miércoles, 31 de julio de 2024

218. Domingo 18 T. O. 4 de agosto de 2024.

 


Primera lectura.

Lectura del libro del Éxodo 16, 2-4.12-15

En aquellos días, la comunidad de los hijos de Israel murmuró contra Moisés y Aarón en el desierto, diciendo:

-¡Ojalá hubiéramos muerto a manos del Señor en la tierra de Egipto, cuando nos sentábamos alrededor de la olla de carne y comíamos pan hasta hartarnos! Nos habéis sacado a este desierto para matar de hambre a toda la comunidad”.

El Señor dijo a Moisés:

-Mira, haré llover pan del cielo para vosotros: que el pueblo salga a recoger la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi instrucción o no. He oído las murmuraciones de los hijos de Israel. Diles: “Al atardecer comeréis carne, por la mañana os hartaréis de pan; para que sepáis que yo soy el Señor Dios vuestro”.

Por la tarde una bandada de codornices cubrió todo el campamento; y por la mañana había una capa de rocío alrededor del campamento. Cuando se evaporó la capa de rocío, apareció en la superficie del desierto un polvo fino, como escamas, parecido a la escarcha sobre la tierra. Al verlo, los hijos de Israel se dijeron:

-¿Qué es esto?

Pues no sabían lo que era. Moisés les dijo:

-Es el pan que el Señor os da de comer.

 

Textos paralelos.

¡Ojalá hubiéramos muerto a manos de Yahvé en el país de Egipto!

Ex 14, 11: ¿No había sepulcros en Egipto? Nos ha traído al desierto a morir, ¿Qué nos has hecho sacándonos de Egipto?

Sabréis que yo soy Yahvé, vuestro Dios.

Nm 11, 31: El Señor levantó un viento del mar, que trajo bandadas de codornices y las arrojó junto al campamento, aleteando a un metro del suelo en un radio de una jornada de camino.

Parecida a la escarcha sobre la tierra.

Nm 11, 7-9: (El maná se parecía a semilla de coriandro, con color de bedelio; el pueblo se dispersaba a recogerlo, lo molían en el molino o lo machacaban en el almirez, lo cocían en la olla y hacían con ello hogazas que sabían a pan de aceite. Por la noche caía el rocío en el campamento y encima de él el maná).

Es el pan que Yahvé os da de comer.

1 Co 10, 3: Todos comieron el mismo alimento espiritual.

 

Notas exegéticas.

16 Pasaje compuesto y de difícil análisis. Algunos elementos de un relato sobre el maná, acaso desplazados de Nm 11, podrían provenir de la tradición yahvista, pero las codornices, pertenece a la tradición sacerdotal (ver la estricta reglamentación de la recogida del maná, sometida a las exigencias del sábado); los redactores tardíos han podido añadir mucho de su invención. La reunión del maná y las codornices en un mismo relato plantea un problema. El maná es debido a la secreción de unos insectos que viven en cierta especie de tamarindo, pero que solo se halla en la región central del Sinaí; se recoge en mayo-junio. Las codornices, agotadas por su travesía del Mediterráneo a su regreso de la migración a Europa, caen en gran número en la costa, al norte de la península, empujadas por el viento del oeste, véase Nm 11 31. Es posible que este relato combine los recuerdos de dos grupos que habrían abandonado Egipto separadamente, cuyos itinerarios fueron diferentes. Estas curiosidades naturales sirven para ilustrar la providencia especial de Dios para con su pueblo. El alimento del maná es celebrado en los Salmos y en el libro de la Sabiduría. Ha venido a ser en la tradición cristiana la figura de la Eucaristía, alimento espiritual de la Iglesia durante su éxodo terrestre.

16 14 O bien “redondo” o “coagulado”. – La escarcha se consideraba como rocío congelado que caía del cielo.

16 15 En hebreo man hû´: etimología popular de la palabra “maná”, cuyo significado exacto se desconoce. Para Nm 11, 4-6 se trata de un alimento despreciable. Numerosos textos bíblicos consideran el maná como un alimento maravilloso, signo de la solicitud de Dios (Sal 105, 40; Ne 9, 15.20; Sb 16, 20-21). Para Ex 16 es un alimento misterioso y frágil, para el que se exige obediencia a la ley del Sabbat. Cuando finalice el tiempo del desierto, tiempo de prueba, el maná dejará paso a los productos de la Tierra prometida.

 

Salmo responsorial

Salmo  78 (77), 3 y 4bc.23-24.25 y 55 (R/.: 24b).

 

El Señor les dio pan del cielo R/.

Lo que oímos y aprendimos,

lo que nuestros padres nos contaron,

lo contaremos a la futura generación:

las alabanzas del Señor, su poder.  R/.

 

Pero dio orden a las altas nubes,

abrió las compuertas del cielo:

hizo llover sobre ellos maná

les dio pan del cielo. R/.

 

El hombre comió pan de ángeles,

les mandó provisiones hasta la hartura.

Los hizo entrar por las santas fronteras,

hasta el monte que su diestra había adquirido. R/.

 

Textos paralelos.

Lo que hemos oído y aprendido.

Sal 44, 2: ¡Oh Dios, con nuestros oídos lo escuchamos, nuestros padres nos lo contaron: la obra que obraste en sus días.

Dt 4, 9: Pero, cuidado, guárdate muy bien de olvidar los sucesos que vieron tus ojos, que no se aparten de tu memoria mientras vivas; cuéntaselos a tus hijos y nietos.

Jb 8, 8: Pregunta a las generaciones pasadas, atiende a lo que averiguaron tus padres.

Jb 15, 18: Lo que los sabios proclamaron sin ocultarlo, recibido de sus antepasados.

Ex 10, 2: Para que puedas contar a tus hijos y nietos cómo traté a los egipcios, y los signos que ejecuté en medio de ellos; así sabréis que yo soy el Señor.

Ex 13, 14: Y cuando mañana tu hijo te pregunte: “¿Qué significa esto?”, le responderás: “Con mano fuerte nos sacó el Señor de Egipto, de la esclavitud”.

Sal 145, 4: Una generación pondera a la otra tus obras y le cuenta tus hazañas.

Abrió las compuertas del cielo.

2 R 7, 2: El valido del rey, que ofrecía su brazo al soberano, le replicó: “Suponiendo que el Señor abriese las compuertas del cielo, ¿se cumpliría esa profecía?”. Eliseo le respondió: “¡Lo verás y lo catarás!”.

