martes, 27 de diciembre de 2022

Santa María, Madre de Dios. 1 de enero de 2023.

 


Lectura del libro de los Números 6, 22-27.

El Señor habló a Moisés:

-Di a Aarón y a sus hijos, esta es la fórmula con la que bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor. El Señor te muestre su rostro y te conceda la paz”. Así invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré.

 

Comentario.

-Bendición encargada por Moisés a Aarón y sus hijos, siguiendo el mandato de Dios.

-Institución del sacerdocio:

Descendientes de Leví.

Sin tierra en la Tierra Prometida.

-Pasos de la bendició:

Protección frente al mal: te bendiga y te proteja.

Invocación de la presencia divina: ilumine su rostro sobre ti.

Promesa de paz: shalom.

Mandato: invocarán el nombre de Dios.

-Biblia:

Historia de bendiciones divinas / maldiciones.

Bendición – rostro – paz – nombre.

Salmo responsorial

Sal 67  (66).

 

Que Dios tenga piedad y nos bendiga. R/.

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación. R/.

 

Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia,

y gobiernas las naciones de la tierra.  R/.

 

Oh Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

Que Dios nos bendiga: que le teman

todos los confines de la tierra.  R/.

 

Delante del Señor que ya llega,

ya llega a regir la tierra:

regirá el orbe con justicia

y los pueblos con fidelidad.  R/.

 

Notas exegéticas.

67 Recitado probablemente durante la fiesta con que se daba por terminada la cosecha (Ex 23, 14).

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 4, 4-7.

Hermanos:

Cuando llegó la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial. Como sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama: “¡Abba, Padre!”. Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y si eres hijo, eres también heredero por voluntad del Padre.

Palabra de Dios.

 

Comentario.

-Gálatas:

1, 3-4: anticipa el discurso (salvación del hombre, gracia y paz, vienen de Dios a través de Jesucristo).

-Estructura:

Declaración salvífica que va más allá de los cálculos humanos: cuando llegó la plenitud de los tiempos.

Plan salvífico mediante un hombre judíos.

Proposiciones finales:

Rescatar a los que estaban bajo la ley (pueblo judío).

Rescatar a toda la humanidad: todos.

La filiación:

Nueva relación con Dios: Abba Padre.

Nueva vida en Cristo:

Hijos-herederos / esclavos.

Culmen:

Redención y filiación.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 16-21.

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

 

Textos paralelos.

 Al niño acostado en el pesebre.

Is 1, 3: El buey conoce a su amo, y el asno el pesebre de su dueño; Israel no me conoce, mi pueblo no me comprende.

Meditaba en su interior.

Lc 2, 51: Él bajo con ellos y fue a Nazaret y estaba sujeto a ellos. Su madre conservaba todo esto en su corazón.

Los ocho días.

Lc 1, 59: A los ocho días vinieron a circuncidar al niño y querían llamarlo Zacarías, como su padre.

Se le puso por nombre Jesús.

Lc 1, 31: Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús.

Mt 1, 21: Y sin haberla conocido, ella dio a luz un hijo al que puso por nombre Jesús.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

2 19 (a) Alguno traducen “palabras”. Pero es mejor conservar el paralelismo con Lc 1, 65. En Gn 37, 11 y Dn 7, 28 una fórmula análoga indica que el depositario de una revelación conserva esta para el futuro. Aquí Lc quiere poner de relieve la reflexión de María sobre unos hechos cuyo sentido se manifestará en la revelación pascual.

2 19 (b) Lit. “las interpretaba en su corazón”. El verbo utilizado aquí (symballo) es un término técnico en griego helenístico para la interpretación de oráculos.

2 20 Tema predilecto de Lucas.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

17 MENSAJE QUE HABÍAN RECIBIDO: lit. palabra la que fue dicha a ellos.

18 LAS COSAS QUE LES DECÍAN LOS PASTORES está, en griego, en voz pasiva: lit. las cosas dichas por los pastores a ellos.

19 Además de presentar a María, observadora, reflexiva, de profunda vida interior, Lc puede aludir a la principal fuente de información directa o indirecta (¿a través de Juan?), para estos relatos. // ESTAS COSAS (lit. las palabras estas; semitismo). // CONFRONTANDO (LAS): “aproximando para contemplar”, relacionando unas con otras.

21-24 Dos misterios que expresaban la voluntad del Hijo de Dios de someterse a una ley que no le obligaba, para redimir a los que estaban bajo la Ley (Ga 4, 5), a los perdidos por la desobediencia (cf. Rm 5, 19)

21 La circuncisión de Jesús “es el signo de su inserción en la descendencia de Abrahán, en el pueblo de la alianza, de la sumisión a la Ley, y de su consagración al culto de Israel en el que participará a lo largo de toda su vida” (Cat. 527). // LE PUSIERON POR NOMBRE JESÚS: lit. y fue llamado el nombre de él Jesús. En el centro del versículo y de toda la historia humana, hay un nombre que hizo suyo, hace veinte siglos, un bebé de ocho días; Dios, cuyo nombre oculto (Gn 32, 30; Ex 3, 13s), tiene ya nombre de verdadera criatura humana.

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

2, 16 Fueron corriendo: el mensaje que habían recibido era tan importante que fueron inmediatamente. El ejemplo de los pastores nos enseña la importancia de tomar a Dios como primera prioridad en nuestras vidas y su búsqueda sincera. Cat. 437.

