Lectura del libro de
Jeremías 20, 7-9
Me sedujiste, Señor, y
me dejé seducir; has sido más fuerte que yo y me has podido. He sido a diario
el hazmerreír, todo el mundo se burlaba de mí. Cuando hablo, tengo que gritar,
proclamar violencia y destrucción. La palabra del Señor me ha servido de oprobio
y desprecio a diario. Pensé en olvidarme del asunto y dije: “No lo recordaré;
no volveré a hablar en su nombre; pero había en mis entrañas como fuego, algo
ardiente encerrado en mis huesos. Yo intentaba sofocarlo, y no podía.
Textos paralelos.
Me has
seducido, Yahvé.
Jr 15, 10: ¡Ay de mí, madre mía / que me engendraste
/ hombre de pleitos y contiendas / con todo el mundo!
Pero había en mi corazón algo / parecido a fuego
ardiente.
Jr 23, 29: ¿no es mi palabra fuego / – oráculo del Señor – / o martillo que tritura
la piedra?
Prendido en mis huesos.
Jb 32, 19-20: Mis entrañas están como odres nuevos /
que el vino encerrado revienta. / Hablaré y me desahogaré, / abriré los labios
para responder.
Sal 39, 4: El corazón me ardía por dentro; /
pensándolo me requemaba, / hasta que solté la lengua.
Notas exegéticas.
20 7 Estas imágenes de seducción y de lucha señalan la influencia de Yahvé
sobre el profeta. Este parece que aquí se rebela contra un Dios al que
considera responsable de su desdicha. Resulta rara en la Biblia la expresión de
tamaña desesperación. Pero Jeremías mantiene la certeza de que Yahvé es el Dios
de la Gracia, y en lo más hondo de su angustia lanza un grito de esperanza.
Salmo responsorial
Sal 62, 2-6.8-9
R/. Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío.
Oh, Dios, tú eres mi Dios, por ti
madrugo,
mi alma está sedienta de ti; mi carne
tiene ansia de ti,
como tierra reseca, agostada, sin agua. R/.
¡Cómo te contemplaba en el santuario
viendo tu fuerza y tu gloria!
Tu gracia vale más que la vida,
te alabarán mis labios. R/.
Toda mi vida te bendeciré
y alzaré las manos invocándote.
Me saciaré como de enjundia y de manteca,
y mis labios te alabarán jubilosos. R/.
Porque fuiste mi auxilio,
y a la sombra de tus alas canto con
júbilo.
Mi alma está unida a ti,
y tu diestra me sostiene. R/.
Textos paralelos.
Dios, tú mi Dios, yo
te busco.
1 S 22, 1a: David marchó
de allí a esconderse en el refugio de Adulán.
Sal 36, 6-10: Señor tu
lealtad llega al cielo, / tu fidelidad hasta las nubes; / tu justicia es como
las altas cordilleras, / tus juicios son un océano inmenso. / Tú socorres a
hombres y animales / ¡qué inapreciable es tu lealtad, oh Dios! / Los humanos se
acogen / a la sombra de tus alas, / se nutren de la enjundia de tu casa, / les
das a beber del torrente de tus delicias; / porque en ti está la fuente viva /
y a tu luz vemos la luz.
Mi ser tiene sed de
ti.
Sal 42, 2: Como ansía la
cierva corrientes de agua, / así mi alma te ansía, oh Dios.
Como un erial
agotado, sin agua.
Sal 143, 6: Extiendo
hacia ti las manos / y la garganta como tierra reseca.
Me saciaré como de
grasa y médula.
Sal 36, 9: Se nutren de
la enjundia de tu casa, / les das a beber del torrente de tus delicias.
Mi ser se aprieta
contra ti.
Sal 17, 8: Guárdame como
a la niña de los ojos, / a la sombra de tus alas escóndeme.
Notas exegéticas.
63 1 Este salmo ha sido aplicado a David errante por el desierto. Quizá
ha sufrido retoques en función de esta relectura.
63 2 Versiones: “por ti madrugo”.
Segunda lectura.
Lectura de la segunda
carta del apóstol san Pablo a los Romanos 12, 1-2
Os exhorto, hermanos,
por la misericordia de Dios, a que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio
vivo, santo, agradable a Dios; este es vuestro culto espiritual. Y no os
amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para
que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le
agrada, lo perfecto.
Textos paralelos.
Como un sacrificio vivo, santo y agradable a Dios.
Hch 10, 35: [Dios] antes acepta a quien lo respeta y procede
honradamente, de cualquier nación que sea.
Tal debería ser vuestro culto espiritual.
Rm 1, 9: Tomo como testigo a Dios, a quien doy culto espiritual
anunciando la buena noticia de su Hijo, de que sin cesar os recuerdo siempre.
No os acomodéis a la forma de pensar en el mundo.
Rm 8, 5: En efecto, los que viven según el instinto se inspiran en el
instinto; los que viven según el Espíritu se inspiran en el Espíritu.
Rm 8, 14: Cuantos se dejan llevar del Espíritu de Dios son hijos de Dios.
Rm 8, 26: De ese modo el Espíritu socorre nuestra debilidad. Aunque no
sabemos pedir como es debido, el Espíritu mismo intercede por nosotros con
gemidos inarticulados.
Transformaos mediante la renovación de vuestra mente.
Ef 4, 23-24: Renovaos en espíritu y mentalidad, revestíos de la nueva humanidad,
creada a imagen de Dios con justicia y santidad auténticas.
Rm 2, 18: Estás convencido de ser guía de ciegos, luz de los que están
a oscuras.
Ef 5, 10: Comprobad qué agrada al Señor.
Ef 5, 17:Por eso no seáis imprudentes, antes comprended lo que el Señor
desea.
Podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios.
Flp 1, 10: Para que sepáis apreciar lo que vale más. Así llegaréis
limpios y sin tropiezo al día de Cristo.
Hb 5, 14: El alimento sólido es para los maduros, que con la práctica y
el entrenamiento de los sentidos, saben distinguir el bien del mal.
Notas exegéticas.
12 La comunidad
cristiana sucede al Templo de Jerusalén y el Espíritu que mora en ella da una
nueva intensidad a la presencia de Dios en medio del pueblo santo. También
inspira un nuevo culto espiritual, porque los creyentes son los miembros de
Cristo, quien, en su cuerpo crucificado y resucitado, se ha hecho el lugar de
una presencia nueva de Dios y de un culto nuevo.
12 1 (a) Lit. “ofrezcáis
vuestros cuerpos”. Pero no se trata del cuerpo en cuanto distinto del alma,
sino de la persona como tal, que opera en y por el cuerpo, lugar necesario de
su existencia y de su acción, de su relación con Dios, con los demás y con el mundo.
12 1 (b) El adjetivo “espiritual”
traduce el griego logikós: “razonable”, “lógico”, “pertinente”. Pablo
quiere decir a la vez que la ofrenda de sí mismo es verdadera y que responde
adecuadamente al don mismo de Dios descrito en los capítulos 1-11.
12 2 “Mundo” o “siglo”: lit.
