domingo, 29 de marzo de 2020

Domingo V Tiempo de Cuaresma.


Primera lectura.

Lectura del libro de Ezequiel 37, 12-14
Esto dice el Señor Dios:
“Yo mismo abriré vuestros sepulcros,
y os sacaré de ellos, pueblo mío,
y os llevaré a la tierra de Israel.
Y cuando abra vuestros sepulcros
y os saque de ellos, pueblo mío,
comprenderéis que soy el Señor.
Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis;
os estableceré en vuestra tierra
y comprenderéis que yo, el Señor,
lo digo y lo hago – oráculo del Señor –“.
Palabra de Dios.

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[1]:
37, 12 Yo abriré vuestros sepulcros: es comprensible que los Padres de la Iglesia vieran este pasaje como una profecía de la restauración de los muertos. En el juicio final, las almas y los cuerpos de todos los que alguna vez existieron se reunirán; en la gloria, para el caso de los justos, y en la desgracia, para los condenados. Cat. 366.

Salmo responsorial
Salmo 129

R/. Del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa.

Desde lo hondo a ti grito, Señor;
Señor, escucha mi voz;
estén tus oídos atentos
a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,
¿quién podrá resistir?
Pero de ti procede el perdón,
y así infundes temor. R/.

Mi alma espera en el Señor,
espera en su palabra;
mi alma aguarda al Señor,
más que el centinela la aurora.
Aguarde Israel al Señor,
como el centinela la aurora. R/.

Porque del Señor viene la misericordia,
la redención copiosa;
y él redimirá a Israel
de todos sus delitos. R/.

Textos paralelos[2].
Desde lo hondo a ti grito.
Sal 18, 5: Me cercaban olas mortales, / torrentes destructores me aterraban.
Sal 69, 3: Me estoy hundiendo en el cieno profundo / y no puedo hacer pie, / he entrado en la hondura del agua, / me arrastra la corriente.
Jon 2, 3: Invoqué al Señor en mi desgracia y me escuchó, / desde lo hondo del Abismo pedí auxilio / y escuchaste mi llamada.
Lm 3, 55: Invoqué tu nombre, Señor, / desde lo hondo de la fosa.
Sal 5, 2-3: Señor, escucha mis gritos de auxilio, / Rey mío y Dios mío. / A ti te suplico, Señor. // Por la mañana escuchará mi voz, / por la mañana te expongo mi causa, / y me quedo aguardando. // Tú no eres un Dios que ame la maldad, / ni el malvado es tu huésped.
Sal 55, 2-3: Dios mío, escucha mi oración, / no te cierres a mi súplica; // hazme caso y respóndeme. / Me agitan mis ansiedades.
2 Cro 6, 40: Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos y tus oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar.
2 Cro 7, 15: Mantendré mis ojos abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar.
Ne 1, 6: Esten tus oídos atentos y abiertos para escuchar la plegaria de tu siervo, que yo proclamo ahora ante ti, día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos.
Jb 9, 2: Sé muy bien que es así: / que el mortal no es justo ante Dios.
Na 1, 6: ¿Quién resistirá tu ira? / ¿Quién aguantará el ardor de tu cólera?
Mi 7, 18: ¿Qué Dios hay como tú, / capaz de perdonar el pecado, / de pasar por alto la falta / del resto de tu heredad? / No conserva para siempre su cólera, / pues le gusta la misericordia.
Ex 34, 7: Que mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que perdona la culpa el delito y el pecado.
1 R 8, 39: Tú escucharás en los cielos, lugar de tu morada, perdonarás e intervendrás, dando a cada uno según su merecido, tú que conoces su corazón, tú el único que conoce el corazón de los hijos de los hombres.
Sal 56, 5: En Dios, cuya promesa alabo, / en Dios confío y no temo: / ¿qué podrá hacerme un mortal?
Sal 119, 81: Me consumo ansiando tu salvación, / y espero en tu palabra.
Is 21, 11: Me gritan desde Seir: / “Vigia, ¿qué queda de la noche? Vigía, ¿qué queda de la noche?”.
Is 26, 9: Mi alma te ansía de noche, / mi espíritu en mi interior madruga por ti, / porque tus juicios son luz de la tierra, / y aprenden la justicia los habitantes del orbe.
Is 30, 18: Pero el Señor espera el momento de apiadarse, / se pone en pie para compadecerse; / porque el Señor es un Dios de la justicia: / dichosos los que esperan en él.
Sal 68, 21: Nuestro Dios es un Dios que salva, / el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.
Sal 86, 15: Pero tú, Señor, / Dios clemente y misericordioso, / lento a la cólera, rico en piedad y leal.
Sal 100, 5: El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades.
Sal 103, 8: El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia.
Mt 1, 21: Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
Sal 25, 22: Salva, oh Dios, a Israel / de todos sus peligros.
Tt 2, 14: El cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.

Notas exegéticas[3].
130 Salmo penitencial, pero más aún salmo de esperanza. La liturgia cristiana de difuntos lo emplea ampliamente, no como lamentación, sino commo oración en que se expresa la confianza en el Dios redentor.
130 4 [pero de ti procede el perdón y así infundes temor] El griego ha traducido “a causa de la ley”, relectura jurídica.
130 7 Traducido según el griego. El hebreo, corrompido, se traduciría lit.: “Espero en Yahvé, espera mi alma y su palabra he aguardado. Mi alma por el Señor más que los centinelas la aurora, los centinelas la aurora. Aguarde Israel a Yahvé”. El texto correspondiente de Qumram dice: “Espera, alma mía, en el Señor más que el centinela en la aurora. Más que el centinela en la aurora, Israel, pon tu esperanza en el Señor”.

Segunda lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11
Hermanos:
Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.
Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[4].
 Mas vosotros no vivís según la carne.
1 Jn 2, 15: No améis el mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre.
Rm 7, 5-6: Mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, avivadas por la ley, actuaban en nuestros miembros a fin de que diéramos frutos para la muerte; ahora, en cambio, tras morir a aquella realidad en la que nos hallábamos prisioneros, hemos sido liberados de la ley, de modo que podamos servir en la novedad del espíritu y no en la caducidad de la letra.
El cuerpo está ya muerto a causa del pecado.
Jn 3, 5-6: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
1 Co 3, 23: Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.
Y el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús.
Rm 5, 12: Por tanto, lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.
Rm 5, 8: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.

