Lectura
del libro de los Números 6, 22-27.
El Señor habló a Moisés:
-Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis
a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro
sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la
paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré.
Comentario.
-Bendición encargada por Moisés a Aarón y sus hijos, siguiendo el
mandato de Dios.
-Institución del sacerdocio:
Descendientes de Leví.
Sin tierra en la Tierra Prometida.
-Pasos de la bendició:
Protección frente al mal: te bendiga y te proteja.
Invocación de la presencia divina: ilumine su rostro sobre ti.
Promesa de paz: shalom.
Mandato: invocarán el nombre de Dios.
-Biblia:
Historia de bendiciones divinas / maldiciones.
Bendición
– rostro – paz – nombre.
Salmo responsorial
Sal 67 (66).
Que
Dios tenga piedad y nos bendiga. R/.
Que
Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine
su rostro sobre nosotros;
conozca
la tierra tus caminos,
todos
los pueblos tu salvación. R/.
Que
canten de alegría las naciones,
porque
riges el mundo con justicia,
y
gobiernas las naciones de la tierra. R/.
Oh
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
Que
Dios nos bendiga: que le teman
todos
los confines de la tierra. R/.
Delante
del Señor que ya llega,
ya
llega a regir la tierra:
regirá
el orbe con justicia
y
los pueblos con fidelidad. R/.
Notas exegéticas.
67 Recitado probablemente durante la
fiesta con que se daba por terminada la cosecha (Ex 23, 14).
Segunda
lectura.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7.
Hermanos:
Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo,
nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la
ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a
nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abba, Padre!”. Así que
ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por
voluntad del Padre.
Palabra de Dios.
Comentario.
-Gálatas:
1, 3-4: anticipa el discurso
(salvación del hombre, gracia y paz, vienen de Dios a través de Jesucristo).
-Estructura:
Declaración salvífica que va
más allá de los cálculos humanos: cuando llegó la plenitud de los tiempos.
Plan salvífico mediante un hombre
judíos.
Proposiciones finales:
Rescatar a los que estaban bajo
la ley (pueblo judío).
Rescatar a toda la humanidad:
todos.
La filiación:
Nueva relación con Dios: Abba
Padre.
Nueva vida en Cristo:
Hijos-herederos / esclavos.
Culmen:
Redención y filiación.
Evangelio.
X Lectura del
santo evangelio según san Lucas 2, 16-21.
En aquel tiempo, los
pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño
acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel
niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza Dios por todo lo que habían
oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los
ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había
llamado el ángel antes de su concepción.
Textos
paralelos.
Al niño acostado en el pesebre.
Is 1, 3: El buey
conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi
pueblo no me comprende.
Meditaba en su
interior.
Lc 2, 51: Él bajo
con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo
esto en su corazón.
Los ocho días.
Lc 1, 59: A los ocho
días vinieron a circuncidar al niño y querían llamarlo Zacarías, como su padre.
Se le puso por
nombre Jesús.
Lc 1, 31: Concebirás
en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.
Mt 1, 21: Y sin
haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
2 19
(a) Alguno
traducen “palabras”. Pero es mejor conservar el paralelismo con Lc 1, 65. En Gn
37, 11 y Dn 7, 28 una fórmula análoga indica que el depositario de una
revelación conserva esta para el futuro. Aquí Lc quiere poner de relieve la
reflexión de María sobre unos hechos cuyo sentido se manifestará en la
revelación pascual.
2 19
(b) Lit.
“las interpretaba en su corazón”. El verbo utilizado aquí (symballo) es
un término técnico en griego helenístico para la interpretación de oráculos.
2 20
Tema
predilecto de Lucas.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
17 MENSAJE QUE HABÍAN
RECIBIDO: lit. palabra la que fue dicha a ellos.
18 LAS COSAS QUE LES
DECÍAN LOS PASTORES está, en griego, en voz pasiva: lit. las cosas dichas
por los pastores a ellos.
19 Además de presentar
a María, observadora, reflexiva, de profunda vida interior, Lc puede aludir a
la principal fuente de información directa o indirecta (¿a través de Juan?),
para estos relatos. // ESTAS COSAS (lit. las palabras estas; semitismo).
// CONFRONTANDO (LAS): “aproximando para contemplar”, relacionando unas con
otras.
21-24
Dos
misterios que expresaban la voluntad del Hijo de Dios de someterse a una ley
que no le obligaba, para redimir a los que estaban bajo la Ley (Ga 4, 5), a los
perdidos por la desobediencia (cf. Rm 5, 19)
21 La circuncisión de
Jesús “es el signo de su inserción en la descendencia de Abrahán, en el pueblo
de la alianza, de la sumisión a la Ley, y de su consagración al culto de Israel
en el que participará a lo largo de toda su vida” (Cat. 527). // LE PUSIERON
POR NOMBRE JESÚS: lit. y fue llamado el nombre de él Jesús. En el centro
del versículo y de toda la historia humana, hay un nombre que hizo suyo, hace veinte
siglos, un bebé de ocho días; Dios, cuyo nombre oculto (Gn 32, 30; Ex 3, 13s),
tiene ya nombre de verdadera criatura humana.