“eón”. Los primeros cristianos adoptan del judaísmo su concepción de dos
grandes periodos en la historia del mundo: el siglo presente,
abiertamente dominado por el mal, y el siglo venidero, donde Dios,
establecerá su reino. Pero para Pablo, como para la mayor parte de los primeros
autores cristianos, el mundo futuro ha comenzado tras la llegada de Cristo. El
mundo presente, sometido al siglo del pecado, solo persiste como prórroga, pues
su fin está decidido: las arras del nuevo mundo ya están presentes. En
consecuencia, el cristiano no debe permitir que una realidad marcada por el mal
y condenada a su pronta desaparición dicte sus normas de vida.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Mateo 16, 21-27
En aquel tiempo, comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía
que ir a Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos
sacerdotes y escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Pedro se lo llevó aparte y se puso a increparlo:
-¡Lejos de ti tal cosa, Señor! Eso no puede pasarte.
Jesús se volvió y dijo a Pedro:
-¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres para mí piedra de tropiezo, porque
tú piensas como los hombres, no como Dios.
Entonces dijo a los discípulos:
-Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo, tome su
cruz y me siga. Porque quien quiera salvar su vida, la perderá; pero el que la
pierda por mí, la encontrará. ¿Pues de qué le servirá a un hombre ganar el
mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué podrá dar para recobrarla? Porque el Hijo
del hombre vendrá, con la gloria de su Padre, entre sus ángeles, y entonces
pagará a cada uno según su conducta.
Textos paralelos.
Debía ir a Jerusalén.
Mt 17, 12: Pero os aseguro que Elías ya vino y no lo reconocieron y lo
trataron a su antojo. Otro tanto ha de sufrir de ellos este Hombre.
Mt 17, 22-23: Mientras paseaban juntos por Galilea, Jesús les dijo: “Este
Hombre será entregado en manos de hombres que le darán muerte. Al tercer día
resucitará”. Ellos se entristecieron profundamente.
Lc 2, 38: Se presentó en aquel momento, dando gracias a Dios y hablando
del niño a cuantos aguardaban el rescate de Jerusalén.
Lc 13, 33: Con todo, hoy y mañana y pasado tengo que seguir mi viaje,
porque no cabe que un profeta muera fuera de Jerusalén.
Resucitaría al tercer día.
Hch 10, 40-41: Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se
apareciese, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados de antemano por
Dios.
Os 6, 2: En dos días nos hará revivir, / al tercer día nos restablecerá/
y viviremos en su presencia.
¡De ningún modo te sucederá eso!
Mt 4, 10: Entonces Jesús le replicó: “¡Vete, Satanás!, que está
escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.
Volviéndose, dijo a Pedro.
1 Re11, 14: Así, suscitó el Señor a Salomón un adversario: Hadad, el
idumeo, de la estirpe de Edom.
¡Solo me sirves de escándalo!
Is 8, 14: Él será para tropezar / y roca para despeñarse / para las dos
casas de Israel, / será lazo y trampa.
Mc 4, 13: Y añadió: “Si no entendéis esta parábola, ¿cómo vais a entender
las restantes?”.
Entonces dijo Jesús.
// Mc 8, 34: Y llamando a la gente con los discípulos, les dijo: “Quien
quiera seguirme, niéguese a sí, cargue con su cruz y sígame”.
Mc 9, 1: Os aseguro que hay aquí algunos presentes que no sufrirán la
muerte antes de ver llegar el reino de Dios con poder.
// Lc 9, 23-27: Y a todos les decía: “Quien quiera seguirme, niéguese a
sí, cargue con su cruz cada día y venga conmigo. Quien se empeñe en salvar su
vida la perderá; quien pierda su vida por mí la salvará. ¿Qué le aprovecha al
hombre ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él. Si uno se avergüenza
de mí y de mis palabras, este Hombre se avergonzará de él cuando vuelva con su
gloria, la de su Padre y de los santos ángeles. Os aseguro que algunos de los
aquí presentes no sufrirán la muerte antes de ver el reinado de Dios”.
Mt 10, 38-39: Quien no tome su cruz para seguirme no es digno de mí.
Quien se aferre a la vida la perderá, quien la pierda por mí la conservará.
// Lc 14, 27: Quien no carga con su cruz y me sigue, no puede ser
discípulo mío.
Porque quien quiera salvar su vida.
Lc 17, 33: Quien se empeñe en conservar la vida la perderá, quien la
pierda la conservará.
// Jn 12, 25-26: El que se aferra a la vida la pierde, el que desprecia
la vida en este mundo la conserva para una vida eterna. Quien me sirva que me
siga, y donde yo estoy estará mi servidor, si uno me sirve, lo honrará el
Padre.
Porque el Hijo del hombre ha de venir
Mt 25, 31: Cuando llegue el Hijo del Hombre con majestad, acompañado de
todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria y comparecerán ante él
todas las naciones.
Dn 7, 13-14: Seguí mirando, y en la visión nocturna vi venir en las
nubes del cielo una figura humana, que se acercó al anciano y fue presentada
ante él. Le dieron poder real y dominio: todos los pueblos, naciones y lenguas
lo respetarán. Su dominio es eterno y no pasa, su reino no tendrá fin.
2 Ts 1, 7: Hasta el punto de convertiros en modelo de todos los
creyentes de Macedonia y Asia.
Sal 62, 13: Que tuya, Señor, es la lealtad; / que tú pagarás a cada uno
/ según sus obras.
Ez 18, 21: Si el malvado se convierte / de los pecados cometidos / y guarda
mis preceptos / y practica el derecho y la justicia, / ciertamente vivirá y no
morirá
Los dichos de Jesús.
Q 14, 27 El
que no toma su cruz y viene detrás de mí no puede ser discípulo mío.
Q 17, 33 [El
que encuentre] su vida la perderá y [el que] pierda su propia vida [por mí] la
encontrará.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
16 21 (a) Después del momento crucial en el que los
discípulos hacen la primera profesión de fe expresa en la mesianidad de Jesús,
el evangelio introduce el primer anuncio de su Pasión: al papel glorioso del
Mesías une el papel doloroso del Siervo doliente. Esta disposición de
tradiciones, después de la cual viene la Transfiguración, seguida de una consigna
de silencio y un anuncio similares prepara la fe de los discípulos para la crisis
próxima de la muerte y Resurrección de Jesús.
16 21 (b) Este anuncio de la pasión, cuyo texto más
antiguo conserva Mc, lo transforma Mt según la terminología de su tiempo. Jesús
resucitará, no “a los tres días” (Mc 8, 31), sino “al tercer día”.
16 23 (a) Pedro al pretender atravesarse en el camino
que debe seguir el Mesías, le sirve de “escándalo” ( es decir, “tropiezo”, sentido
originario del griego skándalon) y se convierte en secuaz, aunque
inconsciente, del mismo Satán.
16 23 (b) Esta oposición entre los pensamientos de Dios
y los de los hombres tiene su origen en el AT y era conocida por el judaísmo
del tiempo de Jesús.
16 25 Este logion de forma paradójica, y los
que le siguen, juegan con dos etapas de la vida humana: la presente y la
futura. El griego psyjé, equivalente aquí del hebreo nefês,
combina los tres sentidos de vida, alma, persona. Ver Gn 2, 7.
