Lectura de la profecía de Zacarías 9, 9-10
Esto dice el Señor:
-¡Salta de gozo, Sión; alégrate, Jerusalén! Mira que viene tu rey,
justo y triunfador, pobre y montado en un borrico, en un pollino de asna.
Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; romperá el arco
guerrero y proclamará la paz a los pueblos. Su dominio irá de mar a mar, desde
el Río hasta los extremos del país.
Textos
paralelos.
Humilde y montado en
un asno.
Mt 21, 5: Decid a la
Hija de Sión: “Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica,
en un pollino, hijo de acémila”.
Mt 11,29: Tomad mi
yugo y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón y encontraréis
descanso para vuestras almas.
Mi 5, 9:
Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos
de Dios.
Será suprimido el
arco de guerra.
Os 2, 20: Aquel día
haré una alianza en su favor, / con las bestias del campo, / con las aves del
cielo, / y los reptiles del suelo. / Quebraré arco y espada / y eliminaré la
guerra del país, / y haré que duerman seguros.
Él proclamará la paz
a las naciones.
Is 11, 6: Habitará
el lobo con el cordero, / el leopardo se tumbará con el cabrito, / el ternero y
el león pacerán juntos: / un muchacho será su pastor.
Su dominio alcanzará
de mar a mar.
Sal 72, 8: Domine de
mar a mar, / del Gran Río al confín de la tierra.
Notas
exegéticas.
9 9 (a) No en el sentido de que él
administra justicia, sino en el sentido de que será objeto de la “justicia” de
Yahvé, es decir, de su poderosa protección.
9 9 (b) El Mesías será “humilde” (‘anî),
cualidad que So 3, 12 atribuía al pueblo futuro. Renunciando al boato de los
reyes históricos, el rey mesiánico tendrá la antigua montura de los príncipes,
Gn 49, 11; Jc 5, 20; 10, 4; 12, 14. Compárese también con 1 Re 1, 5. Nuestro Señor cumplió esta profecía el
día de Ramos.
9 10 (a) “suprimirá”, griego, “suprimiré”,
hebreo. Las tribus del Norte se unen a Judá en el reino mesiánico, ver Jr 3,
18.
9 10 (b) Es decir, del Mediterráneo
al mar Muerto y del Éufrates al extremo sur.
Pentecostés dará su pleno sentido a esta expresión.
Salmo
responsorial
Sal 145 (144) 1.8-9.13b-14
R/. Bendeciré
tu nombre por siempre,
Dios
mío, mi rey.
Te
ensalzaré, Dios mío, mi rey;
bendeciré
tu nombre, por siempre jamás.
Día
tras día, te bendeciré
y
alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.
El
Señor es clemente y misericordioso,
lento
a la cólera y rico en piedad;
el
Señor es bueno con todos,
es
cariñoso con todas sus criaturas. R/.
Que
todas tus criaturas te den gracias, Señor,
que
te bendigan tus fieles.
Que
proclamen la gloria de tu reinado,
que
hablen de tus hazañas. R/.
El
Señor es fiel a sus palabras,
bondadoso
en todas sus acciones.
El
Señor sostiene a los que van a caer,
endereza
a los que ya se doblan. R/.
Textos
paralelos.
Te
ensalzaré, Dios mío, mi Rey.
Sal 44, 5: Mi rey y
mi Dios eres tú, / que das la victoria a Jacob.
Es
Yahvé clemente y misericordioso.
Sal 103, 8: El
Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia.
Bueno
es Yahvé para con todos.
Sal 103, 13: Como
un padre siente ternura por sus hijos, / siente el Señor ternura por los que lo
temen.
Sb 3, 13-14.
Fiel es Yahvé en todo lo que dice.
Ap 11, 15: Y el séptimo
ángel tocó la trompeta y hubo grandes voces en el cielo: “¡El reino del mundo
ha pasado a nuestro Señor y a su Cristo, y reinará por los siglos de los siglos!”.
Sal 94, 18: Cuando
pensaba que iba a tropezar, / tu misericordia, Señor, me sostenía.
Sal 146, 8: El
Señor abre los ojos al ciego, / el Señor endereza a los que ya se doblan, / el
Señor ama a los justos.
Notas exegéticas.
145 Salmo alfabético que toma
prestados segmentos de otros salmos.
145 13 Las versiones conservan el
verso nún, omitido en el hebreo.
Segunda
lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 9.11-13
Hermanos:
Vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el
Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu
de Cristo no es de Cristo. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre
los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo
Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que
habita en vosotros. Así pues, hermanos, somos deudores, pero no de la carne
para vivir según la carne. Pues si vivís según la carne, moriréis; pero si con
el Espíritu dais muerte a las obras del cuerpo, viviréis.
Textos
paralelos.
Mas vosotros no vivís según la carne.
1 Jn 2, 14-16: Os he escrito,
hijos, porque conocéis al Padre. Os he escrito, padres, porque ya conocéis al
que existía desde el principio. Os he escrito, jóvenes, porque sois fuertes y
la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al Maligno. No améis
al mundo ni lo que hay en el mundo. si alguno ama al mundo, no está en él el amor
del Padre. Porque lo que hay en el mundo – la concupiscencia de la carne, y la
concupiscencia de los ojos, y la arrogancia del dinero –, eso no procede del
Padre, sino que procede del mundo.
Rm 7, 5-6: Mientras estábamos
en la carne las pasiones pecaminosas, avivadas por la ley, actuaban en nuestros
miembros a fin de que diéramos frutos para la muerte, ahora, en cambio, tras
morir a aquella realidad en la que nos hallamos prisioneros, hemos sido
liberados de la ley, de modo que podamos servir en la novedad del espíritu y no
la caducidad de la letra.
Y si el Espíritu de aquel
que resucitó.
Rm 5, 12: Por tanto, lo mismo
que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así
la muerte se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Dará también la vida a
vuestros cuerpos mortales.
Rm 6, 4: Por el bautismo fuimos
sepultados con él en la muerte, para que, lo mismo que Cristo resucitó de entre
los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida
nueva.
Rm 8, 11: Y si el Espíritu del
que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó
de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos
mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Pero si con el Espíritu
hacéis morir las obras.
