viernes, 27 de enero de 2023

Domingo 4º T. Ordinario. 29 de enero de 2023.

 


Primera lectura.

Lectura de la profecía de Sofonías 2,3;3,12-13.

Buscad al Señor los humildes de la tierra, los que practican su derecho, buscad la justicia, buscad la humildad, quizá podáis resguardaros el día de la ira del Señor. Dejaré en ti un resto, un pueblo humilde y pobre que buscará refugio en el nombre del Señor. El resto de Israel no hará más el mal, no mentirá ni habrá engaño en su boca. Pastarán y descansarán, y no habrá quien los inquiete.

 

Comentario.

-Contexto histórico:

Reinado de Josías (s. VII a.C.):

Reformas religiosas y políticas.

Josías: el rey que se esforzó para que el pueblo retornara a Yahvé y la Ley.

Apareció un rollo de la Ley (2 Re 22).

Centralización del culto en Jerusalén.

-Estructura:

2, 3: sección del juicio contra Judá.

3, 12-13: centrado en el “resto”.

-Tema:

Del juicio a la promesa sostenida por los pequeños.

 

Salmo responsorial

Sal 146 (145)

 

Bienaventurados los pobres en el espíritu,

porque de ellos es el reino de los cielos. R/.

El Señor mantiene su fidelidad perpetuamente,

hace justicia a los oprimidos,

da su pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos. R/.

 

El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan;

el Señor ama a los justos.

El Señor guarda a los peregrinos.   R/.

 

Sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad. R/.

 

Notas exegéticas.

146 Este salmo es el comienzo de un tercer Hallel (salmos 146-150), que los judíos recitaban por la mañana.

 

Segunda lectura.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 26-31.

Fijaos en vuestra asamblea, hermanos: no hay en ella muchos sabios en lo humano, ni muchos poderosos, ni muchos aristócratas; sino que, lo necio del mundo lo ha escogido Dios para humillar a los sabios, y lo débil del mundo lo ha escogido Dios para humillar a lo poderoso. Aún más, ha escogido la gente baja del mundo, lo despreciable, lo que no cuenta, para anular a lo que cuenta, de modo que nadie pueda gloriarse en presencia del Señor. A él se debe que vosotros estéis en Cristo Jesús, el cual seha hecho para nosotros sabiduría de parte de Dios, justicia, santificación y redención. Y así – como está escrito –: “el que se gloríe, que se gloríe en el Señor”.

Palabra de Dios.

 

Comentario.

-Lógica que emana de la crucifixión:

Creer en Cristo crucificado y resucitado conlleva una inversión en los valores convencionales.

Creer que Dios se revela en la cruz:

Comprender de un modo novedoso y distinto qué es honorable.

-Cristianos de la Iglesia naciente:

Clases bajas: inmigrantes de las periferias, esclavos, libertos,...

Testimonio vivo del Dios revelado en la cruz de Jesús.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a.

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

 

Textos paralelos.

 

Mt 5, 1-12a

Lc 6, 20-23

Al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos;

 

y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

 

 

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

 

 

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

 

 

 

 

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

 

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

 

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo, que de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

 

 

 

Él levantando los ojos hacia sus discípulos, les decía:

 

Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

 

 

 

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

 

 

Bienaventurados los que ahora tenéis hambre, porque quedaréis saciados.

 

Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis.

 

 

 

 

 

 

 

 

Bienaventurados vosotros cuando os odien los hombres, y os excluyan,

 

 

 y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame, por causa del Hijo del hombre.

 

Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Esto es lo que hacían vuestros padres con los profetas.

 

Pero ¡ay de vosotros, los ricos,...

 

Tomando la palabra.

Sb 2, 16: Nos considera moneda falsa y, nos esquiva como a impuros. Proclama dichoso el destino de los justos, y presume de tener por padre a Dios.

Si 14, 20: Dichoso el hombre que aplica la sabiduría y razona con su inteligencia.

Si 25, 7: Hay nueve situaciones que considero dichosas y una décima que la diré con palabras: el hombre satisfecho de sus hijos, el que en vida puede ver la caída de sus enemigos.

Dichosos los humildes.

Sal 37, 11: En cambio, los sufridos poseen la tierra y disfrutan de paz abundante.

Gn 13, 15:  [Dios a Abraham] Toda la tierra que ves te la daré a ti y a tus descendientes para siempre.

Lv 25, 23: La tierra no puede venderse a perpetuidad, porque la tierra es mía, y vosotros sois emigrantes y huéspedes en mi tierra.

Dichosos los que lloran.

Tb 13, 14: Malditos quienes te agravien, quienes te destruyan y abatan tus muros, arrasen tus torres y quemen tus casas. Pero benditos sean por siempre quienes trabajen por construirte.

Si 48, 24:  Con gran inspiración vio el fin de los tiempos y consoló a los afligidos de Sión.

Sal 126, 5: Los que sembraban con lágrimas cosechan entre cantares.

Dichosos los que tienen hambre.

Is 61, 2-3: Para proclamar un año de gracia del Señor, un día de venganza de nuestro Dios, para consolar a los afligidos.

Is 40, 1: Consolad, consolad a mi pueblo – dice vuestro Dios –.

Sal 107, 5-6: Pasaban hambre y sed, se les iba agotando la vida; pero gritaron al Señor en su angustia, y los arrancó de la tribulación.

Is 51, 1: Escuchadme, los que vais tras la justicia, los que buscáis al Señor: Mirad la roca de donde os tallaron, la cantera de donde os extrajeron.

Dichosos los misericordiosos.

Am 8, 11-12: Vienen días – oráculo del Señor Dios – en que enviaré hambre al país; no hambre de pan, ni sed de agua, sino de escuchar las palabras del Señor. Andarán errantes de mar a mar y de septentrión a oriente deambularán buscando la palabra del Señor, pero no la encontrarán.

Lc 1, 53: A los hambrientes los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

Sal 37, 19: No se agostarán en tiempo de sequía, entiempo de hambre se saciarán.

Pr 9, 5: Venid a comer de mi pan, a beber el vino que he mezclado.

Si 24, 21: Los que me comen todavía tendrán hambre, y los que me beben todavía tendrán sed.

Jn 6, 35: Jesús contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.

Dichos los limpios de corazón.

Gn 20, 5: [Abimelec después de tomar a Sara, creyendo que era hermana de Abrahán] ¿No me dijo él: “Es mi hermana”, y ella misma dijo: “Es mi hermano”? Lo he hecho de buena fe y con manos limpias.

Sal 24, 3-4: ¿Quién puede subir al monte del Señor? ¿Quién puede estar en el recinto sacro? El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos ni jura con engaño.

Sal 11, 7: Porque el Señor es justo y ama la justicia: los buenos verán su rostro.

Pr 22, 11: Al rey le gusta un corazón sincero, se complace en quien habla con ingenio.

Ex 33, 20: [Dios a Moisés]Y añadió: “Pero mi rostro no lo puedes ver, porque no puede verlo nadie y quedar con vida”.

Dichosos los que trabajan por la paz.

Hb 12, 14: Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie verá al Señor.

Sal 34, 14: Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad.

Pr 12, 20: Quien trama el mal provoca amargura, quien fomenta la paz produce alegría.

Dichosos los perseguidos.

Za 8, 15: De la misma forma, ahora, cambio de actitud y planeo hacer el bien a Jerusalén y a la casa de Judá. No temáis.

Os 11, 1: Cuando Israel era joven lo amé y de Egipto llamé a mi hijo.

Dichosos seréis cuando os injurien.

1 P 3, 14: Pero si en vuestro corazón tenéis envidia amarga y rivalidad, no presumáis, mintiendo contra la verdad.

Is 51, 7: Escuchadme, los que conocéis lo que es recto, el pueblo que conserva mi ley en su corazón: no temáis la afrenta de los hombres, no desmayéis por sus ultrajes.

