Primera lectura.
Lectura del libro de Job 38, 1.8-11
El Señor habló a Job desde la tormenta:
-¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando escapaba impetuoso de
su seno, cuando le puse nubes por mantillas y nubes tormentosas por pañales,
cuando le establecí un límite poniendo puertas y cerrojos, y le dije: “Hasta
aquí llegarás y no pasarás: aquí se romperá la arrogancia de tus olas? ”
Textos
paralelos.
Yahvé se dirigió a Job desde la tormenta.
Jb 42, 3: ¿Quién es ese que empaña mis designios con palabras sin
sentido?
¿Quién cerró el mar y sus compuertas?
Ba 3, 33-34: Envía el rayo y él va, lo llama y le obedece
temblando; a los astros, que brillan gozosos en sus puestos de guarda, los
llama y responden “¡Presentes!”, y brillan gozosos para su creador.
Za 4, 7: ¿Quién eres tú, montaña señera? Ante Zorobabel serás
allanada. Él sacará la piedra de remate entre exclamaciones: “¡Qué bella, qué
bella!”.
Sal 148, 2-3: Alabadlo, todos sus ángeles, alabadlo, todos sus
ejércitos; alabadlo, espacios celestes y aguas que cuelgan en el cielo.
Le dije: “Hasta aquí llegarás”.
Sal 104, 6-9: La cubriste con el vestido del océano; y las aguas
asaltaron las montañas. Pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se
precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los valles, cada cual al
puesto asignado. Trazaste una frontera infranqueable, para que no vuelvan a
cubrir la tierra.
Jb 7, 12: ¿Soy el Océano o el Dragón para que me pongas un bozal?
Pr 8, 29: (Cuando imponía su límite al mar, y las aguas no
traspasan su mandato); cuando asentaba los cimientos de la tierra.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén
38 1 Al modo antiguo de las
teofanías de Yahvé, que manifestaba su temible omnipotencia.
38 8 “¿Quién cerró…?” Vulgata: “él
ha cerrado” hebreo.
38 11 “se estrellará”, según griego
(cf. ystabbr; “el pondrá en (el orgullo” yasît be hebreo.
Salmo
responsorial
Salmo 107 (106),
23-34.25-26.28-29.30-31 (R.: cf. 1)
¡Dad
gracias al Señor,
porque
es eterna su misericordia! R/.
Entraron
en naves por el mar,
comerciando
por las aguas inmensas.
Contemplaron
las obras de Dios,
sus
maravillas en el océano. R/.
Él
habló y levantó un viento tormentoso,
que
alzaba las olas a lo alto:
subían
al cielo, bajaban al abismo,
se
sentían sin fuerzas en el peligro. R/.
Pero
gritaron al Señor en su angustia,
y
los arrancó de la tribulación.
Apaciguó
la tormenta en suave brisa,
y
enmudecieron las olas del mar. R/.
Se
alegraron de aquella bonanza,
y
él los condujo al ansiado puerto.
Den
gracias al Señor por su misericordia,
por
las maravillas que hace con los hombres. R/.
Textos
paralelos.
A su voz, un viento de borrasca.
Jon 1, 4: Pero el Señor envió un viento impetuoso sobre el mar, se
alzó una furiosa tormenta en el mar y la nave estaba a punto de naufragar.
Pero clamaron a Yahvé en su apuro.
Jon 1, 14: Entonces invocaron al Señor: “¡Ah, Señor, que no
perezcamos por culpa de este hombre, no nos hagas responsables de una sangre
inocente! Tú, Señor, puedes hacer lo que quieres.
A silencio redujo la borrasca.
Sal 89, 10: Tú domeñas la soberbia del mar y amansas la hinchazón
del oleaje.
Mt 8, 26: Levantó, increpó a los vientos y al lago, y sobrevino
una calma perfecta.
Mc 4, 39: Se levantó, increpó al viento y ordenó al mar: “¡Calla,
enmudece!”. Y el viento cesó y sobrevino una calma perfecta.
Lc 8, 24: Él se despertó e increpó al viento y al oleaje; cesaron
y sobrevino la calma.
Sal 65, 8: Tú reprimes el estruendo del mar, el estruendo de las
olas y el tumulto de los pueblos.
Is 43, 2: Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente
no te anegará.
Is 54, 11: ¡Oh afligida, zarandeada, desconsolada!
Is 57, 20: Los malvados son como el mar borrascoso, que no pueden
calmarse: sus aguas remueven cieno y lodo.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén
107 Himno de acción de gracias,
inspirado en la segunda parte de Isaías (caps. 40-55), por los beneficios de la
providencia: el Éxodo, la vuelta del destierro, la ayuda a los que sufren, a
los que viajan por el mar. El epílogo desarrolla el tema sapiencial del cambio
de condiciones.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 5, 14-17
Hermanos:
Nos apremia el amor de Cristo al considerar que, si uno murió por
todos, todos murieron. Y Cristo murió por todos, para que los que viven ya no
vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos. De modo que
nosotros desde ahora no conocemos a nadie según la carne; si alguna vez
conocimos a Cristo según la carne, ahora ya no lo conocemos así. Por tanto, si
alguno está en Cristo es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado, ha comenzado
lo nuevo.
