miércoles, 11 de junio de 2025

Nº 263. Santísima Trinidad. 15 de junio de 2025.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de los Proverbios 8, 22-31

Esto dice la Sabiduría de Dios:

El Señor me creó al principio, de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas. En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera. Antes de los abismos fui engendrada, antes de los manantiales de las aguas. Aún no estaban aplomados los montes, antes de las montañas fui engendrada. No había hecho aún la tierra y la hierba, ni los primeros terrones del orbe. Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo; cuando trazaba la bóveda sobre la faz del abismo; cuando sujetaba las nubes en la altura, y fijaba las fuentes abismales; cuando ponía un límite al mar, cuyas aguas no traspasan su mandato; cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él, como arquitecto, y día tras día lo alegraba, todo el tiempo jugaba en su presencia: jugaba con la bola de la tierra, y mis delicias están con los hijos de los hombres.

 

Textos paralelos.

Jn 1, 1-3: Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios. Esta al principio se dirigía a Dios. Todo existió por medio de ella y sin ella nada existió de cuanto existe.

Yahvé me creó, primicia de su actividad.

Si 1, 4: Antes que todo fue creada la sabiduría, la inteligencia y la prudencia antes de los siglos.

Si 1, 9: El Señor en persona la creó, la conoció y la midió, la derramó sobre todas sus obras.

Si 24, 8: Entonces el creador del universo me ordenó, el que me creó estableció mi residencia. Reside en Jacob, sea Israel su heredad.

Si 24, 9: Desde el principio, antes de los siglos me creó, y no cesaré jamás.

Fui engendrada cuando no existían océanos.

Jn 1, 1: Al principio ya existía la Palabra y la Palabra se dirigía a Dios y la Palabra era Dios.

Cuando colocaba los cielos, allí estaba yo.

Gn 1, 6: Y dijo Dios: Que exista una bóveda entre las aguas, que separe aguas de aguas.

Cuando trazaba la bóveda.

Jb 28, 23-27: Solo Dios sabe su camino, solo él conoce su yacimiento, pues él contempla los límites del orbe y ve cuanto hay bajo el cielo. Cuando señaló su peso al viento y definió la medida de las aguas, cuando impuso su ley a la lluvia y su ruta al relámpago y al trueno, entonces la observó y la calculó, la escrutó y la asentó. Y dijo al hombre: “Respetar al Señor es sabiduría, apartarse del mal es prudencia”.

Cuando sujetaba las nubes en lo alto.

Sb 9, 9: Contigo está la sabiduría, que conoce tus obras, a tu lado estaba cuando hiciste el mundo; ella sabe lo que a ti te agrada, lo que responde a tus mandamientos.

Cuando marcaba límite al mar.

Jb 38, 8-11: ¿Quién cerró el mar con una puerta cuando salía impetuoso del seno materno, cuando le puse nubes por mantillas y niebla por pañales, cuando le impuso un límite con puertas y cerrojos y le dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás, aquí cesará la arrogancia de tus olas”?

Para que las aguas no desbordaran sus orillas.

Sal 104, 7-9: Pero a tu bramido huyeron, al fragor de tu trueno se precipitaron, mientras subían los montes y bajaban los valles, cada cual al puesto asignado. Trazaste una frontera infranqueable, para que no vuelvan a cubrir la tierra.

Compartiendo mi alegría con los humanos.

Sb 1, 6: La sabiduría es un espíritu amigo de los hombres que no deja impune al deslenguado; Dios penetra sus entrañas, vigila puntualmente su corazón y escucha lo que dice su lengua.

 

Notas exegéticas.

8 22 (a) La idea de una sabiduría personificada, simple artificio literario en Pr 14, 1, se desarrolló en Israel a partir del Destierro, cuando el politeísmo dejó de ser una amenaza para la verdadera religión. Aunque en Jb 28 y Ba 3, 9 -4, la sabiduría aparece com una cosa, un bien deseable , exterior a Dios y al hombre, en Pr 1, se nos presenta como una persona. Aquí, ella misma revela su origen (creada antes de toda criatura), así como la parte activa que toma en la creación y el papel que desempeña ante los hombres, para llevarlos a Dios. Ben Sirá desarrollará esta doctrina: Sirá recuerda a Jb 28, pero Si 4 y sobre todo 24 son prolongación de Pr 8. No obstante, en todos estos textos en que la sabiduría aparece personificada como en otros pasajes la Palabra o Espíritu, es difícil distinguir lo que hay de artificio poético, de expresión de viejas concepciones religiosas o de intuición de nuevas revelaciones. Finalmente Sb 7 da la impresión de que la sabiduría, emanación pura de la gloria del Omnipotente, participa de la naturaleza divina, pero los términos abstractos que la describen convienen a un atributo divino tanto como a una hipóstasis distinta. – La doctrina de la Sabiduría, así elaborada en el AT, será recogida por el NT, donde realizará un nuevo y decisivo progreso al aplicarse a la persona de Cristo. Jesús es designado como Sabiduría y sabiduría de Dios (Mt 11, 19; 1 Co 1, 24-30); Cristo, al igual que la Sabiduría, participa en la creación y conservación del mundo, en la protección de Israel. Finalmente el prólogo de Jn atribuye al Verbo rasgos de la Sabiduría creadora, y todo el evangelio joánico presenta a Cristo como la Sabiduría de Dios. Así se explica que la tradición cristiana, desde San Justino, haya reconocido a Cristo en la Sabiduría del AT. Por acomodación, la liturgia ha aplicado Pr a la Virgen, colaboradora del Redentor, como la sabiduría lo es del Creador.

8 22 (b) Griego, Sirio, Targum, traducen el verbo (qanani) por “me creó”. La traducción “me adquirió” o “me poseyó” (Áquila, Simaco, Teodoción) fue recogida por san Jerónimo (Vulgata), sin duda para combatir el error de Arrio, que consideraba como criatura al Verbo (identificado con la Sabiduría). La fórmula “primicia de su actividad” (o “de sus caminos”, si seguimos a las versiones; es decir, “primicia de sus obras”) debe relacionarse con el título de “Primogénito de toda la creación” que san Pablo da a Cristo, Col 1, 16, o el de “Principio de las criaturas de Dios”, Ap 3, 14.

8 23 Según el sentido del verbo nasak atestiguado por Sal 2, 6. Algunos prefieren el sentido habitual de “vaciar”, “modelar” (un objeto de metal). Otros corrigen, para derivar esta palabra a la raíz sakak, y traducen “estuve oculta” o “apartada”.

8 24 Los “océanos” o los “abismos”. Se trata del abismo líquido sobre el que reposa a la vez el círculo de la tierra y la bóveda del cielo.

8 26 Elementos primarios y fragmentos de los que estaba hecho el mundo, según el pensamiento antiguo. También en acádico son designados como “polvo”. La expresión recuerda los “elementos del mundo” de Ga 4, 3, que para Pablo se oponen al Cristo trascendente (Col 2, 8-20). Es difícil saber cuáles eran los términos semíticos subyacentes a los que utilizó Pablo en los dos textos citados.

