Lectura
del libro del Génesis 12, 1-4a.
En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:
-Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia
la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré
famoso tu nombre y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan,
maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias del
mundo.
Abrán marchó, como le había dicho el Señor.
Textos
paralelos.
Sb 10, 5: Cuando la confusión
de los pueblos malvados, / ella se fijó en el justo Abrahán, lo conservó
intachable ante Dios / y lo mantuvo firme a pesar del amor a su hijo.
Hch 7, 2-3: [Esteban] respondió:
“Hermanos y hermanas, escuchad. El Dios de la gloria se apareció a nuestro
padre Abrahán cuando estaba en Mesopotamia; antes de establecerse en Jarán, y
le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que te mostraré”.
Hb 11, 8s: Por la fe obedeció
Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad.
Salió sin saber adónde iba. Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió
hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por
la fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas.
Por ti se bendecirán
todos los linajes de la tierra.
Jr 4, 2: Si jurases “¡Por vida
del Señor!” / con verdad, justicia y derecho, / todas las naciones se
bendecirían, / se darían parabienes entre sí / utilizando el nombre del Señor.
Si 44, 21: [Abrahán] Por eso
Dios le prometió con juramento / bendecir a las naciones por su descendencia, /
multiplicaré como el polvo de la tierra, / exaltar su estirpe como las
estrellas, / y darle una herencia de mar a mar, / desde el Río hasta los
confines de la tierra.
Hch 3, 25: Vosotros sois los
hijos de los profetas; los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros
padres, cuando le dijo a Abrahán: ·En tu descendencia serán bendecidas todas
las familias de la tierra”.
Ga 3, 8: En efecto, la
Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le
adelantó a Abrahán la buena noticia de que por ti serán benditas todas las naciones.
Notas
exegéticas.
12 (a) Titulo que debe entenderse de
forma neutra: relatos en torno a los patriarcas.
12 (b) Los relatos sobre Abrahán tal
como se presentan en el Génesis, son una “teología de la promesa”, la doble
promesa divina de descendencia y del don de la tierra son los ejes centrales en
torno a los cuales de un modo u otro se organiza todo lo que los escritores
sagrados tienen que decir sobre el patriarca.
12 (c) Los capítulos 12-13 pertenece
a lo esencia de las tradiciones yahvistas, pero no todo se sitúa en el mismo
nivel de la tradición o de su fijación escrita. Muy probablemente una breve noticia
de salida de Jarán y de llegada a Canaán, especie de itinerario, con la orden
divina de abandonar Jarán, 12, 1-4, y un primer punto de asentamiento alrededor
de Betel, 12, 8; 13, , son el núcleo central de la tradición. El itinerario
continua con el relato de la separación de Abrahán y Lot, 13 3 s. Promesas de
descendencia y de bendición 12, 2-3, y luego del don de la tierra, 12, 7, han
podido ser añadidas en un estadio relativamente antiguo de la tradición, lo
mismo que el relato de la bajada a Egipto, 12, 10-20, relato que no habla de
Lot, con 13, 1-4. Un desarrollo más reciente puede ser la promesa solemne de 13,
14-17. A los autores sacerdotales se deben algunos complementos en los que se
insiste en la riqueza de Abrahán y de Lot, motivo de su separación. 12, 4-5; 13,
2.4-5. Si tal ha podido ser el desarrollo de los dos capítulos, la doble promesa
de descendencia y del don de la tierra vienen a ocupar un lugar cada vez más preponderante.
Rompiendo todos sus vínculos terrenos. Abrahán sale para un país desconocido,
con su mujer estéril, 11 30, porque Dios le ha llamado y le ha prometido una
posteridad. Primer acto de fe de Abrahán que volverá a expresarse cuando le sea
renovada la promesa, 15 5-6+, y que Dios pondrá a prueba reclamándole a Isaac,
fruto de esta promesa, 22 +. La existencia y el porvenir del pueblo elegido
dependen de este acto absoluto de fe. Hb 11, 8-19. No se trata solamente de su
descendencia carnal, sino de todos aquellos a quienes la misma fe hará hijos de
Abrahán, como enseña san Pablo, Rm 4; Ga 3, 7
12 3 La fórmula se repite (con la
palabra “nación” o “linaje” en 18 18; 22 18; 26 45; 28 14. En sentido estricto,
significa (ver v. 2 y 48 20; Jr 29 22): “las gentes dirán: ‘Bendito seas como
Abrahán’”. Pero Si 44 21, la tradición de los LXX y el NT han entendido: “En ti
serán benditas todas las naciones”.
Comentario.
-Inicio
de la segunda gran sección del Génesis:
Historia
entorno a tres generaciones:
Patriarcas
Abraham, Isaac y Jacob.
Mujeres-matriarcas:
Más numerosas que los varones: Sara-Agar, Rebeca, Raquel-Lía.
-Historia
de Abrahán:
Comienza
con:
Mandato:
él obedece.
Triple
promesa:
Gran nación-poseedor de tierra-bendición para otros.
Amenazada por la fragilidad y contradicción.
Fundamento: Dios.
Salmo responsorial
Sal 32
Que
tu misericordia, Señor,
venga
sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/.
La
palabra del Señor es sincera,
y
todas sus acciones son leales;
él
ama la justicia y el derecho,
y
su misericordia llena la tierra. R/.
Los
ojos del Señor están puestos en quien lo teme,
en
los que esperan su misericordia,
para
librar sus vidas de la muerte
y
reanimarlos en tiempo de hambre. R/.