Textos
paralelos.
Nos asocia a su triunfo.
Col 2, 15: Despojando autoridades y potestades, las hizo desfilar
públicamente en su marcha triunfal.
Somos para Dios el buen olor de Cristo.
1 Co 1, 18: Pues el mensaje de la cruz es locura para los que se
pierden; para los que se salvan es fuerza de Dios.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén
2 14 – 7 4 Interrumpe la evocación
de los acontecimientos.
2 14 En la victoria de Cristo
resucitado, Dios manifiesta su gloria como un general romano que hace su
entrada triunfal en Roma y en cuyo recorrido se queman perfumes. Los jefes
vencidos eran entregándose la muerte.
2 16 Pablo emplea las palabras
“vida” y “muerte” en tres sentidos: físico, existencial y escatológico. Solo
los dos últimos se contemplan aquí.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 4, 35-41.
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
-Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras
barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían
contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido
sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
-Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
-¡Silencio, enmudece!
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
-¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
-¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!
Textos
paralelos.
Mc 4, 35-41 |
Mt 8, 18.23-27 |
Lc 8, 22-25 |
Aquel día al atardecer les
dijo:
-Pasemos a la otra orilla.
Despidiendo a la gente, lo recogieron tal
como estaba en la barca; otras barcas lo acompañaban. Se levantó un viento
huracanado, las olas rompían contra la barca, que estaba a punto de anegarse.
El dormía en la popa sobre un
cojín.
Lo despiertan y le dicen:
-Maestro, ¿no te importa que
naufraguemos?
Se levantó, increpó al viento
y ordenó al mar:
-¡Calla, enmudece! El viento cesó y sobrevino
una calma perfecta.
Y les dijo: -¿Por qué sois tan cobardes?,
¿aún no tenéis fe?
Llenos de miedo se decían: -¿Quién es este, que le
obedecen hasta el viento y el lago?
|
Viendo Jesús la multitud que
lo rodeaba, dio orden de atravesar el lago.
Cuando subía a la barca lo
siguieron los discípulos. De pronto se levantó tal tempestad en el lago, que
las olas cubrían la embarcación;
mientras, él seguía
durmiendo.
Se acercaron y lo despertaron
diciendo:
-Señor, sálvanos, que nos
hundimos.
Les dice: -¡Qué cobardes y desconfiados
sois!
Levantó, increpó a los
vientos y al lago, y sobrevino una calma perfecta.
Los hombres decían
asombrados: -¿Qué clase de individuo es
este, que le obedecen hasta los vientos y el lago? |
Un día de aquellos subió él a
una barca con los discípulos y les dijo:
-Vamos a cruzar a la otra
orilla del lago.
Zarparon y, mientras
navegaban, él se quedó dormido. Se precipitó un huracán sobre el lago, la
barca se anegaba y peligraban.
Entonces fueron a despertarlo
y le dijeron:
-Maestro, que nos hundimos.
Él se despertó e increpó al
viento y al oleaje; cesaron y sobrevino la calma.
Les dijo: -¿Dónde está vuestra fe?
Sobrecogidos de estupor se
decían: -¿Quién es este que da
órdenes al viento y al agua y le obedecen? |
¿Cómo no tenéis fe?
Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús se
admiró y dijo a los que lo seguían: “Os aseguro, una fe semejante no la he
encontrado en ningún israelita”.
¿Quién es este que hasta
el viento y el mar le obedecen?
Mc 1, 27: Todos se llenaron de
estupor y se preguntaban: “¿Qué significa esto? Es una enseñanza nueva, con
autoridad. Hasta a los espíritus inmundos les da órdenes y le obedecen”.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén
4 35 La agrupación, en un mismo día,
de parábolas y de cuatro milagros pone de relieve que la fuerza del Reino de
Dios se manifiesta tanto en la enseñanza de Jesús cuanto en sus actos. Por otra
parte, en los capítulos 4 y 5 Jesús toma consigo a sus discípulos para
transmitirles una enseñanza particular y desvelarles su poder al margen de la
muchedumbre.
4 36 Otra traducción posible: “y
había otras barcas con esta (barca)”.
4 37 El lago de Tiberíades conoce
tempestades y borrascas repentinas, provocadas por el choque que los vientos
procedentes del Mediterráneo con los que soplan desde el desierto sirio.
4 40 Var.: “¿Aún no tenéis fe?”. Se
trata de la fe en Jesús y en el poder divino que opera en él.
Notas exegéticas Biblia del Peregrino.
