Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 14.36-41
El día de Pentecostés Pedro, poniéndose en pie junto a los Once,
levantó su voz y declaró:
-Con toda seguridad conozca toda la casa de Israel que al mismo
Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha constituido Señor y Mesías.
Al oír esto, se les traspasó el corazón, y preguntaron a Pedro y a
los demás apóstoles:
-¿Qué tenemos que hacer, hermanos?
Pedro les contestó:
-Convertíos y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de
Jesús, el Mesías, para perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don del
Espíritu Santo. Porque la promesa vale para vosotros y para vuestros hijos, y
para los que están lejos, para cuantos llamare a sí el Señor Dios nuestro.
Con estas y otras muchas razones dio testimonio y los exhortaba
diciendo:
-Salvaos de esta generación perversa.
Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron
agregadas unas tres mil personas.
Textos
paralelos.
¿Qué hemos de hacer,
hermanos?
Hch 16, 30: Los sacó
fuera y les preguntó: “Señores, ¿qué tengo que hacer para salvarme?”.
Lc 3, 10: La gente
le preguntaba: “Entonces, ¿qué debemos hacer?”.
Convertíos.
Mt 3, 2: Convertíos,
porque está cerca el reino de los cielos.
Hch 1, 5: Porque
Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo
dentro de no muchos días.
Recibáis el Espíritu
Santo.
Hch 2, 33: Exaltado,
pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del
Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
La promesa es para
vosotros y para vuestros hijos.
Is 57, 19: Creo la
paz como fruto de los labios: / “Paz a los que están lejos y al que está cerca”
/ – dice el Señor, y los curaré.
Jl 3, 5: Y todo el
que invoque / el nombre del Señor se salvará. / Habrá supervivientes en el
monte Sión, / como lo dijo el Señor, / y también en Jerusalén / entre el resto
que el Señor convocará.
Poneos a salvo de
esta generación.
Hch 6,1: En aquellos
días, al crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron
contra los de lengua hebrea, porque en el servicio diario no se atendía a sus viudas.
Lc 9, 41: Respondió
Jesús: “Generación incrédula y perversa, ¿hasta cuándo he de estar con vosotros
y os tendré que sufrir”.
Dt 32, 5: Hijos degenerados
se portaron mal con él, / generación malvada y pervertida.
Mt 17, 17: Jesús tomó
la palabra y dijo: “¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que
soportaros?”.
Flp 2, 15: Y así
seréis irreprochables y sencillos, hijos de Dios sin tacha, en medio de una
generación perversa y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del
mundo.
Notas
exegéticas.
2 36 Conclusión del argumento escriturístico:
por su resurrección ha sido Jesús constituido en el “Señor” de que habla el Salmo
110 y en el “Mesías” (Cristo) al que se refiere el Salmo 16. Análoga
argumentación partiendo del Salmo 2, 7 (Hijo de Dios) en Hch 13, 33. Ver
también Hch 5, 31 (Jefe y Salvador), Rm 14, 9 (Juez y Señor de vivos y
muertos); Flp 2, 9-11 (Señor en gloria).
2 38 (a) Cada uno de los grandes
discursos apostólicos concluye en un llamamiento a la conversión para conseguir
el perdón de los pecados.
2 38 (b) El bautismo se da “en el
nombre de Jesucristo”, se le recibe “invocando el nombre del Señor Jesús”. Este
modo de hablar, tal vez más que a la fórmula ritual del bautismo atiende a la
significación del rito mismo: profesión de fe en Cristo, toma de posesión por
Cristo de los que en adelante le estarán consagrados.
2 39 (a) La Promesa concierne primero
a los judíos.
2 39 (b) Es decir, los gentiles, por
alusión a Is 57, 19, citado y explicado por Ef 2, 13-17.
2 40 O “daba testimonio”.
2 41 Lucas cuida constantemente de
señalar el crecimiento numérico de la Iglesia.
Salmo
responsorial
Salmo 22
R/. El
Señor es mi pastor, nada me falta.
El
Señor es mi pastor, nada me falta:
en
verdes praderas me hace recostar;
me
conduce hacia fuentes tranquilas
y
repara mis fuerzas. R/.
Me
guía por el sendero justo,
por
el honor de su nombre.
Aunque
camine por cañadas oscuras,
nada
temo, porque tú vas conmigo:
tu
vara y tu cayado me sosiega. R/.
Preparas
una mesa ante mí,
enfrente
de mis enemigos;
me
unges la cabeza con perfume,
y
mi copa rebosa. R/.
Tu
bondad y tu misericordia me acompañan
todos
los días de mi vida,
y
habitaré en la casa del Señor
por
años sin término. R/.
Textos
paralelos[1].
Yahvé
es mi pastor.
Ez 34, 1: Me fue
dirigida esta palabra del Señor: “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores
de Israel, profetiza y diles: “¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los
pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores
apacentar las ovejas?
Jn 10, 11-12: Yo
soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado,
que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas
y huye; y el lobo las roba y las dispersa.
Me conduce
a fuentes tranquilas.
Jn 4, 1-2: Cuando supo
Jesús que habían oído los fariseos que Jesús hacía más discípulos que Juan y
que bautizaba (aunque Jesús no bautizaba, sino sus discípulos).
Is 40, 31: Pero los
que esperan en el Señor / renuevan sus fuerzas, / echan alas como las águilas,
/ corren y no se fatigan, / caminan y no se cansan.
Jr 31, 25: Pues
refrescaré las gargantas resecas y saciaré las gargantas hambrientas.
Pr 4, 11: Te
instruiré en el camino de la sabiduría, / te guiaré por la senda recta.
Sal 115, 1: No a
nosotros, Señor, no a nosotros, / sino a tu nombre da la gloria, / por tu
bondad, por tu lealtad.
Aunque
fuese por valle tenebroso.
Is 50, 10: Quien de
vosotros teme al Señor / y escucha la voz de su siervo, / aunque camine en
tinieblas, sin ninguna claridad, / que confíe en el nombre del Señor, / que se
apoye en su Dios.
Jb 10, 21-22: Antes
de que vaya, para no volver, / al país tenebroso, de sombras de muertos, / al
país lúgubre como la oscuridad, / con sombras de muertos, sin orden, / donde la
luz es pura oscuridad.
Preparas
ante mí una mesa.
Ex 16, 1: Toda la
comunidad de Israel partió de Elín y llegó al desierto de Sin, entre Elín y Sinaí,
el día quince del segundo mes después de salir de Egipto.
Sal 22, 27: Los desvalidos
comerán hasta saciarse, / alabarán al Señor los que lo buscan. / ¡Viva su
corazón por siempre!
Mi
copa rebosa.
Sal 16, 5: El Señor
es el lote de mi heredad y mi copa / mi suerte está en tu mano.
Sal 63, 6: Me saciaré
como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos.
Habitaré
en la casa de Yahvé.
Sal 27, 4: Una cosa
pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor, / por los días de
mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo.
Notas
exegéticas.
23 La solicitud divina por los
justos, descrita bajo la doble imagen del pastor y del huésped que ofrece el
banquete mesiánico. Este salmo se aplica tradicionalmente a la vida
sacramental, especialmente al Bautismo y a la Eucaristía.
