martes, 4 de junio de 2024

209. 10 Tiempo Ordinario.

 

Lectura del libro del Genesis 3, 9-15.

Cuando Adán comió del árbol, el Señor Dios lo llamó y le dijo:

-¿Dónde estás?

Él contestó: “Oí tu ruido en el jardín, me dio miedo, porque estaba desnudo, y me escondí”.

El Señor Dios le replicó:

-¿Quién te informó de que estabas desnudo?, ¿es que has comido del árbol del que te prohibí comer?

Adán respondió:

-La mujer que me diste como compañera me ofreció del fruto y comí?

El Señor Dios dijo a la mujer:

-¿Qué has hecho?

La mujer respondió:

-La serpiente me sedujo y comí.

El Señor Dios dijo a la serpiente:

-Por haber hecho eso, maldita tú entre todo el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón.

 

Textos paralelos.

La serpiente me sedujo y comí.

2 Co 11, 3: Me temo que como la serpiente sedujo a Eva con astucia, vuestro modo de pensar se vicie abandonando la sinceridad y fidelidad a Cristo.

Sobre tu vientre caminarás.

Is 65, 25: El lobo y el cordero pastarán juntos, el león como el buey comerá paja. No harán daño ni estrago por todo mi Monte Santo – dice el Señor –.

Enemistad entre ti y la mujer.

Ap 12, 17: Enfurecido el dragó con la mujer, se marchó a pelear con el resto de sus descendientes, los que cumplen el precepto de Dios y conservan el testimonio de Jesús. Y se detuvo a la orilla del mar.

 

Notas exegéticas.

3, 9 Yahvé interviene como un juez en el marco de un proceso. Interroga a los culpables, establece responsabilidades y señala las sanciones.

3, 14 La serpiente, el más astuto de los animales (‘arûm 3, 1), se convierte en el más miserable (arûr). Su astucia se vuelve contra ella. Esta maldición quiere igualmente explicar el hecho de que la serpiente se desplace sin patas.

3, 15 Este versículo, conocido como el “Protoevangelio” o primer buen anuncio, afirma la aversión radical entre la serpiente y la humanidad, pero deja entrever la superioridad y la victoria final de esta. La traducción griega, al comenzar la última frase con un pronombre masculino, atribuye esa victoria no al linaje de la mujer en general, sino a uno de los descendientes de la mujer. Así queda esbozada la interpretación mesiánica de este texto, presente ya en la exégesis judía antigua, y recogida, y explicitada luego por muchos Padres de la Iglesia. Junto con el Mesías va incluida su madre, de ahí que la interpretación mariológica de la traducción latina ipsa conteret caput tuum se haya hecho tradicional en la Iglesia.

 

Salmo responsorial

Salmo 130 (129).

 

Del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa. R/.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica.  R/.

 

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes temor. R/.

 

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora. R/.

 

Porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel de todos sus delitos. R/.

 

Textos paralelos.

 Desde lo hondo a ti grito, Yahvé:

Sal 18, 5: Me cercaban lazos de muerte, torrentes destructores me aterraban.

Sal 69, 3: Me hundo en un cieno profundo y no puedo hacer pie.

Jon 2, 3: En el peligro grité al Señor y me atendió, desde el vientre del abismo pedí auxilio y me escuchó.

Lm 3, 55: Los que me odian sin razón me han dado caza, como a un pájaro; me han echado vivo al pozo y me han arrojado piedras.

Sal 5, 2-3: Escucha mis palabras, Señor, percibe mi susurro.

Si retienes las culpas, Yahvé.

2 Cro 6, 40: Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos y tus oídos atentos a las suplicas que se hagan en este lugar.

2 Cro 7, 15: Mantendré los ojos abiertos y los oídos atentos a las súplicas que se hagan en este lugar.

Ne 1, 6: Ten los ojos abiertos y los oídos atentos a la oración de tu siervo, la oración que día y noche te dirijo por tus siervos, los israelitas, confesando los pecados que los israelitas hemos cometido contra ti, tanto yo como la casa de tu padre.

Jb 9, 2: Sé muy bien que es así: que el hombre no lleva razón con Dios.

Na 1, 6: ¿Quién resistirá tu cólera, quién aguantará su ira ardiente? Su furor se derrama como fuego y las rocas se rompen ante él.

Mi 7, 18: ¿Qué Dios como tú perdona el pecado y absuelve la culpa al resto de su heredad?

Aguardo anhelante a Yahvé.

Ex 34, 7: que conserva la misericordia hasta la milésima generación, que perdona culpas, delitos y pecados, aunque no deja impune y castiga la culpa de los padres en los hijos, nietos y bisnietos.

1 Re 8, 34-40: Escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlos volver a la tierra que diste a sus padres. Cuando, por haber pecado contra ti, se cierre el cielo y no haya lluvia, si rezan en este lugar, te confiesan su pecado y se arrepiente cuando tú los afliges, escucha tú desde el cielo y perdona el pecado de tu siervo, tu pueblo, Israel, mostrándole el buen camino que deben seguir y envía la lluvia a la tierra que diste en heredad a tu pueblo. Cuando en un país haya hambre, peste, sequía y anublo, langostas y saltamontes; cuando el enemigo cierre el cerco entorno a alguna de sus ciudades; en cualquier calamidad o enfermedad, si uno cualquiera o todo tu pueblo, Israel, ante los remordimientos de su conciencia, extiende las manos hacia este templo y te dirige oraciones y súplicas, escúchalas tú desde el cielo, donde moras, perdona y actúa, paga a cada uno según su conducta, tú que conoces el corazón, porque solo tú conoces el corazón humano; así te respetarán mientras vivan en la tierra que tu diste a nuestros padres.

Sal 56, 5: Por mi Dios alabo su promesa, en Dios confío y no temo, ¿qué podrá hacerme un mortal?

Sal 119, 81: Mi aliento se consume por tu salvación, espero en tu palabra.

