Lectura de la profecía de Ezequiel 33, 7-9
Esto dice el Señor:
-A ti, hijo de hombre, te he puesto de centinela en la casa de
Israel; cuando escuches una palabra de mi boca, les advertirás de mi parte. Si
yo digo al malvado: “Malvado, eres reo de muerte”, pero tú no hablas para
advertir al malvado que cambie de conducta, él es un malvado y morirá por su
culpa, pero a ti te pediré cuenta de su sangre. Pero si tú adviertes al malvado
que cambie de conducta, y no lo hace, él morirá por su culpa, pero tú habrás
salvado la vida.
Textos
paralelos.
A ti también, hijo
de hombre, te he hecho centinela.
Ez 3, 17-19: Hijo de Adán, te he puesto de atalaya en la casa de
Israel. Cuando escuches una palabra de mi boca, le darás la alarma de mi parte.
Si yo digo al malvado que es reo de muerte y tú no le das la alarma – es decir,
no hablas poniendo en guardia al malvado para que cambie su mala conducta y
conserve la vida –, entonces el malvado morirá por su culpa y a ti te pediré
cuenta de su sangre. Pero si tú pones en guardia al malvado, y no se convierte
de su maldad y de su mala conducta, entonces él morirá por su culpa, pero tú
habrás salvado la vida.
Notas
exegéticas.
33 10 El pueblo desalentado, se
declara abrumado por el peso de sus pecados e incapaz de librarse de él.
Ezequiel afirma como respuesta la posibilidad de una conversión. Este trozo,
vv. 10-20, es la reanudación del tema ya tratado en 18, 21-31.
Salmo
responsorial
Sal 94, 1-2.6-9
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del
señor;
“No
endurezcáis vuestro corazón”.
Venid,
aclamemos al Señor,
demos
vítores a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos. R/.
Entrad,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que él guía. R/.
Ojalá
escuchéis hoy su voz:
“No
endurezcáis el corazón como en Meribá,
como
el día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y
me tentaron, aunque habían visto mis obras. R/.
Textos paralelos.
Venid, cantemos gozosos a Yahvé.
Dt 32, 15: Comió Jacob hasta saciarse, / engordó mi cariño, y tiró
coces / - estabas gordo y cebado y corpulento - / y rechazó a Dios, su creador;
/ deshonró a su roca salvadora.
Porque él es nuestro Dios.
Sal 100, 3: Sabed que el Señor es Dios, / él nos hizo y somos
suyos, / pueblo suyo y ovejas de su aprisco.
Ez 34, 1-2a: Me dirigió la palabra el Señor: – Hijo de Adán,
profetiza contra los pastores de Israel.
Sal 23, 1-4: El Señor es mi pastor: nada me falta. / En verdes
praderas me hace recostar, / me conduce hacia fuentes tranquilas / y repara mis
fuerzas: / me guía por senderos oportunos / como pide su título. / Aunque
camine por cañadas oscuras, / nada temo: Tú vas conmigo; / tu vara y tu cayado
me sosiegan.
Sal 80, 2: Pastor de Israel, escucha: / tú que guías a José como a
un rebaño; / en tu trono de querubines resplandece.
No seáis tercos como en Meribá.
Ex 19, 5: Por tanto, si queréis obedecerme y guardar mi alianza,
entre todos los pueblos seréis mi propiedad, porque es mía toda la tierra.
Como el día de Masá en el desierto.
Hb 3, 7-11: Por eso dice el Espíritu Santo: Si escucháis hoy su
voz, no endurezcáis vuestros corazones como cuando la rebelión, en el día de la
prueba, en el desierto, cuando me pusieron a prueba vuestros padres, y me provocaron,
a pesar de haber visto mis obras cuarenta años. Por eso me indigné contra
aquella generación y dije: Siempre tienen el corazón extraviado; no
reconocieron mis caminos, por eso he jurado en mi cólera que no entrarán en mi
descanso.
Sal 81, 9: Escucha, pueblo mío, que te amonesto, / Israel, ojalá
me escuches.
Ex 17, 5-7: [la comunidad israelita se queja contra Moisés por carecer
de agua, Dios interviene] “Pasa delante del pueblo, acompañado de las
autoridades de Israel, empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y camina;
yo te espero allí, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca y saldrá agua para
que beba el pueblo”. Moisés lo hizo ante las autoridades israelitas y llamó al
lugar Masá y Meribá, porque los
israelitas se habían careado y habían tentado al Señor, preguntando: “¿Está o
no está con nosotros el Señor?”.
Nm 20, 12-13: [la misma escena, pero Moisés golpea dos veces]. El
Señor dijo a Moisés y a Aarón: “Por no haberme creído, por no haber reconocido
mi santidad en presencia de los israelitas, no haréis entrar a esta comunidad
en la tierra que les voy a dar”. (Esta es Meribá, donde los israelitas se
carearon con el Señor, y él les mostró su santidad).
Dt 6, 16: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a
prueba, como lo tentasteis en Masá.
Dt 33, 8: Para tus leales los tumim y urim. / Los pusiste a prueba
en Masá. / los desafiaste en Meribá.
Nm 20, 2: Faltó agua al pueblo y se amotinaron contra Moisés y
Aarón.
Sal 78, 8: Para que no imitaran a sus antepasados: / generación
rebelde y contumaz, / generación de corazón inconstante, / de espíritu
desconfiado de Dios.
