martes, 10 de enero de 2023

Domingo II T. O. 15 de enero de 2022.

 


Lectura del libro de Isaías 49, 3.5-6.

Me dijo el Señor:

-Tú eres mi siervo, Israel, por medio de ti me glorificaré.

Y ahora dice el Señor, el que me formó desde el vientre como siervo suyo, para que le devolviese a Jacob, para que le reuniera a Israel; he sido glorificado a los ojos de Dios. Y mi Dios era mi fuerza:

-Es poco que seas mi siervo para restablecer las tribus de Jacob y traer de vuelta a los supervivientes de Israel. Te hago luz de las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.

 

Comentario.

-Segundo Isaías:

Marco: mesianismo:

Dios es fiel.

Dios no abandona a su pueblo.

Dios cumple lo que promete.

Dios es salvador.

Siervo:

Llamado a ser “luz de las naciones”.

Trae la salvación a todos los pueblos.

-Contexto histórico:

Tragedia de Israel:

Dispersión de las doce tribus.

Deportaciones a Asiria y Babilonia por parte de sus respectivos imperios.

-Anuncio:

Reunión de las doce tribus.

Restablecimiento de Israel.

Apertura universal:

La salvación alcanzará “hasta el confín de la tierra”.

 

Salmo responsorial

Sal 40 (39)

 

Aquí estoy Señor, para hacer tu voluntad. R/.

Yo esperaba con ansia al Señor;

él se inclinó y escuchó mi grito.

Me puso en la boca un cántico nuevo,

un himno a nuestro Dios. R/.

 

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,

y, en cambio, me abriste el oído;

no pides holocaustos ni sacrificios expiatorios,

entonces yo digo: “Aquí estoy”.  R/.

 

“-Como está escrito en mi libro –

para hacer tu voluntad.

Dios mío, lo quiero,

y llevo tu ley en las entrañas”. R/.

 

He proclamado tu justicia

ante la gran asamblea;

no he cerrado los labios, Señor, tu lo sabes. R/.

 

Notas exegéticas.

40 Al himno de acción de gracias sigue un grito de angustia convertido en el Sal 70. En el conjunto actual, la primer aparte aparece como un examen del pasado, opuesto a las miserias del presente y que justifica el recurso a Yahvé.

 

Segunda lectura.

Comienzo de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 1, 1-3.

Pablo, llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios, y Sóstenes, nuestro hermano, a la Iglesia de Dios que está en Corintio, a los santificados por Jesucristo, llamados santos con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro: a vosotros, gracia y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

 

Comentario.

-Comienza la lectura continua de 1 Corintios.

-Título:

Condición de Pablo:

Apóstol:

Algunos cristianos consideraban impropio que lo utilizada, porque no había pertenecido a los Doce.

Por voluntad de Dios.

Destinatarios: corintios.

-Textos de Pablo:

Los más antiguos del Nuevo Testamento.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 29-34.

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:

-Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.

Y Juan dio testimonio diciendo:

-He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

 

Textos paralelos.

 He aquí el Cordero de Dios

1 Jn 3, 5: Y ya sabéis que él se manifestó para quitar los pecados, y en él no hay pecado.

1 S 9, 17: En cuanto Samuel vio a Saúl, el Señor le advirtió: “Este es el hombre de quien te hablé. Ese gobernará a mi pueblo”.

Porque existía antes que yo.

Jn 8, 58: Jesús les dijo: “En verdad, en verdad os digo: antes de que Abrahán existiera, yo soy”.

Jn 1, 1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

He visto al Espíritu que bajaba como una paloma.

Is 11, 2: Sobre él se posará el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y entendimiento, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor del Señor.

Is 61, 1: El Espíritu del Señor, Dios, está sobre mí, porque el Señor me ha ungido. Me ha enviado para dar la buena noticia a los pobres, para curar los corazones desgarrados, proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad.

Mc 1, 10: Apenas salió del agua, vio rasgarse los cielos y al Espíritu que bajaba hacia él como una paloma.

Mt 3, 16: Apenas se bautizó Jesús, salió del agua; se abrieron los cielos y vio que el Espíritu de Dios bajaba como una paloma y se posaba sobre él.

Lc 3, 21-22: Y sucedió que, cuando todo el pueblo era bautizado, también Jesús fue bautizado; y mientras oraba, se abrieron los cielos, bajó el Espíritu Santo sobre él con apariencia corporal semejante a una paloma.

Jn 1, 33: Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.

Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo.

Jn 3, 5: Jesús contestó: “En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios”.

Mt 3, 11: Yo os bautizo con agua para que os convirtáis; pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no merezco ni llevarle las sandalias. Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego.

Lo he visto y doy testimonio.

Is 42, 1: Mirad a mi siervo, a quien sostengo; mi elegido, en quien me complazco. He puesto mi espíritu sobre él, manifestará la justicia a las naciones.

Es el Elegido de Dios.

Lc 9, 35: Y una voz desde la nube decía: “Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo”.

Lc 23, 35: El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo: “A otros ha salvado; que se salve a sí mismo; si él es el Mesías de Dios, el elegido”.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

1 29 El “pecado” (en singular) por excelencia es negarse a reconocer a Cristo como el enviado de Dios, aquel que ha venido a revelarnos la “verdad”; es estar “ciego” hasta el punto de no saber cuál es la voluntad de Dios sobre el hombre rechazando al nuevo Moisés. Como el Siervo de Dios del que habla Is 42, 1-4, y al que aludirá Jn 1, 34, él quita el pecado gracias a la enseñanza que nos da. Por eso, algunos han pensado que el término “cordero” era una mala traducción de un original hebreo que significaba también “siervo”. – La tradición joánica conoce posiblemente la interpretación targúmica del sacrificio de Isaac, “atado sobre el monte  como un cordero sobre el altar”, Gn 22, 2.6-9, y ve en Isaac una figura de Cristo. Para Jn, Jesús es también el “Cordero” pascual que, por su muerte, recibe dominio sobre los hombres y por tanto quita el “pecado” del mundo. – Para la primera carta de Juan, Jesús ha venido a quitar tanto nuestros pecados como los de todo el mundo.