16 27 “Su conducta”: var. “sus obras” – Para expresar
la idea de la retribución personal Mt cita Sal 28, 4. Profundamente enraizada
en el Antiguo Testamento esta idea presenta en Mt dos nuevas características: será
Jesús, Hijo del hombre, quien juzgará a cada uno el último día: por otra parte
Mt insiste constantemente en la importancia de las buenas obras, que hay que
realizar pensando solo en Él que “te recompensará”.
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
21-28 Comienza la etapa más difícil en el crecimiento de la fe: los apóstoles
han de purificar el seguimiento primero (4, 20); no sólo han de superar el
sueño nacionalista de un triunfo político-religioso, sino que deberán superar
el plano de la “sabiduría” de los hombres, para vivir en el plano de la sabiduría
de Dios (lo que llama san Pablo “locura de la cruz”.
21 DESPERTAR:
lit. ser despertado por Dios (voz pasiva teológica), es decir,
resucitar.
22 Pedro
empezó a ejercer precipitadamente los poderes que acababa de recibir, sin
esperar la gracia de Pentecostés, y chocó con el escándalo de la cruz. // DIOS
NO LO QUIERA. lit. es una expresión elíptica: Propicio para ti (se
entiende: “… sea Dios, a fin de que”… no te suceda eso). Probablemente
en el tiempo del NT no se percibía ya el origen religioso de esta expresión; lo
mismo que ocurre con nuestra exclamación “ojalá” (=quiera Dios).
23 DETRÁS
DE MÍ: expresión independiente de ¡VETE!, supone un verbo implícito. Fórmulas
semejantes serían: “¡quítate de delante!”, “¡no quiero ni verte!”.
// SATANÁS. Pedro ha vuelto a ser Simón Barjoná, se ha hecho “adversario” de
Jesús, se ha colocado delante del Maestro y se ha convertido en obstáculo, en
TROPIEZO en el “camino” hacia Jerusalén; para ser verdadero discípulo, Simón
necesita de nuevo ponerse DETRÁS de Jesús y seguirlo.
27 VA
A VENIR… (cf. 25, 31) CON (lit. en, que equivale a un he hebreo
instrumental) EL ESPLENDOR, e.d., la gloria de la magnificencia (6, 29) propia
del Padre (Jn 1, 14 habla del esplendor “propio del Hijo”). // PAGARÁ… SEGÚN SU
CONDUCTA (lit. a la acción de él): cf. referencias bíblicas en 1 Pe 1,
17.
Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.
16, 23 Jesús les reveló a Pedro que su misión de redención incluía un
sufrimiento terrible, muerte y resurrección. Este es el primero de los tres
anuncios de la Pasión (los otros dos: Mt 17, 22-23; 20, 17-19). Cuando Pedro se
resistió ante esta revelación, Cristo le dirigió su más severa reprimenda,
asociándole con Satanás, que también le tentó (Mt 4, 1). El mensaje de Cristo
es que no pueda haber redención sin cruz. Cat. 440, 540, 554 y 507.
16, 25 Para llegar a ser un verdadero discípulo de Cristo, se requiere un
compromiso de sacrificio de amor en su forma de negación de sí mismo y voluntad
de aceptar el sufrimiento por amor a Cristo. Una oración de san Nicolás de Flüe
dice: “Mi Señor y mi Dios, sepárame de mí para darte todo a ti”. Cat. 617, 2029
y 2232.
Catecismo de la Iglesia Católica.
440 Jesús acogió la confesión de fe de Pedro que le reconocía como el Mesías
anunciándole la próxima pasión del Hijo del hombre. Reveló el auténtico
contenido de su realeza mesiánica en la identidad trascendente del Hijo del
Hombre “que ha bajado del cielo” (Jn 3, 13), a la vez que en su misión
redentora como Siervo sufriente: “el Hijo del hombre no ha venido a ser
servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos” (Mt 20, 28).
Por esta razón, el verdadero sentido de su realeza no se ha manifestado más que
desde lo alto de la Cruz. Solamente después de su resurrección su realeza
mesiánica podrá ser proclamada por Pedro ante el pueblo de Dios: “Sepa, pues,
con certeza toda la casa de Israel que Dios ha constituido Señor y Cristo a
este Jesús a quien vosotros habéis crucificado” (Hch 2, 36).
617 Sua sanctissima passione in ligno crucis nobis justificationem meruit (“Por su sacratísima pasión en
el madero de la cruz nos mereció la justificación”), enseña el Concilio de
Trento (Sesión 6ª, Decretum de iustiricatione, c. 1) subrayado el
carácter único del sacrificio de Cristo como “causa de salvación eterna” (cf.
Hb 5, 9).
Concilio Vaticano II
[Los laicos] impulsados por la caridad que procede de Dios, hacen el bien
a todos y especialmente a los hermanos en la fe, renunciando a toda maldad y a
todo engaño, a hipocresías, envidias y maledicencias, atrayendo así a los
hombres hacia Cristo. La caridad de Dios que se ha derramado en nuestros
corazones por virtud del Espíritu Santo que nos ha sido dado hace a los laicos
capaces de encarnar realmente en sus vidas el espíritu de las bienaventuranzas.
Siguiendo a Jesús pobre, ni se abaten por la escasez de bienes temporales ni se
envanecen por su abundancia; imitando a Cristo humilde, no ambicionan la gloria
vana, sino que se afanan por agradar a Dios más que a los hombres, estando
siempre dispuestos a abandonarlo todo por cristo y a sufrir persecución por
causa de la justicia, recordando las palabras del Señor: “Si alguien quiere
venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24).
Decreto Apostolicam actuositatem, 4.
Los Santos Padres.
Para que no pensaran que el padecer era cosa indigna de Él, no solo por
lo que precede, sino por lo que sigue también, los instruye sobre la excelencia
del sufrimiento. En Juan dice: “Si el grano de trigo no cae a la tierra y
muere, se queda él solo; pero si muere, produce mucho fruto” (Jn 12, 24-25).
Aquí, tratando el tema más ampliamente, no solo refiere sus palabras a Él
mismo, a la necesidad que tiene de morir, sino también a cuantos le quieran
seguir. Tanta es – parece decir – la ganancia que hay en ello, que también para
vosotros el no querer morir es un mal; mas el estar dispuestos a la muerte, un
bien. Esto lo pone de manifiesto en lo que sigue, aunque por ahora solo trata
una parte. Y mirad cómo no obliga porque no dijo: “Queráis o no queráis, tenéis
que pasar por ello”, sino: “Si alguno quiere venir en pos de mí”. Yo no lo fuerzo
ni obligo a nadie. Libre dejo a cada uno de su propia determinación. Por eso
digo: “Si alguno quiere”.
S. Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 55, 1. 1b, pg.
77.
Si uno tiene en poco la vida presente gracias a mi palabra, que le invita
a luchar hasta la muerte por la verdad entregándola mediante la piedad a lo que
generalmente llamamos muerte, entonces por mi causa habrá perdido la vida, pero
a su vez conseguirá la salvación. Además, la frase puede interpretarse de otra
manera: si uno se da cuenta de lo que es la salvación y quiere mantener esta
salvación para la propia alma, entonces debe renunciar a esta vida, negarse a
sí mismo, tomar su cruz y seguirme, y debe perder su vida para el mundo. Pues
si la pierde por mi causa y toda mi doctrina, a cambio de haberla perdido
conseguirá la salvación.