Sal 78, 37: Su corazón no era constante con él / ni eran fieles a
su alianza.
Dt 32, 5: Hijos degenerados, se portaron mal con él, / generación
malvada y pervertida.
Dt 32, 18: ¡Despreciaste a la Roca que te engendró, / y olvidaste
al Señor que te dio a luz!
Jb 21, 14: Ellos que decían a Dios: “Apártate de nosotros, / que
no nos interesan tus caminos”.
Sal 132, 8: ¡Levántate, Señor, ven a tu descanso, / ven con el
arca de tu poder! / Que tus sacerdotes se vistan de gala / y tus leales
vitoreen.
Sal 132, 14: Este es mi descanso para siempre, / aquí habitaré,
porque la quiero.
Nm 14, 30: No entraréis en la tierra donde juré que os
establecería. Solo exceptúo a Josué, hijo de Nun, y a Caleb, hijo de Jefoné.
Dt 12, 9: La ira del Señor se encendió contra ellos, y el Señor se
marchó.
Notas
exegéticas.
95 Himno procesional, recitado quizá
en la fiesta de las tiendas, ver Dt 31, 11.
95 1 Alusión repetida en el v. 8, a
la roca de donde brotó el agua en el desierto. Ex 19, 1s. o a la roca sobre la
que se hallaba edificado el Templo, 2 S 24, 18.
95 8 Meribá significa “disputa” y
Masá “tentación”.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 13, 8-10
Hermanos:
A nadie le debáis nada, más que el amor mutuo; porque el que ama
ha cumplido el resto de la ley. De hecho, el “no cometerás adulterio, no
matarás, no robarás, no codiciarás”, y cualquiera de los otros mandamientos, se
resume en esto: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. El amor no hace mal a su
prójimo; por eso la plenitud de la ley es el amor.
Textos
paralelos.
Con nadie tengáis otra
deuda que la del mutuo amor.
Mt 22, 34-40: Al enterarse los
fariseos de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en un lugar;
y uno de ellos, le preguntó capciosamente: “Maestro, ¿cuál es el precepto más
importante de la ley?” Le respondió: “Amarás al Señor tu Dos de todo corazón,
con toda el alma, con toda tu mente. Este es el precepto más importante; pero
el segundo es equivalente: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Estos dos preceptos
sustentan la ley entera y los profetas”.
Jn 13, 34: Os doy un
mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo os he amado: amaos así
unos a otros.
Ga 5, 14: Pues la ley entera se
cumple con un precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
No adulterarás, no
matarás
Ex 20, 13-17: No matarás. / No
cometerás adulterio. / No robarás. / No darás testimonio falso contra tu próximo.
/ No codiciarás los bienes de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo,
ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea de él.
Dt 5, 17-21: No matarás. / Ni
cometerás adulterio. / Ni robarás. / Ni darás testimonio falso contra tu
prójimo. / Ni pretenderás la mujer de tu prójimo. Ni codiciarás su casa, ni sus
tierras, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni nada que sea
de él.
Amarás a tu prójimo.
Lv 19, 18: No serás vengativo
ni guardarás rencor a tus conciudadanos. Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Yo soy el Señor.
Ga 5, 14:
La caridad es, por tanto,
la ley en su plenitud.
1 Co 13, 4-7: Pues la ley entera se cumple
con un precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.
Notas
exegéticas.
13 8
La
ley, en general, según parece, y no sólo la Ley mosaica.
13 9
(a) Adicción
(Vulgata): “No levantarás falso testimonio”.
13 9
(b) El
prójimo ya no es, como en Levítico, el miembro del mismo pueblo, sino todos los
miembros de la familia humana, unificada en Cristo, Ga 3, 28; Mt 25, 40.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 18, 15-20
En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos:
-Si tu hermano peca contra ti,
repréndelo estando los dos a solas. Si te hace caso, has salvado a tu hermano.
Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede
confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad,
y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un
publicano. En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará desatado
en los cielos. Os digo, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en
la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en los cielos. Porque
donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Textos
paralelos.
// Lc 17, 3: Estad en guardia:
Si tu hermano peca, repréndelo; si se arrepiente, perdónale.
Si tu hermano llega a pecar.
Lv 19, 17: No guardarás odio a
tu hermano. Reprenderás abiertamente a tu conciudadano y no cargarás con pecado
por su causa.
Ga 6, 1: Hermanos, si alguien
es sorprendido en un delito, vosotros, los espirituales, corregidlo con
modestia. Pero vigílate tú, no vayas a ser tentado tú también.
Todo asunto quede zanjado
por la palabra de dos o tres testigos.
Dt 19, 15: No es válido el testimonio
de uno solo contra nadie, en cualquier caso de pecado, culpa o delito. Solo por
la deposición de dos o tres testigos se podrá fallar una causa.
Considéralo como al
pagano.
Rm 16, 17: Hermanos, os
recomiendo que vigiléis a los que siembran discordias y tropiezos contra la
doctrina que aprendisteis; evitadlos.
1 Co 5, 11: Concretamente os
escribí que no os juntarais con uno que lleva el nombre de hermano y es
inmoral, avaro, explotador, idólatra, difamador o borracho. Con ese ni comer.
Yo os aseguro que todo lo
que atéis.
Mt 16, 19: A ti te daré las
llaves del reino de Dios: lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo;
lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo.
Jn 20, 23: A quienes les perdonéis
los pecados les quedan perdonados; a quienes se los mantengáis les quedan
mantenidos.
