Lectura
del libro de Isaías 49, 3.5-6.
Me dijo el Señor:
-Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré.
Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como
siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he
sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza:
-Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y
traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones,
para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Comentario.
-Segundo
Isaías:
Marco:
mesianismo:
Dios
es fiel.
Dios
no abandona a su pueblo.
Dios
cumple lo que promete.
Dios
es salvador.
Siervo:
Llamado
a ser “luz de las naciones”.
Trae
la salvación a todos los pueblos.
-Contexto
histórico:
Tragedia
de Israel:
Dispersión
de las doce tribus.
Deportaciones
a Asiria y Babilonia por parte de sus respectivos imperios.
-Anuncio:
Reunión
de las doce tribus.
Restablecimiento
de Israel.
Apertura
universal:
La
salvación alcanzará “hasta el confín de la tierra”.
Salmo responsorial
Sal 40 (39)
Aquí
estoy Señor, para hacer tu voluntad. R/.
Yo
esperaba con ansia al Señor;
él
se inclinó y escuchó mi grito.
Me
puso en la boca un cántico nuevo,
un
himno a nuestro Dios. R/.
Tú
no quieres sacrificios ni ofrendas,
y,
en cambio, me abriste el oído;
no
pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,
entonces
yo digo: “Aquí estoy”. R/.
“-Como
está escrito en mi libro –
para
hacer tu voluntad.
Dios
mío, lo quiero,
y
llevo tu ley en las entrañas”. R/.
He
proclamado tu justicia
ante
la gran asamblea;
no
he cerrado los labios, Señor, tu lo sabes. R/.
Notas exegéticas.
40 Al himno de acción de gracias
sigue un grito de angustia convertido en el Sal 70. En el conjunto actual, la
primer aparte aparece como un examen del pasado, opuesto a las miserias del
presente y que justifica el recurso a Yahvé.
Segunda
lectura.
Comienzo
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-3.
Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y
Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corintio, a los
santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier
lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro:
a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Palabra de Dios.
Comentario.
-Comienza la lectura continua
de 1 Corintios.
-Título:
Condición de Pablo:
Apóstol:
Algunos cristianos consideraban
impropio que lo utilizada, porque no había pertenecido a los Doce.
Por voluntad de Dios.
Destinatarios: corintios.
-Textos de Pablo:
Los más antiguos del Nuevo
Testamento.
Evangelio.
X Lectura del
santo evangelio según san Juan 1, 29-34.
En aquel tiempo, al
ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
-Este es el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras
de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”.
Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado
a Israel.
Y Juan dio
testimonio diciendo:
-He contemplado al
Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien
veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu
Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
Textos
paralelos.
He aquí el Cordero de Dios
1 Jn 3, 5: Y ya
sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado.
1 S 9, 17: En cuanto
Samuel vio a Saúl, el Señor le advirtió: “Este es el hombre de quien te hablé.
Ese gobernará a mi pueblo”.
Porque existía antes
que yo.
Jn 8, 58: Jesús les
dijo: “En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy”.
Jn 1, 1: En el
principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era
Dios.
He visto al Espíritu
que bajaba como una paloma.
Is 11, 2: Sobre él
se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento,
espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor.
Is 61, 1: El
Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha
enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones
desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la
libertad.
Mc 1, 10: Apenas
salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como
una paloma.
Mt 3, 16: Apenas se
bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de
Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.
Lc 3, 21-22: Y sucedió
que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y
mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con
apariencia corporal semejante a una paloma.
Jn 1, 33: Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien
veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu
Santo”.
Aquel sobre quien
veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautiza con
Espíritu Santo.
Jn 3, 5: Jesús
contestó: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu
no puede entrar en el reino de Dios”.
Mt 3, 11: Yo os
bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más
fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego.
Lo he visto y doy
testimonio.
Is 42, 1: Mirad a mi
siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi
espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones.
Es el Elegido de
Dios.
Lc 9, 35: Y una voz
desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo”.
Lc 23, 35: El pueblo
estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: “A otros ha
salvado; que se salve a sí mismo; si él es el Mesías de Dios, el elegido”.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
1 29
El “pecado”
(en singular) por excelencia es negarse a reconocer a Cristo como el enviado de
Dios, aquel que ha venido a revelarnos la “verdad”; es estar “ciego” hasta el
punto de no saber cuál es la voluntad de Dios sobre el hombre rechazando al
nuevo Moisés. Como el Siervo de Dios del que habla Is 42, 1-4, y al que aludirá
Jn 1, 34, él quita el pecado gracias a la enseñanza que nos da. Por eso,
algunos han pensado que el término “cordero” era una mala traducción de un
original hebreo que significaba también “siervo”. – La tradición joánica conoce
posiblemente la interpretación targúmica del sacrificio de Isaac, “atado sobre
el monte como un cordero sobre el altar”,
Gn 22, 2.6-9, y ve en Isaac una figura de Cristo. Para Jn, Jesús es también el “Cordero”
pascual que, por su muerte, recibe dominio sobre los hombres y por tanto quita
el “pecado” del mundo. – Para la primera carta de Juan, Jesús ha venido a
quitar tanto nuestros pecados como los de todo el mundo.
Gn 22, 2: Dios dijo:
“Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y
ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré”.
Gn 22, 6-8: Abraham
tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el
fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abraham, su padre: “Padre”.
Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío”. El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña,
pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?”. Abraham contestó: “Dios
proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío”. Y siguieron caminando
juntos.
1 31
Según
las tradiciones judías, el Mesías, que no se distinguía en nada de los demás
hombres, debía permanecer de incógnito hasta el día en que fuera manifestado
como Mesías, por Elías vuelto a la tierra, Ml 3, 23-24. Este tema es el que se
evoca en 1, 26. 31, ver 7, 27, versículos que quizá estaban unidos en una
redacción más antigua.