Ml 3, 10: Traed íntegros los diezmos al tesoro del templo para que haya sustento en mi templo; haced la prueba conmigo – dice el Señor de los ejércitos – y veréis como abro las compuertas del cielo y derrocho sobre vosotros bendiciones sin cuento.

Jn 6, 31: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Les dio a comer pan del cielo.

Sb 16, 20: Al pueblo, por el contrario lo alimentaste con manjar de ángeles, proporcionándole gratuitamente, desde el cielo, pan a punto, de mil sabores, a gusto de todos; este sustento tuyo demostraba a tus hijos tu dulzura, pues servía al deseo de quien lo tomaba y se convertía en lo que uno quería.

1 Co 10, 3: Todos comieron el mismo alimento espiritual.

Sal 105, 40: Lo pidieron, y envió codornices y los sació con pan celeste.

Dt 8, 3: El te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná – que tú no conocías ni conocieron tus padres – para enseñarte que el hombre no vive solo de pan, sino de todo lo que sale de la boca de Dios.

Arrojó a las naciones ante ellos.

Sal 44, 3: Antaño: Tú, tu mano. Desposeíste naciones, los plantaste a ellos, trituraste naciones, los hiciste prosperar a ellos.

Jos 24, 8: Os llevé al país de los amorreos, que vivían en Transjordania; os atacaron y os los entregué; os apoderasteis de sus territorios; y os quité de delante.

 

Notas exegéticas.

78 Meditación didáctica, inspirada en el Deuteronomio, sobre la historia de Israel, las culpas de la nación y su castigo. El salmo pone de relieve la responsabilidad de Efraín, antepasado de los samaritanos, y la elección de Judá y de David.

78 25 Los Fuertes son los poderes de la corte celeste, que la tradición convirtió en ángeles (cf. griego, siriaco y Targum).

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 17.20-24.

Hermanos:

Esto es lo que digo y aseguro en el Señor: que no andéis ya, como es el caso de los gentiles, en la vaciedad de sus ideas. Vosotros, en cambio, no es así como habéis aprendido a Cristo, si es que lo habéis oído a él y habéis sido adoctrinados en él, conforme a la verdad que hay en Jesús. Despojaos del hombre viejo y de su anterior modo de vida, corrompido por sus apetencias seductoras: renovaos en la mente y en el espíritu y revestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios: justicia y santidad verdaderas.

 

Textos paralelos.

Os repito en nombre de los gentiles.

Rm 1, 18: Desde el cielo se revela la ira de Dios contra toda clase de hombres impíos e injustos que cohíben con injusticia la verdad.

1 P 4, 3: Bastante tiempo en el pasado habéis ejecutado los designios de los paganos, practicando el libertinaje, vicios, borracheras, orgías, comilonas e intolerables idolatrías.

Conforme a la verdad de Jesús.

Col 3, 9-10: No os mintáis unos a otros, pues os habéis despojado de la vieja condición con sus prácticas y habéis revestido la nueva, que por el conocimiento se va renovando a imagen de su Creador.

Col 3, 5: Así pues, mortificad todo lo vuestro que pertenece a la tierra: fornicación, impureza, pasión, concupiscencia y avaricia, que es una especie de idolatría.

Rm 13, 14: Revestíos del Señor Jesucristo y no satisfagáis los deseos del instinto.

Renovad vuestra mente.

Ef 2, 15: Anulando la ley con sus preceptos y cláusulas, creando así en su persona de dos una sola y nueva humanidad, haciendo las paces.

Col 3, 10: Y habéis revestido la nueva, que por el conocimiento se va renovando a imagen del Creador.

Sb 9, 5: Porque soy siervo tuyo, hijo de tu sierva, hombre débil y efímero, incapaz de entender el derecho y la ley.

 

Notas exegéticas.

4 17 Comienza aquí una exhortación muy representativa de la catequesis moral de la comunidad primitiva. Toma elementos del AT (Sal 4, 5; Za 8, 16), pero sobre todo refleja temas corrientes en el judaísmo tardío y especialmente en Qumrán. La idea clásica de la oposición de los dos caminos, de los dos espíritus, se sitúa en otra clave y se convierte en contraste entre la existencia vieja y la existencia nueva.

4 24 Todos los hombres deben revestirse del “Hombre Nuevo”, para ser en él re-creados. En otros lugares Pablo habla en este sentido de “nueva creación”. En el marco de la corriente sapiencial y apocalíptica (ver Qumrán), Efesios da varias veces al termino “verdad” una plenitud de sentido que recuerda el uso joánico: se trata de la revelación centrada en Jesús, que suscita la plena conformidad de la persona con la acción de Dios.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 24-35.

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo, en la otra orilla del lago, le preguntaron:

-Maestro, ¿cuándo has venido aquí?

Jesús les contestó:

-En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, pues a este lo ha sellado el Padre, Dios.

Ellos le preguntaron:

-Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?

Respondió Jesús:

-La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado.

Le replicaron:

-¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti?, ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.

Jesús les replicó:

-En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

Entonces le dijeron:

-Señor, danos siempre de este pan.

Jesús les contestó:

-Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.

 

Textos paralelos.

 No porque habéis visto signos.

Jn 6, 11: Entonces Jesús tomó los panes, dio gracias y los repartió a los que estaban sentados. Lo mismo hizo con los pescados: todo lo que querían.

¿Qué signo haces para que, al verlo, creamos en ti?

Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús se admiró y dijo a los que seguían: “Os lo aseguro, una fe semejante no la he encontrado en ningún israelita”.

Mt 16, 1-4: Se acercaban los fariseos y saduceos y, para tentarlo, le pidieron que les mostrara una señal del cielo. Les contestó: “Al atardecer decís: buen tiempo, el cielo está rojo. Por la mañana decís: hoy lluvia; el cielo está rojo oscuro. Sabéis distinguir el aspecto del cielo y no distinguís las señales de la historia. Esta generación perversa y adúltera reclama una señal; y no se le dará más señal que la de Jonás”. Los dejó y se marchó.

Mc 15, 32: Jesús llamó a los discípulos y les dijo: “Me da lástima esta multitud, pues llevan tres días junto a mí y no tienen que comer. No quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan por el camino”.

