Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1,1-11
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y
enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de
haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el
Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles
numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les ordenó que no se
alejaran de Jerusalén, sino:
-Aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que habéis oído
hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu
Santo dentro de no muchos días.
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
-Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?
Les dijo:
-No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre
ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”.
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que
una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se
iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les
dijeron:
-Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo
Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevando al cielo, volverá como lo
habéis visto marcharse al cielo.
Textos
paralelos.
El primer libro lo
dediqué
Lc 1, 1-4: Puesto
que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se
han cumplido entre nosotros, como nos lo transmitieron los que fueron desde el
principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto
escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo, después de investigarlo todo
diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido.
Jesús hizo y enseñó.
Hch 1, 22: [Elección
de Matías como apóstol] comenzado en el bautismo de Juan hasta el día que nos
fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su
resurrección.
Después de haber
dado instrucciones.
Mt 28, 19-20: Id,
pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que yo os
he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de
los tiempos.
Lc 24, 49: Mirad, yo
voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte,
quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto.
A los apóstoles que
había elegido.
Lc 24, 51: Y estaban
siempre en el templo bendiciendo a Dios.
1 Tm 3, 16: En
verdad es grande le misterio de piedad, el cual fue manifestado en la carne, /
justificado con el Espíritu, / mostrado a los ángeles, / proclamado en las
naciones, / creído en el mundo, / recibido en la gloria.
Después de su
pasión, se les presentó.
Hch 10, 40-41: Pero
Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a
todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos
comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
Hch 13, 31: Durante
muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén,
y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.
Dejándose ver de
ellos.
Mt 28, 10: No
temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galelea; allí me verán.
Lc 24, 42-43: Ellos
le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
No os vayáis de
Jerusalén.
Lc 24, 49: Mirad, yo
voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra
parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo
alto.
Hch 2, 33: A este
Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Aguardad la promesa
del Padre.
Ga 3, 14: Y esto,
para que la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles en Cristo Jesús y
para que recibiéramos por la fe la promesa del Espíritu.
Ef 1, 13: Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, / que nos ha bendecido
Seréis bautizados con
Espíritu Santo.
Hch 11, 16: [Pedro
ante los apóstoles] entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan
bautizó con agua, pero vosotros eréis bautizados con Espíritu Santo”.
Lc 3, 16: Juan respondió
dirigiéndose a todos: “Yo os bautizo con agua; pero vbiene el que es más fuerte
que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él os bautizará
con Espíritu Santo y fuego”.
No es cosa vuestra
conocer el tiempo y el momento.
Dn 2, 21: Él hace
cambiar los tiempos y las estaciones, / y quita y pone a los reyes, / da la
sabiduría a los sabios / y la inteligencia a los inteligentes.
Mt 24, 36: En cuanto
al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo,
sino solo el Padre.
El Padre ha fijado
con su propia autoridad.
1 Ts 5, 1-2: En l
referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba, pues
vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la
noche.
Recibiréis la fuerza
que os hará ser mis testigos.
Is 32, 15: Hasta que
se derrame sobre nosotros / un espíritu de lo alto, / y el desierto se
convierta en un vergel, / y el vergel parezca un bosque.
En Jerusalén, en
toda Judea y Samaría.
Lc 24, 47-48: Y en
su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigo de estos.
Mt 28, 19: Id, pues,
y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo.
Dicho esto fue
levantado.
2 Re 2, 11: Mientras
ellos iban conversando por el camino, de pronto, un carro de fuego con caballos
de fuego los separó a uno del otro. Subió Elías al cielo en la tempestad.
Lc 24, 50-51: Y los
sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus mantos, los bendijo. Y mientras
los bendecía, se separó de ellos y fue llevado hacia el cielo.
Mc 16, 19: Después
de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de
Dios.
Mientras estaban
mirando.
Jn 20, 17: Jesús le
dice: “No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis
hermanos y diles: ·Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro”.
Rm 10, 6: En cambio,
la justicia que procede de la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién
subirá al cielo?, es decir, para hacer bajar a Cristo.
Ef 4, 8-10: Por eso
dice la Escritura: Subió a lo alto llevando cautivos / y dio dones a los
hombres. Decir subió supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el
que bajó es el mismo que subió por encima de los cielos para llenar el universo.
Se les presentaron
dos hombres.
1 Pe 3, 22: El cual
fue al cielo, sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles,
potestades y poderes.
Lc 24, 4: Mientras
estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos
refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y
ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Volverá tal como lo
habéis visto marchar.
Hch 3, 20: Para que
vengan tiempos de consuelo de parte de Dios y envíe a Jesús, el Mesías que os
estaba destinado.
Za 14, 4: Aquel día
se plantarán sus pies sobre el monte de los Olivos, al este de Jerusalén.
Notas
exegéticas.
1 1 El Evangelio de Lucas.
1 2 (a) Se subraya la acción del
Espíritu en los comienzos de la misión de los apóstoles como en los comienzos
del ministerio de Jesús.
1 2 (b) El texto occ. no menciona
aquí la Ascensión.
1 3 (a) Este texto parece no
avenirse con el evangelio de Lucas. Aquí hay una separación de cuarenta días
entre la resurrección y la ascensión. Este espacio de tiempo puede entenderse
como una duración-tipo de la iniciación a la enseñanza del Resucitado o como el
tiempo límite para sentar las bases de la autoridad de los primeros testigos.
1 3 (b) El Reino de Dios: será el
gran tema de la predicación de los apóstoles como lo había sido de la
predicación de Jesús.
1 4 Para Lucas Jerusalén es el centro
predestinado de la obra de la salvación, el punto terminal de la misión
terrestre de Jesús y el punto inicial de la misión universal de los apóstoles.
1 5 El bautismo en el Espíritu
anunciado ya por Juan el Bautista y prometido aquí por Jesús se inaugurará con
la efusión de Pentecostés. Los apóstoles, conforme a la orden de Cristo, seguirán
administrando el bautismo de agua como rito de iniciación al Reino mesiánico,
pero lo conferirán “en el nombre de Jesús” y por la fe en la obra realizada por
Cristo, dispondrá en lo sucesivo del poder eficaz de perdonar los pecados y de
dar el Espíritu Santo. Se ve aparecer por otra parte y en conexión con este
Bautismo cristiano de agua, otro rito, el de la imposición de manos, que se
ordena a una comunicación visible y carismática del Espíritu, análoga a la de
Pentecostés; rito que está en el origen del sacramento de la Confirmación. Al
lado de estos sacramentos cristianos, siguió practicándose por algún tiempo y
por algunos fieles, imperfectamente instruidos, el bautismo de Juan.
1 6 (a) Hch 1, 6 reanuda el hilo del
relato interrumpido en Lc 24, 49.
1 6 (b) El establecimiento del Reino
mesiánico se les representa aún a los apóstoles como una restauración de la
realeza davídica.
1 7 Insertando su plan de salvación
en la historia humana, Dios ha dispuesto desde toda la eternidad “su tiempo y
su momento”, primero, el tiempo de la preparación, luego en la “plenitud de los
tiempos” el momento escogido para la venida de Cristo que inaugura la era de la
salvación, después el tiempo que transcurre hasta la Parusía, finalmente precedido
por los “últimos días” el “Día” escatológico y el Juicio final.
