martes, 13 de mayo de 2025

259. Domingo 5º Tiempo Pascual. 18 de mayo de 2025.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 14, 21b-27.

En aquellos días, Pablo y Bernabé volvieron a Listra, a Iconio y a Antioquía, animando a los discípulos y exhortándolos a perseverar en la fe, diciéndoles que hay que pasar por muchas tribulaciones para entrar en el reino de Dios. En cada Iglesia designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor, en quien habían creído. A travesaron Pisidia y llegaron a Panfilia. Y después de predicar la Palabra en Perge, bajaron a Atalía y allí se embarcaron para Antioquía, de donde los habían encomendado a la gracia de Dios para la misión que acababan de cumplir. Al llegar, reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe.

 

Textos paralelos.

Confortando los ánimos de los discípulos.

Hch 15, 32: Judas y Silas, que también eran profetas, animaron y confirmaron a los hermanos.

Hch 15, 41: Atravesó Siria y Cilicia confirmando a las comunidades.

Hch 18, 23: Pasada una temporada partió y fue atravesando Galacia y Frigia, confirmando a todos los discípulos.

Es necesario que pasemos por muchas tribulaciones.

Hch 11, 23: Al llegar y comprobar la gracia de Dios se alegró.

Hch 13, 43: Al disolverse la asamblea, muchos judíos y prosélitos devotos acompañaron a Pablo y Bernabé, los cuales les hablaban e instaban a mantenerse en el favor de Dios.

Mt 10, 22: Quien dé a beber un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños por su condición de discípulo, os aseguro que no perderá la paga.

Mt 24, 13: El que aguante hasta el fin se salvará.

Rm 5, 3-4: No solo eso, sino que además nos gloriamos de nuestras tribulaciones; pues sabemos que sufriendo ganamos aguante, aguantando nos aprueban, aprobados esperamos.

Entrar en el Reino de Dios.

2 Ts 1, 4s: Hasta el punto de que estamos orgullosos de vosotros frente a las iglesias de Dios, por vuestra fe y paciencia en las persecuciones y aflicciones que soportáis; que son prueba del justo juicio de Dios y servirán para haceros dignos del reino de Dios, por el que padecéis. Es justo que Dios pague con aflicción a los que os afligen y a vosotros, los afligidos, os alivie.

2 Tm 2, 12: Si aguantamos reinaremos con él.

Hacer oración acompañada de ayunos.

2 Tm 3, 12: Y todos los que quieran vivir religiosamente como cristianos, sufrirán persecuciones.

Los encomendaron al Señor.

Hb 10, 36: Os hace falta paciencia para cumplir la voluntad de Dios y obtener lo prometido.

Hch 13, 3: Ayunaron, oraron e imponiéndoles las manos, los despidieron.

 

Notas exegéticas.

14 23 Según el modelo de las comunidades judías de la Dispersión. Es posible que las iglesias participaran en su elección, pero en todo caso la decisión final pertenecía a los apóstoles y, de algún modo, al Espíritu Santo.

14 25 Adicción: “del Señor” o “de Dios”.

14 27 Análoga metáfora en San Pablo (1 Co 16, 9). Curiosamente aparece en mitad del libro. El acceso de los paganos a la fe, anunciado en 10, 45, constituye el acontecimiento bisagra en el que se apoyan las dos partes del libro.

Salmo responsorial

Salmo 145 (144), 8-9.10-11.12-13ab (R.: cf. 1bc)

 

Bendeciré tu nombre por siempre,

Dios mío, mi rey. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

 

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles.

Que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas.  R/.

 

Explicando tus hazañas a los hombres,

la gloria y majestad de tu reinado.

Tu reinado es un reinado perpetuo,

tu gobierno va de edad en edad. R/.

 

Textos paralelos.

Te ensalzaré, Dios mío, mi Rey.

Sal 44, 5: ¡Tú eres mi Rey y mi Dios, que asignas las victorias a Jacob!

Es Yahvé clemente y misericordioso.

Sal 103, 8: El Señor es compasivo y clemente, paciente y misericordioso.

Sal 103, 13: Como un pobre se enternece con sus hijos, así se enternece el Señor con sus fieles.

Sb 1, 13-14: Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. Todo lo creó para que subsistiera; las criaturas del mundo son saludables: no hay en ellas veneno de muerte ni el abismo impera en la tierra.

Alábente, Yahvé, tus creaturas.

Sal 93, 1: El Señor reina, de majestad vestido, el Señor, vestido y ceñido de poder. Así está firme el orbe y no vacila.

1 Cro 29, 11: A ti, Señor, la grandeza, el poder, el honor, la majestad y la gloria, porque tuyo es cuanto hay en el cielo y tierra.

Tu reinado es un reinado por los siglos.

Dn 3, 33: Ya no podemos abrir la boca, pues la vergüenza abruma a tus siervos y a tus fieles.

Sal 103, 13: El perdona todas tus culpas, cura todas tus dolencias.

1 Tm 1, 17: Al Rey de los siglos, al Dios único, inmortal e invisible, honor y gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Ap 11, 15: El séptimo ángel dio un toque de trompeta: voces potentes resonaron en el cielo: Ha llegado el reinado en el mundo de nuestro Señor y de su Mesías: reinará por los siglos de los siglos.

 

Notas exegéticas.

145 Salmo “alfabético”, que toma prestados segmentos de otros salmos.

145 12 “tus proezas… tu reinado”, versiones; “sus… su” hebreo.

145 13 Las versiones conservan el verso nun, omitido en el hebreo.

 

Segunda lectura.

Lectura del libro del Apocalipsis 21, 1-5a.

Yo, Juan, vi un cielo nuevo y una tierra nueva, pues el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar ya no existe. Y vi la ciudad santa, la nueva Jerusalén que descendía del cielo, de parte de Dios, preparada como una esposa que se ha adornado para su esposo. Y oí una gran voz desde el trono que decía:

-He aquí la morada de Dios entre los hombres, y morará entre ellos, y ellos serán su pueblo, y el “Dios con ellos” será su Dios. Y enjugará toda lágrima de sus ojos, y ya no habrá muerte, ni duelo, ni llanto ni dolor, porque lo primero ha desaparecido.