4, 35-6,6 Del discurso pasamos a la
acción. Pero el esquema de velar y desvelar el misterio continúa. Si para
captar la palabra hay que saber escuchar, para percibir la acción hay que saber
mirar. Jesús manifiesta su poder enfrentándose con los grandes poderes adversos:
el océano que representa el caos, el diablo que se apodera de un hombre, la
enfermedad invencible, la muerte. Cuatro potencias nefastas, emparentadas en la
mentalidad bíblica. También la acción prodigiosa de Jesús conserva un carácter
bivalente, en cuanto que exige la fe para ser comprendida y provoca la
resistencia de quienes no están dispuestos a aceptar las consecuencias.
4, 35-41 El mar es la criatura que se
revuelve y se encrespa perturbando el orden de la creación, heredero de
monstruos mitológicos. Jesús se pone en pie increpa al mar con una orden
perentoria. El viento y el mar le obedecen.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
36 CON ELLA. con la
barca; o con él (con Jesús). El texto griego no dice que las OTRAS
BARCAS fueran acompañando la barca en la que iba Jesús.
37 Lit. y se hace
una tempestad grande de viento, y las olas. // SE INUNDABA LA BARCA, que, al no tener
cubierta, no dejaba salida al agua que se acumulaba en ella.
38 Son datos de la
humanidad del Hijo de Dios, que no es un superhombre; su cansancio después de
un día de predicación, y su perfecto equilibrio psicológico: en plena tormenta
duerme profundamente SOBRE EL CABEZAL, que servía, tal vez, de asiento al
timonel.
39 ¡SILENCIO! lit. guarda
silencio. ¡CÁLLATE!: orden enérgica, en imperativo de perfecto griego; algo
así como: Quédate mudo.
41 EL MAR, tenido entre
los judíos como morada de potencias maléficas, es exorcizado por Jesús, que lo
trata, igual que el VIENTO, como a criatura a la que su Señor puede dar
órdenes. HASTA EL VIENTO Y LA MAR LE OBEDECEN, como le obedecen los espíritus
impuros (1, 27). Lo que todavía faltaba a los discípulos era la fe en
Jesús; esa falta de fe era la tormenta peligrosa. // ¿QUIÉN ES ESTE? PORQUE…: o
quizás: “¿Quién es este?, a quien hasta el viento…”.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé.
4, 34-41 Cristo es perfecto Dios y
perfecto hombre, que puede superar todos los obstáculos (cat. 1808). La
conclusión del pasaje es una conversión: del temor a los elementos (signo de su
falta de fe: v. 40), pasan al temor reverencial ante Jesús, que puede dar pie a
la fe (v. 41).
Catecismo
de la Iglesia Católica.
1808 La fortaleza es la virtud moral
que asegura en las dificultades la firmeza y la constancia en la búsqueda del
bien. Reafirma la resolución de resistir a las tentaciones y de superar los obstáculos
en la vida moral. La virtud de la fortaleza hace capaz de vencer el temor,
incluso a la muerte, y de hacer frente a las pruebas y a las persecuciones.
Capacita para ir hacia la renuncia y el sacrificio de la propia vida para
defender una causa justa. “Mi fuerza y mi cántico es el Señor” (Sal 118, 4).
“En el mundo tendréis tribulación. Pero ¡ánimo!: Yo he vencido al mundo” (Jn
16, 33).
446 En la traducción griega de los
libros del Antiguo Testamento, el nombre inefable con el cual Dios se reveló a
Moisés, YHWH, es traducido por Kyrios [“Señor”]. Señor se convierte
desde entonces en el nombre más habitual para designar la divinidad misma del
Dios de Israel. El Nuevo Testamento utiliza en este sentido fuerte el título
“Señor” para el Padre, pero lo emplea también, y aquí está la novedad, para
Jesús reconociéndolo como Dios.
Concilio
Vaticano II
Cristo es luz de los pueblos. Por eso estes sacrosanto Sínodo, reunido en
el Espíritu Santo, desea vehementemente iluminar a todos los hombres con la luz
de Cristo, que resplandece sobre el rostro de la iglesia, anunciando el
Evangelio a todas las criaturas
Constitución dogmática Lumen gentium, 1.
Vino, pues, el hijo, enviado por el Padre, que nos eligió en Él antes de
la creación del mundo y nos predestinó a ser sus hijos adoptivos porque quiso
instaurar todas las cosas en Él. Cristo, por tanto, para cumplir la voluntad
del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio
y nos redimió con su obediencia.
Constitución dogmática Lumen gentium, 3.
Comentarios de los Santos Padres.
Todos los que navegáis en la barquichuela de la fe, todos los que
sobrenadáis a través de las olas de este mundo en la navecilla de la Iglesia
santa con Cristo, aunque el Señor duerma en piadoso descanso, vigila vuestra
paciencia y perseverancia, y mantiene en pie el arrepentimiento y la conversión
de los impíos; acercaos con ardor a Él, insistiendo con oraciones.
