Lectura del libro de Isaías 50, 4-7.
El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo; para saber decir
al abatido una palabra de aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que
escuche como los discípulos. El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni
me eché atrás. Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que
mesaban mi barba; no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios
me ayuda, por eso no sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como
pedernal, sabiendo que no quedaría defraudado.
Textos
paralelos.
Is 42, 1: Mirad
a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre él he puesto
mi espíritu, para que promueva el derecho en las naciones.
El señor
Yahvé me ha dado una lengua avezada[1].
Jn 3, 11: Te
lo aseguro: hablamos de lo que sabemos, atestiguamos lo que hemos visto, y no
aceptáis nuestro testimonio.
Ofrecí
mi espalda a los golpes.
Is 52, 2-10:
Creció en su presencia como brote, como raíz en el páramo: no tenía presencia
ni belleza que atrajera nuestras miradas ni aspecto que nos cautivase.
Despreciado y evitado dela gente, un hombre hecho a sufrir, curtido en el
dolor; al verlo se tapan la cara; despreciado, lo tuvimos por nada; a él, que
soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros dolores, lo tuvimos por un
contagiado, herido de Dios y afligido. Él, en cambio, fue traspasado por
nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes. Sobre él descargó el
castigo que nos sana y con sus cicatrices nos hemos curado. Todos errábamos
como ovejas, cada uno por su lado, y el Señor cargó sobre él todos nuestros
crímenes. Maltratado, aguantaba, no abría la boca; como cordero llevado al
matadero, como oveja muda ante el esquilador, no abría la boca. Sin arresto,
sin proceso, lo quitaron de en medio, ¿quién meditó en su destino? Lo arrancaron
de la tierra de los vivos, por los pecados de mi pueblo lo hirieron. Le dieron
sepultura con los malvados y una tumba con los malhechores, aunque no había
cometido crímenes ni hubo engaño en su boca. El Señor quería triturarlo con el
sufrimiento: si entrega su vida como expiación, verá su descendencia,
prolongará sus años y por su medio triunfará el plan del Señor.
No hurté
mi rostro a insultos y salivazos.
Mt 26, 67:
Entonces le escupieron al rostro, le dieron bofetadas y lo golpeaban.
Mt 27, 30:
Le escupían, le quitaban la caña y le pegaban con ella en la cabeza.
Ofrecí
mi cara como el pedernal.
Ez 3, 8-9:
Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos y tu cabeza terca como la de
ellos; como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza. No les tengas
miedo ni te acobardes ante ellos, aunque sean casa rebelde.
Sabiendo
que no quedaría defraudado.
Sal 25, 3:
Los que esperan en ti no quedan defraudados; quedan defraudados los desleales
sin razón.
Notas exegéticas.
50 4 En este tercer canto, el Siervo se muestra menos como profeta que como
sabio, discípulo fiel de Yahvé, vv. 4-5, encargado de enseñar a su vez a los “que
temen a Dios”, es decir, a todos los judíos piadosos, v. 10, y también a los extraviados
o infieles “que andan a oscuras”. Gracias a su coraje y a la ayuda divina, vv.
7-9, soportará las persecuciones, vv. 5-6, hasta que Dios le haya concedido un
triunfo definitivo, vv. 9-11. – El que habla hasta el v. 9 incluido es el
Siervo.
50 6 Esta descripción de los sufrimientos del Siervo se repetirá con más
amplitud en el canto cuarto, 52, 13-53, 12.
Comentario Homilética.
-Is
40-55:
Profeta
anónimo del exilio en Babilonia (s. VI a.C.).
Tema:
consuelo del pueblo de Israel que se encuentra lejos de su tierra:
Sin
las instituciones que lo sustentaban: monarquía y Templo.
Mensaje
llegue al corazón del pueblo en Babilonia.
-Asumir
el sufrimiento:
No
se echa atrás.
Forma
parte de su misión.
Como
consecuencia lógica de su fidelidad al camino que Dios le propone / actitud
masoquista.
-Ecos
de Jeremías.
Salmo responsorial
Salmo 21, 8-9.17-18a.19-20.23-24 (R.:
2ab).
Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? R/.
Al
verme, se burlan de mí,
hacen
visajes, menean la cabeza:
“Acudió
al Señor, que lo ponga a salvo;
que
lo libre si tanto lo quiere. R/.
Me
acorrala una jauría de mastines,
me
cerca una banda de malhechores;
me
taladran las manos y los pies,
puedo
contar mis huesos. R/.
Se
reparten mi ropa,
echan
a suerte mi túnica.
Pero
tú, Señor, no te quedes lejos;
fuerza
mía, ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré
tu fama a mis hermanos,
en
medio de la asamblea te alabaré.
“Los
que teméis al Señor, alabadlo;
linaje
de Jacob, glorificadlo;
temedlo,
linaje de Israel. R/.
Textos
paralelos.
¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?
Mt 27, 46: A media tarde Jesús gritó con voz potente: Eli Eli lema
sabactani (o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?).
Estás lejos de mi queja, de mis gritos y gemidos.
Is 49, 14: Decía Sión: Me ha abandonado el Señor, mi dueño me ha
olvidado.
Is 54, 7: Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te
reuniré.
Todos cuantos me ven, se mofan.
Mt 27, 39: Los que pasaban lo insultaban meneando la cabeza.
Se confió a Yahvé, pues que lo libre, que lo salve si tanto lo quiere.
Mt 27, 43: También los bandidos crucificados con él lo injuriaban.
Sb 2, 18-20: Si el justo ese es hijo de Dios, él lo auxiliará y lo
arrancará de las manos de sus enemigos. Lo someteremos a tormentos despiadados,
para apreciar su paciencia y comprobar su temple; lo condenaremos a muerte
ignominiosa, pues dice que hay quien mira por él.
Se reparten entre sí mi ropa.
Mt 27, 35: Después de crucificarlo, se repartieron a suertes sus
vestidos.
Y se echan a suertes mi túnica.
Jn 19, 24: Así que se dijeron: No la rasguemos; echémosla a suerte,
para quien le toque. (Así se cumplió lo escrito: Se repartieron mis vestidos y
se sortearon mi túnica). Es lo que hicieron los soldados.
Contaré tu fama a mis hermanos.
Hb 2, 12: Anunciaré tu nombre a mis hermanos, en medio de la asamblea
te alabaré.
Reunido en asamblea, te alabaré.
Sal 40, 10: He proclamado
el derecho a una asamblea numerosa. No he cerrado los labios, Señor, tú lo
sabes.
Notas exegéticas.
Sal 22 La lamentación y la oración
de un inocente perseguido concluyen en acción de gracias por la liberación
esperada, vv. 23-37, y se adaptan a la liturgia nacional mediante el v. 24 y el
final universalista, vv. 28-32, en que el advenimiento del reino de Dios al
mundo entero aparece como consecuencia de las pruebas del siervo fiel. Afín al
poema del Siervo doliente, Is 52, 13-53, 12, este salmo, cuyo comienzo
pronunció Cristo en la cruz, y en el que los evangelistas han visto descritos
por anticipado varios episodios de la Pasión, es por lo mismo mesiánico, al
menos en sentido típico.
