sábado, 25 de enero de 2025

Domingo 3º T. Ordinario. 26 de enero de 2025.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de Nehemías 8, 2-4a.5-6.8-10.

En aquellos días, el día primero del mes séptimo, el sacerdote Esdras trajo el libro de la ley ante la comunidad: hombres, mujeres y cuantos tenía uso de razón. Leyó el libro en la plaza que está delante de la Puerta del Agua, desde la mañana hasta el mediodía, ante los hombres, las mujeres y los que tenían uso de razón. Todo el pueblo escuchaba con atención la lectura del libro de la ley. El escriba Esdras se puso en pie sobre una tribuna de madera levantada para la ocasión. Esdras abrió el libro en presencia de todo el pueblo, de modo que toda la multitud podía verlo; al abrirlo, el pueblo entero se puso de pie. Esdras bendijo al Señor, el Dios grande, y todo el pueblo respondió con las manos levantadas:

-Amén, amén.

Luego se inclinaron y adoraron al Señor, rostro en tierra. Los levitas leyeron el libro de la ley de Dios con claridad y explicando su sentido, de modo que entendieran la lectura. Entonces el gobernador Nehemías, el sacerdote y escriba Esdras, y los levitas que instruían al pueblo dijeron a toda la asamblea:

-Este día está consagrado al Señor, vuestro Dios. No estéis tristes ni lloréis.

(Y es que el pueblo lloraba al escuchar las palabras de la ley).

Nehemías les dijo:

-Id, comed buenos majares y bebed buen vino, e invitad a los que no tienen nada preparado, pues este día está consagrado al Señor. ¡No os pongáis tristes; el gozo del Señor es vuestra fuerza!

 

Textos paralelos.

Y Esdras leyó el libro de la Ley de Dios:

Esd 7, 6: Era un letrado experto en la Ley que dio el Señor, Dios de Israel, por medio de Moisés. El rey le concedió todo lo que pedía porque el Señor, su Dios, estaba con él.

Esd 7, 25-26: Tú, Esdras, con esa prudencia que Dios te ha dado, nombra magistrados y jueces que administren justicia a todo tu pueblo de Transeufratina, es decir, a todos los que conocen la Ley de tu Dios, y a los que no la conocen, enséñasela.

Esd 8, 3: Luego entregaron los decretos del rey a los sátrapas imperiales y a los gobernadores de Transeufratina, que ayudaron al pueblo y al templo de Dios.

 

Notas exegéticas.

8 Lógica y cronológicamente, Ne 8 es continuación de Es 8, 36: Esdras había venido de Babilonia para promulgar la Ley, Esd 7, 25-26. El Cronista se sirve aquí del informe de Esdras.

8 2 Con la fiesta del mes séptimo (septiembre-octubre) se inauguraba antes del Destierro, el nuevo año.

8 5 Los vv. 5-8 ofrecen todos los elementos de lo que será el servicio de la sinagoga, diferente del culto celebrado en el templo, donde los sacrificios constituían el elemento principal. Aquí no hay sacrificios. El servicio comprende fórmulas litúrgicas con respuestas de los participantes, bendiciones, oración (con las manos hacia el cielo), adoración (prosternación), lectura y explicación de la ley de Dios.

8 10 “Esdras leyó” griego, “y leyendo” hebreo.

8 9 3 Esd omite “Nehemías”; griego, omite 2el gobernador”. Estas menciones proceden del redactor.

 

Salmo responsorial

Salmo 19 (18), 8-10.15.

 

Tus palabras, Señor, son espíritu y vida. R/.

La ley del Señor es perfecta

y es descanso del alma;

el precepto del Señor es fiel

e instruye a los ignorantes. R/.

 

Los mandatos del Señor son rectos

y alegran el corazón;

la norma del Señor es límpida

y da a luz a los ojos. R/.

 

El temor del Señor es puro

y eternamente estable;

los mandamientos del Señor son verdaderos

y enteramente justos. R/.

 

Que te agraden las palabras de mi boca,

y llegue a tu presencia el meditar de mi corazón,

Señor, Roca mía, Redentor mío.  R/.

 

Textos paralelos.

La ley de Yahvé es perfecta.

Sal 119, 129: Admirables son tus preceptos: por eso los observa mi alma.

 

Notas exegéticas.

19 El himno celebra en Yahvé al creador del cielo, especialmente del sol y , al autor de la Ley: la naturaleza y la Ley manifiestan las perfecciones divinas. En el Antiguo Oriente, el sol era símbolo de la justicia: así se explica la unión de las dos partes del salmo. La liturgia de Navidad lo aplica al Verbo de Dios, Sol de Justicia.    

19 15 (a) “sin tregua” griego, omitido por hebreo.

19 15 (b) En hebreo goel. El término, que designa al vengador de sangre y al redentor es aplicado por Job y con frecuencia en la segunda parte de Isaías a Yahvé que venga, salva y arranca de la muerte a sus fieles y a su pueblo.

 

Segunda lectura.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 12-30.

Hermanos:

Lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo. Pues todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu. Pues el cuerpo no lo forma un solo miembro, sino muchos. Si dijera el pie: “Puesto que no soy mano, no formo parte del cuerpo”, ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el oído dijera: “Puesto que no soy ojo, no formo parte del cuerpo”, ¿dejaría por eso de ser parte del cuerpo? Y si el cuerpo entero fuera ojo, ¿Dónde estaría el oído?”; si fuera todo oído, ¿dónde estaría el olfato? Pues bien, Dios distribuyó cada uno de los miembros en el cuerpo como quiso. Si todos fueran un solo miembro; ¿dónde estaría el cuerpo? Sim embargo, aunque es cierto que los miembros son muchos, el cuerpo es uno solo. El ojo no puede decir a la mano: “No te necesito”; y la cabeza no puede decir a los pies: “No os necesito”. Sino todo lo contrario, los miembros del cuerpo que nos parecen más despreciables los rodeamos de mayor respeto; y los menos decorosos los tratamos con más decoro; mientras que los más decorosos no lo necesitan. Pues bien, Dios organizó el cuerpo dando mayor honor a lo que carece de él, para que así no haya división en el cuerpo, sino que más bien todos los miembros se preocupen por igual unos de otros. Y si un miembro sufre, todos sufren con él; si un miembro es honrado, todos se alegran con él. Pues bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo y cada uno es su miembro. Pues en la Iglesia Dios puso en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en el tercero, a los maestros; después, los milagros; después el carisma de curaciones, la beneficencia, el gobierno, la diversidad de lenguas. ¿Acaso son todos apóstoles? ¿O todos son profetas? ¿O todos maestros? ¿O hacen todos milagros? ¿Tienen todos don para curar? ¿Hablan todos en lenguas o todos las interpretan?

 

Textos paralelos.

 El cuerpo humano, aunque tiene muchos miembros, es uno.

Rm 12, 4-5: Es como un cuerpo: tenemos muchos miembros, no todos con la misma función; así, aunque somos muchos, formamos con Cristo un solo cuerpo, y respecto a los demás somos miembros.

Forman un solo cuerpo.

Ef 4, 4-6: Uno es el cuerpo, uno el Espíritu, como es una la esperanza a que habéis sido llamados, uno el Señor, una la fe, uno el bautismo, un Dios, Padre de todos, que está sobre todos, entre todos, en todos.

Así también es Cristo.

Ga 3, 28: Ya no se distinguen judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, pues con Cristo Jesús todos somos uno.

Hemos sido todos bautizados en un solo Espíritu.

Col 3, 11: En la cual no se distingue griego y judío, circunciso e incircunciso, bárbaro y escita, esclavo y libre, sino que Cristo lo es todo para todos.

Flm 16: Y no ya como esclavo, sino mejor que esclavo: como hermano muy querido para mí y más aún para ti, como hombre y como cristiano.

Todos los miembros se preocuparán lo mismo.

Rm 12, 15: Con los alegres alegraos, con los que lloran llorad.

Si un miembro es honrado.

1 Co 12, 7-11: A cada uno se le da una manifestación del Espíritu para el bien común. Uno por el Espíritu tiene el don de hablar con sabiduría, otro según el mismo Espíritu el hablar con penetración, otro por el mismo Espíritu la fe, otro por el único Espíritu el carisma de curaciones, otro realizar milagros, otro profecía, otro discreción de espíritus, otro hablar lenguas diversas, otro interpretar lenguas arcanas. Pero todo lo ejecuta el mismo y único Espíritu repartiendo a cada uno como quiere.

Rm 12, 6-8: Usemos los dones diversos que poseemos según la gracia que nos ha concedido: por ejemplo, la profecía regulada por la fe, el servicio, para administrar; la enseñanza, para enseñar; el que exhorta, exhortando; el que reparte, con generosidad; el que preside, con diligencia; el que alivia, de buen humor.

Ef 4, 11: Él nombró a unos apóstoles, a otros profetas, evangelistas, pastores y maestros.

Cada uno con una función particular.

Rm 1, 1: De Pablo, siervo de Jesús Mesías, llamado a ser apóstol, reservado para anunciar la buena noticia de Dios.

Hch 11, 27: Por aquel tiempo bajaron unos profetas de Jerusalén a Antioquía.

 

Notas exegéticas.