Orígenes. Comentario al Ev. de Mateo, 12, 26. 1b, pg. 78.
¿Por qué, pues, Pedro, temes al oírme hablar de muerte? Entonces me verás
en la gloria de mi Padre. Y si yo estoy en gloria, también vosotros. Porque
vuestro destino no termina con la presente vida, sino que a esta ha de suceder
una suerte mejor. Sin embargo, después de hablar de lo bueno, no se detuvo en
ello, sino que mezcló también lo espantoso, aludiendo en sus palabras a aquel
terrible tribunal, a la cuenta inexorable, a la sentencia incorruptible y al
juicio sin apelación. Pero ni aun así quiso que sus palabras presentaran un
aspecto totalmente triste, sino que mezcló con ellas las buenas esperanzas. Con
estas palabras no solo se recuerda el castigo de los pecadores, sino también
los premios y coronas de los que han obrado rectamente.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 55, 5. 1b, pg.
79.
San Jerónimo.
21 Desde aquel día Jesús comenzó a anunciar a sus discípulos que debía ir a
Jerusalén y sufrir mucho. Aún hoy Jesús tiene mucho que padecer de parte de aquellos que
crucifican de nuevo al hijo de Dios. Considerados en la Iglesia como ancianos y
sumos sacerdotes, sin embargo, dado que siguen solamente la letra, matan al hijo
de Dios que se comprende integralmente sólo en espíritu.
22.23 Tú eres para mí un obstáculo. Muchos piensan [Hilario de Poitiers] que el
Señor no habría corregido a Pedro sino al espíritu enemigo que sugería esas
palabras al apóstol. Pero yo no creería jamás que el error del apóstol,
proveniente de un piadoso sentimiento, haya sido provocado por el diablo. Al
diablo le dice: Retírate; Pedro oye que le dicen: ve detrás de mí,
es decir, sigue mi decisión, porque no tienes el gusto de las cosas de Dios
sino de las de los hombres. Mi voluntad y la del Padre – cuya voluntad he
venido a cumplir – es que muera por la salvación de los hombres; pero tú,
considerando sólo tu voluntad, no quieres que el grano de trigo caiga en tierra
y produzca mucho fruto. Un lector atento podrá preguntarse cómo después de
haber oído una tan grande bienaventuranzas: Feliz tú, Simón,… ¿Qué
cambio tan repentino es este, que después de tan grandes recompensas tenga que ser
llamado Satanás? Pero el que esto se pregunta considere que esa bendición, esa
bienaventuranza, el poder y la edificación de la Iglesia fundada sobre él, le
son prometidas a Pedro para el futuro, no concedidas para el presente. Todo
esto se refiere al futuro; si se lo hubiera dado enseguida, jamás hubiera
tenido lugar el error de su equivocada declaración.
27.
Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre, rodeado de sus
ángeles y entonces pagará a cada uno según sus propias obras. Pedro, escandalizado
por el anuncio de la muerte del Señor, había sido reprendido duramente por las
palabras de este; los discípulos eran invitados a negarse a sí mismos, a tomar
su cruz y a seguir a su maestro dispuestos a morir. Grande es su terror al oír
esto; después de haber espantado al príncipe de los apóstoles, podía inspirar
temor también a los demás. Por eso a las tristes perspectivas le suceden las
alegres. Temes la muerte, conoce cuál es la gloria del triunfador; recelas la
cruz, escucha: los ángeles están a su servicio. No hay distinción entre judío y
pagano, entre varón y mujer, entre pobres y ricos, porque aquí no se consideran
las personas sino las obras.
San Agustín.
Hemos oído cómo suena la
trompeta evangélica que exhorta a los mártires al combate en que han de vencer
al mundo: Quien quiera salvar su alma la perderá; quien la pierda por mí la
hallará (Mt 16, 25). Salvándola la pierde, perdiéndola la halla. ¿Qué
significa esto, sino que hay una salud del alma según este mundo y otra según
Dios? En el momento de la tentación con que fueron probados los mártires, presentándoseles
la alternativa entre negar a Cristo y probar la muerte, quienes quisieron
salvar sus almas según el mundo, negaron a Cristo, y las perdieron; en cambio,
quienes las perdieron según el mundo, confesaron a Cristo y las hallaron. ¿A
quién podían confiar su alma con más seguridad que a su creador? ¿Quién puede
conservar lo que ya existía, sino quien pudo crear lo que no existía? […]
¡Dichósos ellos perdiendo sus almas! ¡Oh afortunadas pérdidas! Así arrojan, así
pierden quienes siembran. ¿Quién duda de que en toda sementera, lo que se siembra
es arrojado y cubierto de tierra? Pero ¡cuán grande es la esperanza de la mies
a la que precede la del sembrador! Tampoco cuando se siembra ve nadie la mies;
todo se deja en la mano de Dios, se le confía a la tierra. La tierra lo
conserva, lo fecunda, lo multiplica; pero por obra de quien hizo el cielo y la
tierra.
Sermón
306 C, 1.
San Juan de Ávila.
¿Qué además es ese, Señor? ¿Hablaros Sant Pedro aparte y respondéis en
público? Para desengañar a muchos engañados; que aquesto que se dijo a los
discípulos, a los frailes y clérigos, a todos habla el Señor: Que quien no
llevare su cruz, no le seguirá. No es profesión, ser cristiano, de gente delicada
en el sufrir; no es de gente delicada en la honra. Quien me quisiere seguir
tome su cruz. Esta es la columna de fuego que Dios dio a su pueblo cuando lo
sacó de Egipto: que cuando habían de parar, paraba la columna, y cuando habían
de andar, andaba la columna.
Lecciones
sobre 1 Juan (I). Lección 8. OC II. Pg. 173.
Dios usa con nosotros al revés del mundo. El mundo tiene los principios
sabrosos y los dejos amargos; nuestro Señor tiene los principios amargos y los
dejos sabrosísimos, y de gran perpetuidad y descanso. ¿Qué nos dice el Señor?
Primero, toma tu cruz, y sígueme (Mt 16, 24); sufre la tentación por amor
de mí; sufre los trabajos por mi amor, que al fin será la gloria. Sufre aquella
muestra trabajosa que la virtud tiene, que después os será mayor deleite, aun
en esta vida, seguir la virtud. Hacer la voluntad de Dios da gran deleite a los
que mucho tiempo lo han hecho. Tiempo os vendrá que os sea más deleite
trabajar, sufrir injurias, seguir la virtud, que a los malos les es gusto
seguir sus deleites. Tenéis aquí un peso con dos balanzas iguales; ¡no lleguéis
a ellas, pésense ellas! No tienen los hombres paciencia para dejarlas pesar,
sino luego echan mano de la cosa deleitable. Dejar pesar ese peso, no tengáis
esa balanza. Vuestro amor es vuestro peso; adondequiera que sois llevados sois
llevados por amor. El deleite os lleva; la honra os lleva. ¿No diréis: “Lo que
me lleva quiero ver, quiero ver lo que no me dan”? ¡No echéis mano a la balanza!