22 17 Otros: “me inmovilizan mis
manos y mis pies” o, con 2 manuscritos y las versiones antiguas, “me atraviesan”.
Hebreo ka ari “como un león”, ininteligible. El pasaje recuerda Is 53,
5, pero los evangelistas no lo utilizaron en el relato de la pasión.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Filipenses
2, 6-11.
Cristo Jesús, siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el
ser igual a Dios; al contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de
esclavo, hecho semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su
presencia, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte
de cruz. Por eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el
Nombre-sobre-todo-nombre; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble
en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es
Señor, para gloria de Dios Padre.
Textos
paralelos.
El cual, siendo de condición divina.
Sb 2, 23: Dios creó al hombre
para la inmortalidad y lo hizo imagen de su propio ser.
A ser tratado igual a
Dios.
2 Co 8, 9: Pues conocéis la
generosidad de nuestro Señor Jesucristo, que siendo rico, por vosotros se hizo
pobre para enriquecernos con su pobreza.
Asumiendo semejanza
humana.
Ga 4, 4: Pero cuando se cumplió
el plazo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley.
Haciéndose obediente
hasta la muerte.
Rm 5, 19: Como por la
desobediencia de uno todos resultaron pecadores, así por la obediencia de uno
todos resultarán justos.
Por eso Dios lo exaltó.
Is 52, 13: Así asombrará a
muchos pueblos; ante él los reyes cerrarán la boca, al ver algo inenarrable y
contemplar algo inaudito.
Le otorgó el Nombre.
Rm 14, 9: Para eso murió el
Mesías y resucitó: para ser Señor de muertos y vivos.
Toda rodilla se doble.
Rm 10, 9: Si confiesas con la
boca que Jesús es Señor, si crees de corazón que Dios lo resucitó de la muerte,
te salvarás.
Para gloria de Dios
Padre.
1 Co 12, 3: Por eso os hago
notar que nadie, movido por el Espíritu de Dios puede decir: ¡maldito sea
Jesús! Y nadie puede decir ¡Señor Jesús! si no es movido por el Espíritu Santo.
Notas exegéticas.
2 6 (a) Lit. “en forma de Dios”. La
misma palabra griega (morphe) es utilizada en el v. 7 (lit. “tomando la forma de esclavo”). Su
significado es casi idéntico al “imagen” (eikon), y los dos términos son utilizados indistintamente por los LXX. La “forma
de Dios” es, pues, sinónimo de “imagen de Dios”, que es el predicado aplicado a
Adán. Gn 1, 27.
2 6 (b) Cristo, al no tener pecado no
tenía que morir (idéntica idea aparece en algunos apócrifos, como Henos, IV
Esdras o II Baruc). Tenía, pues, el derecho a vivir eternamente algo propio de
la divinidad. Otras traducciones posibles: “No retuvo celosamente el rango que
le igualaba a Dios” o “No consideró como presa el ser igual a Dios”. En
este último caso, habría una oposición implícita entre Jesús, segundo o último
Adán y el primer Adán.
2 7 (a) Lit. “Se vació a sí mismo”. El
término kénosis procede de una raíz que
significa “vaciar”. La fórmula está tomada de Is 52, 12. El pronombre reflexivo
que aparece en el v. 7 subraya la decisión del mismo Cristo, que optó por la
muerte.
2 7 (b) Este modo de existencia, a la
luz de la alusión a Is 53, 12, solo puede ser el de humillado Siervo paciente
de Yahvé, que murió por los demás. Nótese el contraste con Señor, v. 11.
2 7 (c) No hay intención de atenuar la
humanidad de Jesús. No obstante, si no hubiera sido diferente, no habría podido
salvarnos. Él, que estaba vivo, resucitó a los que estaban “muertos”. Él no
tenía necesidad de ser reconciliados con Dios mientras todos los demás la
tenían.
2 7 (d) Aunque diferente en su modo de
existencia, Cristo compartió la naturaleza humana común a todos.
2 8 (a) Al envío del Hijo por el Padre
para salvar a la humanidad corresponde de parte de Cristo la obediencia.
2 8 (b) Mientras que la tradición
primitiva solo insistía en el efecto salvífico de la muerte de Cristo Pablo
subraya lógicamente que el valor ejemplar de esta muerte está en el cruel
castigo de la crucifixión.
2 9 (a) Lit.: “sobre-exaltó”. El verbo
griego hypsoo, que significa normalmente
elevar, se traduce a menudo por “exaltar”. Aquí lleva además el prefijo hyper (del que se forma el mismo verbo),
que redobla su significado, por el hecho de que, si es cierto que todos los
justos serán exaltados, Cristo es superior a todos ellos.
2 9 (b) El nombre es el de “Señor”,
como explica el v. 11. Se trata aquí de un término funcional que no se refiere
precisamente a la naturaleza de Cristo; es un título que Cristo lo consigue por
su pasión y resurrección. A pesar de su uso cotidiano, y de su frecuente
aplicación a Cristo a lo largo de todo el NT, aquí se toma como un título “que
está sobre todo nombre”; la razón es que el NT lo reserva para Dios.
2 10 (a) La humanidad entera reconoce la
nueva dignidad de Jesús, como estaba anunciado que las naciones reconocerían a
Yahvé. El nombre propio de “Jesús” – sin más añadiduras – se usa aquí deliberadamente
para evocar la figura humillada y paciente de los vv. 6-8.
2 10 (b) Estas frases, que alteran la cuidada
estructura del himno, fueron probablemente añadidas por Pablo con el fin de
poner de relieve tanto el ilimitado alcance de la autoridad de Cristo como la dependencia
respecto de su Padre.
2 11 Es la profesión de fe esencial
del cristianismo. – El Padre que ha exaltado a Jesús recibe toda gloria cuando
el Nombre que Él le ha dado es adorado y confesado. En Él desemboca, pues, la
glorificación del Hijo y, al mismo tiempo, su humillación.
Comentario Homilética.
-Himnos cristológicos en las
cartas de Pablo:
Colosenses 1, 15-20.
Efesios 1, 3-14.
Flp 2, 6-11.
Recitados en las comunidades
cristianas y recogidos por Pablo.
Primeras reflexiones
cristológicas.
-Partes:
Descenso, kénosis o vaciamiento
de Cristo.
Ascenso, exaltación,
resurrección por parte de Dios.
Evangelio.
X Lectura del
santo evangelio según san Lucas 23, 33-49.
Y cuando llegaron al
lugar llamado “La Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores,
uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen”. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. El
pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: “A otros
ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”.