2, 19 María reflexionaba sobre estas cosas que todavía no comprendía plenamente (Lc 2, 51). Mediante la meditación y la oración, podemos tener mayor comprensión de los misterios de la fe. Algunos estudios consideran este versículo como prueba de que los relatos historias de la infancia de Cristo pudieron haber sido contados a Lucas por María misma. Cat. 94, 2599.

2, 21-40 Cristo fue circuncidado al octavo día de su nacimiento, evento que se celebra en algunos calendarios litúrgicos al octavo día de la Navidad, el día 1 de enero. La circuncisión era un signo para unirse a la alianza de Israel como descendiente de Abrahán (Lc 1, 59-66).  Cat. 435, 527 y 527.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

94 Gracias a la asistencia del Espíritu Santo, la inteligencia tanto de las realidades como de las palabras del depósito de la fe pueden crecer en la vida de la Iglesia: “Cuando los fieles contemplan y estudian repasándolas en su corazón” (Concilio Vaticano II, Dei Verbum, 8); es en particular “la investigación teológica [...] la que debe profundizar en el conocimiento de la verdad revelada” (C. Vaticano II, Gaudium et spes, 62); cuando los fieles “comprenden internamente los misterios que viven” (C. Vaticano II, Dei Verbum, 8). Divina eloquia cum legente crescunt (“la comprensión de las palabras divinas crece con su reiterada lectura” (S. Gregorio Magno); “Cuando la proclaman los obispos, que con la sucesión apostólica reciben un carisma de la verdad” (C. Vaticano II, Dei Verbum, 8).

2599 El Hijo de Dios, hecho Hijo de la Virgen, también aprendió a orar conforme a su corazón de hombre. Él aprende de su madre las fórmulas de oración; de ella, que conservaba todas las “maravillas del Todopoderoso y las meditaba en su corazón” (Lc 1, 49).

435 El Nombre de Jesús está en el corazón de la plegaria cristiana. Todas las oraciones litúrgicas se acaban con la fórmula Per Dominum nostrum Jesum Christum... (“Por nuestro Señor Jesucristo...”. El “Avemaría” culmina en “y bendito es el fruto de tu vientre Jesús”. La oración del corazón, en uso en Oriente, llamada “oración a Jesús”, dice: “Señor Jesucristo, Hijo de Dios, ten piedad de mí, pecador·”. Numerosos cristianos mueren, como santa Juana de Arco, teniendo en sus labios una única palabra: “Jesús”.

527 La Circuncisión de Jesús, al octavo día de su nacimiento, es señal de su inserción en la descendencia de Abraham, en el pueblo de la Alianza, de su sometimiento a la Ley (Ga 4, 4) y de su consagración al culto de Israel en el que participará durante toda su vida. Este signo prefigura “la circuncisión en Cristo” que es el Bautismo (Col 2, 11-13).

 

Concilio Vaticano II

Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte. [...] En el nacimiento, cuando la Madre de Dios, llena de gozo, presentó a los pastores y a los Magos a su Hijo primogénito, que, lejos de menoscabar, consagró su integridad virginal. Y cuando hecha la ofrenda propia de los pobres lo presentó al Señor en el templo y oyó profetizar a Simeón que el Hijo seria signo de contradicción y que una espada atravesaría el alma de la Madre, para que se descubran los pensamientos de muchos corazones. Después de haber perdido al Niño Jesús y haberlo buscado con angustia, sus padres lo encontraron en el templo, ocupado en las cosas de su Padre, y no entendieron la respuesta del Hijo. Pero su Madre conservaba todo esto en su corazón para meditarlo.

Lumen Gentium, 57.

 

San Agustín

Lo que admiráis en la carne de María realizadlo en el interior de vuestra alma. Quien cree en su corazón con vistas a la justicia, concibe a Cristo; quien lo confiesa con la boca con la mirada puesta en la salvación, da a luz a Cristo. De esta manera sea exuberante la fecundidad de vuestros corazones conservando siempre la virginidad.

Sermón 191. I, pg. 181.

 

Los Santos Padres.

Los pastores no guardaron silencio sobre los misterios divinos que les habían sido revelados, sino que los comunicaron a todos los que pudieron. También los pastores espirituales de la Iglesia están destinados a eso mismo: a predicar los misterios de la Palabra de Dios y a enseñar a sus oyentes a admirar las maravillas que ellos han aprendido en las Escrituras.

[María] ponderaba, en verdad, los hechos que veía y que había leído que debían suceder. [...] Ponderaba, por tanto, María, aquellas cosas que había leído que debían cumplirse junto a estas otras que veían se estaban cumpliendo, pero lo hacía sin hablar de ellas, guardándolas cerradas en su corazón.

Beda, Homilías sobre los Evangelios, 1, 7. III, pg. 90-91.

Su muerte, su resurrección y su circuncisión han tenido lugar por nuestra causa.

Orígenes, Homilías sobre el Ev. de Lucas, 14, 1. III, pg. 92.

La fuerza que parecen tener los cristianos no se la deben a encantamientos, sino al nombre de Jesús y la recitación de las narraciones que de Él hablan. Y es así que pronunciar ese nombre y recitar esas historias ha hecho con frecuencia alejarse a los demonios de los hombres, señaladamente cuando los que las dicen lo hacen con espíritu sano y fe sincera. Y es tanto el poder del nombre de Jesús contra los demonios, que, a veces, logra su efecto aun pronunciado por hombres malos.

Orígenes, Contra Celso, 1, 6. III, pg. 92.

Hemos leído que esa circuncisión se hizo con cuchillos de piedra, y la piedra es Cristo. Y por la fe de Cristo, la esperanza y el amor los corazones del bueno se purifican no solo en el bautismo sino también en cada buena acción. Esta circuncisión diaria nuestra (esto es, la continua limpieza de nuestro corazón) no cesa nunca de celebrar el sacramento del octavo día.