Hch 5, 41: Ellos, pues, salieron del Sanedrín contentos de haber merecido aquel ultraje por el Nombre.

Flp 1, 29: Porque a vosotros se os ha concedido, gracias a Cristo, no solo el don de creer en él, sino también de sufrir por él.

Alegraos y regocijaos.

Col 1, 24: Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros: así completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, en favor de su cuerpo que es la Iglesia.

Hb 10, 34: Compartisteis el sufrimiento de los encarcelados, aceptasteis con alegría que os confiscaran los bienes, sabiendo que teníais bienes mejores y permanentes.

St 1, 2: Considerad, hermanos míos, un gran gozo cuando os veáis rodeados de toda clase de pruebas.

Gn 15, 1: Después de estos sucesos, el Señor dirigió a Abráh, en una visión, la siguiente palabra: “No temas, Abrán, yo soy tu escudo y tu paga abundante”.

Si 2, 8: Los que teméis al Señor, confiad en él, y no se retrasará vuestra recompensa.

Mt 23, 34: Mirad, yo os envío profetas y sabios y escribas. A unos los mataréis y crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

5 1 Una de las colinas próximas a Cafarnaún.

5 3 (a) El AT empleaba a veces fórmulas de felicitación como estas, a propósito de piedad, de sabiduría, de prosperidad. Felicitaciones de carácter sapiencial se han descubierto en Qumrán. Jesús recuerda en el espíritu de los profetas, que también los pobres participan de estas “bendiciones”: las tres primeras bienaventuranzas declaran que hombres considerados de ordinario como desgraciados y malditos son felices, ya que son aptos para recibir la bendición del Reino. Las felicitaciones siguientes apuntan más directamente a la actitud moral del hombre. Otras bienaventuranzas de Jesús: Mt 11, 6; 13, 16; 16, 17; 24, 46; Lc 11, 27-28.

5 3 (a) También podría traducirse “los que tienen disposición de pobres”. Cristo recoge la palabra “pobre” con el matiz moral perceptible ya en Sofonías, hecho aquí explícito por la expresión “de espíritu”, ausente en Lc 6, 20. Indefensos y oprimidos, los “pobres” o los “humildes” están a punto para el Reino de los Cielos; tal es el tema de las Felicitaciones. La “pobreza” viene a parecerse a la “infancia espiritual” necesaria para entrar en el Reino (el misterio revelado a los “pequeños”, nepioi). A los “pobres”, ptójoi, corresponden también los “humildes”, tapeinoi, los “últimos” opuestos a los primeros, los “pequeños” opuestos a los “grandes”. Si bien la fórmula de Mt 5, 3 subraya el espíritu de pobreza, tanto en el rico como en el pobre, a lo que Cristo se refiere generalmente es a una pobreza efectiva, en especial para sus discípulos. El mismo da ejemplo de pobreza y de humildad. Se identifica con los pequeños y desdichados. O: “los mansos”. Tomado del Sal 37, 11 según el griego. – El v. 4 podría no ser más que una glosa del v. 3, su omisión dejaría en siete el número de las felicitaciones.

5 5 Lit. “los que están en duelo”. No se trata de los melancólicos, sino probablemente de quienes todavía esperan el Consuelo definitivo (Lc 2, 25), única situación que liberará a la gente de su aflicción.

5 6 Seguramente no se trata de la justicia divina (e.d. de la salvación escatológica), pues Jesús siempre aconseja la espera vigilante. Tampoco de la justicia social en la tierra, sino de la justicia de las obras de una vida cristiana cada vez más perfecta, que es la fuente de la justicia entre las personas.

5 12 Los discípulos son los sucesores de los profetas.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

5, 1-2 AQUEL GENTÍO: lit. las (artículo con valor de pronombre demostrativo) multitudes (plural que puede reflejar un uso del griego tardío). // Sentarse e instruir (sentarse para enseñar): expresión gráfica en los escritos rabínicos para resumir la actividad de un rabino. // TOMANDO LA PALABRA: lit., con fórmula del AT: habiendo abierto la boca de él. Después de la proclamación, viene la enseñanza catequética para los seguidores de Jesús. Este discurso inaugural es programático: habla de reforma interior, de las actitudes internas necesarias para ese nuevo tipo de existencia, o nuevo estilo de vida, llamado “salvación”, “reino de Dios”, “vida nueva”, “civilización del amor” (término de san Pablo VI). “Las bienaventuranzas no tienen como objeto, propiamente, unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y disposiciones básicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden con los mandamientos. Pero no hay separación o discrepancia entre bienaventuradas y mandamientos, pues ambos se refieren al bien, a la vida eterna. “[Las bienaventuranzas] son, ante todo, promesas de las que también se derivan, de forma indirecta, indicaciones normativas para la vida moral. En su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por eso, son invitaciones a su seguimiento y a la comunión de vida con él” (san Juan Pablo II).

3 LOS QUE TIENEN ESPÍRITU DE POBRES: lit. los pobres (en cuanto) al espíritu. ESOS POBRES son los anawîm del AT: conscientes de su radical necesidad de Dios, ponen solo en Él su confianza; son los humildes, más bien que los que carecen de bienes materiales (san León Magono). Esos pobres pueden ser ricos, como el rey David, que “llámase pobre, aunque está claro que era rico, porque no tenía en las riquezas su voluntad [...]; si fuera realmente pobre, y de la voluntad no lo fuera, no era verdaderamente pobre” (san Juan de la Cruz). Cf. en Eclo 31, 8-11 la bienaventuranza del rico que usa bien sus riquezas. En cambio, puede existir un triunfalismo de la pobreza, no evangélico: en Qumrán (p.ej. en 1 QM col. 14,7) “pobres de espíritu” parece ser el título honorífico que se atribuía a sí misma la comunidad. // SUYO ES EL REINO DE LOS CIELOS: “Si uno se pregunta en qué sentido el reino de los cielos es suyo, se puede responder: porque suyo es Cristo, ya que Él es el reino mismo” (Orígenes).

4 SERÁN CONSOLADOS por Dios: ejemplo de la llamada voz pasiva “teológica” (como en los vs. 6,7 y 9): “Dios los consolará”, “Dios los saciará” (v. 6), “Dios los llamará hijos suyos”.

5 LOS que son MANSOS, no precisamente porque les haya tocado en suerte un temperamento tranquilo (cf. Gal 5, 23 sobre la mansedumbre), HERERARÁN LA TIERRA prometida por Dios (cf. 1 Pe 1, 3-5).

6 LA única verdadera JUSTICIA: puede ser el veredicto divino liberador que, en retorno, hace posible nuestra justicia, e.d., nuestra fidelidad a la voluntad de Dios. Aquí se trata probablemente, de esta última.

7 “El que tuviere los malos ajenos por suyos, a semejanza de madre que está enferma y llorosa con la enfermedad de su unigénito hijo que él mismo hijo que padece el mal, este es el buen misericordioso” (san Juan de Ávila). // OBTENDRÁN MISERICORDIA: lit. serán objeto de misericordia, se tendrá misericordia con ellos: Dios se apiadará de ellos (voz pasiva “teológica”.

8 LOS DE CORAZÓN LIMPIO. lit. los limpios (en cuanto) al corazón; los leales con Dios, “los que han puesto de acuerdo su inteligencia y su voluntad con la exigencia de la santidad de Dios, principalmente en tres campos: la caridad, la castidad o rectitud sexual, el amor a la verdad y la ortodoxia de la fe. Existe una ilación entre la pureza del corazón, del cuerpo y de la fe” (Catecismo 2518). La actitud profunda de tales personas es la “no doblez” (cf. el capítulo 6 sobre la pureza de intención). VERÁN A DIOS: experimentarán su favor, y se transformarán en imagen de Dios. Según san Juan de la Cruz “los limpios de corazón son llamados por nuestro Salvador bienaventurados; lo cual es tanto como decir enamorados, pues que bienaventuranza no se da por menos que amor”. Y, llamando “limpios” a quienes no viven según los sentidos, afirma en otro pasaje que no solo VERÁN A DIOS en la otra vida, sino que lo encuentran aquí y en todo: “Este tal, ya limpio de corazón, en todas las cosas halla noticia gozosa, casta, pura, espiritual, alegre y amorosa”.

