miércoles, 17 de julio de 2024

215. Domingo 16. 21 de julio de 2024.

 


Lectura de la profecía de Jeremías 23, 1-6

¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! – oráculo del Señor –. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo: “Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuentas por la maldad de vuestras acciones – oráculo del Señor –. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países a donde las expulsé, y las volveré a traer a sus dehesas para que crezcan y se multipliquen. Les pondré pastores que las apacienten, y ya no temerán ni se espantarán. Ninguna se perderá – oráculo del Señor –”. Mirad que llegan días – oráculo del Señor – en que daré a David un vástago legítimo: reinará como monarca prudente con justicia y derecho en la tierra. En sus días se salvará Judá, Israel habitará seguro. Y le pondrán este nombre: “El-Señor-nuestra-Justicia”.

 

Textos paralelos.

 ¡Ay de los pastores que dejan perderse y desparramarse las ovejas de mis pastos!

Ez 34, 2: Hijo de Adán, profetiza contra los pastores de Israel, profetiza diciéndoles: “¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No son las ovejas lo que tienen que apacentar los pastores”

Recogeré al resto de mis ovejas de todas las tierras.

Jr 31, 10: Escuchad, pueblos, la palabra del Señor, anunciadla, islas remotas: El que esparció a Israel lo reunirá, lo guardará como el pastor a su rebaño.

Is 4, 3: A los que queden en Sión, a los restantes en Jerusalén, los llamarán santos: los inscritos en Jerusalén entre los vivos.

Pondré al frente de ellas pastores.

Jr 3, 15: Os daré pastores a mi gusto que os apacienten con saber y acierto.

Suscitaré a David un Germen justo.

Jr 33, 15-16: En aquellos días y en aquella hora suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra. En aquellos días se salvará Judá y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “Señor-nuestra-justicia”.

Is 4, 2: Aquel día, el vástago del Señor será joya y gloria, el fruto del país, honor y ornamento para los supervivientes de Israel.

Za 3, 8: Escuchad, Josué, sumo sacerdote, y los compañeros que estáis sentados delante de él: Son figuras proféticas que yo he de traer a mi siervo Germen.

Za 6, 12: Y le dirás: “Así dice el Señor de los ejércitos: Ahí está el hombre llamado Germen, que construirá el templo – su descendencia germinará –.

En sus días estará a salvo Judá.

Jr 3, 18: En aquellos días Judá irá a reunirse con Israel y juntas vendrán del país del norte a la tierra que di en heredad a vuestros padres.

 

Notas exegéticas.

23 5 “Germen” llegará a ser nombre propio, desligación del Mesías.

23 6 Este nombre simbólico dado al Mesías contrasta con el de Sedecías, que significa: “Yahvé es mi justicia”.

 

Salmo responsorial

Salmo 23 (22) 1-6

 

El Señor es mi pastor, nada me falta. R/.

El Señor es mi pastor, nada me falta:

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas.  R/.

 

Me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo;

tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

 

Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa. R/.

 

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término. R/.

 

Textos paralelos.

 Yahvé es mi pastor.

Ez 34, 11:  Así dice el Señor: Yo mismo en persona buscaré mis ovejas siguiendo su rastro”.

Jn 10, 11: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.

Me conduce a fuentes tranquilas.

Jn 4, 10: Jesús le contestó: si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y te daría agua viva.

Is 40, 31: Pero los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, echan alas como las águilas, corren sin cansarse, marchan sin fatigarse.

Jr 31, 25: Regaré las gargantas sedientas, colmaré a los muertos de hambre.

Pr 4, 11: Te instruyo sobre el camino de la sensatez, te encamino por la senda recta.

Sal 115, 1: ¡No a nosotros, Señor, no a nosotros! Hazle honor a tu nombre por tu lealtad y tu fidelidad.

Aunque fuese por valle tenebroso.

Is 50, 10: ¿Quién de vosotros respeta al hijo y obedece a su siervo? Aunque camine en tinieblas, sin un rayo de luz, que confíe en el Señor y se apoye en sus hijos.

Jb 10, 21-22: Antes de partir, para no volver, al país de tinieblas y de sombras, a la tierra lóbrega y opaca, de confusión y negrura, donde la misma claridad es sombra.

Preparas ante mí una mesa.

Ex 16, 4: El Señor dijo a Moisés: Yo os haré llover pan del cielo, que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no.

Sal 22, 27: Comerán los desvalidos hasta saciarse y alabarán al Señor los que lo buscan: ¡no perdáis nunca el ánimo!

Perfumas mi cabeza.

Sal 16, 5: El Señor es la porción de mi lote y de mi copa; tu controlas mi suerte.

Sal 63, 6: Como de enjundia y de manteca será saciada mi garganta y con labios jubilosos te alabará mi boca.

Habitaré en la casa de Yahvé.

Sal 27, 4: Una cosa pido al Señor, es lo que busco: habitar en la casa del Señor todos los días de mi vida; contemplando la belleza del Señor, observando su templo.

 

Notas exegéticas.

23 La solicitud divina por los justos, descrita bajo la doble imagen del pastor, vv.1-4, y del huésped que ofrece el banquete mesiánico, vv. 5-6. Este salmo se aplica tradicionalmente a la vida sacramental, especialmente el Bautismo y la Eucaristía.

