Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 3, 27b-32.40b-41
En aquellos días, el sumo sacerdote interrogó a los apóstoles,
diciendo:
-¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese Nombre? En
cambio, habéis llenado Jerusalén con vuestra enseñanza y queréis hacernos responsable
de la sangre de ese hombre.
Pedro y los apóstoles replicaron:
-Hay que obedecer a Dios antes que a los hombres El Dios de nuestros
padres resucitó a Jesús, quien vosotros matasteis, colgándolo de un madero.
Dios lo ha exaltado con su diestra, haciéndolo jefe y salvador, para otorgar a
Israel la conversión y el perdón de los pecados. Testigos de esto somos
nosotros y el Espíritu Santo, que Dios da a los que lo obedecen.
Prohibieron a los apóstoles hablar en nombre de Jesús, y los
soltaron. Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel
ultraje por el Nombre.
Textos
paralelos.
El Sumo
Sacerdote les interrogó.
Hch 4, 18:
Los llamaron y les ordenaron abstenerse absolutamente de hablar y enseñar en
nombre de Jesús.
Hacernos
culpables de la muerte de ese hombre.
Mt 27, 25:
El pueblo respondió: Nosotros y nuestros hijos cargamos con su muerte.
Hch 2, 14:
Pedro se puso en pie con los once y alzando la voz les dirigió la palabra:
Judíos y vecinos todos de Jerusalén, sabedlo bien y prestad atención a lo que os
digo.
Hch 2, 22:
Israelitas, escuchad mis palabras. Jesús de Nazaret fue un hombre acreditado
por Dios ante vosotros con los milagros, prodigios y señales que Dios realizó
por su medio, como bien sabéis.
Hay que
obedecer a Dios antes que a la gente.
Hch 4, 19:
Pedro y Juan les replicaron: ¿Le parece a Dios justo que os obedezcamos a
vosotros antes que a él? Juzgadlo.
A quien
vosotros matasteis.
Hch 2, 23:
A este, entregado según el plan previsto por Dios, lo crucificasteis por mano
de gente sin ley y le disteis muerte.
Dios lo
ha exaltado.
Sal 118,
16: La diestra del Señor es sublime, la diestra del Señor hace proezas
Hch 2, 33: Exaltado
a la diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha
derramado. Es lo que estáis viendo y oyendo.
Hch 4, 12:
Ningún otro puede proporcionar la salvación; no hay otro nombre bajo el cielo
concedido a los hombres que pueda salvarnos.
Para
conceder a Israel la conversión.
Hch 2, 38:
Pedro les contestó: Arrepentíos, bautizaos cada uno invocando el nombre de
Jesucristo para que se os perdonan los pecados y recibiréis el don del Espíritu
Santo.
El
perdón de los pecados.
Jn 15,
26-27: Cuando venga el Valedor que yo os enviaré de parte del Padre, él dará
testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado
conmigo desde el principio.
Somos testigos
de estos hechos.
Hch 1, 8:
Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y
seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
También
el Espíritu Santo.
Jn 7, 39:
(Se refería al Espíritu que habían de recibir los creyentes en él: todavía no
se daba Espíritu, porque Jesús no había sido glorificado).
Mt 10, 20: Pues no sois vosotros los que habláis, sino
el Espíritu de vuestro Padre hablando por vosotros.
Lc 12, 12:
El Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que hay que decir.
Jn 15,
26-27: Cuando venga el Valedor que yo os enviaré de parte del Padre, él dará
testimonio de mí; y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado conmigo
desde el principio.
Hch 1, 8:
Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y
seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.
Después
de haberlos azotado.
Hch 22, 19:
Repliqué: Señor, ellos saben que yo arrestaba a los que creían en ti y los
azotaba en las sinagogas.
Les intimaron
que no hablasen en nombre de Jesús.
Mt 10, 17: ¡Cuidado
con la gente! que os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus
sinagogas.
Hch 4, 18:
Los llamaron y les ordenaron abstenerse absolutamente de hablar y enseñar en nombre
de Jesús.
Abandonaron
el Sanedrín contentos.
Mt 5, 10-11:
Dichosos los perseguidos por la justicia, porque el reinado de Dios les
pertenece. Dichosos vosotros cuando os injurien y os persigan y os calumnien de
todo por mi causa.
Haber
sido considerados dignos de sufrir ultrajes por el Nombre.
1 Co 4, 9-10.:
Pero pienso que a nosotros los apóstoles Dios nos ha exhibido los últimos, como
condenados a muerte; pues nos hemos convertido en espectáculo del mundo, de
ángeles y de hombres. Nosotros por Cristo somos locos, vosotros por Cristo
prudentes; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros estimados, nosotros
despreciados.
Notas exegéticas.
5 27 Texto occ.: “¿No os habíamos
prohibido expresamente que enseñaseis en ese nombre? Y sin embargo… Pedro le
contestó: ¿A quién se ha de obedecer, a Dios o a los hombres? Dijo aquél: A
Dios. Y dijo Pedro: El Dios de nuestros padres…”.
5 30 Expresión que se repite en 10,
39. Recuerda Dt 21, 23, citado en Ga 3, 13.
5 31 La expresión corresponde a “Jefe
que lleva a la vida”; igualmente corresponde a “Jefe y Redentor” aplicado a
Moisés como figura de Cristo. Ver también Hb 2, 10. Hay un paralelismo latente
entre Jesús y Moisés.
5 41 Este Nombre, por el que sufren
los apóstoles, que predican, que los cristianos invocan, es siempre el nombre
de Jesús, inseparable de su persona y que ha recibido en la resurrección, es
decir, “el Nombre que está sobre todo nombre”, el nombre de “Señor” hasta
entonces reservado a Dios.
Comentario Homilética.
-Contexto:
Enseñanza
de los apóstoles en Jerusalén y el Templo.
Interrogados
por el Sanedrín.
Cargos
contra ellos: predicar sobre Jesús y hacerles responsables de su muerte, en
contra de la prohibición de las autoridades.
Pedro:
portavoz del grupo apostólico.
-Contenido
de la predicación de Pedro:
Síntesis
de los discursos misioneros de Hechos.
Acontecimiento
histórico de Jesús:
Matado
ignominiosamente por los judíos.
Glorificado
por Dios.
Fórmula
de contraste (cf. 2, 22-24).
Títulos
dados a Jesús:
Jefe
(Príncipe):
Fundador de una comunidad o institución.
Guía que conduce a la vida y a la salvación (Hebreos).
Salvador.
Jesús
mediador de Dios para liberar a su pueblo.
-Conclusión
del discurso de Pedro:
Ellos
son testigos.
-Respuesta
de las autoridades:
Mandar
azotarles, prohibirles hablar en nombre de Jesús y soltarles.
-Reacción
de los apóstoles:
Alegría
y seguridad / amedrantamiento.
Continuación
de la predicación de la Buena Noticia de Jesús que les llevará hasta Roma.
Salmo responsorial
Salmo 30 (29), 2 y 4.5-6.11 y 12a y
13b (R.: 2a).
Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado. R/.
Te
ensalzaré, Señor, porque me has librado
y
no has dejado que mis enemigos se rían de mí.
Señor,
sacaste mi vida del abismo,
me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Tañeré
para el Señor, fieles suyos,
celebrad
el recuerdo de su nombre santo;
su
cólera dura un instante;
su
bondad, de por vida;
al
atardecer nos visita el llanto;
por
la mañana, el júbilo. R/.
Escucha,
Señor, y ten piedad de í;
Señor,
socórreme.