Gn 22, 2: Dios dijo: “Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré”.

Gn 22, 6-8: Abraham tomó la leña para el holocausto, se la cargó a su hijo Isaac, y él llevaba el fuego y el cuchillo. Los dos caminaban juntos. Isaac dijo a Abraham, su padre: “Padre”. Él respondió: “Aquí estoy, hijo mío”. El muchacho dijo: “Tenemos fuego y leña, pero ¿dónde está el cordero para el holocausto?”. Abraham contestó: “Dios proveerá el cordero para el holocausto, hijo mío”. Y siguieron caminando juntos.

1 31 Según las tradiciones judías, el Mesías, que no se distinguía en nada de los demás hombres, debía permanecer de incógnito hasta el día en que fuera manifestado como Mesías, por Elías vuelto a la tierra, Ml 3, 23-24. Este tema es el que se evoca en 1, 26. 31, ver 7, 27, versículos que quizá estaban unidos en una redacción más antigua.

Ml 3, 23-24: Mirad, os envío al profeta Elías, antes de que venga el Día del Señor, día grande y terrible. Él convertirá el corazón de los padres hacia los hijos, y el corazón de los hijos hacia los padres, para que no tenga que venir a castigar y destruir la tierra.

Jn 7, 27: Pero este sabemos de dónde viene, mientras que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de donde viene.

1 33 Por cuanto el Espíritu reposa sobre él Cristo podrá comunicarlo a los demás, realizando así la profecía de Ez 36, 26-27, ver alianza nueva de Jr 31, 31. Pero esta efusión del Espíritu solo tendrá lugar una vez que Cristo haya sido “glorificado” o “elevado” a la diestra de Dios el día de Pentecostés.

Ez 36, 26-27: Y os daré un corazón nuevo, y os infundiré un espíritu nuevo; arrancaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne. Os infundiré mi espíritu, y haré que caminéis según mis preceptos, y que guardéis y cumpláis mis mandatos.

1 34 Alusión a Is 42, 1. Jesús es el Siervo sobre el que Dios ha puesto su Espíritu. Juan invierte los datos del relato del bautismo de Cristo. Mc 1, 9-11: ya no es Jesús, sino el Bautista, quien ve el Espíritu bajar; ya no es la voz celeste la que da testimonio de Cristo, sino el Bautista. Variante: “el Hijo de Dios”, por armonización con Mt 3, 17.

Mt 3, 17: Y vino una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

29 EL CORDERO (cf. referencias bíblicas; otras posibles alusiones en Ex 12 y Ap 14; es imagen común en la literatura apocalíptica): J. Jeremías piensa que la misma palabra ambivalente – en arameo talyá, en hebreo taléh – fue usada por el Bautista con el significado de siervo, pero al traducirse al griego su testimonio se entendió con su segundo significado: cordero. También, es probable que, en este título haya influido la literatura targúmica, que daba mucha importancia al sacrificio de Isaac “atado sobre el monte como un cordero sobre el altar”, como sacrificio expiatorio. O podría tratarse de un título emblemático (A. Schökel): en contraste con los títulos de los poderosos en Oriente (“león”, “novillo”, etc.), Jesús llevaría el nombre del animal más frágil e indefenso. De cualquier forma, es el cordero DE DIOS, el que pertenece a Dios, sobre el que Dios tiene derechos; o bien, con el Targum: el cordero preparado por Dios. Con el sacrificio de su vida ofrecida a Dios, este Cordero VA A CARGAR SOBRE SÍ (lit. participio de presente con valor de futuro) EL PECADO específico de la incredulidad (para Jn “el pecado” – en griego hê hamartía – no es tanto una culpa moral concreta cuanto no creer que Jesús es Hijo de Dios). // Fray Luis de León sabía muy bien que “cuando san Juan de este Cordero dice que quita los pecados del mundo, no solamente dice que los quita, sino que, según la fuerza de la palabra [griega: aírô], así los quita de nosotros que los carga sobre sí mismo y los hace como suyos para ser él castigado por ellos y que quedásemos libres”.

31 AL BAUTIZAR. lit. bautizando.

32 El texto supone que los lectores conocen ya la narración del bautismo de Jesús.

34 VI... TESTIFICO: la traducción intenta reproducir el matiz de perfecto gramatical de los dos verbos griegos del texto. En el proceso entablado entre la luz y la oscuridad, el Bautista cumple perfectamente su misión de ser testigo de la luz (cf. vs. 7-8).

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

1, 19-34 Juan Bautista no se identificó como Cristo ni con Elías o Moisés; más bien afirmó que era la voz que clamaba en el desierto, que preparaba el camino para la venida del Mesías, Cordero de Dios. Cat. 438, 613.

1, 29 El cordero es una imagen que se asocia con la fiesta de la Pascua y con el Éxodo, cuando Dios mandó a los israelitas que sacrificaran a un cordero sin defecto y rociaran con su sangre las jambas y el dintel de la casa donde lo comieran, para librarse de la misma plaga, en la que morirían los primogénitos. Esta imagen también lleva a cumplimiento las profecías del Siervo doliente en Isaías, ya que retrata al protagonista como un cordero inocente sacrificado para expiar los pecados de los demás (Is 53, 7-12). Pecado del mundo: Este término se refiere a las consecuencias del pecado original y a la totalidad de los pecados personales de la humanidad. Cat. 408, 523, 1137 y 1505.

