Lectura
de la profecía de Sofonías 2,3;3,12-13.
Buscad al Señor los humildes de la tierra, los que practican su
derecho, buscad la justicia, buscad la humildad, quizá podáis resguardaros el
día de la ira del Señor. Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que
buscará refugio en el nombre del Señor. El resto de Israel no hará más el mal,
no mentirá ni habrá engaño en su boca. Pastarán y descansarán, y no habrá quien
los inquiete.
Comentario.
-Contexto
histórico:
Reinado
de Josías (s. VII a.C.):
Reformas
religiosas y políticas.
Josías:
el rey que se esforzó para que el pueblo retornara a Yahvé y la Ley.
Apareció
un rollo de la Ley (2 Re 22).
Centralización
del culto en Jerusalén.
-Estructura:
2,
3: sección del juicio contra Judá.
3,
12-13: centrado en el “resto”.
-Tema:
Del
juicio a la promesa sostenida por los pequeños.
Salmo responsorial
Sal 146 (145)
Bienaventurados
los pobres en el espíritu,
porque
de ellos es el reino de los cielos. R/.
El
Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,
hace
justicia a los oprimidos,
da
su pan a los hambrientos.
El
Señor liberta a los cautivos. R/.
El
Señor abre los ojos al ciego,
el
Señor endereza a los que ya se doblan;
el
Señor ama a los justos.
El
Señor guarda a los peregrinos. R/.
Sustenta
al huérfano y a la viuda
y
trastorna el camino de los malvados.
El
Señor reina eternamente,
tu
Dios, Sión, de edad en edad. R/.
Notas exegéticas.
146 Este salmo es el comienzo de un
tercer Hallel (salmos 146-150), que los judíos recitaban por la mañana.
Segunda
lectura.
Lectura
de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31.
Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios
en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio
del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo
ha escogido Dios para humillar a lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente
baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta,
de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe que
vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual seha hecho para nosotros sabiduría de
parte de Dios, justicia, santificación y redención. Y así – como está escrito –:
“el que se gloríe, que se gloríe en el Señor”.
Palabra de Dios.
Comentario.
-Lógica que emana de la
crucifixión:
Creer en Cristo crucificado y
resucitado conlleva una inversión en los valores convencionales.
Creer que Dios se revela en la
cruz:
Comprender de un modo novedoso y
distinto qué es honorable.
-Cristianos de la Iglesia
naciente:
Clases bajas: inmigrantes de
las periferias, esclavos, libertos,...
Testimonio vivo del Dios
revelado en la cruz de Jesús.
Evangelio.
X Lectura del
santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a.
En aquel tiempo, al
ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y,
abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los
pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los
mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los
que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que
trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.
Bienaventurados
vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por
mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el
cielo.
Textos
paralelos.
Mt 5, 1-12a |
Lc 6, 20-23 |
Al ver Jesús el
gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su
boca, les enseñaba diciendo: Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados
los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados
los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados
los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados. Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados
los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados
los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos. Bienaventurados
vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo
por mi causa. Alegraos y
regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la
misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. |
Él levantando los
ojos hacia sus discípulos, les decía: Bienaventurados
los pobres, porque vuestro es el reino de Dios. Bienaventurados
los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados
los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados. Bienaventurados
los que ahora lloráis, porque reiréis. Bienaventurados
vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan, y os insulten y proscriban vuestro nombre
como infame, por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y
saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Esto es lo
que hacían vuestros padres con los profetas. Pero ¡ay de
vosotros, los ricos,... |
Tomando la palabra.
Sb 2, 16: Nos considera moneda
falsa y, nos esquiva como a impuros. Proclama dichoso el destino de los justos,
y presume de tener por padre a Dios.
Si 14, 20: Dichoso el hombre que
aplica la sabiduría y razona con su inteligencia.
Si 25, 7: Hay nueve
situaciones que considero dichosas y una décima que la diré con palabras: el
hombre satisfecho de sus hijos, el que en vida puede ver la caída de sus
enemigos.
Dichosos los humildes.
Sal 37, 11: En cambio, los sufridos
poseen la tierra y disfrutan de paz abundante.
Gn 13, 15: [Dios a Abraham] Toda la tierra que ves te la
daré a ti y a tus descendientes para siempre.
Lv 25, 23: La tierra no puede
venderse a perpetuidad, porque la tierra es mía, y vosotros sois emigrantes y
huéspedes en mi tierra.
Dichosos los que lloran.
Tb 13, 14: Malditos quienes te
agravien, quienes te destruyan y abatan tus muros, arrasen tus torres y quemen
tus casas. Pero benditos sean por siempre quienes trabajen por construirte.
Si 48, 24: Con gran inspiración vio el fin de los
tiempos y consoló a los afligidos de Sión.
Sal 126, 5: Los que sembraban con
lágrimas cosechan entre cantares.
Dichosos los que tienen hambre.
Is 61, 2-3: Para proclamar un año
de gracia del Señor, un día de venganza de nuestro Dios, para consolar a los
afligidos.
Is 40, 1: Consolad, consolad a mi
pueblo – dice vuestro Dios –.
Sal 107, 5-6: Pasaban hambre y sed,
se les iba agotando la vida; pero gritaron al Señor en su angustia, y los
arrancó de la tribulación.
Is 51, 1: Escuchadme, los que
vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la roca de donde os
tallaron, la cantera de donde os extrajeron.
Dichosos los misericordiosos.
Am 8, 11-12: Vienen días –
oráculo del Señor Dios – en que enviaré hambre al país; no hambre de pan, ni
sed de agua, sino de escuchar las palabras del Señor. Andarán errantes de mar a
mar y de septentrión a oriente deambularán buscando la palabra del Señor, pero
no la encontrarán.
Lc 1, 53: A los hambrientes los
colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.
Sal 37, 19: No se agostarán en
tiempo de sequía, entiempo de hambre se saciarán.
Pr 9, 5: Venid a comer de mi pan,
a beber el vino que he mezclado.
Si 24, 21: Los que me comen todavía
tendrán hambre, y los que me beben todavía tendrán sed.
Jn 6, 35: Jesús contestó: “Yo soy
el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no
tendrá sed jamás”.
Dichos los limpios de corazón.
Gn 20, 5: [Abimelec después de
tomar a Sara, creyendo que era hermana de Abrahán] ¿No me dijo él: “Es mi
hermana”, y ella misma dijo: “Es mi hermano”? Lo he hecho de buena fe y con
manos limpias.
Sal 24, 3-4: ¿Quién puede subir
al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos
inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura con engaño.
Sal 11, 7: Porque el Señor es
justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.
Pr 22, 11: Al rey le gusta un
corazón sincero, se complace en quien habla con ingenio.
Ex 33, 20: [Dios a Moisés]Y
añadió: “Pero mi rostro no lo puedes ver, porque no puede verlo nadie y quedar
con vida”.
Dichosos los que trabajan por la
paz.
Hb 12, 14: Buscad la paz con
todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor.
Sal 34, 14: Guarda tu lengua del
mal, tus labios de la falsedad.
Pr 12, 20: Quien trama el mal provoca
amargura, quien fomenta la paz produce alegría.
Dichosos los perseguidos.
Za 8, 15: De la misma forma,
ahora, cambio de actitud y planeo hacer el bien a Jerusalén y a la casa de Judá.
No temáis.
Os 11, 1: Cuando Israel era joven
lo amé y de Egipto llamé a mi hijo.
Dichosos seréis cuando os
injurien.
