martes, 1 de noviembre de 2022

Domingo 32. 6 de noviembre de 2022.

 


Lectura del segundo libro de los Macabeos 7, 1-2.9-14.

En aquellos días, sucedió que arrestaron a siete hermanos con su madre. El rey los hizo azotar con látigos y nervios para forzarlos a comer carne de cerdo, prohibida por la ley. Uno de ellos habló en nombre de los demás:

-¿Qué pretendes sacar de nosotros? Estamos dispuestos a morir antes que quebrantar la ley de nuestros padres.

El segundo, estando a punto de morir, dijo:

-Tú, malvado, nos arrancas la vida presente; pero cuando hayamos muerto por su ley, el Rey del universo nos resucitará para una vida eterna.

Después se burlaron del tercero. Cuando le pidieron que sacara la lengua, lo hizo enseguida y presentó las manos con gran valor. Y habló dignamente:

-Del Cielo las recibí y por sus leyes las desprecio; espero recobrarlas del mismo modo.

El rey y su corte se asombraron del valor con que el joven despreciaba los tormentos. Cuando murió este, torturaron de modo semejante al cuarto. Y, cuando estaba a punto de morir, dijo:

-Vale la pena morir a manos de los hombres, cuando se tiene la esperanza de que Dios mismo nos resucitará. Tú, en cambio no resucitarás para la vida.

 

Comentario.

-Textos más antiguos del Antiguo Testamento:

Solo se espera una existencia de sombras en el sheol, el abismo.

Excepción: relatos de Elías (1 Re 17, 22) y Eliseo (2 Re 4, 35) y Ez 37.

-A partir de Daniel 12:

S. II a.C.

Aparece el tema de la resurrección en la teología de Israel.

-2 Macabeos:

S. I a.C.

Bajo la guía de la familia Macabea el pueblo se está independizando de Damasco.

Resurrección de los mártires.

-Prohibición de comer carne de cerdo:

Lv 11, 7 y Dt 14, 8.

-7 hermanos:

Creencia en la resurrección:

Confianza en la justicia de Dios / creencia en la inmortalidad del alma.

Fundamento: teológico / antropológico.

El Dios creador restaura la vida de sus fieles, los confesores de la fe.

 

Salmo responsorial

Sal 17 (16).

 

Al despertar me saciaré de tu semblante, Señor. R/.

Señor, escucha mi apelación,

atiende a mis clamores,

presta oído a mi súplica,

que en mis labios no hay engaño. R/.

 

Mis pies estuvieron firmes en tus caminos,

y no vacilaron mis pasos.

Yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío;

inclina el oído y escucha mis palabras.  R/.

 

Guárdame como a las niñas de tus ojos,

a la sombre de tus alas escóndeme.

Yo con mi apelación vengo a tu presencia,

y al despertar me saciaré de tu semblante. R/.

 

Notas exegéticas.

Salmo de un inocente cuya vida está en peligro y deposita toda su confianza en Dios.

 

Segunda lectura.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses 2, 16-3,5.

Hermanos:

Que el mismo Señor nuestro, Jesucristo, y Dios nuestro Padre, que nos ha amado y nos ha regalado un consuelo eterno y una esperanza dichosa, consuele vuestros corazones y os dé fuerza para toda clase de palabras y obras buenas. Por lo demás, hermanos, orad por nosotros para que la palabra del Señor siga avanzando y sea glorificada, como lo fue entre vosotros, y para que nos veamos libres de la gente perversa y malvada, porque la fe no es de todos. El Señor, que es fiel, os dará fuerzas y os librará del Maligno. En cuanto a vosotros, estamos seguros en el Señor de que ya cumplís y seguiréis cumpliendo todo lo que os hemos mandado. Que el Señor dirija vuestros corazones hacia el amor de Dios y la paciencia de Cristo.

Palabra de Dios.

 

Comentario.

-Centro de la mirada, teología y espiritualidad de san Pablo: Cristo Jesús.

-Comunidad de Tesalónica:

Espera su segunda venida.

-Título de Señor:

Antiguo Testamento:

Dios = YHWH.

Traducción al griego del Antiguo Testamento, la Septuaginta, los Setenta:

Dios = Kúrios (Señor).