Beda, Homilías sobre los Evangelios, 1, 11. III, pg. 92.

“En Él también fuisteis circuncidados con una circuncisión no hecha por manos humanas, con el despojamiento del cuerpo de la carne, mediante la circuncisión de Cristo, sepultados con Él en el bautismo, en el que también resucitasteis con Él” (Col 2, 11-12). Su muerte entonces fue en nuestro favor, así como la resurrección y la circuncisión. [...] La circuncisión cesó cuando el bautismo fue introducido por nosotros, del que era un símbolo; por ello ya no somos circuncidados. Me parece que la circuncisión tenía tres finalidades: en primer lugar sellaba a los descendientes de Abrahán con una señal, distinguiéndolos y separándolos del resto de las naciones; en segundo lugar en ella misma prefiguraba la gracia y el poder del bautismo divino, pues como antaño el circuncidado era contado entre el pueblo de Dios mediante este sello, de la misma manera el bautizado que ha sido sellado por Cristo, el Sello, está inscrito como hijo adoptivo de Dios. Y en tercer lugar, es un símbolo de los fieles establecidos en la gracia, que cortan y mortifican las rebeliones de los placeres carnales y de las pasiones con la palabra cortante de la fe, pero no cortando el cuerpo, sino purificando el corazón, circuncidándose en el espíritu, no en la carne.

Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Lucas, 2, 3. III, pg. 93.

 

San Juan de Ávila

Hermoso el Verbo nacido infante, porque aunque él era infante que no hablaba, cuando mamaba, cuando era traído en los brazos, los cielos hablaron, los ángeles cantaron alabanzas, la estrella trajo a los Reyes Magos, fue adorado en el pesebre, en el que fue puesto como manjar de animales mansos (cf. Lc 2, 1-20).

Audi, filia (II). I, pg. 780.

Pasemos hasta Betlem y veamos esta cosa que nos ha sido dicha; y fueron apriesa, y hallaron el niño envuelto en pañales y reclinado en pesebre. Y fueron tan hartos con aquel convite, que se tornaron glorificando a Dios por tantas maravillas como habían visto, las cuales no las guardaban por sí solos, mas publicábanlas con su santa simplicidad a los otros, para que fuesen a ver lo que ellos habían visto y viniesen con las espirituales riquezas con que ellos habían venido. ¡Oh hermanos míos, qué bienes perdemos por no hacer como estos pastores, que fueron apriesa y vieron al Hijo de Dios, y trujéronlo metido espiritualmente en sus entrañas! Buena dicha fue la de aquellos pastores; mas mira bien en ello, y veréis que la vuestra no es menor, y por ventura es mayor.

Sermón en la Infraoctava del Corpus. III, pg. 722.

 

San Oscar Romero.

Yo les inculco, hermanos, en esta mañana del día de la Virgen, Madre de Dios, Madre de Cristo, que si acaso cediendo a corrientes de moda se nos ha perdido un poco la ternura que aprendimos de nuestras madres para rezar a la Virgen Madre, hoy aprovechemos para recuperar, refrescar el corazón, que el hombre, por mas grande que llegue a ser en la historia, siempre es un corazón de hijo; y ante la Madre, todo hombre por más grande que sea se siente niño y no se avergüenza de las cosas de niño ante su mamá.

También con María que es madre, la sencillez de nuestro rosario, la sencillez de nuestras peregrinaciones a los santuarios de María, la visita a las imágenes de María. Arrodillarnos ¿por qué no? Si no lo hacemos con sentido de idolatría sino con la ternura con que muchas veces nos arrodillamos ante nuestra madre que está sentada para platicarle con más cariño. Todas esas cositas; cositas digo, porque así las llama la mamá "cositas": el caramelo que la mamá da o que el niño le trae de la fiesta. Cositas insignificantes pero que llevan toda la ternura del amor de los hijos. Yo quisiera, hermanos, que en nuestra Arquidiócesis reverdeciera toda esa devoción que es tan proverbial, tan tradicional, entre nuestras familias. Ya en muchos hogares se ha dejado de rezar el rosario, ya en muchas familias no se invoca a María y, perdonen queridas comunidades cristianas, hasta en comunidades cristianas he sentido con tristeza, muchas veces, que se saben rezar bonitas oraciones espontáneas a Dios, a Cristo, pero no se hace mención de María. Volvamos a sentirla presente, porque su presencia es señal de que Cristo está con nosotros, está cerca.

Seamos humildes como los pastores, sencillos como los ricos magos del Oriente pero que ante María se sintieron niños. También la reconocieron Madre del Redentor. Y hagamos de nuestra fiesta de la maternidad divina de María, una renovación de nuestra fe, de nuestro conocimiento de María. El Concilio advierte maravillosamente: "No exageremos, pero tampoco minimicemos".

Este es el equilibrio que nos pide el Concilio, es decir, una devoción a la Virgen que no lleve al fanatismo, a exagerar como si ella fuera diosa, redentora, es falso; eso no es María. María es madre del Redentor, criatura de Dios creador. Pero tampoco seamos tan fuertes a nuestro modo, que ya no nos hace falta María y hablamos de ella con cierto desprestigio, con cierto desamor. Ni una cosa ni otra. Ni exagerarla, porque no necesita exageraciones, ¡es tan grande! Ni hacerla tan chiquita y tan insignificante, porque no lo es. El mismo Dios la reconoce como Madre de su Hijo y la ha querido colaboradora íntima de la redención de los hombres, dispensadora de todas sus gracias.