1 P 3, 14: Pero si en vuestro
corazón tenéis envidia amarga y rivalidad, no presumáis, mintiendo contra la
verdad.
Is 51, 7: Escuchadme, los que
conocéis lo que es recto, el pueblo que conserva mi ley en su corazón: no
temáis la afrenta de los hombres, no desmayéis por sus ultrajes.
Hch 5, 41: Ellos, pues, salieron
del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.
Flp 1, 29: Porque a vosotros se
os ha concedido, gracias a Cristo, no solo el don de creer en él, sino también
de sufrir por él.
Alegraos y regocijaos.
Col 1, 24: Ahora me alegro de mis
sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los
padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia.
Hb 10, 34: Compartisteis el
sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los
bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.
St 1, 2: Considerad, hermanos
míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas.
Gn 15, 1: Después de estos
sucesos, el Señor dirigió a Abráh, en una visión, la siguiente palabra: “No
temas, Abrán, yo soy tu escudo y tu paga abundante”.
Si 2, 8: Los que teméis al Señor,
confiad en él, y no se retrasará vuestra recompensa.
Mt 23, 34: Mirad, yo os envío
profetas y sabios y escribas. A unos los mataréis y crucificaréis, a otros los
azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén.
5 1 Una de las colinas
próximas a Cafarnaún.
5 3
(a) El
AT empleaba a veces fórmulas de felicitación como estas, a propósito de piedad,
de sabiduría, de prosperidad. Felicitaciones de carácter sapiencial se han
descubierto en Qumrán. Jesús recuerda en el espíritu de los profetas, que
también los pobres participan de estas “bendiciones”: las tres primeras
bienaventuranzas declaran que hombres considerados de ordinario como desgraciados
y malditos son felices, ya que son aptos para recibir la bendición del Reino.
Las felicitaciones siguientes apuntan más directamente a la actitud moral del
hombre. Otras bienaventuranzas de Jesús: Mt 11, 6; 13, 16; 16, 17; 24, 46; Lc
11, 27-28.
5 3
(a) También
podría traducirse “los que tienen disposición de pobres”. Cristo recoge la
palabra “pobre” con el matiz moral perceptible ya en Sofonías, hecho aquí
explícito por la expresión “de espíritu”, ausente en Lc 6, 20. Indefensos y
oprimidos, los “pobres” o los “humildes” están a punto para el Reino de los
Cielos; tal es el tema de las Felicitaciones. La “pobreza” viene a parecerse a
la “infancia espiritual” necesaria para entrar en el Reino (el misterio
revelado a los “pequeños”, nepioi). A los “pobres”, ptójoi,
corresponden también los “humildes”, tapeinoi, los “últimos” opuestos a
los primeros, los “pequeños” opuestos a los “grandes”. Si bien la fórmula de Mt
5, 3 subraya el espíritu de pobreza, tanto en el rico como en el pobre,
a lo que Cristo se refiere generalmente es a una pobreza efectiva, en especial
para sus discípulos. El mismo da ejemplo de pobreza y de humildad. Se
identifica con los pequeños y desdichados. O: “los mansos”. Tomado del Sal 37,
11 según el griego. – El v. 4 podría no ser más que una glosa del v. 3, su
omisión dejaría en siete el número de las felicitaciones.
5 5 Lit. “los que están
en duelo”. No se trata de los melancólicos, sino probablemente de quienes
todavía esperan el Consuelo definitivo (Lc 2, 25), única situación que liberará
a la gente de su aflicción.
5 6 Seguramente no se
trata de la justicia divina (e.d. de la salvación escatológica), pues Jesús
siempre aconseja la espera vigilante. Tampoco de la justicia social en la
tierra, sino de la justicia de las obras de una vida cristiana cada vez más
perfecta, que es la fuente de la justicia entre las personas.
5 12
Los
discípulos son los sucesores de los profetas.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.
5,
1-2 AQUEL
GENTÍO: lit. las (artículo con valor de pronombre demostrativo) multitudes
(plural que puede reflejar un uso del griego tardío). // Sentarse e
instruir (sentarse para enseñar): expresión gráfica en los escritos
rabínicos para resumir la actividad de un rabino. // TOMANDO LA PALABRA: lit.,
con fórmula del AT: habiendo abierto la boca de él. Después de la proclamación,
viene la enseñanza catequética para los seguidores de Jesús. Este
discurso inaugural es programático: habla de reforma interior, de las actitudes
internas necesarias para ese nuevo tipo de existencia, o nuevo estilo de vida,
llamado “salvación”, “reino de Dios”, “vida nueva”, “civilización del amor”
(término de san Pablo VI). “Las bienaventuranzas no tienen como objeto, propiamente,
unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y
disposiciones básicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden con
los mandamientos. Pero no hay separación o discrepancia entre bienaventuradas y
mandamientos, pues ambos se refieren al bien, a la vida eterna. “[Las bienaventuranzas]
son, ante todo, promesas de las que también se derivan, de forma indirecta,
indicaciones normativas para la vida moral. En su profundidad original son una
especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por eso, son
invitaciones a su seguimiento y a la comunión de vida con él” (san Juan Pablo
II).
3 LOS QUE TIENEN
ESPÍRITU DE POBRES: lit. los pobres (en cuanto) al espíritu. ESOS
POBRES son los anawîm del AT: conscientes de su radical necesidad de
Dios, ponen solo en Él su confianza; son los humildes, más bien que los
que carecen de bienes materiales (san León Magono). Esos pobres pueden
ser ricos, como el rey David, que “llámase pobre, aunque está claro que era
rico, porque no tenía en las riquezas su voluntad [...]; si fuera realmente
pobre, y de la voluntad no lo fuera, no era verdaderamente pobre” (san Juan de
la Cruz). Cf. en Eclo 31, 8-11 la bienaventuranza del rico que usa bien sus
riquezas. En cambio, puede existir un triunfalismo de la pobreza, no
evangélico: en Qumrán (p.ej. en 1 QM col. 14,7) “pobres de espíritu” parece ser
el título honorífico que se atribuía a sí misma la comunidad. // SUYO ES EL
REINO DE LOS CIELOS: “Si uno se pregunta en qué sentido el reino de los cielos
es suyo, se puede responder: porque suyo es Cristo, ya que Él es el reino mismo”
(Orígenes).
4 SERÁN CONSOLADOS por
Dios: ejemplo de la llamada voz pasiva “teológica” (como en los vs. 6,7 y 9): “Dios
los consolará”, “Dios los saciará” (v. 6), “Dios los llamará
hijos suyos”.
5 LOS que son MANSOS,
no precisamente porque les haya tocado en suerte un temperamento tranquilo (cf.
Gal 5, 23 sobre la mansedumbre), HERERARÁN LA TIERRA prometida por Dios (cf. 1
Pe 1, 3-5).
6 LA única verdadera
JUSTICIA: puede ser el veredicto divino liberador que, en retorno, hace posible
nuestra justicia, e.d., nuestra fidelidad a la voluntad de Dios. Aquí se
trata probablemente, de esta última.
7 “El que tuviere los
malos ajenos por suyos, a semejanza de madre que está enferma y llorosa con la
enfermedad de su unigénito hijo que él mismo hijo que padece el mal, este es el
buen misericordioso” (san Juan de Ávila). // OBTENDRÁN MISERICORDIA: lit. serán
objeto de misericordia, se tendrá misericordia con ellos: Dios se
apiadará de ellos (voz pasiva “teológica”.