Orígenes. Homilía sobre el Ev. de Mateo 3, 3. II, pg. 119.
Cuando dispersa las olas del mar, se cumple lo de Habacuc: “Esparce las
aguas – dijo – por el camino” (Ha 3, 10); cuando amenaza, el mar se calma, y se
cumple lo que dijo Nahum: “Reprende al mar, y este se seca”.
Tertuliano. Contra Marción, 4, 20, 3. II, pg. 120.
¿Qué significa Cristo dormido en ti? Que te has olvidado de Cristo.
Despiértale, pues; tráele a la memoria; despertar a Cristo es pensar en él…
Tentación que nace, he ahí el viento; turbación que te viene, he aquí las olas.
Despiértale a Cristo y hable contigo. “¿Quién es este, cuando así le obedecen
los vientos y el mar?
Agustín. Sermón, 63, 2-3.
San Agustín.
Cuando se dice que duerme él, somos nosotros
quienes dormimos y cuando se dice que se levanta él, somos nosotros quienes nos
levantamos. El Señor dormía también en la nave, que zozobraba porque dormía
Jesús. Si Jesús hubiese estado despierto, no hubiera zozobrado. Tu nave es tu
corazón. Jesús estaba en la nave: la fe habita en tu corazón. Si traes a la
memoria tu fe, no vacilará tu corazón; si olvidas la fe, Cristo duerme y el
naufragio está a las puertas. Por tanto, haz lo que falta, para que si se encuentra
dormido, despierte. Dile: “Despierta, Señor, que perecemos”, para que dé
órdenes a los vientos y se produzca la bonanza en tu corazón (Mt 8, 24). Cuando
Cristo, es decir, cuando tu fe está despierta en tu corazón, se alejan todas
las tentaciones o, al menos, pierden toda fuerza. Por tanto, ¿qué significa
levántate? Muéstrate, manifiéstate, hazte notar. Levántate, Señor, y ven en mi
auxilio.
Comentario al salmo 34, 1, 3.
S. Juan de Ávila
Ya sabéis que lo que de presente tenemos lo
sentimos más. Y si miráis el aprieto que de presente tenéis, y cómo el Señor no
os saca de él, juzgaréis que el cuidado que el Señor tenía de vos lo ha ya
perdido; y diréis lo que dijeron los apóstoles, en una grave tempestad de la
mar, al Señor, que estaba durmiendo: Maestro, ¿no te da nada de que perecemos?
(Mc 4, 38).
Audi filia (II), 30. I, pg. 603.
Papa Francisco. Regina Coeli. 20 de junio de 2021.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
En la liturgia de hoy se narra el episodio de la
tempestad calmada por Jesús (Mc 4,35-41). La barca en la que los discípulos
atraviesan el lago es asaltada por el viento y las olas y ellos temen hundirse.
Jesús está con ellos en la barca, sin embargo, se queda en la popa durmiendo
sobre un cabezal. Los discípulos, llenos de miedo, le gritan: «Maestro, ¿no te
importa que perezcamos?» (v. 38).
Y muchas veces también nosotros, asaltados por
las pruebas de la vida, hemos gritado al Señor: “¿Por qué te quedas en silencio
y no haces nada por mí?”. Sobre todo cuando parece que nos hundimos, porque
el amor o el proyecto en el que habíamos puesto grandes esperanzas desvanece; o
cuando estamos a merced de las persistentes olas de la ansiedad; o
cuando nos sentimos sumergidos por los problemas o perdidos en medio del mar
de la vida, sin ruta y sin puerto. O incluso, en los momentos en los que desaparece
la fuerza para ir adelante, porque falta el trabajo o un diagnóstico
inesperado nos hace temer por nuestra salud o la de un ser querido. Son
muchos los momentos en los que nos sentimos en tempestad, nos sentimos casi
acabados.
En estas situaciones y en muchas otras, también
nosotros nos sentimos ahogados por el miedo y, como los discípulos, corremos el
riesgo de perder de vista lo más importante. En la barca, de
hecho, incluso si duerme, Jesús está, y comparte con los suyos todo lo que
está sucediendo. Su sueño, por un lado nos sorprende, y por el otro nos
pone a prueba. El Señor está ahí, presente; de hecho, espera —por así
decir— que seamos nosotros los que le impliquemos, le invoquemos, le
pongamos en el centro de lo que vivimos. Su sueño nos provoca el
despertarnos. Porque, para ser discípulos de Jesús, no basta con creer
que Dios está, que existe, sino que es necesario involucrarse con Él, es
necesario también alzar la voz con Él. Escuchad esto: es necesario gritarle a
Él. La oración, muchas veces, es un grito: “¡Señor, sálvame!”. Hoy, Día del
Refugiado, estaba viendo en el programa “A sua immagine” (A su imagen), muchos
que vienen en pateras y cuando se van a ahogar gritan: “¡Sálvanos!”. También en
nuestra vida sucede lo mismo: “¡Señor, sálvanos!”, y la oración se convierte en
un grito.
