Lectura de la profecía de Amós 7, 12-15
En aquellos días, Amasías, sacerdote de Betel, dijo a Amós:
-Vidente: vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el
pan, y allí profetizarás. Pero en Betel no vuelvas a profetizar, porque es el
santuario del rey y la casa del reino.
Pero Amós respondió a Amasías:
-Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era un pastor y un
cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “Ve,
profetiza a mi pueblo Israel”.
Textos
paralelos.
Pero en Betel no sigas profetizando.
Am 2, 12: Pero vosotros
emborrachabais a los nazireos y a los profetas les prohibíais profetizar.
1 Re 12, 20: Cuando Israel oyó
que Jeroboán había vuelto, mandaron a llamarlo para que fuera a la asamblea, y
lo proclamaron rey de Israel.
Soy vaquero y picador de
sicomoros.
Am 3, 3-8: ¿Caminan juntos dos
que no se han citado?
Pero Yahvé me tomó.
2 S 7, 8: Pues bien, di esto a
mi siervo David: Así dice el Señor de los ejércitos: “Yo te saqué de los
apriscos de andar tras las ovejas, para ser jefe de mi pueblo, Israel”.
Sal 78, 70-71: Eligió a David,
su siervo sacándolos de los apriscos del rebaño; de andar tras las ovejas lo
llevó a pastorear a Jacob, su pueblo, a Israel, su heredad.
Notas
exegéticas.
7 12 (a) El término lleva aquí tal
vez un matiz despectivo (“visionario”).
7 12 (b) Amasías equipara a Amós con
los profetas de carrera que viven de su profesión, pero no le acusa de ser un
falso profeta; al contrario, con su intervención y su acusación de conspiración
muestra que teme las consecuencias de la predicación del profeta: la palabra de
Amós, eficaz, es considerada como la causa directa de las desgracias que
anuncia.
7 14 “hijo de profeta”, semitismo
que indica la pertenencia a un grupo, ver 2 R 2, 3 – “vaquero”, lit. “que se
ocupa del ganado”, con un término que designa normalmente el ganado mayor. –
Picando el tallo de los frutos del sicómoro, que sirven de forraje, se acelera
su maduración.
Salmo
responsorial
Salmo 85 (84)
Muéstranos,
Señor, tu misericordia
y
danos tu salvación. R/.
Voy
a escuchar lo que dice el Señor:
“Dios
anuncia la paz
a
su pueblo y a sus amigos”.
La
salvación está cerca de los que le temen,
y
la gloria habitará en nuestra tierra. R/.
La
misericordia y la fidelidad se encuentran,
la
justicia y la paz se besan;
la
fidelidad brota de la tierra,
y
la justicia mira desde el cielo. R/.
El
Señor nos dará la lluvia,
y
nuestra tierra dará su fruto.
La
justicia marchará ante él,
y
sus pasos señalarán el camino. R/.
Textos
paralelos.
Su salvación se acerca a sus adeptos.
Ex 24, 16: Y la gloria del
Señor descansaba sobre el monte Sinaí, y la nube lo cubrió durante seis días.
Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.
Ez 11, 23: La gloria del Señor
se elevó sobre la ciudad y se detuvo en el monte, al oriente de la ciudad.
Ez 43, 2: Vi la gloria del Dios
de Israel que venía de oriente, con estruendo de aguas caudalosas; la tierra
reflejó su gloria.
Jn 1, 14: La Palabra se hizo
hombre y acampó entre nosotros.
Sal 89, 15: Justicia y Derecho
sostienen su trono, Lealtad y Fidelidad se presentan ante ti.
Sal 97, 2: Nubes y nubarrones
lo rodean, Justicia y Derecho sostienen su trono.
Is 45, 8: Cielos, destilad el
rocío; nubes, derramad la victoria; ábrase la tierra y brote la salvación; y
con ella germine la justicia: yo, el Señor, lo he creado.
Yahvé mismo nos dará
prosperidad.
Sal 67, 7: La tierra ha dado su
cosecha: nos bendice Dios, nuestro Dios.
Za 8, 12: Sembrarán tranquilos,
la cepa dará su fruto; la tierra dará su cosecha, el cielo dará su rocío; todo
se lo lego al resto de este pueblo.
Is 58, 8: Entonces romperá tu
luz como la aurora, en seguida te brotará la carne sana; te abrirá camino tu
justicia, detrás irá la gloria del Señor.
Notas
exegéticas.
85 Este salmo promete a los
repatriados la paz mesiánica anunciada por Isaías y Zacarías.
85 10 (a) “sus adeptos”, lit. “los
que le temen”.
85 10 (b) La Gloria de Yahvé que
había abandonado el templo y la ciudad santa volverá al Templo restaurado.
85 11 Los atributos divinos
personificados vienen a instaurar el reinado de Dios en la tierra y en los
corazones de los hombres.
85 14 La justicia divina abre el
camino: ella es la condición de la paz y de la felicidad.
Segunda
lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 3-14.
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido en Cristo con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
Él nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo para que fuésemos
santos e intachables ante él por el amor. Él nos ha destinado por medio de
Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad, a ser sus hijos, para alabanza
de la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en el Amado.
En él, por su sangre, tenemos la redención, el perdón de los pecados, conforme
a la riqueza de la gracia que en su sabiduría y prudencia ha derrochado sobre
nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad: el plan que había
proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en
Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra. En él hemos heredado también
los que ya estábamos destinados por decisión del que lo hace todo según su
voluntad, para que seamos alabanza de su gloria quienes antes esperábamos en el
Mesías. En él también vosotros, después de haber escuchado la palabra de la
verdad – el evangelio de vuestra salvación –, creyendo en él habéis sido
marcados con el sello del Espíritu Santo prometido. Él es la prenda de nuestra
herencia, mientras llega la redención del pueblo de su propiedad, para alabanza
de su gloria.
Textos
paralelos.
Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor
Jesucristo.
Tb 13, 1: Bendito sea Dios, que
vive eternamente y su reinado. Él azota y se compadece: Hunde en el Abismo
hasta lo hondo de la tierra y levanta de la gran Destrucción.
2 Co 1, 3: Bendito sea Dios,
Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre compasivo y Dios de todo consuelo.
1 P 1, 3: Bendito sea Dios,
padre de nuestro Señor Jesucristo, que, según su gran misericordia y por la
resurrección de Jesucristo de la muerte, os ha regenerado para una esperanza
viva.
