miércoles, 5 de marzo de 2025

249. 1º Tiempo Cuaresma. 9 de marzo de 2025.

 


Primera lectura.

Lectura del libro del Deuteronomio 26, 4-10.

Moisés habló al pueblo diciendo:

-El sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias de los frutos y la pondrá ante el altar del Señor, tu Dios. Entonces tomarás la palabra y dirás ante el Señor, tu Dios: “mi padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí como emigrante, con pocas personas, pero allí se convirtió en un pueblo grande, fuerte y numeroso. Los egipcios que nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron una dura esclavitud. Entonces clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestros gritos, miró nuestra indefensión, nuestra angustia y nuestra opresión. Él nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran temor, con signos y prodigios, y nos trajo a este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y miel. Por eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me has dado.

Los pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu Dios.

 

Textos paralelos.

Bajó a Egipto.

Dt 10, 22: Setenta eran tus padres cuando bajaron a Egipto, y ahora el Señor, tu Dios, te ha hecho numeroso como las estrellas del cielo.

Sal 105, 12: Cuando eran unos pocos mortales, contados y emigrantes en el país.

Vio nuestra miseria, nuestras penalidades.

Dt 4, 34: ¿Intentó algún Dios acudir a sacarse un pueblo de en medio de otro con pruebas, signos y prodigios, en son de guerra, con mano fuerte y brazo extendido, con terribles portentos, como hizo el Señor, vuestro Dios, con vosotros contra los egipcios, ante vuestros ojos?

 

Notas exegéticas.

26 Así como los primogénitos del hombre y de los animales pertenecen a Dios también las primicias de los productos de la tierra le están consagrados. Según Nm 18, 12 corresponden a los sacerdotes. Esta ofrenda de los productos de la tierra, que en el antiguo calendario religioso está ligado a las fiestas de origen cananeo, de la siega y de la recolección, se relaciona aquí con un acontecimiento de la historia de la salvación: la entrada en la Tierra Prometida. Es una vez más el tema del don de la Tierra, que es central en Dt.

26 5 (a) La profesión de fe de los vv. 5-9 resume la historia de la salvación, centrada en la liberación de Egipto. Los mismos elementos se encuentran en las “profesiones” de Dt 6, 20-23 y, con nuevos matices, de Jos 24, 1-13 y Ne 9, 7-25. La insistencia en el don de la tierra que mana leche y miel, v. 9, conviene a esta declaración, que está vinculada con la ofrenda de las primicias. El silencio sobre los acontecimientos del Sinaí no significa que esta profesión se remonte a una tradición que los ignoraba. El texto no es muy antiguo y el recuerdo de la promulgación de la ley no entraba en su perspectiva.

26 5 (b) Se trata quizá de Jacob, antepasado de Israel, llamado aquí “arameo” como sus predecesores. La palabra traducida aquí como “errante” (’obed) significa lit. “descarriado”, como la oveja perdida en el desierto (idéntica palabra en Jr 50, 6; Ez 34, 4; Sal 119, 17; Lc 15, 4-6).

 

 

Salmo responsorial

Salmo 91 (90), 1-2.10-11.12-13.14-16 (R.: cf. 15b).

 

Quédate conmigo, Señor, en la tribulación. R/.

Tú que habitas al amparo del Altísimo,

que vives a la sombra del Omnipotente,

di al Señor: “Refugio mío, alcázar mío,

Dios mío, confío en ti. R/.

 

No se acercará la desgracia,

ni la plaga llegará hasta tu tienda,

porque a sus ángeles ha dado órdenes

para que te guarden en tus caminos. R/.

 

Te llevarán en sus palmas,

para que tu pie no tropiece en la piedra;

caminarás sobre áspides y víboras,

pisotearás leones y dragones. R/.

 

Se puso junto a mí: lo libraré;

lo protegeré porque conoce mi nombre;

me invocará y lo escucharé.

Con él estaré en la tribulación,

lo defenderé, lo glorificaré. R/.

 

Textos paralelos.

Jb 5, 19-22: De seis peligros te salva y al séptimo no sufrirás ningún mal; en tiempo de hambre te librará de la muerte y en la batalla, de la espada; te esconderá del látigo de la lengua y cuando llegue el desastre, no temerás; de demonios y carestías te reirás, no temerás a las fieras.

Diga a Yahvé: “Refugio, baluarte”.

Sal 18, 3: ¡Señor, mi peña, mi alcázar, mi libertador! ¡Dios mío, roca mía en que me refugio! ¡Fuerza mía salvadora, mi baluarte famoso! Invoco al Señor y quedo libre del enemigo.

El mal no te alcanza.

Dt 7, 14: Serás bendito entre todos los pueblos; no habrá estéril ni impotente entre los tuyos ni en tu ganado.

Te guarden en todos tus caminos.

Mt 4, 6: Si eres hijo de Dios, tírate bajo, pues está escrito que a sus ángeles ha dado órdenes acerca de ti; te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra.

Hb 1, 14: ¿No son todos espíritus en funciones, enviados al servicio de los que han de heredar la salvación?

Te llevarán ellos en sus manos.

Pr 3, 23: Seguirás tranquilo tu camino sin que tropiecen tus pies.

Pisarás sobre el león y la víbora.

Is 11, 8: El niño jugará en la hura del áspid, la criatura meterá la mano en el escondrijo de la serpiente.

Jb 5, 22: De demonios y carestías te reirás, no temerás a las fieras.

Lc 10, 19: Mirad, os he dado poder para pisotear serpientes y escorpiones y sobre tod ala fuerza del enemigo, y nada os hará daño.

Lo protegeré, pues me reconoce.

Sal 9, 11: Y confíen en ti los que reconocen tu nombre, porque no abandonas a los que te buscan, Señor.

Me llamará y le responderé.

Jr 33, 3: Grítame, y te contestaré, te comunicaré cosas grandes e inaccesibles que no conoces.

Pisarás sobre el león y la víbora.

Jb 5, 22: De demonios y carestías te reirás, no temerás a las fieras.

Hollarás al leoncillo y al dragón.

Lc 10, 19: Mirad, os he dado poder para pisotear serpientes y escorpiones y sobre toda la fuerza del enemigo, y nada os hará daño.

Puesto que me ama, lo salvaré.

Sal 9, 11: Y confíen en ti los que reconocen tu nombre, porque no abandonas a los que te buscan, Señor.

Lo protegeré, pues me reconoce.

Jr 33, 3: Grítame, y te contestaré, te comunicaré cosas grandes e inaccesibles que no conoces.

Estaré a su lado en la desgracia.

Is 43, 2: Cuando cruces las aguas, yo estaré contigo, la corriente no te anegará; cuando pases por el fuego, no te quemarás, la llama no te abrasará.

Lo saciaré de larga vida.

Pr 3, 2: Porque te darán muchos días, y años de vida, y prosperidad.

Pr 10, 27: Respetar al Señor prolonga la vida, los años de los malvados se acortan.

Jb 5, 26: Bajarás a la tumba sin achaques, como una gavilla en sazón.

Sal 50, 23: El que ofrece como sacrificio la confesión me glorifica.

 

Segunda lectura.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Romanos 10, 8-13.

Hermanos:

¿Qué dice la Escritura? “La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón”. Se refiere a la palabra de la fe que anunciamos. Porque, si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvo. Pues con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con los labios se profesa para alcanzar la salvación. Pues dice la Escritura: “Nadie que crea en él quedará confundido”. En efecto, no hay distinción entre judío y griego, porque uno mismo es el Señor de todos, generoso con todos los que lo invocan, pues “todo el que invoque el nombre del Señor será salvo”.

