Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5.10
El Señor dirigió la palabra a Jonás:
-Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás
el mensaje que yo te comunicaré.
Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del
Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla.
Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:
-Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada.
Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron
con rudo sayal, desde el más importante al menor. Vio Dios su comportamiento,
cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había
determinado enviarles. Así que no la ejecutó.
Textos
paralelos.
Los ninivitas creyeron en Dios.
Lc 11,30: Como Jonás fue una señal para los nivitas, así lo será
este hombre para esta generación.
Lc 11,32: Los ninivitas se alzarán en el juicio con esta
generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron por la predicación de
Jonás, y hay aquí uno mayor que Jonás.
Mt 12, 41: Durante el juicio se alzarán los ninivitas con esta
generación y la condenarán porque ellos se arrepintieron por la predicación de
Jonás, y hay aquí uno mayor que Jonás.
Se arrepintió del castigo que había anunciado contra ellos.
Gn 6, 6: Se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra y le
pesó de corazón.
Jr 26, 3: A ver si se convierte cada uno de su mala conducta y yo
puedo arrepentirme del castigo que preparo contra ellos por sus malas acciones.
Notas
exegéticas.
3 3 Lit. “grande ante Dios”, la
expresión más fuerte del superlativo en hebreo. El “recorrido de tres días” es
otra hipérbole, para evocar las dimensiones fabulosas de la ciudad.
3 4 Los “cuarenta días” recuerdan
los cuarenta días del diluvio o los cuarenta años del Éxodo; ver también 1 R
19, 8. El griego lee “dentro de tres días”, ver 2, 1.
3 5 (a) La conversión ejemplar de
los ninivitas será recordada por Jesús y lo mismo que en el Evangelio, subraya
aquí por contraste la incredulidad de los judíos.
3 5 (b) Puede tratarse de una
catalogación socioeconómica: las élites o cuadros y la masa.
Salmo responsorial
Salmo 25 (24), 4-5a.6.7c-9.
Señor,
enséñame tus caminos. R/.
Señor,
enséñame tus caminos,
instrúyeme
en tus sendas:
haz
que camine con lealtad;
enséñame,
porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.
Recuerda,
señor, que tu ternura
y
tu misericordia son eternas;
acuérdate
de mí con misericordia,
por
tu bondad, Señor. R/.
El
Señor es bueno y es recto,
y
enseña el camino a los pecadores;
hace
caminar a los humildes con rectitud,
enseña
su camino a los humildes. R/.
Textos
paralelos.
Salmo 25 (24), 4-5a.6.7c-9.
Muéstrame tus caminos,
Yahvé.
Sal 27,11: Indícame, Señor, tu
camino, / guíame por un sendero llano / pues me están espiando.
Sal 86, 11: Enséñame, Señor, tu
camino / para que lo siga con fidelidad; / unifica mi corazón / en el respeto
de tu nombre.
Sal 119, 35: Encamíname por la
senda de tus mandatos, / porque lo quiero.
Sal 143, 8: Por la mañana dame
noticia de tu lealtad, / pues en ti confío. / Indícame el camino que he de
seguir, / pues acudo a ti.
Jn 14, 6: Les dice Jesús: “Yo soy
el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por mí”.
Jn 16, 13: Cuando venga él, el
Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por su
cuenta, sino que dirá lo que oye y os anunciará el futuro.
Notas
exegéticas.
25 9 “pobres”, siríaco; el hebreo
repite “humildes”.
Segunda
lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31.
Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como
solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran,
como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que
compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran
de él: porque la representación de este mundo se termina.
Textos
paralelos.
Os digo, pues, hermanos que el tiempo apremia.
2 Co 6, 2: Pues dice: en tiempo
favorable te escuché, en día de salvación te auxilié. Mirad, este es el tiempo
favorable, este el día de salvación.
Los que tienen mujer
vivan como si no la tuviesen.
2 Co 6, 8-10: En la honra y en
la deshonra, en la buena y en la mala fama. Como embusteros que dicen la
verdad, como desconocidos, como muertos que son bien conocidos, como muertos y
estamos vivos, como escarmentados pero no ejecutados, como tristes y siempre
alegres, como pobres que enriquecen a muchos, como necesitados que lo poseen
todo.
Los que disfrutan del
mundo, como si no disfrutasen.
1 Jn 2, 16-17: Cuanto hay en el
mundo, la codicia sensual, la codicia de lo que se ve, el jactarse de la buena vida,
no procede del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa con sus codicias; pero
quien cumple la voluntad de Dios permanece por siempre.
Notas exegéticas.
7 29 Término técnico de la náutica.
Lit.: “el tiempo ha plegado velas”. Sea cual fuere el intervalo entre el
momento presente y la Parusía, el tiempo pierde toda importancia, puesto que el
mundo futuro está ya presente en Cristo resucitado.
7 31 Estilo oratorio en que las expresiones
genéricas perjudican el uso preciso de cada término. Pablo no invita a la
indiferencia con respecto a las realidades terrestres. Quiere evitar que nos
sumerjamos en ellas y que olvidemos su carácter relativo en relación con Cristo
y su Reino que viene.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 1, 14-20
Después de que Juan fue
entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios; decía:
-Se ha cumplido el tiempo y
está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio.
Pasando junto al mar de
Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el
mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo:
-Venid en pos de mí y os haré
pescadores de hombres.
Inmediatamente dejaron las redes
y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su
hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los
llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon
en pos de él.
Textos
paralelos.
Mc 1, 14-15 |
Mt 4, 12-17 |
Lc 4, 14-15 |
Cuando arrestaron a Juan,
Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la buena noticia de Dios. Decía: “Se ha cumplido el
plazo y está cerca el reinado de Dios; arrepentíos y creed la buena noticia”. |
Al enterarse de que Juan
había sido arrestado, Jesús se retiró a Galilea, salió de Nazaret y se
estableció en Cafarnaún, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí.
Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: “Territorio de Zabulón y
territorio de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán. Galilea de
los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz intensa, a los
que habitaban en sombras de muerte les amaneció la luz. Desde entonces
comenzó Jesús a proclamar: “Arrepentíos, que está cerca el reinado de
Dios”. |
Impulsado por el Espíritu
volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en sus
sinagogas, respetando a todos. |
El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha
llegado, convertíos.
Rm 1,1: De Pablo, siervo de
Jesús Mesías, llamado a ser apóstol, reservado para anunciar la buena noticia
de Dios.
Dn 7, 22: Hasta que llegó el anciano
para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los
santos.
Mt 3, 2: Arrepentíos, que está
cerca el reinado de Dios.
Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús se
admiró y dijo a los que lo seguían: “Os lo aseguro, una fe semejante no la he encontrado
en ningún israelita”.
Mc 1, 16-20 |
Lc 5, 1-11 |
Caminando junto al lago de
Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al mar, pues
eran pescadores. Jesús les dijo: -Veníos conmigo y os haré
pescadores de hombres. Al punto, dejando las redes,
lo siguieron. Un trecho más adelante vio a Santiago de
Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca. Los llamó.
Ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron
con él. |
La gente se agolpaba junto a
él para escuchar la palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago
de Genesaret. Vio dos barcas junto a la orilla, pues los pescadores se habían
bajado y estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, la de
Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a
enseñar a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: -Boga lago adentro y echa las
redes para pescar. Le replicó Simón: -Maestro, hemos bregado toda
la noche sin cobrar nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes. Lo hicieron capturaron tal
cantidad de peces, que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de
la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las
dos barcas, que casi se hundían. Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de
Jesús y dijo: -Apártate de mí, Señor, que
soy un pecador. Pues el estupor se había
apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que había
pescado. Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, que eran socios de Simón. Jesús dijo
a Simón: -No temas, en adelante pescarás
hombres. Entonces, atracando las
barcas en tierra, lo dejaron todo y lo siguieron. |
Notas exegéticas
Biblia de Jerusalén.
1 15 Hablar de cumplimiento es
suponer que hay una continuidad que enlaza las etapas del designio de Dios y
que los hombres tienen conocimiento de ello. Al iniciarse la última de las etapas
se han “cumplido” los tiempos; no solo las Escrituras, sino también toda la
economía de la Alianza antigua llevada por Dios hasta su plenitud. Al final de
este período de la historia, que es ·el fin de los tiempos” vendrá otro fin, el
“del tiempo”, es decir, el Día de la venida de Cristo, de su Revelación y del
Juicio.
1 16 Este relato se inspira
literalmente en 1 R 19, 19-21: llamamiento de Eliseo por Elías. Jesús es presentado
como el nuevo Elías.
1 17 Lit.: “venid detrás de mí”.
Aquellos a quienes Jesús llama para que le sigan, para participar de su
destino, deben dejarlo todo, estar dispuestos para el sufrimiento y la cruz.
Pensamientos afines se expresarán también, para los discípulos que no
conocieron a Jesús en la tierra, con los términos de comunión o imitación.
1 19 “Hijo de Zebedeo” según 10, 35.
Las expresiones son equivalentes en griego.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
15 CON
ESTAS PALABRAS: lit. y diciendo que. // EL TIEMPO señalado por Dios
(lit. la ocasión, el momento preciso, crítico). // Para HA LLEGADO y ARREPENTÍOS.
// EL REINO (el reinado, el señorío, la soberanía) de Dios: expresión y
contenido común al fariseísmo y al cristianismo primitivo; indica el dominio
universal de Dios, que va realizándose en la tierra y se consumará en el cielo;
brevemente: EL REINO DE DIOS son las relaciones de Dios con la humanidad. Ese reino
empezó con los hechos salvadores en el AT, llegó al mundo con Jesús, avanza
mediante la Iglesia – instrumento del que Dios se vale para “reinar” –, hasta
que definitivamente sean destruidos el pecado y el mal al fin del mundo. El NT
habla de ese Reino como de una situación o estado (que llega, se
manifiesta, se da, se recibe, se posee, en el que se puede ser grande o
pequeño), y como un lugar (al que se entra o no se entra, que se hereda,
que hay que pedir y buscar). En su predicación inicial, Jesús parece aludir a
la soberanía de Dios al fin de los tiempos; como si dijera: “La etapa final de
la historia ya ha comenzado”. // CREED AL EVANGELIO: lit. creed en
(hebraísmo) el evangelio.
16-20 Al comienzo eligió Jesús a sus
inmediatos seguidores; de ellos, poco después, eligió un grupo especial de “Doce”;
estos hechos tienen la intención de ir formando un núcleo de continuadores de
su obra. “Para cualquier judío, un Mesías sin una comunidad mesiánica hubiera
sido impensable” (Albright-Mann). // ECHANDO [EL] RETEL. en griego, lit., amphihállontas,
e.d., pescando con la red llamada amphíblêstron, que consistía en un aro
al que se sujetaba una red en forma de saco o bolsa.
19 SANTIAGO
El hijo ZEBEDEO, según v. 20 y 10,35. Con el apelativo “santo” como prefijo,
este nombre ha llegado a nosotros tan transformado – a través del griego y el
latín – que apenas reconocemos el primitivo nombre hebreo: Jacob. // SEBEDEO:
nombre hebreo, que significa “regalo del Señor”. // TAMBIÉN ELLOS EN LA BARCA:
Mc no había dicho que los anteriores estuvieran en una barca, y quizás no lo estaban;
se trataría de una traducción del arameo “mientras estaban en la barca”.
20 JORNALEROS:
o asalariados. En Jn 10, 12s. este vocablo se usa peyorativamente. //
FUERON TRAS ÉL: el esquematismo de estas escenas de vocación tiene también
valor doctrinal: la síntesis de una vocación cristiana es: 1º) Jesús ve;
2º Jesús llama; 3º) el que es llamado lo sigue sin condiciones.
Notas exegéticas
desde la Biblia Didajé.
1, 15 En griego metanoia significa
una profunda conversión del corazón. Esta gracia de la conversión y de la
capacidad de alcanzar la santidad se confiere a los fieles en el Bautismo. La
rápida aceptación de los Apóstoles y su respuesta incondicional a la llamada de
Cristo es un ejemplo de las disposiciones adecuadas para abrazar el discipulado.
El arrepentimiento no está reservado solamente para el comienzo de la vida
cristiana, sino que debe ser un constante sentimiento a lo largo de cada día de
nuestra vida. La Cuaresma es un tiempo especial de conversión a través de la
oración y la penitencia. Cat. 541, 1422-1423 y 1427.
1, 17 Los apóstoles fueron llamados
para predicar en el nombre de Cristo, con el fin de llevar el Evangelio a todas
las gentes. La llamada de Cristo al discipulado es directa y personal. Cat. 787.
Catecismo
de la Iglesia Católica
541 “Después que Juan fue preso,
marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: “El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva”
(Mc 1, 14-15). “Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró
en la tierra el Reino de los cielos” (C. Vaticano II, Lumen gentium, 3).
Pues bien, la voluntad del Padre es “elevar a los hombres a la participación de
la vida divina” (o.c., 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo
Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia que es sobre la tierra “el germen y el
comienzo de este Reino” (o.c., 5).