Is 21, 11: Oráculo contra Duma: uno me grita de Seír: Vigía, ¿qué queda de la noche? Vigía, ¿qué queda de la noche?

Is 26, 9: Mi alma te ansía de noche, mi espíritu en mi interior madruga por ti.

Yahvé está lleno de amor.

Is 30, 18: Pero el Señor espera para apiadarse de vosotros, aguanta para complaceros porque el Señor es un Dios recto: dichosos los que esperan en él.

Sal 68, 21: Dios es para nosotros el Dios Salvador, al Señor mío toca librar de la muerte.

Sal 86, 15: Pero tú, Dueño mío, Dios compasivo y piadoso, paciente, misericordioso y fiel.

Sal 100, 5: El Señor es bueno, su misericordia es eterna, su fidelidad de edad en edad.

Sal 103, 8: El Señor es compasivo y clemente, paciente y misericordioso.

Mt 1, 21: Dará a luz un hijo, a quien llamarás Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

Sal 25, 22: Redime, Dios, a Israel de todos sus peligros.

Tt 2, 14: El se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad, para adquirir un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

 

Notas exegéticas.

130 Salmo penitencial, ver 6 1, pero más aún salmo de esperanza. La liturgia cristiana de difuntos lo emplea ampliamente, no como lamentación, sino como oración en qu se expresa la confianza en el Dios redentor.

130 4 El griego ha traducido “a causa de tu ley”, relectura jurídica.

130 7 Traducido según el griego. El hebreo, corrompido, se traduciría lit.: “Espero en Yahvé, espera mi alma y su palabra he aguardado. Mi alma por el Señor más que los centinelas la aurora, los centinelas la aurora. Aguarde Israel a Yahvé. El texto correspondiente de Qumram dice: “Espera, alma mía, en el Señor más que el centinela en la aurora. Más que el centinela en la aurora, Israel, por tu esperanza en el Señor”.

 

Segunda lectura.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Corintios  4, 13-5,1.

Hermanos:

Teniendo el mismo escrito: “Creí, por eso hablé”, también nosotros creemos y por eso hablamos; sabiendo que quien resucitó al Señor Jesús también nos resucitará a nosotros con Jesús y nos presentará con vosotros ante él. Pues todo esto es para vuestro bien, a fin de que cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento, para gloria de Dios. Por eso, no nos acobardamos, sino que, aun cuando nuestro hombre exterior se vaya desmoronando, nuestro hombre interior se va renovando día a día. Pues la leve tribulación presente nos proporciona una inmensa e incalculable carga de gloria, ya que no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; en efecto, lo que se ve es transitorio; lo que no se ve es eterno. Porque sabemos que si se destruye esta nuestra morada terrena, tenemos un solido edificio que viene de Dios, una morada que no ha sido construida por manos humanas, es eterna y está en los cielos.

 

Textos paralelos.

Creí, por eso hablé.

Sal 116, 10: ¡Yo creía! Cuando decía: que desgraciado soy.

Sabiendo que quien resucitó al Señor.

Rm 1, 3-4: Acerca de su Hijo, nacido por línea carnal del linaje de David, a partir de la resurrección estableció por el Espíritu Santo Hijo de Dios con poder.

Rm 8, 11: Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de la muerte habita en vosotros, el que resucitó a Jesucristo de la muerte dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el Espíritu suyo que habita en vosotros.

Cuantos más reciban la gracia, mayor sea el agradecimiento.

2 Co 1, 11: Si colaboráis vosotros rezando por nosotros. Así, siendo muchos los que me alcancen este favor, serán muchos los que lo agradezcan.

Nuestro hombre exterior se va desmoronando.

Rm 7, 22: En mi interior me agrada la ley de Dios.

La leve tribulación de un momento.

Rm 8, 18: Estimo que los sufrimientos del tiempo presente no tienen proporción con la gloria que se ha de revelar en nosotros.

Mt 5, 11-12: Dichosos vosotros cuando os injurien y os persigan y os calumnien de todo por mi causa. Estad contentos y alegres, porque vuestro premio en el cielo es abundante. Lo mismo persiguieron a los profetas que os precedieron.

No ponemos nuestros ojos en cosas visibles.

Hb 11, 1: Fe es la consistencia de lo que se espera, la prueba de lo que no se ve.

Hb 11, 3: Por la fe comprendemos que el mundo fue formado por la palabra de Dios, lo visible a partir de lo invisible.

Rm 8, 24-25: Con esa esperanza nos han salvado. Una esperanza que ya se ve, no es esperanza; pues, si ya lo ve uno ¿a qué esperarlo? Pero, si esperamos lo que no vemos, aguardamos con paciencia.

 

Notas exegéticas.

4 14 El acento no recae, como en 5, 10, sobre el juicio, sino sobre el triunfo de los creyentes, como en 1 Co 6, 14.

4 16 En Rm 7, 22, Pablo emplea la expresión “hombre interior” para designar a la persona razonable e inteligente. Aquí la oposición se da entre el crecimiento espiritual y la decrepitud física (ver Rm 8, 18-19). Existe una ansiología entre el hombre exterior y el hombre vieje de Ef 4, 22; Col 3, 9. El apóstol usa la oposición “hombre interior del cuerpo exterior”, como aquí, o bien “en el cuerpo-fuera del cuerpo”, como en 2 Co 12, 2, o también “hombre viejo – hombre nuevo”, como en Ef 4, 22-24; Col 3, 9-10. Sin ser totalmente equivalente, todas estas fórmulas expresan el cambio que se opera en la persona como consecuencia de la acción creadora de la presencia del Señor.

4 18 La oposición no se da entre visible e invisible, sino más bien entre lo ya constatado y lo que se espera, que aún no ha aparecido.

