Lectura del libro de la
profecía de Ezequiel 34, 11.12.15-17
Esto dice el Señor Dios:
-Yo mismo buscaré a mi
rebaño y lo cuidaré. Como cuida un pastor de su grey dispersa, así cuidaré yo
de mi rebaño y lo libraré, sacándolo de los lugares por donde se había
dispersado un día de oscuros nubarrones. Yo mismo apacentaré mis ovejas y las
haré reposar – oráculo del Señor Dios –. Buscaré la oveja perdida, recogeré a
la descarriada; vendaré a las heridas; fortaleceré a la enferma; pero a la que
está fuerte y robusta la guardaré: la apacentaré con justicia.
En cuanto a vosotros, mi
rebaño, esto dice el Señor Dios:
-Yo voy a juzgar entre
oveja y oveja, entre carnero y macho cabrío.
Textos paralelos.
Como
sigue el pastor el rastro de su rebaño.
Sof 1, 15: Ese día será un día de cólera, /
día de angustia y aflicción, / día de destrucción y desolación, día de oscuridad y tinieblas, / día de nubes
y nubarrones, / día de trompeta y alaridos.
Notas exegéticas.
34 Este episodio pudo tener lugar al comienzo del asedio del 588-587,
ya que la guerra no se dirigía contra Jerusalén, sino que proseguía al sur y al
suroeste, v. 7. Podía, pues, Sedecías, conjurar aun la catástrofe sometiéndose
como Joaquín el 605.
34 12 El hebreo añade “de parte de Yahvé”, omitido por griego y sirio.
Salmo responsorial
Salmo 23 (22).
El Señor es mi pastor,
nada me falta. R/.
El Señor es mi pastor, nada me falta;
en verdes praderas me hace recostar. R/.
Me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas;
me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre. R/.
Preparas una mesa ante mí,
enfrente de mis enemigos;
me unges la cabeza con perfume,
y mi copa rebosa. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Textos paralelos.
Yahvé es mi pastor.
Ez 34, 1: Me dirigió la palabra el Señor: “Hijo de Adán, profetiza
contra los pastores de Israel, profetiza, diciéndoles: ¡Pastores!, esto dice el
Señor: ¡Ay de los pastores de Israel/ que se apacientan a sí mismos! / ¿No son
las ovejas que tienen / que apacentar los pastores?”.
Jn 10, 1-16: “Os aseguro: el que no entra por la puerta en el redil,
sino saltando por otra parte, es ladrón y bandido. El que entra por la puerta
es el pastor del rebaño. El portero le abre, las ovejas oyen su voz, él llama a
las suyas por su nombre y las saca. Cuando ha sacado a todas las suyas, camina
delante de ellas y ellas detrás de él; porque reconocen su voz. A un extraño no
lo siguen, sino que escapan de él, porque no reconocen la voz de los extraños.
Esta es la parábola que Jesús les propuso, pero ellos no entendieron a qué se
refería”. Así pues, les habló otra vez: “Os aseguro que yo soy la puerta del
rebaño. Todos los que vinieron antes de mí eran ladrones y bandidos, pero las
ovejas no los escucharon. Yo soy la puerta: quien entra por mí se salvará;
podrá entrar y salir y encontrar pastos. El ladrón no viene más que a robar,
matar y destrozar. Yo vine para que tengan vida, una gran vitalidad. Yo soy el
buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas. El mercenario, que no es
pastor ni dueño de las ovejas, cuando ve venir al lobo, escapa abandonando las
ovejas, y el lobo las arrebata y dispersa. Es que es mercenario y no le
importan las ovejas. Yo soy el buen pastor: conozco a las mías y ellas me conocen,
como el Padre me conoce y yo conozco al Padre; y doy la vida por las ovejas.
Tengo otras ovejas que no pertenecen a este redil; a esas tengo que guiarlas
para que escuchen mi voz.
Me conduce a fuentes tranquilas.
Jn 4, 1: Los fariseos se enteraron de que Jesús ganaba más discípulos y
bautizaba más que Juan.
Is 40, 31: Pero los que esperan en el Señor / renuevan sus fuerzas, /
echan alas como las águilas, / corren sin cansarse, / marchan sin fatigarse.
Jr 31, 25: Regaré gargantas sedientas, / colmaré a los muertos de
hambre.
Pr 4, 11: Te instruyo sobre el camino de la sensatez, / te encamino por
la senda recta.
Sal 115, 1: ¡No a nosotros, Señor, no a nosotros! Hazle honor a tu
nombre, / por tu lealtad y tu fidelidad.
Aunque camine por valle tenebroso.
Is 50, 10: ¿Quién de vosotros respeta al Señor / y obedece a su siervo?
/ Aunque camine en tinieblas, / sin un rayo de luz, / que confíe en el Señor / y
se apoye en su Dios.
Jb 10, 21-22: Antes de partir, para no volver, / al país de tiniebla y
sombras, / a la tierra lóbrega y opaca, / de confusión y negrura, / donde la
misma claridad es sombra.
Preparas ante mí una mesa.
Ex 16, 8: Esta tarde os dará de comer carne y mañana os saciará de pan;
el Señor os ha oído protestar contra él; ¿nosotros que somos? No habéis
protestado contra nosotros, sino contra el Señor.
Sal 22, 27: Comerán los desvalidos hasta saciarse / y alabarán al Señor
los que lo buscan: / ¡no perdáis nunca el ánimo!
Sal 16, 5: El Señor es porción de mi lote y mi copa; / tú controlas mi
suerte.
Sal 63 6: Como de enjundia y de manteca / se saciará mi garganta, / y
con labios jubilosos / te alabará mi boca.
Bondad y amor me acompañarán.
Sal 27, 4: Una cosa pido al Señor, / es lo que busco: / habitar en la
casa del Señor / todos los días de mi vida; / contemplando la belleza del Señor,
/ observando su templo.
Notas exegéticas.
23 La solicitud divina por los justos, descrita bajo la doble imagen
del pastor, vv. 1-4, y del huésped que ofrece el banquete mesiánico, vv. 5-6.
Este salmo se aplica tradicionalmente a la vida sacramental, especialmente al Bautismo
y la Eucaristía.
23 4 “pues vienes”: adición probable para armonizar con 1 S 22, 23 y subrayar
así la alusión al gesto davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu
vara, tu cayado están ahí”.
23 5 Conforme a la costumbre de la hospitalidad oriental, Sal 92, 11;
139, 2; 2 Qo 2, 9; Am 6, 6; Lc 7, 46.
22 6 “y habitaré” versiones: “volveré a”, hebreo (simple corrección vocálica).
Segunda lectura.
Lectura de la primera
carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 20-26.28
Hermanos:
Cristo ha resucitado de
entre los muertos y es primicia de los que han muerto. Si por un hombre vino la
muerte, por un hombre vino la resurrección. Pues lo mismo que en Adán mueren
todos, así en Cristo todos serán vivificados. Pero cada uno en su puesto:
primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo, en su
venida; después el final, cuando Cristo entregue el reino a Dios Padre, cuando
haya aniquilado todo principado, poder y fuerza. Pues Cristo tiene que reinar
hasta que ponga a todos sus enemigos bajo sus pies. El último enemigo en ser destruido
será la muerte. Y, cuando le haya sometido todo, entonces también el mismo Hijo
se someterá al que se lo había sometido todo. Así Dios será todo en todos.
Textos paralelos.
Por una persona viene la resurrección.
Rm 5, 12-21: Pues bien, por un hombre penetró el pecado en el mundo y
por el pecado la muerte, y así la muerte se extendió a toda la humanidad, ya
que todos pecaron. Antes de llegar la ley, el pecado ya estaba en el mundo;
pero, como no había ley, el pecado no se imputaba. Con todo, la muerte reinó
desde Adán hasta Moisés, también sobre los que no habían pecado imitando la desobediencia
de Adán – que es figura del que había de venir -. Pero el don no es como el
delito. Pues, si por el delito de uno murieron todos, mucho más abundantes se
ofrecerán a todos el favor de un un solo hombre, Jesucristo. El don no es
equivalente al pecado de uno. Pues el juicio de un solo pecado terminó en
condena, el perdón de muchos termina en absolución. Pues, si por delito de uno,
reinó la muerte por él solo, con mayor razón, por medio de solo Jesucristo,
reinarán vivos los que reciben el favor copioso de una justicia gratuita. Así,
pues, como por el delito de uno se extiende la condena a toda la humanidad, así
por una acción recta se extiende a todos los hombres la sentencia que concede
la vida. Como por la desobediencia de uno todos resultaron pecadores, así por
la obediencia de uno todos resultarán justos. La ley se entrometió para que
proliferara el delito; pero donde proliferó el delito, lo desbordó la gracia.
Así como el pecado reinó por la muerte, así la gracia, por medio de Jesucristo
Señor nuestro, reinará por la justicia para una vida terna.
1 Co 15, 45-49: Así está escrito, el primer hombre, Adán, se convirtió
en un ser vivo, el último Adán se hizo un espíritu que da vida. No fue primero
el espiritual, sino el animal, y después el espiritual. El primer hombre
procede de la tierra y es terreno, el segundo hombre procede del cielo. Como
fue el terrestre, son los terrestres, como es el celeste, serán los celestes.
Como hemos llevado la imagen del terrestre, llevaremos también la imagen del
celeste.
Cristo, como primicia: luego los de Cristo en su venida.
1 Ts 4, 16: Pues el Señor mismo, al sonar una orden, a la voz del
arcángel y al toque de la trompeta divina, bajará del cielo; entonces resucitarán
primero los cristianos muertos.
Cristo debe reinar hasta que Dios ponga a todos sus enemigos.
Sal 110, 1: Oráculo del Señor a mi Señor: / “Siéntate a mi derecha /
hasta que haga de tus enemigos / escabel de tus pies”.
Sal 8, 7: Le has dado el mando sobre las obras de tus manos; / todo lo
has sometido bajo sus pies.
Aquel que ha sometido a él todas las cosas.
Flp 3, 21: El cual transformará nuestro cuerpo humilde en la forma de
su cuerpo glorioso, con la eficacia con que puede someterse todo.
Entonces también el Hijo se someterá a Aquel
Rm 9, 5: Los patriarcas; de su linaje carnal desciende el Mesías. Sea
por siempre bendito el Dios que está sobre todo. Amén.