Nosotros
aguardamos al Señor:
él
es nuestro auxilio y escudo.
Que
tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,
como
lo esperamos de ti. R/.
Textos
paralelos.
Pues recta es la palabra de Yahvé.
Dt 32, 4: Él es la
Roca, sus obras son perfectas, / sus caminos son justos, / es un Dios fiel, sin
maldad; / es justo y recto.
Sal 89, 15:
Justicia y derecho sostienen tu trono, / misericordia y fidelidad te preceden.
Los
ojos de Yahvé sobre sus adeptos.
Sal 32, 8: Te
instruiré y te enseñaré / el camino que has de seguir, / fijaré en ti mis ojos.
Sal 34, 16: Los
ojos del Señor miran a los justos, / sus oídos escuchan sus gritos.
Esperamos
anhelantes a Yahvé.
Sal 115, 9: Israel
confía en el Señor; / él es su auxilio y escudo.
Notas
exegéticas.
33 18 Lit. “los que le temen”.
Comentario
de Noel Quesson.
La poesía hebrea utiliza constantemente el paralelismo: los versos
van siempre de dos en dos. El segundo
retoma la idea del primero. Ejemplos: El Señor frustró los planes de las
naciones. / Y aniquiló los proyectos de los
pueblos.
Segunda
lectura.
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1,
8b-10.
Querido hermano:
Toma parte en los padecimientos por el evangelio, según la fuerza
de Dios. Él nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras
obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús
desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de
nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y
la inmortalidad por medio del evangelio.
Textos
paralelos.
Nos ha llamado a una vocación santa.
Tt 3, 5: No por las obras de
justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos
salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo.
Rm 8, 28: Por otra parte,
sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien, a los cuales les
ha llamado conforme a su designio.
Rm 16, 25s: Al que puede
consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo,
conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos
eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer
según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la
obediencia de la fe a Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los
siglos de los siglos. Amén.
Esta gracia se ha hecho
patente ahora.
Tt 2, 11: Pues se ha
manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.
3, 4: Más cuando se manifestó
la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre.
Rm 6, 9: Pues sabemos que
Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya
no tiene dominio sobre él.
Rm 8, 2: Pues la ley del Espíritu
de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte.
Hb 2, 14-15: Por tanto, lo
mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también
participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al
señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por medio de la
muerte, pasaban la vida entera como esclavos.
Notas
exegéticas:
1 9 La palabra designa en primer
lugar la llamada de los cristianos a la salvación, ver Rm 1 6-7; 8, 28; 1 Co 1
2.24; Col 3 15; Ef 1 18; 4 4; Flp 3, 14 etc., y luego, por metonimia, el estado
(vocación) al que son llamados los cristianos. Ambos sentidos son igualmente
posibles.
1 10 Este término [manifestación] ver
1 Tm 6 14+, designa aquí el ministerio de Jesús.
Comentario.
-Forma parte de las cartas de
la tercera generación paulina:
Dirigidas a personajes
concretos.
-Exhortación a aceptar sufrir a
causa del Evangelio:
Conflictos con los vecinos y amigos.
Comunidad eclesial: valiosa.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 17, 1-9.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago
y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró
delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando
con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
-Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres,
haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los
cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
-Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco.
Escuchadlo.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos
de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
-Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a
Jesús, solo. Cuando bajaban del monte Jesús les mandó:
-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del
hombre resucite de entre los muertos.
Textos
paralelos.
Mc 9, 2-9 |
Mt 17, 1-9 |
Lc 9, 28-36 |
Seis días más tarde Jesús
toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos solos a un
monte alto, y se transfiguró delante de
ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede
dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elías y
Moisés, conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra
y dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres
tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía qué decir,
pues estaban asustados. Se formó una nube que los cubrió
y salió una voz de la nube: “Este es mi Hijo, el amado,
escuchadlo”. De pronto, al mirar
alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban del monte, les ordenó que no
contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de
entre los muertos. |
En aquel tiempo,
Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos
aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les
aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces,
tomó la palabra y dijo a Jesús: -Señor, ¡qué bueno
es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés
y otra para Elías. Todavía estaba
hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la
nube decía: -Este es mi Hijo,
el amado, en quien me complazco. Escuchadlo. Al oírlo, los
discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y,
tocándolos, les dijo: -Levantaos, no temáis. Al alzar los ojos,
no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte Jesús les mandó: -No contéis a
nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos. |
Unos ocho días después de
estas palabras, tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte
para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor. De repente, dos hombres
conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban
de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se
caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres
que estaban con él. Mientras estos se alejaban de
él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres
tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que
decía. Todavía estaba diciendo esto,
cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al
entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el Elegido,
escuchadlo”. Después de oírse la voz, se
encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y,
por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto. |
Tomó consigo a Pedro, a
Santiago y a su hermano Juan.
2 Pe 1, 16-18: Pues no nos
fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida
de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su
grandeza. Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la
sublime Gloria se le transmitió aquella voz: “Este es mi Hijo amado, en quien
me he complacido”. Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que
nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.
Se transfiguró.
Ex 24, 13-16: Se levantó
Moisés, con Josué, su ayudante, y subieron a la montaña de Dios. A los ancianos
les dijo: “Quedaos aquí hasta que volvamos; Aarón y Jur están con vosotros, el
que tenga algún asunto que se lo traiga a ellos”. Subió, pues, Moisés a la
montaña; la nube cubría la montaña. La gloria del Señor descansaba sobre la
montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis días. Al séptimo día
llamó a Moisés desde la nube.