Notas exegéticas
de la Biblia Didajé.
2,
16 Fueron corriendo: el mensaje que habían recibido era tan importante
que fueron inmediatamente. El ejemplo de los pastores nos enseña la importancia
de tomar a Dios como primera prioridad en nuestras vidas y su búsqueda sincera.
Cat. 437.
2,
19 María
reflexionaba sobre estas cosas que todavía no comprendía plenamente (Lc 2, 51).
Mediante la meditación y la oración, podemos tener mayor comprensión de los
misterios de la fe. Algunos estudios consideran este versículo como prueba de
que los relatos historias de la infancia de Cristo pudieron haber sido contados
a Lucas por María misma. Cat. 94, 2599.
2,
21-40 Cristo fue circuncidado al octavo día de su nacimiento, evento que se
celebra en algunos calendarios litúrgicos al octavo día de la Navidad, el día 1
de enero. La circuncisión era un signo para unirse a la alianza de Israel como
descendiente de Abrahán (Lc 1, 59-66). Cat. 435, 527 y 527.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
94 Gracias a la asistencia del
Espíritu Santo, la inteligencia tanto de las realidades como de las palabras
del depósito de la fe pueden crecer en la vida de la Iglesia: “Cuando los
fieles contemplan y estudian repasándolas en su corazón” (Concilio Vaticano II,
Dei Verbum, 8); es en particular “la investigación teológica [...] la que
debe profundizar en el conocimiento de la verdad revelada” (C. Vaticano II, Gaudium
et spes, 62); cuando los fieles “comprenden internamente los misterios que
viven” (C. Vaticano II, Dei Verbum, 8). Divina eloquia cum legente
crescunt (“la comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada
lectura” (S. Gregorio Magno); “Cuando la proclaman los obispos, que con la
sucesión apostólica reciben un carisma de la verdad” (C. Vaticano II, Dei
Verbum, 8).
2599 El Hijo de Dios, hecho Hijo de la
Virgen, también aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Él aprende de
su madre las fórmulas de oración; de ella, que conservaba todas las “maravillas
del Todopoderoso y las meditaba en su corazón” (Lc 1, 49).
435 El Nombre de Jesús está en el
corazón de la plegaria cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se acaban con
la fórmula Per Dominum nostrum Jesum Christum... (“Por nuestro Señor
Jesucristo...”. El “Avemaría” culmina en “y bendito es el fruto de tu vientre
Jesús”. La oración del corazón, en uso en Oriente, llamada “oración a Jesús”,
dice: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador·”. Numerosos
cristianos mueren, como santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una única
palabra: “Jesús”.
527 La Circuncisión de Jesús,
al octavo día de su nacimiento, es señal de su inserción en la descendencia de
Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (Ga 4, 4) y de
su consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su vida.
Este signo prefigura “la circuncisión en Cristo” que es el Bautismo (Col 2, 11-13).
Concilio Vaticano II
Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la
salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo
hasta su muerte. [...]
En el nacimiento, cuando la Madre de Dios, llena de gozo, presentó a los
pastores y a los Magos a su Hijo primogénito, que, lejos de menoscabar, consagró
su integridad virginal. Y cuando hecha la ofrenda propia de los pobres lo
presentó al Señor en el templo y oyó profetizar a Simeón que el Hijo seria
signo de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para
que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Después de haber perdido
al Niño Jesús y haberlo buscado con angustia, sus padres lo encontraron en el
templo, ocupado en las cosas de su Padre, y no entendieron la respuesta del
Hijo. Pero su Madre conservaba todo esto en su corazón para meditarlo.
Lumen Gentium, 57.
San Agustín
Lo que admiráis en la carne de María realizadlo en
el interior de vuestra alma. Quien cree en su corazón con vistas a la justicia,
concibe a Cristo; quien lo confiesa con la boca con la mirada puesta en la
salvación, da a luz a Cristo. De esta manera sea exuberante la fecundidad de
vuestros corazones conservando siempre la virginidad.
Sermón 191. I, pg. 181.
Los Santos Padres.
Los pastores no guardaron silencio sobre los misterios divinos que les
habían sido revelados, sino que los comunicaron a todos los que pudieron.
También los pastores espirituales de la Iglesia están destinados a eso mismo: a
predicar los misterios de la Palabra de Dios y a enseñar a sus oyentes a
admirar las maravillas que ellos han aprendido en las Escrituras.
[María] ponderaba, en verdad, los hechos que veía y que había leído que
debían suceder. [...] Ponderaba, por tanto, María, aquellas cosas que había
leído que debían cumplirse junto a estas otras que veían se estaban cumpliendo,
pero lo hacía sin hablar de ellas, guardándolas cerradas en su corazón.
Beda, Homilías sobre los Evangelios, 1, 7. III, pg. 90-91.
Su muerte, su resurrección y su circuncisión han tenido lugar por nuestra
causa.
Orígenes, Homilías sobre el Ev. de Lucas, 14, 1. III, pg. 92.