Notas exegéticas[5]:
8 10 La resurrección de los cristianos se halla en estrecha dependencia de la de Cristo. Y el Padre los resucitará a su vez por el mismo poder y el mismo don del Espíritu. Esta transformación se prepara desde ahora en una vida nueva que hace de ellos hijos, a imagen del Hijo, incorporación a Cristo resucitado que se realiza por la fe y el bautismo.

Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 1-45
En aquel tiempo, había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo:
-Señor, el que tú amas está enfermo.
Jesús, al oírlo, dijo:
-Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos:
-Vamos otra vez a Judea.
Los discípulos le replicaron:
-Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?
Jesús contestó:
-¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo, pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él. Dicho esto, añadió:
-Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.
Entonces le dijeron sus discípulos:
-Señor, si duerme, se salvará.
Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente:
-Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su encuentro.
Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:
-Vamos también nosotros y muramos con él.
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegana Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
-Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pedas a Dios, Dios te lo concederá.
Jesús le dijo:
-Tu hermano resucitará.
Marta respondió:
-Sé que resucitará en la resurrección en el último día.
Jesús le dijo:
-Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?
Ella le contestó:
-Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.
Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:
-El Maestro está ahí y te llama.
apenas lo oyó se levantó y salió adonde estaba él, porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:
-Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.
Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:
-¿Dónde lo habéis enterrado?
Le contestaron:
-Señor, ven a verlo.
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
-¡Cómo lo quería!
Pero algunos dijeron:
-Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:
-Quitad la losa.
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
-Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días.
Jesús le replicó:
-¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?
Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
-Padre, te doy gracias porque me has escuchado, yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Y dicho esto, gritó con voz potente:
-Lázaro, sal afuera.
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
-Desatadlo y dejadlo andar.
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Textos paralelos[6].
Era en Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.
Lc 10, 41.: María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada.
Jn 12, 1: Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.
Esta enfermedad no es de muerte.
Jn 2, 11: Este fue el primero de los signos que realizó en Caná de Galilea, así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Jn 1, 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Jn 10,34: Jesús les replicó: “¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses?”.
Rabí, hace poco los judíos querían apedrearte.
Jn 8, 59: Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.
Jn 10, 31: Los judíos agarraron de nuevo piedras para apedrearlo.
Porque ve la luz de este mundo.
Jn 8, 12: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Nuestro amigo Lázaro duerme.
Jn 2, 19: Jesús contestó: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”.
Señor, si duerme, ya se curará.
Mt 9, 24: ¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida.
Me alegro por vosotros.
Jn 2, 11: Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así se manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Entonces Tomás.
Jn 14, 5: Tomás le dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?
Jn 20, 28: Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”
Vayamos a morir por él.
Mc 10, 32: Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo.