1 8 (a) El Espíritu, tema
especialmente predilecto de San Lucas, ante todo aparece como un Poder, enviado
de junto a Dios por Cristo para la difusión de la Buena Nueva. El Espíritu otorga
los carismas, que garantizan la predicación: don de lenguas, de milagros, de
profecía, de sabiduría; comunica fuerza para anunciar a Jesucristo a pesar de
las persecuciones, finalmente interviene en las decisiones de capital
importancia admisión de los gentiles en la Iglesia, supresión para ellos de
observancias legales, misión de Pablo a través del mundo gentil. Pero los
Hechos conocen también el don del Espíritu recibido en el bautismo y que
concede el perdón de los pecados.
1 8 (b) La misión esencial de los
apóstoles es dar testimonio de la resurrección de Jesús y también toda su vida
pública.
1 8 (c) La misión de los apóstoles
se extiende al universo. Las etapas aquí señaladas dibujan, a grandes rasgos,
el esquema geográfico de los Hechos: Jerusalén, que era el punto de llegada del
Evangelio, es ahora el punto de partida.
1 9 La nube forma parte del marco de
la teofanía del AT y del NT. Es característica de la Parusía del Hijo del
hombre.
1 11 El glorioso advenimiento de la Parusía.
Salmo
responsorial
Salmo 46
R/. Dios
asciende entre aclamaciones: el Señor, al son de trompetas.
Pueblos
todos, batid palmas,
aclamad
a Dios con gritos de júbilo;
porque
el Señor altísimo es terrible,
emperador
de toda la tierra. R/.
Dios
asciende entre aclamaciones;
el
Señor, al son de trompetas:
tocad
para Dios, tocad;
tocad
para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque
Dios es el rey del mundo:
tocad
con maestría.
Dios
reina sobre las naciones,
Dios
se sienta en su trono sagrado. R/.
Textos
paralelos.
¡Pueblos
todos, tocad palmas!
So 3, 14-15: Alégrate
hija de Sión, grita de gozo Israel, / regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija
de Jerusalén. / El Señor ha revocado tu sentencia, / ha expulsado a tu enemigo.
/ El rey de Israel, el Señor, / está en medio de ti, / no temas mal alguno.
Porque
Yahvé, el Altísimo, es terrible.
Ex 15, 18: El Señor
reina por siempre jamás.
Is 52, 7: Qué
hermosos son sobre los montes / los pies del mensajero que proclama la paz, /
que anuncia la buena noticia, / que pregona la justicia, / que dice a Sión: “¡Tu
Dios reina!”.
Sube
Dios entre aclamaciones.
Nm 23, 21: No he
encontrado maldad en Jacob, / ni ha descubierto infortunio en Israel. / El
Señor su Dios está con él, / y en él se oye proclamar a un rey.
Sal 24, 7-10:
¡Portones!, alzad los dinteles, / que se alcen las puertas eternales: / va a
entrar el Rey de la gloria. / -¿Quién es ese Rey de la gloria? / El Señor,
héroe valeroso, / el Señor valeroso en la batalla. / ¡Portones!, alzad los
dinteles, / que se alcen las puertas eternales: / va a entrar el Rey de la
gloria. / -¿Quién es ese Rey de la gloria? / - El Señor, Dios del universo, /
él es el Rey de la gloria.
Sal 68, 19: Subiste
a la cumbre llevando cautivos, / te dieron tributo de hombres, / para que también
los rebeldes / habitase con el Señor Dios.
Sal 89, 16: Dichoso
el pueblo que sabe aclamarte: / caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro.
Sal 98, 6: Con
clarines y al son de trompetas, / aclamad al Rey, y Señor.
Reina
Dios sobre las naciones.
Jr 10, 7: ¿Quién no
ha de temer, / si eres el rey de las naciones? / Es algo que tú mereces, / pues
entre todos los sabios / y todos los reyes paganos, / nadie se te puede
comparar.
Sal 72, 11:
Póstrense ante él todos los reyes, / y sírvanle todos los pueblos.
Notas
exegéticas.
47 Himno escatológico, el primero de
los “salmos del Reino”, ver salmos 93s.: desarrolla la aclamación “Yahvé es Rey”.
El Rey de Israel sube al Templo con un cortejo triunfal, en medio de
aclamaciones rituales. Sal 33, 3 Su gobierno se extiende a todos los pueblos,
que vendrán a sumarse al pueblo elegido.
47 7 “nuestro Dios” griego: “Dios”
hebreo.
Segunda
lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23
Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu
de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón
para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de
gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su
poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza
poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos, y
sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder,
fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este
mundo, sino en el futuro. Y “todo lo puso bajo sus pies” y lo dio a la Iglesia,
como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en
todos.
Textos
paralelos.
Al Padre de la gloria.
Ef 3, 14-16: Por eso doblo las
rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en
la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser
robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior.
Os concede espíritu de
sabiduría.
Ex 24, 16: La gloria del Señor
descansaba sobre la montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis
días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.
Para conocerle perfectamente.
1 Jn 5, 20: Pero sabemos que el
Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al
Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el
Dios verdadero y la vida eterna.
Ilumine los ojos de vuestro
corazón.
2 Co 4, 6: Pues el Dios que
dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas ha brillado en nuestros
corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada
en el rostro de Cristo.
Notas
exegéticas:
1 17 Este “espíritu” designa lo que
hoy entendemos por “gracia” (actual).
1 18 Las acepciones morales y espirituales
de “corazón” en el AT. Gn 8, 21 siguen vigentes en el NT. Dios conoce el
corazón. El hombre ha de amar a Dios de todo corazón. Dios ha depositado en el
corazón del hombre el don del su Espíritu. También Cristo habita en el corazón.
Los corazones sencillos, rectos, puros están abiertos sin limitaciones a la
presencia y acción de Dios. Y los creyentes tienen un solo corazón y una sola
alma.
1 21 Nombres de las potencias
cósmicas frecuentes en la literatura judía apócrifa. Sin someter a crítica la
existencia de esos seres celestes, Pablo se limita a encuadrarlos bajo el
dominio de Cristo. Al asociarlas con los ángeles de la tradición bíblica y con
el don de la Ley las integra en la historia de la salvación con una
calificación moral cada vez más peyorativa, que concluye convirtiéndolas en
potencias demoniacas.
1 23 A la Iglesia, cuerpo de Cristo,
se le puede llamar plenitud en el sentido de que abarca todo el mundo nuevo,
que participa, en cuanto marco de la humanidad de la regeneración universal
bajo la autoridad de Cristo, Señor y Cabeza. La expresión adverbial “todo en
todo” intenta sugerir una amplitud ilimitada.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once
discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al
verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les
dijo:
-Se me ha dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Textos
paralelos.
Al verlo, lo adoraron.
Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús quedó
admirado y dijo a los que lo seguían: “En verdad os digo que en Israel no he
encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente
y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos”.
Me ha sido dado todo
poder.
2 Cro 36 23: Así dice Ciro, rey
de Persia: El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la
tierra. Él me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Quien de
entre vosotros pertenezca a ese pueblo puede volver. ¡Que el Señor, su Dios,
esté con él.
Dn 7, 14: A él se le dio poder,
honor y reino. / Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. / Su
poder es un poder eterno, no cesará. / Su reino no acabará.
Jn 3, 35: El Padre ama al Hijo
y todo lo ha puesto en su mano.
Mt 16, 16: Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.
Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes.
Lc 24, 47: Y en su nombre se
proclamará la conversión para el perdón de todos los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén.
Hch 2, 38: Pedro les contestó: “Convertíos
y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para
perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don el Espíritu Santo”.