23 4 “Pues tú vienes”: adición probable para armonizar con 1 S 22, 23 y subrayar así la alusión al gesto davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu vara, tu cayado están ahí”.

23 5 Conforme a la costumbre de la hospitalidad oriental.

23 6 “Y habitaré” versiones, “volveré a”, hebreo (simple corrección vocálica).

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 2, 13-18.

Hermanos:

Ahora, gracias a Cristo Jesús, los que un tiempo estabais lejos estáis cerca por la sangre de Cristo. Él es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de sangre el muro que los separaba: la enemistad. Él ha abolido la ley con sus mandamientos y decretos, para crear, de los dos, en sí mismo, un único hombre nuevo, haciendo las paces. Reconcilió con Dios a los dos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, a la hostilidad. Vino a anunciar la paz: paz a vosotros los de lejos, paz también a los de cerca. Así, unos y otros, podemos acercarnos al Padre por medio de él en su mismo Espíritu.

 

Textos paralelos.

Habéis llegado a estar cerca por la sangre de Cristo.

Ef 2, 17: Vino y anunció la paz a vosotros, los lejanos, la paz a los cercanos.

Él es nuestra paz: el que de dos pueblos hizo uno.

Is 9, 5: Porque un niño nos ha nacido, nos ha traído un hijo: lleva el cetro del principado y se llama “Milagro de Consejero, Guerrero divino, Jefe perpetuo, Príncipe de la paz”.

Mt 5, 9: Dichosos los que procuran la paz, porque se llamarán hijos de Dios.

Anulando en su carne la Ley con sus mandamientos y decretos.

Ga 3, 28: Ya no se distinguen judío y griego, esclavo y libre, hombre y mujer, pues con Cristo Jesús todos sois uno.

Col 2, 14: Canceló el documento de nuestra deuda con sus cláusulas adversas a nosotros, y lo quitó de en medio clavándolo consigo en la cruz.

Col 3, 14-15: Y por encima de todo el amor, que es el broche de la perfección. Actúe de árbitro en vuestra mente la paz de Cristo, a la que habéis sido llamados para formar un cuerpo. Sed agradecidos.

Vino a anunciar la paz.

Za 9, 10: Destruirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; destruirá los arcos de guerra y dictará paz a las naciones; dominará de mar a mar, del gran río al confín de la tierra.

Is 57, 19: Y a los que hacen duelo por él les haré brotar en los labios este canto: “Paz al lejano, paz al cercano – dice el Señor –, y los curaré.

Unos y otros tenemos acceso al Padre.

2 Co 13, 13: La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté con todos vosotros.

Ef 4, 4: Uno es el cuerpo, uno el Espíritu, como es una la esperanza a que habéis sido llamados.

Ef 3, 12: Por él y con la confianza que da la fe en él, tenemos libre acceso.

 

Notas exegéticas.

2 13 Este acercamiento lo ha realizado la Cruz de Cristo: primero el de los judíos y gentiles entre sí; luego el de todos con el Padre.

2 14 (a) El autor se está refiriendo, en abstracto, al acercamiento entre judíos y gentiles realizado por Cristo.

2 14 (b) El muro divisorio en el Templo de Jerusalén excluía a los gentiles de las zonas específicamente religiosas y sólo les permitía entrar en los patios exteriores; el autor ve en ello un símbolo de la enemistad entre judíos y gentiles.

2 15 Este “Hombre Nuevo” es el prototipo de la nueva humanidad re-creada por Dios en la persona de Cristo resucitado, como “último Adán”, 1 Cor 15, 45 después de haber dado muerte en él sobre la cruz al linaje del primer Adán, corrompido por el pecado. Creado “en la justicia y santidad de la verdad” es también “uno solo” porque en él desaparecen todas las divisiones de los hombres.

2 16 Este cuerpo único es, ante todo, el cuerpo físico e individual de Cristo, sacrificado en la Cruz, pero es también su cuerpo “místico”, en el que se agrupan todos los miembros ya reconciliados.

2 17 (a) Por medio de sus apóstoles, que predicaron en su nombre el Evangelio de la salvación y de la paz.

2 17 (b) Esta referencia explícita a Isaías remite de hecho al conjunto de los capítulos 56 y 57 del profeta. Este anuncia el día en que los hijos del extranjero acudirán a unirse a Israel para servir al Señor en el templo, al que tendrán acceso lo mismo que los judíos.

2 18 Este espíritu único que anima al cuerpo único, el de Cristo unido a su Iglesia, es el Espíritu Santo que transformó su cuerpo resucitado, y desde él se derrama en sus miembros. La intención trinitaria de este versículo es bien clara. La estructura trinitaria se repite en el v. 20.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34.

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas.

 

Textos paralelos.

Mc 6, 30-34

Mt 14, 13-14

Lc 9, 10-11

Jn 6, 1-3

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los apóstoles se reunieron con Jesús y le contaron todo lo que había hecho y enseñado.

 

Él les dice:

-Vosotros venid aparte, a un paraje despoblado, a descansar un rato. Pues los que iban y venían eran tantos, que no sacaban tiempo ni para comer. Así que se fueron solos en barca a un paraje despoblado.

 

Pero los vieron marcharse y cayeron en la cuenta. De todos los poblados fueron corriendo a pie hasta allá y se les adelantaron.

 

Al desembarcar, vio una gran multitud y sintió lástima, porque eran como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles muchas cosas.