8 LOS DE CORAZÓN
LIMPIO. lit. los limpios (en cuanto) al corazón; los leales con
Dios, “los que han puesto de acuerdo su inteligencia y su voluntad con la
exigencia de la santidad de Dios, principalmente en tres campos: la caridad, la
castidad o rectitud sexual, el amor a la verdad y la ortodoxia de la fe. Existe
una ilación entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe” (Catecismo
2518). La actitud profunda de tales personas es la “no doblez” (cf. el capítulo
6 sobre la pureza de intención). VERÁN A DIOS: experimentarán su favor, y se
transformarán en imagen de Dios. Según san Juan de la Cruz “los limpios de
corazón son llamados por nuestro Salvador bienaventurados; lo cual es tanto
como decir enamorados, pues que bienaventuranza no se da por menos que amor”.
Y, llamando “limpios” a quienes no viven según los sentidos, afirma en otro
pasaje que no solo VERÁN A DIOS en la otra vida, sino que lo encuentran aquí y
en todo: “Este tal, ya limpio de corazón, en todas las cosas halla noticia gozosa,
casta, pura, espiritual, alegre y amorosa”.
9 “Ser llamado”
(semitismo): ser. En escritos rabínicos se aplica a los israelitas esta
expresión, o la equivalente “ser (llamados) hijos del Lugar (santo)”.
10 LOS PERSEGUIDOS:
expresando mejor el matiz del tiempo verbal griego (perfecto), tenemos: “Los
que, perseguidos en el pasado, llevan ahora las huellas de aquella
persecución”. // POR CAUSA DE [LA] JUSTICIA: por ser fieles a Dios (a
Jesucristo: cf. “por mi causa” en el v. 11). PORQUE SUYO ES EL REINO DE LOS
CIELOS: la frase forma inclusión con el v. 3, y cierra así la unidad literaria
de esta serie de bendiciones, que son todas explicitación de la primera; los pobres
son: los que sufren, los mansos, los pacificadores, los perseguidos, etc.
11 CALUMNIAS La
tradición manuscrita occidental dice lit.: y digan toda clase de maldad
contra vosotros mintiendo (e.d. calumniando).
12 PARA ESTREMECEOS DE
GOZO, cf. Lc 1, 47. Jesús considera a sus discípulos como sucesores de los
PROFETAS del AT (cf. 10, 14 y 23, 34). // EN LOS CIELOS: giro semítico
reverencial: ante Dios; “Dios os recompensará”.
Notas exegéticas
de la Biblia Didajé.
5, 1
En
la montaña: la enseñanza de la montaña comienza con las bienaventuranzas (“los estados
de mayor bendición o felicidad”), situadas en el centro de la buena noticia. Se
pronuncian en la montaña que recuerda el monte Sinaí, donde Dios entregó la Ley
a Moisés. La montaña es un lugar sobresaliente de revelación y encuentro de
Dios con el hombre. En el Sermón de la montaña, Cristo proclamó la nueva Ley,
que lleva a cumplimiento la antigua. Las bienaventuranzas cumplen las promesas
de Dios a Abrahán y a su pueblo elegido, les dirigen a la tierra prometida” del
reino de los cielos. Las bienaventuranzas son en el fondo un retrato del rostro
de Jesucristo. Así mismo expresan la vocación de cada persona en actos y disposiciones
características de quien vive una vida cristiana. Cat. 581, 764, 1716-1729,
2763-2764.
5, 3
Gregorio
de Nisa (año 394) equiparó la pobreza de espíritu con la humildad. Más
en general, se refiere en el Antiguo Testamento a los anawim, los pobres
de Yahvé, aquellos israelitas que, viviendo rectamente buscaban a Dios en medio
de sus dificultades y tribulaciones (cf. Is 11, 4). Los pobres no son aquí
tanto una clase social cuanto una clase o un modo de vida de fe. Esta
bienaventuranza está en tiempo presente (de ellos es el reino), para
indicar que la felicidad propuesta se encuentra ya aquí, en medio del
sufrimiento de la tierra, porque se está en el camino hacia la felicidad
eterna. Cat. 544, 1716, 2546.
5, 4
Los
mansos son aquellos que tratan de imitar a Cristo, manso y humilde de corazón
(cf. Mt 11, 29; 21, 5), mostrando paciencia, reprimiendo la ira. Cat. 716,
1716.
5, 5 Los que lloran incluyen a aquellos que sufren por amor a
otros afligidos, por la realidad del pecado y por el consiguiente
distanciamiento de Dios que produce. Cat 1716.
5, 6 Los que tienen hambre y sed
de la justicia son aquellos que imitando a Jesús,
cuyo alimiento es hacer la voluntad del Padre, tienen un sentido de urgencia
tanto para vivir el Evangelio como para comunicarlo a otros. Cat. 1716.
5, 7 Los misericordiosos son los compasivos en relación al sufrimiento y necesidades de los
demás. En imitación de Cristo compasivo (cf. Mc 6, 34), ayudar a los que sufren
y necesitan el bien del Evangelio. Cat. 1716, 2447.
5, 8 Los limpios de corazón albergan pureza en la intención de conformar sus voluntades y sus
mentes con la de Dios. Dan especial importancia a la caridad y a la castidad
como virtud liberadora que conduce a la oración contemplativa. Ellos verán a
Dios: se trata de una referencia al cielo, donde los salvados contemplan a
Dios cara a cara en la visión beatífica. Cat. 1720, 1722, 1967, 2516, 2639.
5, 9 Los que trabajan por la paz no buscan su propia reconciliación con Dios y con el prójimo, sino
también tratan de ayudar a los demás a reconciliarse y a sembrar la paz en
todas las relaciones. Cat. 2305 y 2330.
5, 10 Los perseguidos son verdaderos discípulos que perseveran fielmente en la fe y
sufren por su fidelidad a Cristo. Cat. 886, 1716 y 1967.
5, 12 La invitación a seguir a Cristo
implica la aceptación alegre de la miseria y la persecución por su causa. Cat.
520.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
581 La misma Palabra de Dios, que
resonó en el Sinaí para dar a Moisés la Ley escrita, es la que en Él se hace
oír de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas. Esa palabra no revoca la Ley
sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretación definitiva: “Habéis
oído también que se dijo a los antepasados [...] pero yo os digo (Mt 5, 33-34).
Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas “tradiciones humanas” (cf. Mc 7, 8) de los fariseos que “anulan la
Palabra de Dios”.
764 “Este Reino se manifiesta a los
hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo” (C. Vaticano
II, Lumen gentium, 5). Acoger la palabra de Dios es acoger “el Reino” (Ib.).
1716 Las bienaventuranzas están en el
centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas
al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no solo a la
posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos.
1717 Las bienaventuranzas dibujan el
rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles
asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones
y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas
que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las
bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la
Virgen María y de todos los santos.
1718 Las bienaventuranzas responden al
deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto
en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único de lo puede
satisfacer. “Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género
humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes
de que sea plenamente enunciada” (S. Agustín, De moribus Ecclesiae catholicae,
1, 3, 4). “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío,
busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo
vive en mi alma y mi alma vive de ti” (S. Angustín, Confessiones, 10,
20, 29). “Solo Dios sacia” (Sto. Tomás de Aquino. In Symbolum Apostolorum
scilicet Credo in Deum expositio, c. 15: Opera omnia, v. 27).
1719 Las bienaventuranzas descubren la
meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos
llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno
personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que
han acogido la promesa y viven de ella en la fe.
1721 Porque Dios nos ha puesto en el
mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. La bienaventuranza
nos hace participar de la naturaleza divina (cf. 2 P 1, 4) y de la vida eterna
(cf. Jn 17, 3). Con ella el hombre entra en la gloria de Cristo (cf. Rm 8, 18)
y en el gozo de la vida trinitaria.
