Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 8, 5-8.14-17
En aquellos días, Felipe bajó a la ciudad de Samaría y les
predicaba a Cristo. El gentío unánimemente escuchaba con atención lo que decía
Felipe, porque habían oído hablar de los signos que hacía, y los estaban viendo:
de muchos poseídos salían los espíritus inmundos lanzando gritos, y muchos
paralíticos y lisiados se curaban. La ciudad se llenó de alegría. Cuando los
apóstoles, que estaban en Jerusalén, se enteraron de que Samaría había recibido
la palabra de Dios, enviaron a Pedro y a Juan; ellos bajaron hasta allí y
oraron por ellos, para que recibieran el Espíritu Santo; pues aún no había
bajado sobre ninguno; estaban solo bautizados en el nombre del Señor Jesús.
Entonces les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo.
Textos
paralelos.
Felipe bajó a una
ciudad de Samaría.
Hch 6, 5: La propuesta
les pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de
Espíritu Santo; a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás,
prosélito de Antioquía.
Hch 21, 8: Al día
siguiente, partimos de allí y llegamos a Cesarea; entramos en la casa de
Felipe, el evangelista, uno de los Siete, y nos quedamos con él.
Veían los signos que
realizaba.
Mt 8, 29: Y le dijeron
a gritos: “Qué tenemos que ver contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí a
atormentarnos antes de tiempo?”.
Hubo una gran
alegría en aquella ciudad.
Hch 2, 46: Con
perseverancia acudían a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan
de las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón.
Al enterarse los apóstoles.
Hch 11, 1: Los apóstoles y los hermanos de
Judea se enteraron de que también los gentiles habían recibido la palabra de
Dios.
Hch 11, 22: Llegó la noticia a oídos de la
Iglesia de Jerusalén, y enviaron a Bernabé a Antioquía; al llegar y ver la
acción de la gracia de Dios, se alegró y exhortaba a todos a seguir unidos al Señor
con todo empeño.
Les enviaron a Pedro y a Juan.
Lc 8, 51: Al llegar a la casa, no dejó entrar
con él más que a Pedro, Santiago y Juian y al padre de la niña y la madre.
Oraron por ellos.
Hch 1, 5: Porque Juan bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Únicamente habían sido bautizados.
Hch 2, 28: Me has enseñado senderos de vida,
me saciarás de gozo con tu rostro.
Hch 1, 5: Porque Juan bautizó con agua, pero
vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo dentro de no muchos días.
Imponían las manos.
1 Tm 4, 14: No descuides el don que hay en ti,
que te fue dado por intervención profética con la imposición de manos del
presbiterio.
Notas
exegéticas.
8 5 (a) Var.: “la ciudad de Samaría”,
“la ciudad de Cesarea”. No se trata seguramente de la misma ciudad de Samaría,
convertida en ciudad helenística (Sebaste). Aquí se trata de una evangelización
de los samaritanos en el sentido judío de la palabra: de los hermanos de raza y
religión, pero separados de la comunidad de Israel y caídos en la herejía (Jn 4,
9).
8 5 (b) El Mesías, al que también
esperaban los samaritanos, ver Jn 4, 25.
8 8 Como en Lc 1, 14 la alegría es
mencionada con frecuencia en Hechos. Se trata de la alegría de los tiempos
mesiánicos del gozo de la salvación en la fe.
8 17 El Espíritu recibido por la
Iglesia de Jerusalén es comunicado así a los samaritanos bautizados, al tiempo
que la misión de Felipe recibe de Pedro y Juan, enviados de los apóstoles, su carácter
plenamente apostólico.
Salmo
responsorial
Salmo 65
R/. Aclamad
al Señor, tierra entera.
Aclamad
al Señor, tierra entera;
tocad
en honor de su nombre,
cantad
himnos a su gloria.
Decid
a Dios: “¡Qué temibles son tus obras! R/.
Que
se postre ante ti la tierra entera,
que
toquen en tu honor,
que
toquen para tu nombre.
Venid
a ver las obras de Dios,
sus
temibles proezas en favor de los hombres. R/.
Transformó
el mar en tierra firme,
a
pie atravesaron el río.
Alegrémonos
en él.
Con
su poder gobierna eternamente. R/.
Los
que teméis a Dios, venid a escuchar,
os
contaré lo que ha hecho conmigo.
Bendito
sea Dios, que no rechazó mi súplica
ni
me retiró su favor. R/.
Textos
paralelos.
Cantad
a su nombre glorioso.
Ef 1, 12-14: Para
que seamos alabanza de su nombre / quienes antes esperábamos en el Mesías. / En
él también vosotros, / después de haber escuchado la palabra de la verdad /– el
evangelio de vuestra salvación –, / creyendo en él / habéis sido marcados con
el sello del Espíritu Santo prometido. /
Él es la prenda de nuestra herencia, / mientras llega la redención del pueblo
de su propiedad, / para alabanza de su gloria.
La
tierra entera se postre ante ti.
Sal 18, 45: Me
escuchaban y me adulaban / los extranjeros buscaban mi favor.
Sal 81, 16: Los que
aborrecen al Señor lo adularán, / y su suerte quedará fijada.
Convirtió
el mar en tierra firme.