Gn 6, 3: Dijo entonces el
Señor: “Mi espíritu no durará para siempre en el hombre, porque es carne, solo
vivirá ciento veinte años”.
Ga 6, 8: El que siembra para la
carne, de la carne cosechará corrupción; el que siembre para el espíritu, del
Espíritu cosechará vida eterna.
Ef 4, 22-24: Despojaos del hombre
viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras;
renovaos en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana
creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.
Notas
exegéticas:
8 11 La resurrección de los
cristianos se halla en estrecha dependencia de la de Cristo. Y el Padre los
resucitará a su vez por el mismo poder y el mismo don del Espíritu. Esta
transformación se prepara desde ahora en una vida nueva que hace de ellos hijos
a imagen del Hijo, incorporación a Cristo resucitado que se realiza por la fe y
el bautismo.
8 13 Aquí “cuerpo” (soma) es sinónimo de “carne” (sarx) y designa un genero de vida
centrado en uno mismo.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 11, 25-30
En aquel tiempo, tomó la palabra Jesús y dijo:
-Te doy gracias, Padre, Señor
del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y
entendidos, y se la has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te ha parecido
bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo más que el
Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo
quiera revelar. Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré.
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas. Porque mi yugo es
llevadero y mi carga ligera.
Textos
paralelos.
Mt 11, 25-30 |
Lc 10, 21-22 |
En aquel tiempo,
tomó la palabra Jesús y dijo: -Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los
sabios y entendidos, y se las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, así te
ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce al Hijo
más que el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y aquel a quien el
Hijo se lo quiera revelar. Venid a mí todos
los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros
y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y encontraréis descanso
para vuestras almas. Porque mi yugo es llevadero y mi carga ligera. |
En aquella hora,
se llenó de alegría en el Espíritu Santo y dijo: Te doy gracias,
Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estás cosas a los
sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños. Sí, Padre, porque así
te ha parecido bien. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce
quién es el hijo, ni quien es el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo
se lo quiera revelar. |
Si 51, 1: Te doy gracias, Señor
y Rey / te alabo, oh Dios mi salvador, / a tu nombre doy gracias.
Si 51, 10: Clamé al Señor. “Tú
eres mi Padre, / no me abandones el día de la tribulación, / cuando acosan los
orgullosos y estoy indefenso. / Alabaré tu nombre sin cesar / y te cantaré
himnos de acción de gracias.
Si 51, 12: Por eso te daré
gracias y te alabaré, / bendeciré el nombre del Señor.
Sal 136, 26: Dad gracias al
Dios del cielo: / porque es eterna su misericordia.
Tb 7, 12: Pero Tobías insistió: “No comeré ni beberé hasta
que tomes una decisión sobre lo que te he pedido”. Ragüel respondió: “De
acuerdo. Te la doy por esposa según lo prescrito por la ley de Moisés. Dios
ordena que sea tuya. Recíbela. Desde ahora sois marido y mujer. Tuya es desde
hoy para siempre. Hijo, que el Señor del cielo os ayude esta noche y os conceda
misericordia y paz.
Se las has revelado a la
gente sencilla.
Mt 13. 11: Él les contestó: “A vosotros
se os ha dado a conocer los secretos del reino de los cielos y a ellos no”.
Jn 7, 48-49: ¿Hay algún jefe o
fariseo que haya creído en él? Esa gente que no entiende de la ley son unos
malditos.
1 Co 1, 26-29: Y si no, fijaos
en vuestra asamblea hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni
muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha
escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido
Dios para humillar lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo,
lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie
pueda gloriarse en presencia del Señor.
Sí, Padre, pues tal es tu
decisión.
Sb 2, 13: Presume de conocer a
Dios / y se llama a sí mismo hijo de Dios.
Dn 7, 14: A él se le dio poder,
honor y reino. / Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. / Su
poder es un poder eterno, no cesará. / Su reino no acabará.
Nadie conoce al Hijo
sino.
Jn 3, 11: En verdad en verdad
te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo que hemos visto,
pero no recibís nuestro testimonio.
Jn 3, 35: El Padre ama al Hijo
y todo lo ha puesto en su mano.
Jn 10, 15: Igual que el Padre me
conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.
Jn 1, 18: A Dios nadie lo ha
visto jamás: Dios unigénito, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado
a conocer.
Venid a mí todos los que
estáis fatigados y sobrecargados.
Ex 33, 14: Respondió el Señor: “Iré
yo en persona y te daré el descanso”.
Si 24, 19: Venid a mí los que
me deseáis, / y saciaos de mis frutos.
Si 51, 27: Ven con vuestros
ojos lo poco que he trabajado, / y qué descanso tan grande he encontrado.
Is 10, 27a: Aquel día, su carga
caerá de tus hombros y su yugo de tu cuello.
Is 28, 12: Quien les había
dicho: / “Esto es el reposo: haced reposar al cansado; / en esto está el
descanso, / – pero no quisieron
escuchar.
Tomad vosotros mi yugo.
Os 10, 11: Efraín había sido
una ternera domesticada, / le gustaba trillar. / Yo pasé mi mano por su fuerte
cerviz: / “Unciré a Efraín, Judá abrirá el surco, / Jacob rastrillará con él”.
Nm 12, 3: Moisés era un hombre
muy humilde, más que nadie sobre la faz de la tierra.
Jr 6, 16: Esto dice el Señor: /
Paraos en los caminos a mirar, / preguntad por las rutas antiguas: / dónde está
el buen camino y seguidlo, / y así encontraréis reposo. / Pero dijeron: “No lo
seguiremos”.
Porque mi yugo es suave.
Pr 3, ,17: Sus caminos son
deleitosos, / todas sus sendas prosperan.
Sal 34,19: El Señor está cerca
de los atribulados, / salva a los abatidos.
Ga 5, 1: Para la libertad nos
ha liberado Cristo. Manteneos, pues, firmes, y no dejéis que vuelvan a
someteros a yugos de esclavitud.
Hch 15, 10: ¿Por qué, pues,
ahora intentas tentar a Dios, queriendo poner sobre el cuello de esos
discípulos un yugo que ni nosotros ni nuestros padres hemos podido soportar?