23 4 “pues tu vienes”: adicción
probable para armonizar con 1 S 22, 23 y subrayar así la alusión al gesto
davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu vara, tu cayado están ahí”.
23 5 Conforme a la hospitalidad
oriental: Am 6, 6.
23 6 “Y habitaré” versiones: “volveré
a” hebreo (simple corrección vocálica).
Segunda
lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2, 20b-25
Queridos hermanos:
Que aguantéis cuando sufrís por hacer el bien, eso es una gracia
de parte de Dios. Pues para esto habéis sido llamados, porque también Cristo
padeció por vosotros, dejándonos un ejemplo para que sigáis sus huellas. Él no
cometió pecado ni encontraron engaño en su boca. Él no devolvía el insulto
cuando lo insultaban; sufriendo no profería amenazas; sino que se entregaba al
que juzga rectamente. Él llevó nuestros pecados en su cuerpo hasta el leño,
para que, muertos a los pecados, vivamos para la justicia. Con sus heridas
fuisteis curados. Pues andabais errantes como ovejas, pero ahora os habéis
convertido al pastor y guardián de vuestras almas.
Textos
paralelos.
Pues para esto habéis
sido llamados.
Mt 16, 24: Entonces dijo a los
discípulos: “Si alguno quiere venir en pos de mí que se niegue a sí mismo, tome
su cruz y me siga.
Dejándoos un modelo para
que sigáis sus huellas.
2 Ts 3, 7: Ya sabéis vosotros
cómo tenéis que imitar nuestro ejemplo: No vivimos entre vosotros sin trabajar.
Él no cometió pecado.
Jn 8, 46: ¿Quién de vosotros
puede acusarme de pecado? Si digo la verdad, ¿por qué no me creéis?
En su boca no se halló engaño.
Is 53, 9: Le dieron sepultura
con los malvados / y una tumba con los malhechores, / aunque no había cometido
crímenes / ni hubo engaño en su boca.
Cuando era insultado no
respondía.
Mt 5, 39: Pero yo os digo: no
hagáis frente al que os agravia. Al contrario, si uno te abofetea en la mejilla
derecha, preséntale la otra.
Mt 26, 62: El sumo sacerdote se
puso en pie y le dijo: “¿No tienes nada que responder? ¿Qué son estos cargos
que presentan contra ti?
Sobre el madero, llevó
nuestros pecados en su cuerpo.
Is 53, 12: Le daré una multitud
como parte, / y tendrá como despojo una muchedumbre. / Porque expuso su vida a
la muerte / y fue contado entre los pecadores, / él tomó el pecado de muchos /
e intercedió por los pecadores.
2 Co 5, 21: Al que no conocía
pecado, lo hizo pecado en favor nuestro, para que nosotros llegáramos a ser
justicia de Dios en él.
Viviéramos para la
justicia.
Rm 6, 13: No pongáis vuestros
miembros al servicio del pecado, como instrumentos de injusticia; antes bien,
ofreceos a Dios como quienes han vuelto a la vida desde la muerte, y poned
vuestros miembros al servicio de Dios, como instrumentos de la justicia.
Is 53, 5-6: Pero él fue
traspasado por nuestras rebeliones, / triturado por nuestros crímenes. /
Nuestro castigo saludable cayó sobre él, / sus cicatrices nos curaron. // Todos
errábamos comino ovejas, / cada uno siguiendo su camino; / y el Señor cargó
sobre él / todos nuestros crímenes.
Erais como ovejas
descarriadas.
Ez 34, 5: Sin pastor, se
dispersaron para ser devoradas por las fieras del campo.
Notas
exegéticas:
2 20 Lit. “esto es una gracia ante
Dios”. El término “gracia” (charis) tiene en 1 P un sentido englobante: voluntad de Dios de conceder la
vida a las personas, concreción de la gracia en la participación de la vida de
Cristo sufriente y glorioso. Desde este punto de vista, los siervos,
injustamente tratados debido a su fe, son especialmente incluidos en este
paradójico plan de gracia.
2 21 (a) Var.: “murió”.
2 21 (b) Lo “meritorio” (lit. “gracia”)
de soportar la injusticia se apoya en el modelo de Cristo con sus reminiscencias
de Is 53, acaso proceden de un himno. Los cristianos maltratados deben recordar
a Jesús crucificado por nuestros pecados, etc., inocente y paciente.
2 22 Los vv. 22-24 se inspiran libremente
en Is 53, 4-9.12. Quizá nos hallamos ante un himno de la Iglesia primitiva, que
ha hecho suyo mediante variedad de formas el tema del siervo sufriente. Jesús
mismo se apoyó en este pasaje de Isaías para anunciar el sentido de su muerte.
2 25 Var.: “Estabais descarriados
como ovejas”. Estas ovejas están ahora en el rebaño del que es pastor Jesús y
el “epíscopo”, inspector o vigilante.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 10, 1-10
En aquel tiempo, dijo Jesús:
-En verdad, en verdad os digo:
el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por
otra parte, ese es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor
de las ovejas. A este le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va
llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas
las suyas caminan delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su
voz; a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la
voz de los extraños.
Jesús les puso esta comparación,
pero ellos no entendieron de que les hablaba. Por eso añadió Jesús:
-En verdad, en verdad os digo: yo
soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones
y bandidos; pero las ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entre
por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos. El ladrón no
entra sino para robar y matar y hacer estragos; yo he venido para que tengan
vida y la tengan abundante.
Textos
paralelos.
Ese es un ladrón y un
salteador.
Jn 21, 16: Por segunda vez le
preguntó: “Simón, hijo de Juan, ¿me amas?”. Él le contesta: “Sí, Señor, tú
sabes que te quiero”. Él le dice: “Pastorea mis ovejas”.
Luego las llama una por
una.
Ml 2, 13: También hacéis esto:
cubrís de lágrimas el altar del Señor, de llantos y gemidos, pero el Señor no
mira vuestra ofrenda, ni os recibe con gusto.
Yo soy la puerta.
Jn 3, 17: Porque Dios no envió
a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por
él.
Sal 23, 1: El Señor es mi pastor,
nada me falta.
Is 49, 9-10: Mirad, el Señor
Dios me ayuda, /& ¿quién me condenará? / Mirad, todos se consumen como un
vestido, / los roe la polilla. // Quien de vosotros teme al Señor / y escucha
la voz de su siervo, / aunque camine en tinieblas, sin ninguna claridad, / que
confíe en el nombre del Señor, / que se apoye en su Dios.
Ex 34, 14: No te postres ante
otro dios, porque el Señor se llama “Celoso”, y es un Dios celoso.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
10 1 La primera parábola (10, 1-5) contrapone
el pastor, que entra normalmente porque ha recibido esa misión, a quienes
proceden de forma irregular y quieren dominar en provecho propio, es decir, los
doctores fariseos, de los que se habla a partir de 9, 13; e introduce 10,
11-18: “Yo soy el buen pastor”. La segunda parábola (10, 7-10) comenta la
afirmación de Jesús “Yo soy la puerta”.
10 3 O bien: “a cada una por su
nombre”.