1722 “Bienaventurados los limpios de
corazón porque ellos verán a Dios” Ciertamente, según su grandeza y su
inexpresable gloria, “nadie verá a Dios y seguirá viviendo”, porque el Padre es
inaccesible; pero su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llegan
hasta conceder a los que lo aman el privilegio de ver a Dios [...] “porque lo
que es imposible para los hombres es posible para Dios” (S. Ireneo de Lyon, Adversus
haereses, 4,20, 5).
1723 La bienaventuranza prometida nos
coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón
de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos
enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en
la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como
las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino solo en
Dios, fuente de todo bien y de todo amor.
2546 “Bienaventurados los pobres en el
espíritu” (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de
gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres, a quienes
pertenece ya el Reino (cf. Lc 6, 20).
2518 La sexta bienaventuranza
proclama: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios”
(Mt 5, 8). Los “corazones limpios” designan a los que han ajustado su
inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente
en los tres dominios: la caridad (cf. 1 Ts 4, 3-9), la castidad o rectitud
sexual (1 Ts 4, 7) y la ortodoxia de la fe (Tt 1, 15). Existe un vínculo entre
la pureza del corazón, la del cuerpo y la de la fe.
2519 A los “limpios de corazón” se les
promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a Él. La pureza de
corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede
ver según Dios, recibir al otro como un “prójimo”; nos permite considerar el
cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una
manifestación de la belleza divina.
2305 La paz terrenal es imagen y fruto
de la paz de Cristo, el “Príncipe de la paz” mesiánica (Is 9, 5). Por la
sangre de su cruz “dio muerte al odio en su carne”, reconcilió con Dios a los hombres
e hizo de su Iglesia el sacramento de la unidad del género humano y de su unión
con Dios (C. Vaticano II, Lumen gentium, 1). “Él es nuestra paz” (Ef 2, 14).
Declara “bienaventurados a los que construyen la paz “ (Mt 5, 9).
1967 La Ley evangélica “da
cumplimiento”, purifica, supera y lleva a su perfección a la Ley antigua. En
las “Bienaventuranzas” da cumplimiento a las promesas divinas elevándolas
y ordenándolas al “Reino de los cielos”. Se dirige a los que están dispuestos a
acoger con fe esta esperanza nueva: los pobres, los humildes, los afligidos,
los limpios de corazón, los perseguidos a causa de Cristo, trazando así los
caminos sorprendentes del Reino.
Concilio Vaticano II
Así, pues, hasta que el Señor venga revestido de
majestad y acompañado de sus ángeles (cf. Mt 25, 31) y, destruida la muerte, le
son sometidos todas las cosas (cf. 1 Co
15, 26-27), de sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya
difuntos, se purifican; otros, finalmente, gozan de la gloria, contemplando claramente
a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es; mas todos, en forma y grado diverso,
vivimos unidos en una misma caridad para con Dios y para con el prójimo y
cantamos idéntico himno de gloria a nuestro Dios. Pues todos los que son de
Cristo por poseer su Espíritu constituyen una misma Iglesia y mutuamente se
unen a Él (cf. Ef 4, 16). La unión de los viadores con los hermanos que se
durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien,
según la constante fe de la Iglesia, se robustece con la comunicación de bienes
espirituales. Por lo mismo que los bienaventurados están íntimamente unidos a
Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen
el culto que ella ofrece a Dios aquí en la tierra y contribuyen de múltiples
maneras a su más dilatada edificación.
Lumen gentium, 49
San Agustín
No rehúse el combate si se ama el premio. Enardézcase
el ánimo a ejecutar alegremente la tarea ante la recomendación de la
recompensa. Lo que queremos, lo que deseamos, lo que pedimos vendrá después. Lo
que se nos ordena hacer con vistas a lo que vendrá después, hemos de realizarlo
ahora.
Considera de quién eres tú ahora. Sé pobre de
espíritu. Nadie que se infla es pobre de espíritu; luego el humilde es el pobre
de espíritu. El reino de los cielos está arriba, pero quien se humilla será
ensalzado (Lc 14, 11)
Considera lo que viene a continuación: Dichosos
los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Este es el fin de nuestro
amor: fin con que llegamos a la perfección
no fin con el que no acabamos. Se acaba el alimento, se acaba el
vestido; el alimento se acaba porque se consume al ser comido; el vestido
porque se concluye su tejedura. Una y otra cosa se acaban, pero un fin es lo
que obramos bien, nuestros esfuerzos, nuestras laudables ansias e inmaculados
deseos, se acabarán cuando lleguemos a la visión de Dios. Entonces no buscaremos
más. ¿Qué puede buscar quien tiene a Dios. Entonces no buscaremos más. ¿Qué
puede buscar quien tiene a Dios? O ¿qué le puede bastar a quien no le basta
Dios? Queremos ver a Dios, buscamos verlo y ardemos por conseguirlo. ¿Quién no?
Pero mira lo que se dijo: Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán
a Dios. Prepara tu corazón para llegar a ver.
Sermón 53. II, pg. 759ss.
Los Santos Padres.
Ha colocado la posesión del reino de los cielos en aquellos que tienen
humildad de espíritu, es decir, en los que se acuerdan de ser hombres...:
conscientes de que nada les pertenece, de que no poseen nada, sino que todos
poseen el mismo don del único Padre que les hace llegar a la vid ay les ofrece
los mismos medios para ser felices.
Hilario de Poitiers, Sobre el Ev. de Mateo, 4, 2. 1a, 133.
No se refiere aquí al llanto de los muertos según la ley común de la
naturaleza, sino a los muertos por sus pecados y vicios. Así lloró Samuel a
Saúl, porque Dios se había arrepentido de haberlo ungido rey de Israel; así el
apóstol Pablo dice que llora y se aflige por los que después de sus
fornicaciones e inmundicias no han hecho penitencia.
Jerónimo, Comentario al Ev. de Mateo, 1, 5, 5. 1a, 134.
Rían, pues, los carnales e iracundos y peleen por los bienes terrenos y
temporales, más “bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”,
de la que no podrán ser desposeídos.
Agustín, Sermón del Señor en la Montaña, 1, 2, 4. 1a, 135.
Seguidamente determina también aquí unj premio sensible, diciendo: “Porque
ellos serán saciados”. Realmente, todo el mundo piensa que es la avaricia la
que nos hace ricos; pero el Señor afirma que es verdad lo contrario: la que nos
hace ricos es la justicia. Si obras, pues, justamente, no has de temer la
pobreza ni temblar por el hambre. Porque quienes lo pierden todo son los que
viven de rapiñas. El que ama la justicia tiene seguro cuanto posee. Ahora bien,
si quienes no codician lo ajeno gozan de esa prosperidad, mucho más los que dan
hasta de lo propio.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 15, 4. 1a, 137.
Los hombres practican la misericordia como hombres, pero alcanzan
misericordia del Dios del universo. No es lo mismo la misericordia humana que
la divina. Entre ellos existe la misma distancia que entre la maldad y la
bondad.
Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 15, 4. 1a, 138.
No se te permitirá ver con el corazón impuro lo que no se ve sino con el
corazón puro.
Agustín, Sermones, 53. 1a, pg. 139.
Pacífico es el que muestra a los otros que la aparente contradicción de
las Escrituras es la armonía de las antiguas con las nuevas, de la ley con los
profetas, de los Evangelios entre ellos. Por esto imitando al Hijo de Dios “se
llamarán hijo”, recibiendo por su pobra “el Espíritu de filiación adoptiva”.
