Lectura del libro del Genesis 3, 9-15.
Cuando Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:
-¿Dónde estás?
Él contestó: “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque
estaba desnudo, y me escondí”.
El Señor Dios le replicó:
-¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del
árbol del que te prohibí comer?
Adán respondió:
-La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí?
El Señor Dios dijo a la mujer:
-¿Qué has hecho?
La mujer respondió:
-La serpiente me sedujo y comí.
El Señor Dios dijo a la serpiente:
-Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las
fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida;
pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia;
esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón.
Textos
paralelos.
La serpiente me sedujo y
comí.
2 Co 11, 3: Me temo que como la
serpiente sedujo a Eva con astucia, vuestro modo de pensar se vicie abandonando
la sinceridad y fidelidad a Cristo.
Sobre tu vientre
caminarás.
Is 65, 25: El lobo y el cordero
pastarán juntos, el león como el buey comerá paja. No harán daño ni estrago por
todo mi Monte Santo – dice el Señor –.
Enemistad entre ti y la
mujer.
Ap 12, 17: Enfurecido el dragó
con la mujer, se marchó a pelear con el resto de sus descendientes, los que
cumplen el precepto de Dios y conservan el testimonio de Jesús. Y se detuvo a
la orilla del mar.
Notas
exegéticas.
3, 9 Yahvé interviene como un juez
en el marco de un proceso. Interroga a los culpables, establece
responsabilidades y señala las sanciones.
3, 14 La serpiente, el más astuto de
los animales (‘arûm 3, 1), se convierte en el más miserable (arûr).
Su astucia se vuelve contra ella. Esta maldición quiere igualmente explicar el
hecho de que la serpiente se desplace sin patas.
3, 15 Este versículo, conocido como
el “Protoevangelio” o primer buen anuncio, afirma la aversión radical entre la
serpiente y la humanidad, pero deja entrever la superioridad y la victoria
final de esta. La traducción griega, al comenzar la última frase con un
pronombre masculino, atribuye esa victoria no al linaje de la mujer en general,
sino a uno de los descendientes de la mujer. Así queda esbozada la
interpretación mesiánica de este texto, presente ya en la exégesis judía
antigua, y recogida, y explicitada luego por muchos Padres de la Iglesia. Junto
con el Mesías va incluida su madre, de ahí que la interpretación mariológica de
la traducción latina ipsa conteret caput tuum se haya hecho tradicional
en la Iglesia.
Salmo
responsorial
Salmo 130 (129).
Del
Señor viene la misericordia,
la
redención copiosa. R/.
Desde
lo hondo a ti grito, Señor;
Señor,
escucha mi voz;
estén
tus oídos atentos
a
la voz de mi súplica. R/.
Si
llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién
podrá resistir?
Pero
de ti procede el perdón,
y
así infundes temor. R/.
Mi
alma espera en el Señor,
espera
en su palabra;
mi
alma aguarda al Señor,
más
que el centinela la aurora.
Aguarde
Israel al Señor,
como
el centinela la aurora. R/.
Porque
del Señor viene la misericordia,
la
redención copiosa;
y
él redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.
Textos
paralelos.
Desde lo hondo a ti grito, Yahvé:
Sal 18, 5: Me cercaban lazos de
muerte, torrentes destructores me aterraban.
Sal 69, 3: Me hundo en un cieno
profundo y no puedo hacer pie.
Jon 2, 3: En el peligro grité
al Señor y me atendió, desde el vientre del abismo pedí auxilio y me escuchó.
Lm 3, 55: Los que me odian sin
razón me han dado caza, como a un pájaro; me han echado vivo al pozo y me han
arrojado piedras.
Sal 5, 2-3: Escucha mis
palabras, Señor, percibe mi susurro.
Si retienes las culpas,
Yahvé.
2 Cro 6, 40: Que tus ojos, Dios
mío, estén abiertos y tus oídos atentos a las suplicas que se hagan en este
lugar.
2 Cro 7, 15: Mantendré los ojos
abiertos y los oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar.
Ne 1, 6: Ten los ojos abiertos
y los oídos atentos a la oración de tu siervo, la oración que día y noche te
dirijo por tus siervos, los israelitas, confesando los pecados que los
israelitas hemos cometido contra ti, tanto yo como la casa de tu padre.
Jb 9, 2: Sé muy bien que es
así: que el hombre no lleva razón con Dios.
Na 1, 6: ¿Quién resistirá tu
cólera, quién aguantará su ira ardiente? Su furor se derrama como fuego y las
rocas se rompen ante él.
Mi 7, 18: ¿Qué Dios como tú
perdona el pecado y absuelve la culpa al resto de su heredad?
Aguardo anhelante a
Yahvé.
Ex 34, 7: que conserva la
misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y
pecados, aunque no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos,
nietos y bisnietos.
1 Re 8, 34-40: Escucha tú desde
el cielo y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra
que diste a sus padres. Cuando, por haber pecado contra ti, se cierre el cielo
y no haya lluvia, si rezan en este lugar, te confiesan su pecado y se arrepiente
cuando tú los afliges, escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu
siervo, tu pueblo, Israel, mostrándole el buen camino que deben seguir y envía
la lluvia a la tierra que diste en heredad a tu pueblo. Cuando en un país haya
hambre, peste, sequía y anublo, langostas y saltamontes; cuando el enemigo
cierre el cerco entorno a alguna de sus ciudades; en cualquier calamidad o
enfermedad, si uno cualquiera o todo tu pueblo, Israel, ante los remordimientos
de su conciencia, extiende las manos hacia este templo y te dirige oraciones y
súplicas, escúchalas tú desde el cielo, donde moras, perdona y actúa, paga a
cada uno según su conducta, tú que conoces el corazón, porque solo tú conoces
el corazón humano; así te respetarán mientras vivan en la tierra que tu diste a
nuestros padres.