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
11 25 No estando este pasaje en
estrecha conexión con el contexto en que Mt lo ha insertado (ver su lugar
diferente en Lc), “estas cosas” no se refieren a lo que precede, sino que se
deben entender de los “misterios del Reino”, revelados a los “pequeños”, los
discípulos, pero ocultos a los “sabios”, los fariseos y sus doctores.
11 26 Esta expresión evoca la voz del
Padre en el bautismo y la cita de Is 42, 1 en 12, 18.
11 27 La profesión de las relaciones
íntimas con Dios y la invitación a hacerse discípulo evocan no pocos pasajes de
los libros sapienciales. Jesús se atribuye así el papel de la Sabiduría, pero
de una manera eminente, no ya como una personificación, sino como una persona, “el
Hijo” por excelencia del “Padre”. Este pasaje de tono propio de San Juan
epxresa en el fondo más primitivio de la tradicón sinóptica, lo mismo que en
Jn, la conciencia clara que Jesús tenía de su filiación divina. Su estructura
puede haber sido influida por Si 51 en este tema de las relaciones de
privilegio con Dios.
11 28 Por el peso de la Ley y de las
observaciones farisaicas que la recargan más todavía.
11 29 (a) “yugo de la Ley” es una metáfora
frecuente entre los rabinos la explota ya en el contexto de sabiduría con la
idea de trabajo fácil y aliviador.
11 29 (b) Epítetos clásicos de los “Pobres”
del AT. Jesús reivindica su actitud religiosa y se considera autorizado para
hacerse su maestro de sabiduría, como estaba anunciado del Siervo. De hecho es
para ellos para quienes ha pronunciado las Bienaventuranzas y otras muchas
instrucciones de su Buena Nueva.
11 30 La imagen del yugo, con
raigambre en el AT, designaba por lo general en el judaísmo (Jeremías y Oseas) la
Ley de Dios escrita y oral (Eclesiástico). Este yugo no era siempre
experimentado como una carga, pues la “alegría del yugo” era conocida en el
judaísmo.
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica
25-27 Quien con plena naturalidad y
normalidad habla es el “Jesús histórico”. No usa fórmulas dogmáticas de Nicea,
Éfeso o Calcedonia, pero dice lo mismo con una cristología indirecta: cuando
habla, vive, actúa, ora, etc., lo hace con la autoconciencia de quien sabe que
es Hijo de Dios en sentido singular y exclusivo. Si el mero apelativo “hijo”
no acredita por sí mismo la identidad con la naturaleza divina del Padre, la
anterior afirmación queda confirmada por la forma como Jesús se muestra a lo
largo de su vida terrena: igual conocimiento, igual poder de hacer milagros, de
perdonar pecados, de juzgar a vivos y muertos, que el que tiene el Padre.
25 TE ALABO….: comienza una típica berakah
judía (oración de alabanza y acción de gracias). Jesús sabe no solo que es
conocido por Dios, sino que, en cierto modo, es el objeto único del conocimiento
divino; y responde al Padre con esta berakah, proclamando “las maravillas
de Dios” (L. Bouyer). ¿Cuáles son esas maravillas? El conocimiento de Dios Padre
por parte de [LOS] PEQUEÑUELOS (los discípulos), que por revelación divina han
conocido secretos de Dios, ocultos para [LOS] SABIOS Y ENTENDIDOS (los escribas).
La línea de pensamiento es la del Magnificat de María. Grandes intérpretes
de la Biblia, como san Jerónimo o san Agustín, experimentaron en sí mismos como
Dios no revela sus secretos más que a los que se hacen pequeños. La Sagrada
Escritura “me pareció indigna de compararse con la dignidad de la prosa ciceroniana.
Mi hinchazón huía su manera de decir, y mi agudeza no penetraba en su sentido
más profundo. Y, sin embargo, era esa Escritura cuya inteligencia crece a
medida que uno se hace párvulo; pero yo rehusaba hacerme párvulo: hinchado de
orgullo, me parecía grande” (San Agustín).
26 SÍ, PADRE… TE AGRADÓ: el texto
griego es calco de una frase semítica: sí, el Padre porque así complacencia
hubo en presencia de ti (perífrasis reverencial). Complacencia: agrado
divino; la misma palabra que traducimos por “beneplácito” divino en el himno de
los ángeles en Belén, Lc 2, 14.
27 “La expresión Dios Padre nunca
ha sido revelada a nadie. Cuando el mismo Moisés preguntó a Dios quien era, escuchó
otro nombre (cf. Ex 3, 14). A nosotros se nos ha revelado este nombre en el
Hijo, pues este nombre de hijo implica el nombre nuevo de Padre”
(Tertuliano).
28 VENID: el texto griego usa el
adverbio aquí, con valor y forma de imperativo plural.
LOS QUE… SOBRECARGADOS, los agobiados
bajo la carga de la Ley tal como la interpretaban los “sabios y entendidos”
son, principalmente, los pobres de las Bienaventuranzas, o los
pequeñuelos del v. 25, personas sin prestigio social o religioso, tal vez
incultos y desconocedores de la Ley y, por tanto, según los rabinos, incapaces
de salvarse.
29-30 En contraste, la ley de
Jesús (su YUGO y su CARGA, en términos rabínicos, corrientes en los primeros
siglos) es suave; él la lleva por nosotros. El yugo que imponen los hombres
aplasta y molesta, el yugo de Dios libera. Pero la razón decisiva para aceptar
la invitación al discipulado (APRENDED: adquirir práctica, más que teoría; DE
MÍ, en el trato con el Maestro) no es la enseñanza sino el Maestro que
la imparte: lo más íntimo y secreto de Cristo, su CORAZÓN, está lleno del
espíritu del siervo en Isaías. El verdadero pobre bíblico que vive
las bienaventuranzas, sometido a solo el Padre, en quien solamente confía, es
Jesús, MANSO Y HUMILDE DE CORAZÓN. “¡Quién pudiera tener millones de lenguas
para pregonar por todas partes quién es Jesucristo! Cuán paciente es en
nuestras ofensas, cuán piadoso en llamar a los que van perdidos, cuán madre en
curar las llagas que por apartarse de Él se hicieron, y cuán padre en
proveerlos, guiarlos y favorecerlos!” (san Juan de Ávila). Aun para los
rabinos, Jesús debería entrar en la categoría de los “discípulos de Abrahán”,
que ellos caracterizaban por tres cosas: “una mirada buena, un espíritu manso,
un alma humilde” (Abot 15, 19).