Hch 1, 8: En cambio, recibiréis
la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra.
Dt 34, 9: José, hijo de Nun
estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las
manos, los hijos de Israel lo obedecieron e hicieron como el Señor había
mandado a Moisés.
Enseñándoles a guardar.
Jos 22, 2: Y les dijo: “Habéis
cumplido todo lo que os mandó Moisés, siervo del Señor, y a mí también me
habéis obedecido en todo lo que os he mandado.
Yo estaré con vosotros.
Nm 35, 34: No contaminéis la
tierra en que habitáis, porque yo habito en medio de ella, pues yo, el Señor,
tengo mi morada en medio de los hijos de Israel.
Mt 1, 23: Mirad: la virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.
Mt 18, 20: Porque donde dos o
tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Jn 14, 18-21: No os dejaré huérfanos,
volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis
y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre,
y vosotros en mi y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda,
ese me ama; y el que ma ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me
manifestaré a él.
Dn 2, 44: Durante ese reinado,
el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido, ni su dominio
pasará a otro pueblo, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos,
y él durará por siempre.
Dn 12, 12: Dichoso el que
aguarde hasta que pase mil trescientos treinta y cinco días.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
28 17 Otra traducción autorizada por la gramática: “ellos que habían dudado”. –
Sobre estas dudas que Mt tiene que mencionar aquí por no haber narrado otra
aparición a los discípulos.
28 18 En estas últimas instrucciones de Jesús, con la promesa que les sigue,
está condensada la misión de la Iglesia apostólica. El Cristo glorioso ejerce
tanto en la tierra como en el cielo el poder sin límites que ha recibido de su
Padre. Sus discípulos ejercerán “pues” este poder en nombre de él por el bautismo
y la formación de los cristianos. Su misión es universal, después de haber sido
anunciada primeramente al pueblo de Dios como pedía el plan divino, la
salvación debe ser en adelante ofrecida a todas las naciones. En esta obra de
conversión universal, por larga y laboriosa que pueda ser, el Resucitado estará
viva y operante con los suyos.
28 19 Es posible que esta fórmula se resienta, en su precisión, del uso litúrgico
establecido más tarde en la comunidad primitiva. Es sabido que los Hechos
hablan de bautizar “en el nombre de Jesús”. Mas tarde se habrá hecho explícita
la vinculación del bautizado con las tres personas de la Trinidad. Sea lo que
fuere de estas variaciones posibles la realidad profunda sigue siendo la misma.
El bautismo vincula con la persona de Jesús Salvador: ahora bien, toda la obra
de salvación procede del amor del Padre y culmina con la efusión del Espíritu.
28 20 Con estas palabras el Resucitado realiza su promesa de la presencia
divina en el AT. No solo asegura dones particulares o una presencia continua,
sino una asistencia eficaz “día tras día”, incluso en la persecución. Por otra
parte, esta presencia es análoga a la del Paráclito joánico.
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica
16-20 Las apariciones de Jesús, revelaciones
de su gloria, no tuvieron como destinatarios a cualquiera, sino a los testigos
elegidos por Dios. Este Jesús todopoderoso, es el mismo de corazón manso y
humilde que hablaba en 1, 27-30; ambas escenas siguen en realidad el mismo
esquema: a) una orden o invitación de Jesús (“… les había ordenado”, “venid a
mí”); b) un encargo apremiante (“id…, bautizad…, enseñado…”, “venid a mí”); b) reafirmado
con una promesa consoladora (“sigo estando con vosotros”, “hallaréis descanso…
mi carga es ligera”).
17 aunque algunos dudaron (o aunque otros dudaron): e.d., tuvieron un momento de
vacilación. Las manifestaciones de Jesús resucitado, por lo mismo que eran revelación,
no forzaban a nadie a creer; la fe es acto libre, una adhesión libre.
18-20 Para bien de toda la Iglesia,
Cristo concedió a los apóstoles: a) El magisterio autoritativo (“Se me dio toda
autoridad… por lo tanto, id…”), no para impartir cualquier enseñanza, sino para
“hacer discípulos” de Cristo, b) El magisterio infalible, por su asistencia
ininterrumpida y perenne “todos los días hasta el fin del mundo”, c) La íntima
conexión entre la predicación del Evangelio, fe y bautismo. Aún dicen más estos
vs.; la Iglesia: 1) Forma una comunidad universal 2) de discípulos de Jesús 3)
que observan lo que el Señor ha mandado, 4) a la que se agregan mediante la fe
y el signo eficaz del bautismo, 5) y en la que viven orientados hacia la
manifestación definitiva del señorío de Jesucristo sobre toda la creación.
18 Se me dio (o, si se entiende como aoristo
ingresivo: aba de dárseme) es voz pasiva “teológica”. Dios me
dio, Dios acaba de darme.
Toda autoridad posible (sin artículo). Quien
habla es “el Hijo del Hombre”, recientemente entronizado por Dios en la
resurrección, como dueño del universo: realeza de Cristo por “derecho de
conquista”.
19 Este es uno de los textos que sirvieron
al concilio de Trento (DS 1526-1527) para definir la validez y necesidad de
nuestra preparación a la gracia de la justificación; a impulsos de Dios y con su
ayuda, el hombre se abre a la fe por la predicación, y se mueve libremente
hacia Dios.
El original dice lit.: habiendo
ido, pues, haced discípulos …, con lo cual el peso de la frase, y lo
más importante en la orden de Jesús, recae directamente sobre la frase, y lo
más importante en la orden de Jesús, recae directamente sobre haced
discípulos. La sintaxis está violentada, pues los discípulos no son los
pueblos, propiamente, sino los individuos, y porque sigue una concordancia ad
sensum: bautizándolos (el texto griego pasa del neutro plural al
masculino plural) en el nombre (lit. al nombre) del…:
consagrándolos al culto y servicio de Dios, que es Padre, y es Hijo y es
Espíritu Santo. Otros significados menos probables de esta frase apretada: relacionándolos
con…, o bautizándolos a la intención de…., o bautizándolos
invocando el nombre de…. Cf. Hch 2, 38; 1 Cor 1, 13; t, 11; Didajé 7, 1-3.
Sobre la mención del Espíritu
Santo en el bautismo, cf. en Hch 19, 1-6 la extrañeza de Pablo, porque ni
siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo, lo cual supone la referencia al
Espíritu Santo en la fórmula bautismal; o, al menos, en la enseñanza impartida
al catecúmeno, o en su profesión de fe al ser bautizado.
20 Enseñándoles… Todo lo que os
mandé: la
predicación apostólica no debía solamente dar testimonio de la resurrección de
Jesús, sino también transmitir las enseñanzas de Jesús en su vida terrena.
Yo sigo estando o, con significado de futuro: estaré,
seguiré estando.
Hasta el fin del mundo: en sentido temporal: hasta el
final de los tiempos.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé:
28, 17 A pesar de todas las
predicaciones y apariciones de Cristo, los discípulos dudaban todavía de la resurrección.
Esta duda evidencia que la resurrección física de Cristo tuvo lugar
verdaderamente y no fue un engaño conspirativo o una extravagante expresión de
la fe de los discípulos. Cat. 644-645.
28, 18 Al ser hijo de Dios, Cristo
poseía la facultad de delegar o compartir su poder con sus apóstoles y sus
sucesores, que confieren la gracia mediante los sacramentos y actúan en nombre
de Cristo. Cat. 1444-1445, 2049-2051, 2156, 2165.
