Lectura del libro de Isaías 56, 1.6-7
Esto dice el Señor:
-Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación
está por llegar, y mi justicia se va a manifestar. A los extranjeros que se han
unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus
servidores, que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los
traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus
holocaustos y sacrificios será aceptables sobre mi altar; porque mi casa es
casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.
Textos
paralelos.
Mi salvación está a
punto de llegar.
Is 46, 13: Yo acerco
mi victoria, no está lejos; / mi salvación no tardará; / traeré la salvación a
Sión / y mi honor a Israel.
Is 51, 6: Levantad
los ojos al cielo, / mirad abajo, a la tierra: / el cielo se disipa como humo,
/ la tierra se gasta como ropa, / sus habitantes mueren / como mosquitos; /
pero mi salvación dura por siempre, / mi victoria no tendrá fin.
Is 51, 8: Pues la
polilla los roerá como a la ropa / como los gusanos roen la lana; / pero mi victoria
dura por siempre, / mi salvación de edad en edad.
En cuanto a los
extranjeros adheridos a Yahvé.
Is 18, 7: Entonces traerá
tributo / al Señor de los ejércitos, / el pueblo esbelto, de piel bruñida, / la
gente temida / de cercanos y lejanos, / el pueblo nervudo y dominador, / cuya
tierra surcan canales, / al lugar dedicado / al Señor de los ejércitos, / al Monte
Sión.
Yo les traeré a mi
monte santo.
Sal 15, 1: Señor,
¿quién puede hospedarse en tu tienda? / ¿quién habitará en tu monte santo?
1 Re 8, 41-43: También
el extranjero, que no pertenece a tu pueblo, Israel, cuando venga de un país
lejano atraído por tu fama- porque oirán hablar de tu gran fama de tu mano
fuerte y tu brazo extendido –, cuando venga a rezar en este templo, escúchalo
tú desde el cielo, donde moras; haz lo que te pida, para que todas las naciones
del mundo conozcan tu fama y te teman como tu pueblo, Israel, y sepan que tu
nombre ha sido invocado en este templo que he construido.
Sus holocaustos y
sacrificios serán gratos.
Mt 21, 13: Les dijo:
“Está escrito que mi casa será casa de oración, mientras que vosotros la habéis
convertido en guarida de bandidos.
Notas
exegéticas.
56 (b) Oráculo en prosa rítmica
compuesta probablemente después del regreso del Destierro. Fiel a las
tradiciones de varios grandes profetas el autor anuncia que pronto se admitirá
en el judaísmo a prosélitos, extranjeros, a condición de que estén “fielmente
adheridos”, lo cual debe incluir la circuncisión, señal de la alianza. Quedan
abolidas las restricciones previstas por Dt 23, 2-9, en especial lo que se
refería a los eunucos.
56 6 No se trata aquí de extranjeros
residentes, sino de extranjeros que están de paso. Aunque acogidos en Israel,
no disfrutaban de derechos. Estaban excluidos del culto y privados de múltiples
ventajas, si no explotados. Ezequiel les prohíbe el acceso al Templo. Sorprende
el cambio anunciado por nuestro texto.
56 7 Estas palabras que Jesús cita
en circunstancias graves de su vida, Mt 21, 13, anuncian dos novedades: la
oración se impone a los sacrificios, aun en el templo a donde se invita a todos
los del pueblo.
Salmo
responsorial
Sal 67 (66), 1-3.5-6.8
R/. Oh, Dios, que te alaben los pueblos,
que todos los pueblos te alaben.
Que
Dios tenga piedad y nos bendiga,
ilumine
su rostro sobre nosotros;
conozca
la tierra tus caminos,
todos
los pueblos tu salvación. R/.
Que
canten de alegría las naciones,
porque
riges el mundo con justicia
y
gobiernas las naciones de la tierra. R/.
Oh,
Dios, que te alaben los pueblos,
que
todos los pueblos te alaben.
Que
Dios nos bendiga; que le teman
todos
los confines de la tierra. R/.
Textos
paralelos.
Que Dios tenga piedad.
Nm 6, 24-25: El Señor te bendiga y te guarde, / el Señor te
muestre su rostro radiante / y tenga piedad de ti, / el Señor te muestre su
rostro / y te conceda la paz.
Que nos muestre su rostro.
Sal 31, 17: Muestra a tu siervo tu rostro radiante, / sálvame por
tu lealtad.
Conozca así la tierra su proceder.
Sal 4, 7: Muchos dicen:
¿Quién nos hará gozar de la dicha / si la luz de tu rostro, Señor, / se ha alejado
de nosotros?
Y todas las naciones su salvación.
Jr 33, 9: Jerusalén será título de gozo, alabanza y honor, para mí
y para todas las naciones de la tierra que oigan contar todo el bien que les he
hecho, y los temerán y respetarán, por todo el bien y la paz que les he dado.
Que se alegren y exulten las naciones.
Sal 98, 9: Delante del Señor, que ya llega / a regir la tierra.
Pues juzgas al mundo con justicia.
Sal 82, 8: ¡Levántate, Dios, y juzga la tierra, / porque tú eres
el dueño de todos los pueblos!
¡Dios nos bendiga y lo teman!
Os 2, 24: la tierra escuchará al trigo / y al vino y al aceite, /
y estos escucharán a Yesrael. / Y me la sembraré en el país / me compadeceré de
Incompadecida / y diré a No-pueblo-mío. / Eres mi pueblo, / y él responderá:
Dios mío.
Notas
exegéticas.
67 Recitado probablemente durante la
fiesta con que se daba por terminada la cosecha. Ver Ex 23, 14.
67 5 “Juzgas al mundo con justicia”.
Sinaítico, ver Sal 9,9; ominitdo por hebraico.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15.29-32
Hermanos:
A vosotros, gentiles, os digo: siendo como soy apóstol de los
gentiles, haré honor a mi ministerio, por ver si doy celos a los de mi raza y
salvo a algunos de ellos. Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué
no será su reintegración sino volver desde la muerte a la vida? Pues los dones
y la llamada de Dios son irrevocables. En efecto, así como vosotros, en otro
tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la
desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de
la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen
ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener
misericordia de todos.
Textos
paralelos.
Que los dones y la
llamada de Dios son irrevocables.
Rm 9, 6: No es que haya fallado
la promesa de Dios. Pues no todos los que proceden de Israel constituyen a Israel.
Nm 23, 19: Dios no miente como
hombre ni se arrepiente a lo humano. ¿Puede decir y no hacer, puede prometer y
no cumplir?
1 S 15, 29: ¿Por qué no has
obedecido Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el
Señor reprueba?
En otro tiempo rebeldes
para Dios.
Rm 3, 26: Y demuestra su
justicia en el presente siendo justo y haciendo justos a los que creen en
Jesús.
Ellos también se han
revelado ahora.
Rm 11, 11: Pregunto:
¿tropezaron hasta sucumbir? ¡De ningún modo! Solo que su tropiezo ha provocado
la salvación de los paganos, provocando a su vez sus celos.