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre,
diciendo: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había también
por encima de él un letrero: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los
malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate
a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le
decía: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en
verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que
hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de
mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le dijo: “En verdad te digo: hoy estarás
conmigo en el paraíso”. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas
sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo
del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre,
a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró. El centurión, al
ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo: “Realmente, este hombre era justo”.
Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas
que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos y
las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo
todo esto.
Textos
paralelos.
Mc 15, 22-41 |
Mt 27, 32-56 |
Lc 23, 33-49 |
Jn 19, 17-37 |
Lo condujeron al Gólgota
(que significa Lugar de la Calavera). Le ofrecieron vino
con mirra, pero él no lo tomó. Lo crucificaron La causa de la
condena en la inscripción decía: “El rey de los judíos”. y se repartieron
su ropa, echando a suertes lo que le tocara a cada uno. Eran las nueve
cuando lo crucificaron. La causa de la condena en la inscripción
decía: “El rey de los judíos”. Con él
crucificaron a dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo
insultaban meneando la cabeza y diciendo: -El que derriba el
templo y lo reconstruye en tres días, que se salve, bajando de la cruz. A su vez los sumos
sacerdotes, burlándose, comentaban con los letrados: -Ha salvado a
otros y él no se puede salvar. El Mesías, el rey de Israel, baje de la cruz
para que lo veamos y creamos. Los que estaban
crucificados con él lo injuriaban. Al mediodía se
oscureció todo el territorio hasta la media tarde. A media tarde
Jesús gritó con voz potente: -Eloí eloí lema
sabaktani (que significa: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste? Algunos de los
presentes, al oírlo comentaban: -Mira, llama a
Elías. Uno empapó una
esponja en vinagre, la sujetó a una caña y le ofreció de beber diciendo: -¡Quietos! A ver
si viene Elías a librarlo. Pero Jesús,
lanzando un grito, expiró. El velo del templo
se rasgó en dos de arriba abajo. El centurión, que
estaba enfrente, al ver como expiró, dijo: -Realmente este
hombre era hijo de Dios. Estaban allí
mirando a distancia unas mujeres, entre ellas María Magdalena, María madre de
Santiago el menor y José, y Salomé, las cuales, cuando estaba en Galilea, lo
habían seguido y servido; y otras muchas que habían subido con él a
Jerusalén. |
Llegaron a un
lugar llamado Gólgota (es decir, Calavera) y le dieron a
beber vino mezclado con hiel. Él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de
crucificarlo, Encima de la
cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Este es Jesús, rey de
los judíos. se repartieron a
suertes sus vestidos y se sentaron allí custodiándolo. Encima de la
cabeza pusieron un letrero con la causa de la condena: Este es Jesús, rey de
los judíos. Con él estaban
crucificados dos bandidos, uno a la derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban lo
insultaban meneando la cabeza y diciendo: -El que derriba el
templo y lo reconstruye en tres días que se salve; si es hijo de Dios, que
baje de la cruz. A su vez, los
sumos sacerdotes con los letrados y senadores se burlaban diciendo: -Salvó a otros, él
no se puede salvar. Si es rey de Israel, que baje ahora de la cruz y
creeremos en él. Se ha fiado de Dios: que lo libre si es que lo ama. Pues ha
dicho que es hijo de Dios. También los
bandidos crucificados con él lo injuriaban. A partir del
mediodía se oscureció todo el territorio hasta la media tarde. A media tarde Jesús gritó con voz potente: -Eli Eli lema
sabactani (o sea: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me abandonaste?). Algunos de los
presentes, al oírlo, comentaban: -A Elías llama
este. Enseguida uno de
ellos corrió, tomó una esponja empapada en vinagre y con una caña le dio de beber.
Los demás dijeron: -Espera a ver si
viene Elías a salvarlo. Jesús, lanzando un
nuevo grito, expiró. El velo del templo
se rasgó en dos de arriba abajo, la tierra tembló, las piedras se rajaron,
los sepulcros se abrieron y muchos cadáveres de santos resucitaron. Y, cuando
él resucitó, salieron de los sepulcros y se aparecieron a muchos en la ciudad
santa. Al ver el
terremoto y lo que sucedía, el capitán y la tropa que custodiaban a Jesús
decían espantados: -Realmente este
era hijo de Dios. Estaban allí
mirando a distancia muchas mujeres que habían acompañado y servido a Jesús
desde Galilea. Entre ellas estaban María Magdalena, María madre de Jacobo y
José y la madre de los Zebedeos. |
Cuando llegaron al
lugar llamado La Calavera, los crucificaron a
él y a los malhechores: uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús dijo: -Padre,
perdónales, porque no saben lo que hacen. Encima de él había
una inscripción. Este es el rey de los judíos. Se repartieron su
ropa echándola a suerte. El pueblo estaba mirando, los jefes se burlaban
de él: -A otros ha
salvado, que se salve él, si es el Mesías, el predilecto de Dios. También los
soldados se burlaban de él. Se acercaban a ofrecerle vinagre y decían: -Si eres el rey de
los judíos, sálvate. Encima de él había
una inscripción. Este es el rey de los judíos. Uno de los malhechores
colgados lo insultaba: -¿No eres tú el
Mesías? Sálvate a ti y a nosotros. El otro le reprendía: -Y tú, que sufres
la misma pena, ¿no respetas a Dios? Lo nuestro es justo, pues recibimos la
paga de nuestros delitos; este, en cambio, no ha cometido ningún crimen. Y añadió: -Jesús, cuando
llegues a tu reino acuérdate de mí. Le contestó: -Te aseguro que
hoy estarás conmigo en el paraíso. Era mediodía; se
oscureció todo el territorio hasta media tarde, al faltar el sol. El velo del
templo se rasgó por medio. Jesús dijo con voz
fuerte: -Padre, a tus
manos encomiendo mi espíritu. Dicho lo cual,
expiró. Al ver lo que sucedía,
el centurión glorificó a Dios diciendo: -Realmente este
hombre era inocente. Toda la multitud
se había congregado para el espectáculo, al ver lo sucedido, se volvía
dándose golpes de pecho. Sus conocidos se mantenían a distancia, y las
mujeres que lo habían seguido desde Galilea lo observaban todo. |
Se lo llevaron; y
Jesús salió cargado él mismo con la cruz hacia un lugar llamado La Calavera
(en hebreo Gólgota). Allí lo
crucificaron con otros dos; uno a cada lado y en medio Jesús. Pilato había hecho
escribir un letrero y clavarlo en la cruz. El escrito decía: Jesús el
Nazareno Rey de los Judíos. Muchos judíos leyeron
el letrero, porque el lugar donde estaba Jesús crucificado quedaba cerca de
la ciudad. Además estaba escrito en hebreo, latín y griego. Los sumos
sacerdotes decían a Pilato: -No escribas Rey
de los Judíos, sino Ha dicho: soy rey de los judíos. Contestó Pilato: -Lo escrito
escrito está. Cuando los
soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron su ropa y
la dividieron en cuatro porciones, una para cada soldado; aparte la túnica. Era
una túnica sin costuras, tejida de arriba abajo, de una pieza. Así que se
dijeron: -No la rasguemos;
echémosla a suerte, para quien le toque. (Así se cumplió lo
escrito: Se repartieron mis vestidos y se sortearon mi túnica). Es lo que
hicieron los soldados. Junto a la cruz de
Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María de Cleofás y María la Magdalena.