DESCANSO: la paz mesiánica,
síntesis de las promesas divinas; brota del conocimiento íntimo del Padre, que
el Hijo comunica a los que entran en su escuela y toman su yugo juntamente con
él (Schez. Navarro).
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé:
11, 25 Cristo se refiere principalmente
aquí no a los niños, sino a aquellos que, llenos de confianza filial, aceptan
con humildad a Cristo y sus enseñanzas (los pobres de espíritu, que confían en
la providencia de Dios para proveer a sus necesidades). Al decir “sí” al Padre,
Cristo afirmó su perfecta sumisión a la voluntad del Padre. Cat 153, 544, 2603,
2701, 2785.
11, 27 El Padre trasciende todo el
conocimiento y experiencia humanos; por lo tanto, cualquier esfuerzo humano por
conceptualizarlo queda infinitamente lejos de la realidad. El creyente humilde
que tiene un corazón puro verá el rostro de Dios en Jesucristo, imagen perfecta
del Padre. Cat. 151, 240, 473, 2563, 2779.
11, 29 Cristo es especialmente
compasivo hacia los que sufren y están apesadumbrados. “Nadie se sienta sin
familia en este mundo: la Iglesia es casa y familia para todos, especialmente
para cuantos están cansados y agobiados” (Framiliaris consortio, 85). 459
y 1658.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
544 El Reino pertenece a los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo
acogen con un corazón humilde. Jesús fue enviado para “anunciar la Buena Nueva
a los pobres” (Lc 4, 18). Los declara bienaventurados porque “de ellos es el Reino
de los cielos” (Mt 5, 3); a los “pequeños” es a quienes el Padre se ha dignado
revelar las cosas que ha ocultado a los sabios y prudentes (cf. Mt 11, 25).
Jesús, desde el pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el
hambre (cf. Mc 2, 23-26), la sed (cf. Jn 4, 6-7) y la privación (cf. Lc 9, 58).
Aún más: se identifica con los pobres de todas clases y hace del amor activo
hacia ellos la condición para entrar en su Reino (cf. Mt 25, 31-46).
2603 Los evangelistas han conservado las dos oraciones más explícitas de
Cristo durante su ministerio. Cada una de ellas comienza precisamente con la
acción de gracias. En la primera (cf. Mt 11, 25-27), Jesús confiesa al Padre,
le da gracias y lo bendice porque ha escondido los misterios del Reino a los
que se creen doctos y los ha revelado a los “pequeños” (los pobres de las Bienaventuranzas).
Su conmovedor “¡Sí, Padre!”, expresa el fondo de su corazón, su adhesión al
querer del Padre, que fue un eco del “Fiat” de su Madre en el momento de su
concepción y que preludia lo que dirá al Padre en su agonía. Toda la oración de
Jesús está en esta adhesión amorosa de su corazón de hombre “al misterio de la
voluntad” del Padre (cf. Ef 1, 9).
2604 La segunda oración nos la transmite san Juan (cf. Jn 11, 41-42), antes de
la resurrección de Lázaro.
2701 La oración vocal es un elemento indispensable de la vida cristiana. A los
discípulos, atraídos por la oración silenciosa de su Maestro este les enseña
una oración vocal: el “Padre Nuestro”. Jesús no solamente ha rezado las
oraciones litúrgicas de la sinagoga; los Evangelios nos lo presentan elevando
la voz para expresar su oración personal, desde la bendición exultante del
Padre (cf. Mt 11, 25-26), hasta la agonía de Getsemaní (cf. Mc 14, 36).
2785 [Orar a nuestro padre debe desarrollar en nosotros la disposición
fundamental de] un corazón humilde y confiado que nos hace volver a ser como niños;
porque es a “los pequeños” a los que el Padre se revela (Mt 11, 25). “Es una
mirada a Dios y solo a Él, un gran fuego de amor. El alma se hunde y se abisma
allí en la santa dilección [voluntad honesta] y habla con Dios como con su propio Padre, muy
familiarmente, en una ternura, de piedad en verdad entrañables” (S. Juan
Casiano).
240 Jesucristo ha revelado que Dios es “Padre” en un sentido nuevo: no lo es
solo en cuanto Creador, es eternamente Padre en relación a su Hijo Único, que
recíprocamente solo es Hijo en relación a su Padre: “Nadie conoce al Hijo sino
el Padre, ni al Padre le conoce nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se
lo quiera revelar” (Mt 11, 27).
2779 Antes de hacer nuestra la primera exclamación de la Oración del Señor,
conviene purificar humildemente nuestro corazón de ciertas imágenes falsas de “este
mundo”. La humildad nos hace reconocer que “nadie conoce al Padre, sino el Hijo
y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar” (Mt 11, 27), es decir “a los pequeños”
(Mt 11, 25). La purificación del corazón concierne a imágenes paternales o
maternales, correspondientes a nuestra historia personal y cultural, y que
impregnan nuestra relación con Dios. Dios nuestro Padre trasciende las categorías
del mundo creado. Transferir a Él, o contra Él, nuestras ideas en este campo
sería fabricar ídolos para adorar o demoler. Orar al Padre es entrar en su
misterio, tal como es, y tal como el Hijo nos lo ha revelado.
Concilio Vaticano II
Así como Cristo realizó la obra de la redención en la pobreza y la
persecución, también la Iglesia está llamada a seguir el mismo camino para
comunicar a los hombres los frutos de la salvación. Cristo Jesús “a pesar de su
condición divina... se despojo de su rango y tomó la condición de esclavo” (Flp
2, 6) y por nosotros “se hizo pobre a pesar de ser rico” (2 Co 8, 9). También
la Iglesia, aunque necesite recursos humanos para realizar su misión, sin
embargo, no existe para buscar la gloria de este mundo, sino para predicar,
también con su ejemplo, la humildad y la renuncia. Cristo fue enviado por el
Padre “a anunciar la Buena Noticia a los pobres... a sanar a los de corazón
destrozado” (Lc 4, 18), “a buscar y salvar lo que estaba perdido” (Lc 9, 10).