12 12 (a) Aunque utilice el apólogo clásico que compara a la sociedad con un cuerpo que teniendo muchos miembros diversos es uno, Pablo no se inspira en él para su doctrina sobre el Cuerpo de Cristo. Esta brota más bien de su peculiar modo de entender el amor como la base de la existencia humana. En efecto, él veía a los creyentes como partes de una unidad orgánica, y el cuerpo humano le brindaba una imagen perfecta de la diversidad articulada en la unidad. Él designa aquí a “Cristo” como la realidad que corresponde a ese hombre nuevo. Como cuerpo suyo, la Iglesia es la presencia física de Cristo en el mundo en la medida en que prolonga su ministerio. Esta doctrina, de tan gran realismo, que ya aparece en 1 Co, se repite y amplia en las epístolas de la cautividad. Es cierto que la reconciliación de los hombres, que son miembros de Cristo se realiza siempre en el Cuerpo de Cristo, crucificado según la carne y vivificado por el Espíritu. Pero la unidad de ese Cuerpo que reúne a todos los cristianos en el mismo Espíritu y su identificación con la Iglesia adquieren mayor relieve. Así personalizado este Cuerpo tiene en adelante a Cristo por cabeza, por la influencia sin duda de la idea de Cristo Cabeza de las potestades. Finalmente llega hasta englobar en cierto modo todo el universo reunido bajo el dominio del Kyrios.

12 12 (b) Como el cuerpo humano da unidad a la pluralidad de los miembros, así Cristo, principio unificador de la Iglesia, da unidad a todos los cristianos en su cuerpo.

12 13 Literalmente este v. es un paréntesis: no forma parte del relato-parábola, sino que ofrece una explicación teológica que remite al bautismo y a la eucaristía. El primer miembro es paralelo de 10, 2: todos quedaron vinculados a Moisés al ser bautizados en la nube y en el mar. “Bebieron la misma bebida espiritual” era una alusión a la eucaristía.

12 14 La primera parte de la parábola del cuerpo (vv. 14-20a) desarrolla el tema de la necesaria diversidad.

12 20 La segunda parte de la parábola (vv. 20b-26) desarrolla el tema de la solidaridad de los miembros del cuerpo, que nada pueden los unos sin los otros. Al contrario, encuentran su alegría en su unidad.

12 22 Pablo recuerda aquí seguramente la existencia de cristianos llamados “débiles”, para los que reclamaba de forma insistente el respeto de sus conciencias.

12 26 Con los verbos “sufrir” y “ser honrado” (o glorificado) abandona Pablo el terreno del relato parabólico. En efecto, estos verbos expresan en otros lugares la muerte y la resurrección de Cristo.

12 28 (a) Los “maestros” estaban encargados de la enseñanza regular y ordinaria.

12 28 (b) El don que mueve al cristiano a las obras de caridad.

12 28 (c) El don de gobernar y regir las iglesias.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4.14-21.

Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:

-Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír.

 

Textos paralelos.

 Los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra.

Jn 15, 27: Y también vosotros daréis testimonio, porque habéis estado conmigo desde el principio.

Hch 1, 8: Pero recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros,  y seréis testigos míos en Jerusalén, Judea y Samaría y hasta el confín del mundo.

He decidido yo también, después de haber investigado.

Ef 3, 7: Y yo soy su ministro por don de la gracia de Dios, otorgada según la eficacia de su poder.

Para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.

Hch 1, 1: En mi primera parte, querido Teófilo, conté todo lo que Jesús hizo y enseñó, desde el principio.

Mc 1, 14-15.39

Mt 4, 12-17.23

Lc 4, 14-15

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la buena noticia de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Decía:

 

 

-Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios: arrepentíos y creed la buena noticia.

 

Y fue predicando y expulsando demonios en sus sinagogas por toda la Galilea.

Al enterarse de que Juan había sido arrestado, Jesús se retiró a Galilea, salió de Nazaret y se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: Territorio de Zabulón y territorio de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán, Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz intensa, a los que habitaban en sombras de muerte les amaneció la luz.

 

Desde entonces comenzó a proclamar:

 

-Arrepentíos, que está cerca el reinado de Dios.

 

 

 

Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas, proclamando la buena noticia del reino y curando entre el pueblo toda clase de enfermedades y dolencias.

Impulsado por el Espíritu, Jesús volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Enseñaba en sus sinagogas, respetado de todos.

 

Iba enseñando por las sinagogas.

Mt 3, 16: Jesús se bautizó, salió del agua y al punto se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él.

Lc 4, 44: Y predicaba en las sinagogas de Judea.

Mc 6, 1-6

Mt 13, 53-58

Lc 4, 16-21

Saliendo de allí, se dirigió a su ciudad, acompañado de sus discípulos. Un sábado se puso a enseñar en la sinagoga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La multitud que lo escuchaba comentaba asombrada:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-¿De dónde saca este todo eso? ¿Qué clase de saber se le ha dado, que tales milagros realiza con sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María, el hermano de Santiago y José, Judas y Simón? ¿No viven aquí, entre nosotros, sus hermanas? Y esto lo sentían como un obstáculo.

 

Jesús les decía:

-A un profeta lo desprecian solo en su patria, entre sus parientes y en su casa.

Y no podía hacer allí ningún milagro, salvo unos pocos enfermos a quienes les impuso las manos y curó. Y se extrañó de su incredulidad.

 

 

 

 

 

 

 

 

Después recorría las aldeas del contorno enseñando.

Cuando Jesús terminó etas parábolas, se marchó de allí, se dirigió a su ciudad y se puso a enseñarles en su sinagoga.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ellos preguntaban asombrados:

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

-¿De dónde saca este su saber y sus milagros? ¿No es este el hijo del artesano?, ¿no se llama su madre María y sus hermanos Jacobo, José, Simón y Judas? Sus hermanos ¿no viven entre nosotros? ¿De donde saca todo eso? Y lo sentían como un obstáculo. Jesús les dijo:

-A un profeta lo desprecian solo en su patria y en su casa. Y, por su incredulidad, no hizo allí muchos milagros.

Fue a Nazaret, donde se había criado, y según su costumbre entró en sábado en la sinagoga y se puso en pie para hacer la lectura.

 Le entregaron el rollo del profeta Isaías. Lo desenrolló y dio con un texto que dice: El Espíritu del señor sobre mí, porque él me ha ungido para que dé la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los cautivos y la vista a los ciegos, para poner en libertad a los oprimidos, para proclamar el año de gracia del Señor. Lo enrolló, se lo entregó al empleado y se sentó.

 

Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Él empezó diciéndoles:

-Hoy, en presencia vuestra, se ha cumplido esta escritura.

Todos lo aprobaban, admirados de aquellas palabras sobre la gracia que salían de su boca. Y decían:

-Pero, ¿no es este el hijo de José?

Él les contestó:

-Seguro que me diréis aquel refrán: médico cúrate tú. Lo que hemos oído que ha sucedido en Cafarnaún, hazlo aquí, en tu ciudad.

Y añadió:

-Os aseguro que ningún profeta es aceptado en su patria. Ciertamente, os digo, había muchas viudas en Israel en tiempo de Elías, cuando el cielo estuvo cerrado tres años y medio y hubo una gran carestía en todo el país. A ninguna de ellas fue enviado Elías, si no es a la viuda de Sarepta en Sidonia. Muchos leprosos había en Israel en tiempo del profeta Eliseo; ninguno se curó, sino Naamán el sirio.

 

Al oírlo, todos en la sinagoga se indignaron.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad y lo llevaron a un barranco del monte sobre el que estaba edificada la ciudad, con intención de despeñarlo.

 

Pero él, abriéndose paso entre ellos, se marchó.

El Espíritu del Señor está sobre mí.

Is 61, 1-3: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar una buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desterrados, para proclamar la amnistía a los cautivos y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del señor, el día del desquite de nuestro Dios, para consolar a los afligidos, los afligidos de Sión: para cambiar su ceniza en corona, su luto en perfume de fiesta, su abatimiento en traje de gala.

Porque me ha ungido.

Mt 3, 16: Jesús se bautizó, salió del agua y al punto se abrió el cielo y vio al Espíritu de Dios que bajaba como una paloma y se posaba sobre él.

Para anunciar a los pobres la Buena Nueva.

So 2, 3: Buscad al Señor, los humildes que cumplís sus mandatos: buscad la justicia, buscad la humildad, para tener un refugio el día de la ira del Señor.

En la sinagoga todos estaban fijos en él.

Hch 6, 15: Cuantos estaban sentados en el consejo fijaron la vista en él y vieron que su rostro parecía el de un ángel.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

1 Este prólogo, de vocabulario escogido y estilo periódico, se parece a los de los historiadores de la época helenista.

1 1 Enfático: se ha de entender “algunos”.

1 2 E.d., toda la materia de este evangelio proviene de la tradición. – Palabra”, término referente al Evangelio predicado por los apóstoles.

1 3 (a) Podría traducirse: “después de haber seguido todo de cerca desde tiempo atrás”, pensando en la actividad misionera de Lucas junto a Pablo. Pero Lc parece hablar aquí de unos orígenes en los que no participó.

1 3 (b) Podremos ver en el libro de Lc que no se trata de un orden cronológico, sino literario y didáctico.

1 4 O, quizá: “de las noticias que te han llegado”. En este caso, Teófilo no sería un cristiano a quien se desearía confirmar en la fe, sino un alto funcionario a quien se trata de informar.