Ga 3, 14: Así la bendición de
Abrahán, por medio de Cristo Jesús se extiende a los paganos, para que podamos
recibir por la fe el Espíritu prometido.
Dios nos ha elegido en
él.
Jn 17, 24: Padre, los que me
confiaste, quiero que estén conmigo, donde yo estoy; para que contemplen mi
gloria; la que me diste, porque me amaste antes de la creación del mundo.
1 P 1, 20: Predestinado antes
de la creación del mundo y revelado al final de los tiempos, en favor vuestro.
Hch 1, 7: Todos ellos, con
algunas mujeres, la madre de Jesús y sus parientes, persistían unánimes en la
oración.
Ef 5, 27: Para presentar una
Iglesia gloriosa, sin mancha ni arruga ni cosa semejante, sino santa e
irreprochable.
Col 1, 22: Que por medio de él
todo fuera reconciliado consigo, haciendo las paces por la sangre de la cruz
entre las criaturas de la tierra y las del cielo.
1 Jn 3, 1: Ved que grande amor
nos ha mostrado el Padre: que nos llamamos hijos de Dios y lo somos. Por eso el
mundo no nos reconoce, porque no reconoce a él.
Rm 8, 29: A los que escogió de
antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo de modo que fuera él el
primogénito de muchos hermanos.
Jn 1, 12: Pero a los que la
recibieron los hizo capaces de ser hijos de Dios: a los que creen en él.
Con la que nos agració en
el Amado.
Mt 3, 17: Se oyó una voz del
cielo que decía: Este es mi Hijo querido, mi predilecto.
Col 1, 13-14: Que os arrancó
del poder de las tinieblas y os trasladó al reino de su Hijo querido. Por el
cual obtenemos el rescate, el perdón de los pecados.
Por medio de su sangre.
Rm 3, 24: Pero son absueltos
sin merecerlo, generosamente, por el rescate que Jesucristo entregó.
El perdón de los delitos.
Col 1, 14: Por el cual
obtenemos el rescate, el perdón de los pecados.
Gracias a la inmensa
benevolencia.
Ef 2, 7: Para que se revele a
los siglos venideros la extraordinaria riqueza de su gracia y la bondad con que
nos trató por medio de Cristo Jesús.
Nos ha dado a conocer el
misterio de su voluntad.
Rm 16, 25: Al que puede
confirmarnos según mi buena noticia y la proclamación de Jesús como Mesías,
según el secreto callado durante siglos.
Con el fin de realizarlo
en la plenitud de los tiempos.
Mc 1, 15: Decía: Se ha cumplido
el plazo y está cerca el reinado de Dios: arrepentíos y creed la buena noticia.
Ga 4, 4: Pero cuando se cumplió
el plazo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley.
Lo que está en los
cielos.
Col 1, 16: Pues por él fue
creado todo, en el cielo y en la tierra: lo visible y lo invisible, majestades,
señoríos, autoridades y potestades.
Col 1, 20: Que por medio de él
todo fuera reconciliado consigo, haciendo las paces por la sangre de la cruz
entre las criaturas de la tierra y las del cielo.
A él, por quien somos
herederos.
Dt 7, 6: Porque tú eres un
pueblo consagrado al Señor, tu Dios; él te eligió para que fueras, entre todos
los pueblos de la tierra, el pueblo de su propiedad.
Según el previo designio
del que realiza todo.
Is 46, 10: De antemano yo
anuncio el futuro; por adelantado, lo que aún no ha sucedido. Digo: “Mi
designio se cumplirá, mi voluntad la realizo”.
Conforme a la decisión de
su voluntad.
Dn 4, 32: Su reino es eterno,
su imperio dura de edad en edad, no cuentan los que habitan la tierra, y trata
como quiere al ejército del cielo; nadie puede atentar contra él ni exigirle
cuentas de lo que hace.
Ap 4, 11: Digno eres, Señor
Dios nuestro, de recibir la gloria y el honor y el poder, porque creaste el
universo y por tu voluntad fue creado y existió.
Tras haber oído la
palabra de la verdad.
Col 1, 5: Fruto de la esperanza
que os está reservada en el cielo, de la cual habíais oído hablar cuando os
llegó el mensaje verdadero de la buena noticia.
1 Ts 2, 13: Por eso también
nosotros damos gracias incesantes a Dios, porque, cuando nos escuchasteis la
palabra de Dios, la acogisteis, no como palabra humana, sino como realmente es,
palabra de Dios, activa en vosotros, los creyentes.
Fuisteis sellados con el
Espíritu de la promesa.
Ef 4, 30: No aflijáis al
Espíritu de Dios, que os selló para el día del rescate.
2 Co 1, 22: Nos ha sellado y ha
puesto en nuestro corazón como prenda el Espíritu.
Hch 2, 33: Exaltado a la
diestra de Dios, ha recibido del Padre el Espíritu Santo prometido y lo ha
derramado. Es lo que estáis viendo y oyendo.
Rm 5, 5: Y la esperanza no
defrauda, porque el amor de Dios se infunde en nuestro corazón por el don del
Espíritu Santo.
2 Co 1, 22: Nos ha sellado y ha
puesto en nuestro corazón como prenda el Espíritu.
Rm 3, 24: Pero son absueltos
sin merecerlo, generosamente, por el rescate que Jesucristo entregó.
Y su gloria sea alabada.
Is 43, 21: El pueblo que yo me
formé, para que proclamara mi alabanza.
1 P 2, 9: Pero vosotros sois
raza escogida, sacerdocio real, nación santa y pueblo adquirido para que
proclame las proezas del que os llamó de las tinieblas a su maravillosa luz.
Notas
exegéticas.
1 3 El autor se eleva desde el
principio al plano celeste para en el que se mantendrá en toda la epístola. De
ese plano proceden desde toda la eternidad las bendiciones espirituales que
detallará en los vv. siguientes y en ese mismo plano conocerán su realización
al fin de los tiempos.
1 4 Primera bendición: el
llamamiento de los elegidos a la vida bienaventurada, incoada ya de una manera
mística por la unión de los fieles con Cristo glorioso. El “amor” designa, ante
todo, el amor de Dios para con nosotros, que provoca su elección y llamamiento
a la santidad, pero no hay por qué excluir nuestro amor para con Dios que
deriva de aquel amor y a él responde.