Dios encerró a todos los
hombres en rebeldía.
Ga 3, 22: Pero la Escritura
incluye a todos bajo el pecado, de modo que lo prometido se entregue a los
creyentes por la fe en Jesucristo.
Ez 18, 31: Quitaos de encima
los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu
nuevo, y así no moriréis, casa de Israel.
Notas
exegéticas:
11 13 Es decir, los cristianos
venidos de las naciones: los gentiles convertidos. Así, aun como apóstol de los
gentiles, Pablo trabaja para la salvación de sus hermanos de raza (“los de mi
raza”, lit. “de mi carne”).
11 14 Lit. “mi carne”.
11 15 (a) El término griego apoholé tiene varios matices: rechazo,
abandono, defección, pérdida. El primer sentido no conviene aquí, por cuanto el
primer versículo del capítulo dice que Dios no ha rechazado a su pueblo.
Algunos lo interpretan como si Israel fuera el sujeto (su rechazo del
Evangelio), pero el contexto no favorece esta solución. Los otros matices
pueden valer todos, en tanto en cuanto no contradigan a 11, 1-2. Lo importante
es ver bien que Pablo no insiste en el abandono como tal: éste es, en efecto,
provisional y paradójicamente va a servir al designio salvífico de Dios para la
humanidad entera, Israel y los gentiles.
11 15 (b) Fórmula diversamente interpretada.
Si la conversión de los gentiles puede parangonarse con la primera fase de la
obra redentora, la reconciliación del mundo la de Israel será un beneficio tal
que no se la puede comparar más con la segunda, la resurrección final que Pablo
parece tener aquí presente. Pero no dice que la conversión de Israel deba
preceder inmediatamente a la resurrección general – Otros traduce: “un revivir
de entre los muertos”. Hacer volver de la muerte a la vida es una obra
particularmente maravillosa, reservada al poder de Dios.
11 31 Algunos testigos no reproducen
este “ahora”, o bien dicen en su lugar: “más tarde”.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 15, 21-28
En aquel tiempo, Jesús salió y
se retiró a la región de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de
uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:
-Ten compasión de mí, Señor,
Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.
Él no le respondió nada. Entonces
los discípulos se le acercaron a decirle:
-Atiéndela, que viene detrás
gritando.
Él le contestó:
-No está bien tomar el pan de
los hijos y echárselo a los perritos.
Pero ella repuso:
-Tienes razón, Señor; pero
también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
-Mujer, qué grande es tu fe:
que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada
su hija.
Textos paralelos.
// Mc 7, 24-30: Desde allí se puso en camino y se dirigió al territorio
de Tiro. Entró en una casa con intención de pasar desapercibido, pero no logró
ocultarse. Una mujer que tenía a su hija poseída por un espíritu inmundo se
enteró de su llegada, acudió y se postró a sus pies. La mujer era pagana,
natural de la Fenicia siria. Le pedía que expulsase de su hija al demonio. Le
respondió: “Deja que se sacien primero los hijos. No está bien quitar el pan a
los hijos para echárselo a los perritos”. Ella replicó: “Señor, también los
perritos, debajo de la mesa, comen de las migas de los niños”. Le dijo: “Por
eso que has dicho, ve, que el demonio ha salido de tu hija”. Se volvió a su
casa y encontró a la hija tendida en la cama; el demonio había salido.
Una mujer cananea.
1 R 17, 7-16: Pero al cabo del tiempo el torrente se secó, porque no
había llovido en la región. Entonces el Señor dirigió la palabra a Elías: “Anda,
vete a Sarepta de Fenicia a vivir allí; yo mandaré a una viuda que te dé la
comida”. Elías se puso en camino hacia Sarepta, y al llegar a la entrada del
pueblo encontró allí a una viuda recogiendo leña. La llamó y le dijo: “Por
favor, tráeme un poco de agua en un jarro para beber”. Mientras iba a buscarla,
Elías le gritó: “Por favor, tráeme en la mano un trozo de pan”. Ella respondió:
“¡Vive el Señor, tu Dios! No tengo pan; solo me queda un puñado de harina en el
jarro y un poco de aceite en la aceitera. Ya ves, estaba recogiendo cuatro
astillas; voy a hacer un pan para mí y mi hijo, nos lo comeremos y luego
moriremos”. Elías le dijo: “No temas. Anda a hacer lo que dices, pero primero
hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y tu hijo lo harás después. Porque
así dice el Señor, Dios de Israel: “El cántaro de harina no se vaciará, la
aceitera de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia
sobre ella·”. Ella marchó a hacer lo que le había dicho Elías, y comieron él,
ella y su hijo durante mucho tiempo. El cántaro de harina no se vació ni la
aceitera se agotó, como lo había dicho el Señor por Elías.
Mt 9, 27: Mientras Jesús seguía adelante, dos ciegos lo seguían dando
voces: “¡Hijo de David! Ten piedad de nosotros”.
Ten piedad de mí, Señor.
Nm 27, 1-10: Se acercaron las hijas de Salfajad, hijo de Jéfer, hijo de
Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, del clan de Manasés, hijo de José, que
se llamaban Majlá, Noá, Joglá, Milcá y Tirsa, y se presentaron a Moisés, a
Eleazar, a los jefes y a la comunidad entera a la entrada de la tienda del
encuentro, y declararon: “Nuestro padre ha muerto en el desierto. No era de la
banda de Córaj, de los que se rebelaron contra el Señor, sino que él murió por
su propio pecado. Y no ha dejado hijos. Porque no haya dejado hijos no va a
borrarse el nombre de nuestro padre dentro de su clan. Danos a nosotras una propiedad
entre los hermanos de nuestro padre”. Moisés presentó la causa al Señor, y el
Señor dijo a Moisés: “Las hijas de Salfajad tienen razón. Dales alguna
propiedad en heredad entre los hermanos de su padre; pásales a ellas la
herencia de su padre. Después di a los israelitas: Cuando alguien muera sin
dejar hijos, pasaréis su herencia a su hija; si no tiene hijos, daréis su
herencia a sus hermanos; si no tiene hermanos, daréis su herencia a los
hermanos de su padre.
Mt 8, 29: ¡Hijo de Dios! ¿qué tienes con nosotros? ¿Has venido antes de
tiempo a atormentaros?
Sus discípulos acercándose.
Lc 11, 6: Os digo que, si no se levanta por amistad, se levantará por
su importunidad a darle cuanto necesita.
No he sido enviado más que a las ovejas.
Mt 10, 6: Dirigíos más bien a las ovejas descarriadas de la Casa de
Israel.
Rm 15, 8: Quiero decir que Cristo se hizo ministro de los circuncisos
en atención a la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas de los patriarcas.
Mujer, grande es tu fe.
Mt 8, 10: Al oírlo Jesús se admiró y dijo a los que lo seguían: “Os lo
aseguro, una fe semejante no la he encontrado en ningún israelita”.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
15 21 Como en 11, 21 la expresión “Tiro y Sidón” tiene también un valor teológico, designa a
las naciones paganas que, en determinadas condiciones que el relato precisa,
van a tomar parte en el ministerio de Jesús.