Blancos como la luz.
Mt 28, 3: Su aspecto era de relámpago
y su vestido blanco como la nieve.
Todavía estaba hablando.
Ex 19, 16: Al tercer día, al
amanecer, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre la montaña; se oía un
fuerte sonido de trompeta y toda la gente que estaba en el campamento se echó a
temblar.
Mt 24, 30: Entonces aparecerá
el Hijo del hombre sobre nubes del cielo con gran poder y gloria.
Salió de la nube una voz.
Mt 3, 17: Y vino una voz de los
cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”.
Mt 12, 18: “Mirad a mi siervo,
mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para
que anuncie el derecho de las naciones”.
Gn 22, 2 (LXX): Dijo Dios: “Toma
a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria, y
ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré”.
Dt 18, 15-19: El Señor, tu Dios,
te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A
él lo escucharéis.
Is 42, 1: Mirad a mi siervo, /
a quien sostengo; / mi elegido, / en quien me complazco. / He puesto mi
espíritu sobre él, / manifestará la justicia a las naciones.
Dn 10, 9: Entonces oí el sonido
de sus palabras y, al oírlo, caí de bruces, en un letargo, con el rostro en tierra.
Ha 3, 2 (LXX): Señor, he oído
tu fama. / En medio de los años, realízala; / en medio de los años,
manifiéstala; / en el terremoto acuérdate de la misericordia.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
1-13 Para los discípulos, que acaban
de oír que el Mesías realizaría su misión mediante el sufrimiento, la
transfiguración de Jesús tenía una funciónpedagógica: sostener su fe con una
experiencia de gloria, breve anticipación de lo que verían cuando el Hijo del
Hombre resucitara de entre los muertos (v. 9). Como todos los misterios de la
vida terrena de Jesús, también la Transfiguración está relacionada con la Encarnación:
en ella asumió nuestrta carne para poder transfigurarla.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica:
1 Pedro, Santiago y Juan. cf. referencias bíblicas en Mc
5, 37.
2 Se transfiguró: o fue transfigurado (por Dios; voz pasiva “teológica”).
3 Moisés, junto con Elías,
representan la revelación del AT, la alianza antigua.
4 Tomando Pedro la palabra: cf. 3, 15. Lo que lit. dice
Pedro es: Señor, hermoso (o bueno) es nosotros aquí estar. Como el verbo
“einai” a veces equivale a “permanecer” (p.ej. v. 17; 2,13), y en el griego
del NT es corriente la indeterminación de grados de comparación, las palabras
de Pedro suenan así: “Lo mejor [que podemos hacer] es quedarnos aquí”.
¿Pensaba Pedro en la fiesta de los Tabernáculos, cuyo rito principal era hacer
o poner cabañas de ramaje y habitar en ellas (Ex 23,16; Lv 23,33-36;
Dt 16,13)? Probablemente como le ocurrió en otras ocasiones, “no sabía lo que
decía” (lo anotan expresamente Mc 9, 6 y Lc 9, 33).
5 Estaba hablando, cuando una nube…
(lit. él
hablante, mira, nube,…). En las teofanías más importantes del AT la nube
indica la presencia de Dios que se manifiesta. Es un elemento de las tradiciones
judías sobre la fiesta de los Tabernáculos, junto con la gloria o
esplendor de Dios (v. 2). Cabaña y nube. Dios habita entre los suyos y
los protege.
Los cubrió (probablemente solo a Jesús y a
sus dos interlocutores) con su sombra; o los envolvió.
Este es mi Hijo… (cf. Mc 1,1), en quien me
complazco: el tiempo verbal griego es aoristo.
7 No tengáis miedo: dejad de tener miedo, no
sigáis teniendo miedo (imperativo griego negativo de presente).
8 Más que… solo: lit. sino a él en persona a
Jesús solo.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé:
17, 1-13 En la Transfiguración aparece la
divinidad de Cristo de una manera extraordinaria. Moisés y Elías recuerdan dos
montañas sagradas: el monte Sinaí y el Horeb, respectivamente y representan la
Ley y los Profetas. Cristo, en el centro, se muestra como el referente de toda
la revelación de Dios. Cat. 444 y 554.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
444 Los evangelios narran dos
momentos solemnes, el Bautismo y la Transfiguración de Cristo, que la voz del
Padre lo designa como “Hijo amado” (Mt 3, 17; 17, 5).
554 A partir del día en que Pedro confesó
que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro “comenzó a mostrar a
sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir y ser condenado a muerte y
resucitar al tercer día” (Mt 16, 21). Pedro rechazó este anuncio, los otros no
lo comprendieron mejor. En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la
transfiguración de Jesús, sobre una montaña, ante tres testigos elegidos por
él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jesús se pusieron
fulgurantes como luz. Moisés y Elías aparecieron y le “hablaban de su partida,
que estaba para cumplirse en Jerusalén” (Lc 9, 31). Una nube les cubrió y se oyó
una voz desde el cielo que decía: “Este es mi Hijo, mi elegido, escuchadle” (Lc
9, 35).