28, 19 La Iglesia es misionera por
naturaleza, ya que fue Cristo quien envió a sus apóstoles a ir al mundo proclamando
el Evangelio, al decirles “haced discípulos a todos los pueblos”. Llamamos a la
iglesia “católica” (“universal” porque Cristo, a través de la Iglesia, busca la
salvación de todos los pueblos. La gracia de la redención llega a las personas
a través de los sacramentos de la Iglesia, comenzando por el Bautismo. Cristo
está con nosotros de muchas maneras, pero especialmente a través de los
sacramentos de la Iglesia. También está presente en la doctrina de la Iglesia,
que él protege de todo error (Cat. 767, 2, 1257, 189, 831, 730, 1122, 788,
860). En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: esta
fórmula trinitaria que nos dejó Cristo constituye el inicio de toda oración
cristiana, incluyendo la oración litúrgica de la Iglesia. La solemnidad de la
Santísima Trinidad, a menudo llamada Domingo de la Trinidad, se celebra el
domingo después de Pentecostés. Cat 189, 232, 1122, 1276, 2156.
28, 20 La promesa de Cristo de
permanecer con la Iglesia se cumple con su presencia mística entre nosotros y
en los sacramentos, especialmente la Eucaristía; también se manifiesta en el
Espíritu Santo, que protege del error al magisterio de la Iglesia. Cat. 1-2, 80-83,
849-850, 1223, 2743.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
659 “Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al Cielo y
se sentó a la diestra de Dios” (Mc 16, 19).l El cuerpo de Cristo fue
glorificado desde el instante de su Resurrección como lo prueban las propiedades
nuevas y sobrenaturales, de las que desde entonces su cuerpo disfruta para
siempre. Pero durante cuarenta días en los que él come y bebe familiarmente con
sus discípulos les instruye sobre el Reino, su gloria aún queda velada bajo los
rasgos de una humanidad ordinaria. La última aparición de Jesús termina con la
entrada irreversible de su humanidad en la gloria divina simbolizada por la
nube y por el cielo donde él se sienta para siempre a la derecha de Dios. Solo
de manera completamente excepcional y única, se muestra a Pablo “como un
abortivo” (1 Co 15, 8) en una última aparición que constituye a este en apóstol
(1 Co 9, 1; Ga 1, 16).
660 El carácter velado de la gloria del Resucitado durante este tiempo se
transparenta en sus palabras misteriosas a María Magdalena: “Todavía [...] no
he subido al Padre. Vete donde los hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro
Padre, a mi Dios y vuestro Dios (Jn 20, 17). Esto indica una diferencia de
manifestación entre la gloria de Cristo resucitado y la de Cristo exaltado a la
derecha del Padre. El acontecimiento a la vez histórico y trascendente de la Ascensión
marca la transición de una a otra.
661 Esta última etapa permanece estrechamente ligada a la primera, es decir,
a la bajada desde el cielo realizada en la Encarnación. Solo el que “salió del
Padre” puede “volver al Padre”: Cristo. “Nadie ha subido al cielo sino el que
bajo del cielo, el Hijo del hombre (Jn 3, 13). Dejada a sus fuerzas naturales,
la humanidad no tiene acceso a la “Casa del Padre” (Jn 14, 2), a la vida y a la
felicidad de Dios. Solo Cristo ha podido abrir este acceso al hombre, “ha
querido precedernos como cabeza nuestra para que nosotros, miembros de su Cuerpo,
vivamos con la ardiente esperanza de seguirlo en su Reino” (Prefacio de la
Ascensión del Señor).
662 “Cuando yo sea levantado de la tierra, atraeré a todos hacia mí” (Jn 12,
32). La elevación en la cruz significa y anuncia la elevación en la Ascensión
al Cielo. En su comienzo, Jesucristo, el único Sacerdote de la Alianza nueva y
eterna, “no [...] penetró en un Santuario hecho por mano de hombre [...], sino
en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor
nuestro (Hb 9, 24). En el cielo, Cristo ejerce permanentemente su sacerdocio. “De
ahí que pueda salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que
está siempre vivo para interceder en su favor” (Hb 7, 25). Como “Sumo Sacerdote
de los bienes futuros” (Hb 9, 11), es el centro y el oficiante principal de la
liturgia que honra al Padre en los cielos” (Ap 4, 6-11).
664 Sentarse a la derecha del Padre significa la inauguración del reino del
Mesías, cumpliéndose la visión del profeta Daniel respecto del Hijo del hombre:
“A él se le dio imperio, honor y reino, y todos los pueblos, naciones y lenguas
le sirvieron. Su imperio eterno, que nunca pasará, y su reino no será destruido
jamás” (Dn 7, 14). A partir de este momento, los Apóstoles se convirtieron en
los testigos del “Reino que no tendrá fin” (Símbolo Niceno-Constantinopolitano).
665 La Ascensión de Jesucristo marca la entrada definitiva de la humanidad de
Jesús en el dominio celestial de Dios de donde ha de volver, aunque mientras
tanto lo esconde a los ojos de los hombres.
644 Tan imposible les parece la cosa que, incluso puestos ante la realidad de
Jesús, resucitado, los discípulos dudan todavía: creen ver un espíritu: “No
acaban de creer a causa de la alegría y estaban asombrados” (Lc 24, 41). Tomás
conocerá la misma prueba de la duda y, en la última aparición en Galilea
referida por Mateo, “algunos sin embargo dudaron” (Mt 28, 18). Por esto la
hipótesis según la cual la Resurrección habría sido un “producto” de la fe (o
de la credulidad) de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su
fe en la Resurrección nació – bajo la acción de la gracia divina – de la
experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado.
1445 Las palabras atar y desatar significan: aquel a quien
excluyáis de vuestra comunión, será excluido de la comunión con Dios; aquel a
quien recibáis de nuevo en vuestra comunión, Dios lo acogerá también en la
suya. La reconciliación con la Iglesia es inseparable de la reconciliación
con Dios.
2156 El sacramento del Bautismo es conferido “en el nombre del Padre y del
Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). En el Bautismo, el nombre del Señor
santifica al hombre, y el cristiano recibe su nombre en la Iglesia.
189 La primera “Profesión de fe” se hace en el Bautismo. El “Símbolo de la fe”
es ante todo el símbolo bautismal. Puesto que el Bautismo es dado “en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19), las verdades de
fe profesadas en el Bautismo son articuladas según su referencia a las tres
personas de la Santísima Trinidad.
232 Los cristianos son bautizados “en el nombre del Padre y del Hijo y del
Espíritu Santo” (Mt 28, 19). Antes responden “Creo” a la triple pregunta que
les pide confesar su fe en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu: Fides
omnium christianorum in Trinitate consistit (“La fe de todos los cristianos
se cimenta en la Santísima Trinidad”). (S. Cesareo de Arles).
1122 Cristo envió a sus Apóstoles para que, “en su nombre proclamasen a todas
las naciones la conversión para el perdón de los pecados” (Lc 24, 47). “Haced
discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del
Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19). La misión de bautizar, por tanto la
misión sacramental, está implicada en la misión de evangelizar, porque el
sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es
consentimiento a esta Palabra: “El pueblo de Dios se reúne, sobre todo, por la
palabra de Dios vivo [...]. Necesita la predicación de la palabra para el
ministerio mismo de los sacramentos. En efecto, son sacramentos de la fe que
nace y se alimenta de las palabras” (C. Vaticano II. Decreto Presbyterorum
ordinis, 4).