1, 32 Cristo no tenía necesidad de arrepentirse, pero se bautizó junto a los pecadores para identificarse con la humanidad pecadora. Juan Bautista testificó como el Espíritu vino a posarse en Cristo, corroborando así las narraciones del bautismo de los evangelios sinópticos. Para Juan (y para nosotros), el descenso del Espíritu ratifica que Jesús es el Mesías, Dios Hijo ungido por el Espíritu Santo. Cat. 438, 486, 536, 719 y 1286.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

438 La consagración mesiánica de Jesús manifiesta su misión divina. “Por otra parte eso es lo que significa su mismo nombre, porque en el nombre de Cristo está sobrentendido Él que ha ungido. Él que ha sido ungido y la Unción misma con la que ha sido ungido: Él que ha ungido, es el Padre, Él que ha sido ungido, es el Hijo, y lo que ha sido en el Espíritu que es la Unción. Su eterna consagración mesiánica fue revelada en el tiempo de su vida terrena, en el momento de su bautismo, por Juan cuando “Dios le ungió por el Espíritu Santo y con poder” (Hch 10, 38) “para que él fuese manifestado a Israel” (Jn 1, 31) como su Mesías. Sus obras y sus palabras lo dieron a conocer como “el santo de Dios”.

613 La muerte de Cristo es a la vez el sacrificio pascual que lleva a cabo la redención definitiva de los hombres por medio del “Cordero que quita el pecado del mundo”  (Jn 1, 29) y el sacrifico de la Nueva Alianza que devuelve al hombre a la comunión con Dios reconciliándole con Él por “la sangre derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26, 28).

408 Las consecuencias del pecado original y de todos los pecados personales de los hombres confieren al mundo en su conjunto una condición pecadora, que puede ser designada con la expresión de san Juan: “el pecado del mundo” (Jn 1, 29). Mediante esta expresión significa también la influencia negativa que ejercen sobre las personas las situaciones comunitarias y las estructuras sociales que son fruto de los pecados de los hombres (cf. S. Juan Pablo II, Reconciliatio et paenitentia, 16).

1137 El Apocalipsis de san Juan, leído en la liturgia de la Iglesia, nos revela primeramente que “un trono estaba erigido en el cielo y Uno sentado en el trono”: “el Señor Dios” (Is 6, 1). Luego revela al Cordero, “inmolado y de pie” (Ap 5, 6; Jn 1, 29): Cristo crucificado y resucitado, el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero, el mismo “que ofrece y que es ofrecido, que da y que es dado” (Liturgia Bizantina. Anáfora de San Juan Crisóstomo).

486 Toda la vida de Jesucristo manifestará “como Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder” (Hch 10, 38).

536 El bautismo de Jesús es, por su parte, la aceptación y la inauguración de su misión de Siervo doliente. Se deja contar entre los pecadores; es ya “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (Jn 1, 29); anticipa ya el “bautismo” de su muerte sangrienta (Mc 10, 38).

719 Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las “indagaciones de los profetas” y el ansia de los ángeles (1 Pe 1, 10-12): “Aquel sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo, Y yo lo he visto y doy testimonio de que este es el Hijo de Dios [...] He aquí el Cordero de Dios” (Jn 1, 33-36).

1286 En el Antiguo Testamento, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado para realizar su misión salvífica. El descenso del Espíritu Santo sobre Jesús en su Bautismo por Juan fue el signo de que Él era el que debía venir, el Mesías, el Hijo de Dios.

 

Concilio Vaticano II

Cordero inocente, con su entrega libérrima de su sangre nos mereció la vida. En Él Dios nos reconcilió consigo y con nosotros y nos liberó de la esclavitud del diablo y del pecado, por lo que cualquiera de nosotros puede decir con el Apóstol: El Hijo de Dios me amó y se entregó a sí mismo por mí (Gal 2, 20). Padeciendo por nosotros, nos dio ejemplo para seguir sus pasos y, además abrió el camino, con cuyo seguimiento la vida y la muerte se santifican y adquieren nuevo sentido.

Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Actual Gaudium et Spes, 22

San Agustín

Por tanto, hermanos míos, cuando aquella Trinidad se manifestó sensiblemente en la carne, apareció la Trinidad entera en el río en que Juan bautizó al Señor. Una vez bautizado, salió del agua, descendió la paloma y sonó la voz del cielo: Este es mi Hijo amaod, en quien me he complacido (Mt 3, 17). El Hijo se manifiesta en el hombre; el Espíritu en la paloma; el Padre en la voz. Algo inseparable se ha manifestado separablemente. [...] Mas he aquí que en atención a los hombres, hermanos, se manifestó sirviéndose de una paloma, y así se cumplió: Sobre él florecerá mi santificación. Florecerá, se dijo; esto es, se manifestará claramente, pues nada hay más resplandeciente y más visible en un árbol que su flor.

Sermón 308 A, 4-5. II, pg. 712.

 

Los Santos Padres.

Quien es tan puro que puede incluso purificar a los demás limpiándolos de sus pecados, evidentemente no se acerca al Bautista para confesar sus pecados, sino para prestar a tan admirable precursor una nueva ocasión de grabar en la mente de sus oyentes las palabras que ya había dicho y para añadir, además, otras enseñanzas.  

San Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Juan, 17, 1. IVa, pg. 130.

Puesto que son cinco los animales ofrecidos sobre el altar: tres de la tierra y dos volátiles (cf. Lv 5, 6-7.18), me parece que conviene preguntarse por qué el Salvador es llamado por Juan “cordero” [...] Los cinco animales son: un ternero, una oveja, una cabra, una tórtola y una paloma, de los tres son de la tierra, es decir, ternero, oveja y cabra. [...] Se trata del Cordero que, según razones inefables, es llevado al sacrificio de expiación por el universo entero (cf. Ap 5, 9), que ha aceptado incluso ser inmolado conforme a la medida de amor del Padre para con los hombres; con su sangre nos ha rescatado de aquel que nos había comprado, en cuanto que estábamos corrompidos por los pecados.

Orígenes, Comentarios al Ev. de Juan, 6. IVa, pg. 131.

El Cordero que quita el pecado del mundo – cordero que nos sustenta con el alimento de su carne y de su sangre para que no perezcamos –, estranguló al león que trajo el pecado del mundo.

San Beda, Homilías sobre los Evangelios, 2, 7. IVa, pg. 131.