4 14 Estribillo de Lucas; ver los escritos análogos de Hch 2, 41.

4 15 Jesús admirado y alabado por las turbas, otro tema predilecto de Lucas, semejante estribillo precedente 4, 14, y a los temas de las alabanzas de Dios y del temor religioso.

4 16 (a) Este relato extraña por el cambio inexplicable de la muchedumbre, que salta de la admiración a la animosidad. Esta anomalía se debe sin duda a una evolución literaria. Un primer relato refería una visita a la sinagoga con una predicación coronada por el éxito, al comienzo del ministerio en Nazaret, ver Mt 4 13 con Nazara como Lc 4 16. Luego, se ha vuelto sobre el relato, sobrecargándolo y situándolo más tarde en la vida de Jesús, Mt 13, 53-58, Mc 6, 1-6, para dejar sentada la incomprensión y el rechazo que siguieron a la primera acogida del pueblo. De este texto complejo, Lucas ha sabido extraer una página admirable, que ha conservado al comienzo del ministerio, como una escena inaugural, y donde esboza, en un esquema simbólico, la misión de gracia de Jesús y la recusación de su pueblo.

4 16 (b) Forma rara del nombre de Nazaret.

4 16 (c) A todo judío adulto se le permitía, con autorización del Jefe de la sinagoga, hacer la lectura pública del texto sagrado.

4 18 (a) Este texto de Isaías evoca probablemente una consagración profética (ver 1 R 19, 16). Jesús se refiere aquí al Espíritu que acaba de recibir en su bautismo y que convierte en fuente de su mensaje y de su acción salvífica.

4 18 (b) Adic.: “a curar a los que tienen destrozado el corazón” ver LXX.

4 19 Lit.: “un año aceptado del Señor”. La cita de Isaías se detiene ante un final amenazante “y un día de venganza de nuestro Dios”. El año de gracia (o de buena disposición) designa el año jubilar celebrado por ley cada cincuenta años (Lv 25, 10-13).

4 21 Lit.: “a vuestros oídos”. Jesús presenta su venida como el acontecimiento de la era de gracia anunciado por el profeta. Lc alude con frecuencia al hoy de la salvación.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

1 1-4 En La línea de los historiógrafos griegos, haciendo lo que Jenofonte aconsejaba al historiador – comprobar y contrastar personalmente lo que narra –, Lucas redacta un prólogo explicando la finalidad y el método seguido al escribir (cercano a él en el tiempo, otro historiador, el judío romanizado Flavio Josefo, promete al comienzo de su obra “no añadir ni omitir nada”); pero, como escribe historia sagrada, e.d., la continuación del AT, de hecho su modo de “escribir historia” es, más bien, el propio del AT.

1 1 PUSIERON MANO A: lit. pusieron-las-manos-en; emprendieron la tarea de; se aplicaron a. // COMPILAR: o bien: ordenar, organizar, componer; y casi también reconstruir de memoria. // SE CUMPLIERON (o se llevaron a término): lit. fueron cumplidos (por Dios; voz pasiva “teológica”); probable alusión al “cumplimiento de las promesas mesiánicas del AT.

1 2 TRANSMITIERON: “transmitir” es término técnico de la tradición doctrinal. Lc concede merecida importancia a los TESTIGOS DE VISTA y a los SERVIDORES (“ayudantes”, quizás ya difusores por escrito) DE LA PALABRA. Esa “palabra” es, directamente, el Evangelio (menos probablemente: Jesucristo-Palabra). Uno de esos SERVIDORES DE LA PALABRA fue Juan Marcos (cf. Hch 13, 5).

1 3-4 ME PARECIÓ (BIEN): e.d., me pareció lo mejor; de ahí el significado de decidir, que este verbo tiene en actos de gobierno o judiciales (cf. Hch 15, 28). // ORDENADAMENTE; según un orden catequético o pedagógico, no precisamente cronológico a nuestro gusto moderno. Para Lucas, hay en la Historia Sagrada tres grandes épocas: el tiempo de Israel (AT), el tiempo de Jesús k(Lc), el tiempo de Jesús prolongado en la Iglesia (Hch). // TEÓFILO (cf. Hch 1, 1): destinatario desconocido (¿alto cargo?, ¿ya cristiano?, ¿todavía catecúmeno (cf. v. 4)?, ¿pagano, con alguna información sobre el cristianismo? O ¿es seudónimo (Teófilo = amigo de Dios), representativo de un grupo o tipo de personas? // DESDE EL COMIENZO: O desde hace tiempo. Él v. 4 podría traducirse: para que reconozcas las enseñanzas (lit. las palabras) en cuya solidez has sido instruido. El verbo griego traducido por has sido instruido es el verbo de la catequesis (katêkhéô); por tanto: has sido catequizado.

4 14 CON APROBACIÓN DE: lit. aprobado por.

4 16-30 Algunos piensan que Lc concentra en un relato dos visitas de Jesús a Nazaret, una al comienzo de su vida pública, y otra, de claro rechazo, más tarde. Tal como está, el texto supone que Jesús ya ha actuado en público algún tiempo, y ahora expone su programa en los comienzos de su ministerio. La Misná[1] fija por escrito las normas sobre las lecturas en el culto sinagogal (“en sábado (leen) siete… Se concluye con una lectura tomada de los profetas… En la lectura de los profetas se puede saltar de un texto a otro…” (Meguilá 4, 2.4), pero en tiempos de Jesús, las lecturas de los profetas no estaban ordenadas exactamente: el lector elegía el texto.

4 16 NAZARET: en el texto griego aparece este nombre en la forma rara Nadsará. // EN DÍA DE SÁBADO: lit. en el día de los descansos.

4 17 ENCONTRÓ: con el matiz de llegó a (buscando ese pasaje llegó a él), lo que hace sospechar la existencia del arameo ’skj como trasfondo (Herranz Marco).

4 18 (EL) ESPÍRITU…, SOBRE MÍ: alusión al bautismo (3, 21s.).

4 19 UN AÑO DE GRACIA…: la expresión combina dos aspectos: un año en el que Dios da gracias, y un año grato a Dios.

4 20 El AYUDANTE el empleado – sacristán – de la sinagoga (jazzan). Descontando este pasaje, más 1,2 (servidores) y Jn 18, 36 (hombres), en los Evangelios traducimos el término griego por alguacil, subalterno de un tribunal; de hecho, una de las funciones era la de verdugo encargado de ejecutar las sentencias de flagelación (cf. Mt 5, 25). // LOS OJOS DE TODOS…: comentó Orígenes en una de sus Homilías: “También ahora, si queréis, podéis fijar los ojos en el Salvador. Cuando la mirada más profunda de tu corazón la diriges a la contemplación de la Sabiduría, de la Verdad, del Hijo único de Dios, tienes los ojos clavados en Jesús… Quisiera que esta asamblea pudiera recibir un testimonio semejante: que todos, catecúmenos y fieles, varones y niños, tengan los ojos, no los del cuerpo sino los del alma, mirando a Jesús. Cuando lo miras, su luz y su destello iluminan vuestros rostros con resplandor mayor”.

21 HOY… se realiza esa profecía, no en forma de la esperada liberación material: “No hay que confundir la salvación con una u otra liberación (político-social); la buena nueva deberá conservar su originalidad propia: la de un Dios que nos salva del pecado y de la muerte y nos lleva a la vida divina” (Pablo VI). // ANTE VOSOTROS QUE ME OÍS: lit: en los oídos de vosotros (semitismo): ante este auditorio.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

1 3 Teófilo: Aunque la identidad de la persona es incierta, el nombre significa “amado por Dios”, saludo general que puede referirse a todo miembro de la comunidad cristiana.

4 17 Estas palabras de Isaías (61, 1) fueron ampliamente interpretadas por los judíos del siglo primero para indicar que el Mesías sería un líder poderoso que liberaría a Israel de los romanos. Cristo, en cambio, ofreció a su pueblo la liberación del pecado y de la muerte. Las palabras, “anunció la salvación a los pobres, la liberación a los oprimidos y a los afligidos el consuelo”, se repiten en la plegaria eucarística IV en la Misa. La cita de Isaías se refiere al Cristo (en hebreo mesías), es decir, al “ungido”. Jesús es el ungido de Dios en cuanto que su humanidad recibió la plena unción del Espíritu Santo; él era el Cristo desde su misma concepción, es decir, en razón de su unión hipostática recibió la plenitud de la gracia. Cat. 695, 714, 2443, 453.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

695 La unción. El simbolismo de la unción con el óleo es también significativo del Espíritu Santo, hasta el punto de que se ha convertido en sinónimo suyo. En la iniciación cristiana es el signo sacramental de la Confirmación, llamada justamente en las iglesias de Oriente “Crismación”. Pero para captar toda la fuerza que tiene, es necesario volver a la unción primera realizada por el Espíritu Santo: la de Jesús. Cristo (“Mesías” en hebreo) significa “Ungido” del Espíritu de Dios. En la Antigua Alianza hubo “ungidos” del Señor, de forma eminente el rey David. Pero Jesús es el Ungido de Dios de una manera única: la humanidad que el Hijo asume está totalmente “ungida por el Espíritu Santo”. Jesús es constituido “Cristo” por el Espíritu Santo. La Virgen María concibe a Cristo del Espíritu Santo, quien por medio del ángel lo anuncia como Cristo en su nacimiento e impulsa a Simeón a ir al Templo a ver al Cristo del Señor; es de quien Cristo está lleno y cuyo poder emana de Cristo en sus curaciones y en sus acciones salvíficas. Es él en fin quien resucita a Jesús de entre los muertos. Por tanto, constituido plenamente “Cristo” en su humanidad victoriosa de la muerte, Jesús distribuye profusamente el Espíritu Santo hasta que “los santos” constituyan, en su unión con la humanidad del Hijo de Dios, “ese Hombre perfecto (…) que realiza la plenitud de Cristo” (Ef 4, 13): “el Cristo total” según expresión de san Agustín.