5 1 5 1-10 es continuación de 4 16-18, que contraponía la decadencia paulatina del hombre exterior y el progreso del hombre interior, v. 16; ver Rm 7, 22. Este hombre interior, idéntico aquí al hombre nuevo constituye las arras del Espíritu, cuya plenitud se dará en la resurrección, cuando el creyente sea revestido de su habitación celeste, símbolo de una existencia nueva, mejor que el cuerpo espiritual. De ahí el ardiente deseo de esa plenitud, y el anhelo de no ser privado de ella, ni siquiera temporalmente, por la muerte sobrevenida antes de la parusía y, por tanto, de estar aún en vida en el momento de la venida del Señor.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 20-35.

En aquel tiempo, Jesús llegó a casa con sus discípulos y de nuevo se juntó tanta gente que no los dejaban ni comer. Al enterarse su familia, vinieron a llevárselo, porque se decía que estaba fuera de sí. Y los escribas que habían bajado de Jerusalén decían:

-Tiene dentro a Belzebú y expulsa los demonios con el poder del jefe de los demonios.

Él los invitó a acercarse y les hablaba en parábolas:

-¿Cómo va a echar Satanás a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir, está perdido. Nadie puede meterse en casa de un hombre forzudo para arramblar con su ajuar, si primero no lo ata; entonces podrá arramblar con la casa. En verdad os digo, todo se les podrá perdonar a los hombres: los pecados y cualquier blasfemia que digan; pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tendrá perdón jamás, cargará con su pecado para siempre.

Se refería a los que decía que tenía dentro un espíritu inmundo. Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dice:

-Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.

Él les pregunta:

-¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

-Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.

 

Textos paralelos.

 Se aglomeró otra vez la muchedumbre.

Mc 2, 2: Se reunieron tantos, que no quedaba espacio ni a la puerta. Y les exponía el mensaje.

No podían comer.

Mc 6, 31: Él les dice: Vosotros venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Pues los que iban y venían eran tantos, que no sacaban tiempo ni para comer.

Fueron a hacerse cargo de él.

Jn 7, 5: (Pues ni sus parientes creían en él).

Jn 10, 20: Muchos decían: Está endemoniado y loco, ¿por qué le escucháis?

 

Mc 3, 22-30

Mt 12, 24-32

Lc 11, 15-23; 12, 10

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Él los exhortaba con comparaciones:

 

-¿Cómo puede Satanás expulsar a Satanás? Un reino dividido internamente no puede subsistir.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Una casa dividida internamente no puede mantenerse. Si Satanás se alza contra sí y se divide, no puede subsistir, antes perece.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Nadie puede entrar en la casa de un hombre fuerte y llevarse su ajuar si primero no lo ata. Después podrá saquear la casa.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Os aseguro que a los hombres se les pueden perdonar todos los pecados y las blasfemias que pronuncien. Pero el que blasfeme contra el Espíritu Santo no tiene perdón jamás; antes es reo de un delito perdurable.

 

Es que decían que tenía dentro un espíritu inmundo.

Pero los fariseos al oírlo dijeron:

-Este expulsa demonios con el poder de Belcebú, jefe de los demonios.

 

 

 

 

Él, leyendo sus pensamientos, replicó:

 

-Un reino dividido internamente va a la ruina;

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

una ciudad o casa dividida internamente no se mantiene en pie. Si Satanás expulsa a Satanás, ¿cómo mantendrá su reino?

 

Si yo expulso demonios con el poder de Belcebú, ¿con qué poder los expulsan vuestros discípulos? Por eso ellos os juzgarán. Pero si yo expulso los demonios con el Espíritu de Dios, es que ha llegado a vosotros el reinado de Dios.

 

¿Cómo podrá uno entrar en casa de un hombre fuerte y llevarse su ajuar si primero no lo ata? Después podrá saquear.

 

 

El que no está conmigo está contra mí. El que no reúne conmigo dispersa. Por eso os digo que cualquier pecado o blasfemia se les pueden perdonar a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no tiene perdón.

 

A quien diga algo contra este Hombre se le puede perdonar; a quien lo diga contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en el presente ni en el futuro.

Pero algunos dijeron:

 

-Expulsa los demonios con el poder de Belcebú, jefe de los demonios.

Otros, para ponerlo a prueba, le pedían una señal celeste.

 

Él, leyendo sus pensamientos, les dijo:

 

-Un reino dividido internamente va a la ruina y se derrumba casa tras casa. Si Satanás está dividido internamente, ¿cómo se mantendrá su reino? Pues decís que expulso los demonios con el poder de Belcebú. Si yo expulso los demonios con el poder de Belcebú, ¿con qué poder los expulsan vuestros discípulos? Por eso ellos os juzgarán. Pero si yo expulso los demonios con el dedo de Dios, es que ha llegado a vosotros el reinado de Dios. Mientras un hombre fuerte y armado guarda su morada, está seguro cuanto posee.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Si llega uno más fuerte y lo vence, le quita las armas en que confiaba y reparte el botín.

 

 

 

Quien no está conmigo, está contra mí; quien no recoge conmigo desparrama.

 

Mc 3, 31-35

Mt 12, 46-50

Lc 8, 19-21

 

 

 

Fueron su madre y sus hermanos, se detuvieron fuera y le llevaron un recado llamándolo. La gente estaba sentada entorno a él

 

y le dicen:

-Mira, tu madre y tus hermanos [y hermanas] están fuera y te buscan.

 

Él les respondió:

-¿Quién es mi madre y mis hermanos?

 

 

 

Y mirando a los que estaban sentados en círculo alrededor de él, dice:

 

-Mirad, mi madre y mis hermanos. Pues el que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano y hermana y madre.

Todavía estaba hablando a la multitud,

 

cuando se presentaron fuera su madre y sus hermanos, deseosos de hablar con él.

 

 

 

Uno le dijo:

-Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y desean hablar contigo.

 

Él contestó al que se lo decía:

-¿Quién es mi madre?, ¿quiénes son mis hermanos?

 

 

Y, apuntando con la mano a los discípulos, dijo:

 

-Ahí están mi madre y mis hermanos. Cualquiera que cumpla la voluntad de mi Padre del cielo, ese es mi hermano, mi hermana y mi madre.

