Lectura del libro del Levítico 13,
1-2.44-46
El Señor dijo a Moisés y a Aarón:
-Cuando alguno tenga una inflamación, una erupción o una mancha en
la piel, y se le produzca una llaga como de lepra, será llevado ante el
sacerdote Aarón o ante uno de sus hijos sacerdotes; se trata de un leproso: es
impuro. El sacerdote lo declarará impuro de lepra en la cabeza. El enfermo de
lepra andará con la ropa rasgada y la cabellera desgreñada, con la barba tapada
y gritando: “¡Impuro, impuro!” Mientras le dure la afección, seguirá siendo
impuro. Es impuro y vivirá solo y tendrá su morada fuera del campamento.
Textos
paralelos.
Dt 24, 8-9: Tened cuidado con las afecciones de la piel, cumplid
exactamente las instrucciones de los sacerdotes levitas: cumplid lo que yo les
he mandado. Recuerda lo que hizo el Señor, tu Dos, a María cuando salisteis de
Egipto.
Nm 12, 10-15: Al apartarse la nube de la tienda, María tenía toda
la piel descolorida, como la nieve. Aarón se volvió y la vio con toda la piel
descolorida. Entonces Aarón dijo a Moisés: “Perdón; no nos exijas cuentas del
pecado que hemos cometido insensatamente. No dejes a María como un aborto que
sale del vientre, con la mitad de la carne comida”. Moisés suplicó al Señor: “Por
favor, cúrala”. El Señor respondió: “Si su padre le hubiera escupido en la cara,
habría quedado infamada siete días. Confinadla siete días fuera del campamento
y el séptimo se incorporará de nuevo”. La confinaron siete días fuera del
campamento, y el pueblo no se puso en marcha hasta que María se incorporó a
ellos.
Notas
exegéticas.
13 La noción que los antiguos
hebreos tenían de la “lepra” abarca diversas afecciones cutáneas o
superficiales, 13 1-44, a las que se equiparan también los enmohecimientos que
pueden aparecer en los vestidos, 13 47-59, o en las paredes, 14 33-53. El
diagnóstico y las precauciones colectivas contra el contagio están codificados
y se confían a la decisión del sacerdote. Estas medidas prácticas, en las que
se ve la herencia de concepciones y usos primitivos, adquieren valor religioso
en el Yahvismo, como un discernimiento de lo “impuro”. La reintegración a la
comunidad da lugar a ritos equiparados al sacrificio por el pecado, 14
1-31.49-53, designando aquí el “pecador” una oposición al poder vivificante del
Dios de Israel.
Comentario.
-Legislación sacerdotal:
Defendía a la comunidad de la
lepra y otras enfermedades similares:
Impuras (cinco veces aparece).
Las personas que las contraían
eran examinadas por los sacerdotes y si eran declaradas impuras:
Perdían todos sus contactos
familiares y comunitarios
Prohibido el acceso al templo y
las sinagogas, los pueblos y las ciudades.
Levítico 13, 44: fuera del
campamento.
Se curaban: los sacerdotes
certificaban la curación y reintegraban a la comunidad.
Vagabundeaban en grupos (2 Reye
7, 1-13).
No se relacionaba con el
pecado.
-Santo para el Levítico:
Estar sin enfermedad.
Salmo responsorial
Salmo 32 (31), 1-2.5.11
Tú
eres mi refugio,
me
rodeas de cantos de liberación. R/.
Dichoso
el que está absuelto de su culpa,
a
quien le han sepultado su pecado;
dichoso
el hombre a quien el Señor
no
le apunta el delito. R/.
Había
pecado, lo reconocí,
no
te encubrí mi delito;
propuse:
“Confesaré al Señor mi culpa”
y
tú perdonaste mi culpa y mi pecado. R/.
Alegraos,
justos, y gozad con el Señor;
aclamadlo,
los de corazón sincero. R/.
Textos paralelos.
Os 14, 3: Preparad vuestro
discurso y convertíos al Señor; decidle: “Perdona del todo nuestra culpa;
acepta el don que te ofrecemos, el fruto de nuestros labios”.
Is 1, 18: Entonces, venid, y
litigaremos – dice el Señor –. Aunque sean vuestros pecados como púrpura,
blanquearán como nieve; aunque sean rojos como escarlata, quedarán como lana.
Pr 28, 13: El que oculta sus
crímenes no prosperará, el que los confiesa y se enmienda será compadecido.
St 5, 16: Confesad unos con
otros los pecados, rezad unos por otros, y os curaréis. Mucho puede la oración
solícita del justo.
1 Jn 1, 9: Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y limpiarnos
de todo delito.
Dichoso al que perdonan
sus culpas.
Rm 4, 6-8: En este sentido
pronuncia David la bienaventuranza del que recibe la justicia sin mérito de
obras: Dichoso aquel a quien le han perdonado el delito y le han sepultado sus
pecados; dichoso aquel a quien el Señor no le imputa el pecado”.
Reconocí mi pecado.
Jb 31, 33: No oculté mi delito
como Adán ni escondí en el pecho mi culpa.
Sal 51, 5: Pues yo reconozco mi
culpa / y tengo siempre presente mi pecado.
Y tú absolviste mi culpa.
Sal 51, 3-4: Misericordia, oh
Dios, por tu bondad, / por tu inmensa compasión borra mi culpa, / lava mi
delito / y limpia mi pecado.
Alegraos en Yahvé,
justos, exultad.
Sal 33, 1: Alabad, justos, al
Señor, / que la alabanza es cosa de hombres rectos.
Notas
exegéticas.