1 5 Segunda bendición: el modo
elegido para esta santidad, que es de la filiación divina, cuya fuente y modelo
es Jesucristo, el Hijo único.
1 6 (a) El término griego charis designa aquí el fervor divino
en cuanto gratuito; si bien incluye la noción de “gracia” , en cuanto don
santificante e intrínseco al hombre. En el sentido primero su alcance es más
amplio. Manifiesta la misma gloria de Dios. Tenemos aquí los dos estribillos
que dan ritmo a toda la exposición de las bendiciones divinas: estas no tienen
más origen que la liberalidad de Dios, ni más finalidad de la exaltación de su
Gloria por las criaturas. Todo procede de Él y a Él debe volver.
1 6 (b) Var. (Vulgata): “en su Hijo
amado”.
1 7 Tercera bendición: la obra
histórica de la redención por la cruz de Cristo.
1 8 El sujeto es Dios Padre.
1 9 Cuarta bendición: la revelación
del misterio.
1 10 (a) Lit.: “para la dispensación de
la plenitud de los tiempos”. Ver Ga 4, 4ss.: Esta expresión ha sido entendida
de dos maneras: 1. Como el texto citado de Gálatas: “cuando ha llegado el
cumplimiento del tiempo, Dios ha enviado a su Hijo”, con el acento puesto en la
encarnación, al final de las expectativas del AT. 2. En un sentido peculiar de la carta: la
“plenitud de los tiempos” designa al tiempo de la Iglesia inaugurados en la
Resurrección y la “dispensación” o (“economía”) el modo en que Dios conduce la
historia hacia su meta.
1 10 (b) Lit. “recapitular todas las
cosas en Cristo”. El verbo griego compuesto (ana-kefalaioó) implica dos ideas que se desprenden de la
traducción: la de reunir y compendiar (f. la palabra “capítulo”) y la de
colocar bajo la soberanía de alguien (idea presente en el equivalente griego de
“jefe”). Este v. ha jugado un considerable papel en la teología cristiana desde
Ireneo (tema de la recapitulación).
1 10 (c) Este es el tema centra de toda
la epístola: Cristo que regenera y reagrupa bajo su autoridad, para llevarlo a
Dios, el mundo creado que el pecado había corrompido y disgregado: el mundo de
los hombres, en que judíos y gentiles se unen en una misma salvación y también
el mundo de los ángeles.
1 11 (a) A Cristo.
1 11 (b) Quinta bendición: la elección
de Israel, “herencia”, “porción” de Dios, como testigo en el mundo de la espera
mesiánica. Pablo forma parte de ese pueblo por eso dice “nosotros”.
1 12 Los vv. 11-12 introducen ya la
idea de Israel y las naciones, tema que ocupa un lugar relevante en la carta.
El “nosotros” que asocia al autor y a los judeocristianos, contrasta con el
“vosotros” del v. 13, que designa a los lectores paganocristianos. Otros opinan
que la bendición, en su conjunto concierne a todos los cristianos, y que
termina, como es habitual, con una breve interpelación, que explicará el
“vosotros”. En este caso, la distinción entre Israel y las naciones no
aparecerá hasta el cap. 2.
1 13 (a) Sexta bendición: el llamamiento
de los gentiles a participar de la salvación en otro tiempo reservado a Israel.
Al recibir el Espíritu prometido, los gentiles reciben la certeza de esta
participación.
1 13 (b) El don del Espíritu da alma a
la ejecución del plan divino y a su exposición en forma trinitaria. Iniciado ya
desde ahora, en forma misteriosa, mientras dura todavía el mundo viejo,
conseguirá su plena realización cuando se establezca el Reino de Dios en forma
gloriosa y definitiva, en la Parusía de Cristo.
1 14 Lit.: “del pueblo de la
posesión”, es decir, el pueblo que Dios ha adquirido para sí a costa de la
sangre de su Hijo: el pueblo de los elegidos. Después de las expresiones de
“bendición”, “santos”, “elección”, “adopción”, “redención”, “herencia”, “promesa”,
Pablo emplea otra idea del AT que amplía y perfecciona aplicándola al nuevo
Israel, comunidad de los salvados, que es la Iglesia.
1 15 Om.: “y de vuestra caridad”.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Marcos 6, 7-13.
En aquel tiempo, Jesús llamó a los Doce y los fue enviando de dos
en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que
llevaran para el camino un bastón y nada más, pero no pan, ni alforja, ni
dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de
repuesto. Y decía:
-Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel
sitio. Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo
de los pies, en testimonio contra ellos.
Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios,
ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.
Textos
paralelos.
Mc 6, 7-13 |
Mt 10, 1.5-14 |
Lc 9, 1-6 |
Llamó a los Doce y los fue
enviando de dos en dos, confiriéndoles poder sobre los espíritus inmundos. Les encargó que no llevaran más que un
bastón; ni pan, ni alforja, ni dinero en la faja, que calzasen sandalias pero
que no llevasen dos túnicas. Les decía: -Cuando entréis en una casa,
quedaos allí hasta que os marchéis. Si un lugar no os recibe ni os escucha,
salid de allí y sacudíos los pies para que les conste. Se fueron y predicaban que se
arrepintieran; expulsaban muchos demonios, ungían con aceite muchos enfermos
y los curaban. |
Y llamando a sus doce
discípulos les confirió poder sobre espíritus inmundos, para expulsarlos y
para curar toda clase de enfermedades y dolencias. A estos doce los envío Jesús
con las siguientes instrucciones: -No os dirijáis a países de
paganos, no entréis en ciudades de samaritanos; dirigíos más bien a las
ovejas descarriadas de la Casa de Israel. Y de camino proclamad que el
reinado de Dios está cerca. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad
leprosos, expulsad demonios. De balde lo recibisteis, dadlo de balde. No llevéis en el cinturón oro
ni plata ni cobre, ni alforja para el camino ni dos túnicas ni sandalias ni
bastón. Que el obrero tiene derecho al sustento. Cuando entréis en una ciudad
o aldea, preguntad por alguna persona respetable y hospedaos con él hasta que
os marchéis. Al entrar en la casa, saludadla: si lo merece, entrará en ella
vuestra paz; si no la merece, vuestra paz retornará a vosotros. Si alguien no
os recibe ni escucha vuestro mensaje, al salir de aquella casa o ciudad,
sacudíos el polvo de los pies. |
Convocó a los doce y les
confirió poder y autoridad sobre todos los demonios y para curar
enfermedades. Y los envió a proclamar el reinado de Dios y a curar enfermos. Les dijo: -No toméis nada para el
camino: ni bastón ni alforja, ni pan ni dinero, ni dos túnicas. En la casa en que entréis
permaneced hasta que os marchéis. Si no os reciben, al salir de la ciudad
sacudíos el polvo de los pies como prueba contra ellos. Cuando salieron, recorrieron
las aldeas anunciando la buena noticia y curando enfermos. |
Jesús recorría los
pueblos.