Jesús, viendo a su madre y al lado al discípulo predilecto, dice a su madre: -Mujer, ahí tienes
a tu hijo. Después dice al
discípulo: -Ahí tienes a tu
madre. Desde aquel
momento el discípulo la llevó a su casa. Después Jesús,
sabiendo que todo había terminado, para que se cumpliese la Escritura, dice: -Tengo sed. Había allí un
jarro lleno de vinagre. Empaparon una esponja en vinagre, la sujetaron a un
hisopo y se la acercaron a la boca. Jesús tomó el vinagre y dijo: -Está acabado. Dobló la cabeza y
entregó el espíritu. Era la víspera del
sábado, el más solemne de todos; los judíos, para que los cadáveres no
quedaran en la cruz el sábado, pidieron a Pilato que les quebrasen las
pierdas y los descolgasen. Fueron los soldados y quebraron las piernas a los
dos crucificados con él. Al llegar a Jesús, viendo que estaba muerto, no le
quebraron las piernas; pero un soldado le abrió el costado de una lanzada. Al
punto brotó sangre y agua. El que lo vio lo atestigua y su testimonio es
fidedigno; sabe que dice la verdad, para que creáis vosotros. Esto sucedió de
modo que se cumpliera la Escritura: No le quebraréis ni un hueso; y otra Escritura
dice: Mirarán al que atravesaron. |
Uno a la derecha y
otro a la izquierda.
Mt 18, 21-35: Entonces
se acercó Pedro y le preguntó: “Señor, si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces
tengo que perdonarle?, ¿hasta siete veces? Le contesta Jesús: “Te digo que no
siete veces, sino setenta y siete?”.
Se repartieron sus
vestidos.
Sal 22, 19: Se reparten
mis vestidos, se sortean mi túnica.
Se salve a sí mismo
si es el Cristo de Dios.
Lc 2, 26: Le había
comunicado el Espíritu Santo que no moriría sin antes haber visto al Mesías del
Señor.
Lc 9, 35: Y sonó una
voz que decía desde la nube: “Este es mi Hijo elegido. Escuchadle”.
Padre, en tus manos pongo
mi espíritu.
Sal 31, 6: En tu
mano encomendaba mi vida: y me libraste, Señor, Dios fiel. Odias a quienes
veneran ídolos vanos, yo en cambio confío en el Señor. Festejaré, celebraré tu
lealtad, pues te fijaste en mi aflicción, velaste por mi vida. No me entregaste
en poder del enemigo, colocaste mis pies en terreno espacioso.
Toda la muchedumbre
que había acudido a aquel espectáculo.
Hch 3, 14: Vosotros
rechazasteis al santo e inocente, pedisteis que os indultasen a un homicida.
Las mujeres que le
habían seguido desde Galilea.
Lc 8, 2-3: Lo
acompañaban los doce y algunas mujeres que había curado de espíritus inmundos y
de enfermedades. María magdalena, de la que habían salido siete demonios;
Juana, mujer de Cusa, mayordomo de Herodes, Susana y otras muchas, que los
atendía con sus bienes.
Lc 24, 10: Eran
María Magdalena, Juana y María de Santiago. Ellas y las demás se lo contaron a
los apóstoles.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
23
33 La
comparación con Mc y Mt muestra cómo ha sabido Lucas hacer que sobre el
Calvario pasara una brisa de humanidad: su muchedumbre es más curiosa que hostil
y finalmente se arrepiente. Jesús no pronuncia las palabras de aparente
desesperación: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”; sigue
ejerciendo hasta el fin su ministerio de perdón, expira “poniendo su espíritu”
en las manos del “Padre”.
23
34 (a) Este v. se debe mantener, a pesar de su omisión por buenos testigos.
23
34 (b) Estas palabras de Jesús recuerda Is 53, 12. Idéntica apreciación de las
causas de su muerte reaparecen en Hch 3, 17. Esteban orará con el mismo
espíritu, Hch 7, 60, siguiendo el ejemplo legado por el Maestro a todos sus
discípulos.
23
35 Este
título, al que aluden las palabras del Padre en 9, 35, evocan Is 49, 7, donde
designa al Siervo elegido por Dios para llevar a cabo su obra de salvación y
despreciado por los hombres. Es también uno de los nombres del Mesías en el
libro de las Parábolas de Henoc.
23
38 Numerosos
testigos añaden: “en caracteres griegos, latinos y hebreos” (ver Jn 19, 20).
23
39 El
mal ladrón interpela a Jesús como “Cristo”, v. 39; el buen ladrón le reconoce
como “Rey”, v. 42: son los dos títulos, religioso y político, en torno a los
cuales ha girado todo el proceso de Jesús, ante los Judíos primeramente, y ante
Pilato después.
23
40 El
episodio de los vv. 40-43 es propio de Lc, que se interesa por las escenas de
conversión.
23 42
“con
(es decir, en posesión de ) tu Reino”. – Var: “cuando venga en tu Reino”, es
decir, para inaugurarlo.
23
43 Para
algunos judíos de aquel tiempo, el paraíso era el lugar donde los justos
difuntos esperaban la resurrección. Se encuentra la idea, aunque no la palabra,
en Lc 16, 22-31.
23
44 Prodigios
cósmicos característicos del “Día de Yahvé”. – La expresión “toda la tierra”
evoca Ex 10, 22 (plaga de las tinieblas justo antes de la muerte de los
primogénitos y la Pascua). Ver también Am 8, 9-10.
23
46 Como
en todas sus oraciones, también en esta comienza Jesús con una invocación al
Padre (10, 21). A él dirige sus últimas palabras, lo mismo que las primeras
(ver 2, 49).
23
47 Al
proclamar que Jesús es justo, el centurión reconoce su inocencia (como Pilato
en 23, 4.14.22). Lc evita así el sentido equívoco que podría tener en labios de
un pagado la expresión “Hijo de Dios”, mencionada por Mt y Mc.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
33 LLAMADO “CALAVERA”,
por la forma de pequeña altura rocosa sin vegetación (nuestra palabra “Calvario”
es un latinismo). Lc no pone, como hacen Mt y Mc, la palabra aramea Gólgota,
que no interesaría a sus lectores no palestinos.
34 En el judaísmo se
exhortaba al delincuente, antes de morir, a ofrecer su vida en expiación de sus
pecados; Jesús, inocente (cf. v. 41), que no podía decir esa oración expiatoria
por sí mismo, expiaba y pedía por sus verdugos.