Ml 3, 23-24: Mirad,
os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible.
Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los
hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la
tierra.
Jn 7, 27: Pero este
sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de
donde viene.
1 33
Por
cuanto el Espíritu reposa sobre él Cristo podrá comunicarlo a los demás,
realizando así la profecía de Ez 36, 26-27, ver alianza nueva de Jr 31, 31.
Pero esta efusión del Espíritu solo tendrá lugar una vez que Cristo haya sido “glorificado”
o “elevado” a la diestra de Dios el día de Pentecostés.
Ez 36, 26-27: Y os
daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra
carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi
espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis
mis mandatos.
1 34
Alusión
a Is 42, 1. Jesús es el Siervo sobre el que Dios ha puesto su Espíritu. Juan
invierte los datos del relato del bautismo de Cristo. Mc 1, 9-11: ya no es
Jesús, sino el Bautista, quien ve el Espíritu bajar; ya no es la voz celeste la
que da testimonio de Cristo, sino el Bautista. Variante: “el Hijo de Dios”, por
armonización con Mt 3, 17.
Mt 3, 17: Y vino una
voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
29 EL CORDERO (cf.
referencias bíblicas; otras posibles alusiones en Ex 12 y Ap 14; es imagen
común en la literatura apocalíptica): J. Jeremías piensa que la misma palabra ambivalente
– en arameo talyá, en hebreo taléh – fue usada por el Bautista
con el significado de siervo, pero al traducirse al griego su testimonio
se entendió con su segundo significado: cordero. También, es probable
que, en este título haya influido la literatura targúmica, que daba mucha importancia
al sacrificio de Isaac “atado sobre el monte como un cordero sobre el altar”,
como sacrificio expiatorio. O podría tratarse de un título emblemático (A. Schökel):
en contraste con los títulos de los poderosos en Oriente (“león”, “novillo”,
etc.), Jesús llevaría el nombre del animal más frágil e indefenso. De cualquier
forma, es el cordero DE DIOS, el que pertenece a Dios, sobre el que Dios tiene
derechos; o bien, con el Targum: el cordero preparado por Dios. Con el
sacrificio de su vida ofrecida a Dios, este Cordero VA A CARGAR SOBRE SÍ (lit.
participio de presente con valor de futuro) EL PECADO específico de la
incredulidad (para Jn “el pecado” – en griego hê hamartía – no es
tanto una culpa moral concreta cuanto no creer que Jesús es Hijo de
Dios). // Fray Luis de León sabía muy bien que “cuando san Juan de este Cordero
dice que quita los pecados del mundo, no solamente dice que los quita, sino
que, según la fuerza de la palabra [griega: aírô], así los quita de
nosotros que los carga sobre sí mismo y los hace como suyos para ser él
castigado por ellos y que quedásemos libres”.
31 AL BAUTIZAR. lit. bautizando.
32 El texto supone que
los lectores conocen ya la narración del bautismo de Jesús.
34 VI... TESTIFICO: la
traducción intenta reproducir el matiz de perfecto gramatical de los dos verbos
griegos del texto. En el proceso entablado entre la luz y la oscuridad, el
Bautista cumple perfectamente su misión de ser testigo de la luz (cf. vs. 7-8).
Notas exegéticas
de la Biblia Didajé.
1,
19-34 Juan Bautista no se identificó como Cristo ni con Elías o Moisés; más
bien afirmó que era la voz que clamaba en el desierto, que preparaba el camino
para la venida del Mesías, Cordero de Dios. Cat. 438, 613.
1,
29 El
cordero es una imagen que se asocia con la fiesta de la Pascua y con el Éxodo,
cuando Dios mandó a los israelitas que sacrificaran a un cordero sin defecto y
rociaran con su sangre las jambas y el dintel de la casa donde lo comieran,
para librarse de la misma plaga, en la que morirían los primogénitos. Esta
imagen también lleva a cumplimiento las profecías del Siervo doliente en
Isaías, ya que retrata al protagonista como un cordero inocente sacrificado
para expiar los pecados de los demás (Is 53, 7-12). Pecado del mundo:
Este término se refiere a las consecuencias del pecado original y a la totalidad
de los pecados personales de la humanidad. Cat. 408, 523, 1137 y 1505.
1,
32 Cristo
no tenía necesidad de arrepentirse, pero se bautizó junto a los pecadores para
identificarse con la humanidad pecadora. Juan Bautista testificó como el
Espíritu vino a posarse en Cristo, corroborando así las narraciones del
bautismo de los evangelios sinópticos. Para Juan (y para nosotros), el descenso
del Espíritu ratifica que Jesús es el Mesías, Dios Hijo ungido por el Espíritu
Santo. Cat. 438, 486, 536, 719 y 1286.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
438 La consagración mesiánica de
Jesús manifiesta su misión divina. “Por otra parte eso es lo que significa su
mismo nombre, porque en el nombre de Cristo está sobrentendido Él que ha
ungido. Él que ha sido ungido y la Unción misma con la que ha sido ungido: Él
que ha ungido, es el Padre, Él que ha sido ungido, es el Hijo, y lo que ha sido
en el Espíritu que es la Unción. Su eterna consagración mesiánica fue revelada en
el tiempo de su vida terrena, en el momento de su bautismo, por Juan cuando “Dios
le ungió por el Espíritu Santo y con poder” (Hch 10, 38) “para que él fuese
manifestado a Israel” (Jn 1, 31) como su Mesías. Sus obras y sus palabras lo
dieron a conocer como “el santo de Dios”.
613 La muerte de Cristo es a la vez
el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los
hombres por medio del “Cordero que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29) y el sacrifico de la Nueva
Alianza que devuelve al hombre a la comunión con Dios reconciliándole con
Él por “la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26,
28).