 

 

 

Se presentaron su madre y sus hermanos, pero no lograban acercarse por el gentío.

 

 

Le avisaron:

-Tu madre y tus hermanos están fuera y quieren verte.

 

 

 

 

 

 

 

 

Él les replicó:

 

 

-Madre mía y hermanos míos son los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén

3 20 Mc intercala una discusión con los escribas llegados de Jerusalén (vv. 22-30), en una escena donde Jesús se encuentra enfrentado a su familia (vv. 20-21 y 31-35); idéntico procedimiento en 5, 21-43; 6, 7-33; 11, 11-21; 14, 1-11. En ambos casos, Jesús es objeto de acusaciones maliciosas y parece rechazado tanto por los suyos como por las autoridades religiosas de Jerusalén.

3 23 Primer uso de esta palabra (parabole) en Mc, para quien las parábolas velan un misterio oculto a “los que están fuera”: el misterio del Reino de Dios (4, 11 n.).

3 25 Aparte de su referencia a un edificio, el ´termino “casa” (oikía) puede denotar también una familia o un clan (ver 2 S 7, 5-16).

3 28 En sentido estricto, “blasfemar” es proferir palabras ofensivas contra Dios o ocntra su Nombre directamente (Ex 22, 27) o contra su poder, o sus privilegios. El blasfemo puede también hacer objeto de sus ofensas a una persona revestida de una misión divina (Hch 6, 11) o a una institución sagrada (Ex 35, 12). Los evangelios pueden, por tanto, hablar de blasfemia a propósito de injurias contra Jesús, enviado de Dios y portador de su poder.

3 30 Atribuir al demonio lo que es obra del Espíritu Santo es no admitir la luz de la gracia divina y el perdón que se sigue. Esta actitud, por su naturaleza misma, deja a uno fuera de la salvación. Pero la gracia puede cambiar esta actitud, y en tal caso es posible una vuelta a la salvación.

3 32 Algunos testigos textuales no reproducen “y tus hermanas”.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

20 COMER: lit. comer pan; semitismo: tomar alimento (como en Mt 15, 2).

21 SUS PARIENTES: lit. los de junto a él, los de su casa o cercanía. // PUES DECÍAN: el sujeto gramatical, ¿son los parientes o la gente en general? Por la construcción de la frase, son ls parientes (cf. Jn 7, 5), lo cual hace más dolorosa la incomprensión.

22 POR SU PARTE…: Un kai griego estratégico, al comienzo del versículo, distingue entre los dos grupos y los dos comentarios: por una parte, los familiares de Jesús, gente del pueblo, lo formulan directamente y con ´términos elementales; por otra, los “teólogos” lo dicen con términos “científicos”. // BELCEBÚ = señor (arameo “be’el”) + casa o templo (“zbûl”). Este nombre aparece en los manuscritos con diversas variantes: ¿quizá buscando etimologías insultantes, p.ej., señor de las moscas o señor del estiércol?

23 VALIÉNDOSE DE PARÁBOLAS, recurso muy del pensamiento “oriental”: “Los asiáticos no razonan mediante conceptos, sino que narran una historia, una parábola, y la conclusión resulta clara; así hablaron Confucio, Buda, Gandhi. Y así hablaba Jesús” (F. X. van Thuan). Las parábolas son de la familia “enigmas”. Pueden ser sentencias breves, anécdotas, o relatos más elaborados, normalmente con algún fundamente en la vida real, que a través de imágenes o comparaciones, sirven como vehículos de doctrina. Existían en la literatura sapiencial del AT y en la literatura rabínica (de Rabí Meïr – hacia el 150 d.C. – se dice que dividía sus instrucciones en tres partes: un tercio para le Ley tradicional, otro tercio de comentario, el último tercio de parábolas). En la antigüedad cristiana, Orígenes (s. III) distinguió entre semejanza (símil) y parábola: de Mc 4, 30 deducía que “hay alguna diferencia entre semejanza y parábola […]; tal vez la semejanza es un género más amplio, que incluye una especie que es la parábola!. Las parábolas fueron frecuentemente utilizadas por Jesús en su enseñanza pública. El lenguaje de las parábolas no es unívoco ni equívoco; sino de analogía: expresa algo más que la realidad concreta de la que habla: las expresiones son normales y parecen inmediatamente inteligibles, pero tienen un sentido “enigmático” que en parte se capta en seguida, pero en parte queda oculto. // SATANÁS: cuando en el texto lleva artículo determinado lo traducimos, normalmente, el Adversario. Se decía que era vocablo de origen persa; hoy se sabe que ya la religión del Neolítico, desde la península ibérica hasta Oriente, en su terminología funeraria hablaba de sa-atan-as (=en la puerta del fuego de la oscuridad); en osco, variedad del etrusco, se decía sa-atan (=en la puerta del fuego) (Arnaiz-Alonso).

24-25 SE DIVIDE por una guerra civil. // UNA CASA: en el sentido de una familia.

26 ESTÁ TOCANDO A SU FIN: lit. fin tiene; está para acabarse.

27 DESVALIJARLE LA CASA: lit. la casa de él desvalijar.

28 LOS HIJOS DE LOS HOMBRES: las personas, los seres humanos.

29 NO TIENE: tiempo verbal de presente con valor de futuro: no tendrá perdón JAMÁS (lit. para la eternidad). // PECADO ETERNO: quizás sinónimo de “condenación eterna”; en arameo, jiyyûba’ es el estado o condición de quien ha sido declarado culpable.

30 HABÍA DICHO: lit. decían. El comentario de los escribas deja claro qué es la blasfemia contra el Espíritu Santo: es atribuir a Satanás las obras que realiza Jesús.