Mc 3, 14: Nombró a Doce (a
quienes llamó apóstoles) para que convivieran con él y para enviarlos a
predicar con poder para expulsar demonios.
A excepción de un bastón.
Ex 12, 11: Y lo comeréis así:
la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo
comeréis a toda prisa, porque es la Pascua del Señor.
Curaban a muchos enfermos
ungiéndolos con aceite.
St 5, 14: ¿Qué uno de vosotros
cae enfermo? Llame a los ancianos de la comunidad para que recen por él y lo
unjan con aceite invocando el nombre del Señor.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén
6 7 La primera parte del evangelio
está salpicada de datos relativos a los Doce. Su misión, su regreso y su
informe de la actividad misionera van a traer aparejada una serie de episodios
en los que Mc los mostrará cerrados a la revelación del secreto de Jesús.
6 8 Según Mt y Lc, ni siquiera
bastón. En Mc, sandalias y bastón evocan el texto Ex 12, 11.
6 13 La unción con aceite no es
mencionada aquí como remedio medicinal, sino como gesto de un poder milagroso,
como podía ser la imposición de manos.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica.
8-9 El equipaje de los
predicadores del evangelio es el mismo de Jesús: pobreza incluso material,
confianza en Dios, y el respaldo de quien los envía. Algunas diferencias entre
el v. 9 y Mt 10, 10 o Lc 9, 3; 10, 4, podrían explicarse por alguna acomodación
posterior a misioneros cristianos fuera de Palestina. En el texto griego se
mezclan el estilo directo y el indirecto.
11 COMO TESTIMONIO: o como
advertencia para ellos; o también para [que sirva de] testimonio
contra ellos.
13 UNGÍAN CON ÓLEO o
aceite, como signo externo que refuerza el poder de la palabra portadora de
salvación. Tal como está, el texto indica que esa unción que hacían los
apóstoles estaba incluida en el encargo misional dado por Jesús.
Notas exegéticas Biblia del Peregrino
6, 7-13
Vocación
y misión o llamada y envío son dos momentos complementarios (Is 6; Jr 1,
5-8.17; Ez 2-3). Así el presente envío es complemento de 3, 13-16. El estilo de
estos misioneros mantiene su validez en la sustancia: sencillez y
desprendimiento. Nada que sepa a interés y pueda desacreditar el mensaje.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé.
6, 7-13 Los doce apóstoles fueron
enviados a enseñar y predicar el Evangelio, a curar a los enfermos y expulsar
demonios en el nombre de Cristo. Al invitar a los apóstoles a compartir en su
misión, les estaba preparando para su futuro papel en la Iglesia y para el
encargo que les daría antes de su Ascensión: una clara extensión y continuación
de su propia misión. Para cumplir con su misión, los Apóstoles recibieron la
autoridad de Cristo. Cat. 765, 1506 y 1673.
6, 13 Ungían con aceite… y los curaban: el aceite se usaba en la
Escritura para ungir a los reyes y sacerdotes, así como en la curación. El
aceite se continúa utilizando actualmente en los sacramentos de la Iglesia de
varias maneras. Significa limpieza y fortalecimiento cuando se usa en el momento
de la unción de los catecúmenos que se preparan para el bautismo; significa
curación y consuelo en el sacramento de la unción de enfermos; y significa
consagración a la sagrada misión en los sacramentos del bautismo, la
confirmación y el orden sacerdotal. En todos los casos, indica la presencia y
la actividad del Espíritu Santo, que se simboliza por la unción con aceite.
Cat. 1183, 1241-1242, 1294, 1506, 1511 y 1574.
Catecismo
de la Iglesia Católica.
765 El Señor Jesús dotó a su
comunidad de una estructura que permanecerá hasta la plena consumación del
Reino. Ante todo está la elección de los Doce con Pedro como su Cabeza; puesto
que representaban a las doce tribus de Israel, ellos son los cimientos de la
nueva Jerusalén. Los Doce y los discípulos participan en la misión de Cristo,
en el poder, y también en su suerte. Con todos estos actos, Cristo prepara y
edifica a la Iglesia.
1506 Cristo invita a sus discípulos a
seguirle tomando a su vez su cruz. Siguiéndole adquieren una nueva visión sobre
la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y humilde.
Les hace participar de su ministerio de compasión y de curación: “Y, yéndose de
allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban muchos demonios, y ungían con
aceite a muchos enfermos y los curaban” (Mc 6, 12-13).
1673 Cuando la Iglesia pide
públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un
objeto sea protegido contra las asechanzas del Maligno y sustraída a su
dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó, de Él tiene la Iglesia el
poder y el oficio de exorcizar (Mc 6, 7). En forma simple, el exorcismo tiene
lugar en la celebración del Bautismo. El exorcismo solemne llamado “el gran
exorcismo” solo puede ser practicado por un sacerdote y con el permiso del
obispo. En estos casos es preciso proceder con prudencia observando
estrictamente las reglas establecidas por la Iglesia. El exorcismo intenta
expulsar a los demonios o liberar del dominio demoniaco gracias a la autoridad
espiritual que Jesús ha confiado a su Iglesia. Muy distinto es el caso de las
enfermedades, sobre todo psíquicas, cuyo cuidado pertenece a la ciencia médica.
Por tanto, es importante asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, de que se
trata de una presencia del Maligno y no de una enfermedad.
1241 La unción con el santo crisma,
óleo perfumado y consagrado por el obispo, significa el don del Espíritu Santo
al nuevo bautizado. Ha llegado a ser un cristiano, es decir, “ungido” por el
Espíritu Santo, incorporado a Cristo, que es ungido sacerdote, profeta y rey.
1506 Cristo invita a sus discípulos a
seguirle tomando a su vez su cruz. Siguiéndoles adquieren una nueva visión
sobre la enfermedad y sobre los enfermos. Jesús los asocia a su vida pobre y
humilde. Les hace participar de su ministerio de compasión y curación: “Y,
yéndose de allí, predicaron que se convirtieran; expulsaban a muchos demonios,
y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban” (Mc 6, 12-13).