Lc 11, 29-32: La multitud se aglomeraba y él se puso a decirles: “Esta generación es malvada: reclama una señal y no se le concederá más señal que la de Jonás. Como Jonás fue una señal para los nivitas, así lo será este hombre para esta generación. La reina de sur se alzará en el juicio con esta generación y la condenará; porque ella vino del extremo de la tierra para escuchar el saber de Salomón, y hay aquí uno mayor que Salomón. Los ninivitas se alzarán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás, y hay aquí uno mayor que Jonás”.

Jn 1, 21: Le preguntaron: “Entonces, ¿eres Elías?”. Respondió: “No lo soy”. “¿Eres el profeta?”. Respondió: “No”.

Nuestros padres comieron el maná en el desierto.

Jn 2, 11: En Caná de Galilea hizo Jesús eta primera señal, manifestó su gloria y creyeron en él los discípulos.

Ex 16, 4: El Señor dijo a Moisés: “Yo os haré llover pan del cielo: que el pueblo salga a recorrer la ración de cada día; lo pondré a prueba, a ver si guarda mi ley o no”.

Pan del cielo les dio a comer.

Sal 78, 24: Hizo que les lloviese maná para comer y les sirvió un trigo celeste.

Señor, danos siempre de ese pan.

Jn 2, 19: Jesús les contestó: “Derribad este templo y en tres días lo reconstruiré”.

Yo soy el pan de vida.

Pr 9, 5: Venid a comer de mis manjares y a beber el vino que he mezclado.

Si 24, 21: El que me come tendrá más hambre, el que me bebe tendrá más sed.

Is 55, 1: ¡Atención, sedientos!, acudid por agua, también los que no tenéis dinero; venid, comprad trigo, comed sin pagar, vino y lecho de balde.

Jn 4, 14: Quien beba del agua que yo le daré no tendrá sed jamás, pues el agua que le daré se convertirá dentro de él en manantial que brota dando vida eterna.

Jn 4, 10: Jesús le contestó: “Si conocieras el don de Dios y quien es el que te pide de beber, tú le pedirías a él, y te daría agua viva”.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén

6 27 (a) Var.: “da”.

6 27 (b) El sello del Espíritu recibido en el bautismo. Mt 3, 16: poder de Dios para realizar los “signos”.

6 29 A las obras de los judíos, Jesús contrapone la fe en el enviado de Dios.

6 30 Para Jn “ver” es descubrir toda la realidad de quien ha realizado signos. La fe abre los ojos, no el espectáculo de grandes prodigios. Y la pregunta dirigida a Jesús procede siempre del mismo malentendido: la gente espera en él que legitime sus pretensiones mesiánicas realizando milagros que superen a la condición por el antiguo Israel, al tiempo que permanecen ciegos ante los signos.

6 31 El maná de Ex 16, 1 se consideraba el alimento del pueblo mesiánico.

6 35 (a) Primera de siete (cifra que indica la totalidad)  fórmulas por las que Jesús se define a sí mismo. Él es: el verdadero pan (6, 35), la verdadera luz (8, 12), la puerta (10, 7), el buen pastor (10, 11), la resurrección (11, 25), el camino (11, 6), la verdadera vid (15, 1).

6 35 (b) Jesús, como la Sabiduría, Pr 9, 1s, invita a los hombres a su banquete. Para Juan, Jesús es esta Sabiduría de Dios, a la que la Revelación bíblica tendía a personificar. Tal convicción se apoya en la enseñanza de Cristo, perceptible ya en los Sinópticos (Mt 11, 19), pero mucho más acentuada aquí, de origen misterioso, solo Jesús conoce los misterios de Dios y los revela a los hombres, pan vivo que calma el hambre.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

24 NO ESTABA: lit., reflejando el estilo directo: no está.

26 ME BUSCÁIS… PORQUE COMISTEIS: al comentar estas palabras ya san Agustín aludía a algo experimentado siempre en la Iglesia: “Cuántos buscan a Jesús solo para que les haga favores materiales. Tiene uno un asunto difícil y busca la intervención de los clérigos; otro es perseguido por alguien más poderoso y va a refugiarse en la iglesia; otros quieren que se les recomiende ante una persona para la que valen poco; unos de una manera, otros de otra, todos los días está llena la iglesia de esa gente. Apenas se busca a Jesús por Jesús.

27 Jesús empieza sirviéndose de una metáfora que podían entender: “pan” = doctrina, enseñanza, palabra, ley. // EL QUE: el pronombre relativo usado en griego es femenino y, por tanto, gramaticalmente puede referirse tanto al alimento (en griego brôtis) como a la vida (en griego dsôê) eterna. // OS DARÁ: algunos manuscritos leen os da. // LO MARCÓ CON SU SELLO: ¿alusión a la escena del bautismo de Jesús? Pero aquí se trata de algo más que de dar al Hijo un signo de identificación.

28 TRABAJAR para poder hacer las obras que Dios quiere que hagamos, participando así en su actividad salvadora.

29 Quienes pertenecen a la “religión de las obras” acaban de preguntar: “¿Qué obras tenemos que hacer?”. Jesús responde en singular: LA única corresponde a la obra del hombre, aunque su origen está en la iniciativa y la obra de Dios. “Creer” se distingue de “ver”, aunque en Jn con frecuencia casi son sinónimos. “Creer” es un acto que compromete a toda la persona: es “ir a Jesús” o “ser su discípulo” (en el lenguaje de los Sinópticos); si esa fe es auténtica se mostrará activa por la caridad, hará “obras” (Gal 5, 6).

31 P. Borgen opina que lo que sigue a partir de ese versículo es una homilía “midrásica” sobre el texto del Salmo 78, 4: los vs. 32-48 parafrasearían pan venido del cielo, y los vs. 49-58 parafrasearían les dio a comer. La alusión al maná se hace verosímil, también, por otra hipótesis (Malina): quizá en las lecturas de la sinagoga se acaba de leer, o de recitar oralmente, algún texto sobre el maná: tal vez Targum Josué 5, con la murmuración de los israelitas (cf. Jn 6, 41-43; Ex 16, 2-8) y los que murieron en el desierto (cf. Jn 6, 49-58); y el texto de Nm 21, 6-9 (cf. Jn 6, 30-40: hay que “ver” a Jesús para tener la vida).