De acuerdo en la tierra
para pedir algo.
Jn 15, 7: Si permanecéis en mí
y mis palabras permanecen en vosotros, pediréis lo que queráis y os sucederá.
Jn 15, 16: No me elegisteis
vosotros; yo os elegí y os destiné a ir ay dar fruto, un fruto que permanezca;
así, lo que pidáis al Padre alegando mi nombre yo os lo concederé.
Donde dos o tres están
reunidos.
Mt 1, 23: Mira la virgen está
encinta, dará a luz un hijo que se llamará Emanuel (que significa
Dios-con-nosotros).
Mt 28, 20: Y enseñadles a cumplir cuanto os he mandado.
Yo estaré con vosotros siempre, hasta el fin del mundo.
Ex 20, 24: Hazme un altar de
tierra y en él ofrecerás tus holocaustos, tus sacrificios de comunión, tus
ovejas y tus vacas. En los lugares donde pronuncie mi nombre bajaré a ti y te
bendeciré.
Los dichos de Jesús.
Q 17, 3-4
3 Si tu hermano peca [contra ti],
repréndele; y si [se arrepiente], perdónale.
4 Y si peca contra ti siete veces
al día, perdónale siete veces.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
18 15 La precisión “contra ti”,
añadido por numerosos testigos, parece que se debe rechazar. Se trata de una
falta grave y pública que no se ha hecho necesariamente al que la corrige. El
caso del v. 21 es distinto.
18 17 (a) La “ekklesia”, es decir,
la asamblea de los hermanos.
18 17 (b) Personas “impuras” con las que
los judíos piadosos no podían tratar, ver 5, 46. Véase la excomunión en 1 Cor 5,
11.
18 18 Extensión a los ministros de la
Iglesia (a la que en primer lugar se dirige todo este discurso) de uno de los
poderes conferidos a Pedro.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
15-17 La Iglesia es esencialmente
santa; pero, mientras dure la historia humana, habrá en ella pecadores, a los
que habrá que corregir: primero la corrección en secreto, luego la corrección
privada ante testigos, finalmente la denuncia pública ante la autoridad
constituida en la Iglesia. Ese “tribunal” para dirimir cuestiones entre hermanos,
para absolver o condenar, es un elemento externo y visible de la Iglesia. La
comunidad judía de Qumrán tenía una norma semejante. (Qumrán, Regla de la
Comunidad, col. V, 26-VI,1).
15 SI TU HERMANO PECA (algunos
manuscritos añaden contra ti): cf. Lev 19, 17. HERMANO es el que
comparte la misma fe, un miembro de la comunidad de creyentes. // VETE A
CORREGIRLO: lit. vete, corrígelo. // “Escuchar” (y “no escuchar”: v. 16)
son semitismos: su significado es: “hacer caso”, “no hacer caso”. // GANASTE: conseguiste
que tu hermano siga perteneciendo a la comunidad.
16 TODA CAUSA (lit. toda palabra;
hebraísmo) …SOBRE [LA] DECLARACIÓN, lit. … sobre [la] bica.
17 CONSIDÉRALO COMO…: lit. sea
para ti como.
18 Mientras los vs. 15-17 expresan
una norma de comportamiento, este v. 18 es una entrega de poderes. Hay una
pequeña, pero importante, ruptura gramatical con lo que antecede: Jesús no
habla en singular, ni a cualquier seguidor suyo, sino en plural, y a un grupo
cualificado; son palabras que implican un poder jerárquico, una autoridad que
rige a la comunidad (un régimen de gobierno que los judíos contemporáneos de
Jesús conocían y entendían perfectamente). La Iglesia católica ha definido, citando
este versículo, que los católicos y sacerdotes son los únicos ministros de la
absolución sacramental (H. Denzinger – A. Schönmetzer, Enchiridion Symboloru,
Definitounum et Declarationum de rebus fidei et morum. Barcelona. 1973.
19 LO OBTENDRÁN: lit. les
sucederá para ellos.
20 EN MI NOMBRE: en el v. 5 era “epì
tôi onómati mou” (“apoyado en mi”, “por causa de mí”); ahora es “eis tò
emòn ónonta” (“teniéndome en cuenta a mí”, “para honrarme a mí”, “para
entregarse a mí”).
Notas exegéticas
desde la Biblia Didajé.
18, 20 Cristo está presente entre
nosotros de muchas maneras, incluso en la asamblea de los fieles (en la misa,
en los sacramentos, en su ministerio en el altar, en la palabra de Dios, y cada
vez que los fieles se reúnen para orar). Sin embargo, está presente de un modo
único en las especies sagradas de la Eucaristía. Es en este gran Sacramento
donde recibimos el Cuerpo, la Sangre, el Alma, y la Divinidad de Cristo. Cat.
832, 833, 1088, 1373 y 2689.
Catecismo de la Iglesia Católica.
832 “Esta Iglesia de Cristo está verdaderamente presente en todas las
legítimas comunidades locales de fieles, unidas a sus pastores. Estas, en el
Nuevo Testamento, reciben el nombre de Iglesias. En ellas se reúnen los fieles
por el anuncio del Evangelio de Cristo y se celebra el misterio de la Cena del
Señor. En estas comunidades, aunque muchas veces sean pequeñas y pobres o vivan
dispersas, está presente Cristo, quien con su poder constituye a la Iglesia
una, santa, católica y apostólica” (C. Vaticano II, Lumen gentium, 26).