Cambiaste
mi luto en danzas,
Señor,
Dios mío, te daré gracias por siempre. R/.
Textos
paralelos.
Sacaste mi vida del Seol.
Nm 16, 33: Ellos con todos los suyos bajaron vivos al abismo; la
tierra los cubrió y desaparecieron de la asamblea.
Me reanimaste cuando bajaba a la fosa.
1 S 2, 6: El Señor da la muerte y la vida, hunde en el abismo y
levanta.
Cantad para Yahvé los que lo amáis.
Sal 7, 18: Yo confesaré la justicia del Señor, tañendo en honor
del Señor Altísimo.
Recordad su santidad con alabanzas.
Sal 97, 12: Festejad, justos, al Señor, dad gracias a su nombre
santo.
Un instante dura su ira.
Is 54, 7-8: Por un instante te abandoné, pero con gran cariño te
reuniré. En un arrebato de ira te escondí un instante mi rostro, pero con
lealtad eterna te quiero – dice el Señor, tu redentor –. Me sucede como en
tiempo de Noé: juré que las aguas del diluvio no volverán a cubrir la tierra;
así juro no airarme contra ti ni reprocharte.
Su favor toda una vida.
Jb 14, 13: ¡Ojalá me guardaras en el Abismo, escondido mientras
pasa tu cólera, y fijaras un plazo para acordarte de mí!
Por la tarde visita de lágrimas.
Sal 17, 15: Y yo, por mi inocencia, veré tu rostro, al despertar
me saciaré de tu semblante.
Has cambiado en danza mi lamento.
Jr 31, 13: Entonces la muchacha gozará bailando y los ancianos igual
que los jóvenes; convertiré su tristeza en gozo, los consolaré y aliviaré sus
penas.
Is 61, 3: Para cambiar su ceniza en corona, su luto en perfume de
fiesta, su abatimiento en traje de gala.
Yahvé, Dios mío, te alabaré por siempre.
Sal 126, 1-3: Cuando cambió el Señor la suerte de Sión, creíamos
soñar; se nos llenaba de risas la boca, la lengua de júbilo. Hasta los paganos
decían: El Señor ha estado grande con ellos. El Señor ha estado grande con
nosotros, y celebramos fiesta.
Est 9, 22: Por ser los días en los cuales los judíos quedaron
libres de sus enemigos y el mes en que se les cambió la tristeza en alegría y
el luto en fiesta. Que los declararan días festivos, que se hicieran regalos y
dieran también a los pobres.
Notas exegéticas.
30 1 La liturgia judía utilizó este
salmo para la Hanuká, fiesta de la dedicación del altar del templo.
30 6 Lit.: “por la tarde pernoctan
las lágrimas”.
30 13 “mi corazón”: leyendo con el
griego kebedî, lit. “mi hígado” o “mi gloria”; “la gloria” kabod hebreo.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo al Apocalipsis 5, 11-14
Yo, Juan, miré, y escuché la voz de muchos ángeles alrededor del
trono, de los vivientes y de los ancianos, y eran miles y miles, miríadas de
miríadas, y decían con voz potente:
-Digno es el Cordero degollado de recibir el poder, la riqueza, la
sabiduría, la fuerza, el honor, la gloria y la alabanza.
Y escuché a todas las criaturas que hay en el cielo, en la tierra,
bajo la tierra, en el mar – todo cuanto hay en ellos –, que decían:
-Al que está sentado en el trono y al Cordero la alabanza, el
honor, la gloria y el poder por los siglos.
Y los cuatro vivientes respondía:
-Amén.
Y los ancianos se postraron y adoraron.
Textos
paralelos.
Eran miríadas y millares de millares.
Dn 7, 10: Un río impetuoso de
fuego brotaba delante de él. Miles y miles le servían, millones estaban a sus
órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.
Judas 14-16:De ellos profetizó
Enoc, el séptimo descendiente de Adán: Mirad que llega el Señor con sus
miríadas de santos, para juzgar a todos: para probar la culpa de todos los
impíos, por todas las impiedades que han cometido, por todas las insolencias
que han pronunciado contra él los impíos pecadores. Estos son los que protestan
quejándose de su suerte y dejándose llevar de sus pasiones. Su boca profiere
insolencias y, si alaban a las personas, es por interés.
Digno es el Cordero degollado
de recibir el poder, la riqueza, la sabiduría.
Flp 2, 7-9: Sino que se vació
de sí y tomó la condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres. Y
mostrándose en figura humana. Se humilló, se hizo obediente hasta la muerte y
una muerte de cruz. Por eso Dios lo exaltó y le concedió un título superior a
todo título.
Oí que todas las
criaturas del cielo.
Ap 5, 3: Nadie en el cielo ni
en la tierra ni bajo tierra podía abrir el rollo ni examinarlo.
Notas exegéticas.
5 10 Vulgata: “has hecho de nosotros…
reinaremos…”. – “Reino de sacerdotes”, lit.: “Reino y sacerdotes”.
5 12 Vulgata: “divinidad”.
Comentario Homilética.
-Juan:
Mediador y destinatario de la
manifestación de Dios (Apocalipsis).
Pone por escrito en un libro lo
que él mismo escucha y ve.
-Escenario:
Trono: referencia a Dios.
Ángeles, vivientes y ancianos:
Tres categorías de personajes
que rodean el trono de la divinidad.
-Cordero degollado:
Evoca la figura del Siervo de
Yahvé, como manso cordero, conducido a la muerte (Is 53, 6-7).
Imagen del cordero pascual cuya
sangre remite a la liberación de Egipto (Ex 12, 12-13).
-La escena evoca una asamblea
litúrgica:
Centro: el trono y el cordero.
Círculos:
1º externo: multitud innumerable
que alaban al cordero.
2º: seres vivos (del cielo, tierra, bajo la
tierra y mar) que reiteran su alabanza.
3º: los vivientes o Tetramorfos
(4 enigmáticas figuras) y los ancianos que confirman la visión y la audición
con el amén y se rinden a sus pies adorándole.
-La comunidad creyente al
contemplar el Cordero degollado:
Hace memoria de su entrega
hasta el final.
Celebra su triunfo y camina
hacia la victoria mediante la entrega consumada por el amor, no mediante la
violencia injusta.
Evangelio.
X Lectura del
santo evangelio según san Juan 21, 1-19.
En aquel tiempo,
Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se
apareció de esta manera: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo;
Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón
Pedro les dice:
-Me voy a pescar.
Ellos contestan:
-Vamos también
nosotros contigo.
Salieron y se
embargaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando
Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
-Muchachos, ¿tenéis
pescado?
Ellos contestaron:
-No.
Él les dice:
-Echad la red a la derecha
de la barca y encontraréis.
La echaron y no
podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba
le dice a Pedro:
-Es el Señor.
Al ir que era el Señor,
Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás
discípulos se acercaron en la barca, porque no distaba de tierra más que unos
doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas
brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
-Traed de los peces
que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a
la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento
cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice:
-Vamos, almorzad.
Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el
Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue
la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de
entre los muertos.
Después de comer,
dice a Simón Pedro:
-Simón, hijo de
Juan, ¿me amas más que estos?
Él le contestó:
-Sí, Señor, tú sabes
que te quiero.
Jesús le dice:
-Apacienta mis
corderos.
Por segunda vez le
pregunta:
-Simón, hijo de
Juan, ¿me amas?
Él le contesta:
-Si, Señor, tú sabes
que te quiero.
Él le dice:
-Pastorea mis
ovejas.