31 LO MANDARON LLAMAR: lit. enviaron hacia él llamando a él.

35 No es que Jesús rechace, sin más, a sus parientes, ni desprecia los vínculos familiares, sino que afirma que el cumplimiento de la voluntad de Dios nos introduce en un parentesco espiritual, más elevado, con Él. Sus palabras subrayan indirectamente la grandeza de María, “su Madre”. // Y HERMANA Y MADRE. Gr. 1 (partícula griega kai intercambiable con la partícula e.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

3, 22 En esa época, existía la creencia de que un demonio más poderoso podía expulsar a otro menos poderoso. Belcebú es un dios pagano cuyo nombre era utilizado por los hebreos para designar a Satanás. Cat. 548, 574.

3, 27 Cristo explicó que él no era el colaborador del diablo sino su conquistador, que ata al hombre forzudo y recupera lo que le pertenece. Cat. 539.

3, 29 La blasfemia contra el Espíritu Santo – la negación del pecado hasta el punto de una firma negativa a arrepentirse y de rechazar las ofertas de misericordia de Dios – no es perdonable. La buena disposición de Dios, para perdonar es ilimitada, pero él no obliga a nadie a aceptar su misericordia. Cat. 1864.

3, 31 Hermanos: esto se refiere a los primos u otros parientes varones. Cristo no estaba rechazando a su familia sino que ampliaba el alcance de su familia espiritual para incluir al fiel pueblo de Dios. Cat. 500-501.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

548 Los signos que lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado. Invitan a creer en Jesús. Concede lo que le piden a los que acuden a él con fe. Por tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquel que hace las obras de su Padre: estas testimonian que él es el Hijo de Dios. Pero también pueden ser ocasión de escándalo. No pretenden satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes milagros, Jesús es rechazado por algunos; incluso se le acusa de obrar movido por los demonios.

574 Desde los comienzos del ministerio público de Jesús, fariseos y partidarios de Herodes, junto con sacerdotes y escribas, se pusieron de acuerdo para perderle. Por algunas de sus obras (expulsión de los demonios; perdón de los pecados; curaciones en sábado; interpretación original de los preceptos de pureza de la Ley; familiaridad con los publicanos y los pecadores públicos), Jesús apareció a algunos malintencionados sospechoso de posesión diabólica. Se le acusa de blasfemo y de falso profetismo, crímenes religiosos que la Ley castigaba con pena de muerte a pedradas.

1864 “Todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada” (Mt 12, 31). No hay límites a la misericordia de Dios, pero quien se niega deliberadamente a acoger la misericordia de Dios mediante el arrepentimiento, rechaza el perdón de sus pecados y la salvación ofrecida por el Espíritu Santo. Semejante endurecimiento puede conducir a la condenación final y a la perdición eterna.

500 A esto objeta a veces que la Escritura menciona unos hermanos y hermanas de Jesús. La Iglesia siempre ha entendido estos pasajes como no referidos a otros hijos de la Virgen María; en efecto, Santiago y José “hermanos de Jesús” (Mt 13, 55) son los hijos de una María discípula de Cristo que se designa de manera significativa como “la otra María”. Se trata de parientes próximos de Jesús, según una expresión conocida del Antiguo Testamento.

501 Jesús es el Hijo único de María. Pero la maternidad espiritual de María se extiende a todos los hombres, a los cuales Él vino a salvar: “Dio a luz al Hijo, al que constituyó el Primogénito entre muchos hermanos (Rm 8, 29), es decir, de los creyentes, a cuyo nacimiento y educación colabora con amor de madre” (C. Vaticano II, Lumen gentium, 63).

 

Concilio Vaticano II

En la vida pública de Jesús, su Madre aparece de manera significativa, ya al principio, en las bodas de Caná de Galilea en las que, movida por la misericordia, consiguió, intercediendo ante él, el primero de los milagros de Jesús el Mesías (cf. Jn 2, 1-11). Durante la predicación de su Hijo, acogió las palabras con las que este situaba el Reino por encima de las consideraciones y de los lazos de la carne y de la sangre, y proclamaba felices (cf. Mc 3, 35) a los que escuchaban y guardaban la palabra de Dios, como ella lo hacía fielmente (cf. Lc 2, 19.51). Así también la Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, no sin el auxilio divino, estuvo de pie (cf. Jn 19, 25), sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de Madre que, llena de amor, daba su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (cf. Jn 19, 26-27).

Lumen gentium, 58.

 

Comentarios de los Santos Padres.

Por fuerte entiende aquí al diablo, ya que pudo someter a sí al género humano, y por los vasos los fieles, que él tenía presos en la impiedad y en el pecado. Para maniatar, pues, a este “fuerte” vio san Juan en el Apocalipsis “descender del cielo un ángel que tenía la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Y agarró al ladrón – prosigue, a esa serpiente antigua que se apellidó diablo y Satanás, y lo encadenó por mil años” (Ap 20, 1-2). Es decir, impidió su poder de seducción y de posesión de los redimidos.

Agustín, La Ciudad de Dios¸20, 7, 2.

Pienso lógicamente que quien ha pecado contra el Hijo del hombre es digno de perdón, pues quien participa de la razón, si deja de vivir racionalmente, cae en la ignorancia y en la necedad, y por ello merece el perdón. Por el contrario, quien se mantiene digno de participar  del Espíritu Santo y se encerrara en sí mismo, será considerado, por el hecho mismo de su acción, como blasfemo contra el Espíritu Santo.

Orígenes, Sobre los principios, 1, 3, 7.

Esta blasfemia no era irremisible, sin duda, ya que se obtiene su perdón haciendo una buena penitencia.

Agustín, Sermón, 71, 35.

Nadie pertenece a su familia, si no cumple la voluntad de su Padre. En el número de esas personas, el afectuoso [hijo] sin duda incluye también a su misma [madre] María, porque también ella cumplía la voluntad del Padre. De esta manera el mejor y divino Maestro rechazó el nombre de la madre que le había sido anunciado por así decir, como privado y personal, porque era terreno en relación a la parentela espiritual.

Agustín, Carta a Leto, 243, 9.

La Virgen María fue más dichosa recibiendo la fe de Cristo que concibiendo la carne de Cristo.