Muchos judíos habían venido a casa de Marta.
Jn 11, 45: Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús creyeron en él.
Jn 12, 9-11: Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.
Jn 12, 17-18: Entre la gente que daba testimonio se encontraban los que habían estado con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre l os muertos. Por esto, también le salió al encuentro la muchedumbre porque habían oído que él había hecho este signo.
Le salió a su encuentro.
Lc 10, 39: Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.
Señor, si hubieras estado aquí.
Jn 9, 31-33: Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningú poder.
Ya sé que resucitará.
Jn 2, 19: Jesús contestó: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”.
Yo soy la resurrección.
Jn 6, 35: Jesús contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.
Mt 22, 32: No es un Dios de muertos, sino de vivos.
Aunque muera vivirá.
Jn 5, 24: En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.
1 Jn 3, 14: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.
Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.
Jn 10, 34: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”?
Jn 1, 9-10: El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. / En el mundo estaba; / el mundo se hizo por medio de él, / y el mundo no la conoció.
Jesús se conmovió entre lágrimas.
 Jn 13, 21: Diciendo esto, Jesús se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: “En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar”.
Hb 5, 7: Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial.
Este, que abrió los ojos a un ciego.
Jn 9, 10: Y le preguntaban: “¿Y cómo se te han abierto los ojos?”.
Jn 9, 14: Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.
Jn 9, 17: Y volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?”. Él contestó: “Que es un profeta”.
Jn 9, 21: Pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Jn 9, 26: Le preguntan de nuevo: “¿Qué te hizo?, ¿cómo te abrió los ojos?”.
Jn 9, 30: Replicó él: “Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de donde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos”.
Jn 9, 32: Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Jn 10, 21: Otros decían: “Estas no son palabras de un endemoniado; ¿Cómo puede un demonio abrir los ojos a los ciegos?”.
¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?
Jn 1, 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Jn 2, 11: Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.
Jesús levantó los ojos:
Jn 17, 1: Así habló Jesús y, levantado los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti”.
Mt 14, 19: Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se lo dieron a la gente.
Bien sé que tú siempre me escuchas.
Jn 9, 31: Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad.
Por estos que me rodean.
Jn 12, 30: Jesús tomó la palabra y dijo: “Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros”.
Crean que tú me has enviado.
Jn 1, 1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Gritó con fuerte voz.
Jn 5, 27-29: Y ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.
Is 49, 9: Para decir a los cautivos: “Salid”, / a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”. / Aun por los caminos pastarán, / tendrán praderas en todas las dunas.
¡Lázaro, sal afuera!
Jn 5, 34: No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que os salvéis.
Jn 19, 40: Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.
Jn 20, 5: E inclinándose, vio los lienzos tendidos, pero no entró.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[7].
11 1 (a) Este nombre abreviado de Eleazar (“Dios ayuda”) parece haber estado bastante extendido en el s. I. Se encuentra también en la parábola de Lc 16, 19-31, donde se trata de un pobre recompensado tras su muerte.
11 1 (b) Estas dos hermanas, que volverán a aparecer en ocasión de un banquete dado a Jesús, 12, 1ss, son probablemente las mismas de las que habla Lc en 10, 38-42. En los dos relatos, Marta es el ama de casa que cuida del servicio del banquete, Jn 12, 2; Lc 10, 40, mientras que María se sienta a los pies de Jesús, Jn 11, 20; 12, 3; Lc 10, 39. Se advierte una tensión interna en el relato de Juan: en los vv. 1 y sobre todo 45, María parece el personaje principal. Pero a lo largo del relato y especialmente en el v. 32 María no hace más que repetir las palabras pronunciadas por Marta en el v. 21.
11 2 Con toda probabilidad, no se trata de la pecadora de Lc 7, 37.
11 4 Expresión de doble sentido: Jesús será glorificado por el milagro mismo, ver 1, 14; pero este milagro traerá 11, 46-54, su propia muerte, que será también su glorificación 12, 32.
11 9 (a) Se trata de la jornada laboral, que se extendía desde la salida a la puesta del sol. Jesús debe seguir con la realización de la misión hasta el término fijado por el Padre, hasta la hora de la noche o de las tinieblas (7, 8.33; 13, 30; 17, 1; Lc 22, 53).
11 9 (b) Jesús proporciona a los humanos la luz que les permitirá caminar con seguridad (8, 12; 9, 14; 12, 46). El verdadero peligro no está donde creen los discípulos, sino en no percibir la luz que ilumina ahora o en imperir que Jesús cumpla con su obra buena hasta el final.
11 11 “Dormir” es un eufemismo para hablar de la muerte, tanto en griego como en hebreo. Al hablar de sueño cuando Lázaro está muerto, Jn subraya un malentendido, y al mismo tiempo sugiere que Jesús proporciona una nueva comprensión de la muerte (ver Mt 9, 24; Mc 5, 39; Lc 8, 52).
11 15 La muerte de Lázaro es la ocasión del milagro, que fortalecerá la fe de ellos.
11 16. Lit. “condiscípulos”. El texto usa aquí la palabra griega symmazetai, en vez de la habitual mazetai, “discípulos”. Es el único caso en toda la Biblia.
11 18 Unos 3 km.
11 22 Marta confía en Jesús, pero se detiene, como en el umbral de una oración imposible.
11 24 La esperanza en la resurrección escatológica se había desarrollado en ambientes influenciados por el fariseísmo.
11 25 (b) En los vv. 23-25 Juan utiliza un procedimiento literario clásico en él, 2, 19, para dar una enseñanza sobre la resurrección. Marta entiende el verbo (v. 23) en el sentido de la escatología judía heredada de Daniel 12, 2: a su muerte, el hombre baja al seol, Nm 16, 33, como una sombra privada de vida, pero resucitará en el último día. Jesús rectifica esta idea en el sentido de una escatología ya realizada: él mismo es la resurrección v. 25. El que cree en él no morirá jamás, v. 26; ver 8,51, ha pasado ya de la muerte a la vida, 5, 24; 1 Jn 3, 14, ha resucitado ya en Cristo gracias a la vida nueva en él, Rm 6, 6-11; Col 2, 12-13; 3,1. La muerte tal como la concebía Daniel ha sido abolida. Esta visión nueva supone una distinción entre el alma que no muere, y el cuerpo, que se corrompe en la tierra.
11 25 (c) En los vv. 25-26 tenemos una nueva utilización de la fórmula “yo soy” para introducir una definición de Cristo, 6, 34. Pero aquí la respuesta de Cristo parece más compleja (confrontar con 8, 12 por ejemplo), con una repetición redaccional constituida por la expresión “cree en mí”. El texto primitivo debía de decir simplemente: “El que cree en mí () no morirá jamás”. La experiencia humana parece contradecir esta afirmación, de ahí la glosa.
11 27 Como para Natanael, 1 49, la expresión “Hijo de Dios” solo es para Marçrta un simple título mesiánico (ver también Mc 15, 29 y Mt 4, 3). El evangelista le da un sentido más profundo (ver 10, 34).
11 33 Lit. “en espíritu” (to pneúmati). La expresión puede denotar cólera ante los lamentos de incredulidad o de falta de esperanza, o quizá también la emoción ante la tristeza.
11 34 El evangelio emplea dos verbos diferentes: klaíein, “lamentarse”, referido a María y a los judíos 11, 3133, y dakryein “derramar lágrimas” (el único empleo en el NT) referido aquí a Jesús. Algunos ven en esto una alusión a la agonía de Jesús, ver Hb 5, 7.
11 39 Para rezar, los judíos se volvían generalmente hacia el templo de Jerusalén; el hecho de levantar los ojos al cielo llegó a ser bastante típico en la tradición litúrgica cristiana (17, 1; Mc 6, 41; Lc 18, 13; Hch 7, 55).
11 42 Dada la constante comunión entre el Padre y el Hijo, Jesús es en todo momento escuchado por Dios. En él se realiza ya lo que anuncia a los suyos como posibilidad escatológica (ver 14, 3; 15, 7.16; 16, 23-44; 1 Jn 3, 21-22; 5, 14-15). Esta oración muestra que la resurrección de Lázaro permite descubrir la relación filial de Jesús con Dios.
11 44 Es inútil quizá preguntarse si era costumbre judía atar las manos y los pies de los muertos al sepultarlos. Juan quiere indicar que Lázaro ha sido librado de los lazos de la muerte:¡desatadlo!, Sal 116, 3; ver Sal 18, 6; Hch 2, 24