8 27 Sb 9 9 retoma la idea de la presencia de la Sabiduría en la actividad creadora. El horizonte parece obstaculizar la invasión de las aguas abisales. La expresión hebrea haq hwg (“trazar la bóveda”, lit. “trazar un círculo”) indica que esta bóveda ha sido “diseñada”, más exactamente “grabada”.

8 30 Término raro en hebreo (amón) que, con ligeras correcciones, puede referirse tanto al artesano (y, por extensión “oficial” o “aprendiz”), como al “artista” u “orfebre”, como al “ayo” o a la “nodriza”. Algunos leen ‘amûn, “niño de pecho” o “hijo querido”. No falta quien refiere el término al Creador: “yo estaba junto a él, el Artesano…” (lectura que, en correspondencia dinámica, también justifica nuestra opción por “aprendí”).

8 31 Encontramos una idea análoga en Ba 3 y en Si 24, pero como exclusividad de Israel, morada por excelencia de la Sabiduría-Torá. Un rasgo más universalista en Sb 1, 6, donde la Sabiduría es identificada con la permanencia del Espíritu de Dios entre los humanos. Aquí estamos ante un contexto similar. Podemos decir que esos textos expresan una doble visión, del vínculo establecido por la Sabiduría entre Dios y los hombres: como Ley (Baruc y Sirá) y como elemento participativo en la actividad divina (Pr 8 y Sb 7).

 

Salmo responsorial

Salmo 8, 4-5.6-7.8-9

 

¡Señor, Dios nuestro,

que admirable es tu nombre en toda la tierra! R/.

Cuando contemplo el cielo, obra de tus dedos,

la luna y las estrellas que has creado.

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él,

el ser humano, para mirar por él? R/.

 

Lo hiciste poco inferior a los ángeles,

lo coronaste de gloria y dignidad;

le diste el mando sobre las obras de tus manos.

Todo lo sometiste bajo sus pies. R/.

 

Rebaños de ovejas y toros,

y hasta las bestias del campo,

las aves del cielo, los peces del mar

que trazan sendas por el mar. R/.

 

Textos paralelos.

 Cuando veo tu cielo.

Sal 144, 3: Señor, ¿qué es el hombre para que te fijes en él, el ser humano para que lo tengas en cuenta?

¿Qué es el hombre?

Jb 7, 17-18: ¿Qué es el hombre para que le des importancia, para que te ocupes de él, para que le pases revista por la mañana y lo examines a cada momento?

El hijo de Adán.

Hb 2, 6-9: Como atestigua alguien cuando dice: ¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él o el ser humano para que te ocupes de él? Lo hiciste poco menos que los ángeles, lo coronaste de gloria y honor, todo lo sometiste bajo sus pies. Al someterle todo, n deja nada sin someter. Pues bien, ahora no vemos aún que todo está sometido. Vemos, en cambio a Jesús, que por la pasión y muerte fue algo inferior a los ángeles, coronado de gloria y honor. Así, por gracia de Dios, padeció la muerte por todos.

Apenas inferior a un dios.

Gn 1, 26: Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza: que ellos dominen el mar, las aves del cielo, los animales domésticos y todos los reptiles.

Si 17, 1-4: El Señor formó al hombre de tierra y le hizo volver de nuevo a ella; le concedió un plazo de días contados y le dio dominio sobre la tierra; lo revistió de un poder como el suyo y lo hizo a su propia imagen; impuso su temor a todo viviente, para que dominara a bestias y aves.

Sab 2, 23: Dios creó al hombre para la inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser.

1 Co 15, 27: Todo lo ha sometido bajo sus pies: al decir que todo le está sometido, es evidente que se excluye aquel que se le somete.

Ef 1, 22: Todo lo ha sometido bajo sus pies, lo ha nombrado cabeza suprema de la Iglesia.

 

Notas exegéticas.

8 6 El autor piensa en los seres misteriosos que componen la corte de Yahvé, los ángeles del griego y de la Vulgata.

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-5.

Hermanos:

Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por emdio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Más aún, nos gloriamos incluso en las tribulaciones, sabiendo que una tribulación produce paciencia, la paciencia, virtud probada, la virtud probada, esperanza, y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado.

 

Textos paralelos.

 Nos gloriamos en esperanza.

Rm 3, 27: ¿Dónde, pues, queda el orgullo? Queda excluido, ¿Por qué ley?, ¿de las obras? Nada de eso, por la ley de la fe.

Rm 3, 23: Por la fe en Jesús como Mesías; válida sin distinción para cuantos creen.

2 Co 12, 9-10: Y me contestó: te basta mi gracia; la fuerza se realiza en la debilidad. Así que muy a gusto presumiré de mis debilidades, para que se aloje en mí el poder de Cristo. Por eso estoy contento con las debilidades, insolencias, necesidades, persecuciones y angustias por Cristo. Pues cuando soy débil, entonces soy fuerte.

St 1, 2-4: Hermanos míos, cuando pasáis por pruebas variadas, tenedlo por grande dicha, pues sabéis que, al probarse la fe, produce paciencia, la paciencia hace perfecta la tarea, y así seréis perfectos y cabales, sin mengua alguna.

1 P 4, 13-14: Alegraos, más bien, de compartir los sufrimientos de Cristo, y así, cuando se revele su gloria, vuestro gozo estará colmado. Si os insultan por ser cristianos, dichosos vosotros, porque el Espíritu de Dios y su gloria reposa en vosotros.

Ap 1, 9: Yo Juan, hermano vuestro, compañero vuestro en la pena y el reinado y la paciencia por Jesús, me encontraba en la isla de Patmos a causa de la palabra de Dios y el testimonio de Jesús.

La paciencia, virtud probada.

1 Co 13, 13: Ahora nos quedan la fe, la esperanza, el amor: estas tres. La más grande de todas es el amor.

El espíritu Santo que nos ha sido dado.

Rm 8, 14-16: Cuantos se dejan llevar del Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar Abba, Padre. El Espíritu atestigua nuestro a nuestro espíritu que somos hijos de Dios.

Ga 4, 4-6: Pero cuando se cumplió el plazo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para que rescatase a los súbditos de la ley y nosotros recibiéramos la condición de hijos. Y como sois hijos, Dios infundió en vuestro corazón el Espíritu de su Hijo que clama Abba Padre.

 

Notas exegéticas.

5 Tema de la segunda parte, 5-8: el cristiano justificado halla en el amor de Dios y el don del Espíritu la garantía de su salvación. Los vv. 1-11, introducción a la sección Rm 5-8, se orientan al futuro, mientras que los vv. 12-21 se vuelven al pasado para subrayar en contraposición a la figura de Adán, el papel único de Cristo, por quien toda gracia nos ha sido dada en plenitud.

5 1 Var.: “estemos”. Esta lectura se aviene mal con el contexto. Pablo no quiere tanto exhortar a los creyentes a buscar la paz, cuanto hacerles tomar conciencia de que la paz les es concedida ahora en Jesucristo. La paz es el gran bien mesiánico y no una simple disposición del alma.

5 2 (a) El favor de vivir en la amistad divina, el estado de gracia.