 

Textos paralelos.

 Cerca de ti está la palabra: en tu boca y en tu corazón.

Dt 30, 14: El mandamiento está a tu alcance: en tu corazón y en tu boca. Cúmplelo.

Si 21, 26: El necio tiene la mente en los labios, el sabio tiene los labios en la mente.

Si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor.

Hch 2, 36: Por tanto, que toda la Casa de Israel reconozca que a este Jesús que habéis crucificado, Dios lo ha nombrado Señor y Mesías.

1 Co 12, 3: Existen actividades diversas, pero un mismo Dios que ejecuta todo en todos.

Rm 1, 4: A partir de la resurrección, establecido por el Espíritu Santo Hijo de Dios con poder.

Uno mismo es el Señor.

Rm 1, 16: Yo no me avergüenzo de la buena noticia, que es una fuerza divina de salvación para todo el que cree – primero el judío, después el griego –.

Todo el que invoque el nombre del Señor se salvará.

Jl 3, 5: Todos los que invoquen el nombre del Señor se librarán: en el monte Sión quedará un resto – lo dice el Señor –, en Jerusalén los supervivientes que él convoque.

Hch 2, 21: Todos los que invoquen el nombre del Señor se salvarán.

 

Notas exegéticas.

10 9 A la adhesión interior del “corazón” corresponde la profesión de fe exterior, tal como se hace en el bautismo.

10 13 Esta aplicación a Jesús del título “Señor” (kyrios), reservado a Yahvé en el AT, indica que, en el pensamiento de los primeros cristianos, la obra de Cristo era la obra de Dios. Para Pablo, esta unidad de vocabulario implica la continuidad de la alianza.

 

Evangelio.

X  Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 1-13.

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:

-Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

-Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Respondiendo Jesús, le dijo:

-Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrá en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”.

Respondiendo Jesús, le dijo:

-Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”.

Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

 

Textos paralelos.

Mc 1, 12-13

Mt 4, 1-11

Lc 4, 1-13

Inmediatamente el Espíritu lo sacó al desierto,

 

 

 

 

donde pasó cuarenta días, sometido a prueba por Satanás.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Vivía con las fieras y los ángeles le servían.

Entonces Jesús, movido por el Espíritu, se retiró al desierto

 

 

 

 

para ser puesto a prueba por el Diablo. Guardó un ayuno de cuarenta días con sus noches y al final sintió hambre.

 

 

Se acercó el tentador y le dijo:

-Si eres hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan.

Él contesto:

-Está escrito que no de solo pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios.

 

Entonces el Diablo se lo llevó a la Ciudad Santa, lo colocó en el alero del templo y le dijo:

 

-Si eres hijo de Dios, tírate abajo, pues está escrito que a sus ángeles ha dado órdenes acerca de ti; te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra.

 

Jesús replicó:

-También está escrito: No pondrás a prueba al Señor tu Dios.

 

De nuevo se lo llevó el Diablo a una montaña altísima y le mostró todos los reinos del mundo en su esplendor, y le dijo:

-Todo esto te daré si postrado me rindes homenaje.

 

 

 

 

Entonces Jesús le replicó:

-Vete, Satanás, que está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Al punto lo dejó el Diablo y unos ángeles vinieron a servirle.

Jesús, lleno del Espíritu Santo se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu en el desierto,

 

 

durante cuarenta días, mientras el diablo lo ponía a prueba. En este tiempo no comió nada, y al final sintió hambre.

 

El Diablo le dijo:

-Si eres hijo de Dios, di a esa piedra que se convierta en pan.

Le replicó Jesús:

-Está escrito que el hombre no vive de solo pan.

 

 

 

Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo:

 

 

-Si eres hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, pues está escrito que ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.

Le replicó Jesús:

-Está dicho que no pondrás a prueba al Señor tu Dios.

 

 

Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El Diablo le dijo:

 

-Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero. Por tanto si te postras ante mí, todo será tuyo.

 

Le replicó Jesús:

-Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.

 

 

Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El Diablo le dijo:

-Te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiero. Por tanto si te postras ante mí, todo será tuyo.

Le replicó Jesús:

-Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto.

Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo:

-Si eres hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, pues está escrito que ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra.

Le replicó Jesús:

-Está dicho que no pondrás a prueba al Señor tu Dios.

 

 

 

 

Concluida la prueba, el Diablo se alejó de él hasta otra ocasión.

 

Está escrito: No solo de pan vive la gente.

Dt 8, 3: El te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná – que tú no conocías ni conocieron tus padres – para enseñarte que el hombre no vive solo de pan, sino de todo lo que sale de la boca de Dios.

Todo el poder y la gloria de estos reinos.

Ap 13, 2-4: La fiera de la visión parecía un leopardo, con patas como de oso y boca como de león. El dragón le delegó su poder, su trono y una autoridad grande. Una de sus cabezas parecía herida de muerte, pero la herida mortal se curó. Todo el mundo seguía admirado a la fiera y adoraba al dragón que dio su autoridad a la fiera diciendo: “¿Quién se mide con la fiera, quién podrá luchar contra ella?”.

Si me adoras.

Jr 27, 5: Yo he creado la tierra y hombres y animales sobre la faz de la tierra, con mi gran poder y con mi brazo extendido; y la doy a quien me parece.

Adorarás al Señor tu Dios y solo a él darás culto.

Dt 6, 13: Al Señor, tu Dios, respetarás, a él solo servirás, solo en su nombre jurarás.

A sus ángeles te encomendará para que te guarden.

Sal 91, 11-12: Porque a sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos. Te llevarán en sus palmas para que tu pie no tropiece en la piedra.

No tentarás al Señor, tu Dios.

Dt 6, 16: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, poniéndolo a prueba, como lo tentasteis en Masa.

El diablo se alejó hasta el tiempo propicio.

Lc 22, 3: Satanás entró en Judas, por sobrenombre Iscariote, uno de los doce.

Lc 22, 53: Diariamente estaba con vosotros en el templo y no me echasteis mano. Pero esta es vuestra hora, el dominio de las tinieblas.

Jn 13, 2: Durante la cena, cuando el diablo había sugerido a Judas Iscariote que lo entregara.

Jn 13, 27: Detrás del bocado entró en él Satanás. Jesús le dice: “Lo que has de hacer hazlo pronto”.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

Lc une en su relato los datos de Mc (cuarenta días de tentación) y los de mt (tres tentaciones al final del ayuno de cuarenta días). Modifica el orden de Mt de modo que pueda terminar en Jerusalén.

4 1 El interés especial de Lucas por el Espíritu Santo no solo se manifiesta en sus dos primeros capítulos, sino también en el resto de su evangelio, donde en diversas ocasiones lo añade a los otros sinópticos. También habla de él con gran frecuencia en los Hechos, Hch 1,8.

4 3 E.d. “Ya que eres Hijo de Dios”, argumentación que hace suya la palabra divina en el bautismo.

4 5 Probablemente una elección del terreno, como las mencionadas en las visiones de los apocalipsis judíos.

4 6 Al introducir en el mundo el pecado y su consecuencia, la muerte, Satanás ha hecho al hombre cautivo de su tiranía; ha extendido en el mundo, del que se ha convertido en “Príncipe” un dominio que Jesús ha venido a suprimir con la “redención”.

4 9 Mt presenta esta tentación como la segunda, Lc como la tercera. Para este evangelista las tentaciones acaban en Jerusalén, donde la Pasión será el supremo ataque del diablo.