Hoy podemos preguntarnos: ¿cuáles son los
vientos que se abaten sobre mi vida, cuáles son las olas que obstaculizan mi
navegación y ponen en peligro mi vida espiritual, mi vida de familia, mi vida
psíquica también? Digamos todo esto a Jesús, contémosle todo. Él lo
desea, quiere que nos aferremos a Él para encontrar refugio de las olas
anómalas de vida. El Evangelio cuenta que los discípulos se acercan a
Jesús, le despiertan y le hablan (cfr. v. 38). Este es el inicio de nuestra fe:
reconocer que solos no somos capaces de mantenernos a flote, que necesitamos a
Jesús como los marineros a las estrellas para encontrar la ruta. La fe
comienza por el creer que no bastamos nosotros mismos, con el sentir que
necesitamos a Dios. Cuando vencemos la tentación de encerrarnos en nosotros
mismos, cuando superamos la falsa religiosidad que no quiere incomodar a Dios,
cuando le gritamos a Él, Él puede obrar maravillas en nosotros. Es la fuerza
mansa y extraordinaria de la oración, que realiza milagros.
Jesús, implorado por los discípulos, calma el
viento y las olas. Y les plantea una pregunta, una pregunta que nos concierne
también a nosotros: «¿Por qué estáis con tanto miedo? ¿Cómo no tenéis fe?» (v.
40). Los discípulos se habían dejado llevar por el miedo, porque se habían
quedado mirando las olas más que mirar a Jesús. Y el miedo nos lleva a
mirar las dificultades, los problemas difíciles y no a mirar al Señor, que
muchas veces duerme. También para nosotros es así: ¡cuántas veces nos quedamos
mirando los problemas en vez de ir al Señor y dejarle a Él nuestras
preocupaciones! ¡Cuántas veces dejamos al Señor en un rincón, en el fondo de la
barca de la vida, para despertarlo solo en el momento de la necesidad! Pidamos
hoy la gracia de una fe que no se canse de buscar al Señor, de llamar a la
puerta de su Corazón. La Virgen María, que en su vida nunca dejó de confiar en
Dios, despierte en nosotros la necesidad vital de encomendarnos a Él cada día.
Francisco. Catequesis. El Espíritu
y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús,
nuestra esperanza. 3. «Toda la Escritura está inspirada por Dios». Conocer el
amor de Dios por las palabras de Dios
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días,
bienvenidos!
Continuamos nuestra catequesis sobre el Espíritu
Santo, que guía la Iglesia hacia Cristo, nuestra esperanza. Él es el guía. La
vez pasada contemplamos la obra del Espíritu en la creación; hoy lo vemos en la
revelación, de la que la Sagrada Escritura es un testimonio autorizado e
inspirado por Dios.
En la Segunda Carta de san Pablo a Timoteo figura
esta afirmación: “Toda la Escritura está inspirada por Dios” (3:16). Y otro
pasaje del Nuevo Testamento dice: «Hombres movidos por el Espíritu Santo han
hablado de parte de Dios» (2 Pe 1:21). Esta es la doctrina de la inspiración
divina de la Escritura, la que proclamamos como artículo de fe en el “Credo”,
cuando decimos que el Espíritu Santo «habló por medio de los profetas». La
inspiración divina de la Biblia.
El Espíritu Santo, que inspiró las Escrituras, es
también el que las explica y las hace perennemente vivas y activas. De inspiradas,
las vuelve inspiradoras. “Las Sagradas Escrituras…inspiradas por Dios -
dice el Concilio Vaticano II - y redactadas una vez para siempre, comunican
inmutablemente la palabra del mismo Dios, y hacen resonar la voz del Espíritu
Santo en las palabras de los Profetas y de los Apóstoles” (n. 21). De este
modo, el Espíritu Santo continúa, en la Iglesia, la acción de Jesús Resucitado
que, tras la Pascua, “abrió la mente de los discípulos para que comprendieran
las Escrituras” (cfr. Lc 24,45).
Puede suceder, en efecto, que un determinado pasaje
de la Escritura, que hemos leído muchas veces sin ninguna emoción particular,
un día lo leamos en un clima de fe y de oración y, de repente, ese texto se
ilumine, nos hable, arroje luz sobre un problema que vivimos, aclare la
voluntad de Dios para nosotros en una situación determinada. ¿A qué se debe
este cambio, sino a una iluminación del Espíritu Santo? Las palabras de la
Escritura, bajo la acción del Espíritu, se vuelven luminosas; y en esos
casos tocamos con nuestras propias manos lo cierta que es la afirmación de la
Carta a los Hebreos: «… la palabra de Dios es viva y eficaz, más cortante que
espada de doble filo; […]» (4,12).