1422 “Los que se acercan al
sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de
los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la
Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con
su amor, su ejemplo y sus oraciones” (o.c., 11).
1423 Se le denomina sacramento de conversión
porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf. Mc
1, 15), la vuelta al Padre (cf. Lc 15, 18) del que el hombre se había alejado
por el pecado.
1427 Jesús llama a la conversión.
Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: “El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva”
(Mc 1, 15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige
primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el
Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la
fe en la Buena Nueva y por el Bautismo se renuncia al mal y se alcanza la
salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida
nueva.
787 Desde el comienzo, Jesús asoció
a sus discípulos a su vida (cf. Mc 1, 16-20; 3, 13-19), les reveló el misterio
del Reino (cf. Mt 13, 10-17), les dio parte en su misión, en su alegría (cf. Lc
10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30).
Concilio
Vaticano II
Además, la actividad misionera tiene una conexión íntima con la misma
naturaleza humana y sus aspiraciones. Pues al manifestar a Cristo, la Iglesia
revela a los hombres la auténtica verdad de su condición y de su vocación
íntegra, siendo Cristo el principio y el ejemplo de esta humanidad renovada,
llena de amor fraterno, de sinceridad y de espíritu de paz, a la que todos aspiran.
Cristo y la Iglersia, que da testimonio de Él mediante la predicación del
Evangelio, trascienden todo particularismo de raza o nación y, por
consiguiente, no pueden ser considerados como extraños a nadie ni en ningún
lugar (Benedicto XV, Maximum illud). Cristo mismo es la verdad y el
camino que la predicación evangélica muestra a todos cuando lleva a oídos de
todos las palabras del propio Cristo: “Haced penitencia y creed en el Evangelio”
(Mc 1, 15). Y como el que no cree ya está juzgado (cf. Jn 3, 18), las palabras
de Cristo son al mismo tiempo palabra de juicio y de gracia, de muerte y de
vida. Porque solamente dando muerte a lo viejo podemos acceder a la nueva vida:
esto vale en primer lugar para las personas, pero también para los diferentes
bienes de este mundo, que están marcados al mismo tiempo por el pecado del
hombre y la bendición de Dios: “Pues todos pecaron y están privados de la
gloria de Dios” (Rm 3, 23). Nadie se libera del pecado por sí mismo y por sus
fuerzas ni se eleva sobre sí mismo; nadie se libera completamente de la
debilidad, o de su soledad, o de su esclavitud (cf. S. Ireneo, Adversus
haereses, III; 15, 3). Todos necesitan a Cristo, modelo, maestro, libertador,
salvador, vivificador. Realmente en la historia humana, incluso en la temporal,
el Evangelio ha sido fermento de libertad y progreso y sigue ofreciéndose como
fermento de fraternidad, de unidad y de paz. Por consiguiente, no sin razón,
Cristo es celebrado por los fieles como “esperanza de las naciones y su
Salvador” (Ant. O de las vísperas del 23 de diciembre, en Breviarum Romanum).
El tiempo pues de la actividad misionera discurre entre la primera venida
del Señor y la segunda en la que la Iglesia será recogida desde los cuatro
vientos como mies para el Reino de Dios (cf. Mt 24, 31; Didaché, 10, 5).
Es necesario predicar el Evangelio a todas las gentes (cf. Mc 13, 10) antes de
que venga el Señor.
Ad gentes, 8.
Comentarios de los Santos Padres.
En cuanto puedo recordar, del reino de los cielos no he oído hablar
nunca, leyendo la ley, leyendo los profetas o leyendo el salterio, sino solo en
el Evangelio. El reino de Dios ha quedado abierto solo después de que haya
venido aquel que dijo: “El reino de Dios está dentro de vosotros”.
Haced penitencia y creed en el Evangelio. No en la ley, sino en el
Evangelio; mejor aún: por la ley en el Evangelio, tal como está escrito: “de fe
en fe” (Rm 1, 17). La fe en la ley corroboró la fe en el Evangelio.
Jerónimo. Comentario al Ev. de Marcos, homilía 2. Evangelio
comentado, pg. 64.
Cuando consiguió hacerlos seguidores suyos y les inflamó con su fuerza
divina, y les llenó con fortaleza y firmeza de ánimo, como si de alguna manera
fueran en verdad palabra de Dios; y el mismo Dios, autor de tantos milagros les
constituyó ser cazadores de las almas de los seres inteligentes y racionales, y
les confirió la misma tarea y el mismo resultado que había dicho aquella voz: “Venid,
seguidme, y os haré pescadores de hombres”, y al mismo tiempo les convirtió en
trabajadores y maestros de su propia enseñanza.
Eusebio de Cesarea, La demostración evangélica, 3-7,5-6.8. Pg. 65.
¿Puedes dudar en lo referente a la profesión o los negocios por culpa de
los hijos y de los padres? Ya nos ha quedado demostrado que hay que abandonar
por el Señor las relaciones, la profesión o los negocios, así, cuando Santiago
y Juan fueron llamados por el Señor abandonaron a su padre y la barca; cuando Mateo
se levantó del telonio[1]; cuando
incluso uno retrasó la sepultura del padre por causa de la fe. Ninguno de los
que el Señor eligió dijo: “No tengo con qué vivir”.
Tertuliano, La idolatría, 12, 3. Pg. 66.
Desde ese momento se unieron ya con Él para no separarse jamás…
Edifiquemos también nosotros mismos y hagamos una casa en nuestro corazón,
adonde venga Él a enseñarnos y hablar con nosotros.
Agustín, Tratado sobre el Ev. de Juan, 7, 9.
¿Deja, acaso, alguien a su padre y se va tras uno, en quien no ve nada
más de lo que ve en su padre? Mas ellos dejan al padre espiritual. Es más, no
dejan al padre, sino que encuentran al padre. ¿Por qué ha dicho esto? Para
hacer ver que en el rostro del Salvador había algo divino, que hacía que, al
mirarlo los hombres le siguieran.
Jerónimo. Comentario al Ev. de Marcos, homilía 9. Pg. 66.
Desde un principio debemos despojarnos de todas las cosas externas, por
ejemplo, de las riquezas, de la vanidad, de la comodidad de la vida, de la afición
por las cosas inútiles; así nos lo enseñaron los santos discípulos de nuestro
Señor, Santiago y Juan, quienes abandonaron a su propio padre Zebedeo y la
barca misma de la que dependía toda su forma de vivir. También Mateo,
levantándose del telonio, siguió al Señor; y no solo abandonó los emolumentos del
telonio, sino que incluso despreció los peligros que le iban a sobrevenir tanto
por parte de los magistrados como de su propia familia, porque había abandonado
los impuestos sin recoger. El mundo entero estaba crucificado con Pablo, e incluso
él mismo con el mundo. Así, quien desea seguir de verdad a Cristo, nada
referente a esta vida, debe cuidar más, ni siquiera el amor paterno o de los
familiares, si se opone a los mandatos del Señor.