Por tercera vez le
pregunta:
-Simón, hijo de
Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro
de que le preguntara por tercera vez: “¿Me quieres?” y le contestó:
-Señor, tú conoces
todo, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
-Apacienta mis
ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e
ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te
ceñirá y te llevará adonde no quieras.
Esto dijo aludiendo
a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
-Sígueme.
Textos
paralelos.
Mt 26, 32: Pero
cuando yo resucite, iré delante de vosotros a Galilea.
Mt 28, 7: Después id
corriendo a anunciar a los discípulos que ha resucitado y que irá por delante a
Galilea; allí lo veréis. Este es mi mensaje.
Estaban juntos Simón
Pedro, Tomás.
Jn 11, 16: Tomás
(que significa Mellizo) dijo a los demás discípulos: Vamos también nosotros a
morir con él.
Jn 14, 6: Le dice Felipe:
Señor, enséñanos al Padre y nos basta.
Natanael, el de Caná
de Galilea.
Jn 1, 45: Felipe
encuentra a Natanael y le dice: Hemos encontrado al que describe Moisés en la
ley y los profetas;: Jesús hijo de José, natural de Nazaret.
Simón Pedro les dijo.
Lc 5, 4-10: Cuando acabó
de hablar, dijo a Simón: Boga lago adentro y echa las redes para pescar. Le
replicó Simón: Maestro, hemos bregado toda la noche sin cobrar nada; pero, ya
que lo dices, echaré las redes. Lo hicieron y capturaron tal cantidad de peces,
que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que
fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se
hundían. Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo: Apártate de mí,
Señor, que soy un pecador. Pues el estupor se había apoderado de él y de todos
sus compañeros por la cantidad de peces que habían pescado. Lo mismo sucedió a
Juan y Santiago, que eran socios de Simón. Jesús dijo: No temas, en adelante
pescarás hombres.
Los discípulos no
sabían que era Jesús.
Lc 24, 16: Pero
ellos tenían los ojos incapacitados para reconocerlo.
El discípulo a quien
Jesús amaba.
Jn 20, 8: Entonces
entró el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, vio y creyó.
Vieron preparadas
unas brasas y un pez sobre ellas.
Lc 24, 41-43: Y como
no acababan de creer, de puro gozo y asombro, les dijo: ¿Tenéis aquí algo de
comer? Le ofrecieron un trozo de pescado asado. Lo tomó y lo comió en su presencia.
Sabían que era el
Señor.
Jn 4, 27: En esto
llegaron los discípulos y se maravillaron de verlo hablar con una mujer. Pero
ninguno le preguntó qué buscaba o por qué hablaba con ella.
De igual modo el
pez.
Jn 6, 11: Entonces
Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo
mismo hizo con los pescados: todo lo que querían.
La tercera vez que
Jesús se manifestó.
Jn 20, 19-23: Al
anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos con las
puertas bien cerradas por mido a los judíos. Llegó Jesús, se colocó en medio y
les dice: Paz a vosotros. Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los
discípulos se alegraron al ver al Señor. Jesús repitió: Paz a vosotros. Como el
Padre me envió, yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes les perdonéis los pecados les quedan
perdonados; a quienes se los mantengáis les quedan mantenidos.
Jn 20, 26-29: A los
ocho días estaban de nuevo dentro los discípulos y Tomás con ellos. Viene Jesús
a puertas cerradas, se colocó en medio y les dijo: Paz a vosotros. Después dice
a Tomás: Mete aquí el dedo y mira mis manos, trae la mano y métela en mi
costado, y no seas incrédulo, antes cree. Le contestó Tomás: Señor mío y Dios
mío. Le dice Jesús: Porque me has visto, has creído; dichosos los que creerán sin
haber visto.
Tú sabes que te quiero.
Jn 13, 37-38: Le
dice Pedro: Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Daré mi vida por mí. Le
contesta Jesús: ¿Qué darás la vida por mí? Te aseguro que antes de que cante el
gallo, me negarás tres veces.
Jn 18, 17: La criada
de la portería dice a Pedro: ¿No eres tú también discípulo de ese hombre?
Contesta él: No lo soy.
Jn 18, 25-27: Simón
Pedro seguía calentándose. Le preguntan: ¿No eres tú también discípulo suyo? Él
lo negó: no lo soy. Le replica uno de los siervos del sumo sacerdote, pariente
de aquel a quien Pedro había cortado la oreja: ¿No te vi yo con él en el
huerto? De nuevo lo negó Pedro y al punto cantó el gallo.
Por tercera vez.
Jn 1, 48: Le
pregunta Natanael: ¿De qué me conoces? Jesús le contestó: Antes de que te
llamara Felipe te vi bajo la higuera.
Señor, tú lo sabes
todo.
Jn 6, 68: Le contesta
Simón Pedro: Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú dices palabras de vida eterna.
Mt 16, 17-19: Jesús le
replicó: ¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! Porque no te lo ha revelado nadie
de carne y sangre, sino mi Padre del cielo. Pues yo te digo que tú eres Pedro y
sobre esta Piedra construiré mi iglesia y el imperio de la Muerte no la
vencerá. A ti te daré las llaves del reino de Dios: lo que ates en la tierra
quedará atado en el cielo; lo que desates en la tierra quedará desatado en el
cielo.
Apacienta mis
ovejas.
Lc 22, 31-32: Simón,
Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he
rezado por ti para que no falle tu fe. Y tú, una vez convertido, fortalece a
tus hermanos.
Indicaba la clase de
muerte con que iba a glorificar a Dios.
Jn 12, 33: Lo decía
indicando de qué muerte iba a morir.
Jn 13, 31: Cuando
salió, dijo Jesús: Ahora ha sido glorificado este Hombre y Dios ha sido
glorificado por él.
Jn 17, 1: Así habló
Jesús. Después, levantando la vista al cielo, dijo: Padre, ha llegado la ora:
da gloria tu Hijo para que tu Hijo te dé gloria.
Sígueme.
Jn 13, 36: Le dice Simón
Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Le respondió Jesús: Adonde yo voy no puedes
seguirme por ahora, me seguirás más tarde.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.
21 Este relato funde
dos episodios primitivamente distintos: una pesca milagrosa, ver Lc 5, 4-10, y
una comida pos-pascual, ver Lc 24, 41-43, que el v. 10 trata de enlazar. En los
vv. 1 y 14, el verbo “manifestar” dicho de Cristo, es un término técnico
heredado de las tradiciones judías, para significar la manifestación de Cristo
en cuanto tal, 1 31+ (confrontar con el verbo “ser visto” para las apariciones
de Cristo resucitado: 20, 18+). Esto podría ser un indicio de que, en las tradiciones
joánicas, la pesca milagrosa era en el origen un suceso pertinente al comienzo
del ministerio de Jesús, como en Lc.
21 6
Sobreabundancia
que recuerda a Caná 2 6 y la multiplicación de los panes, 6 11s.
21 7
Como
en 20 2-10, el discípulo que Jesús amaba (figura del verdadero discípulo) es el
primero en reconocer al Señor y alerta a Pedro, que se lanza precipitado a su
encuentro.
21
11 Como
Lc 5 10, Jn da un valor simbólico al relato. Los peces representan a los
futuros discípulos de Jesús. 153 es una cifra triangular (género de cómputo bien
conocido en la antigüedad) cuya base es 17, o sea, 10+7 que significa la multitud
y la totalidad. La red que no se rompe simboliza a la Iglesia, cuyo pastor será
Pedro.
21
13 Posible
alusión a la comida eucarística. Los discípulos son invitados y comparten el
alimento que les ofrece el Señor.