Sal 114, 3: El mar,
al verlos, huyó; / el Jordán se echó atrás.
Is 44, 27: Digo al
océano: “Vuélvete árido”, / yo secaré tus corrientes.
Sal 50, 2: Desde Sión,
la hermosa, / Dios resplandece.
Notas
exegéticas.
66 Esta liturgia de acción de
gracias por la comunidad (cuyo jefe o portavoz habla a partir del v. 13) recuerda
por el estilo y el horizonte universalista la segunda parte de Isaías (capítulos
40-55).
66 6 El paso del Mar de las Cañas,
Ex 14-15, y el del Jordán, Jos 3: dos grandes sucesos “típicos” de la historia
de Israel, igualmente unidos en Sal 74, 13-15; 144.
Segunda
lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 3, 15-18
Queridos hermanos:
Glorificad a Cristo con vuestros corazones, dispuestos siempre para
dar explicación a todo el que os pida una razón de vuestra esperanza, pero con
delicadeza y con respeto, teniendo buena conciencia, para que, cuando os
calumnien, queden en ridículo los que atentan contra vuestra buena conducta en
Cristo. Pues es mejor sufrir haciendo el bien, si así lo quiere Dios, que
sufrir haciendo el mal. Porque también Cristo sufrió su pasión, de una vez para
siempre, por los pecados, el justo por los injustos, para conducirnos a Dios.
Muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu.
Textos
paralelos.
Al contrario, dad culto
al Señor, Cristo.
Pr 3, 25: No temerás el terror
repentino / ni el ataque de los malvados cuando llegue.
Is 8, 13: Al Señor del universo llamaréis
santo. / Sea él el objeto de vuestro temor y de vuestro terror.
Notas
exegéticas:
3 15 “Señor”; var. “Dios”, - “esperanza”;
adicción: “y fe”. – Los cristianos dan testimonio de que pertenecen a Cristo
frente a los gentiles que ignoran toda esperanza. Tuvieron ocasión para ello en
las persecuciones locales.
3 18 (a) Todo este pasaje contiene los
elementos de una antigua profesión de fe: muerte de Cristo, bajada a los
infiernos, resurrección, asiento a la derecha de Dios, juicio de los vivos y los
muertos.
3 18 (b) Om.: “a Dios” – “los pecados”;
Vulg.: “nuestros pecados”.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 14, 15-21
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos:
-Si me amáis, guardaréis mis
mandamientos. Y yo le pediré al Padre que os dé otro Paráclito, que esté
siempre con vosotros, el Espíritu de la verdad. El mundo no puede recibirlo,
porque no lo ve ni lo conoce; vosotros, en cambio, lo conocéis, porque mora con
vosotros y está en vosotros. No os dejaré huérfanos, volveré a vosotros. Dentro
de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis y viviréis, porque yo sigo
viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en
vosotros. El que acepta mis mandamientos los guarda, ese me ama; y el que me ama
será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me manifestaré a él.
Textos
paralelos.
Si me amáis guardaréis
mis mandamientos.
1 Jn 4, 3: Y todo espíritu que
no confiesa a Jesús no es de Dios: es del Anticristo. El cual habéis oído que
iba a venir; pues bien, ya está en el mundo.
Dt 6, 4-9: Escucha, Israel: el
Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios,
con todo el corazón, con toda tu alma y con toda tus fuerzas. Estas palabras que
yo te mando hoy estarán en tu corazón, se las repetirás a tus hijos y hablarás
de ellas estando en casa y yendo de camino, acostado y levantado; las atarás a
tu muñeca como un signo, serán en tu frente una señal; las escribirás en las
jambas de tu casa y en los portales.
Yo le pediré al Padre.
Jn 7, 11: A mitad de la fiesta
subió Jesús al templo y se puso a enseñar.
Os dará un Paráclito.
Jn 11, 1: Había caído enfermo
un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana.
Sb 6, 16: Pues ella misma va de
un lado a otro / buscando a los que son dignos de ella; / los aborda benigna
por los caminos / y les sale al encuentro en cada pensamiento.
1 Jn 2, 1: Hijos míos, os
escribo esto para que no pequéis. Pero, si alguno peca, tenemos a uno que
abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo.
Porque no lo ve ni lo
conoce.
Jn 1, 10: En el mundo estaba; /
el mundo se hizo por medio de él, y el mundo no lo conoció.
Estará con vosotros.
2 Jn 1, 2: Gracias a la verdad
que permanece en nosotros y que nos acompañará para siempre.
Volveré a vosotros.
Sal 27, 10: Si mi padre y mi
madre me abandonan, / el Señor me recogerá.
Is 49, 14-15: Sión decía: “Me
ha abandonado el Señor, / mi dueño me ha olvidado”. / ¿Puede una madre olvidar
al niño que le amamanta, / no tener compasión del hijo de sus entrañas? / Pues,
aunque ella se olvidará, yo no te olvidaré.
Dentro de poco el mundo
ya no me verá.
Jn 7, 34: Me buscaréis y no me
encontraréis, y donde yo estoy vosotros no podéis venir.
Jn 8, 21: De nuevo les dijo: “Yo
me voy y me buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis
venir vosotros”.