32 Poema didáctico, cuyas dos
partes, vv. 1-7 y 8-11, de ritmo distinto, se corresponden. – Es uno de los
salmos penitenciales.
32 1 Es decir, le es perdonado.
32 5 “perdonaste” salahta
conj.: omitido por hebreo. Quizá ha caído por la haplografía; al estar delante
de selah (“pausa”).
Tres lecturas.
Con Israel: Se atribuye a David. Es
la acción de gracias de un pecador. Lejos de ocultar en lo secreto de su
conciencia persona, este hombre culpable confiesa en público que es pecador, se
apoya en su propia experiencia de hombre reconciliado para sacar lecciones de
sabiduría que pueden ser útiles a todos.
Con Jesús: Necesariamente pensamos
en las parábolas de la misericordia, que terminan lo mismo que este salmo por
el estribillo: “alegraos conmigo… Habrá más alegría en el cielo por un solo
pecador que se convierte…” (Lucas 15, 6-10.32).
Con nuestro tiempo: la confesión,
acto de veracidad. La Fontaine, en este sentido aconsejaba llamar: “gato al
gato, y Rollet al bribón”. La mayor degradación del hombre consiste en
justificar el mal que ha hecho, llamando “blanco” a lo que es “negro”. Confesar
el pecado cometido no es degradante, es por el contrario hacer un acto de
veracidad: ¡esto es admirable!
Segunda lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 10, 31-11,1
Hermanos:
Ya comáis, ya bebáis o hagáis lo que hagáis, hacedlo todo para
gloria de Dios. No deis motivo de escándalo ni a judíos, ni a griegos, ni a la
Iglesia de Dios; como yo, que procuro contentar en todo a todos, no buscando mi
propia ventaja, sino la de la mayoría, para que se salven. Sed imitadores míos
como yo lo soy de Cristo.
Textos paralelos.
Hacedlo todo para gloria de Dios.
Col 3, 17: Todo lo que hagáis,
de palabra o de obra, hacedlo invocando al Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de él.
1 P 4, 11: Si habla, como si
pronunciara oráculos de Dios; si sirve, como con la fuerza que Dios otorga; de
modo que en todo sea glorificado Dios por medio de Jesucristo. A quien
corresponde la gloria y el poder por los siglos de los siglos. Amén.
No deis motivo de escándalo.
1 Co 9, 19-23: Siendo del todo
libre, me hice esclavo de todos para ganar a los más posibles. con los judíos
me hice judío para ganar a los judíos; con los sometidos a la ley, como si yo
lo estuviera, aunque no lo estoy, para ganar a los sometidos a la ley. Con los
que no tienen ley, como si yo no lo tuviera – aunque no rechazo la ley de Dios
pues estoy sometido a la del Mesías –, para ganara los que no tienen ley. Me
hice débil con los débiles para ganar a los débiles. Me hice todo a todos para
salvar como sea a algunos. Y todo lo hago por la buena noticia, para participar
de ella.
1 Co 1, 2: A la iglesia de Dios
de Corinto, a los consagrados a Cristo Jesús con u9na vocación santo, y a todos
los que, sea donde sea, invocan el nombre de Jesucristo, Señor de ellos y
nuestro.
Me esfuerzo por agradar a
todos en todo.
Rm 15, 2: Busque cada cual la
satisfacción del prójimo para lo bueno y lo constructivo.
1 Co 10, 24: Nadie busque su
interés, sino el del prójimo.
Sed mis imitadores, como
lo soy de Cristo.
2 Ts 3, 7: Vosotros sabéis como
tenéis que imitarnos: no procedimos entre vosotros desordenadamente.
Comentario.
-Texto único en el que Pablo pide
que se le imite:
Jesús invita al seguimiento, no
a la imitación.
Imitación en la tradición judía:
únicamente referida a Dios (Efesios 5,1).
Pablo se remite a Cristo.
No pide que se le imite a él en
las formas externas sino en su forma de actuar cuando busca siempre el bien de
las personas, como hizo Cristo.
-Capítulo 10:
Exhortación a huir de la idolatría
(1 Cor 10, 14).
-Pablo no quiere que se haga
daño a alguien o se obstaculice la evangelización.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 1, 40-45.
En aquel tiempo se le acercó a Jesús
un leproso, suplicándole de rodillas:
-Si quieres, puedes limpiarme.
Compadecido, extendió la mano y
lo tocó diciendo:
-Quiero, queda limpio.
La lepra se le quitó
inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole severamente:
-No se lo digas a nadie; pera
para que conste, ve a presentarte al sacerdote y ofrece por tu purificación lo
que mandó Moisés, para que les sirva de testimonio.
Pero cuando se fue, empezó a pregonar
bien alto y a divulgar el hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente
en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a
él de todas partes.
Textos paralelos.