15 23 (a) Los fenicios se llamaban a sí mismos
cananeos. A lo largo de la historia, el nombre “Canaán” designó diversas zonas
mal delimitadas: la tierra prometida ocupada por los antiguos israelitas, las
tribus autóctonas del país, la Fenicia de tiempos de Jesús.
15 23 (b) La gracia finalmente concedida por Jesús a
esta pagana se hace probablemente en tierra de Israel.
15 23 Los discípulos piden al maestro que la
despedida concediéndole lo que pide: la misma palabra griega en 18, 27.
15 26 Jesús debe dedicarse a la salvación de los judíos,
“hijos” de Dios y de las personas, antes de ocuparse de los paganos, que a los
ojos de los judíos no eran más que “perros”. El carácter tradicional de esta
imagen, y la forma diminutiva empleada, atenúan en labios de Jesús lo que el
epíteto podía tener de despectivo. Por otra parte, la buena acogida final de la
petición de la mujer por parte de Jesús podría anunciar, en un caso
excepcional, el acceso de los paganos a la salvación tras su muerte y
resurrección. Numerosos textos mateanos fundamentan esta interpretación (8, 5-13;
21, 33-44,…).
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica:
22 CANANEA:
del país de Canaán, tal como se entendía este apelativo en tiempo de Jesús:
Fenicia, zona de gentiles (cf. Mc 7, 26). // QUE HABÍA SALIDO DE: puede
significar: oriunda de. // SE PUSO A GRITAR: lit. gritaba. Si nos
dejamos llevar del sonido del vocablo griego onomatopéyico, casi habría que
traducir ladraba. En cambio, en el v. 25, el verbo griego que indica postrarse
no tiene relación etimológica con la palabra griega kyôn: perro.
23 SE
ACERCARON A ROGARLE: la formulación lit. “habiéndose acercado… rogaban a
él”, da este matiz: le insistían. // DESPÍDELA: dale de una vez lo que
quiere y despáchala.
25 SE
POSTRÓ: lit. en imperfecto: se postraba (porque hacía gestos repetidos
de reverencia; o porque el verbo griego proskynéô equivale, aquí, a
suplicar.
28 LE
RESPONDIÓ ASÍ: cf. 3, 15. Las palabras literales – hágase para ti como
quieres – son como la tercera petición de un Padrenuestro dicho al reves,
de Dios a su criatura: hágase tu voluntad.
Notas exegéticas desde la Biblia Didajé:
15, 21-28 La insistencia de esta mujer nos sirve de ejemplo sobre cómo debemos
orar, incluso aunque parezca que nuestras oraciones no son atendidas o incluso
están seguidas de más sufrimiento. Al igual que con el centurión romano (Mt 8,
10), Cristo admiró y actuó en respuesta a la gran fe de la cananea. Cat. 493,
448, 2610.
Catecismo de la Iglesia Católica.
448 Con mucha frecuencia, en los
evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole “Señor”. Este título
expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús, y esperan de
él socorro y curación (Mt 15, 22). Bajo la moción del Espíritu Santo, expresa
el reconocimiento del misterio divino de Jesús. En el encuentro con Jesús
resucitado, se convierte en adoración: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28).
Entonces toma una connotación de amor y de afecto que quedará como propio de la
tradición cristiana: “¡Es el Señor!”.
2510 Del mismo modo que Jesús ora al
Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia
filial: “Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido” (Mt
11, 24). Tal es la fuerza de la oración, “todo es posible para quien cree” (Mc
9, 23), con una fe “que no duda” (Mt 21, 21). Tanto como Jesús se entristece
por la “falta de fe” de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la poca fe de sus discípulos
(Mt 8, 26), así se admira de la gran fe del centurión romano (Mt 8, 10) y de la
cananea (Mt 15, 28).
Concilio Vaticano II
[Los obispos] deben esforzarse, pues, sin cesar para
que los fieles conozcan y vivan más profundamente el misterio pascual por la
Eucaristía, de manera que formen un solo Cuerpo compenetradísimo en la unidad
de caridad de Cristo. Dedicándose a la oración y al ministerio de la palabra
han de trabajar para que todos los que están confiados a sus cuidados sean
unánimes en la oración, crezcan en la gracia por la recepción de los
sacramentos y sean testigos fieles del Señor.
Christus Dominus, 15.
San Jerónimo.
21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y Sidón. Abandona a los escribas y
fariseos calumniadores y pasa a la región de Tiro y de Sidón para curar a los
Tirios y a los Sidonios. Observa que la curación de la hija de la cananea
acontece en el decimo quinto lugar.
22 Mi hija está cruelmente atormentada por el demonio. Considero que la hija de la
Iglesia son las almas de los creyentes cruelmente atormentados por el demonio,
ignoraban al Creador y adoraban a la piedra.
23 Él no respondió palabra. No por soberbia farisaica ni por desdén como los escribas, sino para que
no pareciera contradecir la regla que había impuesto. No toméis el camino de
los gentiles ni entréis en las ciudades de los samaritanos. No quería dar
ocasión a los calumniadores y se reservaba la plenitud de la salvación de los
gentiles al tiempo de su pasión y resurrección.
25 Pero ella vino a postrarse ante él y le dijo. Admira, en la persona de la
mujer cananea la fe, la paciencia, la humildad de la Iglesia: la fe, porque creyó
que su hija podía ser sanada, la paciencia porque a pesar de tantos rechazos
persevera rogando, la humildad cuando no se compara a los perros sino a los
cachorros. Los perros son los paganos llamados así a causa de su idolatría,
perros que alimentados con sangre y con cadáveres se vuelven rabiosos. Observa
que esta cananea, perseverando en su petición, lo llama primero Hijo de David,
luego Señor, y finalmente lo adora como Dios.
San Agustín
Si ella clamó tan
intensamente en favor de su hija, ¡cuál debe ser nuestro clamor en favor de
nuestra carne y nuestra alma! Veis lo que consiguió con su clamor. En un primer
momento fue despreciada, pues era cananea, un pueblo malo que adoraba ídolos.
El Señor Jesucristo, en cambio, caminaba por Judea, tierra de los patriarcas y
de la Virgen María, que dio a luz a Cristo: era el único pueblo que adoraba al
verdadero Dios y no a los ídolos. Así, pues, cuando le interpeló no sé qué
mujer cananea, no quiso escucharla. No le hacía caso precisamente porque sabía lo
que le tenía reservado: no para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera
ella, con su perseverancia.
Mereció el beneficio cuando
reconoció la verdad del insulto; donde reconoció la iniquidad, allí fue
coronada la humildad. Hace poco la llamó perro, ahora mujer; ladrando se ha transformado.
Deseaba las migajas que caían de la mesa, e inmediatamente, se encontró sentada
a la mesa. En efecto, cuando el Señor le dice: Grande es tu fe, ya la
había contado entre aquellos cuyo pan no quería que se echase a los perros.