Basilio el Grande, La gran regla monástica, 8, 1-2. Pg. 66.
San Agustín.
Si sigues el camino de Cristo, no esperes prosperidad mundana. Él anduvo
por caminos ásperos, pero prometió grandes bienes. Síguele. No mires sólo por
donde has de ir, sino también adonde has de llegar. Tolerarás las asperezas
temporales, pero llegarás a las alegrías eternas. Si quieres soportar la
fatiga, pon tu mirada en la recompensa. También el obrero desfallecería en el
trabajo de la viña, si no pensase en lo que va a recibir. Cuando pienses en eso
que vas a recibir, te parecerá sin importancia todo lo que tengas que sufrir, y
no lo verás ni comparable a lo que te espera. Te causará extrañeza el que se te
dé tanto por tan poco trabajo. Pues, hermanos, por un descanso eterno se
debería sufrir una fatiga eterna; antes de recibir la felicidad eterna, deberías
haber soportado sufrimientos eternos.
Hermanos, puede haber una larga tribulación a cambio de la felicidad
eterna. Dado que nuestra felicidad no tendrá fin, nuestra miseria, nuestra
fatiga y nuestras tribulaciones han de ser duraderas.
Si quieres seguir el camino de Cristo y eres en verdad cristiano, sábete
que es cristiano el que no menosprecia el camino de Cristo, sino que quiere
seguirlo a través de sus padecimientos. No vayas por otro camino distinto de
aquel por el que anduvo él. Parece duro, pero es seguro. Otro quizá tenga más
encantos, pero está lleno de atracadores. Y anhela su camino.
Comentario al salmo 36, 2, 16. II. Pg. 736.
San Juan de Ávila.
Lo que les mandan predicar es que el rey de los cielos se ha acercado (Mt
4, 17) de pretérito, que quiere decir: las leyes del Evangelio, que son
conformes a las del cielo, y la gracia del Espíritu Santo, que se ganó por la
muerte del Señor, Regnum Dei non est esca et potus sed iustitia, pax et gaudium
in Spiritu Sancto[2]
(Rm 14, 17).
Dichoso oficio, por el cual Dios es engrandecido en los corazones
humanos y estimado por digno de ser temido y reverenciado, y amado. Mas, porque
la divina bondad tiene por honra el hacer bien a los hombres y quiere mostrar
su grandeza, dales remedio para su salvación, tomando por medio para salvar a
los hombres a los mismos predicadores, que quiso que fuesen instrumento para
gloriarle. Y así, de estos cielos se entiende lo que el Señor dijo por Isaías:
Quomodo descendit imber et nix[3] (Is
55, 10). La Palabra del Señor, en boca de sus predicadores, riega la sequedad
de las ánimas como pluvia del cielo venida; y, embriagadas con el dulce amor
del señor, se hace dar brutos de buenas obras. Y por experiencia se ve que el
pueblo donde hay predicación de la Palabra de Dios, se diferencia d aquel donde
no la hay como tierra llovida y fértil a la seca, que, en lugar de fruto dé
abrojos y espinas. Mas, porque la tierra, aunque llovida, ha menester
juntamente con su humedad, ser ayudada del calor del sol, son también [los
predicadores] comparados al mismo sol, porque con el calor y fuego de la
Palabra de Dios producen en las ánimas fruto provechoso a quien lo hace, y sazonando
y sabroso al Señor; y, con alumbrar el entendimiento, dan conocimientos de Dios
y enseñan el camino del cielo, alumbrando de los tropiezos que en él se pueden
ofrecer.
Tratado sobre el sacerdocio, 45. OC I. Pg. 945.
San Oscar Romero. Homilía.
Qué hermoso podrá presentarse un sacerdote pobre, renunciador de todo con
la sencillez de un campesino que se gloría de esa categoría, para saberse hacer
más accesible a todo aquel que quiere encontrar en ese evangelio que lleva
características de pobre, de necesitado, el gran mensaje que Dios trae para
salvar al mundo: el uso de los bienes de la tierra, en un convertido, San Pablo
nos lo ha enseñado en las lecturas de hoy.
La razón de esa conversión es porque no se puede servir a dos señores.
Sólo hay un Dios y ese Dios o será el verdadero que nos pide la renuncia
de las cosas cuando se convierten en pecado; o es el dios dinero que nos obliga
también a estar de espaldas al Dios del cristianismo. Y porque quisieran un
Dios de espaldas al verdadero Dios, muchos critican esta Iglesia y matan a
Octavio y matan todo movimiento que está tratando de derrotar los ídolos de los
falsos dioses y está tratando de darnos el Dios verdadero.
Homilía 21 de enero de 1979.
Papa Francisco. Ángelus. Lima. 21
de enero de 2018.
Queridos jóvenes:
Me alegra poder reunirme con ustedes. Estos
encuentros para mí son muy importantes y más en este año en el cual nos
preparamos para el Sínodo sobre los jóvenes. Sus rostros, sus búsquedas, sus
vidas, son importantes para la Iglesia y debemos darle la importancia que se
merecen y tener la valentía que tuvieron muchos jóvenes de esta tierra que no
se asustaron de amar y jugar su vida por Jesús.
¡Queridos amigos, cuántos ejemplos tienen ustedes!
Pienso en san Martín de Porres. Nada le impidió a ese joven cumplir sus sueños,
nada le impidió gastar su vida por los demás, nada le impidió amar y lo hizo
porque había experimentado que el Señor lo había amado primero. Así como era:
mulato, y teniendo que enfrentar muchas privaciones. A los ojos humanos, o de
sus amigos, parecía que tenía todo para «perder» pero él supo hacer algo que
sería el secreto de su vida: confiar. Confiar en el Señor que lo amaba, ¿ y
saben por qué? Porque el Señor había confiado primero en él; como confía en
cada uno de ustedes y no se cansará nunca de confiar. A cada uno de nosotros
el Señor nos confía algo, y la respuesta es confiar en Él. Cada uno de ustedes
piense ahora en su corazón: qué me confió el Señor? ¿Qué me confió el
Señor? Cada uno piense… ¿Qué tengo en mi corazón que me confió el Señor?