Porque yo vivo y también
vosotros viviréis.
Jn 16, 16: Dentro de poco ya no
me veréis, pero dentro de otro poco me volveréis a ver.
Jn 6, 57: Como el Padre que
vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre, así, del mismo modo, el que me come
vivirá por mí.
Yo estoy en mi Padre.
Jn 10, 30: Yo y el Padre somos
uno.
Vosotros en mí y yo en
vosotros.
Jn 17, 11: Ya no voy a estar en
el mundo, pero ellos están en el mundo, mientras yo voy a ti, Padre Santo, guárdalos
en tu nombre, a los que me has dado, para que sean uno, como nosotros.
Jn 17, 21: Para que todos sean
uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros,
para que el mundo crea que me has enviado.
Jn 17, 22: Yo les he dado la
gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno.
El que tiene mis
mandamientos.
Pr 8, 17: Yo amo a los que me
aman, / los que madrugan por mí me encuentran.
Y l que me ame.
Jn 16, 27: Pues el Padre mismo
os quiere, porque vosotros me queréis y creéis que yo salí de Dios.
Jn 17, 26: Les he dado a
conocer y les daré a conocer tu nombre, para que el amor que me tenías esté en
ellos, y yo en ellos.
Será amado por mi Padre.
St 4, 14: ¡Si ni siquiera
sabéis qué será del día de mañana! ¿Qué es vuestra vida? Pues sois vapor que
aparece un instante y después desaparece.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
14 15: Var: “guardad mis mandamientos”.
Jesús afirma, como Dios, su derecho a ser amado y obedecido.
14 16 Primero de los cinco textos sobre
el Espíritu (Paráclito, Espíritu de verdad, Espíritu santo) en el discurso de
después de la cena. Enviado por el Padre (o por Cristo) después de la marcha de
Jesús permanecerá para siempre junto a los discípulos para recordar y completar
la enseñanza de Cristo, conduciendo a los discípulos por los caminos de la
verdad y explicándoles el sentido de los acontecimientos futuros. Él
glorificará a Cristo en el sentido de que atestiguará que su misión venía
efectivamente de Dios y que el mundo, engañado por su Príncipe, el “padre de la
mentira” se ha equivocado no creyendo en él conforme a las tradiciones judías,
el Cristo-Paráclito (Abogado) nos defendía en el tribunal del Padre contra las
acusaciones de Satán, el Acusador gracias a su sacrificio expiatorio. En el
discurso de la Cena el Espíritu Paráclito ejerce más bien la “paráclesis”,
las exhortaciones de las que se ha hablado en los Hechos y las Cartas de Pablo.
14 17 La expresión proviene de Qumrán
donde se contraponía “espíritu de verdad” y “espíritu de error” para designar
dos tendencias inherentes al hombre. Aquí el Espíritu de verdad está personalizado
(confrontar con 2 Jn 1-2, texto que calca el de Jn 14, 17c.
14 18 No se trata ya del retorno de
Cristo tal como se concebía en 14, 1-3, sino deuna presencia puramente
espiritual de Cristo-Sabiduría juntamente con el Padre.
14 19 Mientras que el mundo, entregado
exclusivamente a sus medios de conocimiento, será incapaz de percibir a Jesús
más allá de su muerte, los discípulos experimentarán la presencia de Cristo
resucitado (“porque yo vivo”) y compartirán su nueva vida, lo mismo que quienes
crean a partir del testimonio de ellos. Para Jn este conocimiento y esta
participación constituyen la vida eterna.
14 20 (a) Los profetas designaban así el
tiempo de las grandes intervenciones divinas. El “día” puede designar aquí todo
el tiempo que seguirá a la resurrección de Jesús.
14 20 (b) Las relaciones entre Jesús y sus
discípulos son análogas a las que le unen con el Padre.
14 21 En este versículo, quien habla es
Cristo-Sabiduría.
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica
15 Guardar mis mandamientos –
o “mi doctrina”, o “mis palabras”– es creer en Jesús.
16-17 Paráclito: intercesor; en griego, pará-klêtos,
como en latín ad-vocatus, significa lit. “el-que-es-llamado-en-ayuda”;
de ahí, abogado, defensor (ayuda en el orden intelectual); en la Iglesia
latina se tradujo por consolador, y no está mal traducido, porque eso sería
en este caso si damos al adjetivo verbal griego sentido activo. En la tradición
rabínica tardía, uno de los títulos del Mesías es el Consolador. El
Espíritu Santo nos asiste desde dentro, nos ayuda inspirando; será otro
intercesor en favor de nosotros, otro consolador, que prolongará en la
tierra la acción del primero: Cristo.
Que esté: lit. para que esté,
partícula griega hína equivalente a un relativo.
Ese Espíritu de la verdad es
enviado por el Padre a los creyentes en Jesús, mientras que el mundo (en
sentido peyorativo, no puede recibirlo, por haberse cerrado a Cristo y su
palabra. En su nueva forma de existencia “espiritual” el creyente está
confortado y defendido por la presencia divina en su interior.
Estará: algunos manuscritos leen está.