35 EL ELEGIDO:
apelativo del Mesías, muy frecuente en la 2ª parte de Henoc etiópico, en
el llamado Libro de las parábolas.
39 CRUCIFICARON: lit. colgados,
traducción que sería válida si esta palabra en nuestra lengua no
significase “ahorcado”.
40 DIJO: lit. decía.
// Y ESO QUE…: o “(tú) que…”, con matiz adversativo: “a pesar de que…”.
// SUFRES: lit. estás en.
41 EL PAGO DE: lit. cosas
dignas de. // La palabra griega traducida por MALO es, lit., fuera-de-sitio,
algo parecido a nuestro “desordenado”, “descaminado”.
42 CUANDO VUELVAS
(matiz de retorno, frecuentemente implícito en el verbo griego erkhomai COMO
REY: lit. en la realeza (o en el reino) de ti. La partícula
griega en es, en este caso, instrumental y asociativa: “volver con el
reino” propio de uno es “volver como rey”. Si con algunos manuscritos leemos eis
en vez de en, habría que traducir: cuando vayas (o llegues)
a tu reino. De hecho, Jesús ahora no aparece visiblemente COMO REY, pero
el título de la cruz (cf. v. 38) que ha podido leer el malhechor, será efectivo
un día, para ese día de Cristo Rey, su compañero de suplicio solo le pide
una cosa: que se acuerde de él. La petición quedará superada por la concesión.
43 HOY: más bien que
indicación cronológica exacta (“en estas veinticuatro horas”), aunque no se
excluya ese significado, es el tiempo de la salvación inaugurado por Jesús: “no
tendrás que esperar, ya, a partir de ahora…”). EL PARAÍSO: la respuesta
de Jesús amplía el significado del término: el ladrón arrepentido no va a estar
simplemente en “el regazo de Abraham” (cf. 16, 22s), sino que estará en la
intimidad de Dios (=CONMIGO). EL PARAISO era, como en el judaísmo tardío, la
morada de los justos antes de la resurrección corporal al fin del mundo; es,
como lo llama Henoc 61, 12, “el jardín de la vida”, donde “habitan los
elegidos”.
45 EL SOL se ocultó, se
anubló, SE ECLIPSÓ, no necesariamente en el sentido técnico o científico de la
palabra.
46 DANDO UNA GRAN VOZ:
lit. voceando con voz grande. El apócrifo Libro de los Jubileos 42,
8 presenta a Eva diciendo en el momento de morir: “Dios de todo lo que existe,
recibe mi espíritu”. A distancia de siglos, Jesús, que pertenece a los “desterrados
hijos de Eva”, ha aprendido de otra Madre la entrega a la voluntad de Dios (cf.
1, 38); sus últimas palabras en la tierra son la entrega confiada del Hijo
obediente (cf. 2, 49). En su muerte, las peticiones del Padrenuestro quedan
cumplidas.
47 UN JUSTO: en
lenguaje cristiano: un santo; en la mentalidad de aquel pagano: un inocente
(e.d., “este hombre no era un criminal”).
48 Lc es el único
evangelista que anota esta especie de penitencia general de la
muchedumbre, como grupo diverso formado por las autoridades religiosas.
49 SE QUEDABAN: lit. estaban
allí, mientras la gente se volvía a casa.
Notas exegéticas
de la Biblia Didajé.
23,
33 Este
tipo de ejecución estaba reservada a los peores criminales y no-romanos.
Clavada en la cruz, la víctima moriría lentamente desangrada y por asfixia,
debida esta a la flaqueza del cuerpo debilitado que tendería a reprimir el
tracto respiratorio. La cruz es el símbolo más importante y común de la
cristiandad. Cat. 599.
23,
34 Cristo
fue misericordioso con quienes lo ejecutaron, como lo fue con el esclavo al que
cortaron la oreja durante su prendimiento. Sus palabras, pronunciadas en la
cruz, muestran que su oración y el don de sí mismo están unidos. Las palabras
de Cristo nos recuerdan que recemos y perdonemos incluso a los que nos persiguen.
Su muerte no puede culparse colectivamente a los judíos de la época de Cristo o
sus descendientes; más bien, toda persona en virtud del pecado original y
pecados actuales es responsable de su crucifixión. Hicieron lotes con sus
ropas: las pertenencias del condenado habitualmente eran repartidas entre
los soldados asistentes. Todo el relato de la crucifixión es una reminiscencia
del salmo 22. Cat. 591, 597-598, 2635.
23,
39-43 Este episodio ilustra cómo la aceptación voluntaria del castigo por los
delitos de uno puede tener un valor expiatorio, y por tanto redentor. También
implica un juicio inmediato después de la muerte y el destino final del alma a
la salvación o a la condenación eterna. Cat. 440, 1021, 2266 y 2616.
23,
45 El
velo en el Templo separa la presencia de Dios en el Santo de los Santos, de la
del pueblo. El desgarro de arriba abajo significa que la muerte sacrificial de
Cristo abre el camino de los fieles a la presencia misma de Dios. A través de
nuestra unión con Cristo resucitado entramos en la vida eterna de la Santísima
Trinidad. Cat. 441, 730 y 1011.
23,
36 Cristo,
evocado en el Salmo 31, 5 fue totalmente sumiso a la voluntad de Dios, incluso
hasta la muerte. Su ejemplo muestra como también nosotros podemos transformar
nuestro propio sufrimiento y muerte en actos redentores de amor y obediencia a
nuestro Padre en el cielo. Cat. 730, 1011.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
599 La muerte violenta
de Jesús no fue fruto del azar en una desgraciada constelación de
circunstancias. Pertenece al misterio del designio de Dios, como lo explica san
Pedro a los judíos de Jerusalén ya en su primer discurso de Pentecostés: “Fue
entregado según el determinado designio y previo conocimiento de Dios” (Hch 2,
23). Este lenguaje bíblico no significa que los que han “entregado a Jesús”
fuesen solamente ejecutores pasivos de un drama escrito de antemano por Dios.
597 El mismo Jesús
perdonando en la Cruz (cf. Lc 23, 34) y Pedro siguiendo su ejemplo apelan a “la
ignorancia” (Hch 3, 17) de los judíos de Jerusalén e incluso de sus jefes.
Menos todavía se podría ampliar esta responsabilidad a los restantes judíos en
el tiempo y en el espacio, apoyándose en el grito del pueblo: “¡Su sangre sobre
nosotros y sobre nuestros hijos!” (Mt 27, 25), que equivale a una fórmula de ratificación.
440 El verdadero sentido
de su realeza no se ha manifestado más que desde lo alto de la cruz (cf. Jn 19,
19-22; Lc 23, 39-43).
Notas exegéticas Biblia del Peregrino
23, 32-33 Según la profecía de Is 53, 12.
Los evangelistas suponen conocido el suplicio de la crucifixión y no se
detienen a describir su brutalidad. Lo dejan a la imaginación del lector. Hoy
sabemos que los clavos no atravesaban las manos y pies, sino el carpo y el tarso.