Y dijo el que está sentado en el trono:

-Mira, hago nuevas todas las cosas.

 

Textos paralelos.

Ap 7, 15-17: Por eso están ante el trono de Dios, le dan culto día y noche en su templo, y el que se sienta en el trono habita entre ellos. No pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno, porque el Cordero que está en el trono los apacentará y los guiará a fuentes de agua viva. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.

Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva.

Is 65, 17: Mirad, yo voy a crear un cielo nuevo y una tierra nueva; de lo pasado no haya recuerdo, ni venga pensamiento.

2 P 3, 13: ¿Quién podrá haceros daño si sois solícitos del bien?

Rm 8, 19-23: La humanidad aguarda expectante a que se revelen los hijos de Dios. La humanidad fue sometida al fracaso, no de grado, sino con la esperanza de que esa humanidad se emanciparía de la esclavitud de la corrupción para obtener la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Sabemos que hasta ahora la humanidad está gimiendo con dolores de parto. Y no solo ella; también nosotros, que poseemos las primicias del Espíritu, gemimos por dentro aguardando la condición filial, el rescate de nuestro cuerpo.

El mar no existe ya.

Jb 7, 12: ¿Soy el Océano o el Dragón para que me pongas un bozal?

Bajaba del cielo.

Ap 19, 7-8: Hagámosle fiesta alegre dándole gloria, porque ha llegado la boda del Cordero, y la novia está preparada. La han vestido de lino puro resplandeciente (el lino son las obras buenas de los santos).

Esta es la morada de Dios.

Ap 7, 15-17: Por eso están ante el trono de Dios, le dan culto día y noche en su templo, y el que se sienta en el trono habita entre ellos. No pasarán hambre ni sed, no les hará daño el sol ni el bochorno, porque el Cordero que está en el trono los apacentará y los guiará a fuentes de agua viva. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos.

Dios compartirá con los hombres.

Ez 37, 27: Tendré mi morada junto a ellos, yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.

pondrá su morada entre ellos.

Is 7, 14: Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal: Mirad: la joven está encinta y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emanuel.

Serán su pueblo.

Is 25, 8: Y aniquilará la muerte para siempre. El Señor enjugará las lágrimas de todos los rostros y alejará de la tierra entera el oprobio de su pueblo – lo ha dicho el Señor –.

Enjugará las lágrimas.

Is 35, 10: Y volverán a Sión con cánticos: en cabeza, alegría perpetua, siguiéndolos, gozo y alegría; pena y aflicción se alejarán.

Voy a hacer nuevas todas las cosas.

2 Co 5, 17: Si uno es cristiano, es criatura nueva. Lo antiguo pasó, ha llegado lo nuevo.

 

Notas exegéticas.

21 La ciudad de los elegidos en contraste total con Babilonia es un don de Dios. La perspectiva es puramente celeste, como en 7, 15-17. El comienzo se inspira en Isaías (sobre todo 51 y 65). Jerusalén, ciudad de David, capital y centro religioso de Israel, ciudad de Dios, ciudad santa, etc., cuyo corazón era el monte en el que estaba edificado el Templo, era considerada en Israel como la metrópoli futura del pueblo mesiánico. En ella fundó el Espíritu Santo la iglesia cristiana. Aquí es trasladada al cielo, donde se cumple el designio Salvador de Dios cuando se celebran sus bodas con el Cordero.

21 1 (a) En Isaías 65, 17; 66, 22, la expresión solo era el símbolo de la renovación de la era mesiánica. Siguiendo a Cristo San Pablo abre perspectivas más realistas: toda la creación será renovada un día. liberada de la servidumbre de la corrupción, transformada por la gloria de Dios.

21 1 (b) El mar, morada del Dragón y símbolo del mal, desaparecerá como en los días del Éxdo, pero esta vez para siembre, ante la marcha victoriosa del nuevo Israel.

21 2 Son los nuevos desposorios de Jerusalén con Dios, con júbilo y gozo, y el ideal del Éxodo finalmente conseguido.

21 3 “y él, Dios con ellos, será su Dios. Dios mismo será su Dios, y Dios mismo estará con ellos. Fórmula clásica de la alianza. La presencia y la intimidad caracterizan la alianza de Dios con su pueblo. Será consumada al fin de los tiempos.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 13, 31-33a.34-35.

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:

-Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros. Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amados también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros.

 

Textos paralelos.

Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre.

Mt 8, 20: Las zorras tienen madrigueras, los pájaros tienen nidos, pero este Hombre no tiene donde recostar la cabeza.

Dios también le glorificará en sí mismo.

Jn 1, 14: La Palabra se hizo hombre y acampó entre nosotros. Contemplamos su gloria, gloria como de Hijo único del Padre, lleno de lealtad y fidelidad.

Os doy un mandamiento nuevo.

1 Jn 2, 8: Pero en cierto modo os escribo un precepto nuevo, que se hace realidad en él y en vosotros; porque se alejan las tinieblas y la luz verdadera ya alumbra.

Como yo os he amado.

Jn 15, 12: Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os amé.

Jn 15, 17: Esto es lo que os mando, que os améis unos a otros.

Lv 19, 18: No serás vengativo ni guardarás rencor a tus conciudadanos. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.

Mt 19, 19: Honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.

Mt 22, 39: El segundo es equivalente: Amarás al prójimo como a ti mismo.

Todos conocerán que sois discípulos míos.

Lc 10, 26-27: Le contestó: “¿qué está escrito en la Ley?, ¿qué es lo que lees?”. Replicó: “Amarás al Señor tu Dios de todo corazón, con toda el alma, con toda la mente, y al prójimo como a ti mismo”.

Os tenéis amor unos a otros.