20 Aquel día: cuando resucite de entre los
muertos.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé:
14, 15 El amor no son solamente
palabras o sentimientos interiores, el amor auténtico se manifiesta con
acciones. Estos mandamientos a los que Cristo se refiere comprenden la
totalidad del mensaje evangélico. Cat. 2068; 2074-2075.
14, 16 Paráclito: esto se traduce a veces como “defensor”,
literalmente 2el que está llamado a nuestro lado”. Al decir otro, se
sobrentiende que Cristo ha sido el primer Paráclito. El Espíritu Santo servirá
como intercesor ante Dios. El Espíritu Santo está presente y activo tanto en la
Iglesia en cuanto comunidad como en sus miembros individuales. Por tanto, tanto
la Iglesia como cada persona bautizada, pueden ser llamados justamente “templos
del Espíritu Santo” (Jn 14, 23). Gracias a esta morada, aquellos que poseen fe
verdadera en Cristo también conocerán al Espíritu Santo. La secuencia que se
reza en la liturgia de Pentecostés incluye una oración de invitación al
Espíritu Santo: “¡Ven, Espíritu Santo, manda un rayo de tu lumbre desde el cielo!”.
Cat. 687, 692, 729, 2466, 2615.
14, 17 Cristo prometió que el Padre
enviaría el Espíritu Santo sobre los apóstoles para ayudarles a recordar todo
lo que Cristo había hecho y enseñado. Aquellos que aman a Cristo recibirán el
amor del Padre y se convertirán en templos del Espíritu Santo. Los apóstoles no
entendieron muy bien esto, pero el Espíritu Santo les otorgaría sabiduría y
coraje una vez que hubieran cumplido su pasión, muerte y resurrección. Cat 690,
1197, 2300, 2671.
14, 18 La presencia espiritual de
Cristo permanece en la tierra incluso después de la ascensión. Está presente en
la Iglesia, en su palabra, en la liturgia, en la oración comunitaria, y en sus
sacerdotes, de un modo extraordinario está presente en cuerpo, sangre, alma y
divinidad en la Eucaristía bajo la apariencia de pan y vino, que está reservado
en el sagrario dentro de todas las iglesias católicas. Cat 521, 788.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
2068 El Concilio de Trento enseña que los diez mandamientos obligan a los
cristianos y que el hombre justificado está también obligado a observarlos (Decretum
de iustificatione). Y el Concilio Vaticano II afirma que: “Los obispos,
como sucesores de los Apóstoles, reciben del Señor [...] la misión de enseñar a
todos los pueblos y de predicar el Evangelio a todo el mundo para que todos los
hombres, por la fe, el bautismo y el cumplimiento de los mandamientos, consigan
la salvación” (Lumen gentium, 24).
2074 Cuando creemos en Jesucristo, participamos en sus misterios y gaurdamos
sus mandamientos, el Salvador mismo ama en nosotros a su Padre y a sus
hermanos, nuestro Padre y nuestros hermanos. Su persona viene a ser, por obra
del Espíritu, la norma viva e interior de nuestro obrar. “Este es el
mandamiento mío: que os améis los unos a los otros como yo os he amado” (Jn 15,
12).
2075 “¿Qué he de hacer yo de bueno para conseguir la vida eterna?” – “Sí [...]
quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos” (Mt 19, 16-17).
692 Jesús, cuando anuncia y promete la Venida del Espíritu Santo, le llama el
“Paráclito”, literalmente “aquel que es llamado junto a uno”, advocatus (Jn
14, 16). “Paráclito” se traduce habitualmente por “Consolador”, siendo Jesús el
primer consolador. El mismo Señor llama al Espíritu Santo “Espíritu de Verdad”.
729 Solamente cuando ha llegado la hora en que va a ser glorificado, Jesús promete
la venida del Espíritu Santo, ya que su Muerte y su Resurrección serán el cumplimiento
de la Promesa hecha a los Padres: El Espíritu de verdad, el otro Paráclito,
será dado por el Padre en virtud de la oración de Jesús; será enviado por el
Padre en nombre de Jesús; Jesús lo enviará de junto al Padre porque él ha
salido del Padre. El Espíritu Santo vendrá, nosotros lo conoceremos, estará con
nosotros para siempre, permanecerá con nosotros; nos lo enseñará todo y nos
recordará todo lo que Cristo nos ha dicho y dará testimonio de Él; nos
conducirá a la verdad completa y glorificará a Cristo. En cuanto al mundo, lo
acusará en materia de pecado, de justicia y de juicio.
2615 En el Espíritu Santo, la oración cristiana es comunión de amor con el
Padre, no solamente por medio de Cristo, sino también en Él.
788 Cuando fueron privados los discípulos de su presencia visible, Jesús no
los dejó huérfanos. Les prometió quedarse con ellos hasta el fin de los
tiempos, les envió su Espíritu. Por eso, la comunión con Jesús se hizo en
cierto modo más intensa: “Por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos,
reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye místicamente en su cuerpo”
(C. Vaticano II, Lumen gentium, 7).
Concilio Vaticano II
Mas lo que el Señor ha predicado una vez o lo que en Él se ha obrado para
la salvación del género humano, debe proclamarse y extenderse hasta los últimos
confines de la tierra, comenzando desde Jerusalén, de modo que lo que una vez
se obró para todos en orden a la salvación, alcance su efecto en todos a través
de los tiempos.