Hermanos, este es el mensaje de la Iglesia en el 1º de enero. Yo deseo a todos, pues, que como pertenecientes a este pueblo de Dios seamos todos muy bendecidos en este año en Cristo, que fue para el pueblo de Dios como el fruto traído por María a todo el mundo, al cual pertenecemos nosotros. Tratemos de hacer en este año una verdadera Iglesia, tal como Dios la quiere, pueblo escogido suyo desde el cual junto a María que es miembro de este pueblo, seamos iluminación, salvación...

Homilía, 1 de enero de 1978.

 

Papa Francisco.  

Las lecturas de la liturgia de hoy resaltan tres verbos, que se cumplen en la Madre de Dios: bendecir, nacer y encontrar.

Bendecir. En el Libro de los Números el Señor pide que los ministros sagrados bendigan a su pueblo: «Bendeciréis a los hijos de Israel: “El Señor te bendiga”» (6,23-24). No es una exhortación piadosa, sino una petición concreta. Y es importante que también hoy los sacerdotes bendigan al Pueblo de Dios, sin cansarse; y que además todos los fieles sean portadores de bendición, que bendigan. El Señor sabe que necesitamos ser bendecidos: lo primero que hizo después de la creación fue decir bien de cada cosa y decir muy bien de nosotros. Pero ahora, con el Hijo de Dios, no recibimos sólo palabras de bendición, sino la misma bendición: Jesús es la bendición del Padre. En Él el Padre, dice san Pablo, nos bendice «con toda clase de bendiciones» (Ef 1,3). Cada vez que abrimos el corazón a Jesús, la bendición de Dios entra en nuestra vida.

Hoy celebramos al Hijo de Dios, el Bendito por naturaleza, que viene a nosotros a través de la Madre, la bendita por gracia. María nos trae de ese modo la bendición de Dios. Donde está ella llega Jesús. Por eso necesitamos acogerla, como santa Isabel, que la hizo entrar en su casa, inmediatamente reconoció la bendición y dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!» (Lc 1,42). Son las palabras que repetimos en el Avemaría. Acogiendo a María somos bendecidos, pero también aprendemos a bendecir. La Virgen, de hecho, enseña que la bendición se recibe para darla. Ella, la bendita, fue bendición para todos los que la encontraron: para Isabel, para los esposos de Caná, para los Apóstoles en el Cenáculo… También nosotros estamos llamados a bendecir, a decir bien en nombre de Dios. El mundo está gravemente contaminado por el decir mal y por el pensar mal de los demás, de la sociedad, de sí mismos. Pero la maldición corrompe, hace que todo degenere, mientras que la bendición regenera, da fuerza para comenzar de nuevo cada día. Pidamos a la Madre de Dios la gracia de ser para los demás portadores gozosos de la bendición de Dios, como ella lo es para nosotros.

El segundo verbo es nacer. San Pablo remarca que el Hijo de Dios ha «nacido de una mujer» (Gal 4,4). En pocas palabras nos dice una cosa maravillosa: que el Señor nació como nosotros. No apareció ya adulto, sino niño; no vino al mundo él solo, sino de una mujer, después de nueve meses en el seno de la Madre, a quien dejó que formara su propia humanidad. El corazón del Señor comenzó a latir en María, el Dios de la vida tomó el oxígeno de ella. Desde entonces María nos une a Dios, porque en ella Dios se unió a nuestra carne para siempre. María —le gustaba decir a san Francisco— «ha convertido en hermano nuestro al Señor de la majestad» (San Buenaventura, Legenda major, 9,3). Ella no es sólo el puente entre Dios y nosotros, es más todavía: es el camino que Dios ha recorrido para llegar a nosotros y es la senda que debemos recorrer nosotros para llegar a Él. A través de María encontramos a Dios como Él quiere: en la ternura, en la intimidad, en la carne. Sí, porque Jesús no es una idea abstracta, es concreto, encarnado, nació de mujer y creció pacientemente. Las mujeres conocen esta concreción paciente, nosotros los hombres somos frecuentemente más abstractos y queremos las cosas inmediatamente; las mujeres son concretas y saben tejer con paciencia los hilos de la vida. Cuántas mujeres, cuántas madres de este modo hacen nacer y renacer la vida, dando un porvenir al mundo.

No estamos en el mundo para morir, sino para generar vida. La Santa Madre de Dios nos enseña que el primer paso para dar vida a lo que nos rodea es amarlo en nuestro interior. Ella, dice hoy el Evangelio, “conservaba todo en su corazón” (cf. Lc 2,19). Y es del corazón que nace el bien: qué importante es tener limpio el corazón, custodiar la vida interior, la oración. Qué importante es educar el corazón al cuidado, a valorar a las personas y las cosas. Todo comienza ahí, del hacerse cargo de los demás, del mundo, de la creación. No sirve conocer muchas personas y muchas cosas si no nos ocupamos de ellas. Este año, mientras esperamos una recuperación y nuevos tratamientos, no dejemos de lado el cuidado. Porque, además de la vacuna para el cuerpo se necesita la vacuna para el corazón: y esta vacuna es el cuidado. Será un buen año si cuidamos a los otros, como hace la Virgen con nosotros.