Del mismo modo la Iglesia abraza con amor a todos los que sufren bajo el peso
de la debilidad humana; más aún, descubre en los pobres y en los que sufren la
imagen de su Fundador pobre y sufriente, se preocupa de aliviar su miseria y
busca servir a Cristo en ellos.
Lumen gentium, 8.
Los Santos Padres.
Jesús alaba y glorifica al Padre, pues ha visto con antelación el
trasvase de la Palabra a los gentiles a causa de la infidelidad de Israel y a
favor nuestro, beneficiados por ello. Da gracias a su Padre, el Señor del cielo
y la tierra, habiéndose encarnado como esclavo. Habla sobre el Placer del Padre
en ocultar el misterio sobre sí mismo a Israel, al pueblo sabio, y revelarlo a
los gentiles, que en un primer momento no entendían nada. Por ello se demuestra
que no olvidó Dios lo que iba a suceder ni fracasó la venida de Cristo en la
finalidad que le había sido dispuesta, sino que Dios lo sabía con antelación y
ordenó con antelación la gracia y el arrepentimiento.
Orígenes, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 239. 1a, pg. 306-307.
“Tomad sobre vosotros mi yugo, y aprended de mí”, no a fabricar el mundo,
no a crear todo lo visible e invisible, no a hacer milagros en el mismo mundo y
a resucitar a los muertos, sino “que soy manso y humilde de corazón”. ¿Quieres
ser grande? Comienza por lo ínfimo. ¿Piensas construir un gran edificio en
altura? Piensa primero en el cimiento de la humildad. Y cuanta mayor mole
pretende alguien imponer al edificio, cuanto más elevado sea el edificio, tanto
más profundo cava el cimiento. Cuando el edificio se construye, sube a lo alto;
pero quien cava cimientos se hunde en la zanja. Luego el edificio se humilla
antes de elevarse y después de la humillación se remonta hasta el remate.
Agustín. Sermón 69. 1a, pg. 309-310.
Efectivamente, os estoy librando de la esclavitud de la Ley, bajo la que
habéis soportado muchos trabajos, pues no podíais cumplirla fácilmente, y
vosotros mismos os procurabais la carga máxima de los pecados, tanto más
cuantas más observancias prácticas os tocaba guardar, en conformidad con la
Ley.
Cirilo de Alejandría. Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 149. 1a,
pg. 310.
San Jerónimo.
25. En aquel tiempo tomando Jesús la palabra dijo: Yo te bendigo (confiteor)
Padre, Señor del cielo y de la tierra. La confesión no siempre significa penitencia,
sino también acción de gracias como leemos muy frecuentemente en los salmos.
Que lo oigan los que acusan falsamente al Salvador de ser no hijo sino criatura
de Dios; él llama a Dios Padre suyo, lo llama Señor del cielo y de la tierra.
Si él también es criatura y la criatura puede llamar Padre a su Creador, fue
una necedad no llamarlo también Señor suyo del cielo y de la tierra, o Padre
suyo y del cielo y de la tierra.
Porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has
revelado a los pequeños. Da gracias y exulta de gozo en su Padre porque ha revelado a los
apóstoles los misterios de su venida, ignorados por los escribas y fariseos,
que se consideran sabios y son inteligentes a sus propios ojos. La Sabiduría
se ha acreditado por sus hijos.
26. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Habla al Padre con ternura para que lleve a buen término los beneficios
comenzados en sus apóstoles.
27.
Todo me ha sido entregado por mi Padre. Entiende en sentido místico al Padre que
entrega y al Hijo que recibe. De otro modo, si queremos entenderlo según
nuestra fragilidad, cuando comienza atener el que recibe, comienza a no tener
el que ha dado. En todas las cosas que le han sido entregadas no hay que
entender el cielo y la tierra, los elementos y lo demás que él mismo hizo y
creó, sino aquellos que por medio del Hijo tienen acceso al Padre, los que
antes fueron rebeldes y luego comenzaron a conocer a Dios.
Nadie conoce al Hijo sino el Padre y nadie conoce al Padre sino el Hijo,
y aquel a quien el Hijo lo quiere revelar. Avergüéncese Eunomio [obispo arriano] que se
jacta de conocer al Padre y al Hijo como ellos se conocen a sí mismos. Pero si
insiste y se consuela en su locura a causa de lo que sigue: y aquel a quien
el Hijo lo quiera revelar, una cosa es conocer lo que se conoce por igualdad
de naturaleza y otra, conocer por la dignación del que revela.
28. Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados y yo os aliviaré. Enorme es el peso del pecado, y
el profeta Zacarías lo atestigua diciendo que la iniquidad está sentada sobre
una mesa de plomo. También se lamenta el salmista diciendo: Mis culpas son
como un peso que supera mis fuerzas. O en todo caso a los que oprimía el
yugo de la Ley, los invita a la gracia del Evangelio.
30.
Porque mi yugo es suave y mi carga ligera. ¿Cómo puede ser más ligero el
Evangelio que la Ley cuando la Ley condena el homicidio y el Evangelio la ira?
¿Cómo la gracia del Evangelio es más fácil si la Ley castiga el adulterio y el
Evangelio la concupiscencia? En la Ley hay muchos preceptos que según enseña manifiestamente
el Apóstol son imposibles de cumplir. En la Ley se exigen obras y el que las
hace vivirá por ellas. El Evangelio requiere la buena voluntad y aun cuando esta
no alcanzará su efecto, con todo no se verá privada de recompensa. El Evangelio
prescribe hacer lo que podemos: por ejemplo no ceder a la concupiscencia, lo
cual depende de nosotros. La Ley no castiga el deseo de la voluntad, castiga el
efecto: no cometas adulterio. Imagina a una virgen que durante la persecución
ha sido violada. Según el Evangelio, como ella no ha pecado voluntariamente se
la recibe como virgen. Según la Ley, se la rechaza como corrupta.
San Agustín.