21
17 (a) Ve en ello un recuerdo de su triple negación.
21
17 (b) Dos verbos diferentes, que corresponden respectivamente a amar y a ser
amigo o querer, expresan en el texto el concepto “amar”. Pero no es seguro que
esta alternancia sea aquí otra cosa que cuestión de estilo, como la alternancia
“corderos”-“ovejas”.
21
17 (c) A la triple profesión de adhesión de Pedro, Jesús responde con una triple
investidura. Confía a Pedro el cuidado de regir en su nombre el rebaño. Es
posible que la triple repetición sea señal de un compromiso, un contrario en
debida forma, según el uso semítico. También es posible que sea un recuerdo de
las declaraciones impetuosas de Pedro y de su triple negación.
21
19 (a) El martirio.
21
19 (b) Fórmula que utiliza Jesús para invitar a alguien a ser su discípulo. Como
una llamada a seguir a Jesús. Pero aquí, Pedro es invitado a seguirle hasta la
muerte.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
21 Se discute la
paternidad literaria de este capítulo.
1-14
Tercera
aparición de Jesús resucitado en Galilea, en el contexto de una pesca milagrosa
en el lago. Pedro, aparece al principio (v. 3), al medio (v. 7) y al fin (vs.
15-23) de esta narración llena de sentido eclesiológico: la barca de Pedro; el
trabajo misionero; el fruto de ese trabajo por la intervención de Jesús; la red
sin rotura; la primacía de Pedro sobre el rebaño que debe cuidar.
1 EL MAR DE
TIBERÍADES: el lago junto a la ciudad de Tiberíades.
4 NO SABÍAN: no
sospechaban, no intuían. // QUE ERA: lit. que es (la construcción de la
frase es la misma que en la aparición a la Magdalena).
5 ¿NO TENÉIS ALGO DE
PESCA? puede traducirse: no tenéis (=no habéis cogido) pesca,
¿verdad?
6 A LA DERECHA: lit. hacia
las derechas regiones.
8 UNOS DOSCIENTOS
CODOS: unos cien metros.
9-10
ACABÁIS
DE PESCAR: lit. pescasteis ahora.
11 Como contraste, cf.
Lc 5, 6. En la mano ruda de SIMÓN PEDRO… NO SE LE SOLTÓ LA RED; el sustantivo
correspondiente al verbo griego traducido por no se soltó (lit. no se
dividió) ha dado en castellano, a través del latín, la palabra cisma (¿nota
polémica de Jn para quienes, cuando esto se escribía, ya habían dividido la Iglesia,
habían desanudado la red de Pedro?) // Para el número CIENTO CINCUENTA Y TRES, marcadamente
simbólico, no se ha encontrado explicación satisfactoria.
12 VENID (lit. aquí:
adverbio con valor imperativo).
14 LA TERCERA VEZ QUE
JESÚS…: sin forzar el acto de fe, se le muestra la identidad personal del Jesús
que murió en la cruz y este Jesús resucitado, “el Señor” constituido en
gloria. Las apariciones de Jesús, con su carácter misterioso de revelaciones,
son objetivas: por la imposibilidad de reducirlas a meras alucinaciones
subjetivas, y por las circunstancias.
15-19
Jn
no escribió lo ocurrido en Cesarea de Filipo (cf. Mt 16, 15-19). Entonces Jesús
prometió a Pedro el primado sobre la Iglesia, ahora cumple su promesa. En este
texto se ha basado la Iglesia para definir como verdad de fe, que Pedro “fue
establecido por Cristo nuestro Señor como jefe de todos los apóstoles y cabeza visible
de toda la Iglesia de la tierra”, y que “recibió directa inmediatamente de
Cristo un primado de jurisdicción verdadera y propiamente dicha”; no solo un
primado de honor (DS 3053 y 3055). Por voluntad expresa de Cristo, la Iglesia
en la tierra está estructurada jerárquicamente.
15-16
TE
QUIERO como amigo (verbo phileîn): según algunos, es casi sinónimo de agapân
en esta narración. Pero, si hay que dar a cada verbo su matiz, Jesús examina el
amor de caridad de Pedro, mientras que este responde evasivamente, asegurándole
su cariño de amigo. Que Jesús pudiera dudar incluso de esto es lo que
especialmente entristeció a Pedro “la tercera vez” (v. 17).
17 LA TERCERA VEZ: recogiendo
las respuestas de Pedro, Jesús insiste: “De verdad ¿ME QUIERES como amigo?”.
Suele decirse que así reparó sus “tres” negaciones en la Pasión; pero, aparte de
que no fueron tres negaciones contadas, sino tres ocasiones en las que
Pedro negó a Jesús abundantemente, es más probable que se trate de una
repetición, con valor jurídico en Oriente Medio antiguo, para fundamentar un
contrato. En este contrato, la única condición que ha de cumplir Pedro no es “en
adelante no peques más, no vuelvas a negarme”, ni “prepárate bien, sé culto,
estudia”, sino: el amor incondicional a Cristo. // TÚ PUEDES COMPROBAR:
el verbo griego no es oîda como en las respuestas anteriores, sino ginôskô
= conocer por experiencia o por el estudio.
18-19
“Extender
las manos” (nosotros decimos “ahuecar los brazos”) es gesto obligado de aquel a
quien otro ciñe la cintura, casi equivalente al gesto de poner los brazos en
cruz. Jesús aludía al martirio de Pedro, que es “el acto de máxima glorificación
(de Dios). La frase recurre en 1 Pe 4, 16 hablando en general de los
sufrimientos de los cristianos, y ha sido recogida por todos los martirologios “
(J. Leal). // SÍGUEME: el Buen Pastor, que va delante de sus ovejas (cf. 10,
4), dice ahora a Pedro: “¡Tú, sígueme!” (v. 22). Detrás de Pedro seguirán todos
los demás.
Notas exegéticas
de la Biblia Didajé.
21,
1-14 Cristo no fue inmediatamente reconocido por Pedro y los Apóstoles en el
barco de pesca. Solo después de su pesca milagrosa supieron que era Cristo
quien les llamaba desde la orilla. El episodio ha sido visto durante mucho
tiempo en la tradición eclesial con un rico significado simbólico que afirma la
naturaleza de la Iglesia: el barco representa a la Iglesia y el mar es el
mundo; los peces son aquellos que entran en la Iglesia; la red representa la
unidad de la Iglesia en tanto en cuanto no se rompe y por tanto puede tener un número
limitado de miembros. Pedro, que representa el papado, es la autoridad de la
enseñanza de la Iglesia, que lleva en su labor confirmar a sus miembros en la
fe y en sus esfuerzos por extender el reino de Dios en todo el mundo (cat. 645
y 659).
21,
7 ¡Es
el Señor!: el grito de Juan expresaba su amor y afecto por el reconocimiento de
Cristo. Cat. 448.
21,
11 El
número de peces puede esconder un sentido simbólico pero podría ser también
simplemente el recuerdo preciso de algo que el evangelista vio con sus propios
ojos y que quiere ofrecer al lector como detalle de la historicidad del hecho.
Se han dado muchas explicaciones. San Jerónimo alegró que los griegos de la
época catalogaron 153 especies de peces (Comm. in Ez 14,47). Teniendo en
cuenta el simbolismo expresado en Jn 21, 1-15, el número indicaría que los
Apóstoles iban a ganar conversos a la Iglesia de gentes de toda nación de la
tierra.