Sal 56, 5: Por mi Dios alabo su
promesa, en Dios confío y no temo, ¿qué podrá hacerme un mortal?
Sal 119, 81: Mi aliento se
consume por tu salvación, espero en tu palabra.
Is 21, 11: Oráculo contra Duma:
uno me grita de Seír: Vigía, ¿qué queda de la noche? Vigía, ¿qué queda de la
noche?
Is 26, 9: Mi alma te ansía de
noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti.
Yahvé está lleno de amor.
Is 30, 18: Pero el Señor espera
para apiadarse de vosotros, aguanta para complaceros porque el Señor es un Dios
recto: dichosos los que esperan en él.
Sal 68, 21: Dios es para
nosotros el Dios Salvador, al Señor mío toca librar de la muerte.
Sal 86, 15: Pero tú, Dueño mío,
Dios compasivo y piadoso, paciente, misericordioso y fiel.
Sal 100, 5: El Señor es bueno,
su misericordia es eterna, su fidelidad de edad en edad.
Sal 103, 8: El Señor es
compasivo y clemente, paciente y misericordioso.
Mt 1, 21: Dará a luz un hijo, a
quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Sal 25, 22: Redime, Dios, a
Israel de todos sus peligros.
Tt 2, 14: El se entregó por
nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad, para adquirir un pueblo
purificado, dedicado a las buenas obras.
Notas
exegéticas.
130 Salmo penitencial, ver 6 1, pero
más aún salmo de esperanza. La liturgia cristiana de difuntos lo emplea
ampliamente, no como lamentación, sino como oración en qu se expresa la
confianza en el Dios redentor.
130 4 El griego ha traducido “a
causa de tu ley”, relectura jurídica.
130 7 Traducido según el griego. El
hebreo, corrompido, se traduciría lit.: “Espero en Yahvé, espera mi alma y su
palabra he aguardado. Mi alma por el Señor más que los centinelas la aurora,
los centinelas la aurora. Aguarde Israel a Yahvé. El texto correspondiente de
Qumram dice: “Espera, alma mía, en el Señor más que el centinela en la aurora.
Más que el centinela en la aurora, Israel, por tu esperanza en el Señor”.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios 4, 13-5,1.
Hermanos:
Teniendo el mismo escrito: “Creí, por eso hablé”, también nosotros
creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también
nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues
todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia,
mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos,
sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro
hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente
nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos
fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es
transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque sabemos que si se destruye esta
nuestra morada terrena, tenemos un solido edificio que viene de Dios, una
morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los
cielos.
Textos
paralelos.
Creí, por eso hablé.
Sal 116, 10: ¡Yo creía! Cuando
decía: que desgraciado soy.
Sabiendo que quien
resucitó al Señor.
Rm 1, 3-4: Acerca de su Hijo,
nacido por línea carnal del linaje de David, a partir de la resurrección
estableció por el Espíritu Santo Hijo de Dios con poder.
Rm 8, 11: Y si el Espíritu del
que resucitó a Jesús de la muerte habita en vosotros, el que resucitó a
Jesucristo de la muerte dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el Espíritu
suyo que habita en vosotros.
Cuantos más reciban la
gracia, mayor sea el agradecimiento.
2 Co 1, 11: Si colaboráis
vosotros rezando por nosotros. Así, siendo muchos los que me alcancen este
favor, serán muchos los que lo agradezcan.
Nuestro hombre exterior
se va desmoronando.
Rm 7, 22: En mi interior me
agrada la ley de Dios.
La leve tribulación de un
momento.
Rm 8, 18: Estimo que los
sufrimientos del tiempo presente no tienen proporción con la gloria que se ha
de revelar en nosotros.
Mt 5, 11-12: Dichosos vosotros
cuando os injurien y os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad
contentos y alegres, porque vuestro premio en el cielo es abundante. Lo mismo
persiguieron a los profetas que os precedieron.
No ponemos nuestros ojos
en cosas visibles.
Hb 11, 1: Fe es la consistencia
de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve.
Hb 11, 3: Por la fe
comprendemos que el mundo fue formado por la palabra de Dios, lo visible a
partir de lo invisible.
Rm 8, 24-25: Con esa esperanza
nos han salvado. Una esperanza que ya se ve, no es esperanza; pues, si ya lo ve
uno ¿a qué esperarlo? Pero, si esperamos lo que no vemos, aguardamos con
paciencia.
Notas
exegéticas.
4 14 El acento no recae, como en 5,
10, sobre el juicio, sino sobre el triunfo de los creyentes, como en 1 Co 6, 14.
4 16 En Rm 7, 22, Pablo emplea la
expresión “hombre interior” para designar a la persona razonable e inteligente.
Aquí la oposición se da entre el crecimiento espiritual y la decrepitud física
(ver Rm 8, 18-19). Existe una ansiología entre el hombre exterior y el hombre
vieje de Ef 4, 22; Col 3, 9. El apóstol usa la oposición “hombre interior del
cuerpo exterior”, como aquí, o bien “en el cuerpo-fuera del cuerpo”, como en 2
Co 12, 2, o también “hombre viejo – hombre nuevo”, como en Ef 4, 22-24; Col 3,
9-10. Sin ser totalmente equivalente, todas estas fórmulas expresan el cambio
que se opera en la persona como consecuencia de la acción creadora de la
presencia del Señor.
4 18 La oposición no se da entre
visible e invisible, sino más bien entre lo ya constatado y lo que se espera,
que aún no ha aparecido.