Duro y pesado parece el precepto del Señor, según el cual quien quiera
seguirle ha de negarse a sí mismo. Pero no es duro y pesado lo que manda aquel
que presta su ayuda para que se realice
lo que ordena. Pues también es cierto lo que se dice en el salmo: Por las
palabras de tus labios he seguido los caminos duros (Sal 16, 4). Y es
verdadero también lo que dijo el mismo Señor: Mi yugo es llevadero y mi
carga ligera (Mt 11, 30). El amor hace que sea ligero lo que los preceptos
tienen de duro. Sabemos lo que es capaz de hacer el amor.
Considerad cuánto se fatigan los amantes y, no obstante, no sienten la
fatiga; y mayor es el esfuerzo cuando alguien se lo prohíbe. Si, pues, los
hombres son tales cuales son sus amores, de ninguna otra cosa debe preocuparse
uno en la vida, sino de elegir lo que se ha de amar. Estando así las cosas, ¿de
qué te extrañas de que quien ama a Cristo y quiere seguirlo, por fuerza del
mismo amor se niegue a sí mismo? Si amándose a sí mismo, el hombre se pierde,
negándose se reencuentra al instante.
Sermón 344, 1-2. II, pg. 1011
San Juan de Ávila.
¿Qué cosas escondió Dios a los sabios y prudentes y las reveló a los
chiquillos? Muchas, y una de ellas es la que descubrió a este santo
bienaventurado, San Francisco. Descubrióle este secreto: que lo hizo amigo de
mendigar, de pedir [por] amor de Dios. No ha habido quien tan amigo haya sido
de la pobreza. Descubrióle Dios que era gran arte ésta para venir a tener
grandes riquezas, el mendigar; y no era tanto esto para el cuerpo como para el ánima;
y si bien miramos en ello, no hay día que no vamos a la puerta a mendigar,
diciendo: “Señor, danos pan; pan, Señor”. Panem nostrum, etc. El pan
nuestro de cada día dánosle hoy.
Sermón de San Francisco de Asís, 1.III. Pg. 1044..
¿Quién es este “yo” que tengo que negar? Ese
ser prudente, esa sabiduría, ese pensar que sabéis lo que os cumple, ese pensar
que sois gran letrado y que os lo sabéis vos todo, eso habéis de dejar. Aun si
fuese en hacer zapatos, o en hacer una cosa, o en cualquier otro oficio, bien,
aun en eso sufriese; pero en las cosas que tocan a vuestra salvación, en este
negocio de ir al cielo, es cómo estaréis en la gracia de Dios, cómo ayunaréis,
como rezaréis, no lo podéis saber. Dejar tenéis vuestro saber; en todo lo que
sea de servir a Dios no penséis que lo sabéis; negar tenéis vuestro saber para haber
de entenderlo. No hay medio para que Dios se os descubra y os enseñe qué cosa
es tener amor con Dios y con los prójimos, qué cosa es tener humildad y
castidad y mansedumbre, y para que os enseñe qué es hablar cosas de Dios, sino
negar vuestro saber y arrimaos al saber de Dios. Pensar que no sabéis lo que os
cumple, sino poneros todo en las manos de Dios. pensáis que noes más de hablar.
¡Desventurados de vosotros! Hablamos y no entendemos lo que decimos ini
las cosas que afirmamos. ¡Cuántas veces hablamos del amor de Dios sin saber
que cosa es! ¡Cuántas veces hablamos de la humildad, sin tenerla ni saber qué
es! No podemos apreciar ni tener esas cosas en lo que son. ¿Qué cosa es
caridad, humildad, mansedumbre y todas las cosas que son del espíritu de Dios?
No las entiende el hombre animal sin Dios; todo lo que es dones y frutos del
Espíritu Santo no las alcanza el hombre animal sino ayudado del mismo espíritu
de Dios.
Sermón
de San Francisco de Asís, 1. III.Pg.
1047.
De la soberbia todos los
males, de la humildad todos los bienes. Por el contrario, los desasosiegos de
la soberbia vienen, por vengar, por cumplir con fausto vano. Desdichado del
soberbio que pierde a Dios, pierde el descanso[1]
Sermón
de la Visitación de la Virgen, 9.
III. Pg. 890.
Cristo sea su luz. Y guárdese de saber más por especulación de cosas de
oración que por práctica, que el Señor es maestro de los niños: Et abscondit
se et sua prudentibus (cf. Mt 11, 25).
Carta a un amigo suyo, a quien Dios había llamado por medio de su
predicación a la vida espiritual. IV, pg. 530.
El mesmo que os dice: Omnes, qui laboratis et onerati estis, venite ad
me, et ego reficiam vos (Mt 11, 28). No se asiente en vuestro juicio que
vuestras fuerzas son las que pueden guardar los caminos duros, ni que
pueden vencer tan fuertes enemigos. Como el hombre tiene fuerzas y favores de
Dios, gracia suya, hecha a vos por los merecimientos de Jesucristo, nuestro
Redemptor, ya que conozcáis que es fuerza de Dios, no os engañéis pensando que
os ha sido comunicada por vuestra justicia, por vuestros merecimientos, sino
por los de Jesucristo; que ya no fuera gracia, si por vuestras obras se os
diera (Rm 11, 6).
Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 374.
He aquí que Cristo promete consolación, aun en este mundo, y más valerosa
que la carnal, cierto tanto, que dejan por el mismo. Dice: Venid a mí todos
los que trabajáis y estáis cargados, que yo os recrearé; y: Tomad mi yugo sobre
vosotros, y aprendé de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis
holganza para vuestras ánimas (Mt 11, 28-29). Pues siendo esto así, ¿qué es
la causa por la que los atrae más el delite poco y flaco, y sucio en mano de
mundo que el bueno, mayor y fuerte en mano de Cristo? ¿Quitóle, por dicha, Cristo
el ser deleite por tener en su mano? E ceguedad para llorar, ¡que diga a voces
el mundo: “Catad que faltos”; la carne: “Catad que ensucio”; y el diablo: “Catad
que engaños”; y Cristo: “Catad que hartos; y que haya más que sigan a quien ensucia
y engaña, y falta que a Cristo que harta! Y no miran los ciegos que los engaña
el demonio, como mal mercader que hace muestra, y desvía parte del paño bueno
para vender a escuras lo malo, y da a beber al principio un poco de vino bueno,
para después dar vino que mate.