El tercer verbo es encontrar. El Evangelio nos dice que los pastores «encontraron a María y a José, y al Niño» (v. 16). No encontraron signos prodigiosos y espectaculares, sino una familia sencilla. Allí, sin embargo, encontraron verdaderamente a Dios, que es grandeza en lo pequeño, fortaleza en la ternura. Pero, ¿cómo hicieron los pastores para encontrar este signo tan poco llamativo? Fueron llamados por un ángel. Tampoco nosotros habríamos encontrado a Dios si no hubiésemos sido llamados por gracia. No podíamos imaginar un Dios semejante, que nace de una mujer y revoluciona la historia con la ternura, pero por gracia lo hemos encontrado. Y hemos descubierto que su perdón nos hace renacer, que su consuelo enciende la esperanza, y su presencia da una alegría incontenible. Lo hemos encontrado, pero no debemos perderlo de vista. El Señor, de hecho, no se encuentra una vez para siempre: sino que hemos de encontrarlo cada día. Por eso el Evangelio describe a los pastores siempre en búsqueda, en movimiento: “fueron corriendo, encontraron, contaron, se volvieron dando gloria y alabanza a Dios” (cf. vv. 16-17.20). No eran pasivos, porque para acoger la gracia es necesario mantenerse activos.

Y nosotros, ¿qué debemos encontrar al inicio de este año? Sería hermoso encontrar tiempo para alguien. El tiempo es una riqueza que todos tenemos, pero de la que somos celosos, porque queremos usarla sólo para nosotros. Hemos de pedir la gracia de encontrar tiempo: tiempo para Dios y para el prójimo: para el que está solo, para el que sufre, para el que necesita ser escuchado y cuidado. Si encontramos tiempo para regalar, nos sorprenderemos y seremos felices, como los pastores. Que la Virgen, que ha llevado a Dios en el tiempo, nos ayude a dar nuestro tiempo. Santa Madre de Dios, a ti te consagramos el nuevo año. Tú, que sabes custodiar en el corazón, cuídanos. Bendice nuestro tiempo y enséñanos a encontrar tiempo para Dios y para los demás. Nosotros con alegría y confianza te aclamamos: ¡Santa Madre de Dios! Y que así sea.

Homilía. 1 de enero de 2021.

 

Papa Francisco. Mensaje para la 56 Jornada Mundial de la Paz, 1 de enero de 2023.

Nadie puede salvarse solo. Recomenzar desde el COVID-19 para trazar juntos caminos de paz

«Hermanos, en cuanto al tiempo y al momento, no es necesario que les escriba. Ustedes saben perfectamente que el Día del Señor vendrá como un ladrón en plena noche» (Primera carta de san Pablo a los Tesalonicenses 5,1-2).

1. Con estas palabras, el apóstol Pablo invitaba a la comunidad de Tesalónica, que esperaba el encuentro con el Señor, a permanecer firme, con los pies y el corazón bien plantados en la tierra, capaz de una mirada atenta a la realidad y a las vicisitudes de la historia. Por eso, aunque los acontecimientos de nuestra existencia parezcan tan trágicos y nos sintamos empujados al túnel oscuro y difícil de la injusticia y el sufrimiento, estamos llamados a mantener el corazón abierto a la esperanza, confiando en Dios que se hace presente, nos acompaña con ternura, nos sostiene en la fatiga y, sobre todo, guía nuestro camino. Con este ánimo san Pablo exhorta constantemente a la comunidad a estar vigilante, buscando el bien, la justicia y la verdad: «No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios» (5,6). Es una invitación a mantenerse alerta, a no encerrarnos en el miedo, el dolor o la resignación, a no ceder a la distracción, a no desanimarnos, sino a ser como centinelas capaces de velar y distinguir las primeras luces del alba, especialmente en las horas más oscuras. 

2.  El COVID-19 nos sumió en medio de la noche, desestabilizando nuestra vida ordinaria, trastornando nuestros planes y costumbres, perturbando la aparente tranquilidad incluso de las sociedades más privilegiadas, generando desorientación y sufrimiento, y causando la muerte de tantos hermanos y hermanas nuestros.

Empujado dentro de una vorágine de desafíos inesperados y en una situación que no estaba del todo clara ni siquiera desde el punto de vista científico, el mundo sanitario se movilizó para aliviar el dolor de tantos y tratar de ponerle remedio; del mismo modo, las autoridades políticas tuvieron que tomar medidas drásticas en materia de organización y gestión de la emergencia.

Junto con las manifestaciones físicas, el COVID-19 provocó —también con efectos a largo plazo— un malestar generalizado que caló en los corazones de muchas personas y familias, con secuelas a tener en cuenta, alimentadas por largos períodos de aislamiento y diversas restricciones de la libertad.

Además, no podemos olvidar cómo la pandemia tocó la fibra sensible del tejido social y económico, sacando a relucir contradicciones y desigualdades. Amenazó la seguridad laboral de muchos y agravó la soledad cada vez más extendida en nuestras sociedades, sobre todo la de los más débiles y la de los pobres. Pensemos, por ejemplo, en los millones de trabajadores informales de muchas partes del mundo, a los que se dejó sin empleo y sin ningún apoyo durante todo el confinamiento.

Rara vez los individuos y la sociedad avanzan en situaciones que generan tal sentimiento de derrota y amargura; pues esto debilita los esfuerzos dedicados a la paz y provoca conflictos sociales, frustración y violencia de todo tipo. En este sentido, la pandemia parece haber sacudido incluso las zonas más pacíficas de nuestro mundo, haciendo aflorar innumerables carencias.