Nuevo Testamento:

Kúrios = Jesús.

-Finalidades del texto:

La Palabra de Dios progrese y de futo.

Oren por él para ser librado de los hombres “perversos y malvados”.

-Promesa:

Asistencia de Cristo, que es fiel.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según Lucas 20, 27-38.

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:

-Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer.

Jesús les dijo:

-En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos.

 

Textos paralelos.

 

Mc 12, 18-27

Mt 22, 23-32

Lc 20, 27-38

Se acercan unos saduceos, los cuales dicen que no hay resurrección, y le preguntan:

 

 

-Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero no hijos, que se case con la viuda y dé descendencia a su hermano”.

 

Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos, el segundo se casó con la viuda y murió también sin hijos; lo mismo el tercero; y ninguno de los siete dejó hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección y resuciten, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.

 

Jesús les respondió:

¿No estáis equivocados, por no entender la Escritura ni el poder de Dios? Pues cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres serán dadas en matrimonio, serán como ángeles del cielo.

 

 

 

 

 

 

Y a propósito de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en el episodio de la zarza, lo que le dijo Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob?

 

No es Dios de muertos, sino de vivos. Estáis muy equivocados.

En aquella ocasión se le acercaron unos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron:

 

-Maestro, Moisés mandó que cuando uno muere sin hijos, su hermano se case con la viuda para dar descendencia a su hermano.

 

 

 Pues bien, había entre nosotros siete hermanos. El primero se casó, murió sin hijos y dejó su mujer a su hermano. Lo mismo pasó con el segundo y con el tercero hasta el séptimo. Después de todos murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de los siete será mujer? Porque los siete han estado casados con ella.

 

Les contestó Jesús:

-Estáis equivocados porque no entendéis las Escrituras ni el poder de Dios. Cuando resuciten, ni los hombres se casarán ni las mujeres tomarán esposo, serán como ángeles en el cielo.

 

 

 

 

 

 

Y a propósito de la resurrección de los muertos, ¿no habéis leído lo que os dice Dios: “Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”?

 

Se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y le preguntaron:

 

-Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”.

 

Pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer.

 

 

Jesús les dijo:

-En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección.

 

Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”.

 

 

No es Dios de los muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos.

 

 

Los saduceos.

Dn 12, 2-3: Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra despertarán: unos para vida eterna, otros para vergüenza e ignominia perpetua. Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento, y los que enseñaron a muchos la justicia como las estrellas, por toda la eternidad.

Hch 23, 8: Los saduceos sostienen que no hay resurrección ni ángeles ni espíritus, mientras que los fariseos admiten ambas cosas.

Si a uno se le muere un hermano casado.

Dt 25, 5: Si dos hermanos viven juntos y uno de ellos muere sin tener hijos, la mujer del difunto no se casará con un extraño; su cuñado se casará con ella y cumplirá con ella su deber legal de cuñado.

Lleguen a ser dignos de tener parte en aquel mundo.

Flp 3, 11:

Dios de Abrahán.

Ex 3, 6: Y añadió: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac, el Dios de Jacob”. Moisés se tapó la cara, porque temía ver a Dios.

Para él todos viven.

Rm 6, 10-11: Porque quien ha muerto, ha muerto al pecado de una vez para siempre; y quien vive, vive para Dios. Lo mismo vosotros, consideraos muertos al pecado y vivos para Dios en Cristo Jesús.

Ga 2, 19: Pues yo he muerto a la ley por medio de la ley, con el fin de vivir para Dios. Estoy crucificado con Cristo.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

20 27 Los saduceos pertenecientes a las clases altas del sacerdocio, no admitían la creencia en la resurrección que había aparecido dos siglos antes con Daniel (12, 2-3). Jesús la admite como los fariseos (ver Hch 23, 8). Para atacar esta creencia, los saduceos proponen a Jesús un ejemplo típico de escuela para ridiculizarla. En su respuesta, Jesús no puede apoyarse en Daniel, que carecía de autoridad para sus adversarios. Por eso se basa en la Ley (el Pentateuco), palabra de Dios incontestable: la amistad de Dios con los patriarcas es para siempre. Y, mediante una simple alusión, rechaza la idea excesivamente materialista que algunos fariseos tenían de la resurrección: los resucitados serán comparables a los ángeles.