Concilio Vaticano II
Vino, pues, el Hijo, enviado por el Padre, que nos
eligió en Él antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser sus hijos
adoptivos porque quiso instaurar todas las cosas en Él. Cristo, por tanto, para
cumplir la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos,
nos reveló su misterio y nos redimió con su obediencia. La Iglesia, o el reino
de Cristo presenta ya en misterio, crece visiblemente en el mundo por el poder
de Dios.
Lumen gentium 3.
San Agustín
En ella está el Señor, la Ley y los profetas; pero el Señor como Señor;
la ley en Moisés; la profecía en Elías, en condición de servidores, de
ministros. Ellos, como vasos; él, como fuente. Moisés y los profetas hablaban y
escribían, pero cuanto fluía de ellos, de él lo tomaban.
El que me ama será amado por mi Padre y yo también lo amaré. Y como si te preguntase: “Dado
que le amas, ¿qué le vas a dar?”. Y me mostraré a él. ¡Gran don y gran
promesa! El premio que Dios te reserva no es algo suyo, sino él mismo. ¿Por qué
no te basta, ¡oh avaro!, lo que Cristo prometió? Te crees rico, pero si no
tienes a Dios, ¿qué tienes? Otro puede ser pobre, pero si tiene a Dios, ¿qué no
tiene?
Ahora, no obstante, dice: “Desciende [Pedro] a trabajar a la tierra, a
servir a la tierra, a ser despreciado, a ser crucificado en la tierra.
Descendió la Vida para encontrar la muerte; bajó el Pan para sentir hambre;
bajó el Camino para cansarse en el camino; descendió el manantial para sentir
sed, y ¿rehúsas trabajar tú? No busques tus cosas. Ten caridad, predica la
verdad; entonces llegarás a la eternidad, donde encontrarás seguridad.
Comentario al salmo 90, II 6-7[1].
Los Santos Padres.
Orígenes. Comentarios al Ev. de Mateo, 12, 37.
Y cuando se transfiguró su rostro brilló como el sol porque se manifestó
a los hijos de la luz que habían abandonado las obras de las tinieblas y fueron
revestidos de la armas de la luz (cf. Ef 5, 8); ya no eran hijos de las tinieblas
ni de la noche, sino que eran hijos del día, comportándose honradamente como a
pleno día. Jesús, una vez manifestado, ya no brillará simplemente como un sol,
sino que les demostrará que Él es “el sol de justicia”.
San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 56, 2.
Los dos [Moisés y Elías] se enfrentaron valientemente a tiranos: Moisés
al de Egipto, Elías a Acab, y en favor de hombres ingratos y rebeldes. Porque
los dos se vieron en extremo peligro por culpa justamente de los mismos a
quienes habían salvado. Los dos trataron de librar al pueblo de la idolatría, y
los dos eran hombres privados. El uno era mudo y de escasa voz; el otro de
trato rústico. Los dos, seguidores de la suma perfección de la pobreza puesto
que ni Moisés poseía nada, ni menos Elías. ¿Qué tenía este fuera de una piel de
oveja?
Orígenes. Comentarios al Ev. de Mateo, 12, 42.
Puede que la nube luminosa sea también el Espíritu Santo, que da sombra a
los justos y habla proféticamente, pues es Dios quien actúa en esa nube: “Este
es mi Hijo, el Amado, en quien me he complacido”. Incluso me atrevería a decir
que esta nube es también nuestro salvador.
San León Magno, Sermones, 51, 7.
Escuchad al que han anunciado los misterios de la Ley y han cantado la
voz de los profetas. Escuchad al que ha redimido al mundo con su sangre, ha
arado al diablo y le ha arrebatado sus armas; ha roto la cédula del pecado y el
pacto de la prevaricación. Escuchad al que abre el camino del cielo y por el
suplicio de la cruz os prepara la escala para subir al reino.
San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 56, 2.
Es que la soledad, la altura, el silencio grande, la transfiguración del
Señor, llena de tanto estremecimiento; aquella luz purísima, aquella nube que
los cubría, todo hubo de contribuir a infundirles un gran terror.
San Juan de Ávila
Sea el primero, que la tal revelación o espíritu no
venga sola, mas acompañada de la Escriptura de Dios, contenida en el Viejo y
Nuevo Testamento, y nuevas cosas conforme a la enseñanza y vida de Cristo y de
los santos pasados. De esta manera leemos que, cuando apareció Cristo en el
monte Tabor, no fue solo, mas con copia de abonados testigos (cf. Mt 17, 1ss).
No porque Él los hobiese menester, pues es verdad inmutable, de cuya
participación reciben firmeza todas las otras verdades, mas por darnos a
entender que así como en otras cosas Él
padeció y hizo por nuestro ejemplo que mirando a Él no había necesidad de hacerlo,
así trayendo testigos el que no los hubo menester, se nos da a entender que no
debemos recebir cosa ninguna de aquestas, si no trae por testigos al Viejo
Testamento, con sus profetas, que son figurados en Moisén y Elías, y al Nuevo y
doctrina apostólica, figurado en San Pedro, San Juan y Santiago, que presentes estaban.
Audi, filia (I). I, pg. 485.
Y cierto, si con esos ojos miráredes a Cristo, no
os parecerá feo, como a los canales, que en su pasión le despreciaban; mas con
los santos apóstoles que en el monte Tabor le miraron, pareceros ha su
cara resplandeciente como el sol, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mt 18, 2), y tan
blancas que, como dice San Marcos, ningún batanero sobre la tierra los pudiera
emblanquecer tan bien (Mc 9, 2), lo cual significa que nosotros, que
somos dichos vestidura de Cristo (Is 49, 18), porque le rodeamos
y ataviamos con creerle y alabarle, y amarle, somos tan blanqueados por Él, que
ningún hombre sobre la tierra nos pudiera dar la hermosura que Él nos dio.