Dt 28, 8-10: Que el Señor mande contigo la bendición en tus graneros y en tus empresas y te bendiga en la tierra que va a darte el Señor, tu Dios. Que el Señor te nombre su pueblo santo, como te tiene prometido, si guardas los preceptos del Señor, tu Dios, y vas por tus caminos; así verán todos los pueblos de la tierra que se han invocado sobre ti el nombre del Señor, y te temerán.

Hch 4, 32: La multitud de los creyentes tenía un alma y un corazón. No llamaban propia a ninguna de sus posesiones, antes lo tenían todo en común.

 

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

13 31 La Pasión ha comenzado, puesto que Judas, impulsado por Satanás, acaba de salir; Jesús celebra ya su triunfo como consumado.

13 32 (a) Omisión: “Si Dios ha sido glorificado en él”.

13 32 (b) “sí mismo” designa a Dios Padre, que glorificará al Hijo del hombre tomándolo consigo en la gloria.

13 33 (a) La glorificación de Jesús se halla vinculada a su partida. Para los judíos, la separación definitiva; para los discípulos, momentánea.

13 33 (b) Si no es por la muerte.

13 34 A la idea de la separación de Cristo que preparara el anuncio de la negación de Pedro el evangelista une el precepto del amor, testamento de Cristo. Este precepto presente y a en la Ley mosaica , es nuevo porque la perfección a que Jesús lo eleva y porque constituye como señal distintiva de los tiempos nuevos, inaugurados y revelados por la muerte e Jesús.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

30 ERA (DE) NOCHE: la hora de las tinieblas, del dominio de la oscuridad. Sobre este fondo de negrura espiritual surge la luz esplendorosa: la gloria del Hijo.

31-32 La muerte de Jesús, que para los judíos era la supresión de un personaje molesto, para Jesús era el comienzo de su glorificación. Jesús ve su muerte como ya superada. // EMPIEZA A SER GLORIFICADO (aoristo griego ingresivo) por Dios (voz pasiva teológica). En el v. 32, la misma frase puede entenderse con significado de voz media: Dios (el Padre) se glorifica en su Hijo, e.d., manifiesta su esplendor en el Hijo.

34 Los vs. 34-35 son una interrupción en la conversación. ¿Quizás su puesto primitivo en la narración no era este? // UN MANDATO NUEVO: los rabinos sabían que hasta el mismo primer mandamiento puede olvidáersenos; por eso recomendaban ponerlo sobre el corazón y decían: “Que no esté entre tus ojos como un decreto viejo al que no se hace caso, sino como uno nuevo que todos quieren leer” (Sifré Deuteronomio 6, 6). Más fácilmente aún se nos hace viejo el mandato del amor al prójimo, que se lee en Lv 19, 18; la novedad y la hondura que le da Jesús está en ese COMO YO OS HE AMADO, e.d., hasta la vida. la caridad fraterna entre crsistianos no es una mera manifestción ética, sino un compromiso que nos asemeja a Jesús, porque nace de la caridad de Cristo enb nosotros. El adverbio comparativo COMO, podría quizás tradicirse: por el hecho de que… Para el adjetivo NUEVO (griego ainós) cf. Lv 22, 20

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

13, 34 Cristo resumió todo el conjunto de sus enseñanzas en este mandamiento nuevo. Estaba pidiendo así a sus discípulos que se amaran los unos a los otros con su propio corazón, el corazón de Cristo. Dejó claro que esa es la clase de amor que atraerá a otros al Evangelio y a la conversión. Cat. 782, 1970, 2822.

13, 25 Ya los diez mandamientos nos invitan a “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente” y a “amar a tu prójimo como a ti mismo” (Mt 22, 36). El mandamiento nuevo que Cristo da aquí es nuevo porque es suyo (este es mi mandamiento: Jn 15, 12); su novedad proviene de la novedad de Cristo. Cat. 1822-1829, 2842.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

782 El pueblo de Dios tiene características que le distinguen claramente de todos los grupos religiosos, étnicos, políticos o culturales de la historia: Su ley es el mandamiento nuevo: amar como el mismo Cristo nos amó. Esta es la ley nueva del Espíritu Santo.

1970 La ley evangélica entraña la elección decisiva entre los dos caminos y la práctica de las palabras del Señor; esta resumida en la regla de oro: “Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros; porque esta es la ley y los profetas” (Mt 7, 12). Toda ley evangélica está contenida en el mandamiento nuevo de Jesús: amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado.

1972 La ley nueva es llamada ley del amor, porque hace obrar por el amor que infunde el Espíritu Santo más que por el temor.

2822 Su mandamiento [del Padre], que resume todos los demás y nos dice toda su voluntad, es que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado.

1823 Jesús hace de la caridad un mandamiento nuevo. Amando a los suyos hasta el fin, manifiesta el amor del Padre que ha recibido. Amándose unos a otros, los discípulos imitan el amor de Jesús que reciben en ellos.

1825 El Señor nos pide que amemos como Él hasta a nuestros enemigos, que nos hagamos prójimos del más lejano, que amemos a los niños y a los pobres como Él mismo.

1826 Si no tengo caridad, dice también el apóstol, anda soy. Y todo lo que es privilegio, servicio, virtud misma… si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es superior a todas las virtudes. Es la primera de las virtudes teologales: Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.

1827 El ejercicio de todas las virtudes está animado e inspirado en la caridad. Esta es el vínculo de perfección; es la forma de las virtudes; las articula y las ordena entre sí; es fuente y término de su práctica cristiana. La caridad asegura y purifica nuestras facultad humana de amar. La eleva a la perfección sobrenatural del amor divino.

2842 Este “como” no es el único en la enseñanza de Jesús: “Sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial” (Mt 5, 48); “Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso” (Lc 6, 36); “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13, 34). Observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación, vital y nacida del fondo del corazón, en la santidad, en la misericordia y en el amor de nuestro Dios. Solo el Espíritu que es nuestra vida puede hacer nuestros los mismos sentimientos que hubo en Cristo Jesús. Así, la unidad del perdón se hace posible, perdonándonos mutuamente como nos perdonó Dios en Cristo.