Para conseguir esto plenamente, Cristo envió desde el Padre al Espíritu
Santo para que realizara desde dentro su obra salvífica e impulsara a la
Iglesia a su propia expansión. Sin duda, el Espíritu Santo actuaba ya en el
mundo antes de que Cristo fuera glorificado. Sin embargo, el día de Pentecostés
vino sobre los discípulos para permanecer con ellos para siempre; la Iglesia
manifestó públicamente ante la multitud; se inició la difusión del Evangelio
entre los pueblos mediante la predicación de la fe, por la Iglesia de la Nueva
Alianza que habla en todas las lenguas, comprende y abraza en la caridad a
todas las lenguas, superando así la dispersión de Babel.
Decreto “Ad gentes divinitus”, 3-4.
San Agustín
Dice el Señor: Todavía un poco y el mundo ya no me verá (Jn 14,
19). ¿Qué decir? ¿Es que entonces le veía el mundo? En efecto, con el nombre de
“mundo” quiere indicar a aquellos de quienes habló antes, diciendo con
referencia al Espíritu Santo: A quien el mundo no puede recibir, porque no
lo ve ni lo conoce (Jn 14, 17). El mundo, es verdad, veía con los ojos de
la carne a quien se había hecho visible mediante la carne, pero no veía a la
Palabra que se ocultaba en la carne; veía al hombre, pero no veía a Dios; veía
el vestido, pero no al hombre vestido. Mas como después de su resurrección
mostró a los discípulos también la carne, no solo para que la vieran, sino para
que la tocaran, pero no quiso manifestarla a los que no eran de los suyos.
¿Qué significa: Porque yo vivo, también vosotros viviréis? ¿Por
qué se refiere a sí mismo en el presente y a ellos en el futuro, sino porque
les prometió que poseerían también la vida del cuerpo, pero un cuerpo
resucitado, cual aquella en la que él les iba a preceder? Y como estaba tan
próxima su resurrección, utilizó el presente para indicar esa inmediatez; refiriéndose
a ellos, en cambio, no dijo: “vivís”, sino viviréis, puesto que la suya
se difiere hasta el fin del mundo.
[...] El que tiene mis mandatos y los observa es quien me ama (Jn
14, 21): el que los tiene en su memoria y los observa en su vida; el que los
tiene presentes en sus palabras y los observa en sus costumbres; quien los
tiene porque los escucha y los observa practicándolos, o quien los tiene porque
los lleva a la práctica y los observa perseverando en ellos.
Comentarios
sobre el evangelio de San Juan 75, 2-5. I, pgs. 584-586.
Los Santos Padres.
Continuamente necesitamos obras, y no palabras
vanas y fastuosas. A todos resulta fácil decir y prometer, pero no es tan fácil
dar cumplimiento... Os he ordenado que os améis los unos a los otros para que
hagáis a unos y a otros lo que yo os hice. La obediencia a estas palabras y la
sumisión al amado manifiestan vuestro amor.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 75, 1. IVb, 190.
No porque uno diga que ama a Dios obtendrá
inmediatamente la gloria del verdadero amor, ya que la fuerza la virtud no está
en las solas palabras, ni la belleza de la piedad para con Dios se expresa con
desnudas palabras, sino que se reconoce por las buenas obras y por una actitud
de obediente escucha.
Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Juan, 9, 1. IVb, 190.
Tengamos bien presente que, sin el Espíritu Santo,
nosotros no podemos amar a Cristo ni guardar sus mandamientos, y que tanto
menos podremos hacerlo cuanto menos de Él tengamos, y que lo haremos con tanta
mayor plenitud cuanto más de Él participemos.
Agustín, Tratados sobre el Ev. de Juan, 74, 1-2. IVb, pg.
195.
“Pero vosotros me veréis”. Es como si dijera: “Vendré
a vosotros, pero no de la misma forma que antes, cuando estaba con vosotros
todos los días”.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 75, 2. IVb, pg.
197.
San Juan de Ávila
“Poco ha que os dije: Yo rogaré al Padre, y daros ha otro consolador
(Jn 14, 16); mas no penséis que he de rogar por vosotros, como acaece rogar uno
a su amigo que dé algo a otros, con los cuales aquel rogado está mal; y lo que
les da es solamente porque ama mucho al que se lo ruega; y quédanse los otros
desamados y desagradables como antes se estaban. No es así, porque por haberme
amado y creído, mi Padre os quiere bien, y le parecéis bien; y tenéis licencia,
como gente amada con propio amor y que tiene propia gracia y justicia, para
entrar vosotros delante su acatamiento, y pedirle lo que habéis menester en mi
nombre. Y lo que yo por vosotros ruego es como por gente amada, a la cual el
Padre hace mercedes, porque yo las pido, y porque para vosotros las pido”.
Audi, filia (II). I, pgs. 732-733.