10 6 A los fariseos cegados, 9, 40.
No comprenden que la parábola se dirige a ellos.
10 7 Que da acceso a las ovejas. Para
regir legítimamente el rebaño hay que pasar por Jesús.
10 8 Om.: “delante de mí” –
Probablemente se trata de los fariseos.
10 9 El tema de la puerta que da
acceso a las realidades celestes era frecuente en la tradición judía (Gn 28,
17; Sal 17, 23; Henoc 72, 75) y en los evangelios sinópticos (Mt 7,
13-14). En Jn es el propio Jesús quien, por su encarnación, es el lugar del
descubrimiento y de la recepción de los dones divinos.
10 10 La vida eterna, la de Jesús y
con su magnificencia.
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica
10 Continua la discusión de Jesús
con los jefes religiosos, sin corte en el texto respecto al capítulo 9, ni
cambio de lugar o día. La conducta de los fariseos con el ciego curado los define
como falsos pastores frente al único Buen Pastor. Se repite una constante de la
historia de Israel, que amplifican imaginativamente los capítulos 89-90 de
Henoc (etiópico).
1 El recinto: el vocablo aulê, en la Biblia
griega no significa “redil” de ovejas, sino “patio interior” o atrio. Jesús no
está en una escena campestre en galilea, sino en los atrios del templo,
significado que propiamente tiene aquí esta palabra. Por otra parte hay otro recinto
inaccesible sin Jesús: la vida trinitaria.
Ladrón y… bandido: pequeño ejemplo de cómo la
Sagrada Escritura es parte integrante de la lengua de Cervantes, aunque cada
personaje la acomode a su interés “no sería tenido por caballero legítimo, sino
por bastardo y que entró en la fortaleza de la caballería [andante] no por la
puerta, sino por las bardas, como salteador y ladrón” (Don Quijote).
2 Es… pastor: es pastor auténtico, es decir,
no es ladrón.
3 Por [su] nombre: o de una en una.
Las saca: las hace salir. Terminología
tradicional de las narraciones del Éxodo para hablar de liberación de la
esclavitud. Jesús libera a sus ovejas, sacándolas del recinto del judaísmo
oficial. La imagen del pastor no es figura tierna ni idílica: aparece en contexto
de lucha y enfrentamiento con los malos pastores, y entre continuas alusiones a
perder la vida por las ovejas.
5 No conocen: intuitivamente tienen que
hacer esfuerzo de estudio e inteligencia para conocer (el verbo griego es oîda,
no ginôskô); por eso, como reacción instintiva huyen.
6 Esta alegoría: estas palabras enigmáticas,
misteriosas. La alegoría, casi sinónimo de “parábola” en los Sinópticos
– entendiendo como parábola como relacionada con “enigma” –, desarrolla una
idea a base de imágenes y metáforas consecutivas, que entreabren el sentido; es
modo característico de revelarse Jesús en su vida pública. Las imágenes de esta
alegoría son tres: la puerta, el pastor, el “sacar” las ovejas.
Qué era lo que quería decirles: o bien: que significaba lo
que les decía.
7,9 La puerta: quizá alude a una costumbre de
pastores: el pastor duerme echado en la portilla del aprisco, y forma así “la
puerta” con su propio cuerpo. Jesús es nuestro acceso al Padre: “Es llamado puerta
y entrada, porque él solo nos guía y encamina y hace entrar en el
conocimiento de Dios y en su amor verdadero” (fray Luis de León). Cf. también
14, 5: a través de ese “camino” entramos en la intimidad de Dios; en él, que,
por ser la puerta del nuevo templo es también parte del recinto, estamos
en la esfera trinitaria, donde reinan la verdadera libertad (“entrar y salir”:
expresión semítica = libertad de movimientos, actividad sin coacción y plenitud
de vida (= encontrar pastos).
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé:
10, 1-21 Cristo habló de sí mismo utilizando
dos imágenes relacionadas: él es el Buen Pastor que guía a su rebaño y está dispuesto
a dar la vida por sus ovejas, y también es la puerta por la que sus ovejas
acceden a la vida eterna. Los profetas Jeremías y Ezequiel, del Antiguo
Testamento, se referían al pueblo de Israel como “el rebaño” y a quienes les
conducían como “pastores”, y el Salmo 23 habla explícitamente del Señor como un
pastor que aguarda, protege y cuida a sus ovejas. Cat. 574, 582, 596, 754 y 764.
10, 3 Los fieles de la Iglesia son el
rebaño que entra a través de la puerta que es Cristo. Cat 2158.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
754 La Iglesia, en efecto, es el redil cuya puerta única y necesaria es
Cristo. Es también el rebaño cuyo pastor será el mismo Dios, como él mismo
anunció (Is 40, 11). Aunque son pastores humanos quienes gobiernan a las
ovejas, sin embargo es Cristo mismo el que sin cesar las guía y alimenta; Él,
el Buen Pastor y Cabeza de los pastores (Jn 10, 11), que dio su vida por las
ovejas (Jn 10, 11-15).
764 “Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y
en la presencia de Cristo” (C. Vaticano II, Lumen gentium, 5). Acoger la
palabra de Jesús es acoger “el Reino” (Ib.). El germen y el comienzo del Reino
son el “pequeño rebaño” (Lc 12, 32) de los que Jesús ha venido a convocar en
torno suyo y de los que él mismo es el Pastor (Jn 10, 1-21). Constituyen la
verdadera familia de Jesús (cf. Mt 12, 49). A los que reunió así en torno suyo,
les enseñó no solo una nueva “manera de obrar”, sino también una oración propia
(cf. Mt 5-6).
Concilio Vaticano II
La función de pastor no se reduce a cuidar a cada uno de los fieles
individualmente. Se extiende propiamente también a formar una auténtica
comunidad cristiana. Pero, para cultivar debidamente el espíritu de comunidad,
este debe abarcar no solo la comunidad local, sino también la Iglesia
universal. La comunidad local no debe favorecer solo el cuidado de sus fieles,
sino que, llena de amor misionero, debe preparar a todos los hombres el camino
hacia Cristo. Tiene, sin embargo, especialmente encomendados los catecúmenos y
neófitos, a los que hay que educar gradualmente en el conocimiento y práctica
de la vida cristiana.
No se construye ninguna comunidad cristiana si esta no tiene su raíz y
centro en la sagrada Eucaristía. En ella, pro tanto, ha de empezar toda la
formación en el espíritu de comunidad. Esta celebración, para ser sincera y
plena, debe llevar a las diversas obras de caridad y a la ayuda mutua, así como
a la actividad misionera y a las diversas formas de testimonio cristiano.
Además, con su caridad, oración, ejemplo y obras de penitencia, la comunidad
eclesial ejerce una auténtica maternidad respecto a las almas para llevarlas a
Cristo. Ella misma es un instrumento eficaz que indica o allana a los que
todavía no creen, el camino hacia Cristo y su Iglesia y también los fieles son
animados, alimentados y fortalecidos para el combate espiritual.
En la construcción de la comunidad cristiana, los presbíteros nunca se
ponen al servicio de ninguna ideología o partido humano, sino que, como
predicadores del Evangelio y pastores de la Iglesia, desempeñan su labor para
conseguir el crecimiento espiritual del Cuerpo de Cristo.