 

Concilio Vaticano II.

La identidad de este pueblo es la dignidad y la libertad de los hijos de Dios, en cuyos corazones habita el Espíritu Santo como en un templo. Su ley es el mandamiento nuevo: amar cono el mismo Cristo nos amó (cf. Jn 13, 34). Su destino es el Reino de Dios, que Él mismo comenzó en este mundo, que ha de ser extendido hasta que Él mismo lo lleve también a su perfección, cuando se manifieste Cristo, nuestra vida.

Lumen Gentium, 9.

Los cristianos, recordando la palabra del Señor “en esto conocerán que sois mis discípulos, si os amáis unos a otros” (Jn 13, 35), nada pueden desear más ardientemente que servir cada vez más generosa y eficazmente a los hombres del mundo actual. Y así, presentando fielmente su adhesión al Evangelio y disponiendo de sus fuerzas, unidos a todos los que aman y practican la justicia, han tomado sobre sí la realización de una tarea inmensa en la tierra, de la que han de rendir cuenta a Aquel que juzgará a todos en el último día.

Gaudium et spes, 93.

 

Comentarios de los Santos Padres.

Lo glorificará inmediatamente, esto es… no esperará durante un largo período después de la resurrección…, sino que hará aparecer su resplandor en la misma cruz.

Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 72, 2. IVb, pg. 157.

El que antes había prohibido el homicidio, ahora prohíbe la simple ira; el que antes había prohibido el adultero, ahora prohíbe el deseo ilegítimo; el que antes prohibía el robo, ahora declara dicho al quien ayuda a los necesitados con su propio trabajo; el que antes había prescrito el odio a los enemigos, ahora ordena el amor a los enemigos.

Constituciones apostólicas, 6, 23. IVb, pg. 163.

¿Tal vez será nuevo porque, despojándonos del hombre viejo, nos ha vestido del hombre nuevo? El hombre que oye, o mejor, el hombre que obedece, se renueva, no por una cosa cualquiera, sino pro la caridad, de la cual, para distinguirla del amor carnal, añade el Señor: “Como yo os he amado”.

Quienes bien entienden, hallan los dos mandamientos el uno en el otro. Porque quien ama a Dios, no puede despreciar su mandato de amar al prójimo. Y quien santa y espiritualmente ama al prójimo, ¿qué ama en él sino a Dios? Es este un amor distinto de todo amor mundano, cuya distinción señala el Señor, diciendo: “Como yo os he amado”.

Agustín, Tratados sobre el Ev. de Juan, 65, 1. IVb, pg. 164.

“Como yo os he amado”. Al amaros no he estado saldando una deuda con vosotros por las cosas que ya habéis realizado. Soy yo quien ha iniciado el proceso, quiso decir. También vosotros debéis hacer bien a quienes más queréis, aunque no estéis en deuda con ellos.

Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 72, 3. IVb, pg. 164.

 

San Agustín

Quien quiera que seas tú que quieres extinguir el viejo pecado, apaga la concupiscencia con el mandamiento nuevo y abrázate al amor. Como la concupiscencia es la raíz de todos los males, así también el amor es la raíz de todos los bienes. […] Si, pues, no dispones de tiempo para escudriñar todas las páginas santas, para quitar todos los velos a sus palabras y penetrar en todos los secretos de las Escrituras, mantente en el amor, del que pende todo; así tendrás lo que allí aprendiste y también lo que aún no has aprendido. En efecto, si conoces el amor, conoces algo de lo que pende también lo que tal vez no conoces. En lo que comprendes de las Escrituras, se descubre evidente el amor; en lo que no entiendes se oculta. Quien tiene amor en sus costumbres posee, pues, tanto lo que está a la vista como lo que está oculto en la palabra divina. Por tanto, hermanos, perseguid el amor, el dulce y saludable vínculo de las mentes sin el que el rico es pobre y con el que el pobre es rico. El amor da resistencia en las adversidades y moderación en la prosperidad; es fuerte en las pruebas, alegre  en las buenas obras; confiado en la tentación, generoso en la hospitalidad; alegre entre los verdaderos hermanos, pacientísimo entre los falsos.

Sermón 350. I, pgs. 559ss.

 

San Juan de Ávila

Ayer vimos en la lección cómo nos manda Dios que amemos a nuestros prójimos con obra, deciéndonos que, si vemos a nuestros prójimos en necesidad y cerramos las entrañas a ellos, no mora en nosotros el amor de Dios. En la lección de hoy prosigue la mesma materia.

Lecciones sobre 1 San Juan (I), II, pg. 330.

Mas otra vez les repite y renueva aquel mismo mandamiento, que aunque es viejo, cuanto al tiempo de la notificación de él, porque ya lo habían oído, mas es nuevo en sí, porque es mandamiento nuevo, como el Señor dijo. Y ansí llámale agora nuevo, porque habla del mandamiento en sí.  

Lecciones sobre 1 San Juan (II), II, pg. 370.

Y así, aquellas espuelas con que un cristiano debe ser movido para bien obrar, así como es mirar que, pues invocáis a Dios por nombre de Padre, es razón que hagáis obras dignas de hijo; y pues Cristo os es dado por ejemplo, para que, mirando a él, rijáis vuestra vida, procurad de mirarlo; mirad que nos amó hasta la muerte y nos mandó, conforme a su ejemplo, amarnos unos a otros (cf. Jn 13, 34).

Causas y remedios de las herejías. II, pg. 535.

Y como Él dio su vida por la salvación de las ánimas y mandó que nos amásemos como Él nos amó (Jn 13, 34), no creo hará buen rostro a quien puso tan mal cobro a los que él vino a buscar del cielo a la tierra.

Advertencias necesarias para reyes. II, pg. 634.

¿No es cosa de decir el poco cuidado que tenemos de los prójimos, habiéndnos dicho Jesucristo: Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os amé (Jn 15, 12); y en esto conocerán que sois mis discípulos, si hay amor entre vosotros? (Jn 13, 35). El que errare en este mi mandamiento, de tener amor y entrañas de piedad con el prójimo, perdido va. Plega a Dios que nos dé su gracia para que siempre las tengamos; para que, después de esta vida, vayamos con Él a gozar de su gloria. Lo cual nos dé por su infinita bondad. Amén.

Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 329.

Mira luego si tienes esta condición, ansí en reverenciar al Padre, como en amar a los prójimos, que dicho tiene: In hoc cognoscent homines quia discipuli mei estis, si dilectionanem habueritis ad invicem (Jn 13, 35).

Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 356.

Sea el sexto que trabaje lo más que pudiere por hacer alguna caridad cada día a algún prójimo, acordándose de aquella sentencia del Redemptor que dice: En esto conocerán todos si sois mis discípulos, si os amáredes unos a otros (Jn 13, 35). Y, conforme a esto, debe también tener memoria cada día de rogar a Dios por la Iglesia, que con tanta costa redimió.

Reglas de espíritu. II, pg. 841.

El nono sea la caridad con los prójimos, que trabaje por hacer cada día alguna limosna corporal o espiritual; porque en esto dice Cristo que se han de conocer sus discípulos (Jn 13, 35), en amarse unos a otros; y este amor, dice San Juan, que no sea de palabra, sino de obra: Filioli, non diligamus verbo [Hijos míos, no amemos de palabra] (1 Jn 3, 18).

Reglas de espíritu. II, pg. 850.

Tenga cada uno compasión con su prójimo: enferme con quien enferma, llore con quien llora (cf. 1 Cor 9, 22). Ten compasión, y con esto haz la obra de misericordia (cf. Jn 13, 34). ¿Qué te aprovecha llorar con tu prójimo? No hagas mal a la viuda, ni al huérfano, ni al pobre. ¿No os respondí esto por los profetas pasados? No lo quisieron oír, sino volvieron las espaldas y pusieron su corazón más duro que diamante. ¡Que veas a tu prójimo deshonrado, lo veas pobre y enfermo, y te vayas tú riendo a tu casa, como si no te tocase nada! Más adelante: ¡Que tenga tu perro y tu mula de comer, que les sobre, y no Jesucristo! ¡Corazón de diamante! Por no oír mi ley, que dice: este es mi mandamiento, que os améis unos a otros; por no oír cosa de amor, apretaron el corazón, porque no entre allá esta ley.

Sermón domingo 21 después de Pentecostés. III, pg. 306.

Hombres hay fuertes en hacer abstinencia, y en otras obras penales, y en rezar devociones; y muy flacos en la caridad, como si no hubiera dicho Jesucristo nuestro Señor: En esto conocerán todos que sois discípulos míos, si os amárades unos a otros (Jn 13, 35). Y siendo mandamiento de Dios que primero le amemos a Él, y después a nuestras ánimas, y tras ellas las ánimas de nuestros prójimos, y a la postre la vida de nuestros cuerpos, estamos tan lejos de amar sus ánimas más que a nuestros cuerpos, que hay muchos que solo el oírlo les da mucho espanto, y a duras penas pueden creer que Dios nuestro Señor haya mandado tal cosa. Lo cual es señal que están sin la joya de la caridad, porque esta no solo no es pesada a quien la tiene, mas hace a las cosas pesadas ser tan ligeras, que la más terrible de todas, que es la muerte, hace pasar de buena gana por amigo.

Sermón vísperas del Corpus. III, pg. 459.

Y todos generalmente guardad la unidad del corazón, que Cristo oró al Padre, diciendo: Quiero, Padre, que sean una cosa, así como tú y yo somos una cosa (cf. Jn 17, 22). No haya división – que es cosa del infierno – entre los llamados a la santa cristiandad que se llama reino de Dios; no traigan pleito los que son hijos de paz; no haya maldiciones entre los que esperan poseer el reino de Dios por una bendición; no haya envidias entre los que son miembros de un cuerpo, entre los cuales el uno se goza del bien del otro y se entristece del mal; no fantasías entre los que adoran a Aquel que el jueves de la Cena se hincó los pies, dijo: Ejemplo os he dado, que ansí como yo he hecho, así hagáis vosotros (cf. Jn 13, 15). No tenga lugar la codicia entre los que oyen: Mi mandamiento es que os améis unos a otros como yo os amé (cf. Jn 13, 34). Sed, pues, hermanos, tales, que vuestra vida glorifique a vuestro Padre que está en los cielos (cf. Mt 5, 16).

Carta para la villa de Utrera. IV, pg. 370.

 

San Oscar Romero.

Pero hay una voz en nombre de todo ese organismo que sufre, que clama y dice la verdad, la fortaleza, el aliento. Y yo siento, hermano, que yo soy esa voz y ciertamente- como lo hemos dicho en el mensaje que todos deben haber leído en los periódicos de esta semana- cumplimos una misión. Por una parte solidarizarnos con las angustias y esperanzas de los hombres de nuestro tiempo, especialmente de los más pobres, de los que sufren. Y por otra parte, fíjense bien que no es hacer política cuando hablamos así. El Concilio- he puesto entre comillas esa frase dice: "Deber de la Iglesia es dar su juicio moral incluso sobre materias referentes al orden político cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la salvación de las almas". Una frase muy hermosa del Papa Pío XI- yo era estudiante en Roma y me emocionó mucho-: "La Iglesia no hace política, pero cuando la política toca su altar, la Iglesia defiende su altar". Los derechos del hombre le interesan a la Iglesia. La vida en peligro le interesa a la Madre Iglesia. Las madres que sufren están muy en el corazón de la Iglesia en este momento. Los que no pueden hablar, los que sufren, los que son torturados, callados, le interesan a la Iglesia. No es hacer política. Simplemente la política está tocando el altar, está tocando la moral, y la Iglesia tiene el derecho de hablar su palabra de orientación moral.

Homilía. 8 de mayo de 1977.

 

León XIV. Regina Coeli. 11 de mayo de 2025.

Queridos hermanos y hermanas, ¡feliz domingo!