Me podrán decir: pero hay veces que se vuelve muy
difícil. Los entiendo. En esos momentos pueden venir pensamientos negativos,
sentir que hay muchas situaciones que se nos vienen encima y pareciera que nos
vamos quedando «fuera del mundial»; pareciera que nos van ganando. Pero no es
así, aun en los momentos en que ya se nos viene la descalificación seguir
confiando.
Hay momentos donde pueden sentir que se quedan sin
poder realizar el deseo de sus vidas, de sus sueños. Todos pasamos por
situaciones así. En esos momentos donde parece que se apaga la fe no se olviden
que Jesús está a su lado. ¡No se den por vencidos, no pierdan la esperanza! No se olviden de
los santos que desde el cielo nos acompañan; acudan a ellos, recen y no se
cansen de pedir su intercesión. Esos santos de ayer pero también de hoy: esta
tierra tiene muchos, porque es una tierra «ensantada». Perú es una tierra
“ensantada”. Busquen la ayuda y el consejo de personas que ustedes saben que
son buenas para aconsejar porque sus rostros muestran alegría y paz. Déjense
acompañar por ellas y así andar el camino de la vida.
Pero hay algo más: Jesús quiere verlos en
movimiento. A vos te quiere ver llevar adelante tus ideales, y que te
animes a seguir sus instrucciones. Él los llevará por el camino de las
bienaventuranzas, un camino nada fácil pero apasionante, es un camino que no
se puede recorrer sólo, hay que recorrerlo en equipo, donde cada uno puede
colaborar con lo mejor de sí. Jesús cuenta contigo como lo hizo hace mucho
tiempo con santa Rosa de Lima, santo Toribio, san Juan Macías, san Francisco
Solano y tantos otros. Y hoy te pregunta a vos si, al igual que ellos: ¿estás
dispuesto, estás dispuesta a seguirlo? [Responden: “Si”] ¿Hoy, mañana, vas a
estar dispuesto o dispuesta a seguirlo? [Responden: “Si”] ¿Y dentro de una
semana? [responden: “También”] No estés tan seguro, no estés tan segura. Mirá, si
querés estar dispuesto a seguirlo, pedíle a Él que te prepare el corazón para
estar dispuesto a seguirlo, ¿está claro?
Queridos amigos, el Señor los mira con
esperanza, nunca se desanima de nosotros. A veces a nosotros nos pasa que
nos desanimamos de un amigo, de una amiga porque nos parecía bueno y después
vimos que no era tanto, y bueno, nos desanimamos y lo dejamos de lado. Jesús
nunca se desanima, nunca. “Padre, pero si usted supiera las cosas que yo
hago…, yo digo una cosa pero hago otra, mi vida no es del todo limpia…”. Así y
todo Jesús no se desanima de vos. Y ahora, hagamos un poco de silencio.
Cada uno mire en su corazón cómo es la propia vida, la mira en el corazón y vas
a encontrar que por momentos hay cosas buenas, que por momentos hay cosas que
no son tan buenas, y así y todo, Jesús no se desanima de vos. Y desde tu
corazón decíle: “Gracias, Jesús, gracias porque viniste para acompañarme aun
cuando estaba en las malas, gracias Jesús”. Se lo decimos todos: “Gracias,
Jesús “Gracias, Jesús” (Repiten).
Es muy lindo ver las fotos arregladas digitalmente,
pero eso sólo sirve para las fotos, no podemos hacerle «photoshop» a los demás,
a la realidad, ni a nosotros. Los filtros de colores y la alta definición sólo
andan bien en los videos, pero nunca podemos aplicárselos a los amigos. Hay
fotos que son muy lindas, pero están todas trucadas, y déjenme decirles que el
corazón no se puede «photoshopear», porque ahí es donde se juega el amor
verdadero, ahí se juega la felicidad y ahí mostrás lo que sos: ¿cómo es tu
corazón?.
Jesús no quiere que te «maquillen» el corazón; Él
te ama así como eres y tiene un sueño para realizar con cada uno de ustedes. No
se olviden: Él no se desanima de nosotros. Y si ustedes se desaniman los
invito a agarrar la Biblia y acordarse y leer ahí los amigos que Jesús eligió,
que Dios eligió:
Moisés era tartamudo; Abrahán, un anciano;
Jeremías, era muy joven; Zaqueo, un petizo; los discípulos, cuando Jesús les
decía que tenían que rezar, se dormían; la Magdalena, una pecadora pública;
Pablo, un perseguidor de cristianos; y Pedro, lo negó, después lo hizo Papa,
pero lo negó… y así podríamos seguir esa lista. Jesús te quiere como sos,
así como quiso como eran a estos sus amigos, con sus defectos, con ganas de
corregirse, pero así como sos, así te ama el Señor. No te maquilles, no
te maquilles el corazón, pero mostrate delante de Jesús como sos para que Él te
pueda ayudar a progresar en la vida.
Cuando Jesús nos mira, no piensa en lo perfecto
somos, sino en todo el amor que tenemos en el corazón para brindar y para
seguirlo a Él. Para Él eso es lo importante, eso lo más grande, ¿cuánto amor tengo
yo en mi corazón? Y esa pregunta quiero que la hagamos también a nuestra Madre:
“Madre, querida Virgen María, mirá el amor que tengo en el corazón, ¿es poco?,
¿es mucho?, no sé si es amor”.
Y tengan por seguro que Ella los acompañará en
todos los momentos de su vida, en todas las encrucijadas de sus caminos,
especialmente cuando tengan que tomar decisiones importantes. ¡No se desanimen,
no se desanimen, vayan adelante, todos juntos! ¡Porque la vida vale la pena
vivirla con la frente alta! Que Dios los bendiga.
Papa Francisco. Ángelus. 24 de
enero de 2021.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje evangélico de este domingo (cf. Mc
1,14-20) nos muestra el “paso del testigo” —por así decir— de Juan el Bautista a Jesús. Juan ha sido su
precursor, le ha preparado el terreno y le ha preparado el camino: ahora Jesús
puede iniciar su misión y anunciar la salvación ya presente: Él es la
salvación. Su predicación se sintetiza en estas palabras: «El tiempo se ha
cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio»
(v. 15). Simplemente. Jesús no usaba
medias palabras. Es un mensaje que nos invita a reflexionar sobre dos temas
esenciales: el tiempo y la conversión.
En este texto del evangelista Marcos, hay que
entender el tiempo como la duración de la historia de la salvación realizada
por Dios; por tanto, el tiempo “cumplido” es aquel en el que esta acción
salvífica llega a su culmen, a su plena actuación: es el momento histórico
en el que Dios ha enviado al Hijo al mundo y su Reino se ha hecho más “cercano”
que nunca. Se ha cumplido el tiempo de la salvación porque ha llegado Jesús.