Agustín, Sobre la santa virginidad, 3.

 

San Agustín.

Tal vez el pecado contra el Espíritu Santo consiste en esto: en combatir por malicia o envidia la caridad fraterna después de haber recibido la gracia del Espíritu Santo. Este pecado, - dice el Señor – no se perdona ni en este mundo ni en el otro (Mt 12, 24). Por lo cual, puede preguntarse si los judíos pecaron contra el Espíritu Santo cuando dijeron que el Señor expulsaba los demonios en nombre de Beelcebul, príncipe de los demonios; o si hemos de entender que esto se dijo contra el mismo Señor, porque en otro lugar dice de sí mismo: Si al Padre de familia le han llamado Beelcebul, ¿cuánto más a sus domésticos? (Mt 10, 25); o bien, por cuanto ellos hablaban inspirados por una gran pasión de envidia y llenos de ingratitud a los grandes beneficios sensibles, porque aún no eran cristianos, ¿juzgaremos, no obstante, que por el exceso de envidia pecaron contra el Espíritu Santo? No se deduce tal cosa de las palabras del señor. No se deduce tal cosa de las palabras del Señor. Aunque dice ciertamente en el mismo lugar: A todo el que hable palabra malvada contra el Hijo del hombre se le perdonará; pero a quien la hable contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni en esta vida ni en la otra (Mt 12, 32).

Puede considerarse que con estas palabras exhortó a sus oyentes a rendirse a la gracia y, después de recibirla, a que no vuelvan a cometer los pecados en que habían caído. En efecto, ellos dijeron al presente palabra blasfema contra el Hijo del hombre, cosa que se les puede perdonar si se convierten, creen en él y reciben el Espíritu Santo. Pero si después de recibir el Espíritu Santo pretendiesen envidiar a sus hermanos y romper el lazo de la caridad, oponiéndose a la gracia les fue concedida, su pecado no les será perdonado ni en este mundo ni en el otro. Porque si el Señor los hubiera considerado como condenados, sin que les quedara esperanza alguna, no hubiera continuado él exhortándoles aún, añadiendo inmediatamente: O haced el árbol bueno y su fruto será bueno, o hacedlo malo y su fruto será malo (Mt 12, 33).

El Sermón del Señor en la montaña, 1, 22, 76.

 

S. Juan de Ávila

Otra vez, dice el evangelista qué hicieron sus parientes a nuestro Señor: Voluerunt tenere eum; dicentes: Quoniam in furorem versus est (Mc 3, 21). Es vergüenza decir tales palabras. El mundo no tiene en nada a los buenos. Dicen: “Dejad esas santidades”. Hacen burla de ellos, burla y hacen escarnio de ellos.

Lección sobre 1 San Juan (I). OC I, pg. 209.

Veis ahí la guerra. ¡Oh hijo espiritual, y del padre y madre locos! Tómalo el padre y échalo. En viendo el hijo recogido, que si se paseaba y se vestía, ya no lo hacen; si andaba en mil bellaquerias y a las ha dejado. Cuando la hija es una ventanera y una loquilla, entonces están los padres muy alegres; en recogiéndose, en viendo que no se quiere casa, que comulga, que confiesa a menudo, luego: “¡Oh, que es una mala mujer!, ¡oh, que nos deshonra! ¡Cadenas!”. Et voluerunt tenere eum sui dicentes: quoniam in furorem versus est. San Marcos de Christo Domino (cf. Mc 3, 21). ¿Entendéis bien que quería el mundo? Atar a la sabiduría, a la cordura, al tiento, al concierto de Dios, diciendo que estaba loco. Toma, pues, su padre, a san Francisco y átalo, azótalo. ¡Oh este loco me deshonra!

Sermón de San Francisco de Asís. OC III, pg. 1059.

 

Papa Francisco. Regina Coeli. 10 de junio de 2018.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cf. Marcos 3, 20-35) nos enseña dos tipos de incomprensión que Jesús debió afrontar: la de los escribas y la de sus propios familiares.

La primera incomprensión. Los escribas eran hombres instruidos en las Sagradas Escrituras y encargados de explicarlas al pueblo. Algunos de ellos fueron enviados desde Jerusalén a Galilea, donde la fama de Jesús comenzaba a difundirse, para desacreditarlo a los ojos de la gente: para hacer el oficio de chismoso, desacreditar al otro, quitar la autoridad, esa cosa fea. Y aquellos fueron enviados para hacer esto. Y estos escribas llegan con una acusación precisa y terrible —estos no ahorran medios, van al centro y dicen así: «Está poseído por Beelzebul y por el príncipe de los demonios expulsa los demonios» (v. 22). Es decir, el jefe de los demonios es quien le empuja a Él; que equivale a decir más o menos: «Este es un endemoniado». De hecho, Jesús sanaba a muchos enfermos y ellos quieren hacer creer que lo hacía no con el espíritu de Dios —como lo hacía Jesús—, sino con el del Maligno, con la fuerza del diablo.

Jesús reacciona con palabras fuertes y claras, no tolera esto, porque esos escribas, quizás sin darse cuenta están cayendo en el pecado más grave: negar y blasfemar el Amor de Dios que está presente y obra en Jesús. Y la blasfemia, el pecado contra el Espíritu Santo, es el único pecado imperdonable —así dice Jesús—, porque comienza desde el cierre del corazón a la misericordia de Dios que actúa en Jesús. Pero este episodio contiene una advertencia que nos sirve a todos. De hecho, puede suceder que una envidia fuerte por la bondad y por las buenas obras de una persona pueda empujar a acusarlo falsamente. Y aquí hay un verdadero veneno mortal: la malicia con la que, de un modo premeditado se quiere destruir la buena reputación del otro. ¡Que Dios nos libre de esta terrible tentación! Y si al examinar nuestra conciencia, nos damos cuenta de que esta hierba maligna está brotando dentro de nosotros, vayamos inmediatamente a confesarlo en el sacramento de la penitencia, antes de que se desarrolle y produzca sus efectos perversos, que son incurables. Estad atentos, porque este comportamiento destruye las familias, las amistades, las comunidades e incluso la sociedad.