Considero un don de Dios el hecho de que el primer domingo de mi servicio como Obispo de Roma sea el del Buen Pastor, el cuarto del tiempo de Pascua. En este domingo, en la misa, siempre se proclama la lectura del capítulo décimo del Evangelio de Juan, en la que Jesús se revela como el verdadero Pastor, que conoce, ama y da la vida por sus ovejas.

En este domingo, desde hace sesenta y dos años, se celebra la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. Y, además, Roma acoge hoy el Jubileo de las Bandas musicales y de los Espectáculos populares. Saludo con afecto a todos los peregrinos y les doy las gracias porque con su música y sus representaciones alegran la fiesta, la fiesta de Cristo Buen Pastor: sí, es Él quien guía a la Iglesia mediante su Espíritu Santo.

Jesús en el Evangelio afirma que conoce a sus ovejas, y que ellas escuchan su voz y le siguen (cf. Jn 10,27). En efecto, como enseña el Papa san Gregorio Magno, las personas “corresponden al amor de quien les ama” (cf. Homilía 14,3).

Hoy pues, hermanos y hermanas, tengo la alegría de rezar con ustedes y con todo el Pueblo de Dios por las vocaciones, especialmente al sacerdocio y a la vida religiosa. ¡La Iglesia los necesita! Y es importante que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades: acogida, escucha, estímulo en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de entrega generosa a Dios y a sus hermanos.

Hagamos nuestra la invitación que el Papa Francisco nos dejó en su Mensaje para esta Jornada en la que nos pedía acoger y acompañar a los jóvenes. Roguemos al Padre celestial el ser, los unos para los otros, cada uno según su estado, pastores “según su corazón” (cf. Jr 3,15), capaces de ayudarnos mutuamente a caminar en el amor y en la verdad. Y a los jóvenes les digo: “¡No tengan miedo! ¡Acepten la invitación de la Iglesia y de Cristo Señor!”

La Virgen María, cuya vida fue toda una respuesta a la llamada del Señor, nos acompañe siempre en el seguimiento de Jesús.

Después del Regina Caeli

Hermanos y hermanas,

la gran tragedia de la Segunda Guerra Mundial, terminó hace 80 años, el 8 de mayo, después de haber causado 60 millones de víctimas. En el dramático escenario actual de una tercera guerra mundial por partes, como afirmó el Papa Francisco en más de una ocasión, también yo me dirijo a los grandes del mundo, repitiendo el llamamiento siempre actual: “¡Nunca más la guerra!

Llevo en mi corazón los sufrimientos del amado pueblo ucraniano. Se haga lo posible para alcanzar cuanto antes un paz auténtica, justa y duradera. Sean liberados todos los prisioneros y los niños puedan regresar con sus familias.

Me entristece profundamente lo que sucede en la Franja de Gaza. ¡Cese inmediatamente el fuego! Se preste ayuda humanitaria a la exhausta población civil y se liberen a todos los rehenes.

He acogido con satisfacción el anuncio del alto el fuego entre India y Pakistán, y deseo que a través de las próximas negociaciones se pueda alcanzar pronto un acuerdo duradero.

¡Pero cuántos otros conflictos hay en el mundo! Encomiendo a la Reina de la paz este sentido llamamiento para que sea Ella quien se lo presente al Señor Jesús para obtener el milagro de la paz.

Hoy en Italia y en otros países se celebra la fiesta de la madre. Mando un afectuoso saludo a todas las madres, con una oración por ellas y por las que están ya en el Cielo.

¡Feliz día a todas las madres!

¡Gracias a todos vosotros! ¡Feliz domingo a todos!

 

Francisco. Regina Coeli. 28 de abril de 2013.

Antes de concluir esta celebración, quisiera confiar a la Virgen a los confirmados y a todos vosotros. La Virgen María nos enseña el significado de vivir en el Espíritu Santo y qué significa acoger la novedad de Dios en nuestra vida. Ella concibió a Jesús por obra del Espíritu, y cada cristiano, cada uno de nosotros, está llamado a acoger la Palabra de Dios, a acoger a Jesús dentro de sí y llevarlo luego a todos. María invocó al Espíritu con los Apóstoles en el Cenáculo: también nosotros, cada vez que nos reunimos en oración estamos sostenidos por la presencia espiritual de la Madre de Jesús, para recibir el don del Espíritu y tener la fuerza de testimoniar a Jesús resucitado. Esto lo digo de manera especial a vosotros, que habéis recibido la Confirmación: Que María os ayude a estar atentos a lo que el Señor os pide, y a vivir y caminar siempre según el Espíritu Santo.

Quisiera extender mi saludo afectuoso a todos los peregrinos presentes, venidos de tantos países. Saludo en particular a los muchachos que se preparan para la Confirmación, al numeroso grupo guiado por las Hermanas de la Caridad, a los fieles de algunas parroquias polacas y a los de Bisignano, así como a la Katholische akademische Verbindung Capitolina.

En este momento, un momento especial, deseo elevar una oración por las numerosas víctimas que causó el trágico derrumbe de una fábrica en Bangladesh. Expreso mi solidaridad y profunda cercanía a las familias que lloran a sus seres queridos y dirijo desde lo profundo del corazón un fuerte llamamiento a fin de que se tutele siempre la dignidad y la seguridad del trabajador.

Ahora, en la luz pascual, fruto del Espíritu, nos dirigimos juntos a la Madre del Señor.

 

Francisco. Regina Coeli. 24 de abril de 2016.

Al término de esta celebración jubilar, mi pensamiento se dirige de manera particular a vosotros, queridos chicos y chicas. Habéis venido de Italia y de diversas partes del mundo para vivir momentos de fe y de fraterna convivencia. Gracias por vuestro alegre y bullicioso testimonio. ¡Id hacia adelante con coraje!

Ayer en Burgos (España), fueron proclamados beatos los sacerdotes Valentín Palencia Marquina y sus cuatro compañeros mártires, jóvenes, asesinados por su fe durante la Guerra civil española. Alabemos al Señor por estos valientes testigos suyos, y por su intercesión supliquémosle que libere al mundo de toda violencia.