Mc 1, 40-45 |
Mt 8, 2-4 |
Lc 5, 12-16 |
En aquel tiempo se le acercó a Jesús un leproso, suplicándole de
rodillas: -Si quieres, puedes limpiarme. Compadecido, extendió la mano y lo tocó diciendo: -Quiero, queda limpio. La lepra se le quitó inmediatamente y quedó limpio. Él lo despidió, encargándole
severamente: -No se lo digas a nadie; pera para que conste, ve a presentarte al
sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les
sirva de testimonio. Pero cuando se fue, empezó a pregonar bien alto y a divulgar el
hecho, de modo que Jesús ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo; se quedaba fuera, en lugares solitarios; y aun así acudían a él de
todas partes. |
Un leproso se le acercó, se postró ante él y le dijo: -Señor, si quieres, puedes curarme. Él extendió la mano y le tocó diciendo: -Lo quiero, queda curado. Al punto se curó de la lepra. Jesús le dijo: -No se lo digas a nadie; vete a presentarte al sacerdote y, para que
les conste, lleva la ofrenda establecida por Moisés. |
Se encontraba en un pueblo en que había un leproso; el cual, viendo a
Jesús, cayó rostro en tierra y le suplicaba: -Señor, si quieres, puedes curarme. Extendió la mano y le tocó, diciendo: -Lo quiero, queda curado. Al punto se le pasó la lepra. Y Jesús le ordenó: -No se lo digas a nadie. Vete a presentarte al sacerdote y, para que
les conste, lleva la ofrenda de tu curación establecida por Moisés. Su fama se difundía, de suerte que grandes multitudes acudían a
escucharlo y a curarse de sus enfermedades. Pero él se retiraba a lugares solitarios a orar. |
Extendió la mano, lo tocó y le dijo:
Mc 5, 30: Jesús, consciente de
que una fuerza había salido de él, se volvió entre la gente y preguntó: “¿Quién
me ha tocado el manto?”
Mira, no digas nada a
nadie.
Mc 1, 34: Él curó a muchos
enfermos de dolencias diversas, expulsó muchos demonios, y no les permitía
hablar, porque lo conocían.
Prescribió Moisés, para
que les sirva de escarmiento.
Lv 14, 1-22: El Señor dijo a
Moisés: “Rito de purificación de las afecciones cutáneas: El día en que se
presente el enfermo al sacerdote, el sacerdote saldrá fuera del campamento y
comprobará que el enfermo se ha curado de su afección cutánea. Después mandará
traer para el purificando dos aves puras, vivas, ramas de cedro, púrpura
escarlata e hisopo. El sacerdote mandará degollar una de las aves en una vasija
de loza sobre agua corriente. Después tomará el ave viva, las ramas de cedro,
la púrpura escarlata y el hisopo, y los mojará, también el ave viva, en la
sangre del ave degollada sobre agua corriente. Salpicará siete veces al que se
está purificando de la afección y lo declarará puro. El ave viva la soltará
después en el campo. El purificando lavará sus vestidos, se afeitará
completamente, se bañará y quedará puro. Después de esto podrá entrar en el campamento.
Pero durante siete días se quedará fuera de su tienda. El séptimo día se rapará
la cabeza, se afeitará la barba, las cejas y todo el pelo, lavará sus vestidos,
se bañará y quedará puro. El octavo día tomará dos carneros sin defecto, una
cordera añal sin defecto, doce libros de flor de harina de ofrenda, amasada con
aceite y un cuarto de libro de aceite. El sacerdote que oficie la purificación
presentará todo esto, junto con el purificando, ante el Señor, a la entrada de
la tienda del encuentro. El sacerdote tomará uno de los corderos y lo ofrecerá
en sacrificio penitencial, junto con el cuarto libro de aceite; los agitará
ritualmente ante el Señor. Después degollará el cordero en el matadero de las
víctimas expiatorias y holocaustos en lugar santo, porque la víctima
penitencial igual que las víctimas expiatorias, pertenece al sacerdote: son porción
sagrada. El sacerdote tomará sangre de la víctima penitencial y untará con ella
el lóbulo de la oreja derecha, el pulgar de la mano derecha y el pulgar del pie
derecho del purificando. Después echará un poco de aceite en su mano izquierda,
y untando en él el índice de su mano derecha, salpicará siete veces ante el Señor.
Con el aceite que le queda en la mano untará el lóbulo de la oreja derecha, el
pulgar de la mano derecha y el pulgar del pie derecho del purificando, donde había
untado la sangre de la víctima penitencial. El resto del aceite que le queda en
la mano lo derramará sobre la cabeza del purificando, y así expiará por él ante
el Señor. Después el sacerdote ofrecerá el sacrificio expiatorio y hará la expiación
por el que se está purificando. Después degollará la víctima del holocausto, y
la ofrecerá junto con la ofrenda sobre el altar. Así expía por el purificando,
y este queda puro. Si es pobre y no tiene recursos, tomará solo un cordero,
víctima penitencia, para la agitación ritual y para la expiación, cuatro litros
de flor de harina amasada con aceite para la ofrenda y un cuarto de libro de
aceite y dos tórtolas o dos pichones, según sus recursos, uno para el
sacrificio expiatorio y otro para el holocausto.
Notas exegéticas
Biblia de Jerusalén.
1 40 Al parecer, Mc ha completado,
basado en los paralelos de Mt y Lc, un relato más antiguo en el que Jesús,
encolerizado, v. 41, despacha al leproso sin curarlo, v. 43, porque este había
quebrantado la norma dada a los leprosos de no mezclarse con las otras
personas, Lv 13, 45-46.
1 41 Var: “Compadecido”.
1 43 La curación de la lepra era
considerada un acto comparable a la resurrección de los muertos y atribuible
solo a Dios. Como señal de la cercanía del Reino de Dios, acompaña a la
resurrección de los muertos y es contada entre los beneficios de los tiempos
mesiánicos (Mt 10, 8). Motivo que justifica la consigna de silencio en la
perspectiva de Mc.
1 44 (a) Ver Lv 14, 2-32. El leproso
curado no podía ser reintegrado en la comunidad religiosa hasta que su curación
no fuera homologada por el sacerdote en funciones en el Templo.
1 44 (b) Esta fórmula designa en otros
lugares un testimonio de valor jurídico contra (6 11) o ante alguien (13 9).
Aquí la constatación de curación reviste la fuerza de un testimonio. La
dificultad de conciliar esta idea con la consigna de silencio del v. 44 marca
la tensión, expresada con frecuencia por Mc, entre los aspectos público y
secreto de la persona y la actividad del Señor: rechaza manifestarse como
Mesías, pero, con sus palabras y hechos, manifiesta su autoridad y el poder de
Dios.