5 1 5 1-10 es continuación de 4 16-18, que
contraponía la decadencia paulatina del hombre exterior y el progreso del
hombre interior, v. 16; ver Rm 7, 22. Este hombre interior, idéntico aquí al
hombre nuevo constituye las arras del Espíritu, cuya plenitud se dará en la
resurrección, cuando el creyente sea revestido de su habitación celeste,
símbolo de una existencia nueva, mejor que el cuerpo espiritual. De ahí el
ardiente deseo de esa plenitud, y el anhelo de no ser privado de ella, ni
siquiera temporalmente, por la muerte sobrevenida antes de la parusía y, por
tanto, de estar aún en vida en el momento de la venida del Señor.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 3, 20-35.
En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo
se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia,
vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí. Y los escribas
que habían bajado de Jerusalén decían:
-Tiene dentro a Belzebú y expulsa los demonios con el poder del
jefe de los demonios.
Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:
-¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido
internamente no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de
un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces
podrá arramblar con la casa. En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a
los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme
contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para
siempre.
Se refería a los que decía que tenía dentro un espíritu inmundo.
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que
tenía sentada alrededor le dice:
-Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
Él les pregunta:
-¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
-Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de
Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.
Textos
paralelos.
Se aglomeró otra vez la muchedumbre.
Mc 2, 2: Se reunieron tantos,
que no quedaba espacio ni a la puerta. Y les exponía el mensaje.
No podían comer.
Mc 6, 31: Él les dice: Vosotros
venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Pues los que iban y
venían eran tantos, que no sacaban tiempo ni para comer.
Fueron a hacerse cargo de
él.
Jn 7, 5: (Pues ni sus parientes
creían en él).
Jn 10, 20: Muchos decían: Está
endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis?
Mc 3, 22-30 |
Mt 12, 24-32 |
Lc 11, 15-23; 12, 10 |
Él los exhortaba con
comparaciones: -¿Cómo puede Satanás expulsar
a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir. Una casa dividida
internamente no puede mantenerse. Si Satanás se alza contra sí y se divide,
no puede subsistir, antes perece. Nadie puede entrar en la casa
de un hombre fuerte y llevarse su ajuar si primero no lo ata. Después podrá
saquear la casa. Os aseguro que a los hombres
se les pueden perdonar todos los pecados y las blasfemias que pronuncien.
Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene perdón jamás; antes es
reo de un delito perdurable. Es que decían que tenía
dentro un espíritu inmundo. |
Pero los fariseos al oírlo
dijeron: -Este expulsa demonios con el
poder de Belcebú, jefe de los demonios. Él, leyendo sus pensamientos,
replicó: -Un reino dividido
internamente va a la ruina; una ciudad o casa dividida
internamente no se mantiene en pie. Si Satanás expulsa a Satanás, ¿cómo
mantendrá su reino? Si yo expulso demonios con el
poder de Belcebú, ¿con qué poder los expulsan vuestros discípulos? Por eso
ellos os juzgarán. Pero si yo expulso los demonios con el Espíritu de Dios,
es que ha llegado a vosotros el reinado de Dios. ¿Cómo podrá uno entrar en
casa de un hombre fuerte y llevarse su ajuar si primero no lo ata? Después
podrá saquear. El que no está conmigo está
contra mí. El que no reúne conmigo dispersa. Por eso os digo que cualquier
pecado o blasfemia se les pueden perdonar a los hombres, pero la blasfemia
contra el Espíritu no tiene perdón. A quien diga algo contra este
Hombre se le puede perdonar; a quien lo diga contra el Espíritu Santo no se
le perdonará ni en el presente ni en el futuro. |
Pero algunos dijeron: -Expulsa los demonios con el
poder de Belcebú, jefe de los demonios. Otros, para ponerlo a prueba,
le pedían una señal celeste. Él, leyendo sus pensamientos,
les dijo: -Un reino dividido
internamente va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si Satanás está
dividido internamente, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues decís que expulso
los demonios con el poder de Belcebú. Si yo expulso los demonios con el poder
de Belcebú, ¿con qué poder los expulsan vuestros discípulos? Por eso ellos os
juzgarán. Pero si yo expulso los demonios con el dedo de Dios, es que ha
llegado a vosotros el reinado de Dios. Mientras un hombre fuerte y armado
guarda su morada, está seguro cuanto posee. Si llega uno más fuerte y lo
vence, le quita las armas en que confiaba y reparte el botín. Quien no está conmigo, está
contra mí; quien no recoge conmigo desparrama. |
Mc 3, 31-35 |
Mt 12, 46-50 |
Lc 8, 19-21 |
Fueron su madre y sus
hermanos, se detuvieron fuera y le llevaron un recado llamándolo. La gente
estaba sentada entorno a él y le dicen: -Mira, tu madre y tus
hermanos [y hermanas] están fuera y te buscan. Él les respondió: -¿Quién es mi madre y mis
hermanos? Y mirando a los que estaban
sentados en círculo alrededor de él, dice: -Mirad, mi madre y mis
hermanos. Pues el que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi
hermano y hermana y madre. |
Todavía estaba hablando a la
multitud, cuando se presentaron fuera
su madre y sus hermanos, deseosos de hablar con él. Uno le dijo: -Mira, tu madre y tus
hermanos están fuera y desean hablar contigo. Él contestó al que se lo
decía: -¿Quién es mi madre?,
¿quiénes son mis hermanos? Y, apuntando con la mano a
los discípulos, dijo: -Ahí están mi madre y mis
hermanos. Cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi
hermano, mi hermana y mi madre. |
Se presentaron su madre y sus
hermanos, pero no lograban acercarse por el gentío. Le avisaron: -Tu madre y tus hermanos
están fuera y quieren verte. Él les replicó: -Madre mía y hermanos míos
son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen. |
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén
3 20 Mc intercala una discusión con
los escribas llegados de Jerusalén (vv. 22-30), en una escena donde Jesús se
encuentra enfrentado a su familia (vv. 20-21 y 31-35); idéntico procedimiento
en 5, 21-43; 6, 7-33; 11, 11-21; 14, 1-11. En ambos casos, Jesús es objeto de
acusaciones maliciosas y parece rechazado tanto por los suyos como por las
autoridades religiosas de Jerusalén.