9 “Ser llamado” (semitismo): ser. En escritos rabínicos se aplica a los israelitas esta expresión, o la equivalente “ser (llamados) hijos del Lugar (santo)”.

10 LOS PERSEGUIDOS: expresando mejor el matiz del tiempo verbal griego (perfecto), tenemos: “Los que, perseguidos en el pasado, llevan ahora las huellas de aquella persecución”. // POR CAUSA DE [LA] JUSTICIA: por ser fieles a Dios (a Jesucristo: cf. “por mi causa” en el v. 11). PORQUE SUYO ES EL REINO DE LOS CIELOS: la frase forma inclusión con el v. 3, y cierra así la unidad literaria de esta serie de bendiciones, que son todas explicitación de la primera; los pobres son: los que sufren, los mansos, los pacificadores, los perseguidos, etc.

11 CALUMNIAS La tradición manuscrita occidental dice lit.: y digan toda clase de maldad contra vosotros mintiendo (e.d. calumniando).

12 PARA ESTREMECEOS DE GOZO, cf. Lc 1, 47. Jesús considera a sus discípulos como sucesores de los PROFETAS del AT (cf. 10, 14 y 23, 34). // EN LOS CIELOS: giro semítico reverencial: ante Dios; “Dios os recompensará”.

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

5, 1 En la montaña: la enseñanza de la montaña comienza con las bienaventuranzas (“los estados de mayor bendición o felicidad”), situadas en el centro de la buena noticia. Se pronuncian en la montaña que recuerda el monte Sinaí, donde Dios entregó la Ley a Moisés. La montaña es un lugar sobresaliente de revelación y encuentro de Dios con el hombre. En el Sermón de la montaña, Cristo proclamó la nueva Ley, que lleva a cumplimiento la antigua. Las bienaventuranzas cumplen las promesas de Dios a Abrahán y a su pueblo elegido, les dirigen a la tierra prometida” del reino de los cielos. Las bienaventuranzas son en el fondo un retrato del rostro de Jesucristo. Así mismo expresan la vocación de cada persona en actos y disposiciones características de quien vive una vida cristiana. Cat. 581, 764, 1716-1729, 2763-2764.

5, 3 Gregorio de Nisa (año 394) equiparó la pobreza de espíritu con la humildad. Más en general, se refiere en el Antiguo Testamento a los anawim, los pobres de Yahvé, aquellos israelitas que, viviendo rectamente buscaban a Dios en medio de sus dificultades y tribulaciones (cf. Is 11, 4). Los pobres no son aquí tanto una clase social cuanto una clase o un modo de vida de fe. Esta bienaventuranza está en tiempo presente (de ellos es el reino), para indicar que la felicidad propuesta se encuentra ya aquí, en medio del sufrimiento de la tierra, porque se está en el camino hacia la felicidad eterna. Cat. 544, 1716, 2546.

5, 4 Los mansos son aquellos que tratan de imitar a Cristo, manso y humilde de corazón (cf. Mt 11, 29; 21, 5), mostrando paciencia, reprimiendo la ira. Cat. 716, 1716.

5, 5 Los que lloran incluyen a aquellos que sufren por amor a otros afligidos, por la realidad del pecado y por el consiguiente distanciamiento de Dios que produce. Cat 1716.

5, 6 Los que tienen hambre y sed de la justicia son aquellos que imitando a Jesús, cuyo alimiento es hacer la voluntad del Padre, tienen un sentido de urgencia tanto para vivir el Evangelio como para comunicarlo a otros. Cat. 1716.

5, 7 Los misericordiosos son los compasivos en relación al sufrimiento y necesidades de los demás. En imitación de Cristo compasivo (cf. Mc 6, 34), ayudar a los que sufren y necesitan el bien del Evangelio. Cat. 1716, 2447.

5, 8 Los limpios de corazón albergan pureza en la intención de conformar sus voluntades y sus mentes con la de Dios. Dan especial importancia a la caridad y a la castidad como virtud liberadora que conduce a la oración contemplativa. Ellos verán a Dios: se trata de una referencia al cielo, donde los salvados contemplan a Dios cara a cara en la visión beatífica. Cat. 1720, 1722, 1967, 2516, 2639.

5, 9 Los que trabajan por la paz no buscan su propia reconciliación con Dios y con el prójimo, sino también tratan de ayudar a los demás a reconciliarse y a sembrar la paz en todas las relaciones. Cat. 2305 y 2330.

5, 10 Los perseguidos son verdaderos discípulos que perseveran fielmente en la fe y sufren por su fidelidad a Cristo. Cat. 886, 1716 y 1967.

5, 12 La invitación a seguir a Cristo implica la aceptación alegre de la miseria y la persecución por su causa. Cat. 520.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

581 La misma Palabra de Dios, que resonó en el Sinaí para dar a Moisés la Ley escrita, es la que en Él se hace oír de nuevo en el Monte de las Bienaventuranzas. Esa palabra no revoca la Ley sino que la perfecciona aportando de modo divino su interpretación definitiva: “Habéis oído también que se dijo a los antepasados [...] pero yo os digo (Mt 5, 33-34). Con esta misma autoridad divina, desaprueba ciertas “tradiciones humanas”  (cf. Mc 7, 8) de los fariseos que “anulan la Palabra de Dios”.

764 “Este Reino se manifiesta a los hombres en las palabras, en las obras y en la presencia de Cristo” (C. Vaticano II, Lumen gentium, 5). Acoger la palabra de Dios es acoger “el Reino” (Ib.).

1716 Las bienaventuranzas están en el centro de la predicación de Jesús. Con ellas Jesús recoge las promesas hechas al pueblo elegido desde Abraham; pero las perfecciona ordenándolas no solo a la posesión de una tierra, sino al Reino de los cielos.

1717 Las bienaventuranzas dibujan el rostro de Jesucristo y describen su caridad; expresan la vocación de los fieles asociados a la gloria de su Pasión y de su Resurrección; iluminan las acciones y las actitudes características de la vida cristiana; son promesas paradójicas que sostienen la esperanza en las tribulaciones; anuncian a los discípulos las bendiciones y las recompensas ya incoadas; quedan inauguradas en la vida de la Virgen María y de todos los santos.

1718 Las bienaventuranzas responden al deseo natural de felicidad. Este deseo es de origen divino: Dios lo ha puesto en el corazón del hombre a fin de atraerlo hacia Él, el único de lo puede satisfacer. “Ciertamente todos nosotros queremos vivir felices, y en el género humano no hay nadie que no dé su asentimiento a esta proposición incluso antes de que sea plenamente enunciada” (S. Agustín, De moribus Ecclesiae catholicae, 1, 3, 4). “¿Cómo es, Señor, que yo te busco? Porque al buscarte, Dios mío, busco la vida feliz, haz que te busque para que viva mi alma, porque mi cuerpo vive en mi alma y mi alma vive de ti” (S. Angustín, Confessiones, 10, 20, 29). “Solo Dios sacia” (Sto. Tomás de Aquino. In Symbolum Apostolorum scilicet Credo in Deum expositio, c. 15: Opera omnia, v. 27).

1719 Las bienaventuranzas descubren la meta de la existencia humana, el fin último de los actos humanos: Dios nos llama a su propia bienaventuranza. Esta vocación se dirige a cada uno personalmente, pero también al conjunto de la Iglesia, pueblo nuevo de los que han acogido la promesa y viven de ella en la fe.