1088 “Para llevar a cabo una obra tan grande” – la dispensación o comunicación
de su obra de salvación –, “Cristo está siempre presente en su Iglesia,
principalmente en los actos litúrgicos. Está presente en el sacrificio de la
misa, no solo en la persona del ministro, “ofreciéndose ahora por ministerio de
los sacerdotes el mismo que entonces se ofreció en la cruz”, sino también,
sobre todo, bajo las especies eucarísticas. Está presente con su virtud en los
sacramentos, de modo que, cuando alguien bautiza, es Cristo quien bautiza. Está
presente en su Palabra, pues es Él mismo el que habla cuando se lee en la
Iglesia la Sagrada Escritura. Está presente, finalmente cuando la Iglesia suplica
y canta salmos, el mismo que prometió: “Donde están dos o tres congregados en
mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos” (Mt 18, 20)” (C. Vaticano II, Sacrosanctum
Concilium, 6).
1373 “Cristo Jesús murió, resucitó, que está a la derecha de Dios e intercede
por nosotros” (Rm 8, 34), está presente de múltiples maneras en su Iglesia (cf.
C. Vaticano II, Lumen gentium, 48): en su Palabra, en la oración de su
Iglesia, “allí donde dos o tres estén reunidos en mi nombre” (Mt 18, 20), en los
pobres, los enfermos, los presos (cf. Mt 25, 31-46), en los sacramentos de los
que Él es autor, en el sacrificio de la misa y en la persona del ministro.
Pero, “sobre todo bajo las especies eucarísticas” (cf. C. Vaticano II, Sacrosanctum
concilium, 7).
Concilio Vaticano II
[El sentido de la fe y de los carismas en el pueblo cristiano]. El pueblo
santo de Dios participa también del carácter profético de Cristo dando un
testimonio vivo de Él, sobre todo con la vida de fe y amor, y ofreciendo a Dios
un sacrificio de alabanza, fruto de unos labios que aclaman su nombre (cf. Hb
13, 15). La totalidad de los fieles que tienen la unción del Santo (cf. 1 Jn 2,
20.27) no puede equivocarse en la fe. Se manifiesta esta propiedad suya, tna
peculiar, en el sentido sobrenatural de la fe de todo el pueblo: cuando “desde
los obispos hasta el último de los laicos cristianos” (S. Agustín, de praed.
sact. 14, 27) muestran estar totalmente de acuerdo en cuestiones de fe y de
moral. El Espíritu de la verdad suscita y sostiene ese sentido de la fe. Con
él, el Pueblo de Dios, bajo la dirección del magisterio al que obedece con
fidelidad, recibe, no ya una simple palabra humana, sino la palabra de Dios(cf.
1 Ts 2, 13). Así se adhiere indefectiblemente “a la fe transmitida a los santos
de una vez para siempre” (Jds 3), la profundiza con un juicio recto y la aplica
cada día más plenamente en la vida.
Lumen gentium, 12.
Los Santos Padres.
¿Qué debe hacer quien ha recibido una injuria? Lo que hemos escuchado
hoy: “Si tu hermano peca contra ti, corrígelo a solas”. Si descuidas el
hacerlo, peor eres tú. Él hizo la injuria y con ella se hirió con grave herida;
tú ¿desprecias la herida de tu hermano? Lo ves perecer o que ha parecido, ¿y lo
descuidas? Peor eres tú callando que él injuriando.
Agustín, Sermones, 82, 7. 4b, pg. 109.
Me parece bien que, después de las tres advertencias con que se condena a
uno como pagano y publicano, se añada: “En verdad os digo – evidentemente a los
que juzgan que alguien es pagano y publicano – que todo lo que atéis en la
tierra” y lo que sigue. En efecto, con razón fue atado el corregido en tres
ocasiones, pero que no atendió: el considerado como pagano y publicano. Por eso
precisamente, al ser atado y condenado, un hombre así permanece atado, y nadie
en el cielo puede disolver el juicio del hombre que lo ató. De la misma manera,
el que ha sido reprendido una sola vez y hace cosas merecedoras de ser ganado,
es liberado nuevamente gracias a la advertencia de quien lo ha ganado, y no
permanece ya atado con las cadenas de los pecados por los que fue corregido y
atado. Será juzgado libre por los que están en el cielo.
Orígenes, Comentarios al Ev. de Mateo, 13. 1b, pg. 111.
Ya veis cómo el Señor condenó al pecador a doble necesidad: al castigo de
aquí y al suplicio de allá. Mas si amenaza con el castigo de aquí es para que
no llegue el suplicio de allá, sino que se ablande más bien el obstinado por el
temor de la amenaza, por la expulsión de la Iglesia, por el peligro de ser
atado en la tierra y quedar también ligado en los cielos. Sabiendo esto, si no
al principio, por lo menos al pasar por tantos tribunales, es natural que el
hombre deponga su ira. De ahí haber establecido el Señor uno, dos y hasta tres
juicios, y no expulsar inmediatamente al culpable, pues si desoye al primer
tribunal, puede ceder al segundo; si también rechaza al segundo, aún le queda
el tercero. Si también a este rechaza, aún puede espantarle el castigo venidero
y la sentencia y justicia de Dios.
Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 60, 2. 1b, pg. 111-112.
Debemos practicar la armonía que viene de Dios, para que cuando estemos
reunidos en el nombre de Cristo, Él esté presente en medio de nosotros, Él, que
es la palabra de Dios, su sabiduría y su poder.