Col 3, 11: En la cual no se distinguen griego y judío, circunciso e incircunciso,
bárbaro y escita, esclavo y libre, sino que Cristo lo es todo para todos.
Ef 4, 6: Uno Dios, Padre de todos, que está sobre todos, entre todos,
en todos.
Notas exegéticas.
15 22 La
perspectiva no es solamente física y biológica, sino que engloba a todo hombre:
muerte espiritual del pecado, vida resucitada en la justicia y el amor. Nótese
que la perspectiva de Pablo no incluye la resurrección de los pecadores,
afirmada en Jn 5, 29.
15 23 [Venida]
Término de origen helenístico y admitido en el cristianismo primitivo para designar
el glorioso advenimiento de Cristo en su “Día”, al fin de los tiempos. Esta
palabra se aplica a la venida del Impío. Comparar los términos análogos de “Revelación”
y de “Manifestación”.
15 24 [Principado,
dominación y potestad] Todos los poderes hostiles al reino de Dios.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Mateo 25, 31-46
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con
él, se sentará en el trono de su gloria y serán reunidas ante él todas las
naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las
cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces
dirá el rey a los de su derecha: “Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad
el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve
hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y
me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la
cárcel y vinisteis a verme”. Entonces los justos le contestarán: “Señor,
¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?,
¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos? ¿Cuándo te
vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?” Y el rey les dirá: “En verdad
os digo que cada vez que lo hicisteis con uno de estos, mis hermanos más
pequeños, conmigo lo hicisteis”. Entonces dirá a los de su izquierda: “Apartaos
de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles.
Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber,
fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo
y en la cárcel y no me visitasteis”. Entonces también estos le contestarán: “Señor,
¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la
cárcel y no te asistimos?” Él les replicará: “En verdad os digo: lo que no
hicisteis con uno de estos, los más pequeños, tampoco lo hicisteis conmigo”. Y estos
irán al castigo eterno y los justos a la vida eterna.
Textos paralelos.
Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria.
Dt 32, 43: Naciones, aclamadlo con su pueblo, /
porque él venga la sangre de sus siervos, / porque toma venganza del enemigo /
y perdona a su tierra y a su pueblo.
Rm 14, 10: Tú, ¿por qué juzgas a tu hermano?; tú,
¿por qué desprecias a tu hermano? Todos hemos de compadecer ante el tribunal de
Dios.
2 Co 5, 10: Todos hemos de comparecer ante el
tribunal de Cristo, para recibir el pago de lo que hicimos con el cuerpo, el
bien o el mal.
Mt 8, 20: Jesús le contestó: “Las zorras tienen
madrigueras, los pájaros tienen nidos, pero este Hombre no tiene donde recostar
la cabeza”.
Mt 16, 27: El Hijo del Hombre ha de venir con la
gloria de su Padre y acompañado de sus ángeles. Entonces pagará a cada uno
según su conducta.
Acompañado de todos sus ángeles.
Dt 32,2: Descienda como lluvia mi doctrina, /
destile como rocío mi palabra; / como llovizna sobre la hierba, / como orvallo [llovizna,
rae.es] sobre el césped.
Dn 7, 13: Seguí mirando, y en la visión nocturna vi
venir en las nubes del cielo una figura humana, que se acercó al anciano y fue
presentada ante él.
Za 14, 5: El valle de Hinón quedará bloqueado,
porque el valle entre los dos montes seguirá su dirección. Y vosotros huiréis
como cuando el terremoto en tiempos de Ozías, rey de Judá. Y vendrá el Señor,
mi Dios, con todos sus consagrados.
Entonces serán congregados delante de él todas las
naciones.
Mt 24, 31: Cuando venga el Hijo del Hombre con
majestad, acompañado de todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria.
Gn 30, 40: Lo poco que antes tenías ha crecido
inmensamente porque el Señor te ha bendecido por mi causa. Es hora que haga
algo también por mi familia.
Ez 34, 17: Y a vosotras, mis ovejas, / esto dice el
Señor: / Voy a juzgar el pleito de mis ovejas: / ¡carneros y machos cabríos!
Entonces dirá el Rey a los de su derecha.
Rm 8, 17: Si somos hijos, también somos herederos:
herederos de Dios, coherederos con Cristo; si compartimos su pasión,
compartiremos su gloria.
Recibid en herencia el Reino preparado.
Ef 1, 4: Por él, antes de la creación del mundo, /
nos eligió para que por el amor / fuéramos santos e irreprochables en su
presencia.
Is 58, 6-8: Ezequías dijo: “¿Cuál es la señal de que
subiré a la casa del Señor?” Respondió: “Esta es la señal del Señor, de que
cumplirá el Señor la palabra dada. En el reloj de sol de Ajaz haré que la
sombra retroceda los diez grados que ha avanzado”. Y desanduvo el sol en el
reloj los diez grados que había avanzado.
Jb 31, 32: El forastero no tuvo que dormir en la
calle / porque yo abrí mis puertas al caminante.
Cuando lo hicisteis con uno de estos hermanos míos.
Pr 19, 17: Quien se apiada del pobre presta al
Señor, / y él le dará su recompensa.
Za 2, 12: Porque así dice el Señor de los ejércitos
a las naciones que los deportaron: El que os toca a vosotros, / me toca a mi la
niña de los ojos.
Mt 10, 40: Quien os recibe a vosotros a mí me
recibe; quien me recibe a mí recibe al que me envió.
Mt 18, 5: Y el que acoja a uno de estos niños en
atención a mí, a mí me acoge.
Lc 10, 16: Quien a vosotros os escucha a mí me
escucha; quien a vosotros os desprecia a mí me desprecia; quien a mí me desprecia,
desprecia al que me envió.
Jn 13, 33-35: Hijitos, todavía estaré un poco con
vosotros; y como dije a los judíos, adonde yo voy no podéis venir vosotros. Os
lo digo ahora. Os doy un mandamiento nuevo, que os améis unos a otros como yo
os he amado; amaos así unos a otros. En eso conocerán todos que sois mis
discípulos, en que os amáis unos a otros.
Hch 9, 5: Contestó: “¿Quién eres, Señor?” Le dijo: “Yo
soy Jesús, a quien tú persigues.
E irán estos al castigo eterno.
Dn 12, 2: Muchos de los que duermen / en el polvo
despertarán: / unos para la vida eterna, / otros para la ignominia perpetua.
Jn 5, 29: Los que obraron bien resucitarán para
vivir, / los que obraron mal resucitarán para ser juzgados.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
25 14 Los cristianos son los siervos a quienes Jesús, su señor, encarga de
hacer fructificar sus dones para el desarrollo de su Reino, y que deberán
rendirle cuentas de su gestión. – La parábola de las minas. Lc 19, 12-27
presenta analogías de forma, pero contiene una lección bastante diferente.
25 21 Este gozo es el banquete celestial, Mt 8, 11 – “le pondré al frente de lo
mucho” designa la participación activa en el Reino de Cristo.
25 29 Para justificar la decisión del v. 28 Jesús se vale de un proverbio para
mostrar, al mismo tiempo, el rigor del juicio y la inagotable generosidad de
Dios.
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
31-46 La verdad de fe “… y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y
muertos” al fin de la historia humana, se deduce del conjunto del AT y del NT,
y es contenido esencial de la predicación cristiana (Símbolos, concilios,
magisterio de la Iglesia). Este relato (¿parábola?; ¿alegoría [ficción en
virtud de la cual un relato o imagen representan o significan otra cosa diferente,
rae.es]?), sin paralelos en todo el NT, tiene como protagonista al “Rey”, ante
quien estarán “las naciones” de la tierra, los pueblos del mundo, para ser
juzgados.
31 EL
HIJO DEL HOMBRE: cf. Mc 2, 10; en el v. 34 está la transposición es “el rey”.
// SU TRONO ESPLENDOROSO: lit. trono de esplendor (genitivo a la manera
hebrea) de él.
32 Pare
que este versículo empalmaría mejor con 24, 31.
34 VENID:
lit. aquí (adverbio griego, con valor y forma de imperativo). //
BENDITOS: lit. los bendecidos; vocativo semítico (artículo + nominativo).
// HEREDAD: poseed como herencia, tomad posesión de la herencia prometida a “los
mansos· (cf. 5, 5).
35-46 La norma o criterio del juicio será una Persona; o mejor: el Amor de
Dios, que se ha hecho visible en Jesucristo, hermano de cada ser humano
(de cada “uno cualquiera). Lo cual significa que el verdadero amor a
Dios es inseparable del amor activo al prójimo, aunque no captemos el sentido
profundo de nuestros gestos de caridad, Jesús dice que se considera amado y
servido cuando amamos y servimos incondicionalmente a los demás. // EXTRANJERO:
o forastero, peregrino.
37 LE
RESPONDERÁN ASÍ: cf. 3, 15. En el v. 40, la misma fórmula tiene a “el rey” como
sujeto.
40 La
respuesta de Cristo puede traducirse también: … a uno de los más pequeños de
mis hermanos. MIS HERMANOS: quizás, en el primer estadio de su historia,
esta expresión equivalía a “Mis discípulos” (cf. 10, 41s; Jn 20, 17), los
misioneros itinerantes; de hecho, tal como tenemos el texto, esa denominación
es más universal.
46 Que
la sentencia sea irreversible, y totalmente diversa según “las obras” de cada
uno – o bien LA VIDA ETERNA, o bien el CASTIGO ETERNO (no la aniquilación
física de los condenados) –, es verdad de fe definida solemnemente: cf. DS [H.
Denzinger – A. Schönmetzer. Enchiridion Symbolorum. Definitionum de rebos
fidei et morum. Barcelona. 1973. Libro donde se contienen todas las
verdades declaradas por el Papa y los obispos].76; 411; 801; 848; 1002; y cf.
también [Concilio Vaticano II] Lumen Gentium 48. El CASTIGO ETERNO está a nivel de igualdad, en
cuanto a la duración, con LA VIDA ETERNA; el NT no dice, ni supone, que acabará
el infierno, ni que su fuego tenga carácter meramente “purificador”.
Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.