5 2 (b) La esperanza cristiana es espera de los bienes escatológicos: la resurrección del cuerpo, la herencia de los santos, la vida eterna, en una palabra, la salvación, propia y de los demás. Designa primero la virtud que espera esos bienes, pero puede a veces significar esos mismos bienes celestes. Confiada antes a Israel, con exclusión de los paganos, preparaba en él una mejor esperanza, que hoy se ofrece aun a los paganos en el misterio de Cristo. Se funda en Dios, en su amor, en su llamada, en su poder y en su fidelidad, en mantener sus promesas formuladas en las Escrituras y en el Evangelio y realizadas en la persona de Cristo. No puede por lo mismo fallar. Dirigida esencialmente hacia bienes invisibles se apoya en la fe y se nutre de la caridad, las otras dos virtudes teologales con las que mantiene estrecha unión. El Espíritu Santo, el don escatológico por excelencia poseído ya parcialmente es su fuente privilegiada que la ilumina, la fortalece, le hace orar. Y realiza por ella la unidad del Cuerpo fundada en la justificación por la fe en Cristo; ofrece plena seguridad, consuelo, alegría y ufanía, no se deja abatir por los sufrimientos del presente, que cuentan poco en comparación de la gloria prometida, sino que por el contrario los soporta con una paciencia que la purifica y la afianza.

5 3 En el AT esta palabra designa, sobre todo, los infortunios del pueblo y de la gente religiosa. Así, en los Salmos describe las desgracias del justo. En el judaísmo, las tribulaciones son una señal del final de los tiempos (la era mesiánica solo se instaura tras los dolores de parto), al que está por venir. Para los cristianos ya ha llegado: la era escatológica ya está aquí. En el NT (especialmente en Pablo) el término en cuestión (thlipsis) juega un importante papel. La condición de los fieles, y sobre todo de los apóstoles, es conocer la tribulación. Es incluso una condición a la que no pueden escapar los misioneros y los fieles. A la tribulación se vincula, en el NT, una nota escatológica perceptible en varios textos (Mt 24). Pablo quiere decir que el creyente no debe poner su orgullo ni en las tribulaciones consideradas en ´si mismas ni en los esfuerzos que haría por superarlas; pone toda su confianza en la gracia de Dios, que se despliega precisamente en la debilidad de la persona.

5 5 (a) El amor con que Dios nos ama, y del que el Espíritu Santo es prenda y, por su presencia activa en nosotros, testigo. Por él nos dirigimos a Dios como un hijo a su Padre: el amor es recíproco. Por él también amamos a nuestros hermanos con el mismo amor con que el Padre ama al Hijo y a nosotros.

5 5 (b) El Espíritu Santo de la promesa que caracteriza la nueva alianza no es solamente una manifestación exterior de poder taumatúrgico y carismático: es sobre todo un principio interior de vida nueva que Dios da, envía, suministra, derrama. Recibido por la fe y el bautismo habita en el cristiano, en su espíritu y aun en su cuerpo. Este Espíritu, que es el Espíritu de Cristo, hace hijo de Dios al cristiano y hace habitar a Cristo en su corazón. Es para el cristiano (como para el mismo Cristo) principio de resurrección, por un don escatológico, que desde ahora le marca como con sello y se encuentra en él a título de arras y primicias. Sustituyendo al principio malo de la carne se hace en el hombre principio de fe, de conocimiento sobrenatural, de santificación, de conducta moral, de intrepidez apostólica, de esperanza y de oración. No hay que extinguirlo, ni contristarlo. Uniéndonos con Cristo realiza la unidad de su cuerpo.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 16, 12-15.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Muchas cosas me quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora; cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por cuenta propia, sino que hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir. Él me glorificará, porque recibirá de lo mío y os lo anunciará. Todo lo que tiene el Padre es mío. Por eso os he dicho que recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará.

 

Textos paralelos.

 El Espíritu de la verdad.

Jn 14, 16: Yo pediré al Padre que os envíe otro Valedor que esté con vosotros siempre.

Os guiará hasta la verdad completa.

Sal 25, 5: Encamíname con tu fidelidad, enséñame, pues tú eres mi Dios salvador. En ti espero todo el día, por tu bondad, Señor.

Sal 86, 11: Enséñame, Señor, tu camino, para que lo siga con fidelidad; unifica mi corazón en el respeto de tu nombre.

Todo lo que tiene el Padre es mío.

Jn 17, 10: Todo lo mío es tuyo y lo tuyo es mío: en ellos se revela mi gloria.

Lc 15, 31: Le contestó: Hijo, tú estás siempre conmigo y todo lo mío es tuyo.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén

16 12 Lit. “no lo podéis llevar”. El verbo en cuestión (bastádso) es utilizado con frecuencia en el contexto de la Pasión y sugiere que los discípulos tendrán todavía que llegar a comprender (y a participar en) la muerte y glorificación de Jesús, en virtud del don del Espíritu.

16 13 (a) Variante: “él os introducirá en la verdad completa”.

16 13 (b) Os “explicará”, como en 4, 25 y en la línea de los vv. 8-11. “Lo que ha de venir” son los acontecimientos que van a desencadenarse hasta la muerte de Cristo. El Espíritu hará comprender que la elevación de Cristo en la cruz será también su elevación a la gloria. En este sentido, él dará gloria a Cristo. Juan atribuye al Espíritu lo que Lucas dice de Cristo resucitado.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

12 NO TENÉIS FUERZAS: lit. no podéis cargar; no sois capaces de soportar (e.d. de entender).

15 Actividad del Espíritu en la Iglesia, prolongando la presencia de Jesús; el Espíritu Santo, como principio y garantía de la tradición eclesiástica. //           EN… LA VERDAD TOTAL: algunos manuscritos leen hacia la verdad total. // OS INDICARÁ LO VENIDERO: os dará el sentido profundo de los acontecimientos que sobrevengan. // TOMARÁ DE LO MÍO…: lo que Jesús llama mío es también, como dice a continuación, de Dios Padre.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

16, 13 El Espíritu Santo ilumina a la Iglesia para enseñar la verdad de acuerdo con los pensamientos de Cristo. Él guía a la Iglesia con seguridad en que sus enseñanzas son totalmente verídicas con respecto a la totalidad del depósito de la fe, que incluye sus enseñanzas sobre los dogmas de fe, los sacramentos, textos inspirados de la Esceritura, y principios de la moral. Pues no hablará por cuenta propia: el Espíritu Santo ayuda a cada cristiano a comprender las palabras de Cristo y a seguirle con fe y verdad. Nosotros advertimos la obra del Espíritu Santo gracias a sus obras de santificación e inspiración. El emotivo testimonio de los santos es la mayor manifestación de la obra del Espíritu Santo. Cat. 95, 687, 1117, 2034-2035, 2466.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

95 La santa Tradición, la sagrada Escritura y el Magisterio de la Iglesia, según el plan prudente de Dios, están unidos y ligados, de modo que ninguno puede subsistir sin los otros; los tres, cada uno según su carácter, y bajo la acción del Espíritu Santo, contribuyen eficazmente a la salvación de las almas (Concilio Vaticano II, Dei Verbum 10).