20 34 (a) Semitismo: los que pertenecen a este mundo.

20 34 (b) Algunos testigos antiguos añaden: “son engendrados y engendran”.

20 35 Aquí solamente se trata de la resurrección de los justos.

20 36 (a) Var.: “ni van a ser”.

20 36 (b) Semitismo: resucitados.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

34-38 La argumentación de Jesús es: 1º) No aceptáis la resurrección por entenderla de forma demasiado “carnal”, 2º) Aun aceptando de la Escritura solamente el Pentateuco, debéis recordar que en sus páginas se habla de la inmortalidad y la resurrección. Como en la parábola del rico y de Lázaro (16, 22-31), las palabras de Jesús suponen la existencia de un estado, o situación, de los difuntos previo a la resurrección universal.

34 LOS HIJOS DE...: semitismo, equivalente a: los que pertenecen a..., los que están en la situación de... // ESTE MUNDO: o este siglo, el “eón” presente.

35 Tal como está, el texto habla de la resurrección como exclusiva de “los justos” (cf. 14, 14: “la resurrección de los justos”).

36 HIJOS DE LA RESURRECCIÓN (semitismo): participantes de la resurrección, e.d. resucitados.

38 PARA ÉL TODOS ESTÁN VIVOS: o también, aunque menos probable (como dativo griego de causa): por él todos viven, gracias a él todos poseen la vida.

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

20, 27-40 Esta cuestión sobre el matrimonio es otro intento claro de atrapar a Cristo. En el cielo, las circunstancias terrenales estrechamente vinculadas al matrimonio ya no existen. Cat. 575.

20, 37 Sobre la cuestión de la resurrección de los muertos, los fariseos sostenían la verdadera doctrina, y Cristo criticaba a los saduceos por la negación de la verdad. Puesto que Dios se denominaba a sí mismo el Señor de Abrahán, Isaac y Jacob. Se ha de entender que estos patriarcas deben vivir más allá de su muerte en la tierra. Cat. 205 y 330.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

575 Muchas de las obras y de las palabras de Jesús han sido, pues, un “signo de contradicción” para las autoridades religiosas de Jerusalén, aquellas a las que el Evangelio de san Juan denomina con frecuencia “los judíos”, más incluso que a la generalidad del pueblo de Dios. Ciertamente, sus relaciones con los fariseos no fueron solamente polémicas. Fueron unos fariseos los que le previnieron del peligro que corría. Jesús alaba a algunos de ellos como al escriba de Mc 12, 34 y come varias veces en casa de fariseos. Jesús confirma doctrinas sostenidas por esta élite religiosa del pueblo de Dios: la resurrección de los muertos, las formas de piedad (limosna, ayuno y oración) y la costumbre de dirigirse a Dios como Padre, carácter central del mandamiento del amor a Dios y al prójimo.

330 [Los ángeles] En tanto que criaturas puramente espirituales, tienen inteligencia: son criaturas personales e inmortales. Superan en perfección a todas las criaturas visibles. El resplandor de su gloria da testimonio de ello.

205 Dios llama a Moisés desde una zarza que arde sin consumirse. Dios dice a Moisés: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob” (Ex 3, 6). Dios es el Dios de los padres. El que había llamado y guiado a los patriarcas en sus peregrinaciones. Es el Dios fiel y compasivo que se acuerda de ellos y de sus promesas; viene para librar a sus descendientes de la esclavitud. Es el Dios que más allá del espacio y del tiempo lo puede y lo quiere, y que pondrá en obra toda su omnipotencia para este designio.

 

Concilio Vaticano II

El máximo enigma de la vida humana es la muerte. El hombre sufre con el dolor y con el dolor y con la disolución progresiva del cuerpo. Pero su máximo tormento es el temor por la desaparición perpetua. Juzga con instinto certero cuando se resiste a aceptar la perspectiva de la ruina total y del adiós definitivo. La semilla de eternidad que en sí lleva, por ser irreductible a la sola materia, se levanta contra la muerte. Todos los esfuerzos de la técnica moderna, por muy útiles que sean, no pueden calmar esta ansiedad del hombre: la prórroga de la longevidad que hoy proporciona la biología no puede satisfacer ese deseo del más allá que surge ineluctablemente del corazón humano.