Sermón 154. II, pgs. 1150-1151.
Los Santos Padres.
Ella gritaba ansiosa por obtener el beneficio, y llamaba con fuerza; Él
disimulaba, no para negar la misericordia, sino para estimular el deseo, y no
solo para acrecentar el deseo, sino también, como dije antes, para recomendar
la humildad.
Agustín, Sermones, 77. 1b, pg. 52.
Los discípulos, compadecidos, unen su oración; pero Él, que mantenía el
misterio de la voluntad del Padre, respondió que había sido enviado a las
ovejas perdidas de Israel para manifestar con claridad meridiana que la hija de
la cananea representaba una figura de la Iglesia por el hecho de que reclamara
lo que se había concedido a otros; no que no debiera concederse también la
salvación a los gentiles, sino que el Señor había venido para los suyos y para
su casa, y por ello atendía las primicias de la fe de aquellos por los cuales
había venido, mientras que los otros serían salvados después mediante la
predicación de los apóstoles.
Hilario de Poitiers, Sobre el Ev. de Mateo, 15. 1b, pg. 53.
Mas, juntamente con la fe, considerad, os ruego, la humildad de esta
cananea. El Señor había llamado hijos a los judíos; ella no se contentó con eso
y les dio el nombre de señores.
Jerónimo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 52. 1b, pg. 55.
“En verdad os digo, no encontré tanta fe en Israel”. ¿Qué significa “tanta”?
Tan grande. ¿De dónde procede esa magnitud? De la pequeñez, es decir, la grande
procede de la humildad. “No encontré tanta fe”. Era semejante al grano de
mostaza, cuanto más pequeño, más activo. Así injertaba ya el Señor el acebuche
[olivo silvestre, los paganos] en el olivo.
Agustín. Sermones, 77. 1b, pg. 56.
San Juan de Ávila
Y si a todo cristiano está encomendado el ejercicio
de oración y que sea con instancia, y compasión, llorando con los que lloran,
¿con cuanta más razón debe de hacer esto el que tiene por propio oficio pedir
limosna por los pobres, salud para los enfermos, rescate para los encarcelados,
perdón para culpados, vida para muertos, conservación de ella para vivos, conversión
para infieles, y, en fin, que, mediante su oración y sacrificio, se aplique a
los hombres el mucho bien que el Señor en la cruz les ganó? Y si de aquellos
sacerdotes hubiese que, como otra viuda de Naím, llorase al hijo muerto (cf. Lc
7, 11ss), importunase al Señor como la cananea (cf. Mt 15, 22ss), y le
ofreciese devotos ruegos por el hijo endemoniado (cf. Mt 17, 44ss), que unas
veces lo lanza en el fuego el demonio, y otras, en el agua, consolarlos hía el Señor,
diciendo: No queráis llorar (cf. Lc 7, 13); y darlos hía
ánimas resucitadas y sanas, como dio a las otras personas corporal salud y
vida; y, por ventura, espiritual también para los hijos.
Tratado sobre el sacerdocio. I, pg. 917.
Jesucristo predicó en persona a las
ovejas que habían perecido de la casa de Israel no más (Mt 15, 24), y después,
sus santos apóstoles, en el mismo pueblo de Israel, comenzaron a predicar y
convirtiéndose no todos los judíos, mas algunos.
Audi, filia (I). I, pg. 526.
Jesucristo predicó en persona a las
ovejas que habían perecido dew la casa de Israel, no más (Mt 15, 24);
y después sus santos apóstoles en el mismo pueblo de Israel comenzaron a
predicar, y convirtiéndose no todos los judíos.
Audi, filia (II). I, pg. 773.
2. Miserere mei, etc. Las palabras que darán fundamento a nuestro sermón las dijo una mujer
atribulada a nuestro Señor Jesucristo y alcanzó de Él lo que pedía. Escríbelas
San Mateo, capítulo 15. Parecióme predicar de ella, porque tiene esta mujer
muchos devotos. Dicen en romance: ¡Jesús, hijo de David, habé misericordia
de mí! (Mt 15, 22). […] Vino hoy una mujercita y extranjera en el campo,
para hacer campo, y llevaba un pleito ruin, y tomóse a palabras con Cristo y
vencióle y hízolo decir: Mujer, grande es tu fe, hágase lo que quieres (Mt
15, 28). ¿No es buena justa? ¿No es buen torneo= ¿Qué buena guerra donde vence
la mujer y se hace lo que pide!
Esta historia de la Cananea es muy notoria, todos lo sabéis; pero lo que una vez no entendistes,
impusible es que, oyéndolo otra vez, no lo entendáis; que ésta es la condición
de la Sagrada Escriptura, que cuanto más uno sube a mayor perfección de vida y
conocimiento de Dios, ansí va más entendiendo en un mismo paso lo que antes no
entendió. No se añeja la sagrada Escritura de Dios; siempre hallamos en las
cosas que muchas veces hemos leído cosas nuevas que entender y secretos que
otras veces no habías entendido.
3. Fuese de allí a Tiro y Sidón, ciudades de gentiles, de gente infiel,
dando a entender Cristo en esta ida que se va de los corazones fingidos de los
hombres doblados que no tienen ni curan más de otra cosa que de tener las
apariencias buenas. Fuese de allí, de aquellos que tenían los corazones
dañados.
4. El
principal cuidado del cristiano ha de ser del corazón. Guárdenos Dios de tener
el corazón dañado y enfermo. Ansí como en lo corporal es gran mal la enfermedad
del corazón, ansi es mucho más en lo espiritual tener dañado el corazón. Vase
el Señor de allí y sale una mujer al camino, que tenía a su hija
endemoniada.
5. Sale
al camino. Había oído decir de Cristo grandes bienes y cómo hacía grandes
milagros y lanzaba demonios. Salióle al camino. ¡Bienaventurado aquel a cuyos
oídos han venido estas nuevas de Cristo! Albricias habías de dar a quien nos la
s trajese.
7. Oyó
esta mujer extranjera con las orejas del ánima, y con esta fe salió al camino a
pedir remedio para sus trabajos. ¡Oíd! Quizá os ha acaecido alguna vez esto.
Teníades alguna necesidad: pedís al Señor con fe, mirad en esta expiriencia,
que si Dios os dio a conocer que pedisteis, aunque se tarde, daros ha y responderos
ha. Sentiréis algunas veces que cuando se tardan, un no sé qué, no sé cómo se
es esto; cuando con fe demandamos nos dan a entender que nos oirán y que nos
darán lo que pedimos; sentís algunas veces que tuvo efecto vuestra petición. […]
Compañeras inseparables son oración y misericordia. Oración de corazón, que
mana de fe viva, alcanzará lo que pidiere. Si el Señor te ha hecho merced en
darte el don de la oración, darte ha también lo que pidieres, porque, aunque te
lo dilate, no se le olvida.
8.