3 23 Primer uso de esta palabra (parabole) en Mc, para quien las
parábolas velan un misterio oculto a “los que están fuera”: el misterio del
Reino de Dios (4, 11 n.).
3 25 Aparte de su referencia a un
edificio, el ´termino “casa” (oikía) puede denotar también una familia o un clan (ver 2 S 7, 5-16).
3 28 En sentido estricto,
“blasfemar” es proferir palabras ofensivas contra Dios o ocntra su Nombre
directamente (Ex 22, 27) o contra su poder, o sus privilegios. El blasfemo
puede también hacer objeto de sus ofensas a una persona revestida de una misión
divina (Hch 6, 11) o a una institución sagrada (Ex 35, 12). Los evangelios
pueden, por tanto, hablar de blasfemia a propósito de injurias contra Jesús,
enviado de Dios y portador de su poder.
3 30 Atribuir al demonio lo que es
obra del Espíritu Santo es no admitir la luz de la gracia divina y el perdón
que se sigue. Esta actitud, por su naturaleza misma, deja a uno fuera de la
salvación. Pero la gracia puede cambiar esta actitud, y en tal caso es posible
una vuelta a la salvación.
3 32 Algunos testigos textuales no
reproducen “y tus hermanas”.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
20 COMER: lit. comer
pan; semitismo: tomar alimento (como en Mt 15, 2).
21 SUS PARIENTES: lit. los
de junto a él, los de su casa o cercanía. // PUES DECÍAN: el sujeto
gramatical, ¿son los parientes o la gente en general? Por la construcción de la
frase, son ls parientes (cf. Jn 7, 5), lo cual hace más dolorosa la
incomprensión.
22 POR SU PARTE…: Un kai
griego estratégico, al comienzo del versículo, distingue entre los dos
grupos y los dos comentarios: por una parte, los familiares de Jesús, gente del
pueblo, lo formulan directamente y con ´términos elementales; por otra, los
“teólogos” lo dicen con términos “científicos”. // BELCEBÚ = señor (arameo
“be’el”) + casa o templo (“zbûl”). Este nombre aparece en los
manuscritos con diversas variantes: ¿quizá buscando etimologías insultantes,
p.ej., señor de las moscas o señor del estiércol?
23 VALIÉNDOSE DE
PARÁBOLAS, recurso muy del pensamiento “oriental”: “Los asiáticos no razonan
mediante conceptos, sino que narran una historia, una parábola, y la conclusión
resulta clara; así hablaron Confucio, Buda, Gandhi. Y así hablaba Jesús” (F. X.
van Thuan). Las parábolas son de la familia “enigmas”. Pueden ser
sentencias breves, anécdotas, o relatos más elaborados, normalmente con algún
fundamente en la vida real, que a través de imágenes o comparaciones,
sirven como vehículos de doctrina. Existían en la literatura sapiencial del AT
y en la literatura rabínica (de Rabí Meïr – hacia el 150 d.C. – se dice que
dividía sus instrucciones en tres partes: un tercio para le Ley tradicional,
otro tercio de comentario, el último tercio de parábolas). En la antigüedad
cristiana, Orígenes (s. III) distinguió entre semejanza (símil) y parábola:
de Mc 4, 30 deducía que “hay alguna diferencia entre semejanza y parábola […];
tal vez la semejanza es un género más amplio, que incluye una especie que es la
parábola!. Las parábolas fueron frecuentemente utilizadas por Jesús en su
enseñanza pública. El lenguaje de las parábolas no es unívoco ni equívoco; sino
de analogía: expresa algo más que la realidad concreta de la que habla:
las expresiones son normales y parecen inmediatamente inteligibles, pero tienen
un sentido “enigmático” que en parte se capta en seguida, pero en parte queda
oculto. // SATANÁS: cuando en el texto lleva artículo determinado lo
traducimos, normalmente, el Adversario. Se decía que era vocablo de origen
persa; hoy se sabe que ya la religión del Neolítico, desde la península ibérica
hasta Oriente, en su terminología funeraria hablaba de sa-atan-as (=en
la puerta del fuego de la oscuridad); en osco, variedad del etrusco, se decía sa-atan
(=en la puerta del fuego) (Arnaiz-Alonso).
24-25
SE
DIVIDE por una guerra civil. // UNA CASA: en el sentido de una familia.
26 ESTÁ TOCANDO A SU
FIN: lit. fin tiene; está para acabarse.
27 DESVALIJARLE LA
CASA: lit. la casa de él desvalijar.
28 LOS HIJOS DE LOS
HOMBRES: las personas, los seres humanos.
29 NO TIENE: tiempo
verbal de presente con valor de futuro: no tendrá perdón JAMÁS (lit. para
la eternidad). // PECADO ETERNO: quizás sinónimo de “condenación eterna”;
en arameo, jiyyûba’ es el estado o condición de quien ha sido declarado
culpable.
30 HABÍA DICHO: lit. decían.
El comentario de los escribas deja claro qué es la blasfemia contra el
Espíritu Santo: es atribuir a Satanás las obras que realiza Jesús.
31 LO MANDARON LLAMAR:
lit. enviaron hacia él llamando a él.