Al enterarse, Jesús se marchó de allí en barca, él solo, a un paraje despoblado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero la multitud se enteró y lo siguió a pie desde los poblados.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Jesús desembarcó y, al ver la multitud, sintió lástima y

 

 

 

 

 

curó a los enfermos. 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Los apóstoles volvieron y le contaron cuanto habían hecho.

 

 

Él los tomó aparte y se retiró por su cuenta a una ciudad llamada Betsaida.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pero la gente se enteró y lo siguió. El los acogió y les hablaba del reinado de Dios

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

y curaba a los que lo necesitaban.

Algún tiempo después pasó Jesús a la otra orilla del lago de Galilea (el Tiberíades). Lo seguía una gran multitud, pues veían las señales que hacía con los enfermos.

 

 

 

 

 

 

 

Jesús se retiró a un monte y allí se sentó con sus discípulos. 

Los apóstoles se reunieron con Jesús.

Mc 8, 1-2: Por entonces se reunió otra vez mucha gente y no tenían que comer. Llama a los discípulos y les die: “Me da lástima esa gente, pues llevan tres días junto a mí y no tienen qué comer”.

Es que los que iban y venían eran tantos.

Mc 2, 2: Se reunieron tantos, que no quedaba espacio ni a la puerta. Y les exponía el mensaje.

Mc 3, 20: Entró en casa y se reunió tal multitud que no podían comer.

No tienen pastor y se puso a enseñarles.

Mt 9, 36: Viendo a la multitud, se conmovió por ellos, porque andaban maltrechos y postrados, como ovejas sin pastor.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén

6 30 (a) En la sección siguiente (6, 30 – 8, 26) destacan dos relatos en los que Jesús da de comer a la gente (6, 30-34); 8, 1-9) y se aprecia cierto paralelismo de los episodios que siguen a cada uno de ellos: travesía del lago, controversia con los fariseos, discusión sobre el pan y una curación. Sea cual sea el origen de estos dos relatos (Mc 0 la tradición anterior; comparar la serie de Jn 6) se percibe, desde el punto de vista de la teología de Mc, el interés por la revelación del secreto de Jesús a sus discípulos, su comprensión creciente por parte de estos y la atención prestada a las relaciones con los fariseos y con los paganos.

6 30 (b) Este nexo que une la sección siguiente (ver nota precedente) con lo que los apóstoles han aprendido de su misión futura sugiere que Jesús va a manifestarles la verdadera naturaleza de su tarea, revelándoles el misterio oculto de su obra y de su persona. De hecho, Mc insiste en la solidaridad de los apóstoles por Jesús en relación con la gente, en su participación activa en su enseñanza y en el deber de alimentar a la muchedumbre.

6 34 La compasión de Jesús es motivada por el estado de abandono del pueblo: la imagen bíblica del rebaño sin pastor estigmatiza la incuria[1] de los jefes responsables. Sugiere que Jesús se comporte como el pastor mesiánico a imagen de Moisés o de David. Incluso el propio Dios, pastor del pueblo en el desierto.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

30 Única vez que Mc dice LOS APÓSTOLES refiriéndose al grupo de los Doce.

31 VENID (lit. aquí: adverbio griego con forma y valor de imperativo) VOSOTROS… Y DESCANSAD: según san Ambrosio, el alimento de la palabra de Dios “no se da a los haraganes[2], ni a los que se quedan en la ciudad – como en la sinagoga – o en las dignidades seculares, sino a los que buscan a Cristo en la soledad; a los que no sienten repugnancia los acoge Cristo y con ellos el Verbo de Dios habla no de asuntos mundanos, sino del reino de los cielos. // ERAN TANTOS… QUE…: lit. eran muchos… y…

33 SE DIERON CUENTA de la intención; o también: “los reconocieron”.

34 (EN) MUCHAS COSAS: o bien: mucho, es decir, ampliamente, sin prisas.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

6, 30-44 De un modo similar a como ocurre en otros relatos del Evangelio, la milagrosa multiplicación de unos pocos panes y peces es el cumplimiento de ciertos milagros del Antiguo Testamento (p.ej., el maná en el desierto) y el anticipo de bienes mayores (el Sacramento de la Eucaristía). La enseñanza previa a la distribución de los panes evoca la Liturgia de la Palabra que precede a la Liturgia de la Eucaristía, los elementos básicos de la santa Misa. Además, se conecta al alimento espiritual de la Palabra acompañándolo con el alimento sacramental del Pan de la Vida. Las palabras de Cristo en este milagro son claramente eucarísticas: “alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los iba dando” (v .41), y distribuyó los panes a través de sus apóstoles. Cat. 1335.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

 545 Jesús invita a los pecadores al banquete del Reino: “No he venido a llamar a justos sino a pecadores” (Mc 2, 17). Les invita a la conversión, sin la cual no se puede entrar en el Reino, pero les muestra de palabra y con hechos la misericordia sin límites de su Padre hacia ellos y la inmensa alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta.