4 13 Otra traducción: “hasta una ocasión”. Lc, que narrará numerosas victorias de Jesús sobre los demonios mediante curaciones y exorcismos, no menciona ningún nuevo ataque de Satán contra Jesús antes de la Pasión. Señala así la victoria inicial de Jesús, que concibe como un anticipo del triunfo definitivo de Pascua.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

4, 1-13 El “hijo de Adán” (3, 38), el “segundo Adán” (cf. Rm 5, 14), semejante a nosotros menos en el pecado /Hb 2, 17), fue verdaderamente tentado. Sus tentaciones no fueron exactamente como las nuestras, pues en Cristo – persona divina – no se daba nuestra inclinación al mal; pero fueron verdaderas: por ser verdadero hombre, con reflejos, sentimientos e impresiones humanas, pudo darse, como se ha escrito, “un hiato entre la misión señalada por el Padre y la experiencia que de la misma tenía Jesús, humanamente hablando”. Es la tentación ante el aparente fracaso de su tarea redentora; y sobre ello carga Satanás toda su astucia. En la redacción de Lc, la más importante es la tercera tentación (las dos primeras van unidas, la tercera empieza en el v. 9 y lle va al comienzo la partícula griega ).

1 ESPÍRITU SANTO. ¿Se refiere aquí al Espíritu del Padre, la tercera persona de la Trinidad? No necesariamente, ni de forma directa; puede tratarse de uno de los significados de la palabra ruah en el AT: “un impulso vehementemente irresistible” (aunque, ¿qué otra fuerza puede mover irresistiblemente el alma de Jesús, sino el Espíritu del Padre?). // EN EL DESIERTO: mejor que al desierto. // BAJO LA ACCIÓN DEL ESPÍRITU (lit. en el espíritu): el v. 14 completa el giro idiomático: con la fuerza del espíritu.

5 EN UN INSTANTE: se trata, por tanto, de una visión imaginaria.

6 Tentación de dominio sobre la tierra habitada (la oikouménê). Para el poder actual del diablo en el mundo, cf. 1 Jn 5, 19 y Ap 13, 1-8 (especialmente los vs. 7-8. // SU ESPLENDOR: lit. el esplendor de ellos (de los reinos): la gloria del poder político. // SE ME HA ENTREGADO, me ha sido entregado; si, como en la frase parecida de Mt 28, 18, se trata de voz pasiva “teológica”, cuyo sujeto agente es Dios, el tentador blasfema.

7 ME ADORAS … ANTE MÍ: lit. adorares en mi presencia.

9 La tentación concluye en JERUSALÉN; allí volverán a enfrentarse Jesús y el Tentador “en un momento oportuno” (v. 13), cuando llegue la gran prueba (=tentación) de la Pasión.

13 TODO INTENTO DE PROBARLO: lit. toda tentación (o prueba), que puede entenderse: toda clase; o, como preferimos: todo intento o tentativa de probar a Jesús en aquel momento. Jesús fue tentado también en otras ocasiones; los instrumentos de los que se valió el Adversario fueron, al menos, los fariseos, la muchedumbre (cf. Jn 6, 14s) e incluso Pedro (cf. Mt 16, 22).

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

4, 1-13 Los cuarenta días que pasó en el desierto soportando la tentación de Satanás nos recuerdan a los cuarenta años que Moisés y los israelitas vagaron por el desierto. En ambos casos, el número cuarenta es símbolo de un período de preparación, cuando Israel se preparaba para entrar en la Tierra Prometida y cuando Cristo se preparaba para el ministerio público. Las tentaciones de Cristo también ponen en parábola la experiencia de los israelitas. Mientras que Israel sucumbió a la tentación en el desierto, adorando al becerro de oro, Cristo se entregó por completo para al cumplimiento de la voluntad de su Padre por medio de la oración y el ayuno, y superando así la tentación de Satanás en el desierto. Cat. 695.

4, 5 Satanás reclamó para sí mismo todos los reinos del mundo y todo poder y gloria, pero Cristo resistió a Satanás y reclamaría al mundo para su Padre. En la liturgia, la una doxología que sigue al Padrenuestro reconoce esta restauración: “porque tuyo es el reino, el poder y la gloria por siempre”. Cat. 2855.

4, 8 Como nos enseña el primer mandamiento, la adoración, el primer acto de la virtud de la religión, se debe dar a Dios y solo Dios. Cat. 2096.

4, 9 El diablo le encontraría en el huerto de Getsemaní, aprovechándose del miedo natural del sufrimiento de Cristo para tentarle y evitar el plan divino de morir en la cruz. Cat. 538.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

2096 La adoración es el primer acto de la virtud de religión. Adorar a Dios es reconocerle como Dios, como Creador y Salvador, Señor y Dueño de todo lo que existe, como Amor infinito y misericordioso. “Adorarás al Señor tu Dios y solo a él darás culto” (Lc 4, 8), dice Jesús citando el Deuteronomio (6, 13).

538 Los evangelios hablan de un tiempo de soledad de Jesús en el desierto inmediatamente después de su bautismo por Juan: “Impulsado por el Espíritu” al desierto, Jesús permanece allí sin comer durante cuarenta días; vive entre los animales y los ángeles le servían. Al final de ete tiempo, Satanás le tienta tres veces tratando de poner a prueba su actitud filial hacia Dios. Jesús rechaza estos ataques que recapitulan las tentaciones de Adán en el Paraíso y de Israel en el desierto, y el diablo se aleja de él “hasta un tiempo oportuno” (Lc 4, 13).

539 Los evangelistas indican el sentido salvífico de este acontecimiento misterioso. Jesús es el nuevo Adán que permaneció fiel allí donde el primero sucumbió a la tentación. Jesús cumplió perfectamente la vocación de Israel: al contrario de los que anteriormente provocaron a Dios durante cuarenta años por el desierto, Cristo se revela como Siervo de Dios totalmente obediente a la voluntad divina. En esto Jesús es vencedor del diablo; él ha “atado al hombre fuerte” para despojarle de lo que se había apropiado. La victoria de Jesús en el desierto sobre el Tentador es anticipo de la victoria de la Pasión, suprema obediencia de su amor filial al Padre.

540 La tentación de Jesús manifiesta la manera que tiene de ser Mesías el Hijo de Dios, en oposición a la que le propone Satanás y a la que los hombres le quieren atribuir. Por eso Cristo ha vencido al Tentador en beneficio nuestro: “Pues no tenemos un Sumo Sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras flaquezas, sino probado en todo igual que nosotros, excepto en el pecado” (Hb 4, 15). La Iglesia se une todos los años, durante los cuarenta días a la Gran Cuaresma, al Misterio de Jesús en el desierto.

 

Concilio Vaticano II.

Tanto en la liturgia como en la catequesis litúrgica debe ponerse más de relieve el carácter doble del tiempo cuaresmal, que prepara a los fieles a oír la palabra de Dios más intensamente y a rezar, especialmente mediante el recuerdo o la preparación del bautismo y la penitencia, para celebrar el misterio pascual. Por consiguiente:

a) Deben usarse con mayor abundancia los elementos bautismales propios de la liturgia cuaresmal, restaurándose, según las circunstancias, algunos elementos de la tradición anterior.

b) Dígase lo mismo de los elementos penitenciales. En lo referente a la catequesis, debe inculcarse a los fieles, juntamente con las consecuencias sociales del pecado, la naturaleza propia de la penitencia, que detesta el pecado por cuanto es ofensa a Dios; no debe olvidarse la participación de la Iglesia en la acción penitencial y recomiéndese la oración por los pecadores.

La penitencia del tiempo cuaresmal no debe ser solo interna o individual, sino también externa y social. Foméntese la práctica penitencial de acuerdo con nuestro tiempo y con las posibilidades de las diferentes regiones, así como con las situaciones de los fieles, y recomiéndese por parte de las autoridades mencionadas en el art. 22.