Exposición de las bienaventuranzas. II, pg. 806.
Si os viene el desconsuelo, compadeceros: que habéis de cumplir la ley de
Dios. Vengaos el consuelo que tiene tanta gracia, y que os dará con que podáis
hacer lo que antes os parecía imposible. Sabed que para imitarlo a Él, todos
tomamos gratiam pro gratia, pellem pro pelle [gracia tras gracia,
pellejo tras pellejo] (Job 10, 11). Modo de hablar de la Escriptura. De
balde recebimos gracia, ¿dónde os viene el temor? El que me quisiere seguir,
tome su cruz y sígame (Mt 16, 24). De ahí hallaréis el consuelo: Venid a
mí los que trabajáis y estáis cargados y yo os descargaré. Mi yugo es suave y
mi carga liviana (Mt 11, 28.30).
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 190.
Y conociendo tú, Señor sapientísimo, como criador nuestro, que nuestra
inclinación es tener descanso y deleite, y que un ánima no puede estar mucho
tiempo sin buscar consolación, buena o mala, nos convidas con los santos
deleites que en ti hay, para que no nos perdamos por buscar deleites en las
criaturas. Voz tuya es, Señor: Venid a mí todos los que trabajáis y estáis
cargados, que yo os recrearé (Mt 11, 28).
Audi, filia (II). I, pg. 558.
Y así convenía que el remediador de los hombres fuese muy humilde, pues
que la raíz de todos los males es la soberbia. Y queriendo dar a entender
cuánto nos convenga esta santa y verdadera humildad. Él se hace particularmente
maestro de ella, y se nos pone por ejemplo de ella, diciendo: Aprended de
mí, que soy manso y humilde corazón (Mt 11, 29); porque, viendo los hombres
a su maestro tan sabio encomendar tan particularmente esta virtud, trabajasen por
la tener; e viendo que un señor tan grande no atribuye el bien a sí mismo,
ninguno haya tan desvariado que tal maldad ose hacer.
Audi, filia (I). I, pg. 452.
Y queriendo dar a entender el Señor cuánto nos convenga tener esta santa
y verdadera humildad, se hace particularmente maestro de ella, y se nos pone
por ejemplo de ella, diciendo: Aprended de mi, que soy manso y humilde de
corazón (Mt 11, 29). Para que, viendo los hombres a un maestro tan sabio encomendar
tan particularmente esta virtud, trabajen por tener, y viendo que un Señor tan
alto no atribuye el bien a sí mismo, ninguno haya tan desvariado que tal maldad
ose hacer.
Audi, filia (II). I, pg. 671.
¿Quién tan humilde como el bendito Señor, que dice: Aprended de mí,
que soy manso y humilde de corazón (Mt 11, 29). Y por eso fue oído según
estaba profetizado en su persona: No quitó el Señor su faz de mí, y cuando clamé
a él me oyó (cf. Sal 21, 5). Y el mismo Señor dice en el Evangelio: Gracias
te hago, Padre, que siempre de oyes (Jn 11, 41-42).
Audi, filia (II). I, pg. 723.
Dice Dios: Aprehended de mí, que soy manso y humilde de corazón (Mt
11, 29), y dice mi corazón que no me humille a nadie ni me subjete. Veis aquí
un corazón contrario a Dios. – ¿Por qué me pusiste contrario a ti? – A la fe pusisteos
vos. Porque el hombre perdió la justicia original tenemos este mal, y pluguiera
a Dios que no hubiéramos añadido sobre culpa original.
Plática a las clarisas de Montilla. I, pg. 894.
Estos otros, misericordiosos, que no saben reñir ni enojarse ni hacer mal
a nadie, si no es ya, a cabo de mil años, movidos por solo celo y honra de
Dios, que imitan aquel Señor y anda dando voces: Aprended de mí que soy
manso... (Mt 11, 29). Como gente que se precia de tener maestro, siguen su
mansedumbre, su paciencia, su sufrimiento, su blandura.
Lecciones sobre la Epístola a los Gálatas, II, pg. 90.
Habemos de ser compañeros de Dios, cuanto a la humanidad de Jesucristo: Aprended
de mí... (Mt 11, 29).
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 122-123.
Pues sabed que hemos de imitar a Cristo y hemos de andar como Él anduvo.
Lo primero en obras, lo otro en padecer. Él dijo: Aprended de mí, que soy
manso y humilde corazón (Mt 11, 29).
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 172.
Breve es el puerto que hay que subir en el camino de Dios, y después de
él probamos lo que está escrito: Te guiaré por el camino de la sabiduría;
cuando camines, tus pasos no vacilarán (Prov 4, 11s). Y entonces prueba el
hombre que es suave el yugo de Cristo (Mt 11, 30), pues Él da la mano a los
que han sufrido las tentaciones por Él, y consuela a los llorosos, y medicina
los corazones quebrantados. ¡Dicho trabajo, aunque otro consuelo no sucediese,
sino el que se pasa por tener en pie la bandera de Cristo, queriendo más sufrir
los golpes pesados de la tentación que gozar de la mala paz, teniendo guerra
con Dios!
Carta a un caballero que se fue a estudiar a Salamanca y allí le hicieron
retor (D. Antonio de Córdoba), 1549. IV, pg. 480.
De aquí vernéis a concluir ser verdad lo que dijo Cristo, que su yugo
era suave y su carga ligera (cf. Mt 11, 30), porque andando el hombre
ocupado en este amor, es tan grande placer ver que su amado está lleno de
gloria y que nadie se le puede quitar, que de aquí le nace andar pacífico y
ligero, llevando cualesquiera cargas que se ofrecen con poca pesadumbre, porque
a quien verdaderamente ama, bastante paga le es de sus trabajos ver contento a
su Amado. En este amor estaba ocupado el glorioso Agustino, cuando, preguntado
por Dios que tanto le quería, respondió muy encendido: “Señor, ámaos tanto, que,
si vos fuérades Agustino y yo fuera Dios, os tornara a vos Dios, y me volviera
a mí Agustino”.
Carta a una religiosa. IV, pg. 707.
San Oscar Romero. Homilía.