El Evangelio de hoy también habla de otro malentendido, muy diferente con Jesús: el de sus familiares, quienes estaban preocupados porque su nueva vida itinerante les parecía una locura. (cf. v 21). De hecho, Él se mostró tan disponible para la gente, sobre todo para los enfermos y pecadores, hasta el punto de que ya ni siquiera tenía tiempo para comer. Estaba para la gente. No tenía tiempo ni siquiera para comer. Sus familiares, por lo tanto, decidieron llevarlo de nuevo a Nazaret, a casa. Llegan al lugar donde Jesús está predicando y lo mandan llamar. Le dicen: «He aquí, tu madre, tus hermanos y hermanas están afuera y te buscan» (v.32) y Él responde: «¿Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?» y mirando a las personas que le rodeaban para escucharlo, añade: «¡He aquí mi madre y mis hermanos! Porque quien cumpla la voluntad de Dios, es mi hermano, mi hermana y mi madre» (vv. 33-34). Jesús ha formado una nueva familia, que ya no se basa en vínculos naturales, sino en la fe en Él, en su amor que nos acoge y nos une entre nosotros, en el Espíritu Santo. Todos aquellos que acogen la palabra de Jesús son hijos de Dios y hermanos entre ellos. Acoger la palabra de Jesús nos hace hermanos entre nosotros y nos hace ser la familia de Jesús. Hablar mal de los demás, destruir la fama de los demás nos vuelve la familia del diablo.

Aquella respuesta de Jesús no es una falta de respeto por su madre y sus familiares. Más bien, para María es el mayor reconocimiento, porque precisamente ella es la perfecta discípula que ha obedecido en todo a la voluntad de Dios. Que nos ayude la Virgen Madre a vivir siempre en comunión con Jesús, reconociendo la obra del Espíritu Santo que actúa en Él y en la Iglesia, regenerando el mundo a una vida nueva.

 

Francisco. Catequesis.  El Espíritu y la Esposa. El Espíritu Santo guía al Pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza. 1. El Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, con esta catequesis, comenzamos un ciclo de reflexiones sobre el tema «El Espíritu y la Esposa – la Esposa es la Iglesia -. El Espíritu Santo guía al pueblo de Dios al encuentro con Jesús, nuestra esperanza». Haremos este recorrido a través de las tres grandes etapas de la historia de la salvación: el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento y el tiempo de la Iglesia. Mantendremos siempre la mirada fija en Jesús, que es nuestra esperanza.

En estas primeras catequesis sobre el Espíritu en el Antiguo Testamento, no haremos «arqueología bíblica». Al contrario, descubriremos que lo que fue dado como promesa en el Antiguo Testamento se ha realizado plenamente en Cristo. Será como seguir el camino del sol desde el amanecer hasta el mediodía.

Comencemos con los dos primeros versículos de toda la Biblia: «En el principio creó Dios los cielos y la tierra. La tierra era informe y estaba desierta, las tinieblas cubrían el abismo, y el Espíritu de Dios se cernía sobre las aguas» (Gn 1,1-2). El Espíritu de Dios se nos aparece como el poder misterioso que hace que el mundo pase de su estado inicial informe, desierto y sombrío a su estado ordenado y armonioso. Porque el Espíritu crea la armonía, la armonía en la vida, la armonía en el mundo. En otras palabras, es Él quien hace que el mundo pase del caos al cosmos, es decir, de la confusión a algo bello y ordenado. Este es, de hecho, el significado de la palabra griega kosmos, así como de la palabra latina mundus, es decir, algo hermoso, ordenado, limpio, armonioso, porque el Espíritu es la armonía.

Este indicio aún vago de la acción del Espíritu en la creación se hace más preciso en la siguiente revelación. En un salmo leemos: «Por la Palabra del Señor fueron hechos los cielos, por el soplo de su boca todos sus ejércitos» (Sal 33,6); y de nuevo: «Envías tu Espíritu, son creados, y renuevas la faz de la tierra» (Sal 104,30).

Esta línea de desarrollo resulta muy clara en el Nuevo Testamento, que describe la intervención del Espíritu Santo en la nueva creación utilizando precisamente las imágenes que leemos en relación con el origen del mundo: la paloma que se cierne sobre las aguas del Jordán en el bautismo de Jesús (cf. Mt 3,16); Jesús que, en el Cenáculo, sopla sobre los discípulos y les dice: «Reciban el Espíritu Santo» (Jn 20,22), del mismo modo que al principio Dios sopló su aliento sobre Adán (cf. Gn 2,7).

El apóstol Pablo introduce un nuevo elemento en esta relación entre el Espíritu Santo y la creación. Habla de un universo que «gime y sufre como con dolores de parto» (cf. Rm 8,22). Sufre a causa del hombre que lo ha sometido a la «esclavitud de la corrupción» (cf. vv. 20-21). Es una realidad que nos concierne de cerca y de forma dramática. El Apóstol ve la causa del sufrimiento de la creación en la corrupción y el pecado de la humanidad, que la ha arrastrado en su alejamiento de Dios. Esto sigue siendo tan cierto hoy como entonces. Vemos los estragos que la humanidad ha causado y sigue causando en la creación, especialmente por parte de quienes tienen mayor capacidad para explotar los recursos naturales.

San Francisco de Asís nos muestra una salida, hermosa, para volver a la armonía del Espíritu: el camino de la contemplación y la alabanza. El quería que desde las criaturas se elevara un cántico de alabanza al Creador. Recordemos: «Alabado seas, mi Señor...», el cántico de Francisco de Asís.