23, 34 Lucas recoge tres palabras de
Jesús en la cruz: por los culpables, al ladrón, por sí. La primera y la última
comienzan igual: ¡Padre! Revelación de un misterio que nos sobrepasa.
23, 39-43 Esta escena es propia de Lucas y
está elaborada con cuidado. Dos malhechores en el mismo tormento y dos destinos
opuestos por su relación con Jesús. A la petición “cuando” responde la promesa “hoy”
(cf. Flp 1, 23). “Paraíso”, imagen de una vida feliz más allá de la muerte, en
la que Jesús ejercerá su reinado. Jesús ya posee el poder y puede prometer con seguridad
y generosidad regia. La salvación es “estar con él” (cf. 1 Ts 4, 17).
23,
42 O:
cuando llegues a reinar.
23, 46
Su
aliento vital lo deja en depósito (así el hebreo original) a uno que es fiel,
de quien se fía plenamente; sabe que recobrará su depósito.
23,
47 Homenaje
póstumo del pagano.
Comentarios
de los Santos Padres.
En la cruz tomó nuestros pecados en su cuerpo. Es
cierto que por sus sufrimientos fuimos curados, pues cargó con nuestros pecados
y nos libró de las enfermedades del alma.
Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Lucas,
153. III, pg. 477.
Cuando pendía de la cruz, oraba, veía y preveía a
todos los enemigos, pero a muchos de aquellos les veía ya como futuros amigos,
y por ellos pedía el perdón para todos. Ellos se enfurecían y Él rezaba. Ellos
decían a Pilato: “Crucifícalo” y, en cambio, Él exclamaba: “Padre, perdónales”.
Pendía de unos ásperos clavos, pero no perdía la benignidad. Pedía el perdón
para aquellos de los que recibía tan grandes injurias.
Agustín, Sermón 382, 2. III, pg. 477.
La ceguera lo estaba crucificando, y, ya
crucificado, hacía de su sangre colirio para ellos.
Agustín. Sermón 317, 2-3, 6. III, pg. 478.
Dijo en efecto: “Padre, perdónales, porque no saben
lo que hacen”. No fueron inútiles e infecundas estas palabras. Miles de entre
ellos creyeron luego en Cristo, a quien habían dado muerte, y aprendieron a
sufrir por quien sufrió antes por ellos y bajo ellos.
Agustín, Sermón 302, 3. III, pg. 479.
Extiende tus brazos hacia la cruz, para que el Señor
crucificado extienda sus brazos hacia ti; pues el que no extiende la mano hacia
la cruz no puede acercarse a su mesa.
Efrén de Nisibi. Comentario al Diatessaron,
20, 23. III, pg. 480.
Pues lo que le dijo al ladrón: “Hoy estarás conmigo
en el paraíso”, debes entenderlo no como dicho a él solo, sino a todos los
santos por los que había descendido a los infiernos.
Orígenes, Homilías sobre el Génesis, 15, 5.
III, pg. 483.
Mi humildad se abajó hasta los hombres mortales y
hasta los mismos muertos, pero mi divinidad nunca se alejó del paraíso.
Agustín, Sermón 285, 3. III, pg. 483.
La cruz de Cristo es la llave del paraíso. La cruz de
Cristo abre el paraíso. ¿No dijo acaso que “el reino de los cielos sufre
violencia y son los esforzados quienes de él se apoderan?... No hay intervalo
entre ambas cosas: la cruz y, al punto, el paraíso. Cuanto mayores sean los
pesares que se padezcan, mayor será la recompensa.
Jerónimo, Sobre Lázaro y el rico. III, pg.
484.
El que se mostró compasivo con el ladrón me llevará
al paraíso, cuyo nombre, cuando lo escucho, me llena de alegría. Mi espíritu
estalla cuando trato de contemplarlo.
Efrén de Nisibi, Himnos sobre el Paraíso, 8,
1. III, pg. 484.
El centurión reconoce al extraño y el levita, en
cambio, no reconoce al que era de su pueblo; el gentil adora y el hebreo niega.
Con toda razón se movieron los pilares del mundo terráqueo cuando los príncipes
de los sacerdotes no creyeron.
Ambrosio, Sobre las súplicas de Job y David, 1,
5, 13. III, pg. 487.
San Agustín
Imitemos, pues, hermanos míos, el ejemplo de la pasión del Señor en
cuanto podamos. Podremos, si le pedimos ayuda; no adelantándonos con el presuntuoso
Pedro, sino yendo tras él y orando como Pedro, ya restablecido.
Sermón 284,
6. I, pgs. 397-398.
San Juan de Ávila
Pedidle que levante vuestro corazón a las cosas divinas; cuando os
vestís, acordaos como le vistieron en casa de Herodes y Pilato (cf. Lc 23, 11),
y pedilde que vista vuestra ánima de gracia y virtudes; cuando os calzáis, como
le enclavaron (cf. Mc 15, 17), y pedilde que vuestro corazón esté enclavado con
Él con tres clavos, que son fe, esperanza y caridad; cuando os ponéis el
bonete, la corona de espinas (cf. Lc 23, 33), y pedidle que no perdáis vos la
corona que Él con tanto trabjao ganó; cuando os ceñís, la soga con que fue
atado (cf. 19, 5), y pedid que os libre de las prisiones del pecado; cuando os
laváis, pedid que lave vuestra alma, etc.; cuando andáis por las calles,
aquellas estaciones de la pasión, como si le fuésedes acompañando; cuando
coméis, pensad la hiel y vinagre del Señor (cf. Lc 23, 36); cuando os desnudáis
para acostaros, cómo le desnudaron para crucificarlo (cf. Lc 23, 34) y como Él es
descanso de mi alma mucho mejor que la cama de mi cuerpo, etc.
Dialogus inter confessarium et paenitentem, II, pg. 783-784.
Ofrecióle también en la cruz su propio cuerpo, el cual fue tan
atormentado que todo él era lenguas que daban voces al Padre, pidiendo misericordia
(cf. Lc 23, 24).
Audi, filia (II). I, pg. 497.
Que Él mismo que tú quieras allegarte a Él, que ya es ganado lo que
andaba perdido; ya Jesucristo dio fin a nuestra enfermedad; ya acabó Él su
obra. Él mismo lo dijo: Padre, perdona a éstos (cf. Lc 23, 34).
Martes de Pentecostés. III, pg. 393.
“¡Oh pecadores, cuán caro me costáis! ¿Cómo por amor de vosotros ha
pasado mi corazón trance tan amargo como ha sido este, ver a mi Hijo Jesucristo
padecer tan cruel muerte y pasión! Lo que vosotros hecisteis, Él lo ha pagado,
y mi ánima lo ha sentido: por bien empleado vaya, aunque ha pasado tantos
trabajos, porque vosotros recibáis el fructo de ello y alcancéis perdón de Dios”.