34 Los judíos falsifican la cuarta petición del Padrenuestro. El pan que pedían no era el que deseaba san Ignacio de Antioquía: “No siento gusto por el alimento corruptible ni por los placeres de esta vida. Quiero el pan de Dios que es la carne de Jesucristo” (Rm 7, 3).

35 YO SOY: las declaraciones en las que Jesús se identifica – se revela – con la fórmula “yo soy” y un predicado desarrollan, en formas diversas, la inagotable plenitud de la realidad divina. // EL PAN DE LA VIDA: el pan vital, el que da vida: “En todas partes los graneros proveen de pan a la humanidad, pero solo Cristo es el pan de la vida […] Aunque se vieran satisfechas todas las hambres físicas del mundo, aunque se diera de comer a todos los hambrientos, por su propio trabajo o por la generosidad ajena, seguiría existiendo la hambruna más profunda del hombre. […] Os digo, pues: ¡Venid todos a Cristo! Él es el pan de la vida. Venid a Cristo y no volveréis a tener hambre” (S. Juan Pablo II).

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

6, 26 La multitud esperaba otro signo, parecido al del maná dado a los israelitas en su estancia en el desierto. A pesar de que ese maná venía del cielo,  solo alimentaba al cuerpo. Cristo se entrega a sí mismo como Pan de Vida, que alimenta el alma. Cat. 423, 1094-1096, 1338.

6, 27 El sello es un símbolo muy cercano al de ungir, que indica un efecto permanente. La “marca” o “carácter” imborrable que dejan los sacramentos del bautismo, confirmación y orden sacerdotal en el receptor es este “sello”. El sello del Espíritu Santo nos marca para Cristo, perteneciendo a él, siendo reconfortados por él y estando comprometidos a su servicio. Esta afirmación se refiere a la futura venida del Espíritu Santo. Cat 698, 728, 1296.

6, 35-59 Este sermón de Cristo es llamado “El discurso del pan de vida”. Lo desarrolló a partir del milagro de la multiplicación de los panes, y reveló que él es el Pan de vida que ha venido del cielo para alimentarnos en la fe. La santidad y el testimonio efectivo del Evangelio requieren una recepción frecuente de la Eucaristía y un amor ardiente a ella. Cat. 2835-2837.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

423 Nosotros creemos y confesamos que Jesús de Nazaret, nacido judío de una hija de Israel, en Belén en tiempo del rey Herodes el Grande y del Emperador César augusto I; de oficio carpintero, muerto crucificado en Jerusalén, bajo el procurador Poncio Pilato, durante el reinado del emperador Tiberio, es el Hijo eterno de Dios hecho hombre, que ha “salido de Dios” (Jn 13, 3), “bajó del cielo” (Jn 3, 13; 6, 33), “ha venido en carne”, porque “la Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. […] Pues de su plenitud hemos recibido todos, y gracia por gracia.

1094 Sobre esta armonía de los dos Testamentos se articula la catequesis pascual del Señor, y luego la de los Apóstoles y de los Padres de la iglesia. Esta catequesis pone de manifiesto lo que permanecía oculto bajo la letra del Antiguo Testamento: el misterio de Cristo. Es llamada catequesis “tipológica”, porque revela la novedad de Cristo a partir de “figuras” (tipos) que lo anunciaban en los hechos, las palabras y los símbolos de la primera Alianza. Por esta relectura en el Espíritu de Verdad a partir de Cristo, las figuras son explicadas. Así, el diluvio y el arca de Noé prefiguraban la salvación por el Bautismo y lo mismo la nube, y el paso del amr Rojo; el agua de la roca era la figura de los dones espirituales de Cristo; el maná del desierto prefiguraba la Eucaristía, “el verdadero Pan del Cielo”.

698 El sello es un símbolo cercano al de la unción. En efecto, es Cristo a quien “Dios ha marcado con su sello” (Jn 6, 27) y el Padre nos marca también  en él con su sello.

2835 Esta petición y la responsabilidad que implica sirven además para otra clase de hambre de la que desfallecen los hombres: “No solo de pan vive el hombre, sin que el hombre vie de todo lo que sale de la boca de Dios” (Mt 4, 4), es decir, de su Palabra y de su Espíritu. Los cristianos deben movilizar todos sus esfuerzos para “anunciar el Evangelio a los pobres”. Hay hambre sobre la tierra, “mas no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Dios” (Am 8, 11). Por eso, el sentido específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucaristía.

 

Concilio Vaticano II

En la fracción del pan eucarístico compartimos realmente el Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión con Él y entre nosotros. “Puesto que el pan es uno, aunque muchos, somos un solo cuerpo todos los que participamos de un mismo pan” (1 Cor 10, 17). Así todos somos miembros de su cuerpo “y cada uno miembro del otro” (Rom 12, 5).

Lumen gentium, 7.

 

Comentarios de los Santos Padres.

Hizo el milagro de los panes cuando estaba a punto de entrar en Cafarnaún, ciudad arisca e incrédula, deseoso de ablandar la obstinación de sus habitantes tanto con los milagros cumplidos dentro como fuera de la ciudad. ¿Qué [corazón de piedra] no sería capaz de ablandar el hecho de que un pueblo semejante, mostrando tal entusiasmo [por los milagros], se presentara en aquella ciudad? Sin embargo no tenían esos sentimientos; deseaban solo el alimento del cuerpo, motivo por el cual son reprobados por Jesús.

Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 43, 2. Pg. 313.

Cristo es también nuestro sello, que es distintivo de perfección y de amor, pues el Padre ha señalado con su sello al Hijo que amaba.

Ambrosio, Sobre Isaac y el alma, 8, 75. Pg. 314.

Les hace gustar un pan y un vino transitorios, para excitar en ellos el deseo de su cuerpo y de su sangre que vivifican. Les concede generosamente estas pequeñas cosas, con la finalidad de que aprendan que su regalo supremo será también gratuito. […] Cristo nos ha atraído mediante esas cosas agradables al paladar, con el objeto de que nosotros nos entrenemos en lo que vivifica las almas.

Efrén de Nisibi, Comentario al Diatessaron, 12, 1. Pg. 316.

 

San Agustín

Jesús a continuación del misterio o sacramento milagroso hace uso de la palabra con la intención de alimentar, si es posible, a los mismos que ya alimentó; de saciar con su palabra las inteligencias de aquellos cuyo vientre había saciado con pan abundante; pero es con la condición de que lo entienda, y si no lo entienden, que se recoja para que no se pierda ni las sobras siquiera.