408 Las consecuencias del pecado
original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en
su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de
san Juan: “el pecado del mundo” (Jn 1, 29). Mediante esta expresión significa también
la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones
comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres
(cf. S. Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, 16).
1137 El Apocalipsis de san Juan, leído
en la liturgia de la Iglesia, nos revela primeramente que “un trono estaba
erigido en el cielo y Uno sentado en el trono”: “el Señor Dios” (Is 6, 1).
Luego revela al Cordero, “inmolado y de pie” (Ap 5, 6; Jn 1, 29): Cristo
crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero, el
mismo “que ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado” (Liturgia Bizantina.
Anáfora de San Juan Crisóstomo).
486 Toda la vida de Jesucristo
manifestará “como Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder” (Hch 10,
38).
536 El bautismo de Jesús es, por su
parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja
contar entre los pecadores; es ya “el Cordero de Dios que quita el pecado del
mundo” (Jn 1, 29); anticipa ya el “bautismo” de su muerte sangrienta (Mc 10,
38).
719 Con respecto a Juan, el Espíritu
colma así las “indagaciones de los profetas” y el ansia de los ángeles (1 Pe 1,
10-12): “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése
es el que bautiza con el Espíritu Santo, Y yo lo he visto y doy testimonio de
que este es el Hijo de Dios [...] He aquí el Cordero de Dios” (Jn 1, 33-36).
1286 En el Antiguo Testamento, los
profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías
esperado para realizar su misión salvífica. El descenso del Espíritu Santo
sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que Él era el que debía
venir, el Mesías, el Hijo de Dios.
Concilio Vaticano II
Cordero inocente, con su entrega libérrima de su
sangre nos mereció la vida. En Él Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y
nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de
nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a
sí mismo por mí (Gal 2, 20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para
seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la
muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.
Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo
Actual Gaudium et Spes, 22
San Agustín
Por tanto, hermanos míos, cuando aquella Trinidad se
manifestó sensiblemente en la carne, apareció la Trinidad entera en el río en
que Juan bautizó al Señor. Una vez bautizado, salió del agua, descendió la
paloma y sonó la voz del cielo: Este es mi Hijo amaod, en quien me he complacido
(Mt 3, 17). El Hijo se manifiesta en el hombre; el Espíritu en la paloma;
el Padre en la voz. Algo inseparable se ha manifestado separablemente. [...] Mas
he aquí que en atención a los hombres, hermanos, se manifestó sirviéndose de
una paloma, y así se cumplió: Sobre él florecerá mi santificación. Florecerá,
se dijo; esto es, se manifestará claramente, pues nada hay más resplandeciente
y más visible en un árbol que su flor.
Sermón 308 A, 4-5. II, pg. 712.
Los Santos Padres.
Quien es tan puro que puede incluso purificar a los demás limpiándolos de
sus pecados, evidentemente no se acerca al Bautista para confesar sus pecados,
sino para prestar a tan admirable precursor una nueva ocasión de grabar en la
mente de sus oyentes las palabras que ya había dicho y para añadir, además,
otras enseñanzas.
San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 17, 1. IVa,
pg. 130.
Puesto que son cinco los animales ofrecidos sobre el altar: tres de la
tierra y dos volátiles (cf. Lv 5, 6-7.18), me parece que conviene preguntarse
por qué el Salvador es llamado por Juan “cordero” [...] Los cinco animales son:
un ternero, una oveja, una cabra, una tórtola y una paloma, de los tres son de
la tierra, es decir, ternero, oveja y cabra. [...] Se trata del Cordero que,
según razones inefables, es llevado al sacrificio de expiación por el universo
entero (cf. Ap 5, 9), que ha aceptado incluso ser inmolado conforme a la medida
de amor del Padre para con los hombres; con su sangre nos ha rescatado de aquel
que nos había comprado, en cuanto que estábamos corrompidos por los pecados.
Orígenes, Comentarios al Ev. de Juan, 6. IVa, pg. 131.
El Cordero que quita el pecado del mundo – cordero que nos sustenta con
el alimento de su carne y de su sangre para que no perezcamos –, estranguló al
león que trajo el pecado del mundo.
San Beda, Homilías sobre los Evangelios, 2, 7. IVa, pg. 131.
Es representado como carnero, porque va delante del rebaño; es hallado
entre espinos, cuando a nuestro padre Abrahán se le mandó perdonar a su hijo,
pero que no volviera sin haber ofrecido un sacrificio. Isaac era Cristo y el
carnero era Cristo. Isaac lleva la leña para su propio sacrificio; Cristo fue
cargado con el peso de su propia cruz.
Agustín, Sermones, 19, 3. IVa, pg. 132.
Abel supo también dividir, ya que ofreció un sacrificio de las primicias
de las ovejas, enseñando que no iban a agradar a Dios los dones de la tierra,
que habían degenerado en un pecador, sino esos dones en los cuales brillará la
gracia del divino misterio. Así pues, profetizó que nosotros habíamos sido
redimidos de la culpa por la pasión del Señor, sobre el cual está escrito: “He
aquí el Cordero de Dios; he aquí el que quita el pecado del mundo”.
San Ambrosio, El misterio de la Encarnación del Señor, 1, 4. IVa,
pg. 132-133.
Eleazar dio a Rebeca como esposa [a Isaac] junto al agua de los pozos (Gn
24, 2-67); Jacob hizo lo mismo con Raquel (Gn 29, 1-21) y Moisés respecto a Sefora
(Ex 2, 16-21). Todos fueron figuras de nuestro Señor que desposó a su Iglesia
en las aguas del Jordán. Lo mismo que Eleazar, junto a la fuente, mostró a
Rebeca a su señor Isaac, que avanzaba por el campo a su encuentro, así también
Juan, desde la fuente del río Jordán, mostró a nuestro Señor: “Este es el Cordero
de Dios que quita el pecado del mundo”.