Parézcaos Él como el sol, y las almas por Él redimidas blancas
como la nieve. Aquellas , digo, que confesando y conociendo y aborreciendo su propia
fealdad, piden ser hermoseadas y lavadas en esta piscina de sangre del
Salvador, de la cual salen tan hermoseadas por Él que basten para enamorar a
Dios, y que les sean cantadas con gran verdad las palabras ya dichas: Deseará
el Rey tu hermosura.
Audi, filia (I). I, pg. 532.
Y, cierto, si con otros ojos mirásedes a Cristo, no
os parecería feo, como aa los carnales que en su pasión le despreciaban; mas,
con los santos apóstoles, que en el monte Tabor lo miraban, pareceros ha su
rostro resplandeciente como el sol, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mt 17, 2).
Audi, filia (II), pg. 780.
Y aunque a toda Escriptura de Dios hayáis de
inclinar vuestra oreja con muy gran reverencia, mas inclinada con muy mayor y
particular devoción y humildad a las benditas palabras del Verbo de Dios hecho
carne, abriendo vuestras orejas del cuerpo y del ánima a cualquier palabra de
este Señor, particularmente dado a nosotros por maestro, por voz del Eterno
Padre, que dijo: Este es mi amado Hijo, en el cual me he
aplacido, a él oíd (Mt 17, 5). Sed estudiosa de leer y oír con atención y deseo de
aprovechar estas palabras de Jesucristo. E sin duda hallaréis en ellas una
excelente eficacia que obre en vuestra ánima, la cual no la hallaréis en todas
las cosas, que desde el principio del mundo Dios ha hablado ni ha de hablar
hasta el fin de él.
Audi, filia (I). I, pg. 476.
T aunque a toda la Escritura de Dios hayáis de
inclinar vuestra oreja con igual crédito de fe, porque toda ella es palabra de
una misma suma Verdad, mas debéis tener particular respecto de os aprovechar de
las benditas palabras que en la tierra habló el verdadero Dios hecho carne,
abriendo con devota atención vuestras orejas de cuerpo y de ánima a cualquier
palabra de este Señor, dado a nosotros por especial maestro, por voz del Eterno
Padre, que dijo: Este es mi muy amado Hijo, en el cual me he
agradado; a él oíd (Mt 17, 5). Sed estudiosa de leer y oír aquellas palabras, y sin dubda
hallaréis en ellas una singular medicina y poderosa eficacia para lo que a
vuestra anima toda, cual no hallaréis en todas las otras que desde el principio
del mundo Dios haya hablado.
Audi, filia (II). I, pg. 633.
Una vez quiso el Señor de este mundo enseñar la hermosura
de su cuerpo en el monte Tabor (cf.. Mt 17, 2), y quedaron los que le vieron tan
aficionados y tan satisfechos, que tuvieron por gran bienaventuranza cebar
siempre sus ojos en tal hermosura, aunque ni bebieran, ni comieran, ni tuvieran
otra riqueza. Y cierto, nosotros haríamos lo que ellos hicieron si viésemos lo
que ellos vieron y se quitase el Señor su velo que allí le encubre para que le
pudiésemos ver faz a faz. Y si esto no hace, no es por privarnos de tanto
placer, mas por darnos ocasión de mayor provecho.
Sermón vísperas del Corpus. III, pg. 454.
Y así como Él es lucidísimo y hermosísimo sol, así
la parara ella resplandeciente, semejante a Él, como fue figurado cuando se
transfiguró en el monte Tabor, y le resplandeció la cara como el sol, y
fueron hechas sus vestiduras blancas como la nieve (Mt 17, 2).
Nosotros nos vestimos de Cristo, como dice San Pablo (cf. Gal
3, 27), porque nuestros bienes son gloria suya y lo atavían y honran, pues son
testimonio de su grande bondad, con que nos lo dio, y el gran valor de su sangre,
con que nos lo mereció (cf. 1 Cor 12, 27). Y estas vestiduras que atavían su
cuerpo, y aun se llaman su cuerpo, que somos nosotros cuando nos transformamos
en Él, participamos del resplandor que recibió en su cara cuando se transformó
siendo emblanquecido más que la nieve, como David lo deseaba y pedía, diciendo:
Rociarme has, Señor, con hisopo, y seré limpio; lo cual se hace
cuando nos limpian de pecados mortales; lavarme has, y seré
emblanquecido más que la nieve (Sal 50, 9), cuando se nos limpian de pecados
veniales.
Sermón del Santísimo Sacramento. III, pg. 671.
Y después de recebido el anillo, que hermosea un
aparte del cuerpo, vístela su benditísimo Hijo de vestidura de muy blanca
holanda, la cual color es la que usa en el cielo y significa la gracia, sin la
cual el ánima está desnuda y ennegrecida, sigún Cristo lo dice: Aconséjote
que te vistas de vestiduras blancas, porque no aparezca tu desnudez (cf. Ap 3, 18). Y
también significa a la gloria , que es gracia acabada y preciosa vestidura del
ánima, que se dará a los que bien vivieren, sigún lo ha prometido Jesucristo
nuestro Señor, diciendo: Andarán conmigo y con vestiduras blancas (cf. Ap 3, 4). Y
así los ángeles que aparecieron a los santos apóstoles en el día de la ascensión
del Señor, vestiduras blancas traían (Hch 1, 10); y cuando el
Señor quiso declarar su gloria en el monte Tabor, fueron sus vestiduras hechas
blancas como la nieve (cf. Mt 17, 2) con gloria.