25, 31-46 Las acciones que proveen a las necesidades físicas espirituales de otros
se llaman “obras de misericordia”. Son prolongaciones del segundo mandamiento
de amar a nuestro prójimo. La parábola dice que seremos juzgados según lo que
hayamos ayudado a otros tanto material como espiritualmente. La tradición de la
Iglesia reconoce siete obras de misericordia corporales (dar de comer al hambriento
y de beber al sediento, vestir al desnudo, dar techo a quien no lo tiene,
visitar a los presos y a los enfermos, enterrar a los muertos) y siete obras de
misericordia espiritual (corregir al que se equivoca, instruir al que no sabe,
dar consejo al que lo necesita, sufrir con paciencia los defectos del prójimo,
perdonar las ofensas, consolar a los tristes, orar por los vivos y los
difuntos) (Cf. CEC 2447). Catecismo Iglesia Católica 331-332, 678-679, 1033-1038,
1932 y 2463.
25, 31 La segunda venida de Cristo, la resurrección de los muertos, el juicio
final y el carácter eterno del cielo y el infierno están definidos como dogmas
de la Iglesia. Cat. 678, 679, 682 y 1038-1041.
25, 35 Cristo que nació en la pobreza y cargó con nuestros sufrimientos humanos,
se identifica con los pobres y necesitados. Cat. 544, 1373 y 1503.
25, 45 Si no respondemos con compasión y obras de misericordia a nuestro hermano
sufriente, Cristo no nos reconocerá como miembros de su grey. Nuestro Señor
aclara que, con estos pecados de omisión estamos sujetos a un juicio severo.
Cat 1033 y 2443.
Catecismo de la Iglesia Católica.
331 Cristo es el centro del mundo de los ángeles. Los ángeles le pertenecen: “Cuando
el Hijo del hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles…” (Mt 25,
31). Le pertenecen porque fueron creados por y para él.
678 Siguiendo a los profetas (Dn 7, 10; Jl 3-4; Ml 3, 19) y a Juan Bautista
Jesús anunció en su predicación el Juicio del último Día. Entonces, se pondrán
a la luz la conducta de cada uno y el secreto de los corazones. Entonces será
condenada la incredulidad culpable que ha tenido en nada la gracia ofrecida por
Dios. La actitud con respecto al prójimo revelará la acogida o el rechazo de la
gracia y del amor divino. Jesús dirá en el último día: “Cuanto hicisteis a uno
de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).
679 Cristo es señor de la vida eterna. El pleno derecho a juzgar
definitivamente las obras y los corazones de los hombres pertenece a Cristo como
Redentor del mundo.
1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios.
Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro
prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el
que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida
eterna permanente en él” (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos
separados de Él si omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de
los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46).
1034 Jesús habla con frecuencia de la gehena y del fuego que nunca se apaga reservado
a los que, hasta el fin de la vida rehúsan creer y convertirse, y donde se
puede perder a la vez el alma y el cuerpo. Jesús anuncia en términos graves que
“enviará a sus ángeles […] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y
los arrojarán al horno ardiendo” (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la
condenación: “¡Alejaos de mí, malditos al fuego eterno!” (Mt 25, 41).
1932 El deber de hacerse prójimo de los demás y de servirlos activamente se
hace más acuciante todavía cuando estos están más necesitados en cualquier
sector de la vida humana. “Cuando hicisteis a uno de estos hermanos míos más
pequeños, a mí me lo hicisteis” (Mt 25, 40).
2463 ¿Cómo no reconocer a Lázaro, el mendigo hambriento de la parábola en la
multitud de seres humanos sin pan, sin techo, sin patria? ¿Cómo no escuchar a
Jesús que dice: “A mí no me lo hicisteis?” (Mt 25, 45).
682 Cristo glorioso, al venir al final de los tiempos a juzgar a vivos y
muertos, revelará la disposición secreta de los corazones y retribuirá a cada
hombre según sus obras y según su aceptación o su rechazo de la gracia.
1038 La resurrección de todos los muertos, de los justos y de los pecadores,
precederá al Juicio final. Esta será la hora en que todos los que estén en los
sepulcros oirán su voz y los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida,
y los que hayan hecho el mal, para la condenación. Entonces Cristo vendrá en su
gloria acompañado de todos sus ángeles (cf. Mt 25, 33ss).
1039 “Cuando coloqué a mis pequeñuelos en la tierra, los constituí
comisionados vuestros para llevar vuestras buenas obras a mi tesoro: como no
habéis depositado nada en sus manos, no poseéis nada en Mí” (S. Agustín. Sermón
18).
1041 El Juicio final revelará que la justicia de Dios triunfa de todas las
injusticias cometidas por sus criaturas y que su amor es más fuerte que la muerte
(cf. Cantar de los cantares 8, 6).
544 El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo
acogen con un corazón humilde. Jesús fue enviado para “anunciar la Buena Nueva
a los pobres” (Lc 4, 18). […] Aún más: se identifica con los pobres de todas
clases y hace del amor activo hacia ellos la condición para entrar en su Reino
(cf. Mt 25, 31-46).
1503 Conmovido por tantos sufrimientos, Cristo no solo se deja tocar por los
enfermos, sino que hace suyas sus miserias: “Él tomó nuestras flaquezas y cargó
con nuestras enfermedades” (Mt 8, 17; Is 53, 4-6).
1033 Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si omitimos
socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus
hermanos (cf. Mt 25, 31-46).
2443 “El amor de la Iglesia por los pobres perrtenece a su constante tradición
(S. Juan Pablo II, Solicitudo rei socialis, 47). Está inspirado en el
Evangelio de las bienavernturanzas (cf. Lc 6, 20-22), en la pobreza de Jesús
(cf. Mt 8, 20) y en su atención a los pobres (cf. Mc 12, 41-44). El amor a los
pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de hacer
partícipe al que se halle en necesidad. No abarca solo la pobreza material,
sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf. S. Juan
Pablo II, Centísimus annus, 57).
Concilio Vaticano II.
Hasta que el Señor venga en su esplendor con todos
sus ángeles y, destruida la muerte, tenga sometido todo, sus discípulos, unos
peregrinan en la tierra; otros ya difuntos, se purifican; mientras otros están
glorificados, contemplando claramente a Dios mismo, uno y trino, tal cual es.
Todos, sin embargo, aunque en grado y modo diversos, vivimos unidos por la
caridad a Dios y al prójimo y cantando el mismo himno de alabanza a nuestro
Dios.
Lumen gentium, 49.
Los Santos Padres.
Puesto que ha alabado a quienes practicaron las obras de misericordia,
ahora les muestra cuán grande fue desde antiguo su amor para con ellos. Porque:
“Venid -les dice-, benditos de mi Padre; heredad el reino que está preparado
para vosotros desde la constitución del mundo”. ¡Cuántos bienes no encierra ese
nombre: ser benditos, y benditos de su Padre” ¿Y cómo se hicieron dignos de ese
honor? ¿Cuál fue la causa de esa bendición? “Porque tuve hambre, y me disteis
de comer; tuve sed, y me disteis de beber”, y lo demás. ¡Qué palabras tan
llenas de honor y bienaventuranza!
Para que veamos, por otro lado, la justicia de su sentencia contra
quienes no practicaron la misericordia, el Señor alaba primeramente a los que hicieron
las obras de ella y les dice: “Venid, benditos de mi Padre,...”. Para que no
dijeran los réprobos: “Es que no teníamos”, el Señor los condena con el ejemplo
de sus compañeros, como antes había condenado a las vírgenes fatuas por el
ejemplo de los prudentes, y al siervo borracho y glotón, por el siervo fiel y
discreto, y al que enterró su talento, por el que granjeó otros dos, y, en
general, a los que pecan, por los que practican la virtud.
Muchas veces, al ver a un perro hambriento, nos conmovemos; ante una
fiera que sufre hambre, nos doblegamos. ¿Y viendo a tu Señor no te conmueves?
¿Qué defensa tienes en eso?
S. Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 79. 1b, pg. 285,
286 y 288.
Es propio de los justos apresurarse a negar en público, por humildad, una
por una las cosas buenas que se refieren a ellos. […] Es condición de los
pecadores, para excusarse, no querer ver sus pecados, o considerarlos pocos y
de poca importancia.
Orígenes, Serie de comentarios al Ev. de Mateo, 73. 1b, pg. 288.
San Jerónimo.
31-33. Cuando el Hijo del hombre… El, que dentro de dos días va a celebrar la
Pascua y será entregado a la cruz, insultado por los hombres, y le darán de
beber vinagre y hiel, promete, con razón, la gloria de su triunfo para
compensar los escándalos que van a seguir por la recompensa que promete.
Observemos que el que debe aparecer en su majestad es el Hijo del hombre.
En cuanto a lo que sigue: colocará las ovejas a su derecha y a los
cabritos a su izquierda, compréndelo según aquello que lees en otro lugar: El
corazón del sabio está en su derecha y el del necio en su izquierda (Eclesiastés
10, 2), y más arriba en ese mismo Evangelio: Que no sepa tu izquierda lo que
hace tu derecha. él ordena que las ovejas se coloquen del lado de los
justos, a la derecha; los cabritos, es decir, los pecadores, a su izquierda,
ellos que en la Ley son ofrecidos siempre por el pecado. No dijo las cabras que
pueden tener crías y salen esquiladas del baño, todas son crías gemelas y
ninguna entre ellas es estéril (Cantar de los Cantares 4, 2), sino
cabritos, ese animal lascivo, agresivo, siempre en celo.
34. Venid, benditos de mi Padre. Esto se debe comprender según la presciencia
[conocimiento de las cosas futuras, rae.es] de Dios para quien el futuro ya se
ha realizado.
40.
Os aseguro que en la medida que lo hicisteis. Éramos libres de
comprender que en todo pobre alimentamos a Cristo que tiene hambre, le damos de
beber cuando tiene sed, peregrino lo albergamos, desnudo lo vestimos, enfermo
lo visitamos y le proporcionamos el consuelo de una visita cuando está
encerrado en la cárcel. Pero según lo que sigue: En la medida que lo
hicisteis con el más pequeño de mis hermanos, lo hicisteis conmigo, me
parece que no habla de los pobres en general sino de los que son pobres de espíritu,
aquellos hacia los cuales había extendido su mano diciendo: Mis hermanos y
mi madre son aquellos que hacen la voluntad del Padre.