Concilio
Vaticano II
[Cristo] dio testimonio de la verdad, pero no quiso imponerla por la
fuerza a los que le contradecían. Pues su Reino se defiende a golpes, sino que
se establece dando testimonio de la verdad y oyéndola, y crece por el amor con
que Cristo, exaltado en la cruz, atrae a los hombres hacia Él.
Los Apóstoles, enseñados por la palabra y el ejemplo de Cristo, siguieron
el mismo camino. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, los discípulos de
Cristo se esforzaron por convertir a los hombres a la fe en Cristo Jesús, no
por la acción coercitiva ni con artificios indignos del Evangelio, sino sobre
todo por la fuerza de la palabra de Dios. Con fortaleza, anunciaban a todos el
designio del Dios Salvador, “que quiere que todos se salven y lleguen al
conocimiento de la verdad” (1 Tm 2, 4); pero, al mismo tiempo, respetaban a los
débiles aunque estuvieran en el error, mostrando así como “cada cual dará a
Dios cuenta de sí” (Rm 14, 12) y, por tanto, está obligado a obedecer a su
conciencia. Como Cristo, los Apóstoles, se esforzaron siempre en dar testimonio
de la verdad de Dios, atreviéndose a proclamar ampliamente ante el pueblo y sus
autoridades “la palabra de Dios con confianza” (Hch 4, 31). Pues sostenían con
fe firme que el Evangelio por sí mismo era realmente fuerza de Dios para la
salvación de todo el que cree. Despreciando, pues, todas las armas de la carne,
siguiendo el ejemplo de mansedumbre y modestia de Cristo, predicaron la palabra
de Dios, confiando plenamente en la fuerza divina de esta palabra para destruir
los poderes contrarios a Dios y llevar a los hombres a la fe y a la obediencia
a Cristo.
Declaración Dignitatis humanae, 11.
Comentarios de los Santos Padres.
¿Acaso se manda a todos no tener más que dos túnicas, ni comida en la
despensa, ni dinero en la bolsa, ni un bastón en la mano, ni calzado para los
pies? ¿Qué vendan todo lo que poseen, lo den a los pobres y sigan a Jesús?
Ciertamente no, sino solo a los que quieran ser perfectos….
Jerónimo, Comentario Joviniano, 2, 6.
El sumo descanso es no querer nada más que lo que piden las necesidades
naturales, como el alimento sencillo y un vestido que cubra y sustente los
miembros débiles, y no busques nada más allá que el satisfacer esa necesidad de
la naturaleza. Cuando hayas de emprender el camino no tomes bastón ni andes
solícito para llevar una segunda túnica?; no te preocupes demasiado del día de
mañana, creyendo que te va a faltar el alimento. El alimento diario vuelve con
el sol. ¿No ves cómo ninguno de los pajaritos piensa en el día de mañana y cree
sin angustiarse que Dios le dará lo necesario para vivir?
Prudencio, Combate en torno al alma, 609-618. II, pg. 138.
Con el hecho de prohibir vestir, no solo llevar o tener dos túnicas con
etas palabras: “Y no vistan dos túnicas”, ¿a qué les exhorta sino a caminar en
la sencillez, no en la doblez?.
Agustín, Concordancia de los evangelistas, 2, 30, 75. II, pg. 138.
S. Agustín.
Dado que hablamos del camino, comportémonos como si fuéramos de camino:
los más ligeros, esperad a los lentos y caminad a la par. […] Los apóstoles de
Cristo, los predicadores del evangelio, los que no saludan en el camino, es
decir, los que no buscan otra cosa, sino que anuncian el evangelio movidos por
el doble amor, entren a la casa y digan: Paz a esta casa. Estos no lo dicen
solo de boca; derraman aquello de que están llenos. Predican y poseen la paz.
No son de aquellos de quienes se dijo: Paz, paz, y no hay paz (Jr 8, 11).
San Agustín. Sermón 101, 9-11. II, pgs. 779ss.
S. Juan de Ávila
El primero capítulo: In quancumque (en cualquier). Por eso dice: Pax (cf. Mc 6, 10). Un
día de aquella semana. En medio. Ese es el lugar suyo: medio de
animales nace, doctores disputar, latrronum figitur, apparet in medio (es crucificado
entre ladrones, se aparece en medio). Medio inter Padre y Espíritu
Santo. Vino a ser de medio entre Dios y hombre, mediator, y en la gloria medio
beatorum (centro de la visión beatífica).
Sermón del amrtes de Pascua. III, pg. 227.
San Oscar Romero.
Acuérdense que estoy tratando de hablar como
miembro de un pueblo, de una diócesis, si bien es cierto que soy yo el obispo
de la diócesis, pero yo no soy sólo el enviado con esta misión profética, es
todo mi pueblo, son todos mis sacerdotes, son todos mis religiosos, los
colegios católicos, son todos aquellos que forman la comunidad católica... y en
nombre de todos ustedes, queridos laicos que me escuchan y que reflexionan
conmigo, les digo cuál es nuestra misión profética. ¿Qué es lo que
tenemos que predicar con nuestro testimonio y con nuestra palabra frente a un
pueblo salvadoreño que necesita tanto esta luz cristiana?. Ustedes y yo somos
responsables de que este mensaje de Cristo llegue a todos.
Predicaban la conversión. Primero, un
aspecto negativo. Oyeron en el evangelio de hoy cómo Cristo los envió sobre los
espíritus inmundos y dice: "Y se marcharon y predicaron la conversión, y
echaban a muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban".
- liberación del pecado. ¿Qué quiere decir esto?.
Esto es el aspecto negativo de nuestro mensaje; el pecado.
- en sus orígenes: poder contra el demonio. Es una
guerra a muerte contra el pecado; ese pecado tiene sus raíces en el demonio
y tiene sus frutos.
- en sus efectos. Los frutos son: la enfermedad, la
miseria, el analfabetismo, la desnutrición, la injusticia social, todo eso que
vemos que brota, es lo que brota, es lo que echa de fruto este tronco que es el
pecado enraizado en el infierno que es el diablo.