687 “Nadie conoce lo íntimo de Dios, sino el Espíritu de Dios” (1 Co 2, 11). Pues bien, su Espíritu que lo revela nos hace conocer a Cristo, su Verbo, su Palabra viva, pero no se revela a sí mismo. Él que habló por los profetas nos hace oír la Palabra del Padre. Pero a él no le oímos. No le conocemos sino en la obra mediante la cual revela al Verbo y nos dispone a recibir al Verbo en la e. El espíritu de la verdad que nos desvela a Cristo no habla de sí mismo (Símbolo Niceno-Constantinopolitano). Un ocultamiento tan discreto, propiamente divino, explica por qué el mundo no puede recibirle, porque ni le ve ni le conoce, mientras que los que creen en Cristo le conocen porque él mora en ellos (cf. Jn 16, 13).

1117 Por el Espíritu que la conduce a “la verdad completa” (Jn 16, 13), la Iglesia reconoció poco a poco este tesoro recibido de Cristo y precisó su dispensación, tal como lo hizo con el canon de las Sagradas Escrituras y con la doctrina de la fe, como fiel dispensadora de los misterios de Dios.

2466 Seguir a Jesús es vivir del Espíritu de verdad que el Padre envía en su nombre y que conduce a la verdad completa (Jn 16, 13).

234 El misterio de la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana. Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental y esencial en la jerarquía de verdades de fe. Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y Espíritu Santo, se revela a los hombres, los aparta del pecado y los reconcilia y une consigo.

253 La Trinidad es una. No confesamos tres dioses, sino un Dios en tres personas: la Trinidad consubstancial. Las personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios.

 

Concilio Vaticano II

Cuando el Hijo terminó la obra que el Padre le encargó realizar en la tierra fue enviado el Espíritu Santo el día de pentecostés para que santificara continuamente a la Iglesia y de esta manera los creyentes pudieran ir al Padre a través de Cristo en el mismo Espíritu. Él es el Espíritu de vida, la fuente de agua que mana para la vida eterna. Por Él, el Padre da la vida a los hombres, muertos por los pecados, hasta que resucite en cristo sus cuerpos mortales. El Espíritu habita en la Iglesia y en los corazones de los creyentes como en un templo, ora en ellos y da testimonio de que son hijos adoptivos. Él conduce la Iglesia a la verdad total (Jn 16, 13), la une en la comunión y el servicio, la construye y dirige con diversos dones jerárquicos y carismáticos y la adorna con sus frutos. Con la fuerza del Evangelio, el Espíritu rejuvenece a la Iglesia, la renueva sin cesar y la lleva a la unión perfecta con su esposo. En efecto, el Espíritu y la Esposa dicen al Señor Jesús: “¡Ven!” (Ap 22, 17).

Lumen gentium, 4.

Así toda la Iglesia aparece como el pueblo unido por la unidad delPadre, del Hijo y del Espírtu Santo.

 

Comentarios de los Santos Padres.

Conserva, te ruego, inmaculado el sentimiento de mi fe y dame, hasrta el momento de la partida de mi espíritu, estas palabras que expresan mi convicción, para que siempre em conserve fiel a lo que confesé en el símbolo de mi regeneración, cuando fui bautizado en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; es decir, que te adore a ti, Padre nuestro, y a tu Hijo, juntamente contigo, y que merezca tu Espíritu Santo, que procede de tu Unigénito.

S. Hilario de Poitiers, Sobre la Trinidad, 12. IV b, pg. 270.

Sin necesidad de maestros externos, llegaréis a conocer las cosas que el Señor no quiso decir entonces. Sed todos aprendices de Dios, para que las cosas que habéis aprendido y creído por lecturas y explicaciones externas… podáis contemplarlas con vuestra inteligencia.

S. Agustín. Tratados sobre el Ev. de Juan, 96. IV b, pg. 271.

Puesto que la debilidad humana no podía abarcrlo todo de una vez, el Señor envió al Paráclito para que la dirigiera, regulara y llevara poco a poco con disciplina a la perfección mediante el vicario del Señor, el Espíritu Santo… Y por eso habló anteriormente d ela tarea del Espíritu. Por tanto, la obra del Paráclito es dirigir la disciplina, revelar las Escrituras, reformar el entendimiento y hacer que progresemos hacia cosas mejores.

Tertuliano, Sobre el velo de las vírgenes, 1. IV b, pg. 272.

El Hijo o el Espíritu no hablan nada por sí mismos, puesto que la Trinidad no habla nada fuera de sí.

S. Ambrosio, El Espíritu Santo, 2, 12. IV b, pg. 273.

Una es, en definitiva, la voluntad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Y así desea que seamos nosotros cuando dice: “Para que sean uno como tú y yo somos uno” (Jn 17, 11).

S. Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 78. IV b, pg. 274.

Nada, por tanto, es propio de cada uno, porque todo les es común; hasta el mismo ser les es común e igual en dignidad, aunque el Hijo lo tenga del Padre.

S. Gregorio Nacianceno, Discurso sobre el Hijo, 30. IV b, pg. 277.

 

San Agustín.

No se ama lo que se desconoce totalmente. Mas cuando se ama lo que ya se conoce de algún modo, el mismo amor lleva a un conocimiento superior y más perfecto.

Comentario sobre el evangelio de Juan 96. I, pg. 666.

 

S. Juan de Ávila

Sintieron muy bien la gravedad de este delito los santos apóstoles, alumbrados por el Espíritu Santo, cuando ordenaron que el sacerdote que cayese en fornicación, por el mismo hecho, nunca más en toda su vida consagrase ni tratase el santo cuerpo de Cristo, sino que, puesto en honra, y tal honra, no la conoció, pierda el uso del oficio, pues tan ingrato fue contra él. […] No parezca esto a nadie riguroso; y, si pareciere, entienda que no tiene espíritu del Señor, porque de este dice el mismo Cristo: Ille me clarificabit, quia de meo accipet (Jn 16, 14) [Él me glorificará, porque tomará de lo mío].

Tratado sobre el sacerdocio. I, pg. 922-923.

Los amigos de Dios van por camino contrario: grandes amigos de la verdad y grandes aborrecedores de la mentira, de los engaños y de los errores. […] De esto se precian: que todas sus palabras parezcan verdad, certidumbre, no repunta de engaño. Para esto dice Cristo que vino al mundo: para desengañar el mundo; para enseñarle verdad , para que con su claridad y luz deshacer las tinieblas de los errores. Y para esto dice que envió su Espíritu al mundo: Cum autem… (Jn 16, 13).

Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas. II, pg. 85.

¡Oh benditísimo y dulcísimo Señor! ¿Dónde vais? ¿Y adónde nos dejáis? ¿Cómo Señor, podemos oír con paciencia decir que, Señor, os vais y que tornaréis presto? ¡Oh Señor, y cuan largo en el tiempo que no os vemos, en que no estamos con vos, en que estamos acá apartados de vos, bien nuestro y reposo nuestro! Este presto que decís que volveréis (cf. Jn 16, 16), ¡cuán tarde es para quien os ama, para quien no tiene otro deseo sino de vos, ni querría ver, ni oír, ni hablar a nadie sino a vos!

Sermón del domingo 12 después de Pentecostés, III, pg. 273.