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[8]:
11 Este capítulo y el siguiente tienen sabor de muerte y de gloria. Pertenecen a la revelación de Jesús al mundo (1ª parte de Jn) y, a la vez, a su revelación a la Iglesia (2ª parte de Jn).
1 Betania (cf. Mc 11,1 s.) distaba de Jerusalén “unos quince estadios” (v. 18), unos tres kilómetros. Lc habla de esta familia de Betania (10, 38-42), aunque no nombra a Lázaro (sobre el significado de este nombre, cf. Lc 16, 19s). Para Marta: cf. Lc 10, 38-42.
2 Fue: lit. era.
Le enjugó los pies de él): en tiempo pasado, aunque se refiere a lo narrado en 12, 3; aquello había sucedido ya cuando esto se escribía, y era conocido por los lectores de Jn.
3 Tu amigo: lit. al que quieres con afecto de amistad (verbo griego phileîn, como en el v. 36). San Agustín explica la brevedad del aviso: “Basta que lo sepas, pues no sabes amar y desamparar a un amigo”. Pero Jn corrige en el v. 5: “Jesús amaba con amor de caridad” (verbo agapân), que tiene exigencias superiores a lo que puede pedir una mera amistad.
4 Hay dos niveles – natural y sobrenatural – en el significado de las palabras: los apóstoles las entienden en un nivel “terreno”, y Jesús tiene que explicarles el “otro” nivel en un segundo momento (v. 14). Ocurre lo mismo respecto al “sueño”, en los vs. 11-12.
6 Se quedó dos días: el motivo de la demora se insinúa en los vs. 4 y 15.
7 Solo después de esto: posiblemente equivale a “solo después de ya pasados aquellos dos días”.
9 Doce horas: desde la salida del sol hasta la puesta del sol.
La luz de este mundo, en sentido real y físico, es el sol. En sentido figurado es Jesús.
10 No tiene luz: lit. la luz no está en él. El peligro mayor para los discípulos no era el ser apedreados si volvía a Judea, sino el de pasarse a la oscuridad.
13 Sueño real (no metafórico o analógico) es, lit., la dormición del sueño, la dormición que es, o que consiste en, el sueño.
16 Dídimo: mellizo.
20 Para decir “quedarse en casa”, el texto griego utiliza el semitismo “estar sentado en (la) casa”.
24 La resurrección en el último día: la fe pequeña de Marta no quiere sobresaltos, prefiere asegurarse, y se queda con lo menos que puede significar las palabras de Jesús.
25-26 El centro del relato lo constituye la revelación que Jesús hace sí mismo: “Yo soy…” (cfr. 4, 25; 6, 35): no sólo poseo la vida (cfr. 1,4), Yo soy la vida; no sólo resucitaré a otros en el último día. Yo soy la resurrección. La vida sobrenatural, que Jesús concede ya ahora a quienes creen en él, contiene en germen la resurrección final. “Vivir”, “morir”, pertenecen a dos lenguajes distintos, según se trate de un creyente o de un incrédulo. El que… cree en mí, de ningún modo morirá (negación enfática), porque está “adherido” a quien es la Vida misma (en griego: dsôé), a quien es mucho más que la simple existencia (en griego: bíos).
27 Creo…: lit. en tiempo gramatical de perfecto: yo sigo estando ahora en la posesión de esta certeza… (cf. 6, 69).
33 Lanzó un suspiro profundo: el verbo griego, el mismo de Mc 1, 43, es casi rugir o gruñir(como diría fray Luis de León hablando de la palabra hebrea Yhwh: “Un sonido rudo y desatado y que no hace figura… una voz tosca y, como si dijésemos, sin rostro y sin facciones ni miembros”). Podría traducirse se enojó; ¿por falta de fe? (y, ¿en quién la falta de fe?); o ¿por verse obligado a hacer un milagro, que iba a ser ocasión de que algunos se cerraran aún más a la luz: cf. vs. 46 ss? El giro griego – “enojarse en (el) espíritu”, o “enojarse en sí mismo” (v. 38) – encubre un semitismo que la traducción entiende como suspirar profundamente.
35 El realismo de la encarnación (el Hijo de Dios se ha hecho verdadero hombre, capaz de todos los sentimientos humanos que no implican imperfección moral) deja en el misterio la unión de los atributos divinos con el funcionamiento de la psicología humana de Jesús. Las lágrimas- el verbo griego no es klaiô, que puede indicar un llorar descontrolado, sino dakyô, la traducción literal sería: Jesús lagrimó – no suponen, por sí mismo, debilidad moral. Dice santa Teresa: “Hay penas y penas; porque algunas penas hay producidas de presto por la naturaleza… y aun de apiadarse de los prójimos, como hizo nuestro señor cuando resucitó a Lázaro, y no quitan estas el estar unidas con la voluntad de Dios, ni tampoco turban en ánima con una pasión inquieta y desasosegada”. Y en otro pasaje piensa en otro motivo de las lágrimas de Jesús: “¡Oh cristianos verdaderos! Ayudad a llorar a vuestro Dios, que no es por sólo Lázaro aquellas piadosas lágrimas, sino por los que habían de querer resucitar aunque Su Majestad los diese voces”.
36 Lo quería con amor de amistad.
38 Encima: o ¿tal vez “contra lo que estaba puesta una losa? En este caso sería una piedra que tapaba la entrada de una gruta en la pared vertical, no de una losa en el suelo.
44 La palabra pañuelo es en griego (soudarion) un latinismo (sudarium).
45-46 Creyeron: empezaron a creer, dieron el paso de la fe (pero cf. 8, 30). De nuevo, la ambivalencia de los milagros: el que quiere creer, tiene en ellos una confirmación; el que quiere cerrarse a la revelación, con ellos se endurece más.