1 45 Lit.: “la palabra” (lógos).
Este término revela el sentido técnico de la Palabra de Dios en 2 2; 4 14-20.33.
Cercano aquí al verbo “proclamar” (keryssó) dicho del Evangelio puede
sugerir que el leproso curado prefigura a los predicadores del Evangelio.
Notas exegéticas Nuevo Testamento,
versión crítica.
40-45
Curación
que cumple la definición de milagro según su naturaleza real: “Suceso o
fenómeno sensible que es un signo religioso, realizado por el poder
divino al margen de, o contra, el curso ordinario de la naturaleza” (H. Denzinger
– A. Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum. Definitionum et Declarationum de
rebus fidei et morum, 3034 y 3039); es decir, que no puede explicarse por
las leyes que rigen el curso ordinario de la naturaleza tal como la conocemos
(la fe y el gesto de adoración por parte del leproso no son fuerzas
psicológicas capaces de producir una curación). En los milagros de Jesús
podemos subrayar: a) La autoridad soberana con que los realiza, a
la vez que con discreción y pudor, huyendo de todo “espectáculo”. b) La
vinculación entre los milagros y su persona, que actúa a través de su
humanidad (tocando, hablando, etc.). c) La fe no es
consecuencia lógica y automática de un milagro – a veces quienes lo
presenciaron se cegaron más –, sino un dato previo, perspectiva correcta para “entender”
un milagro.
41 CONMOVIDO: algunos
manuscritos leen “indignado”: ¿molesto por verse obligado a romper
demasiado pronto, con hechos prodigiosos, el secreto de su identidad?; ¿molesto,
no con el leproso (cf. 43), sino por la incredulidad de los jefes religiosos,
que tomarían pie de estos hechos de Jesús para oponerse a él?
43 PERO … PONIÉNDOSE
SERIO (cf. Jn 11, 33): el verbo griego indica una conmoción interior, que se
manifiesta externamente con algún sonido inarticulado indicador de gran disgusto.
Se evitaría la aparente contradicción entre este verbo y el “conmovido” del v.
41, si las dos palabras finales – CON ÉL – formaran parte de una expresión
aramea subyacente (“tequef leh”) no referida al leproso, que significaba
solamente “poniéndose serie” o “airándose”, pero que el texto
griego tradujo servilmente.
44 NO DIGAS NADA A
NADIE: de nuevo, el secreto mesiánico (v. 34) // MUÉSTRATE…: cf. Lev 14, 2-32.
// ELLOS: son, probablemente los sacerdotes. Si se refiriera a “la gente”, la
PRUEBA sería el certificado de curación, necesario para que el leproso pudiera
incorporarse a la comunidad de Israel con plenos derechos.
45 EL CASO: lit. “la
palabra”. En oídos de los lectores de Mc, podía sonar ya a “el Evangelio”:
cf. 4, 14-20. // [JESÚS] … NO PODÍA: lit. no podía él. // SE QUEA: verbo
griego eînai con el sentido de permanecer (cf. Mt 17, 4).
Notas exegéticas
desde la Biblia Didajé.
1, 41 Cristo curó a menudo por su
tacto; hoy continúa ofreciéndonos su tacto sanador a través de los sacramentos.
En el sacramento de la unción de los enfermos, el obispo o sacerdote unge a la
persona con aceite en la frente y las manos, diciendo: “¿Qué el Señor que te
libre del pecado, te salve y te levante”. Cat. 1504-1505 y 2616.
En este enlace se puede consultar
el catecismo íntegro.
http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html
Comentarios
de los Santos Padres.
¿Por qué “le tocó” el Señor,
cuando la ley prohibía tocar a los leprosos. Le tocó para demostrar que “todas
las cosas son limpias para el limpio” (Tito 1, 15), ya que la suciedad de unos
no se adhiere a otros, ni la inmundicia ajena mancha a los inmaculados. Además
le tocó para demostrar humildad, para enseñarnos a no despreciar a nadie, para
no odiar a nadie, para no despreciar a nadie en razón de las heridas o manchas
del cuerpo, que son una imitación del Señor y fue por lo que Él mismo lo hizo…
Consideremos ahora nosotros,
queridísimos hermanos, que no haya en nuestra alma la lepra de ningún pecado;
que no retengamos en nuestro corazón ninguna contaminación de culpa, y si la
tuviéramos, al instante adoremos al Señor y digámosle: “Señor, si quieres, puedes
limpiarme”.
Orígenes. Homilías sobre el
Ev. de Mateo, 2, 2-3. Pg. 75.
¿Por qué, en efecto, a la vez
que limpia al leproso con su solo querer y palabra, añade también el contacto
con su mano? A mi parecer, no por otra causa sino porque quiso mostrar también
aquí que Él no estaba bajo la ley, sino por encima de la ley, y que en
adelante, “para el limpio todo había de ser limpio” (Tito 1, 15)… El Señor da a
entender que Él no cura como siervo, sino como Señor, y no tiene inconveniente
en tocar al leproso. Porque no fue la mano la que se manchó de lepra, sino el cuerpo
del leproso el que quedó limpio al contacto de la mano divina.
Juan Crisóstomo. Homilías
sobre el Ev. de Mateo, 25, 2. Pg. 75.