Orígenes, Comentarios al Ev. de Mateo, 14, 1. 1b, pg. 112.
No es el número de los que se reúnen, sino el poder de su piedad y de su
amor a Dios, lo que es eficaz.
Cirilo de Alejandría. Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 215. 1b,
pg. 113.
San Jerónimo.
15-17 Si tu hermano peca contra ti, ve y corrígelo en privado, etc. Si nuestro hermano ha
pecado contra nosotros y nos ha perjudicado en algo, tenemos la posibilidad,
más bien la obligación, de perdonarlo, porque se nos ha prescrito que
perdonemos sus deudas a nuestros deudores; pero si alguien hubiera pecado
contra Dios, no depende de nosotros. En efecto, la divina Escritura dice: Si
un hombre ha pecado contra un hombre, el sacerdote rogará por él; pero si ha
pecado contra Dios, ¿quién rogará por él?” (1 Samuel 2, 25). Nosotros, por
el contrario, indulgentes con las injurias que se hacen a Dios, manifestamos
odio por las ofensas que nos hacen. Y debemos corregir al hermano en privado no
sea que, si ha perdido una vez el pudor y la vergüenza, permanezca en pecado. Y
si nos escucha ganamos su alma y por la salud de otro procuramos también la
nuestra. Pero si se niega a escucharnos, que se llame a un hermano; si se niega
a escuchar a este, llámese a un tercero, ya sea para tratar de corregirlo ya
para amonestarlo delante de testigos. Pero si tampoco a ellos quiere
escucharlos, entonces hay que decirlo a muchos para que lo detesten y el que no
pudo ser salvado por la vergüenza se salve por las afrentas. Cuando dice: Considéralo
como pagano y publicano, muestra que se debe detestar más a aquel que bajo
el nombre de fiel hace obras propias de infieles que al que es abiertamente
gentil. En sentido tropológico [doctrina moral que se dirige a la reforma o
enmienda de las costumbres, rae.es] se llama publicanos a los que corren tras
las riquezas del mundo y exigen impuestos por medio de negocios ilícitos,
fraudes y robos, crímenes y perjurios.
18 Os aseguro que todo lo que atéis … Dio poder a los apóstoles para que supieran
quienes reciben tal condenación que la sentencia de los hombres es corroborada
por la sentencia divina y todo lo que sea atado en la tierra quedará atado en
el cielo.
19.20 También os digo… Todo lo dicho anteriormente nos había invitado a la concordia. Ahora nos
promete también un premio para que con mayor solicitud persigamos activamente
la paz; al decir que se encontrará en medio de dos o tres pensamos en el
ejemplo de aquel tirano que había tomado prisioneros a dos amigos. Uno de ellos
había vuelto a ver a su madre, dejando al otro como fianza. Quiso probarlos de
este modo, reteniendo a uno y dejando partir al otro, y cuando este volvió el
día fijado, lleno de admiración por su mutua fidelidad, les rogó que lo
admitieran como tercero [Cicerón. Sobre los deberes, III, 45). Podemos
igualmente interpretar esto en sentido espiritual; cuando el espíritu, el alma
y el cuerpo están de acuerdo y no se hacen la guerra teniendo deseos
encontrados, la carne y sus deseos contra el espíritu y el espíritu contra la
carne, obtendrán del Padre todo lo que le pidieren; sin ninguna duda la
petición es buena cuando elk cuerpo tiene los mismos deseos que el alma.
San Agustín.
Hay algo realmente
grave. Los hombres desprecian de tal modo la medicina del perdón, que no sólo
no perdonan cuando se les ofende, sino que tampoco quieren pedirlo cuando ellos
pecan. Penetró la tentación y se apoderó la ira de ellos. De tal manera les
dominó el deseo de venganza, que no sólo se apoderó de su corazón, sino que
hasta la lengua vomitó ultrajes y crímenes.
Miraos a vosotros
mismos. El mismo Cristo dice: Si peca tu hermano… El pagano es un
gentil; y gentil es aquel que no cree en Cristo. Si no escucha a la comunidad,
dale por muerto.
Pero he aquí que vive,
que entra en la Iglesia, que hace la señal de la cruz, que se arrodilla, que
ora y se acerca al altar. A pesar de todo eso, tenlo por pagano y publicano. No
hagas caso de esas falsas señales de vida. Esta muerto.
Aunque no nos sobrevenga
la muerte repentina, lo cierto es que no podemos vivir por largo tiempo. La
vida humana en su totalidad es breve: desde la infancia hasta la ancianidad.
Aunque Adán viviera todavía y debiera morir hoy, ¿qué hubiera ganado con haber
vivido tanto? A todo esto debes añadir que el mismo presente, aunque bullicioso
por naturaleza, resulta incierto por una especie de enfermedad radical. A
diario mueren hombres. Los vivos los llevan a enterrar, celebran sus funerales
y se prometen a sí mismos una larga vida. Nadie dice: “Me corregiré, no sea que
mañana esté yo como este a quien hemos acompañado al cementerio”. A vosotros os
agradan las palabras, pero yo busco los hechos. No me entristezcáis con vuestras
costumbres perversas, ya que mi deleite en la vida presente no es otro que
vuestra digna vida.
Sermón17, 6-7.
San Juan de Ávila.