3. Transcurridos tres años, ha llegado el momento de tomarnos un tiempo para cuestionarnos, aprender, crecer y dejarnos transformar —de forma personal y comunitaria—; un tiempo privilegiado para prepararnos al “día del Señor”. Ya he dicho varias veces que de los momentos de crisis nunca se sale igual: de ellos salimos mejores o peores. Hoy estamos llamados a preguntarnos: ¿qué hemos aprendido de esta situación pandémica? ¿Qué nuevos caminos debemos emprender para liberarnos de las cadenas de nuestros viejos hábitos, para estar mejor preparados, para atrevernos con lo nuevo? ¿Qué señales de vida y esperanza podemos aprovechar para seguir adelante e intentar hacer de nuestro mundo un lugar mejor?  

Seguramente, después de haber palpado la fragilidad que caracteriza la realidad humana y nuestra existencia personal, podemos decir que la mayor lección que nos deja en herencia el COVID-19 es la conciencia de que todos nos necesitamos; de que nuestro mayor tesoro, aunque también el más frágil, es la fraternidad humana, fundada en nuestra filiación divina común, y de que nadie puede salvarse solo. Por tanto, es urgente que busquemos y promovamos juntos los valores universales que trazan el camino de esta fraternidad humana. También hemos aprendido que la fe depositada en el progreso, la tecnología y los efectos de la globalización no sólo ha sido excesiva, sino que se ha convertido en una intoxicación individualista e idolátrica, comprometiendo la deseada garantía de justicia, armonía y paz. En nuestro acelerado mundo, muy a menudo los problemas generalizados de desequilibrio, injusticia, pobreza y marginación alimentan el malestar y los conflictos, y generan violencia e incluso guerras.

Si, por un lado, la pandemia sacó a relucir todo esto, por otro, hemos logrado hacer descubrimientos positivos: un beneficioso retorno a la humildad; una reducción de ciertas pretensiones consumistas; un renovado sentido de la solidaridad que nos anima a salir de nuestro egoísmo para abrirnos al sufrimiento de los demás y a sus necesidades; así como un compromiso, en algunos casos verdaderamente heroico, de tantas personas que no escatimaron esfuerzos para que todos pudieran superar mejor el drama de la emergencia.

De esta experiencia ha surgido una conciencia más fuerte que invita a todos, pueblos y naciones, a volver a poner la palabra “juntos” en el centro. En efecto, es juntos, en la fraternidad y la  solidaridad, que podemos construir la paz, garantizar la justicia y superar los acontecimientos más dolorosos. De hecho, las respuestas más eficaces a la pandemia han sido aquellas en las que grupos sociales, instituciones públicas y privadas y organizaciones internacionales se unieron para hacer frente al desafío, dejando de lado intereses particulares. Sólo la paz que nace del amor fraterno y desinteresado puede ayudarnos a superar las crisis personales, sociales y mundiales.

4. Al mismo tiempo, en el momento en que nos atrevimos a esperar que lo peor de la noche de la pandemia del COVID-19 había pasado, un nuevo y terrible desastre se abatió sobre la humanidad. Fuimos testigos del inicio de otro azote: una nueva guerra, en parte comparable a la del COVID-19, pero impulsada por decisiones humanas reprobables. La guerra en Ucrania se cobra víctimas inocentes y propaga la inseguridad, no sólo entre los directamente afectados, sino de forma generalizada e indiscriminada en todo el mundo; también afecta a quienes, incluso a miles de kilómetros de distancia, sufren sus efectos colaterales —basta pensar en la escasez de trigo y los precios del combustible—.

Ciertamente, esta no es la era post-COVID que esperábamos o preveíamos. De hecho, esta guerra, junto con los demás conflictos en todo el planeta, representa una derrota para la humanidad en su conjunto y no sólo para las partes directamente implicadas. Aunque se ha encontrado una vacuna contra el COVID-19, aún no se han hallado soluciones eficaces para poner fin a la guerra. En efecto, el virus de la guerra es más difícil de vencer que los que afectan al organismo, porque no procede del exterior, sino del interior del corazón humano, corrompido por el pecado (cf. Evangelio según san Marcos 7,17-23).

5. ¿Qué se nos pide, entonces, que hagamos? En primer lugar, dejarnos cambiar el corazón por la emergencia que hemos vivido, es decir, permitir que Dios transforme nuestros criterios habituales de interpretación del mundo y de la realidad a través de este momento histórico. Ya no podemos pensar sólo en preservar el espacio de nuestros intereses personales o nacionales, sino que debemos concebirnos a la luz del bien común, con un sentido comunitario, es decir, como un “nosotros” abierto a la fraternidad universal. No podemos buscar sólo protegernos a nosotros mismos; es hora de que todos nos comprometamos con la sanación de nuestra sociedad y nuestro planeta, creando las bases para un mundo más justo y pacífico, que se involucre con seriedad en la búsqueda de un bien que sea verdaderamente común.

Para lograr esto y vivir mejor después de la emergencia del COVID-19, no podemos ignorar un hecho fundamental: las diversas crisis morales, sociales, políticas y económicas que padecemos están todas interconectadas, y lo que consideramos como problemas autónomos son en realidad uno la causa o consecuencia de los otros. Así pues, estamos llamados a afrontar los retos de nuestro mundo con responsabilidad y compasión. Debemos retomar la cuestión de garantizar la sanidad pública para todos; promover acciones de paz para poner fin a los conflictos y guerras que siguen generando víctimas y pobreza; cuidar de forma conjunta nuestra casa común y aplicar medidas claras y eficaces para hacer frente al cambio climático; luchar contra el virus de la desigualdad y garantizar la alimentación y un trabajo digno para todos, apoyando a quienes ni siquiera tienen un salario mínimo y atraviesan grandes dificultades. El escándalo de los pueblos hambrientos nos duele. Hemos de desarrollar, con políticas adecuadas, la acogida y la integración, especialmente de los migrantes y de los que viven como descartados en nuestras sociedades. Sólo invirtiendo en estas situaciones, con un deseo altruista inspirado por el amor infinito y misericordioso de Dios, podremos construir un mundo nuevo y ayudar a edificar el Reino de Dios, que es un Reino de amor, de justicia y de paz.