Concilio Vaticano II
El Señor Jesús, ya desde el comienzo, llamó “a sí a los que quiso y
designó a doce para que le acompañaran y para enviarlos a predicar” (Mc 3, 13).
Así, los Apóstoles fueron la semilla del nuevo Israel, a la vez que el origen
de la jerarquía sagrada. Después, cuando humo completado en sí mismo el
misterio de nuestra salvación y la restauración de todas las cosas con su
muerte y resurrección, el Señor, habiendo recibido toda potestad en el cielo y
en la tierra, antes de ascender al cielo (cf. Hch 1, 11), fundó su Iglesia como
sacramento de salvación y envió a los Apóstoles al mundo entero, como él había
sido enviado por el Padre (cf. Jn 20, 21), mandándoles: “Id, pues, enseñad a
todas las gentes, bautizándolas en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu
Santo, enseñándoles a observar todo lo que yo os he mandado” (Mt 28, 19). “Id
por el mundo entero a predicar el Evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere, se condenará” (Mc 16, 15).
De ahí proviene el deber de la Iglesia de propagar la fe y la salvación de
Cristo.
Decreto Ad gentes divinitus, 5.
San Agustín
Hoy celebramos la Ascensión del Señor al cielo. No escuchemos en vano las
palabras: “Levantemos el corazón”, y subamos con él, con corazón íntegro, según
lo que enseña el Apóstol: Si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas
de arriba donde está sentado Cristo a la derecha del Padre; gustad las cosas de
arriba, no las de la tierra (Col 3, 1-2). La necesidad de obrar seguirá en
la tierra; pero el deseo de la ascensión ha de estar en el cielo. Aquí la
esperanza, allí la realidad. [...] Prestad atención a los mismos asuntos
humanos y considerad que si alguien espera tomar mujer es porque aún no la
tiene. Pues si ya la tiene, ¿qué espera? Se casa efectivamente con la mujer con
la que esperaba hacerlo y no esperará ya más tal cosa. La esperanza llega a su
término felizmente, cuando se hace presente la realidad. [...] Por tanto,
amadísimos, acabáis de oír la invitación a levantar el corazón; al mismo
corazón se debe el que pensemos en la vida futura. Vivamos santamente aquí para
vivir allí. [...] Él nos dará lo prometido; tenemos esa certeza porque nos dejó
una garantía. Escribió el evangelio; nos dará lo prometido. Más es lo que nos
ha dado ya. ¿Acaso vamos a pensar que no nos dará la vida futura quien nos dio
su muerte?... Caminemos confiados hacia esa esperanza porque es veraz quien ha
hecho la promesa; pero vivamos de tal manera que podamos decirle con la frente
bien alta: “Cumplimos lo que nos mandaste, danos lo que nos prometiste”.
Sermón
395. I, pgs.
609-610.
Los Santos Padres.
Esta es, a mi parecer, la última aparición en
Galilea, cuando los envió a bautizar. Y si algunos dudaron, admiremos también
aquí la sinceridad de los evangelistas, pues ni en el último momento ocultan
sus propios defectos. Sin embargo, aun estos, a su vista, hubieron de quedar
fortificados en la fe.
San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 90, 2. 1b, pg.
380.
“Enseñándoles a cumplir todo lo que yo os he mandado”.
Notable precepto. Mandó a sus discípulos que primero enseñaran a todas las
naciones, luego que las bautizaran en el sacramento de la fe y una vez recibida
la fe y el bautismo, que les enseñaran lo que debían observar. Y para que no
pensemos que sus mandamientos no tienen importancia y son pos agregó: “Todo lo
que yo os he mandado”, a fin de que los que han creído, que han sido bautizados
en la Trinidad, cumplan todos sus preceptos”.
San Jerónimo. Comentario al Ev. de Mateo, 4, 28, 1-20. 1b,
pg. 380.
Lo que sí les manda es que vayan por todo el orbe
de la tierra, encomendándoles la enseñanza cristiana esencial: el bautismo. [...] Mas no nos contentemos con temer y estremecernos, sino
convirtámonos mientras es tiempo y Levantémonos de la maldad. Porque, si
queremos, podemos hacerlo. Muchos lo hicieron antes de la gracia; mucho mejor
lo podremos hacer nosotros después de la gracia.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 90, 2. 1b, pg.
381.
San Juan de Ávila
Y si esto es así, menester es buscar donde se pasó la Iglesia que estaba
en los santos apóstoles y en los cristianos de su tiempo, y de la que dice el
Señor: Ecce ego vobiscum sum usque ad consummationem seculi (he aquí
que yo estoy con vosotros hasta la consumación de los tiempos, Mt 28, 20);
y: Super hanc petram aedificabo ecclesiam meam, et portae inferi non prevalebunt
adversus eam (Sobre esta piedra edificaré mi iglesia y las puertas del
infierno no prevalecerán contra ellas, Mt 16, 18). Claro es que, muertos
los apóstoles, la Iglesia no se pasó a la gente que adoraba ídolos, sino a la
que recibió la fe de Cristo, enseñanda por los apóstoles y permaneció en ella.
Y, si estos en quien sucedió fueron engañados, no ha habido Iglesia en todo
este tiempo en la tierra, ,siendo imposible, de ley ordinaria de Dios, que haya
habido tiempo, aunque muy breve, que haya estado sin ella, pues el Señor dijo
que estaría con ella omnibus diebus (Mt 28, 20).
Causas y remedios de las herejías. Tercera causa. II, pg. 543.
Nuestro deseo parece que se inclina a tener presente a Jesucristo en
forma mortal, para que lo viéramos con ojos de carne y gozáramos de la conversación,
mas él a otra parte parece que tira: voy al que me envió.
Dice Si me amásedes, gozaros hiades porque me voy al Padre, que el
verdadero amor más mira el bien del amado que el contentamiento propio. Yo voy
glorioso al cielo. Voy a reinar allá.
¿Sabéis que me quiere parecer? A cuando se os muere algún hijo chiquito,
que lloráis y dais gritos. ¿Y de qué lloráis? Si el niño supiese hablar diría: “No
lloréis, madre, mas gozaos de mi bien, que voy a gozar de Dios”. ¿Qué
sentiremos de esta subida de Cristo a lo alto? Dijo en otra parte a la
Magdalena: Decid a mis hermanos que subo al Padre mío y al Padre vuestro, al
Dios mío y al Dios vuestro.
No entendáis tampoco que está asentado, como nos sentamos, que estar
asentado es de pesadumbre y de hombre que está cansado: estar en pie es el propósito
del hombre. No habéis de entender que están asentados: no hay sillas allá. -
Pues, ¿qué quiere decir estar asentados? – Que están descansando, porque quien
tanto trabajo era menester que descansase. Aquel descanso y aquella firmeza que
en él tiene que nadie se lo puede quitar es el estar asentado a la mano derecha
del Padre.