Agustín, Tratados sobre el Ev. de Juan, 25, 9-10. Pg. 313.

 

San Juan de Ávila

Esta es la historia, aunque abreviada, de la divina providencia en mantener a su pueblo antiguo que de Egipto sacó; con la cual estaban los judíos tan ufanos y favorecidos, que les parecía que no podía haber mejor ni más maravillosa ni excelente comida que aquesta. Y así cuando el Señor les habló diciendo: Obrar manjar que no se acaba, mas que permanece en la vida eterna (Jn 6, 27), acordándose ellos de su maná, le dice: ¿Qué señal obras tú para que creamos en ti? (Jn 6, 30). ¡Oh gente grosera, que no sabéis sino de la tierra, no estimáis sino el mantenimiento del cuerpo! Dios os dé su luz y orejas interiores conque sepáis oír y entender el Pan divino que ese Maestro, a quien preguntáis, que del cielo vino, os dará. De verdad os digo – dijo la verdad de Dios – que Moisés no os dio pan del cielo” (Jn 6, 32.51-52).

[…] Responde el Señor: No os dio Moisés pan del cielo, mas mi Pare os da pan verdadero del cielo (Jn 6, 32); pan que comen los ángeles, pan lleno de toda suavidad y esfuerzo.

[…] No era el otro pan de mentira, mas era pan de figura, y pan imperfecto, por ser pan del cuerpo; mas el cuerpo de nuestro señor es pan del ánima, y su virtud también resulta en el cuerpo, y excede tanto en valor al otro, que ninguna comparación hay.  Y no solo en esto se cumple la figura del otro, mas también en que, como el otro, pasados los cuarenta años que cayó en el desierto, estuvo guardado en el templo de Dios en memoria de tal beneficio y de agradecimiento a Dios por él, así este sagrado manjar, no solo cuando de nuevo se consagró, mas después acá ha estado en la Iglesia, y estará hasta que el mundo se acabe, no viejo, sino siempre nuevo, convidándonos con más razón a que lo agradezcamos a Dios y nos aprovechemos de él comiendo de él y viviendo por él, que el otro pasado, que, aunque estaba en el templo, serviríales de memoria, mas no de manjar.

Sermón del Santísimo Sacramento. III, pgs. 750ss.

Buscadme, no por las señales que viste, mas porque comiste y os hartastes (Jn 6, 26). Esta regla tiene excepción. Si supiere de alguna particular necesidad corporal, de la cual pende cosa del ánima, entonces puede entender en ella; lo cual acaece pocas veces en la verdad, aunque quien la padece diga que muchas.

Carta a un predicador. IV, pg. 10.

¡Oh abusión tan grande, de evangelizar y sacrificar por comer; y ordenar el cielo para la tierra y el pan del alma para el vientre! Quéjase de esto Cristo, porque no lo buscan por Él (cf. Jn 6, 26), sino por el vientre de ellos; y castigarlos ha como a hombres menospreciadores de la Majestad divina. Cierto, mejor sería aprender un oficio de manos o entrar a un hospital a servir enfermos, o hacerse esclavo de algún sacerdote, y ansí hollar el cielo para pasar la tierra, estándonos lo contrario mandado.

A un mancebo que le pidió consejo si sería sacerdote. IV, pg. 47.

Esta es la obra que habemos de obrar para alcanzar mantenimiento que nunca perece (cf. Jn 6, 27); y la obra que dice en el Evangelio: Creed en aquel que Dios envió (cf. Jn 6, 20), que es nuestro Señor Jesucristo. Mas miremos que esta fe no ha de ser estéril, mas llena de frutos y flores; flores han de ser buenos deseos, y frutos de buenas obras.

A un hijo de penitencia. IV, pg. 521.

10, 47 y 521

 

San Oscar Romero.

Cristo os ha enseñado a abandonar el anterior modo de vivir, del hombre viejo corrompido por los deseos de placer, el hombre viejo que no es el Espíritu. Renovaos en el Espíritu, dejad que el Espíritu renueve vuestra mentalidad, vestíos de la nueva condición humana creada a imagen de Dios, justicia y santidad. Este es el hombre nuevo. De nada servirán, dice Medellín, los cambios de estructuras nuevas, si no tenemos hombres nuevos. El continente de América será nuevo, gracias a este Cristo que renovará a hombres, revistiéndolos de su justicia y de su santidad.

Por eso, queridos hermanos cristianos, ustedes, los que han creído en Cristo y de veras quieren seguirlo, ustedes son la verdadera esperanza de la liberación en El Salvador.

Homilía, 5 de agosto de 1979.

 

Papa Francisco. Angelus. 2 de agosto de 2015

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En este domingo continúa la lectura del capítulo sexto del Evangelio de san Juan. Después de la multiplicación de los panes, la gente se había puesto a buscar a Jesús y finalmente lo encuentra en Cafarnaún. Él comprende bien el motivo de tanto entusiasmo por seguirlo y lo revela con claridad: «Me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros» (Jn 6, 26). En realidad, esas personas lo siguen por el pan material que el día anterior había saciado su hambre, cuando Jesús había realizado la multiplicación de los panes; no habían comprendido que ese pan, partido para tantos, para muchos, era la expresión del amor de Jesús mismo. Han dado más valor a ese pan que a su donador. Ante esta ceguera espiritual, Jesús evidencia la necesidad de ir más allá del don y descubrir, conocer, al donador. Dios mismo es el don y también el donador. Y, así, de ese pan, de ese gesto, la gente puede encontrar a Aquel que lo da, que es Dios. Invita a abrirse a una perspectiva que no es solamente la de las preocupaciones cotidianas del comer, del vestir, del éxito, de la carrera. Jesús habla de otro alimento, habla de un alimento que no se corrompe y que es necesario buscar y acoger. Él exhorta: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre» (v. 27). Es decir, buscad la salvación, el encuentro con Dios.