No tenéis paciencia para hacer eso. Ponéis vuestro amor y vuestro corazón en la
cobdicia de la carne, o en la cobdicia de los ojos, en el fausto de la vida. No
miréis el amargura que eso trae, porque no tenéis paciencia para pesarlo con la
virtud.
Lecciones
sobre 1 Juan (I). Lección 14. OC II. Pg. 393.
¿Qué le aprovecha al hombre que gane todo el mundo, si su alma padece detrimento?
(Mt 16, 26).
¿Sí su vida padece detrimento? ¿Si lo matan? Pues la vida del cuerpo, comparada
a la vida del alma, ¡qué diferencia hay! En esto conocemos la caridad de Dios,
en que puso su ánima por sus amigos: su vida.
Lecciones
sobre 1 Juan (I). Lección 22. OC II. Pg. 305.
Los que ahora oyen y siguen de buena voluntad la palabra de la cruz, no
temerán entonces oír la palabra de la eterna damnación; la señal de la cruz estará
en el cielo cuando nuestro Señor vendrá a juzgar. Entonces todos los siervos de
la cruz, que se conformaron en la vida con Jesucristo crucificado, se llegarán
a Él con gran confianza. Pues así, ¿por qué temes tomar la cruz, por la cual
van al reino? En la cruz es la salud y la vida. En la cruz es la defensa de los
enemigos. En la cruz está la infusión de la suavidad soberana. En la cruz es la
fortaleza del corazón. En la cruz está el gozo del espíritu. En la cruz está la
suma virtud. En la cruz está la perfección de la santidad. No está la salud del
alma ni la esperanza de la vida sino en la cruz. Toma, pues, la cruz, y sigue a
Jesucristo, e irás a la vida eterna. Él vino primero, y llevó su cruz, y murió
en la cruz por ti, porque tú también la lleves y desees morir en ella. Porque
si murieses juntamente con Él, vivirás con él. Y si fueres compañero de la
pena, serlo has también de la gloria. Mira que todo está en la cruz, todo está
en morir en ella, y no hay otra vía para la vida y para la verdadera y
entrañable paz, sino la vía de la santa cruz y continua mortificación. Ve donde
quisieres, que no hallarás más alto camino en lo alto, ni más seguro en lo
bajo. Dispone y ordena todas las cosas según tu parecer y querer, que no
hallarás sino que has de padecer algo por fuerza o de grado, y así siempre
hallarás la cruz. O sentirás dolor en el cuerpo, o tribulación en el espíritu;
a veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo. Y lo que peor es, muchas
veces te descontentarás de ti mismo y no serás aliviado con ningún remedio ni
consuelo: mas conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere; porque quiere Dios
que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo y te sujetes del todo a Él y
te hagas más humilde con la tribulación.
Traducción
de la “Imitación de Cristo”. Libro II, c. 12. OC II. Pg. 923
Mientras no dijéredes un no a vuestro sí y un sí a vuestro no, no habéis
pasado a Cristo. Habéis de pasar por él: Cristo viva en mí, ya no yo. Quien a
Cristo enoja, a mí enoja, y quien a Cristo alaba, a mí alaba; y quien a Cristo
sirve, a mí sirve; porque ya no vivo en mí sino Él; ya se murió fulano, ya no
soy yo, ya no vivo para mí, ni duermo para mí, ni trabajo para mí, ni hago cosas
para mí. Viva Cristo y muera yo en mí, para que viva yo en Él. Esto es comulgar
y esto habéis de pedir y desear. Señor, ¡qué me torne yo vos! ¡Qué de este
altar no vuelva fulano, sino que, como él pan se muda en vos, así haga yo!
Ciclo
temporal. Sermones del Santísimo Sacramento. 57. Octava del Corpus. OC III. Pg. 774.
¿Qué aprovecha al rico que tenga muchos tesoros, señoríos y reinos, si se
mure y lo deja todo acá? Trocarlo ha todo de buena gana por un poco de vida,
aunque fuese con trabajos, y pidiendo por amor de Dios de puerta en puerta. Sin
vida, ninguna cosa se goza, y con ella de todas; y cuando todas fallecen, el
mismo vivir da contentamiento, aunque tenga anejos muchos trabajos
Ciclo
temporal. Sermones del Santísimo Sacramento. 45. Santísimo Sacramento. OC III. Pg. 593.
Si tú entonces no has obrado, ni has sido casto, ni tenido obediencia a
Dios, ni hecho nada por su amor, ¿qué sentirás cuando diga: llama los obreros y
págalos, y veas qué tú te quedas sin jornal, y que por no haber trabajado te
envían a los trabajos incomportables del infierno, a do siempre trabajarás? Di:
¿qué placer sentirás entonces cuando te digan que, por la jarra de agua que diste,
dirá Dios: “Denle su jornal?”. Y el jornal será el reino de Dios para siempre,
adonde gozarás con Él y vivirás descansado, sin pensamiento de trabajo que jamás
te venga, ni recelo que perderás aquel sumo bien que una vez te han dado. ¿Cuál
valdría entonces más, el jarro de agua o el cuento de dineros que dejaste en el
arca? ¿Quién es el que no alza las baldas y se apareja al trabajo, y le abraza
de buena gana, pues jornal tan aventajado es para recebir en el cielo por su
trabajar?
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. 8. Domingo de Septuagésima. OC III. Pg. 120s.
¡Oh, válame Dios, y que de cosas pasamos por
tan buenas y verdaderas, siendo tan malas y tan falsas! ¿Oh cuantas intitulamos
por muy espirituales que son pura carne! Si no, echad el ojo a San Pedro, cuando
Cristo trató de que había de morir y él le dijo: Tened, Señor, piedad de
vos, ¿qué es razón que muráis? ¿Quién no dijera no proceder esta compasión
de grande amor y caridad, y era eso de carne? Y fue respondido y reprehendido
por el mismo Dios con la mesma reprehensión que hizo al diablo, que le probó a
tentar en el monte, llamándole Satanás, que quiere decir acusador y adversario
y contradecidor de las obras de Dios. Y si hubiéramos de juzgar aquel consejo,
según seso de carne, diéramos voto que era muy justo y muy provechoso, pues era
quitar cruz y muerte a quien tan mal la merecía. Y Cristo dice que es Satanás
y que no sabe las cosas de Dios, sino de la carne, porque, a serlo,
aceptará la cruz y abrazárala y amárala con Jesucristo, y, ansí, pues, era para
remedio del mundo y así lo quería el Padre eterno.
Carta a un mancebo. OC IV. Pg. 610.
Se prueba el amor en el proprio desprecio y
propria abnegación, como el Señor dice, que quien quiere ir tras Él, se
niegue a sí mismo.
Carta a una señora. OC IV. Pg. 416.