Concilio Vaticano II, Presbyterorun ordinis, 6.
San Agustín
Si hablara de lo mío, sería un pastor que se apacienta a sí mismo, y no a
las ovejas. Si, por el contrario, lo que voy a decir es de él, es él quien os
alimenta, hable quien hable. Esto dice el Señor Dios: ¡Ay de los pastores de
Israel que se apacientan solo a sí mismos! ¿No son ovejas lo que apacientan los
pastores? Es decir, los pastores no se apacientan a sí mismos, sino a las
ovejas. Este es el primer motivo por el que se censura a los pastores: se
apacientan a sí mismos, no a las ovejas.
¿Quiénes son los que se apacientan a sí mismos? Aquellos a quienes dice
el Apóstol: Todos buscan sus intereses, no los de Jesucristo (Flp 2,
21). Nosotros, a quienes el Señor nos puso, porque así él lo quiso, no por
nuestros méritos, en este puesto del que hemos de dar cuenta estrechísima,
tenemos que distinguir dos cosas: que somos cristianos y que somos pastores
vuestros. El ser cristianos es en beneficio nuestro; el ser pastores, en el vuestro.
Llegará un día en que todo sea sometido a juicio. Día que, aunque para el
mundo esté lejano todavía, para cada hombre es el último de su vida. Dios quiso
mantener oculto uno y otro: cuando ha de llegar el fin del mundo y cuándo ha de
ser el final de la vida para cada uno de los hombres.
Todo el que es pastor y se goza de ser lo, busca su propio honor y mira
solamente sus comodidades, se apacienta a sí mismo, no a las ovejas.
Llamaré a la oveja descarriada, buscaré a la perdida. Quieras o no lo haré.
Y aunque al buscarla me desgarren las zarzas de los bosques, pasaré por todos
los lugares, por angostos que sean; derribaré todas las vallas; en la medida en
que me dé fuerzas el Señor que me atemoriza, recorreré todo. Llamaré a la
descarriada, buscaré a la perdida. Si no quieres tener que soportarme, no te
pierdas.
Sermón 46.
I, pgs. 519-522.
Los Santos Padres.
¿Quién entra por la puerta? Quien entra por Cristo.
Y ¿quién es este? Quien imita la pasión de Cristo, quien conoce la humildad de
Cristo, y pues Dios se hizo por nosotros hombre, reconozca el hombre que no es
Dios, sino un mero hombre.
Agustín, Sermones, 137. 4a, pg. 452.
Y, ¿quién otro las puede sacar sino aquel que
perdona sus pecados para que le puedan seguir libres de esas férreas ataduras?
Agustín, Tratados sobre el Ev. de Juan, 45. 4a, pg. 454.
Ciertamente, los pastores las hacen avanzar y ellos
las siguen. Pero, para mostrar que llevará a todos a la verdad, obra contra lo
que es costumbre entre los pastores [y camina delante de ellas].
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 59. 4a, pg. 454.
Ojalá nos sea dado a todos nosotros, pastores y
rebaño, estar lejos de esos pastores como de hierba envenenada y mortífera, y
que apacentados y apacentadores, todos seamos uno en Cristo Jesús, ahora y en
el descanso de la otra vida.
Gregorio Nacianceno, Discurso sobre la Pascua, 1. 4a, pg. 455.
Cristo es la puerta del Padre por la que entran
Abrahán, Isaac, Jacob, los profetas, los apóstoles y la iglesia. Todo esto [se
encamina] a la unidad de Dios.
Ignacio de Antioquía, Carta a los filadelfos, 9. 4a, pg. 458.
Es camino, en cuanto conduce por sí mismo. Es
puerta, en tanto que introductor. Y es pastor porque apacienta a su rebaño en
campo verde, lo nutre con agua de reposo; desde allí marcha a la cabeza del
rebaño y lo defiende de las bestias salvajes; hace volver a la oveja errante,
recobra la perdida y cura a la herida; vigila a la que está fuerte y reúne a
todo el rebaño en el redil de lo alto, sirviéndose de las palabras de su
ciencia pastoral.
Gregorio Nacianceno, Discurso sobre el Hijo, 30. 4a, pg. 458.
San Juan de Ávila
Esta es la puerta por donde el que entrare será
salvo, y la escalera por donde suben al cielo (cf. Jn 10, 9). Y quiere Dios
Padre honrar la humanidad de su unigénito Hijo, y no dar su amistad sino a
quien creyere; y no dar su comunicación sino a quien con mucha atención lo
pensare. Hacedos, pues, esclava de la sagrada pasión, pues por ella fuisteis
liberada del captiverio de vuestros pecados y de los infernales tormentos. Y no
sea a vos, pesado pensar lo que a Él con vuestro grande amor no le fue pesado
pasar.
Audi, filia (I). I, pg. 459-460.
Esta es la puerta por donde el que entrare será
salvo, y la escalera, por donde suben al cielo (Jn 10, 9; Gn 28, 12). Porque
quiere Dios Padre honrar la humanidad y humildad de su Ungénito Hijo, en no dar
su amistad sino a quien las creyere; y no dar su familiar comunicación sino a quien
con mucha atención las pensare.
Audi, filia (II). I, pg. 681.
Estos capítulos se vean juntos; y acerca del 5 se
advierta que para el examen de los clérigos convendrá que el obispo, en
secreto, tenga en cada pueblo personas de quien justamente se fie que le tengan
informado de los que hay que pretendan ordenarse y de la calidad y vida de cada
uno de ellos, porque esto es “oves vocare nominatim” (llamar a las ovejas por
su nombre” (Jn 10, 3).
Algunas advertencias al sínodo de Toledo. II, pg. 725.
Luego, ¿qué me trajo Cristo? ¿Sus yugos son más
fuertes que los de Moisén? Veis aquí la causa, por qué muchos dicen que es el
Evangelio carga pesada. Hermanos: por nuestra flaqueza. No neguemos la verdad,
confesemos que nosotros no tenemos fuerzas; que la carga liviana es. Dice el
Señor: Las ovejas oyen al pastor y síguenle (Jn 10, 3.7).
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 188.
Ego veni ut vitam habeant et abundantiuos
habeant (Jn 10, 10), etc. Todo esto va enderezado a derecir al hombre cuán
grande miseria es tener en su corazón pecado; cuan incomparable es su
desventura y cuán perjudicial su maldición, pues para sacarle a él de esta
maldición fue menester que la fuente de todas las bendiciones tomase a sus
cuestas su maldición; el príncipe de todas las santidades se sujetase a la pena
que por el pecado se debía; el que era libre de todo captiverio se entregase al
afecto del verdadero captiverio; la fuente de salud enfermase.
Lecciones sobre la epístola a los Gálatas. II, pg. 63.
Lo que hemos visto usado, por nuestros pecados,
cerca de tomar estado eclesiástico, es tomarlo, como arriba dijimos, por vía de
oficio y para tener que comer sin trabajo, siendo llamados por el dinero y
regalo y no por Dios. Y, entrando así, no por puerta, sino por bardal (cf. Jn
10, 10), ¿qué han de hacer sino matar y echar a perder, como ladrones que son,
pues, según la entrada, suele ser la vida y aun la salida?