35 No es que Jesús
rechace, sin más, a sus parientes, ni desprecia los vínculos familiares, sino
que afirma que el cumplimiento de la voluntad de Dios nos introduce en un
parentesco espiritual, más elevado, con Él. Sus palabras subrayan
indirectamente la grandeza de María, “su Madre”. // Y HERMANA Y MADRE. Gr. 1
(partícula griega kai intercambiable con la partícula e.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé.
3, 22 En esa época, existía la
creencia de que un demonio más poderoso podía expulsar a otro menos poderoso.
Belcebú es un dios pagano cuyo nombre era utilizado por los hebreos para
designar a Satanás. Cat. 548, 574.
3, 27 Cristo explicó que él no era el
colaborador del diablo sino su conquistador, que ata al hombre forzudo y
recupera lo que le pertenece. Cat. 539.
3, 29 La blasfemia contra el Espíritu
Santo – la negación del pecado hasta el punto de una firma negativa a
arrepentirse y de rechazar las ofertas de misericordia de Dios – no es
perdonable. La buena disposición de Dios, para perdonar es ilimitada, pero él
no obliga a nadie a aceptar su misericordia. Cat. 1864.
3, 31 Hermanos: esto se refiere a los primos u
otros parientes varones. Cristo no estaba rechazando a su familia sino que
ampliaba el alcance de su familia espiritual para incluir al fiel pueblo de
Dios. Cat. 500-501.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
548 Los signos que lleva a cabo
Jesús testimonian que el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Jesús. Concede
lo que le piden a los que acuden a él con fe. Por tanto, los milagros
fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre: estas testimonian que
él es el Hijo de Dios. Pero también pueden ser ocasión de escándalo. No
pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan
evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos; incluso se le acusa de
obrar movido por los demonios.
574 Desde los comienzos del
ministerio público de Jesús, fariseos y partidarios de Herodes, junto con
sacerdotes y escribas, se pusieron de acuerdo para perderle. Por algunas de sus
obras (expulsión de los demonios; perdón de los pecados; curaciones en sábado;
interpretación original de los preceptos de pureza de la Ley; familiaridad con
los publicanos y los pecadores públicos), Jesús apareció a algunos
malintencionados sospechoso de posesión diabólica. Se le acusa de blasfemo y de
falso profetismo, crímenes religiosos que la Ley castigaba con pena de muerte a
pedradas.
1864 “Todo pecado y blasfemia será
perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será
perdonada” (Mt 12, 31). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se
niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento,
rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo.
Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición
eterna.
500 A esto objeta a veces que la
Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús. La Iglesia siempre ha
entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en
efecto, Santiago y José “hermanos de Jesús” (Mt 13, 55) son los hijos de una
María discípula de Cristo que se designa de manera significativa como “la otra
María”. Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida
del Antiguo Testamento.
501 Jesús es el Hijo único de María.
Pero la maternidad espiritual de María se extiende a todos los hombres, a los
cuales Él vino a salvar: “Dio a luz al Hijo, al que constituyó el Primogénito
entre muchos hermanos (Rm 8, 29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento
y educación colabora con amor de madre” (C. Vaticano II, Lumen gentium,
63).
Concilio
Vaticano II
En la vida pública de Jesús, su Madre aparece de manera significativa, ya
al principio, en las bodas de Caná de Galilea en las que, movida por la
misericordia, consiguió, intercediendo ante él, el primero de los milagros de
Jesús el Mesías (cf. Jn 2, 1-11). Durante la predicación de su Hijo, acogió las
palabras con las que este situaba el Reino por encima de las consideraciones y
de los lazos de la carne y de la sangre, y proclamaba felices (cf. Mc 3, 35) a
los que escuchaban y guardaban la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente
(cf. Lc 2, 19.51). Así también la Bienaventurada Virgen avanzó en la
peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz.
Allí, no sin el auxilio divino, estuvo de pie (cf. Jn 19, 25), sufrió intensamente
con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de Madre que, llena de amor,
daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima. Finalmente,
Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas
palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (cf. Jn 19, 26-27).
Lumen gentium, 58.
Comentarios de los Santos Padres.
Por fuerte entiende aquí al diablo, ya que pudo someter a sí al género
humano, y por los vasos los fieles, que él tenía presos en la impiedad y en el
pecado. Para maniatar, pues, a este “fuerte” vio san Juan en el Apocalipsis
“descender del cielo un ángel que tenía la llave del abismo y una gran cadena
en su mano. Y agarró al ladrón – prosigue, a esa serpiente antigua que se apellidó
diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años” (Ap 20, 1-2). Es decir, impidió
su poder de seducción y de posesión de los redimidos.
Agustín, La Ciudad de Dios¸20, 7, 2.
Pienso lógicamente que quien ha pecado contra el Hijo del hombre es digno
de perdón, pues quien participa de la razón, si deja de vivir racionalmente,
cae en la ignorancia y en la necedad, y por ello merece el perdón. Por el
contrario, quien se mantiene digno de participar del Espíritu Santo y se encerrara en sí
mismo, será considerado, por el hecho mismo de su acción, como blasfemo contra
el Espíritu Santo.
Orígenes, Sobre los principios, 1, 3, 7.
Esta blasfemia no era irremisible, sin duda, ya que se obtiene su perdón
haciendo una buena penitencia.
Agustín, Sermón, 71, 35.
Nadie pertenece a su familia, si no cumple la voluntad de su Padre. En el
número de esas personas, el afectuoso [hijo] sin duda incluye también a su
misma [madre] María, porque también ella cumplía la voluntad del Padre. De esta
manera el mejor y divino Maestro rechazó el nombre de la madre que le había
sido anunciado por así decir, como privado y personal, porque era terreno en
relación a la parentela espiritual.