Y también habéis de saber que declarar cuál escritura sea palabra de
Dios, para que por tal sea de todos creída, no pertenece a otro sino a la misma
Iglesia cristiana, cuya cabeza en la tierra, por divina ordenación, es el
Romano Pontífice. Y tener por cierto, como San Jerónimo dice, que “cualquier
persona que, fuera de esta Iglesia y casa de Dios, comiere el cordero de Dios,
profano es, no cristiano”. Y quienquiera que fuere hallado fuera de ella,
necesariamente ha de perecer, como los que no entraron en el arca de Noé fueron
ahogados con el diluvio (cf. Gn 7, 23). Esta es la Iglesia, a la cual manda el
Evangelio que oigamos, y que quien no la oyere tengamos por malo y por infiel
(cf. Mt 18, 17). Y esta es la Iglesia de la cual dice San Pablo que es coluna y
firmamento de la verdad (1 Tm 3, 15).
Audi, filia (II). I, pg. 635.
¿Pues qué remedio para que, si me hicieren mal, no me haga yo malo? Si
pecara contra ti tu hermano, dice nuestro Redemptor, vade, et corrige eum inter
te et illum; si te hiciere mal, no te tornes tú malo. ¡Gran locura es imitar la
locura del loco! – Al avariento duélele cuando le quitan la hacienda; al
regalado, cuando le hacen mal. ¿Qué hará el hombre a quien le hacen mal? –
Dolerse más del mal y pecado del otro que de su propio daño. – ¿Qué harás si te
hicieren mal? – No dalle de cuchilladas; no ponello a pleito; no levantar
bandos. – Vete a él y dile: “Catá que no tenéis razón de hacerme mal, por esto
y por esto”. Si te oyere, si recibiere tu razón, has ganado no tu hacienda, no
honra, sino su ánima; y si no te oyere, toma dos amigos tuyos y suyos, corrígelo
entre ti y ellos. Si no los oyere, dilo a la iglesia, al perlado [clérigo que
tiene algunas de las dignidades superiores en la iglesia, rae.es], a la
congregación; y si no te oyere, apártate de él como étnico y infiel.
Sermón Domingo 21 después de Pentecostés. OC III, pg. 299.
Pensasteis en una palabra de Cristo, que oísteis en el sermón: Si
perdonáredes a vuestros prójimos, vuestro Padre os perdonará a vosotros; y si
no perdonáredes, no os perdonará Dios (cf. Mt 18, 18). Cuando te paras a
pensar: “Gran cosa es el perdonar, pues que si no perdono no me perdona Dios...
Pues si lo que perdono, ¿qué dirán de mí?... Si no le perdono, no me perdona
Dios. Al fin quiero perdonar, porque Dios me perdone a mí”, comido has. Y el
que antes no podíades ver, comienza a parecer bien, y habláis al que no hablábades,
ni podíades ver más que al diablo; ya os comienza a parecer bien. Comido
habéis. Así como el mantenimiento del entendimiento es la verdad, así el de la
voluntad es la bondad, y bien estáis con la cosa que le queréis bien. ¿Qué ha
comido tu entendimiento? Aquella verdad, pues que con tanta fuerza os movéis a
amar al que tanto aborrecíades.
Sermón Santísimo Sacramento. III, pg. 605.
San Oscar Romero. Homilía.
Qué vergüenza para mí, Pastor, y les pido perdón a mi comunidad, cuando
no haya podido desempeñar como servidor de ustedes mi papel de obispo. No soy
un jefe, no soy una manda más, no soy una autoridad que se impone. Quiero ser
el servidor de Dios y de ustedes. Y es en ese ambiente, en que Cristo está
llamando a la autenticidad, cuando este discurso de cómo debe ser la comunidad.
Yo puedo sacar de las tres lecturas el título de la homilía de hoy , como el
resumen del discurso de Cristo: La Iglesia, comunidad profética; la Iglesia,
comunidad sacramental; y la Iglesia, comunidad de amor. Esto es la Iglesia. Si
no la entendemos así, no sabemos lo que es Iglesia de Cristo. Estas tres
características son como el resumen de las tres lecturas de hoy.
Homilía, 10
de septiembre de 1978.
Papa Francisco. Ángelus. 6 de
septiembre de 2020.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (cf. Mt 18, 15-20)
está tomado del cuarto discurso de Jesús en el relato de Mateo, conocido como
discurso “comunitario” o “eclesial”. El pasaje de hoy habla de la corrección
fraterna, y nos invita a reflexionar sobre la doble dimensión de la
existencia cristiana: la comunitaria, que exige la protección de la
comunión, es decir de la Iglesia, y la personal, que requiere la
atención y el respeto de cada conciencia individual.
Para corregir al hermano que se ha equivocado,
Jesús sugiere una pedagogía de recuperación. Y siempre la pedagogía de
Jesús es pedagogía de la recuperación; Él siempre busca recuperar, salvar. Y
esta pedagogía de la recuperación está articulada en tres pasajes.
Primero dice: «Ve y corrígele, a solas tú con él» (v. 15), es decir, no
pongas su pecado delante de todos. Se trata de ir al hermano con
discreción, no para juzgarlo, sino para ayudarlo a darse cuenta de lo que ha
hecho. Cuántas veces hemos tenido esta experiencia: viene alguien y nos dice:
“Oye, en esto te has equivocado. Deberías cambiar un poco en esto”. Tal vez al
inicio nos da rabia, pero después se lo agradecemos porque es un gesto de
fraternidad, de comunión, de ayuda, de recuperación.