714 Por eso Cristo inaugura el anuncio de la Buena Nueva haciendo suyo este pasaje de Isaías (Lc 4, 18-19): “El Espíritu del señor está sobre mí, porque me ha ungido. Me ha enviado a anunciar a los pobres la Buena Nueva, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor”.

2443 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: “A quien te pide da, al que desee que le prestes algo, no le devuelvas la espalda” (Mt 5, 42). “Gratis lo recibisteis, dadlo gratis” (Mt 10, 8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en los que hayan hecho por los pobres. La buena nueva “anunciada a los pobres” (Mt 11, 5) es el signo de la presencia de Cristo.

453 El nombre de Cristo significa “Ungido”, “Mesías”. Jesús es el Cristo porque “Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder” (Hch 10, 38). Era “el que ha servir” (Lc 7, 19), el objeto de “la esperanza de Israel” (Hch 28, 20).

 

Concilio Vaticano II.

Así como Cristo realizó la obra de la redención en la pobreza y la persecución, también la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para comunicar a los hombres los frutos de la salvación. Cristo Jesús “a pesar de su condición divina…, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo” (Flp 2, 6) y por nosotros “se hizo pobre a pesar de ser rico” (2 Co 8, 9). También la Iglesia, aunque necesite recursos humanos para realizar su misión, sin embargo, no existe para buscar la gloria de este mundo, sino para predicar, también con su ejemplo, la humildad y la renuncia. Cristo fue enviado por el Padre “a anunciar la Buena Noticia a los pobres… a sanar a los de corazón destrozado” (Lc 4, 18), “a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 9, 10). Del mismo modo la Iglesia abraza con amor a todos los que sufren bajo el peso de la debilidad humana: más aún, descubre en los pobres y en los que sufren la imagen de su Fundador pobre y sufriente, se preocupa de aliviar su miseria y busca servir a Cristo con ellos. Mientras que Cristo, “santo, inocente, sin mancha” (Hb 7, 26), no conoció el pecado, sino que vino solamente a expiar los pecados del pueblo, la Iglesia, en cambio, abrazando en su seno a pecadores, es santa y a la vez siempre necesitada de purificación, y busca sin cesar la conversión y la renovación.

Lumen gentium, 8.

 

Comentarios de los Santos Padres.

En tiempos del Nuevo Testamento hubo muchos ensayos para escribir evangelios, pero no todos fueron aceptados. Debéis saber que no solo se escribieron cuatro evangelios sino muchos más. Los que poseemos fueron elegidos y transmitidos a las iglesias, y eso lo sabemos por el mismo prólogo de Lucas, que empieza de esta manera: “Ya que muchos han intentado poner en orden la narración”. Las palabras “han intentado” encierran una acusación directa contra aquellos que, sin la gracia del Espíritu Santo, se propusieron la redacción de unos evangelios. Mateo, Marcos, Lucas y Juan no intentaron escribir, sino que llenos del Espíritu Santo escribieron los evangelios. (…) Conozco un evangelio denominado “Según Tomás”, y otro “Según Matías”, y hemos leído otros muchos para no ser ignorantes ante los que se imaginan cualquier cosa cuando conocen estos textos. Pero, con todo, nosotros no aprobamos sino los que aprueba la Iglesia, es decir, solo hay que admitir cuatro evangelios.

Orígenes (c.184-c.253 d.C.), Homilías sobre el Ev. de Lucas 1, 1-3. III, pg. 42.

Este evangelio ha sido escrito para Teófilo, es decir, para que el que es amado por Dios. Si amas a Dios, para ti ha sido escrito; si para ti ha sido escrito, recibe este regalo del evangelista, conserva con cuidado en lo más profundo de tu corazón este recuerdo de un amigo.

Ambrosio, Exposición sobre el Ev. de Lucas, 1, 12. III, pg. 44.

“Para poner en libertad a los oprimidos”. ¿Hay un ser más oprimido y roto que el hombre antes de ser liberado por Jesús? “Para proclamar el año de gracia del Señor”… Todas estas realidades fueron anunciadas para que, después de haber pasado de la ceguera a la visión y de la esclavitud a la libertad, curados de muchas heridas, alcancemos “el año de gracia del Señor”.

Orígenes, Homilías sobre el Ev. de Lucas, 32, 4-5. III, pg. 135.

En verdad también aquello es un año de gracia en todos los sentidos, pues fuimos aceptados en su familia y aceptados por Él, después de haber sido lavados de todo pecado por el santo bautismo y hechos partícipes de su naturaleza divina por la comunión del Espíritu Santo. En verdad es un año de gracia, en el que manifestó su gloria mediante milagros inefables.

Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Lucas, 4, 18. III, pg. 136.

“Hoy se cumple esta profecía en vuestros oídos”, de manera que no pudieran interpretar mal la presente profecía. En efecto, Él mismo anunciaba el reino de los cielos a los gentiles, que eran pobres, que no tenían nada ni siquiera a Dios, ni Ley, ni profetas; más bien (se lo predicó) a todos los que carecían de riquezas espirituales. Él mismo liberó a los cautivos y destruyó al tirano, apóstata, es decir a Satanás. Él mismo difundió la luz divina e intelectual entre los corazones oscurecidos. Por eso decía: “Yo soy la luz que ha venido al mundo”. Él mismo liberó de las ataduras del pecado a quienes tenían un corazón contrito. Él mismo mostró la vida futura y amenazó con un juicio justo. Él mismo predicó el año de gracia del Señor en el que tuvo lugar la predicación de Cristo. Pienso que en el año de gracia se refería a la primera venida; en cambio el día de la retribución es el día del juicio.

Cirilo de Alejandría, Comentario del Ev. de Lucas, 4, 18. III, pg. 136-137.

 

San Agustín

¿Quién, pues, libra de la muerte y de la esclavitud, sino el libre entre los muertos? ¿Quién es el libre de los muertos, sino el que está sin pecado entre los pecadores? He aquí que viene el príncipe del mundo – dice nuestro mismo Redentor, nuestro Libertador –, he aquí que viene el príncipe del mundo y nada hallará en mí (Jn 14, 30). Tiene sujetos a los que engañó, a los que sedujo, a aquellos a los que persuadió el pecado y la muerte; pero en mí no hallará nada. Ven, Señor; ven, Redentor, ven; reconózcate el cautivo, huya de ti el cautivador; sé tú mi libertador. Me halló perdido aquel en quien el diablo no halló nada de lo que él hace.

 

San Juan de Ávila

Este es oficio de ángeles, animar con Jesucristo, que es dar ayuda, descanso y paraíso y lo demás, y así no será menester pedilles siempre que den, sino darles lo que han menester; porque Cristo nuestro Señor es el que envió el Padre para remedio de nuestros males, y después de enseñados los males que nos vinieron por el pecado, debet evangelizare illis Iesum (debe anunciarles a Jesús), que es sanare contritos (sanar a los contritos de corazón), y lo que más dice San Lucas en el capítulo 4 (cf. Lc 4, 18); y estas dos cosas se han de tratar mucho, scilicet (A saber), Jesucristo en la cruz y en el altar. Los que predican reformación de Iglesia, por predicación e imitación de Cristo crucificado lo han de hacer y pretender.

Recordar e imitar la Pasión de Jesucristo. Plática a los padres de la Compañía. I, pg. 827.

Ansí como el Oriente alegra y se muestra muy hermoso, ansí el Hijo de Dios, el cual fue ungido para evangelizar a los pobres, sanar a los quebrantados y soltar a los captivos (Lc 4, 18-19).

Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 445.

¿Qué es la señal de Esaías: Envióme a dar nuevas alegres a los pobres, ad evangelizandum pauperibus misit me? (Lc 4, 18) Como quien dice: Venísme a preguntar si soy yo el Mesías; pues mira las señales que el profeta había dicho que en la venida del Mesás había de haber: veislas aquí cumplidas.

En vísperas de la Navidad. III, pg. 52

Veis aquí lo que dice Cristo. ¿A quién viene a dar nuevas alegres? A los que no tienen contentamiento, a los que tienen el corazón atemorizado, sin esperanza de ir al cielo: Envióme mi Padre a dar nuevas a los ángeles, a los pobres (cf. Lc 4, 18). Todos somos pobres, pues nos podemos quejar del cuerpo y del ánima. La persona que en esta vida más siente su pobreza más desconsolada está. Y si tenemos seso, esto nos ha de doler, y no había de entrar en nosotros alegría, etc.

En vísperas de Navidad. III, pg. 58.