Extender la mano era quebrantar la ley; porque, según la ley,
quien se acercaba a un leproso se convertía en impuro… El Señor mostró que la
naturaleza era buena, puesto que reparó sus defectos; además, al enviar al
leproso a los sacerdotes, confirmó el sacerdocio. Mandó al leproso que hiciera
ofrenda pro su curación. ¿No confirmó también la Ley al decirle “como lo ha
prescrito Moisés”? Existían muchos preceptos relativos a la lepra, mas no
producían ningún resultado. Cristo viene y mediante su palabra da la salud y deroga
todos esos preceptos acumulados por la Ley relativos a la lepra.
Efrén de Nisibi. Comentario al Diatessaron, 12, 24. Pg. 76.
San Agustín.
Yo sé que Dios no nos abandona;
todos lo sabemos y no podemos disimularlo, pues las curaciones milagrosas que a
diario se suceden aquí por la memoria del bienaventurado y glorioso mártir
presente en este lugar hieren los ojos aun de aquellos que no quieren ver. Pero,
sin duda alguna, hay quienes piden y no reciben. Por eso prevengo encarecidamente
a vuestra caridad. No se consideren abandonados. Para empezar, interroguen su
corazón y vean si piden como creyentes que son. Quien pide como creyente, para
su utilidad recibe y para su utilidad alguna vez no recibe. Cuando no sana el
cuerpo, quiere sanar el alma. Admite, por tanto, que te conviene lo que quiere
quien te llamó al reino eterno. ¿Qué es lo que tan ardientemente deseas? Te
prometió la vida eterna, te prometió reinar con los ángeles, te prometió un
descanso sin fin. ¿Qué es lo que ahora te concede? ¿No es vana
la salud de los hombres? (Sal 59, 13). ¿No han de morir con toda certeza
los que son curados? Cuando llegue la muerte, todas aquellas cosas pasadas se
desvanecerán como humo. En cambio, cuando llegue aquella vida que te ha
prometido, ya no tendrá fin. Para esta te equipa, quien ahora te niega algo;
con vistas a ella te prepara y te instruye. Y si has recibido la curación
porque tuviste fe y pediste – no es indecoroso pedir, aunque a veces no se nos concede
lo pedido, por nuestra utilidad –, si has recibido la curación, usa bien de
ella.
Cuando hayas recibido la salud
temporal, haz buen uso de ella, de modo que con lo que te dio sirvas a quien te
lo dio. Y no te antepongas a quien tal vez pidió y no recibió, diciendo en tu
interior: “Yo soy mejor creyente que él”.
¿Cómo sabes que a aquel que tal
vez pidió y no recibió no se le negó esta salud temporal porque es más fuerte
que tú? Pidió y no recibió. Pero ¿qué pidió? La salud corporal. Tal vez su fe
es más fuerte que la tuya, y esa es la causa por la que tú recibiste lo que
pedías, porque si no lo recibías, desfallecerías. Tampoco esto lo he asegurado;
he dicho “tal vez” para no hacer yo lo que acabo de prohibir, para no emitir un
juicio sobre cosas ocultas.
Alguna vez, por tanto, no
recibió porque pidió sin fe; otras veces no recibió porque es más fuerte que tú,
para así ser ejercitado en la paciencia, como dijimos refiriéndose al Apóstol.
Es más fuete, pero no perfecto aún. Prueba de ello son las palabras que escuchó:
La salud alcanza su plenitud en la debilidad.
Sermón 61 A, 5. Pgs. 1003-1005.
San Juan de Ávila.
Mirad por los enfermos, y recreadlos; por
los hambrientos y necesitados, y ayudadles; dad tierra, y daros han cielo. No
perdáis vuestra buena costumbre de confesar y comulgar a menudo, porque no
digáis: Mi corazón
se secó, porque me olvidé de comer mi pan (Sal 101, 5). Sed amigos de la palabra de
Dios leyéndola, hablándola, obrándola. Tened paz en vuestros corazones,
obedeciendo en ellos a Cristo, y contentaos con aquello que Él os envía; servidle
como Él quiere, y no como vosotros queréis. Tened paz en vuestras casas,
mirando cada uno no sea pesado en su compañía. Tened cuidado de bien doctrinar
a vuestros hijos por halago y castigos. Amaos todos en Cristo, y seréis ricos;
porque siendo los corazones unos, también le sea la hacienda.
Carta para la villa de Utrera. OC IV. Pgs. 370-371.
De esta manera mesma respondiera aquel Padre
a vuestra señoría si se le diera relación clara de la enfermedad, la cual
nuestro Señor curará en su tiempo, pues ha tomado a su cargo ser médico de su
ánima, para que mucho resplandezca su gloria cuando de tan enferma la parare
muy sana; y diciéndole ella: Sáname, Señor, y seré sana, sálvame, y seré salva, porque la honra
mía tú eres (cf.
Jeremías 17, 14), le responda Él: Yo soy tu salud (Salmo 34, 3), tu bien y tu paz; quien te ha dado cuanto bien tienes,
librado de muchos males; quien te amó antes que fueses y te hará bienaventurada
por tenerme a mí, a toda tu voluntad y sin temor a perderme. Esto esperemos que
hará el que es
poderoso y cuyo nombre es santo (Lc 1, 49), inmenso en misericordia y potentísimo para cumplirlas.
Carta a una señora. OC IV. Pg. 475.
Mas no os olvidéis del prójimo, al cual
también habréis de curar: cuerpo, por limosna, y ánima, por buen ejemplo y
consejo. Mirad a San Pablo: Volebam esse anathema pro fratribus meis[1] (Rm 9, 3). Y así no veréis
vuestro ereposo, vuestra consolación, vuestro provecho, sino la salud de las
ánimas de vuestros prójimos; que el Señor lo pagará bien pagado. Y oíd a San
Gregorio: Nullum
sacrificium acceptabilius quam zelus animarum[2]. Y Él lo pagará aquí por
gracia y después por gloria.