21,
12 La
invitación a desayunar del Señor resucitado nos recuerda la celebración de la
Eucaristía, que es la invitación de Cristo a su banquete celestial, y también
al aficionado espíritu de servicio de Cristo en detalles concretos. En la misa,
el celebrante dice: “Dichosos los invitados a la cena del Señor”.
21,
15 Al
igual que Pedro negó a Cristo tres veces mientras se calentaba en el fuego
cuando Cristo estaba siendo interrogado (18, 27), también en torno a este fuego
de carbón afirma tres veces que él ama a Cristo. Cat. 1429.
21,
17 Cristo
se llama a sí mismo el “buen pastor”; ahora confía el cuidado de su rebaño a
Pedro. El amor de Pedro a Cristo, que acababa de ser afirmado tres veces, pondría
de manifiesto el cuidado pastoral de su rebaño, el Pueblo de Dios. Cat. 553,
880-887, 1548-1552.
21,
18 Cristo
predice que el trabajo apostólico de Pedro se enfrentará con la adversidad y
acabará en martirio. La tradición afirma que Pedro fue martirizado por
crucifixión alrededor del año 67 d.C. en Roma y fue crucificado con la cabeza
hacia abajo después de que él protestara porque no era digno de morir con la
misma muerte de Cristo. Cat. 618.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
645 Jesús resucitado
establece con sus discípulos relaciones directas mediante el tacto y el
compartir la comida. Les invita así a reconocer que él no es un espíritu, pero
sobre todo a que comprueben que el cuerpo resucitado con el que se presenta
ante ellos es el mismo que ha sido martirizado y justificado, ya que sigue
llevando las huellas de su pasión. Este cuerpo auténtico y real posee, sin
embargo, al mismo tiempo, las propiedades nuevas de un cuerpo glorioso: no está
situado en el espacio ni en el tiempo, pero puede hacerse presente a su
voluntad donde quiere y cuando quiere porque su humanidad ya no puede ser
retenida en la tierra y no pertenece ya más que al dominio divino del Padre.
Por esta razón también Jesús resucitado es soberanamente libre de aparecer como
quiere: bajo la apariencia de un jardinero o “bajo otra figura” (Mc 16, 12), distinta
de la que les era familiar a los discípulos y eso para suscitar su fe.
448 Con mucha
frecuencia, en los evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole “Señor”.
Este título expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús y
esperan de Él socorro y curación. Bajo la moción del Espíritu Santo, expresa el
reconocimiento del misterio divino de Jesús. En el encuentro con Jesús
resucitado, se convierte en adoración: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28).
Entonces toma una connotación de amor y de afecto que quedará como propio de la
tradición cristiana: “¡Es el Señor!” (Jn 21, 7).
553 Jesús ha confiado a
Pedro una autoridad específica: “A ti te daré las llaves del Reino de los
cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que
desates en la tierra quedará desatado en los cielos” (Mt 16, 19). El poder de
las llaves designa la autoridad para gobernar la casa de Dios, que es la
Iglesia. Jesús, “el Buen Pastor” (Jn 10, 11), confirmó este encargo después de
su resurrección: “Apacienta mis ovejas” (Jn 21, 15-17). El poder de “atar y
desatar” significa la autoridad para absolver los pecados, pronunciar
sentencias doctrínales y tomar decisiones disciplinares en la Iglesia. Jesús
confió esta autoridad a la Iglesia por el ministerio de los Apóstoles y
particularmente por el de Pedro, el único a quien Él confió explícitamente las
llaves del Reino.
880 Cristo, al instituir
a los Doce, “formó una especie de colegio o grupo estable y eligiendo de entre
ellos a Pedro lo puso al frente de él” (Concilio Vaticano II, Lumen gentium,
19). “Así como por disposición del Señor, san Pedro y los demás apóstoles
forman un único Colegio apostólico, por análogas razones están unidos entre sí
el Romano Pontífice, sucesor de Pedro, y los obispos, sucesores de los
Apóstoles” (Concilio Vaticano II, Lomen gentium, 22).
Notas exegéticas Biblia del Peregrino
21, 1-25 Al hecho de la aparición se
sobrepone el interés teológico por temas eclesiales: apostolado, acción
pastoral de Pedro, fecundidad del trabajo apostólico, eucaristía.
21, 15 La pregunta sobre el amor se
puede relacionar con 14, 21 y 15, 13. La imagen del pastor con el capítulo 10.
Comentarios
de los Santos Padres.
Estaban ellos trabajando y fatigados cuando se les
apareció Jesús, pero con el fin de entablar conversación con ellos, no se da conocer
de repente.
Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 87,
2. IVb, pg. 480.
Llama “niños” a hombres que son ya discípulos… Así
pues, nos recomienda imitar la simplicidad de los niños.
Clemente de Alejandría, El Pedagogo, 1, 12,
1-4. IVb, pg. 480.
Pedro más ardiente, Juan más espiritual. Pedro mucho
más impulsivo, Juan más cauteloso. Por eso Juan fue el primero en reconocer a
Jesús, mientras que Pedro fue el primero en llegar a Él.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan,
87, 2. IVb, pg. 482.
¿Por qué comió el Señor? Para demostrar la
resurrección, no para paladear la miel. Pidió un pez asado en las brasas, para
confirmar a los apóstoles titubeantes, que no se atrevían a acercarse a Él,
porque pensaban que veían un espíritu, no un cuerpo resucitado.
Jerónimo. Contra Juan de Jerusalén, 34. IVb,
pg. 482.
Diez veces hallamos mencionado en los cuatro
evangelistas que una u otras personas vieron al Señor después de la
resurrección: primera, las mujeres, junto al sepulcro (cf. Jn 20, 14); segunda,
las mismas en el camino al regresar del sepulcro (cf. Mt 28, 9); tercera, Pedro
(cf. Lc 24, 36); cuarta, los dos que iban al pueblo (cf. 24, 15); quinta,
numerosas personas en Jerusalén, cuando no estaba Tomás (cf. Jn 10, 19-24);
sexta, cuando lo vio Tomás (cf. Jn 20, 26); séptima, junto al mar de Tiberiades
(cf. Jn 21, 1); octava, en la montaña de Galilea, según Mateo (cf. Mt 28, 16-17);
novena, la mencionada así por Marcos: por último, estando a la mesa, porque ya
no iban a comer con Él en la tierra (cf. Mc 16, 14); y décima, el mismo día,
pero no ya en la tierra, sino elevado a una nube, cuando ascendía al cielo (cf.
Lc 24, 50-51).
Agustín, Concordancia de los evangelistas, 3,
26, 83. IVb, pg. 487.
Durante tres veces es interrogado si ama al Señor,
para que confiese por tres veces al que por tres veces había negado antes de la
crucifixión.
Ambrosio, Sobre la fe, 5, prol., 2. IVb,
pg. 488.
Existen muchas cosas que pueden hacernos gratos a
Dios, que nos hacen ilustres y dignos de mérito. Pero lo que realmente nos
logra el favor divino es la solicitud por los que están próximos a nosotros.
Esto es lo que precisamente Cristo le pide a Pedro.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan,
88, 1. IVb, pg. 489.
Es necesario que un director prevea diligentemente
que nada falte a los dirigidos y que, con solicitud, los alimente con el
ejemplo de la virtud al mismo tiempo que con la predicación. Y también que los
corrija cuando se salen del camino, según lo que dice el salmista: “Que el
justo me golpee y me reprenda en su favor, pero que el óleo del impío no
perfume mi cabeza”. Esto también es propio de un buen pastor.
Beda, Homilías sobre los Evangelistas, 2, 22.