Un salmo (19, 1) dice así: «Los cielos proclaman la gloria de Dios»; pero necesitan al hombre y a la mujer para dar voz a este grito mudo. Y en el «Santo» de la Misa repetimos cada vez: «Los cielos y la tierra están llenos de tu gloria». Están, por así decirlo, “grávidos” de ella, pero necesitan las manos de una buena comadrona para dar a luz esta alabanza suya. Nuestra vocación en el mundo, nos recuerda de nuevo Pablo, es ser «alabanza de su gloria» (Ef 1,12). Es anteponer la alegría de contemplar a la alegría de poseer. Y nadie se ha alegrado más de las criaturas que Francisco de Asís, que no quería poseer ninguna de ellas.

Hermanos y hermanas, el Espíritu Santo, que en el principio transformó el caos en cosmos, está trabajando para llevar a cabo esta transformación en cada persona. A través del profeta Ezequiel, Dios promete: «Les daré un corazón nuevo; pondré un Espíritu nuevo dentro de ustedes... Pondré mi Espíritu dentro de ustedes» (Ez 36:26-27). Porque nuestro corazón se parece a aquel abismo desierto y oscuro de los primeros versículos del Génesis. En él se agitan sentimientos y deseos opuestos: los de la carne y los del espíritu. Todos somos, en cierto sentido, ese «reino donde hay luchas internas» del que habla Jesús en el Evangelio (cf. Mc 3,24). Podemos decir que a nuestro alrededor existe un caos externo, un caos social, un caos político: pensemos en las guerras, pensemos en los muchos niños que no tienen nada que comer, en las muchas injusticias sociales: este es el caos exterior. Pero también existe un caos interno, dentro de cada uno de nosotros. ¡El primero no puede curarse si no empezamos a curar el segundo!

Hermanos y hermanas, hagamos un buen trabajo para que nuestra confusión interior se transforme en una claridad del Espíritu Santo: es el poder de Dios el que lo hace, y nosotros le abrimos nuestros corazones para que Él pueda hacerlo.

Que esta reflexión suscite el deseo de que venga a nosotros el Espíritu Creador. Desde hace más de un milenio, la Iglesia pone en nuestros labios el grito para pedirlo: «Veni creator Spiritus», ¡Ven, oh Espíritu Creador! Visita nuestras mentes. Llena de gracia celestial los corazones que has creado». Pidamos al Espíritu Santo que venga a nosotros y nos haga personas nuevas, con la novedad del Espíritu. Gracias.

 

MISA DE NIÑOS. XI T.ORDINARIO.

Monición de entrada.

El domingo es el día en que los cristianos estamos juntos.

Y lo hacemos porque desde siempre los amigos de Jesús hemos hecho la misa en domingo.

Porque es el día en que Jesús resucitó, en el día de Pascua.

Es la Pascua de Jesús, nuestra Pascua, lo que hacemos cada domingo.

 

 Señor, ten piedad.

Te queremos. Señor, ten piedad.

Queremos hacer lo que tú nos enseñas. Cristo, ten piedad.

En ti está nuestro corazón. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.

-Por el Papa Francisco y nuestro obispo Enrique, para que sigan sembrando tu palabra. Te lo pedimos Señor.

-Por la Iglesia, para que tenga paciencia. Te lo pedimos Señor.

-Por las maestras y maestros, para que no se cansen de enseñarnos. Te lo pedimos, Señor.

-Por los que no tienen ilusión, para que la encuentren. Te lo pedimos, Señor.

-Por los que estamos en misa, para que la semilla de la Palabra crezca en nuestro corazón. Te lo pedimos Señor.

 

 Acción de gracias.

Virgen María, te damos gracias que tú fuiste la buena tierra donde la Palabra de Dios se convirtió en Jesús.

 

 

ORACIÓN PARA EL CENTRE JUNIORS DE CORBERA.  DOMINGO X T. O.

EXPERIENCIA.

Traza la señal de la cruz pausadamente, tomando conciencia de encontrarte en presencia de Dios, respirando profundamente al tiempo que invocas la asistencia del Espíritu Santo.

¿Cómo te encuentras?

Abre el vídeo y cierra los ojos para escucharlo.

https://www.youtube.com/watch?v=czN8qNL6pYk

Abre los ojos y míralo las veces que necesites para comprender el mensaje que trasmite.

¿Con qué imagen te quedas? ¿Cuál es la palabra o palabras más significativas?

 

REFLEXIÓN.

Lee el evangelio de este domingo.

X Lectura del santo evangelio según san Marcos 3, 5-35.

Llegan su madre y sus hermanos y, desde fuera, lo mandaron llamar. La gente que tenía sentada alrededor le dice:

-Mira, tu madre y tus hermanos están fuera y te buscan.

Él les pregunta:

-¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?

Y mirando a los que estaban sentados alrededor, dice:

-Estos son mi madre y mis hermanos. El que haga la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre.

En la casa, cuyo significado en Marcos va más allá de la estructura arquitectónica, pues representa a la Iglesia recibe la visita de su familia, quienes cuales cura y barbero en D. Quijote de la Mancha van en busca de Jesús porque consideran que no está cuerdo. Jesús responde aportando un nuevo significado a las palabras madre y hermanos: los lazos con él no son por la sangre sino por la fe. Y esta tiene implicaciones en nuestra vida, por cuanto nos conduce a cumplir la voluntad de Dios. Es decir, nuestra pertenencia a la Iglesia y nuestra vinculación con Cristo se mide en el amor a Dios y a los demás, siguiendo las enseñanzas de Jesús.

 

COMPROMISO.

Pregúntate en cada momento que tengas que tomar una decisión: “¿Es lo que Dios quiere de mí?”. Pídele a Dios que te ayude a conocer su voluntad en las pequeñas acciones de cada jornada.

 

CELEBRACIÓN.

Escucha la canción Mi pobre loco del grupo Hakuna. https://www.youtube.com/watch?v=PM7fWcQsnUw

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

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Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la Sede. Primera edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.

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http://www.vatican.va/content/vatican/es.htmlTrinidad. Reza el Padrenuestro mirándolo.

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