Es representado como carnero, porque va delante del rebaño; es hallado entre espinos, cuando a nuestro padre Abrahán se le mandó perdonar a su hijo, pero que no volviera sin haber ofrecido un sacrificio. Isaac era Cristo y el carnero era Cristo. Isaac lleva la leña para su propio sacrificio; Cristo fue cargado con el peso de su propia cruz.

Agustín, Sermones, 19, 3. IVa, pg. 132.

Abel supo también dividir, ya que ofreció un sacrificio de las primicias de las ovejas, enseñando que no iban a agradar a Dios los dones de la tierra, que habían degenerado en un pecador, sino esos dones en los cuales brillará la gracia del divino misterio. Así pues, profetizó que nosotros habíamos sido redimidos de la culpa por la pasión del Señor, sobre el cual está escrito: “He aquí el Cordero de Dios; he aquí el que quita el pecado del mundo”.

San Ambrosio, El misterio de la Encarnación del Señor, 1, 4. IVa, pg. 132-133.

Eleazar dio a Rebeca como esposa [a Isaac] junto al agua de los pozos (Gn 24, 2-67); Jacob hizo lo mismo con Raquel (Gn 29, 1-21) y Moisés respecto a Sefora (Ex 2, 16-21). Todos fueron figuras de nuestro Señor que desposó a su Iglesia en las aguas del Jordán. Lo mismo que Eleazar, junto a la fuente, mostró a Rebeca a su señor Isaac, que avanzaba por el campo a su encuentro, así también Juan, desde la fuente del río Jordán, mostró a nuestro Señor: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

San Efrén de Nisibi, Comentario al Diatessaron, 3, 17. IVa, pg. 134.

El mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús, posee el Espíritu Santo en todo, siempre y continuamente.

San Gregorio Magno, Libros morales, 2, 56, 90-92. IVa, pg. 135.

 

San Juan de Ávila

Y aunque tanto hobieses hecho tú como el mismo demonio que te trae a desesperación, debes esforzarte en Cristo, Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn 1, 29); del cual estaba profetizado que había de arrojar todos nuestros pecados en el profundo mar (Mi 7, 19) y que había de ser ungido el Santo de los santos, y tener fin el pecado, y haber sempiterna justicia (Dn 9, 24). Pues, si los pecados están ahogados, quitados y muertos, ¿qué es la causa pr que enemigos tan flacos y vencidos te vencen, y te hacen desesperar?

Audi filia (II), 19. I, pg. 579.

Pues, si uno, que es David, tantos tiene, ¿quién contará los que no tienen todos los hombres, muchos de los cuales hicieron más y mayores pecados que no David? ¡En cuánto trabajo te metiste, oh cordero de Dios, para quitar los pecados del mundo! (cf. Jn 1, 29).

Audi filia (II), 79. I, pg. 709.

Veamos, pues, las condiciones del Esposo. Díganoslo San Juan: Ecce agnus Dei (Jn 1, 29). Cordero se llama manso, humilde, obediente, sufrido. Esta es la condición, señoras, de vuestro Esposo. Pues, ¿cuál ha de ser la condición de la esposa? Él lo dice en los Cantares, donde la llama paloma (Ct 2, 14; 5, 2; 8, 8) y tórtola (Ct 1, 9; 2, 12). Paloma sin hiel, mansa sufrida, paciente como paloma. La monja airada, la monja enojada, brava y mal sufrida, la que es vocinglera, no es buena esposa de Jesucristo, pues no tiene las condiciones de su Esposo, no es paloma.

Platica a las clarisas de Montilla, 7. I, pg. 885.

Dice San Juan: “¿Quién es el que nos hace este bien? Ecce agnus Dei, ecce qyi tollit peccata mundi (Jn 1, 29). ¿No se habían de ir los pecadores tras este Cordero? Es cordero manso y quita los pecados.

Lecciones sobre 1 San Juan (I), pg. II, pg. 280.

Que con el Salvador nació nuestra justicia. De manera que los que se condenan, por su culpa es; y lo mesmo los que hacen pecados, y por su gran pereza; pues quien quisiere tomar la medicina, sanará, y quien quisiere jugar de las armas, vencerá. En el mundo está: venido es ya el cordero de Dios, el que quita los pecados: Ecce agnus Dei... Et peccatum in eo non et (Jn 1, 29). Que, si pecado alguno tuviera, no fuera bueno para perdonar pecados. Nunc autem. Porque no lo tiene, ni lo puede tener.

Lecciones sobre 1 San Juan (II), lección 19. II, pg. 425.

Pregúntasme dónde está Cristo para que me llegue y por Él suba al Padre, y responderte he señalando con el dedo como San Juan Baptista, y decirte he tan grande verdad como dice él, y la mesma verdad que dijo él: he allí el Cordero de Dios, que quita los pecados del mundo (Jn 1, 29). Allí está, vestido de unos accidentes de pan, y por harto más maravillosa manera que estaba cuando lo señaló San Juan con su dedo.

Homilía Jueves Santo. III, pg. 419.

Este Señor es Cordero y quita los pecados del mundo (cf. Jn 1, 29), cuya muerte tuvo virtud para esto, aun antes que Él la padeciese en la cruz; por lo cual se dice muerto desde el principio del mundo (Ap 13, 8). Este es el árbol de la vida, puesto en medio de la Iglesia para que quien comiere de él viva para siempre.

Homilía Santísimo Sacramento. III, pg. 597.

Sale al camino. Había oído decir de Cristo grandes bienes y cómo hacía grandes milagros y lanzaba los demonios. Salióle al camino. ¡Bienaventurado aquel a cuyos oídos han venido estas nuevas de Cristo! Albricias habríamos de dar a quien nos las trajese. En discípulo que San Juan dijo: Ecce agnus Dei (Jn 1, 29-36), vanse tras de Él sus discípulos. ¿Pequeñas nuevas son decir que tienes quien te ama tanto que tan atravesado te tiene en su corazón, que murió por ti en una cruz? ¿Albricias, que es venido quien hará las amistades entre Dios y los hombres, quien amansará a Dios, quien te dará alegría en tu corazón y te consolará en tus trabajos! Este es el que te rescató del poderío del demonio y de la subjección de los pecados, y te quitó de los males y trabajos, y te hinchió de todos los bienes y descansos.