Reformación del estado eclesiástico. II, pg. 494.
Este Señor irá delante de sus ovejas (Jn 10, 4), porque
tiene más gloria que hombres y ángeles; todos ellos le seguirán como ovejas a pastor,
criados a señor y miembros a cabeza; y llevarlos ha en procesión a las
fuentes de las aguas de la vida (Ap 7, 17), que son las tres Personas
Divinas, que tienen una misma y sola esencia; y allí será hartos, refrescados y
recreados, viendo a Dios faz a faz.
Homilía Víspera del corpus. III, pg. 512.
Antes de mí todos son ladrones (cf. Jn 10, 8).
Hieremías: Si fures in nocte rapusent [los ladrones que roban durante
la noche]. Los robadores corporales, cuando vienen a robar, llévante alguna
cosa de tu hacienda, y déjante algo, o lo quew no pueden llevar, o lo que les
olvida; pero los ladrones que son espirituales, estos que vienen, ahora sea de día,
ora de noche, o disimulados, robante cuanto tienes, robante tu hacienda y todo
su bien. Sano quedó el cuerpo, pero muy echado a perder tu corazón y tu ánima.
Homilía domingo de Pentecostés. III, pg. 354.
¿Qué remedio? ¿Quién remediará esta muerte del
ánima y del cuerpo? Entra el Evangelio; dice nuestro Señor Jesucristo: Omnes
quotquot venerunt, fures sunt: Todos los que vinieron antes de mí, ladrones
y
robadores son (Jn 10, 8). ¿Qué tal quedó el género humano? ¿Qué
tal quedamos nosotros? Perdida la vida del ánima y obligados a morir
corporalmente.
Homilía martes de Pentecostés. III, pg. 389.
-Padre, ¿no bastaba para dar vida a mi ánima la
Santísima Trinidad? – Si ella quisiera, sí bastaba; mas ella ordenó que no sea
la Santísima Trinidad solo su manjar; mas si no come de la sangre de Cristo y
de su sangre de Cristo. ¿Quién da vida al ánima? La divinidad, la Santísima
Trinidad. Mas no se la da sino mediante la sangre de Jesucristo, como el ánima
no da vida al cuerpo sino mediante el manjar. Dijo Cristo: Yo
soy buen Pastor y pongo mi ánima por mis ovejas. Yo soy puerta; quien entrare
por mí, salvarse ha. Los que antes de mí vinieron, ladrones fueron; no vinieron
sino para matar y perder. Yo vine para que tengan vida (cf. Jn 10, 8-11).
Sermón del Santísimo Sacramento. III, pg. 609.
-Padre, ¿cómo da vida Jesucristo? – Dijo Él mismo: En
verdad, en verdad os digo: Yo soy la puerta, el que no entrare por mí, robador
es. Yo soy la puerta. – Si Jesucristo es la puerta, luego no se puede
entrar al Padre sino por Jesucristo. Yo soy la ; si alguno por mí entrare será
salvo, y entrará y saldrá, y hallará pasto (cf. Jn 10, 9).
Homilía Domingo de Pentecostés. III, pg. 356.
¡Oh divinal amor del Eterno Padre, que puso por
puerta para entrar en Él a Jesucristo, su Hijo, según Él lo dijo (cf. Jn 10,
9); y la pone tan cerca de los hombres y tan abierta de par en par, que parece
que está convidando a que estos entren por ella! El corazón del Padre, su Hijo
es; quien a su Hijo tiene, el corazón del Padre tiene. Pónelo en aquel
relicario descubierto, a que todos lo miren, tan público como lo veis allí.
Homilía Jueves Santo. III, pg. 419.
Yo vine para que tenga vida y más abundosamente
la tengan (Jn 10, 10). Este evangelio habla aquí a los pastores; y pues no están
aquí habrémoslo de traer a nuestro propósito, que somos las ovejas. Ya sabéis
que Dios nuestro Señor nos quiere bien. Muy antigo es el amor: al amigo viejo
no lo hemos de desechar. Ya sabéis cómo cuanto crió nuestro Señor Dios, todo
fue para nosotros y para nuestro servicio y provecho. Crió el cielo y la
tierra, el sol y la luna, el mar y todo cuanto en ellos se mueve, estrellas y
árboles, peces, animales. Señor, Dios mío: ¿para qué? Todo para servicio y
regalo del hombre: “Quiero poner casa a mi hijo”. Estaba todo lo dicho criado;
estaba como vacía la casa. Crió al hombre de lo más ínfimo de la tierra, y como
buen ollero, desque lo tuvo formado de la tierra, soplóle en la faz sopló de vida (el hebreo dice en
las narices). En soplando que el Señor le sopló, levantóse el hombre vivo (Gn 2,
7).
Homilía martes de Pentecostés. III, pg. 388.
¿Qué te daremos, Señor, por esta merced, que nos
has recobrado la vida perdida, hasnos resucitado por tu Hijo bendito, el cual
llama San Pablo autor de la vida? (Hch 3, 15). Y el mismo Señor
dijo: Yo vine para que mis ovejas tengan
vida, y muy cumplida vida (Jn 10, 10). Este es el constituido por Príncipe,
y Príncipe de paz y de vida (Jn 10, 10).
Homilía Santísimo Sacramento. III, pg. 597.
Para esto vine al mundo, para dar vida al mundo
dice
en otra parte Jesucristo (cf. Jn 10, 10). Si estás muerto, vete a Cristo, que
Él es manjar que te resucitará y dará vida. Sírvete de tu fe en esto, que Jesucristo
solo es tu arrimo, tu esfuerzo, tu remedio, tu vida, tu confianza, quien te
rige, te gobierna, te da ser y te sustenta.
Homilía en la Infraoctava del Corpus. III, pg. 640.
El Señor dijo: Yo vine para que tengan vida, y
más abundantemente tengan vida (Jn 10, 10). Porque no se ha de contentar el
cristiano con tener una vida tan flaca y enferma, que no tenga más de vida de
que no está muerto del todo. Vivo está uno que está deshuciado de médicos y
oleado por el sacerdote; mas no creo que os contentaríades vos con tener vida
tan cercana a la muerte y vida de que tan poco gozáis. Si amáis vida del
cuerpo, sana, recia y alegre, ¿por qué la del ánima la queréis al contrario? El
pecado mortal es muerte del ánima, y el pecado venial es enfermedad de ella; y
la enfermedad hace al hombre flaco para hacer obras y para trabajar, quítale la
fuerza para llevar cargas y trae al hombre desabrido, y algunas veces tanto,
que daría todas sus riquezas, y tener pobreza, por un poco de salud.
Homilía del Santísimo Sacramento. III, pg. 659.
Y dame osadía de decir y creer esto las prendas que
Él mismo para ello os ha dado. Ha os llamado con su amorosa voz, como buen
pastor (cf. Jn 10, 1ss); habéisle oído, y conocido en ella que Él es el que
buscó el pro de los hombres, hasta costarle la vida; y que Él es verdadero
consuelo den ánima, y los otros son ladrones y robadores, que no entran por
puerta. A quien este conocimiento tan sabroso dio, su luz dio, y para que
creciese hasta el día, perfecto día, cuando le veáis sin nubes, sin nublados,
sin oscuridad, sino faz a faz y así como Él es.