Sin embargo, la salvación no es automática; la
salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana.
Siempre, cuando se habla de amor, se habla de libertad. Un amor sin libertad
no es amor. Puede ser interés, puede ser miedo, muchas cosas. Pero el amor
siempre es libre. Y, siendo libre, requiere una respuesta libre:
requiere nuestra conversión. Es decir, se trata de cambiar de mentalidad.
Esta es la conversión: cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir
más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, como hizo Jesús y
como Él nos enseñó. Es un cambio decisivo de visión y de actitud. De hecho,
el pecado —sobre todo el pecado de la mundanidad, que es como el aire,
está por todas partes— trajo al mundo una mentalidad que tiende a la
afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios. Esto es
curioso: ¿cuál es tu identidad? Muchas veces sentimos que en el espíritu
del mundo se expresa la propia identidad con términos “contra”. En el
espíritu del mundo es difícil expresar la propia identidad con términos
positivos y de salvación. Se hace contra los demás y contra Dios. Y a este fin, la mentalidad del mundo, la
mentalidad del pecado, no duda en usar el engaño y la violencia. El
engaño y la violencia. Vemos lo que sucede con el engaño y la violencia:
codicia, deseo de poder y no de servicio, guerras, explotación de la gente…
Esta es la mentalidad del engaño, que ciertamente tiene su origen en el padre
del engaño, el gran mentiroso, el diablo. Él es el padre de la mentira, así lo
define Jesús.
A todo ello se opone el mensaje de Jesús, que nos
invita a reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una
actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes
con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y
el servicio a los demás. Para cada uno de nosotros, el tiempo durante el
que podemos acoger la redención es breve: es la duración de nuestra vida en
este mundo. Es breve. Quizá parezca larga… Yo recuerdo que una vez fui a
impartir los Sacramentos, la Unción de los enfermos, a un anciano muy bueno,
muy bueno y él en ese momento, antes de recibir la Eucaristía y la Unción de
los Enfermos, me dijo esta frase: “La vida se me ha pasado volando”; como
diciendo: yo creía que era eterna, pero… “la vida se me ha pasado volando”. Así
sentimos nosotros, los ancianos, la vida que se fue. Se va. Y la vida es un
don del infinito amor de Dios, pero es también el tiempo de verificación de
nuestro amor por Él. Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia
es un tiempo precioso para amar a Dios y para amar al prójimo, y así entrar en
la vida eterna.
La historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno,
medible, hecho de horas, días, años; el otro, compuesto por las estaciones de
nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte.
Cada tiempo, cada fase, tiene un valor proprio y puede ser momento
privilegiado de encuentro con el Señor. La fe nos ayuda a descubrir el
significado espiritual de estos tiempos: cada uno de ellos contiene una
llamada especial del Señor, a la que podemos dar una respuesta positiva o
negativa. En el Evangelio vemos como respondieron Simón, Andrés, Santiago y
Juan: eran hombres maduros, tenían su trabajo de pescadores, tenían la vida en
familia… Y, sin embargo, cuando Jesús pasó y los llamó, «enseguida dejaron las
redes y lo siguieron» (Mc 1,18).
Queridos hermanos y hermanas, estemos atentos y no
dejemos pasar a Jesús sin recibirlo. San Agustín decía: “Tengo miedo de Dios
cuando pasa”. ¿Miedo de qué? De no reconocerlo, de no verlo de no acogerlo.
Que la Virgen María nos ayude a vivir cada día,
cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a
seguirlo, cada uno según su propia vida. Y nos ayude a convertirnos de la
mentalidad del mundo, esa de las fantasías del mundo que son fuegos
artificiales, a la del amor y del servicio.
Benedicto XVI. Ángelus. 22 de
enero de 2006.
Queridos hermanos y hermanas:
Este domingo está en el centro de la "Semana
de oración por la unidad de los cristianos", que todos los años se celebra
del 18 al 25 de enero. Se trata de una iniciativa, nacida a comienzos del siglo
pasado, que ha tenido un desarrollo positivo, convirtiéndose cada vez más en un
momento ecuménico de referencia, en el que los cristianos de las diversas
confesiones en todo el mundo oran y reflexionan, a partir de un mismo texto
bíblico. Este año el pasaje elegido se ha tomado del capítulo dieciocho del
evangelio de san Mateo, que recoge algunas enseñanzas de Jesús concernientes a
la comunidad de los discípulos. Entre otras cosas, afirma: "Si dos de vosotros se ponen de
acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi
Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi
nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 19-20).
¡Cuánta confianza y cuánta esperanza infunden estas
palabras del Señor Jesús! En particular, impulsan a los cristianos a pedir
juntos a Dios la unidad plena entre ellos, por la que Cristo mismo, con
apremiante insistencia, rogó al Padre en la última Cena (cf. Jn 17, 11. 21.
23). Así se comprende bien cuán importante es que nosotros, los cristianos,
invoquemos con constancia perseverante el don de la unidad. Si lo hacemos
con fe, podemos estar seguros de que nuestra súplica será escuchada. No sabemos
cómo ni cuándo, porque no nos corresponde a nosotros conocerlo, pero no debemos
dudar de que un día seremos "uno", como Jesús y el Padre están unidos
en el Espíritu Santo.
La oración por la unidad constituye el alma del
movimiento ecuménico que, gracias a Dios, progresa en todo el mundo. Ciertamente, no
faltan las dificultades y las pruebas, pero también estas son útiles
espiritualmente, porque nos impulsan a practicar la paciencia y la
perseverancia y a crecer en la caridad fraterna. Dios es amor, y sólo
convirtiéndonos a él y aceptando su Palabra llegaremos a estar todos unidos en
el único Cuerpo místico de Cristo.
La expresión "Dios es amor", que en latín
se dice "Deus caritas est", es el título de mi primera encíclica, que
se publicará el próximo miércoles 25 de enero, fiesta de la Conversión de San
Pablo.
Me alegra que coincida con la conclusión de la
Semana de oración por la unidad de los cristianos: ese día iré a la basílica de San Pablo para
presidir las Vísperas, en las que participarán también los representantes de
las demás Iglesias y comunidades eclesiales. La Virgen María, Madre de la
Iglesia, interceda por nosotros.
Benedicto XVI. Ángelus. 25 de
enero de 2009.