Y no es fácil poner en práctica esta
enseñanza de Jesús, por varias razones. Existe el temor de que el hermano o la
hermana reaccionen mal; a veces no hay suficiente confianza con
él o ella... Y otros motivos. Pero cada vez que hemos hecho esto, hemos sentido
que era justo el camino del Señor.
Sin embargo, puede suceder que, a pesar de mis
buenas intenciones, la primera intervención fracase. En este caso está bien no
desistir y decir: “Que se las arregle, yo me lavo las manos”. No, esto no es
cristiano. No hay que desistir, sino recurrir a la ayuda de algún otro
hermano o hermana. Dice Jesús: «Si no te escucha, toma todavía contigo uno
o dos, para que todo asunto quede zanjado por la palabra de dos o tres
testigos» (v. 16). Este es un precepto de la Ley de Moisés (cf. Dt 19,15).
Aunque parezca contra el acusado, en realidad servía para protegerlo de falsos
acusadores. Pero Jesús va más allá: los dos testigos son requeridos no para
acusar y juzgar, sino para ayudar. “Pongámonos de acuerdo, tú y yo, vayamos
a hablar con éste, con ésta que se está equivocando, que está quedando mal.
Pero vayamos a hablarle como hermanos”. Este es el comportamiento de la
recuperación que Jesús quiere de nosotros. De hecho, Jesús considera que
también puede fracasar este enfoque —el segundo enfoque— con testigos, a
diferencia de la Ley de Moisés, para la cual el testimonio de dos o tres era
suficiente para la condena.
De hecho, incluso el amor de dos o tres hermanos
puede ser insuficiente, porque él o ella son testarudos. En este caso, añade
Jesús, «díselo a la comunidad» (v. 17), es decir, a la Iglesia. En
algunas situaciones toda la comunidad está involucrada. Hay cosas que no
pueden dejar indiferentes a los otros hermanos: se necesita un amor mayor para
recuperar al hermano. Pero, a veces, incluso esto puede no ser suficiente.
Y Jesús dice: «Y si ni a la comunidad hace caso, considéralo ya como al
gentil y al publicano» (ibid.). Esta expresión, aparentemente tan
despectiva, en realidad nos invita a poner a nuestro hermano de nuevo en las
manos de Dios: sólo el Padre podrá mostrar un amor más grande que el de
todos los hermanos juntos. Esta enseñanza de Jesús nos ayuda mucho, porque
—pensemos en un ejemplo— cuando nosotros vemos un error, un defecto, una
equivocación, en tal hermano o hermana, habitualmente la primera cosa que
hacemos es ir a contárselo a los demás, a chismorrear. Y los chismes cierran el
corazón de la comunidad, cierran la unidad de la Iglesia. El gran chismoso
es el diablo, que siempre está diciendo cosas feas de los demás, porque él
es el mentiroso que busca dividir a la Iglesia, de alejar a los hermanos y de
no hacer comunidad. Por favor, hermanos y hermanas, hagamos un esfuerzo
para no chismorrear. ¡El chismorreo es una peste más fea que el Covid!
Hagamos un esfuerzo: nada de chismes. Es el amor de Jesús, que acogió a
publicanos y paganos, escandalizando a las personas rígidas de la época.
Por lo tanto, no se trata de una condena sin apelación, sino del reconocimiento
de que a veces nuestros intentos humanos pueden fracasar, y que sólo estando
ante Dios puede poner a nuestro hermano ante su propia conciencia y la
responsabilidad de sus actos. Y si no funciona, silencio y oración por el
hermano y la hermana que se equivocan, pero nunca el chismorreo.
Que la Virgen María nos ayude a hacer de la
corrección fraterna un hábito saludable, para que en nuestras comunidades se
puedan establecer siempre nuevas relaciones fraternas, basadas en el perdón
mutuo y, sobre todo, en la fuerza invencible de la misericordia de Dios.
Benedicto XVI. Ángelus. 4 de
septiembre de 2011.
Queridos hermanos y hermanas:
Las lecturas bíblicas de la misa de este domingo
coinciden en el tema de la caridad fraterna en la comunidad de los creyentes,
que tiene su fuente en la comunión de la Trinidad. El apóstol san
Pablo afirma que toda la Ley de Dios encuentra su plenitud en el amor, de modo
que, en nuestras relaciones con los demás, los diez mandamientos y cada uno de
los otros preceptos se resumen en esto: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo»
(cf. Rm 13, 8-10). El texto del Evangelio, tomado del capítulo 18 de san
Mateo, dedicado a la vida de la comunidad cristiana, nos dice que el amor
fraterno comporta también un sentido de responsabilidad recíproca, por lo cual,
si mi hermano comete una falta contra mí, yo debo actuar con caridad hacia
él y, ante todo, hablar con él personalmente, haciéndole presente que
aquello que ha dicho o hecho no está bien. Esta forma de actuar se llama corrección
fraterna: no es una reacción a una ofensa recibida, sino que está animada por
el amor al hermano. Comenta san Agustín: «Quien te ha ofendido,
ofendiéndote, ha inferido a sí mismo una grave herida, ¿y tú no te preocupas de
la herida de tu hermano? ... Tú debes olvidar la ofensa recibida, no la herida
de tu hermano» (Discursos 82, 7).