La fuerza que parecen tener los cristianos no se la deben a
encantamientos, sino al nombre de Jesús y la recitación de las narraciones que
de Él hablan. Y es así que pronunciar ese nombre y recitar esas historias ha
hecho con frecuencia alejarse a los demonios de los hombres, señaladamente
cuando los que las dicen lo hacen con espíritu sano y fe sincera. Y es tanto el
poder del nombre de Jesús contra los demonios, que, a veces, logra su efecto
aun pronunciado por hombres malos.
Orígenes, Contra Celso, 1, 6. III, pg. 92.
Hemos leído que esa circuncisión se hizo con cuchillos de piedra, y la
piedra es Cristo. Y por la fe de Cristo, la esperanza y el amor los corazones
del bueno se purifican no solo en el bautismo sino también en cada buena
acción. Esta circuncisión diaria nuestra (esto es, la continua limpieza de
nuestro corazón) no cesa nunca de celebrar el sacramento del octavo día.
Beda, Homilías sobre los Evangelios, 1, 11. III, pg. 92.
“En Él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por
manos humanas, con el despojamiento del cuerpo de la carne, mediante la circuncisión
de Cristo, sepultados con Él en el bautismo, en el que también resucitasteis
con Él” (Col 2, 11-12). Su muerte entonces fue en nuestro favor, así como la
resurrección y la circuncisión. [...] La circuncisión cesó cuando el bautismo
fue introducido por nosotros, del que era un símbolo; por ello ya no somos
circuncidados. Me parece que la circuncisión tenía tres finalidades: en primer
lugar sellaba a los descendientes de Abrahán con una señal, distinguiéndolos y
separándolos del resto de las naciones; en segundo lugar en ella misma
prefiguraba la gracia y el poder del bautismo divino, pues como antaño el
circuncidado era contado entre el pueblo de Dios mediante este sello, de la
misma manera el bautizado que ha sido sellado por Cristo, el Sello, está
inscrito como hijo adoptivo de Dios. Y en tercer lugar, es un símbolo de los
fieles establecidos en la gracia, que cortan y mortifican las rebeliones de los
placeres carnales y de las pasiones con la palabra cortante de la fe, pero no
cortando el cuerpo, sino purificando el corazón, circuncidándose en el
espíritu, no en la carne.
Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Lucas, 2, 3. III, pg.
93.
San Juan de Ávila
Hermoso el Verbo nacido infante, porque aunque él era infante que no
hablaba, cuando mamaba, cuando era traído en los brazos, los cielos hablaron,
los ángeles cantaron alabanzas, la estrella trajo a los Reyes Magos, fue
adorado en el pesebre, en el que fue puesto como manjar de animales mansos (cf.
Lc 2, 1-20).
Audi, filia (II). I, pg. 780.
Pasemos hasta Betlem y veamos esta cosa que nos ha sido dicha; y fueron
apriesa, y hallaron el niño envuelto en pañales y reclinado en pesebre. Y
fueron tan hartos con aquel convite, que se tornaron glorificando a Dios por
tantas maravillas como habían visto, las cuales no las guardaban por sí solos, mas
publicábanlas con su santa simplicidad a los otros, para que fuesen a ver lo
que ellos habían visto y viniesen con las espirituales riquezas con que ellos
habían venido. ¡Oh hermanos míos, qué bienes perdemos por no hacer como estos
pastores, que fueron apriesa y vieron al Hijo de Dios, y trujéronlo metido
espiritualmente en sus entrañas! Buena dicha fue la de aquellos pastores; mas
mira bien en ello, y veréis que la vuestra no es menor, y por ventura es mayor.
Sermón en la Infraoctava del Corpus. III, pg. 722.
San Oscar Romero.
Yo les inculco, hermanos, en esta mañana del día de la
Virgen, Madre de Dios, Madre de Cristo, que si acaso cediendo a corrientes de
moda se nos ha perdido un poco la ternura que aprendimos de nuestras madres
para rezar a la Virgen Madre, hoy aprovechemos para recuperar, refrescar el
corazón, que el hombre, por mas grande que llegue a ser en la historia, siempre
es un corazón de hijo; y ante la Madre, todo hombre por más grande que sea se
siente niño y no se avergüenza de las cosas de niño ante su mamá.
También con María que es madre, la sencillez de nuestro
rosario, la sencillez de nuestras peregrinaciones a los santuarios de María, la
visita a las imágenes de María. Arrodillarnos ¿por qué no? Si no lo hacemos con
sentido de idolatría sino con la ternura con que muchas veces nos arrodillamos
ante nuestra madre que está sentada para platicarle con más cariño. Todas esas
cositas; cositas digo, porque así las llama la mamá "cositas": el
caramelo que la mamá da o que el niño le trae de la fiesta. Cositas
insignificantes pero que llevan toda la ternura del amor de los hijos. Yo
quisiera, hermanos, que en nuestra Arquidiócesis reverdeciera toda esa devoción
que es tan proverbial, tan tradicional, entre nuestras familias. Ya en muchos
hogares se ha dejado de rezar el rosario, ya en muchas familias no se invoca a
María y, perdonen queridas comunidades cristianas, hasta en comunidades
cristianas he sentido con tristeza, muchas veces, que se saben rezar bonitas
oraciones espontáneas a Dios, a Cristo, pero no se hace mención de María.
Volvamos a sentirla presente, porque su presencia es señal de que Cristo está
con nosotros, está cerca.