1721 Porque Dios nos ha puesto en el mundo para conocerle, servirle y amarle, y así ir al cielo. La bienaventuranza nos hace participar de la naturaleza divina (cf. 2 P 1, 4) y de la vida eterna (cf. Jn 17, 3). Con ella el hombre entra en la gloria de Cristo (cf. Rm 8, 18) y en el gozo de la vida trinitaria.

1722 “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” Ciertamente, según su grandeza y su inexpresable gloria, “nadie verá a Dios y seguirá viviendo”, porque el Padre es inaccesible; pero su amor, su bondad hacia los hombres y su omnipotencia llegan hasta conceder a los que lo aman el privilegio de ver a Dios [...] “porque lo que es imposible para los hombres es posible para Dios” (S. Ireneo de Lyon, Adversus haereses, 4,20, 5).

1723 La bienaventuranza prometida nos coloca ante opciones morales decisivas. Nos invita a purificar nuestro corazón de sus malvados instintos y a buscar el amor de Dios por encima de todo. Nos enseña que la verdadera dicha no reside ni en la riqueza o el bienestar, ni en la gloria humana o el poder, ni en ninguna obra humana, por útil que sea, como las ciencias, las técnicas y las artes, ni en ninguna criatura, sino solo en Dios, fuente de todo bien y de todo amor.

2546 “Bienaventurados los pobres en el espíritu” (Mt 5, 3). Las bienaventuranzas revelan un orden de felicidad y de gracia, de belleza y de paz. Jesús celebra la alegría de los pobres, a quienes pertenece ya el Reino (cf. Lc 6, 20).

2518 La sexta bienaventuranza proclama: “Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios” (Mt 5, 8). Los “corazones limpios” designan a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en los tres dominios: la caridad (cf. 1 Ts 4, 3-9), la castidad o rectitud sexual (1 Ts 4, 7) y la ortodoxia de la fe (Tt 1, 15). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, la del cuerpo y la de la fe.

2519 A los “limpios de corazón” se les promete que verán a Dios cara a cara y que serán semejantes a Él. La pureza de corazón es el preámbulo de la visión. Ya desde ahora esta pureza nos concede ver según Dios, recibir al otro como un “prójimo”; nos permite considerar el cuerpo humano, el nuestro y el del prójimo, como un templo del Espíritu Santo, una manifestación de la belleza divina.

2305 La paz terrenal es imagen y fruto de la paz de Cristo, el “Príncipe de la paz” mesiánica (Is 9, 5). Por la sangre de su cruz “dio muerte al odio en su carne”, reconcilió con Dios a los hombres e hizo de su Iglesia el sacramento de la unidad del género humano y de su unión con Dios (C. Vaticano II, Lumen gentium, 1). “Él es nuestra paz” (Ef 2, 14). Declara “bienaventurados a los que construyen la paz “ (Mt 5, 9).

1967 La Ley evangélica “da cumplimiento”, purifica, supera y lleva a su perfección a la Ley antigua. En las “Bienaventuranzas” da cumplimiento a las promesas divinas elevándolas y ordenándolas al “Reino de los cielos”. Se dirige a los que están dispuestos a acoger con fe esta esperanza nueva: los pobres, los humildes, los afligidos, los limpios de corazón, los perseguidos a causa de Cristo, trazando así los caminos sorprendentes del Reino.

 

Concilio Vaticano II

Así, pues, hasta que el Señor venga revestido de majestad y acompañado de sus ángeles (cf. Mt 25, 31) y, destruida la muerte, le son  sometidos todas las cosas (cf. 1 Co 15, 26-27), de sus discípulos, unos peregrinan en la tierra; otros, ya difuntos, se purifican; otros, finalmente, gozan de la gloria, contemplando claramente a Dios mismo, Uno y Trino, tal como es; mas todos, en forma y grado diverso, vivimos unidos en una misma caridad para con Dios y para con el prójimo y cantamos idéntico himno de gloria a nuestro Dios. Pues todos los que son de Cristo por poseer su Espíritu constituyen una misma Iglesia y mutuamente se unen a Él (cf. Ef 4, 16). La unión de los viadores con los hermanos que se durmieron en la paz de Cristo, de ninguna manera se interrumpe, antes bien, según la constante fe de la Iglesia, se robustece con la comunicación de bienes espirituales. Por lo mismo que los bienaventurados están íntimamente unidos a Cristo, consolidan más eficazmente a toda la Iglesia en la santidad, ennoblecen el culto que ella ofrece a Dios aquí en la tierra y contribuyen de múltiples maneras a su más dilatada edificación.

Lumen gentium, 49

 

San Agustín

No rehúse el combate si se ama el premio. Enardézcase el ánimo a ejecutar alegremente la tarea ante la recomendación de la recompensa. Lo que queremos, lo que deseamos, lo que pedimos vendrá después. Lo que se nos ordena hacer con vistas a lo que vendrá después, hemos de realizarlo ahora.

Considera de quién eres tú ahora. Sé pobre de espíritu. Nadie que se infla es pobre de espíritu; luego el humilde es el pobre de espíritu. El reino de los cielos está arriba, pero quien se humilla será ensalzado (Lc 14, 11)

Considera lo que viene a continuación: Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Este es el fin de nuestro amor: fin con que llegamos a la perfección  no fin con el que no acabamos. Se acaba el alimento, se acaba el vestido; el alimento se acaba porque se consume al ser comido; el vestido porque se concluye su tejedura. Una y otra cosa se acaban, pero un fin es lo que obramos bien, nuestros esfuerzos, nuestras laudables ansias e inmaculados deseos, se acabarán cuando lleguemos a la visión de Dios. Entonces no buscaremos más. ¿Qué puede buscar quien tiene a Dios. Entonces no buscaremos más. ¿Qué puede buscar quien tiene a Dios? O ¿qué le puede bastar a quien no le basta Dios? Queremos ver a Dios, buscamos verlo y ardemos por conseguirlo. ¿Quién no? Pero mira lo que se dijo: Dichosos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Prepara tu corazón para llegar a ver.

Sermón 53. II, pg. 759ss.

 

Los Santos Padres.

Ha colocado la posesión del reino de los cielos en aquellos que tienen humildad de espíritu, es decir, en los que se acuerdan de ser hombres...: conscientes de que nada les pertenece, de que no poseen nada, sino que todos poseen el mismo don del único Padre que les hace llegar a la vid ay les ofrece los mismos medios para ser felices.

Hilario de Poitiers, Sobre el Ev. de Mateo, 4, 2. 1a, 133.

No se refiere aquí al llanto de los muertos según la ley común de la naturaleza, sino a los muertos por sus pecados y vicios. Así lloró Samuel a Saúl, porque Dios se había arrepentido de haberlo ungido rey de Israel; así el apóstol Pablo dice que llora y se aflige por los que después de sus fornicaciones e inmundicias no han hecho penitencia.

Jerónimo, Comentario al Ev. de Mateo, 1, 5, 5. 1a, 134.

Rían, pues, los carnales e iracundos y peleen por los bienes terrenos y temporales, más “bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra”, de la que no podrán ser desposeídos.

Agustín, Sermón del Señor en la Montaña, 1, 2, 4. 1a, 135.

Seguidamente determina también aquí unj premio sensible, diciendo: “Porque ellos serán saciados”. Realmente, todo el mundo piensa que es la avaricia la que nos hace ricos; pero el Señor afirma que es verdad lo contrario: la que nos hace ricos es la justicia. Si obras, pues, justamente, no has de temer la pobreza ni temblar por el hambre. Porque quienes lo pierden todo son los que viven de rapiñas. El que ama la justicia tiene seguro cuanto posee. Ahora bien, si quienes no codician lo ajeno gozan de esa prosperidad, mucho más los que dan hasta de lo propio.

Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 15, 4. 1a, 137.

Los hombres practican la misericordia como hombres, pero alcanzan misericordia del Dios del universo. No es lo mismo la misericordia humana que la divina. Entre ellos existe la misma distancia que entre la maldad y la bondad.

Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 15, 4. 1a, 138.

No se te permitirá ver con el corazón impuro lo que no se ve sino con el corazón puro.

Agustín, Sermones, 53. 1a, pg. 139.

Pacífico es el que muestra a los otros que la aparente contradicción de las Escrituras es la armonía de las antiguas con las nuevas, de la ley con los profetas, de los Evangelios entre ellos. Por esto imitando al Hijo de Dios “se llamarán hijo”, recibiendo por su pobra “el Espíritu de filiación adoptiva”.

Cirilo de Alejandría, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 38. 1a, pg. 141.

 

San Juan de Ávila

Y con mucha razón, pues en lo que en otras partes ha dicho, ha sido hablar él por boca de sus siervos; y lo que habló en la huanidad que tomó, hablólo por su propia persona; abriendo su propia boca para hablar (cf. Mt 5, 2), el primero había abierto y después abrió la boca de otros que en el Viejo Testamento y Nuevo hablaron. Y mirad no seáis desagradecida a tan grande merced como Dios nos hizo, de querer él ser nuestro maestro, dándonos la leche de su palabra para mantenernos, el mismo que nos dio el ser para que fuésemos algo.

Audi filia (II). I, pg. 633.

Aprended, pues, sierva de Cristo, de vuestro maestro y señor aquesta santa bajeza, para que seáis ensalzada, porque palabra suya es: Quien se humillare, será ensalzado (Lc 14, 11). E tened en vuestra ánima aquesta pobreza, porque de ella se entiende: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3). E tened por cierto que, pues Jesucristo nuestro Señor fue por camino de humildad ensalzado, el que no la tuviera fuera va de camino; e débese desengañar con lo que dice San Agustín: “Si me preguntardes cuál es el camino del cielo, responderos he que la humildad; o si otra vez me lo preguntardes responderos he que la humildad; e si la tercera vez me lo preguntardes, responderos he lo mismo; e si mi veces me lo preguntardes, mil veces os responderé que no hay otro camino sino la humildad”.  

Audi, filia (I). I, pg. 452.

Aprended, pues, sierva de Cristo, de vuestro maestro y Señor, aquesta santa bajeza, para que seáis ensalzada, según su palabra: Quién se humillare será ensalzado (Lc 14, 11). Y tened en vuestra ánima esta santa pobreza, porque de ella se entiende: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3). Y tened por cierto que, pues Jesucristo nuestro Señor fue ensalzado por camino de humildad, el que no la tuviere fuera va de camino.

Audi, filia (II). I, pg. 671.

No es flojo ni descuidado en servir hoy, por haber servido muchos años pasados; ni se tiene por desobligado de hacer un servicio, porque ha hecho otro, como dice el santo Evangelio; mas tiene de continuo un hambre y sed de justicia (cf. Mt 5, 6), que todo lo hecho tiene por poco, mirando lo mucho que ha recibido, y lo mucho que merece el Señor a quien sirve.

Audi, filia (II), I, pg. 739.

Pues, doncella, en cualquier cosa que en vuestro prójimo viéredes, mirad qué es lo que vos sentís, o querríades que otros sintiesen de vos, si aquello os acaeciese y con aquellos ojos que pasan por vos, compadeceos de él, y remedialdo en cuanto pudiéredes; y seréis medida de Dios con esta piadosa medida que vos midiéredes, según su palabra: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7). Y así habréis sacado conocimiento del prójimo de vuestro propio conocimiento y seréis piadosa para con todos.

Audi filia (II). I, pg. 742.

Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. El que fuere tan humilde que tuviere claro conocimiento como de sí mesmo es nada y amare mucho su desprecio, dando de corazón la honra a Dios y no queriendo nada para sí de estima ni de riqueza temporal, este será pobre de espíritu.

Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. El que se hallare libre no solo del deseo de venganza, mas aun de la turbación de la ira, dándose suave y afable a los rencillosos, sus injuriadores, como si no hubiera sido injuriado, este es manso de corazón.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. El que huyere de los deleites presentes y tomare el gemido por música, abrazando los trabajos con mayor afición que los mundanos sus falsos placeres, ese es lloroso bienaventurado.

Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia, porque ellos serán hartos. El que con fervor de espíritu hiciere el deber en todas las cosas y tuviere mayor deseo del manjar espiritual que los muy golosos tienen del manjar corporal, este tiene hambre y sed de justicia.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Cualquiera que tuviere los males ajenos por suyos propios, a semejanza de madre, que está más enferma y llorosa con la enfermedad de su hijo que el mesmo que padece el mal, ese será misericordioso.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. El que tuviere perfecta limpieza de alma y mortificare en todo sus pasiones, virtud en que consiste la verdadera santidad que agrada a Dios, ese, sin duda, es limpio de corazón.

Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de Dios. El que tuviere tan sosegados los movimientos que estén sujetos a la razón, y fuere tan conforme en su voluntad con la de Dios que, procurando esta paz su alma, la deseare y solicitare en los prójimos aunque sea a costa de muchos trabajos, ese verdaderamente es pacífico.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. El que padeciere por defensa de la virtud y justicia hasta sufrir martirio, si fuere necesario, por Dios, procurando siempre su mayor gloria, aunque todo el mundo se levante contra él, de este tal con verdad se dice que padece persecución por la justicia.

En estos ocho grados, por donde se camina y sube a la alteza de la perfección evangélica, consiste la bienaventuranza de esta vida y la firme esperanza de la eterna felicidad que esperamos.

Breve exposición de las Bienaventuranzas. II, pg. 809-810.

Dice más Jesús: Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados (Mt 5, 5). ¡Oh palabra tan nueva a las orejas del mundo y dificultosa de creer! Si Cristo no lo dijera, ¿quién nunca vido por llorar ser bienaventurados, pues que el mismo llorar se tiene por miseria? Pues, en fin, conviene creer lo que la Verdad dice, que los que lloran son bienaventurados. Empero, no pensemos que habla aquí de las lágrimas que derraman por muertes de bienqueridos, o pérdidas de haciendas, o desastres de honras, o semejantes acaecimeintos temporales; antes las tales lágrimas son claramente señal que demasiadamente eran aquellas cosas amadas y vanamente se gozaban con ellas, pues tanta pena reciben por habellas perdido.

Exposición de las Bienaventuranzas. II, pg. 799.

Por deseos de ver la cara de Dios es aquí dicho lloro bienaventurado. [...] ¡Cuántos sospiros echan al cielo, donde está lo que desean, y su sola consolación es conformarse con la voluntad de Dios, que quiere que vivan acá y ver algún provecho que su vida a los prójimos hace! Estos cumplen lo que dijo San Pablo: Los que son de Cristo crucificaron sus carnes con sus vicios y deseos (Ga 5, 24). Y a este mundo tienen en lo que es razón, porque, a semejanza de Cristo, el cual tomó estado de pobreza y extranjero, pasan con él como caminantes que van muy de prisa y miran las cosas de él no como ciudadanos, mas como extranjeros y desterrados, que usan de él como si no usasen y pasan lo más desembarazados que pueden. Estos son bienaventurados llorosos, a los cuales promete Jesucristo, nuestro Redentor, que serán consolados (Ga 5, 24).

Exposición de las bienaventuranzas. II, pg. 804.

Quien tiene luz, tiene compañía de Dios; así agora: quien hace justicia, tiene compañía con Dios. Entended: justicia, virtud general. Ansí dijo nuestro Señor: Bienaventurado el que tiene hambre y sed de justicia; quiere decir, quien tiene grandísimo deseo de ser bueno. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia (Mt 5, 6-10). No quiere decir aquí que, porque el alcalde me ahorque, por eso seré bienaventurado. No; sino que: bienaventurado el que padece persecución por hacer lo que debe.

Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 262.