IVb, pg. 491.
Las palabras que dice el Señor: “Apacienta mis
corderos”, deben ser entendidas como una renovación de la dignidad del apostolado
que ya se le había concedido, y además rescinde la infamia del pecado y borra
la pequeñez de la fragilidad humana.
Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Juan, 12,
1. IVb, pg. 492.
Con lo cual se demuestra que una sola cosa es el
amor y la dilección[1],
ya que el Señor en la última vez no dice: “¿Me quieres?”, sino: “¿Me amas?”. No
nos amemos, pues, a nosotros mismos, sino a Él; y en el apacentamiento de sus
ovejas no busquemos nuestros intereses, sino los suyos. No sé por qué motivo
inexplicable, quien se ama a sí mismo y no ama a Dios, no se ama a sí mismo; y,
en cambio, quien ama a Dios y no se ama a sí mismo, se ama a sí mismo.
Agustín, Tratados sobre el Ev. de Juan, 123,
5. IVb, pg. 492.
“Apacienta mis ovejas”; te confío mis ovejas. ¿Qué
ovejas? Las que compré con mi sangre. He muerto por ellas. ¿Me amas? Debes
estar dispuesto a morir por ellas. Ciertamente, mientras el siervo de un amo
pagaría con dinero por las ovejas desaparecidas, Pedro pagó su sangre por las
ovejas conservadas.
Agustín, Sermones, 296, 4. IVb, pg. 493.
Le dijo el Señor Cristo: “Sígueme”; mas no en el
mismo sentido que al llamar a sus discípulos. También entonces había dicho: “Sígueme”;
pero entonces fue a su doctrina, ahora es a la corona.
Agustín, Sermones, 147, 3. IVb, pg. 496.
No dijo “moriría”, sino que “habría de glorificar a
Dios”, para que aprendas que sufrir por Cristo es gloria y honor para el que
padece. “Después de haber dicho esto, le dice: Sígueme”. De estas palabras se
deduce su solicitud por Pedro y cuán íntimamente estaba unido a él. Si alguien
objetara algo, le respondería que a Pedro no lo escogió para maestro de una
cátedra, sino de todo el mundo.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan¸ 88,
1. IVB, pg. 496.
San Agustín
Así, pues, el amor de Cristo, a quien amamos en vosotros; el amor de
Cristo, a quien vosotros amáis también en nosotros en medio de tentaciones,
fatigas, sudores, preocupaciones, miserias y gemidos, nos conducirá al lugar
donde no hay ninguna fatiga, ninguna miseria, ningún gemido, ningún suspiro,
ninguna molestia; donde nadie nace, nadie muere, nadie teme la ira de los
poderosos adhiriéndose al rostro del todopoderoso.
Sermón 229 N. I, pg. 496.
San Juan de Ávila
Y más, el gobierno monárquico. En una casa dos cabezas no pueden vivir,
quid in
Ecclesia. Y
así, para fundar leyes y mudar costumbres, que con los tiempos se mudan, había
de haber uno; y así Cristo, cuando se subió al cielo, le dijo: Petre, amas me plus bis? (cf. Jn 21, 15-17). Y así,
para mostrar que le había de dejar con este cargo, pagó el diezmo, según
declaran los doctores. A San Pedro cuentan todos los evangelistas primero,
aunque San Andrés fue primero llamado (Mt 10, 2), y por eso toma la mano y
predica; y aún antes, en el criar de San Matías, in congregatione, tomo la mano, y así predica: Viri fratres (Hch 1, 16).
Platica 9. A sacerdotes. I, pg. 864.
Mirando el precioso precio que Jesucristo dio por un hombre, cuando con
su preciosa sangre lo compró en la cruz, ¿qué debe hacer este tal, sino ofrecerse
todo a servicio de Cristo, deseando que se ofrezcan cosas en que enseñe su
agradecimiento y su amor? Y como oye de la boca de Dios: Si me amas, apacienta mis
ovejas (Jn 21,
17); y: Quien a
un chiquito de estos recibe, a mí me recibe (Mt 9, 37); y: Quién hace obras de misericordia a uno de estos, a mí
las hace (Mt
25, 40), tiene por señalada merced que t3nga tan cerca de sí tan buen aparejo
en que mostrar y ejercitar el amor que él tiene a Jesucristo; pareciéndole el trabajo, que por él prójimo
pasa, pequeño, y los años breves, por la grandeza del amor (cf. Gn 29, 20) que a Cristo
tiene por sí, y a ellos por él y en él. Y trae a la contina en su corazón lo
que el Señor amoroso tan estrechamente mandó, cuando dijo: Mi mandamiento es
aqueste: que os améis unos a otros como yo os amé (Jn 15, 12).
Audi, filia (II), cap. 96. I, pg. 743.
Que así como Abel ofreció a Dios corderos de su manada, y pareció bien
a Dios aquel sacrificio (cf. Gn 4,4), así Cristo se ofreció a sí, Cordero sin
mancilla, ty agradó a su Padre aquel sacrificio; (y) también nos ofrece a
nosotros, que somos corderos de su manada, y agrada a su Padre. Y así dijo Dios
a San Pedro: Pedro, apacienta mis corderos (Jn 21, 15), por nosotros. Estos ofrece él
ante el acatamiento de su Padre, que son los buenos cristianos, que son como
corderos mansos, sencillos y pacientes.
Lecciones sobre 1 San Juan (I), 16. II, pg. 249.
Cuando un cristiano vence los impedimentos que hay para amar a su prójimo,
mejor sacrificio ofrece a Dios que los sacrificios de corderos. La sangre
derrama el que se fuerza por amor de Dios a amar a sus enemigos. ¿No es cosa
recia que, estándome tirando tiros mi enemigo, que lo ame yo? No sin causa,
dijo Dios a san Pedro: Pedro, ¿quiéresme bien? Respondió: Tu, Señor, sabes que te amo. Respondióle nuestro Señor: Apacienta mis ovejas (Jn 21, 15). En esto se
parecerá si me amas, si apacientas las ovejas de Cristo. Ora sean roñosas, ora
se te tornen víboras que te piquen, haslas de dar pasto: que lo mandó tu Señor.
Yo os prometo que supo Dios bien (como Dios) lo que nos pedía. Y por eso lo
dijo a San Pedro tres veces, porque es la cosa más dificultosa que se puede
haber.
Lecciones sobre 1 San Juan (I), 21. II, pg. 301-392.
Y ansí dijo Dios a San Pedro: Pedro, apacienta mis corderos (Jn 21, 15), por nosotros. Estos ofrece Él
ante el acatamiento de su Padre, que son los buenos cristianos, como corderos
mansos y sencillos y pacientes.
Lecciones sobre 1 San Juan (II), 16. II, pg. 408.
Dice que a estos se les tiene de conceder la heredad del cielo a gente
mansísima, que no sabe hacer mal a nadie (cf. Sal 36, 11). Por eso compara a su
gente Cristo a ovejas y corderos, no a lobos ni leones: Ecce ego mitto vos sicut
oves in medio luporum (Mt 10, 16). Oves meae vocem meam audiunt; et ego cognosco eas (Jn 10, 27). A Pedro: Pasce agnos meos (Jn 21, 15-16).
Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas 4, 29. II, pgs. 90-91.
No sin causa dijo Jesucristo a San Pedro: Pedro, ¿ámasme? – Sí, Señor. – Pues apacienta mis
ovejas (Jn 21,
17). En esto quiero ver si me quieres bien, que aunque estén roñosas, y se
hagan zorras y víboras que te hayan de morder, que miréis por ellas y que es
tal, cual Dios quiere que le tengamos, y a Él se debe, si está con el amor de
nuestros prójimos, en el cual tanta dificultad hay. Porque amar así a Dios en
sí y quererle bien, ¿qué dificultad es? ¿Qué tanto amor es menester para esto?