-Señor, ¿qué nueva llevaré hoy a mi casa, para que me consuele esta semana santa? ¿Con qué me consolaréis, Señor, que se me acuerda que he pecado contra vos, y temo mis pecados y el juicio e infierno? ¿Con qué me consolaré, que tengo tantas deudas, ha hecho mi ánima muchos pecados? – Envióme al Padre a dar nuevas alegres a los pobres y a melecinar corazones quebrantados y a dar libertad a los captivos (cf. Lc 4, 18-19). ¿Qué debéis, hermano? - ¡Oh Señor! Que debo a Dios tantas deudas, que no sé cuando se las pague, debo más de tres mil pecados graves y feos (que) he hecho. Por solos los pecados de la lengua que he hecho merezco tener en el infierno la lengua cortada. Pues pensamientos de mi corazón no tienen cuenta. Mucho debo a Dios, y tengo que me ha de dar muchos tormentos. – Pues alegraos, que ya viene Dios, hecho hombre, a daros buenas nuevas, a consolar y melecinar corazones quebrantados y a dar corona a los que están en ceniza, y año de paz, y benignidad del Señor (cf. Lc 4, 18-19).

En vísperas de Navidad. III, pg. 59.

¡Oh, quién le oyera decir estas palabras al Señor! Y después de haber leído, cerró su libro y dijo: Hoy se ha cumplido esta profecía en vuestras orejas (Lc 4, 21), y hízoles un sermón tan dulce, que todos daban testimonio y decían ser verdad y estaban espantados de las palabras que decía. Plega a su bondad, que pues el que estaba allí está agora también aquí, entre nosotros, que nos hable Él a vuestros corazones y despierte mis labios y abra, vuestros oídos. ¿A qué veniste, Señor, pues no veniste de balde? El Espíritu del Señor está sobre mí, entended en cuanto hombre, que, en cuanto Dios, antes el Espíritu Santo procede de Él y del Padre, y por tanto se ha de entender en cuanto hombre.

En vísperas de Navidad, III, pg. 51.

Debemos traer a la memoria que dice Cristo, por boca del profeta Isaías, que le ungió el Espíritu del Señor para consolar los llorosos, y consolar y rescatar los captivos, y desencarcelar los encarcelados (Lc 4, 18). Lo cual fue dar muestras a los hombres que éste era el fructo de su pasión, consolar nuestras ánimas; de donde se saca hacerle nosotros injuria cuando damos lugar que estén nuestras ánimas afligidas y desconsoladas.

A un discípulo. IV, pg. 760.

 

San Oscar Romero.

Si quieren un mensaje de alegría y de optimismo, lean a San Lucas. Lean con qué alegría se cuenta la gran noticia, la buena noticia de que Dios ha venido y que los pecadores, los marginados, los que necesitan buenas noticias, la tienen allí en el evangelio y que por eso se llama la buena noticia. La Iglesia, pues, se hace comunidad que trasmite a Cristo, que sigue la homilía de Cristo en el estilo de cada uno. Esto es maravilloso, también, cada comunidad, cada predicador, cada catequista, cada congregación religiosa, cada fisonomía de la Iglesia tiene su propio carisma, su propio modo de ser, pero entre todos contamos la maravilla de que Cristo vive a través de su espíritu, en nosotros.

27 de enero de 1980.

 

Papa Francisco. Angelus. 24 de enero de 2016.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el evangelio de hoy el evangelista Lucas antes de presentar el discurso programático de Jesús de Nazaret, resume brevemente la actividad evangelizadora. Es una actividad que Él realiza con la potencia del Espíritu Santo: su palabra es original, porque revela el sentido de las Escrituras, es una palabra que tiene autoridad, porque ordena incluso a los espíritus impuros, y estos le obedecen (cf. Mc 1, 27). Jesús es diferente de los maestros de su tiempo: por ejemplo Jesús no abrió una escuela dedicada al estudio de la Ley, sino que sale para predicar y enseñar por todas partes: en las sinagogas, por las calles, en las casas, siempre moviéndose. Jesús también es distinto de Juan el Bautista, quien proclama el juicio inminente de Dios, mientras que Jesús anuncia su perdón de Padre.

Y ahora imaginémonos que también nosotros entramos en la sinagoga de Nazaret, el pueblo donde Jesús creció hasta aproximadamente sus 30 años. Lo que allí sucede es un hecho importante que delinea la misión de Jesús. Él se levanta para leer la Sagrada Escritura. Abre el pergamino del profeta Isaías, el pasaje donde está escrito: «El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva» (Lc 4, 18). Después, tras un momento de silencio lleno de expectativa por parte de todos, dice, para sorpresa general: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (v. 21).

Evangelizar a los pobres: esta es la misión de Jesús, como Él dice; esta es también la misión de la Iglesia y de cada bautizado en la Iglesia. Ser cristiano y ser misionero es la misma cosa. Anunciar el Evangelio con la palabra y, antes aún, con la vida, es la finalidad principal de la comunidad cristiana y de cada uno de sus miembros. Se nota aquí que Jesús dirige la Buena Nueva a todos, sin excluir a nadie, es más, privilegiando a los más lejanos, a quienes sufren, a los enfermos y a los descartados por la sociedad.

Preguntémonos: ¿Qué significa evangelizar a los pobres? Significa, antes que nada, acercarlos, tener la alegría de servirles, liberarlos de su opresión, y todo esto en el nombre y con el Espíritu de Cristo, porque es Él el evangelio de Dios, es Él la misericordia de Dios, es Él la liberación de Dios, es Él que se ha hecho pobre para enriquecernos con su pobreza. El texto de Isaías, reforzado por pequeñas adaptaciones introducidas por Jesús, indica que el anuncio mesiánico del Reino de Dios que vino entre nosotros se dirige de manera preferencial a los marginados, a los prisioneros y a los oprimidos.

Probablemente en el tiempo de Jesús estas personas no estaban en el centro de la comunidad de fe. Podemos preguntarnos: hoy, en nuestras comunidades parroquiales, en las asociaciones, en los movimientos, ¿somos fieles al programa de Cristo? La evangelización de los pobres, llevarles el feliz anuncio, ¿es la prioridad? Atención: no se trata sólo de dar asistencia social, menos aún de hacer actividad política, Se trata de ofrecer la fuerza del Evangelio de Dios que convierte los corazones, sana las heridas, transforma las relaciones humanas y sociales, de acuerdo a la lógica del amor. Los pobres, de hecho, están en el centro del Evangelio.

Que la Virgen María, Madre de los evangelizadores, nos ayude a sentir fuertemente el hambre y la sed del evangelio que hay en el mundo, especialmente en el corazón y en la carne de los pobres. Y obtenga para cada uno de nosotros y para cada comunidad cristiana poder dar testimonio concreto de la misericordia, la gran misericordia que Cristo nos ha donado.

 

Francisco. Angelus. 23 de enero de 2022.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En el Evangelio de la Liturgia de hoy vemos a Jesús que inaugura su predicación (cf. Lc 4,14-21): es la primera predicación de Jesús. Se dirige a Nazaret, donde creció, y participa en la oración en la sinagoga. Se levanta a leer y, en el volumen del profeta Isaías, encuentra el pasaje sobre el Mesías, que proclama un mensaje de consolación y liberación para los pobres y los oprimidos (cf. Is 61,1-2). Terminada la lectura, «todos los ojos estaban fijos en él» (v. 20). Y Jesús inicia diciendo: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy» (v. 21). Detengámonos en este hoy. Es la primera palabra de la predicación de Jesús contada en el Evangelio de Lucas. Pronunciada por el Señor, indica un “hoy” que atraviesa toda época y permanece siempre válido. La Palabra de Dios siempre es “hoy”. Empieza un “hoy”: cuando tú lees la Palabra de Dios, en tu alma empieza un “hoy”, si tú la comprendes bien. Hoy. La profecía de Isaías se remontaba a siglos antes, pero Jesús, «por la fuerza del Espíritu» (v. 14), la hace actual y, sobre todo, la lleva a cumplimiento e indica la forma de recibir la Palabra de Dios: hoy. No como una historia antigua, no: hoy. Hoy habla a tu corazón.

Los paisanos de Jesús están admirados por sus palabras. Incluso si, nublados por los prejuicios, no le creen, se dan cuenta de que su enseñanza es diferente de la de otros maestros (cf. v. 22): intuyen que en Jesús hay más. ¿El qué? Está la unción del Espíritu Santo. A veces, sucede que nuestras predicaciones y nuestras enseñanzas permanecen genéricas, abstractas, no tocan el alma y la vida de la gente. ¿Y por qué? Porque les falta la fuerza de este hoy, ese que Jesús “llena de sentido” con el poder del Espíritu es el hoy. Hoy te está hablando. Sí a veces se escuchan conferencias impecables, discursos bien construidos, pero que no mueven el corazón, y así todo queda como antes. También muchas homilías —lo digo con respeto, pero con dolor— son abstractas, y en vez de despertar el alma la duermen. Cuando los fieles empiezan a mirar el reloj —“¿cuándo terminará esto?”— duermen el alma. La predicación corre este riesgo: sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo o en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad. Y este no es el camino. Pero una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente. Por esto quien predica, por favor, es el primero que debe experimentar el hoy de Jesús, para así poderlo comunicar en el hoy de los otros. Y si quiere dar clases, conferencias, que lo haga, pero en otro lado, no en el momento de la homilía, donde debe dar la Palabra para que sacuda los corazones.