Salió esta mujer bien armada. No está enferma. Es tanto lo que le dolía el mal
que la otra padecía, que lo tenía por suyo propio. Tomar los males ajenos por
nuestros propios, compadecernos de ellos como si nosotros los padeciésemos, no
entendemos esta palabra. ¿Quién hay agora que sienta la afrenta y necesidad que
su prójimo padece, que se dúela de sus males como si él mesmo los tuviese, y él
se sienta pobre con el pobre, y tentado con el tentado, y afligido con el afligido?
No sabemos qué es esto. No entendemos este lenguaje. Antes, padre, apenas me
puedo condoler de los males ajenos, cuánto más tenerlos por míos proprios.
10. Y esta es la regla de la caridad, que no sabemos dónde mora. Lo que hace
la carne por parentesco, ¿no haría la gracia con caridad y Espíritu Santo? Si
no tenemos, pidámoslo al Señor. Esto dice esta buena mujer cananea. Esto dice a
los padres sacerdotes. Llámaos así, tristes, pues tal carga tenéis a cuestas.
Cuando los quieren ordenar, examínanlos si saben cantar y leer, si tienen buen
patrimonio; pues ya, si saben unas pocas de cánones y tienen buen patrimonio,
¡sus!, ordenar. ¿En qué examinará Dios? En la caridad para con todos y en la
oración, si saben bien orar y importunar a Dios por los prójimos y amansando y
hacer amistad entre Dios y los hombres, y sentir males ajenos y llorarlos, y
sentir lo que no conocieron y lo que no vieron. Y si esto no sabe, ¿qué
aprovecha todo esotro? Esto aprendimos de la Cananea.
11. Aquí calló con esta mujer, y el domingo pasado habló con el demonio,
cuando con las palabras de la sagrada Escriptura le venció. ¿Habéis sufrido
esta lanzada en la oración, cuando os salís de ella tan frío y tan seco y tan
sin devoción como entrastes y algunas veces
peor y más duro? A`rended de esta mujer, que fue a rogar a Dios, y, como no le
respondió, fue a sus santos, llegóse a sus santos discípulos y rogóles que
hablasen por ella a Jesucristo. ¡Qué soolicitud traía de unos en otros! Y cómo
los importunaba, pues que los apóstoles dijeron a Cristo: haced ya, Señor,
lo que esta mujer os ruega, que viene dando voces tras nosotros. Y dijo
Cristo: no soy enviado yo sino a las ovejas que perecieron de la casa de
Israel (cf. Mt 15, 23-24). ¿Agora respondéis con eso, Señor, después de
importunado y rogado por ella y por los santos apóstoles, que puso por
rogadores? ¿Con eso salís? Peor es eso, Señor, que callar. ¿Quién tuviera un
arnés de Milán para sufrir eso?
12. Póneste a un rinconcillo a rogar a Dios alguna cosa, y parece que te
desecha y te dice: “Anda, calla, déjate de eso, que no es para ti eso, no se
puede hacer, que no te has de salvar, que no estás bien con Dios, apártate allá”.
Y con todo esto porfía la mujer. Vase ella a Cristo y dice: Domie, adiuva me
(cf. Mt 15, 25). Aun no estás llagada, ¿y pides ayuda? ¿Qué refrescos traes
para pedir? ¿Mientras más disfavor mayor esperanza? Abrahán creyó en la
esperanza contra toda esperanza (Rm 4, 18).
14. Querría que no le pidiésemos señales, como os prediqué el domingo. Ansi
lo hace la mujer cananea, que habiéndola desechado Cristo, vuelve como de
primero con fuerzas frescas, y mirad qué respuesta le dieron. No hacía
Jesucristo aquello de cruel y áspero, sino porque conozca el universo mundo la
grandísima fe de esta mujer: No es bueno tomar el pan de los hijos y darlo a
los perros. Eso que tú pides es para hijos y tú eres perra. Espera, Señor,
que si es perra, quizá os morderá. Dícete a ti: Quien esto ha hecho, ¿pide
misericordia? Quien tanto ha pecado, ¿osa llegar a Dios? Esto es llamarte
perra.
No pido yo lo que se ha de dar a los hijos buenos. Habéis dado tanto a
los hijos, habéisles predicado, enseñado; nacistes entre ellos, habéis sanado,
resucitado, ¿qué, Señor, hay que no hayáis hecho por ellos? Dadme a mi de lo
que sobra. Parecióle bien la perseverancia y fe viva de esta mujer, y
respondióle: Mujer, grande es tu fe, hágase como lo pides; y sanóle la hija
de aquella hora (Mt 15, 26-28). ¡Basta!, que va el señor vencido, pues se
hizo todo lo que la Cananea, de gran fe, le pidió.
Sermón del Jueves de la Semana I de Cuaresma. III, pgs. 140ss.
Y los pequeños, Señor, los huérfanos de linaje humanal, ¿no tendrán parte
en vuestro convite? ¿No comerán siquiera de las migajas que caen de la mesa
de los señores? (cf. Mt 15, 27). ¿Qué dices, Señor?; que te piden los
pobres manjar para que no perezcan de hambre; y pues has hartado los grandes,
no te olvides, Señor, de los chicos. Los pobres y menesterosos – dice Dios
– buscan agua, y no la hay; la lengua de ellos con sed se ha secado. Yo el
Señor los oiré; Dios de Israel, no los desampararé (Is 41, 17). ¿Qué
comeremos, Señor, y beberemos los pobres a la mesa de los ángeles ricos?
Sermón del Santísimo Sacramento. III, pg. 754.
A la priesa de las oraciones de la Virgen responde Dios. Tráelo de los
cielos a la tierra, entra en su vientre, ármale de unas armas y carne tan
delicada, que le fatiga la hambre y la sed y el cansancio, y le punzan las
espinas, dándole cinco mil y tantos azotes; ¡y Él al Padre: ¡Perdónalos,
Señor! (Lc 23, 24). ¿Quién puede alcanzar delante de Dios negocio tan
grande? Mediante las oraciones de la Virgen. Dice Dios: Mujer, grande es tu
fe; hágase como tú quieres (Mt 15, 28).
Sermón de la Presentación del Señor. III, pg. 850.
Despierte ya, señora, y tenga a sí por quien es, y a Dios por quien es. Y
si desechada se sintiere, súfralo con humildad, pues así lo merece. E si el
Señor dice que es perra, diga con la cananea que es verdad (cf.
Mt 15, 26); mas por eso no desmaye y peque dos veces, una en el poco
conocimiento suyo, otra en no sentir bien de la suma bondad del Señor, pensando
que no la quiere o no quiere que lo busque. ¿E por qué osó decir tan gran
falsedad y testimonio falsísimo? ¿Por qué pone mancha en la pureza de la
misericordia divina y en el blanco Cordero, que dijo: A todo aquel que
viniere a mí, no le echaré fuera? (Jn 6, 37). ¿Por qué tiene por enemigo al
que la castiga y sospecha contra su Médico? Amor es todo lo que hace el Señor
con ella, sino, como no conoce por amor sino al regalo, parécele que quien
ama a su hijo multiplica los azotes (Si 30, 1); y tratándola el Señor así,
aun no se conoce ni es vil en sus ojos.