 

Concilio Vaticano II

Llevados por el espíritu fraterno, los presbíteros no han de olvidar la hospitalidad, y deben practicar la beneficencia y la comunidad de bienes y preocuparse, sobre todo, de los enfermos, los afligidos, los que están sobrecargados de trabajo, los aislados, los que han salido de su patria y los que sufren persecución. Han de reunirse gustos y alegres, incluso para relajar sus ánimos, recordando las palabras con que el Señor mismo invitaba a sus Apóstoles cansados: “Venid, vosotros solos, a un lugar desierto y descansad un poco” (Mc 6, 31). Además, para que los presbíteros encuentren ayuda mutua en el cultivo de la vida espiritual e intelectual, para que puedan colaborar más adecuadamente en el ministerio y para librarse de los peligros que pueden venir de la soledad, hay que fomentar alguna forma de vida común o alguna comunidad de vida entre ellos.  Puede esta adoptar diversas formas según las necesidades personales y pastorales: si es posible vivir juntos, comer juntos o al menos tener encuentros periódicos y frecuentes. También hay asociaciones con estatutos aprobados por la autoridad eclesiástica competente que fomentan la santidad de los sacerdotes en el ejercicio del ministerio. Lo hacen por medio de una organización adecuada y convenientemente aprobada de la vida y por la ayuda fraterna. Hay que apreciar mucho estas asociaciones y promoverlas diligentemente. Finalmente, por razón de la misma comunión en el sacerdocio, los presbíteros deben sentirse especialmente obligados con los que experimentan dificultades. Han de prestarles la ayuda oportuna, incluso haciéndoles discretamente alguna advertencia si es necesario. Deben manifestar siempre su amor fraterno y su magnanimidad a los que han tenido algún fallo, y pedir insistentemente a Dios por ellos y mostrándose continuamente con ellos hermanos y amigos de verdad.

Decreto Presbyterorum ordinis, 8.

 

Comentarios de los Santos Padres.

Cuando se detecta la enorme felicidad de los días de trabajo de los maestros, al mismo tiempo se demuestra el entusiasmo de los discípulos. Ojalá que en neustros días los ministros de la Palabra insistan tanto al auditorio de fieles que no tengan tiempo libre para preocuparse del cuerpo.

Beda. Exposición al Ev. de Marcos, 2, 5, 31.

 

San Agustín

¿A qué pensáis, hermanos, que se debe el que los desiertos se hayan llenado de siervos de Dios? ¿Se hubiesen apartado de los hombres, si les hubiese ido bien entre ellos? Y, sin embargo, ¿qué hacen ellos mismos? He aquí que en su fuga se alejan y establecen su morada en el desierto; pero ¿acaso cada uno aislado de los demás? La caridad los retiene, para que se queden en compañía de otros muchos.

¿Adónde has de ir? ¿Adónde has de volar? ¿Dónde descansaras? He aquí que en mi fuga me alejé y establecí mi morada en el desierto. ¿En qué desierto? Adondequiera que vayas, se te unirán los demás, se encaminarán contigo al desierto, simularán vivir tu misma vida, sin que tú puedas rechazar la compañía de los hermanos; se mezclarán contigo también los malos; aún debes ser sometido a prueba. He aquí que en mi fuga me alejé y establecí mi morada en el desierto (Sal 54, 9). ¿En qué desierto? ¿Quizá en la conciencia, adonde no entra hombre alguno, donde nadie está contigo, donde estás tú y Dios. Pues si entiendes por desierto algún lugar, ¿qué harás de aquellos que se reúnen contigo? Mientras vivas entre los hombres, no podrás vivir separado del genero humano. Fíjate más bien en aquel consolador, nuestro Señor y rey, nuestro emperador y creador, hecho criatura también entre nosotros; fíjate que entre los doce mezcló uno a quien tuvo que tolerar.

II, pg. 1070-1071.

 

San Juan de Ávila

Pasó el Señor y subióse al monte y subióse allí con sus discípulos, y, como el Señor vió tanta gente dice el evangelista que comenzó a curar todos los enfermos que le pedían, y juntamente comenzó a curar las ánimas y a predicar con tanta dulcedumbre; y con tanta gana lo oían, que estaba la gente colgada de su boca escuchándole, sin acordarse de comer ni de beber, sino absorbidos y transportados en oír la dulcedumbre de la doctrina que les predicaba.

Domingo 4 de Cuaresma, 4. III, pg. 166.

Y si alguna vez quiere la bondad de Dios quitar este temor y con secretas inspiraciones y con caricias alegrar al hombre, dándole a entender por algunas señales que está perdonado, diciéndole: Tus pecados te son perdonados, vete en paz (Mc 6, 34), que es lo que más deseaba.

A un señor de estos reinos. IV, pg. 99. 

 

San Oscar Romero.

Por eso, el gesto del evangelio de hoy me parece una parte indispensable de nuestra reflexión cuando Cristo les dice a sus apóstoles ya escogidos para pastores para representar el Divino Pastor entre los hombres: "Vengan y descansemos un poco".

Este descanso de Cristo tiene su sentido profundo en la oración. La oración, el acercamiento a Dios, el cotejar nuestra autoridad con la de Dios, eso tiene que ser oficio de todo aquel que gobierna sea en lo civil como también en lo eclesiástico. Si un pastor, si un gobernante se aparta de Dios, no une con Dios su poder, entonces más que una fuerza unitiva, como nos ha dicho el Concilio, se convierte en una fuerza de dispersión, y entonces, en vez del bien, se hace el mal.

Homilía, 22 de julio de 1979.

 

Papa Francisco. Angelus. 19 de julio de 2015

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Veo que sois valientes con este calor en la plaza, ¡enhorabuena!