Por cierto, poco; y tan poco, que casi no habrá persona, por mala que sea, que
no se lo tenga. ¿Queréislo ver? ¿Qué mala mujer o qué mal hombre habrá que si
le dijesen: “Jesucristo está en vuestra puerta”, no lo dejaría de comer y se lo
daría? Sí, por cierto, porque el mesmo Dios convida a que en sí mesmo huelguen
de hacer y de quererle bien. Mas muchos hay que, aunque vean al pobre padecer
grandes necesidades, no se mueven a le socorrer. Muchos hacen capillas, y dan
ornamentos a la Iglesia, y dejan morir los pobres de hambre. Porque la
dificultad está en el amor del prójimo, sabed que, cuando este tuvierades,
llegado habéis al amor de Dios por el cual le agradáis y sois su amigo; y mirad
que unos hijos pobres tiene Dios, donde se pruebe si es verdadero amor aquel
que os hace hacer esos ofrecimientos a Dios. No digáis al pobre: “Remédiele
otro”; que es señal que el amor que os parece que teníades de Dios, no es tal
cual Él quiere; que ha de ser fuerte como la muerte.
Lecciones sobre 1 San Juan (II), II, pgs. 435-436.
Mi parecer (salvo mejor juicio) en que, no habiendo legítimo
impedimento, el prelado (en nombre del prelado entiendo cualquiera que tiene
cargo de administrar el santísimo sacramento de la eucaristía) es obligado a
darlo, a su súbdito cuantes veces le pidiere. Lo uno, por razón del nombre, que
es sacerdote: que da cosas sagradas o sacramentos; ¿y cuál mejor ni
tal como el de la comunión? Lo segundo, por razón del amor que debe tener a
Dios. Si le
ama, apaciente sus ovejas (Jn 21, 17). ¿Y qué pasto? El que el mismo Dios dice: Mi carne es verdaderamente
manjar (Jn 6,
56).
Miscelánea breve. II, pg. 861.
El predicador que va a algún pueblo para cumplir lo que nuestro
Redentor encargó, diciendo Pasce oves meas (Jn 21, 17), ha de ser dar luz y noticia de todo lo que ha de saber
todos los de aquel lugar, así para lo que han de creer, como para lo que han de
obrar; porque si por ignorancia ellos pecan, es cargo del que los predica y
tiene oficio de enseñarles.
Siete nuevos escritos, VII. II, pg. 1037.
Curolo él un día: quiere decir, mientras acá estuvo presencialmente. Y
otro día (scilicet
resurrectionis),
queriéndose ir al cielo, dijo al principal de la Iglesia, que es San Pedro: Pasce oves meas… curam
illius habe (cf.
Jn 21, 17).
Domingo 12 después de Pentecostés. III, pg. 272.
Este es el Papa, Vicario de Cristo en la tierra, que lleva en su mano el cántaro de agua, que es la divina Escritura y
los sacramentos; no porque él pueda hacer fe ni sacramentos, como tampoco el
hombre que lleva el agua crió el agua ni el cántaro; mas llevarlo en la mano es
declarar cómo
se ha de entender y poner cosa en su lugar, y dar a beber el agua que Dios dio. Pues le
ha dicho: Apacienta
mis ovejas (Jn
21, 17), ¿cómo las apacentará, si no le da que pueda declarar la Escritura y
los sacramentos, en que las ovejas se apacientan? Diósele este poder para soltar y ligar, para declarar e interpretar,
y sobre él está fundada la Iglesia.
Jueves Santo. III, pg. 412-413.
Pues si es doctrina de Dios no venir bien uso de carne con uso de
oración, ¿cómo le parecerá bien que se junten en uno cuidados que impiden la
oración y carne que quiere ser recebido, con sentido de diiudicet corpus Domini (cf. 1 Co 11, 29), y lo
discierna de todo lo que no es Él, y esté pronto para conocerle en el habla,
como san Juan (cf. Jn 21, 7), y en el frangimiento del pan, como los dos discípulos (cf. Lc 24, 35)? Si
me dijeran que algún casado o casada hacían esto cada día, aun me maravillada,
mas no mucho; mas que muchas, no alcanza mi fe a creer que el Señor es de ello
contento.
A un predicador. IV, pg. 25.
Y si lo pasados en alguna cosa como hombres faltaron, para eso está la
Iglesia romana, a la cual en su Pontífice es dado poder de las llaves del reino de los cielos y de
apacentar la universal Iglesia (cf. Mt 16, 19; Jn 21, 15-17); y a quien esto está dada, también le
está dada la lumbre para discernir y juzgar cuál o cuál es la verdadera
doctrina y verdadero sentido de la Escriptura; porque ¿cómo tiene llave, si no
abre la verdad, por encerrada que esté? ¿Y cómo apacentará, si no me dice qué
he de creer, pues el pasto es de doctrina? Así que, en esto, señor, haga lo que
hace y busque oraciones que lo pidan al Señor, que Él tornará por su verdad,
como lo ha hecho en otros mayores conflictos, y abajará toda ciencia, que con
soberbia se ensalza, con la firmeza de la Piedra cristiana.
A un predicador. IV, pg. 53.
Es cierto que, después que oí la nueva de la promoción de vuestra
señoría, no cesé de maravillarme de la altura de los juicios de Dios, y esto no
sin temor: cómo pone en lugar alto, y a muchos peligros, el que estaba contento
con su suerte – pónele donde alius praecingat te, et educat qua tu non vis (Jn 21, 18) –quien no miró con
otros ojos a las prelacías, sino como a muy pesada cruz, donde el prelado es
crucificado, andando hecho esclavo de tantos y tan malos contentar. Compasión
muy entrañable me ha causado vuestra señoría, porque se me traslucen muchos
gemidos que esta carga le ha de hacer dar.
A don Pedro Guerrero, electo arzobispo de Granada. IV, pg. 487.
No se queje vuestra paternidad de la cruz del regimiento que nuestro
Señor ha puesto en sus hombros, que harto tiempo le ha dejado holgar debajo los
regalos del obedecer. Y ya que vuestra paternidad es viejo o va a serlo, ha de
tomar para sí lo dicho a San Pedro, que extendes manus tuas et alius cinget te et ducet quo
tun non vis (Jn
21, 18). Admirable es la sabiduría del Señor, que sabe mortificar a malos con
humillaciones y a los humildes con darles honras y lugares altos. Tenga vuestra
paternidad paciencia y confíe en Él, que es todo poderoso, que le dará lo
necesario para el cargo (que) le dio, y los pobres ayudaremos con nuestros
sospiros, pues el bien de vuestra paternidad es nuestro.
Al Rvdo. Sr. y padre mío el padre Francisco Borja, General de la Compañía
de Jesús en Roma. IV, pg. 641.
25, 53, 587, 641
San Oscar Romero.
Vistiéndose los trajes ordinarios de la vida, del trabajo, de
la sociedad en que vivían, sabían que aunque vivieran en medio de los hombres
comunes del mundo, ellos llevaban por dentro una fe y una esperanza que los
hacía sentirse sal de la tierra, luz del mundo. Homilía 17 de abril de 1977.
Comentario Homilética.
Contexto:
Primera
conclusión el evangelio (20, 30-31).