Al compartir estas reflexiones, espero que en el nuevo año podamos caminar juntos, aprovechando lo que la historia puede enseñarnos. Expreso mis mejores votos a los jefes de Estado y de gobierno, a los directores de las organizaciones internacionales y a los líderes de las diferentes religiones. A todos los hombres y mujeres de buena voluntad, les deseo un feliz año, en el que puedan construir, día a día, como artesanos, la paz. Que María Inmaculada, Madre de Jesús y Reina de la Paz, interceda por nosotros y por el mundo entero. 

Vaticano, 8 de diciembre de 2022

 

Comentario al evangelio del domingo.

-Los pastores:

Primeros testigos de la intervención salvífica de Dios.

Primeros evangelizadores.

Orantes.

-María:

Lucas la va presentando con pinceladas breves y firmes.

Conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón.

-Nombre de Jesús:

Yeshua – salvación: la misión que le ha encomendado el Padre.

 

ORACIÓN JUNIORS.

EXPERIENCIA.

Cierra los ojos, respira profundamente durante un par de minutos, tomando conciencia de tu cuerpo y tu espíritu. Quien ora eres tú, con toda la complejidad de tu persona.

Con los ojos cerrados invoca durante dos minutos el don del Espíritu Santo en el momento de la inspiración: “Ven, Espíritu Santo”.

También con los ojos cerrados, lenta y pausadamente, realiza la señal de la cruz sobre tu frente, labios y corazón, cabeza, pecho y hombros.

Esta oración no es para encontrarte bien contigo mismo o alcanzar el estado emocional del equilibrio, sino para encontrarte con Dios, el Dios personal, relacionarte con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, entrar en la intimidad de la Trinidad.

Mira este vídeo las veces que necesites, orando con él, avanzando, retrocediendo, deteniéndote en alguna escena, pensando en la frase, contemplando la imagen, permitiendo a la palabra o la fotografía despertar en ti emociones, sugerencias, recuerdos. Todo ello desde la conciencia de estar viéndolo en compañía de Jesús, por eso aprovecha para hablar con él acerca del vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=WK04E8rcWEo

+REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según san Lucas 2, 16-21.

En aquel tiempo, los pastores fueron corriendo hacia Belén y encontraron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. Al verlo, contaron lo que se les había dicho de aquel niño. Todos los que lo oían se admiraban de lo que les habían dicho los pastores. María, por su parte, conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Y se volvieron los pastores dando gloria y alabanza Dios por todo lo que habían oído y visto, conforme a lo que se les había dicho. Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre Jesús, como lo había llamado el ángel antes de su concepción.

San Ignacio de Loyola en el libro Ejercicios Espirituales, números 110-117, nos ofrece los puntos o guion para contemplar el Nacimiento de Jesucristo.

La sólita oración preparatoria.

El primer preámbulo es la historia; y será aquí cómo desde Nazaret salieron nuestra Señora, grávida quasi de nueve meses, como se puede meditar píamente, asentada en una asna, y José y una ancila, llevando un buey, para ir a Belén, a pagar el tributo que César echó en todas aquellas tierras.

El segundo, composición viendo el lugar; será aquí con la vista imaginativa ver el camino desde Nazaret a Belén, considerando la longura, la anchura, y si llano o si por valles o cuestas sea el tal camino; asimismo mirando el lugar o espelunca del nacimiento, cuán grande, cuán pequeño, cuán bajo, cuán alto, y cómo estaba aparejado.

El tercero será el mismo y por la misma forma que fue en la precedente contemplación.

El primer punto es ver las personas; es a saber, ver a nuestra Señora, y a José y a la ancila [el ángel], y al niño Jesús después de ser nacido, haciéndome yo un pobrecito y esclavito indigno, mirándolos, contemplándolos y sirviéndolos en sus necesidades, como si presente me hallase, con todo acatamiento y reverencia posible; y después reflectir en mí mismo para sacar algún provecho.

El segundo: mirar, advertir y contemplar lo que hablan; y, reflictiendo en mi mismo, sacar algún provecho.

El tercero: mirar y considerar lo que hacen, así como en el caminar y trabajar, para que el Señor sea nacido en suma pobreza, y a cabo de tantos trabajos de hambre, de sed, de calor y de frío, de injurias y afrentas, para morir en cruz; y todo esto por mí. Después, reflictiendo, sacar algún provecho espiritual.

Acabar con un coloquio y un Padrenuestro.

COMPROMISO.

El año 2022 ha concluido. Toma una hoja, dibuja tres columnas. En la primera anota gracias a, en la segunda el nombre de la persona que te ayudó el pasado año y en la tercera el motivo.

CELEBRACIÓN.

Ora con esta canción del grupo cristiano Hessed.

https://www.youtube.com/watch?v=LfNVK1uujOo

 


GUIÓN MISA NIÑOS.

BAUTISMO DEL SEÑOR. 8 de enero de 2023.

Monición de entrada.-
Este domingo es la fiesta del bautismo de Jesús.
Y con el bautismo de Jesús terminamos el tiempo de Navidad.
Jesús fue al río Jordán y allí Juan lo bautizó.
Allí fue el servidor del Padre.
El ungido del Espíritu Santo.
Allí comenzó a mostrar la buena noticia a todas las personas.