El Evangelio de hoy nos dice que los Apóstoles, tras la experiencia de la misión, regresaron contentos pero también cansados. Y Jesús, lleno de comprensión, quiso darles un poco de alivio; y es así que los lleva a un lugar desierto, a un sitio apartado para que descansaran un poco (cf. Mc 6, 31). «Muchos los vieron marcharse y los reconocieron... y se les adelantaron» (v. 33). Y es así que el evangelista nos ofrece una imagen de Jesús de especial intensidad, «fotografiando», por decirlo así, sus ojos y captando los sentimientos de su corazón, y dice así el evangelista: «Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella, porque andaban como ovejas que no tienen pastor; y se puso a enseñarles muchas cosas» (v. 34).

Retomemos los tres verbos de este sugestivo fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los podemos llamar los verbos del Pastor. Ver, tener compasión, enseñar. El primero y el segundo, ver y tener compasión, están siempre asociados con la actitud de Jesús: su mirada, en efecto, no es la mirada de un sociólogo o de un reportero gráfico, porque Él mira siempre con «los ojos del corazón». Estos dos verbos, ver y tener compasión, configuran a Jesús como buen Pastor. Incluso su compasión, no es solamente un sentimiento humano, sino que es la conmoción del Mesías en quien se hizo carne la ternura de Dios. Y de esta compasión nace el deseo de Jesús de alimentar a la multitud con el pan de su Palabra, es decir enseñar la Palabra de Dios a la gente. Jesús ve, Jesús tiene compasión, Jesús nos enseña. ¡Es hermoso esto!

Y yo le pedí al Señor que el Espíritu de Jesús, buen pastor, este Espíritu, me guiase durante el viaje apostólico que realicé los días pasados a América Latina y que me permitió visitar Ecuador, Bolivia y Paraguay. Doy gracias a Dios de todo corazón por este don. Agradezco a los pueblos de los tres países por su afectuosa y calurosa acogida y entusiasmo. Renuevo mi gratitud a las Autoridades de estos países por su acogida y colaboración. Con gran afecto doy las gracias a mis hermanos obispos, a los sacerdotes, las personas consagradas y a todas las poblaciones por la calidez con la cual han participado. Con estos hermanos y hermanas alabé al Señor por las maravillas realizadas en el pueblo de Dios en camino en esas tierras, por la fe que animó y anima su vida y su cultura. Y lo alabamos también por las bellezas naturales con las que enriqueció a estos países. El continente latinoamericano tienes grandes potencialidades humanas y espirituales, custodia valores cristianos profundamente arraigados, pero vive también graves problemas sociales y económicos. Para contribuir a su solución, la Iglesia está comprometida en movilizar las fuerzas espirituales y morales de sus comunidades, colaborando con todos los componentes de la sociedad. Ante los grandes desafíos que debe afrontar el anuncio del Evangelio, invité a buscar en Cristo Señor la gracia que salva y que da fuerza al compromiso del testimonio cristiano, a ampliar la difusión de la Palabra de Dios, a fin de que la destacada religiosidad de esas poblaciones pueda ser siempre testimonio fiel del Evangelio.

A la maternal intercesión de la Virgen María, que toda América Latina venera como patrona con el título de Nuestra Señora de Guadalupe, confío los frutos de este inolvidable viaje apostólico.

 

Papa Francisco. Angelus. 22 de julio de 2018.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de hoy (cf. Marcos 6, 30-34) nos narra que los apóstoles, tras su primera misión, regresaron donde estaba Jesús y le contaron «todo lo que habían hecho y lo que habían enseñado» (v. 30). Después de la experiencia de la misión, ciertamente entusiasta pero también agotadora, tenían necesidad de descanso. Jesús, lleno de comprensión, se preocupa de asegurarles un poco de alivio y dice: «Venid también vosotros aparte, a un lugar solitario, para descansar un poco» (v. 31). Pero esta vez la intención de Jesús no se puede realizar, porque la multitud, intuyendo el lugar solitario hacia donde se dirigía con la barca junto con sus discípulos, corrió hacia allí antes de su llegada. Eso mismo también puede suceder hoy. A veces no logramos realizar nuestros proyectos porque surge un imprevisto urgente que modifica nuestros programas y que exige parte y disponibilidad hacia las necesidades de los demás.

En estas circunstancias estamos llamados a imitar todo lo que hizo Jesús: «Al desembarcar, vio mucha gente, sintió compasión de ellos, pues estaban como ovejas que no tienen pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas» (v. 34). En esta breve frase, el evangelista nos ofrece un flash de especial intensidad, fotografiando los ojos del divino Maestro y su actitud. Observemos los tres verbos de este fotograma: ver, tener compasión, enseñar. Los podemos llamar los verbos del Pastor. La mirada de Jesús no es una mirada neutra, o peor, fría o alejada, porque Jesús mira siempre con los ojos del corazón. Y su corazón es tan tierno y está tan lleno de compasión, que sabe acoger las necesidades de las personas que permanecen incluso más escondidas. Además, su compasión no indica simplemente una reacción emotiva frente a una situación de malestar de la gente, sino que va más allá: es la actitud y la predisposición de Dios hacia el hombre y su historia. Jesús aparece como la preocupación y el cuidado de Dios por su pueblo.