Mas mirad que el mundo malo, a quien no hemos de oír, no es este mundo
que vemos y que Dios creó, mas en la ceguedad y maldad y vanidad, que los
hombres apartados de Dios inventaron, rigiéndose por su parecer y no por la
lumbre y gracia de Dios, siguiendo su voluntad propria y no sujetándose a la de
su Criador; y poniendo su amor en las honras y deleites y bien presentes,
siéndoles dados no para pegarse al corazón en ellos, mas para usar de ellos
recibiéndolos y sirviendo con ellos al Señor que los dio. Esto son los mundanos
tan miserables que de ellos dice Cristo nuestro Señor: El mundo no puede
recebir el Espíritu de la verdad (Jn 14, 17), porque, si este corazón malo
y vano no echa de sí, no podrá recebir la verdad del Señor. Porque es tan
grande la contrariedad que hay del uno al otro, que quien de Cristo y de su
espíritu quisiere ser, es necesario que no sea del mundo; y quien del mundo
quisiere ser, a Cristo no ha perdido.
Audi, filia (I). I, pg. 410-411.
Y el que tiene mis mandamientos y los guarda, aquel es el que ama (Jn 14, 21), dando claramente a
entender, que quien no guarda sus palabras, no tiene su amor ni amistad,
porque, como dice San Agustín, “no puede uno amar al rey, cuyo mandamiento
aborrece”.
Audi, filia (I), I, pg. 480.
Y por el mesmo San Juan dice: Et ego rogabo Patrem, etc. (Jn 14,
6-17). No puede el mundo recebir el Espíritu Santo, porque Dios y el mundo son
capitales enemigos. Tan largamente se ha probado esto, tantas veces nos lo ha
dicho Dios, que plega a Él que, tantas veces dicho, sea por hombre creído.
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 204.
Mirad la diversidad de corazones. El mundo no nos estima. ¿Esto no es
verdad? ¿A quién estiman por de mejor linaje, al hijo del rey o aun hijo de
Dios? Porque el mundo no nos conoce ni conoce a Dios. San Juan: Et ego
rogabo, Patrem, etc. (Jn 14, 16-17). Y San Pablo para ad Corintios: Animalis
autem homo non percipit ea que sunt Spiritus Dei; stultitia enim est illi et
non potest intelligere quia spiritualiter examinatur (1 Cor 2, 14). El
hombre animal no puede entender las cosas que son del Espíritu de Dios; tiene
necesidad y no puede entender, porque está examinado espiritualmente.
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pgs. 269-270.
Y por el mesmo San Juan: Et ego rogabo Patrem, etc. (Jn 14, 16-17).
No puede el mundo recebir el Espíritu Santo, porque Dios y el mundo son
enemigos capitales. Tan largamente se ha probado esto, tantas veces nos lo ha
dicho Dios, que plega a Dios que sea de los hombres creído, y no sirva
solamente de acusador en el Juicio.
Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 379.
Fue Jesucristo al cielo, dice San Pablo, a parecer delante del gesto del
Padre, para ofrecelle su pasión y recabarnos el Espíritu Santo.
Domingo
infraoctava de la Ascensión, 29 mayo 1552. Pg. 334.
Nuestro Redemptor encargó a sus sagrados apóstoles muchas cosas, y que
las guardase, so pena de perder su amistad; y tanto es esto verdad que quien no
guarda lo que Cristo manda, va perdido sin ningún remedio. Y porque por ventura
los discípulos no tenían en tanto las palabras de Cristo por ser suyas, tanto
como si fueran de Dios, dijoles Cristo: “Y porque no penséis que son mías estas
palabras y que de mí digo lo que digo. Las palabras que os he dicho y habéis
oído, no son mías, sino de mi Padre, que me envió; tenedlas en mucha
reverencia y acatamiento, y guardadlas, pues sabéis cuyas son”.
Domingo
de Pentecostés. En la profesión de una monja. Pg. 351-552.
Nadie puede entender esto ni alcanzarlo sino quien tuviere Espíritu Santo.
“Consolados habéis estado conmigo; alegres habéis estado con mi presencia,
enseñados con mi doctrina, fuertes con mi presencia. Yo me voy, y rogaré a
mi Padre que os envíe otro consolador en mi nombre”. Hasta aquí yo os he
consolado; yo me iré, y yéndome yo, os enviaré otro Consolador, otra persona”, –
¡Oh poderoso Dios! ¿Quién es este Consolador que habéis de enviar? – Espíritu de
verdad, que morará en vosotros, que os enseñará verdades, no opiniones, no
engaños.
Domingo
de Pentecostés. Pg. 365.
¿Queréis más? ¿Estáis contentos? ¿Andaréis ya echando mano de las
sombras, buscando dineros, buscando honras, deseando subir y valer, y buscar
oficios? ¿Queréis más? Dice San Bernardo: “¡Oh endurecidos corazones a quien
tal cuchillo no corta, y tal fuego no enciende, y tal bondad no mueve, y amansa
y ablanda!”. Viniendo el Hijo y el Padre, también el Espíritu Santo. No te
llames huérfano de aquí adelante porque el mundo no te hace honra, porque el
mundo no te favorece, porque no tienes prosperidades y riquezas de acá. – ¿Quédate
más, Señor, quédate más que dar? – Yo regaré al Padre, y enviaros ha otro Consolador.
O.c. Pg.
366.