Sin embargo, considérese sagrado el ayuno pascual, que debe celebrarse en todas partes el viernes de la Pasión y Muerte del Señor y que, según las circunstancias, debe extenderse también al sábado, de modo que se llegue al gozo del domingo de Resurrección con espíritu elevado y abierto.

Constitución Sacrosanctum Concilium, 109-110.

 

Comentarios de los Santos Padres.

¿Por qué Satanás no lo tentó antes de los treinta años? Porque todavía no se había concedido una señal cierta de su divinidad.

Efren de Nisibi, Comentario al Diatessaron, 4, 4-5. III, pg. 126.

Es conveniente recordar cómo el primer Adán fue expulsado del paraíso en el desierto, para que adviertas cómo el segundo Adán viene del desierto al paraíso…; la muerte por un árbol, la vida por la cruz. Uno, despojado de lo espiritual, se ha cubierto con los despojos de un árbol; el otro, despojado de lo temporal, no ha deseado un vestido corporal. Adán está en el desierto, también en el desierto está Cristo; ciertamente Él sabía dónde podía encontrar al condenado para disipar su error y conducirlo al paraíso.

Ambrosio, Exposición sobre el Ev. de Lucas, 4, 7.14. III, pg. 127.

No es posible a quien sigue al Verbo desear el pan de la tierra, cuando ha recibido la sustancia del pan del cielo – sin duda alguna es preferible a lo humano lo divino, a lo corporal lo espiritual -; por eso, el que desea la vida verdadera espera este pan, que, por sustancia invisible, robustece el corazón de los hombres.

Ambrosio, Exposición sobre el Ev. de Lucas, 4, 19-20. III, pg. 128.

 

San Agustín

En efecto, las primeras tentaciones sugeridas a nuestro Señor, el rey de los mártires versaban sobre algo dulce: Di que todas estas piedras se conviertan en pan. Te daré todos estos reinos. Veamos si te recogen los ángeles, pues está escrito: Para que tu pie no tropiece contra la piedra” (Mt 4, 3.6). Estas son las alegrías del mundo: en el pan está la concupiscencia de la carne; en la promesa de los reinos, la ambición mundana; y en la curiosidad de la prueba, la concupiscencia de los ojos. Todas estas cosas pertenecen al mundo, pero son dulces, no crueles.

Mirad ahora al rey de los mártires presentándoos ejemplos de cómo hemos de combatir y ayudando misericordiosamente a los combatientes. ¿Por qué permitió ser tentado, sino para enseñarnos a resistir al tentador? Si el mundo te promete el placer carnal, respóndele: “Más deleitable es Dios”. Si te promete honores y dignidades temporales, respóndele: “El reino de Dios es más excelso que todo”. Si te promete curiosidades superfluas y condenables, respóndele: “Solo la verdad de Dios no se equivoca”. Puesto que en todos los halagos del mundo aparecen estas tres cosas: o el placer, o la curiosidad, o la soberbia. […] ¿Por qué nos extrañamos de que Cristo haya salido vencedor allí? Era Dios todopoderoso.

Sermón 284. I, pg. 259.

 

San Juan de Ávila

Aprovechaos de esta merced, pues Dios tan cerca os la dio. Y pedid el que tuviere cargo encaminar vuestra ánima que os busque en la sagrada Escritura, en doctrina de la Iglesia y dichos de los santos, palabras apropiadas para las necesidades de vuestra ánima, ahora sean para defenderos de las tentaciones, según el mismo Señor, ayunando en el desierto (cf. Lc 4, 1-2), lo hizo para nuestro ejemplo, ora sea para estimularos a tener las virtudes que os faltan, ahora sea para haberos con Dios, como debéis, y con vos, y con vuestros prójimos, mayores y menores e iguales; y cómo os habéis de haber en la prosperidad y en la tribulación; y, finalmente, para todo lo que hobiéredes menester en el camino de Dios.

Audi, filia (II), 45. I, pg. 634.

-Ya, padre, estamos en guerra y no la podemos huir, decí, ¿qué haremos? – Hablen, hablen los capitanes. Dice San Pedro: Fratres, sobrii estote, etc. Hermanos, dice el principe de los apóstoles, sed templados  (cf. 1 Pe 5, 8). Tiene mucha razón por cierto. ¡Qué de males causa este comer! ¡A cuantos derriba el enemigo! Hácelos hartar hasta no más, y vase riendo de ellos, y envía a otro peor que él, y dice: “¡Cuál te lo dejo! Ve tu y tientalo como quisieres, que bueno que da y aparejado para todo lo que de él quisieres hacer”. Con esete pecado derribó el demonio a nuestra primera madre Eva y con este tentó hoy a nuestro Señor Jesucristo, diciéndole: Haz que estas piedras se tornen en pan (Mt 4, 7).

(…) Curas, prelados, mirad y velad, catad que el demonio sabe que el bien de otros pende de vosotros y de vuestro ejemplo. Trabaja mucho por derribros y hace que contra vosotros se acueste la mayor fuerza de sus engaños, pues derribando a vosotros, juntamente derriba a otros muchos. ¿No dice acullá que toda la fuerza de la batalla se acostó a Saúl? (1 Samuel 31, 3). Porque derribado el capitán, en quien todos tienen los ojos, luego desmayan. Y por eso la caída de tales es más procurada y deseada del demonio que la de los otros hombres, porque no va tanto en ella. Y por tener guerra contra él no te has de espantar ni acobardar, pues es cierto que el día que hiciese paz con el Señor, ese mesmo heciste guerra con el demonio. Si el demonio es poderoso para vencer y engañar, más fuerte y sabio es Dios para defender y ayudar. Más te ayuda Dios que él te tentará.

(…) Tened memoria firme y fiucia en la cruz de Jesucristo, de la cual huyen y van espantados los demonios y no osan parecer delante de ella. Mirad a San Antonio, qué defensa tenía entre todos los poderíos infernales, sino fe viva en Jesucristo y la señal de la cruz, de la cual iban huyendo, que no paraban delante de él.

Hay algunos hombres bobos, que de puro miedo no se osan apartar a rezar un poco. Di, ¿qué te puede hacer? ¿No está allí presente Dios también como él? ¿Qué te puede hacer en la presencia del señor, estando allí tu ayudador y guarda? Apártate, hermano, sin temor y encomiéndate a Dios, reza tus devociones, lleva fe viva, que va contigo Dios y está doquiéra que estuvieres; y a que el demonio ni todo el infierno, no pueden allegar a ti ni hacerte mal sin consentimiento tuyo.

Díjole el demonio a Jesucristo: Haz de estas piedras se vuelvan en pan. Responde Cristo. Quiso aquí decir Cristo que no en solo pan vive el hombre (Mt 4, 4; Lc 4, 4).

Sermón domingo I de Cuaresma. III, pg. 137-138.

Conviene haceros robustos y vivir muriendo, si queréis no desdecir de la prueba que nuestro Señor os envía. Gozaos en el fuego de la tribulación, para que seáis fuerte como ladrillo y no flaco como adobe de barro, que luego se deshace en el agua; porque seas convenible para el edificio del cielo. Venzaos a manteneros con gruesos manjares, yen esto se verá si sois hijo de Dios, que convertís las piedras en pan (cf. Lc 4, 3). No os dé gana de pan blanco ni delicado, mas dejá eso para el tiempo que está por venir y esforzaos en tener tan fuertes dientes, que los duros huesos no os los quebranten. No es este negocio para regalados ni para hombres de poca fe.