Dado que Jesús se conmovió al ver a toda aquella gente necesitada de guía y de ayuda, podríamos esperar de Él que obrara algún milagro. Sin embargo, se puso a enseñarles muchas cosas. He aquí el primer pan que el Mesías ofrece a la multitud hambrienta y perdida: el pan de la Palabra. Todos nosotros tenemos necesidad de palabras de verdad que nos guíen y que iluminen nuestro camino. Sin la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la orientación correcta en la vida.

Cuando nos alejamos de Jesús y de su amor, nos perdemos y la existencia se transforma en desilusión e insatisfacción. Con Jesús al lado, se puede proceder con seguridad, se pueden superar las pruebas, avanzar en el amor hacia Dios y hacia el prójimo. Jesús se hizo don para los demás, convirtiéndose así en modelo de amor y de servicio para cada uno de nosotros.

Que María Santísima nos ayude a hacernos cargo de los problemas, de los sufrimientos y de las dificultades de nuestro prójimo, por medio de una actitud de compartir y de servicio.

 

Papa Francisco. Angelus. 18 de julio de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La actitud de Jesús que observamos en el Evangelio de la Liturgia de hoy (Mc 6,30-34) nos ayuda a comprender dos aspectos importantes de la vida. El primero es el descanso. A los Apóstoles que regresan de las fatigas de la misión y, con entusiasmo, se ponen a contar todo lo que han hecho, Jesús les dirige con ternura una invitación: «Venid vosotros solos a un lugar desierto, para descansar un poco» (v. 31). Les invita al descanso.

Haciendo esto, Jesús nos da una valiosa enseñanza. A pesar de que se alegra de ver a sus discípulos contentos por los prodigios de su predicación, no se alarga en felicitaciones y preguntas, sino que se preocupa de su cansancio físico e interior. ¿Y por qué hace esto? Porque quiere ponerles en guardia contra un peligro que está siempre al acecho, también para nosotros: el peligro de dejarse llevar por el frenesí del hacer, de caer en la trampa del activismo, en el que lo más importante son los resultados que obtenemos y el sentirnos protagonistas absolutos. Cuántas veces sucede también en la Iglesia: estamos atareados, vamos deprisa, pensamos que todo depende de nosotros y, al final, corremos el riesgo de descuidar a Jesús y ponernos siempre nosotros en el centro. Por eso Él invita a los suyos a reposar un poco en otro lugar, con Él. No se trata solo de descanso físico, sino también de descanso del corazón. Porque no basta “desconectar”, es necesario descansar de verdad. ¿Y esto cómo se hace? Para hacerlo, es preciso regresar al corazón de las cosas: detenerse, estar en silencio, rezar, para no pasar de las prisas del trabajo a las de las vacaciones. Jesús no se sustraía a las necesidades de la multitud, pero cada día, antes que nada, se retiraba en oración, en silencio, en la intimidad con el Padre. Su tierna invitación —descansad un poco— debería acompañarnos: guardémonos, hermanos y hermanas, del eficientismo, paremos la carrera frenética que dicta nuestras agendas. Aprendamos a detenernos, a apagar el teléfono móvil, a contemplar la naturaleza, a regenerarnos en el diálogo con Dios.

Sin embargo, el Evangelio narra que Jesús y los discípulos no pueden descansar como querían. La gente los encuentra y acude desde todas partes. Entonces el Señor se compadece. He aquí el segundo aspecto: la compasión, que es el estilo de Dios. El estilo de Dios es cercanía, compasión y ternura. Cuántas veces, en el Evangelio, en la Biblia, encontramos esta frase: “Tuvo compasión”.

Conmovido, Jesús se dedica a la gente y comienza a enseñar (cfr. vv. 33-34). Parece una contradicción, pero en realidad no lo es. De hecho, solo el corazón que no se deja secuestrar por la prisa es capaz de conmoverse, es decir, de no dejarse llevar por sí mismo y por las cosas que tiene que hacer, y de darse cuenta de los demás, de sus heridas, de sus necesidades. La compasión nace de la contemplación. Si aprendemos a descansar de verdad, nos hacemos capaces de compasión verdadera; si cultivamos una mirada contemplativa, llevaremos adelante nuestras actividades sin la actitud rapaz de quien quiere poseer y consumir todo; si nos mantenemos en contacto con el Señor y no anestesiamos la parte más profunda de nuestro ser, las cosas que hemos de hacer no tendrán el poder de dejarnos sin aliento y devorarnos. Necesitamos —escuchad esto—, necesitamos una “ecología del corazón” compuesta de descanso, contemplación y compasión. ¡Aprovechemos el tiempo estivo para ello! Nos ayuda mucho.

Y ahora, recemos a la Virgen, que cultivó el silencio, la oración y la contemplación, y que se conmueve siempre con ternura por nosotros, sus hijos.

 

Benedicto XVI. Angelus. 22 de julio de 2012.

Queridos hermanos y hermanas:

La Palabra de Dios de este domingo nos vuelve a proponer un tema fundamental y siempre fascinante de la Biblia: nos recuerda que Dios es el Pastor de la humanidad. Esto significa que Dios quiere para nosotros la vida, quiere guiarnos a buenos pastos, donde podamos alimentarnos y reposar; no quiere que nos perdamos y que muramos, sino que lleguemos a la meta de nuestro camino, que es precisamente la plenitud de la vida. Es lo que desea cada padre y cada madre para sus propios hijos: el bien, la felicidad, la realización. En el Evangelio de hoy Jesús se presenta como Pastor de las ovejas perdidas de la casa de Israel. Su mirada sobre la gente es una mirada por así decirlo «pastoral». Por ejemplo, en el Evangelio de este domingo se dice que, «habiendo bajado de la barca, vio una gran multitud; tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas» (Mc 6, 34). Jesús encarna a Dios Pastor con su modo de predicar y con sus obras, atendiendo a los enfermos y a los pecadores, a quienes están «perdidos» (cf. Lc 19, 10), para conducirlos a lugar seguro, a la misericordia del Padre.