Homilía Jueves de la semana I de Cuaresma. III, pg. 141.

¿A qué veniste, Señor, pues no veniste en balde?

El Espíritu del Señor está sobre mí, entended en cuanto hombre, que, en cuanto Dios, antes el Espíritu Santo procede de Él y del Padre, y por tanto se ha de entender en cuanto hombre, y de esta manera lo entendió Sant Joan en el c. 1, ca dice: No le fue dao el Espíritu por medida (Jn 3, 34; 1, 32s), porque le fue dada a la santísima ánima de Cristo grandísima copia de gracia, no como a los otros santos, quia de plenitudine eius omnes acceptamus (Jn 1, 16).

Homilía en vísperas de Navidad. III, pg. 51.

¡Oh Jesús benditísimo, Hijo de Dios Padre y de la bendita Madre Virgen María, cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo (cf. Jn 1, 29.36), abogado y amansamiento delante del padre por nosotros tus siervos, consuelo de tristes, riqueza de pobres, poderoso esfuerzo de los enflaquecidos!

A una señora afligida contrabajos corporales y tristezas espirituales. IV, pg. 231.

419, 597 141, 97, 51

 

San Oscar Romero.

 A mí me da mucho gusto, hermanos -perdonen Uds. que son fieles que me escuchan con amor, con devoción-, que les diga que me da más gusto que me escuchen los enemigos. Me están escuchando porque sé que les llevo una palabra de amor. No los odio, no deseo venganza, no les deseo males. Les pido que se conviertan, que vengan a ser felices con esta felicidad que ustedes los hijos de la parábola que siempre estuvieron con el Padre, gozaron las alegrías de su fe, sintieron como me dijo un amigo ayer con tanto cariño: "Sepa que todo lo bueno está con usted". Hermanos, yo no sé distinguir entre bueno y malo. Todos son hijos de Dios, a todos los quiere el Señor. Un llamamiento universal de salvación está aquí en las lecturas de hoy.

Homilía. 15 de enero de 1978.

 

Papa Francisco.  

Queridos hermanos y hermanas: ¡buenos días!

Este segundo domingo del tiempo ordinario supone una continuación a la Epifanía y la fiesta del Bautismo de Jesús. El pasaje evangélico (cf. Juan 1, 29-34) nos habla aún de la manifestación de Jesús. En efecto, después de haber sido bautizado en el río Jordán, Jesús fue consagrado por el Espíritu Santo que se posó sobre Él y fue proclamado Hijo de Dios por la voz del Padre celestial (cf. Mateo 3, 16-17 y siguientes). El evangelista Juan, a diferencia de los otros tres, no describe el evento, sino que nos propone el testimonio de Juan el Bautista. Fue el primer testigo de Cristo. Dios lo había llamado y preparado para esto.

El Bautista no puede frenar el urgente deseo de dar testimonio de Jesús y declara: «Y yo lo he visto y doy testimonio» (v. 34). Juan vio algo impactante, es decir, al Hijo amado de Dios en solidaridad con los pecadores; y el Espíritu Santo le hizo comprender la novedad inaudita, un verdadero cambio de rumbo. De hecho, mientras que en todas las religiones es el hombre quien ofrece y sacrifica algo para Dios, en el caso de Jesús es Dios quien ofrece a su Hijo para la salvación de la humanidad. Juan manifiesta su asombro y su consentimiento ante esta novedad traída por Jesús, a través de una expresión significativa que repetimos cada día en la misa: «¡He ahí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!» (v. 29).

El testimonio de Juan el Bautista nos invita a empezar una y otra vez en nuestro camino de fe: empezar de nuevo desde Jesucristo, el Cordero lleno de misericordia que el Padre ha dado por nosotros. Sorprendámonos una vez más por la elección de Dios de estar de nuestro lado, de solidarizarse con nosotros los pecadores, y de salvar al mundo del mal haciéndose cargo de él totalmente.

Aprendamos de Juan el Bautista a no dar por sentado que ya conocemos a Jesús, que ya lo conocemos todo de Él (cf. v. 31). No es así. Detengámonos en el Evangelio, quizás incluso contemplando un icono de Cristo, un “Rostro Santo”. Contemplemos con los ojos y más aún con el corazón; y dejémonos instruir por el Espíritu Santo, que dentro de nosotros nos dice: ¡Es Él! Es el Hijo de Dios hecho cordero, inmolado por amor. Él, sólo Él ha cargado, sólo Él ha sufrido, sólo Él ha expiado el pecado de cada uno de nosotros, el pecado del mundo, y también mis pecados. Todos ellos. Los cargó todos sobre sí mismo y los quitó de nosotros, para que finalmente fuéramos libres, no más esclavos del mal. Sí, todavía somos pobres pecadores, pero no esclavos, no, no somos esclavos: ¡somos hijos, hijos de Dios!

Que la Virgen María nos otorgue la fuerza de dar testimonio de su Hijo Jesús; de anunciarlo con alegría con una vida liberada del mal y palabras llenas de fe maravillada y gratitud.

Ángelus. 19 de enero de 2020.

 

Papa Francisco. Audiencia.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Antes de comenzar esta catequesis, quisiera que nos uniéramos a los que, aquí al lado, están rindiendo homenaje a Benedicto XVI y dirijo mi pensamiento a él, que fue un gran maestro de catequesis. Su pensamiento agudo y educado no era autorreferencial, sino eclesial, porque siempre quiso acompañarnos al encuentro con Jesús. Jesús, el Crucificado resucitado, el Viviente y el Señor, fue la meta a la que nos condujo el Papa Benedicto, llevándonos de la mano. Que nos ayude a redescubrir en Cristo la alegría de creer y la esperanza de vivir.