San Efrén de Nisibi, Comentario al Diatessaron, 3, 17. IVa, pg.
134.
El mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, posee el
Espíritu Santo en todo, siempre y continuamente.
San Gregorio Magno, Libros morales, 2, 56, 90-92. IVa, pg. 135.
San Juan de Ávila
Y aunque tanto hobieses hecho tú como el mismo
demonio que te trae a desesperación, debes esforzarte en Cristo, Cordero
de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn 1, 29); del cual estaba
profetizado que había de arrojar todos nuestros pecados en el
profundo mar (Mi 7, 19) y que había de ser ungido el Santo de los santos, y
tener fin el pecado, y haber sempiterna justicia (Dn 9, 24). Pues, si los pecados
están ahogados, quitados y muertos, ¿qué es la causa pr que enemigos tan flacos
y vencidos te vencen, y te hacen desesperar?
Audi filia (II), 19. I, pg. 579.
Pues, si uno, que es David, tantos tiene, ¿quién contará
los que no tienen todos los hombres, muchos de los cuales hicieron más y
mayores pecados que no David? ¡En cuánto trabajo te metiste, oh cordero
de Dios, para quitar los pecados del mundo! (cf. Jn 1, 29).
Audi filia (II), 79. I, pg. 709.
Veamos, pues, las condiciones del Esposo. Díganoslo
San Juan: Ecce agnus Dei (Jn 1, 29). Cordero se llama
manso, humilde, obediente, sufrido. Esta es la condición, señoras, de vuestro Esposo.
Pues, ¿cuál ha de ser la condición de la esposa? Él lo dice en los Cantares,
donde la llama paloma (Ct 2, 14; 5, 2; 8, 8) y tórtola (Ct 1, 9; 2, 12). Paloma
sin
hiel, mansa sufrida, paciente como paloma. La monja airada, la monja enojada,
brava y mal sufrida, la que es vocinglera, no es buena esposa de Jesucristo,
pues no tiene las condiciones de su Esposo, no es paloma.
Platica a las clarisas de Montilla, 7. I, pg. 885.
Dice San Juan: “¿Quién es el que nos hace este
bien? Ecce agnus Dei, ecce qyi tollit peccata mundi (Jn 1, 29). ¿No se
habían de ir los pecadores tras este Cordero? Es cordero manso y quita los
pecados.
Lecciones sobre 1 San Juan (I), pg. II, pg. 280.
Que con el Salvador nació nuestra justicia. De
manera que los que se condenan, por su culpa es; y lo mesmo los que hacen
pecados, y por su gran pereza; pues quien quisiere tomar la medicina, sanará, y
quien quisiere jugar de las armas, vencerá. En el mundo está: venido es ya el
cordero de Dios, el que quita los pecados: Ecce agnus Dei... Et peccatum in
eo non et (Jn 1, 29). Que, si pecado alguno tuviera, no fuera bueno para perdonar
pecados. Nunc autem. Porque no lo tiene, ni lo puede tener.
Lecciones sobre 1 San Juan (II), lección
19. II,
pg. 425.
Pregúntasme dónde está Cristo para que me llegue y
por Él suba al Padre, y responderte he señalando con el dedo como San Juan
Baptista, y decirte he tan grande verdad como dice él, y la mesma verdad que
dijo él: he allí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo
(Jn
1, 29). Allí está, vestido de unos accidentes de pan, y por harto más
maravillosa manera que estaba cuando lo señaló San Juan con su dedo.
Homilía Jueves Santo. III, pg. 419.
Este Señor es Cordero y quita los pecados del
mundo (cf. Jn 1, 29), cuya muerte tuvo virtud para esto, aun antes que Él la
padeciese en la cruz; por lo cual se dice muerto desde el principio del
mundo (Ap 13, 8). Este es el árbol de la vida, puesto en medio de la Iglesia
para que quien comiere de él viva para siempre.
Homilía Santísimo Sacramento. III, pg. 597.
Sale al camino. Había oído decir de Cristo grandes
bienes y cómo hacía grandes milagros y lanzaba los demonios. Salióle al camino.
¡Bienaventurado aquel a cuyos oídos han venido estas nuevas de Cristo! Albricias
habríamos de dar a quien nos las trajese. En discípulo que San Juan dijo: Ecce
agnus Dei (Jn 1, 29-36), vanse tras de Él sus discípulos. ¿Pequeñas nuevas son
decir que tienes quien te ama tanto que tan atravesado te tiene en su corazón,
que murió por ti en una cruz? ¿Albricias, que es venido quien hará las
amistades entre Dios y los hombres, quien amansará a Dios, quien te dará
alegría en tu corazón y te consolará en tus trabajos! Este es el que te rescató
del poderío del demonio y de la subjección de los pecados, y te quitó de los
males y trabajos, y te hinchió de todos los bienes y descansos.
Homilía Jueves de la semana I de Cuaresma. III, pg. 141.
¿A qué veniste, Señor, pues no veniste en balde?
El Espíritu del Señor está sobre mí, entended en cuanto
hombre, que, en cuanto Dios, antes el Espíritu Santo procede de Él y del Padre,
y por tanto se ha de entender en cuanto hombre, y de esta manera lo entendió Sant
Joan en el c. 1, ca dice: No le fue dao el Espíritu por medida (Jn 3, 34; 1, 32s),
porque le fue dada a la santísima ánima de Cristo grandísima copia de gracia,
no como a los otros santos, quia de plenitudine eius omnes acceptamus (Jn 1, 16).
Homilía en vísperas de Navidad. III, pg. 51.