Queridos hermanos y hermanas, en este Domingo de la Palabra de Dios quisiera dar las gracias a los predicadores y los anunciadores del Evangelio que permanecen fieles a la Palabra que sacude el corazón, que permanecen fieles al “hoy”. Recemos por ellos, para que vivan el hoy de Jesús, la dulce fuerza de su Espíritu que vuelve viva la Escritura. La Palabra de Dios, de hecho, es viva y eficaz (cf. Hb 4,12), nos cambia, entra en nuestros asuntos, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y pone orden. Recordemos: la Palabra de Dios transforma una jornada cualquiera en el hoy en el que Dios nos habla. Entonces, tomemos el Evangelio en la mano, cada día un pequeño pasaje para leer y releer. Llevad en el bolsillo el Evangelio o en el bolso, para leerlo en el viaje, en cualquier momento y leerlo con calma. Con el tiempo descubriremos que esas palabras están hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida. Nos ayudarán a acoger cada día con una mirada mejor, más serena, porque, cuando el Evangelio entra en el hoy, lo llena de Dios. Quisiera haceros una propuesta. En los domingos de este año litúrgico es proclamado el Evangelio de Lucas, el Evangelio de la misericordia. ¿Por qué no leerlo también personalmente, entero, un pequeño pasaje cada día? Un pequeño pasaje. Familiaricémonos con el Evangelio, ¡nos traerá la novedad y la alegría de Dios!

La Palabra de Dios es también el faro que guía el recorrido sinodal iniciado en toda la Iglesia. Mientras nos comprometemos a escucharnos unos a otros, con atención y discernimiento —porque no es hacer una encuesta de opiniones, no, sino discernir la Palabra, ahí—, escuchemos juntos la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. Y que la Virgen nos conceda la constancia para nutrirnos cada día con el Evangelio.

 

Benedicto XVI. 27 de enero de 2013.

Queridos hermanos y hermanas:

La liturgia de hoy nos presenta, juntos, dos pasajes distintos del Evangelio de Lucas. El primero (1, 1-4) es el prólogo, dirigido a un tal «Teófilo»; dado que este nombre en griego significa «amigo de Dios», podemos ver en él a cada creyente que se abre a Dios y quiere conocer el Evangelio. El segundo pasaje (4, 14-21) nos presenta en cambio a Jesús, que «con la fuerza del Espíritu» entra el sábado en la sinagoga de Nazaret. Como buen observante, el Señor no se sustrae al ritmo litúrgico semanal y se une a la asamblea de sus paisanos en la oración y en la escucha de las Escrituras. El rito prevé la lectura de un texto de la Torah o de los Profetas, seguida de un comentario. Aquel día Jesús se puso en pie para hacer la lectura y encontró un pasaje del profeta Isaías que empieza así: «El Espíritu del Señor está sobre mí, / porque el Señor me ha ungido. / Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres» (61, 1-2). Comenta Orígenes: «No es casualidad que Él abriera el rollo y encontrara el capítulo de la lectura que profetiza sobre Él, sino que también esto fue obra de la providencia de Dios» (Homilías sobre el Evangelio de Lucas, 32, 3). De hecho, Jesús, terminada la lectura, en un silencio lleno de atención, dijo: «Hoy se ha cumplido esta Escritura que acabáis de oír» (Lc 4, 21). San Cirilo de Alejandría afirma que el «hoy», situado entre la primera y la última venida de Cristo, está ligado a la capacidad del creyente de escuchar y enmendarse (cf. pg 69, 1241). Pero en un sentido aún más radical, es Jesús mismo «el hoy» de la salvación en la historia, porque lleva a cumplimiento la plenitud de la redención. El término «hoy», muy querido para san Lucas (cf. 19, 9; 23, 43), nos remite al título cristológico preferido por el mismo evangelista, esto es, «salvador» (sōtēr). Ya en los relatos de la infancia, éste es presentado en las palabras del ángel a los pastores: «Hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor» (Lc 2, 11).

Queridos amigos, este pasaje «hoy» nos interpela también a nosotros. Ante todo nos hace pensar en nuestro modo de vivir el domingo: día de descanso y de la familia, pero antes aún día para dedicar al Señor, participando en la Eucaristía, en la que nos alimentamos del Cuerpo y Sangre de Cristo y de su Palabra de vida. En segundo lugar, en nuestro tiempo dispersivo y distraído, este Evangelio nos invita a interrogarnos sobre nuestra capacidad de escucha. Antes de poder hablar de Dios y con Dios, es necesario escucharle, y la liturgia de la Iglesia es la «escuela» de esta escucha del Señor que nos habla. Finalmente, nos dice que cada momento puede convertirse en un «hoy» propicio para nuestra conversión. Cada día (kathēmeran) puede convertirse en el hoy salvífico, porque la salvación es historia que continúa para la Iglesia y para cada discípulo de Cristo. Este es el sentido cristiano del «carpe diem»: aprovecha el hoy en el que Dios te llama para darte la salvación.

Que la Virgen María sea siempre nuestro modelo y nuestra guía para saber reconocer y acoger, cada día de nuestra vida, la presencia de Dios, Salvador nuestro y de toda la humanidad.

 

Francisco. Audiencia general (8-01-25). Catequesis. Los más amados por el Padre. 1.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Deseo dedicar esta y la próxima catequesis a los niños y reflexionar sobre la plaga del trabajo infantil.

Hoy sabemos dirigir la mirada hacia Marte o hacia mundos virtuales, pero nos cuesta mirar a los ojos a un niño que ha sido marginado y que es explotado y abusado. El siglo que genera inteligencia artificial y proyecta existencias multiplanetarias aún no ha ajustado cuentas con la plaga de la infancia humillada, explotada y herida de muerte. Reflexionemos sobre esto.

Ante todo, nos preguntamos: ¿qué mensaje nos da la Sagrada Escritura sobre los niños? Es curioso notar cómo la palabra que más se repite en el Antiguo Testamento, después del nombre divino de Yahveh, es el vocablo ben, es decir, "hijo": casi cinco mil veces. "He aquí, herencia del Señor son los hijos (ben), recompensa es el fruto del vientre" (Sal 127,3). Los hijos son un don de Dios. Desafortunadamente, este don no siempre es tratado con respeto. La Biblia misma nos conduce por los caminos de la historia donde resuenan los cantos de alegría, pero también se elevan los gritos de las víctimas. Por ejemplo, en el libro de las Lamentaciones leemos: "La lengua del lactante se ha pegado al paladar por la sed; los niños pedían pan y no había quien se lo partiera" (4,4); y el profeta Nahúm, recordando lo que había sucedido en las antiguas ciudades de Tebas y Nínive, escribe: "Los niños fueron estrellados en las esquinas de todas las calles" (3,10). Pensemos en cuántos niños, hoy, están muriendo de hambre y privaciones, o destrozados por las bombas.

También sobre el recién nacido Jesús irrumpe pronto la tormenta de la violencia de Herodes, que masacra a los niños de Belén. Un drama sombrío que se repite en otras formas en la historia. Y he aquí, para Jesús y sus padres, la pesadilla de convertirse en refugiados en un país extranjero, como sucede también hoy a tantas personas (cf. Mt 2,13-18), a tantos niños. Pasada la tormenta, Jesús crece en un pueblo nunca mencionado en el Antiguo Testamento, Nazaret; aprende el oficio de carpintero de su padre legal, José (cf. Mc 6,3; Mt 13,55). Así "el niño crecía y se fortalecía, lleno de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él" (Lc 2,40).

En su vida pública, Jesús iba predicando por las aldeas junto con sus discípulos. Un día se le acercan algunas madres y le presentan a sus niños para que los bendiga; pero los discípulos las reprenden. Entonces Jesús, rompiendo la tradición que consideraba al niño solo como objeto pasivo, llama a sí a los discípulos y dice: "Dejad que los niños vengan a mí, y no se lo impidáis; porque de los que son como ellos es el reino de Dios". Y así indica a los pequeños como modelo para los adultos. Y añade solemnemente: "En verdad os digo: el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él" (Lc 18,16-17).

En un pasaje similar, Jesús llama a un niño, lo pone en medio de los discípulos y dice: "Si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos" (Mt 18,3). Y luego advierte: "Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar" (Mt 18,6).

Hermanos y hermanas, los discípulos de Jesucristo nunca deberían permitir que los niños sean descuidados o maltratados, que sean privados de sus derechos, que no sean amados y protegidos. Los cristianos tienen el deber de prevenir con compromiso y condenar con firmeza las violencias o los abusos contra los menores.

Aún hoy, en particular, son demasiados los pequeños obligados a trabajar. Pero un niño que no sonríe, un niño que no sueña no podrá conocer ni hacer florecer sus talentos. En cada parte de la tierra hay niños explotados por una economía que no respeta la vida; una economía que, al hacer esto, quema nuestro mayor yacimiento de esperanza y de amor. Pero los niños ocupan un lugar especial en el corazón de Dios, y cualquiera que dañe a un niño, tendrá que rendirle cuentas a Él.

Queridos hermanos y hermanas, quien se reconoce hijo de Dios, y especialmente quien está enviado a llevar a otros la buena nueva del Evangelio, no puede permanecer indiferente; no puede aceptar que hermanitas y hermanitos, en lugar de ser amados y protegidos, sean despojados de su infancia, de sus sueños, víctimas de la explotación y la marginación.