Carta a cierta persona. IV, pg. 135.

San Oscar Romero.

El Padre Rutilio, quizá por eso Dios lo escogió para este martirio, porque los que le conocimos, los que lo conocieron, saben que jamás de sus labios salió un llamado a la violencia, al odio, a la venganza. Murió amando, y sin duda que cuando sintió primeros impactos que le traían la muerte, pudo decir como Cristo también: "Perdónalos, Padre, no saben, no han comprendido mi mensaje de amor".

Homilía en la misa exequial del beato padre Rutilio Grande, 14 marzo 1977.

 

Francisco. Angelus. 14 de febrero de 2016.

Queridos hermanos:

En la primera lectura de este domingo, Moisés le da una recomendación al pueblo. En el momento de la cosecha, en el momento de la abundancia, en el momento de las primicias no te olvides de tus orígenes, no te olvides de dónde venís. La acción de gracias nace y crece en una persona y en un pueblo que sea capaz de hacer memoria. Tiene sus raíces en el pasado, que entre luces y sombras fue gestando el presente. En el momento que podemos dar gracias a Dios porque la tierra ha dado su fruto, y así poder producir el pan, Moisés invita a su pueblo a ser memorioso enumerando las situaciones difíciles por las cuales ha tenido que atravesar (cf. Dt 26,5-11).

En este día de fiesta, en este día podemos celebrar lo bueno que el Señor ha sido con nosotros. Damos gracias por la oportunidad de estar reunidos presentándole al Buen Padre las primicias de nuestros hijos, nietos, de nuestros sueños y proyectos. Las primicias de nuestras culturas, de nuestras lenguas y de nuestras tradiciones. Las primicias de nuestros desvelos…

Cuánto ha tenido que pasar cada uno de ustedes para llegar hasta acá, cuánto han tenido que «caminar» para hacer de este día una fiesta, una acción de gracias. Cuánto han caminado otros que no han podido llegar pero gracias a ellos nosotros hemos podido seguir andando.

Hoy, siguiendo la invitación de Moisés, queremos como pueblo hacer memoria, queremos ser el pueblo de la memoria viva del paso de Dios por su Pueblo, en su Pueblo. Queremos mirar a nuestros hijos sabiendo que heredarán no sólo una tierra, una lengua, una cultura y una tradición, sino que heredarán también el fruto vivo de la fe que recuerda el paso seguro de Dios por esta tierra. La certeza de su cercanía y de su solidaridad. Una certeza que nos ayuda a levantar la cabeza y esperar con ganas la aurora.

Con ustedes, también me uno a esta memoria agradecida. A este recuerdo vivo del paso de Dios por sus vidas. Mirando a sus hijos no puedo no dejar de hacer mías las palabras que un día les dirigió el beato Pablo VI al pueblo mexicano: «Un cristiano no puede menos que demostrar su solidaridad [...] para solucionar la situación de aquellos a quienes aún no ha llegado el pan de la cultura o la oportunidad de un trabajo honorable, […] no puede quedar insensible mientras las nuevas generaciones no encuentren el cauce para hacer realidad sus legítimas aspiraciones». Y luego  prosigue el beato Pablo VI con una invitación a «estar siempre en primera línea en todos los esfuerzos [...] para mejorar la situación de los que sufren necesidad», a ver «en cada hombre un hermano y, en cada hermano, a Cristo» (Radiomensaje en el 75 aniversario de la Coronación de Ntra. Sra. de Guadalupe 12 octubre 1970).

Quiero invitarlos hoy a estar en primera línea, a primerear en todas las iniciativas que ayuden a hacer de esta bendita tierra mexicana una tierra de oportunidad. Donde no haya necesidad de emigrar para soñar; donde no haya necesidad de ser explotado para trabajar; donde no haya necesidad de hacer de la desesperación y la pobreza de muchos el oportunismo de unos pocos.

Una tierra que no tenga que llorar a hombres y mujeres, a jóvenes y niños que terminan destruidos en las manos de los traficantes de la muerte.

Esta tierra tiene sabor a Guadalupana, la que siempre es Madre se nos adelantó en el amor, y digámosle desde el corazón:

Virgen Santa, «ayúdanos a resplandecer en el testimonio de la comunión, del servicio, de la fe ardiente y generosa, de la justicia y el amor a los pobres, para que la alegría del Evangelio llegue hasta los confines de la tierra y ninguna periferia se prive de su luz» (Evangelii gaudium, 288). 

 

Francisco. Angelus. 10 de marzo de 2019.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este primer domingo de Cuaresma (cf. Lc 4, 1-13) narra la experiencia de las tentaciones de Jesús en el desierto. Después de ayunar durante cuarenta días, Jesús es tentado tres veces por el diablo. Primero lo invita a que convierta una piedra en pan (v. 3); luego le muestra desde una altura los reinos de la tierra y le plantea convertirse en un mesías poderoso y glorioso (versículos 5-6); finalmente, lo lleva a la cima del templo en Jerusalén y lo invita a que se arroje desde allí para manifestar su poder divino de una manera espectacular (versículos 9-11). Las tres tentaciones indican tres caminos que el mundo siempre propone prometiendo grandes éxitos, tres caminos para engañarnos: la codicia de poseer ―tener, tener, tener― la gloria humana y la instrumentalización de Dios. Son tres caminos que nos llevarán a la ruina.

La primera, el camino de la codicia de poseer. Esta es siempre la lógica insidiosa del diablo. Empieza por la necesidad natural y legítima de comer, de vivir, de realizarse, de ser feliz, para empujarnos a creer que todo esto es posible sin Dios e incluso contra Él. Pero Jesús se opone diciendo: «Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”» (v. 4). Recordando el largo camino del pueblo elegido a través del desierto, Jesús afirma que quiere abandonarse con confianza plena a la providencia del Padre, que siempre cuida de sus hijos.

La segunda tentación: el camino de la gloria humana. El diablo dice: «Si me adoras, todo será tuyo» (v. 7). Uno puede perder toda su dignidad personal, si se deja corromper por los ídolos del dinero, del éxito y del poder, para alcanzar la autoafirmación. Y se saborea la ebriedad de una alegría vacía que muy pronto se desvanece. Y esto también nos lleva a pavonearnos, la vanidad, pero esto se desvanece. Por eso Jesús responde: «Adorarás al Señor tu Dios y solo a Él darás culto» (versículo 8).

Y luego la tercera tentación: instrumentalizar a Dios en beneficio propio. Al diablo que, citando las Escrituras, lo invita a obtener de Dios un milagro sorprendente, Jesús opone nuevamente la firme decisión de permanecer humilde, de permanecer confiado ante el Padre: «Está dicho: “No tentarás al Señor tu Dios”» (v. 12). Y así rechaza la tentación quizás más sutil: la de querer “poner a Dios de nuestro lado”, pidiéndole gracias que, en realidad, sirven y servirán para satisfacer nuestro orgullo.

Estos son los caminos que nos presentan, con la ilusión de poder alcanzar el éxito y la felicidad. Pero, en realidad, son completamente ajenos a la manera de actuar de Dios; de hecho, nos separan de Dios, porque son obra de Satanás. Jesús, enfrentando estas pruebas en primera persona, vence la tentación tres veces para adherirse completamente al plan del Padre. Y nos indica los remedios: la vida interior, la fe en Dios, la certeza de su amor, la certeza de que Dios nos ama, de que es Padre, y con esta certeza superaremos toda tentación.