Seamos humildes como los pastores, sencillos como los ricos
magos del Oriente pero que ante María se sintieron niños. También la
reconocieron Madre del Redentor. Y hagamos de nuestra fiesta de la maternidad
divina de María, una renovación de nuestra fe, de nuestro conocimiento de
María. El Concilio advierte maravillosamente: "No exageremos, pero tampoco
minimicemos".
Este es el equilibrio que nos pide el Concilio, es decir, una
devoción a la Virgen que no lleve al fanatismo, a exagerar como si ella fuera
diosa, redentora, es falso; eso no es María. María es madre del Redentor,
criatura de Dios creador. Pero tampoco seamos tan fuertes a nuestro modo, que
ya no nos hace falta María y hablamos de ella con cierto desprestigio, con
cierto desamor. Ni una cosa ni otra. Ni exagerarla, porque no necesita
exageraciones, ¡es tan grande! Ni hacerla tan chiquita y tan insignificante,
porque no lo es. El mismo Dios la reconoce como Madre de su Hijo y la ha
querido colaboradora íntima de la redención de los hombres, dispensadora de todas
sus gracias.
Hermanos, este es el mensaje de la Iglesia en el 1º de enero.
Yo deseo a todos, pues, que como pertenecientes a este pueblo de Dios seamos
todos muy bendecidos en este año en Cristo, que fue para el pueblo de Dios como
el fruto traído por María a todo el mundo, al cual pertenecemos nosotros.
Tratemos de hacer en este año una verdadera Iglesia, tal como Dios la quiere,
pueblo escogido suyo desde el cual junto a María que es miembro de este pueblo,
seamos iluminación, salvación...
Homilía, 1 de enero de 1978.
Papa Francisco.
Las lecturas de la liturgia de hoy resaltan tres verbos, que se cumplen
en la Madre de Dios: bendecir, nacer y encontrar.
Bendecir. En el Libro de los Números el Señor pide que los ministros
sagrados bendigan a su pueblo: «Bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te
bendiga”» (6,23-24). No es una exhortación piadosa, sino una petición concreta.
Y es importante que también hoy los sacerdotes bendigan al Pueblo de Dios,
sin cansarse; y que además todos los fieles sean portadores de bendición, que
bendigan. El Señor sabe que necesitamos ser bendecidos: lo primero que hizo
después de la creación fue decir bien de cada cosa y decir muy bien de
nosotros. Pero ahora, con el Hijo de Dios, no recibimos sólo palabras de
bendición, sino la misma bendición: Jesús es la bendición del Padre. En Él
el Padre, dice san Pablo, nos bendice «con toda clase de bendiciones» (Ef 1,3).
Cada vez que abrimos el corazón a Jesús, la bendición de Dios entra en nuestra
vida.
Hoy celebramos al Hijo de Dios, el Bendito por naturaleza, que viene a
nosotros a través de la Madre, la bendita por gracia. María nos trae de ese
modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos
acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa, inmediatamente
reconoció la bendición y dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el
fruto de tu vientre!» (Lc 1,42). Son las palabras que repetimos en el Avemaría.
Acogiendo a María somos bendecidos, pero también aprendemos a bendecir. La
Virgen, de hecho, enseña que la bendición se recibe para darla. Ella, la
bendita, fue bendición para todos los que la encontraron: para Isabel, para los
esposos de Caná, para los Apóstoles en el Cenáculo… También nosotros estamos
llamados a bendecir, a decir bien en nombre de Dios. El mundo está
gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la
sociedad, de sí mismos. Pero la maldición corrompe, hace que todo degenere,
mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo cada día.
Pidamos a la Madre de Dios la gracia de ser para los demás portadores gozosos
de la bendición de Dios, como ella lo es para nosotros.
El segundo verbo es nacer. San Pablo remarca que el Hijo de Dios
ha «nacido de una mujer» (Gal 4,4). En pocas palabras nos dice una cosa
maravillosa: que el Señor nació como nosotros. No apareció ya adulto, sino
niño; no vino al mundo él solo, sino de una mujer, después de nueve meses en el
seno de la Madre, a quien dejó que formara su propia humanidad. El corazón
del Señor comenzó a latir en María, el Dios de la vida tomó el oxígeno de ella.
Desde entonces María nos une a Dios, porque en ella Dios se unió a nuestra
carne para siempre. María —le gustaba decir a san Francisco— «ha convertido
en hermano nuestro al Señor de la majestad» (San Buenaventura, Legenda major,
9,3). Ella no es sólo el puente entre Dios y nosotros, es más todavía: es el
camino que Dios ha recorrido para llegar a nosotros y es la senda que debemos
recorrer nosotros para llegar a Él. A través de María encontramos a Dios
como Él quiere: en la ternura, en la intimidad, en la carne. Sí, porque
Jesús no es una idea abstracta, es concreto, encarnado, nació de mujer y creció
pacientemente. Las mujeres conocen esta concreción paciente, nosotros los
hombres somos frecuentemente más abstractos y queremos las cosas
inmediatamente; las mujeres son concretas y saben tejer con paciencia los hilos
de la vida. Cuántas mujeres, cuántas madres de este modo hacen nacer y renacer
la vida, dando un porvenir al mundo.