Pidamos al Señor que nos abra la mente y el corazón al cuidado y la ternura, y que cada niño y cada niña pueda crecer en edad, sabiduría y gracia (cf. Lc 2,52), recibiendo y dando amor. Gracias

Traducción Inteligencia Artificial (perplexity).

 

Francisco. Audiencia general (15-01-25). Catequesis. Los más amados por el Padre. 2.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En la audiencia precedente hablamos de los niños, y hoy también vamos a hablar de los niños. La semana pasada nos detuvimos en cómo, en su misión, Jesús habló repetidamente de la importancia de proteger, acoger y amar a los más pequeños.

Sin embargo, aún hoy, en el mundo, cientos de millones de menores se ven obligados a trabajar, a pesar de no tener la edad mínima para someterse a las obligaciones de la edad adulta, y muchos de ellos están expuestos a trabajos especialmente peligrosos. Por no hablar de los niños y niñas que son esclavos de la trata para la prostitución o la pornografía, y de los matrimonios forzados. Y esto es algo amargo. En nuestras sociedades, lamentablemente, los niños sufren numerosas formas de abusos y malos tratos. El maltrato infantil, sea cual sea su naturaleza, es un acto despreciable, es un acto atroz. ¡No es simplemente una lacra de la sociedad, no, es un crimen! Es una gravísima violación de los mandamientos de Dios. Ningún niño debería sufrir abusos. Un solo caso ya es demasiado. Es necesario, por tanto, despertar nuestras conciencias, practicar la cercanía y la solidaridad concreta con los niños y jóvenes abusados y, al mismo tiempo, crear confianza y sinergias entre quienes se comprometen a ofrecerles oportunidades y lugares seguros en los que crecer serenos. Conozco un país de América Latina donde crece una fruta especial, muy especial, llamada arándano. Para cosechar el arándano se necesitan manos tiernas, y obligan a los niños a hacerlo, los esclavizan desde pequeños para que hagan la recolección.

Las pobrezas difusas, la escasez de herramientas sociales de apoyo a las familias, la marginalidad que ha aumentado en los últimos años junto con el desempleo y la precariedad laboral son factores que cargan sobre los más pequeños el precio más alto a pagar. En las metrópolis, donde «muerden» la disparidad social y la degradación moral, hay niños empleados en el tráfico de drogas y en las más diversas actividades ilícitas. ¡Cuántos de estos niños hemos visto caer como víctimas sacrificiales! A veces, trágicamente, son inducidos a convertirse en «verdugos» de otros compañeros de su misma edad, además a dañarse a sí mismos, su dignidad y su humanidad. Y, sin embargo, cuando en la calle, en el barrio de la parroquia, estas vidas perdidas se ofrecen a nuestra mirada, a menudo volvemos la cabeza hacia otro lado.

Hay un caso en mi país: un niño llamado Loan fue secuestrado y se desconoce su paradero. Y una de las hipótesis es que lo enviaron para extraerle órganos, para hacer trasplantes. Y esto se hace. Ustedes ya lo saben. ¡Esto se hace! Algunos vuelven con una cicatriz, otros mueren. Por eso me gustaría recordar hoy a este pequeño, Loan.

Nos cuesta reconocer la injusticia social que lleva a dos niños, que quizá viven en el mismo barrio o bloque de apartamentos, a tomar caminos y destinos diametralmente opuestos porque uno de ellos nació en una familia desfavorecida. Una fractura humana y social inaceptable: entre los que pueden soñar y los que deben sucumbir. Pero Jesús nos quiere a todos libres y felices; y si ama a cada hombre y a cada mujer como a su hijo y a su hija, ama a los más pequeños con toda la ternura de su corazón. Por eso nos pide que nos detengamos a escuchar el sufrimiento de los que no tienen voz, de los que no tienen educación. Luchar contra la explotación, especialmente la infantil, es la manera principal de construir un futuro mejor para toda la sociedad. Algunos países han tenido la sabiduría de escribir los derechos de los niños. Los niños tienen derechos. Busquen ustedes mismos en Internet cuáles son los derechos del niño.

Entonces podremos preguntarnos: ¿qué puedo hacer yo? En primer lugar, deberíamos reconocer que, si queremos erradicar el trabajo infantil, no podemos ser sus cómplices. ¿Y cuándo lo somos? Por ejemplo, cuando compramos productos que emplean mano de obra infantil. ¿Cómo puedo comer y vestirme sabiendo que detrás de esa comida o de esa ropa hay niños explotados, que trabajan en vez de ir a la escuela? Tomar conciencia de lo que compramos es un primer acto para no ser cómplices. Ver de dónde proceden esos productos. Algunos dirán que, como individuos, no podemos hacer mucho. Es cierto, pero cada uno puede ser una gota que, unida a muchas otras gotas, puede convertirse en un mar. Sin embargo, también hay que recordar a las instituciones, incluidas las eclesiásticas, y a las empresas su responsabilidad: pueden marcar la diferencia dirigiendo sus inversiones a empresas que no utilicen ni permitan el trabajo infantil. Muchos Estados y organizaciones internacionales ya han promulgado leyes y directivas contra el trabajo infantil, pero se puede hacer más. También insto a los periodistas – aquí hay algunos periodistas - a que cumplan con su parte: pueden contribuir a concienciar sobre el problema y ayudar a encontrar soluciones. No tengan miedo, denuncien estas cosas.

Y doy las gracias a todos aquellos que no miran hacia otro lado cuando ven a niños obligados a convertirse en adultos demasiado pronto. Recordemos siempre las palabras de Jesús: «Todo lo que hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo" (Mt 25,40).

Santa Teresa de Calcuta, alegre trabajadora en la viña del Señor, fue madre de los niños más desfavorecidos y olvidados. Con la ternura y el cuidado de su mirada, ella puede acompañarnos a ver a los pequeños invisibles, los demasiados esclavos de un mundo que no podemos abandonar a sus injusticias. Porque la felicidad de los más débiles construye la paz de todos. Y con Madre Teresa damos voz a los niños:

«Pido un lugar seguro

donde pueda jugar.

Pido una sonrisa

de quien sabe amar.

Pido el derecho a ser un niño,

a ser esperanza

de un mundo mejor.

Pido poder crecer

como persona.

¿Puedo contar contigo?»

(Santa Teresa de Calcuta)

Gracias.

 

Francisco. Catequesis Jubilar (11-01-25). Esperar es volver a comenzar. Juan el Bautista.

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Muchos de ustedes se encuentran aquí, en Roma, como “peregrinos de esperanza”. Esta mañana iniciamos las audiencias jubilares del sábado, que idealmente pretenden acoger y abrazar a todos aquellos que de tantas partes del mundo vienen a buscar un nuevo comienzo. El Jubileo, de hecho, es un nuevo comenzar, la posibilidad para todos de volver a partir desde Dios. Con el Jubileo se comienza una nueva vida, una nueva etapa.

En estos sábados quisiera resaltar, de vez en vez, algún aspecto de la esperanza. Es una virtud teologal. La en latín virtud, virtus quiere decir “fuerza”; o sea, la esperanza es una fuerza que viene de Dios. La esperanza, por lo tanto, no es algo habitual o una característica – algo que se posee o no – sino una fuerza que hay que pedir. Por esto nos hacemos peregrinos: venimos a pedir un don, para volver a partir por el camino de la vida.

Estamos por celebrar la fiesta del Bautismo de Jesús y esto nos hace pensar en aquel gran profeta de esperanza que fue Juan Bautista. Sobre él Jesús dice algo maravilloso: que es el más grande entre los nacidos de mujer (cfr Lc 7,28). Entendemos ahora por qué tanta gente acudía a él, con el deseo de un nuevo comenzar. Con el deseo de volver a comenzar y el Jubileo nos ayuda en esto. El Bautista aparecía verdaderamente grande y creíble en su personalidad. Así como hoy nosotros atravesamos la Puerta Santa, así Juan proponía atravesar el rio Jordán, entrando en la Tierra Prometida como había acontecido con Josué la primera vez. Hermanas y hermanos, volver a comenzar. Esta es la palabra: volver a comenzar. Volver a comenzar, recibir la tierra desde el inicio, como la primera vez. Pongamos esto en la cabeza y digamos todos juntos: „volver a comenzar“ Digamos juntos…[volver a comenzar]; no escucho bien…[volver a comenzar]; soy un poco sordo, no escucho bien… Volver a comenzar… Eso, no se olviden de esto: volver a comenzar.

Jesús, inmediatamente después de aquel gran halago, agrega algo que nos hace pensar: «Les aseguro que no hay ningún hombre más grande que Juan, y sin embargo, el más pequeño en el Reino de Dios es más grande que él» (v. 28). La esperanza, hermanos y hermanas, se encuentra toda en este salto de calidad. No depende de nosotros, sino del Reino de Dios. He aquí la sorpresa: acoger el Reino de Dios nos conduce a un nuevo orden de grandeza. ¡Nuestro mundo, todos nosotros tenemos necesidad de esto! Y nosotros decimos: qué cosa debemos hacer? [volver a comenzar]; no entiendo bien [volver a comenzar]. No se olviden de esto: volver a comenzar.