Pero hay una cosa, sobre la que me gustaría llamar la atención, una cosa interesante. Jesús al responder al tentador no entra en el diálogo, sino que responde a los tres desafíos solo con la Palabra de Dios. Esto nos enseña que con el diablo uno no dialoga, uno no debe dialogar, se le responde solamente con la Palabra de Dios.

Aprovechemos, pues, la Cuaresma, como un tiempo privilegiado para purificarnos, para experimentar la presencia consoladora de Dios en nuestras vidas.

La intercesión materna de la Virgen María, un ícono de la fidelidad a Dios, nos sostenga en nuestro camino, ayudándonos siempre a rechazar el mal y a acoger el bien.

 

Francisco. Angelus. 6 de marzo de 2022

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de la liturgia de hoy, primer domingo de Cuaresma, nos lleva al desierto, donde Jesús es conducido por el Espíritu Santo durante cuarenta días para ser tentado por el diablo (cf. Lc 4,1-13).  También Jesús fue tentado por el diablo, y nos acompaña a cada uno de nosotros en nuestras tentaciones. El desierto simboliza la lucha contra las seducciones del mal, para aprender a elegir la verdadera libertad. De hecho, Jesús vive la experiencia del desierto justo antes de comenzar su misión pública. Es precisamente a través de esa lucha espiritual que afirma con decisión qué tipo de Mesías pretende ser. No un mesías “así”, sino “así”. Diría que esta es propiamente la declaración de identidad mesiánica de Jesús, del camino mesiánico de Jesús. “Yo soy Mesías, pero por este camino”. Miremos entonces las tentaciones contra las que lucha.

El diablo se dirige a él dos veces diciendo: «Si eres el Hijo de Dios...» (vv. 3.9). Es decir, le propone sacar provecho de su posición: primero, para satisfacer las necesidades materiales que siente (cf. v. 3), el hambre; luego, para aumentar su poder (cf. vv. 6-7); finalmente, para obtener una señal prodigiosa de Dios (cf. vv. 9-11). Tres tentaciones. Es como si dijera: "Si eres el Hijo de Dios, saca provecho". Cuántas veces nos sucede esto a nosotros: “Estás en esa posición, ¡aprovéchate! No pierdas la oportunidad, la ocasión”, es decir, "piensa en tu propio beneficio". Es una propuesta seductora, pero conduce a la esclavitud del corazón: nos obsesiona con el ansia de tener, lo reduce todo a la posesión de cosas, de poder y de fama. Este es el núcleo de las tentaciones. Es "el veneno de las pasiones" en el que se arraiga el mal. Miremos en nuestro interior y veremos que siempre nuestras tentaciones tienen este modelo, siempre este modo de actuar.

Pero Jesús se opone victoriosamente a la atracción del mal. ¿Cómo lo hace? Respondiendo a las tentaciones con la Palabra de Dios, que dice que no hay que aprovecharse, que no hay que utilizar a Dios, a los demás y las cosas para uno mismo, que no hay que aprovecharse de la propia posición para adquirir privilegios. Porque la verdadera felicidad y la libertad no están en el poseer, sino en el compartir; no en aprovecharse de los demás, sino en amarlos; no en la obsesión por el poder, sino en la alegría del servicio.

Hermanos y hermanas, estas tentaciones también nos acompañan a nosotros en el camino de la vida. Debemos estar atentos, no nos asustemos —le ocurre a todos— y estar atentos, porque a menudo se presentan bajo una aparente forma de bien. De hecho, el diablo, que es astuto, siempre utiliza el engaño. Quería que Jesús creyera que sus propuestas eran útiles para demostrar que realmente era el Hijo de Dios.

Y quisiera subrayar una cosa. Jesús no dialoga con el diablo. Jesús nunca dialogó con el diablo. O lo expulsaba, cuando sanaba a los endemoniados, o como en este caso, teniendo que responder lo hace con la Palabra de Dios, jamás con su palabra. Hermanos y hermanas, nunca entren en diálogo con el diablo, es más astuto que nosotros. ¡Jamás! Aférrense a la Palabra de Dios como Jesús y, al máximo, respondan siempre con la Palabra de Dios. Y por esta vía no nos equivocaremos.

Y así lo hace con nosotros: el diablo:  a menudo llega "con ojos dulces", "con cara de ángel"; ¡incluso sabe disfrazarse de motivaciones sagradas, aparentemente religiosas! Si cedemos a sus halagos, acabamos justificando nuestra falsedad enmascarándola con buenas intenciones. Por ejemplo, cuántas veces hemos escuchado esto: “He hecho cosas extrañas, pero he ayudado a los pobres”; “me he aprovechado de mi rol —de político, de gobernante, de sacerdote, de obispo—, pero también para hacer el bien”; “he cedido a mis instintos, pero al final no le he hecho daño a nadie”, estas justificaciones y cosas por el estilo, una detrás de otra. Por favor, ¡no hay que hacer tratativas con el mal! ¡Con el diablo, nada de diálogo! Con la tentación no se debe dialogar, no debemos caer en ese adormecimiento de la conciencia que nos hace decir: “Pero en el fondo, no es grave, ¡todos lo hacen así!”. Fijémonos en Jesús, que no busca acomodarse, no pacta con el mal. Se opone al diablo con la Palabra de Dios, que es más fuerte que el diablo, y así vence las tentaciones.

Que este tiempo de Cuaresma sea también para nosotros un tiempo de desierto. Dediquemos un espacio al silencio y a la oración —un poquito, nos hará bien—, en estos espacios detengámonos y miremos lo que se agita en nuestro corazón, nuestra verdad interior, aquella que sabemos que no puede ser justificada. Hagamos claridad interior, poniéndonos ante la Palabra de Dios en la oración, para que tenga lugar en nosotros una lucha beneficiosa contra el mal que nos hace esclavos, una lucha por la libertad.

Pidamos a la Virgen Santa que nos acompañe en el desierto cuaresmal y nos ayude en nuestro camino de conversión.

 

Benedicto XVI. Angelus. 25 de febrero de 2007.

Queridos hermanos y hermanas: 

Este año el Mensaje para la Cuaresma se inspira en un versículo del evangelio de san Juan, que, a su vez, cita una profecía mesiánica de Zacarías:  "Mirarán al que traspasaron" (Jn 19, 37). El discípulo amado, presente junto a María, la Madre de Jesús, y otras mujeres en el Calvario, fue testigo ocular de la lanzada que atravesó el costado de Cristo, haciendo brotar de él sangre y agua (cf. Jn 19, 31-34). Aquel gesto realizado por un anónimo soldado romano, destinado a perderse en el olvido, permaneció impreso en los ojos y en el corazón del apóstol, que deja constancia de ello en su evangelio. ¡Cuántas conversiones se han realizado a lo largo de los siglos precisamente gracias al elocuente mensaje de amor que recibe quien dirige la mirada a Jesús crucificado!

Entremos, pues, en el tiempo cuaresmal con la "mirada" fija en el costado de Jesús. En la carta encíclica Deus caritas est (cf. n. 12) quise subrayar que, sólo dirigiendo la mirada a Jesús muerto en la cruz por nosotros, puede conocerse y contemplarse esta verdad fundamental:  "Dios es amor" (1 Jn 4, 8. 16). "Desde esa mirada —escribí— el cristiano encuentra la orientación de su vivir y de su amar" (Deus caritas est, 12).

Contemplando al Crucificado con los ojos de la fe, podemos comprender en profundidad qué es el pecado, cuán trágica es su gravedad y, al mismo tiempo, cuán inconmensurable es la fuerza del perdón y de la misericordia del Señor. Durante estos días de Cuaresma no apartemos el corazón de este misterio de profunda humanidad y de alta espiritualidad. Contemplando a Cristo, sintámonos al mismo tiempo contemplados por él. Aquel a quien nosotros mismos hemos atravesado con nuestras culpas no se cansa de derramar en el mundo un torrente inagotable de amor misericordioso. Ojalá que la humanidad comprenda que solamente de esta fuente es posible sacar la energía espiritual indispensable para construir la paz y la felicidad que todo ser humano busca sin cesar.