Mientras toda imaginación fracasa ante la muerte, la Iglesia, aleccionada por la Revelación divina, afirma que el hombre ha sido creado por Dios para un destino feliz situado más allá de las fronteras de la miseria terrestre. La fe cristiana enseña que la muerte corporal, que entró en la historia a consecuencia del pecado (Sab 1, 13; Rom 5, 21), será vencida cuando el omnipotente y misericordioso Salvador restituya al hombre en la salvación perdida por el pecado. Dios ha llamado y llama al hombre a adherirse a Él con la total plenitud de su ser en la perpetua comunión de la incorruptible vida divina. Ha sido Cristo resucitado el que ha dado esta victoria al hombre, liberándola de la muerte con su propia muerte. Para todo hombre que reflexione, la fe, apoyada en sólidos argumentos, responde satisfactoriamente al interrogante angustioso sobre el destino futuro del hombre y al mismo tiempo ofrece la posibilidad de una comunión con nuestros queridos hermanos arrebatados por la muerte, dándonos la esperanza de que poseen ya en Dios la vida verdadera.

 

Los Santos Padres.

Se les llama saduceos, es decir “justos”, porque decían: Nosotros no honramos a Dios por recompensa alguna. No creían en la resurrección, y por eso se llamaban a sí mismos justos.

Efrén de Nisibi. Comentario al Diatessaron, 16, 22. III, pg. 418.

El Señor, que sabía lo que decía y deseaba que nosotros creyéramos lo que desconocíamos, responde, con la autoridad de su majestad, lo que hemos de creer. El Apóstol lo expuso en la medida en que le fue concedido; nosotros hemos de entenderlo en cuanto nos sea posible.

Agustín, Sermón 362, 18. III, pg. 418.

Hizo desaparecer lo que sospechaban los judíos y refutó las calumnias de los saduceos, puesto que los judíos creían, sí, que los muertos habían de resucitar, pero pensaban carnalmente por lo que respecta a las obras para las que iba a resucitar: “Serán, dijo, semejantes a los ángeles de Dios”...

Que hemos de resucitar, ya está dicho, que hemos de resucitar para una vida semejante a la de los ángeles, lo hemos escuchado de la boca del Señor; qué aspecto hemos de tener al resucitar, lo mostró Él mismo en su resurrección.

Agustín, Sermón 362, 18-19. III, pg. 418.

Los que han mantenido una vida honrosa y escogida, llena de todas las virtudes y han sido considerados dignos de acceder a una gloriosa y maravillosa resurrección se elevarán ciertamente muy por encima de la vida que lleva la gente de este mundo. Vivirán como les corresponde a los santos que han sido llevados junto a Dios: son semejantes a los ángeles y son hijos de Dios. Se parecen a los santos ángeles que hacen un servicio espiritual y no material, propio de los espíritus santos y, a la vez, son considerados dignos de la gloria de la que disfrutan los ángeles.

¿Quién es este Dios de los que ya no están entre nosotros? Este es el Dios de la vida. Ellos resucitarán por su poderosa mano.

Cirilo de Alejandría, Comentario al Ev. de Lucas, 136. III, pg. 419-420..

 

San Juan de Ávila

¡Oh! Bendito sea para siempre el Señor, que tal remedio contra las tristezas, contra los desmayos de la muerte nos dejó! Arrebatarnos ha, y estaremos siempre con Él. Si me ha de arrebatar Cristo, si he de vivir para siempre con Cristo, si le he de gozar para siempre, que hemo momento de morir, ¿para qué quiero tomar pena por la muerte? Consolaos, hermano, que habéis de estar siempre con Cristo, que habéis de alegraros. Afrenta hace a Jesucristo quien no está consolado y alegre con esta esperanza. - ¿Qué es estar con Cristo? ¿Qué es esto, San Pablo? – Que no quiero rentas, no quiero honras, no quiero dineros ni quiero cosas de este mundo, pues tal bien me está aparejado. Quien tal bien ha de ir a gozar, quien tal compañía espera, no es razón que espere en lo acá, ni papare en lo de acá, ni siquiera que ame lo de acá; solamente haré que espere en aquella compañía que para siempre ha de durar. Los que tal esperanza tienen, no tengan pena de los muertos, no tomés pena.