46. Estos irán al castigo eterno, los justos en cambio a la vida eterna. Prudente lector, presta
atención, los suplicios son eternos, pero la vida perpetua no tendrá que temer,
en adelante, ninguna caída.
San Agustín.
El Señor no necesita de ti, pero tú tienes a otro que sí necesita: tú das
a este y recibe él. El pobre no tiene con qué devolverte; quiere hacerlo, pero
carece de medios; solo le queda la buena voluntad de orar por ti. Mas cuando el
pobre ora por ti, es como si dijera a Dios: “Señor, he recibido un préstamo, sé
mi fiador”. Por tanto, si el pobre no puede restituirte lo que le prestaste,
tienes un fiador solvente.
Respondió: Cuando lo hicisteis con uno de estos mis pequeños, conmigo
lo hicisteis. De esta manera se manifestaba como el fiador de los pobres,
como fiador de todos sus miembros, puesto que, si él es la Cabeza, ellos son
los miembros, y lo que reciben los miembros lo recibe también la cabeza.
¡Ea, usurero, avaro! Mira lo que diste y considera lo que has de recibir.
Si hubieses dado una pequeña cantidad, te devolviera una gran finca,
infinitamente de más valor que el dinero que le habías dado, ¡cuántas gracias
no le darías, qué alegría no te embargaría! Escucha qué posesión te ha de dar
aquel a quien hiciste el préstamo: Venid, benditos de mi Padre; recibid. ¿Qué?
¿Lo mismo que disteis? De ninguna manera. Disteis bienes terrenos que, si no hubieseis
dado, se hubiesen podrido en la tierra. ¿Qué hubieses hecho con ellos, si no
los hubieses dado? Lo que iba a perecer en la tierra, se ha guardado en el
cielo. Y es eso que se ha guardado lo que hemos de recibir. Se ha guardado tu
mérito: tu mérito se ha convertido en un tesoro. Mira, pues, lo que vas a
recibir: Recibid el reino que está preparado para vosotros desde el comienzo
del mundo. Por el contrario, ¿qué oirán aquellos que no quisieron prestar? Id
al fuego eterno que está preparado para el diablo y sus ángeles. ¿Y a qué
cosa se llama ese reino que hemos de recibir? Prestad atención a lo siguiente: Estos
irán al fuego eterno, los justos en cambio a la vida eterna (Mt 25, 34-46).
Ambicionad esto, compradlo, prestad para alcanzarlo. Tenéis a Cristo sentado
en el cielo y mendigo en la tierra. Hemos hallado cómo presta interés al justo.
Todo el día se compadece y presta a interés.
Comentario
al salmo 36,3,6. Pg. 1575.
San Juan de Ávila.
Estoy esperando una sentencia en mi favor, que ha de ser descanso para
siempre; espero una gloria para siempre, y estoy negociando este negocio de tan
gran cualidad, ¿y queréis que tenga lugar para decir donaires? Estoy esperando
aquella sentencia: Venid, benditos de mi Padre, al reino que os está
aparejado desde el principio del mundo (Mt 25, 24), ¿y tengo que tractar de
suciedades y avaricia, o torpeza, o chocarrerías [chiste o dicho groseros,
rae.es], o embriaguez, quae ad rem non pertinent [“todo lo cual está
fuera de lugar”] (Ef 5, 4). Agora hemos de estar en pie; no tenemos
espacio para eso; no es tiempo de decir chocarrerías, sino las palabras que
dijéremos sean saladas para los oyentes, con la sal de la gracia; que salgan en
provecho; que pongan consuelo al afligido y que pongan esfuerzo al desmayado; que
den alegría al triste y pongan confianza al desconfiado. Y así nos dice, que
nuestra palabra det gratiam audientibus [“hará bien a los que lo oyen”] (Ef
4, 29). Que así manda Dios, y quiere que nos amemos con obras y en verdad, que
nuestro amor sea claro; que así, como la lengua lo dice, lo tenga en el
corazón.
Lecciones
sobre I San Juan (I). Lección 24. OC II. Pg. 335-336.
Hable Jesucristo: Cuando viniere el Hijo de la Virgen en su majestad y
todos los ángeles con Él, entre todos se asentará y porná a la mano derecha a
los buenos (cf. Mt 25, 31). ¡Señor, acordaos para entonces de cuantos aquí
estamos! Mirad, Señor, por nosotros, suplicamos a vuestra majestad que nos
escojáis y que nos pongáis a vuestra mano derecha, por vuestra gran bondad y
misericordia.
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. Domingo I de Adviento. OC III. Pg. 30.
En esto que habéis oído ha de parar vuestro
cuerpo; resta que oyáis lo que ha de acaecer a vuestra ánima, la cual será en
aquella hora llena de angustias, acordándose de las ofensas que en esta vida
hizo a nuestro Señor, y pareciéndole entonces muy grave lo que antes le parecía
muy liviano. Será desamparada de sus sentidos, no podría servirse de la lengua
para pedir socorro a nuestro Señor, y entenebrerse ha el entendimiento, que aun
pensar en Dios no podrá, y, en fin, poco a poco acercarse ha la hora en que por
mandamiento de Dios salga del cuerpo, y se determine de ella o perdición para
siempre o salud para siempre. Oír tiene de la boca de Dios: Apártate de mí a
fuego eternos (cf. Mt 25, 41), o queda conmigo en estado de salvación (cf.
Mt 25, 34). Colgada habéis de estar de sola mano de Dios y en sólo Él estará vuestro
remedio. Por lo cual habéis mucho de huir de enojar en nuestra vida al que a la
hora de vuestra muerte habéis tanto de menester. Demonios que os acusen y que
pidan justicia a Dios contra vuestra ánima, acusándoos particularmente de cada
pecado, no os faltarán, y si la misericordia de Dios entonces os olvida, ¿qué
haréis, oveja tan flaca, cercada de tan rabiosos lobos, muy deseosos de os tragar?
Pensad, pues, en el rato de vuestro recogimiento, cómo en aqueste estrecho
punto habéis de ser presentada delante de Dios, desnuda y sola de todas las
cosas, y acompañada del bien o mal que hobiéredes hecho. Y decid agora a nuestro
Señor que vos os presentáis agora de gana, para alcanzar misericordia en
aquella hora que por fuerza habéis salido de este mundo.
Audi
filia (I). Propio conocimiento, 24. OC I. Pg. 447.
Porque, si según dice el refrán: “Quien bien quiere a Beltrán, bien quiere
a su can”, ¿cuánto os parece que querrá un amador de Cristo a su prójimo,
viéndole hecho cuerpo de Él, y que ha dicho el mesmo Señor, por su boca, que
el bien y el mal que al prójimo se hiciere, el mismo Señor lo recibe hecho a sí?
(cf. Mt 25, 40-45). Y de aquí viene que conversa el cristiano con sus prójimos
con tanto cuidado de no los enojar, y tanta mansedumbre para los sufrir, que le
parece que con el mismo Cristo conversa. Y tiénese en su corazón, por más
esclavo de ellos y más obligado al provecho de ellos, que si por gran suma de dineros
fuera de ellos comprado (cf. Mt 12, 50). Porque, mirando el precioso precio que
Jesucristo dio por él, derramando su bendita sangre, ofrécese todo en servicio
de Cristo, sin querer ser suyo en poco ni mucho. Y tiene por muy gran merced
poder en algo emplearse en servicio de aqueste señor.
Audia
filia (I). Conocimiento del prójimo, 66. OC I. Pg. 473.
Y así como, por el grande amor que el Señor nos tuvo, tomó nuestros males
por suyos, y los pagó con su vida y su muerte; y con el mismo amor que nos
tiene, aunque ya está en el cielo, si un chiquito suyo está desnudo o vestido,
harto o hambriento, dice que él mismo lo está (cf. Mt 25, 40.45); y cuando
nosotros somos oídos de Dios, dice que él es el oído, por aquella inefable
unión que hay entre él y los suyos, significada por nombre de esposo con su
esposa, y de cabeza con su propio cuerpo.
Audia
filia (II). Cap. 85, 8. OC I. Pg. 721.
¿Qué tanto os parece que querrá un amador de Cristo a sus prójimos,
viéndoles que son cuerpo místico de él, y que ha dicho el mismo Señor, por su
boca, que el bien o el mal que al prójimo se hiciere, el Señor lo recibe como
hecho a sí mismo? (cf. Mt 25, 40.45). Y de considerar profundamente aquestas palabras
viene el buen cristiano a conversar con sus prójimos con una reverencia profunda
y amor entrañable, y mansedumbre blanda, para los sufrir, y vigilante cuidado
de no enojar ni dañar, antes aprovechar y alegrar, que le parece que con el
mismo Cristo conversa, pues a él mira en ellos.
Audi filia
(II). Cap. 96, 1. OC I. Pg. 743.
¿Dónde irá la oveja, estando en todas partes cercada de los lobos, si el
pastor la desabriga y alanza [dar lanzadas, rae.es] de sí? Recia palabra es: Salte
y vete. Y semeja aquella que Cristo ha de decir el día postrero a los
malos: Idos, malditos, al fuego que os está aparejado [preparar,
prevenir, disponer, rae.es] (cf. Mt 25, 41).
Audia
filia (I). Propio conocimiento, 8. OC I. Pg. 440.
Por lo cual dice el príncipe de este mundo (Jn 12, 31), y regidor
y señor de él, no porque él lo haya criado, mas porque los malos, que son de
Dios por creación, quieren sujetarse al demonio conformándose con su voluntad,
para que así sean también conformes con él en la infernal pena como les será
crudamente dicho el día postrero por boca de Cristo: Id, malditos, al fuego
eterno, que está aparejado al diablo y a sus ángeles (Mt 25, 41).
Audia filia (I). Nuestra casa es la propia voluntad, 2. OC I. Pg. 512.
Ya no habrá trabajos ni más tentación, ni dolor de egida ni estomago; no te
quejarás ya más. Ven a mí; ya no más angustia, no tormento, ni pena ni culpa.
Descansad ya conmigo. Venid, benditos de mi Padre (Mt 25, 34).
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. I (I) Domingo I de Adviento. OC III. Pg. 15.