Pidamos a la Virgen María, que fue traspasada en el alma junto a la cruz del Hijo, que nos obtenga el don de una fe sólida. Que, guiándonos por el camino cuaresmal, nos ayude a dejar todo lo que nos aparta de la escucha de Cristo y de su palabra de salvación. A ella le encomiendo, en particular, la semana de ejercicios espirituales que comenzarán esta tarde, aquí en el Vaticano, y en los que participaré junto con mis colaboradores de la Curia romana.

Queridos hermanos y hermanas, os pido que nos acompañéis con vuestra oración, a la que corresponderé de buen grado en el recogimiento del retiro, invocando la fuerza divina sobre cada uno de vosotros, sobre vuestras familias y sobre vuestras comunidades.

 

Benedicto XVI. Angelus. 21 de febrero de 2010.

Queridos hermanos y hermanas:

El miércoles pasado, con el rito penitencial de la Ceniza, comenzamos la Cuaresma, tiempo de renovación espiritual que prepara para la celebración anual de la Pascua. Pero, ¿qué significa entrar en el itinerario cuaresmal? Nos lo explica el Evangelio de este primer domingo, con el relato de las tentaciones de Jesús en el desierto. El evangelista san Lucas narra que Jesús, tras haber recibido el bautismo de Juan, "lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo" (Lc 4, 1-2). Es evidente la insistencia en que las tentaciones no fueron contratiempo, sino la consecuencia de la opción de Jesús de seguir la misión que le encomendó el Padre de vivir plenamente su realidad de Hijo amado, que confía plenamente en él. Cristo vino al mundo para liberarnos del pecado y de la fascinación ambigua de programar nuestra vida prescindiendo de Dios. Él no lo hizo con declaraciones altisonantes, sino luchando en primera persona contra el Tentador, hasta la cruz. Este ejemplo vale para todos: el mundo se mejora comenzando por nosotros mismos, cambiando, con la gracia de Dios, lo que no está bien en nuestra propia vida.

De las tres tentaciones que Satanás plantea a Jesús, la primera tiene su origen en el hambre, es decir, en la necesidad material: "Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan". Pero Jesús responde con la Sagrada Escritura: "No sólo de pan vive el hombre" (Lc 4, 3-4; cf. Dt 8, 3). Después, el diablo muestra a Jesús todos los reinos de la tierra y dice: todo será tuyo si, postrándote, me adoras. Es el engaño del poder, que Jesús desenmascara y rechaza: "Al Señor, tu Dios adorarás, y a él solo darás culto" (cf. Lc 4, 5-8; Dt 6, 13). No adorar al poder, sino sólo a Dios, a la verdad, al amor. Por último, el Tentador propone a Jesús que realice un milagro espectacular: que se arroje desde los altos muros del Templo y deje que lo salven los ángeles, para que todos crean en él. Pero Jesús responde que no hay que tentar a Dios (cf. Dt 6, 16). No podemos "hacer experimentos" con la respuesta y la manifestación de Dios: debemos creer en él. No debemos hacer de Dios "materia" de "nuestro experimento".

Citando nuevamente la Sagrada Escritura, Jesús antepone a los criterios humanos el único criterio auténtico: la obediencia, la conformidad con la voluntad de Dios, que es el fundamento de nuestro ser. También esta es una enseñanza fundamental para nosotros: si llevamos en la mente y en el corazón la Palabra de Dios, si entra en nuestra vida, si tenemos confianza en Dios, podemos rechazar todo tipo de engaños del Tentador. Además, de toda la narración surge claramente la imagen de Cristo como nuevo Adán, Hijo de Dios humilde y obediente al Padre, a diferencia de Adán y Eva, que en el jardín del Edén cedieron a las seducciones del espíritu del mal para ser inmortales, sin Dios.

La Cuaresma es como un largo "retiro" durante el que debemos volver a entrar en nosotros mismos y escuchar la voz de Dios para vencer las tentaciones del Maligno y encontrar la verdad de nuestro ser. Podríamos decir que es un tiempo de "combate" espiritual que hay que librar juntamente con Jesús, sin orgullo ni presunción, sino más bien utilizando las armas de la fe, es decir, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia. De este modo podremos llegar a celebrar verdaderamente la Pascua, dispuestos a renovar las promesas de nuestro Bautismo.

Que la Virgen María nos ayude para que, guiados por el Espíritu Santo, vivamos con alegría y con fruto este tiempo de gracia. Que interceda en particular por mí y por mis colaboradores de la Curia romana, que esta tarde comenzaremos los ejercicios espirituales.

 

Francisco. Audiencia general (26-02-25). Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. I. La infancia de Jesús. 7. «Mis ojos han visto tu salvación» (Lc 2,30). La presentación de Jesús en el Templo

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Contemplemos hoy la belleza de «Jesucristo, nuestra esperanza» (1 Tm 1,1) en el misterio de su presentación en el Templo.

En los relatos de la infancia de Jesús, el evangelista Lucas nos muestra la obediencia de María y José a la Ley del Señor y a todas sus prescripciones. En realidad, en Israel no existía la obligación de presentar al niño en el Templo, pero quien vivía en la escucha de la Palabra del Señor y deseaba conformarse a ella, consideraba que era una práctica valiosa. Así lo hizo Ana, la madre del profeta Samuel, que era estéril; Dios escuchó su oración y ella, después de tener un hijo, lo llevó al templo y lo ofreció para siempre al Señor (cf. 1 S 1,24-28).

Lucas narra, pues, el primer acto de culto de Jesús, celebrado en la ciudad santa, Jerusalén, que será la meta de todo su ministerio itinerante a partir del momento en que tome la firme decisión de subir allí (cf. Lc 9,51), yendo al encuentro del cumplimiento de su misión.

María y José no se limitan a insertar a Jesús en una historia de familia, de pueblo, de alianza con el Señor Dios. Se ocupan de su custodia y de su crecimiento, y lo introducen en la atmósfera de fe y culto. Y ellos mismos crecen gradualmente en la comprensión de una vocación que los supera con creces.

En el Templo, que es «casa de oración» (Lc 19,46), el Espíritu Santo habla al corazón de un hombre anciano: Simeón, un miembro del pueblo santo de Dios preparado en la espera y en la esperanza, que alimenta el deseo de que se cumplan las promesas hechas por Dios a Israel por medio de los profetas. Simeón percibe en el Templo la presencia del Ungido del Señor, ve la luz que resplandece en medio de los pueblos sumidos «en tinieblas» (cf. Is 9,1) y va al encuentro de ese niño que, como profetiza Isaías, «nació para nosotros», es el hijo que «nos ha sido dado», el «Príncipe de la paz» (Is 9,5). Simeón abraza a ese niño que, pequeño e indefenso, descansa entre sus brazos; pero es él, en realidad, quien encuentra el consuelo y la plenitud de su existencia abrazándolo. Lo expresa en un cántico lleno de conmovedora gratitud, que en la Iglesia se ha convertido en la oración al final del día:

«Ahora, Señor, puedes dejar que tu siervo

se vaya en paz, según tu palabra,

porque mis ojos han visto tu salvación,

la que has preparado ante todos los pueblos:

luz para iluminar a los gentiles

y gloria de tu pueblo, Israel» (Lc 2,29-32).