Con estas palabras nos quiere hacer entender que más allá del hambre físico el hombre lleva consigo otra hambre —todos tenemos esta hambre— un hambre más importante que no puede ser saciada con un alimento ordinario. Se trata de hambre de vida, hambre de eternidad que solamente Él puede saciar porque es «el pan de vida» (v. 35). Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación por lo que te puede mejorar la vida. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final, en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y donador, y nos recuerda también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegrías tiene que ser vista en un horizonte de eternidad, es decir, en aquel horizonte del encuentro definitivo con Él. Y este encuentro ilumina todos los días de nuestra vida. Si pensamos en este encuentro, en este gran don, los pequeños dones de la vida, también los sufrimientos, las preocupaciones serán iluminadas por la esperanza de este encuentro. «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás» (v. 35). Esta es la referencia a la Eucaristía, el don más grande que sacia el alma y el cuerpo. Encontrar y acoger en nosotros a Jesús, «pan de vida», da significado y esperanza al camino a menudo tortuoso de la vida. Pero este «pan de vida» nos ha sido dado con un cometido, esto es, para que podamos a su vez saciar el hambre espiritual y material de nuestros hermanos, anunciando el Evangelio por todas partes. Con el testimonio de nuestra actitud fraterna y solidaria hacia el prójimo, hagamos presente a Cristo y su amor en medio de los hombres.

Que la Virgen santa nos sostenga en la búsqueda y en el seguimiento de su Hijo Jesús, el pan verdadero, el pan vivo que no se corrompe y dura para la vida eterna.

 

Papa Francisco. Angelus. 5 de agosto de 2018.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En estos últimos domingos, la liturgia nos ha mostrado la imagen cargada de ternura de Jesús que va al encuentro de la multitud y de sus necesidades. En el pasaje evangélico de hoy (cf. Juan 6, 24-35) la perspectiva cambia: es la multitud, hambrienta de Jesús, quien se pone nuevamente a buscarle, va al encuentro de Jesús. Pero a Jesús no le basta que la gente lo busque, quiere que la gente lo conozca; quiere que la búsqueda de Él y el encuentro con Él vayan más allá de la satisfacción inmediata de las necesidades materiales.

Jesús ha venido a traernos algo más, a abrir nuestra existencia a un horizonte más amplio respecto a las preocupaciones cotidianas del nutrirse, del vestirse, de la carrera, etc. Por eso, dirigido a la multitud, exclama: «Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado» (v. 26).

Así estimula a la gente a dar un paso adelante, a preguntarse sobre el significado del milagro, y no solo a aprovecharse. De hecho, ¡la multiplicación de los panes y de los peces es un signo del gran don que el Padre ha hecho a la humanidad y que es Jesús mismo!

Él, verdadero «pan de la vida» (v. 35), quiere saciar no solamente los cuerpos sino también las almas, dando el alimento espiritual que puede satisfacer el hambre profunda. Por esto invita a la multitud a procurarse no la comida que no dura, sino esa que permanece para la vida eterna (cf. v. 27). Se trata de un alimento que Jesús nos dona cada día: su Palabra, su Cuerpo, su Sangre.

La multitud escucha la invitación del Señor, pero no comprende el sentido —como nos sucede muchas veces también a nosotros— y le preguntan: «¿qué hemos de hacer para llevar a cabo las obras de Dios?» (v. 28).

Los que escuchan a Jesús piensan que Él les pide cumplir los preceptos para obtener otros milagros como ese de la multiplicación de los panes. Es una tentación común, esta, de reducir la religión solo a la práctica de las leyes, proyectando sobre nuestra relación con Dios la imagen de la relación entre los siervos y su amo: los siervos deben cumplir las tareas que el amo les ha asignado, para tener su benevolencia. Esto lo sabemos todos.

Por eso la multitud quiere saber de Jesús qué acciones debe hacer para contentar a Dios. Pero Jesús da una respuesta inesperada: «La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado» (v. 29). Estas palabras están dirigidas, hoy, también a nosotros: la obra de Dios no consisten tanto en el «hacer» cosas, sino en el «creer» en Aquel que Él ha mandado. Esto significa que la fe en Jesús nos permite cumplir las obras de Dios. Si nos dejamos implicar en esta relación de amor y de confianza con Jesús, seremos capaces de realizar buenas obras que perfumen a Evangelio, por el bien y las necesidades de los hermanos.

El Señor nos invita a no olvidar que, si es necesario preocuparse por el pan, todavía más importante es cultivar la relación con Él, reforzar nuestra fe en Él que es el «pan de la vida», venido para saciar nuestra hambre de verdad, nuestra hambre de justicia, nuestra hambre de amor.

Que la Virgen María, en el día en el que recordamos la dedicación de la Basílica de Santa María Mayor en Roma, la Salus populi romani, nos sostenga en nuestro camino de fe y nos ayude a abandonarnos con alegría al diseño de Dios sobre nuestra vida.

 

Papa Francisco. Angelus. 1 de agosto de 2021

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La escena inicial del Evangelio en la liturgia de hoy (cf. Jn 6,24-35) nos muestra algunas barcas que se dirigen hacia Cafarnaúm: la multitud está yendo a buscar a Jesús. Podríamos pensar que sea algo muy bueno, sin embargo, el Evangelio nos enseña que no basta con buscar a Dios, también hay que preguntarse por qué lo buscamos. De hecho, Jesús dice: «Vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado». La gente, efectivamente, había asistido al prodigio de la multiplicación de los panes, pero no había captado el significado de aquel gesto: se había quedado en el milagro exterior y se había quedado en el pan material, solamente allí, sin ir más allá, al significado.

He aquí, una primera pregunta que podemos hacernos: ¿Por qué buscamos al Señor? ¿Por qué busco yo al Señor? ¿Cuáles son las motivaciones de mi fe, de nuestra fe? Necesitamos discernirlo porque entre las muchas tentaciones que tenemos en la vida, entre las tantas tentaciones hay una que podríamos llamar tentación idolátrica. Es la que nos impulsa a buscar a Dios para nuestro propio provecho, para resolver los problemas, para tener gracias a Él lo que no podemos conseguir por nosotros mismos, por interés.  Pero así, la fe es superficial y —me permito la palabra— la fe es milagrera: buscamos a Dios para que nos alimente y luego nos olvidamos de Él cuando estamos satisfechos. En el centro de esta fe inmadura no está Dios, sino nuestras necesidades.  Pienso en nuestros intereses, en tantas cosas... Es justo presentar nuestras necesidades al corazón de Dios, pero el Señor, que actúa mucho más allá de nuestras expectativas, desea vivir con nosotros ante todo en una relación de amor. Y el verdadero amor es desinteresado, es gratuito: ¡no se ama para recibir un favor a cambio! Eso es interés; y tantas veces en la vida somos interesados.