¡Oh Jesús benditísimo, Hijo de Dios Padre y de la
bendita Madre Virgen María, cordero de Dios, que quitas los pecados del
mundo
(cf. Jn 1, 29.36), abogado y amansamiento delante del padre por nosotros tus
siervos, consuelo de tristes, riqueza de pobres, poderoso esfuerzo de los
enflaquecidos!
A una señora afligida contrabajos corporales y
tristezas espirituales. IV, pg. 231.
419, 597 141, 97, 51
San Oscar Romero.
A mí me da mucho
gusto, hermanos -perdonen Uds. que son fieles que me escuchan con amor, con
devoción-, que les diga que me da más gusto que me escuchen los enemigos. Me
están escuchando porque sé que les llevo una palabra de amor. No los odio, no
deseo venganza, no les deseo males. Les pido que se conviertan, que vengan a ser
felices con esta felicidad que ustedes los hijos de la parábola que siempre
estuvieron con el Padre, gozaron las alegrías de su fe, sintieron como me dijo
un amigo ayer con tanto cariño: "Sepa que todo lo bueno está con
usted". Hermanos, yo no sé distinguir entre bueno y malo. Todos son hijos
de Dios, a todos los quiere el Señor. Un llamamiento universal de salvación
está aquí en las lecturas de hoy.
Homilía. 15 de enero de 1978.
Papa Francisco.
Queridos hermanos y hermanas: ¡buenos días!
Este segundo domingo del tiempo ordinario supone
una continuación a la Epifanía y la fiesta del Bautismo de Jesús. El pasaje
evangélico (cf. Juan 1, 29-34) nos habla aún de la manifestación de Jesús. En
efecto, después de haber sido bautizado en el río Jordán, Jesús fue consagrado
por el Espíritu Santo que se posó sobre Él y fue proclamado Hijo de Dios por la
voz del Padre celestial (cf. Mateo 3, 16-17 y siguientes). El evangelista Juan,
a diferencia de los otros tres, no describe el evento, sino que nos propone el
testimonio de Juan el Bautista. Fue el primer testigo de Cristo. Dios lo había
llamado y preparado para esto.
El Bautista no puede frenar el urgente deseo de dar
testimonio de Jesús y declara: «Y yo lo he visto y doy testimonio» (v. 34).
Juan vio algo impactante, es decir, al Hijo amado de Dios en solidaridad con
los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, un
verdadero cambio de rumbo. De hecho, mientras que en todas las religiones es
el hombre quien ofrece y sacrifica algo para Dios, en el caso de Jesús es Dios
quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad. Juan manifiesta
su asombro y su consentimiento ante esta novedad traída por Jesús, a través de
una expresión significativa que repetimos cada día en la misa: «¡He ahí el
Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (v. 29).
El testimonio de Juan el Bautista nos invita a
empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde
Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros.
Sorprendámonos una vez más por la elección de Dios de estar de nuestro lado, de
solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal
haciéndose cargo de él totalmente.
Aprendamos de Juan el Bautista a no dar por sentado
que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él (cf. v. 31). No es
así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un icono de
Cristo, un “Rostro Santo”. Contemplemos con los ojos y más aún con el
corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro de nosotros
nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Él, sólo
Él ha cargado, sólo Él ha sufrido, sólo Él ha expiado el pecado de cada uno de
nosotros, el pecado del mundo, y también mis pecados. Todos ellos. Los cargó
todos sobre sí mismo y los quitó de nosotros, para que finalmente fuéramos
libres, no más esclavos del mal. Sí, todavía somos pobres pecadores, pero no
esclavos, no, no somos esclavos: ¡somos hijos, hijos de Dios!
Que la Virgen María nos otorgue la fuerza de dar
testimonio de su Hijo Jesús; de anunciarlo con alegría con una vida liberada
del mal y palabras llenas de fe maravillada y gratitud.
Ángelus. 19 de enero de 2020.
Papa Francisco. Audiencia.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Antes de comenzar esta catequesis, quisiera que nos
uniéramos a los que, aquí al lado, están rindiendo homenaje a Benedicto XVI y
dirijo mi pensamiento a él, que fue un gran maestro de catequesis. Su pensamiento
agudo y educado no era autorreferencial, sino eclesial, porque siempre quiso
acompañarnos al encuentro con Jesús. Jesús, el Crucificado resucitado, el
Viviente y el Señor, fue la meta a la que nos condujo el Papa Benedicto,
llevándonos de la mano. Que nos ayude a redescubrir en Cristo la alegría de
creer y la esperanza de vivir.
Con esta catequesis de hoy concluimos el ciclo
dedicado al tema del discernimiento, y lo hacemos completando el discurso sobre
las ayudas que pueden y deben sostenerlo: sostener el proceso de
discernimiento. Una de ellas es el acompañamiento espiritual, importante, en
primer lugar, para el conocimiento de uno mismo, que hemos visto que es una
condición indispensable para el discernimiento. Mirarse en el espejo, a solas,
no siempre ayuda, porque uno puede fantasear la imagen. En cambio, mirarse
al espejo con la ayuda de otro, eso ayuda mucho porque el otro te dice la
verdad —cuando es veraz— y así te ayuda.