Señor ten piedad.-
Tú el bautizado por Juan. Señor, ten piedad.

Tú, el ungido por el Espíritu Santo. Cristo, ten piedad.

Tú, el Hijo más querido del Padre. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pido por el Papa Francisco y el obispo Enrique, para que continúen ayudándonos. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por los que hemos sido bautizados, para que hagamos siempre cosas buenas. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por nuestras madres y padres, para que nos hablen de ti y lo que nos enseñaste. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por las personas que están tristes, para que abran su corazón a Dios Padre. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por nosotros, para que como tú seamos servidores de los que están cerca. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, las niñas y niños darte las gracias por haber enseñado a Jesús que tenía un Papá, Dios, que era muy bueno y lo quería mucho.

 

G

UIÓ MISSA D’INFANTS.


BATEIG DEL SENYOR. 8 de gener de 2023.


Monició d’entrada.-
Aquest diumenge és la festa del bateig de Jesús.
Amb aquesta festa acaba el temps de Nadal.
Jesús va anar al riu Jordà i allí Joan el va batejar.
Allí fou el servidor del Pare.
L’ungit de l’Esperit Sant.
Allí començà a mostrar-nos la bona nova a totes les persones.


Senyor, tingueu pietat.
Vos el batejat per Joan. Senyor, tingueu pietat.
Vos, l’ungit per l’Esperit Sant. Crist, tingueu pietat.
Vos, el Fill més estimat del Pare. Senyor, tingueu pietat.

Peticions.-

Jesús, et demane pel Papa Francesc i el bisbe Enrique; perquè continuen ajudant-nos. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane pels qui hem sigut batejats; perquè fem sempre coses bones. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per les nostres mares i pares; perquè ens parlen de Jesús i el que Ell ens ha ensenyat. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per les persones que sofreixen la tristor; perquè òbriguen el seu cor al Pare. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per nosaltres; perquè com tu siga’m servidors dels qui és troben prop. T’ho demane, Senyor.

 

Acció de gràcies.-

Maria, les xiquetes i xiquets volem donar-te les gràcies per haver ensenyat a Jesús que ell tenia un Pare, Déu, que era molt bo i l’estimava molt.

 

BAPTISME DEL SENYOR, 8 de gener de 2023

 

Lectura del llibre del profeta Isaïes 42, 1-4.6-7.

Açò diu el Senyor:

Ací teniu el meu servent, de qui he pres possessió, el meu estimat, en qui s’ha complagut la meua ànima. He posat en ell el meu Esperit perquè porte el dret a les nacions. No crida ni alça la veu, no es fa sentir plens carrers; no trenca la canya que s’esberla, no apaga la flama del bñe que vacil.la; porta el dret amb fermesa, sense defallir, sense vacil.lar, fins haver implantat el dret a la terra, fins que les illes esperen les seues decisions. Jo, el Senyor, t’he cridat bondadosament, et prenc per la mà, t’he configurat i et designe aliança del poble, llum de les nacions, per tornar la vista als ulls que han quedat cecs, per traure de la presó els encadenats i alliberar del calabós els qui vivien a la fosca.

Paraula de Déu.

 

Sal  65 (66).

 

Que el Senyor beneïsca el seu poble

amb el do de la pau. R/.

Doneu al Senyor, fills de Déu,

doner al senyor glòria i honor,

honoreu el Senyor, honoreu el seu nom,

adoreu el Senyor, s’apareix la seua santedat. R/.

 

La veu del Senyor es fa sentir sobre les aigües,

ve el Senyor sobre les aigües del Jordà.

La veu del Senyor és potent.

La veu del Senyor és majestuosa.   R/.

 

El Déu majestuós fa sentir el seu tro

 i al seu palau tot canta: Glòria!

El Senyor té el soli en les aigües diluvials,

i seu el Senyor, rei per sempre. R/.

 

Lectura del Fets dels apòstols 10, 94-98.

En aquells dies Pere prengué la paraula i digué:

-Ara veig de veritat que Déu no fa diferències a favor d’uns o altres; Déu acull tothom qui creu en ell i fa el bé, de qualsevol nacionalitat que siga. Ell va dirigir la seua paraula al poble d’Israel, anunciant-li la nova feliç: la pau per Jesucrist, que és Senyor de tots.

Vosaltres ja sabeu què ha passat darrerament per tot el país dels jueus, començant per Galilea, després que Joan havia predicat a la gent que es fessen batejar. Parle de Jesús de Natzaret. Ja sabeu com Déu el va consagrar, ungint-lo amb Esperit Sant i amb poder. Com passà per tot arreu fent el bé i donant la salut a tots els qui estaven davall la dominació del diable, perquè Déu era amb ell.

Paraula de Déu.

 

X Lectura de l’Evangeli segons sant Mateu 3, 13-17

En aquell temps, Jesús, que venia de Galilea, es presentà a Joan, vora el Jordà, perquè el batejàs.

Joan no el volia admetre al baptisme. Li deia:

-Soc jo el qui necessite que tu em bateges. Com és que tu vens a mi?

Jesús li respongué:

-Accedeix per ara a batejar-me. Convé que complim d’aquesta manera tot allò que pertoca fer.

Llavors hi accedi.

Una volta batejat, Jesús isqué de l’aigua a l’instant. Llavors el cel s’obri i va veure que l’Esperit de Déu baixava com un colom i venia cap a ell, i una veu deia des del cel:

-Aquest és el meu Fill, el meu estimat, en qui m’he complagut.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu. Gorg. València. 1975.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

Eucaristía. Verbo Divino.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va

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