Cirilo de Alejandría, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 38. 1a,
pg. 141.
San Juan de Ávila
Y con mucha razón, pues en lo que en otras partes
ha dicho, ha sido hablar él por boca de sus siervos; y lo que habló en la
huanidad que tomó, hablólo por su propia persona; abriendo su propia boca para hablar (cf. Mt
5, 2), el primero había abierto y después abrió la boca de otros que en el
Viejo Testamento y Nuevo hablaron. Y mirad no seáis desagradecida a tan grande
merced como Dios nos hizo, de querer él ser nuestro maestro, dándonos la leche
de su palabra para mantenernos, el mismo que nos dio el ser para que fuésemos
algo.
Audi filia (II). I, pg. 633.
Aprended, pues, sierva de Cristo, de vuestro
maestro y señor aquesta santa bajeza, para que seáis ensalzada, porque palabra
suya es: Quien se humillare, será ensalzado (Lc 14, 11). E
tened en vuestra ánima aquesta pobreza, porque de ella se entiende: Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3). E tened
por cierto que, pues Jesucristo nuestro Señor fue por camino de humildad
ensalzado, el que no la tuviera fuera va de camino; e débese desengañar con lo
que dice San Agustín: “Si me preguntardes cuál es el camino del cielo,
responderos he que la humildad; o si otra vez me lo preguntardes responderos he
que la humildad; e si la tercera vez me lo preguntardes, responderos he lo
mismo; e si mi veces me lo preguntardes, mil veces os responderé que no hay
otro camino sino la humildad”.
Audi, filia (I). I, pg. 452.
Aprended, pues, sierva de Cristo, de vuestro
maestro y Señor, aquesta santa bajeza, para que seáis ensalzada, según su
palabra: Quién se humillare será ensalzado (Lc 14, 11). Y
tened en vuestra ánima esta santa pobreza, porque de ella se entiende: Bienaventurados
los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3). Y tened
por cierto que, pues Jesucristo nuestro Señor fue ensalzado por camino de
humildad, el que no la tuviere fuera va de camino.
Audi, filia (II). I, pg. 671.
No es flojo ni descuidado en servir hoy, por haber
servido muchos años pasados; ni se tiene por desobligado de hacer un servicio, porque
ha hecho otro, como dice el santo Evangelio; mas tiene de continuo un hambre
y sed de justicia (cf. Mt 5, 6), que todo lo hecho tiene por poco, mirando lo mucho que
ha recibido, y lo mucho que merece el Señor a quien sirve.
Audi, filia (II), I, pg. 739.
Pues, doncella, en cualquier cosa que en vuestro
prójimo viéredes, mirad qué es lo que vos sentís, o querríades que otros
sintiesen de vos, si aquello os acaeciese y con aquellos ojos que pasan
por vos, compadeceos de él, y remedialdo en cuanto pudiéredes; y seréis medida
de Dios con esta piadosa medida que vos midiéredes, según su palabra: Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7). Y así
habréis sacado conocimiento del prójimo de vuestro propio conocimiento y seréis
piadosa para con todos.
Audi filia (II). I, pg. 742.
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque
de ellos es el reino de los cielos. El que fuere tan humilde que
tuviere claro conocimiento como de sí mesmo es nada y amare mucho su desprecio,
dando de corazón la honra a Dios y no queriendo nada para sí de estima ni de
riqueza temporal, este será pobre de espíritu.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán
la tierra. El que se hallare libre no solo del deseo de venganza, mas aun de la
turbación de la ira, dándose suave y afable a los rencillosos, sus injuriadores,
como si no hubiera sido injuriado, este es manso de corazón.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos
serán consolados. El que huyere de los deleites presentes y tomare el gemido por música,
abrazando los trabajos con mayor afición que los mundanos sus falsos placeres,
ese es lloroso bienaventurado.
Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque
ellos serán hartos. El que con fervor de espíritu hiciere el deber en
todas las cosas y tuviere mayor deseo del manjar espiritual que los muy golosos
tienen del manjar corporal, este tiene hambre y sed de justicia.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos
alcanzarán misericordia. Cualquiera que tuviere los males ajenos por suyos
propios, a semejanza de madre, que está más enferma y llorosa con la enfermedad
de su hijo que el mesmo que padece el mal, ese será misericordioso.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque
ellos verán a Dios. El que tuviere perfecta limpieza de alma y
mortificare en todo sus pasiones, virtud en que consiste la verdadera santidad que
agrada a Dios, ese, sin duda, es limpio de corazón.
Bienaventurados los pacíficos, porque ellos
serán llamados hijos de Dios. El que tuviere tan sosegados los movimientos que
estén sujetos a la razón, y fuere tan conforme en su voluntad con la de Dios
que, procurando esta paz su alma, la deseare y solicitare en los prójimos
aunque sea a costa de muchos trabajos, ese verdaderamente es pacífico.
Bienaventurados los que padecen persecución
por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. El que padeciere
por defensa de la virtud y justicia hasta sufrir martirio, si fuere necesario,
por Dios, procurando siempre su mayor gloria, aunque todo el mundo se levante
contra él, de este tal con verdad se dice que padece persecución por la
justicia.
En estos ocho grados, por donde se camina y sube a
la alteza de la perfección evangélica, consiste la bienaventuranza de esta vida
y la firme esperanza de la eterna felicidad que esperamos.
Breve exposición de las Bienaventuranzas. II, pg. 809-810.
Dice más Jesús: Bienaventurados los que lloran,
porque ellos serán consolados (Mt 5, 5). ¡Oh palabra tan nueva a las orejas del
mundo y dificultosa de creer! Si Cristo no lo dijera, ¿quién nunca vido por
llorar ser bienaventurados, pues que el mismo llorar se tiene por miseria?
Pues, en fin, conviene creer lo que la Verdad dice, que los que lloran son
bienaventurados. Empero, no pensemos que habla aquí de las lágrimas que derraman
por muertes de bienqueridos, o pérdidas de haciendas, o desastres de honras, o
semejantes acaecimeintos temporales; antes las tales lágrimas son claramente
señal que demasiadamente eran aquellas cosas amadas y vanamente se gozaban con
ellas, pues tanta pena reciben por habellas perdido.
Exposición de las Bienaventuranzas. II, pg. 799.
Por deseos de ver la cara de Dios es aquí dicho
lloro bienaventurado. [...] ¡Cuántos sospiros echan al cielo, donde está lo que
desean, y su sola consolación es conformarse con la voluntad de Dios, que
quiere que vivan acá y ver algún provecho que su vida a los prójimos hace!
Estos cumplen lo que dijo San Pablo: Los que son de Cristo crucificaron sus carnes
con sus vicios y deseos (Ga 5, 24). Y a este mundo tienen en lo que es
razón, porque, a semejanza de Cristo, el cual tomó estado de pobreza y
extranjero, pasan con él como caminantes que van muy de prisa y miran las cosas
de él no como ciudadanos, mas como extranjeros y desterrados, que usan de él como
si no usasen y pasan lo más desembarazados que pueden. Estos son bienaventurados
llorosos, a los cuales promete Jesucristo, nuestro Redentor, que serán consolados
(Ga 5, 24).
Exposición de las bienaventuranzas. II, pg. 804.
Quien tiene luz, tiene compañía de Dios; así agora: quien
hace justicia, tiene compañía con Dios. Entended: justicia, virtud general.