La lucha del pueblo profético es, pues, contra el
pecado, contra el diablo y contra las consecuencias de todo esto; las liberaciones,
también, de las esclavitudes de la tierra. Por eso, querer hablar únicamente de
confesarse para no tener pecados uno, pero luego no luchar también contra la
injusticia del ambiente no es ser verdadero pueblo de Dios. Es necesario que,
junto con el esfuerzo por no tener yo pecados personales, trabaje también para
arrancar los pecados sociales y de raíz, contra el poder del infierno y del
demonio.
Los profetas del Antiguo Testamento, Juan Bautista
y esta misión de los apóstoles no es la definitiva, sino una preparación; se
detienen aquí, en el aspecto negativo, y por eso dice le evangelio que iban
y echaban demonios y curaban enfermos; es decir, la promoción humana
desde su raíz se las enseñaba ya, Jesucristo.
- Aspecto positivo: anunciar el reino (los
bienes mesiánicos) "el kerigma".
Según el evangelio de San Marcos, que es el
evangelio de este año, Cristo se reserva para Él, iniciar la parte positiva de
este anuncio: "El reino de Dios ha llegado a vosotros". Esta es la
parte positiva, no se trata sólo de arrancar el pecado y sus consecuencias,
los egoísmos de la tierra. Sería una religión muy negativa si sólo hablara así;
pero lo hermoso es que ese vacío que va a dejar el pecado y el infierno y
las esclavitudes de la tierra, va a ser llenado por el reino de Dios.
- Cristo mismo es el reino
Según San Pablo, el reino de Dios no es distinto de
Cristo. Cristo mismo es el reino de Dios. Él encarna el reino de Dios. Predicar
el reinado de Dios en el mundo es predicar que Cristo viene, como dijo el Papa
en su primera homilía al ser consagrado Papa: "Ábranle las puertas a
Cristo, ustedes los políticos, ustedes los economistas, las universidades, la
cultura. Sólo Él tiene palabras de vida eterna". Por eso andamos tan mal
en El Salvador, porque queremos construir una civilización sin Cristo.
Es necesario, entonces, que abramos el pensamiento,
el amor y la mente a la segunda lectura que hoy nos ofrece San Pablo como una
síntesis del kerigma cristiano. Kerigma es una palabra rara que significa:
proclamación, anuncio. Según los profetas del Antiguo Testamento, el kerigma
era una fase definitiva que la traería el mismo Redentor. Y fue el mismo
Redentor el que vino diciendo: "Ya se acerca el reino de Dios, ábranle las
puertas, conviértanse".
- Instaurar todas las cosas en Cristo
¿En qué consiste también el kerigma que Jesucristo
predicó y que encargó a la Iglesia? He aquí, nosotros la Iglesia, encargados de
llevar el kerigma a la sociedad, a nuestro hogar, a nuestras amistades, a
nuestros ambientes. ¿Qué tenemos que predicar? Además de este repudio al
pecado, en una bella frase de hoy lo comprende San Pablo: "Recapitular en
Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra". San Pablo dice que a él
se le ha revelado el misterio escondido en el profundo eterno de Dios. Ese
misterio antes de los siglos es éste: recapitular todas las cosas del cielo y
de la tierra en Cristo. Antes que existiera el cielo, la tierra, la historia,
los hombres, Dios pensó en Cristo como llave del cielo, de la tierra y de la historia.
Por eso, Cristo viene a ser recapitulación.
Buscando el origen de esta palabra, me encuentro
que los griegos llamaban así cuando se hace una suma; varias cifras se van
sumando y el total, lo que nosotros llamamos total, esa es la recapitulación.
Cristo viene a ser como el total. Cristo viene a ser como el resumen de todo
cuanto existe. Cristo es la clave para entender al hombre y su historia.
Cristo es la piedra última que se pone en el edificio, como aquellas piedras
que coronan las arquerías góticas y que le dan consistencia a todo el edificio.
Cristo es eso. Recapitulación de todo el universo.
Homilía, 15 de julio de 1979.
Papa Francisco. Angelus. 15 de
julio de 2018
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
El Evangelio de hoy (cf. Marcos 6, 7-13) narra el
momento en el que Jesús envía a los Doce en misión. Después de haberles llamado
por su nombre uno por uno, «para que estuvieran con él» (Marcos 3, 14)
escuchando sus palabras y observando sus gestos de sanación, entonces les
convoca de nuevo para «enviarlos de dos en dos» (6, 7) a los pueblos a los que
Él iba a ir. Son una especie de «prácticas» de lo que serán llamados a hacer
después de la Resurrección del Señor con el poder del Espíritu Santo. El pasaje
evangélico se detiene en el estilo del misionero, que podemos resumir en
dos puntos: la misión tiene un centro; la misión tiene un rostro.
El discípulo misionero tiene antes que nada su
centro de referencia, que es la persona de Jesús. La narración lo indica usando
una serie de verbos que tienen Él por sujeto —«llama», «comenzó a mandarlos»,
«dándoles poder», «ordenó», «les dijo» (vv. 7.8.10)—, así que el ir y el obrar
de los Doce aparece como el irradiarse desde un centro, el reproponerse de la
presencia y de la obra de Jesús en su acción misionera. Esto manifiesta cómo
los apóstoles no tienen nada propio que anunciar, ni propias capacidades que
demostrar, sino que hablan y actúan como «enviados», como mensajeros de
Jesús.
Este episodio evangélico se refiere también a
nosotros, y no solo a los sacerdotes, sino a todos los bautizados, llamados a
testimoniar, en los distintos ambientes de vida, el Evangelio de Cristo. Y
también para nosotros esta misión es auténtica solo a partir de su centro
inmutable que es Jesús. No es una iniciativa de los fieles ni de los grupos
y tampoco de las grades asociaciones, sino que es la misión de la Iglesia
inseparablemente unida a su Señor. Ningún cristiano anuncia el Evangelio
«por sí», sino solo enviado por la Iglesia que ha recibido el mandado de
Cristo mismo. Es precisamente el bautismo lo que nos hace misioneros. Un
bautizado que no siente la necesidad de anunciar el Evangelio, de anunciar a
Jesús, no es un buen cristiano.
La segunda característica del estilo del misionero
es, por así decir, un rostro, que consiste en la pobreza de medios. Su equipamiento
responde a un criterio de sobriedad. Los Doce, de hecho, tienen la orden
de «que nada tomasen para el camino, fuera de un bastón: ni pan, ni alforja, ni
calderilla en la faja» (v. 8). El Maestro les quiere libres y ligeros,
sin apoyos y sin favores, seguros solo del amor de Él que les envía, fuerte
solo por su palabra que van a anunciar. El bastón y las sandalias son la
dotación de los peregrinos, porque tales son los mensajeros del reino de Dios, no
gerentes omnipotentes, no funcionarios inamovibles, no divas de gira.