Allí serán los amores y favores, que entonces mostrará cuando diga: Venid,
benditos de mi Padre, recebí el reino que os está aparejado (Mt 25, 34).
¡Oh orejas que tal oyen! ¿Qué sentirán los hombres a quien estas palabras
tocaren?
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. Domingo I de Adviento. OC III. Pg. 30.
Verdad tuya es que los que aquí hicieren misericordia los pornás en el
día del juicio a tu diestra. Porque dieron de comer al hambriento y de beber al
sediento, e hicieron obras semejables, les dirás, Señor: Venid, benditos de
ni Padre (Mt 25, 34). Aunque sea tanta tu bondad y te hayas juntado con
nos, y digas tú con tu santísima boca que la comida, bebida y vestido y obras
de misericordia que al prójimo dimos por ti, lo dimos a ti, no te contentaste
con recibir estas obras por tercera persona, mas ordenaste tú, piadosísimo
amador, este consuelo, que pudiesen los hombres hacer obras de misericordia a
tu misma persona.
Sermones del Santísimo Sacramento. 43.
En la Infraoctava del Corpus. OC III. Pg. 574.
¿Qué piensas, hermano,
que es el paraíso? Es un juntarse con Dios y decir Él: Venid, benditos de mi
Padre, a poseer el reino que está aparejado desde el principio del mundo
(cf. Mt 25, 34). ¿Y qué piensas que es el infierno? Ser alanzado un hombre de
la mesa de Dios, llena de hartura y de lumbre y echado en las tinieblas de
fuera (Mt 8, 12) con la voz del Juez, que dice: Apartaos de mí, malditos
de mi Padre, al fuego eterno que os está aparejado (cf. Mt 25, 41).
Sermones del Santísimo Sacramento, 55.
En la Infraoctava del Corpus. OC III. Pg. 744
Y por la maldición que allí cayó sobre ti, nos ganaste y darás aquella
bienaventurada bendición tuya: Venid, benditos de mi Padre, y poseed el
reino que os está aparejado (Mt 25, 34). A ti, Señor, maldijeron, y tú has
de bendecir; tú ser muerto, por dar la vida; tu trabajo nos ha de dar el
descanso. Porque fuiste juzgado, es razón que seas Juez.
Primera parte. 12. A un señor de estos reinos. OC IV. Pg. 94.
¿Paréceos que se deben estimar por trabajos los que se pasan por confesar
a Jesucristo, pues tal gualardón se les dará, que Cristo con mucha honra el día
del juicio nos ha de confesar delante del Padre? ¡Oh bienaventurado padecer y
deshonra y pobreza, al cual tanta honra le ha de suceder! ¿Qué será, hermana,
oír de la boca de Cristo, delante del mundo: Venid, benditos de mi Padre, y
poseed el reino que os está aparejado? (Mt 25, 34). ¿Qué será cuando los
ángeles canten a quien aquí hubiere sido sierva fiel del Rey celestial: “Ven,
esposa de Cristo, recibe la corona que el Señor te tiene aparejada”, no para un
día, mas para siempre?
Primera parte. 24. A una señora monja atribulada. OC IV. Pg. 153.
¿Qué es nuestro trabajo cotejado con el más pequeñito de aquestos? Y pues
queremos parte en el cielo con Él, no nos descontente su compañía en la tierra.
Porque Él ha determinado está de no tener por compañero en su gozo sino al que lo
fue de sus penas; y su cruz quiso que fuese la puente por do pasásemos al
descanso; y otro vado ni paso para el cielo no hay sino la compañía de los
trabajos y mortificación del Señor. Y a quién éstos no parecen bien ni los quiere
pasar, no tiene que ver en el reino que está aparejado desde el principio
del mundo (cf. 25, 34).
Segunda parte. 79. A una doncella. OC IV. Pg. 334.
¡Condenan al inocente, y absuelven al culpado! ¡Y que maldigan al bendito
de todos los siglos para que caiga sobre los malditos aquella bendición
soberana: Venid, benditos de mi Padre, y poseed el reino que os está aparejado
desde el principio del mundo! (Mt 25, 34. Muere la Vida y viven los
muertos. Deshonran la honra, y son los deshonrados honrados; aprecian al infierno
en treinta dineros, y son los despreciados levantados a tanto precio, que sea
Dios hombre su precio.
Segunda parte. 86. Para la villa de Utrera. OC IV. Pg. 367.
Si tú entonces no has obrado, ni has sido casto, ni tenido obediencia a
Dios, ni hecho nada por su amor, ¿qué sentirás cuando diga: llama los
obreros y págalos, y veas que tú te quedas sin jornal, y que por no haber trabajado
te envían a los trabajos incomportables del infierno, a do siempre trabajarás?
Di: ¿qué placer sentirás entonces, cuando te digan que, por la jarra de agua
que diste, dirá Dios: “Denle su jornal”? (cf. Mc 9, 40; Mt 25, 35). Y el
jornal será el reino de Dios para siempre, a donde gozarás con Él y vivirás
descansado, sin pensamiento de trabajo que jamás te venga, ni recelo que
perderás aquel sumo bien que una vez te han dado. ¿Cuál valdría entonces más,
el jarro de agua o el cuenco de dineros que dejaste en el arca? ¿Quién es el
que no alza las haldas [falda, rae.es] y se apareja al trabajo, y se abraza de
buena gana, pues jornal tan aventajado es para recebir en el cielo por su
trabajar?
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. 8. Domingo de Septuagésima, 19. OC III. Pg. 121.
De manera que, como San Pablo llama pasiones de Cristo a las que
él padecía, y decía que aún no eran acabadas sus pasiones (cf. Col
1,24); y el mesmo Señor, aun reinando e impasible en el cielo que ha hambre
y sed, y pasa trabajos (cf. Mt 25, 35) en la tierra porque lo pasan sus
miembros.
Sermones
del Santísimo Sacramento. 40. Santísimo Sacramento, 18. OC III. Pg. 539.
La gracia y paz del Espíritu Santo sea en el ánima de vuestra merced y le
ayude en este santo tiempo a aparejar su ánima para el Niño que ha de nacer,
sin tener casa propria, en las ánimas que lo quieren recebir. Extranjero viene
y en mucha pobreza; déle vuestra merced su ánima, porque le diga el día
postrero: Huésped era, y acogísteme (Mt 25, 35).
Segunda parte. 115.A una señora. OC IV. Pg. 439.
Y en la cárcel y venisteis a mí (cf. Mt 25,
36). ¿No lo veis extranjero, debajo del hábito más disimulado que
llevaba cuando se juntó con los discípulos que iban a Emaús? (Lc 24, 15). ¿No
habéis oído en vuestras entrañas sus santas palabras que hacen arder el
corazón cuando el hombre ha comulgado?
Sermones del Santísimo Sacramento, 43.
En la Infraoctava del Corpus. OC III. Pg. 575.
Holguémonos que nos dé Dios en que le podamos satisfacer; y pues sois
esposa, servid con amor a vuestro Esposo, el cual está enfermo cuando una oveja
suya lo está; porque palabra de su boca es que dirá el día postrero: Enfermo
era, y servisteme; tomad el reino que os está aparejado (cf. Mt 25, 36.34).
Y no dejéis de suplicar que esfuerce a la enferma y os esfuerce a vos, no para
quitaros trabajo, sino para acrecentaros fuerzas y amor, con el cual llevéis su
cruz como Él la llevó por vos. él renunció sus consuelos por tomar vuestras
tristezas y penas. Decid vos ansí lo que quiere vuestra ánima y que no deje de
enviar algo en que se vea cómo le amáis; porque gozar con Dios no hay quien no
lo quiera; mas trabajar por Él, eso es señal de amor verdadero, y sólo el amor
de Cristo ha de durar. Hágaos Él tal cual Él desea y yo le suplico. Amén.
Segunda parte. 80. A una doncella. OC IV. Pg. 337.
Decidme ha alguno: - Padre, ¿ya no está reinando en el cielo? Ya no ha hambre,
no siente desnudez. – Hermanos, aunque esté en los cielos, en la tierra también
está (no solo en el Santísimo Sacramento), porque, aunque la Cabeza está en el
cielo, el Cuerpo está en la tierra. Decid: Si os predicara yo agora: esta
Pascua verná Jesucristo, pobrecito, desnudo, como nació en Belem, a vuestra
casa, ¿no lo recibiríades? ¿No tienes pobres en tu barrio? ¿No tienes desnudos
a tu puerta? Pues si vistes al pobre, a Jesucristo vistes; si consuelas al
desconsolado, a Jesucristo consuelas, que Él mesmo lo dice: lo que a uno de
estos hiciéredes, a mí lo hacéis (cf. Mt 25, 40). No te mates ya diciendo:
¿Quién estuviera en Belem para recibir al Niño y a su Madre en sus entrañas? No
te fatigues, que si recibiéres al pobre, a ellos recibes; y si de verdad
creyésedes esto, andaríades más solícito a buscar quien hay pobre en esta
calle, y os saltearíades unos a otros para hacer el bien que pudiésedes.
Hermanos, dad limosna, vestí los desnudos, hartá los hambrientos, y no os contentéis
con dar una blanca o poca, sino dad limosnas en cuantidad, pues que ansí os lo
da Dios. no seáis cortos en dar, pues Dios es tan largo en daros a vosotros; no
deis blanquillas por Dios, pues que Dios os da a su Hijo a vosotros. Haced
limosnas para recibir bien esta Pascua a Cristo.
Ciclo
temporal. Sermón de tiempo. 2. Domingo III de Adviento. OC III. Pg. 45-46.
¡Y después llorar y andar desconsolados! “Tanto tiempo ha que piodo a Dios
una cosa justa, y no me la das”. Mira qué milagro. ¿Ha llegado a pedirte algún
probecito consuelo, y tú: “Allá te lo hayas”? ¿Está alguno por estos arrabales,
sin cama y sin pan, con un racimo de uvas? ¿No sabéis que dice Dios: Quien a
aquel da, a mí da? (cf. Mt 25, 40). ¿A quién le escarba esto allá dentro?
¿Qué de manos hay sobre aquella empresa para merecer en ella? Llegan a vos: -
Dad acá limosna. – No tengo para lo que he menester en casa. – Para el mundo
tenéis, y no para Jesucristo: las ropas, como en buenos años; los mozos, tan locamente
vestidos, y no falta sino para Jesucristo.