¡Oh cuántas veces, viéndose tan deificados y enriquecidos amadores y amados de Dios, daban mil alabanzas a Jesucristo, maestro suyo, conociendo que Él les había enviado este don en cuanto Dios y merecido en cuanto hombre! Porque, según el mesmo Señor lo prometió, el Espíritu Santo venido había de declarar a Jesucristo (cf. Jn 16, 15) y había de dar testimonio de Él (cf. Jn 15, 26).

Carta a una señora. IV, pg. 189.

El espíritu consolador y virtud de lo alto more siempre con vuestra reverencia y obre en él el premio de la gloria de Cristo, pues el oficio suyo es aqueste, según el Señor lo dijo: Ille me clarifabit (Jn 16, 14). Para lo cual conviene vivir con cuidado, porque el limpísimo Espíritu limpia morada requiere, y la deidad muy alta pide reverencia profunda, y la bondad infinita es muy celosa si ve que en otra parte se pone un poco de amor.

Carta a un discípulo predicador. IV, pg. 560.

Y porque así se humilló y obedeció, fue ensalzado y clarificado por el Padre (cf. 16, 15), y quedó hecho ejemplo de obediencia a los hijos adoptivos, al cual mirando, se esforzasen a obedecer, aunque dura cruz les fuese impuesta, y esperasen con certidumbre que, siendo obedientes, serán ensalzados y hallarán gracia delante de los ojos de Dios.

Carta a otro discípulo suyo que estaba atribulado. IV, pg. 571.

 

San Oscar Romero.

La Santísima Trinidad no es otra cosa que el Dios en comunidad de personas, expresión de amor y de verdad, de luz y de felicidad, que ha querido asociarse en una familia a todos los hombres y lo realiza en este círculo de luz que es la Iglesia, para hacer un llamamiento a todos los católicos a intensificar la santidad, la unidad, la relación con Dios y, desde allí, iluminar al mundo con la luz de Dios.

Homilía, 5 de junio de 1977.

 

León XIV. Regina Coeli. 8 de junio de 2025.

Antes de concluir esta celebración, dirijo un afectuoso saludo a todos ustedes que han participado y también a cuantos se han conectado a través de los medios de comunicación.

Mi agradecimiento va a los señores cardenales y obispos presentes y a todos los representantes de las asociaciones y movimientos eclesiales y de las nuevas comunidades. Queridas hermanas y queridos hermanos, con la fuerza del Espíritu Santo, partan renovados de este Jubileo dedicado a ustedes. ¡Vayan y lleven a todos la esperanza del Señor Jesús!

Italia y otros países concluyen en estos días el año escolar. Deseo saludar a los jóvenes y a todos los estudiantes y profesores, especialmente a los estudiantes que en los próximos días realizarán los exámenes al final del ciclo de estudios.

Y ahora, por intercesión de la Virgen María, supliquemos al Espíritu Santo el don de la paz. Ante todo, la paz en los corazones: sólo un corazón pacífico puede difundir la paz en la familia, en la sociedad, en las relaciones internacionales. Que el Espíritu de Cristo resucitado abra caminos de reconciliación dondequiera que haya guerra; ilumine a los gobernantes y les dé el valor de realizar gestos de distensión y diálogo.

 

León XIV. Audiencia General. 4 de junio de 2025. Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las parábolas 8. Los obreros en la viña «Y les dijo: "Vayan ustedes también a mi viña» (Lc 10).

Queridos hermanos y hermanas,

deseo detenerme una vez más en una parábola de Jesús. También en este caso, se trata de un relato que alimenta nuestra esperanza. A veces, en efecto, tenemos la impresión de que no encontramos sentido a nuestra vida: nos sentimos inútiles, inadecuados, como los obreros que esperan en la plaza del mercado a que alguien los contrate para trabajar. Pero a veces el tiempo pasa, la vida transcurre y no nos sentimos reconocidos ni apreciados. Quizás no hemos llegado a tiempo, otros se han presentado antes que nosotros, o las preocupaciones nos han retenido en otro lugar.

La metáfora de la plaza del mercado es muy adecuada también para nuestros tiempos, porque el mercado es el lugar de los negocios, donde, lamentablemente, también se compran y se venden el afecto y la dignidad, tratando de ganar algo. Y cuando no nos sentimos apreciados, reconocidos, corremos el riesgo de vendernos al mejor postor. El Señor, en cambio, nos recuerda que nuestra vida vale, y su deseo es ayudarnos a descubrirlo.

En la parábola que comentamos hoy, unos jornaleros esperan a que alguien los contrate para ese día. Estamos en el capítulo 20 del Evangelio de Mateo, y también aquí encontramos un personaje que se comporta de manera insólita, que asombra e interpela. Es el dueño de una viña, que sale personalmente a buscar a sus obreros. Evidentemente quiere establecer con ellos una relación personal.

Como decía, se trata de una parábola que da esperanza, porque nos dice que este amo sale varias veces a buscar a quienes esperan dar sentido a sus vidas. El amo sale al amanecer, y, luego, cada tres horas, vuelve a buscar obreros para enviarlos a su viña. Siguiendo este ritmo, después de salir a las tres de la tarde, ya no habría razón para salir de nuevo, porque la jornada laboral terminaba a las seis.

Mas este amo incansable, que quiere a toda costa dar valor a la vida de cada uno de nosotros, sale también a las cinco. Los jornaleros que se habían quedado en la plaza del mercado probablemente habían perdido toda esperanza. Ese día había sido en vano. Pero alguien siguió creyendo en ellos. ¿Qué sentido tiene contratar trabajadores solo para la última hora de la jornada laboral? ¿Qué sentido tiene ir a trabajar solo por una hora? Sin embargo, incluso cuando nos parece que podemos hacer poco en la vida, siempre vale la pena. Siempre existe la posibilidad de encontrar un sentido, porque Dios ama nuestra vida.  

Y aquí es donde se ve la originalidad de este amo, al final del día, a la hora de pagar. Con los primeros trabajadores, los que van a la viña al amanecer, el amo había acordado una paga de un denario, que era el coste habitual de una jornada de trabajo. A los demás les dice que les dará lo que sea justo. Y aquí es donde la parábola vuelve a provocarnos: ¿qué es justo? Para el dueño de la viña, es decir, para Dios, es justo que cada uno tenga lo necesario para vivir. Él ha llamado personalmente a los trabajadores, conoce su dignidad y, en función de ella, quiere pagarles. Y da a todos un denario.

El relato dice que los trabajadores de la primera hora se sienten decepcionados: no logran ver la belleza del gesto del amo, que no ha sido injusto, sino simplemente generoso; que no ha mirado solo el mérito, sino también la necesidad. Dios quiere dar a todos su Reino, es decir, la vida plena, eterna y feliz. Y así hace Jesús con nosotros: no establece un ranking, sino se dona enteramente a quien le abre su corazón.

A la luz de esta parábola, el cristiano de hoy podría caer en la tentación de pensar: «¿Por qué empezar a trabajar enseguida? Si la remuneración es la misma, ¿por qué trabajar más?». A estas dudas san Agustín respondía así: «¿Por qué tardas en seguir a quien te llama, cuando estás seguro de la recompensa, pero incierto del día? Cuida de no privarte, por tu dilación, de lo que Él te dará según su promesa». [1]

Quisiera decir, especialmente a los jóvenes, que no esperen, sino que respondan con entusiasmo al Señor que nos llama a trabajar en su viña. ¡No lo pospongas, arremángate, porque el Señor es generoso y no te decepcionará! Trabajando en su viña, encontrarás una respuesta a esa pregunta profunda que llevas dentro: ¿qué sentido tiene mi vida?