San Ambrosio dice que la palabra de la piedad hace tanto en quien la guarda, que, aunque tenga flaquezas de la carne, vapulabit plagis, mas no lo dejará Dios perder. Beati misericordes, quoniam ipsi misericordiam consequentur (Mt 5, 8). He aquí por qué no le dejará Dios caer; y si cayese, le ayudará a levantar. Justa cosa es hacer misericordia con aquellos que la hacen con sus prójimos. No que el que hiciere misericordia, si por otra parte tiene un vicio, no se dejará de condenar por la misericordia, si no dejó el vicio, sino que se ha de tener esperanza que Dios le trairá a buen estado y conocimiento, porque no se pierda. Sácase luego de aquí que tener entrañas de misericordia, tener compasión y deseo de remediar males de prójimos, es grande señal de hijos de Dios.

Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 446.

La octava, viva con cuidado de no hacer cosa que no deba contra su prójimo, y mire si le puede ayudar en alguna cosa, como limosna, consuelo, o favor, o cualquiera otra cosa; hágalo, porque Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7); y: Juicio sin misericordia será hecho a quien no quiere misericordia (St 2, 13).

Reglas de espíritu. II, pg. 845.

Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt (Mt 5, 8). Porque toda su esperanza de estos es de ver a Dios. Su madrugar es por esto: cómo agradaré a Dios. Su velar, sus ayunos, sus trabajos y desconsuelos: todo por saber cómo terná contenta la majestad de Dios. Plega al Señor lo sepamos hacer; Dios nos dé su gracia. Amén.

Lecciones sobre 1 San Juan (I). II, pg. 273.

Y también: Beati mundi corde, quoniam ipsi Deum videbunt (Mt 5, 8). Pues ved aquí el bien que esperan los hijos de Dios, para el cual se santifican, scilicet, y se alimpian de las cosas de la tierra, quitando de ellas su afición; como Él es santo limpísimo, que ninguna cosa ama, sino por sí. Pues, si hemos de ser semejantes al Santo, conviene que nos santifiquemos, y si el limpio, que nos alimpiemos.

Lecciones sobre 1 San Juan (II). II, pg. 422.

Los limpios de corazón ellos verán a Dios (Mt 5, 8) y gozarán de la divina contemplación. Por lo cual ternéis grandísimo cuidado de no perder tiempo, sino traed el corazón ocupado siempre en buenos deseos y pensamientos; huid de las malas conversaciones y compañías, no se os dé nada faltar al mundo por que cumpláis con Dios.

Dialogus inter confessarum et paenitentem. II, pg. 781.

 

San Oscar Romero.

Por eso les dije al principio, queridos hermanos, que esta página de las Bienaventuranzas no la podemos comprender plenamente, y así se explica que haya sobre todo jóvenes que crean que no es con el amor de las Bienaventuranzas que se va a ser un mundo mejor, sino que optan por la violencia, por la guerrilla, por la revolución. La Iglesia jamás hará suyo ese camino, que quede bien claro una vez más, que la Iglesia no opta por esos caminos de violencia, que todo lo que se diga en este sentido es calumnia. Que la opción de la Iglesia es esta página de Cristo: LAS BIENAVENTURANZAS. No me extraña, digo, que no se comprenda, porque sobre todo el joven es impaciente y quiere ya un mundo mejor, pero Cristo, que hace veinte siglos predicó esta página, sabía que sembraba una revolución moral de largo alcance, de largo plazo, en la medida en que los hombres nos vayamos convirtiendo de los pensamientos mundanos.

Homilía, 29 de enero de 1978.

 

Papa Francisco.  

 Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La liturgia de este domingo nos hace meditar sobre las Bienaventuranzas (cf. Mateo 5, 1-12a), que abren el gran discurso llamado “de la montaña”, la “carta magna” del Nuevo Testamento. Jesús manifiesta la voluntad de Dios de conducir a los hombres a la felicidad. Este mensaje estaba ya presente en la predicación de los profetas: Dios está cerca de los pobres y de los oprimidos y les libera de los que les maltratan. Pero en esta predicación, Jesús sigue un camino particular: comienza con el término “bienaventurados”, es decir felices; prosigue con la indicación de la condición para ser tales; y concluye haciendo una promesa. El motivo de las bienaventuranzas, es decir de la felicidad, no está en la condición requerida —“pobres de espíritu”, “afligidos”, “hambrientos de justicia”, “perseguidos”…— sino en la sucesiva promesa, que hay que acoger con fe como don de Dios. Se comienza con las condiciones de dificultad para abrirse al don de Dios y acceder al mundo nuevo, el “Reino” anunciado por Jesús. No es un mecanismo automático, sino un camino de vida para seguir al Señor, para quien la realidad de miseria y aflicción es vista en una perspectiva nueva y vivida según la conversión que se lleva a cabo. No se es bienaventurado si no se convierte, para poder apreciar y vivir los dones de Dios.

Me detengo en la primera bienaventuranza: «Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos» (v. 4). El pobre de espíritu es el que ha asumido los sentimientos y la actitud de esos pobres que en su condición no se rebelan, pero saben que son humildes, dóciles, dispuestos a la gracia de Dios. La felicidad de los pobres en espíritu tiene una doble dimensión: en lo relacionado con los bienes y en lo relacionado con Dios. Respecto a los bienes materiales esta pobreza de espíritu es sobriedad: no necesariamente renuncia, sino capacidad de gustar lo esencial, de compartir; capacidad de renovar cada día el estupor por la bondad de las cosas, sin sobrecargarse en la monotonía del consumo voraz. Más tengo, más quiero; más tengo, más quiero. Este es el consumo voraz y esto mata el alma. El hombre y la mujer que hace esto, que tiene esta actitud, “más tengo, más quiero”, no es feliz y no llegará a la felicidad. En lo relacionado con Dios es alabanza y reconocimiento que el mundo es bendición y que en su origen está el amor creador del Padre. Pero es también apertura a Él, docilidad a su señoría, es Él el Señor, es Él el grande. No soy yo el grande porque tengo muchas cosas. Es Él el que ha querido que el mundo perteneciera a los hombres, y lo ha querido así para que los hombres fueran felices.

El pobre en espíritu es el cristiano que no se fía de sí mismo, de las riquezas materiales, no se obstina en las propias opiniones, sino que escucha con respeto y se remite con gusto a las decisiones de los otros. Si en nuestras comunidades hubiera más pobres de espíritu, ¡habría menos divisiones, contrastes y polémicas! La humildad, como la caridad, es una virtud esencial para la convivencia en las comunidades cristianas. Los pobres, en este sentido evangélico, aparecen como aquellos que mantienen viva la meta del Reino de los cielos, haciendo ver que esto viene anticipado como semilla en la comunidad fraterna, que privilegia el compartir antes que la posesión. Esto quisiera subrayarlo: privilegiar el compartir antes que la posesión. Siempre tener las manos y el corazón así [el Papa hace un gesto con la mano abierta], no así [hace un gesto con puño cerrado]. Cuando el corazón está así [cerrado] es un corazón pequeño, ni siquiera sabe cómo amar. Cuando el corazón está así [abierto] va sobre el camino del amor.

La Virgen María, modelo y primicia de los pobres en espíritu porque es totalmente dócil a la voluntad del Señor, nos ayude a abandonarnos en Dios, rico en misericordia, para que nos colme de sus dones, especialmente de la abundancia de su perdón.

 

Papa Francisco. Audiencia. La pasión por la evangelización: el celo apostólico del creyente 2. Jesús, modelo de anuncio.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días y bienvenidos todos!