Simeón canta la alegría de quien ha visto, de quien ha reconocido y puede transmitir a otros el encuentro con el Salvador de Israel y de los pueblos. Es testigo del don de la fe, que recibe y comunica a los demás; es testigo de la esperanza que no defrauda; es testigo del amor de Dios, que llena de alegría y de paz el corazón del ser humano. Lleno de este consuelo espiritual, el anciano Simeón ve la muerte no como el final, sino como la realización, como la plenitud, la espera como una «hermana» que no destruye, sino que introduce en la vida verdadera que ya ha pregustado y en la que cree.

En aquel día, Simeón no es el único que ve la salvación hecha carne en el niño Jesús. Lo mismo le sucede a Ana, una mujer de más de ochenta años, viuda, dedicada enteramente al servicio del Templo y consagrada a la oración. Al ver al niño, de hecho, Ana celebra al Dios de Israel, que precisamente en ese pequeño ha redimido a su pueblo, y se lo cuenta a los demás, difundiendo generosamente la palabra profética. El canto de la redención de dos ancianos difunde así el anuncio del Jubileo a todo el pueblo y al mundo. En el Templo de Jerusalén se reaviva la esperanza en los corazones porque en él ha hecho su entrada Cristo, nuestra esperanza.

Queridos hermanos y hermanas, imitemos también nosotros el ejemplo de Simeón y Ana, estos «peregrinos de la esperanza» que tienen ojos límpidos capaces de ver más allá de las apariencias, que saben «olfatear» la presencia de Dios en la pequeñez, que saben acoger con alegría la visita de Dios y volver a encender la esperanza en el corazón de los hermanos y hermanas.

 

DOMINGO 2 T. C.

 

Monición de entrada.-

Hoy es el segundo domingo de cuaresma y en él todos los años nos acordamos de cuando Jesús subió a la montaña del Tabor.

Allí pasó lo que nos pasa a sus amigos cuando estamos con Él, que le vemos con los ojos del corazón.

 

Señor, ten piedad.

Tu que eres al que más quiere el Padre. Señor, ten piedad.

Tú que eres el Hijo de Dios.  Cristo ten piedad.

Tú que eres el que se llenó de luz. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Por Dios ayude al Papa Francisco, a los obispos y sacerdotes.  Te lo pedimos, Señor.

Para que Dios cuide de las montañas. Te lo pedimos, Señor.

Para que Dios ayude a las personas que están en la cárcel. Te lo pedimos, Señor.

Para que todos los días nos acordemos de rezar. Te lo pedimos, Señor.

Para que nuestras mamás y nuestros papás se sientan muy queridos por nosotros. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias

Gracias Virgen María por esta misa en la que como los apóstoles hemos tenido a Jesús delante de nosotros y tú nos has ayudado a verle con los ojos del corazón.

 

ORACIÓN JUNIORS CORBERA.

 

EXPERIENCIA.

Toma una cruz o estampa del crucificado.

Contempla su rostro, los brazos extendidos, el costado abierto, los pies taladrados.

Pide a Cristo te conceda el don del Espíritu Santo para poder gustar su Palabra.

Entra en este enlace:

https://www.youtube.com/watch?v=y6Kw01mxC0c

Míralo y piensa en él.

 

REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X  Lectura del santo evangelio según san Lucas 4, 1-13.

En aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y el Espíritu lo fue llevando durante cuarenta días por el desierto, mientras era tentado por el diablo. En todos aquellos días estuvo sin comer y, al final, sintió hambre. Entonces el diablo le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan.

Jesús le contestó:

-Está escrito: “No solo de pan vive el hombre”.

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo:

-Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me ha sido dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.

Respondiendo Jesús, le dijo:

-Está escrito: “Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto.

Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:

-Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: “Ha dado órdenes a sus ángeles acerca de ti, para que te cuiden”, y también: “Te sostendrá en sus manos, para que tu pie no tropiece contra ninguna piedra”.

Respondiendo Jesús, le dijo:

-Está escrito: “No tentarás al Señor, tu Dios”.

Acabada toda tentación, el demonio se marchó hasta otra ocasión.

 

¿QUÉ DICE? lee el texto dos veces, en la segunda detente en las frases que más te sean significativas y piensa en ella, sin prisas ni pretender concluir la lectura. Te puede ayudar esta reflexión de Benedicto XVI: “La Cuaresma es como un largo "retiro" durante el que debemos volver a entrar en nosotros mismos y escuchar la voz de Dios para vencer las tentaciones del Maligno y encontrar la verdad de nuestro ser. Podríamos decir que es un tiempo de "combate" espiritual que hay que librar juntamente con Jesús, sin orgullo ni presunción, sino más bien utilizando las armas de la fe, es decir, la oración, la escucha de la Palabra de Dios y la penitencia. De este modo podremos llegar a celebrar verdaderamente la Pascua, dispuestos a renovar las promesas de nuestro Bautismo”.

 

¿QUÉ TE DICE?  Permanece en silencio. Repite alguna de las respuestas de Jesús. Permite al Espíritu Santo que empape tu corazón.

 

COMPROMISO.

 Mantenerte fuerte en la lucha contra la tentación, no dialogando con ella.

 

CELEBRACIÓN.

Escucha la canción de Hakuna Dime Padre.

https://www.youtube.com/watch?v=vfwSnpLsk6c

 Dime, Padre
Qué podemos hacer
Tus hijos se pierden
Y no entiendo por qué

Dime, Padre
Cada día se alejan más
Y de verdad que no he hecho nada mal
Pero curan sus heridas con lo que no les curará

Les di el Mandamiento del Amor
Me crucificarían mil veces más
Pero ellos huyen de su Creador
Y de su eterna felicidad
Y es que los hemos hecho tan libres
Que a veces me duele pensar
Que este don y este regalo
Lo utilicen para el mal

Dime, Padre
Cómo a nuestra familia reunir
Les ofrecemos la Eternidad
Pero prefieren huir

Dime, Padre
Cómo ablandar su corazón
Cómo quitar esta coraza
Formada por el dolor

Si supieran cuánto les amamos
Si supieran que todo tiene un porqué
Dime, Padre, cómo a sus almas acoger
Si supieran que ahora somos dependientes
De que nuestra creación nos quiera
Nuestro único deseo es que sus almas estén llenas

Dime, Padre
Cómo les explicamos
Que son
Lo que más amamos

Dime, Padre
Cómo les guiamos
A aquello que les completa
Si es que se refugian en falsas metas
Y nos destroza verles odiarse
Verles odiarse con tanta fuerza

Dime, Padre, cómo parar este dolor
Quiero que me quieran, pero no es obligación
Les miro con mis ojos llenos de compasión
Y te aseguro que acepto cualquier tipo de perdón

Solo nos queda esperar
A que escuchen nuestra voz
Que vean las puertas abiertas de este Cielo acogedor
Que siempre serán bienvenidos
A los brazos de este Corazón
Que solo quiere verlos unidos en la tierra con su Salvador

Y me hago pan, pero no me ven
Me cuelo en sus pensamientos, pero no me ven
Me meto en sus entrañas una y otra vez
Lloro todos los días, pero no me ven
Dime, Padre, qué puedo hacer
Tus hijos se pierden y se alejan
Y me da miedo que no sepan volver

Papá, dejarán de llorar
Espero que estos caminos vacíos se puedan solucionar
Esperaré hasta el último segundo
Para volverlo a intentar
No me rendiré, quiero a tus hijos de verdad

No ven que el Bien ya ha vencido
Que la serpiente que les hace temblar
Ya la ha pisado mi Madre
Solo tienen que mirarme
Y vivirán