Queridos hermanos y hermanas, ¡no nos desanimemos! Incluso en los momentos oscuros de la vida, cuando el tiempo pasa sin darnos las respuestas que buscamos, pidamos al Señor que salga de nuevo y nos alcance allí donde lo estamos esperando. ¡El Señor es generoso y vendrá pronto!

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[1] Discorso 87, 6, 8.

 

Francisco. Regina Coeli. 26 de mayo de 2013.

Queridos hermanos y hermanas:

¡Buenos días! Esta mañana he realizado mi primera visita a una parroquia de la diócesis de Roma. Doy gracias al Señor y os pido que oréis por mi servicio pastoral a esta Iglesia de Roma, que tiene la misión de presidir en la caridad universal.

Hoy es el domingo de la Santísima Trinidad. La luz del tiempo pascual y de Pentecostés renueva cada año en nosotros la alegría y el estupor de la fe: reconocemos que Dios no es una cosa vaga, nuestro Dios no es un Dios «spray», es concreto, no es un abstracto, sino que tiene un nombre: «Dios es amor». No es un amor sentimental, emotivo, sino el amor del Padre que está en el origen de cada vida, el amor del Hijo que muere en la cruz y resucita, el amor del Espíritu que renueva al hombre y el mundo. Pensar en que Dios es amor nos hace mucho bien, porque nos enseña a amar, a darnos a los demás como Jesús se dio a nosotros, y camina con nosotros. Jesús camina con nosotros en el camino de la vida.

La Santísima Trinidad no es el producto de razonamientos humanos; es el rostro con el que Dios mismo se ha revelado, no desde lo alto de una cátedra, sino caminando con la humanidad. Es justamente Jesús quien nos ha revelado al Padre y quien nos ha prometido el Espíritu Santo. Dios ha caminado con su pueblo en la historia del pueblo de Israel y Jesús ha caminado siempre con nosotros y nos ha prometido el Espíritu Santo que es fuego, que nos enseña todo lo que no sabemos, que dentro de nosotros nos guía, nos da buenas ideas y buenas inspiraciones.

Hoy alabamos a Dios no por un particular misterio, sino por Él mismo, «por su inmensa gloria», como dice el himno litúrgico. Le alabamos y le damos gracias porque es Amor, y porque nos llama a entrar en el abrazo de su comunión, que es la vida eterna.

Confiemos nuestra alabanza a las manos de la Virgen María. Ella, la más humilde entre las criaturas, gracias a Cristo ya ha llegado a la meta de la peregrinación terrena: está ya en la gloria de la Trinidad. Por esto María nuestra Madre, la Virgen, resplandece para nosotros como signo de esperanza segura. Es la Madre de la esperanza; en nuestro camino, en nuestra vía, Ella es la Madre de la esperanza. Es la madre que también nos consuela, la Madre de la consolación y la Madre que nos acompaña en el camino. Ahora recemos a la Virgen todos juntos, a nuestra Madre que nos acompaña en el camino.

 

Francisco. Regina Coeli. 22 de mayo de 2016.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy, fiesta de la Santísima Trinidad, el Evangelio de san Juan nos presenta un pasaje del largo discurso de despedida, pronunciado por Jesús poco antes de su pasión. En este discurso Él explica a los discípulos las verdades más profundas relacionadas con Él; y así se expresa la relación entre Jesús, el Padre y el Espíritu. Jesús sabe que está cerca de la realización del designio del Padre, que se cumplirá con su muerte y resurrección; por esto quiere asegurar a los suyos que no los abandonará, porque su misión será prolongada por el Espíritu Santo. Será el Espíritu quien prolongará la misión de Jesús, es decir, guiará a la Iglesia hacia adelante.

Jesús revela en qué consiste esta misión. Sobre todo el Espíritu nos conduce a entender muchas cosas que Jesús mismo tiene aún que decir (cf. Jn 16, 12). No se trata de doctrinas nuevas y especiales, sino de una plena comprensión de todo lo que el Hijo oyó del Padre y dio a conocer a los discípulos (cf. v. 15). El Espíritu nos guía por nuevas situaciones existenciales con una mirada dirigida a Jesús y, al mismo tiempo, abierto a los eventos y al futuro. Él nos ayuda a caminar en la historia firmemente radicados en el Evangelio y también con dinámica fidelidad a nuestras tradiciones y costumbres.

Pero el misterio de la Trinidad nos habla también de nosotros, de nuestra relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. En efecto, mediante el Bautismo, el Espíritu Santo nos ha insertado en el corazón y en la vida misma de Dios, que es comunión de amor. Dios es una «familia» de tres Personas que se aman tanto que forman una sola cosa. Esta «familia divina» no está cerrada en sí misma, sino que está abierta, se comunica en la creación y en la historia y ha entrado en el mundo de los hombres para llamar a todos a formar parte de ella. El horizonte trinitario de comunión nos envuelve a todos y nos anima a vivir en el amor y la fraternidad, seguros de que ahí donde hay amor, ahí está Dios.

Nuestro ser creados a imagen y semejanza de Dios-comunión nos llama a comprendernos a nosotros mismos como seres-en-relación y a vivir las relaciones interpersonales en la solidaridad y en el amor recíproco. Tales relaciones se juegan, sobre todo, en el ámbito de nuestras comunidades eclesiales, para que sea cada vez más evidente la imagen de la Iglesia icono de la Trinidad. Pero se juega en las distintas relaciones sociales, desde la familia, hasta las amistades y el ambiente de trabajo: son ocasiones concretas que se nos ofrecen para construir relaciones cada vez más humanamente ricas, capaces de respeto recíproco y de amor desinteresado.

La fiesta de la Santísima Trinidad nos invita a comprometernos en los acontecimientos cotidianos para ser fermento de comunión, de consolación y de misericordia. En esta misión, nos sostiene la fuerza que el Espíritu Santo nos dona: ella cura la carne de la humanidad herida por la injusticia, por los abusos, por el odio y la avidez. La Virgen María en su humildad, acogió la voluntad del Padre y concibió al Hijo por obra del Espíritu Santo. Que ella, espejo de la Trinidad, nos ayude a reforzar nuestra fe en el Misterio trinitario y a encarnarla con elecciones y actitudes de amor y de unidad.

 

Francisco. Regina Coeli. 16 de junio de 2019.

Ayer, en Pozzomaggiore, en Cerdeña, fue proclamada beata Edvige Carboni, una sencilla mujer del pueblo que en su humilde vida cotidiana abrazó la Cruz, dando testimonio de fe y de caridad. Demos gracias por esta fiel discípula de Cristo, que pasó toda su vida al servicio de Dios y del prójimo. Un aplauso para la nueva beata, todos.

Hoy queremos recordar de una manera particular a los refugiados, en el Día Mundial que las Naciones Unidas les dedican. Esta fecha invita a todos a la solidaridad con los hombres, las mujeres y los niños que huyen de las guerras, la persecución y las violaciones de los derechos fundamentales. ¡Qué nuestras comunidades eclesiales y civiles estén cerca de ellos y atentas a sus necesidades y sufrimientos!