¿Y si el hermano no me escucha? Jesús en el
Evangelio de hoy indica una gradualidad: ante todo vuelve a hablarle
junto a dos o tres personas, para ayudarle mejor a darse cuenta de lo que ha
hecho; si, a pesar de esto, él rechaza la observación, es necesario decirlo a
la comunidad; y si tampoco no escucha a la comunidad, es preciso hacerle notar
el distanciamiento que él mismo ha provocado, separándose de la comunión de la
Iglesia. Todo esto indica que existe una corresponsabilidad en el camino
de la vida cristiana: cada uno, consciente de sus propios límites y
defectos, está llamado a acoger la corrección fraterna y ayudar a los demás con
este servicio particular.
Otro fruto de la caridad en la comunidad es la
oración en común. Dice Jesús: «Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la
tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre que está en el cielo. Porque donde
dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos» (Mt
18, 19-20). La oración personal es ciertamente importante, es más,
indispensable, pero el Señor asegura su presencia a la comunidad que —incluso
siendo muy pequeña— es unida y unánime, porque ella refleja la realidad misma
de Dios uno y trino, perfecta comunión de amor. Dice Orígenes que «debemos
ejercitarnos en esta sinfonía» (Comentario al Evangelio de Mateo 14, 1), es
decir en esta concordia dentro de la comunidad cristiana. Debemos
ejercitarnos tanto en la corrección fraterna, que requiere mucha humildad y
sencillez de corazón, como en la oración, para que suba a Dios desde una
comunidad verdaderamente unida en Cristo. Pidamos todo esto por intercesión
de María santísima, Madre de la Iglesia, y de san Gregorio Magno, Papa y
doctor, que ayer hemos recordado en la liturgia.
Homilía Chat GPT (Inteligencia
Artificial).
Queridos hermanos y hermanas en Cristo,
Hoy en el Evangelio, Jesús nos ofrece valiosas
enseñanzas sobre la corrección fraterna y la importancia de la comunidad en la
vida cristiana. En este breve pasaje de Mateo 18,15-20, Jesús nos guía hacia
una comprensión más profunda de cómo debemos abordar los conflictos y cómo se
manifiesta la presencia de Dios en nuestra comunidad.
Comienza diciendo: "Si tu hermano peca contra
ti, ve y corrígelo en privado". Esta es una invitación a la humildad y al
diálogo. En lugar de buscar la confrontación pública o el chisme, Jesús nos
anima a hablar directamente con aquellos con los que tenemos conflictos.
Esto muestra el deseo de Jesús de mantener la unidad y la paz en la comunidad
de creyentes.
El segundo paso, si la corrección privada no
funciona, es llevar a dos o tres testigos contigo. Esto no es para
avergonzar a la persona, sino para ayudar a aclarar malentendidos y resolver el
conflicto de manera justa y amorosa. La presencia de testigos imparciales
puede ser un recurso valioso para alcanzar un acuerdo.
Y si, a pesar de estos esfuerzos, el conflicto
persiste, Jesús nos insta a llevarlo ante la comunidad. Aquí, la
comunidad no se limita a una congregación en particular, sino que representa a la
Iglesia en su totalidad. En la Iglesia, cuando enfrentamos desacuerdos y
divisiones, debemos recordar que Dios está presente en medio de nosotros.
Jesús nos promete algo poderoso en este pasaje:
"Donde dos o tres estén reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de
ellos". Esto subraya la importancia de la comunión y la oración en
la vida de la comunidad cristiana. Cuando buscamos la reconciliación y la
unidad en el nombre de Cristo, Él está presente para guiarnos y fortalecernos.
Este pasaje nos recuerda que la Iglesia es una
comunidad de amor y perdón, donde debemos esforzarnos por resolver los
conflictos con amor y humildad. No se trata solo de solucionar problemas, sino
de mantener la paz y la unidad que Dios desea para nosotros.
En nuestras vidas cotidianas, enfrentaremos
conflictos y desacuerdos, pero recordemos las palabras de Jesús y busquemos
la reconciliación y la unidad. Invitemos a Cristo a estar presente en medio de
nuestras discusiones y oraciones, confiando en que Él nos guiará hacia la paz y
la armonía.
Que el Señor nos dé la gracia de ser instrumentos
de su amor y reconciliación en nuestras comunidades y en el mundo. Amén.
DOMINGO XXIV T. O. 10 de septiembre de 2023.
Monición de entrada.-
Buenos
días:
Cuando
empezamos la misa le pedimos perdón a Jesús, nos damos la paz, en el
Padrenuestro decimos perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos
a los que nos ofenden.
Y comulgamos
el cuerpo de Jesús, que en la cruz nos perdonó.
Por
eso es muy importante que vengamos a misa con el deseo de perdonar a quienes no
se han portado bien con nosotros.
Señor, ten piedad.-
Porque no
aguantamos a los demás. Señor, ten piedad.
Porque nos
cuesta mucho perdonar. Cristo, ten piedad.
Porque
queremos que Dios nos perdone, sin nosotros perdonar. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Para que Dios ayude al Papa Francisco a
perdonar a quienes no le quieren. Te lo pedimos, Señor.
Para que la Iglesia sea un lugar de
perdón. Te lo pedimos, Señor.
Para que los países se perdonen y
termina las guerras. Te lo pedimos, Señor.
Para que perdonemos a los que se portan
mal con nosotros. Te lo pedimos, Señor.
Para que nos perdonemos unos a los otros.
Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por que
tú eres un ejemplo de perdón, pues perdonaste a quienes mataron a tu Hijo
Jesús.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Jerónimo.
Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA
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