Pensemos, por ejemplo, en esta diócesis de la cual
yo soy Obispo. Pensemos en algunos santos de esta diócesis de Roma: san Felipe
Neri, san Benito José Labre, san Alejo, santa Ludovica Albertoni, santa
Francisca Romana, san Gaspar del Búfalo y muchos otros. No eran funcionarios o
empresarios, sino humildes trabajadores del reino. Tenían este rostro. Y
a este «rostro» pertenece también la forma en la que es acogido el mensaje:
puede, de hecho, suceder no ser escuchados o acogidos (cf. v. 11). También esto
es pobreza: la experiencia del fracaso. La situación de Jesús, que fue
rechazo y crucificado, prefigura el destino de su mensajero. Y solo si estamos
unidos a Él, muerto y resucitado, conseguimos encontrar la valentía de la
evangelización.
Que la Virgen María, primera discípula y misionera
de la Palabra de Dios, nos ayude a llevar al mundo el mensaje del Evangelio en
un júbilo humilde y radiante, más allá de todo rechazo, incomprensión o
tribulación.
Papa Francisco. Angelus. 11 de
julio de 2021
Queridos hermanos y hermanas,
¡buenos días!
Me alegra poder mantener la
cita dominical del Ángelus también aquí desde el Hospital Gemelli. Os doy las
gracias a todos: he sentido vuestra cercanía y el apoyo de vuestras oraciones.
Gracias de todo corazón. El Evangelio que se lee hoy en la Liturgia narra que
los discípulos de Jesús, enviados por Él, «ungían con aceite a muchos
enfermos y los curaban» (Mc 6,13). Este "aceite" nos hace pensar
también en el sacramento de la Unción de los enfermos, que da consuelo al
espíritu y al cuerpo. Pero este "aceite" es también la escucha, la
cercanía, la atención, la ternura de quien cuida a la persona enferma: es
como una caricia que hace que nos sintamos mejor, que calma el dolor y anima.
Todos nosotros, todos, necesitamos tarde o temprano, esta
"unción", la cercanía y la ternura, y todos podemos dársela a
alguien, con una visita, una llamada telefónica, una mano tendida a quien
necesita ayuda. Recordemos que, en el protocolo del Juicio Final (Mateo,
25) una de las cosas que nos preguntarán será la cercanía a los enfermos.
En estos días de
hospitalización, he experimentado una vez más lo importante que es un buen
servicio sanitario, accesible a todos, como el que hay en Italia y en otros
países. Un servicio sanitario gratuito que garantice un buen servicio accesible
para todos. No debemos perder este bien tan precioso. ¡Tenemos que mantenerlo!
Y para ello debemos esforzarnos todos, porque sirve a todos y requiere la
contribución de todos. También en la Iglesia pasa a veces que alguna
institución sanitaria, debido a una gestión inadecuada, no va bien
económicamente, y el primer pensamiento que se nos ocurre es venderla. Pero la
vocación, en la Iglesia, no es tener dinero, es hacer un servicio, y el
servicio es siempre gratuito. No os olvidéis de esto: salvar las instituciones
gratuitas.
Quiero expresar mi aprecio y
mi aliento a los médicos, a los sanitarios y a todo el personal de este
hospital y de otros hospitales. ¡Cuánto trabajan! Y recemos por todos los
enfermos. Aquí hay algunos pequeños amigos enfermos... ¿por qué sufren los niños?
Por qué sufren los niños es una pregunta que toca el corazón. Acompañarlos con
la oración y rezar por todos los enfermos, especialmente por los que se
encuentran en las condiciones más difíciles: que no se deje a nadie solo, que
todos reciban la unción de la escucha, de la cercanía, de la ternura y del
cuidado. Lo pedimos por intercesión de María, nuestra Madre, Salud de los
Enfermos.
solo, que todos reciban la unción de la escucha, de
la cercanía, de la ternura y del cuidado. Lo pedimos por intercesión de María,
nuestra Madre, Salud de los Enfermos.
Benedicto XVI. Angelus. 15 de
julio de 2012.
Queridos hermanos y hermanas:
Veo que me habéis perdonado el retraso. He
celebrado la santa misa en Frascati y nos hemos alargado un poco, tal vez..., y
por eso llego con retraso.
En el calendario litúrgico el 15 de julio es la
memoria de san Buenaventura de Bagnoregio, franciscano, doctor de la Iglesia,
sucesor de san Francisco de Asís en la guía de la Orden de los Frailes Menores.
Escribió la primera biografía oficial del «Poverello» y al final de su vida fue
también obispo de esta diócesis de Albano. En una carta suya, Buenaventura
escribe: «Confieso ante Dios que la razón que me ha hecho amar más la vida del
beato Francisco es que ésta se parece a los inicios y al crecimiento de la
Iglesia» (Epistula de tribus quaestionibus, in Opere di San Bonaventura.
Introducción general, Roma 1990, p. 29). Estas palabras nos remiten
directamente al Evangelio de este domingo, que nos presenta el primer envío en
misión de los doce apóstoles por parte de Jesús: «Llamó a los Doce —narra san
Marcos— y los fue enviando de dos en dos... Les encargó que llevaran para el
camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la
faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto» (Mc 6, 7-9). Francisco
de Asís, después de su conversión, practicó a la letra este Evangelio, llegando
a ser un testigo fidelísimo de Jesús; y asociado de modo singular al misterio
de la Cruz, fue transformado en «otro Cristo», como lo presenta
precisamente san Buenaventura. Toda la vida de san Buenaventura, igual que su
teología, tienen como centro inspirador a Jesucristo. Esta centralidad de
Cristo la encontramos en la segunda lectura de la misa de hoy (cf. Ef 1, 3-14),
el célebre himno de la carta de san Pablo a los Efesios, que comienza
así: «Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha
bendecido en Cristo con toda clase de bienes espirituales en el cielo». El
apóstol muestra entonces cómo se ha realizado este proyecto de bendición en
cuatro pasajes que empiezan todos con la misma expresión «en Él», referida
a Jesucristo. «En Él» el Padre nos ha elegido antes de la creación del
mundo; «en Él» hemos sido redimidos por su sangre; «en Él» hemos sido
constituidos herederos, predestinados a ser «alabanza de su gloria»; «en
Él» cuantos creen en el Evangelio reciben el sello del Espíritu Santo. Este
himno paulino contiene la visión de la historia que san Buenaventura contribuyó
a difundir en la Iglesia: toda la historia tiene como centro a Cristo, quien
garantiza también novedad y renovación en cada época. En Jesús, Dios ha dicho y
dado todo, pero dado que Él es un tesoro inagotable, el Espíritu Santo jamás
termina de revelar y de actualizar su misterio. Por ello la obra de Cristo
y de la Iglesia no retrocede nunca, sino que siempre progresa.