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. 24. Domingo 21 después de Pentecostés. OC III. Pg. 306.
Quinto, si morís en pecado mortal, lo que nunca Dios quiera, ¿qué sentirá
vuestra ánima cuando se le notifique la sentencia de condenación eterna y sea
desmamparada de Dios y de los ángeles, y del ángel bueno, que dice: ¡Vete,
maldita, al fuego eterno, que está aparejado para el demonio y sus ángeles! (Mt
25, 41). ¡Vete desmamparada de tu criador, pues tú le desmamparaste y olvidaste
su santa ley! ¡Vete, que no te valga la pasión del Señor ni los ruegos de sus
santos, pues no quisiste hacer penitencia de tus pecados, ni yo te ayudaré,
pues no recebiste mis palabras y buenas inspiraciones! ¡Vete entregado a esos dragones
y leones infernales; pues tú les obedeciste, para siempre serás captiva de
ellos! ¿Qué sentirá el alma cuando los demonios de la soberbia dirán: “A nosotros
pertenece esta ánima, porque fue soberbia”? Los de la lujuria dirán: “A
nosotros pertenece, porque fue lujuriosa”; los de la ira dirán, etc.; los de la
pereza; así los demás. ¿Qué sentirá cuando diga el Señor: “Los unos la piden, y
los otros; vaya con todos los diablos, pues a todos quiso obedecer”, etc.?
Tratados
menores. Diálogos inter confessarium et paenitentem,11. OC II. Pg. 777.
Esperad la sentencia: Andad, malditos de mi Padre, al fuego eterno,
que está aparejado para el diablo y sus ángeles (Mt 25, 41-45). ¡Habrá
alguno que con palabras tan claras y dichas por boca de Dios, diga: “Qué se
entiende la necesidad de muerte, hambre y sed, y ser extranjero y no tener
posada, y no estar desnudo? No se entiende necesidad de muerte; que no se muere
un hombre de hambre ni de sed, aunque esté tres o cuatro días sin comer; ni se
muere otro porque duerma en esa calle; ni se mueren otros por andar desnudos; y
los gitanos se andan y no se mueren. No se entiende el mandamiento de la
limosna que esté uno en extrema necesidad. Las obras de misericordia se han de
hacer, aunque el prójimo no esté en notable necesidad. Si yo tengo tasadamente
lo que he menester, tengo de dar de esto limosna a quien tenga extrema necesidad.
Estas cuestiones poco son menester para los que aman a Dios. Andad el camino, que
Él os dirá de sí mismo lo que habéis de seguir. Mas preguntar, no perdéis por
ello. Quien tiene una boca de caridad, ella le demuestra lo que ha de hacer con
su prójimo.
Lecciones sobre 1 San Juan (I). Lección 23. OC II. Pg. 327.
-¿Pues queréis que no trabaje ni
entienda en mi mujer e hijos? – No te digo eso; pero que dejes los gastos
superfluos de la mujer e hijos, etc., y no andes ahogado en el demasiado
cuidado de las cosas temporales; o sed tan fuertes que ansí toméis los negocios
temporales no olvidéis por eso lo que cumple a vuestra ánima. Y si no sois para
uno y otro, que se pierda lo del cuerpo y no lo del ánima. Fuego del cielo
venga sobre la hacienda si por entender en ella se ha de perder el ánima y
cuerpo para siempre. Nam quid prodest homini, etc. (cf. Mt 16, 26) [“¿Pues
de qué le serviría a un hombre ganar el mundo entero, si pierde su alma? ¿O qué
podrá dar par recobrarla?]. – Recia palabra es esa. – Más recia será aquella: Ite,
maledicti [Entonces dirá a los de su
izquierda: “Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno preparado para el
diablo y sus ángeles”.] (cf. Mt 25, 41), y aquélla: Nescio vos [Pero les
respondió: “En verdad os digo que no os conozco”]. Et clausa et ianua [Cuando
el amo de la casa se levante y cierre la puerta, os quedaréis fuera y llamaréis
a la puerta diciendo: “Señor, ábrenos”; pero él os dirá: “No sé quienes sois”
(Mt 25, 12.10; Lc 13,25).
Sermones
de tiempo. 24. Domingo 19 después de Pentecostés. OC III. Pg. 290.
Hablando una vez el Señor de este día, dijo que enviaría al infierno al
que no dio de comer al hambriento y vestir al desnudo (cf. Mt 25, 41ss). ¿Pues
cómo Señor? ¿Dile yo hambre? ¿desnudéle yo? ¿púsele yo en cárcel? No se engañe
nadie que por el bien que no hacéis os condenará Dios, y aun por eso tiemblan
los santos tanto.
Ciclo
temporal. Sermones de tiempo. I (2), 10. Domingo I de Adviento. OC III. Pg. 25.
Si decís: “¡Oh quien viera a Cristo ser convidado!”, llegase acá, hermano
que más es verlo a Él convidar y que Él mismo es el manjar con que convida, ¡y
no hay quien quiera venir, no hay quien lo reciba ni hay quien le dé posada,
andando rogando. Él que lo acojan! ¿Sabéis que ha de decir el día del juicio el
mansico que allí veis que está agora callando, que parece tan chiquito? – Hambre
hube, y no me distes a comer; en la tierra estuve, y no hubo quien me diese
posada, andando y rogando que me acogésedes, ¡Id, malditos, al fuego para
siempre! (Mt 25, 41-43).
Sermones
del Santísimo Sacramento. 41. En la Infraoctava del Corpus, 32. OC III. Pg. 556.
¿Duéleos abajar vuestro cuello? ¿Duéleos humillar vuestro corazón a
paerdonar a vuestro prójimo y pedirle perdón? ¿Duéleos obedecer a la palabra de
Dios, que seáis castos, para en cuerpo casto recebir al castísimo cuerpo de
Jesucristo? ¿Duéleos? ¡Oh cuanto más os dolerá cuando en aquel día terrible, en
el cual a ninguno recibirá Dios en su casa sino a quien le recibió a Él en la
suya, dirá con terrible voz y con más terribles ojos: Huésped era, y no me
recebisteis; en la cárcel estaba, y no venisteis a mí!; ¡andad, malditos de
mi Padre, al fuego que está aparejado al demonio y a sus ángeles! (cf.
Mt 25, 41-43).
Sermones
del Santísimo Sacramento. 43. En la Infraoctava del Corpus, 25. OC III. Pg. 576.
Que se les ponga todo eso que habéis hecho por ellos en una balanza a su
cargo. Que quién se pare a pensar lo mucho que ha hecho por los hombres y lo
poco que de ello nos aprovechamos, dirá que nos ha dado la espada de Roldán y
que la empleamos en cortar nabos. ¡Y que hay personas que no venían a comulgar
si no los excomulgasen! ¿Quién no tiene devoción a este Santísimo Sacramento?
Andá, que otro día nos veremos juntos: aunque no esté yo tan alto como ahora,
estarlo ha Jesucristo. Entonces oirán los malaventurados aquella sentencia: Andad,
malditos, de mi Padre, al fuego eterno (Mt 25, 41), pues no os
quisistes aprovechar de mí.
Sermones
del Santísimo Sacramento. 46. Santísimo Sacramento, 36. OC III. Pg. 616.
Cristiano, prueba, primero que hagas el concierto, si puedes llevar el
peso de la sentencia: Ite, maledicti [Apartaos de mí, malditos] (cf. Mt
25, 41). Mas si fuieste tan inadvertido que, a trueco de muy vil y pequeño
precio, echaste sobre ti la pesada carga del pecado mortal, no añadas mal sobre
mal, ni eches sobre ti la pesada piedra de la desesperación, incomportable para
sufrir y poderosa para en un punto dar en el infierno conmigo.
Sermones
del Santísimo Sacramento. 52. Santísimo Sacramento, 10. OC III. Pg. 676.
Aparejaos, gentes, para la sentencia que habéis de oír: Apartaos de
mí, malditos de mi Padre, al fuego que está aparejado al demonio y a sus
ángeles (Mt 25, 41). Si no podemos, dice San Agustín, sufrir un pequeñito
fuego ni trueno, ¿quién sufrirá el tronido de aquellas palabras dichas por boca
de Dios? Esta es la palabra de que dijo Dios: Yo haré una palabra que a quien la
oyere le rechinen las orejas. ¿Huiste de mí, huiste de la caridad, huiste de
mí? Yo huiré de vosotros. ¿No me quesistes? Apartaos de mi para siempre.
.
Sermones de tiempo. I (I). Domingo I de adviento, 21. OC III. Pg. 17.
Por autoridad, también se prueba lo mesmo del maestro Jesucristo, luz del
mundo, el cual dice que dirá a los malos en juicio: Vistesme haber hambre, y
no me distes de comer; haber sed, y no me distes de beber; estar desnudo, y no
me vesteste. Andad al fuego eterno. Hela aquí la sentencia y el proceso.
¿Habrá alguno tan desatinado que diga que sólo se entiende de aquellos que lo
dejaron de hacer en la necesidad extrema? Porque allí dice: Vistesme
andar peregrino, y no me distes posada (Mt 25, 42-43). Pues por no dar a
uno posada, no se muere, ni ordinariamente por andar desnudo. – “Y si yo tengo
tasadamente para lo que yo he menester, ¿tengo que hacer limosna?”. – Digaos,
por conclusión verdadera, que, cuando que estuviere el prójimo en extrema
necesidad, sois obligado a lo socorrer en ella, aunque sea de lo que habéis
menester para la decencia de vuestro estado. Y en esto no hay que parar; porque
las extremas necesidades no empobrecen a los que las cumplen, que son pocas y
con poco se cumplen. Y mas tengo de amar la vida de mi prójimo que la decencia
de mi estado.
Lecciones
sobre 1 San Juan (II). Lección 23. OC II. Pg. 450.
Allí, hablando del juicio particularmente, dice que, a la salida del alma
del cuerpo, cualquiera persona buena o mala ve a Cristo crucificado, que así se
lo aparece para purgalla. Está muy terrible y espantable al que acaba su vida
en la sentencia que saldrá de este juicio; cómo al malo dirá Cristo: Vete,
maldito de mi Padre (cf. Mt 25, 41), que no quisiste aprovecharte de la
sangre que derramé.