¿Cuál pensáis que es la gloria propia de los bienaventurados? Pocos están
aquí que lo sepan. ¿Pensáis vosotros que la gloria del cielo es descansar allí,
ni tener mal vecino, ni tentación, ni
sinsabor? No es eso. ¿Sabéis cuál es? Y plega a Dios que por vuestra vida no os
parezca poco el que no sabe de amor no entenderá qué cosa es la gloria. En
viendo aquel Dios, deséolo para mí, y para él deséole tan grandes bienes, que
no hay lengua que los pueda decir; amándole más que a mí, deséole más bienes
que para mí: deséole vida, descanso, hermosura y, finalmente infinitud de
bienes. Y como ven los bienaventurados que tiene Dios todos aquellos bienes que
le deseaba, y más que le puede desear, ansí como se los desena más que para sí
y se gozan más de los bienes de Dios, que si ellos mismos los tuviesen; y de
esta manera se entiende que están sentados a la mesa de Dios comiendo de lo mismo
que come Dios. Este es el descanso sobre todo descanso, éste es el deleite
donde se juntan tanto las voluntades, donde hay un amor tan encendido, que ni
ojo lo vio, ni oreja lo oyó, ni a corazón de hombre subió lo que Dios tiene aparejado
para los que le aman (cf. 1 Cor 2, 9), lo cual consiste en amar a Dios para
ti y amar a ti para Dios, y a ti y a Dios para sí. - ¿Qué bien es ése? ¿Qué gozo es ése? – El mismo
gozo de Dios. Alégrate, siervo de Dios, dice Dios, que has sido fiel;
entra en el gozo de tu Señor (cf. Mt 25, 23) a gozar de lo que goza él, a
vivir de lo que vive él, a ser un espíritu con él y a ser Dios por
participación.
Si entendiésemos que hemos de ir al cielo, ese caso haríamos de lo
próspero que de lo adverso. ¿Qué se me da riquezas, pues espero las riquezas
del cielo? ¿Qué se me da de trabajos, pues se han de acabar presto y luego he
de ir a descansar?
Padres religiosos, ¿tenéis en la religión novicios? ¿En qué se ha de
ocupar el novicio? ¿Sabéis en qué? En trabajar de ser tal que al cabo del año
digan los padres profesos: “Bueno es para la religión; digno es de nuestra
compañía”. A la letra pasa así. ¡Oh Dios mío!, ¿quién dirá a esta gente el engaño
en que vive? - ¿Cuántos años habéis? (Toda esta vida es año de probación, año
de noviciado, para que se vea si sois dignos de ser morador del cielo). ¿Qué
castidad habéis guardado en este tiempo?, ¿qué humildad?, ¿qué amor de Dios y
de los prójimos?
San Juan
de Ávila. Jueves de la Ascensión. En un monasterio de religiosos. Granada o
Sevilla. III, pgs. 228-241.
Dice: “Si
me amásedes, gozaros híades porque me voy al Padre” (Jn 14, 28), que es
verdadero amor mas mira al bien del amado que el contentamiento propio. Yo voy
glorioso al cielo. Voy a reinar allá, porque todo el poder me es dado, en el
cielo y en la tierra (Mt 28, 18): desde allá lo mandaré todo, el cielo y la
tierra, y el mar y el infierno. Porque voy a dignidad tan alga, ¿por qué os
entristecéis?”. - ¿Sabéis a qué me quiere parecer? A cuando se os muere algún
hijo chiquito, que lloráis y dais gritos. ¿Y de qué lloráis? Si el niño supiese
hablar, diría: “No looréis, madre, mas gozaos de mi bien, que voy a gozar de
Dios”. ¿Qué sentiremos de esta subida de Cristo a lo alto? Dijo en otra parte a
la Magdalena: Decid a mis hermanos que subo al Padre mío y al Padre vuestro,
al Dios mío y al Dios vuestro (cf. Jn 20, 19).
Sermón
del Jueves de la Ascensión. III,
pgs. 228-229.
Mas
porque su morada según el cuerpo en este destierro convenía – sigún la
ordinación de Dios – que fuese por pocos años y en pequeña parte de la tierra,
y habla de tener en todo el mundo hijos que mantener, ordenó su amor que ya
subido – resucitado y glorioso – a las alturas del cielo, descendiese a la
tierra, no a aquesta parte ni a aquella, sino a todo el mundo universo donde
hijos tuviese, y no por tiempo de treinta años, sino por todo el tiempo que el
mundo durare, hecho manjar de ellos su divina palabra, más firme que el cielo y
la tierra: Yo con vosotros estoy todos los días hasta que el mundo se acabe (Mt
28, 20).
Sermón
en la infraoctava del Corpus, III,
pg. 719.
San Oscar Romero.
El evangelio de hoy dice, repitiendo las palabras de Cristo: "Sabed
que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo". ¡Qué
consuelo este más grande! Yo estoy con vosotros. Pero un joven me preguntaba.
¿Dónde está? yo lo quisiera ver. Sí lo ves -le digo- es la Iglesia, es el
predicador, es el confesor que absuelve pecados, es la mano del sacerdote que
bautiza, es la palabra y el consejo, la presencia de un cristiano, de un pueblo
en misa, es Cristo el que está aquí en la Catedral y en todas las comunidades
donde hoy la fe de los cristianos los une en tomo del altar, Cristo que está en
la hostia que voy a levantar para que la adoremos. "Yo estoy con vosotros
todos los días hasta la consumación del mundo".
Y hay otra cosa más bella todavía, ¿cómo es esa presencia mística de
Cristo aquí en la tierra? Yo les invito a que esta semana lean con cariño la
segunda lectura de San Pablo y vean allí en los versículos 17 al 19, donde
Pablo pide el conocimiento de la fe para los cristianos "para que
conozcáis -fíjense estas palabras- cuál es la riqueza de gloria que da en
herencia a los santos y cuál la extraordinaria grandeza de su poder para
nosotros y comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama". A Cristo
ya no lo vemos caminar por esta tierra con sus pies físicos, pero Cristo sigue
caminando y su presencia entre nosotros es todo ésto: esperanza, riqueza de
gloria, grandeza de poder. La Iglesia por eso va tan confiada, no se apoya la
Iglesia en los poderes de la tierra, en las riquezas de los hombres: se apoya
en Cristo que es su esperanza, la riqueza de su gloria. la fuerza de su poder.
Cristo vive aquí, no con una presencia física limitada a un pueblecito de
Palestina, Cristo vive ahora en cada cantón, en cada pueblo, en cada familia
donde haya un corazón que ha puesto en Él su esperanza, donde hay un afligido
que espera que pasará la hora del dolor, donde hay un torturado, hasta en la
cárcel está presente en el corazón del que espera y ora. Cristo está presente
ahora con una presencia mucho más viva que cuando peregrinó 33 años entre
nosotros.
Cristo vive, hermanos, y vive en su Iglesia glorificado a la diestra del
Padre, presente, hecho esperanza y fuerza entre sus peregrinos de la tierra.
Esta es la glorificación del hombre en Cristo.
Homilía, 7 de mayo de 1978.
Papa Francisco. Regina Caeli.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, en Italia y en otros países, se celebra la
solemnidad de la Ascensión del Señor. El pasaje del Evangelio (cfr. Mateo 28,
16-20) nos muestra a los apóstoles que se reúnen en Galilea, en el «monte que
Jesús les había indicado» (v. 16). Allí tiene lugar el último encuentro del
Señor Resucitado con los suyos, en el monte. El “monte” tiene una fuerte carga
simbólica. En un monte Jesús proclamó las Bienaventuranzas (cf. Mateo 5, 1-12);
en los montes se retiraba a orar (cf. Mateo 14, 23); allí acogía a las
multitudes y curaba los enfermos (cf. Mateo 15, 29). Pero en esta ocasión, en
el monte, ya no es el Maestro que actúa y enseña, cura, sino el Resucitado que
pide a los discípulos que actúen y anuncien encomendándoles el mandato de
continuar su obra.