Queridos hermanos y hermanas:
En el evangelio de este domingo resuenan las
palabras de la primera predicación de Jesús en Galilea: "Se ha cumplido el
plazo; está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio"
(Mc 1, 15). Y precisamente hoy, 25 de enero, se celebra la fiesta de la
"Conversión de San Pablo". Una coincidencia feliz, especialmente en
este Año paulino, gracias a la cual podemos comprender el verdadero significado
de la conversión evangélica —metanoia— considerando la experiencia del Apóstol.
En verdad, en el caso de san Pablo, algunos prefieren no utilizar el término
"conversión", porque —dicen— él ya era creyente; más aún, era un
judío fervoroso, y por eso no pasó de la no fe a la fe, de los ídolos a Dios,
ni tuvo que abandonar la fe judía para adherirse a Cristo. En realidad, la
experiencia del Apóstol puede ser un modelo para toda auténtica conversión
cristiana.
La conversión de san Pablo se produjo en el
encuentro con Cristo resucitado; este encuentro fue el que le cambió
radicalmente la existencia. En el camino de Damasco le sucedió lo que Jesús
pide en el evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz
divina, "creyó en el Evangelio". En esto consiste su conversión y
la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado, y en abrirse a la
iluminación de su gracia divina. En aquel momento Saulo comprendió que
su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del
hecho de que Jesús había muerto también por él, el perseguidor, y había
resucitado.
Esta verdad, que gracias al bautismo ilumina la
existencia de todo cristiano, cambia completamente nuestro modo de vivir.
Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús
"se entregó a sí mismo por mí", muriendo en la cruz (cf. Ga 2, 20) y,
resucitado, vive conmigo y en mí. Confiando en la fuerza de su perdón,
dejándome llevar de la mano por él, puedo salir de las arenas movedizas del
orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda
falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.
Queridos amigos, hoy, al concluir la Semana de
oración por la unidad de los cristianos, la invitación a la conversión,
confirmada por el testimonio de san Pablo, cobra una importancia especial
también en el plano ecuménico. El Apóstol nos indica la actitud espiritual
adecuada para poder avanzar por el camino de la comunión. "No es que ya
haya alcanzado la meta —escribe a los Filipenses—, o que sea ya perfecto, sino
que continúo mi carrera por si consigo conquistarla, habiendo sido yo mismo
conquistado por Cristo Jesús" (Flp 3, 12). Ciertamente, nosotros, los
cristianos, aún no hemos alcanzado la meta de la unidad plena, pero si nos
dejamos convertir continuamente por el Señor Jesús, llegaremos seguramente a
ella. La santísima Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos
obtenga el don de una verdadera conversión, para que se realice cuanto antes el
anhelo de Cristo: "Ut unum sint". A ella le encomendamos el encuentro
de oración que presidiré esta tarde en la basílica de San Pablo extramuros, en
el que participarán, como todos los años, los representantes de las Iglesias y
comunidades eclesiales presentes en Roma.
Benedicto XVI. Ángelus. 22 de
enero de 2012.
Queridos hermanos y hermanas:
Este domingo cae en medio de la Semana de oración
por la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Invito
cordialmente a todos a unirse a la oración que Jesús dirigió al Padre en la
víspera de su pasión: «Que ellos también sean uno, para que el mundo crea» (Jn
17, 21). Este año en particular, nuestra meditación durante la Semana de
oración por la unidad de los cristianos se refiere a un pasaje de la primera
carta de san Pablo a los Corintios, del que se formuló el lema: Todos seremos transformados
por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor (cf. 1 Co 15, 51-58). Estamos
llamados a contemplar la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte,
es decir, su resurrección, como un acontecimiento que transforma radicalmente a
los que creen en él y les abre el acceso a una vida incorruptible e inmortal. Reconocer
y aceptar el poder transformador de la fe en Jesucristo sostiene a los
cristianos también en la búsqueda de la unidad plena entre ellos.
Este año los materiales para la Semana de oración
por la unidad fueron preparados por un grupo polaco. De hecho, Polonia ha
tenido una larga historia de luchas valientes contra varias adversidades y ha
dado repetidas muestras de una gran determinación, animada por la fe. Por eso
las palabras que forman el tema mencionado anteriormente, tienen una resonancia
y una fuerza particulares en Polonia. A lo largo de los siglos, los cristianos
polacos han intuido de forma espontánea una dimensión espiritual en su deseo de
libertad y han comprendido que la verdadera victoria sólo puede alcanzarse si
va acompañada de una profunda transformación interior. Ellos nos recuerdan que nuestra
búsqueda de unidad se puede realizar de manera realista si el cambio se da ante
todo en nosotros mismos y si dejamos que Dios actúe, si nos dejamos transformar
a imagen de Cristo, si entramos en la vida nueva en Cristo, que es la
verdadera victoria. La unidad visible de todos los cristianos siempre es una
obra que viene de lo alto, de Dios, una obra que requiere la humildad de
reconocer nuestra debilidad y de acoger el don. Pero, para usar una frase
que repetía a menudo el beato Papa Juan Pablo II, todo don se convierte también
en un compromiso. La unidad que viene de Dios exige, por lo tanto, nuestro
compromiso diario de abrirnos los unos a los otros en la caridad.
Desde hace muchas décadas, la Semana de oración por
la unidad de los cristianos constituye un elemento central en la actividad
ecuménica de la Iglesia. El tiempo que dedicaremos a la oración por la comunión
plena de los discípulos de Cristo, nos permitirá comprender más profundamente
cómo seremos transformados por su victoria, por el poder de su resurrección. El
próximo miércoles, como es costumbre, vamos a concluir la Semana de oración con
la celebración solemne de las Vísperas de la fiesta de la Conversión de San
Pablo, en la basílica de San Pablo Extramuros, en la que estarán presentes
también los representantes de las otras Iglesias y comunidades cristianas.
Espero que acudáis en gran número a ese encuentro litúrgico para renovar juntos
nuestra oración al Señor, fuente de unidad. Encomendémosla desde ahora, con
confianza filial, a la intercesión de la santísima Virgen María, Madre de la
Iglesia.
Francisco. Catequesis. Vicios y
virtudes. 3. La gula.
Queridos hermanos y hermanas, !buenos días!
En este nuestro camino de catequesis que estamos
haciendo sobre los vicios y las virtudes, hoy nos detenemos en el vicio de la
gula.