Ansí dijo nuestro Señor: Bienaventurado el que tiene hambre y sed de
justicia; quiere decir, quien tiene grandísimo deseo de ser bueno. Bienaventurados
los que padecen persecución por la justicia (Mt 5, 6-10). No quiere decir
aquí que, porque el alcalde me ahorque, por eso seré bienaventurado. No; sino
que: bienaventurado el que padece persecución por hacer lo que debe.
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 262.
San Ambrosio dice que la palabra de la piedad
hace
tanto en quien la guarda, que, aunque tenga flaquezas de la carne, vapulabit
plagis, mas no lo dejará Dios perder. Beati misericordes, quoniam ipsi
misericordiam consequentur (Mt 5, 8). He aquí por qué no le dejará Dios caer;
y si cayese, le ayudará a levantar. Justa cosa es hacer misericordia con aquellos que la
hacen con sus prójimos. No que el que hiciere misericordia, si por otra parte
tiene un vicio, no se dejará de condenar por la misericordia, si no dejó el
vicio, sino que se ha de tener esperanza que Dios le trairá a buen estado y
conocimiento, porque no se pierda. Sácase luego de aquí que tener entrañas de
misericordia, tener compasión y deseo de remediar males de prójimos, es grande
señal de hijos de Dios.
Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 446.
La octava, viva con cuidado de no hacer
cosa que no deba contra su prójimo, y mire si le puede ayudar en alguna cosa,
como limosna, consuelo, o favor, o cualquiera otra cosa; hágalo, porque Bienaventurados
los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7); y: Juicio
sin misericordia será hecho a quien no quiere misericordia (St 2, 13).
Reglas de espíritu. II, pg. 845.
Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt (Mt 5, 8). Porque toda
su esperanza de estos es de ver a Dios. Su madrugar es por esto: cómo agradaré a
Dios. Su velar, sus ayunos, sus trabajos y desconsuelos: todo por saber cómo terná
contenta la majestad de Dios. Plega al Señor lo sepamos hacer; Dios nos dé su
gracia. Amén.
Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 273.
Y también: Beati mundi corde, quoniam ipsi
Deum videbunt (Mt 5, 8). Pues ved aquí el bien que esperan los hijos de Dios,
para el cual se santifican, scilicet, y se alimpian de las
cosas de la tierra, quitando de ellas su afición; como Él es santo limpísimo,
que ninguna cosa ama, sino por sí. Pues, si hemos de ser semejantes al Santo,
conviene que nos santifiquemos, y si el limpio, que nos alimpiemos.
Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 422.
Los limpios de corazón ellos verán a Dios (Mt 5, 8) y gozarán
de la divina contemplación. Por lo cual ternéis grandísimo cuidado de no perder
tiempo, sino traed el corazón ocupado siempre en buenos deseos y pensamientos;
huid de las malas conversaciones y compañías, no se os dé nada faltar al mundo por
que cumpláis con Dios.
Dialogus inter confessarum et paenitentem. II, pg. 781.
San Oscar Romero.
Por eso les dije al principio, queridos hermanos, que esta
página de las Bienaventuranzas no la podemos comprender plenamente, y así se
explica que haya sobre todo jóvenes que crean que no es con el amor de las
Bienaventuranzas que se va a ser un mundo mejor, sino que optan por la
violencia, por la guerrilla, por la revolución. La Iglesia jamás hará suyo ese
camino, que quede bien claro una vez más, que la Iglesia no opta por esos
caminos de violencia, que todo lo que se diga en este sentido es calumnia. Que
la opción de la Iglesia es esta página de Cristo: LAS BIENAVENTURANZAS. No me
extraña, digo, que no se comprenda, porque sobre todo el joven es impaciente y
quiere ya un mundo mejor, pero Cristo, que hace veinte siglos predicó esta
página, sabía que sembraba una revolución moral de largo alcance, de largo
plazo, en la medida en que los hombres nos vayamos convirtiendo de los
pensamientos mundanos.
Homilía, 29 de enero de 1978.
Papa Francisco.
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días!
La liturgia de este domingo nos hace meditar sobre
las Bienaventuranzas (cf. Mateo 5, 1-12a), que abren el gran discurso llamado
“de la montaña”, la “carta magna” del Nuevo Testamento. Jesús manifiesta la
voluntad de Dios de conducir a los hombres a la felicidad. Este mensaje
estaba ya presente en la predicación de los profetas: Dios está cerca de los
pobres y de los oprimidos y les libera de los que les maltratan. Pero en esta
predicación, Jesús sigue un camino particular: comienza con el término
“bienaventurados”, es decir felices; prosigue con la indicación de la condición
para ser tales; y concluye haciendo una promesa. El motivo de las
bienaventuranzas, es decir de la felicidad, no está en la condición requerida
—“pobres de espíritu”, “afligidos”, “hambrientos de justicia”, “perseguidos”…—
sino en la sucesiva promesa, que hay que acoger con fe como don de Dios. Se
comienza con las condiciones de dificultad para abrirse al don de Dios y
acceder al mundo nuevo, el “Reino” anunciado por Jesús. No es un mecanismo
automático, sino un camino de vida para seguir al Señor, para quien la realidad
de miseria y aflicción es vista en una perspectiva nueva y vivida según la
conversión que se lleva a cabo. No se es bienaventurado si no se convierte,
para poder apreciar y vivir los dones de Dios.
Me detengo en la primera bienaventuranza: «Bienaventurados
los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos» (v.
4). El pobre de espíritu es el que ha asumido los sentimientos y la actitud de
esos pobres que en su condición no se rebelan, pero saben que son humildes,
dóciles, dispuestos a la gracia de Dios. La felicidad de los pobres en
espíritu tiene una doble dimensión: en lo relacionado con los bienes y en lo
relacionado con Dios. Respecto a los bienes materiales esta pobreza de
espíritu es sobriedad: no necesariamente renuncia, sino capacidad de gustar
lo esencial, de compartir; capacidad de renovar cada día el estupor por la
bondad de las cosas, sin sobrecargarse en la monotonía del consumo voraz. Más
tengo, más quiero; más tengo, más quiero. Este es el consumo voraz y esto
mata el alma. El hombre y la mujer que hace esto, que tiene esta actitud, “más
tengo, más quiero”, no es feliz y no llegará a la felicidad. En lo relacionado
con Dios es alabanza y reconocimiento que el mundo es bendición y que en su
origen está el amor creador del Padre. Pero es también apertura a Él,
docilidad a su señoría, es Él el Señor, es Él el grande. No soy yo el
grande porque tengo muchas cosas. Es Él el que ha querido que el mundo
perteneciera a los hombres, y lo ha querido así para que los hombres fueran
felices.
El pobre en espíritu es el cristiano que no se
fía de sí mismo, de las riquezas materiales, no se obstina en las propias
opiniones, sino que escucha con respeto y se remite con gusto a las decisiones
de los otros. Si en nuestras comunidades hubiera más pobres de espíritu,
¡habría menos divisiones, contrastes y polémicas! La humildad, como la caridad,
es una virtud esencial para la convivencia en las comunidades cristianas. Los
pobres, en este sentido evangélico, aparecen como aquellos que mantienen viva
la meta del Reino de los cielos, haciendo ver que esto viene anticipado como
semilla en la comunidad fraterna, que privilegia el compartir antes que la
posesión. Esto quisiera subrayarlo: privilegiar el compartir antes que la
posesión. Siempre tener las manos y el corazón así [el Papa hace un gesto
con la mano abierta], no así [hace un gesto con puño cerrado]. Cuando el
corazón está así [cerrado] es un corazón pequeño, ni siquiera sabe cómo amar.