El miércoles pasado iniciamos un ciclo de catequesis sobre la pasión de evangelizar, es decir sobre el celo apostólico que debe animar a la Iglesia y a todo cristiano. Hoy miramos al modelo insuperable del anuncio: Jesús. El Evangelio del día de Navidad lo definía “Verbo de Dios” (cfr. Jn 1,1). El hecho de que Él sea el Verbo, es decir la Palabra, nos indica un aspecto esencial de Jesús: Él está siempre en relación, en salida, nunca aislado, siempre en relación, en salida; la palabra, de hecho, existe para ser transmitida, comunicada. Así es Jesús, Palabra eterna del Padre dirigida a nosotros, comunicada a nosotros. Cristo no solo tiene palabras de vida, sino que hace de su vida una Palabra, un mensaje: es decir, vive siempre dirigido hacia el Padre y hacia nosotros. Siempre mirando al Padre que le ha enviado y mirando a nosotros a quienes Él ha sido enviado.

De hecho, si miramos a sus jornadas, descritas en los Evangelios, vemos que en el primer lugar está la intimidad con el Padre, la oración, por la que Jesús se levanta temprano, cuando todavía está oscuro, y se dirige a zonas desiertas a rezar (cfr. Mc 1,35; Lc 4,42) a hablar con el Padre. Todas las decisiones y las elecciones más importantes las toma después de haber rezado (cfr. Lc 6,12; 9,18). Precisamente en esta relación, en la oración que le une al Padre en el Espíritu, Jesús descubre el sentido de su ser hombre, de su existencia en el mundo porque Él está en misión por nosotros, enviado por el Padre a nosotros.

A tal propósito es interesante el primer gesto público que Él realiza, después de los años de la vida oculta en Nazaret. Jesús no hace un gran prodigio, no lanza un mensaje con efecto, sino que se mezcla con la gente que iba para ser bautizada por Juan. Así nos ofrece la clave de su acción en el mundo: entregarse por los pecadores, haciéndose solidario con nosotros sin distancias, en el compartir total de la vida. De hecho, hablando de su misión, dirá que no ha venido «a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos» (Mc 10,45). Cada día, después de la oración, Jesús dedica toda su jornada al anuncio del Reino de Dios y la dedica a las personas, sobre todo a los más pobres y débiles, a los pecadores y a los enfermos (cfr. Mc 1,32-39). Es decir, Jesús está en contacto con el Padre en la oración y después está en contacto con toda la gente para la misión, para la catequesis, para enseñar el camino del Reino de Dios.

Entonces, si queremos representar con una imagen su estilo de vida, no tenemos dificultad en encontrarla: Jesús mismo nos la ofrece, lo hemos escuchado, hablando de sí como del buen Pastor, aquel que ―dice― «da su vida por las ovejas» (Jn 10,11), este es Jesús. De hecho, ser pastor no era solo un trabajo, que requería tiempo y mucho empeño; era una verdadera forma de vida: veinticuatro horas al día, viviendo con el rebaño, acompañándolo a pastar, durmiendo entre las ovejas, cuidando de las más débiles. En otras palabras, Jesús no hace algo por nosotros, sino que da todo, da su vida por nosotros. El suyo es un corazón pastoral (cfr. Ez 34,15). Es pastor con todos nosotros.

De hecho, para resumir en una palabra la acción de la Iglesia se usa a menudo precisamente el término “pastoral”. Y para valorar nuestra pastoral, debemos compararnos con el modelo, compararse con Jesús, Jesús buen Pastor. En primer lugar, podemos preguntarnos: ¿lo imitamos bebiendo de las fuentes de la oración, para que nuestro corazón esté en sintonía con el suyo? La intimidad con Él es, como sugería el bonito volumen del abad Chautard, «el alma de todo apostolado». Jesús mismo lo dijo claramente a sus discípulos: «separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15,5). Si se está con Jesús se descubre que su corazón pastoral late siempre por quien está perdido, alejado. ¿Y el nuestro? Cuántas veces nuestra actitud con gente que es un poco difícil o que es un poco complicada se expresa con estas palabras: “Es un problema suyo, que se las arregle…”. Pero Jesús nunca ha dicho esto, nunca, sino que ha ido siempre al encuentro de todos los marginados, los pecadores. Lo acusaban de esto, de estar con los pecadores, porque les llevaba precisamente la salvación de Dios.

Hemos escuchado la parábola de la oveja perdida, contenida en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas (cfr. vv. 4-7). Jesús habla también de la moneda perdida y del hijo pródigo. Si queremos entrenar el celo apostólico, el capítulo 15 de Lucas hay que tenerlo siempre presente. Leedlo a menudo, ahí podemos entender qué es el celo apostólico. Ahí descubrimos que Dios no está para contemplar el recinto de sus ovejas y tampoco las amenaza para que no se vayan. Más bien, si una sale y se pierde, no la abandona, sino que la busca. No dice: “¡Se ha ido, culpa suya, asunto suyo!”. El corazón pastoral reacciona de otra manera: el corazón pastoral sufre, el corazón pastoral arriesga. Sufre: sí, Dios sufre por quien se va y, mientras lo llora, lo ama todavía más. El Señor sufre cuando nos distanciamos de su corazón. Sufre por los que no conocen la belleza de su amor y el calor de su abrazo. Pero, en respuesta a este sufrimiento, no se cierra, sino que arriesga: deja las noventa y nueve ovejas que están a salvo y se aventura por la única perdida, haciendo algo arriesgado y también irracional, pero acorde con su corazón pastoral, que tiene nostalgia de los que se han ido. La nostalgia por aquellos que se han ido es continua en Jesús. Y cuando escuchamos que alguien ha dejado la Iglesia ¿qué decimos? “Que se las arregle”. No, Jesús nos enseña la nostalgia por aquellos que se han ido; Jesús no tiene rabia ni resentimiento, sino una irreductible nostalgia por nosotros. Jesús tiene nostalgia de nosotros y esto es el celo de Dios.

Y yo me pregunto: nosotros, ¿tenemos sentimientos similares? Quizá vemos como adversarios o enemigos a los que han dejado el rebaño. “¿Y este? ― Se ha ido a otro lado, ha perdido la fe, le espera el infierno…”, y nos quedamos tranquilos. Encontrándoles en la escuela, el trabajo, en las calles de la ciudad, ¿por qué no pensar más bien que tenemos una bonita ocasión de testimoniarles la alegría de un Padre que los ama y que nunca les ha olvidado? No para hacer proselitismo, ¡no! Sino para que les llegue la Palabra del Padre y caminar juntos. Evangelizar no es hacer proselitismo: hacer proselitismo es una cosa pagana, no es religiosa ni evangélica. Hay una buena palabra para aquellos que han dejado el rebaño y nosotros tenemos el honor y la carga de decir esa palabra. Porque la Palabra, Jesús, nos pide esto, acercarnos siempre, con el corazón abierto, a todos, porque Él es así. ¡Quizá seguimos y amamos a Jesús desde hace tiempo y nunca nos hemos preguntado si compartimos los sentimientos, si sufrimos y arriesgamos en sintonía con el corazón de Jesús, con este corazón pastoral, cerca del corazón pastoral de Jesús! No se trata de hacer proselitismo, ya lo he dicho, para que los otros sean “de los nuestros”, no, esto no es cristiano: se trata de amar para que sean hijos felices de Dios. Pidamos en la oración la gracia de un corazón pastoral, abierto, que se pone cerca de todos, para llevar el mensaje del Señor y también sentir por cada uno la nostalgia de Cristo. Porque, nuestra vida sin este amor que sufre y arriesga, no va: si los cristianos no tenemos este amor que sufre y arriesga, corremos el riesgo de apacentarnos solo a nosotros. Los pastores que son pastores de sí mismos, en vez de ser pastores del rebaño, son peinadores de ovejas “exquisitas”. No hay que ser pastores de sí mismos, sino pastores de todos.

 

Comentario al evangelio del domingo.

-Bienaventuranzas:

Lugar clave.

Inicio del primero (Sermón del Monte) de los cinco discursos.

Inversión de los valores más extendidos en tiempo de Jesús y en el nuestro.

Interpretación de las bienaventuranzas de Jesús motivada por la situación de los destinatarios.