Sigo también con preocupación las crecientes tensiones en el Golfo Pérsico. Invito a todos a hacer uso de las herramientas de la diplomacia para resolver los complejos problemas de los conflictos en el Medio Oriente. También renuevo un sincero llamamiento a la comunidad internacional para que haga todo lo posible por fomentar el diálogo y la paz.

Al final de esta celebración, un cordial saludo a todos los presentes. Extiendo mi saludo con afecto a los enfermos, a los ancianos, a los presos y a todos aquellos que, a través de la radio y la televisión, se han unido espiritualmente a esta Santa Misa. Expreso mi más sincero agradecimiento a todas aquellas instituciones, organizaciones, asociaciones y personas que han trabajado en mi breve pero intensa visita, colaborando generosamente con la archidiócesis de Camerino-San Severino Marche. Me gustaría enviar un saludo especial y mi aliento a los habitantes de San Severino Marche, que saludaré desde lo alto saludando en helicóptero a su ciudad.

Queridos hermanos y hermanas, caminad juntos por el camino de la fe, la esperanza y la caridad, fieles a los muchos testimonios de santidad con que se enriquece vuestra tierra. Pienso, entre otros, en San Venancio, San Severino, San Ansovino, San Nicolás de Tolentino, San Pacífico y la beata Battista Varano. También pienso en las numerosas figuras de «santos de la puerta de al lado» que no son beatificados ni canonizados, pero que han sostenido —y sostienen— y han transformado a las familias y comunidades con la fuerza de su vida cristiana.

Y ahora recemos juntos la oración del Ángelus. Encomiendo toda la comunidad diocesana a la Santísima Virgen, a quien veneráis en numerosos santuarios y a quien invocáis especialmente con el título de Santa María en Vía. Ella, que animó a la primera comunidad de discípulos de Jesús con su presencia materna, también ayude hoy a la Iglesia a dar un buen testimonio del Evangelio.

 

Francisco. Regina Coeli. 12 de junio de 2022.

Queridos hermanos y hermanos, ¡buenos días y feliz domingo!

Hoy es la solemnidad de la Santísima Trinidad, y en el Evangelio de la celebración Jesús nos presenta a las otras dos Personas divinas, al Padre y al Espíritu Santo. Dice del Espíritu: «No hablará de sí mismo, sino que recibirá de lo mío y os lo comunicará a vosotros». Y luego, respecto al Padre, dice: «Todo lo que tiene el Padre es mío» (Jn 16,14-15). Vemos que el Espíritu habla, pero no de sí mismoanuncia a Jesús y revela al Padre. Y vemos también que el Padre, que posee todo porque es el origen de todo, le da al Hijo todo lo que posee, no se queda con nada para sí mismose dona enteramente al Hijo. Es decir, el Espíritu Santo no habla de sí mismo, habla de Jesús. Y el Padre, no da sí mismo, da el Hijo. Es la generosidad abierta, uno abierto al otro.

Pasemos ahora a nosotros, a las cosas de las que hablamos y a lo que poseemos. Cuando hablamos, queremos siempre que se hable bien de nosotros y a menudo hablamos de nosotros y de lo que hacemos. ¡Cuántas veces! “Yo he hecho esto, y eso…”, “tenía este problema…”. Se habla siempre así. ¡Qué diferencia respecto al Espíritu Santo, que habla anunciando a los otros, el Padre, el Hijo! Y, sobre lo que poseemos, ¡qué celosos somos y cuánto nos cuesta compartirlo con los demás, incluso con los que carecen de lo necesario! De palabra es fácil, pero luego en la práctica es muy difícil.

Por ello, celebrar la Santísima Trinidad no es solo un ejercicio teológico, sino una revolución de nuestra manera de vivir. Dios, en quién cada Persona vive para la otra en continua relación, no para sí misma, nos estimula a vivir con los demás y para los demás. Abiertos. Hoy podemos preguntarnos si nuestra vida refleja el Dios en el que creemos: yo, que profeso la fe en Dios Padre e Hijo y Espíritu Santo, ¿creo verdaderamente que para vivir necesito a los demás, necesito entregarme a los demás, necesito servir a los demás? ¿Lo afirmo de palabra o lo afirmo con la vida?

Dios trino y uno, queridos hermanos y hermanas, hay que mostrarlo así, con los hechos antes que con las palabras. Dios, que es el autor de la vida, se transmite menos a través de los libros y más a través del testimonio de vida. Él que, como escribe el evangelista Juan, «es amor» (1 Jn 4,16), se revela a través del amor. Pensemos en las personas buenas, generosas, mansas que hemos conocido: recordando su manera de pensar y actuar podemos tener un pequeño reflejo de Dios-Amor. Y, ¿qué quiere decir amar? No sólo apreciar y hacer el bien, sino antes incluso, en la raíz, acoger, estar abierto a los otros, hacer sitio a los otros, dejar espacio a los otros. Esto significa amar, en la raíz.

Para entenderlo mejor, pensemos en los nombres de las Personas divinas que pronunciamos cada vez que hacemos la señal de la cruz: en cada nombre está la presencia del otro. El Padre, por ejemplo, no sería tal sin el Hijo; del mismo modo el Hijo no puede ser pensado por sí solo, sino siempre como Hijo del Padre. Y el Espíritu Santo, a su vez, es Espíritu del Padre y del Hijo. En resumen, la Trinidad nos enseña que no se puede estar nunca sin el otro. No somos islas, estamos en el mundo para vivir a imagen de Dios: abiertos, necesitados de los demás y necesitados de ayudar a los demás. Así pues, hagámonos esta última pregunta: ¿Soy un reflejo de la Trinidad en la vida de todos los días? La seña de la cruz que hago cada día —Padre e Hijo y Espíritu Santo—, esa señal de la cruz que hago todos los días,  ¿se queda en un mero gesto ocioso o inspira mi manera de hablar, conocer, responder, juzgar, perdonar?

Que la Virgen, hija del Padre, madre del Hijo y esposa del Espíritu, nos ayude a acoger y testimoniar en la vida el misterio de Dios-Amor.

 

Benedicto XVI. Regina Coeli. 3 de junio de 2007.  

Queridos hermanos y hermanas: 

Al final de esta celebración, deseo dirigir algunos saludos particulares a los numerosos peregrinos presentes. Os agradezco vuestra paciencia. El agua es un gran bien, por eso también demos gracias por el agua.

(francés)
Os saludo a vosotros, queridos peregrinos de los diferentes países donde están presentes las Religiosas de la Asunción, que habéis venido para la canonización de María Eugenia Milleret. A ejemplo de la nueva santa, encontraréis en María una guía segura, porque se dejó conquistar por el amor, humildemente. Ojalá que, con santa María Eugenia, os revistáis de Cristo y renovéis sin cesar vuestra valentía y vuestra esperanza.

(inglés)
En esta fiesta de la Santísima Trinidad, dirijo un saludo cordial a todos los peregrinos de lengua inglesa, especialmente a los que han venido a Roma en tan gran número de Malta, Irlanda y Gran Bretaña para participar en la canonización de hoy. Que estos nuevos santos os acompañen con sus oraciones y os inspiren con el ejemplo de su vida santa. Dios os bendiga a todos.