Representaría Jesucristo, en cuanto hombre, delante del Padre, mostraría
el testimonio de nuestra redempción, mostraría las señales de los clavos y el
costado partido de la lanzada, y diría: “Padre mío, habed compasión de aquellas
ovejuelas que en el mundo están sin pastor; están flaquillas, están tristes, envialdes,
Padre mío, vuestro Espíritu, por los dolores que por ellos pasé. Ellos están
esperando el Consolador que yo les dije que les había de enviar: enviádselo,
Padre mío, por mi amor; no les haya salido en vano su esperanza. Mira, Padre, a
tal Hijo, y no le niegues lo que te pidiere; ámalos, Padre mío. Por mis
merecimientos merecen ellos ser consolados; consuélalos, Padre, envíales el Espíritu
Santo”.
Martes
de Pentecostés. Pg. 397-398.
No
penséis, amigo, que tanto uno ama a Dios cuanto siente de Él y cuanto en aquel
estado de su devoción piensa él que ama, sino cuanto fuere fundado en virtudes,
en caridad y en guardar sus mandamientos (cf. Jn 14, 15.21). Este tal es
verdadero amador y amigo.
Carta
a un mancebo. IV, pg. 608.
Estas
cosas tan claras no las conoce el mundo, porque él está en ceguedad, y como el
Señor dice: No puede recibir el Espíritu Santo, porque no te conoce ni ve (cf.
Jn 14, 17). Pues ¡Triste del mundo! Si no puede recibir al Espíritu Santo,
forzosa cosa es que reciba al espíritu malo. Y de aquí le vienen los males:
que, como gente guiada por espíritu de error y maldad, hacen cosas conforme a
su corazón. Mas sentencia firme es de Dios que el mundo se pasa y sus codicias,
y que el que hace la voluntad del Señor vive y permanece para siempre (1 Jn
2, 17).
A un
su conocido. IV, pg. 557.
San Oscar Romero.
Queridos hermanos, en las vísperas de Pentecostés, en este día del trabajo,
yo les invito a que hagamos de nuestro trabajo, cualquiera que sea, no un
motivo de divisiones, de contiendas, de rivalidades. Todos los trabajos son
honrados, todas las situaciones sociales son buenas cuando se dejan arrastrar
por esta corriente que nos eleva por Cristo hasta Dios, y de Dios baja llena de
amor a los hombres. Por eso, Cristo pone como señal de pertenecer a esta
corriente, de permanecer a esta vida de Dios, una condición indispensable:
"si me amáis, guardaréis mis mandamientos". Y al final del Evangelio
dice: "El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama". Aquí
está el secreto de la verdadera dinámica. Aquí está la verdadera fuerza del
cristianismo: EL AMOR.
Por eso no me cansaré, hermanos, aún cuando las fuerzas revolucionarias
que solamente lo esperan todo de metralletas y de cosas que no pueden sembrar
paz, sino odio y rencor; que quieren criticar a la Iglesia porque sólo predica
el amor; o de aquellos lenguajes que no quieren entender el amor que la Iglesia
predica porque es un amor dinámico, no es un amor de muerte, no es un amor de
conformismo; es amor que lucha. Y en el primero de mayo yo les quiero decir a
los obreros: que está bien la lucha de sus reivindicaciones, pero no las hagan
consistir sólo en las débiles fuerzas de sus brazos y de sus organizaciones.
Quiero leerles este pensamiento del Papa Pablo VI cuando en "la
Evangelización del mundo actual" dice esto: "La Iglesia se esfuerza
por insertar siempre la lucha cristiana por la liberación en el designio de salvación
que Ella anuncia". Quiere decir, que todas esas luchas de liberación en
las cuales están empeñados los obreros, las organizaciones, cualquier gente que
se agrupa para defender un derecho humano, una liberación, la Iglesia "no
la mira con indiferencia" fíjense bien - "no la mira con
indiferencia". Pero no quiere decir que se identifique con ella. Lo que la
Iglesia hace es asumir el esfuerzo liberador de los hombres e insertarlo en la
salvación que Ella predica. Porque Ella sabe que toda salvación, que toda
liberación, que toda reivindicación de obreros, campesinos, gente que quiera
trabajar, no tiene eficacia, no tendrá éxito si no se incorpora a la gran
salvación que la Iglesia predica. La Iglesia es la liberadora por excelencia,
porque Ella predica la obra de Cristo.
Homilía, 30 de abril de 1978.
Papa Francisco.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (cf. Juan 14, 15-21)
presenta dos mensajes: el cumplimiento de los mandamientos y la promesa del
Espíritu Santo.
Jesús vincula el amor a Él con el cumplimiento de
los mandamientos, y en esto insiste en su discurso de despedida: «Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos» (v. 15); «El que tiene mis mandamientos y los
guarda, ése es el que me ama» (v. 21). Jesús nos pide que le amemos, pero
explica: este amor no se agota en un deseo de Él, o en un sentimiento, no,
requiere la disponibilidad a seguir su camino, es decir, la voluntad del Padre.
Y esta se resume en el mandamiento del amor mutuo —el primer amor [en la
actuación]— dado por el mismo Jesús: «Que os améis unos a otros; como yo os he
amado» (Juan 13, 34). No dijo: “Amadme como os he amado”, sino “amaos
recíprocamente como yo os he amado”. Nos ama sin pedirnos nada a cambio. El
amor de Jesús es un amor gratuito, nunca nos pide nada a cambio. Y quiere que
este amor gratuito suyo se convierta en la forma concreta de vida entre nosotros:
esta es su voluntad.