-¿Cómo, padre, que no tengo de tomar pena? – Aunque la toméis, tanto puede y ha de poner esta esperanza, que toda pena ha de arrojar fuera. ¡Tanto puede la esperanza! Mira las intervenciones de Dios. ¿Quién le forzó a Dios, quién le constriñó a decir este bien? ¿Para qué lo dice primero que lo haga? Sé que bien pudiera callarlo y hacerlo sin decirlo primero.

Sermón de difuntos. III, pg. 1091.

 

San Oscar Romero.

El caso es legítimo de los siete que murieron sin tener hijos, pero la resolución es ésta: todas esas leyes del matrimonio, el mismo matrimonio, tiene un sentido relativo, histórico, temporal; solamente es necesario que el hombre y la mujer tengan hijos en esta tierra donde es necesario conservar el género humano, pero en la resurrección donde serán inmortales, no se tendrá en consideración esa relación sexual. No existe el matrimonio. Todos serán como ángeles de Dios. Existirán naturalmente los cuerpos resucitados con todos sus miembros, pero la razón de las funciones de los miembros corporales se transformará. Lean ustedes aquellos capítulos de San Pablo a los Corintios donde les habla que una cosa es el cuerpo que se muere y se entierra, y otra categoría el cuerpo que resucita para la vida eterna, cuerpo espiritual.

Homilía 6 noviembre 1977.

 

Papa Francisco.  

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Con esta respuesta, Jesús invita, en primer lugar, a sus interlocutores ―y a nosotros también― a pensar que esta dimensión terrenal en la que vivimos ahora no es la única dimensión, sino que hay otra, ya no sujeta a la muerte, en la que se manifestará plenamente que somos hijos de Dios. Es un gran consuelo y esperanza escuchar estas palabras sencillas y claras de Jesús sobre la vida más allá de la muerte; las necesitamos sobre todo en nuestro tiempo, tan rico en conocimientos sobre el universo pero tan pobre en sabiduría sobre la vida eterna.

Esta clara certeza de Jesús sobre la resurrección se basa enteramente en la fidelidad de Dios, que es el Dios de la vida. De hecho, detrás de la pregunta de los saduceos se esconde una cuestión más profunda: no sólo de quién será esposa la mujer viuda de siete maridos, sino de quién será su vida. Es una duda que atormenta al hombre de todos los tiempos y también a nosotros: después de esta peregrinación terrenal, ¿qué será de nuestras vidas? ¿Pertenecerá a la nada, a la muerte?

Jesús responde que la vida pertenece a Dios, que nos ama y se preocupa mucho por nosotros, hasta el punto de vincular su nombre al nuestro: es «el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Porque Él no es un Dios de muertos, sino de vivos, porque para Él todos viven» (vv. 37-38). La vida subsiste donde hay vínculo, comunión, fraternidad; y es una vida más fuerte que la muerte cuando se construye sobre relaciones verdaderas y lazos de fidelidad. Por el contrario, no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas: en estas actitudes prevalece la muerte. Es egoísmo. Si vivo para mí mismo, estoy sembrando la muerte en mi corazón.

 

Papa Francisco. Audiencia general. El libro de la propia vida.

La primera modalidad afectiva, objeto del discernimiento, es decir, la desolación. ¿De qué se trata?

La desolación ha sido definida así: «Oscuridad del ánima, turbación en ella, moción a las cosas bajas y terrenas, inquietud de varias agitaciones y tentaciones, moviendo a infidencia, sin esperanza, sin amor, hallándose toda perezosa, tibia, triste y como separada de su Criador y Señor» (S. Ignacio de L., Ejercicios espirituales, 317). Todos nosotros lo hemos experimentado. Creo que, de una forma u otra, hemos experimentado esto, la desolación. El problema es cómo poder leerla, porque también esta tiene algo importante que decirnos, y si tenemos prisa en liberarnos de ella, corremos el riesgo de perderla.