Siempre está viva en mí la preocupación por los hermanos obispos, sacerdotes y religiosos, católicos y ortodoxos, secuestrados desde hace mucho tiempo en Siria. Que Dios Misericordioso toque el corazón de los secuestradores y conceda lo antes posible a estos hermanos nuestros ser liberados y poder regresar a sus comunidades. Por esto os invito a todos a rezar, sin olvidar a las otras personas secuestradas en el mundo.

Confiamos todas nuestras aspiraciones y nuestras esperanzas a la intercesión de María, Madre de Misericordia.

[Tras la bendición el Pontífice concluyó con estas palabras]

Queridos jóvenes, habéis celebrado el Jubileo: ahora volved a casa con la alegría de vuestra identidad cristiana. De pie, con la cabeza alta, y con vuestro documento de identidad en vuestras manos y en vuestro corazón. Que el Señor os acompañe. Y, por favor, rezad también por mí. Gracias

 

Francisco. Regina Coeli. 17 de mayo de 2019.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy nos conduce al Cenáculo para hacernos escuchar algunas palabras que Jesús dirigió a sus discípulos en el “discurso de despedida” antes de su Pasión. Después de haber lavado los pies a los Doce, Él les dijo: «Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros» (Juan 13, 34). ¿Pero en qué sentido Jesús llama “nuevo” a este mandamiento? Porque sabemos que ya en el Antiguo Testamento, Dios había mandado a los miembros de su pueblo amar al prójimo como a sí mismos (cf. Levítico 19, 18). Jesús mismo, a quién le preguntaba cuál era el mandamiento más importante de la Ley, respondía que el primero es amar a Dios con todo el corazón y el segundo amar al prójimo como a sí mismo (cf. Mateo 22, 38-39).

Entonces, ¿cuál es la novedad de este mandamiento que Jesús encomienda a sus discípulos? ¿Por qué lo llama “mandamiento nuevo”? El antiguo mandamiento del amor se ha convertido en nuevo porque ha sido completado con este añadido: «como yo os he amado a vosotros», «amaos los unos a los otros como yo os he amado». La novedad está completamente en el amor de Jesucristo, ese con el que Él ha dado la vida por nosotros. Se trata del amor de Dios, universal, sin condiciones y sin límites, que encuentra el ápice sobre la cruz. En ese momento de extremo abajamiento, en ese momento de abandono al Padre, el Hijo de Dios ha mostrado y donado al mundo la plenitud del amor. Repensando en la Pasión y en la agonía de Cristo, los discípulos comprendieron el significado de esas palabras suyas: «Que como yo os he amado a vosotros, así os améis también vosotros los unos a los otros».

Jesús nos ha amado primero, nos ha amado a pesar de nuestras fragilidades, nuestros límites y nuestras debilidades humanas. Ha sido Él quien ha hecho que nos hiciéramos dignos de su amor que no conoce límites y no termina nunca. Dándonos el mandamiento nuevo, Él nos pide que nos amemos entre nosotros no solo y no tanto con nuestro amor, sino con el suyo, que el Espíritu Santo infunde en nuestros corazones si lo invocamos con fe.

De esta manera —y solo así— nosotros podemos amarnos entre nosotros no solo como nos amamos a nosotros mismos, sino como Él nos ha amado, es decir inmensamente más. Dios de hecho nos ama mucho más de cuanto nosotros nos amamos a nosotros mismos. Y así podemos difundir por todos lados la semilla del amor que renueva las relaciones entre las personas y abre horizontes de esperanza. Jesús siempre abre horizontes de esperanza, su amor abre horizontes de esperanza. Este amor nos hace convertirnos en hombres nuevos, hermanos y hermanas en el Señor, y hace de nosotros el nuevo Pueblo de Dios, es decir la Iglesia, en la cual todos son llamados a amar a Cristo y en Él a amarse unos a otros.

El amor que se ha manifestado en la cruz de Cristo y que Él nos llama a vivir es la única fuerza que transforma nuestro corazón de piedra en corazón de carne; la única fuerza capaz de transformar nuestro corazón es el amor de Jesús, si nosotros también amamos con este amor. Y este amor nos hace capaces de amar a los enemigos y perdonar a quien nos ha ofendido. Yo os haré una pregunta, que cada uno de vosotros responda en su corazón. ¿Yo soy capaz de amar a mis enemigos? Todos tenemos gente, no sé si enemigos, pero que no están de acuerdo con nosotros, que están “del otro lado”; o alguno tiene gente que le ha hecho daño… ¿Yo soy capaz de amar a esta gente? Ese hombre, esa mujer que me ha hecho mal, que me ha ofendido. ¿Soy capaz de perdonarlo? Que cada uno responda en su corazón. El amor de Jesús nos hace ver al otro como miembro actual o futuro de la comunidad de los amigos de Jesús; nos estimula al diálogo y nos ayuda a escucharnos y conocernos recíprocamente. El amor nos abre al otro, convirtiéndose en la base de las relaciones humanas. Hace capaces de superar las barreras de las propias debilidades y de los propios prejuicios. El amor de Jesús en nosotros crea puentes, enseña nuevos caminos, produce el dinamismo de la fraternidad. Que la Virgen María nos ayude, con su materna intercesión, a acoger de su Hijo Jesús el don de su mandamiento, y del Espíritu Santo la fuerza de practicarlo en la vida de cada día.

 

Francisco. Regina Coeli. 15  de mayo de 2022.

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir esta Celebración Eucarística, deseo saludarlos y darles las gracias a todos: a mis hermanos cardenales, a los obispos, a los sacerdotes, a los religiosos y religiosas, especialmente a los que pertenecen a las familias espirituales de los nuevos santos, y a todos ustedes, pueblo fiel de Dios, reunidos aquí desde tantas partes del mundo.