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[9]:
11, 1-44 En la resurrección de Lázaro, Cristo no solo mostró que tiene poder para devolver la vida a los muertos, sino que él mismo es la resurrección y la vida. Este dramático suceso es una señal de su futura resurrección y de la resurrección general que tendrá lugar al final de los tiempos, cuando Cristo devuelva la vida a aquellos que hayan muerto en la fe y les guíe hacia la vida eterna; y a los condenados al castigo eterno. Cat. 994 y 1001.
11,5 Cristo tenía una relación de amistad especialmente estrecha con Lázaro, Marta y María. María era la que ungió al Señor: esto se refiere a un incidente que se relata en el capítulo siguiente (Jn 12, 1-8). Lázaro solo aparece aquí en los evangelios, en el marco de este signo culminante que anuncia la resurrección (Cat 1939 y 2347). La resurrección de Lázaro prefigura su propia resurrección de entre los muertos (Cat 640).
16, 16 Betania está solamente a tres kilómetros de Jerusalén, así que el trayecto a casa de Lázaro conllevaba volver a entrar en Judea, donde los líderes judíos ya estaban planeando la captura de Cristo. Tomás mostró valor al querer acompañar a Cristo, pero no lo conservaría después de que Cristo fuera traicionado. Cat 2473.
11, 21s Aunque la fe y la esperanza de Marta en Cristo y en su poder de curar a Lázaro eran evidentes, por la conversación no parece que ella considerara posible (dentro de este todo lo que pidas) la resurrección de Lázaro. Cat 1817-1818.
11, 24 La mayoría de los judíos del siglo primero, incluidos los fariseos, creían en la resurrección de los muertos. Los saduceos eran una secta judía que, por el contrario, no creían en esto. Cat. 993.
11, 25 Esta es, en esencia, una afirmación de la divinidad de Cristo. Nuestra esperanza en la resurrección y en la vida eterna depende por completo de la resurrección y redención de Cristo. A través de su muerte y resurrección todos nosotros resucitaremos de entre los muertos y gozaremos de la vida eterna. Cat. 994.
11, 35 Al ser un perfecto hombre, Criso sentía gran dolor ante la muerte de un ser querido. A pesar de que sabía que Lázaro resucitaría pronto de entre los muertos, sintió una fuerte empatía humana por el sufrimiento de Lázaro y se identificó con el dolor de su familia y amigos. Cat. 472 y 531.
11, 39 Para los judíos del siglo primero, la putrefacción del cuerpo comenzaba a los cuatro días de haber muerto. La resurrección de Cristo tuvo lugar al tercer día en parte para cumplir la profecía de que su cuerpo no experimentaría la corrupción de la muerte (Sal 16, 9-10). Cat. 472 y 627.
11, 41 Cristo da gracias al Padre aun antes de que se le conceda lo que pide, mostrando así la confianza filial que debe guiar toda súplica. Dios Padre, en su amor, siempre otorgará lo mejor a aquellos que son dóciles a su voluntad. Cat. 2604.
11, 43 Se trata de una señal de la resurrección del último día, cuando Cristo llame a cada uno de los muertos que resucitarán al oír su voz. El lenguaje que utilizó al resucitar a Lázaro se parece al lenguaje que se utiliza en los exorcismos, y muestra la autoridad absoluta de Cristo sobre la muerte. Cat. 1001.
11, 44 La resurrección de Lázaro es cualitativamente diferente de la resurrección del último día o de la propia resurrección de Cristo. Lázaro fue devuelto a la vida que tenía antes de su muerte, y por tanto, experimentaría la muerte física una vez más. La resurrección de los muertos el día del Juicio Final no es una continuación de la vida terrenal, sino una reincorporación de las almas justas a su cuerpo físico en un estado glorificado mientras acceden a la vida eterna. El Cuerpo de Cristo glorificado después de su resurrección nos da una idea de cómo será nuestro estado glorificado en el cielo. Cat. 640 y 646.

Juan de Ávila.  Viernes de la IV semana de Cuaresma. Antes de 1544.
¿Ansí os estáis quedo en tiempo que os han menester, en tiempo de trabajos y enfermedades, cuando tanta necesidad tienen de vuestra ayuda y consuelo? ¿No os (ha) acontecido esto, estar en algún trabajo y llamar a Jesucristo, y no venir tan presto y en lugar de quitarseos aquel trabajo, añadírseos otro? Cuando llamáis a cristo y estáse quedo, y vos con vuestros trabajos, estáse Cristo dos días y aún diez; (…) si el Señor se tardare tres años, no desmayes, verná, verná cierto, que no tardará a su tiempo. ¿Estas fatigado, tienes trabajo, tienes tentaciones? Espera, que Él verná. Dañarte hía si agora viniese y te sanase. Como a Lázaro, para más bien tuyo y honra suya, te dejaría agora padecer hasta que de toda parte esté perdida la esperanza de remedio. Para lo que tú padeces, no quiere venir el señor hasta que lo hayas todo probado y experimentado: tus dineros, tus amigos, tus fuerzas, saber e industria, y verás claramente que todo sin Dios no vale para socorrerte y librarte. No quiere el Señor venir ni curarte; y mientras tu miseria fuere mayor y creciere tu necesidad y Él te remediare, más poderosamente conocerás la misericordia que te hace y Él será más alabado y honrado en ti.
Cuando el Señor quiere hacer que salgas del pecado – porque Él quiere que lo dejes libremente – sales libre y de tu voluntad, y esto todo sabe hacer y quiere Nuestro Señor. Esta es la gracia que a ninguno se da que la desecha, y a ninguno da Dios esta dádiva y merced que no se aproveche de ella. Quita la piedra, dice Dios. Entonces, cuando antes buscando a Dios como Él a ti, ámale, sírvele, como quiere y manda que le sirvas. Darte ha la voz grande que dice: ¡Lázaro, sal fuera! Salió resucitado. Saldrás tu resucitado con nueva vida de gracia.

Comentarios patrísticos[10]:
Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 62, 3.
Mira como conoce sus pensamientos. No pretendía solo resucitar a Lázaro, sino también que ella y quienes la acompañaran tuvieran conocimiento de la resurrección. Este es el motivo por el que, antes de que sucediera, le instruye con sus palabras.
Cirilo de Alejandría. Comentario al Ev. de Juan, 7.35.
Los judíos pensaban que Jesús lloró por la muerte de Lázaro. Sin embargo Él llora, movido a compasión, por toda la naturaleza humana y no sólo por la muerte de Lázaro, pues pensaba en el tiempo en que toda la humanidad permaneció sometida a la muerte y había caído justamente bajo esa pena.
Orígenes. Comentario al Ev. de Juan, 28, 54.
También ahora, sin darnos cuenta, existen Lázaros que después de haber sido amigos de Jesús enferman, mueren y yacen, muertos entre los muertos, en el sepulcro y en la región de los muertos. También estos son restituidos a la vida mediante la oración de Jesús y son invitados por su voz a salir fuera del sepulcro. El que confía (en Jesús) sale fuera llevando las ataduras de los antiguos pecados que le hicieron merecedor de la muerte, y todavía con la vista nublada, no puede ver ni caminar por culpa de las ataduras de la mortalidad, hasta que Jesús nos mande, a quienes son capaces, soltarlo y dejarlo caminar.
Pedro Crisólogo. Sermones, 65, 9.
Orad, hermanos, para que los que hemos probado el sabor de la resurrección, que nos ha brindado Lázaro, en el retorno de Cristo, merezcamos ser llamados a la saciedad completa de la resurrección universal.