Y aprovecharos ha que cada vez que comulgades
hagáis renunciación de vuestra voluntad en la de nuestro Señor y el pedirle
muchas veces que mereced que, pues vos no se la podéis dar, la tome Él. Y os dé
la suya por vuestra. Y aunque sean pocas cosas, no dejéis salir a vuestra
voluntad con lo que quiere, sino contradecilde; y amad a quien os la
contradice, porque el ensayarse en las cosas aprovecha para mayores. Cristo os
favorezca para que del todo seáis suya.
Carta a una mujer devota. OC IV. Pg. 452.
Entended que la cosa en que más podéis
agradar a Dios es tener vuestra ánima limpia delante su acatamiento; y la mayor
misericordia que podáis hacer es tener vuestra ánima agradable a Él.
Carta al mismo Juan de Dios. OC IV. Pg. 239.
¿Qué aprovecha tenerlo todo bueno, si a ti
solo tienes malo? ¿Qué aprovecha ganancia en la bolsa y daño en el ánima; y
gran nombre delante de los hombres y ser ignorado delante los ojos de Dios?
Vendrá día, y cierto vendrá, cuando destruya Dios todos los que obran maldad
y ¿qué aprovechará entonces lo que aquí más buscaron? ¡Oh día de la cuenta de
todos los días, y cuán poco eres mirado, y por eso tan poco temido!
Carta a un su devoto. OC IV. Pg. 516.
Cierto no va engañando quien tal trueco hace, porque cuando aparezca
Dios con sus santos, y venga a dar a cada uno según sus obras, entonces parecerá
locura lo que agora es tenido en gran precio, y llorarán los que agora gastan
su vida en deleites; y sólo aquel será conocido de Cristo que acá hiciere su
santo voluntad.
Carta a unos amigos suyos. OC IV. Pg. 285.
San Oscar Romero. Homilía.
La Cruz siempre es escándalo, La Cruz siempre provoca crisis. Si no
veamos cómo Pedro también, está sufriendo una crisis en su fe. Le acaba de
decir Cristo: -"bienaventurado Simón, me has confesado Hijo de Dios, eso
no lo has aprendido de la carne y de la sangre, te lo ha revelado mi Padre que
está en los cielos y yo te prometo que tú serás mi representante". Lo que
este domingo es Juan Pablo I en Roma, era Pedro en aquel momento del evangelio
que estamos reflexionando: el representante de Cristo. Y en esa hora solemne,
cuando recibía esa promesa diríamos, cuando como un domingo como este, va a ser
coronado Papa, siente la tentación de la fe. Hermanos, no estamos seguros,
todos tenemos momentos terribles de crisis; y hasta el Papa. Por eso, no nos
extrañemos de estas crisis de la fe. Pedro tuvo miedo, quiso aconsejar según
los hombres y no según Dios... hizo presión a Cristo. Qué terribles son las
presiones cuando nos quieren apartar de lo que Dios quiere para que hagamos
como los hombres quieren
Homilía, 3
de septiembre de 1978.
Papa Francisco. Audiencia general.
23 de agosto de 2023. Catequesis. La pasión por la evangelización: el
celo apostólico del creyente. 18. El anuncio en la lengua materna: San Juan
Diego, mensajero de la Virgen de Guadalupe
¡Señora, señores!
En nuestro camino para redescubrir la pasión por el
anuncio del Evangelio, para ver cómo el celo apostólico, esta pasión por
anunciar el Evangelio se ha desarrollado en la historia de la Iglesia, en este
camino miramos hoy a las Américas. Aquí la evangelización tiene un manantial
siempre vivo: Guadalupe. Es una fuente viva. ¡Los mexicanos están contentos!
Por supuesto, el Evangelio ya había llegado allí antes de esas apariciones,
pero desafortunadamente también había sido acompañado por intereses mundanos.
En lugar de la vía de la inculturación, se había recorrido con demasiada
frecuencia el apresuramiento de trasplantar e imponer modelos preestablecidos
—europeos, por ejemplo—, faltando al respeto a los pueblos indígenas. La
Virgen de Guadalupe, en cambio, aparece vestida con las ropas de los
autóctonos, habla su idioma, acoge y ama la cultura del lugar: María es
Madre y bajo su manto encuentra lugar cada hijo. En Ella, Dios se hizo carne y,
a través de María, sigue encarnándose en la vida de los pueblos. La Virgen,
de hecho, anuncia a Dios en la lengua más adecuada, es decir, la lengua
materna. Y también a nosotros la Virgen nos habla en lengua materna, la que
nosotros entendemos bien. El Evangelio se transmite en la lengua materna.
Y me gustaría dar las gracias a las muchas madres y abuelas que lo transmiten a
sus hijos y nietos: la fe pasa con la vida, por eso las madres y abuelas son
las primeras anunciadoras. ¡Un aplauso para las madres y abuelas! Y el
Evangelio se comunica, como muestra María, en la sencillez: siempre la
Virgen elige a los sencillos, en la colina del Tepeyac en México como en
Lourdes y Fátima: hablándoles, les habla a cada uno, con un lenguaje adecuado
para todos, con un lenguaje comprensible, como el de Jesús.
Detengámonos entonces en el testimonio de San Juan
Diego, que es el mensajero, es el muchacho, es el indígena que recibió la
revelación de María: el mensajero de la Virgen de Guadalupe. Él era una persona
humilde, un indio del pueblo: sobre él se posa la mirada de Dios, que ama
realizar prodigios a través de los pequeños. Juan Diego había llegado a la fe
ya adulto y casado. En diciembre de 1531 tiene unos 55 años. Mientras está de
camino, ¿ve en un alto a la Madre de Dios, que lo llama tiernamente, y cómo lo
llama la Virgen? «hijo mío el menor, Juanito» (Nican Mopohua, 23). Luego lo
envía al obispo a pedirle que construya un templo allí mismo, donde se había
aparecido. Juan Diego, sencillo y servicial, va con la generosidad de su
corazón puro, pero tiene que hacer una larga espera. Finalmente habla con el
obispo, pero no se le cree. A veces nosotros, los obispos... Se encuentra de
nuevo con la Virgen, que lo consuela y le pide que vuelva a intentarlo. El
indio vuelve al obispo y con gran esfuerzo lo encuentra, pero éste, después de
escucharlo, lo despide y envía hombres a seguirlo. He aquí la fatiga, la prueba
del anuncio: a pesar del celo, llegan los imprevistos, a veces de la propia
Iglesia. De hecho, para anunciar no basta con dar testimonio del bien, hay que
saber soportar el mal. No olvidemos esto: es muy importante para anunciar el
Evangelio no basta con dar testimonio del bien, sino que hay que saber soportar
el mal. Un cristiano hace el bien, pero soporta el mal. Ambos van
juntos, la vida es así. También hoy, en muchos lugares, para inculturar el
Evangelio y evangelizar las culturas se necesita constancia y paciencia, no
hay que temer a los conflictos, no hay que desanimarse. Estoy pensando en
un país donde los cristianos son perseguidos, porque son cristianos y no pueden
practicar su religión bien y en paz. Juan Diego, desanimado, porque el obispo
lo devolvía, pide a la Virgen que lo dispense y encargue a alguien más estimado
y capaz que él, pero es invitado a perseverar. Siempre existe el riesgo de
una cierta docilidad en el anuncio: una cosa no funciona y uno retrocede,
desanimándose y refugiándose tal vez en las propias certezas, en pequeños
grupos y en algunas devociones íntimas. La Virgen, en cambio, mientras
nos consuela, nos hace seguir adelante y así nos hace crecer, como una
buena madre que, mientras sigue los pasos de su hijo, lo lanza a los desafíos
del mundo.