Cuando el corazón está así [abierto] va sobre el camino del amor.
La Virgen María, modelo y primicia de los pobres en
espíritu porque es totalmente dócil a la voluntad del Señor, nos ayude a abandonarnos
en Dios, rico en misericordia, para que nos colme de sus dones, especialmente
de la abundancia de su perdón.
Papa Francisco. Audiencia. La pasión por la evangelización: el celo
apostólico del creyente 2. Jesús, modelo de anuncio.
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos todos!
El miércoles pasado iniciamos un ciclo de catequesis sobre la pasión de
evangelizar, es decir sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a
todo cristiano. Hoy miramos al modelo insuperable del anuncio: Jesús. El
Evangelio del día de Navidad lo definía “Verbo de Dios” (cfr. Jn 1,1). El hecho
de que Él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús:
Él está siempre en relación, en salida, nunca aislado, siempre en relación,
en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así
es Jesús, Palabra eterna del Padre dirigida a nosotros, comunicada a nosotros. Cristo
no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra, un
mensaje: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros.
Siempre mirando al Padre que le ha enviado y mirando a nosotros a quienes Él ha
sido enviado.
De hecho, si miramos a sus jornadas, descritas en los Evangelios,
vemos que en el primer lugar está la intimidad con el Padre, la oración, por
la que Jesús se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a
zonas desiertas a rezar (cfr. Mc 1,35; Lc 4,42) a hablar con el Padre. Todas
las decisiones y las elecciones más importantes las toma después de haber
rezado (cfr. Lc 6,12; 9,18). Precisamente en esta relación, en la oración que
le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre,
de su existencia en el mundo porque Él está en misión por nosotros, enviado
por el Padre a nosotros.
A tal propósito es interesante el primer gesto público que Él
realiza, después de los años de la vida oculta en Nazaret. Jesús no hace un
gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la
gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su
acción en el mundo: entregarse por los pecadores, haciéndose solidario con
nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida. De hecho, hablando
de su misión, dirá que no ha venido «a ser servido, sino a servir y a dar su
vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Cada día, después de la oración,
Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y la dedica a las
personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los
enfermos (cfr. Mc 1,32-39). Es decir, Jesús está en contacto con el Padre
en la oración y después está en contacto con toda la gente para la misión, para
la catequesis, para enseñar el camino del Reino de Dios.
Entonces, si queremos representar con una imagen su estilo de vida, no
tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, lo hemos
escuchado, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que ―dice― «da su vida
por las ovejas» (Jn 10,11), este es Jesús. De hecho, ser pastor no era solo un
trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida:
veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar,
durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús
no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo
es un corazón pastoral (cfr. Ez 34,15). Es pastor con todos nosotros.
De hecho, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a
menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral,
debemos compararnos con el modelo, compararse con Jesús, Jesús buen Pastor. En
primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de
la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La
intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, «el
alma de todo apostolado». Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos:
«separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Si se está con Jesús se
descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado.
¿Y el nuestro? Cuántas veces nuestra actitud con gente que es un poco
difícil o que es un poco complicada se expresa con estas palabras: “Es un
problema suyo, que se las arregle…”. Pero Jesús nunca ha dicho esto, nunca,
sino que ha ido siempre al encuentro de todos los marginados, los pecadores. Lo
acusaban de esto, de estar con los pecadores, porque les llevaba precisamente
la salvación de Dios.
Hemos escuchado la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo
15 del Evangelio de Lucas (cfr. vv. 4-7). Jesús habla también de la moneda
perdida y del hijo pródigo. Si queremos entrenar el celo apostólico, el
capítulo 15 de Lucas hay que tenerlo siempre presente. Leedlo a menudo, ahí
podemos entender qué es el celo apostólico. Ahí descubrimos que Dios no está
para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se
vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No
dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”. El corazón pastoral reacciona
de otra manera: el corazón pastoral sufre, el corazón pastoral arriesga.
Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama
todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por
los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en
respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa
y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo
algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que
tiene nostalgia de los que se han ido. La nostalgia por aquellos que se han
ido es continua en Jesús. Y cuando escuchamos que alguien ha dejado la
Iglesia ¿qué decimos? “Que se las arregle”. No, Jesús nos enseña la
nostalgia por aquellos que se han ido; Jesús no tiene rabia ni
resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Jesús tiene
nostalgia de nosotros y esto es el celo de Dios.
Y yo me pregunto: nosotros, ¿tenemos sentimientos similares? Quizá
vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. “¿Y este? ―
Se ha ido a otro lado, ha perdido la fe, le espera el infierno…”, y nos
quedamos tranquilos. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de
la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de
testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado? No
para hacer proselitismo, ¡no! Sino para que les llegue la Palabra del Padre y
caminar juntos. Evangelizar no es hacer proselitismo: hacer proselitismo es una
cosa pagana, no es religiosa ni evangélica. Hay una buena palabra para aquellos
que han dejado el rebaño y nosotros tenemos el honor y la carga de decir esa
palabra. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto, acercarnos siempre, con el
corazón abierto, a todos, porque Él es así. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús
desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos,
si sufrimos y arriesgamos en sintonía con el corazón de Jesús, con este corazón
pastoral, cerca del corazón pastoral de Jesús! No se trata de hacer
proselitismo, ya lo he dicho, para que los otros sean “de los nuestros”, no, esto
no es cristiano: se trata de amar para que sean hijos felices de Dios.
Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, que se pone cerca
de todos, para llevar el mensaje del Señor y también sentir por cada uno la
nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y arriesga,
no va: si los cristianos no tenemos este amor que sufre y arriesga, corremos
el riesgo de apacentarnos solo a nosotros. Los pastores que son pastores de
sí mismos, en vez de ser pastores del rebaño, son peinadores de ovejas
“exquisitas”. No hay que ser pastores de sí mismos, sino pastores de todos.
Comentario al evangelio del domingo.
Lugar clave.
Inicio del primero (Sermón del Monte)
de los cinco discursos.
Inversión de los valores más
extendidos en tiempo de Jesús y en el nuestro.
Interpretación de las bienaventuranzas
de Jesús motivada por la situación de los destinatarios.
Temas: justicia y trabajo por la paz.
-Contexto:
Llamada a los primeros discípulos en el
lago.
Sumario: proclamación-curación.
Bienaventuranzas.
-Mateo:
Seguir a Jesús conlleva un compromiso
ético:
Asumir los valores y estilo de vida de
Jesús.
ORACIÓN JUNIORS.
EXPERIENCIA.
En el lugar donde te
encuentras leyendo este guion de oración, respira profundamente y toma
conciencia de la presencia de Dios. Él sale a tu encuentro allí donde trabajas,
estudias, lees, compartes en redes sociales. Porque nunca se separa de ti. Y
todo lugar es lugar de encuentro con Dios si le abres el corazón.
Mientras Moisés cuidaba
del rebaño de su suegro Dios le habló desde la zarza ardiente. Esta zarza está
en tu corazón, en cuanto por el bautismo y la confirmación eres una persona ungida
por el Espíritu, habitada por Él.
Toma conciencia de haber
entrado en el tiempo sagrado, separado, de la oración.
En silencio sígnate e
invoca al Espíritu Santo para que arda con fuerza en tu interior.
Mira el vídeo.
https://www.youtube.com/watch?v=ybqA40zIBHo
Con una o varias
imágenes ora, háblale a Jesús de ella.
+REFLEXIÓN.
Toma la Biblia y lee :
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 5, 1-12a.