(alemán)
Saludo cordialmente a los peregrinos y visitantes de los países de lengua alemana. Con toda la Iglesia, queremos alabar la grandeza de la santísima Trinidad y reconocer en los nuevos santos Jorge Preca, Simón de Lipnica, Carlos de San Andrés Houben y María Eugenia de Jesús Milleret la obra maravillosa de la gracia, que hace a los hombres partícipes de la gloria de Dios. A todos vosotros, amados hermanos y hermanas, os deseo una feliz estancia aquí, en Roma.

(español)
Saludo cordialmente a los peregrinos de España y Latinoamérica, especialmente a los numerosos fieles de México y miembros del grupo "Asunción juntos", que han participado en la canonización de la madre María Eugenia de Jesús. Que el ejemplo de la nueva santa, fundadora de las Religiosas de la Asunción, os ayude a centrar vuestra vida espiritual en Cristo y en el misterio de la Encarnación, y os impulse a un decidido y valiente compromiso apostólico, transmitiendo los valores evangélicos a la cultura actual, particularmente a través de la educación de los más jóvenes.

(holandés)
Saludo cordialmente a la delegación oficial y a los peregrinos que han venido de los Países Bajos para la canonización del sacerdote pasionista Carlos de San Andrés Houben, nativo de Munstergeleen. Que por su intercesión el pueblo de Dios en los Países Bajos camine siempre en la fe, en la esperanza y en la caridad.

(maltés)
Amadísimos hermanos en Cristo de Malta y de Gozo, ¡la paz esté con vosotros! San Jorge Preca es el primer hijo canonizado de vuestra amada tierra. Es vuestro segundo padre en la fe, después del apóstol san Pablo. Intercede por vosotros, para que seáis siempre amigos del Evangelio. San Jorge Preca, ¡ruega por nosotros!

(polaco)
Saludo a los peregrinos provenientes de Polonia. San Simón de Lipnica, siguiendo el ejemplo de María, se esforzó por servir a los más necesitados. Por su intercesión, roguemos por quienes consagran su vida al servicio de los enfermos, de los que sufren y de los abandonados. Dios os bendiga.

(italiano)
Saludo a los peregrinos de lengua italiana, en particular a la Asociación nacional de la sanidad militar, cuyo lema es:  "Arma pietati cedant", "Las armas cedan a la piedad". Que esto se realice en el mundo entero. Por último, mi pensamiento va a la Iglesia de Bolonia, que celebra el 750° aniversario del acto con el cual el Senado de esa ciudad sancionó la abolición de la esclavitud en su territorio. Que esta iniciativa suscite un renovado compromiso para superar las nuevas esclavitudes que aún afligen a la humanidad.

 

Benedicto XVI. Regina Coeli. 30 de mayo de 2010.

Queridos hermanos y hermanas:

Después del tiempo pascual, que concluyó el domingo pasado con Pentecostés, la liturgia ha vuelto al «tiempo ordinario». Pero esto no quiere decir que el compromiso de los cristianos deba disminuir; al contrario, al haber entrado en la vida divina mediante los sacramentos, estamos llamados diariamente a abrirnos a la acción de la gracia divina, para progresar en el amor a Dios y al prójimo. La solemnidad de hoy, domingo de la Santísima Trinidad, en cierto sentido recapitula la revelación de Dios acontecida en los misterios pascuales: muerte y resurrección de Cristo, su ascensión a la derecha del Padre y efusión del Espíritu Santo. La mente y el lenguaje humanos son inadecuados para explicar la relación que existe entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, y, sin embargo, los Padres de la Iglesia trataron de ilustrar el misterio de Dios uno y trino viviéndolo en su propia existencia con profunda fe.

La Trinidad divina, en efecto, pone su morada en nosotros el día del Bautismo: «Yo te bautizo —dice el ministro— en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». El nombre de Dios, en el cual fuimos bautizados, lo recordamos cada vez que nos santiguamos. El teólogo Romano Guardini, a propósito del signo de la cruz, afirma: «Lo hacemos antes de la oración, para que… nos ponga espiritualmente en orden; concentre en Dios pensamientos, corazón y voluntad; después de la oración, para que permanezca en nosotros lo que Dios nos ha dado … Esto abraza todo el ser, cuerpo y alma, … y todo se convierte en consagrado en el nombre del Dios uno y trino» (Lo spirito della liturgia. I santi segni, Brescia 2000, pp. 125-126).

Por tanto, en el signo de la cruz y en el nombre del Dios vivo está contenido el anuncio que genera la fe e inspira la oración. Y, al igual que en el Evangelio Jesús promete a los Apóstoles que «cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa» (Jn 16, 13), así sucede en la liturgia dominical, cuando los sacerdotes dispensan, cada semana, el pan de la Palabra y de la Eucaristía. También el santo cura de Ars lo recordaba a sus fieles: «¿Quién ha recibido vuestra alma —decía— recién nacidos? El sacerdote. ¿Quién la alimenta para que pueda terminar su peregrinación? El sacerdote. ¿Quién la preparará para comparecer ante Dios, lavándola por última vez en la sangre de Jesucristo? … Siempre el sacerdote» (Carta de convocatoria del Año sacerdotal).

Queridos amigos, hagamos nuestra la oración de san Hilario de Poitiers: «Mantén incontaminada esta fe recta que hay en mí y, hasta mi último aliento, dame también esta voz de mi conciencia, a fin de que me mantenga siempre fiel a lo que profesé en mi regeneración, cuando fui bautizado en el Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo» (De Trinitate, XII, 57: CCL 62/a, 627). Invocando a la Virgen María, primera criatura plenamente habitada por la Santísima Trinidad, pidamos su protección para proseguir bien nuestra peregrinación terrena.

 

CORPUS CHRISTI.

 

Monición de entrada.-

Hoy de nuevo venimos con el traje de comunión, porque es un día muy especial para nosotros.

Hoy es la misa del cuerpo de Jesús, que terminará con la procesión en la que acompañaremos a Jesús por las calles.

Además este día nos acordamos de las personas que no tienen para comer, por eso la colecta se la daremos a ellas.

 

Señor ten piedad.-

Tú que nos das tu corazón. Señor, ten piedad.

Tú que nos das tu cuerpo. Cristo ten piedad.

Tú que nos das tu sangre. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Para que al papa León y a la Iglesia no le falte nunca tu cuerpo y sangre. Te lo pedimos, Señor.

Para que a los pobres no les falte tu pan. Te lo pedimos, Señor.

Para que siempre haya personas que donen su sangre. Te lo pedimos, Señor.

Para que nunca dejemos de tener ojos de niño. Te lo pedimos, Señor.

Para que no se acabe en nuestra casa el amor. Te lo pedimos, Señor.

Para que siempre te tengamos en el corazón. Te lo pedimos, Señor.

 

Despedida.-

La misa a terminado. Ahora el sacerdote pondrá a Jesús en la custodia y lo llevaremos en procesión. Al acompañarlo en silencio abramos nuestro corazón a quien hoy sale a caminar con nosotros.

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