Juan Diego, tan animado, vuelve al obispo que le
pide una señal. La Virgen se lo promete, y lo consuela con estas palabras: «No
se turbe tu rostro, tu corazón: […] ¿Acaso no estoy aquí yo, que soy tu
madre? (ibíd., 118-119). Esto es bello, la Virgen tantas veces cuando
estamos en desolación, en la tristeza, en la dificultad, nos lo dice también a
nosotros, en el corazón: «¿No estoy aquí yo que soy tu madre?» Siempre cerca
para consolarnos y darnos fuerzas para seguir adelante. Luego le pide que
vaya a la árida cima de la colina a recoger flores. Es invierno pero, a pesar
de ello, Juan Diego encuentra unos preciosos, los pone en su manto y los ofrece
a la Madre de Dios, quien lo invita a llevarlos al obispo como prueba. Él va,
espera su turno con paciencia y finalmente, en presencia del Obispo, abre su
tilma; —que es lo que usaban los indígenas para cubrirse— abre su tilma
mostrando las flores y he aquí: en el tejido del manto aparece la imagen de la
Virgen, aquella extraordinaria y viva que conocemos nosotros, en cuyos ojos
todavía están impresos los protagonistas de entonces. He aquí la sorpresa de
Dios: cuando hay disponibilidad, cuando hay obediencia, Él puede hacer algo
inesperado, en los tiempos y en las formas que no podemos prever. Y así se
construye el santuario pedido por la Virgen y hoy se puede visitar.
Juan Diego deja todo y, con el permiso del obispo,
dedica su vida al santuario. Acoge a los peregrinos y los evangeliza. Es lo que
sucede en los santuarios marianos, meta de peregrinaciones y lugares de
anuncio, donde cada uno se siente en casa —porque es la casa de la madre, es la
casa de la madre— y siente la nostalgia del hogar, es decir, la nostalgia del
lugar donde está la Madre, el Cielo. Allí la fe se acoge de modo sencillo,
la fe se acoge de modo genuino, de modo popular, y la Virgen, como le dijo a
Juan Diego, escucha nuestros llantos y cuida nuestras penas (cf. ibíd., 32). Aprendamos
esto: cuando hay dificultades en la vida, vamos a la Madre; y cuando la vida es
feliz, vamos a la Madre a compartir también esto. Necesitamos ir a estos oasis
de consuelo y de misericordia, donde la fe se expresa en lengua materna; donde
se depositan las fatigas de la vida en los brazos de la Virgen y se vuelve a
vivir con la paz en el corazón, quizás con la paz de los niños.
Papa Francisco. Ángelus. 30 de
agosto de 2020.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje evangélico de hoy (cfr. Mt 16, 21-27)
está unido al del domingo pasado (cfr. Mt 16, 13-20). Después de que Pedro, en
nombre también de los otros discípulos, ha profesado la fe en Jesús como Mesías
e Hijo de Dios, Jesús mismo empieza a hablar de su pasión. A lo largo del camino
hacia Jerusalén, explica abiertamente a sus amigos lo que le espera al final en
la ciudad santa: preanuncia su misterio de muerte y de resurrección, de
humillación y de gloria. Dice que deberá «sufrir mucho por causa de los
ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley; que lo matarían
y al tercer día resucitaría» (Mt 16, 21). Pero sus palabras no son
comprendidas, porque los discípulos tienen una fe todavía inmadura y demasiado
unida a la mentalidad de este mundo (cfr. Rm 12, 2). Ellos piensan en una
victoria demasiado terrena, y por eso no entienden el lenguaje de la cruz.
Frente a la perspectiva de que Jesús pueda fracasar
y morir en la cruz, el mismo Pedro se rebela y le dice: «Dios no lo quiera,
Señor; no te ocurrirá eso» (v. 22). Cree en Jesús —Pedro es así—, tiene fe,
cree en Jesús, cree; le quiere seguir, pero no acepta que su gloria pase a
través de la pasión. Para Pedro y los otros discípulos —¡pero también para
nosotros!— la cruz es algo incómodo, la cruz es un “escándalo”, mientras que
Jesús considera “escándalo” el huir de la cruz, que sería como eludir la
voluntad del Padre, a la misión que Él le ha encomendado para nuestra
salvación. Por esto Jesús responde a Pedro: «¡Ponte detrás de mí, Satanás! Eres
para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son como los de Dios, sino
como los de los hombres» (v. 23). Diez minutos antes, Jesús ha alabado a Pedro,
le ha prometido ser la base de su Iglesia, el fundamento; diez minutos después
le llama “Satanás”. ¿Cómo se entiende esto? ¡Nos sucede a todos! En los
momentos de devoción, de fervor, de buena voluntad, de cercanía al prójimo,
miramos a Jesús y vamos adelante; pero en los momentos en los que viene la
cruz, huimos. El diablo, Satanás —como dice Jesús a Pedro— nos tienta. Es
propio del espíritu malo, es propio del diablo alejarnos de la cruz, de la cruz
de Jesús.
Dirigiéndose después a todos, Jesús añade: «Si
alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz,
y me siga» (v. 24). De este modo Él indica el camino del verdadero
discípulo, mostrando dos actitudes. La primera es «renunciar a sí mismos»,
que no significa un cambio superficial, sino una conversión, una inversión
de mentalidad y de valores. La otra actitud es la de tomar la cruz. No
se trata solo de soportar con paciencia las tribulaciones cotidianas, sino de
llevar con fe y responsabilidad esa parte de cansancio, esa parte de sufrimiento
que la lucha contra el mal conlleva. La vida de los cristianos es siempre
una lucha. La Biblia dice que la vida del creyente es una milicia: luchar
contra el espíritu malo, luchar contra el Mal.
Así el compromiso de “tomar la cruz” se convierte
en participación con Cristo en la salvación del mundo. Pensando en esto, hagamos
que la cruz colgada en la pared de casa, o esa pequeña que llevamos al cuello,
sea signo de nuestro deseo de unirnos a Cristo en el servir con amor a los
hermanos, especialmente a los más pequeños y frágiles. La cruz es signo
santo del Amor de Dios, es signo del Sacrificio de Jesús, y no debe ser
reducida a objeto supersticioso o joya ornamental. Cada vez que fijemos la
mirada en la imagen de Cristo crucificado, pensemos que Él, como verdadero
Siervo del Señor, ha cumplido su misión dando la vida, derramando su sangre
para la remisión de los pecados. Y no nos dejemos llevar a la otra parte, en la
tentación del Maligno. Por consiguiente, si queremos ser sus discípulos,
estamos llamados a imitarlo, gastando sin reservas nuestra vida por amor de
Dios y del prójimo.
La Virgen María, unida a su Hijo hasta el calvario,
nos ayude a no retroceder frente a las pruebas y a los sufrimientos que el
testimonio del Evangelio conlleva para todos nosotros.