Agustín, Carta a Leto, 243, 9.
La Virgen María fue más dichosa recibiendo la fe de Cristo que
concibiendo la carne de Cristo.
Agustín, Sobre la santa virginidad, 3.
San Agustín.
Tal vez el pecado contra el Espíritu Santo consiste
en esto: en combatir por malicia o envidia la caridad fraterna después de haber
recibido la gracia del Espíritu Santo. Este pecado, - dice el Señor – no se
perdona ni en este mundo ni en el otro (Mt 12, 24). Por lo cual, puede
preguntarse si los judíos pecaron contra el Espíritu Santo cuando dijeron que
el Señor expulsaba los demonios en nombre de Beelcebul, príncipe de los
demonios; o si hemos de entender que esto se dijo contra el mismo Señor, porque
en otro lugar dice de sí mismo: Si al Padre de familia le han llamado
Beelcebul, ¿cuánto más a sus domésticos? (Mt 10, 25); o bien, por cuanto
ellos hablaban inspirados por una gran pasión de envidia y llenos de ingratitud
a los grandes beneficios sensibles, porque aún no eran cristianos, ¿juzgaremos,
no obstante, que por el exceso de envidia pecaron contra el Espíritu Santo? No
se deduce tal cosa de las palabras del señor. No se deduce tal cosa de las
palabras del Señor. Aunque dice ciertamente en el mismo lugar: A
todo el que hable palabra malvada contra el Hijo del hombre se le perdonará;
pero a quien la hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en esta
vida ni en la otra (Mt 12, 32).
Puede considerarse que con estas palabras exhortó a
sus oyentes a rendirse a la gracia y, después de recibirla, a que no vuelvan a
cometer los pecados en que habían caído. En efecto, ellos dijeron al presente
palabra blasfema contra el Hijo del hombre, cosa que se les puede perdonar si
se convierten, creen en él y reciben el Espíritu Santo. Pero si después de
recibir el Espíritu Santo pretendiesen envidiar a sus hermanos y romper el lazo
de la caridad, oponiéndose a la gracia les fue concedida, su pecado no les será
perdonado ni en este mundo ni en el otro. Porque si el Señor los hubiera
considerado como condenados, sin que les quedara esperanza alguna, no hubiera
continuado él exhortándoles aún, añadiendo inmediatamente: O
haced el árbol bueno y su fruto será bueno, o hacedlo malo y su fruto será malo
(Mt
12, 33).
El Sermón del Señor en la montaña, 1, 22, 76.
S. Juan de Ávila
Otra vez, dice el evangelista qué hicieron sus
parientes a nuestro Señor: Voluerunt tenere eum; dicentes: Quoniam in
furorem versus est (Mc 3, 21). Es vergüenza decir tales palabras. El mundo no tiene en
nada a los buenos. Dicen: “Dejad esas santidades”. Hacen burla de ellos, burla
y hacen escarnio de ellos.
Lección sobre 1 San Juan (I). OC I, pg. 209.
Veis ahí la guerra. ¡Oh hijo espiritual, y del
padre y madre locos! Tómalo el padre y échalo. En viendo el hijo recogido, que
si se paseaba y se vestía, ya no lo hacen; si andaba en mil bellaquerias y a
las ha dejado. Cuando la hija es una ventanera y una loquilla, entonces están
los padres muy alegres; en recogiéndose, en viendo que no se quiere casa, que
comulga, que confiesa a menudo, luego: “¡Oh, que es una mala mujer!, ¡oh, que
nos deshonra! ¡Cadenas!”. Et voluerunt tenere eum sui dicentes: quoniam
in furorem versus est. San Marcos de Christo Domino (cf. Mc 3, 21).
¿Entendéis bien que quería el mundo? Atar a la sabiduría, a la cordura, al
tiento, al concierto de Dios, diciendo que estaba loco. Toma, pues, su padre, a
san Francisco y átalo, azótalo. ¡Oh este loco me deshonra!
Sermón de San Francisco de Asís. OC III, pg. 1059.
Papa Francisco. Regina Coeli. 10
de junio de 2018.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de este domingo (cf. Marcos 3, 20-35)
nos enseña dos tipos de incomprensión que Jesús debió afrontar: la de los
escribas y la de sus propios familiares.
La primera incomprensión. Los escribas eran
hombres instruidos en las Sagradas Escrituras y encargados de explicarlas al
pueblo. Algunos de ellos fueron enviados desde Jerusalén a Galilea,
donde la fama de Jesús comenzaba a difundirse, para desacreditarlo a los
ojos de la gente: para hacer el oficio de chismoso, desacreditar al
otro, quitar la autoridad, esa cosa fea. Y aquellos fueron enviados para hacer
esto. Y estos escribas llegan con una acusación precisa y terrible —estos no
ahorran medios, van al centro y dicen así: «Está poseído por Beelzebul y por el
príncipe de los demonios expulsa los demonios» (v. 22). Es decir, el jefe de
los demonios es quien le empuja a Él; que equivale a decir más o menos: «Este
es un endemoniado». De hecho, Jesús sanaba a muchos enfermos y ellos quieren
hacer creer que lo hacía no con el espíritu de Dios —como lo hacía Jesús—, sino
con el del Maligno, con la fuerza del diablo.