Nadie quisiera estar desolado, triste: esto es verdad. Todos quisiéramos una vida siempre alegre, feliz y satisfecha. Pero esto, además de no ser posible ―porque no es posible―, tampoco sería bueno para nosotros. De hecho, el cambio de una vida orientada al vicio puede empezar por una situación de tristeza, de remordimiento por lo que se ha hecho. Es muy bonita la etimología de esta palabra, “remordimiento”: el remordimiento de la conciencia, todos conocemos esto. Remordimiento: literalmente es la conciencia que muerde, que no da paz. Dios toca el corazón y te viene algo dentro, la tristeza, el remordimiento por algo, y es una invitación a empezar un camino. El hombre de Dios sabe notar en profundidad lo que se mueve en el corazón.

Es importante aprender a leer la tristeza. Todos conocemos qué es la tristeza: todos. ¿Pero sabemos leerla? ¿Sabemos entender qué significa para mí, esta tristeza de hoy? En nuestro tiempo, la tristeza está considerada mayoritariamente de forma negativa, como un mal del que huir a toda costa, y, sin embargo, puede ser una campana de alarma indispensable para la vida, invitándonos a explorar paisajes más ricos y fértiles que la fugacidad y la evasión no consienten. Santo Tomás define la tristeza un dolor del alma: como los nervios para el cuerpo, despierta la atención ante un posible peligro, o un bien desatendido (cf. Summa Th. I-II, q. 36, a. 1). Por eso es indispensable para nuestra salud, nos protege para que no nos hagamos mal a nosotros mismos y a los otros. Sería mucho más grave y peligroso no tener este sentimiento e ir adelante. La tristeza a veces trabaja como semáforo: “¡Párate, párate! Está rojo aquí. Párate”.

En cambio, para quien tiene el deseo de realizar el bien, la tristeza es un obstáculo con el que el tentador quiere desanimarnos. En tal caso, se debe actuar de forma exactamente contraria a lo sugerido, decididos a continuar lo que nos habíamos propuesto hacer (cf. Ejercicios espirituales, 318). Pensemos en el estudio, en la oración, en un compromiso asumido: si los dejáramos apenas sentimos aburrimiento o tristeza, no concluiríamos nunca nada. Esta también es una experiencia común a la vida espiritual: el camino hacia el bien recuerda el Evangelio, es estrecho y cuesta arriba, requiere un combate, un vencerse a sí mismo. Empiezo a rezar, o me dedico a una buena obra y, extrañamente, justo entonces me vienen a la mente cosas urgentes que hay que hacer ―para no rezar y para no hacer cosas buenas―. Todos tenemos esta experiencia. Es importante, para quien quiere servir al Señor, no dejarse guiar por la desolación. Eso de… “Pero no, no tengo ganas, esto es aburrido...”: ten cuidado. Lamentablemente, algunos deciden abandonar la vida de oración, o la elección emprendida, el matrimonio o la vida religiosa, empujados por la desolación, sin pararse antes a leer este estado de ánimo, y sobre todo sin la ayuda de un guía. Una regla sabia dice que no hay que hacer cambios cuando se está desolado. Será el tiempo sucesivo, más que el humor del momento, el que muestre la bondad o no de nuestras elecciones.

En la vida espiritual la prueba es un momento importante, la Biblia lo recuerda explícitamente y dice así: «Si te llegas a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba» (Sir 2,1). Si tú quieres ir por el buen camino, prepárate: habrá obstáculos, habrá tentaciones, habrá momentos de tristeza. Es como cuando un profesor examina al estudiante: si ve que conoce los puntos esenciales de la materia, no insiste: ha superado la prueba. Pero debe superar la prueba.