Entre las «ovejas perdidas» que Jesús llevó a salvo hay también una mujer de nombre María, originaria de la aldea de Magdala, en el lago de Galilea, y llamada por ello Magdalena. Hoy es su memoria litúrgica en el calendario de la Iglesia. Dice el evangelista Lucas que Jesús expulsó de ella siete demonios (cf. Lc 8, 2), o sea, la salvó de un total sometimiento al maligno. ¿En qué consiste esta curación profunda que Dios obra mediante Jesús? Consiste en una paz verdadera, completa, fruto de la reconciliación de la persona en ella misma y en todas sus relaciones: con Dios, con los demás, con el mundo. En efecto, el maligno intenta siempre arruinar la obra de Dios, sembrando división en el corazón humano, entre cuerpo y alma, entre el hombre y Dios, en las relaciones interpersonales, sociales, internacionales, y también entre el hombre y la creación. El maligno siembra guerra; Dios crea paz. Es más, como afirma san Pablo, Cristo «es nuestra paz: el que de los dos pueblos ha hecho uno, derribando en su cuerpo de carne el muro que los separaba: la enemistad» (Ef 2, 14). Para llevar a cabo esta obra de reconciliación radical, Jesús, el Buen Pastor, tuvo que convertirse en Cordero, «el Cordero de Dios... que quita el pecado del mundo» (Jn 1, 29). Sólo así pudo realizar la estupenda promesa del Salmo: «Sí, bondad y fidelidad me acompañan / todos los días de mi vida, / habitaré en la casa del Señor / por años sin término» (22/23, 6).

Queridos amigos: estas palabras nos hacen vibrar el corazón, porque expresan nuestro deseo más profundo; dicen aquello para lo que estamos hechos: la vida, la vida eterna. Son las palabras de quien, como María Magdalena, ha experimentado a Dios en la propia vida y conoce su paz. Palabras más ciertas que nunca en los labios de la Virgen María, que ya vive para siempre en los pastos del Cielo, donde la condujo el Cordero Pastor. María, Madre de Cristo nuestra paz, ruega por nosotros.

 

MISA DE NIÑOS. SANTIAGO APÓSTOL.

Monición de entrada.

Este domingo estamos en la fiesta de Santiago.

Él fue uno de los doce amigos de Jesús y el que vino a España para hablarnos de Jesús.

Además fue el primero que murió por Jesús.

Estemos atentos a las lecturas y en nuestro corazón hagamos como los peregrinos, démosle un abrazo al apóstol.

 

 Señor, ten piedad.

Tú que elegiste a Santiago como apóstol. Señor, ten piedad.

Tú que enviaste a Santiago a España. Cristo, ten piedad.

Tú que nos das el perdón en la catedral de Santiago. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.

-Por el Papa Francisco, para que siga siendo un buen apóstol tuyo. Te lo pedimos Señor.

-Por la Iglesia en España, para que crezca la semilla del evangelio.  Te lo pedimos Señor.

-Por los obispos de España, para que estén atentos a tu voz. Te lo pedimos, Señor.

-Por las personas que van a Santiago caminando, para que se encuentren con tu perdón. Te lo pedimos, Señor.

-Por nosotros, para que demos ejemplo de que somos amigos de Jesús. Te lo pedimos, Señor.

 

 Acción de gracias.

Virgen María, queremos darte las gracias porque cuando el apóstol Santiago vino a España no lo dejaste solo sino que te apareciste en Zaragoza y le regalaste el Pilar. Gracias por que también a nosotros nos acompañas y nunca nos dejas solos.

 

MISA DE NIÑOS. DOMINGO 17 T. ORDINARIO.

Monición de entrada.

Muchas personas buscaban a Jesús.

Ellas querían escucharle porque tenían hambre de sus palabras.

Y ¿nosotros?, ¿tenemos hambre de sus palabras y de estar con él?

 

Señor, ten piedad.

Porque no tenemos hambre de estar contigo. Señor, ten piedad.

Porque no tenemos hambre de tu Palabra. Cristo, ten piedad.

Porque no tenemos hambre de la Comunión. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.

-Para que el Papa Francisco siga enseñándonos a tener hambre de ti. Te lo pedimos Señor.

-Para que el amor de la Iglesia haga el milagro del pan multiplicado.  Te lo pedimos Señor.

-Para que los que tenemos comida sepamos darla a los que no tienen. Te lo pedimos, Señor.

-Para que los niños que no tienen comida la tengan. Te lo pedimos, Señor.

-Para que nosotros sepamos dar nuestro tiempo a las personas que están solas y tienen hambre compañía. Te lo pedimos, Señor.

 

 Acción de gracias.

Virgen María, queremos darte las gracias porque tú sí tuviste hambre de estar con Jesús y lo buscaste cuando se perdió, se fue de Nazaret y en el camino de la cruz.

 

ORACIÓN PARA EL CENTRE JUNIORS CORBERA.  DOMINGO XVI T.O.