Quinta parte. 236. A un discípulo. OC IV. Pg. 758.
San Oscar Romero. Homilía.
Lo horizontal se hace vertical cuando nuestra caridad la motiva el
verdadero amor a Dios. Por eso, cuando despreciamos al pobre, al cortador de
café o de caña o de algodón, al campesino que hoy va en caravanas buscando el
sustento de todo el año, pensemos, hermanos, no lo olvidemos, es el rostro de
Cristo. Rostro de Cristo entre costales y canastos de cortador; rostro de
Cristo entre torturas y maltratos de las cárceles; rostro de Cristo muriéndose
de hambre en los niños que no tienen que comer; rostro de Cristo, el necesitado
que pide una voz a la iglesia, ¿cómo se la va a negar la Iglesia, si es Cristo
que le está diciendo habla por mí? Yo no quiero estar aquella hora del juicio
final a la izquierda "apártate maldito al fuego eterno, porque tuve hambre
y no me disteis de comer, tuve necesidad y no me atendisteis". Te precisó
[obligó] más la pureza de tu ortodoxia; te precisó más el tiempo tranquilo de
tu oración; te precisó más tu congregación, tu colegio, para no contaminarte
con los miserables; te preocupó más tu prestigio social y económico y político,
y por eso despreciaste al que era yo pidiéndote socorro. Este es el criterio
con el que Cristo nos va juzgar. Su reino es el amor, un amor que construye.
Y digo que en aquella hora nos vamos a llevar sorpresas, cuando veamos
que lo que yo creía que era necesario Cristo ni le hará caso y lo que yo no
creía necesario, será lo que Cristo está examinando. ¿Cómo trataste al
hambriento, al sediento.. al que me representaba? Y en estos países Cristo está
tan profusamente presente, queridos hermanos, que sería una lástima haber
vivido como saturado de la presencia de Cristo (porque estamos saturados de
pobres) y no haberlo conocido. Haber vivido tantos altos, tal vez en las
comodidades, en las riquezas, en el bienestar político y no nos preocupamos de
aquel Cristo que estaba a nuestras puertas o que lo encontrábamos en las
calles. Yo le pido perdón a Dios en esta mañana por no haber sido siempre el
cristiano que Dios va a examinar a la hora de la muerte. Y quiero reparar mi
falta para decirle a todos ustedes, mis hermanos, con quienes comparto la
responsabilidad de ser Iglesia, Reino de Dios, que de veras hagamos del Reino
de Dios que somos, como ley, el amor.
Homilía 26 de noviembre de 1978.
Papa Francisco. Ángelus. 26 de
noviembre de 2017.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En este último domingo del año litúrgico celebramos
la solemnidad de Cristo Rey del Universo. La suya es una majestad de guía,
de servicio y también una majestad que al final de los tiempos se afirmará como
juicio. Hoy tenemos delante de nosotros al Cristo como rey, pastor y juez,
que muestra los criterios de pertenencia al Reino de Dios. Aquí están los
criterios.
La página evangélica se abre con una visión
grandiosa. Jesús, dirigiéndose a sus discípulos, dice: «Cuando el Hijo del
hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, entonces se sentará
en su trono de gloria» (Mateo 25, 31). Se trata de la introducción solemne del
relato del juicio universal. Después de haber vivido la existencia terrenal
en humildad y pobreza, Jesús se presenta ahora en la gloria divina que le
pertenece, rodeado por hileras angelicales. Toda la humanidad está
convocada frente a Él y Él ejercita su autoridad separando a los unos de los
otros, como el pastor separa las ovejas de las cabras.
A aquellos que pone a su derecha les dice: «Venid,
benditos de mi padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros
desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed
y me disteis de beber; era forastero y me acogisteis; estaba desnudo y me
vestisteis; enfermo y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a verme» (vv.
34-36). Los justos permanecen sorprendidos, porque no recuerdan haber
encontrado nunca a Jesús y menos haberlo ayudado de aquel modo; pero Él
declara: «En verdad os digo que cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos
más pequeños, a mí me lo hicisteis» (v. 40). Esta palabra no termina nunca de
conmocionarnos, porque nos revela hasta qué punto llega el amor de Dios:
hasta el punto de identificarse con nosotros, pero no cuando estamos bien,
cuando estamos sanos y felices, no, sino cuando estamos necesitados. Y
de este modo escondido Él se deja encontrar, nos tiende la mano como mendigo.
Así Jesús revela el criterio decisivo de su juicio, es decir, el amor
concreto por el prójimo en dificultad. Y así se revela el poder del
amor, la majestad de Dios: solidario con quien sufre para suscitar por todas
partes comportamientos y obras de misericordia.
La parábola del juicio continúa presentando al rey
que aleja de sí a aquellos que durante su vida no están preocupados por las
necesidades de los hermanos. También en este caso esos quedan sorprendidos y
preguntan: «Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo
o enfermo o en la cárcel y no te asistimos? (v. 44). Implícito: «¡Si te
hubiéramos visto, seguramente te habríamos ayudado!». Pero el rey responderá:
«En verdad os digo es que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños,
también conmigo dejasteis de hacerlo» (v. 45). Al final de nuestra vida
seremos juzgados sobre el amor, es decir, sobre nuestro empeño concreto de amar
y servir a Jesús en nuestros hermanos más pequeños y necesitados. Aquel
mendigo, aquel necesitado que tiende la mano es Jesús; aquel enfermo al que
debo visitar es Jesús; aquel preso es Jesús; aquel hambriento es Jesús.
Pensemos en esto.
Jesús vendrá al final de los tiempos para juzgar a
todas las naciones, pero viene a nosotros cada día, de tantos modos y nos pide
acogerlo. Que la Virgen María nos ayude a encontrarlo y recibirlo en su Palabra
y en la Eucaristía, y al mismo tiempo en los hermanos y en las hermanas que
sufren el hambre, la enfermedad, la opresión, la injusticia. Puedan nuestros
corazones acogerlo en el hoy de nuestra vida, para que seamos por Él acogidos
en la eternidad de su Reino de luz y de paz.
Papa Francisco. Ángelus. 22 de
noviembre de 2020.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy celebramos la Solemnidad de Nuestro Señor
Jesucristo, Rey del universo, que cierra el año litúrgico, la gran parábola en
la que se despliega el misterio de Cristo: todo el año litúrgico. Él es el Alfa
y el Omega, el comienzo y el cumplimiento de la historia; y la liturgia de hoy
se centra en el “omega”, es decir, en el destino final. El sentido de la
historia se comprende teniendo ante nuestros ojos su culminación: el final es
también el fin. Y esto es precisamente lo que hace Mateo, en el Evangelio de este
domingo (25, 31-46), colocando el discurso de Jesús sobre el juicio universal
en el epílogo de su vida terrenal: Él, a quien los hombres están a punto de
condenar, es en realidad el juez supremo. En su muerte y resurrección, Jesús
se mostrará como el Señor de la historia, el Rey del universo, el Juez de todo.
Pero la paradoja cristiana es que el Juez no reviste una realeza temible, sino
que es un pastor lleno de mansedumbre y misericordia.
En efecto, Jesús, en esta parábola del juicio
final, utiliza la imagen del pastor. Toma las imágenes del profeta Ezequiel,
que hablaba de la intervención de Dios en favor del pueblo, contra los malos
pastores de Israel (cf. 34, 1-10). Aquellos habían sido crueles,
explotadores, prefiriendo alimentarse ellos mismos en lugar del rebaño; por lo
tanto, Dios mismo promete cuidar personalmente de su rebaño, defendiéndolo
de las injusticias y los abusos. Esta promesa de Dios para su pueblo se
cumplió plenamente en Jesucristo, el Pastor, precisamente Él es el Buen Pastor.
También Él mismo dice de sí: «Yo soy el buen pastor» (Jn 10, 11.14).
En la página evangélica de hoy, Jesús se
identifica no sólo con el rey pastor, sino también con las ovejas perdidas.
Podríamos hablar de una “doble identidad”: el rey-pastor, Jesús, se
identifica también con las ovejas, es decir, con los hermanos más pequeños y
necesitados. Y así indica el criterio del juicio: se efectuará sobre la base
del amor concreto dado o negado a estas personas, porque él mismo, el juez,
está presente en cada una de ellas. Él es juez, Él es Dios-hombre, pero Él es
también el pobre, Él está escondido, está presente en la persona de los
pobres que Él menciona precisamente allí. Jesús dice: «En verdad os digo
que cuanto hicisteis (o no hicisteis) a uno de estos hermanos míos más
pequeños, a mí lo hicisteis (o no lo hicisteis)» (vv. 40.45). Seremos
juzgados por el amor. El juicio será por el amor. No por el sentimiento, no:
por las obras, por la compasión que se hace cercanía y ayuda solícita.
¿Yo me acerco a Jesús presente en la persona de los
enfermos, de los pobres, de los que sufren, de los presos, de los que tienen
hambre y sed de justicia? ¿Me acerco a Jesús presente allí? Esta es la
pregunta de hoy.
El Señor, pues, en el fin del mundo, pasará revista
a su rebaño, y lo hará no sólo del lado del pastor, sino también del lado de
las ovejas, con las que se ha identificado. Y nos preguntará: “¿Has sido un
poco pastor, como yo?”. “¿Has sido pastor mío, de mí, que estaba presente en
esa gente necesitada, o has sido indiferente?”. Hermanos y hermanas, guardémonos
de la lógica de la indiferencia, de lo que viene inmediatamente a la mente:
mirar a otra parte cuando vemos un problema. Recordemos la parábola del Buen
Samaritano. Aquel pobre hombre, herido por los bandidos, tirado en el suelo,
entre la vida y la muerte, estaba allí solo. Pasó un sacerdote, lo vio, y se
fue, miró hacia otro lado. Pasó un levita, lo vio y miró hacia otro lado. ¿Soy
yo, ante mis hermanos y hermanas necesitados, tan indiferente como este
sacerdote, como este levita, y miro a otra parte? Seré juzgado por esto:
por cómo me acerqué, por cómo miré a Jesús presente en la necesidad. Esta es la
lógica, y no lo digo yo, lo dice Jesús: “Lo que hicisteis a éste, a éste, a
éste, me lo habéis hecho a mí. Y lo que no hicisteis a éste, a éste, a éste, a
éste, a mí no lo hicisteis, porque yo estaba allí”. Qué Jesús nos enseñe
esta lógica, esta lógica de cercanía, de acercarnos a Él, con amor, en la
persona de los que más sufren.