Sermón fiesta de la Asunción de María. III, pg. 984-985.
Este es el Señor, por el cual el Padre nos mira con
agraciados ojos, por vernos hechos miembros de Aquel de quien el Padre mismo
dio testimonio diciendo: Este es mi Hijo muy amado, en el cual yo me he
agradado (Mt 17, 5). Y así como la desgracia de Adán se extendió a los que
venían de él, así mucho más el amor y agradamiento que Dios Padre tiene en su
Hijo es cosa universal y general para
todos, chicos y grandes, que se quisieren juntar e encorporar en el mismo Hijo.
Sermón de Jueves Santo. III, pg. 426.
Mas diréis: ¿Por que le llama escondrijo? Por cierto con
mucha razón; porque así como la faz divina no es escondrijo, sino cosa
luciente, según la divinidad, así la faz de Cristo, Dios y hombre, se llama escondrijo
según
la humanidad, y esto no cuando en el monte Tabor resplandeció su faz, como sol y sus
vestiduras como luz (Mt 17, 2), mas cuando se desfiguró en el mone
Calvario y parecieron sus vestiduras y carne bermejas con la sangre que de Él
salía en precio de nuestro rescate.
Carta a un su devoto. IV, pg. 273.
Si en la noche del nacimiento del Señor llevaron a
vuestra merced al monte Calvario y le dieron compasión del Crucificado y
lágrimas con que lavar sus pies, de creer es que agora, en Cuaresma y cerca del
tiempo en que se representa su pasión, la terná el Señor por tan moradora de
aquel monte, que de allí no la deje salir. Bien está allí, señora. Dígale al
señor como San Pedro: Bien es que nos estemos aquí (Mt 17, 4), y será
mejor petición. Porque él deseaba el monte donde había el descanso; en estotro
hay trabajo; y por esto lo postrero es señal de mayor amor, pues no en el
descansar, mas en el penar se demuestra y emplea el amor del Señor.
A una señora. IV, pg. 459.
También parecía grande amor querer estar San Pedro
en el monte a la golosina de la transfiguración de Jesucristo (cf. Mt 17, 4), y
era propio amor e interés, pues lo quería vestido de gloria y no penado en la
cruz.
A un mancebo. IV, pg. 610.
El dechado que el Padre Eterno ha dado a todo
género de personas para que acierten a servir a Dios según su contento, es su
benditísimo Hijo Jesucristo nuestro Señor, cuya doctrina y vida ha de ser el nivel
de la nuestra y ha de ser la que nos ha de juzgar en el día postrero. Y así en
el monte Tabor sonó la voz: Este es mi Hijo muy amado; a Él oíd (Mt 17, 5). Y el
mismo Señor, dado por maestro en la doctrina, amonesta muchas veces a la imitación
de su vida, así en obrar virtudes como en la mortificación de la cruz, aun
hasta perder por su amor en ella la vida.
A un señor de este reino, siendo asistente de
Sevilla. IV, pg. 58.
San Oscar Romero.
Queridos hermanos, ésta es la liturgia de la palabra que
Cristo transfigurado ha presidido hoy desde nuestra Catedral. Ahora Cristo no
es sólo palabra, se hace hostia, se hace cáliz, se hace comunión, se hace vida.
Tratemos de comulgar ahora identificándonos en el pensamiento con Él, vivamos
nuestra Eucaristía. Y ya que hoy este llamamiento del sacrificio voluntario y
de la ayuda al Seminario nos pone un objetivo concreto a nuestra fe, vamos a
celebrar ya la ofrenda, el Ofertorio. Seamos generosos, compartamos nuestra
pobreza con los pobres, compartamos nuestro pan con el hambriento, compartamos
nuestro amor si no tenemos más que dar que nuestra buena voluntad, amemos. No
nos cerremos en egoísmos ni en odios. La Cuaresma transfigura, la Cuaresma
renueva al hombre. Ojalá que todo el pueblo santo de Dios al celebrar después
de la Cuaresma, la Pascua de la muerte y la resurrección de Cristo, sintamos
que todo aquel amor que lo llevó al Calvario y toda aquella vida que exhala de
todos sus poros, no como un transfigurado de la tierra sino como quien posee la
plenitud de la vida eterna para darlo a los hombres, sea nuestro amor, sea
nuestra vida la de Cristo Nuestro Señor, que en esto consiste ser bautizado,
ser cristiano. Y la Cuaresma no es otra cosa que revivir nuestro compromiso
bautismal que nos identificó con el Cristo que por nosotros murió y que para
nosotros resucitó.
Segundo domingo de Cuaresma. 19 de febrero de 1978.
Papa Francisco.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy es un poco extraña esta oración del Ángelus,
con el Papa “enjaulado” en la biblioteca, pero os veo, estoy cerca de vosotros.
Y también me gustaría empezar agradeciendo a ese grupo [presente en la plaza]
que se está manifestando y luchando “Por los olvidados de Idlib”. ¡Gracias!
Gracias por lo que hacéis. Pero hoy rezamos el Ángelus así para cumplir con las
medidas preventivas y evitar pequeñas aglomeraciones de gente que pueden
favorecer la transmisión del virus.
El Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma
(cf. Mateo 17, 1-9) nos presenta el relato de la Transfiguración de Jesús.
Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan con Él y sube a un monte alto, símbolo de
la cercanía a Dios, para abrirles a una comprensión más completa del misterio
de su persona, que debe sufrir, morir y luego resucitar. De hecho, Jesús había
comenzado a hablarles sobre el sufrimiento, la muerte y la resurrección que le
esperaba, pero no podían aceptar esa perspectiva. Por eso, al llegar a la cima
del monte, Jesús se sumergió en la oración y se transfiguró ante los tres
discípulos: «su rostro —dice el Evangelio— se puso brillante como el sol y sus
vestidos se volvieron blancos como la luz» (v. 2).
A través del maravilloso evento de la Transfiguración,
los tres discípulos están llamados a reconocer en Jesús al Hijo de Dios
resplandeciente de gloria. De este modo avanzan en el conocimiento de su
Maestro, dándose cuenta de que el aspecto humano no expresa toda su realidad; a
sus ojos se revela la dimensión sobrenatural y divina de Jesús. Y desde arriba
resuena una voz que dice: «Este es mi Hijo amado [...]. Escuchadle» (v. 5). Es
el Padre celestial quien confirma la “investidura” — llamémosla así— de Jesús
ya hecha el día de su bautismo en el Jordán e invita a los discípulos a
escucharlo y seguirlo.
Hay que destacar que, en medio del grupo de los
Doce, Jesús elige llevarse a Pedro, Santiago y Juan con Él al monte. Les
reservó el privilegio de ser testigos de la Transfiguración. ¿Pero por qué
elige a los tres? ¿Porque son los más santos? No. Sin embargo, Pedro, a la hora
de la prueba, lo negará; y los dos hermanos Santiago y Juan pedirán ser los
primeros en entrar a su reino (cf. Mateo 20, 20-23). Jesús, no obstante, no
elige según nuestro criterio, sino según su plan de amor. El amor de Jesús no
tiene medida: es amor, y Él elige con ese plan de amor. Es una elección
gratuita e incondicional, una iniciativa libre, una amistad divina que no pide
nada a cambio. Y así como llamó a esos tres discípulos, también hoy llama a
algunos a estar cerca de Él, para poder dar testimonio. Ser testigos de Jesús
es un don que no hemos merecido: nos sentimos inadecuados, pero no podemos
echarnos atrás con la excusa de nuestra incapacidad.
No hemos estado en el Monte Tabor, no hemos visto
con nuestros propios ojos el rostro de Jesús brillando como el sol. Sin
embargo, a nosotros también se nos ha dado la Palabra de salvación, se nos
ha dado fe y hemos experimentado la alegría de encontrarnos con Jesús de
diferentes maneras. Jesús también nos dice: «Levantaos, no tengáis miedo»
(Mateo 17, 7). En este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de
Dios se oscurece por las preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos:
no tengo tiempo para rezar, no puedo hacer un servicio en la parroquia,
responder a las peticiones de los demás... Pero no debemos olvidar que el
Bautismo que recibimos nos hizo testigos, no por nuestra capacidad, sino por el
don del Espíritu.
Que, en este tiempo propicio de Cuaresma, la Virgen
María nos otorgue esa docilidad ante el Espíritu que es indispensable para
emprender resueltamente el camino de la conversión.
8 de marzo de 2020.
Papa Francisco. Mensaje Cuaresma
2023.
Queridos hermanos y hermanas:
Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan
al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento
vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron
incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un
auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar
su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión
y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí,
Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de
Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a
Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado»
(Mt 17,1).
El evangelio de la Transfiguración se proclama cada
año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el
Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros
compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos
habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces
aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con
Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de
ascesis.
La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado
siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras
resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que
necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento
del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación
divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por
Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las
vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que
requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la
montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que,
como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar
sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia
sinodal.
En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó
consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento
único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida,
como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de
seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año
litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a
nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus
discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es
“sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único
Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en
el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar
cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.
Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio
que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el
sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la
“cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo
alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de
verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no
procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina
de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los
discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier
excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener
la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al
final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal
parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo
que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos
ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de
su Reino.
La experiencia de los discípulos en el monte Tabor
se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y
Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La
novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas;
es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido
profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la
tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La
tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las
tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.
El camino ascético cuaresmal, al igual que el
sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una
transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza
mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda
realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir
para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.
El primero se refiere al imperativo que Dios Padre
dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús
transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt
17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La
Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos
habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos
ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos
participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día,
incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el
Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los
rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir
también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a
Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia;
esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de
todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia
sinodal.
Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos
cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y,
tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos,
no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda
indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de
acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a
afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones.
La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y
hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a
la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para
vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la
resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la
ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas
experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite:
«Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos
experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida
ordinaria de nuestras comunidades.
Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo
nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que
experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos
juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.
Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023,
Fiesta de la Conversión de san Pablo
Comentario al evangelio del domingo.
Tránsito entre
la primera y segunda parte del misterio de Jesús.
Próxima a
los anuncios de la Pasión.
Montaña
alta: evoca la otra altura de las tentaciones.
Muestra su
próxima muerte: abajamiento.
Anuncio de
la Resurrección:
El Hijo del
hombre que morirá en la cruz no será abandonado por el Padre.
ORACIÓN JUNIORS.