Si sabemos atravesar soledad y desolación con apertura y conciencia, podemos salir reforzados bajo el aspecto humano y espiritual. Ninguna prueba está fuera de nuestro alcance; ninguna prueba será superior a lo que nosotros podemos hacer. Pero no huir de las pruebas: ver qué significa esta prueba, qué significa que yo estoy triste: ¿por qué estoy triste? ¿Qué significa que yo en este momento estoy desolado? ¿Qué significa que estoy desolado y no puedo ir adelante? San Pablo recuerda que nadie es tentado más allá de sus posibilidades, porque el Señor no nos abandona nunca y, con Él cerca, podemos vencer toda tentación (cf. 1 Cor 10,13). Y si no la vencemos hoy, nos levantamos otra vez, caminamos y la venceremos mañana. Pero no permanecer muertos ―digamos así― no permanecer vencidos por un momento de tristeza, de desolación: id adelante. Que el Señor te bendiga en este camino ―¡valiente!―  de la vida espiritual, que es siempre caminar.

 

Comentario.

Contexto:

Actividad de Jesús en Jerusalén (Lc 19, 29-22,38).

Entrada en Jerusalén (Lc 19, 29-40).

Lamentación sobre Jerusalén (Lc 19, 41-44).

Expulsión de los mercaderes del Templo (Lc 19, 45-46).

Enseñanza en el Templo, decisión de matar a Jesús y disputa con las autoridades del Templo (Lc 19, 47-20, 18).

Parábola de los viñadores homicidas (Lc 20, 9-19).

El tributo al cesar (Lc 20, 20-26).

La resurrección de los muertos (Lc 20, 27-38)

Reconocimiento de sus palabras por parte de los escribas y final de las disputas (Lc 20, 39)

Enseñanzas de Jesús y crítica a los escribas (Lc 20, 41-47)

Elogió de la viuda (Lc 21, 1-4).

Discurso escatológico (Lc 21, 5-36).

-Estructura:

Presentación del caso por parte de los saduceos (vv. 27-33).

Respuesta de Jesús (vv. 34-38).

 

EXPERIENCIA.

En la pantalla del ordenador o del móvil visualiza el rostro de Cristo, lo ideal es que busques un icono o pintura de los cristianos de Europa del Este. Puedes colocar delante de ti una estampa de Cristo. Lo importante es que fijes tu mirada en sus ojos. Permanece así durante el tiempo que necesites, sintiendo su mirada sobre ti.

Pero mejor es visites el sagrario de tu iglesia parroquial o asistas a una exposición del Santísimo.

El primer momento de esta oración sea sentir fundir tu mirada con la de Cristo.

Descárgate el siguiente vídeo:

https://www.youtube.com/watch?v=prLH_EFXygw

¿De qué trata? ¿Cómo te has sentido?

Guioniza tu vida con los cepillos de dientes y el vaso, escribiendo tu historia.

 

+REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según Lucas 20, 27-38.

En aquel tiempo, se acercaron algunos saduceos, los que dicen que no hay resurrección, y preguntaron a Jesús:

-Maestro, Moisés nos dejó escrito: “Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer pero sin hijos, que tome la mujer como esposa y dé descendencia a su hermano”. pues bien, había siete hermanos; el primero se casó y murió sin hijos. El segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete, y murieron todos sin dejar hijos. Por último, también murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será mujer? Porque los siete la tuvieron como mujer.

Jesús les dijo:

-En este mundo los hombres se casan y las mujeres toman esposo, pero los que sean juzgados dignos de tomar parte en el mundo futuro y en la resurrección de entre los muertos no se casarán ni ellas serán dadas en matrimonio. Pues ya no pueden morir, ya que son como ángeles; y son hijos de Dios, porque son hijos de la resurrección. Y que los muertos resucitan, lo indicó el mismo Moisés en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor: “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob”. No es Dios de muertos, sino de vivos: porque para él todos están vivos.

 

¿QUÉ DICE?  Jesús ha llegado a Jerusalén. Atrás queda el camino desde Galilea hasta la Ciudad Santa. El discípulo ya está formado y preparado para acoger el Misterio Pascual, su muerte y Resurrección. Desde esta perspectiva la secta de los saduceos le plantea una pregunta trampa. Partiendo de una cita de los cinco libros, el Pentateuco, que ellos reconocían como Palabra de Dios, tratan de demostrar las situaciones absurdas que podrían darse si los muertos resucitaran. Jesús responde apoyado también en los escritos reconocidos por ellos y aporta la dimensión real de la resurrección: ser ángeles de Dios. Es decir, un cuerpo glorioso como será el suyo, no sujeto a las leyes de la naturaleza, como es el principio de conservación de la especie, o sociales. Permanecerá la dimensión espiritual del amor recibido de Dios y entregado a los demás. Vuelve a leer el texto, deteniéndote en los verbos y tratando de resumirlo en dos o tres frases.