Carta a una viuda, madre J. González. IV, pg. 680.
Resta que, pues Dios ha hecho merced, que la
entrada de vuestra señoría no sea por bardales, sino por la puerta legítima, que
es Jesucristo nuestro Señor (cf. Jn 10, 7), pida a su misericordia que El, que
ha guardado su entrada, ordene el proceso de ella, de manera que también guarde
la salida de todo pecado y condenación.
Carta a un señor de este reino, siendo asistente
de Sevilla. IV, pg. 59.
Yo soy la puerta, dice el mesmo
Cristo; si alguno entrare por mí, será salvo, y entrará y saldrá y
hallará pastos (Jn 10, 9). Y en otra parte dice el santo Evangelio que toda
la gente andaba por tocar a Cristo, porque salía de Él virtud y sanaba a todos (Lc 6, 19).
A una religiosa. IV, pg. 701.
San Oscar Romero.
Y, sobre todo, hermanos, el evangelio. ¡Qué palabra más
valiente la de Cristo! Está usando la comparación: "Yo soy la puerta, sólo
por la puerta entran los legítimos dueños del rebaño. El que salta por otro
lado es ladrón, es bandido". Miren como en las palabras de Cristo, de
quien esperamos siempre amor, dulzura; cuando es necesario coge el látigo y
fustiga a los ladrones, a los bandidos y les dice: ¡el que no es pastor sólo
entra para matar, para robar, para maltratar! El látigo de Cristo está dando
duro a todos estos atropellos de su tiempo. Él siente que la sinagoga ha
perdido su sentido de ser representación de la misericordia de Dios y los
pastores de Israel, ya denunciados por los profetas, en tiempo de Cristo
también se han convertido en malos pastores.
El episodio de esta comparación del Buen Pastor está poco
después de aquel episodio del cieguito de nacimiento a quien los fariseos, en
vez de alegrarse porque se había salvado de la vista, lo excomulgaron:
"porque te dejaste operar en sábado". Interesaban más las legalidades
que la misericordia. Y a éstos fustiga el Señor, para estos fariseos
hipócritas, para estos pastores egoístas, para estas sinagogas sin
misericordia, para estas autoridades eclesiásticas de su tiempo, el Divino
Profeta, Cristo nuestro Señor que fue duro contra el pecado donde quiera que se
encuentre, ya sea en Herodes, en Pilatos, también en los pontífices, en los
sacerdotes. Él los reprende; y para ellos es la comparación, para que aprendan
a ser como El que es el Buen Pastor y para que su Iglesia sea lo que tiene que
ser: una casa de la misericordia del Señor, donde los pecadores no encuentren
el reproche, la excomunión, la dureza; sino la acogida, el abrazo de Nuestro
Señor que los llama para el perdón.
Homilía, 16 de abril de 1978.
Papa Francisco.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El cuarto domingo de Pascua, que celebramos hoy,
está dedicado a Jesús el Buen Pastor. El Evangelio nos dice: «las ovejas
escuchan su voz; y a sus ovejas las llama una por una» (Juan 10,3). El Señor
nos llama por nuestro nombre, nos llama porque nos ama. Pero también dice
el Evangelio que hay otras voces que no debemos seguir: las de los extraños,
ladrones y salteadores que quieren el mal de las ovejas.
Estas diferentes voces resuenan dentro de nosotros.
Está la voz de Dios, que habla amablemente a la conciencia, y está la voz
tentadora que conduce al mal. ¿Cómo podemos reconocer la voz del buen Pastor de
la del ladrón, cómo podemos distinguir la inspiración de Dios de la
sugerencia del maligno? Uno puede aprender a diferenciar estas dos voces:
hablan dos idiomas diferentes, es decir, tienen formas opuestas de llegar a
nuestros corazones. Hablan diferentes idiomas. Así como sabemos distinguir un
idioma de otro, también podemos distinguir la voz de Dios y la voz del Maligno.
La voz de Dios nunca obliga: Dios se propone, no se impone. En cambio,
la voz maligna seduce, asalta, fuerza: despierta ilusiones deslumbrantes,
emociones tentadoras, pero pasajeras. Al principio halaga, nos hace creer que
somos todopoderosos, pero luego nos deja vacíos por dentro y nos acusa: “No
vales nada”. La voz de Dios, en cambio, nos corrige, con tanta paciencia,
pero siempre nos anima, nos consuela: siempre alimenta la esperanza. La voz
de Dios es una voz que tiene un horizonte; en cambio, la voz del maligno
te pone contra la pared, te arrincona.
Hay otra diferencia. La voz del enemigo nos distrae
del presente y quiere que nos centremos en los miedos del futuro o en la
tristeza del pasado —el enemigo no quiere el presente—: nos devuelve la
amargura, los recuerdos de las injusticias sufridas, de los que nos han hecho
daño..., tantos malos recuerdos. En cambio, la voz de Dios habla al presente:
“Ahora puedes hacer el bien, ahora puedes practicar la creatividad del
amor, ahora puedes renunciar a los pesares y remordimientos que
mantienen tu corazón cautivo”. Nos anima, nos hace avanzar, pero habla
al presente: ahora.
Reitero: las dos voces plantean diferentes preguntas
en nuestro interior. La que viene de Dios nos dice: “¿Qué es bueno para mí?”.
En cambio, el tentador insistirá en otra pregunta: “¿Qué me apetece hacer?”.
Qué me apetece: la voz del mal siempre gira en torno al ego, a sus pulsiones, a
sus necesidades, al todo y ahora. Es como los caprichos de los niños: todo y
ahora. La voz de Dios, en cambio, nunca promete alegría a bajo precio: nos
invita a ir más allá de nuestro ego para encontrar el verdadero bien, la paz.
Recordemos: el mal nunca nos da paz, causa frenesí primero y deja amargura tras
de sí. Así es el estilo del mal.
La voz de Dios y la del tentador, en definitiva,
hablan en diferentes “ambientes”: el enemigo prefiere la oscuridad, la
falsedad, el chismorreo; por el contrario, el Señor ama la luz del sol, la
verdad, la transparencia sincera. El enemigo nos dirá: “Enciérrate en ti mismo,
porque nadie te entiende ni te escucha, ¡no te fíes!”. El bien, contrariamente,
nos invita a abrirnos, a ser claros y a confiar en Dios y en los demás.
Queridos hermanos y hermanas: en este tiempo, muchos pensamientos y
preocupaciones nos llevan a volver a adentrarnos en nosotros mismos. Prestemos
atención a las voces que llegan a nuestros corazones. Preguntémonos de dónde
vienen. Pidamos la gracia de reconocer y seguir la voz del buen Pastor, que nos
saca del redil del egoísmo y nos guía hacia los pastos de la verdadera
libertad. Que Nuestra Señora, Madre del Buen Consejo, guíe y acompañe nuestro
discernimiento.
Regina
Coeli,
3 de mayo de 2020.
Papa Francisco. Catequesis. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del
creyente 11. Testigos: los mártires.