Nos puede ayudar una segunda pregunta que la multitud dirige a Jesús: «¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?» (v. 28). Es como si la gente, provocada por Jesús, dijera: "¿Cómo podemos purificar nuestra búsqueda de Dios?, ¿cómo pasar de una fe mágica, que sólo piensa en las propias necesidades, a la fe que agrada a Dios?". Y Jesús indica el camino: responde que la obra de Dios es acoger a quien el Padre ha enviado, es decir, acogerle a Él mismo, a Jesús. No es añadir prácticas religiosas u observar preceptos especiales; es acoger a Jesús, es acogerlo en la vida y vivir una historia de amor con Jesús. Será Él quien purifique nuestra fe. No podemos hacerlo por nosotros mismos. Pero el Señor desea una relación de amor con nosotros: antes de las cosas que recibimos y hacemos, está Él para amar. Hay una relación con Él que va más allá de la lógica del interés y del cálculo.

Esto es así con respecto a Dios, pero también en nuestras relaciones humanas y sociales: cuando buscamos sobre todo la satisfacción de nuestras necesidades, corremos el riesgo de utilizar a las personas y explotar las situaciones para nuestros fines. Cuántas veces hemos escuchado de una persona: “Pero esta usa a la gente y luego se olvida”. Usar a las personas por el interés proprio. Está muy mal. Y una sociedad cuyo centro sean los intereses en lugar de las personas es una sociedad que no genera vida. La invitación del Evangelio es ésta: en lugar de preocuparnos sólo por el pan material que nos quita el hambre, acojamos a Jesús como pan de vida y, a partir de nuestra amistad con Él, aprendamos a amarnos entre nosotros. Con gratuidad y sin cálculo. Amor gratuito y sin cálculos, sin usar a la gente, con gratuidad, con generosidad, con magnanimidad.

Recemos ahora a la Virgen Santa, a la que vivió la más bella historia de amor con Dios, para que nos dé la gracia de abrirnos al encuentro con su Hijo.

 

Benedicto XVI. Angelus. 5 de agosto de 2012

Queridos hermanos y hermanas:

En la liturgia de la Palabra de este domingo prosigue la lectura del capítulo sexto del Evangelio de san Juan. Nos encontramos en la sinagoga de Cafarnaúm donde Jesús está pronunciando su conocido discurso después de la multiplicación de los panes. La gente había tratado de hacerlo rey, pero Jesús se había retirado, primero al monte con Dios, con el Padre, y luego a Cafarnaúm. Al no verlo, se había puesto a buscarlo, había subido a las barcas para alcanzar la otra orilla del lago y por fin lo había encontrado. Pero Jesús sabía bien el porqué de tanto entusiasmo al seguirlo y lo dice también con claridad: «Me buscáis no porque habéis visto signos (porque vuestro corazón quedó impresionado), sino porque comisteis pan hasta saciaros» (v. 26). Jesús quiere ayudar a la gente a ir más allá de la satisfacción inmediata de sus necesidades materiales, por más importantes que sean. Quiere abrir a un horizonte de la existencia que no sea simplemente el de las preocupaciones diarias de comer, de vestir, de la carrera. Jesús habla de un alimento que no perece, que es importante buscar y acoger. Afirma: «Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre» (v. 27).

La muchedumbre no comprende, cree que Jesús pide observar preceptos para poder obtener la continuación de aquel milagro, y pregunta: «¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (v. 28). La respuesta de Jesús es clara: «La obra de Dios es esta: que creáis en el que él ha enviado» (v. 29). El centro de la existencia, lo que da sentido y firme esperanza al camino de la vida, a menudo difícil, es la fe en Jesús, el encuentro con Cristo. También nosotros preguntamos: «¿Qué tenemos que hacer para alcanzar la vida eterna?». Y Jesús dice: «Creed en mí». La fe es lo fundamental. Aquí no se trata de seguir una idea, un proyecto, sino de encontrarse con Jesús como una Persona viva, de dejarse conquistar totalmente por él y por su Evangelio. Jesús invita a no quedarse en el horizonte puramente humano y a abrirse al horizonte de Dios, al horizonte de la fe. Exige sólo una obra: acoger el plan de Dios, es decir, «creer en el que él ha enviado» (cf. v. 29). Moisés había dado a Israel el maná, el pan del cielo, con el que Dios mismo había alimentado a su pueblo. Jesús no da algo, se da a sí mismo: él es el «pan verdadero, bajado del cielo», él la Palabra viva del Padre; en el encuentro con él encontramos al Dios vivo.

«¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?» (v. 28) pregunta la muchedumbre, dispuesta a actuar, para que el milagro del pan continúe. Pero Jesús, verdadero pan de vida que sacia nuestra hambre de sentido, de verdad, no se puede «ganar» con el trabajo humano; sólo viene a nosotros como don del amor de Dios, como obra de Dios que es preciso pedir y acoger.

Queridos amigos, en los días llenos de ocupaciones y de problemas, pero también en los de descanso y distensión, el Señor nos invita a no olvidar que, aunque es necesario preocuparnos por el pan material y recuperar las fuerzas, más fundamental aún es hacer que crezca la relación con él, reforzar nuestra fe en Aquel que es el «pan de vida», que colma nuestro deseo de verdad y de amor. Que la Virgen María, en el día en que recordamos la dedicación de la basílica de Santa María la Mayor en Roma, nos sostenga en nuestro camino de fe.

 

MISA DE NIÑOS. DOMINGO 19 T. ORDINARIO.

Monición de entrada.

El pan y el vino de la misa tienen también otro nombre: viático.

Esta es la última comida que los amigos de Jesús recibimos antes de ir a estar con él.

Pero además, la comunión es viático.

Es el alimento que nos ayuda a caminar juntos.

 

Señor, ten piedad.

Porque nos olvidamos que estás en misa. Señor, ten piedad.

Porque no le damos mucha importancia a la comunión. Cristo, ten piedad.

Porque queremos estar unidos a ti sin amar a los demás. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.

-Por el Papa Francisco y nuestro obispo Enrique, para que nos ayuden a darle importancia a la misa. Te lo pedimos Señor.

-Por los que estamos en misa, para que le demos importancia a la misa.  Te lo pedimos Señor.

-Por los que mandan, para que ayuden a los que no tienen comida. Te lo pedimos, Señor.