Queridos amigos: invoquemos a María Santísima, a
quien mañana celebraremos como la Virgen del Carmen, para que nos ayude, como
san Francisco y san Buenaventura, a responder generosamente a la llamada del
Señor para anunciar su Evangelio de salvación con las palabras y ante todo con
la vida.
MISA DE NIÑOS. XVI
T.ORDINARIO.
Monición de entrada.
Hoy pasa como les pasaba a los amigos de Jesús.
Él nos pide que estemos un rato con él.
Y así él nos mira a cada uno a los ojos.
Nos habla al corazón y se nos da en la comunión.
Señor, ten
piedad.
Tú que has roto lo que nos separa unos de otros. Señor,
ten piedad.
Tú que nos has perdonado. Cristo, ten piedad.
Tú que eres nuestra paz. Señor, ten piedad.
Peticiones.
-Por el Papa Francisco, los obispos y los que ayudan en
la Iglesia. Te lo pedimos Señor.
-Por los que mandan en las naciones. Te lo pedimos Señor.
-Por los que se sienten no queridos en los pueblos y ciudades.
Te lo pedimos, Señor.
-Por nosotros, que ayudamos en la iglesia. Te lo pedimos,
Señor.
Acción de gracias.
Virgen María,
queremos darte las gracias porque como Jesús también tú nos miras al corazón y
nos quieres mucho.
ORACIÓN PARA
EL CENTRE JUNIORS CORBERA DOMINGO XV
T.O.
EXPERIENCIA.
Haz la señal de la cruz.
Mira a tu alrededor: ¿qué ves?, ¿qué escuchas?, ¿qué
hueles?.
Mírate: tus pies, tus piernas, tus manos.
Tócate tu cuerpo.
Cierra los ojos y mira en tu interior: ¿cómo te
sientes?, ¿qué escuchas de tu cuerpo?
Pon la mano cerca del corazón, donde puedas sentir
su latido y escúchalo.
Cierra los ojos. Dentro de ti habita el Espíritu
Santo. Toma conciencia de su presencia repitiendo varias veces en silencio esta
frase, al compás de tu inspiración: Ven, Espíritu Santo.
Mira la cruz o una estampa o imagen religiosa.
Conecta el vídeo y cuando lo hayas visto repite la
frase que más te ha llamado la atención: https://www.youtube.com/watch?v=wknBIfxv41s
REFLEXIÓN.
Lectio: lee el evangelio de este domingo.
X Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 7-13.
En aquel tiempo, Jesús
llamó a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los
espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada
más, pero no pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias,
pero no una túnica de repuesto. Y decía:
-Quedaos en la casa
donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. Y si un lugar no os recibe
ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, en testimonio contra
ellos.
Ellos salieron a
predicar la conversión
Meditatio: imagina la escena. Cierra los ojos. Aquí y ahora Jesús te habla: ¿qué
te dice?, ¿alguna frase te está tocando el corazón? San Agustín predicó: “los predicadores del evangelio,
los que no saludan en el camino, es decir, los que no buscan otra cosa, sino que
anuncian el evangelio movidos por el doble amor, entren a la casa y digan: Paz
a esta casa. Estos no lo dicen solo de boca; derraman aquello de que están llenos.
Predican y poseen la paz”. A cada uno de nosotros Jesús nos envía a ser
predicadores del Evangelio, como monitoras o monitores en el campamento y
durante el curso, como catequistas en la catequesis. Pero no solo quienes
tenemos responsabilidades en la parroquia. A todos nos llama a vivir
desprendidos frente al afán de poseer, a anunciarle con nuestras palabras y
ejemplo de vida y a curar a los demás con el aceite de la escucha, la ternura,
la cercanía.
COMPROMISO.
¿Quién
necesita más de ti? ¿Cómo has tratado a esa persona en las últimas semanas?
CELEBRACIÓN.
Escucha
esta canción de Ixcis.
https://www.youtube.com/watch?v=x0JNjgQ6Eqw
Luz
para mis sombras, luz te pido yo.
Enciende
mi mirada con la luz de tu amor.
Gentes
que iluminen, eso pides tú,
que
alumbren esta tierra, que prendan con tu luz.
AQUÍ
ESTOY, SEÑOR, ENVÍAME.
AQUÍ
ESTOY, SEÑOR. AQUÍ ESTOY.
Sal
para mi vida, eso pido yo,
que
la monotonía no da ningún sabor.
Gentes
como sal, eso pides tú,
que
salen esta tierra, que sean sal y luz.
AQUÍ
ESTOY...
Paz
para mis guerras, eso pido yo.
Que
el odio no me venza ni me ciegue el rencor.
Paz
para la tierra, eso pides tú.
Que
se abran las fronteras que separan norte y sur.
BIBLIOGRAFÍA.
Sagrada
Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal
Española. BAC. Madrid. 2016.
Biblia
de Jerusalén. 5ª
edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.
Biblia
del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero.
Bilbao. 1995.
Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego
de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.
Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia
Católica. BAC. Madrid. 2016.
Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de
la Sede. Primera
edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.
Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios
de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio
Agustiniano. Valladolid. 1986.
Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español. La Biblia comentada por
los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 2. Evangelio según san Marcos. Ciudad
Nueva. Madrid. 2009.
San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi, filia – Pláticas –
Tratados. BAC. Madrid. 2015.
San Juan
de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma –
Tratados y escritos menores. BAC.
Madrid. 2013.
San Juan de Ávila. Obras Completas III.
Sermones. BAC. Madrid. 2015.
San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.
http://www.vatican.va/content/vatican/es.htmlTrinidad. Reza el Padrenuestro mirándolo.
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