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Hablando de la evangelización y
hablando del celo apostólico, después de haber considerado el testimonio de san
Pablo, verdadero “campeón” de celo apostólico, hoy nuestra mirada se dirige no
a una única figura, sino a la constelación de los mártires, hombres y mujeres
de todas las edades, lenguas y naciones que han dado la vida por Cristo, que
han derramado la sangre por confesar a Cristo. Después de la generación de los
Apóstoles, han sido ellos, por excelencia, los “testigos” del Evangelio. Los
mártires: el primero fue el diácono san Esteban, lapidado fuera de las murallas
de Jerusalén. La palabra “martirio” deriva del griego martyria, que significa
precisamente testimonio. Un mártir es un
testigo, uno que da testimonio hasta derramar la sangre. Sin embargo, enseguida
en la Iglesia se usó la palabra mártir para indicar a quien daba testimonio
hasta el derramamiento de la sangre. Es decir, en un principio la palabra
mártir indicaba el testimonio dado todos los días, luego se utilizó para
indicar al que da vida con el derramamiento.
Pero, los mártires no deben ser
vistos como “héroes” que han actuado individualmente, como flores que han
brotado en un desierto, sino como frutos maduros y excelentes de la viña del
Señor, que es la Iglesia. En particular, los cristianos, participando
asiduamente a la celebración de la Eucaristía, eran conducidos por el Espíritu
a configurar su vida en la base de ese misterio de amor: es decir, sobre el
hecho que el Señor Jesús había dado su vida por ellos y, por tanto, también
ellos podían y debían dar la vida por Él y por los hermanos. Una gran
generosidad, el camino de testimonio cristiano. San Agustín subraya a menudo
esta dinámica de gratitud y de intercambio gratuito del don. Esto es, por
ejemplo, lo que él predicaba con ocasión de la fiesta de san Lorenzo: «Ejercía
el oficio de diácono. Allí administró la sagrada sangre de Cristo y allí derramó
la suya por el nombre de Cristo. El misterio de esta cena lo expuso con toda
claridad el bienaventurado apóstol Juan al decir: “Como Cristo entregó su vida
por nosotros, así también nosotros debemos entregarla por nuestros hermanos” (1
Jn 3, 16) Esto, hermanos, lo entendió san Lorenzo; lo comprendió y lo realizó.
En efecto, preparó cosas semejantes a las tomadas en aquella mesa. Amó a Cristo
en su vida y le imitó en su muerte» (Sermón 304, 14; PL 38, 1395-1397). Así san
Agustín explicaba el dinamismo espiritual que animaba a los mártires. Con estas
palabras: los mártires aman a Cristo en su vida y lo imitan en su muerte.
Hoy, queridos hermanos y
hermanas, recordamos a todos los mártires que han acompañado la vida de la
Iglesia. Estos, como ya dije tantas veces, son más numerosos en nuestro tiempo
que en los primeros siglos. Hoy hay muchos mártires en la Iglesia, muchos,
porque por confesar la fe cristiana son expulsados de la sociedad o van a la
cárcel… Son muchos. El Concilio Vaticano II nos recuerda que «el martirio, en
el que el discípulo se asemeja al Maestro, que aceptó libremente la muerte por
la salvación del mundo, y se conforma a Él en la efusión de su sangre, es
estimado por la Iglesia como un don eximio y la suprema prueba de amor» (Const.
Lumen gentium, 42). Los mártires, imitando a Jesús y con su gracia, convierten
la violencia de quien rechaza el anuncio en una ocasión suprema de amor, que
llega hasta el perdón de los propios verdugos. Interesante esto: los mártires
perdonan siempre a los verdugos. Esteban, el primer mártir, murió rezando:
“Señor, perdónales, no saben lo que hacen”. Los mártires rezan por los
verdugos.
Si bien son solo algunos a los
que se les pide el martirio, «todos deben estar prestos a confesar a Cristo
delante de los hombres y a seguirle, por el camino de la cruz, en medio de las
persecuciones que nunca faltan a la Iglesia» (ibid., 42). Pero, ¿esto de las
persecuciones es cosa de entonces? No, no: hoy. Hoy hay persecuciones contra
los cristianos en el mundo, muchos, muchos. Son más los mártires de hoy que los
de los primeros tiempos. Los mártires nos muestran que todo cristiano está
llamado al testimonio de la vida, también cuando no llega al derramamiento de
la sangre, haciendo de sí mismo un don a Dios y a los hermanos, imitando a
Jesús.
Y quisiera concluir recordando
el testimonio cristiano presente en cada rincón de la tierra. Pienso, por
ejemplo, en Yemen, una tierra desde hace muchos años herida por una guerra
terrible, olvidada, que ha dejado tantos muertos y que todavía hoy hace sufrir
a tanta gente, especialmente a los niños. Precisamente en esta tierra ha habido
testimonios luminosos de fe, como el de las hermanas Misioneras de la Caridad,
que han dado la vida allí. Todavía hoy están presentes en Yemen, donde ofrecen
asistencia a ancianos enfermos y a personas con discapacidad. Algunas de ellas
han sufrido el martirio, pero las otras siguen, arriesgan la vida y van
adelante. Acogen a todos, de cualquier religión, porque la caridad y la
fraternidad no tiene confines. En julio de 1998 Sor Aletta, Sor Zelia y Sor
Michael, mientras volvían a casa después de la misa fueron asesinadas por un
fanático, porque eran cristianas. Más recientemente, poco después del inicio
del conflicto todavía en curso, en marzo de 2016, Sor Anselm, Sor Marguerite,
Sor Reginette y Sor Judith fueron asesinadas junto a algunos laicos que las
ayudaban en la obra de la caridad entre los últimos. Son los mártires de
nuestro tiempo. Entre estos laicos asesinados, además de cristianos había
fieles musulmanes que trabajaban con las hermanas. Nos conmueve ver cómo el
testimonio de sangre puede unir personas de religiones diferentes. Nunca se
debe asesinar en nombre de Dios, porque para Él somos todos hermanos y
hermanas. Pero juntos se puede dar la vida por los otros.
Recemos para que no nos cansemos
de testimoniar el Evangelio también en tiempo de tribulación. Que todos los
santos y las santas mártires sean semillas de paz y de reconciliación entre los
pueblos por un mundo más humano y fraterno, esperando que se manifieste en
plenitud el Reino de los cielos, cuando Dios será todo en todos (cfr. 1 Cor
15,28).
19 de abril de 2023.