EXPERIENCIA.
Invoca el Espíritu
Santo para que Él abra tu corazón a la Palabra de Dios y te conceda el don de
la oración.
La oración es un camina
ascendente y por tanto implica un esfuerzo por parte del orante. Como el
alpinista tienes que descalzarte de tus pensamientos, lógicas, preocupaciones e
intereses y calzarte con las botas de la fe. Tienes que abandonar tu zona de
confort y estar dispuesto a caminar en la intemperie durante un espaciado
tiempo, abierto a lo imprevisible y no controlable. Y todo ello con un fin.
Mira el vídeo.
https://www.youtube.com/watch?v=8PyesSc4qVQ
Durante unos minutos
piensa en las frases y pide al Espíritu Santo que avive en ti los deseos de despojarte
de tus esquemas vitales para vestirte con el esquema vital de Cristo.
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9.
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago
y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró
delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se
volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando
con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
-Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres,
haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los
cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
-Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco.
Escuchadlo.
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos
de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
-Levantaos, no temáis.
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a
Jesús, solo. Cuando bajaban del monte Jesús les mandó:
-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del
hombre resucite de entre los muertos.
¿Qué dice el texto? El
relato de la Transfiguración implica un cambio de todo en los evangelios. Después
de descubrir quien es Jesús de Nazaret: el Hijo de Dios, Mesías y Salvador; los
evangelistas desarrollan el modo con el que va a ejercer su identidad: la
pasión y muerte en fidelidad al Padre que conllevará la fidelidad de Éste
resucitándolo de entre los muertos. Ambos focos se hallan condensados en el monte
Tabor. Jesús es el Mesías en quien se cumplen la Ley de Moisés y las profecías
de Elías y los profetas; y el Hijo de Dios ratificado por la voz, la que lo
proclamó en el bautismo. Como contrapunto la figura de Pedro, quien huye de la
cruz optando por permanecer en el monte, en la experiencia mística. Lee el
texto un par de veces, imaginando los personajes, el lugar y las acciones.
¿Qué te dice? Contempla
a Cristo y recuerda tus experiencias de oración, particularmente ante el
sagrario, las exposiciones del Santísimo, las eucaristías a las que has asistido,
las comuniones recibidas, las confesiones,... ¿Cómo te sentiste? Jesús también
te transfigura cuando oras y particularmente cuando recibes la absolución del
sacerdote, entonces e viste con un traje blanco.
COMPROMISO.
Tres experiencias te ayudarán a subir al Tabor y ser iluminado por
Cristo: la participación en la adoración del Santísimo en las horas santas o el
sagrario; en el sacramento del Perdón; y en la misa. Allí Cristo se hace
realmente presente, lo escuchas, lo contemplas y te transforma.
CELEBRACIÓN.
Escucha
la canción del presbítero Edgar Larrea, La Transfiguración.
https://www.youtube.com/watch?v=Uy2z-JwZhow
GUIÓN MISA NIÑOS.
DOMINGO
II DE CUARESMA. 12 de febrero de 2023
Monición de entrada.-
Hola:
Igual que Jesús se encontró con una chica
que iba a sacar agua del pozo.
Hoy Jesús se encuentra con nosotros.
Y también nos da a beber un agua que quita
la sed.
Este agua es la Palabra de Dios y la
comunión.
Señor ten piedad.-
Porque no hacemos
caso de las promesas del bautismo. Señor, ten piedad.
Porque
hemos hecho de nuestro corazón un pozo sin agua. Cristo, ten piedad.
Porque
nos hemos olvidado de ti, la fuente de agua viva. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los cristianos, para
que tengamos sed de ti. Te lo pedimos,
Señor.
Jesús, te pido por los que no te
conocen, para que te encuentren. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los que piensan que
la felicidad es tener cosas y se olvidan que la felicidad es estar contigo y
las personas que nos quieren. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros, para que te
conozcamos mejor y aprendamos a vivir
como tu vivías. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por
ayudarnos en esta misa a abrir los ojos del corazón y ver en la comunión a
Jesús.
GUIÓ
MISSA D’INFANTS. DIUMENGE III T. QUARESMA.
Monició d’entrada.-
Hola:
Com Jesús es va
trobar amb una xica que anava a traure aigua del pou.
Hui Jesús es troba
amb nosaltres.
I també ens dona a
beure un aigua que lleva la set.
Aquesta aigua és la
Paraula de Déu i la comunió.
Senyor, tingueu pietat.
Perquè no fem cas a
les promeses del bateig. Senyor, tingueu pietat.
Perquè hem fet del
nostre cor un pou sense aigua. Crist, tingueu pietat.
Perquè ens hem
oblidat de tu, la font d’aigua viva. Senyor, tingueu pietat.
Plegaries.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enric. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels cristians, perquè
tinga’m sed de tu. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels qui no et coneixen,
perquè et troben. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels qui pensen que la
felicitat és tindre coses i s’obliden que la felicitat és estar amb tu i les
persones que ens estimen. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per nosaltres, perquè
et conega’m millor i aprenga’m a viure com tu vivies. T’ho demane, Senyor.
Acció de gràcies.
Maria, volem donar-te les gràcies perquè
hem començat la Quaresma i sabem que ens vas a ajudar aquestos dies.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu.
Gorg. València. 1975.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
Eucaristía. Verbo Divino.
https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA
[1] Pío de Luis, OSA. Comentarios
de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción.
Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
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