No estamos en el mundo para morir, sino para generar vida. La Santa Madre de Dios nos
enseña que el primer paso para dar vida a lo que nos rodea es amarlo en
nuestro interior. Ella, dice hoy el Evangelio, “conservaba todo en su corazón”
(cf. Lc 2,19). Y es del corazón que nace el bien: qué importante es tener
limpio el corazón, custodiar la vida interior, la oración. Qué importante es
educar el corazón al cuidado, a valorar a las personas y las cosas. Todo
comienza ahí, del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la creación. No
sirve conocer muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas.
Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos
de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo se necesita la
vacuna para el corazón: y esta vacuna es el cuidado. Será un buen año si
cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros.
El tercer verbo es encontrar. El Evangelio nos dice que los
pastores «encontraron a María y a José, y al Niño» (v. 16). No encontraron
signos prodigiosos y espectaculares, sino una familia sencilla. Allí, sin
embargo, encontraron verdaderamente a Dios, que es grandeza en lo pequeño,
fortaleza en la ternura. Pero, ¿cómo hicieron los pastores para encontrar este
signo tan poco llamativo? Fueron llamados por un ángel. Tampoco nosotros
habríamos encontrado a Dios si no hubiésemos sido llamados por gracia. No
podíamos imaginar un Dios semejante, que nace de una mujer y revoluciona la
historia con la ternura, pero por gracia lo hemos encontrado. Y hemos
descubierto que su perdón nos hace renacer, que su consuelo enciende la
esperanza, y su presencia da una alegría incontenible. Lo hemos encontrado,
pero no debemos perderlo de vista. El Señor, de hecho, no se encuentra una vez
para siempre: sino que hemos de encontrarlo cada día. Por eso el
Evangelio describe a los pastores siempre en búsqueda, en movimiento: “fueron
corriendo, encontraron, contaron, se volvieron dando gloria y alabanza a Dios”
(cf. vv. 16-17.20). No eran pasivos, porque para acoger la gracia es
necesario mantenerse activos.
Y nosotros, ¿qué debemos encontrar al inicio de este año? Sería
hermoso encontrar tiempo para alguien. El tiempo es una riqueza que
todos tenemos, pero de la que somos celosos, porque queremos usarla sólo para
nosotros. Hemos de pedir la gracia de encontrar tiempo: tiempo para Dios y
para el prójimo: para el que está solo, para el que sufre, para el que necesita
ser escuchado y cuidado. Si encontramos tiempo para regalar, nos sorprenderemos
y seremos felices, como los pastores. Que la Virgen, que ha llevado a Dios
en el tiempo, nos ayude a dar nuestro tiempo. Santa Madre de Dios, a ti te
consagramos el nuevo año. Tú, que sabes custodiar en el corazón, cuídanos.
Bendice nuestro tiempo y enséñanos a encontrar tiempo para Dios y para los
demás. Nosotros con alegría y confianza te aclamamos: ¡Santa Madre de Dios! Y
que así sea.
Homilía. 1 de enero de 2021.
Papa Francisco. Mensaje para la 56
Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2023.
Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos
caminos de paz
«Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les
escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón
en plena noche» (Primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses 5,1-2).
1. Con estas palabras, el apóstol Pablo invitaba a la comunidad de
Tesalónica, que esperaba el encuentro con el Señor, a permanecer firme, con
los pies y el corazón bien plantados en la tierra, capaz de una mirada atenta a
la realidad y a las vicisitudes de la historia. Por eso, aunque los
acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos
empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos
llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que
se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre
todo, guía nuestro camino. Con este ánimo san Pablo exhorta constantemente a la
comunidad a estar vigilante, buscando el bien, la justicia y la verdad: «No nos
durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos
sobrios» (5,6). Es una invitación a mantenerse alerta, a no encerrarnos en
el miedo, el dolor o la resignación, a no ceder a la distracción, a no
desanimarnos, sino a ser como centinelas capaces de velar y distinguir las
primeras luces del alba, especialmente en las horas más oscuras.
2. El COVID-19 nos sumió en medio
de la noche, desestabilizando nuestra vida ordinaria, trastornando nuestros
planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad incluso de las
sociedades más privilegiadas, generando desorientación y sufrimiento, y
causando la muerte de tantos hermanos y hermanas nuestros.
Empujado dentro de una vorágine de desafíos inesperados y en una situación
que no estaba del todo clara ni siquiera desde el punto de vista científico, el
mundo sanitario se movilizó para aliviar el dolor de tantos y tratar de ponerle
remedio; del mismo modo, las autoridades políticas tuvieron que tomar medidas
drásticas en materia de organización y gestión de la emergencia.
Junto con las manifestaciones físicas, el COVID-19 provocó —también con
efectos a largo plazo— un malestar generalizado que caló en los corazones de
muchas personas y familias, con secuelas a tener en cuenta, alimentadas por
largos períodos de aislamiento y diversas restricciones de la libertad.
Además, no podemos olvidar cómo la pandemia tocó la fibra sensible del
tejido social y económico, sacando a relucir contradicciones y desigualdades.