Carta a una doncella enferma y desmayada en el camino de Dios. IV, pg. 182-183.
Y está el hombre entero todo, de dentro y fuera, puesto en desconsuelo de
cruz; gime y pide socorro a nuestro Señor, y no solo se hace sordo y escondido
más que detrás de siete paredes, mas aun siente que el Señor se desvía de ella,
no solo no dándole favor, mas aun enseñándole el disfavor, como lo hizo con la
Cananea, que primero no la respondió y después la llamó de perra (cf. Mt 15,
26). Hora es aquella de grande angustia; y en ninguna parte halla el ánima
reposo, como cuando uno se ahoga en un profundo mar, sin hallar en qué hacer
pie, o como el que está atado de pies y manos, y prueba a levantarse, y no
puede. Porque ansí como aquel a quien Dios consuela, ningún tormento ni pena le
puede desconsolar, así al que Dios desconsuela ninguna cosa le puede alegrar.
Mas por tal desierto e imagen de muerte conviene ir a los siervos de Dios
tras su Señor, y por aquellas tinieblas y tristezas conviene pasar para llegar
al descanso.
A una religiosa, hija suya espiritual. IV, pg. 578-579.
No esta, señora, en sentimientos el aprovechamiento, sino en
conocimientos de sí mesmo y en despreciarse y desearlo ser; en tomar trabajos
de dentro y de fuera; en saber padecer por prójimos y en poner la vida por
ellos, si fuera menester; en cumplir todo lo que Dios manda, porque Él lo manda
y por amor, aunque no nos hubiese de dar nada; en confiar en Él, aunque nos
llame perros, como a la cananea (cf. Mt 15, 26). Y quien destas cosas más
tiene, más agradable es, aunque no tenga sentimientos orando ni comulgando ni
en otro tiempo.
A una persona que padecía sequedades y tentaciones. IV, pg. 735.
Que así como una castidad es probada en cosas contrarias, una humildad
con deshonras, una paciencia contrabajos, una caridad con hacer bien a quien
nos hace Mal, así es la fe y confianza probada con enviar Dios trabajos que
parezcan sacar de juicio, y esconderse Él, y parecer que añade más mientras más
es rogado. Conviene pasar esto si queremos oír: ¡Mujer, grande es tu fe! (Mt
15, 28). Esta lucha hemos de vencer, si queremos nombre y corona de verdaderos
y perfectos fieles. Y conviene recebir azotes y que escuezcan hasta el ánima, y
creer que son abracijos de grande amor. En esto que de fuera parece ira, hemos
de creer el corazón de Dios muy pacífico, y sus entrañas muy paternales, para
que no vivamos en sentido de carne, sino en fe, que es muerte de sentido de
carne.
Esta, señora, es la sabiduría de la cruz, que a ojos cerrados se subjecta
a la santa ordenación de Dios; y con este no juzgar, sino confiar en Él, es más
sabia que todo el saber del mundo. Porque quien a Dios quiere conocer y
agradar, no alcance, sino abaje los ojos con humildad; y no escudriñar y
alcanzará el verdadero saber, y hallará el Señor de las virtudes, que en todas
las cosas es suave para los suyos, y entonces les hace mayores bienes cuando a
los ojos de la carne parece que los desampara.
A una señora. IV, pg. 144.
Mas en esto se verá si sois cananea, en que, siendo injuriada y
desechada, importunéis al Señor, y siguiendo al que huye y humillándoos al que
os trata como perra, no le dejéis de amar pura y sencillamente, como si
sintiésedes grandes regalos y favores de Él, que al fin os responderá: ¡Mujer,
grande es tu fe; hágase como tú quieres! (Mt 15, 28). Mas estad vos determinada
de serle fiel y que le digáis de corazón: “Yo, Señor, os quiero amar, aunque
vos no me améis; yo os quiero buscar y enseñar buena cara, aunque vos huyáis de
mí. Ameos yo, y haced de mí lo que fueredes servido”. Y así, tornárseos han los
disfavores en ejercicio de verdadero amor, con el cual debéis de quedar más contenta
que con los disfavores penada.
A una religiosa, hija suya espiritual. IV, pg. 580.
San Oscar Romero.
Es hermoso sentirse hermanos cada domingo, sobre todo en este
momento, que es un momento de familia. Somos la familia de Dios que peregrina
en la tierra y cada domingo, como las familias unidas, en un fin de semana se
unen con sus padres a los otros miembros que están dispersos a lo largo del
trabajo de la semana; y venimos a compartir, a sentir de veras que lo que cada
uno hace le interesa a todos; y que así vamos unidos en una misma fuerza de
amor, de fe, de esperanza en medio de un mundo que nos ofrece tantas
dificultades, pero precisamente las familias se unen más, cuanto más arrecian
por fuera las tempestades.
Por eso en este ambiente de familia, es el Padre el que nos
orienta, el que nos aconseja, el que nos habla; y el padre es nuestro Dios al
que dentro de poco llamaremos: Padre Nuestro. El nos habla y el sacerdote o el
Obispo que predica no es más que un mensajero suyo entresacado de la misma
familia para comunicar su mensaje divino. Y se ha organizado este mensaje a lo
largo del Año Litúrgico, de tal manera, que cada domingo es novedad, nos va
presentando aspectos diversos de esta familia tan maravillosa que se llama, la
Iglesia, principio del reino de Dios en la tierra. Cómo no va a ser
maravilloso, si se trata del reino de Dios, aunque todavía envuelto en las
limitaciones, en las imperfecciones de los hombres que la formamos; pero que
vamos tratando de hacernos menos indignos de esa vida que Dios quiere
participar con nosotros en su plenitud cuando esta peregrinación termine. De
allí, que los aspectos que este domingo nos ofrece la divina palabra, como de
costumbre yo lo resumo en este pensamiento: El dinamismo misionero, espiritual
y social del reino de Dios en su Iglesia. Estos serán los tres aspectos de la
homilía de hoy.
20 de agosto de 1978.
Papa Francisco.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (cfr. Mt 15, 21-28)
describe el encuentro entre Jesús y una mujer cananea. Jesús está al norte de
Galilea, en territorio extranjero, para estar con sus discípulos un poco
alejado de las multitudes, que lo buscan cada vez más numerosas. Y entonces se
acerca una mujer que implora ayuda para la hija enferma: «¡Ten piedad de mí,
Señor!» (v. 22). Es el grito que nace de una vida marcada por el sufrimiento,
por el sentido de impotencia de una madre que ve a la hija atormentada por el
mal y no puede curarla. Jesús al principio la ignora, pero esta madre insiste,
insiste, también cuando el Maestro dice a los discípulos que su misión está
dirigida solamente a las «ovejas perdidas de la casa de Israel» (v. 24) y no a
los paganos. Ella le sigue suplicando, y Él, a este punto, la pone a prueba
citando un proverbio —parece casi un poco cruel esto— : «No está bien tomar el
pan de los hijos y echárselo a los perritos» (v. 26). Y la mujer enseguida,
despierta, angustiada, responde: «Sí, Señor, pero también los perritos comen de
las migajas que caen de la mesa de sus amos» (v. 27).