¿Qué nos dice el Evangelio al respecto? Miremos a
Jesús. Su primer milagro, en las bodas de Caná, revela su simpatía por las
alegrías humanas: se preocupa de que la fiesta termine bien y regala a los
novios una gran cantidad de vino delicioso. En todo su ministerio, Jesús
aparece como un profeta muy diferente del Bautista: si Juan es recordado por
su ascesis -comía lo que encontraba en el desierto-, Jesús es en cambio el
Mesías que a menudo vemos en la mesa. Su comportamiento provoca escándalo
en algunos, porque no solo Él es benévolo con los pecadores, sino que
incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comunión y
cercanía con todos.
Pero también hay algo más. Mientras que la
actitud de Jesús hacia los preceptos judíos nos revela su plena sumisión a la
Ley, Él, sin embargo, se muestra comprensivo con sus discípulos: cuando
estos son sorprendidos en falta, porque teniendo hambre recogen espigas de
trigo en sábado, Él los justifica, recordando que también el rey David y sus
compañeros, al encontrarse en necesidad, habían comido panes sagrados (cf. Mc 2,23-26). Y Jesús afirma un nuevo principio:
los invitados a la boda no pueden ayunar cuando el novio está con ellos;
ayunarán cuando el novio les sea arrebatado. Ahora todo es relativo a Jesús.
Cuando Él está en medio de nosotros, no podemos estar de luto; pero en la hora
de su pasión, entonces sí, ayunamos (cf. Mc
2,18-20). Jesús quiere que estemos alegres en su compañía -Él es
el Esposo de la Iglesia-; pero también quiere que participemos en sus
sufrimientos, que son también los sufrimientos de los pequeños y de los pobres.
Otro aspecto importante. Jesús elimina la
distinción entre alimentos puros y alimentos impuros, que era una
distinción hecha por la ley judía. En realidad -enseña Jesús- no es lo que
entra en el hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de su corazón. Y
diciendo así «purificaba todos los alimentos» (Mc 7,19). Por eso el cristianismo no contempla
alimentos impuros. Pero la atención que debemos tener es la interior: por lo
tanto, no en la comida en sí, sino en nuestra relación con ella. Y Jesús
sobre esto dice claramente que lo que hace la bondad o la maldad, digamos, de
un alimento, no es el alimento en sí, sino la relación que tenemos con él. Y
nosotros lo vemos, cuando una persona tiene una relación desordenada con la
comida, miramos cómo come, come con prisas, como con las ganas de saciarse
y nunca se sacia, no tiene una buena relación con la comida, es esclavo de
la comida.
Esta relación serena que Jesús ha establecido con
respecto a la alimentación debería ser redescubierta y valorizada,
especialmente en las sociedades del llamado bienestar, donde se manifiestan
tantos desequilibrios y tantas patologías. Se come demasiado, o demasiado
poco. A menudo se come en soledad. Se propagan los trastornos de la
alimentación: anorexia, bulimia, obesidad… Y la medicina y la psicología tratan
de lidiar con la mala relación con la comida. Una mala relación con los
alimentos produce todas estas enfermedades.
Estas son enfermedades, a menudo muy dolorosas, que
en su mayoría están relacionadas con los tormentos de la psique y el alma. La
alimentación es la manifestación de algo interior: la predisposición al
equilibrio o la desmesura; la capacidad de agradecer o la arrogante pretensión
de autonomía; la empatía de quien sabe compartir la comida con el necesitado, o
el egoísmo de quien acumula todo para sí. Esta pregunta es muy importante: dime
cómo comes, y te diré qué alma tienes. En la forma de comer se revela
nuestra interioridad, nuestros hábitos, nuestras actitudes psíquicas.
Los antiguos Padres llamaban al vicio de la gula
con el nombre de “gastrimargia”, término que se puede traducir como “locura del
vientre”. La gula es una “locura del vientre”. Y también está este
proverbio: que debemos comer para vivir, no vivir para comer. La gula es un
vicio que se inserta precisamente en una de nuestras necesidades vitales, como
la alimentación. Tengamos cuidado con esto.
Si lo leemos desde un punto de vista social, la
gula es quizás el vicio más peligroso, que está matando al planeta. Porque
el pecado de quien cede ante un trozo de pastel, en definitiva, no causa
grandes daños, pero la voracidad con la que nos hemos desatado, desde hace
algunos siglos, hacia los bienes del planeta está comprometiendo el futuro de
todos. Nos abalanzamos sobre todo, para convertirnos en dueños de todo,
mientras que todo había sido entregado a nuestra custodia, ¡no a nuestra
explotación! He aquí, pues, el gran pecado, la furia del vientre: hemos
abjurado del nombre de hombres, para asumir otro, “consumidores”. Y hoy se
dice así en la vida social: los “consumidores”. Ni siquiera nos hemos dado
cuenta de que alguien ha empezado a llamarnos así. Estamos hechos para ser
hombres y mujeres “eucarísticos”, capaces de dar gracias, discretos en el uso
de la tierra, y en cambio el peligro es convertirse en depredadores, y ahora
nos estamos dando cuenta de que esta forma de “gula” ha hecho mucho daño al
mundo. Pidamos al Señor que nos ayude en el camino de la sobriedad, y que las
diversas formas de gula no se apoderen de nuestra vida.
DOMINGO 4º
TIEMPO ORDINARIO.
Monición de entrada.-
Hola:
Hoy Jesús va a
estar con nosotros, como estaba en el lugar donde los judíos iban a rezar.
Entonces las
personas le escuchaban muy atentos, porque decía que habla sin decir mentiras.
Abramos nuestro
corazón a Jesús, que entra en él.
Señor, ten piedad.-
Tú que eres la
palabra de vida. Señor, ten piedad.
Tú que eres la
palabra de amor. Cristo, ten piedad.
Tú que eres la
palabra verdadera. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Para que el corazón
del papa Francisco esté siempre abierto a Jesús. Te lo pedimos Señor.
Para que cada día
haya más personas que lean lo que Jesús nos enseñó y le hagan caso. Te lo
pedimos Señor.
Para que las
catequistas de comunión escuchen mucho a Jesús y nos ayuden a quererle. Te lo pedimos Señor.
Para que estemos
atentos a lo que nos enseñan los mayores.
Te lo pedimos Señor.
Para que nosotros
nos portemos como le gusta a Jesús. Te lo pedimos Señor.
Acción de gracias.-
María, madre de
Jesús,
Queremos darte las
gracias por tener a Jesús en nuestro corazón y por tener unas mamás y papás, abuelas y
abuelos, que nos enseñan a querernos como Jesús nos quiere.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA
[1] Oficina pública donde
se pagaban los tributos. www.rae.es
[2] El reino de Dios no es
comida y bebida, sino justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. Traducción Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[3] Como bajan la lluvia y
la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra,
de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que
come. Traducción versículo completo Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia
Episcopal Española.
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