Temas: justicia y trabajo por la paz.

-Contexto:

Llamada a los primeros discípulos en el lago.

Sumario: proclamación-curación.

Bienaventuranzas.

-Mateo:

Seguir a Jesús conlleva un compromiso ético:

Asumir los valores y estilo de vida de Jesús.

 

ORACIÓN JUNIORS.

EXPERIENCIA.

En el lugar donde te encuentras leyendo este guion de oración, respira profundamente y toma conciencia de la presencia de Dios. Él sale a tu encuentro allí donde trabajas, estudias, lees, compartes en redes sociales. Porque nunca se separa de ti. Y todo lugar es lugar de encuentro con Dios si le abres el corazón.

Mientras Moisés cuidaba del rebaño de su suegro Dios le habló desde la zarza ardiente. Esta zarza está en tu corazón, en cuanto por el bautismo y la confirmación eres una persona ungida por el Espíritu, habitada por Él.

Toma conciencia de haber entrado en el tiempo sagrado, separado, de la oración.

En silencio sígnate e invoca al Espíritu Santo para que arda con fuerza en tu interior.

Mira el vídeo.

https://www.youtube.com/watch?v=ybqA40zIBHo

Con una o varias imágenes ora, háblale a Jesús de ella.

+REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a.

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra.

Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

¿Qué dice el texto? Después de escoger a los cuatro primeros discípulos Jesús sube a una colina que se levanta cerca del lago Genesaret y allí proclama el discurso programático dirigido a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos. A ti, en particular. Es el retrato de Jesús que Él quiere pintar en ti; la figura de barro que mediante la Iglesia está modelando. El camino de felicidad anclado más allá de la circunstancia concreta, en el futuro, en el encuentro con Dios fuente de toda riqueza y consuelo.

¿Qué te dice? Lee el texto varias veces, dejándolo reposar, repitiendo una o dos bienaventuranzas.

COMPROMISO.

Habla a Jesús, este es tu compromiso: una palabra, una frase, unos minutos de silencio mirándolo en tu corazón.

CELEBRACIÓN.

Escucha esta canción y celebra las bienaventuranzas con la vida, con un rostro luminoso que irradie paz a quienes te rodean,  cuando anide el día y cuando anide la noche en tu presente.

https://www.youtube.com/watch?v=ABUpOeN8ipg

 

GUIÓN MISA NIÑOS.

DOMINGO V T.O.  5 de febrer de 2023

 

Monición de entrada.-

Queridos hermanos:

La misa de hoy nos ayuda a hacernos esta pregunta:

¿Qué esperan las personas de nosotros, la Iglesia?

Hay muchos niños y mayores que nos ven y se preguntan: ¿Vale la pena ser cristianos?

¿Qué les contestaremos? ¿Como hacer verdad las palabras que Jesús nos dirá?

¿Somos la sal y la luz para los demás?

 

 Señor ten piedad.-

Tú que eres la luz brilla. Señor, ten piedad.

Tú que eres la luz que ilumina . Cristo, ten piedad.

Tú que eres la luz que da la vida. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pido por el Papa Francisco y el obispo Enrique. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por la misión de la Iglesia de Valencia. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por la Iglesia, para que sea luz. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido las personas que nos hablan de ti, para que su palabra nazca de escucharte a ti. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por las maestras y maestros, para que no se cansen. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por nosotros, para que entendamos que venir a misa no tiene valor sino ayudamos a los pobres y nuestras palabras son siempre buenas. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias por esta semana y por esta misa en la que Jesús nos ha ayudado a parecernos más a Él.

 

GUIÓ MISSA D’INFANTS. DIUMENGE V T. O. 5 de febrer de 2023.

 

Monició d’entrada.-

Estimats germans:

La missa d’avui ens ajuda a fer-nos aquesta pregunta:

Que esperen les persones de nosaltres, l’Església?

Hi ha molts xiquets i majors que ens veuen i es pregunten: Val la pena ser cristians?

Que els contestarem? Com fer veritat les paraules que Jesús ens dirà?

Som sal i llum per els altres?

 

Senyor, tingueu pietat.

Vos que sou la llum que brilla. Senyor, tingueu pietat.

Vos que sou la llum que il.lumina. Crist, tingueu pietat.

Vos que sou la llum que ens dona la vida. Senyor, tingueu pietat.

 

Plegaries.-

Jesús, et demane pel Papa Francesc i el bisbe Enric. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per la missió de l’Església de València. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per l’Església, perquè siga llum. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per les persones que ens parlen de tu, per que la seua paraula  brolle d’escoltar-te. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane pels mestres, perquè no es cansen. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per nosaltres, perquè entenga’m que vindre a missa no té valor si no ajudem els pobres i les nostres paraules no són sempre bones. T’ho demane, Senyor.

 

Acció de gràcies.

Maria, volem donar-te les gràcies per aquesta setmana i per aquesta missa a la qual Jesús ens ha ajudat a peréixer-nos més a Ell.

 

DIUMENGE V T. O.

 

Lectura del llibre del profeta Isaïes  55, 7-10.

Diu el Senyor:

-Comparteix el teu pa amb els qui passen fam, acull a ta casa els pobres vagabunds; si algú no té roba, vesteix-lo; no els defuges, que són germans teus.

Llavors esclatarà en la teua vida una llum com la del matí, i es tancaran a l’instant les teues ferides; tindràs per avantguarda la teua bondat, i per reraguarda, la glòria del Senyor. Quan invoques el Senyor, ell et respondrà, quan crides auxili, ell et dirà: “Ací em tens”. Si no intentes de fer caure els altres, ni els assenyales amb el dit pronunciant un malefici, si dones el teu pa als qui passen gana i satisfàs la fam dels indigents, s’omplirà de llum la teua foscor, i el teu capvespre serà clar com el migdia.

Paraula de Déu.

 

Sal 111

L’home just és llum que apunta en la fosca. R/.

L’home just, compassiu i benigne,

és llum que apunta en la fosca.

Sortós l’home que presta de bon grat,

que disposa a consciència els seus quefers. R/.

 

El just no caurà mai,

i deixarà un record inesborrable.

Viu sense por de les males noves,

se sent ferm confiant en el Senyor. R/.

 

Té el cor inconmovible, res no tem,

reparteix allò que té, ho dona als pobres,

la seua bondat consta per sempre,

pot alçar el front amb dignitat. R/.

 

Lectura de la primera carta de sant Pau als cristians de Corint 2, 1-5.

Germans:

Quan vaig venir a vosaltres, no vos vaig anunciar el misteri de Déu amb el prestigi de l’eloqüència i de la saviesa. Entre vosaltres no vaig voler saber res més que Jesucrist, i encara clavat a la creu. I em vaig presentar davant vosaltres dèbil, poruc i tremolós.

En tot allò que vos deia i vos predicava, no hi entraven paraules que s’imposassen per la seua saviesa, sinó pel poder convincent de l’Esperit, perquè la vostra fe no es fonamentàs en la saviesa dels hòmens, sinó en el poder de Déu.

Paraula de Déu.

 

X Lectura de l’Evangeli segons sant Mateu 5, 13-16.

En aquell temps, Jesús digué als seus deixebles:

-Vosaltres sou la sal de la terra. Si la sal ha perdut el gust, amb què la tornarien salada? No serà bona per a res. La llançaran al carrer i que la gent la trepitge. Vosaltres sou la llum del món. Un poble dalt d’una muntanya no es pot amagar. Tampoc, quan algú encén un llum, no el posa davant una mesura, sinó en un lloc alt, i fa llum a tots els qui són a casa. Igualment ha de resplendir la vostra llum davant la gent. Llavors, en veure el bé que heu obrat, glorificaran el vostre Pare del cel.

Paraula del Senyor.

 

BIBLIOGRAFÍA.

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Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu. Gorg. València. 1975.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

Eucaristía. Verbo Divino.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va