Hermanos y hermanas, la Iglesia se nutre de la
lectura espiritual de la Sagrada Escritura, es decir, de la lectura
realizada bajo la guía del Espíritu Santo que la inspiró. En su centro, como
un faro que lo ilumina todo, está el acontecimiento de la muerte y resurrección
de Cristo, que cumple el plan de salvación, realiza todas las figuras y
profecías, desvela todos los misterios ocultos y ofrece la verdadera clave de
lectura de toda la Biblia. La muerte y resurrección de Cristo es el faro que
ilumina toda la Biblia, y también ilumina nuestras vidas. El Apocalipsis
describe todo esto con la imagen del Cordero que rompe los sellos del libro “…
escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete sellos” (cfr. 5,1-9), la
Escritura del Antiguo Testamento. La Iglesia, Esposa de Cristo, es
intérprete autorizada del texto de la Escritura inspirado, la Iglesia es la
mediadora de su proclamación auténtica. Dado que la Iglesia está dotada del
Espíritu Santo, – por eso es intérprete - es «columna y fundamento de la verdad»
(1 Tm 3,15). ¿Por qué? Porque está inspirada, sostenida por el Espíritu Santo.
Y la misión de la Iglesia es ayudar a los fieles y a quienes buscan la
verdad a interpretar correctamente los textos bíblicos.
Una forma de realizar la lectura espiritual de la
Palabra de Dios es lo que se llama la lectio divina, una palabra cuyo
significado quizá no entendemos. Consiste en dedicar un tiempo del día a la
lectura personal y meditada de un pasaje de las Escrituras. Y esto es muy
importante: cada día tómense un tiempo para escuchar, para meditar, leyendo
un pasaje de la Escritura. Y para ello les recomiendo: tengan siempre un
Evangelio de bolsillo y llévenlo en la bolsa, en los bolsillos…Así, cuando
estén de viaje o cuando tengan un poco de tiempo libre lo toman y leen…Esto es
muy importante para la vida. Tomen un Evangelio de bolsillo y durante el día
léanlo una vez, dos veces, cuando puedan. Pero la lectura espiritual de las
Escrituras por excelencia es la lectura comunitaria que se realiza en la
Liturgia, en la Santa Misa. Allí vemos cómo un acontecimiento o una
enseñanza, dado en el Antiguo Testamento, encuentra su plena realización en el
Evangelio de Cristo. Y la homilía, ese comentario que hace el
celebrante, debe ayudar a transferir la Palabra de Dios del libro a la vida.
Pero para ello, la homilía debe ser breve: una imagen, un pensamiento, un
sentimiento. La homilía no debe durar más de ocho minutos, porque
después de ese tiempo se pierde la atención y la gente se duerme, y tiene
razón. Una homilía debe ser así. Y esto es lo que quiero decir a los sacerdotes
que hablan mucho, a menudo, y no se entiende de qué hablan. Una homilía
corta: un pensamiento, un sentimiento y una indicación para la acción, cómo
hacer. No más de ocho minutos. Porque la homilía debe ayudar a transferir
la Palabra de Dios del libro a la vida. Y, entre las muchas palabras de Dios
que escuchamos cada día en la Misa o en la Liturgia de las Horas, siempre hay
una que está destinada especialmente a nosotros. Algo que nos llega al corazón.
Si la acogemos en nuestro corazón, puede iluminar nuestra jornada, animar
nuestra oración. ¡Se trata de no dejar que caiga en saco roto!
Concluyamos con un pensamiento que puede ayudarnos
a enamorarnos de la Palabra de Dios. Como algunas piezas musicales, la
Sagrada Escritura tiene una nota subyacente que la acompaña de principio a fin,
y esta nota es el amor de Dios. «Toda la Biblia - observa San Agustín-
no hace más que narrar el amor de Dios»[1]. Y San Gregorio Magno define la
Escritura como 'una carta de Dios Todopoderoso a su criatura', como una carta
del Esposo a la esposa, y exhorta a «aprender a conocer el corazón de Dios en
las palabras de Dios'»[2]. «…por esta revelación – dice el Vaticano II – Dios
invisible, …habla a los hombres como amigos, movido por su gran amor, y mora
con ellos, para invitarlos a la comunicación consigo y recibirlos en su
compañía» (Dei Verbum, 2).
Queridos hermanos y hermanas, ¡adelante con la
lectura de la Biblia! Pero no olviden el Evangelio de bolsillo: llévenlo en
la bolsa, en el bolsillo, y en algún momento del día lean un pasaje. Esto los
acercará mucho al Espíritu Santo que está en la Palabra de Dios. Que el
Espíritu Santo, que inspiró las Escrituras y ahora sopla desde ellas, nos ayude
a captar este amor de Dios en las situaciones concretas de la vida.
Gracias.
[1] De catechizandis rudibus, I, 8, 4: PL 40, 319.
[2] Registrum Epistolarum, V, 46 (ed.
Ewald-Hartmann, pp. 345-346).
MISA DE NIÑOS. XIII
T.ORDINARIO.
Monición de entrada.