Benedicto XVI. Ángelus. 31 de
agosto de 2008.
Queridos hermanos y hermanas:
También hoy, en el Evangelio, aparece en primer
plano el apóstol san Pedro, como el domingo pasado. Pero, mientras que el
domingo pasado lo admiramos por su fe sincera en Jesús, a quien proclamó Mesías
e Hijo de Dios, esta vez, en el episodio sucesivo, muestra una fe aún
inmadura y demasiado vinculada a la "mentalidad de este mundo"
(cf. Rm 12, 2).
En efecto, cuando Jesús comienza a hablar
abiertamente del destino que le espera en Jerusalén, es decir, que tendrá que
sufrir mucho y ser asesinado para después resucitar, san Pedro protesta
diciendo: "¡Lejos de ti, Señor! De ningún modo te sucederá eso" (Mt
16, 22). Es evidente que el Maestro y el discípulo siguen dos maneras
opuestas de pensar. San Pedro, según una lógica humana, está convencido de que
Dios no permitiría nunca que su Hijo terminara su misión muriendo en la cruz.
Jesús, por el contrario, sabe que el Padre, por su inmenso amor a los hombres,
lo envió a dar la vida por ellos y que, si esto implica la pasión y la cruz,
conviene que suceda así. Por otra parte, sabe también que la última palabra
será la resurrección. La protesta de san Pedro, aunque fue pronunciada de
buena fe y por amor sincero al Maestro, a Jesús le suena como una tentación,
una invitación a salvarse a sí mismo, mientras que sólo perdiendo su vida la
recibirá nueva y eterna por todos nosotros.
Ciertamente, si para salvarnos el Hijo de Dios
tuvo que sufrir y morir crucificado, no se trata de un designio cruel del Padre
celestial. La causa es la gravedad de la enfermedad de la que debía
curarnos: una enfermedad tan grave y mortal que exigía toda su sangre. De
hecho, con su muerte y su resurrección, Jesús derrotó el pecado y la muerte,
restableciendo el señorío de Dios. Pero la lucha no ha terminado: el mal existe
y resiste en toda generación y, como sabemos, también en nuestros días.
¿Acaso los horrores de la guerra, la violencia contra los inocentes, la miseria
y la injusticia que se abaten contra los débiles, no son la oposición del mal
al reino de Dios? Y ¿cómo responder a tanta maldad si no es con la fuerza
desarmada y desarmante del amor que vence al odio, de la vida que no teme a la
muerte? Es la misma fuerza misteriosa que utilizó Jesús, a costa de ser
incomprendido y abandonado por muchos de los suyos.
Queridos hermanos y hermanas, para llevar a pleno
cumplimiento la obra de la salvación, el Redentor sigue asociando a sí y a su
misión a hombres y mujeres dispuestos a tomar la cruz y seguirlo. Como para
Cristo, también para los cristianos cargar la cruz no es algo opcional, sino
una misión que hay que abrazar por amor. En nuestro mundo actual, en el que
parecen dominar las fuerzas que dividen y destruyen, Cristo no deja de proponer
a todos su invitación clara: quien quiera ser mi discípulo, renuncie a su egoísmo
y lleve conmigo la cruz. Invoquemos la ayuda de la Virgen santísima, la
primera que siguió a Jesús por el camino de la cruz, hasta el final. Que ella nos
ayude a seguir con decisión al Señor, para experimentar ya desde ahora, también
en las pruebas, la gloria de la resurrección.
Homilía Chat GPT (Inteligencia Artificial).
Queridos
hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy,
en el Evangelio de
Mateo, encontramos un pasaje fundamental en el camino de Jesús hacia la cruz.
Jesús comienza a hablar a sus discípulos sobre su destino, sobre el sufrimiento
y la muerte que le esperan en Jerusalén. Y Pedro, en su amor y preocupación por
Jesús, lo reprende, diciendo que esto no debería suceder. Pero Jesús responde
con palabras impactantes: "¡Quítate de mi vista, Satanás! Tú piensas como
los hombres, no como Dios" (Mateo 16:23).
Esta respuesta de
Jesús es un recordatorio poderoso de que su misión divina implica la renuncia y
el sacrificio. Él comprende que debe enfrentar el sufrimiento y
la muerte para cumplir el plan de Dios para la redención de la humanidad. Y nos
dice que también nosotros debemos estar dispuestos a renunciar a nuestras
comodidades y deseos egoístas para seguirlo.
El
llamado de Jesús a la renuncia y al seguimiento puede ser difícil de aceptar
en un mundo que nos anima a buscar la comodidad y el éxito personal.
Pero Jesús nos recuerda que ganar el mundo no tiene sentido si perdemos nuestra
alma. ¿De qué sirve tener
riquezas y éxito si estamos vacíos por dentro? ¿De qué sirve acumular bienes
materiales si no amamos a nuestros prójimos como a nosotros mismos?
El
Evangelio de hoy nos desafía a examinar nuestras prioridades. ¿Qué estamos
dispuestos a renunciar por amor a Jesús y por amor a los demás? ¿Estamos
dispuestos a dar de nosotros mismos, a servir a los necesitados y a buscar la
justicia y la paz? Jesús nos promete que aquellos
que pierdan sus vidas por su causa la encontrarán.
El llamado de
Jesús es un llamado a la verdadera libertad. Es un llamado a vivir con un
propósito más grande que nosotros mismos. Es un llamado a construir un mundo
basado en el amor, la justicia y la compasión. Es un
llamado a llevar la cruz de cada día con valentía y esperanza, confiando en
que, al final, la vida en Cristo es la única que verdaderamente importa.
En
este día, recordemos las palabras de Jesús: "Si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16:24). Sigamos
a Jesús con todo nuestro corazón, renunciando a nuestras propias ambiciones
egoístas y abrazando el camino del amor y el servicio. Encontraremos la
verdadera vida en él.
Que
el Señor nos dé la gracia y la fortaleza para seguirlo fielmente, tomando
nuestra cruz con alegría y esperanza. Amén.
Que
todos tengan un bendecido Domingo 22 del Ciclo A.
DOMINGO XXIII T. O. 10 de septiembre de 2023.
Monición de entrada.-
Buenos
días:
En
todas las misas Jesús está con nosotros, porque la hacemos en su nombre.
Así
la misa nos ayuda a quererle más y cuidad unos de los otros, perdonándonos
siempre.
Señor, ten piedad.-
Tú eres Santo.
Señor, ten piedad.
Tú eres
perfecto. Cristo, ten piedad.
Tú eres
perdonador. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Por el Papa Francisco; para que siga
teniendo un gran corazón que perdona a quienes le hacen sufrir. Te lo pedimos, Señor.
Por la Iglesia; para que denuncie el mal.
Te lo pedimos, Señor.
Por los que mandan, para que sus
palabras sean para ayudar a los demás. Te lo pedimos, Señor.
Por los que en internet se dedican a
insultar, para que cambien. Te lo pedimos, Señor.
Por nosotros; para que nos digamos las
cosas como Jesús quiere que nos las digamos. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por
ayudarnos a perdonar siempre.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Jerónimo.
Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA
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