En aquel tiempo, al
ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y,
abriendo su boca, les enseñaba diciendo:
Bienaventurados los
pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los
mansos, porque ellos heredarán la tierra.
Bienaventurados los
que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los
que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.
Bienaventurados los
misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que
trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los
perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.
Bienaventurados
vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por
mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el
cielo.
¿Qué dice el texto? Después
de escoger a los cuatro primeros discípulos Jesús sube a una colina que se levanta
cerca del lago Genesaret y allí proclama el discurso programático dirigido a
todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. A ti, en particular. Es el
retrato de Jesús que Él quiere pintar en ti; la figura de barro que mediante la
Iglesia está modelando. El camino de felicidad anclado más allá de la
circunstancia concreta, en el futuro, en el encuentro con Dios fuente de toda
riqueza y consuelo.
¿Qué te dice? Lee el
texto varias veces, dejándolo reposar, repitiendo una o dos bienaventuranzas.
COMPROMISO.
Habla a Jesús, este es tu compromiso: una palabra, una frase, unos
minutos de silencio mirándolo en tu corazón.
CELEBRACIÓN.
Escucha
esta canción y celebra las bienaventuranzas con la vida, con un rostro luminoso
que irradie paz a quienes te rodean, cuando anide el día y cuando anide la noche en
tu presente.
https://www.youtube.com/watch?v=ABUpOeN8ipg
GUIÓN MISA NIÑOS.
DOMINGO
V T.O. 5 de febrer de 2023
Monición de entrada.-
Queridos
hermanos:
La
misa de hoy nos ayuda a hacernos esta pregunta:
¿Qué
esperan las personas de nosotros, la Iglesia?
Hay
muchos niños y mayores que nos ven y se preguntan: ¿Vale la pena ser
cristianos?
¿Qué
les contestaremos? ¿Como hacer verdad las palabras que Jesús nos dirá?
¿Somos
la sal y la luz para los demás?
Señor ten piedad.-
Tú que eres la luz
brilla. Señor, ten piedad.
Tú
que eres la luz que ilumina . Cristo, ten piedad.
Tú
que eres la luz que da la vida. Señor, ten piedad.
Peticiones.-
Jesús, te pido por el Papa Francisco y el obispo
Enrique. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la misión de la Iglesia
de Valencia. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por la Iglesia, para que
sea luz. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido las personas que nos
hablan de ti, para que su palabra nazca de escucharte a ti. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por las maestras y
maestros, para que no se cansen. Te lo pedimos, Señor.
Jesús, te pido por nosotros, para que
entendamos que venir a misa no tiene valor sino ayudamos a los pobres y nuestras
palabras son siempre buenas. Te lo pedimos, Señor.
Acción de gracias.-
María, queremos darte las gracias por
esta semana y por esta misa en la que Jesús nos ha ayudado a parecernos más a
Él.
GUIÓ
MISSA D’INFANTS. DIUMENGE V T. O. 5 de febrer de 2023.
Monició d’entrada.-
Estimats
germans:
La
missa d’avui ens ajuda a fer-nos aquesta pregunta:
Que
esperen les persones de nosaltres, l’Església?
Hi
ha molts xiquets i majors que ens veuen i es pregunten: Val la pena ser
cristians?
Que
els contestarem? Com fer veritat les paraules que Jesús ens dirà?
Som
sal i llum per els altres?
Senyor, tingueu
pietat.
Vos que sou la llum
que brilla. Senyor, tingueu pietat.
Vos que sou la llum
que il.lumina. Crist, tingueu pietat.
Vos que sou la llum
que ens dona la vida. Senyor, tingueu pietat.
Plegaries.-
Jesús, et demane pel Papa Francesc i el
bisbe Enric. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per la missió de l’Església
de València. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per l’Església, perquè
siga llum. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per les persones que
ens parlen de tu, per que la seua paraula brolle d’escoltar-te. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane pels mestres, perquè no
es cansen. T’ho demane, Senyor.
Jesús, et demane per nosaltres, perquè
entenga’m que vindre a missa no té valor si no ajudem els pobres i les nostres
paraules no són sempre bones. T’ho demane, Senyor.
Acció de gràcies.
Maria, volem donar-te les gràcies per
aquesta setmana i per aquesta missa a la qual Jesús ens ha ajudat a peréixer-nos
més a Ell.
Lectura
del llibre del profeta Isaïes 55, 7-10.
Diu
el Senyor:
-Comparteix
el teu pa amb els qui passen fam, acull a ta casa els pobres vagabunds; si algú
no té roba, vesteix-lo; no els defuges, que són germans teus.
Llavors
esclatarà en la teua vida una llum com la del matí, i es tancaran a l’instant
les teues ferides; tindràs per avantguarda la teua bondat, i per reraguarda, la
glòria del Senyor. Quan invoques el Senyor, ell et respondrà, quan crides auxili,
ell et dirà: “Ací em tens”. Si no intentes de fer caure els altres, ni els
assenyales amb el dit pronunciant un malefici, si dones el teu pa als qui
passen gana i satisfàs la fam dels indigents, s’omplirà de llum la teua foscor,
i el teu capvespre serà clar com el migdia.
Paraula
de Déu.
Sal 111
L’home just és
llum que apunta en la fosca. R/.
L’home just,
compassiu i benigne,
és llum que
apunta en la fosca.
Sortós l’home
que presta de bon grat,
que disposa a
consciència els seus quefers. R/.
El just no caurà
mai,
i deixarà un
record inesborrable.
Viu sense por de
les males noves,
se sent ferm
confiant en el Senyor. R/.
Té el cor inconmovible,
res no tem,
reparteix allò
que té, ho dona als pobres,
la seua bondat
consta per sempre,
pot alçar el
front amb dignitat. R/.
Lectura
de la primera carta de sant Pau als cristians de Corint 2, 1-5.
Germans:
Quan
vaig venir a vosaltres, no vos vaig anunciar el misteri de Déu amb el prestigi
de l’eloqüència i de la saviesa. Entre vosaltres no vaig voler saber res més
que Jesucrist, i encara clavat a la creu. I em vaig presentar davant vosaltres
dèbil, poruc i tremolós.
En
tot allò que vos deia i vos predicava, no hi entraven paraules que s’imposassen
per la seua saviesa, sinó pel poder convincent de l’Esperit, perquè la vostra
fe no es fonamentàs en la saviesa dels hòmens, sinó en el poder de Déu.
Paraula
de Déu.
X Lectura de l’Evangeli segons sant Mateu 5, 13-16.
En aquell temps, Jesús digué als seus
deixebles:
-Vosaltres sou la sal de la terra. Si la
sal ha perdut el gust, amb què la tornarien salada? No serà bona per a res. La
llançaran al carrer i que la gent la trepitge. Vosaltres sou la llum del món.
Un poble dalt d’una muntanya no es pot amagar. Tampoc, quan algú encén un llum,
no el posa davant una mesura, sinó en un lloc alt, i fa llum a tots els qui són
a casa. Igualment ha de resplendir la vostra llum davant la gent. Llavors, en
veure el bé que heu obrat, glorificaran el vostre Pare del cel.
Paraula del Senyor.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González.
BAC. Madrid. 2017.
Biblia
Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.
Catecismo
de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación
de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.
La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia.
Ciudad Nueva. Madrid. 2006.
Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu.
Gorg. València. 1975.
Pío de Luis,
OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las
lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
San Juan de
Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid.
2015.
San Juan de Ávila. Obras
Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores.
BAC. Madrid. 2013.
San
Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San
Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
Eucaristía. Verbo Divino.
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