Nuestra fe no es como a Jesús le gusta que sea.
A veces creemos que tener fe es como encender la luz.
Le pedimos una cosa, encendemos una vela y él nos hace
caso.
Las lecturas nos ayudarán a quererle como a él le gusta.
Señor, ten
piedad.
Tú eres la salud. Señor, ten piedad.
Tú eres la vida. Cristo, ten piedad.
Tú eres la ilusión. Señor, ten piedad.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco, para que le ayudes mucho. Te lo
pedimos Señor.
-Por la Iglesia, para nos ayude a querer a Jesús como él
quiere que le queramos. Te lo pedimos
Señor.
-Por las personas que mandan, para que cuiden de la
libertad de todos. Te lo pedimos, Señor.
-Por las personas que trabajan para que todas las
personas sean libres, para que lo consigan. Te lo pedimos, Señor.
-Por nosotros, para que seamos libres para ayudar a los
demás. Te lo pedimos Señor.
Acción de gracias.
Virgen María,
queremos darte las gracias por Jesús y por enseñarnos que lo más importante de
ser sus amigos no es que él haga lo que nosotros queremos, sino que nosotros
hagamos lo que él quiere.
MISA DE NIÑOS. SANTOS
PEDRO Y PABLO.
Monición de entrada.
Hoy es la fiesta de los santos Pedro y Pablo.
San Pedro fue el primero de los Doce apóstoles y Jesús le
mandó cuidar de la Iglesia.
San Pablo no quería a los cristianos, pero Jesús se le
apareció y se hizo cristiano.
Los dos son dos pilares de la Iglesia, que nos enseñaron
a ser buenos cristianos.
Señor, ten
piedad.
Tú que perdonaste a Pedro. Señor, ten piedad.
Tú que hiciste a san Pablo tu amigo. Cristo, ten piedad.
Tú que por el Papa nos aseguras el perdón de los pecados
Señor, ten piedad.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco, para que siga cuidando de la
Iglesia. Te lo pedimos Señor.
-Por la Iglesia, para que en todos los sitios la respeten
y le dejen hablar de Jesús. Te lo
pedimos Señor.
-Por los cristianos que no son queridos, para que les
ayudes a ser valientes. Te lo pedimos, Señor.
-Por nosotros, para que no nos cansemos de ser cristianos.
Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.
Virgen María,
queremos darte gracias por el papa Francisco y por la iglesia, que es nuestra
familia.
EXPERIENCIA.
Coloca cerca de ti una
cruz o una estampa. Mírala durante unos instantes.
Entra en este enlace. https://www.youtube.com/watch?v=q969Vb8slIU
Pulsa el “play”. Cierra
los ojos. Escucha la música. Sígnate. Toma conciencia de la presencia de Dios. Pide
al Padre el don del Espíritu Santo para que Él te conduzca a escuchar el mensaje
que Cristo tiene para ti.
Cuando termine la música
abre los ojos. Mira tus manos. Imagínalas en las entrañas de tu madre, modeladas
por su organismo, creciendo gracias a los impulsos de su corazón. Esas manitas
que se abrieron a la vida y se aferraban al dedo de tus mayores. Recuerda
momentos de tu vida: cuando tomaban un color y pintaban, pero también cuando caías
y se lastimaban. Con tus manos te levantaste, aplaudiste y te enjugaste las
lágrimas que brotaban de tus ojos, de alegría, de tristeza, de risa y de llanto.
Tus manos entrelazadas entre ellas para rezar, con las de los demás para amar.
Mira el vídeo: ¿qué te
sugiere? ¿Con qué imagen identificas tu momento actual? ¿Qué frase o frases te
están ayudando?
Háblale a Dios que
habita en lo escondido de tu corazón, cuéntaselo.
REFLEXIÓN.
Lee el evangelio de este
domingo.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 4, 35-41.
Aquel día, al atardecer, dijo Jesús a sus discípulos:
-Vamos a la otra orilla.
Dejando a la gente, se lo llevaron en barca, como estaba; otras
barcas lo acompañaban. Se levantó una fuerte tempestad y las olas rompían
contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba en la popa, dormido
sobre un cabezal. Lo despertaron, diciéndole:
-Maestro, ¿no te importa que perezcamos?
Se puso en pie, increpó al viento y dijo al mar:
-¡Silencio, enmudece!
El viento cesó y vino una gran calma. Él les dijo:
-¿Por qué tenéis miedo? ¿Aún no tenéis fe?
Se llenaron de miedo y se decían unos a otros:
-¿Pero quién es este? ¡Hasta el viento y el mar lo obedecen!