La gracia de Dios en nosotros siempre actúa sobre
nuestra naturaleza. Pensando en una parábola evangélica, podemos comparar la gracia a la
buena semilla y la naturaleza a la tierra (cf. Mc 4,3-9). Es importante, en
primer lugar, darnos a conocer, sin tener miedo a compartir los aspectos más
frágiles, en los que nos descubrimos más sensibles, débiles o temerosos de
ser juzgados. Darse a conocer, manifestarse a una persona que nos acompañe en
el viaje de la vida. No que decida por nosotros, no: que nos acompañe. Porque la
fragilidad es, en realidad, nuestra verdadera riqueza: somos ricos en
fragilidad, todos; la verdadera riqueza, que debemos aprender a respetar y
acoger, porque, cuando se la ofrecemos a Dios, nos hace capaces de ternura,
de misericordia y de amor. Ay de las personas que no se sienten frágiles:
son duras, dictatoriales. En cambio, las personas que reconocen con humildad
sus propias fragilidades son más comprensivas con los demás. La fragilidad
—diría— nos hace humanos. No es casualidad que la primera de las tres
tentaciones de Jesús en el desierto —la relacionada con el hambre— intente
robarnos nuestra fragilidad, presentándonosla como un mal del que hay que
deshacerse, un impedimento para ser como Dios. En cambio, es nuestro tesoro más
preciado: de hecho, Dios, para hacernos semejantes a Él, quiso compartir hasta
el final nuestra propia fragilidad. Miremos el crucifijo: Dios que baja
precisamente a la fragilidad. Miremos al pesebre donde llega con una fragilidad
humana grande. Él compartió nuestra fragilidad.
Y el acompañamiento espiritual, si es dócil al
Espíritu Santo, ayuda a desenmascarar malentendidos, incluso graves, en la
consideración que tenemos de nosotros mismos y en nuestra relación con el
Señor. El Evangelio presenta varios ejemplos de conversaciones
clarificadoras y liberadoras hechas por Jesús. Pensemos, por ejemplo, en la de
la Samaritana, que leemos, leemos, y siempre hay esa sabiduría y ternura de
Jesús; pensemos en la que tuvo con Zaqueo, con la mujer pecadora, con Nicodemo
y con los discípulos de Emaús: la manera de acercarse del Señor. Las personas
que tienen un verdadero encuentro con Jesús no temen abrirle su corazón,
presentarle su vulnerabilidad, su propia insuficiencia, su propia fragilidad.
De este modo, su compartir se convierte en una experiencia de salvación, de
perdón libremente recibido.
Contar ante otra persona lo que hemos vivido o lo
que buscamos ayuda a aportar claridad en nuestro interior, sacando a la luz los
muchos pensamientos que nos habitan y que a menudo nos perturban con sus
insistentes estribillos. Cuántas veces, en momentos oscuros, tenemos
pensamientos así: “Lo he hecho todo mal, no valgo nada, nadie me comprende,
nunca tendré éxito, estoy destinado al fracaso”, cuántas veces se nos ha
ocurrido pensar estas cosas. Pensamientos falsos y venenosos, que la
confrontación con el otro ayuda a desenmascarar, para sentirnos amados y
estimados por el Señor por lo que somos, capaces de hacer cosas buenas por Él.
Descubrimos con sorpresa formas distintas de ver las cosas, signos de bondad
que siempre han estado presentes en nosotros. Es verdad, podemos compartir
nuestras fragilidades con el otro, con el que nos acompaña en la vida, en la
vida espiritual, el maestro de vida espiritual, sea laico, sea sacerdote, y
decir: “Mira lo que me pasa: soy un desgraciado, me pasan estas cosas”. Y quien
nos acompaña responde: “Sí, todos pasamos estas cosas”. Esto nos ayuda a
aclararlas bien y ver de dónde vienen las raíces y así superarlas.
Quien acompaña —el acompañante o la acompañante— no
sustituye al Señor, no hace el trabajo en lugar del acompañado, sino que camina
a su lado, le anima a leer lo que se mueve en su corazón, el lugar por
excelencia donde habla el Señor. El acompañante espiritual, al que llamamos
director espiritual —no me gusta este término, prefiero acompañante espiritual,
es mejor—, es el que te dice: “Muy bien, pero mira aquí, mira aquí”, te
llama la atención sobre cosas que pueden estar pasando; te ayuda a comprender
mejor los signos de los tiempos, la voz del Señor, la voz del tentador, la voz
de las dificultades que no logras superar. Por eso es muy importante no caminar
solos. Hay un dicho en la sabiduría africana —porque tienen esa mística de la
tribu— que dice: “Si quieres ir rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve
acompañado”, ve acompañado, ve con tu gente. Esto es importante. En la vida
espiritual es mejor estar acompañado por alguien que conozca nuestras cosas y
nos ayude. Y eso es acompañamiento espiritual.
Este acompañamiento puede ser fructífero si, ambas
partes, han experimentado la filiación y la fraternidad espiritual. Descubrimos
que somos hijos de Dios cuando descubrimos que somos hermanos, hijos del mismo
Padre. Por eso es indispensable formar parte de una comunidad en camino.
No estamos solos, somos gente de un pueblo, de una nación, de una ciudad que
camina, de una Iglesia, de una parroquia, de este grupo... una comunidad en
camino. No vamos solos al Señor: esto no está bien. Tenemos que entenderlo.
Como en el relato evangélico del paralítico, a menudo somos sostenidos y
curados gracias a la fe de otra persona (cf. Mc 2,1-5); que nos ayuda a
avanzar, porque todos tenemos a veces parálisis interiores y hace falta alguien
que nos ayude a superar ese conflicto con su ayuda. No vamos solos al Señor,
recordémoslo; otras veces, somos nosotros quienes asumimos ese compromiso por
otro hermano o hermana. Y somos acompañantes para ayudar al otro. Sin
una experiencia de filiación y fraternidad, el acompañamiento puede dar lugar a
expectativas irreales, malentendidos y formas de dependencia que dejan a la
persona en un estado infantil. Acompañamiento, pero como hijos de Dios y
hermanos con nosotros.