Cuando Jesús pronuncia aquellas palabras, el Bautista está en la cárcel, lleno de interrogativos. En nuestro peregrinar también nosotros llevamos tantas preguntas, y saben por qué? porque son muchos los “Herodes” que todavía contrastan el Reino de Dios. Pero Jesús nos muestra el camino, el camino de las nuevas Bienaventuranzas, que son las leyes sorprendentes del Evangelio. Entonces preguntémonos: ¿llevo dentro de mí un sincero deseo de volver a comenzar? ¿Quiero aprender de Jesús quién es verdaderamente grande? El más pequeño, en el Reino de Dios, él es grande. Y nosotros debemos… [Volver a comenzar, volver a comenzar].Volver a comenzar.

Entonces aprendamos de Juan el Bautista a volver a creer. La esperanza para nuestra casa común – esta nuestra Tierra tan abusada y herida – y la esperanza para todos los seres humanos está en la diferencia de Dios. Su grandeza es diferente. Y nosotros volvemos a comenzar desde esta originalidad de Dios, que ha resplandecido en Jesús y que ahora nos compromete a servir, a amar fraternalmente, a reconocernos pequeños. Y a ver a los más pequeños, a escucharlos y a ser su voz. ¡He aquí nuestro nuevo inicio, este es nuestro jubileo! Y nosotros debemos… [volver a comenzar] Gracias!

 

PRESENTACIÓN DEL SEÑOR.

 

Monición de entrada:

En el país de Jesús cuando nacía un niño sus papás esperaban a que pase cuarenta días para ir a dárselo a Dios.

Para eso subían al templo de Jerusalén y se lo ofrecían a Dios. Además daban dos pajaritos.

Hoy nos acordamos de esta fiesta, en la que Jesús fue puesto en los brazos de dos personas mayores: Simeón y Ana.

 

Señor, ten piedad.

Tú que nos iluminas.  Señor, ten piedad.

Tú que nos salvas. Cristo, ten piedad.

Tú que nos amas. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Por la Iglesia, para que viva nos enseñe a ser como Jesús. Te lo pedimos, Señor.

Por el Papa Francisco y por nuestro Obispo Enrique, para que Jesús les ilumine. Te lo pedimos, Señor.

Por las mamás que han tenido un hijo, para que sean muy felices con ellos.

Por las personas que como Simeón y Ana le dan su vida a Dios, para que Él les ayude. Te lo pedimos, Señor.

Por los niños que han nacido en las últimas semanas, para que Jesús cuide de ellos. Te lo pedimos, Señor.

Por nosotros para que Jesús nos ayude a quererle mucho. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María,  hoy queremos darte las gracias porque eres nuestra madre que nos das a Jesús.

También te damos las gracias por los niños que han nacido en los últimos meses y por los que van a nacer.

 

SAN BLAS. 

 

Monición de entrada.-

Hoy es la fiesta de san Blas. Él es el santo al que Dios le pidió que nos ayudase cuando nos hiciese mal la garganta.

Además desde hace muchos años en los pueblos hay costumbre de llevar rollos, panes o alimentos para que el sacerdote los bendiga.

Al empezar la misa le pedimos a san Blas que nos ayude a querer siempre recibir el pan de la comunión.

 

Señor, ten piedad.-

Tú que nos das la comunión como alimento.  Señor, ten piedad.

Tú que nos alimentas con tus palabras. Cristo, ten piedad.

Tú que nos alimentas con tu amor. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Por el papa Francisco y todos los sacerdotes que nos dan el alimento de la comunión. Te lo pedimos, Señor.

Por todos los obispos. Te lo pedimos, Señor.

Por los pueblos donde san Blas es patrono. Te lo pedimos, Señor.

Por los niños que no tienen comida. Te lo pedimos, Señor.

Por las personas a las que les duele la garganta. Te lo pedimos, Señor.

Por las personas que trabajan en los hornos. Te lo pedimos, Señor.

Por nosotros que hoy hemos venido a la fiesta de san Blas. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, 

hoy queremos darte las gracias porque cuidas de nosotros y nos das comida.

Queremos darte gracias por nuestras mamás, nuestros papás, abuelos y tíos

que nos hacen la comida

También por los médicos que nos curan la garganta.

 

ORACIÓN.

EXPERIENCIA.

Coloca delante de ti una cruz, la Biblia y una vela de cera o electrónica encendida.

Realiza la señal de la cruz.

Permanece un minuto o más en silencio, sin pensar en nada, observando el pequeño altar que has levantado, tu espacio de oración.

Inspira pensando en Dios, en su amor y poder de sanación. Al expirar piensa en tus oscuridades, dudas, palabras ofensivas, pensamientos negativos, en todo lo que te cierra a los demás y expúlsalo con la ayuda de Dios a quien has acogido con la inspiración.

Pide a Cristo que te conceda el Espíritu Santo que Él recibió durante el bautismo en el Jordán.

Pide al Espíritu Santo la gracia, el don, de la oración, de la escucha de su Palabra, la interiorización del evangelio que vas a leer y la capacidad para llevarlo a tu vida.

Permanece en silencio.

Mira el vídeo sin detenerte a leer los subtítulos:

https://www.youtube.com/watch?v=mDxAL5cWZYk

¿Qué sentimientos ha despertado en ti?

Vuelve a mirarlo leyendo las frases que en él se anotan.

Por tercera vez pulsa el “play”, en esta ocasión deteniéndote en la frase que más te llama la atención o con la cual puedes permanecer unos minutos en silencio, pensando en ella.

¿Quién es Jesús para los autores del vídeo? ¿Quién es Jesús para ti?

 

REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según san Lucas 1, 1-4; 4.14-21.

Ilustre Teófilo: Puesto que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han cumplido entre nosotros, como nos los transmitieron los que fueron desde el principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto escribírtelos por su orden, después de investigarlo todo diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido. En aquel tiempo, Jesús volvió a Galilea con la fuerza del Espíritu; y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en las sinagogas, y todos lo alababan. Fue a Nazaret donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el rollo del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del señor está sobre mí, porque él me ha ungido. Me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista; a poner en libertad a los oprimidos; a proclamar el año de gracia del Señor”. Y, enrollando el rollo y devolviéndolo al que lo ayudaba, se sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos clavados en él. Y él comenzó a decirles:

-Hoy se ha cumplido esta escritura que acabáis de oír.

¿QUÉ DICE? la perícopa o fragmento del evangelio que se lee este domingo tiene dos partes. En la primera Lucas, siguiendo el estilo retórico de los historiadores de su tiempo indica el nombre del destinatario, que bien pudo ser un personaje conocido por él o el lector cristiano (Teo-filo, amigo de Dios), la metodología empleada en la redacción de la obra y la finalidad. De los primeros versículos del capítulo uno el texto pasa al capítulo cuarto en el que se nos presenta la acción misionera de Jesús y la primera parte de la predicación en la sinagoga de Nazaret. En ella, tomando a Isaías, y teniendo presente que el lector conoce la escena del bautismo, cuando el Espíritu Santo descendió sobre él en forma de paloma, Jesús se presenta como el anunciado por Mesías, es decir, Cristo en griego y Ungido en español, que ha sido enviado para liberar al pueblo de cuanto le oprime. Desde este marco vuelve a leer el texto las veces que necesites para ir comprendiendo el significado de cada palabra, frase y párrafo.

¿QUÉ TE DICE? Imagínate que eres uno de los seguidores que le ha acompañado desde el bautismo. Con la imaginación recorre los pasos de Jesús, en la sinagoga observa la expectación de quienes durante años han convivido con él, al asistente entregándole el rollo de Isaías, abriéndolo con las dos manos, leyéndolo, el movimiento de sus ojos hacia el libro, los oyentes y el cielo. Busca el significado que tiene para tu vida en estos momentos. ¿Por qué necesitas de Jesús? ¿Qué te aporta? ¿Jesús es luz, voz y libertad para ti? ¿Cómo puede ayudarte?

 

COMPROMISO.

¿Quién necesita de ti? Cerca, en tu lugar de estudio y trabajo, de vida familiar y ocio, hay personas cautivas de la tristeza, incapaces de escuchar, víctimas de la soledad, las adicciones, con el sentimiento de ser invisibles para su familia, amigos, compañeros de estudio o trabajo. Hay ancianos que esperan que alguien les visite o les dedique más tiempo. Piensa en tus abuelos o padres mayores, para ellos tú eres las muletas que les levantan, lo mejor que tienen en estos momentos. Y sin embargo, todos lo hemos hecho, cuando vamos a verles lo hacemos con el móvil, el reloj y la televisión delante de los ojos, como quien cumple con un formalismo. No te piden, no nos piden dinero ni grandes regalos, sino lo más gratuito que tenemos, nuestro tiempo, un tiempo de gracia, gratis para ellos.

 

CELEBRACIÓN.

Después de haber recorrido este camino háblale a Jesús y escucha esta canción. Es el canto de Isaías proclamado por Jesús en hebreo. En los subtítulos se ofrece la trascripción con los caracteres hebreos, la fonética en caracteres latinos y la traducción al español.

https://www.youtube.com/watch?v=Im5-5CT8f80

Con el rezo del Padrenuestro y la señal de la cruz.


[1] Misná: Código jurídico del judaísmo escrito por Yehudah ha Nasi a principios del siglo III d.C.

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