Amenazó la seguridad laboral de muchos y agravó la soledad cada vez más
extendida en nuestras sociedades, sobre todo la de los más débiles y la de
los pobres. Pensemos, por ejemplo, en los millones de trabajadores informales
de muchas partes del mundo, a los que se dejó sin empleo y sin ningún apoyo
durante todo el confinamiento.
Rara vez los individuos y la sociedad avanzan en situaciones que generan
tal sentimiento de derrota y amargura; pues esto debilita los esfuerzos dedicados a la paz y
provoca conflictos sociales, frustración y violencia de todo tipo. En este
sentido, la pandemia parece haber sacudido incluso las zonas más pacíficas de
nuestro mundo, haciendo aflorar innumerables carencias.
3. Transcurridos tres años, ha llegado el momento de tomarnos un tiempo
para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar —de forma personal
y comunitaria—; un tiempo privilegiado para prepararnos al “día del Señor”. Ya
he dicho varias veces que de los momentos de crisis nunca se sale igual: de
ellos salimos mejores o peores. Hoy estamos llamados a preguntarnos: ¿qué
hemos aprendido de esta situación pandémica? ¿Qué nuevos caminos debemos
emprender para liberarnos de las cadenas de nuestros viejos hábitos, para estar
mejor preparados, para atrevernos con lo nuevo? ¿Qué señales de vida y
esperanza podemos aprovechar para seguir adelante e intentar hacer de nuestro
mundo un lugar mejor?
Seguramente, después de haber palpado la fragilidad que caracteriza la
realidad humana y nuestra existencia personal, podemos decir que la mayor
lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos
necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es
la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie
puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos
juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana.
También hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la tecnología y
los efectos de la globalización no sólo ha sido excesiva, sino que se ha
convertido en una intoxicación individualista e idolátrica, comprometiendo la
deseada garantía de justicia, armonía y paz. En nuestro acelerado mundo,
muy a menudo los problemas generalizados de desequilibrio, injusticia, pobreza
y marginación alimentan el malestar y los conflictos, y generan violencia e
incluso guerras.
Si, por un lado, la pandemia sacó a relucir todo esto, por otro, hemos
logrado hacer descubrimientos positivos: un beneficioso retorno a la
humildad; una reducción de ciertas pretensiones consumistas; un renovado
sentido de la solidaridad que nos anima a salir de nuestro egoísmo para
abrirnos al sufrimiento de los demás y a sus necesidades; así como un
compromiso, en algunos casos verdaderamente heroico, de tantas personas que no
escatimaron esfuerzos para que todos pudieran superar mejor el drama de la emergencia.
De esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a
todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra “juntos” en el centro.
En efecto, es juntos, en la fraternidad y la
solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y
superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más
eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales,
instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se unieron
para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares. Sólo
la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las
crisis personales, sociales y mundiales.
4. Al mismo tiempo, en el momento en que nos atrevimos a esperar que lo
peor de la noche de la pandemia del COVID-19 había pasado, un nuevo y terrible
desastre se abatió sobre la humanidad. Fuimos testigos del inicio de otro
azote: una nueva guerra, en parte comparable a la del COVID-19, pero impulsada
por decisiones humanas reprobables. La guerra en Ucrania se cobra víctimas
inocentes y propaga la inseguridad, no sólo entre los directamente afectados,
sino de forma generalizada e indiscriminada en todo el mundo; también afecta a
quienes, incluso a miles de kilómetros de distancia, sufren sus efectos
colaterales —basta pensar en la escasez de trigo y los precios del
combustible—.
Ciertamente, esta no es la era post-COVID que esperábamos o preveíamos.
De hecho, esta guerra, junto con los demás conflictos en todo el planeta,
representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las
partes directamente implicadas. Aunque se ha encontrado una vacuna contra
el COVID-19, aún no se han hallado soluciones eficaces para poner fin a la
guerra. En efecto, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que
afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del
corazón humano, corrompido por el pecado (cf. Evangelio según san Marcos
7,17-23).
5. ¿Qué se nos pide, entonces, que hagamos? En primer lugar, dejarnos
cambiar el corazón por la emergencia que hemos vivido, es decir, permitir
que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y
de la realidad a través de este momento histórico. Ya no podemos pensar
sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales,
sino que debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido
comunitario, es decir, como un “nosotros” abierto a la fraternidad universal. No
podemos buscar sólo protegernos a nosotros mismos; es hora de que todos nos
comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta,
creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con
seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común.
Para lograr esto y vivir mejor después de la emergencia del COVID-19, no
podemos ignorar un hecho fundamental: las diversas crisis morales, sociales,
políticas y económicas que padecemos están todas interconectadas, y lo que
consideramos como problemas autónomos son en realidad uno la causa o
consecuencia de los otros. Así pues, estamos llamados a afrontar los retos
de nuestro mundo con responsabilidad y compasión. Debemos retomar la
cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de
paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas
y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas
claras y eficaces para hacer frente al cambio climático; luchar contra el virus
de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos,
apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes
dificultades. El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar,
con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los
migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades. Sólo
invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor
infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a
edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz.