¿QUÉ TE DICE?  Los ojos de Cristo, su mirada, impresa en lo profundo de tu corazón; la historia de tu vida marcada por las relaciones con las personas que han formado parte de ella y particularmente las más cercanas; la muerte condicionante y final de la vida terrenal; la eternidad meta del cristiano y sentido de la vida. Permanece en silencio, a la escucha.

¿QUÉ LE DICES? Después de este tiempo de oración habla con Jesús como se habla a Quien es el Dios de los vivos, que acompaña tu peregrinar como acompañó a los Patriarcas por Mesopotamia, Palestina y Egipto.  

 

COMPROMISO.

Es el Dios de los vivos. Cada día al levantarte, al mediodía y antes de acostarte, toma conciencia de su presencia, acompañándote en cada uno de los lugares donde has permanecido.

 

CELEBRACIÓN.

Mira y escucha la canción del grupo Hessed Noche Oscura, musicalización del poema de san Juan de la Cruz. En ella el poeta expresó líricamente la experiencia mística y de eternidad con Cristo.

https://www.youtube.com/watch?v=sPBtg3NNtsk

 

GUIÓN MISA NIÑOS.

DOMINGO 33 T.O.  13 de noviembre de 2022.

 

Monición de entrada.-

Hola amigos. Bienvenidos a la misa.

La misa es la fiesta que hacemos todos los domingos. Y la hacemos en todas las iglesias del mundo.

Ella nos ayuda cada día, en los buenos y en los malos momentos.

Y en ella anunciamos que Jesús murió en la cruz y está vivo en medio de nosotros.

Además esperamos el día en el que volverá con los ángeles.

 

Señor ten piedad.-

Tú que tienes palabras de vida que no se acaba. Señor, ten piedad.

Tú que eres nuestro Señor. Cristo, ten piedad.

Tú que estás siempre con nosotros. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pido por el Papa Francisco y los obispos Antonio y Enrique. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por la misión que hemos empezado en la iglesia de Valencia. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por la Iglesia que es una vela que nos ilumina. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por las personas que ayudan a que la tierra sea mejor. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por las chicas y los chicos de nuestro pueblo. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido los que estamos en misa esperándote. Te lo pedimos, Señor.

 

 Oración a la Virgen María.-

María, madre de Jesús, queremos darte gracias por cuidar de la familia de Jesús, que es la Iglesia, especialmente cuando lo pasa mal.

 

GUIÓ MISSA INFANTS. Diumenge 33. T.O.

 

Monició d’entrada.

 

Hola, amics. Benvinguts a la missa.

La missa és la festa que fem els diumenges.

I la fem a totes les esglésies del món.

Ella ens ajuda cada dia, als bons i mals moments. I a ella anunciem que Jesús morí a la creu i està viu en mig de nosaltres.

A més esperem el dia al què tornarà amb els àngels.

 

Senyor, tingueu pietat.

Vos que teniu paraules de vida eterna. Senyor, tingueu pietat.

Vos que sou el nostre Senyor, Crist, tingueu pietat.

Vos que esteu sempre amb nosaltres. Senyor, tingueu pietat.

 

Peticiones.-

Jesús,  et demane pel Papa Francesc i els bisbes Antonio i Enrique. Vos ho demanem Senyor.

Jesús, et demane per la missió que hem començat a l’església de València. Vos ho demanem, Senyor.

Jesús, et demane per l’església que és una llum que ens il.lumina. Vos ho demanem, Senyor.

Jesús, et demane per les persones que ajuden a que la terra siga millor. Vos ho demanem, Senyor.

Jesús, et demane pels jóvens del nostre poble. Vos ho demanem Senyor.

Jesús, et demane pels que és tróben a la missa esperan-te. Vos ho demanem, Senyor.

 

Pregaria a la Mare de Déu.

Maria, Mare de Jesús, volem donar-te gràcies per cuidar de la família de Jesús, que és l’església, especialment quan ho passa mal.

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