EXPERIENCIA.

Mira el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=4wPapajCdns

Recuerda el día de ayer: ¿fue rutinario o diferente a los demás?, ¿cómo te sentías: triste, alegre, sorprendido, apagado, “off-side”? ¿Tus días son una montaña rusa o una rueda de hámster?, ¿de colores o grises? Si lo son llenos de vida y entusiasmo, dale gracias a Jesús y llénalos con su presencia, leyendo el evangelio, dejándote preguntar y sorprender por él. Si lo son como las del vídeo recuerda que Jesús está ahí, presta atención a las palabras del vídeo:

“La vida es un ir y venir, semana tras semana, un día tras otro, se parecen todos tanto. Sumidos en la rutina, las obligaciones, las preocupaciones, las dificultades a veces pueden con nosotros. Nos sentimos abrumados, quizás creemos que no llegamos, estamos perdidos, desorientados, nos sentimos solos ante la multitud. Necesitamos parar. Necesitamos algo más. Pero Jesús está ahí y nos comprende. Quiere acompañarnos, confortarnos y aún en medio de la vorágine, él siempre elige sentarse a nuestro lado. ¿Es el evangelio reposo y descanso para las personas de nuestro día a día?, ¿para las que viven desorientadas, las que viven cansadas? La palabra ¿es reposo y descanso para ti?”.

Lee estas palabras: ¿estás de acuerdo o en desacuerdo? ¿por qué?

 

REFLEXIÓN.

Lectio.

Lee el evangelio de este domingo.

X Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 30-34.

En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: “Venid vosotros a solas a un lugar desierto a descansar un poco”. Porque eran tantos los que iban y venían, que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a solas a un lugar desierto. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. Al desembarcar, Jesús vio una multitud y se compadeció de ella,

Sitúate en la escena: el lago, la orilla de arena volcánica, con piedrecitas, gris, la brisa, Jesús mirando las aguas, escuchando las olas. Los apóstoles acercándose, de dos en dos, a lo largo del día. Los abrazos, la alegría del reencuentro. Juntos subiendo a la barca, desembarcando y buscando en la orilla un lugar apartado. El murmullo de la gente, cada vez más alto, Jesús que les mira.

Lee el texto varias veces: ¿qué dice?

Quédate con los verbos, piensa en ellos. Con una frase.

Repítela en tu interior las veces que necesites.

Sigue con otra.

Meditatio.

Entre la gente hay quienes viven contentos con su vida y muchos que buscan, que están cansados. En estos días muchas personas romperán las rutinas para ir a la playa, a sus lugares de vacaciones. Otras se quedarán en sus casas, con sus rutinas. ¿Piensa en las personas más cercanas, en ti mismo? En un grado mayor o menor todos estamos cansados. Y necesitamos más que descansar, buscar el espacio donde descansar, estar con Jesús, confiando en quien nos lleva en sus manos. Dejándonos inundar por el mar de la eternidad, del amor eterno.

Oratio.

Entra en tu corazón y háblale a Jesús, dile como te encuentras, qué sientes, que esperas de él.

COMPROMISO.

Contemplatio.

Buscar tu rincón de oración, en tu habitación, en tu casa o en un lugar del pueblo, un jardín, un sendero y como en la Iglesia, allí siempre está vivo, en la presencia sacramental de la eucaristía, del sagrario.

Permanece en silencio, escuchando a Jesús, recordando alguna de las palabras, abriendo en tu corazón el espacio para que la Palabra germine, la escucha para que ella alcance lo profundo de tu persona.

CELEBRACIÓN.

Mira y escucha el vídeo de Martín Valverde con la canción Nadie te ama como yo. Siéntela. Es la carta de amor de Jesús a ti, en la situación en la que te encuentras. Él no quiere personas perfectas que todo lo hagan bien, sino personas que se dejen amar por Él.

https://www.youtube.com/watch?v=PuF-dRhQpYE

Cuánto he esperado este momento
Cuánto he esperado que estuvieras aquí
Cuánto he esperado que me hablaras
Cuánto he esperado que vinieras a mí

Yo sé bien lo que has vivido
Yo sé bien por qué has llorado
Yo sé bien lo que has sufrido
Pues de tu lado no me he ido

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, esa es mi más grande prueba
Nadie te ama como yo

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo
Nadie te ama como yo

Yo sé bien lo que me dices
Aunque a veces no me hablas
Yo sé bien lo que en ti sientes
Aunque nunca lo compartas

Yo a tu lado he caminado
Junto a ti yo siempre he ido
Aún a veces te he cargado
Yo he sido tu mejor amigo

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, esa es mi más grande prueba
Nadie te ama como yo

Pues nadie te ama como yo
Pues nadie te ama como yo
Mira la cruz, fue por ti, fue porque te amo
Nadie te ama como yo

Como yo
Como yo
Como yo

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Biblia del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero. Bilbao. 1995.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la Sede. Primera edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 2. Evangelio según san Marcos. Ciudad Nueva. Madrid. 2009.

San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

www.vatican.va

http://www.quierover.org

https://www.juniorsmd.org

http://www.vatican.va/content/vatican/es.htmlTrinidad. Reza el Padrenuestro mirándolo.



[1] Incuria: 1. Poco cuidado, negligencia. www.rae.es

[2] Haragán: 1. Que rehúye el trabajo. Ib.

 

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