Con esta catequesis de hoy concluimos el ciclo dedicado al tema del discernimiento, y lo hacemos completando el discurso sobre las ayudas que pueden y deben sostenerlo: sostener el proceso de discernimiento. Una de ellas es el acompañamiento espiritual, importante, en primer lugar, para el conocimiento de uno mismo, que hemos visto que es una condición indispensable para el discernimiento. Mirarse en el espejo, a solas, no siempre ayuda, porque uno puede fantasear la imagen. En cambio, mirarse al espejo con la ayuda de otro, eso ayuda mucho porque el otro te dice la verdad —cuando es veraz— y así te ayuda.

La gracia de Dios en nosotros siempre actúa sobre nuestra naturaleza. Pensando en una parábola evangélica, podemos comparar la gracia a la buena semilla y la naturaleza a la tierra (cf. Mc 4,3-9). Es importante, en primer lugar, darnos a conocer, sin tener miedo a compartir los aspectos más frágiles, en los que nos descubrimos más sensibles, débiles o temerosos de ser juzgados. Darse a conocer, manifestarse a una persona que nos acompañe en el viaje de la vida. No que decida por nosotros, no: que nos acompañe. Porque la fragilidad es, en realidad, nuestra verdadera riqueza: somos ricos en fragilidad, todos; la verdadera riqueza, que debemos aprender a respetar y acoger, porque, cuando se la ofrecemos a Dios, nos hace capaces de ternura, de misericordia y de amor. Ay de las personas que no se sienten frágiles: son duras, dictatoriales. En cambio, las personas que reconocen con humildad sus propias fragilidades son más comprensivas con los demás. La fragilidad —diría— nos hace humanos. No es casualidad que la primera de las tres tentaciones de Jesús en el desierto —la relacionada con el hambre— intente robarnos nuestra fragilidad, presentándonosla como un mal del que hay que deshacerse, un impedimento para ser como Dios. En cambio, es nuestro tesoro más preciado: de hecho, Dios, para hacernos semejantes a Él, quiso compartir hasta el final nuestra propia fragilidad. Miremos el crucifijo: Dios que baja precisamente a la fragilidad. Miremos al pesebre donde llega con una fragilidad humana grande. Él compartió nuestra fragilidad.

Y el acompañamiento espiritual, si es dócil al Espíritu Santo, ayuda a desenmascarar malentendidos, incluso graves, en la consideración que tenemos de nosotros mismos y en nuestra relación con el Señor. El Evangelio presenta varios ejemplos de conversaciones clarificadoras y liberadoras hechas por Jesús. Pensemos, por ejemplo, en la de la Samaritana, que leemos, leemos, y siempre hay esa sabiduría y ternura de Jesús; pensemos en la que tuvo con Zaqueo, con la mujer pecadora, con Nicodemo y con los discípulos de Emaús: la manera de acercarse del Señor. Las personas que tienen un verdadero encuentro con Jesús no temen abrirle su corazón, presentarle su vulnerabilidad, su propia insuficiencia, su propia fragilidad. De este modo, su compartir se convierte en una experiencia de salvación, de perdón libremente recibido.

Contar ante otra persona lo que hemos vivido o lo que buscamos ayuda a aportar claridad en nuestro interior, sacando a la luz los muchos pensamientos que nos habitan y que a menudo nos perturban con sus insistentes estribillos. Cuántas veces, en momentos oscuros, tenemos pensamientos así: “Lo he hecho todo mal, no valgo nada, nadie me comprende, nunca tendré éxito, estoy destinado al fracaso”, cuántas veces se nos ha ocurrido pensar estas cosas. Pensamientos falsos y venenosos, que la confrontación con el otro ayuda a desenmascarar, para sentirnos amados y estimados por el Señor por lo que somos, capaces de hacer cosas buenas por Él. Descubrimos con sorpresa formas distintas de ver las cosas, signos de bondad que siempre han estado presentes en nosotros. Es verdad, podemos compartir nuestras fragilidades con el otro, con el que nos acompaña en la vida, en la vida espiritual, el maestro de vida espiritual, sea laico, sea sacerdote, y decir: “Mira lo que me pasa: soy un desgraciado, me pasan estas cosas”. Y quien nos acompaña responde: “Sí, todos pasamos estas cosas”. Esto nos ayuda a aclararlas bien y ver de dónde vienen las raíces y así superarlas.

Quien acompaña —el acompañante o la acompañante— no sustituye al Señor, no hace el trabajo en lugar del acompañado, sino que camina a su lado, le anima a leer lo que se mueve en su corazón, el lugar por excelencia donde habla el Señor. El acompañante espiritual, al que llamamos director espiritual —no me gusta este término, prefiero acompañante espiritual, es mejor—, es el que te dice: “Muy bien, pero mira aquí, mira aquí”, te llama la atención sobre cosas que pueden estar pasando; te ayuda a comprender mejor los signos de los tiempos, la voz del Señor, la voz del tentador, la voz de las dificultades que no logras superar. Por eso es muy importante no caminar solos. Hay un dicho en la sabiduría africana —porque tienen esa mística de la tribu— que dice: “Si quieres ir rápido, ve solo; si quieres llegar lejos, ve acompañado”, ve acompañado, ve con tu gente. Esto es importante. En la vida espiritual es mejor estar acompañado por alguien que conozca nuestras cosas y nos ayude. Y eso es acompañamiento espiritual.

Este acompañamiento puede ser fructífero si, ambas partes, han experimentado la filiación y la fraternidad espiritual. Descubrimos que somos hijos de Dios cuando descubrimos que somos hermanos, hijos del mismo Padre. Por eso es indispensable formar parte de una comunidad en camino. No estamos solos, somos gente de un pueblo, de una nación, de una ciudad que camina, de una Iglesia, de una parroquia, de este grupo... una comunidad en camino. No vamos solos al Señor: esto no está bien. Tenemos que entenderlo. Como en el relato evangélico del paralítico, a menudo somos sostenidos y curados gracias a la fe de otra persona (cf. Mc 2,1-5); que nos ayuda a avanzar, porque todos tenemos a veces parálisis interiores y hace falta alguien que nos ayude a superar ese conflicto con su ayuda. No vamos solos al Señor, recordémoslo; otras veces, somos nosotros quienes asumimos ese compromiso por otro hermano o hermana. Y somos acompañantes para ayudar al otro. Sin una experiencia de filiación y fraternidad, el acompañamiento puede dar lugar a expectativas irreales, malentendidos y formas de dependencia que dejan a la persona en un estado infantil. Acompañamiento, pero como hijos de Dios y hermanos con nosotros.

La Virgen María es maestra de discernimiento: habla poco, escucha mucho y guarda en su corazón (cf. Lc 2,19). Las tres actitudes de la Virgen: hablar poco, escuchar mucho y guardar en el corazón. Y las pocas veces que habla, deja huella. Por ejemplo, en el Evangelio de Juan, hay una frase muy breve pronunciada por María que es una consigna para los cristianos de todos los tiempos: «Hagan lo que Él les diga» (cf. 2,5). Es curioso: una vez oí a una anciana muy buena, muy piadosa; no había estudiado teología, nada. Era muy sencilla. Y me dijo: “¿Sabe el gesto que hace siempre la Virgen?”. No sé: te mima, te llama... “No, el gesto que hace la Virgen es éste” [señala con el índice]. No entendí y le pregunté: “¿Qué significa?” . Y la anciana me contestó: “Siempre señala a Jesús”. Qué bonito: la Virgen no toma nada para sí, señala a Jesús. Hagan lo que Jesús les diga: así es la Virgen. María sabe que el Señor habla al corazón de cada uno, y nos pide que traduzcamos esta palabra en acciones y opciones. Ella supo hacerlo mejor que nadie, y de hecho está presente en los momentos fundamentales de la vida de Jesús, especialmente en la hora suprema de su muerte de cruz.

Queridos hermanos y hermanas, terminamos esta serie de catequesis sobre el discernimiento: el discernimiento es un arte, un arte que se puede aprender y que tiene sus propias reglas. Si se aprende bien, permite vivir la experiencia espiritual de manera cada vez más bella y ordenada. Ante todo, el discernimiento es un don de Dios, que hay que pedir siempre, sin presumir nunca de experto y autosuficiente. Señor, dame la gracia de discernir en los momentos de la vida, qué tengo que hacer, qué tengo que entender. Dame la gracia de discernir, y dame la persona que me ayude a discernir.

La voz del Señor siempre se reconoce, tiene un estilo único, es una voz que apacigua, anima y tranquiliza en las dificultades. El Evangelio nos lo recuerda constantemente: «No temas» que bellas las palabras del ángel a María después de la resurrección de Jesús; «no temas», «no tengáis miedo», es justo el estilo del Señor: «no temas». «¡No temas!», nos repite el Señor hoy también a nosotros; «no temas»: si confiamos en su palabra, jugaremos bien el partido de la vida, y podremos ayudar a los demás. Como dice el Salmo, su Palabra es lámpara para nuestros pasos y luz en nuestro camino (cf. 119.105). Gracias.

 

Comentario al evangelio del domingo.

-Encuentro de Juan y Jesús en el Jordán:

Comienzo de la vida pública de Jesús.

-Bautismo de Jesús:

En los cuatro evangelios:

Difieren sinópticos y Juan.

-Teología:

Título de Jesús en el bautismo:

Cordero de Dios que quita el pecado del mundo:

Referencia a la Pascua.

Condición preexistente de Jesús:

En continuidad con el prólogo.

-Bautismo:

De Juan: con agua (precede)

De Jesús: con Espíritu Santo.

-Dos temas importantes en Juan:

Haber visto.

Dar testimonio.

 

ORACIÓN JUNIORS.

EXPERIENCIA.

Cierra los ojos y sígnate tomando conciencia de hallarte en lugar sagrado, habitado por Dios.

Recuerda el camino que hoy has trazado desde que te levantaste hasta que has alcanzado este momento, la meta, el encuentro orante con Dios: los lugares, las personas, los sentimientos y estados de ánimo.

Escucha la canción de este enlace las veces que necesites, con los ojos cerrados:

https://www.youtube.com/watch?v=yqcTJ-Z_WKg

¿Cuál ha sido la frase que te ha llamado la atención?

Repítela en tu interior, consciente de hallarte ante Dios, quien está en lo secreto y ve en lo secreto (cf. Mt 6, 6).

Mira el vídeo, sin la canción, buscando el mensaje del Espíritu Santo en una de las imágenes o frases. Ora con la que más te ha atrapado.

 

+REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según san Juan 1, 29-34.

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó:

-Este es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: “Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo”. Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.

Y Juan dio testimonio diciendo:

-He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”. Y yo lo he visto y he dado testimonio de que este es el Hijo de Dios.

¿Qué dice el texto? Lee varias veces el texto, sino lo entiendes invoca al Espíritu Santo, permite que repose en ti la Palabra de Dios. El evangelista Juan no narra el bautismo de Jesús sino lo refiere al testimonio del Bautista, quien aporta las claves para comprenderlo. Jesús es el “Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, es decir, lo compara al cordero que salvó la vida de Isaac cuando iba a ser sacrificado por Abraham y al cordero sacrificado durante la Pascua, cuya sangre impidió al ángel exterminador entrar en los hogares hebreos. El pecado del mundo significa primeramente el rechazo de Jesús como Mesías e Hijo de Dios, también es el pecado original y por extensión todos los pecados cometidos desde Adán y Eva, a nivel individual y colectivo. Jesús es el Siervo de Yahvé anunciado por Isaías en quien descansa el Espíritu. Y por este motivo, porque es el ungido, la zarza ardiente, puede bautizar a las mujeres y los hombres con el fuego del Espíritu.

¿Qué te dice? Recuerda el momento de experiencia: el camino recorrido desde que te levantaste, las imágenes, la canción. Imagina la escena. Busca un retrato de Jesús, míralo, es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo, que quita tu pecado. Permanece en silencio, repitiendo la exclamación de Juan el Bautista.

COMPROMISO.

Durante esta semana dedica un rato a contemplar la cruz, repite frecuentemente la exclamación de Juan: “Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”, “Tú eres el Cordero de Dios que quitas mi pecado”.

CELEBRACIÓN.

Escucha esta canción.

https://www.youtube.com/watch?v=yqcTJ-Z_WKg

 

GUIÓN MISA NIÑOS.

DOMINGO III T.O. 22 de enero de 2023.

 

Monición de entrada.-

Queridos hermanos:

Después de ser bautizado Jesús se fue al desierto.

Y cuando volvió llamó a los primeros apóstoles.

Ellos le dijeron que sí.

También en la misa Jesús nos pide que estemos con Él.

 

 

Señor ten piedad.-

Jesús, te creemos. Señor, ten piedad.

Jesús, queremos parecernos a ti . Cristo, ten piedad.

Jesús, en ti ponemos nuestra ilusión. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pido por el Papa Francisco y el obispo Enrique. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por la unión de los cristianos. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por los cristianos que no son católicos. Señor.

Jesús, te pido por las personas que nos enseñan. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por nosotros que queremos estar a tu lado. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, hoy tú nos señalas con el dedo a Jesús y nos dices que seamos sus amigos. Ayúdanos a ser buenos amigos de Jesús.

 

GUIÓ MISSA D’INFANTS. DIUMENGE III T.0.

22 de gener de 2023.

 

Monició d’entrada.-

 


Estimades germanes i germans:

Després de ser batejat Jesús va anar al desert.

I quan tornà cridà als seus primers apòstols

Ells li van dir que sí.

També a la missa Jesús ens demana que estiga’m amb ell.

 

Senyor, tingueu pietat.-

Jesús, en tu creiem. Senyor, tingueu pietat.

Jesús, volem ser com tu. Crist, tingueu pietat.

Jesús, en tu fiquem les nostres il.lusions. Senyor, tingueu pietat.

 

Plegaries.-

Jesús, et demane pel Papa Francesc i el bisbe Enrique. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per la unitat dels cristians. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane pels cristians que no són catòlics. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per les persones que ens ensenyen. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per nosaltres, que volem estar al teu costat. T’ho demane, Senyor.

 

Acció de gràcies.-

Maria, avui tu ens assenyales amb el dit a Jesús i ens dius que siga’m els seus amics. Ajuda’ns a ser bons amics de Jesús.

 

DIUMENGE III T. O.

 

Lectura del llibre del profeta Isaïes 9, 1-4.

En temps passat el Senyor humilià el país de Zabuló i de Netfalí, però a la fi del temps enalitirà el camí del Mar, l’altra banda del Jordà, Galilea dels pagans.

El poble que avançava a les fosques ha vist una gran llum, una llum resplendeix per als qui vivien al país tenebrós. Els heu omplit de goig, d’una alegria immensa; s’alegren davant vós com la gent a la sega, com fan festa els vencedors quan reparteixen el botí.

Heu trossejat el jou que li pesava, la barra que duia a l’espatla i l’agulló dels qui l’arrivb; tot ho heu trossejat com al dia de Madian.

Paraula de Déu.

 

Sal 26

 

El Senyor m’il.lumina i em salva. R/.

El Senyor m’il.lumina i em salva,

qui em pot fer por?

El Senyor és el mur que protegeix la meua vida,

qui em pot fer feredat? R/.

 

Una cosa he demanat al Senyor,

i la desitge amb tota l’anima:

poder viure a la casa del Senyor

i vetlar pel seu temple. R/.

 

N’estic cert, fruiré en aquesta vida

de la bondat que em té el Senyor.

Espera en el Senyor.

Sigues valent. Que el teu cor no defallesca.

Espera en el Senyor. R/.

 

Lectura de la primera carta de sant Pau als cristians de Corint 1, 10-13.17.

Germans:

Pel nom de Jesucrist, el nostre Senyor, vos demane que aneu d’acord i que no hi haja divisions entre vosaltres; estigueu ben units en una sola manera de pensar i en un sol parer. Perquè alguns de la casa de Cloe m’han parlat de les desavinences que hi ha entre vosaltres. Vull dir que cadascú de vosaltres afirma: “Jo soc partidari de Pau”, “doncs jo, d’Apollo”, “jo, de Quefes”, “jo, de Crist”. Com és això? El Crist està dividit? És que Pau ha estat crucificat per vosaltres o heu estat batejats en el nom de Pau?

Crist no m’ha enviat a batejar, sinó a anunciar l’evangeli, i a fer-ho sense recórrer a un llenguatge de savis, perquè la creu de Crist no perda el seu valor.

Paraula de Déu.

 

X Lectura de l’Evangeli segons sant Mateu 4, 23.

Quan Jesús sentí a dir que Joan havia estat empresonat, se’n tornà a Galilea, però no anà a viure a Natzaret, sinó a Cafar-Naüm, vora el llac, a la regió de Zabuló i de Neftalí, perquè s’havia de complir allò que anunciava el profeta Isaïes:

País de Zabuló i de Nettalí, camí del mar, l’altra banda del Jordà, Galilea dels pagans: El Poble que vivia a les fosques ha vist una gran llum, una llum resplendeix, per als qui vivien al país tenebrós.

Des d’aquell temps Jesús començà a predicar així:

-Convertiu-vos, que el Regne del cel és a prop.

Vorejant el llac de Galilea, veié dos germans, Simó, l’anomenat Pere, i Andreu. Estaven tirant la xàrcia a l’aigua, perquè eren pescadors i els digué:

-Veniu amb mi, i vos faré pescadors d’hòmens.

Immediatament abandonaren les xàrcies i se n’anaren amb ell.

Més enllà veié altres dos germans: Jaume i Joan, fills de Zebedeu. Eren a la barca amb el seu pare, repassant les xàrcies i Jesús els cridà. Ells abandonaren immediatament la barca i el pare i se n’anaren amb ell.

I anava per tot Galilea, ensenyant a les sinagogues, predicant la Bona Nova del Regne i curant entre la gent tota malaltia.

Paraula del Senyor.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu. Gorg. València. 1975.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

Eucaristía. Verbo Divino.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va

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