Al compartir estas reflexiones, espero que en el nuevo año podamos caminar
juntos, aprovechando lo que la historia puede enseñarnos. Expreso mis mejores
votos a los jefes de Estado y de gobierno, a los directores de las
organizaciones internacionales y a los líderes de las diferentes religiones. A
todos los hombres y mujeres de buena voluntad, les deseo un feliz año, en el
que puedan construir, día a día, como artesanos, la paz. Que María Inmaculada,
Madre de Jesús y Reina de la Paz, interceda por nosotros y por el mundo
entero.
Vaticano, 8 de diciembre de 2022
Comentario al evangelio del domingo.
Primeros testigos de la intervención
salvífica de Dios.
Primeros evangelizadores.
Orantes.
-María:
Lucas la va presentando con pinceladas
breves y firmes.
Conservaba todas estas cosas
meditándolas en su corazón.
-Nombre de Jesús:
Yeshua – salvación: la misión que le ha encomendado el Padre.
ORACIÓN JUNIORS.
EXPERIENCIA.
Cierra los ojos,
respira profundamente durante un par de minutos, tomando conciencia de tu
cuerpo y tu espíritu. Quien ora eres tú, con toda la complejidad de tu persona.
Con los ojos cerrados invoca
durante dos minutos el don del Espíritu Santo en el momento de la inspiración: “Ven,
Espíritu Santo”.
También con los ojos
cerrados, lenta y pausadamente, realiza la señal de la cruz sobre tu frente,
labios y corazón, cabeza, pecho y hombros.
Esta oración no es para
encontrarte bien contigo mismo o alcanzar el estado emocional del equilibrio,
sino para encontrarte con Dios, el Dios personal, relacionarte con el Padre, el
Hijo y el Espíritu Santo, entrar en la intimidad de la Trinidad.
Mira este vídeo las
veces que necesites, orando con él, avanzando, retrocediendo, deteniéndote en alguna
escena, pensando en la frase, contemplando la imagen, permitiendo a la palabra
o la fotografía despertar en ti emociones, sugerencias, recuerdos. Todo ello
desde la conciencia de estar viéndolo en compañía de Jesús, por eso aprovecha
para hablar con él acerca del vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=WK04E8rcWEo
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Lucas 2, 16-21.
En aquel tiempo, los
pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño
acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel
niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores.
María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.
Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza Dios por todo lo que habían
oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los
ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había
llamado el ángel antes de su concepción.
San Ignacio de Loyola en el libro Ejercicios Espirituales, números
110-117, nos ofrece los puntos o guion para contemplar el Nacimiento de
Jesucristo.
La sólita oración preparatoria.
El primer preámbulo es la historia; y será aquí cómo desde Nazaret
salieron nuestra Señora, grávida quasi de nueve meses, como se puede meditar
píamente, asentada en una asna, y José y una ancila, llevando un buey, para ir
a Belén, a pagar el tributo que César echó en todas aquellas tierras.
El segundo, composición viendo el lugar; será aquí con la vista
imaginativa ver el camino desde Nazaret a Belén, considerando la longura, la
anchura, y si llano o si por valles o cuestas sea el tal camino; asimismo
mirando el lugar o espelunca del nacimiento, cuán grande, cuán pequeño, cuán
bajo, cuán alto, y cómo estaba aparejado.
El tercero será el mismo y por la misma forma que fue en la
precedente contemplación.
El primer punto es ver las personas; es a saber, ver a nuestra
Señora, y a José y a la ancila [el ángel], y al niño Jesús después de ser
nacido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos,
contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase,
con todo acatamiento y reverencia posible; y después reflectir en mí mismo para
sacar algún provecho.
El segundo: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y,
reflictiendo en mi mismo, sacar algún provecho.
El tercero: mirar y considerar lo que hacen, así como en el
caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y a cabo de
tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas,
para morir en cruz; y todo esto por mí. Después, reflictiendo, sacar algún
provecho espiritual.
Acabar con un coloquio y un Padrenuestro.
COMPROMISO.
El año 2022 ha concluido. Toma una hoja, dibuja tres columnas. En
la primera anota gracias a, en la segunda el nombre de la persona que te ayudó
el pasado año y en la tercera el motivo.
CELEBRACIÓN.
Ora
con esta canción del grupo cristiano Hessed.
https://www.youtube.com/watch?v=LfNVK1uujOo
GUIÓN MISA NIÑOS.
BAUTISMO DEL SEÑOR. 8 de enero de 2023.
Monición de entrada.-
Este domingo es la fiesta del bautismo de Jesús.
Y con el bautismo de Jesús terminamos el tiempo de Navidad.
Jesús fue al río Jordán y allí Juan lo bautizó.
Allí fue el servidor del Padre.
El ungido del Espíritu Santo.
Allí comenzó a mostrar la buena noticia a todas las personas.
Señor ten piedad.-
Tú el bautizado por Juan. Señor, ten piedad.
Tú,
el ungido por el Espíritu Santo. Cristo, ten piedad.