Jesús reacciona con palabras fuertes y claras, no
tolera esto, porque esos escribas, quizás sin darse cuenta están cayendo en
el pecado más grave: negar y blasfemar el Amor de Dios que está presente y obra
en Jesús. Y la blasfemia, el pecado contra el Espíritu Santo, es el
único pecado imperdonable —así dice Jesús—, porque comienza desde el cierre
del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús. Pero este
episodio contiene una advertencia que nos sirve a todos. De hecho, puede
suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una
persona pueda empujar a acusarlo falsamente. Y aquí hay un verdadero veneno
mortal: la malicia con la que, de un modo premeditado se quiere destruir la
buena reputación del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si
al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta hierba maligna
está brotando dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarlo en el
sacramento de la penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos
perversos, que son incurables. Estad atentos, porque este comportamiento
destruye las familias, las amistades, las comunidades e incluso la sociedad.
El Evangelio de hoy también habla de otro
malentendido, muy diferente con Jesús: el de sus familiares, quienes
estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura.
(cf. v 21). De hecho, Él se mostró tan disponible para la gente, sobre todo
para los enfermos y pecadores, hasta el punto de que ya ni siquiera tenía
tiempo para comer. Estaba para la gente. No tenía tiempo ni siquiera para
comer. Sus familiares, por lo tanto, decidieron llevarlo de nuevo a Nazaret, a
casa. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo mandan llamar. Le dicen:
«He aquí, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan» (v.32) y
Él responde: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» y mirando a las
personas que le rodeaban para escucharlo, añade: «¡He aquí mi madre y mis
hermanos! Porque quien cumpla la voluntad de Dios, es mi hermano, mi hermana y
mi madre» (vv. 33-34). Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa
en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une
entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra
de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús
nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. Hablar
mal de los demás, destruir la fama de los demás nos vuelve la familia del
diablo.
Aquella respuesta de Jesús no es una falta de
respeto por su madre y sus familiares. Más bien, para María es el mayor
reconocimiento, porque precisamente ella es la perfecta discípula que ha
obedecido en todo a la voluntad de Dios. Que nos ayude la Virgen Madre a vivir
siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que
actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva.
Francisco. Catequesis. El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo
guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza. 1. El
Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy, con esta catequesis, comenzamos un ciclo de
reflexiones sobre el tema «El Espíritu y la Esposa – la Esposa es la Iglesia -.
El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra
esperanza». Haremos este recorrido a través de las tres grandes etapas de la
historia de la salvación: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y el
tiempo de la Iglesia. Mantendremos siempre la mirada fija en Jesús, que es
nuestra esperanza.
En estas primeras catequesis sobre el Espíritu en
el Antiguo Testamento, no haremos «arqueología bíblica». Al contrario,
descubriremos que lo que fue dado como promesa en el Antiguo Testamento se ha
realizado plenamente en Cristo. Será como seguir el camino del sol desde el
amanecer hasta el mediodía.
Comencemos con los dos primeros versículos de toda
la Biblia: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era
informe y estaba desierta, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de
Dios se cernía sobre las aguas» (Gn 1,1-2). El Espíritu de Dios se nos
aparece como el poder misterioso que hace que el mundo pase de su estado
inicial informe, desierto y sombrío a su estado ordenado y armonioso.
Porque el Espíritu crea la armonía, la armonía en la vida, la armonía en el
mundo. En otras palabras, es Él quien hace que el mundo pase del caos al
cosmos, es decir, de la confusión a algo bello y ordenado. Este es, de hecho,
el significado de la palabra griega kosmos, así como de la palabra latina
mundus, es decir, algo hermoso, ordenado, limpio, armonioso, porque el Espíritu
es la armonía.
Este indicio aún vago de la acción del Espíritu en
la creación se hace más preciso en la siguiente revelación. En un salmo leemos:
«Por la Palabra del Señor fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca
todos sus ejércitos» (Sal 33,6); y de nuevo: «Envías tu Espíritu, son
creados, y renuevas la faz de la tierra» (Sal 104,30).
Esta línea de desarrollo resulta muy clara en el
Nuevo Testamento, que describe la intervención del Espíritu Santo en la nueva
creación utilizando precisamente las imágenes que leemos en relación con el
origen del mundo: la paloma que se cierne sobre las aguas del Jordán en el
bautismo de Jesús (cf. Mt 3,16); Jesús que, en el Cenáculo, sopla sobre los
discípulos y les dice: «Reciban el Espíritu Santo» (Jn 20,22), del mismo modo
que al principio Dios sopló su aliento sobre Adán (cf. Gn 2,7).
El apóstol Pablo introduce un nuevo elemento en
esta relación entre el Espíritu Santo y la creación. Habla de un universo que
«gime y sufre como con dolores de parto» (cf. Rm 8,22). Sufre a causa del
hombre que lo ha sometido a la «esclavitud de la corrupción» (cf. vv. 20-21).
Es una realidad que nos concierne de cerca y de forma dramática. El Apóstol
ve la causa del sufrimiento de la creación en la corrupción y el pecado de la
humanidad, que la ha arrastrado en su alejamiento de Dios. Esto sigue
siendo tan cierto hoy como entonces. Vemos los estragos que la humanidad ha
causado y sigue causando en la creación, especialmente por parte de quienes
tienen mayor capacidad para explotar los recursos naturales.
San Francisco de Asís nos muestra una salida,
hermosa, para volver a la armonía del Espíritu: el camino de la contemplación y
la alabanza. El quería que desde las criaturas se elevara un cántico de alabanza
al Creador. Recordemos: «Alabado seas, mi Señor...», el cántico de Francisco de
Asís.
Un salmo (19, 1) dice así: «Los cielos proclaman la
gloria de Dios»; pero necesitan al hombre y a la mujer para dar voz a este
grito mudo. Y en el «Santo» de la Misa repetimos cada vez: «Los cielos y la
tierra están llenos de tu gloria». Están, por así decirlo, “grávidos” de ella,
pero necesitan las manos de una buena comadrona para dar a luz esta alabanza
suya. Nuestra vocación en el mundo, nos recuerda de nuevo Pablo, es ser
«alabanza de su gloria» (Ef 1,12). Es anteponer la alegría de contemplar a la
alegría de poseer. Y nadie se ha alegrado más de las criaturas que
Francisco de Asís, que no quería poseer ninguna de ellas.