Papa Francisco. Catequesis. La pasión
por la evangelización: el celo apostólico del creyente 12. Testigos: el
monaquismo y la fuerza de la intecesión. Gregorio de Narek
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Proseguimos las catequesis sobre
los testigos del celo apostólico. Empezamos por san Pablo y la vez pasada vimos
los mártires, que anuncian a Jesús con la vida, hasta donarla por Él y por el
Evangelio. Pero hay otro gran testimonio que atraviesa la historia de la fe: el
de las monjas y los monjes, hermanas y hermanos que renuncian a sí mismos, renuncian
al mundo para imitar a Jesús en el camino de la pobreza, la castidad y la
obediencia y para interceder a favor de todos. Sus vidas hablan de sí, pero
nosotros podríamos preguntarnos: ¿cómo puede la gente que vive en un
monasterio ayudar al anuncio del Evangelio? ¿No sería mejor que usaran sus
energías en la misión? ¿Saliendo del monasterio y predicando el Evangelio fuera
del monasterio? En realidad, los monjes son el corazón palpitante del
anuncio, su oración es oxígeno para todos los miembros del Cuerpo de Cristo, su
oración es la fuerza invisible que sostiene la misión. No es casualidad que la
patrona de las misiones sea una monja, santa Teresa del Niño Jesús. Escuchemos
cómo descubrió su vocación, escribió esto: «Comprendí que sólo el amor podía hacer
actuar a los miembros de la Iglesia; que, si el amor llegaba a apagarse, los
apóstoles ya no anunciarían el Evangelio y los mártires se negarían a derramar
su sangre... Comprendí que el amor encerraba en sí todas las vocaciones […].
Entonces, al borde de mi alegría delirante, exclamé: ¡Jesús, amor mío..., al
fin he encontrado mi vocación! ¡Mi vocación es el amor...! […] En el corazón de
la Iglesia, mi Madre, yo seré el amor» (Manuscrito autobiográfico “B”, 8 de
septiembre de 1896). Los contemplativos, los monjes, las monjas: gente que
reza, trabaja, reza en silencio, por toda la Iglesia. Y esto es el amor: es el
amor que se expresa rezando por la Iglesia, trabajando por la Iglesia, en los
monasterios.
Este amor por todos anima la
vida de los monjes y se traduce en su oración de intercesión. Al respecto
quisiera traeros como ejemplo a san Gregorio de Narek, doctor de la Iglesia. Es
un monje armenio, que vivió entorno al año 1000, que nos ha dejado un libro de
oraciones, en el cual se ha derramado la fe del pueblo armenio, el primero en
abrazar el cristianismo; un pueblo que, aferrado a la cruz de Cristo, ha
sufrido tanto a lo largo de la historia. Y san Gregorio pasó en el monasterio
de Narek casi toda su vida. Allí aprendió a escrutar las profundidades del alma
humana y, fundiendo poesía y oración, marcó la cima tanto de la literatura como
de la espiritualidad armenia. El aspecto que más conmueve en él es precisamente
la solidaridad universal de la que es intérprete. Y entre los monjes y las
monjas hay una solidaridad universal: cualquier cosa que sucede en el mundo,
encuentra lugar en su corazón y rezan. El corazón de los monjes y las monjas
es un corazón que capta como una antena, capta qué sucede en el mundo y reza e
intercede por esto. Y así viven en unión con el Señor y con todos. Escribe
san Gregorio de Narek: «Yo cargué voluntariamente todas las culpas, desde las
del primer padre hasta las del último de sus descendientes» (Libro de las
Lamentaciones, 72). Y como hizo Jesús, los monjes toman sobre ellos los
problemas del mundo, las dificultades, las enfermedades, tantas cosas y rezan
por los demás. Y estos son los grandes evangelizadores. ¿Cómo es que los
monasterios viven encerrados y evangelizan? Porque con la palabra, el
ejemplo, la intercesión y el trabajo cotidiano, los monjes son un puente de
intercesión por todas las personas y por los pecados. Ellos lloran también
con las lágrimas, lloran por sus pecados —todos somos pecadores— y también
lloran por los pecados del mundo, y rezan e interceden con las manos y el
corazón hacia lo alto. Pensemos un poco en esta —permitidme la palabra—
“reserva” que nosotros tenemos en la Iglesia: son la verdadera fuerza, la
verdadera fuerza que lleva adelante al pueblo de Dios y de aquí viene la
costumbre de que la gente —el pueblo de Dios— cuando encuentra a un consagrado,
una consagrada, dice: “Reza por mí, reza por mí”, porque sabe que hay una
oración de intercesión. Nos hará bien —si podemos— visitar algún monasterio,
porque ahí se reza y se trabaja. Cada uno tiene su propia regla, pero las manos
siempre están ocupadas: ocupadas con el trabajo, ocupadas con la oración. Que
el Señor nos dé nuevos monasterios, nos dé monjes y monjas que lleven adelante
la Iglesia con su intercesión. Gracias.
GUIÓN MISA NIÑOS.
DOMINGO
V DE PASCUA. 1 de mayo de 2023.
Monición de entrada.-
Porque Jesús es nuestro camino, verdad y
vida.
Además estamos en el mes de Mayo, el mes
de María.
Y este domingo es el Día de la Madre.
Así que daremos gracias a Jesús por tener
las mamás más buenas que podíamos tener.
Y rezaremos por ellas, para que sean muy
queridas por nosotros y nuestros papás.
Señor, ten piedad.-
Tú, que eres
el camino. Señor, ten piedad.
Tú, que eres
la verdad. Cristo, ten piedad.
Tú, que eres
la vida. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la Iglesia, para que
crezca en la fe. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que en
la Iglesia nos hablan de ti, como son las catequistas y maestras de religión;
para que les des sabiduría . Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que te
buscan; para que te encuentren. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros, para que
nunca te dejemos, tú que eres el camino que nos lleva al Padre. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por
nuestras madres. Ellas nos tuvieron dentro de su tripa nueve meses y ella nos
tienen en su corazón desde que se dieron cuenta que estábamos allí. Gracias por
tener nuestras madres y gracias por ser también tú nuestra madre.
GUIÓ
MISSA D’INFANTS. V DIUMENGE DE PASQUA. 7 de maig de 2023.
Monició d’entrada.-
A
la missa Jesús compleix el que ens va dir: que ell estaria amb nosaltres cada
vegada que estiguérem en l’església.
Perquè
Jesús és el nostre camí, veritat i vida.
A
més estem al mes de maig, el mes de Maria.
I
aquest diumenge és el Dia de la Mare.
Així
que donarem gràcies a Jesús per tindre les mares més bones que poguésim tindre.
I
resarem per elles, perquè siguem molt estimades per nosaltres i els nostres
pares.
Senyor, tingueu pietat.-
Tu, que eres
el camí. Senyor, tingueu pietat.
Tu, que eres
la veritat. Crist, tingueu pietat.
Tu, que eres
la vida. Senyor, tingueu pietat.
Plegaries.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enrique. T’ho demane, Jesús.
Jesús, et demane per l’església; perquè
creixa en la fe. T’ho demane, Jesús.
Jesús, et demane per les persones que a
l’església ens parlen de tu, com són les catequistes i mestres de religió;
perquè els dones saviesa. T’ho demane, Jesús.
Jesús, et demane per les persones que et
busquen; perquè et troben. T’ho demane, Jesús.
Jesús, et demane per nosaltres, perquè
mai et deixem, tu que eres el camí que ens porta al Pare. T’ho demane, Jesús.
Acció de gràcies.
Maria, volem donar-te les gràcies per
les nostres mares. Elles ens tingueren dins la seua panxeta nou mesos i elles
ens tenen al seu cor des de que es donaren compte que estàvem allí. Gràcies per
tindre a les nostres mars i gràcies per ser tu, també, la nostra mare.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
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