Con estas palabras esta madre demuestra haber
intuido que la bondad del Dios Altísimo, presente en Jesús, está abierta a toda
necesidad de sus criaturas. Esta sabiduría plena de confianza toca el corazón
de Jesús y le arrebata palabras de admiración: «Mujer, grande es tu fe; que
te suceda como deseas» (v. 28). ¿Cuál es la fe grande? La fe grande es aquella
que lleva la propia historia, marcada también por las heridas, a los pies del
Señor pidiéndole que la sane, que le dé sentido.
Cada uno de nosotros tiene su propia historia y no
siempre es una historia limpia; muchas veces es una historia difícil, con
muchos dolores, muchos problemas y muchos pecados. ¿Qué hago, yo, con mi
historia? ¿La escondo? ¡No! Tenemos que llevarla delante del Señor: “¡Señor, si Tú quieres,
puedes sanarme!” Esto es lo que nos enseña esta mujer, esta buena mujer: la
valentía de llevar la propia historia de dolor delante de Dios, delante de
Jesús; tocar la ternura de Dios, la ternura de Jesús. Hagamos, nosotros, la
prueba de esta historia, de esta oración: cada uno que piense en la propia
historia. Siempre hay cosas feas en una historia, siempre. Vamos donde
Jesús, llamamos al corazón de Jesús y le decimos: “¡Señor, si Tú quieres,
puedes sanarme!”. Y nosotros podremos hacer esto si tenemos delante de nosotros
el rostro de Jesús, si nosotros entendemos cómo es el corazón de Cristo: un
corazón que tiene compasión, que lleva sobre sí nuestros dolores, que lleva
sobre sí nuestros pecados, nuestros errores, nuestros fracasos.
Pero es un corazón que nos ama así, como somos, sin
maquillaje. “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Y por esto es necesario
entender a Jesús, tener familiaridad con Jesús. Y vuelvo siempre al consejo que
os doy: llevar siempre un pequeño Evangelio de bolsillo y leed cada día un
pasaje. Llevad el Evangelio: en el bolso, en el bolsillo y también en el
móvil, para ver a Jesús. Y allí encontraréis a Jesús como Él es, como se
presenta; encontraréis a Jesús que nos ama, que nos ama mucho, que nos quiere
mucho. Recordad la oración: ¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Bonita
oración. Que el Señor nos ayude, a todos nosotros, a rezar esta bonita oración
que nos enseña una mujer pagana: no cristiana, ni judía, sino pagana.
La Virgen María interceda con su oración, para que
crezca en cada bautizado la alegría de la fe y el deseo de comunicarla con el
testimonio de una vida coherente, que nos dé la valentía de acercarnos a Jesús
y decirle: ¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”.
Ángelus. 6 agosto 2017.
Papa Francisco. Audiencia general.
Catequesis. El Viaje apostólico a Portugal con motivo de la XXXVII Jornada
Mundial de la Juventud
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En los días pasados fui a Portugal para la 37ª
Jornada Mundial de la Juventud.
Esta JMJ de Lisboa, celebrada después de la
pandemia, ha sido sentida por todos como don de Dios, que ha vuelto a poner
en movimiento los corazones y los pasos de los jóvenes, tantos jóvenes de
todas las partes del mundo - ¡tantos! – para ir a encontrarse y encontrar a
Jesús.
Como bien sabemos, la pandemia ha tenido un fuerte
impacto en los comportamientos sociales: el aislamiento a menudo ha degenerado
en encierro, y los jóvenes se han visto particularmente afectados por él. Con
esta Jornada Mundial de la Juventud, Dios ha dado un "empujón" en
sentido contrario: esta ha marcado un nuevo inicio de la gran peregrinación de
los jóvenes a través de los continentes, en nombre de Jesucristo. Y no es
casualidad que haya sucedido en Lisboa, una ciudad que se asoma al océano,
ciudad símbolo de las grandes exploraciones por mar.
Y entonces en la Jornada Mundial de la Juventud el
Evangelio propuso a los jóvenes el modelo de la Virgen María. En su momento más
crítico, [María] va a visitar a su prima Isabel. Dice el Evangelio: «Se levantó
y partió sin demora» (Lc 1,39). A mí me gusta mucho invocar a la Virgen bajo
este aspecto: la Virgen "apresurada", que siempre hace las cosas
apresurada, nunca nos hace esperar, porque Ella es la madre de todos. Así
María hoy, en el tercer milenio, guía la peregrinación de los jóvenes tras las
huellas de Jesús. Como hizo hace un siglo en Portugal, en Fátima, cuando se
dirigió a tres niños encomendándoles un mensaje de fe y de esperanza para la
Iglesia y el mundo. Por esto, en la JMJ, volví a Fátima, al lugar de las
apariciones, y junto a algunos jóvenes enfermos recé a Dios para que sane al
mundo de las enfermedades del alma: la soberbia, la mentira, la enemistad, la
violencia – son enfermedades del alma y el mundo está enfermo de estas
enfermedades. Y hemos renovado nuestra consagración, de Europa, del mundo
al Corazón de María, al Corazón Inmaculado de María. He rezado por la paz,
porque hay muchas guerras en todas las partes del mundo, muchas.
Los jóvenes del mundo acudieron a Lisboa numerosos
y con gran entusiasmo. Les encontré también en pequeños grupos, y algunos con
muchos problemas; el grupo de jóvenes ucranianos llevaban historias que eran
dolorosas. No eran unas vacaciones, un viaje turístico, y tampoco un evento
espiritual fin en sí mismo; la Jornada Mundial de la Juventud es un encuentro
con Cristo vivo a través de la Iglesia. Los jóvenes van a encontrar a Cristo.
Es verdad, donde hay jóvenes hay alegría y hay un poco de todas estas cosas.
Mi visita a Portugal, con motivo de la JMJ, se
benefició de su ambiente festivo, de esta ola de jóvenes. Doy gracias a Dios
por ello, pensando especialmente en la Iglesia de Lisboa que, a cambio del gran
esfuerzo realizado por la organización y la acogida, recibirá nuevas energías
para continuar el nuevo camino, para echar de nuevo las redes con pasión
apostólica. Los jóvenes en Portugal son ya hoy una presencia vital, y ahora,
después de esta "transfusión" recibida por las Iglesias de todo el
mundo, lo serán todavía más. Y muchos jóvenes, al regresar, han pasado por
Roma, les estamos viendo también aquí, hay algunos que han participado en esta
Jornada. ¡Ahí están! Donde están los jóvenes hay ruido, ¡saben hacerlo bien!