[1] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[2] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[3] Ib. 
[4] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[7] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[8] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[9] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Pueden encontrarse en www.vatican.va  (grandes textos: Catecismo de la Iglesia Católica).
[10] Merino Rodríguez, M. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento 1ª. Evangelio según san Mateo (1-13) . Ciudad Nueva. Madrid. 2004.


domingo, 22 de marzo de 2020

Domingo IV Tiempo de Cuaresma. 22 de marzo de 2020.


Primera lectura.
Lectura del libro de Samuel 16, 1b.6-7.10-13a
En aquellos días, el señor dijo a Samuel:
-Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.
Cuando llegó, vio a Eliab y se dijo:
-Seguro que está su ungido ante el Señor.
Pero el Señor dijo a Samuel:
-No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón.
Jesé presentó a sus siete hijos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:
-El Señor no ha elegido a estos.
Entonces Samuel preguntó a Jesé:
-¿No hay más muchachos?
Y le respondió:
-Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño.
Samuel le dijo:
-Manda a buscarlo, que no nos sentaremos a la mesa mientras no venga.
Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel:
-Levántate y úngelo de parte del Señor, porque es este.
Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[1].
No mires su apariencia.
1 Sam 9, 2: Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de Israel nadie mejor que él. De hombres para arriba, sobrepasaba a todo el pueblo.
1 Sam 10, 23: Corrieron a sacarlo de allí, y compareció en medio del pueblo. Sobrepasaba a todos los del pueblo del hombro para arriba.
Is 55, 8-9: Porque mis planes no son vuestros planes, / vuestros caminos no son mis caminos, / - oráculo del Señor -. / Cuanto dista el cielo de la tierra, / así distan mis caminos de los vuestros, / y mis planes de vuestros planes.
Jb 10, 4: ¿Tienes acaso ojos de carne?, / ¿ves las cosas como el hombre las ve?
Sal 147, 10s: No aprecia el vigor de los caballos, / no estima los jarretes del hombre: / el Señor aprecia a los que lo temen, / que confían en su misericordia.
Jr 11, 20: Señor del universo, / que juzgas rectamente; / que examinas las entrañas del corazón, / deja que yo pueda ver / cómo te vengas de ellos, / pues a ti he confiado mi causa.
Pr 15, 11: El Señor conoce Abismo y Perdición, / ¡Cuánto más el corazón humano!
Era rubio, de bellos ojos.
Gn 39, 6: Él puso todo lo que poseía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que del pan que comía. José era de buen tipo y bello semblante.
2 S 14,25: No había en todo Israel hombre más hermoso como Absalón, digno de tan grandes elogios. De la punta del pie a la coronilla no había defecto alguno.
Lo ungió en presencia de sus hermanos.
1 S 10, 6: Entonces vendrá sobre ti el espíritu del Señor, profetizarás con ellos y te convertirás en otro hombre.
Jc 3, 10: Vino sobre él el espíritu del Señor y juzgó a Israel.

Notas exegéticas[2].
16 Este episodio vincula la unción de David con Samuel y parece proceder de la tradición profética, pero no tiene relación con la historia siguiente. David será ungido en Hebrón por el pueblo de Judá, 2 S 2, 4, y luego por los ancianos de Israel, 2 S 5, 2, y no volverá a ser mencionada la unción referida aquí: según 17, 27, y a pesar de 16, 13, Eliab la desconoce. Igual que el capítulo 9 para Saúl, este relato sirve de prólogo a la historia de la “ascensión” de David al trono, que terminará en 2 S 5 con la instalación en Jerusalén del rey de Judá y de Israel. Esta recopilación de tradiciones, en la que no faltan duplicados (16, 14-23 y 17, 55 – 18, 5; 187, 6-16 y 19, 8-10; 19, 1-7 y 20, 1-21; 21, 11-16 y 27, 24 y 27; 24 y 26) no es un conjunto desordenado, sino bien estructurado. El recuerdo de la guerra que opuso a filisteos e israelitas sirve al narrador para jalonar el relato (17, 1; 19, 8; 23,1; 28,1; 31,1; 2S 5, 25). Cada episodio es netamente delimitado por movimientos de personajes, y el relato en conjunto avanza oponiendo el declive de Saúl y la progresión de David, ver 2 S 3, 1 y 5, 10, explicada mediante una fórmula que reaparece a intervalos como un estribillo: “Yahvé estaba con él” (1 S 16, 28; 17, 37; 18, 12.14.28; 20, 13; 2 S 5, 10). Toda esta historia está escrita para mayor gloria de David.
16 7 (a) La fórmula de rechazo, aplicada aquí solo a Eliab, da pie para pensar que el autor se basa en una tradición poco favorable al hermano mayor de David, ver 17, 28.
16 7 (b) Literalmente “los ojos”.
16 13 Sin ninguna señal exterior y en conexión inmediata con la unción: el “espíritu de Yahvé” es aquí la gracia impartida a una persona consagrada.