Domingo 12 después de Pentecostés. OC III. Pgs. 278.
Sea el quinto que ponga siempre sus ojos en
sus faltas y deje de mirar las ajenas, conforme aquel dicho de nuestro Señor: Hipócrita, ¿por qué miras
la paja en el ojo de tu hermano y no consideras tú la viga que tienes
atravesada en el tuyo? (Mt 7, 3). No tenga cuenta más de con sus proprios defectos, y, si algo
viere en el prójimo digno de reprehensión, no se indigne contra él, sino compadézcase
de él, porque la santidad verdadera dice San Gregorio que es compadecerse de
los pecados, y la falsa, indignarse contra ellos. Si son personas que tomarán
su corrección, corríjalas caritativamente, conociéndose por hombre de la misma
masa de Adán. Y, si no lo son, vuélvase a Dios, suplicándole que los remedie y
dándole gracias porque ha guardado a él de pecado semejante, hallándose muy
obligado a servir al Señor, que de este mal le libró, en el cual él también
cayera si el Señor no lo guardara.
Sea el sexto que trabaje lo más que pudiere
por hacer alguna caridad cada día a algún prójimo, acordándose de aquella
sentencia del Redemptor que dice: En esto conocerán todos si sois mis discípulos, si os amáredes
unos a otros
(Jn 13, 35). Y, conforme a esto, debe también tener memoria cada día de rogar a
Dios por la Iglesia, que con tanta cosa redimió.
Reglas de espíritu. OC III. Pg. 841.
San Bernardo cuenta lo que él muchas veces
había probado, que Jesús, invocado en verdad, es remedio y medicina contra
todas las enfermedades del ánima. Y lo que este santo dijo, experimentó y
probó, acaeció a otros muchos y postreros que él; entre los cuales San Jerónimo
es un testigo digno de toda fe; el cual, como arriba dijimos, cuenta de sí que,
viéndose en tribulación de su carne, sin hallar remedio en cosa hecha, sin
saber ya más qué hacer, lo halló en echarse a los pies de Jesucristo,
llamándole con devota oración; y recibió tal bonanza de la tempestad que le
parecía estar entre coros de los ángeles. Porque este favor que Dios suela dar,
no solo es cesar la tribulación que el hombre tenía, lo cual suele algunas
veces acaecer por divertir el pensamiento a otra parte o por causas semejantes
a ésta; mas es un favor que Dios da, con que les pone en disposición del todo
contraria a lo que primero sentían. La cual mudanza y perfecta liberación, y
tan súbita, no está en manos del hombre, según lo entenderá quien lo quisiere
probar. De fuera viene, de Dios viene, y por medios cristianos viene, y
experiencia es de lo que San Pablo dijo, que Jesucristo crucificado, para los llamados de
Dios, es fortaleza de Dios y sabiduría de Dios (1 Cor 1, 23-24); porque llamándolo en el
día dela tribulación, da luz y fortaleza, para que, vencidos los impedimentos,
puedan los tales proseguir su camino, cantando en él, como dice David: ¡Grande es la gloria del Señor!
(Salmo 137,
5). Y sintiendo en sí mismo lo que dice el mismo profeta: En cualquier día que yo
te llamare, he conocido que tú eres mi Dios (Sal 55, 10). Porque el
remediarlos presto y poderosamente les es un gran testimonio y motivo que Dios
es verdadero, y que tiene de ellos cuidado.
Audi, filia
[II]. Cap. 36, 3. OC I. Pg. 615.
Comentario Homilética
-Jesús continua
haciendo presente la soberanía de Dios:
Inicia su
misión por medio de la proclamación de la Buena Nueva de Dios (1, 14).
Proclama el
Reino de Dios con:
Palabras (1,
21).
Obras:
Curación de
enfermos y expulsión de los demonios (1, 29-35).
Curación del
leproso (2, 1-12).
Llamada a
Leví (2, 13-14).
-Lepra:
Hija
primogénita de la muerte (Job 18, 3).
-Díptico:
Limpieza del
leproso (v. 40-42):
Solicitud del
leproso (v. 40).
Acción de
Jesús: la mano de Jesús (v. 41).
El leproso
queda limpio de la lepra (v. 42).
Consecuencias
(v. 43-45):
Indicaciones
de Jesús (vv. 43-44)
Desobediencia
del ya sanado (v. 45a)
Reacción de
la gente (45b).
-Temas:
Limpieza o
purificación: centro.
Actitud
humilde y absolutamente confiada del leproso.
Gesto de
tocar: toca lo intocable (la ley) y al intocable (leproso).
Contradicción:
silencio impuesto / testimonio del leproso.
El que elimina
la lepra (Jesús) se convierte en un marginado (tiene que quedarse fuera, en
lugar desértico).
BIBLIOGRAFÍA.
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Española. BAC. Madrid. 2016.
Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
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Bilbao. 1995.
Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego
de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica.
BAC. Madrid. 2016.
Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de
la Sede. Primera
edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.
Robinson, Jame M.; Hoffmann Paul y John S.,
Kloppenborg. El Documento Q. Ediciones Sígueme. Salamanca. 2004.
Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en
español. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento.
2. Evangelio según san Marcos. Ciudad Nueva. Madrid. 2009.
Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 3.
Evangelio según san Lucas. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en
español. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento.
4a. Evangelio según san Juan (1-10). Ciudad Nueva. Madrid. 2012.
San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi,
filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.
San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados
de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.
San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones.
BAC. Madrid. 2015.