Mientras que en Ucrania y en otros lugares del
mundo se combate, y mientras en ciertas salas escondidas se planifica la guerra
– es feo esto, ¡se planifica la guerra! - la JMJ ha mostrado a todos que
otro mundo es posible: un mundo de hermanos y hermanas, donde las banderas de
todos los pueblos ondean juntas, una junto a la otra, ¡sin odio, sin miedo, sin
cierres, sin armas! El mensaje de los jóvenes ha sido claro: ¿lo escucharán
los "grandes de la tierra"? Me pregunto, ¿escucharán este entusiasmo
juvenil que quiere paz? Es una parábola para nuestro tiempo, y todavía hoy
Jesús dice: "¡El que tenga oídos, que oiga! ¡El que tenga ojos, que
vea!". Esperemos que todo el mundo escuche esta Jornada de la Juventud y
mire esta belleza de los jóvenes yendo adelante.
Expreso nuevamente mi gratitud a Portugal, a
Lisboa, al presidente de la República, que estuvo presente en todas las
celebraciones, y a las otras autoridades civiles; al patriarca de Lisboa -¡que
lo ha hecho bien! -, al presidente de la Conferencia Episcopal y al obispo
coordinador de la Jornada Mundial de la Juventud, a todos los colaboradores y voluntarios.
Pensad que los voluntarios – fui a encontrarles el último día, antes de volver
– eran 25 mil: ¡esta Jornada ha tenido 25 mil voluntarios! ¡Gracias a todos!
Por intercesión de la Virgen María, el Señor bendiga a los jóvenes del mundo
entero y bendiga al pueblo portugués. Rezamos juntos a la Virgen, todos juntos,
para que Ella bendiga al pueblo portugués.
Homilía Chat GPT (Inteligencia
Artificial).
La historia de la mujer sirofenicia se encuentra en el Evangelio de
Marcos, capítulo 7, versículos 24 al 30, y en el Evangelio de Mateo, capítulo
15, versículos 21 al 28. Esta historia relata un encuentro entre Jesús y una
mujer de origen cananeo (sirofenicio) que busca la sanación de su hija poseída
por un demonio. Aquí está una posible homilía basada en este pasaje:
Título: La Fe Inquebrantable de la Mujer Sirofenicia
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
En el Evangelio de hoy, nos encontramos con una historia poderosa de
fe y perseverancia, protagonizada por una mujer sirofenicia. Su historia nos
recuerda la importancia de la fe inquebrantable y la confianza en Jesús,
incluso en medio de desafíos y dificultades.
Imaginemos a esta mujer, cuya hija estaba sufriendo a causa de un
demonio. Ella había oído hablar de Jesús y de sus milagros, y en su
desesperación, decidió buscar su ayuda. Pero, como nos dice el Evangelio,
cuando se acercó a Jesús, inicialmente él parecía no estar dispuesto a
ayudarla. Él le dijo que su misión era para los hijos de Israel, y no para los
extranjeros.
Sin embargo, esta mujer no se rindió ante la primera negativa. Su fe
en Jesús era tan profunda que no se dejó desanimar por sus palabras
aparentemente desalentadoras. En lugar de eso, ella respondió con humildad
y convicción: "Sí, Señor, pero también los perros comen las migajas que
caen de la mesa de sus dueños". Su respuesta mostró una humildad profunda
y una confianza incuestionable en la capacidad de Jesús para sanar a su hija.
Jesús, impresionado por la fe y la perseverancia de esta mujer, elogió
su fe y accedió a sanar a su hija. En ese momento, se manifestó la grandeza de
la fe de la mujer sirofenicia. Ella no permitió que los obstáculos, las
barreras culturales ni las aparentes negativas la detuvieran en su búsqueda de
la sanación para su hija.
Esta historia nos enseña varias lecciones importantes. En primer
lugar, nos recuerda que la fe es un motor poderoso que puede mover montañas
y superar cualquier adversidad. La fe auténtica nos impulsa a perseverar
incluso cuando enfrentamos dificultades aparentemente insuperables. En segundo
lugar, esta historia destaca la universalidad del mensaje de Jesús.
Aunque inicialmente dijo que su misión era para los hijos de Israel, finalmente
mostró que su amor y su poder sanador se extienden a todas las personas, sin
importar su origen o cultura.
Así que, hermanos y hermanas, sigamos el ejemplo de la mujer
sirofenicia. Cultivemos una fe inquebrantable en Jesús, confiando en que su
amor y su poder están disponibles para nosotros en medio de nuestras luchas.
No permitamos que las dificultades nos desanimen, sino acerquémonos a él con
humildad y confianza, sabiendo que incluso las "migajas" de su gracia
son suficientes para cambiar nuestras vidas.
Que esta historia nos inspire a cultivar una fe profunda y a perseverar
en nuestras oraciones y esfuerzos, confiando en que Jesús siempre está
dispuesto a escuchar y a sanar.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
DOMINGO XX T. O. 20 de agosto de 2023.
Monición de entrada.-
Buenos
días:
La
misa del domingo tiene que mostrar que somos la iglesia acogedora.
En
ella no distinguimos a los que son del pueblo o de España de los que son
forasteros o de otros países.
Sino
que todos formamos una familia, porque todos somos queridos por Dios.
Señor, ten piedad.-
Tú que has
venido a buscar la oveja perdida. Señor, ten piedad.
Tú que en la
cruz nos perdonaste a todos. Cristo, ten
piedad.
Tú que haces de
todos un solo pueblo. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Por el Papa Francisco, que es de
Argentina, y a nuestro obispo Enrique, que es de un pueblo distinto al nuestro,
Quatretonda. Te lo pedimos, Señor.
Por la Iglesia, señal del amor de Dios a
todas las personas, que lleva el Evangelio a otros países. Te lo pedimos, Señor.
Por el pueblo judío, en el que nació
Jesús. Te lo pedimos, Señor.
Por las personas de otros países que han
venido a España. lo pedimos, Señor.
Por nosotros, que somos queridos por
Jesús. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias porque
siendo judía nos quieres a nosotros como hijos, aunque no seamos de tu país.
DOMINGO XXI T. O. 26 de agosto de 2023.
Monición de entrada.-
Buenos
días:
Los
que vemos a misa creemos en Jesús.
Y
en las enseñanzas de san Pedro y los Apóstoles.
Así
los domingos decimos el Credo, que es el resumen de lo que enseñaron los
apóstoles.
Gracias
a ellos conocemos a Jesús y en misa estamos con Él.
Señor, ten piedad.-
En ti creemos.
Señor, ten piedad.
A ti acudimos.
Cristo, ten piedad.
A ti elegimos.
Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Por el Papa Francisco, que ha recibido
de Jesús la misión de guardar la unidad y confirmar en la fe a sus hermanos y
por el obispo Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Por los que mandan en los países. Te lo pedimos, Señor.
Por los que quieren a Jesús pero no
creen que sea el Hijo de Dios. Te lo pedimos, Señor.
Por nosotros, que somos piedras vivas
apoyadas en los apóstoles. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias porque
los apóstoles, que nos hablaron de Jesús y a los que tú querías como a hijos.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Jerónimo.
Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA
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