La Virgen María es maestra de discernimiento: habla
poco, escucha mucho y guarda en su corazón (cf. Lc 2,19). Las tres
actitudes de la Virgen: hablar poco, escuchar mucho y guardar en el corazón. Y
las pocas veces que habla, deja huella. Por ejemplo, en el Evangelio de
Juan, hay una frase muy breve pronunciada por María que es una consigna para
los cristianos de todos los tiempos: «Hagan lo que Él les diga» (cf. 2,5). Es
curioso: una vez oí a una anciana muy buena, muy piadosa; no había estudiado
teología, nada. Era muy sencilla. Y me dijo: “¿Sabe el gesto que hace siempre
la Virgen?”. No sé: te mima, te llama... “No, el gesto que hace la Virgen es éste”
[señala con el índice]. No entendí y le pregunté: “¿Qué significa?” . Y la
anciana me contestó: “Siempre señala a Jesús”. Qué bonito: la Virgen no toma
nada para sí, señala a Jesús. Hagan lo que Jesús les diga: así es la
Virgen. María sabe que el Señor habla al corazón de cada uno, y nos pide que
traduzcamos esta palabra en acciones y opciones. Ella supo hacerlo mejor
que nadie, y de hecho está presente en los momentos fundamentales de la vida de
Jesús, especialmente en la hora suprema de su muerte de cruz.
Queridos hermanos y hermanas, terminamos esta serie
de catequesis sobre el discernimiento: el discernimiento es un arte, un arte
que se puede aprender y que tiene sus propias reglas. Si se aprende bien,
permite vivir la experiencia espiritual de manera cada vez más bella y
ordenada. Ante todo, el discernimiento es un don de Dios, que hay que pedir
siempre, sin presumir nunca de experto y autosuficiente. Señor, dame la gracia
de discernir en los momentos de la vida, qué tengo que hacer, qué tengo que entender.
Dame la gracia de discernir, y dame la persona que me ayude a discernir.
La voz del Señor siempre se reconoce, tiene un
estilo único, es una voz que apacigua, anima y tranquiliza en las dificultades.
El Evangelio nos lo recuerda constantemente: «No temas» que bellas las palabras
del ángel a María después de la resurrección de Jesús; «no temas», «no tengáis
miedo», es justo el estilo del Señor: «no temas». «¡No temas!», nos repite el
Señor hoy también a nosotros; «no temas»: si confiamos en su palabra, jugaremos
bien el partido de la vida, y podremos ayudar a los demás. Como dice el Salmo,
su Palabra es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino (cf.
119.105). Gracias.
Comentario al evangelio del domingo.
-Encuentro de Juan y Jesús en el
Jordán:
Comienzo de la vida pública de Jesús.
-Bautismo de Jesús:
En los cuatro evangelios:
Difieren sinópticos y Juan.
-Teología:
Título de Jesús en el bautismo:
Cordero de Dios que quita el pecado
del mundo:
Referencia a la Pascua.
Condición preexistente de Jesús:
En continuidad con el prólogo.
-Bautismo:
De Juan: con agua (precede)
De Jesús: con Espíritu Santo.
-Dos temas importantes en Juan:
Haber visto.
Dar testimonio.
ORACIÓN JUNIORS.
EXPERIENCIA.
Cierra los ojos y
sígnate tomando conciencia de hallarte en lugar sagrado, habitado por Dios.
Recuerda el camino que
hoy has trazado desde que te levantaste hasta que has alcanzado este momento,
la meta, el encuentro orante con Dios: los lugares, las personas, los
sentimientos y estados de ánimo.
Escucha la canción de
este enlace las veces que necesites, con los ojos cerrados:
https://www.youtube.com/watch?v=yqcTJ-Z_WKg
¿Cuál ha sido la frase
que te ha llamado la atención?
Repítela en tu interior,
consciente de hallarte ante Dios, quien está en lo secreto y ve en lo secreto
(cf. Mt 6, 6).
Mira el vídeo, sin la
canción, buscando el mensaje del Espíritu Santo en una de las imágenes o frases.
Ora con la que más te ha atrapado.
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Juan 1, 29-34.
En aquel tiempo, al
ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:
-Este es el Cordero
de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras
de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”.
Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado
a Israel.
Y Juan dio
testimonio diciendo:
-He contemplado al
Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo
conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien
veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu
Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.
¿Qué dice el texto? Lee
varias veces el texto, sino lo entiendes invoca al Espíritu Santo, permite que
repose en ti la Palabra de Dios. El evangelista Juan no narra el bautismo de
Jesús sino lo refiere al testimonio del Bautista, quien aporta las claves para
comprenderlo. Jesús es el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, es
decir, lo compara al cordero que salvó la vida de Isaac cuando iba a ser
sacrificado por Abraham y al cordero sacrificado durante la Pascua, cuya sangre
impidió al ángel exterminador entrar en los hogares hebreos. El pecado del
mundo significa primeramente el rechazo de Jesús como Mesías e Hijo de Dios,
también es el pecado original y por extensión todos los pecados cometidos desde
Adán y Eva, a nivel individual y colectivo. Jesús es el Siervo de Yahvé
anunciado por Isaías en quien descansa el Espíritu. Y por este motivo, porque
es el ungido, la zarza ardiente, puede bautizar a las mujeres y los hombres con
el fuego del Espíritu.
¿Qué te dice?
Recuerda el momento de experiencia: el camino recorrido desde que te levantaste,
las imágenes, la canción. Imagina la escena. Busca un retrato de Jesús, míralo,
es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que quita tu pecado.
Permanece en silencio, repitiendo la exclamación de Juan el Bautista.
COMPROMISO.
Durante esta semana dedica un rato a contemplar la cruz, repite
frecuentemente la exclamación de Juan: “Este es el Cordero de Dios que quita el
pecado del mundo”, “Tú eres el Cordero de Dios que quitas mi pecado”.
CELEBRACIÓN.
Escucha
esta canción.
https://www.youtube.com/watch?v=yqcTJ-Z_WKg
GUIÓN MISA NIÑOS.