-Por las personas que están enfermas, para que la comunión les ayude. Te lo pedimos, Señor.

-Por nosotros, para que se note en nuestra vida que venimos a misa. Te lo pedimos, Señor.

 

 Acción de gracias.

Virgen María, queremos darte las gracias por la comunión, que es el alimento más importante de la semana, porque nos alimentamos de tu Hijo, Jesús.

 

ORACIÓN PARA EL CENTRE JUNIORS CORBERA.  DOMINGO XVII T.O.

EXPERIENCIA.

Colócate en una postura cómoda, que te ayude a entrar en tu corazón.

Toma en tus manos una cruz: mírala, siéntela, bésala con solemnidad.

Respira profundamente, descálzate de al expirar de ti mismo para que entre Jesús.

Toma conciencia de encontrarte en un lugar y un tiempo sagrado, lleno de la presencia de Dios.

Mira el vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=0JJDflVPnVI

Responde a las preguntas, reflexiona sobre él, permanece el tiempo que necesites contemplando una de las imágenes, pensando en una de las frases, la que represente tu momento actual.

Cierra los ojos, cuéntaselo a Jesús que habita en lo profundo de tu corazón.

 

REFLEXIÓN.

Lectio.

Lee el evangelio de este domingo.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 24-35.

En aquel tiempo, cuando la gente vio que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, se embarcaron y fueron a Cafarnaún en busca de Jesús. Al encontrarlo, en la otra orilla del lago, le preguntaron:

-Maestro, ¿cuándo has venido aquí?

Jesús les contestó:

-En verdad, en verdad os digo: me buscáis no porque habéis visto signos, sino porque comisteis pan hasta saciaros. Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura para la vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, pues a este lo ha sellado el Padre, Dios.

Ellos le preguntaron:

-Y, ¿qué tenemos que hacer para realizar las obras de Dios?

Respondió Jesús:

-La obra de Dios es esta: que creáis en el que Él ha enviado.

Le replicaron:

-¿Y qué signo haces tú, para que veamos y creamos en ti?, ¿Cuál es tu obra? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”.

Jesús les replicó:

-En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo.

Entonces le dijeron:

-Señor, danos siempre de este pan.

Jesús les contestó:

-Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.

 

El texto es extenso, lo puedes dividir en fragmentos y rezar con él a lo largo de la semana. Comienza leyéndolo un par de veces, imaginando el escenario, los personajes, dialogando con Jesús a través de estos, repitiendo las dos o tres frases que han tocado tu corazón.

Meditatio.

En el Evangelio hay un choque entre los intereses de los interlocutores y Jesús. Cada uno vive en un plano diferente al del otro. Para Jesús lo importante no es saciar sus deseos, sino la voluntad el Padre. Los interlocutores lo buscan porque han comido el pan conseguido milagrosamente por Jesús. Predicó en 2012 el Papa Francisco: “Jesús no elimina la preocupación y la búsqueda del alimento cotidiano, no, no elimina la preocupación por lo que te puede mejorar la vida. Pero Jesús nos recuerda que el verdadero significado de nuestra existencia terrena está al final, en la eternidad, está en el encuentro con Él, que es don y donador, y nos recuerda también que la historia humana con sus sufrimientos y sus alegrías tiene que ser vista en un horizonte de eternidad, es decir, en aquel horizonte del encuentro definitivo con Él. Y este encuentro ilumina todos los días de nuestra vida. Reflexiona sobre ella, relacionándola con el vídeo y el evangelio”.

En el campamento, los Juniors, la catequesis, mi vida, ¿por qué busco a Jesús? ¿Para qué he ido o voy a ir al campamento? ¿Para pasármelo bien o para hacer presente a Jesús? Evidentemente todos vamos porque queremos pasárnoslo bien, pero la equivocación se encuentra en el fin principal, la motivación más importante: ser apóstol de Jesús cumpliendo su voluntad o buscar mis intereses (sentirme realizado/a, tener amigos, sentir el afecto de los niños y niñas, desconectar,…) en primer lugar.

Oratio.

¿Por qué has ido o vas a ir al campamento? ¿Por qué eres catequista, educadora o educador Juniors? ¿Por qué estás en la parroquia? Dialoga con Jesús.

 

COMPROMISO.

Contemplatio.

En el silencio mira a Jesús, enamórate de Él. La parroquia existe para Jesús, para propiciar el encuentro con Él en los diversos grupos y actividades.

 

CELEBRACIÓN.

Escucha la canción Tomad, comed de Hakuna, cantado por el Coro Diocesano Juniors.

https://www.youtube.com/watch?v=gSrO0MFblRw&list=OLAK5uy_laTqrQwZOEbTIty8MU2jyuKEJGwmZcRPU&index=5

 

Quiero alcanzar

El cielo con tus pasos

Quiero alcanzar

La vida con tus manos

Decir al mundo

Con tu voz hasta morir

Que todo un cielo es solo

Para mí

Quiero estrenar

Mis ojos en tus brazos

Quiero besar

El suelo con tus labios

Borrar la noche y dar

A la herida cicatriz

Quiero empezar de nuevo

Solo en ti

Tomad

Comed

Me entrego por amor hasta el final

Tomad

Bebed

El cielo entero sabe a vino y pan

Tomad

Comed

Me entrego por amor hasta el final

Tomad

Bebed

El cielo entero sabe a vino y pan

Quiero pisar

Tu huella en cada espacio

Quiero buscar

Mirarte en todos lados

Perder la vida hoy

Y ganarla toda en ti

Quiero empezar y terminar por ti

Tomad

Comed

Me entrego por amor hasta el final

Tomad

Bebed

El cielo entero sabe a vino y pan

Tomad

Comed

Me entrego por amor hasta el final

Tomad

Bebed

El cielo entero sabe a vino y pan

Tomad

Comed

Me entrego por amor hasta el final

Tomad

Bebed

El cielo entero sabe a vino y pan

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Biblia del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero. Bilbao. 1995.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la Sede. Primera edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

Merino Rodríguez, Marcelo, dr. ed. en español. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 2. Evangelio según san Marcos. Ciudad Nueva. Madrid. 2009.

San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

www.vatican.va

http://www.quierover.org

https://www.juniorsmd.org

http://www.vatican.va/content/vatican/es.htmlTrinidad. Reza el Padrenuestro mirándolo.

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