Lectio: al atardecer, después del
discurso de las parábolas y los enfrenamientos con su familia y las autoridades
judías Jesús se embarca y adentra en el lago de Genesaret, situado junto a
Cafarnaún. Allí tiene lugar un episodio de conversión. Los apóstoles pasan del
estado de terror a causa de la enfermedad al reconocimiento de Jesús como señor
del viento y del mar, es decir, el Dios de Israel que domina la soberbia del
mar y amansa la hinchazón del oleaje, tantas veces recitado con el Salmo 89,
10. No te conformes con leerlo una vez, sino varias veces fijándote en los
verbos, las preguntas y la exclamación.
Meditatio: en los Ejercicios
Espirituales san Ignacio de Loyola invitaba a realizar la composición de lugar,
esto es, imaginar la escena de modo inmersivo, situándonos en el lugar de los
personajes e imaginándonos en la situación que viven. Haz este ejercicio. A
continuación piensa en tu presente, si estás viviendo una situación de
incertidumbre o en el pasado o en tus miedos respecto al futuro. Llama a
Cristo, rézale y recuerda estas palabras de san Agustín. Él fue un filósofo que
buscaba y no encontraba, hasta que acogió a Cristo en su vida. Piensa en estos consejos: “¿Qué
significa Cristo dormido en ti? Que te has olvidado de Cristo. Despiértale,
pues; tráele a la memoria; despertar a Cristo es pensar en él… Tentación que
nace, he ahí el viento; turbación que te viene, he aquí las olas. Despiértale a
Cristo y hable contigo. “¿Quién es este, cuando así le obedecen los vientos y
el mar?”. Sermón, 63, 2-3.
COMPROMISO.
En los momentos de crisis Dios siempre envía
un ángel. Jesús se hace presente. Muchas veces a través de la lectura y/o
escucha de un texto de la Biblia, la oración, la misa, el sacramento del
perdón,… Otras a través de los demás, quienes sorprendentemente aparecen cuando
más los necesitamos. ¿Quiénes han sido en tu vida? Dale gracias a Dios por
ellos. Pero, ¿conoces alguna persona que esté atravesando por un mal momento?
¿Podrías ser tú el ángel que Jesús envía? Cuantas veces a nosotros nos pasa
como a Jesús, andamos dormidos, absortos en nuestras ensoñaciones y no
escuchamos a quienes en el hogar o en la pandilla nos está pidiendo ayuda.
CELEBRACIÓN.
Escucha
la canción de Hakuna Noche: https://www.youtube.com/watch?v=G-kG0aZxFpA
Por tu iglesia, que te espera a oscuras
Por tu pueblo, que te reza guardando la
aurora
Te rogamos, Te rogamos
Por las naciones paganas
Que tienen sed de ti sin saberlo
Ten piedad, ten piedad
Por los pueblos oprimidos
Por el totalitarismo
Y la opresión de la mentira
Por aquellos perseguidos por tu nombre
Que se ocultan para orar
Y por aquellos extraídos de su hogar
Por sus perseguidores, cegados por el
odio
Perdónales, Padre, no saben lo que hacen
Por los que no nos aman
Por los que no sabemos amar
Por los que sufren y agonizan y hoy
duermen en el hospital
Por los que hoy es su última noche
Y cuyos ojos no verán el nuevo día
Ten piedad, ten piedad
Por todos los que sufren la tentación del
suicidio
Por los dispuestos a dejar ganar al mal
Por aquellos cuyas noches son
interminables
Y a los que la angustia les ha quitado la
paz
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison, Kyrie
Eleison
Por aquellos que trabajan en la
prostitución
Y se ven obligados a vender su amor
Por los que caen en la trampa, del vicio
y las drogas
Por los que hoy duermen en prisión
Por los que hoy esperan su ejecución
Por aquellos a los que torturan
Por criminales, por los ladrones
Por los que erran en soledad
Por los que sufren la indiferencia de los
demás
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison
Por la ciudad, por todos sus habitantes
Que en sus sueños, solo existas Tú
Por nuestros difuntos, que aún no han
visto tu rostro
Por los alejados entre la multitud
Por los niños que descansan en el seno de
su madre
Por las mujeres que van a dar a luz
Para que reine tu paz en cada hogar
Por los que quieren saciar tu sed de amar
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison
Kyrie Eleison, Kyrie Eleison, Kyrie
Eleison
Ten piedad, Ten piedad, Ten piedad
Ten piedad, Ten piedad, Ten piedad
Ten piedad, Ten piedad, Ten piedad
Ten piedad, Señor, Ten piedad
BIBLIOGRAFÍA.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal
Española. BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Biblia
del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero.
Bilbao. 1995.
Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego
de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia
Católica. BAC. Madrid. 2016.
Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de
la Sede. Primera
edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.
Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios
de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio
Agustiniano. Valladolid. 1986.
Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español. La Biblia comentada por
los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 2. Evangelio según san Marcos. Ciudad
Nueva. Madrid. 2009.
San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi, filia – Pláticas –
Tratados. BAC. Madrid. 2015.
San Juan
de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma –
Tratados y escritos menores. BAC.
Madrid. 2013.
San Juan de Ávila. Obras Completas III.
Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
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