- ¡Oh Señora! bendita seáis vos que aún tenéis el sonido de las palabras de
vuestro Hijo: “¡Perdónalos!” (cf. Lc 23, 34).
Soledad de María. III, pg. 909.
Porque si por los que te crucificaron rogaste, todos te crucificamos: y
aquellos pocos y todos debemos aquella oración, y quizá algunos más que los
ignorantes sayones que presentes allí estaban crucificándote. Todos, Señor,
conspiramos en tu muerte, y a todos conviene lo que dices que no saben que hacen (Lc 23, 34).
A un señor de estos reinos. IV, pg. 101.
Haced, pues, así, amados míos, y sed discípulos de Aquel que dio beso de paz y llamó amigo al que le había vendido a sus
enemigos (cf. Mt 26, 49s.). Y en la cruz dijo: Perdónalos, Padre, que no saben lo que hacen (Lc 23,34). Mirad en todos los prójimos
cómo son de Dios y cómo Dios quiere su salvación, y veréis que no queráis mal a
quien Dios desea bien. Acordaos cuántas veces habéis oído de mi boca que hemos
de amar a nuestros enemigos; y con sosiego de corazón y sin decir mal de
persona, pasad este tiempo. que presto traerá nuestro Señor otro.
A unos sus devotos, afligidos por una persecución. IV, pg. 270-271
Mire qué obras le hace en la cruz y las que vuestra merced le ha hecho
y le hace cada día, y, aunque pecador, considérese que está debajo de su cruz,
que es nuestro amparo, en lugar de misericordia; lugar donde se perdonan los ladrones
y se salvan, donde cobran la vista y la fe los gentiles, donde el mismo Señor
crucificado ruega por los que le crucifican (cf. Lc 23, 34ss).
A un discípulo. IV, pg. 743.
Cosa triste que un pecador y un rufián tiemblen de una amenaza de Dios
oyendo un sermón (cf. Lc 23, 40), y tengan alguna reverencia al templo de Dios,
y altar, y sus cosas; y el sacerdote ha perdido el temor con la mucha
comunicación. Amor no lo tiene, ni sabe qué es. ¿Qué le falta para hacerse
semejable a Judas en su vida y muerte?
Tratado sobre el sacerdocio. I, pg. 935.
Vuestra señoría se podría informar de otros que creo también están in eadem damnatione (Lc 23, 40) por la misma causa.
Al Señor don Pedro Guerrero. IV, pg. 597.
Por escondida que sea la cosa, no se puede esconder a los ojos de la
fe; como parece que aquel buen ladrón, que, viendo en Cristo crucificado tanto desprecio
y bajeza exterior, entró con la fe en lo escondido, y conociólo por Señor del
cielo, y por tal lo confesó con grande humildad y firmeza (cf. Lc 23, 42).
Audi, filia (II), I, pg. 628.
Estad muy atentos a lo que pasa en este convite y veréis una clara
figura de cómo le irá a cada uno en el día del juicio que está por venir. San
Agustín dice que la cruz donde el Señor fue crucificado, “no solo fue tormento
de quien padecía, más también fue silla de Juez que daba sentencia”. Dos
culpados tenía a los lados este juez; y aquel que confesó sus pecados y le
dijo: ¡Señor,
acuérdate de mí cuando estuvieres en tu reino! (Lc 22, 42), lo perdonó, y aquel mismo día lo llevó a paraíso, y lo hizo convidado de su mesa
divina, compañero de los santos y de ángeles, que comen a Dios y se mantienen
de Él para siempre. ¡Dichosa suerte, por cierto, y copiosa paga de su
confesión! Y por el contrario, desdichado el de la mano izquierda, que, por no
hacer lo que el otro hizo, perdió el comer de Dios y fue sentenciado a serle
manjar de la muerte que lo pazca, y sin acabarlo, esté siempre matando,
mientras Dios fuere Dios.
En la infraoctava del Corpus. III, pg. 744.
Pecó David, tomó la mujer ajena; así como dijo: Peccavi, oyó del profeta: Et transtulit Dominus
peccatum tuum,
Dios ha pasado
y perdonado tu pecado (cf. 2 Sm 12, 13). Llamóle el ladrón
y respondióle: Hoy
serás conmigo en paraíso (Lc 23, 43). A la Magdalena, ¡qué le perdonó los pecados! (cf. Lc 7,
47).
Viernes de la semana 4 de Cuaresma. III, pg. 200.
Después de consolada aquella multitud de almas, mueve el Redemptor del
mundo la bandera de la cruz. Tras Él aquella multitud de captivos cantando
alabanzas, con el gran gozo que sentían de verse salidos de allí. Es de ver
dónde paró aquel santo escuadrón, salido de aquellas partes, puesto en el
mundo. Creo que en aquella jornada poco se detuvo, no creo que fuera una hora.
Dó estuvo con ellos, no se sabe cosa alguna cierta. Conjeturan los santos
algunas cosas; a mí más cierto e razonable me parece que paró en el paraíso
terrenal, y así entiendo aquello: Hoy en paraíso (cf. Lc 23, 43). Allí estuvo viernes e sábado, hasta el domingo al
alba.
Lunes de Pascua. III, pg. 224.
Y porque en vida y en muerte le fue su Hijo maestro y dechado a quien
ella miraba, y le oyó decir cuando en la cruz expiró: padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu (Lc 23,46), las cuales palabras ella tenía guardadas en su corazón para
la hora en que estaba, dijo con gran humildad y perfectísimo amor: Hijo mío, en vuestras manos
encomiendo mi espíritu. Y tras esta palabra sale aquella benditísima ánima de la morada de su
cuerpo, tan libre de dolor cuanto de pecado.
Asunción de María, III, pg. 971.
Téngase vuestra merced por esclava, que de su voluntad se ofrece a
servir a su Señor y sus siervos en cualquier cosa que Él mandare, honrosa o
deshonrosa, de descanso o de pena, de vida o de muerte. E un día, cuando quiera
comulgar, diga al Señor con reverencia y amor: Señor, yo no soy digna de
padecer por vuestro amor; mas pues vuestra Bondad esta merced me ofrece, yo la
recibo y la consiento, con que vos, Señor, con la misma bondad me deis la
fuerza para llevar vuestra cruz para gloria vuestra, pues conocéis mi flaqueza.
E luego diga: En
vuestras manos, Señor, encomiendo el espíritu mío (cf. Lc 23, 46). Y reciba a su
Señor con mucha confianza, que le dará esfuerzo para padecer lo que le enviare;
y vuestra merced procurará pedir oraciones para lo mismo. Nuestro Señor la haga
mártir de su amor.
A una señora afligida. IV, pg. 417.
Cristo, que por vuestra merced murió, le acompañe a su muerte y le
reciba en sus brazos salido de esta vida. Dígale vuestra merced lo que Él dijo
a su Padre: In
manus tuas, Pater, commendo spiritum meum (Lc 23, 46). Y espero de su misericordia que
será bien recebido como hijo, y tratando como tal heredero de Dios, y
juntamente heredero de Cristo.