Tú,
el Hijo más querido del Padre. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique, para que continúen ayudándonos. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los que hemos sido
bautizados, para que hagamos siempre cosas buenas. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nuestras madres y
padres, para que nos hablen de ti y lo que nos enseñaste. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que
están tristes, para que abran su corazón a Dios Padre. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros, para que
como tú seamos servidores de los que están cerca. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, las niñas y niños darte las
gracias por haber enseñado a Jesús que tenía un Papá, Dios, que era muy bueno y
lo quería mucho.
G
UIÓ MISSA D’INFANTS.
BATEIG DEL SENYOR. 8 de gener de 2023.
Monició d’entrada.-
Aquest diumenge és la festa del bateig de Jesús.
Amb aquesta festa acaba el temps de Nadal.
Jesús va anar al riu Jordà i allí Joan el va batejar.
Allí fou el servidor del Pare.
L’ungit de l’Esperit Sant.
Allí començà a mostrar-nos la bona nova a totes les persones.
Senyor, tingueu pietat.
Vos el batejat per Joan. Senyor, tingueu pietat.
Vos, l’ungit per l’Esperit Sant. Crist, tingueu pietat.
Vos, el Fill més estimat del Pare. Senyor, tingueu pietat.
Peticions.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enrique; perquè continuen ajudant-nos. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels qui hem sigut
batejats; perquè fem sempre coses bones. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per les nostres mares i
pares; perquè ens parlen de Jesús i el que Ell ens ha ensenyat. T’ho demane,
Senyor.
Jesús, et demane per les persones que sofreixen
la tristor; perquè òbriguen el seu cor al Pare. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per nosaltres; perquè
com tu siga’m servidors dels qui és troben prop. T’ho demane, Senyor.
Acció de gràcies.-
Maria, les
xiquetes i xiquets volem donar-te les gràcies per haver ensenyat a Jesús que
ell tenia un Pare, Déu, que era molt bo i l’estimava molt.
Lectura
del llibre del profeta Isaïes 42, 1-4.6-7.
Açò
diu el Senyor:
Ací
teniu el meu servent, de qui he pres possessió, el meu estimat, en qui s’ha
complagut la meua ànima. He posat en ell el meu Esperit perquè porte el dret a
les nacions. No crida ni alça la veu, no es fa sentir plens carrers; no trenca
la canya que s’esberla, no apaga la flama del bñe que vacil.la; porta el dret
amb fermesa, sense defallir, sense vacil.lar, fins haver implantat el dret a la
terra, fins que les illes esperen les seues decisions. Jo, el Senyor, t’he
cridat bondadosament, et prenc per la mà, t’he configurat i et designe aliança
del poble, llum de les nacions, per tornar la vista als ulls que han quedat
cecs, per traure de la presó els encadenats i alliberar del calabós els qui
vivien a la fosca.
Paraula
de Déu.
Sal 65 (66).
Que el Senyor
beneïsca el seu poble
amb el do de la pau.
R/.
Doneu al Senyor,
fills de Déu,
doner al senyor
glòria i honor,
honoreu el Senyor,
honoreu el seu nom,
adoreu el
Senyor, s’apareix la seua santedat. R/.
La veu del
Senyor es fa sentir sobre les aigües,
ve el Senyor
sobre les aigües del Jordà.
La veu del
Senyor és potent.
La veu del
Senyor és majestuosa. R/.
El Déu majestuós
fa sentir el seu tro
i al seu palau tot canta: Glòria!
El Senyor té el
soli en les aigües diluvials,
i seu el Senyor,
rei per sempre. R/.
Lectura
del Fets dels apòstols 10, 94-98.
En
aquells dies Pere prengué la paraula i digué:
-Ara
veig de veritat que Déu no fa diferències a favor d’uns o altres; Déu acull
tothom qui creu en ell i fa el bé, de qualsevol nacionalitat que siga. Ell va
dirigir la seua paraula al poble d’Israel, anunciant-li la nova feliç: la pau
per Jesucrist, que és Senyor de tots.
Vosaltres
ja sabeu què ha passat darrerament per tot el país dels jueus, començant per
Galilea, després que Joan havia predicat a la gent que es fessen batejar. Parle
de Jesús de Natzaret. Ja sabeu com Déu el va consagrar, ungint-lo amb Esperit
Sant i amb poder. Com passà per tot arreu fent el bé i donant la salut a tots
els qui estaven davall la dominació del diable, perquè Déu era amb ell.
Paraula
de Déu.
X Lectura de l’Evangeli segons sant Mateu 3, 13-17
En aquell temps, Jesús,
que venia de Galilea, es presentà a Joan, vora el Jordà, perquè el batejàs.
Joan no el volia admetre
al baptisme. Li deia:
-Soc jo el qui necessite
que tu em bateges. Com és que tu vens a mi?
Jesús li respongué:
-Accedeix per ara a batejar-me.
Convé que complim d’aquesta manera tot allò que pertoca fer.
Llavors hi accedi.
Una volta batejat, Jesús
isqué de l’aigua a l’instant. Llavors el cel s’obri i va veure que l’Esperit de
Déu baixava com un colom i venia cap a ell, i una veu deia des del cel:
-Aquest és el meu Fill,
el meu estimat, en qui m’he complagut.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu.
Gorg. València. 1975.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
Eucaristía. Verbo Divino.
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