Salmo responsorial
Salmo 22
/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Textos paralelos[3].
Yahvé es mi pastor.
Ez 34,1-2: Me fue dirigida esta palabra del Señor: “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel.
Jn 10, 11: Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas.
Me conduce a fuentes tranquilas.
Jn 4, 4-5: Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Is 40, 31: Pero los que esperan en el Señor / renuevan sus fuerzas, / echan alas como las águilas, / corren y no se fatigan, / caminan y no se cansan.
Jr 31, 25: Pues refrescaré las gargantas resecas y saciaré las gargantas hambrientas.
Pr 4, 11: Te instruiré en el camino de la sabiduría, / te guiaré por la senda recta.
Sal 115,1: No a nosotros, Señor, no a nosotros / sino a tu nombre da la glioria, / por tu bondad, por tu lealtad.
Aunque fuese por valle tenebroso.
Is 50, 10: Quien de vosotros teme al Señor / y escucha la voz de su siervo, / aunque camine en tinieblas, sin ninguna claridad, / que confíe en el nombre del Señor, / que se apoye en su Dios.
Jb 10, 21-22: Antes de que vaya, para no volver, / al país tenebroso, de sombras de muertos, / al país lúgubre como la oscuridad, / con sombras de muertos, sin orden, / donde la luz es pura oscuridad.
Preparas ante mí una mesa.
Ex 16, 15b: Moisés les dijo: “Es el pan que el Señor os da de comer”.
Sal 22, 27: Los desvalidos comerán hasta saciarse, / alabarán al Señor los que lo buscan. / ¡Viva su corazón por siempre!
Mi copa rebosa.
Sal 16, 5: El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, / mi suerte está en tu mano.
Sal 63, 6: Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos.
Habitaré en la casa de Yahvé.
Sal 27, 4: Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor,  / contemplando su templo.

Notas exegéticas[4].
23 La solicitud divina por los justos, descrita bajo la doble imagen del pastor y del huésped que ofrece el banquete mesiánico. Este salmo se aplica tradicionalmente a la vida sacramental, especialmente al bautismo y la eucaristía.
23 4 “pues tu vienes”: adicción probable par armonizar con 1 Sam 22 23 y subrayar la alusión al gesto davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu vara, tu cayado están ahí”.
23 5 Conforme a la costumbre de la hospitalidad oriental, Sal 92, 11; 192, 2; Qo 9, 8; Am 5, 5; Lc 7, 46.
23 6 “y habitaré” versiones: “volveré a” hebr. (simple corrección vocálica.

Segunda lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14.
Hermanos:
Antes erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el señor. Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. Buscad lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues da vergüenza decir las cosas que ellos hacen a ocultas. Pero, al denunciarlas, la luz las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: “Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[5].
 Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas.
Ef 4, 18: Con la razón a oscura y alejados de la vida de Dios; por la ignorancia y la dureza de su corazón.
Jn 8, 12: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Col 1, 12-13: Dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, / y nos ha trasladado / al reino del Hijo de su amor.
2 Co 4, 6: Pues el Dios que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Ef 6, 14: Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia.
1 Ts 5, 4-5: Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Examinad que es lo que le agrada a Dios.
Rm 12, 2: Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Col 3, 10: Y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su creador.
Pero, al ser denunciadas, salen a la luz.
Jn 3, 20-21: Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Notas exegéticas[6]:
5 8 El pasaje reagrupa las imágenes tradicionales de la catequesis bautismal. Ya se ha visto el tema del revestimiento (4, 22-24) y el de la imitación de Dios (5, 1). El contraste tinieblas/luz es característico de los textos de Qumrán y del cristianismo primitivo (St 1, 17-18; 1 Pe 2, 9; 1 Jn 1, 5-7). Las exhortaciones positivas se ven interrumpidas por “listas de vicios” que provienen igualmente de la enseñanza habitual y que se encuentran en la literatura judía.
5 14 (a) Hablar con complacencia de tales torpezas, dejándolas en su sospechosa oscuridad, no estaría bien, v. 3; pero sacarlas a la luz pública para corregirlas es obra buena. La luz que así se produce expulsa las tinieblas, porque es la luz de Cristo (final del v.).
5 14 (b) Esta cita parece tomada de algún himno cristiano primitivo; un caso semejante en 1 Tm 3, 16. Sobre la fe bautismal concebida como iluminación, ver Hb 6, 4;; 10, 32 (ver Rm 6, 4).

Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1-41
En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:
-Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús contestó:
-Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al cielo y le dijo:
-Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
-¿No es ese el que se sentaba a pedir?
Unos decían:
-El mismo.
Otros decían:
-No es él, pero se le parece.
Él respondía:
-Soy yo.
Y le preguntaban:
-¿Y como se te han abierto los ojos?
Él contestó:
-Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.
Le preguntaron:
-¿Dónde está él?
Contestó:
-No lo se.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él le contestó:
-Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
Algunos de los fariseos comentaban:
-Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros replicaban:
-¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
Estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
-Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
Él contestó:
-¿Qué es un profeta?
Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres y le preguntaron:
-¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
-Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quien le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: “Ya es mayor, preguntádselo a él”.
Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:
-Da gloria a dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó él:
-Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo.
Le preguntaron de nuevo:
-¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
Le constó:
-Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
-Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
-Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le replicaron:
-Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
-¿Crees tú en el Hijo del hombre?
Él le contestó:
-¿Y quién es, para que crea en él?
Jesús el dijo:
-Lo estás viendo: el que te está hablando ese es.
Él dijo:
-Creo, Señor.
Y se postró ante él.
Dijo Jesús:
-Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos.
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
-¿También nosotros estamos ciegos?
Jesús les contestó:
-Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece.