Pidamos a la Virgen María que nos enseñe a reinar
en el servir. Nuestra Señora, asunta al Cielo, recibió la corona real de su
Hijo, porque lo siguió fielmente —es la primera discípula— en el camino del
Amor. Aprendamos de ella a entrar desde ahora en el Reino de Dios, por la
puerta del servicio humilde y generoso. Y volvamos a casa solamente con esta
frase: “Yo estaba presente allí. ¡Gracias!” o si no “Te has olvidado de mí”.
Benedicto XVI. Ángelus. 20 de
noviembre de 2005.
Queridos hermanos y hermanas:
Hoy, último domingo del año litúrgico, se celebra
la solemnidad de Jesucristo, Rey del universo.
Desde el anuncio de su nacimiento, el Hijo
unigénito del Padre, nacido de la Virgen María, es definido "rey", en
el sentido mesiánico, es decir, heredero del trono de David, según las promesas
de los profetas, para un reino que no tendrá fin (cf. Lc 1, 32-33). La
realeza de Cristo permaneció del todo escondida, hasta sus treinta años,
transcurridos en una existencia ordinaria en Nazaret
Después, durante su vida pública, Jesús inauguró
el nuevo reino, que "no es de este mundo" (Jn 18, 36), y al
final lo realizó plenamente con su muerte y resurrección. Apareciendo
resucitado a los Apóstoles, les dijo: "Me ha sido dado todo poder en el
cielo y en la tierra" (Mt 28, 18): este poder brota del amor, que Dios
manifestó plenamente en el sacrificio de su Hijo. El reino de Cristo es don
ofrecido a los hombres de todos los tiempos, para que el que crea en el Verbo
encarnado "no perezca, sino que tenga vida eterna" (Jn 3, 16). Por
eso, precisamente en el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, él
proclama: "Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último, el principio
y el fin" (Ap 22, 13).
"Cristo, alfa y omega", así se titula el
párrafo que concluye la primera parte de la constitución pastoral Gaudium et
spes del concilio Vaticano II, promulgada hace 40 años. En aquella hermosa
página, que retoma algunas palabras del siervo de Dios Pablo VI, leemos: "El
Señor es el fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos
de la historia y de la civilización, centro del género humano, gozo de todos
los corazones y plenitud de sus aspiraciones". Y prosigue así:
"Vivificados y reunidos en su Espíritu, peregrinamos hacia la consumación
de la historia humana, que coincide plenamente con el designio de su amor:
"Restaurar en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra" (Ef 1,
10)" (n. 45). A la luz de la centralidad de Cristo, la Gaudium et spes
interpreta la condición del hombre contemporáneo, su vocación y dignidad, así
como los ámbitos de su vida: la familia,
la cultura, la economía, la política, la comunidad internacional. Esta es la
misión de la Iglesia ayer, hoy y siempre: anunciar y testimoniar a Cristo, para
que el hombre, todo hombre, pueda realizar plenamente su vocación.
La Virgen María, a quien Dios asoció de modo
singular a la realeza de su Hijo, nos obtenga acogerlo como Señor de nuestra
vida, para cooperar fielmente en el acontecimiento de su reino de amor, de
justicia y de paz.
Francisco. Catequesis. La pasión por la
evangelización: el celo apostólico del creyente. 26. El anuncio es alegría.
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Después de haber encontrado
diferentes testigos del anuncio del Evangelio, quiero sintetizar este ciclo
sobre el celo apostólico en cuatro puntos, inspirados en la exhortación
apostólica Evangelii gaudium, que este mes cumple diez años. El primer punto, que
vemos hoy, el primero de los cuatro, se refiere a la actitud de la que
depende la sustancia del gesto evangelizador: la alegría. El mensaje
cristiano, como hemos escuchado de las palabras que el ángel dirige a los
pastores, es el anuncio de «una gran alegría» (Lc 2,10). ¿La razón? ¿Una
buena noticia, una sorpresa, un bonito suceso? Mucho más, una persona: ¡Jesús!
Jesús es la alegría. Es Él el Dios hecho hombre que ha venido a nosotros. La cuestión, queridos hermanos y hermanas,
no es por tanto si anunciarlo, sino cómo anunciarlo, y este “cómo” es la
alegría. O anunciamos a Jesús con alegría, o no lo anunciamos, porque otro
camino para anunciarlo no es capaz de llevar la verdadera realidad de Jesús.
Es por eso que un cristiano
infeliz, un cristiano triste, un cristiano insatisfecho o, peor todavía,
resentido y rencoroso no es creíble. ¡Este hablará de Jesús, pero nadie le
creerá! Una vez me decía una persona, hablando de estos cristianos: “Pero
son cristianos con cara de bacalao!”, es decir, no expresan nada, son
así, y la alegría es esencial. Es esencial vigilar sobre nuestros
sentimientos. La evangelización obra la gratuidad, porque viene de la
plenitud, no de la presión. Y cuando se hace una evangelización. – se quiere
hacer, pero eso no va – en base a ideologías, esto no es evangelizar, esto no
es el Evangelio. El Evangelio no es una ideología: el Evangelio es un
anuncio, un anuncio de alegría. Las ideologías son frías, todas. El
Evangelio tiene el calor de la alegría. Las ideologías no saben sonreír, el
Evangelio es una sonrisa, te hace sonreír porque te toca el alma con la
Buena Noticia.
El nacimiento de Jesús, en la
historia como en la vida, es el principio de la alegría: pensad en lo que les
sucedió a los discípulos de Emaús que de la alegría no podían creer, y los
otros, después, los discípulos todos juntos, cuando Jesús va al Cenáculo, no
podían creer de la alegría (cfr. Lc 24,13-35). La alegría de tener a Jesús
resucitado. El encuentro con Jesús siempre te lleva a la alegría y si esto
no te sucede a ti, no es un verdadero encuentro con Jesús.
Y esto que hace Jesús con los
discípulos nos dice que los primeros que deben ser evangelizados son los
discípulos, los primeros que deben ser evangelizados somos nosotros,
cristianos: somos nosotros. Y esto es muy importante.
Inmersos en el clima veloz y
confuso de hoy, también nosotros, de hecho, podríamos encontrarnos viviendo la
fe con un sutil sentido de renuncia, persuadidos que para el Evangelio no haya
más escucha y que ya no valga la pena comprometerse para anunciarlo. Podríamos
incluso ser tentados por la idea de dejar que “los otros” vayan por su camino.
Sin embargo, precisamente este es el momento de volver al Evangelio para
descubrir que Cristo «es siempre joven y fuente constante de novedad»
(Evangelii gaudium, 11).
Así, como los dos de Emaús, se
vuelve a la vida cotidiana con el impulso de quien ha encontrado un tesoro:
estaban felices, estos dos, porque habían encontrado a Jesús, y ha cambiado su
vida. Y se descubre que la humanidad abunda de hermanos y hermanas que esperan
una palabra de esperanza. El Evangelio es esperado también hoy: el hombre de
hoy es como el hombre de todo tiempo: lo necesita, también la civilización de
la incredulidad programada y de la secularidad institucionalizada; es más,
sobre todo la sociedad que deja desiertos los espacios del sentido
religioso, necesita de Jesús. Este es el momento favorable al anuncio de
Jesús. Por eso quisiera decir nuevamente a todos: «La alegría del Evangelio
llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes
se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío
interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría»
(ibid.,1). No olvidemos esto. Y si alguno de nosotros no percibe esta alegría,
se pregunte si ha encontrado a Jesús. Una alegría interior. El Evangelio va en
el camino de la alegría, siempre, es el gran anuncio. Invito a todo
cristiano, en cualquier lugar y situación se encuentre, a renovar hoy mismo su
encuentro con Jesucristo. Cada uno de nosotros hoy se tome un poco de
tiempo y piense: “Jesús, Tú estás dentro de mí: yo quiero encontrarte todos los
días. Tú eres una Persona, no eres una idea; Tú eres un compañero de camino, no
eres un programa. Tú eres Amor que resuelve muchos problemas. Tú eres el inicio
de la evangelización. Tú, Jesús eres la fuente de la alegría”. Amén.
DOMINGO I T. ADVIENTO. 3 de diciembre de
2023. CICLO B. Marcos.
Monición
de entrada.-
Hoy empezamos en toda
la Iglesia el Adviento.
Así en los cuatro
domingos de este mes esperaremos a Jesús.
Él viene y nos habla en
la primera lectura.
En ella escucharemos a
Isaías, el amigo de Dios que dijo Jesús iba a nacer.
Además el sacerdote va
de morado, el color de la esperanza.
Y hemos puesto la
corona de Adviento.
Bendición
de la corona de Adviento.-
Jesús la tierra está
alegre, porque vas a nacer el día de Navidad.
Por eso hemos hecho
esta corona y la hemos adornado con ramas y velas.
Así esta mañana
encendemos la primera vela.
Y al encenderla te
decimos que tienes la puerta de la iglesia y de nuestro corazón abiertas.
Ven Jesús.
Señor,
ten piedad.-
Tú que piensas en
nosotros. Señor, ten piedad.
Tú que te fijas en
nosotros. Cristo, ten piedad.
Tú que sueñas en
nosotros. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Te pedimos por el papa
Francisco y la iglesia. Te lo pedimos, Señor.
Te pedimos por nuestro
país. Te lo pedimos, Señor.
Te pedimos por los
cristianos que son insultados. Te lo pedimos, Señor.
Te pedimos por nuestros
abuelos y abuelas. Te lo pedimos, Señor.
Te pedimos por nosotros
y todos los niños. Te lo pedimos, Señor.
Acción
de gracias a la Virgen María.-
María, queremos darte
gracias por tener dentro de ti a Jesús y porque nos ayudas cada día a tener los
ojos muy abiertos, para ver a las personas con los mismos ojos que tú los
mirabas.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Jerónimo.
Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
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