Saludo a las Delegaciones oficiales de varios países, especialmente al Presidente de la República Italiana. Es bueno ver que, con su testimonio evangélico, estos santos han favorecido el crecimiento espiritual y social de sus respectivas naciones y también de toda la familia humana. Mientras, lamentablemente, en el mundo crecen las distancias y aumentan las tensiones y las guerras, que los nuevos santos inspiren soluciones de unión, caminos de diálogo, especialmente en los corazones y las mentes de quienes ocupan puestos de gran responsabilidad y están llamados a ser protagonistas de la paz y no de la guerra.

Los saludo a todos, queridos peregrinos, así como a los que han seguido esta misa a través de los medios de comunicación.

Y ahora nos dirigimos a la Virgen María para que nos ayude a imitar con alegría el ejemplo de los nuevos santos.

 

Benedicto XVI. Regina Coeli. 6 de mayo de 2007.

Queridos hermanos y hermanas

Desde hace algunos días ha comenzado el mes de mayo, que para muchas comunidades cristianas es el mes mariano por excelencia. Como tal, se ha convertido a lo largo de los siglos en una de las devociones más arraigadas en el pueblo, y lo valoran cada vez más los pastores como ocasión propicia para la predicación, la catequesis y la oración comunitaria.

Después del concilio Vaticano II, que subrayó el papel de María santísima en la Iglesia y en la historia de la salvación, el culto mariano ha experimentado una profunda renovación. Y al coincidir, al menos en parte, con el tiempo pascual, el mes de mayo es muy propicio para ilustrar la figura de María como Madre que acompaña a la comunidad de los discípulos reunidos en oración unánime, a la espera del Espíritu Santo (cf. Hch 1, 12-14). Por tanto, este mes puede ser una ocasión para volver a la fe de la Iglesia de los orígenes y, en unión con María, comprender que también hoy nuestra misión consiste en anunciar y testimoniar con valentía y con alegría a Cristo crucificado y resucitado, esperanza de la humanidad.

A la Virgen santísima, Madre de la Iglesia, deseo encomendar el viaje apostólico que realizaré a Brasil del 9 al 14 de mayo. Como hicieron mis venerados predecesores Pablo VI y Juan Pablo II, presidiré la inauguración de la Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, la quinta, que tendrá lugar el próximo domingo en el gran santuario nacional de Nuestra Señora Aparecida, en la ciudad homónima. Pero antes iré a la cercana metrópoli de São Paulo, donde me encontraré con los jóvenes y los obispos del país y tendré la alegría de inscribir en el catálogo de los santos al beato fray Antonio de Santa Ana Galvão.

Es mi primera visita pastoral a América Latina, y me preparo espiritualmente para encontrarme con el subcontinente latinoamericano, donde vive casi la mitad de los católicos de todo el mundo, muchos de los cuales son jóvenes. Por eso ha sido denominado el "continente de la esperanza":  una esperanza que concierne no sólo a la Iglesia, sino a toda América y al mundo entero.

Queridos hermanos y hermanas, os invito a orar a María santísima por esta peregrinación apostólica y, en particular, por la V Conferencia general del Episcopado latinoamericano y del Caribe, para que todos los cristianos de esas regiones se sientan discípulos y misioneros de Cristo, camino, verdad y vida. Los desafíos del momento presente son numerosos y múltiples; por eso es importante que los cristianos se formen para ser "levadura" de bien y "luz" de santidad en nuestro mundo.

 

Benedicto XVI. Regina Coeli. 2 de mayo de 2010.

Mientras nos disponemos a concluir esta solemne celebración, elevamos una oración a María santísima, a quien en Turín se venera como la patrona principal con el título de Bienaventurada Virgen Consoladora. A ella encomiendo esta ciudad y todos sus habitantes. Vela, oh María, por las familias y por el mundo del trabajo; vela por cuantos han perdido la fe y la esperanza; consuela a los enfermos, a los presos y a todos los que sufren; sostén, oh Auxilio de los cristianos, a los jóvenes, a los ancianos y a las personas que pasan dificultades. Vela, oh Madre de la Iglesia, por los pastores y por toda la comunidad de los creyentes, para que sean «sal y luz» en medio de la sociedad.

La Virgen María, más que cualquier otra criatura, contempló a Dios en el rostro humano de Jesús. Lo vio recién nacido, envuelto en pañales y recostado en un pesebre; lo vio cuando acababa de morir, cuando lo bajaron de la cruz, lo envolvieron en una sábana y lo llevaron al sepulcro. La imagen de su Hijo torturado quedó grabada en su alma; pero esta imagen se vio transfigurada después por la luz de la Resurrección. Así, en el corazón de María se custodia el misterio del rostro de Cristo, misterio de muerte y de gloria. Siempre podemos aprender de ella a mirar a Jesús con una mirada de amor y de fe, a reconocer en ese rostro humano el Rostro de Dios.

A la Virgen santísima encomiendo con gratitud a todos aquellos que han trabajado para mi visita, y para la ostensión de la Sábana Santa. Pido por ellos y para que estos acontecimientos favorezcan una profunda renovación espiritual.

 

DOMINGO 6 T. P.

 

Monición de entrada:

Buenos días:

Jesús nos dijo que se iba y que volvería. Y así es, porque él después de ir al cielo vuelve en cada misa.

Por eso es tan importante que le abramos el corazón.

Y que estemos muy atentos a lo que Él nos enseña.

 

Señor, ten piedad.

Porque nos distraemos en misa. Señor, ten piedad.

Porque no estamos atentos en misa. Cristo, ten piedad.

Porque hablamos en misa.  Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Te pedimos por el Papa León catorce; para que le ayudes a ser un buen Papa. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos por las personas que se van a otros países; para que no se sientan solas. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos por los niños que estos meses están tomando la comunión; para que te quieran mucho. Te lo pedimos Señor.

Te pedimos por nosotros, para que estemos muy atentos en misa. Te lo pedimos Señor.

 

Acción de gracias:

Virgen María, gracias por enseñarnos a estar atentos en misa, teniendo nuestro corazón muy cerca del corazón de Jesús.

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