San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
Mercedes Navarro Puerto. Marcos. Guía
de lecturas del Nuevo Testamento. Editorial Verbo Divino. Estella. 2006.
Homilética. Sal Terrae. 2020/6.
Noel Quesson. 50 salmos para todos los días. Paulinas.
Bogota-Colombia. 1988. En: mercaba.org.
MISA DE NIÑOS. MIÉRCOLES DE CENIZA.
Monición de entrada.
Buenas tardes:
Con esta misa empezamos la Cuaresma.
Así tendremos cuarenta días para rezar en silencio.
Son días para prepararnos para celebrar la Pascua, cuando renovaremos nuestro
bautismo.
Son días para volver a poner el corazón en Jesús y acompañarle hasta el
calvario.
Señor, ten piedad.
Jesús, hoy no te pedimos perdón como hacemos los domingos antes de las
lecturas.
Porque hoy en vez de decírtelo lo haremos con un gesto:
Nos pondremos delante del sacerdote y él pondrá un poco de ceniza.
La ceniza se ha hecho quemando las ramas de olivo que llevamos el domingo
de ramos, hace dos años.
Homilía:
Les enseñamos una botella de agua de vidrio y una cesta
con propósitos. Ellos al azar toman uno. Tienen que intentar cumplirlo. Cada
domingo si lo han cumplido pondrán el
papelito dentro y escogerán otro. Si no se esperarán al siguiente.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco para que le ayudes a ser mejor. Te lo pedimos Señor.
-Por la Iglesia, para que escuchándote a ti y rezando se prepare muy bien
para celebrar la fiesta de Pascua. Te lo pedimos Señor.
-Por las personas que tienen hambre, para les ayudemos. Te lo pedimos, Señor.
-Por las personas que no te tienen en el corazón, para que estos días te encuentren.
Te lo pedimos, Señor.
-Por nosotros y los que estamos en misa, para que estos días recemos, renunciemos
a las cosas que nos gustan y estemos más con las personas que nos quieren. Señor.
Acción de gracias.
Jesús, te damos gracias por la cuaresma. Los
días en los que vas a ayudarnos a ser mejores y a celebrar la fiesta más grande
de los cristianos: la Pascua.
Ese día celebraremos que tú has resucitado y
estás en el cielo, en todas las iglesias y en todos los corazones,
especialmente los que sufren.
MISA DE NIÑOS. DOMINGO I TIEMPO DE
CUARESMA.
Monición de entrada.
Buenas tardes:
El miércoles empezamos la cuaresma y el sacerdote nos puso la ceniza.
La cuaresma son los días en los que nos preparamos, es como si empezáramos
de nuevo a ser cristianos y fuéramos a ser bautizados en la noche de la pascua.
En la misa que empezamos escucharemos la historia de Noé y de Jesús cuando
se fue al desierto a rezar.
Señor, ten piedad.
Tu que has vencido a quienes nos hacen mal. Señor, ten piedad.
Tú que te preocupas cuando estamos malos. Cristo, ten piedad.
Tú que nos quieres siempre. Señor, ten piedad.
Homilía:
Les preguntamos si han hecho el propósito. Y si lo han
hecho depositan el papelito en la botella.
Les mostramos en un folio el dibujo de Noé y les
explicamos su historia y enseñanza: debemos estar atentos a lo que Dios nos
dice en la iglesia.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco que le ayudes a no perder las ganas de hablarnos de Jesús.
Te lo pedimos Señor.
-Por la Iglesia, para que con la ayuda de la Biblia confíe mucho en ti. Te
lo pedimos Señor.
-Por los niños y niñas y las personas mayores que este año se bautizarán,
para que les ayudes a conocerte cada día más. Te lo pedimos, Señor.
-Por los países donde no tienen las escuelas que nosotros tenemos, para que
les ayudemos. Te lo pedimos, Señor.
-Por nosotros para que nos guste escuchar las historias y palabras de Jesús.
Señor.
Acción de gracias.
San José este domingo es el cuarto domingo. Hoy
recordamos cuando fuiste con María y Jesús al templo de Jerusalén y allí dos
ancianos, Simeón y Ana, se pusieron muy contentos y os dijeron que Jesús sería
quien nos salvaría.
ORACIÓN PARA
EL CENTRE JUNIORS MONTAVERNER-SANT JERONI ALFARRASÍ. JUNIORS M.D. DOMINGO V TIEMPO ORDINARIO.
EXPERIENCIA.
Entra en https://www.youtube.com/watch?v=jxeisaZKc94
¿Blanco o negro?
Visualízalo otra vez, si tienes una libreta y un
boli apunta algunas de las frases.
¿Hay alguna diferencia entre la sociedad judía de
tiempos de Jesús y la sociedad de nuestro tiempo? ¿En qué si?, ¿en qué no?
¿Cuáles son las diferencias que encuentras en el pueblo/barrio,
instituto/lugar de trabajo, amigos, compañeros, redes sociales? ¿Cuáles son mis
prejuicios?
¿Y para ti? ¿Cuáles son las excusas que damos para
no aceptar a quienes las leyes y la sociedad rechaza? ¿Las compartimos?
REFLEXIÓN.
Busca la Biblia, localízala, acércate como quien va
al encuentro de una persona que admira, tómala en tus brazos, no es un libro
cualquiera, es la Palabra de Dios, viva y capaz de cambiar tu vida, busca el evangelio,
el capítulo, los versículos.
Párate un momento, realiza la señal de la cruz,
pídele al Padre que te envíe el Espíritu Santo para que puedas descubrir en la
narración sobre Jesús su voluntad.
Lee el texto: ¿qué dice?, ¿qué te dice? y ¿qué le
dices?
Relaciónalo con el vídeo: según este ¿quiénes son
hoy los leprosos? ¿cómo actúa Jesús? ¿se deja llevar por los prejuicios?
Piensa en tus pecados, ¿de qué te avergüenzas? ¿qué
es lo que tratas de esconder ante los demás porque rompería la imagen que ellos
tienen de ti?
REFLEXIONAMOS CON EL
CATECISMO JESUS ES EL SEÑOR.
Tema 36. Jesús nos trae el perdón de Dios Padre.
Síntesis
del tema.
Jesús salía al encuentro de los pecadores y acogía siempre a los que se
arrepentían.
Jesús
perdona a los que han pecado y se han alejado de Él porque es misericordioso
como su Padre Dios.
Hoy,
Jesús continúa ofreciéndonos el perdón en el sacramento de la Reconciliación o
Penitencia.
Tema.
Jesús
siempre se compadeció de los que sufrían y perdonó a muchos pecadores. A todos
les anunciaba esta Buena Noticia: “No necesitan médico los sanos sino los
enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores” (Marcos
2, 17).
Para
anunciar a todos que Dios Padre siempre está dispuesto a ofrecernos su perdón y
su misericordia, Jesús contó una parábola. Un padre esperaba que su hijo, que
se había alejado de él y había malgastado su herencia, volviera a su lado. Un
día el hijo, arrepentido, decidió regresar a su casa.
Y
así dice la parábola: “Cuando todavía estaba lejos, su padre lo vio y se
conmovió y, echando a correr, se le echó al cuello y se puso a besarlo. Su hijo
le dijo: Padre, he pecado contra el Cielo y contra ti, ya no merezco llamarme
hijo tuyo. Pero el padre dijo a sus criados: vestidlo; ponedle un anillo en la
mano y sandalias en los pies; traed el ternero cebado y matadlo; celebremos un
banquete porque este hijo mío estaba perdido y lo hemos encontrado” (Lucas
15, 11-32).
También
Zaqueo, que se arrepiente de ser injusto con los demás, recibe el perdón:
“Hoy ha sido la Salvación de
esta casa.
He venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido” (Lucas 19,9-10)
Frase
de síntesis final.
Dios, nuestro Padre, no se
cansa nunca de perdonarnos porque nos conoce y nos ama.
Preguntas:
-¿Cómo actuaba Jesús con los pecadores?
-¿Cómo
nos ofrece hoy Jesús su perdón?
-¿De
qué trata la parábola del Padre misericordioso?
-¿Qué
le dijo Jesús a Zaqueo?
-¿Se
cansa el Padre de perdonarnos?
EN CLAVE JUNIORS:
Cada uno de nosotros conocemos nuestras
propias miserias, la realidad de no ser el educador Juniors que quisiéramos ser,
el cristiano tal como a Dios le gustaría. Él lo sabe por eso nos ofrece a
través de la Iglesia los sacramentos, estos “son una realidad familiar para los cristianos. Fuimos bautizados nada
más nacer, después crecimos y celebramos nuestra primera comunión; de jóvenes
recibimos la confirmación. Muchas veces hemos tenido la ocasión de reconocernos
pecadores y de recibir el perdón de Dios” (Rasgos de Identidad, pg. 29). Estos
se viven en el seno de la comunidad, porque nuestra fe no es un “yo-con-Dios”
sino un “nosotros-con-Dios”. Y para ayudarnos la Iglesia a través del obispo
diocesano envía a los sacerdotes. Si nos fijamos no hay ningún trozo de tierra
en la diócesis, ningún pueblo o barrio, por pequeño que sea, que no tenga un
párroco, un sacerdote a quien se le encomienda un sacerdote mediante la parroquia,
donde todos los que viven en su demarcación tienen derecho al servicio del
párroco y los sacerdotes a ella enviados. En los juniors esta función la
realiza el párroco, uno de los sacerdotes de la parroquia o “quien la Autoridad
eclesiástica designe” (Estatutos, art. 15, 1). Al consiliario le corresponde
nutrir “la vida espiritual de cada uno de los
miembros, mediante la celebración de los sacramentos, especialmente a través de
la Eucaristía y de la celebración de la Penitencia” (Plan Diocesano de
Formación, pg. 7), siendo los sacerdotes “quienes administran el sacramento de la
reconciliación, vital para recibir la gracia que restaura y fortalece nuestra relación
con Dios” (Manual de Espiritualidad Juniors, pg.54).
Por
otra parte el perdón y el sacramento de la Reconciliación se trata en Identidad
I y II, Estilo de Vida I, II y III y la
primera fase de Compromiso (Plan Diocesano de Formación, pg. 15, 19, 20, 21, 22
y 24).
COMPROMISO.
Nuestra
Ley Juniors “Amamos a todos los hombres como Jesús nos ama” es “toda una ley de
vida porque nos sugiere toda una forma de entender nuestras relaciones con los que
nos rodean” (Rasgos de Identidad, pg. 53I). Proponte eliminar alguno de tus
prejuicios hacia los compañeros de clase o trabajo.
CELEBRACIÓN.
Vivir el perdón es un signo de los cristianos.
Jesús nos invita a orar diciendo:
Padre, perdona nuestras ofensas como también nosotros
perdonamos a los que nos ofenden.
Nosotros decimos: ¡Señor, ten misericordia de nosotros,
porque hemos pecado contra Ti!
¡Muéstranos tu misericordia y danos tu Salvación!
No
te quedes con la oración. El próximo miércoles comienza la cuaresma. Busca a tu
consiliario y aprovecha para pedirle que te regale el sacramento de la
Reconciliación. Así podrás experimentar el abrazo de Jesús.
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