A un discípulo suyo, de la Compañía de Jesús, estando cercano a la
muerte. IV,
pg. 501.
San Oscar Romero.
Sería bueno que visitáramos ese lugar sagrado, El Calvario,
así como en cada parroquia, en cada pueblo, en cada ermita, les invito,
queridos Radioyentes católicos, a vivir el Sábado Santo como quiere la Iglesia
que lo vivamos. No es un día de paseo, no es propiamente sábado de gloria. En
la nueva liturgia, que ha recobrado todo el sentido de la verdadera celebración
Pascual, el sábado es un día todavía de luto, es un día de silencio junto a la
tumba del Señor. Es la expectativa de la esposa viuda, Iglesia; la Iglesia que
espera la resurrección del Señor, la Iglesia que junto a la Virgen de la
Soledad está esperando con serena tristeza, después de la muerte trágica de su
esposo, la resurrección del Señor. María y la Iglesia somos todos nosotros
junto al sepulcro del Señor, esperando la hora solemne de la Pascua.
Después del Santo Entierro, esta es la situación, la
actuación, la psicología, la fe, la esperanza de la Iglesia. Por eso les
invito, pues, desde los propios estudios de YSAX, a compartir estos
sentimientos de tristeza serena, de esperanza en la gloria del Señor después de
su trágica muerte que fue para bien del mundo, que fue voluntaria, porque Él lo
había dicho: "Yo entrego mi vida y la tomo". Esperando ese momento en
que tomará de nuevo su vida, vivamos este Sábado Santo, en esa santa
expectativa de la resurrección del Señor.
Homilía Viernes Santo. 7 de abril de 1977.
Comentario Homilética.
-Trazado
narrativo del relato de la Pasión de Marcos.
Episodios
exclusivos de Lucas:
Jesús ante Herodes (22, 8-12).
Las mujeres camino del Calvario (23, 27-31).
El buen ladrón (23, 39-43).
Matiza algunos aspectos presentes en Marcos:
Getsemaní:
Jesús no es presentado con una tristeza de muerte.
La oración al Padre recibe una respuesta confortadora.
Últimas palabras en el Gólgota:
Serenidad / angustia (Mc).
Discípulos:
Perseverantes / actitud negativa.
Jesús ruega para que la fe de Pedro no decaiga.
No refiere la huida general tras el prendimiento.
Menos aspectos negativos y más positivos:
Jesús:
Cura la herida de uno de los que iban a detenerlo.
Cura la enemistad de Pilato y Herodes.
Perdona a los que le crucifican.
Recompensa al buen ladrón.
Corrige la visión negativa de los judíos:
La muchedumbre no se burla.
Golpes de pecho:
Las mujeres de Jerusalén.
La muchedumbre que ha contemplado la crucifixión.
No menciona la destrucción del Templo:
Comienzo de Lc: alabanza a Dios en el Templo.
Conclusión de Lucas: del mismo modo.
-Mensaje:
Los cristianos serán perseguidos como Jesús fue perseguido.
Si somos perseverantes seguidores suyos debemos manifestar la
misma capacidad de perdón y de hacer el bien hasta el final y con todos.
MISA DE NIÑOS. DOMINGO DE PASCUA.
Monición de entrada.
Queridos hermanos:
Este es el día en que actuó Jesús. Estemos alegres con Él.
Este es el primer día del año nuevo que Jesús comenzó cuando resucitó.
Este es el primer domingo para los cristianos.
Los demás serán como una repetición de este.
Hoy es Pascua, la fiesta más importante del año.
Señor, ten piedad.
A ti, que has matado a la muerte. Señor, ten piedad.
A ti, que eres la vida. Cristo, ten piedad.
A ti, que rezas por nosotros. Señor, ten piedad.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco, para sigas ayudándole. Te lo pedimos Señor.
-Por la Iglesia, para que anuncie la buena noticia de Jesús. Te lo pedimos Señor.
-Por las personas que anoche fueron bautizadas en las iglesias, para que
siempre sean buenos cristianos Te lo pedimos, Señor.
-Por todos los que vivimos en la tierra, para que confiemos en Dios. Te lo
pedimos, Señor.
-Por nosotros que estamos celebrando el día de Pascua, para que siempre
estemos con Jesús. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.
ORACIÓN PARA EL CENTRE JUNIORS MONTAVERNER-SANT
JERONI ALFARRASÍ. JUNIORS M.D. DOMINGO V T.C.
EXPERIENCIA.
Toma conciencia de la
presencia de Jesús en estos momentos. Es tiempo de oración, de encuentro con Él.
Cierra los ojos y ábrelos
en tu corazón. Cierra los oídos y abre los oídos del corazón.
Él quiere entrar en ti.
Pero, ¿para qué quiere
entrar?
Mira el vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=eAMP8Vn4msY
Piensa en las frases, escoge
una y busca el significado que tiene en sí y para ti.
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Lucas 23, 33-49.
Y cuando llegaron al
lugar llamado “La Calavera”, lo crucificaron allí, a él y a los malhechores,
uno a la derecha y otro a la izquierda. Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque
no saben lo que hacen”. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte. El
pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: “A otros
ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido”.
Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre,
diciendo: “Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Había también
por encima de él un letrero: “Este es el rey de los judíos”. Uno de los
malhechores crucificados lo insultaba diciendo: “¿No eres tú el Mesías? Sálvate
a ti mismo y a nosotros”. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le
decía: “¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en
verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que
hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo”. Y decía: “Jesús, acuérdate de
mí cuando llegues a tu reino”. Jesús le dijo: “En verdad te digo: hoy estarás
conmigo en el paraíso”. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas
sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo
del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo: “Padre,
a tus manos encomiendo mi espíritu”. Y, dicho esto, expiró. El centurión, al
ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo: “Realmente, este hombre era justo”.
Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas
que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho. Todos sus conocidos y
las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo
todo esto.
¿QUÉ DICE? Lee el texto las veces que necesitas, buscando
el mensaje que contiene.
¿QUÉ TE DICE? Céntrate en las palabras de Jesús en la cruz.
De ellas escoge una y repítela buscando el significado que tiene para ti, recordando
momentos de tu vida. Deja que Él entre en tu persona y que sea quien te hable.
COMPROMISO.
Proponte participar en las celebraciones de Semana Santa. También puedes
aprovechar estos días para leer cada jornada una de las pasiones.
CELEBRACIÓN.
Escucha la canción del sacerdote salesiano Toño Casado, Jesús
ven Tú.
https://www.youtube.com/watch?v=tqitOlzM4T8
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Biblia
del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero.
Bilbao. 1995.
Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de
M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica.
BAC. Madrid. 2016.
Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva
Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la
Sede. Primera
edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.
Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de
San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano.
Valladolid. 1986.
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Homilética. Sal Terrae.
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