Les confiere la misión para todos los pueblos.
Dice: «Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el
nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo
lo que yo os he mandado» (vv. 19-20). El contenido de la misión encomendada a
los Apóstoles es el siguiente: proclamar, bautizar, enseñar y recorrer el
camino trazado por el Maestro, es decir, el Evangelio vivo. Este mensaje de
salvación implica, en primer lugar, el deber de dar testimonio —sin testimonio
no se puede anunciar— al que también estamos llamados nosotros, discípulos de
hoy, para dar razón de nuestra fe. Ante una tarea tan exigente, y pensando en
nuestras debilidades, nos sentimos inadecuados, como seguramente los mismos
Apóstoles se sintieron. Pero no debemos desanimarnos, recordando las palabras
que Jesús les dirigió antes de ascender al Cielo: «Yo estoy con vosotros todos
los días hasta el fin del mundo» (v. 20).
Esta promesa asegura la presencia constante y
consoladora de Jesús entre nosotros. Pero, ¿cómo se realiza esta presencia? A
través de su Espíritu, que lleva a la Iglesia a caminar por la historia como compañera
de camino de cada hombre. Ese Espíritu, enviado por Cristo y el Padre, obra
la remisión de los pecados y santifica a todos aquellos que, arrepentidos, se
abren con confianza a su don. Con la promesa de permanecer con nosotros hasta
el fin de los tiempos, Jesús inaugura el estilo de su presencia en el mundo
como el Resucitado. Jesús está presente en el mundo pero con otro estilo, el
estilo del Resucitado, es decir, una presencia que se revela en la Palabra, en
los sacramentos, en la acción constante e interior del Espíritu Santo. La
fiesta de la Ascensión nos dice que Jesús, aunque ascendió al cielo para morar
gloriosamente a la derecha del Padre, está todavía y siempre entre nosotros: de
ahí viene nuestra fuerza, nuestra perseverancia y nuestra alegría, precisamente
de la presencia de Jesús entre nosotros con el poder del Espíritu Santo.
Que la Virgen María nos acompañe en nuestra senda
con su protección materna: aprendamos de ella la delicadeza y el valor para ser
testigos en el mundo del Señor resucitado.
Regina Coeli, 24 de mayo de 2020.
Papa Francisco. Audiencias
¡Hermanos y hermanas!
Es con gran alegría que
saludo hoy a Su Santidad Tawadros II, Papa de Alejandría y Patriarca de la Sede
de San Marcos, y la ilustre delegación que la acompaña.
Su Santidad Tawadros ha
aceptado mi invitación de venir a Roma para celebrar conmigo el 50º aniversario
del histórico encuentro entre el Papa San Pablo VI y el Papa Shenouda III, en
1973. Se trataba del primer encuentro entre un Obispo de Roma y un Patriarca de
la Iglesia copta ortodoxa, que culminó con la firma de una memorable
declaración cristológica común, exactamente el 10 de mayo. En memoria de este
evento, Su Santidad Tawadros vino a visitarme por primera vez el 10 de mayo de
hace diez años, pocos meses después de su elección y de la mía, y propuso
celebrar cada 10 de mayo la “Jornada de la amistad copto-católico” que desde
ese momento celebramos todos los años.
¡Nos llamamos por
teléfono, nos mandamos los saludos, y seguimos siendo buenos hermanos, no nos
hemos peleado!
Querido amigo y hermano
Tawadros, le doy las gracias por haber aceptado mi invitación a este doble
aniversario, y rezo para que la luz del Espíritu Santo ilumine su visita a
Roma, los importantes encuentros que tendrá aquí, y en particular nuestras
conversaciones personales. Le doy las gracias de corazón por su compromiso en
la creciente amistad entre la Iglesia copta ortodoxa y la Iglesia católica.
Santidad, queridos
obispos y amigos todos, junto a vosotros imploro a Dios Omnipotente, por la
intercesión de los santos y mártires de la Iglesia copta, para que nos ayude a
crecer en la comunión, un único y santo vínculo de fe, de esperanza y de amor
cristiano. Y hablando de mártires de la Iglesia copta, que son también
nuestros, quiero recordar los mártires en la playa libia, que fueron
martirizados hace unos años.
Pido a todos los
presentes que recen a Dios para que bendiga la visita a Roma del Papa Tawadros
y proteja a toda la Iglesia copta ortodoxa. ¡Que esta visita pueda acercarnos
más rápidamente al bendito día cuando seremos una solo cosa en Cristo! Gracias.
La
pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 13. Testigos: san
Francisco Javier
Queridos hermanos y
hermanas, ¡buenos días!
Prosiguiendo nuestro
itinerario de la Catequesis con algunos modelos ejemplares de celo apostólico…
recordemos que estamos hablando de evangelización, de celo apostólico, de
llevar el nombre de Jesús, y hay muchas mujeres y hombres en la historia que lo
han hecho de manera ejemplar. Hoy, por
ejemplo, elegimos a san Francisco Javier, que es considerado, dicen
algunos, como el más grande misionero de los tiempos modernos. Pero no se puede
decir quién es el más grande, quién es el más pequeño... Hay tantos
misioneros ocultos, que incluso hoy, hacen mucho más que san Francisco Javier.
Y Javier es el patrón de las misiones, como santa Teresa del Niño Jesús. Pero un
misionero es grande cuando va. Y hay muchos, muchos, sacerdotes, laicos,
monjas, que van a las misiones, también de Italia, y muchos de ustedes. Cuando,
por ejemplo, me presentan la historia de un sacerdote candidato a obispo: pasó
diez en la misión de tal lugar... esto es grande, salir de la patria para
predicar el Evangelio. Es el celo apostólico. Y esto debemos cultivarlo mucho.
Y mirando la figura de estos hombres, de estas mujeres, aprendemos.
San Francisco Javier nace
de una familia noble pero empobrecida de Navarra, en el norte de España, en
1506. Va a estudiar a París ―es un joven de mundo, inteligente, capaz―. Allí
encuentra a Ignacio de Loyola que le da ejercicios espirituales y le cambia la
vida. Y deja toda su carrera mundana para hacerse misionero. Se hace jesuita,
toma sus votos. Luego se convierte en sacerdote, y va a evangelizar, enviado a
Oriente. En aquella época los viajes de los misioneros a Oriente... era
enviarlos a mundos desconocidos. Y él va, porque estaba lleno de celo
apostólico.
Inicia así, en los
tiempos modernos, el primero de un numeroso grupo de misioneros apasionados,
preparados para soportar fatigas y peligros inmensos, a alcanzar tierras y
encontrar pueblos con culturas y lenguas completamente desconocidas, impulsados
sólo por el fortísimo deseo de dar a conocer a Jesucristo y su Evangelio.
En poco más de once años
realizará una obra extraordinaria. Fue misionero durante once años más o
menos. Los viajes en nave en aquella época eran durísimos, y peligrosos. Muchos
morían en el viaje por naufragios o enfermedades. Hoy desgraciadamente mueren
porque les dejamos morir en el Mediterráneo... Javier pasa en las naves más
de tres años y medio, un tercio de la duración de su misión. En los barcos pasa
más de tres años y medio, yendo a la India, y luego de la India a Japón.