Textos paralelos[7].
Rabí, ¿quién pecó,…?
Jn 5, 14: Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: “Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor”.
Lc 13, 2: Jesús respondió: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto?
Se manifiesten en él las obras de Dios.
Jn 5, 36: Pero él testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Mientras es de día tenemos que trabajar.
Jn 11, 9-10: Jesús contestó: “¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz del mundo; pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él.
Jn 12, 35-36: Jesús les contestó: “Todavía os queda un poco de luz; caminad mientras tenéis luz, antes de que os sorprendan las tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe a donde va; mientras hay luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz”. Esto dijo Jesús y se fue y se escondió de ellos.
Jn 4, 34: Jesús les dice: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra”.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Jn 8, 12: Jesús les habló de nuevo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Vete a lavarte en la piscina de Siloé.
Is 8, 6: Este pueblo desprecia las aguas de Siloé que corren mansas, y desfallece ante Rasín y el hijo de Romelías.
Era sábado el día en que Jesús hizo barro.
Mt 12, 10: Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Entonces preguntaron a Jesús para poder acusarlo: “¿Esta permitido curar en sábado?”
Lc 13, 16: Y esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?
Jn 14, 20: Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros.
¿Cómo puede un pecador realizar semejantes signos?
Jn 3, 2: Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él”.
Que es un profeta.
Mt 16, 14: Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”.
Por miedo a los judíos.
Jn 7, 13: Pero nadie hablaba de él en público por miedo a los judíos.
Jn 16, 2: Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios.
Llamaron por segunda vez al hombre.
Jr 13, 16: Honrad al Señor, vuestro Dios / antes de que se echen las sombras, / antes de que tropiecen vuestros pies / por los montes apenas sin luz; / antes de que la luz que esperáis / se convierta en sombras mortales, / se transforme en lóbregas tinieblas.
Sabemos que Dios no presta atención a los pecadores.
Is 1, 15: Cuando extendéis las manos / me cubro los ojos; / aunque multipliquéis las plegarias, / no os escucharé. / Vuestras manos están llenas de sangre.
Pr 15, 29: El Señor está lejos de los malvados / y escucha la oración de los honrados.
Has nacido todo entero en pecado.
Jn 7, 49: Esta gente que no entiende de la ley son unos malditos.
¿Tú crees en el Hijo del hombre?
Mt 8, 20: Jesús respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
¿Quién es, Señor, para que crea en él?
Jn 9, 4: Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas.
Jn 4, 26: Jesús le dice: “Soy yo, el que habla contigo”.
Es el que está hablando contigo.
Jn 8, 12: Jesús les habló de nuevo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Para un juicio he venido.
Jn 1, 1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Mt 13, 13: Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
Jesús les respondió.
Mt 18, 14: Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre, que está en el cielo que pierda ni uno de estos pequeños.
Si fuerais ciegos.
Jn 3, 36: El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Jn 12, 48: El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día.
Vuestro pecado sigue en vosotros.
Ez 34m 2: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel y dices: “¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar las ovejas?”.
Jr 23, 1-3: ¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! – oráculo del Señor –. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo: “Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuenta por la maldad de vuestras acciones – oráculo del Señor –. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé y las volveré a traer a sus deesas para que crezcan y se multipliquen.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
9 2 Según una concepción muy difundida en el mundo antiguo, había una estrecha relación entre el pecado y las dolencias físicas (Ex 9, 1-12; Sal 38, 2-6; Ez 18, 20). En el caso de males de nacimiento, algunos rabinos atribuían la culpa a los padres, otros al propio niño durante la gestación.
9 3 Jesús rechaza las teorías corrientes sin preocuparse por proponer otra nueva. Constata sin más el hecho de la dolencia y actúa para asegurar al hombre su plena integridad física. Realiza además un signo (ver 2, 11) que manifestará a los hombres su origen divino y les invitará a recibir la verdadera luz. El paso de la ceguera a la visión simboliza el paso de la incredulidad y la muerte a la fe y a la vida. En este sentido, el ciego (único ciego de nacimiento del NT) podrá ser considerado prototipo de los que acceden a la fe.
9 4 (a) Var. “Tengo”. Pero el plural está bien atestiguado y parece indicar que la comunidad cristiana consideraba su actividad como una prolongación de la de Cristo. Ver Jn 14, 10-11.
9 4 (b) La vida de Jesús es como un día de trabajo, Jn 5, 17, que concluye con la noche de la muerte. Ver Lc 13, 32; 9, 5. Esta declaración da por anticipado el sentido del milagro, ver 9, 37.
9 6 En la antigüedad se creía que la saliva tenía propiedades curativas. Jesús utiliza un gesto conocido y le transmite una nueva eficacia (ver Mc 7, 33; 8, 23).
9 7 El túnel de Ezequías estaba ya olvidado (ver 2 Re 20, 20) y Siloé era considerada una fuente milagrosamente enviada. Se sacaba agua de ella en la Fiesta de las Tiendas, ver Jn 7, 38. Para Jn Jesús es el enviado del Padre.
9 14 Trabajo prohibido en sábado.
9 17 Ver Jn 4, 19. Primera etapa de la interpretación del signo: Jesús es reconocido como un hombre de Dios, dotado de un poder que sobrepasa las posibilidades humanas (Lc 24, 19).
9 18 Var.: “que aquel hombre hubiera sido ciego y hubiera recobrado la vista”.
9 21 Om.: “Preguntadle”.
9 22 En la época de Jesús, el judaísmo disponía de medidas para marginar a determinados delincuentes. Pero fue a finales del s. I cuando apareció una auténtica excomunión de los cristianos. Es probable que Jn haya proyectado en el pasado una medida reciente (ver 12, 42; 16, 2)(, que posiblemente algunos de sus lectores habían padecido ya.
9 24 Fórmula bíblica para conjurar a alguien a que diga la verdad y repare una ofensa hecha a la majestad divina, ver Jos 7, 19; 1 S 6, 5.
9 29 Ver 6, 42; 7, 27.42.52. La importancia que alcanzó la Ley en el judaísmo contribuyó al crecimiento ilimitado de la estima por Moisés como legislador. Los fariseos tendían a considerarlo el maestro doctrinal por excelencia. En la medida en que Jesús aparece como portavoz de la revelación total y definitiva, debía ser necesariamente comparado con Moisés (ver 6, 32).
9 31 (a) Una verdad común (Is 1, 15; Sal 66, 18; 109, 7; Pr 15, 29; Jb 27, 9; 35, 13; Jn 15, 23-27; 1 Jn 3, 21-22).
9 31 (b) Jn asocia la característica griega de la piedad y el ideal bíblico, que insistía más en la obediencia a Dios.
9 32 El milagro del ciego de nacimiento es probablemente para los evangelios el símbolo del bautismo, nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu, 3, 3-7. Las analogías entre 3, 1-21 y 9 son muchas.
9 33 Nueva etapa del itinerario de la fe: el que fuera ciego, que había reconocido a Jesús como profeta (9, 17) declara que hasta el momento nadie en Israel había sido un hombre de Dios como él. