.
96 Este himno, que agrupa quizá dos
poemas que celebran la realeza divina y el advenimiento del Juez del mundo, se
compone de reminiscencias de Salmos y de Isaías – El orden es distinto en la recensión
de 1 Cro 16, 23-33. – El griego añade un título al salmo: “Cantico de David.
Cuando se construía la casa tras el cautiverio”.
Segunda
lectura.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a Tito 2, 11-14.
Querido hermano: se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la
salvación para todos los hombres, enseñándonos a que, renunciando a la impiedad
y a los deseos mundanos, llevemos ya desde ahora una vida sobria, justa y piadosa,
aguardando la dicha que esperamos y la manifestación de la gloria del gran Dios
y Salvador nuestro, Jesucristo, el cual se entregó por nosotros para rescatarnos
de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado
enteramente a las buenas obras.
Palabra de Dios.
Comentario.
-Cristianismo:
Religión de salvación: esperanza de la
manifestación definitiva de Dios.
Raíz: judía.
-Carta a Tito:
Refleja una comunidad cristiana
que tiene que hacer frente a los envites del naciente judaísmo farisaico, el
paganismo y las sectas cristianas.
-Estructura:
Se ha hecho visible la esperanza
cristiana.
Catálogo de virtudes del
cristiano – fidelidad a la doctrina.
-Vida del cristiano:
Vida sobria, justa, piadosa y
esperanzada / deseos mundanos, derroches y excesos.
Proclamar que Dios ha querido
dársenos en su gracia.
Evangelio.
X Lectura del
santo evangelio según san Lucas 2, 1-14.
Sucedió en aquellos
días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase
todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador
de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por
ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en
Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse
con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaba allí,
le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió
en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la
posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al
aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del señor se les
presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran
temor. El ángel les dijo: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será de
gran alegría para el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el
Salvador, el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño
envuelto en pañales y acostado en un pesebre. De pronto, entorno al ángel,
apareció una legión del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: “Gloria
a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Textos
paralelos.
A la ciudad de David.
1 S 16, 1: El Señor
dijo a Samuel: “¿Hasta cuándo vas a estar sufriendo por Saúl, cuando soy yo el que
lo ha rechazado como rey sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ponte en
camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos
un rey para mí”.
Jn 7, 42: Otros
decían: “¿Es que de Galilea va a venir el Mesías? ¿No dice la Escritura que el
Mesías vendrá del linaje de David, y de Belén el pueblo de David?
Se les presentó el
ángel del Señor.
Mt 1, 20: Pero, apenas
había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que
le dijo: “José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la
criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”.
Tb 5, 4: Tobías
salió a buscar un guía que conociera el camino de Media y lo acompañara. Nada
más salir, se encontró con el ángel Rafael. Pero no sabía que era un ángel de
Dios.
La gloria del Señor
los envolvió en su luz.
Ex 24, 16: La gloria
del Señor descansaba sobre la montaña y la nube cubrió la montaña durante seis
días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.
No temáis.
Lc 1, 12-13: Al
verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor. Pero el ángel le
dijo: “No temas, Zacarías, porque tu ruego ha sido escuchado: tu mujer Isabel
te dará un hijo, y le pondrás por nombre Juan”.
Os anuncio una gran
alegría.
Lc 1, 14: Te llenarás
de alegría y gozo, y muchos se alegrarán por su nacimiento.
Salvador, que es el
Cristo Señor.
Mt 1, 21: Dará a luz
un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus
pecados.
Esto os servirá de
señal.
Lc 1, 18: Zacarías
replicó al ángel: “¿Cómo estaré seguro de eso? Porque yo soy viejo, y mi mujer
es de edad avanzada”.
Un niño envuelto en
pañales.
Is 9, 5: Porque un
niño nos ha nacido, un hijo se nos a dado, lleva a hombros el principado, y es
su nombre: “Maravilla de Consejero, Dios fuerte, Padre de eternidad, Príncipe
de la paz”.
Gloria a Dios en las
alturas.
Ex 3, 12: Respondió
Dios: “Yo estoy contigo; y esta es la señal de que yo te envío: cuando saques
al pueblo de Egipto, daréis culto a Dios en esta montaña”.
Lc 19, 38: Diciendo:
“¡Bendito el rey que viene en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las
alturas”.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
2 1 Emperador romano de
30 a.C. a 14 d.C. Fuera de este texto no hay noticia de un censo de todo el
imperio bajo Augusto. El censo que tuvo lugar cuando Cirino era legado de Siria
no concernía más que a Judea. Sin duda Lc traslada a escala mundial un asunto
de ámbito local.
2 2 Este “primer” censo
bajo Cirino resulta enigmático. Puesto que el historiador judío Flavio Josefo
data el único que nos es conocido en el año 6 d.C., la cronología del
nacimiento de Jesús que ofrece Lc no concuerda con la de Mt, según la cual Jesús
nació antes de la muerte de Herodes el Grande (4 a.C.), quizá entre los años 8-6.
Es que de hecho el censo de Judea bajo Cirino hizo época: su ocasión fue la
reorganización del país como provincia procuratoria después de la deposición
del etnarca Arquelao, hijo de Herodes, y provocó la insurrección de Judas el
Galileo, del que se habla en Hch 5, 37.
2 3 Algunos documentos
atestiguan que este fue el modo de proceder de los romanos con ocasión del
censo de Egipto.
2 4 En el AT la “ciudad
de David” es siempre Jerusalén (2 S 5, 7; Is 22, 9). En virtud de Jn 7, 42, la
atribución de este título a Belén sería el resultado de la interpretación de Mi
5, 1.
2 7 (a)
En
griego bíblico, el término no supone necesariamente hermanos menores, sino que
subraya la dignidad y los derechos del niño.
2 7
(b) Mejor
que una posada (pandojeion) la palabra griega katályma puede designar
una sala en la que se alojaba la familia de José. Si este tenía su domicilio en
Belén, se explica mejor que haya regresado allí para el censo y también que
haya traído a su joven mujer encinta. El pesebre, comedero de ganado, estaba
sin duda instalado en la pared del pobre albergue, y este se hallaba tan lleno
que no pudieron encontrar lugar mejor para recostar al niño. Una piadosa
leyenda ha dotado a este pesebre de dos animales, ver Ha 3, 2; Is 1, 3.
2 8 Por aquel entonces,
los pastores estaban mal vistos en Israel, pues vivían al margen de la
comunidad de practicantes. Son los pequeños, los pobres.
2 9 La “gloria del Señor”
designa de ordinario en la Biblia la manifestación visible del misterio divino.
Lc aplica la expresión a Jesús en su vuelta al final de los tiempos (9, 26),
pero ya en Pascua (24, 26) y en la Transfiguración (9, 32).
2 11
(a) El
AT griego reserva por lo general a Dios el título de salvador; a veces lo
aplica a los Jueces de Israel (Jc 3, 9). Los evangelistas solo dan a Jesús este
título aquí y en Jn 4, 42, si bien se dice de él que “salva· a los enfermos.
Pero, en el resto del NT Jesús es llamado Salvador en Hch, Efesios, Filipenses,
2 Timoteo,... Este título parece haber sido utilizado sobre todo en las
comunidades del mundo griego.
2 11
(b) Algunos
testigos textuales antiguos dicen “el Señor Cristo” o “el Cristo del Señor”.
Esta última fórmula es habitual en el AT y en el judaísmo, y aparece en Lc 2,
26. Pero “Cristo Señor” se encuentra en el griego de Lm 4, 20 y en los Salmos
de Salomón 17, 36. Pablo habla a menudo de “el Señor Jesucristo” y de “nuestro
Señor Jesucristo”. Mediante este título, que le es propio en los evangelios, Lc
quiere decir que Jesús es el Mesías y sugiere el carácter divino de su señorío
real.
2 14
La
traducción corriente: “paz a los hombres de buena voluntad”, basada en la
Vulgata, no traduce el sentido usual del término griego – Otra lectura menos
segura: “paz, en la tierra y entre los hombres benevolencia divina”. Traducción
Biblia de Jerusalén: “paz a la gente en quien él se complace”.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
1 Al mencionar Lc nombres
de la historia “profana”, encuadra en la historia universal el hecho del
nacimiento de Jesús. El emperador AUGUSTO (sobrenombre o título de Cayo Julio
Cesar Octaviano) gobernó el imperio romano desde el año 3 a. C. al 14 d. C. //
FUERA EMPADRONÁNDOSE con vistas al censo. El presente gramatical permite traducir
también para que se hiciera el empadronamiento acostumbrado (¿acostumbrado
cada catorce o quince años, como se hacía en Egipto?). // EL ORBE puede ser el
imperio romano; o, simplemente, Palestina, la región del escritor (como
traducción del arameo: ’ara’).
2 ESTE FUE UN PRIMER
EMPADRONAMIENTO (es posible traducir también: este empadronamiento empezó,
tuvo principio...). Si PRIMER(O) hubiera de entenderse como atributo,
tendríamos este empadronamiento primero (en griego, prôtos en vez
de prótos) tuvo lugar, etc. ¿Es “primero” y único, o “primero de
una serie”? El texto no lo aclara; tampoco dice que lo dirigiera QUIRINO – pudo
llevarse a cabo por funcionarios de Herodes –, sino que tuvo lugar DURANTE su
MANDATO (lit. gobernando a Siria Quirino; el verbo griego vale para diversos
cargos: gobernador, propretor, legado, etc.: lo emplea Josefo hablando del procurador
Volumnio). Sabemos que Quirino estuvo en Oriente Medio a partir del año 12
a. C., en diversos puestos de gobierno; en el año 6 a. C. la tetrarquía de
Arquelao pasó a ser provincia romana y Quirino tomó posesión del gobierno de
Siria, de la que dependía Judea. Según Josefo el EMPADRONAMIENTO de Quirino
tuvo lugar el año 6/7 d.C.; si este único testimonio extrabíblico que poseemos
se refiere al censo que habla Lc, crea una dificultad cronológica, por ahora insoluble;
a no ser que se admita la reconstrucción hipotética de un texto semítico
original, que daría: “Este censo se tuvo primero (=primeramente), (e.d.)
antes (del que hubo) durante el mandato de Quirino en Siria”; o que
demos más valor al historiador romano Suetonio que confirma en la Vida de
Augusto el dato del Monumentum Ancyranum, según el cual Augusto hizo
tres censos de ciudadanos del imperio: el 28 a.C., el 8 a. C., y el 14 d. C.
3 A SU CIUDAD de
origen.
4 Desde NAZARET A LA
CIUDAD, muy venida a menos, donde nació DAVID, QUE SE LLAMA BELÉN (=casa del
pan), hay unos 140 kilómetros, con una “subida” de 252 metros de desnivel. Belén
“es una aldea en la región de los judíos a treinta y cinco estadios de
Jerusalén (siete kilómetros al sur de Jerusalén), en la que nació Jesucristo,
como podéis comprobar por las listas del censo hechas en tiempo de Quirino,
vuestro primer procurador en Judea”, escribía san Justino (año 153 d. C.) a las
autoridades romanas. La familia de José, como tantas otras familias de Judea,
emigraría a Galilea, probablemente, en el siglo I a. C.
7 PRIMOGÉNITO, porque
antes no ha nacido otro. Interesa esa palabra en el relato, ya que en el pueblo
judío el primer nacido, le sigan o no más hermanos, debe ser ofrecido al Señor
(Ex 13, 2). La equivalencia entre “primogénito” y “único” aparece en textos
como Zac 12, 10 (paralelismo: “Llorarán por él como se llora por el hijo único,
harán duelo por él como se hace por el primogénito), o Salmos de Salomón (escrito
rabínico) 14, 4 (“Tu castigo cae sobre nosotros como sobre un hijo primogénito único),
o el conocido epitafio judío (¿Leontópolis?) hacia el 5 a. C. en la tumba de
una madre que murió al dar a luz a su hijo primogénito. // LO FAJÓ, lo
envolvió, CON PAÑALES: el verbo griego sparganóô solo aparece dos veces
en toda la Biblia griega; el sustantivo pañales, en hebreo, solo una vez
en la Biblia hebrea, y en lenguaje metafórico (Jb 38, 9). // La tradición del pesebre-cuna
se conservó desde muy pronto; san Justino, nacido en Samaría, informaba a
Trifón (¿hacia el año 140?) con estas palabras: “Puesto que José no encontró en
aquella aldea sitio donde alojarse, se alojó en una cueva cercana a la aldea; y
entonces, estando ellos allí, María dio a luz al Mesías y lo colocó en un
pesebre”. El PESEBRE pudo pertenecer al establo de la única posada de Belén, que
a su vez era un refugio o cobertizo donde podían pernoctar viajeros y
peregrinos de paso con sus animales, o a una casa familiar cuya estancia
sala-dormitorio (es la misma palabra griega de 22, 11: “la estancia” estaba
completamente llena de parientes de José, cuando este llegó a Belén. // PARA ELLOS
– precisamente para ellos – NO HABÍA SITIO: como tampoco lo habría más
tarde en la aldea samaritana 9, 52 s. “El Dios y hombre rey solo previno en su
Santísima Madre la posada de los nueve meses, y eso desde el principio. Aun
para nacer no previno lugar; que, sin desacomodar a las bestias, fuera su
primera cuna un pesebre. Esta hecho Dios a entrarse por las puetas de los hombres,
y ello a negarle sus casas” (Quevedo). // EL LOCAL DONDE SE ALOJABAN – la traducción
intenta – tarea tal vez imposible – conciliar la interpretación antigua y
moderna. Los exégetas antiguos, incluido san Jerónimo que sabía lo que decía,
entendieron que la posada pública, la venta del camino, estaba
llena de hombres y animales, cuando llegaron María y José, pero san Lucas sabe
usar otra palabra para decir posada, mesón, venta (cf. 10, 34: en griego
pandojeìon); aquí usa la palabra katályma (=alojamiento) y
modernamente se prefiere entender que en la sala común de la casa de los
familiares de san José en Belén ya no había sitio; quizás ellos mismos
aconsejaron a la sagrada familia acomodarse en el establo de la casa, tal vez
sin uso desde hacía tiempo.
8-14
La
narración tiene puntos de contacto con Is 9, 1-6: tres elementos
(luz-alegría-gloria) y el mismo motivo (“nos ha nacido un niño”).
8 precisamente
había... lit. y pastores había en la tierra aquella misma. // PERNOCTABAN...
PARA GUARDAR: lit. pernoctando y guardando; y todavía sigue un acusativo
interno: ... guardando guardias. Una tradición judía de positivo aprecio
de los pastores (el pastor-rey David, el lenguaje pastoril aplicado a Yahveh y
a gobernantes y reyes), fue cediendo paso a otra contemporánea de Jesús, que
consideraba a los pastores como incapaces de agradar a Dios, por desconocer y no
practicar las observancias legales conocidas de los rabinos. Desde el comienzo,
Lc deja claro que los pobres, marginados, socialmente insignificantes, son los
preferidos de Dios.
9 SE ASUSTARON...:
lit. temieron temor grande (fórmula que probablemente traduce un
infinitivo enfático semítico). En Lc 1-2 abunda el vocabulario de temor sagrado,
respeto reverencial ante la presencia de algo sobrenatural percibido muy
cercano. Las manifestaciones sobrenaturales de Dios, incontrolable, incomprensible
y siempre más grande, hacen que el hombre se vea vulnerable, con su propia
integridad en peligro. La fórmula NO TEMAS incluye una invitación a la
valentía, pues la cercanía de Dios garantiza la victoria (en realidad ya
están vencidos el enemigo y el peligro), y una orden o encargo preciso
que compromete a la responsabilidad del individuo (B. Costacurta). El gozo y la
cercanía de Dios va unido al “santo temor”, expresión del sumo respeto propio
de toda persona religiosa; ese temor santo está relacionado con la santidad de
Dios, “diferente de todo”. El Pastor de Hermas VII, 4 aconseja: “el
temor de Dios es fuerte, grande y glorioso; teme, pues, al Señor y vivirás para
él”.
10 NO TENGÁIS MIEDO (el
matiz de la forma verbal griega es: basta ya de tener miedo). // OS DOY
UNA BUENA NOTICIA: lit. evangelizo a vosotros. Es la primera catequesis,
nada más nacer Jesús.
11-12
SALVADOR:
en Lc, es título peculiar de Jesús – la humanidad de Dios salvador (1, 47),
sanadora de cuerpos y almas –, y va unido aquí significativamente al de MESÍAS,
(EL) SEÑOR, que ya es título cristiano del “Mesías del Señor” (v. 26). // ESTA
SEÑAL: “La señal de Dios es la sencillez, la señal de Dios es el Niño, la señal
de Dios es que él se hace pequeño por nosotros. Este es su modo de reinar”
(Benedicto XVI). Los datos para identificar a este salvador son
desconcertantes: un recién nacido, unos pañales, un pesebre de animales.
Empieza as realizarse el programa de las bienaventuranzas: “Mi patrimonio es esa
pobreza, y la debilidad del Señor es mi fortaleza. Para sí mismo prefirió la
indigencia, a fin de ser pródigo con todos. Me purifica el llanto de aquel
infante que da vagidos, sus lágrimas han salvado mis delitos. Te debo más,
Señor Jesús, por tus sufrimientos que me redimieron que por tus obras que me
crearon” (san Ambrosio).
13 SE UNIÓ A AQUEL
ÁNGEL: lit. hubo con el ángel.
14 Algunos dividen el
himno angélico en tres esticos que se corresponden: “En el cielo, gloria, / en
la tierra, paz; / en los hombres, agrado divino”. LA GLORIA (cf. “esplendor”,
en Mt 6, 29) que es, o hay, ahora que Jesús ha nacido, afirma una realidad:
Dios es glorificado por los ángeles en el cielo al manifestarse como Salvador
en la tierra. // La PAZ mesiánica (cf. 1, 28) A (o entre / en) (LOS) HOMBRES
que son (OBJETO) DEL BENEPLÁCITO o benevolencia divina (lit. hombres del
beneplácito), los hombres en los que Dios se complace, a los que ya “mira
con buenos ojos”. Eran “hijos de ira” (Ef 2, 3), pero de ahora en adelante,
gracias a este niño qeu forma parte de la raza humana, podrán ser “hijos por
adopción”. La expresión de Lc está emparentada con la fraseología de Qumrán (“hijos
de su – o tu – beneplácito”, Salmos, Himnos). La traducción “los
hombres de buena voluntad” no es exacta; pero vale, si se entiende como
consecuencia de la anterior: porque Dios, al darnos a su Hijo, muestra su buena
voluntad respecto de nosotros, nosotros podemos tener para con él y para el
prójimo verdadera buena voluntad.
Notas exegéticas
de la Biblia Didajé.
2, 1-7
Para
cumplir con el requisito del censo, José, como descendiente de David,
necesitava registrarse en Belén, ciudad natal de David. Este pasaje reafirma
que José /y por tanto Cristo) pertenecía al linaje de David y que Cristo nació
en Belén, cumpliendo la profecía de Miqueas (Miq 5, 2). Cat. 488, 525.
2, 7
Primogénito: este término no
significa que María tuviera más hijos después de Cristo. Más bien era el nombre
dado al primer hijo varón de una mujer, e iba acompañado de ciertos derechos,
la herencia, y la posición social. La enseñanza de la Iglesia sobre la
virginidad perpetua de María – antes, durante y después del nacimiento de
Cristo –, es uno de los pilares de la fe, que afirma la iniciativa absoluta y
milagrosa de Dios en la Encarnación. El nacimiento de Cristo es el tercer
misterio gozoso del Rosario y se celebra en la fiesta de la Natividad, o de
Navidad. Pañales: tiras de tela que se usaban para envolver a los recién
nacidos de tal manera que les impedía mover los brazos o las piernas. Pesebre:
abrevadero para los animales utilizado aquí como cuna de Cristo. Cat. 502-503,
515.
2,
8-20 Los ángeles anunciaron a los pastores lo que significaba el nacimiento de
Cristo: Él es Dios, el Salvador, el Mesías esperado. Nadie esperaba que el
Mesías viniera a Israel como un bebé, nacido en la pobreza de un establo, pero
precisamente en tal pobreza se reveló la gloria del cielo. Cat. 333, 386, 515 y
695.
2, 9
En
cada celebración de la Santa Misa, Cristo resucitado está presente – cuerpo,
sangre, alma y divinidad – y estamos rodeados por los ángeles y los santos,
especialmente María. Cat. 333, 1374.
2, 14
El
himno de los ángeles inspiró las palabras iniciales del Gloria, una oración
rezada en la Santa Misa. Paz a los hombres: la paz ofrecida a la
humanidad es la misericordia de Dios y la comunión con Cristo. Cat. 333, 559 y
725.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
525 Jesús nació en la humildad de un
establo, de una familia pobre; unos sencillos pastores son los primeros
testigos del acontecimiento. En esta pobreza se manifiesta la gloria del cielo.
La Iglesia no se cansa de cantar la gloria de esta noche: “Hoy la Virgen da a
luz al trascendente. Y la tierra ofrece una cueva al Inaccesible. Los ángeles y
los pastores te alaban. Los magos caminan con la estrella. Porque ha nacido por
nosotros, Niño pequeñito el Dios eterno” (S. Romano Melodo, Kantakion,
10).
515 Desde los pañales de su natividad
hasta el vinagre de su Pasión y el sudario de su Resurrección, todo en la vida
de Jesús es signo de su misterio.
333 Desde la Encarnación a la
Ascensión, la vida del Verbo encarnado está rodeada de la adoración y del
servicio de los ángeles. Cuando Dios introduce “a su primogénito en el mundo,
dice: Adórenle todos los ángeles de Dios” (Hb 1, 6). Su cántico de alabanza en
el nacimiento de Cristo no ha cesado de resonar en la alabanza de la Iglesia: “Gloria
a Dios...” (Lc 2, 14). Protegen la infancia de Jesús, le sirven en el desierto,...
725 En fin, por medio de María, el
Espíritu Santo comienza a poner en comunión con Cristo a los hombres “objeto
del amor benevolente de Dios”, y los humildes son siempre los primeros en
recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los
primeros discípulos.
Concilio Vaticano II
La santa madre Iglesia considera deber suyo celebrar
con un sagrado recuerdo, en días determinados a través del año, la obra salvífica
de su divino Esposo. Cada semana, en el día que llamó “del Señor”, conmemora su
resurrección, que una vez al año celebra también, junto con su santa pasión, en
la máxima solemnidad de la Pascua. Además, en el círculo del año desarrolla todo
el misterio de Cristo, desde la Encarnación y la Navidad hasta la Ascensión,
Pentecostés y la expectativa de la dichosa esperanza y venida del Señor.
Conmemorando así los misterios de la redención, abre las riquezas del poder
santificador y de los méritos de su Señor, de tal manera que, en cierto modo,
se hacen presentes en todo tiempo para que puedan los fieles ponerse en
contacto con ellos y llenarse de la gracia de la salvación.
Sacrosanctum Concilium, 102.
San Agustín
Gloria a Dios en el cielo y paz en la tierra a los
hombres de buena voluntad. Meditemos con fe, esperanza y caridad estas palabras
divinas, este cántico de alabanza a Dios, este gozo angélico, considerando con
toda la atención de que seamos capaces. Tal como creemos, esperamos y deseamos,
también nosotros seremos “gloria a Dios en las alturas”, cuando, una vez
resucitado el cuerpo espiritual, seamos llevados al encuentro en las nubes con
Cristo, a condición de que ahora, mientras nos hallamos en la tierra, busquemos
la paz con buena voluntad.
Quien ame la vida y desee ver días buenos, cohíba su
lengua del mal, y no hablen mentira sus labios; apártese del mal y obre el bien,
y conviértase así en hombre de buena voluntad. Busque la paz y persígala, pues paz
en la tierra los hombres de buena voluntad.
Sermón 193, 1. I, pgs. 134-135.
Los Santos Padres.
Este es el día origen y fundamento de las fiestas de la Epifanía, de la
sagrada Pascua, de la Ascensión y de Pentecostés. Si Cristo no hubiera nacido
en la carne, tampoco se habría bautizado, que es la fiesta de la Epifanía;
tampoco hubiese sido crucificado, que es la fiesta de la Pascua; ni tampoco
habría enviado al Espíritu Santo, que es la fiesta de Pentecostés. Por
consiguiente, lo mismo que varios ríos surgen de una misma fuente, así también
nacen para nosotros estas fiestas. Juan Crisóstomo, Homilía sobre la
incomprensibilidad de Dios, 6, 3. III, pgs. 82-83.
Elige para nacer un tiempo de máxima paz, porque esta era la razón por la
cual había de nacer al mundo: que el género humano fuera de nuevo conducido a
los dones de la paz celestial.
Beda, Homilías sobre los Evangelios, 1, 6. III, pg. 83.
Él ha sido envuelto con pañales, para que tú puedas ser desligado de los lazos
de la muerte, Él ha sido puesto en un pesebre, para que tú puedas ser colocado
sobre los altares; Él ha sido puesto en la tierra, para que tú puedas estar
entre las estrellas; Él no tuvo lugar en el mesón, para que tú tengas muchas
mansiones en los cielos. “Él, siendo rico, se ha hecho pobre por vosotros, a
fin de que su pobreza os enriquezca” (2 Co 8, 9). Luego, mi patrimonio es
aquella pobreza, y la debilidad del Señor es mi fortaleza.
Ambrosio, Exposición sobre el Ev. de Lucas, 2, 41-42. III, pg. 85.
Alégrese y baile toda la creación: Cristo ha venido para restaurarla y
salvar nuestras almas.
Juan el monje, Poema sobre la Natividad del Señor. III, pg. 86.
Entre estiércol nace para levantar a quienes en el estiércol se
encontraban. “Alza de estiércol al pobre”.
Jerónimo, Sobre la Natividad del Señor. III, pg. 86.
No halla lugar entre los hombres: no lo encuentra en Platón ni en Aristóteles,
sino en un pesebre, entre jumentos y animales irracionales, entre los simples y
los inocentes.
Jerónimo, Tratado sobre los Salmos, 131. III, pg. 87.
Fue envuelto en pañales, pero fue liberado de las vendas del sepulcro al
resucitar. Fue colocado en un pesebre, pero fue glorificado por ángeles,
señalado por una estrella y adorado por unos magos.
Gregorio Nacianceno, Discurso teológico, 29, 19. III, pg. 88.
El “gloria de Dios” fue espontáneo; paz y reconciliación para aquellos
contra los que estaba irritado; esperanza y remisión para los culpables.
Efrén de Nisibi, Comentario al Diatessaron, 2, 14-15. III, pg. 90.
San Juan de Ávila
Hermoso el Verbo nacido infante, porque aunque él era infante que no
hablaba, cuando mamaba, cuando era traído en los brazos, los cielos hablaron,
los ángeles cantaron alabanzas, la estrella trajo a los Reyes Magos, fue
adorado en el pesebre, en el que fue puesto como manjar de animales mansos (cf.
Lc 2, 1-20).
Audi, filia (II). I, pg. 780.
¿Quién será tan porfiado, que se defienda de tu porfiada requesta, en
que tras nos anduviste desde que naciste del vientre de la Virgen y te tomó en
sus brazos y te reclinó en el pesebre (cf. Lc 2, 7), hasta que las mismas manos
y brazos de ella te tomaron y fuiste encerrado en el santo sepulcro como en
otro vientre? (cf. Lc 23, 53)
Audi, filia (I). I, pg. 470.
Mas a este tan rico en el seno del Padre, miradle hecho hombre en el
vientre y brazos de su Madre. Id por todo el discurso de su vida y muerte, y veréis
cuántas veces le falto el comer y el
beber en toda su vida: cuán falto de cama para se echar, cuando le puso la
Virgen en el
pesebre (cf.
Lc 2, 7), porque ni cama ni lugar tenía en el portal de Belén; cuantas veces le
faltó con qué remediar su frío y su calor, y no tenía sino lo que le daban.
Audi, filia (I). I, pg. 523.
Cristo se llama luz, porque con sus admirables palabras y obras,
alegraba y sacaba de tinieblas al mundo; mas esta luz dice Esaías que tiene su gesto como escondido, porque, si solamente es
mirado con ojo del cuerpo, no se vio quien le pudiera conocer su rostro, por mucho
que antes le hubiera tratado, lo cual no es mucho de maravillar, porque, aunque
la Virgen para siempre bendita y en aquel día lastimada, lo parió y envolvió (cf. Lc 2, 7), y se remiraba en
su cara como en espejo luciente, mas con todo esto creo que, si allí estaba presente en este paso de tanto dolor,
miraba y remiraba, con cuanta atención las lagrimas de los ojos y el dolor del
corazón le daban lugar, si era aquél su bendito hijo, que tan de otro color y
manera estaba, que antes le había conocido.
Audi, filia (I). I, Pg. 525.
Cantaron los ángeles: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis!
(Lc 2, 14). ¿Quieres
tú quitar la gloria que a Dios se debe? Quien hurta lo que no es suyo, pierde
lo que es suyo.
Lección sobre I san Juan 14. II, pg. 220.
Cantaron los ángeles: Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus! (Lc 2, 14). ¿Quieres tú quitar
la gloria que a Dios se debe? Quien hurta lo que no es suyo, pierde lo que es
suyo; quítente a ti la paz y la gloria. Quien quiere honra, que pierda la honra
y el provecho. Nuestro Señor dijo a los fariseos que le decían que era
samaritano, que quiere decir hereje y endemoniado: Ego gloriam meam non quaero (cf. Jn 8, 48). “No busco mi
honra”.
Lecciones sobre 1 Juan (II). II, pg. 390.
Cuando
el Señor nació, había mandado Cesar que todos los de su reino se fuesen a
escrebir, para pagar el tributo, ut habetur Lc 2 (cf. Lc 2, 1).
Luego no está probado que Jesucristo venga de la tribu de Judá por
probar que Josef lo era y que casó con Nuestra Señora, pues que puede que
fuesen de diferentes tribus. Pues ¿cómo sabremos que era ansí? – La respuesta
está clara: que aunque algunos se casen de una tribu con el otro, teníase mucha
cuenta con ellos, y todos sabían quién eran. Cuánto más que en otro cabo el
Evangelio dice: Ascendit autem et Josef a Galilaea de civitate Nazaret, in
civitatem David que vocabatur Bethlem: eo quod esset de domo et familia David (cf. Lc 2, 4). – La conclusión
es que era tan notorio entonces que Josef y Nuestra Señora eran no solamente de
un tribu, sino aun de un mismo linaje y parientes, que le bastó al evangelista
decir que Josef era de la tribu de Judá y de la casa de David, sin hacer mención
en esto de Nuestra Señora.
Natividad de la Virgen. III, pg. 824.´
Hallarlo heis envuelto en pañales, que es señal de pecador, para pagar nuestros
pecados, y puesto
en un pesebre
(cf. Lc 2, 7) desde hoy hasta el día de la Purificación. Cuarenta días
estuvieron la Virgen y su Niño bendito en el portal. No haya ninguno que con su
pensamiento no los visite a lo menos a la mañana y a la noche cada día; y
postraros delante del Niño y de la Virgen bendita, y besarle los pies y
ofrecerle alguna cosa; rezarle algún rosario o pensar alguna cosa devota.
Vámonos todo(s) agora, así como estamos aquí, al portal de Betlem, donde la
Virgen mora. Haga cuenta que estamos aquí.
Navidad. III, pg. 72.
¿Por qué en el pesebre? Menester es lumbre de Dios para entender esto. –
Señora Madre más que todas las madres tierna, porque más ama ella a su Hijo que
todas, ¿por qué quitastes al Niño de los brazos y lo ponéis en el pesebre? ¿No
veis que no hay almohadas? Señora, ¿no estaba más caliente y más blando en
vuestros brazos que en el pesebre duro? ¿Pues por qué lo ponéis? – Quia non erat eis locus
in diversorio (Lc
2, 7). ¡Qué condenación de mis riquezas, de mis regalos y de mis solturas! -
¿Por qué lo ponéis en pesebre? - Porque no había lugar en
el portalico para
quien crió cielos y tierra. – Señor, vos dais lugar a los hombres y nidos a las
aves; vos que a todos recebís, ¿no hay lugar para vos? Si no había lugar en el
diversorio, ¿no había lugar en vuestros pechos, Señora? Más valéis vos que los
palacios, que los hombres y los hombres; más contento está Él en vuestros
brazos que en palacios ni que en los cielos. ¿No había lugar en vuestros
pechos? Decidnos, por amor que a vuestro hijo tenéis, ¿por qué lo quitáis de
vuestros pechos y lo ponéis en el pesebre?
Navidad, III, pg. 74.
¡Mas, oh Señor, que ni aun esto poquito quieren hacer los cristianos
para ser convidados de vuestra sacratísima Mesa” ¡Oh Señor, que si algunos van,
son el hijo de
Timeo, ciego y pobre (cf. Mt 10, 46), y son los pastores que están velando sobre la guarda de su ganado! (cf. Lc 2, 8): Mirad en ello, y
veréis y lloraréis con mucha razón, que si hay gente que comulgue las fiestas,
o cada mes, o cada semana una vez, han de ser mujeres, aun no de las más
principales; o son hombres de los bajos del pueblo, que muy pocos veréis de la
gente principal que vengan al convite. ¡Oh cosa tan al revés, que la gente a
quien Dios ha más honrado le honre menos a Él; la gente primera, sea postrera;
la cabeza, pies; lo alto bajo; y los que, si el rey hiciese un convite, serían
los primeros que fuesen a él, y estuviesen más juntos a él, y fuesen más
privados suyos, estos son los que más huyen de la mesa de Dios, en testimonio
que son de la tierra más del cielo, pues por el convite de la tierra harían más
que por el del Cielo!
En la infraoctava del Corpus. III, pg. 724-725.
En esta obra y merced tan digna de admiración y tan digna de ser vista
de todos, que, ansí como siendo nacido este Señor en Belén, mandó su Padre Eterno
a hombres y a ángeles que le fuesen a mirar adorar y servir (cf. Lc 2, 8).
Víspera del Corpus. III, pg. 485.
El Niño, nacido por nuestra salud y la Sacratísima Virgen, su Madre, dé
a vuestras mercedes muy buenas pascuas. Las palabras del tema dijo un ángel a
los pastores. El predicador también es agora ángel en el oficio. Ángel,
mensajero quiere decir, y los predicadores también somos mensajeros, que os
venimos a hablar de parte de Dios. Señal os doy: Hallaréis al infante envuelto en pañales y acostado
en pesebre (Lc
2, 10-12). ¿No veis qué linda fiesta esta? Doy os buenas nuevas.
Navidad, III, pg. 67.
Excelentes predicadores fueron los ángeles, que les anunciaron que el
Señor estaba en Belén. Y si ángeles dijeron aquello, el Señor de ellos os dice
esto otro. Aquellos dicen: “En Belén ha nacido (Lc 2, 10-15). El Señor dice: Aquéste es mi cuerpo (Mt 26, 26). “En Belén – que quiere decir casa de pan – dicen los ángeles ha nacido
el Señor, debajo de unos accidentes de pan – que es la casa donde el pan moraba –, allí dice el señor que ha venido a
morar, está consagrado; y la substancia de pan dio la casa al Señor en que él moraba;
aunque él tomo otra mejor, que fue convertirse en el cuerpo de Cristo.
En la infraoctava del Corpus. III, pg. 722.
Niño envuelto en pañales (Lc 2, 12). Si miráis a Dios, no hay quien
le envuelva; mas en cuanto niño, envuelto está en pañales, que no sería la Virgen
desaliñada doncella, que aparejados tendría sus pañales, aunque pobrecitos
serían; pero tendríalos. Señor, ¿qué a vos con pañales? ¿Quién entenderá el
misterio de estas señas: Hallarlo heis envuelto en pañales?
Navidad. III, pg. 70.
Y veréis que, en naciendo Dios, vienen los ángeles a dar las nuevas a
los pastores: Nacido
es a vosotros el Salvador (Lc 2, 11), andá, id allá. ¿Qué cosa es que esté la mesa puesta y que
estén los hombres reacios, hechos renacuajos? Anda, id allá, daos priesa,
acorred al Salvador a ser salvos.
Epifanía. III, pg, 89.
Y los convidades fueron los ángeles; embriagados de tan dulcedumbre,
adorándolo y van a rogar a los pastores que vengan a tan gracioso convite; y de
muy contentos y hartos, dijeron aquel dulce cantar: ¡Gloria sea a Dios en las alturas y paz en la tierra
a los hombres de buena voluntad! (Lc 2, 14).
Santísimo Sacramento. III, pg. 753.
Por eso haced cuenta que habéis dormido, y oíd a San Pablo, que dice que es hora ya de
recordar (cf.
Rm 13, 11); y con la nueva alegría del Niño que nace, quitad el luto de la
tristeza, y vestíos de gozo, pues los ángeles anunciaron gozo a los pastores y a todo
el pueblo por haber nacido el Salvador (cf. Lc 2, 10-11); a cuyo pesebre os remito,
para que moréis por aquellos días; y el que fue reclinado en él sea todo
vuestro. Amén. Quien vuestro bien desea en Jesucristo. Ávila.
A una doncella afligida y temerosa. IV, pg. 347.
No hay ánima que tan desconsolada esté, que la nueva alegre de quién es
Jesucristo no baste a levantarla de la tristeza y desconfiarla y henchirla de
gozo, si de ella se quiere aprovechar. E como, a tal dijo el ángel a los
pastores: Anúncioos
un gozo grande qué terná todo el pueblo, porque os es nacido hoy el Salvador (Lc 2, 10s).
A una señora afligida con trabajos corporales y tristeza espirituales
(Doña Leonor de Inestrosa). IV, pg. 225.
Y si dice que porque el fuego es fuego por eso quema, así le digo que,
porque Dios es Dios, por eso nos ama, libremente, y hace misericordias a quien
no las merece. No tiene nada, no, nuestra soberbia de que gloriarse; mas la
vergüenza y deshonra es nuestra, y la honra es de Él. De los bienes nosotros
gozamos; mas la gloria suya es. Que así lo cantaron los ángeles nacido el Niño:
¡Gloria sea a
Dios en los cielos y paz a los hombres de buena voluntad! (Lc 2, 14). Gloria demos, señora,
al Señor de todos por las misericordias que de su mano hemos recebido.
A una persona. IV, pg. 277.
San Oscar Romero.
Queridos hermanos, hemos reflexionado pidiéndole a la Virgen
María que nos haga comprender el misterio de su niño y ella nos ha resumido a
través de mi humilde palabra: Mi niño no es otra cosa, ni nada menos, que la
manifestación de los hombres al hombre mismo: su dignidad, su grandeza de Dios,
que llevan como imágenes de Dios. Sepan ser dignos de esa impronta que cada
hombre lleva; y en tercer lugar, este niño en mis brazos, nos dice María, es la
imagen bella de la Iglesia que se prolongará por los siglos llevando la vida de
Dios entre deficiencias humanas, entre pobrezas de cuna de Belén. ¡Dichosos los
que no se escandalizan!, dijo Jesucristo, sino que saben captar la belleza de
la luz por encima de todas las bellezas de la tierra. Así sea.
Proclamemos ahora nuestro credo en ese Jesús que nace.
Homilía, 25 de diciembre de 1977.
Papa Francisco.
En la noche resplandece una luz. Un ángel aparece, la gloria del Señor
envuelve a los pastores y finalmente llega el anuncio esperado durante siglos:
«Hoy […] les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor» (Lc 2,11). Pero
lo que agrega el ángel es sorprendente. Indica a los pastores cómo encontrar a
Dios que ha venido a la tierra: «Y esta será la señal para ustedes: encontrarán
a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (v. 12).
Este es el signo: un niño. Eso es todo: un niño en la dura pobreza de un
pesebre. No hay más luces, ni resplandores, ni coros de ángeles. Sólo un niño.
Nada más, como había preanunciado Isaías: «Un niño nos ha nacido» (Is 9,5).
El Evangelio insiste en este contraste. Narra el nacimiento de Jesús a partir de
César Augusto, que ordenó realizar un censo del mundo entero. Muestra al
primer emperador en su grandeza. Pero, inmediatamente después, nos lleva a
Belén, donde no hay nada grande, sólo un niño pobre envuelto en pañales, con
unos pastores a su alrededor. Y allí está Dios, en la pequeñez. Y este
es el mensaje: Dios no cabalga en la grandeza, sino que desciende en la
pequeñez. La pequeñez es el camino que eligió para llegar a nosotros, para
tocarnos el corazón, para salvarnos y reconducirnos hacia lo que es realmente
importante.
Hermanos, y hermanas, deteniéndonos ante el belén miremos el centro;
vayamos más allá de las luces y los adornos, que son hermosos, y contemplemos
al Niño. En su pequeñez es Dios. Reconozcámoslo: “Niño, Tú eres Dios,
Dios-niño”. Dejémonos atravesar por este asombro escandaloso. Aquel que
abraza al universo necesita que lo sostengan en brazos. Él, que ha hecho el
sol, necesita ser arropado. La ternura en persona necesita ser mimada. El amor
infinito tiene un corazón minúsculo, que emite ligeros latidos. La Palabra
eterna es infante, es decir, incapaz de hablar. El Pan de vida debe ser
alimentado. El creador del mundo no tiene hogar. Hoy todo se invierte: Dios
viene al mundo pequeño. Su grandeza se ofrece en la pequeñez.
Y nosotros, preguntémonos, ¿sabemos acoger este camino de Dios? Es el
desafío de Navidad: Dios se revela, pero los hombres no lo entienden. Él se
hace pequeño a los ojos del mundo y nosotros seguimos buscando la grandeza
según el mundo, quizá incluso en nombre suyo. Dios se abaja y nosotros
queremos subir al pedestal. El Altísimo indica la humildad y nosotros
pretendemos brillar. Dios va en busca de los pastores, de los invisibles;
nosotros buscamos visibilidad, hacernos notar. Jesús nace para servir y
nosotros pasamos los años persiguiendo el éxito. Dios no busca fuerza y
poder, pide ternura y pequeñez interior.
Esto es lo que podemos pedir a Jesús para Navidad: la gracia de la
pequeñez. “Señor, enséñanos a amar la pequeñez. Ayúdanos a comprender que es el camino para
la verdadera grandeza”. Pero, ¿qué quiere decir, concretamente, acoger la
pequeñez? En primer lugar, quiere decir creer que Dios quiere venir en
las pequeñas cosas de nuestra vida, quiere habitar las realidades
cotidianas, los gestos sencillos que realizamos en casa, en la familia, en la
escuela, en el trabajo. Quiere realizar, en nuestra vida ordinaria, cosas
extraordinarias. Es un mensaje de gran esperanza: Jesús nos invita a valorar y
redescubrir las pequeñas cosas de la vida. Si Él está ahí con nosotros, ¿qué nos
falta? Entonces, dejemos atrás los lamentos por la grandeza que no tenemos.
Renunciemos a las quejas y a las caras largas, a la ambición que deja
insatisfechos. La pequeñez, el asombro por aquel niño pequeño: este es el
mensaje.
Pero aún hay más. Jesús no quiere venir sólo a las cosas pequeñas de
nuestra vida, sino también a nuestra pequeñez: cuando nos sentimos débiles,
frágiles, incapaces, incluso fracasados. Hermana, y hermano, si, como en
Belén, la oscuridad de la noche te rodea, si adviertes a tu alrededor una fría
indiferencia, si las heridas que llevas dentro te gritan: “Cuentas poco, no
vales nada, nunca serás amado como anhelas”, esta noche, si percibes esto, Dios
responde y te dice: “Te amo tal como eres. Tu pequeñez no me asusta, tus
fragilidades no me inquietan. Me hice pequeño por ti. Para ser tu Dios me
convertí en tu hermano. Hermano amado, hermana amada, no me tengas miedo,
vuelve a encontrar tu grandeza en mí. Estoy aquí para ti y sólo te pido que
confíes en mí y me abras el corazón”.
Acoger la pequeñez también significa abrazar a Jesús en los pequeños de
hoy; es decir,
amarlo en los últimos, servirlo en los pobres. Ellos son los que más se
parecen a Jesús, que nació pobre. Es en ellos que Él quiere ser honrado. Que en
esta noche de amor nos invada un único temor: herir el amor de Dios, herirlo
despreciando a los pobres con nuestra indiferencia. Son los predilectos de
Jesús, que nos recibirán un día en el cielo. Una poetisa escribió: «Quien no
ha encontrado el Cielo aquí abajo, difícilmente lo encontrará allá arriba»
(E. Dickinson, Poemas, XVII). No perdamos de vista el Cielo, cuidemos a Jesús
ahora, acariciándolo en los necesitados, porque se identificó en ellos.
Miremos otra vez más el nacimiento y observemos que Jesús al nacer está
rodeado precisamente de los pequeños, de los pobres. Son los pastores. Eran los
más humildes y fueron los que estuvieron más cerca del Señor. Lo encontraron
porque «pasaban la noche en el campo cuidando sus rebaños y vigilando por
turnos» (Lc 2,8). Estaban allí para trabajar, porque eran pobres y su vida no
tenía horarios, sino que dependía de los rebaños. No podían vivir como y donde
querían, sino que se regían en base a las exigencias de las ovejas que
cuidaban. Y Jesús nace allí, cerca de ellos, cerca de los olvidados de las
periferias. Viene donde la dignidad del hombre es puesta a prueba. Viene a
ennoblecer a los excluidos y se revela sobre todo a ellos; no a personajes
cultos e importantes, sino a gente pobre que trabajaba. Esta noche, Dios viene
a colmar de dignidad la dureza del trabajo. Nos recuerda qué importante es dar
dignidad al hombre con el trabajo, pero también dar dignidad al trabajo del
hombre, porque el hombre es señor y no esclavo del trabajo. En el día de la
Vida repitamos: ¡No más muertes en el trabajo! Y esforcémonos por lograrlo.
Contemplemos una vez más el pesebre, dirigiendo la mirada hacia donde
se divisan los magos, que peregrinan para adorar al Señor. Miremos y
comprendamos que en torno a Jesús todo vuelve a la unidad: no están sólo los últimos,
los pastores, sino también los eruditos y los ricos, los magos. En Belén
están juntos pobres y ricos; los que adoran, como los magos, y los que
trabajan, como los pastores. Todo se recompone cuando en el centro está
Jesús; no nuestras ideas sobre Jesús, sino Él, el Viviente. Entonces,
queridos hermanos y hermanas, volvamos a Belén, volvamos a los orígenes: a lo
esencial de la fe, al primer amor, a la adoración y a la caridad. Contemplemos
a los magos que peregrinan y como Iglesia sinodal, en camino, vayamos a Belén,
donde Dios está en el hombre y el hombre en Dios; donde el Señor está al
centro y es adorado; donde los últimos ocupan el lugar más cercano a Él; donde
los pastores y los magos están juntos en una fraternidad más fuerte que
cualquier clasificación. Que Dios nos conceda ser una Iglesia adoradora,
pobre y fraterna. Esto es lo esencial. Volvamos a Belén.
Nos hace bien ir allí, dóciles al Evangelio de Navidad que presenta a
la Sagrada Familia, a los pastores y a los magos: toda gente en camino.
Hermanos, y hermanas, pongámonos en camino, porque la vida es una
peregrinación. Levantémonos, volvamos a despertar porque en esta noche ha
brillado una luz. Es una luz amable y nos recuerda que en nuestra pequeñez
somos hijos amados, hijos de la luz (cf. 1 Ts 5,5). Hermanos y hermanas, alegrémonos
juntos, porque nadie podrá apagar nunca esta luz, la luz de Jesús, que desde
esta noche resplandece en el mundo.
Homilía. 24 diciembre 2021.
Papa Francisco. Audiencia general.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos!
Continuamos ―están terminando― las catequesis sobre el discernimiento, y
quien ha seguido hasta ahora estas catequesis podría quizá pensar: pero ¡qué
complicado es discernir! En realidad, es la vida la que es complicada y, si no
aprendemos a leerla, complicada como es, corremos el riesgo de malgastarla,
llevándola adelante con trucos que terminan por desalentarnos.
En nuestro primer encuentro habíamos visto que siempre, cada día, lo
queramos o no, realizamos actos de discernimiento, en lo que comemos, leemos,
en el trabajo, en las relaciones, en todo. La vida nos pone siempre frente a
elecciones, y si no las realizamos de forma consciente, al final es la vida la
que elige por nosotros, llevándonos donde no quisiéramos.
Pero el discernimiento no lo hacemos solos. Hoy entramos más concretamente
en algunas ayudas que pueden facilitar este ejercicio del discernimiento,
indispensable de la vida espiritual, aunque de alguna manera ya las hemos visto
en el transcurso de estas catequesis. Pero un resumen nos ayudará mucho.
Una primera ayuda indispensable es la confrontación con la Palabra de
Dios y la doctrina de la Iglesia. Estas nos ayudan a leer lo que se mueve
en el corazón, aprendiendo a reconocer la voz de Dios y a distinguirla entre
otras voces, que parecen imponerse a nuestra atención, pero que al final nos
dejan confundidos. La Biblia nos advierte que la voz de Dios resuena en la
calma, en la atención, en el silencio. Pensemos en la experiencia del
profeta Elías: el Señor le habla no en el viento que rompe las piedras, no en
el fuego o en el terremoto, sino que le habla en una brisa suave (cfr. 1 Re
19,11-12). Es una imagen muy hermosa que nos hace entender cómo habla Dios. La
voz de Dios no se impone, la voz de Dios es discreta, respetuosa, yo me
permitiría decir que la voz de Dios es humilde, y precisamente por esto es
pacificadora. Y solo en la paz podemos entrar en lo profundo de nosotros mismos
y reconocer los auténticos deseos que el Señor ha puesto en nuestro corazón. Y
muchas veces no es fácil entrar en esa paz del corazón, porque estamos ocupados
en muchas cosas todo el día… Pero por favor, cálmate un poco, entra en ti
mismo, en ti misma. Dos minutos, párate. Mira qué siente tu corazón.
Hagamos esto, hermanos y hermanas, nos ayudará mucho, porque en ese momento de
calma sentimos enseguida la voz de Dios que nos dice: “Mira, es bueno lo que
estás haciendo…”. Dejemos que en la calma venga enseguida la voz de Dios. Nos
espera por esto.
Para el creyente, la Palabra de Dios no es simplemente un texto que hay
que leer, la Palabra de Dios es una presencia viva, es una obra del Espíritu
Santo que conforta, instruye, da luz, fuerza, descanso y gusto por vivir.
Leer la Biblia, leer un fragmento, uno o dos fragmentos de la Biblia, son como
pequeños telegramas de Dios que te llegan enseguida al corazón. La Palabra de
Dios es un poco ―y no exagero―, es un poco como un auténtico anticipo de paraíso.
Y lo había comprendido bien un gran santo y pastor, Ambrosio, obispo de Milán,
que escribía: «Cuando leo la divina Escritura, Dios vuelve a pasear en el
paraíso terrestre» (Epist., 49,3). Con la Biblia nosotros abrimos la puerta a
Dios que pasea. Interesante…
Esta relación afectiva con la Biblia, con la Escritura, con el Evangelio,
lleva a vivir una relación afectiva con el Señor Jesús: ¡no tener miedo de esto! El corazón
habla al corazón, y esta es otra ayuda indispensable y no descontada. Muchas
veces podemos tener una idea distorsionada de Dios, considerándolo como un juez
hosco, un juez severo, preparado para vernos fallar. Jesús, al contrario, nos
revela un Dios lleno de compasión y de ternura, dispuesto a sacrificarse a sí
mismo para salir a nuestro encuentro, precisamente como el padre de la parábola
del hijo pródigo (cfr. Lc 15,11-32). Una vez, alguien le preguntó ―no sé si a
su madre o a su abuela, me lo contaron― “¿qué debo hacer, en este
momento?” ― “Escucha a Dios, Él te dirá
qué debes hacer. Abre el corazón a Dios”: un buen consejo. Recuerdo una vez,
durante una peregrinación de jóvenes que se hace una vez al año en el Santuario
de Luján, a 70 kilómetros de Buenos Aires: se hace toda la jornada para llegar
allí; yo tenía la costumbre de confesar durante la noche. Se acercó un joven,
unos 22 años, todo lleno de tatuajes. “Dios mío ―pensé yo― ¿qué será este?”. Y me dijo: “Sabe usted, he
venido porque tengo un problema grave y se lo he contado a mi madre y mi madre
me ha dicho: ‘Ve donde la Virgen, haz la peregrinación, y la Virgen te dirá’. Y
he venido. He tenido contacto con la Biblia, aquí, he escuchado la Palabra de
Dios y me ha tocado el corazón y debo hacer esto, esto, esto, esto, esto”. La Palabra de Dios te toca el corazón y te
cambia la vida. Lo he visto muchas veces, esto, muchas veces. Porque Dios
no quiere destruirnos, Dios quiere que seamos más fuertes, más buenos cada día.
Quien permanece ante el Crucifijo advierte una paz nueva, aprende a no tener
miedo de Dios, porque Jesús en la cruz no da miedo a nadie, es la imagen de la
impotencia total y a la vez del amor más pleno, capaz de afrontar cualquier
prueba por nosotros. Los santos siempre han tenido una predilección por Jesús
Crucificado. La historia de la Pasión de Jesús es el camino maestro para
confrontarnos con el mal sin dejarse abrumar por él; en ella no hay juicio ni
tampoco resignación, porque está atravesada por una luz mayor, la luz de la
Pascua, que permite ver un designio mayor en esas terribles acciones, que
ningún impedimento, obstáculo o fracaso puede frustrar. La Palabra de Dios
siempre te hace mirar al otro lado: es decir, está la cruz, aquí, es terrible,
pero hay otra cosa, una esperanza, una resurrección. La Palabra de Dios te abre
todas las puertas, porque Él, el Señor, es la puerta. Tomemos el Evangelio,
tomemos la Biblia en la mano: cinco minutos al día, no más. Llevad un Evangelio
de bolsillo con vosotros, en el bolso, y cuando estéis de viaje tomadlo y leed
un poco, durante el día, un fragmento, dejar que la Palabra de Dios se acerque
al corazón. Haced esto y veréis cómo cambiará vuestra vida con la cercanía a la
Palabra de Dios. “Sí, Padre, pero yo estoy acostumbrado a leer la Vida de los
Santos”: esto hace bien, hace bien, pero no dejar la Palabra de Dios. Toma
el Evangelio contigo, y léelo también solo un minuto al día.
Es muy hermoso pensar en la vida con el Señor como una relación de amistad
que crece día tras día. ¿Habéis pensado en esto? ¡Es el camino! Pensemos en
Dios que nos ama, ¡nos quiere amigos! La amistad con Dios tiene la capacidad de
cambiar el corazón; es uno de los grandes dones del Espíritu Santo, la piedad,
que nos hace capaces de reconocer la paternidad de Dios. Tenemos un Padre
tierno, un Padre afectuoso, un Padre que nos ama, que nos ha amado desde
siempre: cuando se experimenta, el corazón se derrite y caen dudas, miedos,
sensaciones de indignidad. Nada puede oponerse a este amor del encuentro con el
Señor.
Y esto nos recuerda otra gran ayuda, el don del Espíritu Santo, que está
presente en nosotros, y que nos instruye, hace viva la Palabra de Dios que
leemos, sugiere significados nuevos, abre puertas que parecían cerradas, indica
sendas de vida allí donde parecía que hubiera solo oscuridad y confusión.
Yo os pregunto: ¿vosotros rezáis al Espíritu Santo? ¿Pero quién es este
gran Desconocido? Nosotros rezamos al Padre, sí, el Padre Nuestro, rezamos a
Jesús, ¡pero olvidamos al Espíritu! Una vez, haciendo la catequesis a los
niños, hice una pregunta: “¿Quién de vosotros sabe quién es el Espíritu
Santo?”. Y un niño: “¡Yo lo sé!” ― “¿Y quién es?” – “El paralítico” ¡me dijo!
Él había oído “el Paráclito”, y pensaba que era un paralítico. Y muchas veces
―esto me ha hecho pensar― para nosotros el Espíritu Santo está ahí, como si
fuera una Persona que no cuenta. ¡El Espíritu Santo es el que te da vida al
alma! Dejadle entrar. Hablad con el Espíritu, así como habláis con el Padre,
como habláis con el Hijo: hablad con el Espíritu Santo ―¡que no tienen nada
de paralítico!―. En Él está la fuerza de la Iglesia, es el que te lleva
adelante. El Espíritu Santo es discernimiento en acción, presencia de Dios en
nosotros, es el don, el regalo más grande que el Padre asegura a aquellos que
lo piden (cfr. Lc 11,13). ¿Y Jesús cómo lo llama? “El don”: “Permaneced aquí en
Jerusalén esperando el don de Dios”, que es el Espíritu Santo. Es interesante
llevar la vida en amistad con el Espíritu Santo: Él te cambia, Él te hace
crecer.
La Liturgia de las Horas hace iniciar los principales momentos de oración
de la jornada con esta invocación: «Dios mío, ven en mi auxilio. Señor, date
prisa en socorrerme». “¡Señor, ayúdame!”, porque solo no puedo ir adelante, no
puedo amar, no puedo vivir… Esta invocación de salvación es la petición
irreprimible que brota de lo profundo de nuestro ser. El discernimiento
tiene el objetivo de reconocer la salvación que el Señor ha obrado en mi vida,
me recuerda que nunca estoy solo y que, si estoy luchando, es porque lo que
está en juego es importante. El Espíritu siempre está con nosotros. “Oh,
Padre, he hecho algo malo, tengo que ir a confesarme, no puedo hacer nada…”.
Pero, ¿has hecho una cosa mala? Habla con el Espíritu que está contigo y dile:
“Ayúdame, he hecho esto que está muy mal”. Pero no cancelar el diálogo con el
Espíritu Santo. “Padre, estoy en pecado mortal”: no importa, habla con Él así
te ayuda a recibir el perdón. No dejar nunca este diálogo con el Espíritu
Santo. Y con estas ayudas, que el Señor nos da, no debemos temer. ¡Adelante,
ánimo y con alegría!
Comentario al evangelio del domingo.
Pesebre: lugar donde comen los animales.
Pañal: debilidad.
Pastores: desahuciados por el oficio.
Niño: fragilidad.
-El misterio de Dios es más grande que
nuestros esquemas.
ORACIÓN JUNIORS.
EXPERIENCIA.
Realiza la señal de la
cruz invocando a Cristo el don del Espíritu Santo.
Cierra los ojos. En la
oscuridad y el silencio: ¿qué es Navidad para la sociedad, para los cristianos
y para ti? Recuerda las escenas de Navidad vividos años pasados, durante la
infancia, en los Juniors, los niños de catequesis, la parroquia. Si pudieses
pintar alguna de las escenas, ¿cuál representarías? ¿Quiénes se encuentran
allí? Reza por ellos.
Mira este vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=1vSdCh2RVUs
Escoge una de las
imágenes que aparecen, piensa en ella, reza con ella, mírala en silencio
permitiendo al Espíritu Santo que te hable a través de ella.
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Lucas 2, 1-14.
Sucedió en aquellos
días que salió un decreto del emperador Augusto, ordenando que se empadronase
todo el Imperio. Este primer empadronamiento se hizo siendo Cirino gobernador
de Siria. Y todos iban a empadronarse, cada cual a su ciudad. También José, por
ser de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret, en
Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para empadronarse
con su esposa María, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras estaba allí,
le llegó a ella el tiempo del parto y dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió
en pañales y lo recostó en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la
posada. En aquella misma región había unos pastores que pasaban la noche al
aire libre, velando por turno su rebaño. De repente un ángel del señor se les
presentó; la gloria del Señor los envolvió de claridad, y se llenaron de gran
temor. El ángel les dijo: “No temáis, os anuncio una buena noticia que será de
gran alegría para el pueblo: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador,
el Mesías, el Señor. Y aquí tenéis la señal: encontraréis un niño envuelto en
pañales y acostado en un pesebre. De pronto, entorno al ángel, apareció una legión
del ejército celestial, que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en el
cielo, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
¿QUÉ DICE? El pasaje del nacimiento
de Jesús, proclamado en todas las iglesias la noche de Navidad contiene una
serie de elementos significativos: el Hijo de Dios se ha insertado en la
historia, en un tiempo concreto (“siendo Cirino gobernador de Siria”); la paz
va a ser uno de los dones que ofrecerá al mundo (Augusto es el emperador que
instauró la Pax Augusta), pero esta no se implantará mediante la violencia sino
la entrega en la cruz y la acogida del Reino; es el Mesías esperado que cumple
las condiciones marcadas por los profetas, el hijo de David que nace en la
ciudad donde él había nacido; “el primogénito”, es decir, según la Ley el que
es entregado a Dios y rescatado con un cordero o dos tórtolas; Belén significa
casa de pan, el pan que Jesús multiplicará y dará a los apóstoles transformado
en su cuerpo y sangre, en la eucaristía; los pañales y el pesebre anuncian la
cruz en cuanto el niño es enrollado totalmente a estos y colocado en un
pesebre, separado de los pechos de la madre; los pastores en vela representan a
los pecadores y excluidos que serán quienes acogerán a Cristo, culminando con
la figura del buen ladrón; ellos están en vela, actitud del discípulo, quien
vela en espera de la segunda vuelta de Cristo; los ángeles acompañan a Jesús en
su nacimiento como le acompañarán durante el transcurso de su vida y seguirán
presentes después de la resurrección anunciándola; y el mensaje de paz es la benevolencia
de Dios, que ha traído este niño y transforma los corazones. Así quienes vivían
fuera de la ciudad, apartados de Dios, son los que anuncian la buena noticia.
¿QUÉ TE DICE? Imagina la escena, situándote en el lugar de
los pastores. ¿Cuáles son tus oscuridades y aquello que te aparta de los demás?
La Navidad no es para quienes tienen paz, todo les sale bien y se consideran
buenos, sino para los pobres, los humildes, los destinatarios de las
bienaventuranzas.
¿QUÉ LE DICES? En el silencio si te brotan las palabras bien,
si no, Él está escuchando la música de tu corazón.
COMPROMISO.
La Navidad puede quedar en sentimientos y vivencias sociales o
puede realizar su fin principal: el encuentro con Cristo. Y para ello la
Iglesia nos ofrece el sacramento de la Reconciliación y la Eucaristía. Vive la Navidad
sacramentalmente. Pero no te quedes en ellos. Como los pastores cuando salgas
de la Iglesia sal con una mirada nueva, buscando a Cristo en los demás.
CELEBRACIÓN.
Escoge
un villancico, escúchalo y ora con él.
GUIÓN MISA NIÑOS.
SANTA
MARÍA, MADRE DE DIOS. 1 de enero de 2023
Monición de entrada.-
Queridos
hermanos y hermanas:
Hoy
hemos empezado el año 2023.
Hace
ocho días que fue Navidad.
Y
celebramos el nacimiento del Niño Jesús.
Además
hoy es la fiesta de María, la Madre de Dios.
Y en
la Iglesia rezamos por la paz.
Señor ten piedad.-
Tú que has venido a
salvarnos. Señor, ten piedad.
Tú,
que eres el hijo de María. Cristo, ten piedad.
Tú,
que nos das la paz. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique, para que les ayudes a ser buenos obispos. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la Iglesia, para que
le ayudes a hacer lo que le pides. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los países, para que
no tengan guerras. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los que vivimos en España,
para que nos ayudemos unos a otros. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que en
la ONU y otros sitios trabajan para que se acaben las guerras y se respeten los
derechos humanos, para que lo consigan. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nuestro pueblo y por
nosotros, para que este año 2023 sea bueno y siempre estés a nuestro lado. Te
lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, las niñas y niños queremos felicitarte
por tu fiesta y darte las gracias porque el año pasado estuviste con nosotros
todos los segundos.
GUIÓ MISSA INFANTS..
SANTA
MARIA, MARE DE DÉU. 1 de gener de 2022-
Monició d’entrada.-
Estimats
germans i germanes.
Avui
hem començat l’any 2023.
Fa
huit dies que fou Nadal.
I
celebrarem el naiximent del Jesuset.
A
més hui és la festa de Maria, la Mare de Déu.
I
a l’Església resem per la pau.
Senyor, tingueu pietat.-
Tu, que has vingut
a salvar-nos. Senyor, tingueu pietat.
Tu, que eres el fill
de Maria. Crist, tingueu pietat.
Tu, que ens dones
la pau. Senyor, tingueu pietat.
Peticions.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enric, perquè els ajudes a ser bons bisbes. T’ho demanem, Senyor.
Jesús, et demane per l’Església, perquè
l’ajudes a fer el que li demanes. T’ho demanem, Senyor.
Jesús, et demane pels països, perquè no
tinguen guerres. T’ho demanem, Senyor.
Jesús, et demane pels qui vivim a
Espanya, perquè ens ajudem uns als altres. T’ho demanem, Senyor.
Jesús, et demane per les persones que a
l’ONU i altres llocs treballen perquè s’acaben les guerres i es respecten els
drets humans, per que ho conseguixen. T’ho demanem, Senyor.
Jesús, et demane pel nostre poble i per
nosaltres, perquè aquest any 2023 siga bo i sempre estigues al nostre costat. T’ho
demanem, Senyor.
Acció de gràcies.-
Maria, les xiquetes i xiquets volem
felicitar-te per la teua festa i donar-te les gràcies perque l’any passat
estigueres amb nosaltres tots els segons.
Lectura
del llibre dels Nombres 6, 22-27.
En
aquells dies el Senyor digué a Moisés: “Digues a Aaron i als seus fills: Beneïu
el poble d’Israel amb aquestes paraules: ‘Que el Senyor et beneïsca i et guarde,
que et faça veure la claror de la teua mirada i s’apiade de tu; Que el Senyor
gire cap a tu la mirada i et done la pau’. Així interposaran el meu nom a favor
del poble d’Israel, i jo et beneiré.
Paraula
de Déu.
Sal 65 (66).
Que Déu s’apiade
de nosaltres i ens beneïsca. R/.
Que Déu s’apiade
de nosaltres i ens beneïsca,
que ens faça
veure la claror de la seua mirada.
La terra
coneixerà els vostres designis,
i veuran tots
els pobles la salvació. R/.
Que s’alegren
els pobles i criden de goig.
Vós regiu el món
amb justícia,
regiu les
nacions amb rectitud
i guieu els
pobles de la terra. R/.
Que vos alaben
les nacions, Déu nostre,
que vos alaben tots
els pobles alhora.
Que Déu ens beneïsca,
i el veneren d’un
cap a l’altre de la terra. R/.
Lectura
de la carta de sant Pau als cristians de Galàcia 4, 4-7.
Germans:
Quan
el temps arribà a la seua plenitud, Déu envià el seu Fill, nascut d’una dona,
nascut davall la Llei, per rescatar els qui vivien davall la Llei, perquè obliguéssem
ja la condició de fills.
I
la prova que som fills és que Déu ha enviat l’Esperit del seu Fill, que crida
en els nostres cors: “Abbà, Pare!”. Per tant, ja no ets esclau, sinó fill; i si
ets fill, també ets hereu, per gràcia de Déu.
Paraula
de Déu.
X Lectura de l’Evangeli segons sant Lluc 2, 18-21
En aquell temps, els
pastors anaren a Bet-Lèhem i trobaren Maria i Josep, amb el xiquet al pesebre.
Havent-ho vist, amb els propis ulls, van contar allò que els havien dit d’aquell
infant, i tothom qui ho sentia es meravellava del que deien els pastors.
Maria conservava aquests
records en el seu cor i els meditava.
Després els pastors se’n
tornaren, glorificant Déu, lloant-lo pel que havien vist i sentit; tot van
trobar-lo com els ho havien anunciat.
Passats vuit dies, quan
hagueren de circumcidar-lo, li posaren el nom de Jesús; era el nom que havia
indicat l’àngel abans que el concebés sa mare.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu.
Gorg. València. 1975.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
Eucaristía. Verbo Divino.
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