Profundización
de la fe en el acontecimiento pascual (21).
-La
misión de Jesús pasa ahora por la comunidad del Resucitado: la Iglesia.
-Simbolismo:
Discípulos
salen a la actividad y misión / dentro de casa.
Mar
de Tiberiades y amanecer: tiempo del trabajo / atardecer: tiempo de la reunión
comunitaria.
-Partes:
Vv.
1-14:
Se
abre y se cierra con el verbo “manifestarse” (vv. 1 y 14).
Entorno
a la manifestación del discípulo amado: “Es el Señor” (v. 7a).
Jesús:
Se
manifiesta en la Iglesia resolviendo el fracaso misionero (vv. 2-3).
Su
presencia convierte el fracaso en éxito (vv. 4-6).
Atrae
a sí mismo a los discípulos (vv. 7b-8).
Les
da de comer (vv. 9-13).
Vv.
15-19:
Primado
de Pedro a través del amor.
Imperativo
final: Sígueme (v. 19).
MISA DE NIÑOS. IV DOMINGO DE PASCUA
Monición de entrada.
Buenos días:
Hoy es el domingo del Buen Pastor.
En la misa es donde sentimos que Jesús es nuestro pastor.
Porque aquí nos conduce por el buen camino.
Nos habla con palabras buenas.
Y nos alimenta con la comunión.
Además hoy es el domingo de oración por las vocaciones.
Señor, ten piedad.
Queremos escucharte. Señor, ten piedad.
Queremos seguirte. Cristo, ten piedad.
Queremos beber de tu fuente. Señor, ten piedad.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco, para siga ayudándonos a conocer lo que tú quieres
de nosotros. Te lo pedimos Señor.
-Por las personas que tienen una misión en la Iglesia, para que les ayudes.
Te lo pedimos Señor.
-Por las personas que sufren, para que sientan la alegría de ser amados por
ti. Te lo pedimos, Señor.
-Por las personas que mandan, para que sean buenas servidoras. Te lo pedimos,
Señor.
-Por nosotros, para que te conozcamos mejor, escuchemos tu voz y te sigamos.
Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.
ORACIÓN PARA EL CENTRE JUNIORS MONTAVERNER-SANT
JERONI ALFARRASÍ. JUNIORS M.D. DOMINGO III T. PASCUAL
EXPERIENCIA.
Observa tu alrededor: ¿es
un entorno abierto o cerrado? Si fuese cerrado y oscuro, ¿qué ocurriría si se abriese
una ranura en la pared?
¿Y tu corazón? ¿Cómo se
encuentra? ¿Abierto a la esperanza o cerrado al fracaso?, ¿empapado de amor o
seco como una teja al atardecer de un día de poniente?
Cierra los ojos. Imagina
el mar, la arena reseca por el sol y la arena bañada por las olas.
Recuerda el día de hoy,
el lugar en el que has trabajado o estudiado.
Sígnate.
Pide a Jesús que te
envíe el Espíritu Santo, la brisa de un día de agosto, la ola del mar bañando
la arena de tu vida.
¿En tu caminar por la
orilla del mar quiénes han sido olas de los días con bandera verde?
Mira el vídeo:
https://www.youtube.com/watch?v=-86jmQsWBBA
Lee, piensa y reza con
él.
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 21, 1-19.
En aquel tiempo,
Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberiades. Y se
apareció de esta manera: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo;
Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos. Simón
Pedro les dice:
-Me voy a pescar.
Ellos contestan:
-Vamos también
nosotros contigo.
Salieron y se
embargaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando
Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
-Muchachos, ¿tenéis
pescado?
Ellos contestaron:
-No.
Él les dice:
-Echad la red a la derecha
de la barca y encontraréis.
La echaron y no
podían sacarla, por la multitud de peces. Y aquel discípulo a quien Jesús amaba
le dice a Pedro:
-Es el Señor.
Al ir que era el Señor,
Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás
discípulos se acercaron en la barca, porque no distaba de tierra más que unos
doscientos codos, remolcando la red con los peces. Al saltar a tierra, ven unas
brasas con un pescado puesto encima y pan. Jesús les dice:
-Traed de los peces
que acabáis de coger.
Simón Pedro subió a
la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento
cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red. Jesús les dice:
-Vamos, almorzad.
Ninguno de los
discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el
Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado. Esta fue
la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de
entre los muertos.
Después de comer,
dice a Simón Pedro:
-Simón, hijo de
Juan, ¿me amas más que estos?
Él le contestó:
-Sí, Señor, tú sabes
que te quiero.
Jesús le dice:
-Apacienta mis
corderos.
Por segunda vez le
pregunta:
-Simón, hijo de
Juan, ¿me amas?
Él le contesta:
-Si, Señor, tú sabes
que te quiero.
Él le dice:
-Pastorea mis
ovejas.
Por tercera vez le
pregunta:
-Simón, hijo de
Juan, ¿me quieres?
Se entristeció Pedro
de que le preguntara por tercera vez: “¿Me quieres?” y le contestó:
-Señor, tú conoces
todo, tú sabes que te quiero.
Jesús le dice:
-Apacienta mis
ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e
ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te
ceñirá y te llevará adonde no quieras.
Esto dijo aludiendo
a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
-Sígueme.
¿QUÉ DICE? Después de la aparición a los discípulos en
una casa, estos marchan a Tiberiades. Allí, al amanecer, en el trabajo
cotidiano al que han retornado, en el mar, se aparece Jesús. El fracaso de la
pesca se transforma en éxito. El discípulo amado le reconoce como Señor. El Resucitado
come con ellos. Se dirige a Pedro pidiéndole acepte tres veces apacentar las
ovejas, es decir, ratifique el seguimiento que comenzó en aquel lago al
comienzo de la vida pública de Jesús y por otra parte le encomienda la tarea de
ser pastor del Pueblo de Dios.
¿QUÉ TE DICE? Tomando como modelo la oración ignaciana pide
a Jesús la gracia del seguimiento y el amor a las personas que la Iglesia, a
través de tu parroquia, la catequesis, el centro Juniors,… te encomienda.
Imagina el lago, los apóstoles, la pesca, fija la mirada en Jesús con los ojos
del discípulo amado y de Pedro. San Ignacio de Loyola en los Ejercicios Espirituales
anota lo que sigue: “Primero, Jesús aparece a siete de sus discípulos que
estaban pescando, los cuales por toda la noche no habían tomado nada. Y
extendiendo la red por su mandamiento, “no podían sacalla por la muchedumbre de
peces. Segundo. Por este milagro san Joan lo conoció y dijo a san Pedro: El
Señor es. El cual se echó en el mar, y vino a Cristo. Tercer. Les dio a comer
parte de un pez asado y un panar de miel. Y encomendó las ovejas a san Pedro,
primero examinando tres veces de la caridad, y le dice: Apacienta mis ovejas”
(EE 306). Es en tu vida, al final del curso, cuando el cansancio se va
acumulando, el tiempo en el que Jesús te habla para encomendarte de nuevo una
misión. Lee el texto, personalizándolo, reflexionando sobre las consecuencias
que tiene en tu vida, abandonándote en las palabras de Cristo, en el silencio
de la contemplación.
COMPROMISO.
Durante esta semana repite las palabras de Pedro: “Señor, tú sabes
que te quiero”.
CELEBRACIÓN.
Escucha la canción del canta autor católico, casado y con
dos hijos, venezolano, afincado en Estados Unidos, Javier Bru. Es el Señor.
https://www.youtube.com/watch?v=KwFDrKDzoFg
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Homilética. Sal Terrae.
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