DOMINGO
III T.O. 22 de enero de 2023.
Monición de entrada.-
Queridos
hermanos:
Después
de ser bautizado Jesús se fue al desierto.
Y
cuando volvió llamó a los primeros apóstoles.
Ellos
le dijeron que sí.
También
en la misa Jesús nos pide que estemos con Él.
Señor ten piedad.-
Jesús, te creemos.
Señor, ten piedad.
Jesús,
queremos parecernos a ti . Cristo, ten piedad.
Jesús,
en ti ponemos nuestra ilusión. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la unión de los
cristianos. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por los cristianos que no
son católicos. Señor.
Jesús, te pido por las personas que nos
enseñan. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros que queremos
estar a tu lado. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, hoy tú nos señalas con el dedo a
Jesús y nos dices que seamos sus amigos. Ayúdanos a ser buenos amigos de Jesús.
GUIÓ MISSA D’INFANTS. DIUMENGE III T.0.
22
de gener de 2023.
Monició d’entrada.-
Estimades germanes i germans:
Després
de ser batejat Jesús va anar al desert.
I
quan tornà cridà als seus primers apòstols
Ells
li van dir que sí.
També
a la missa Jesús ens demana que estiga’m amb ell.
Senyor, tingueu
pietat.-
Jesús, en tu
creiem. Senyor, tingueu pietat.
Jesús, volem ser
com tu. Crist, tingueu pietat.
Jesús, en tu fiquem
les nostres il.lusions. Senyor, tingueu pietat.
Plegaries.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enrique. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per la unitat dels
cristians. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels cristians que no
són catòlics. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per les persones que
ens ensenyen. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per nosaltres, que volem
estar al teu costat. T’ho demane, Senyor.
Acció de gràcies.-
Maria, avui tu ens assenyales amb el dit
a Jesús i ens dius que siga’m els seus amics. Ajuda’ns a ser bons amics de
Jesús.
Lectura
del llibre del profeta Isaïes 9, 1-4.
En
temps passat el Senyor humilià el país de Zabuló i de Netfalí, però a la fi del
temps enalitirà el camí del Mar, l’altra banda del Jordà, Galilea dels pagans.
El
poble que avançava a les fosques ha vist una gran llum, una llum resplendeix
per als qui vivien al país tenebrós. Els heu omplit de goig, d’una alegria immensa;
s’alegren davant vós com la gent a la sega, com fan festa els vencedors quan
reparteixen el botí.
Heu
trossejat el jou que li pesava, la barra que duia a l’espatla i l’agulló dels
qui l’arrivb; tot ho heu trossejat com al dia de Madian.
Paraula
de Déu.
Sal 26
El Senyor m’il.lumina
i em salva. R/.
El Senyor m’il.lumina
i em salva,
qui em pot fer
por?
El Senyor és el
mur que protegeix la meua vida,
qui em pot fer feredat?
R/.
Una cosa he demanat
al Senyor,
i la desitge amb
tota l’anima:
poder viure a la
casa del Senyor
i vetlar pel seu
temple. R/.
N’estic cert,
fruiré en aquesta vida
de la bondat que
em té el Senyor.
Espera en el
Senyor.
Sigues valent.
Que el teu cor no defallesca.
Espera en el
Senyor. R/.
Lectura
de la primera carta de sant Pau als cristians de Corint 1, 10-13.17.
Germans:
Pel
nom de Jesucrist, el nostre Senyor, vos demane que aneu d’acord i que no hi
haja divisions entre vosaltres; estigueu ben units en una sola manera de pensar
i en un sol parer. Perquè alguns de la casa de Cloe m’han parlat de les
desavinences que hi ha entre vosaltres. Vull dir que cadascú de vosaltres
afirma: “Jo soc partidari de Pau”, “doncs jo, d’Apollo”, “jo, de Quefes”, “jo,
de Crist”. Com és això? El Crist està dividit? És que Pau ha estat crucificat
per vosaltres o heu estat batejats en el nom de Pau?
Crist
no m’ha enviat a batejar, sinó a anunciar l’evangeli, i a fer-ho sense recórrer
a un llenguatge de savis, perquè la creu de Crist no perda el seu valor.
Paraula
de Déu.
X Lectura de l’Evangeli segons sant Mateu 4, 23.
Quan Jesús sentí a dir que Joan havia
estat empresonat, se’n tornà a Galilea, però no anà a viure a Natzaret, sinó a
Cafar-Naüm, vora el llac, a la regió de Zabuló i de Neftalí, perquè s’havia de
complir allò que anunciava el profeta Isaïes:
País de Zabuló i de Nettalí, camí del mar,
l’altra banda del Jordà, Galilea dels pagans: El Poble que vivia a les fosques
ha vist una gran llum, una llum resplendeix, per als qui vivien al país
tenebrós.
Des d’aquell temps Jesús començà a
predicar així:
-Convertiu-vos, que el Regne del cel és a
prop.
Vorejant el llac de Galilea, veié dos germans,
Simó, l’anomenat Pere, i Andreu. Estaven tirant la xàrcia a l’aigua, perquè
eren pescadors i els digué:
-Veniu amb mi, i vos faré pescadors d’hòmens.
Immediatament abandonaren les xàrcies i se
n’anaren amb ell.
Més enllà veié altres dos germans: Jaume i
Joan, fills de Zebedeu. Eren a la barca amb el seu pare, repassant les xàrcies
i Jesús els cridà. Ells abandonaren immediatament la barca i el pare i se n’anaren
amb ell.
I anava per tot Galilea, ensenyant a les
sinagogues, predicant la Bona Nova del Regne i curant entre la gent tota
malaltia.
Paraula del Senyor.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu.
Gorg. València. 1975.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
Eucaristía. Verbo Divino.
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