Hermanos y hermanas, el Espíritu Santo, que en
el principio transformó el caos en cosmos, está trabajando para llevar a cabo
esta transformación en cada persona. A través del profeta Ezequiel, Dios
promete: «Les daré un corazón nuevo; pondré un Espíritu nuevo dentro de
ustedes... Pondré mi Espíritu dentro de ustedes» (Ez 36:26-27). Porque nuestro
corazón se parece a aquel abismo desierto y oscuro de los primeros versículos
del Génesis. En él se agitan sentimientos y deseos opuestos: los de la
carne y los del espíritu. Todos somos, en cierto sentido, ese «reino donde
hay luchas internas» del que habla Jesús en el Evangelio (cf. Mc 3,24).
Podemos decir que a nuestro alrededor existe un caos externo, un caos
social, un caos político: pensemos en las guerras, pensemos en los muchos
niños que no tienen nada que comer, en las muchas injusticias sociales: este es
el caos exterior. Pero también existe un caos interno, dentro de cada uno de
nosotros. ¡El primero no puede curarse si no empezamos a curar el segundo!
Hermanos y hermanas, hagamos un buen trabajo
para que nuestra confusión interior se transforme en una claridad del Espíritu
Santo: es el poder de Dios el que lo hace, y nosotros le abrimos nuestros
corazones para que Él pueda hacerlo.
Que esta reflexión suscite el deseo de que venga a
nosotros el Espíritu Creador. Desde hace más de un milenio, la Iglesia pone en
nuestros labios el grito para pedirlo: «Veni creator Spiritus», ¡Ven, oh
Espíritu Creador! Visita nuestras mentes. Llena de gracia celestial los
corazones que has creado». Pidamos al Espíritu Santo que venga a nosotros y nos
haga personas nuevas, con la novedad del Espíritu. Gracias.
MISA DE NIÑOS. XI
T.ORDINARIO.
Monición de entrada.
El domingo es el día en que los cristianos estamos
juntos.
Y lo hacemos porque desde siempre los amigos de Jesús
hemos hecho la misa en domingo.
Porque es el día en que Jesús resucitó, en el día de
Pascua.
Es la Pascua de Jesús, nuestra Pascua, lo que hacemos
cada domingo.
Señor, ten
piedad.
Te queremos. Señor, ten piedad.
Queremos hacer lo que tú nos enseñas. Cristo, ten piedad.
En ti está nuestro corazón. Señor, ten piedad.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco y nuestro obispo Enrique, para que
sigan sembrando tu palabra. Te lo pedimos Señor.
-Por la Iglesia, para que tenga paciencia. Te lo pedimos
Señor.
-Por las maestras y maestros, para que no se cansen de
enseñarnos. Te lo pedimos, Señor.
-Por los que no tienen ilusión, para que la encuentren.
Te lo pedimos, Señor.
-Por los que estamos en misa, para que la semilla de la
Palabra crezca en nuestro corazón. Te lo pedimos Señor.
Acción de gracias.
Virgen María, te
damos gracias que tú fuiste la buena tierra donde la Palabra de Dios se
convirtió en Jesús.
EXPERIENCIA.
Traza la señal de la
cruz pausadamente, tomando conciencia de encontrarte en presencia de Dios,
respirando profundamente al tiempo que invocas la asistencia del Espíritu
Santo.
¿Cómo te encuentras?
Abre el vídeo y cierra
los ojos para escucharlo.
https://www.youtube.com/watch?v=czN8qNL6pYk
Abre los ojos y míralo
las veces que necesites para comprender el mensaje que trasmite.
¿Con qué imagen te
quedas? ¿Cuál es la palabra o palabras más significativas?
REFLEXIÓN.
Lee el evangelio de este
domingo.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 3, 5-35.
Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar.
La gente que tenía sentada alrededor le dice:
-Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.
Él les pregunta:
-¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?
Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:
-Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de
Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.
En la casa, cuyo significado en
Marcos va más allá de la estructura arquitectónica, pues representa a la
Iglesia recibe la visita de su familia, quienes cuales cura y barbero en D.
Quijote de la Mancha van en busca de Jesús porque consideran que no está
cuerdo. Jesús responde aportando un nuevo significado a las palabras madre y
hermanos: los lazos con él no son por la sangre sino por la fe. Y esta tiene
implicaciones en nuestra vida, por cuanto nos conduce a cumplir la voluntad de
Dios. Es decir, nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestra vinculación con
Cristo se mide en el amor a Dios y a los demás, siguiendo las enseñanzas de
Jesús.
COMPROMISO.
Pregúntate en cada momento que tengas que
tomar una decisión: “¿Es lo que Dios quiere de mí?”. Pídele a Dios que te ayude
a conocer su voluntad en las pequeñas acciones de cada jornada.
CELEBRACIÓN.
Escucha la canción Mi
pobre loco del grupo Hakuna. https://www.youtube.com/watch?v=PM7fWcQsnUw
BIBLIOGRAFÍA.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal
Española. BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
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de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
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la Sede. Primera
edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.
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de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio
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San Juan
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Mercedes Navarro Puerto. Marcos.
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Noel Quesson. 50 salmos para todos los días.
Paulinas. Bogota-Colombia. 1988. En: mercaba.org.
http://www.vatican.va/content/vatican/es.htmlTrinidad. Reza el Padrenuestro mirándolo.
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