Queridos hermanos, el mensaje de hoy es precioso y vale la pena que ahora,
viviendo todas las vivencias de nuestra semana; las pobrezas de nuestra vida,
nuestra situación sin trabajo, no con un conformismo que adormece, sino con la
fuerza de lucha que da la fe; pero con una fuerza que se apoya en Dios, nos
acerquemos al altar del Señor. Y allí junto al sacrificio de Cristo, el Pobre
por excelencia, el único que sufrió siendo rico, desnudo en una cruz y muere
necesitado de todo. La pobreza verdadera del que encuentra en Dios su amparo.
En Ti Señor, he puesto mi esperanza y no quedaré nunca confundido. Esta es la
Eucaristía que vamos a celebrar. La Eucaristía de los pobres, la Eucaristía de
los que todo lo confían en Dios, la Eucaristía de los que no saben odiar sino
perdonar. La Eucaristía de los que saben que todos necesitamos de Dios y
pedimos unos por otros, como los pobrecitos del Señor para alcanzar de Dios la
riqueza que solamente da a los sencillos y humildes, y niega a los soberbios y
orgullosos.
Homilía, 9
de julio de 1978.
Papa Francisco. Homilía.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El pasaje evangélico de este domingo (cfr. Mt 11,
25-30) está dividido en tres partes: primero Jesús alza un himno de bendición y
de agradecimiento al Padre, porque ha revelado a los pobres y a los sencillos
el misterio del Reino de los cielos; después desvela la relación íntima y
singular que hay entre Él y el Padre; y finalmente invita a acudir a Él y a
seguirlo para encontrar alivio.
El primer lugar, Jesús alaba al Padre, porque ha
ocultado los secretos de su Reino, de su verdad, «a sabios e inteligentes» (v.
25). Los llama así con un velo de ironía, porque presumen que son sabios,
inteligentes, y por tanto tienen el corazón cerrado, muchas veces. La verdadera
sabiduría también viene del corazón, no es solamente entender ideas: la verdadera
sabiduría entra también en el corazón. Y si tú sabes muchas cosas pero tienes
el corazón cerrado, tú no eres sabio. Jesús dice que los misterios de su
Padre han sido revelados a los «pequeños», a los que se abren con
confianza a su Palabra de salvación, abren el corazón a la Palabra de
salvación, sienten la necesidad de Él y esperan todo de Él. El corazón
abierto y confiado hacia el Señor.
Después, Jesús explica que ha recibido todo del
Padre, y lo llama «mi Padre», para afirmar la unicidad de su relación con Él.
De hecho, solo entre el Hijo y el Padre hay total reciprocidad: el uno conoce
al otro, el uno vive en el otro. Pero esta comunión única es como una flor que
brota, para revelar gratuitamente su belleza y su bondad. Y de aquí la
invitación de Jesús: «Venid a mí…» (v. 28). Él quiere donar lo que toma del
Padre. Quiere donarnos la verdad, y la verdad de Jesús es siempre gratuita: es
un don, es el Espíritu Santo, la Verdad.
Como el Padre tiene una preferencia por los
«pequeños», también Jesús se dirige a los «fatigados y sobrecargados». Es más,
se pone Él mismo en medio de ellos, porque Él es el «manso y humilde de
corazón» (v. 29), así dice que es. Como en la primera y en la tercera
bienaventuranza, la de los humildes o pobres de espíritu; y la de los mansos
(cfr. Mt 5, 3-5): la mansedumbre de Jesús. Así Jesús, «manso y humilde», no
es un modelo para los resignados ni simplemente una víctima, sino que es el
Hombre que vive «de corazón» esta condición en plena trasparencia al amor del
Padre, es decir al Espíritu Santo. Él es el modelo de los «pobres de
espíritu» y de todos los otros “bienaventurados” del Evangelio, que cumplen la
voluntad de Dios y testimonian su Reino.
Y después, Jesús dice que si vamos a Él
encontraremos descanso: el «descanso» que Cristo ofrece a los cansados y
oprimidos no es un alivio solamente psicológico o una limosna donada, sino
la alegría de los pobres de ser evangelizados y constructores de la nueva
humanidad. Este es el alivio: la alegría, la alegría que nos da Jesús.
Es única, es la alegría que Él mismo tiene. Es un mensaje para todos nosotros,
para todos los hombres de buena voluntad, que Jesús dirige todavía hoy en el
mundo, que exalta a quien se hace rico y poderoso. Cuántas veces decimos: “¡Ah,
quisiera ser como ese, como esa, que es rico, tiene mucho poder, no le falta
nada!”. El mundo exalta al rico y poderoso, no importa con qué medios, y a
veces pisando a la persona humana y su dignidad. Y esto lo vemos todos los
días, los pobres pisados. Y es un mensaje para la Iglesia, llamada a vivir
las obras de misericordia y a evangelizar a los pobres, a ser mansos, humildes.
Así el Señor quiere que sea su Iglesia, es decir nosotros.
María, la más humilde y la más alta entre las
criaturas, implore a Dios para nosotros la sabiduría del corazón, para que
sepamos discernir sus signos en nuestra vida y ser partícipes de esos misterios
que, ocultos a los soberbios, son revelados a los humildes.
Angelus. 5 julio 2020.
DOMINGO
XV T.O. 16 de julio de 2023.
Monición de entrada.-
En
la misa la Biblia es muy importante.
Porque
la misa es Palabra de Dios.
El
mismo Jesús que está con nosotros es la Palabra de Dios hecha carne.
Si
estamos bien dispuestos y atentos, la Palabra de Dios hará que seamos buenos
amigos de Jesús.
Señor, ten piedad.-
Porque a veces
somos tierra dura. Señor, ten piedad.
Porque a veces
somos campo de piedras. Cristo, ten
piedad.
Porque a veces
estamos llenos de zarzas. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las personas que
tienen la tea de sembrar la palabra de Dios. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nuestras maestras y
nuestros maestros. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido las personas que trabajan
en los campos. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros, que leemos
la Biblia en casa y escuchamos tu Palabra en la misa. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por que
eres un ejemplo de mujer que escucha la Palabra de Dios y la guarda en su
corazón.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Jerónimo.
Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA
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