Al llegar a Goa, en la
India, la capital del Oriente portugués, la capital cultural y también
comercial, Javier pone su base, pero no se detiene allí. Va a evangelizar a los
pobres pescadores de la costa meridional de la India, enseñando catecismo y
oraciones a los niños, bautizando y cuidando a los enfermos. Después, durante
una oración nocturna ante la tumba del apóstol san Bartolomé, siente que debe
ir más allá de la India. Deja en buenas manos el trabajo que ya había iniciado
y zarpa con valentía hacia las Molucas, las islas más lejanas del archipiélago
indonesio. Para esta gente no había horizontes, iban más allá... ¡Qué valor
tenían estos santos misioneros! También los de ahora, aunque no van en barco
durante tres meses, van en avión durante 24 horas, pero cuando llegan allí es
lo mismo. Hay que estar allí, y recorrer tantos kilómetros, internarse en los
bosques... Y Javier, en las Molucas, pone en verso y en el idioma local el
catecismo y enseña a cantar el catecismo, que con el canto se aprende mejor.
Por sus cartas entendemos bien cuáles eran sus sentimientos. Escribe: «Los
peligros y los sufrimientos, aceptados voluntariamente y únicamente por amor y
servicio de Dios nuestro Señor, son ricos tesoros de grandes consolaciones
espirituales. ¡Aquí dentro de algunos años uno podría perder los ojos por
demasiadas lágrimas de alegría!» (20 de enero de 1548). Lloraba de alegría al
ver la obra del Señor.
Un día, en India, se
encuentra con un japonés, que le habla de su lejano país, donde ningún
misionero europeo había ido antes. Y Francisco Javier tenía la inquietud del
apóstol, ir más lejos, más allá, y decide partir lo antes posible, y llega
después de un viaje lleno de aventuras en el junco de un chino. Los tres años
en Japón son durísimos, por el clima, las oposiciones y el desconocimiento de
la lengua, pero también aquí las semillas plantadas darán grandes frutos.
El gran soñador, Javier,
en Japón entiende que el país decisivo para la misión en Asia era otro: China,
que con su cultura, su historia, su grandeza, ejercía de hecho un predominio en
toda esa parte del mundo. También hoy, China es un polo cultural, con una gran
historia, una hermosa historia... Por eso vuelve a Goa y poco después se
embarca de nuevo esperando poder entrar en China. Pero su plan fracasa: muere a
las puertas de China, en una isla, la pequeña isla de Sancián, frente a las
costas de China esperando en vano poder desembarcar en tierra firme cerca de
Cantón. El 3 de diciembre de 1522, muere en completo abandono, sólo un chino
junto a él a velarle. Así termina el viaje terreno de Francisco Javier.
Había envejecido, ¿cuántos años tenía? ¿Ochenta ya? No... Tenía solamente
cuarenta y seis años, había pasado su vida en la misión, con celo. Dejó
la culta España y llegó al país más culto del mundo en aquel momento,
China, y murió ante la gran China, acompañado de un chino. ¡Todo un símbolo!
Su intensa actividad
estuvo siempre unida a la oración, a la unión con Dios, mística y
contemplativa. Nunca abandonó la oración, porque sabía que ahí reside la
fuerza. Dondequiera que estaba, cuidaba mucho de los enfermos, los pobres y
los niños. No era un misionero "aristocrático": siempre iba con
los más necesitados, los niños que más necesitaban educación, catequesis,
los pobres, los enfermos... Iba hasta las fronteras de la asistencia donde
creció en grandeza. El amor de Cristo fue la fuerza que lo llevó hasta los
confines más lejanos, con continuas fatigas y peligros, superando fracasos,
decepciones y desánimos, más aún, dándole consuelo y alegría para seguirlo
y servirlo hasta el final.
Que san Francisco Javier
que hizo esta gran cosa, en tal pobreza, y con tal valentía, nos dé un poco de
este celo, de este celo para vivir el Evangelio y anunciar el Evangelio. A
muchos jóvenes de hoy que tienen algo de inquietud y no saben qué hacer con esa
inquietud, le digo: Miren a Francisco Javier, miren el horizonte del mundo,
miren a los pueblos tan necesitados, miren a tanta gente que sufre, a tanta
gente que necesita a Jesús. Y vayan, tengan coraje. También hoy hay jóvenes
valientes. Pienso en tantos misioneros, por ejemplo, en Papúa Nueva Guinea,
pienso en amigos míos, jóvenes, que están en la diócesis de Vanimo, y en todos
los que han ido a evangelizar en la línea de Francisco Javier. Que el Señor nos
dé a todos la alegría de evangelizar, la alegría de llevar adelante este
mensaje tan hermoso que nos hace felices a nosotros y a todos.
DOMINGO
PENTECOSTÉS. 28 de mayo de 2023.
Monición de entrada.-
Hoy es la fiesta de Pentecostés.
Este domingo termina el tiempo Pascual.
Y Jesús nos da su Espíritu Santo.
El Espíritu Santo que anunciaron los
libros del Antiguo Testamento.
El Espíritu Santo que ayuda a la Iglesia.
El Espíritu Santo que nos hace venir a
misa.
El Espíritu Santo que nos ayuda a ser
amigos de Jesús.
Señor, ten piedad.-
Que el
Espíritu Santo nos haga amigos de Jesús. Señor, ten piedad.
Que el
Espíritu Santo limpie nuestro corazón. Cristo,
ten piedad.
Que el
Espíritu Santo haga nuevo nuestro corazón. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique; para que sean iluminados por el Espíritu Santo. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la Iglesia; para que
ayude a las personas que vivimos en la tierra. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los que mandan en las
naciones; para que tengan sentimientos de paz y justicia. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por todas las personas;
para que el Espíritu Santo nos abra el corazón para tenerte dentro. Te lo pedimos,
Señor.
Jesús, te pido por nuestro mundo; para
que el Espíritu Santo le de esperanza. Te
lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros; para que ayudados
por el Espíritu Santo demos buen ejemplo de cristianos. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por
ayudarnos cada día a abrir el corazón al Espíritu Santo como tú se lo abriste cuando
te encontraste con el ángel.
GUIÓ
MISSA D’INFANTS. PENTECOSTA. 28 de maig de 2023.
Monició d’entrada.-
Avui
és la festa de Pentecosta.
Aquest
diumenge acaba el temps Pasqual.
I
Jesús ens dona el seu Esperit Sant.
L’Esperit
Sant que anunciaren els llibres de l’Antic Testament.
L’Esperit
Sant que ajuda a l’Església.
L’Esperit
Sant que ens fa vindre a missa.
L’Esperit
Sant que ens ajuda a ser amics de Jesús.
Senyor, tingueu pietat.-
Que l’Esperit
Sant ens faça amics de Jesús. Senyor, tingueu pietat.
Què l’Esperit
Sant netege el nostre cor. Crist, tingueu pietat.
Que l’Esperit
Sant faça nou el nostre cor. Senyor, tingueu pietat.
Plegaries.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enric; què siguen il.luminats per l’Esperit Sant. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per l’Esglèsia; per què
ajude a les persones que vivim a la terra. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels qui manen a les
nacions; per què tinguen sentiments de pau i justícia. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per totes les persones;
perquè l’Esperit Sant els òbriga el cor per tindre’t dins. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pel nostre món; perquè
l’Esperit Sant li done esperança. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per nosaltres; per què
ajudats per l’Esperit Sant donem bon exemple de cristians. T’ho demane, Senyor.
Acció de gràcies.
Maria, volem donar-te les gràcies per
ajudar-nos cada dia a obrir el cor a l’Esperit Sant com tu li ho vas obrir quan
et trobares amb l’àngel.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
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