Para ayudar a los discípulos a recorrer este
camino, Jesús promete que rogará al Padre que envíe «otro Paráclito» (v. 16),
es decir, un Consolador, un Defensor que tome su lugar y les dé la inteligencia
para escuchar y el valor para observar sus palabras. Este es el Espíritu Santo,
que es el don del amor de Dios que desciende al corazón del cristiano. Después
de que Jesús muriera y resucitara, su amor se da a aquellos que creen en Él y
son bautizados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El
Espíritu mismo los guía, los ilumina, los fortalece, para que cada uno pueda
caminar en la vida, incluso en medio de la adversidad y la dificultad, en las
alegrías y las penas, permaneciendo en el camino de Jesús. Esto es posible
precisamente permaneciendo dócil al Espíritu Santo, de modo que, a través de su
presencia activa, no sólo consuele sino que transforme los corazones,
abriéndolos a la verdad y al amor.
Frente a la experiencia del error y del pecado —por
la que todos pasamos—, el Espíritu Santo nos ayuda a no sucumbir y nos hace
acoger y vivir plenamente el sentido de las palabras de Jesús: «Si me amáis,
guardaréis mis mandamientos» (v. 15). Los mandamientos no se nos han dado como
una especie de espejo en el que vemos reflejadas nuestras miserias e
incoherencias. No, no son así. La Palabra de Dios se nos da como Palabra de
vida, que transforma el corazón, la vida, que renueva, que no juzga para
condenar, sino que cura y tiene como fin el perdón. La misericordia de Dios es
así. Una palabra que ilumina nuestros pasos. ¡Y todo esto es obra del Espíritu
Santo! Es el Don de Dios, es Dios mismo, que nos ayuda a ser personas libres,
personas que quieren y saben amar, personas que han comprendido que la vida es
una misión para proclamar las maravillas que el Señor realiza en aquellos que
confían en Él.
Que la Virgen María, modelo de la Iglesia que sabe
escuchar la Palabra de Dios y acoger el don del Espíritu Santo, nos ayude a
vivir el Evangelio con alegría, sabiendo que el Espíritu nos sostiene, fuego
divino que caldea nuestros corazones e ilumina nuestros pasos.
Regina Coeli, 17 de mayo de 2020.
GUIÓN MISA NIÑOS.
DOMINGO
ASCENSIÓN DEL SEÑOR. 21 de mayo de 2023.
Monición de entrada.-
Este domingo es el domingo de la Ascensión de Jesús.
Han pasado cuarenta días desde que
resucitó el domingo de Pascua.
Y hoy nos acordamos de cuando se fue a una
montaña.
Allí, delante de los once apóstoles, subió
al cielo.
Pero no se fue para no volver.
Porque Jesús vuelve cada vez que estamos
en misa.
Señor, ten piedad.-
Tú que has
subido al cielo. Señor, ten piedad.
Tú que estás sentado
con el Padre. Cristo, ten piedad.
Tú que bajas
para estar con nosotros. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la Iglesia, a quien
le mandaste enseñar tus palabras; para que lo haga sin miedo. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los que mandan en las
naciones; para que tengan sentimientos de paz y justicia. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que
sufren; para que se sientan consoladas por ti. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las niñas y niños que
estas semanas están tomando la primera comunión; para que no se separen de ti. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros; para que
ilumines nuestro corazón. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María. queremos darte las gracias porque
nos enseñas a tener siempre en nuestro corazón a Jesús, escuchándole, yendo a
misa y queriendo a los demás.
GUIÓ
MISSA D’INFANTS. ASCENSIÓ DEL SENYOR. 21 de maig de 2023.
Monició d’entrada.-
Aquest
diumenge és el diumenge de l’Ascensió de Jesús.
Han
passat quaranta dies des que ressuscita el Diumenge de Pasqua.
I
avui recordem quan va anar a una muntanya.
Allí,
davant els onze apòstols, pujà al cel.
Però
no se’n va anar per no tornar.
Perquè
Jesús torna cada vegada que anem a missa.
Senyor, tingueu pietat.-
Tu, que has
pujat al cel. Senyor, tingueu pietat.
Tu, que seus
amb el Pare. Crist, tingueu pietat.
Tu, que baixes
per estar en nosaltres. Senyor, tingueu pietat.
Plegaries.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enrique. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per l’església, a qui
li manares ensenyar les teues paraules; perqué ho faça sense por. T’ho demane,
Senyor.
Jesús, et demane pels qui manen a les
nacions; perquè tinguen sentiments de pau i justícia. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per les persones que
sofrixen; perquè és senten consolades per tu. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per les xiquetes i
xiquets que aquestes setmanes estan prenent la Primera Comunió; perquè no se
separen de tu. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per nosaltres; perquè
il.lumines el nostre cor. T’ho demane, Senyor.
Acció de gràcies.
Maria, volem donar-te les gràcies perquè
ens ensenyes a tindre sempre al nostre cor a Jesús, escoltant-te, anant a missa
i estimant als altres.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
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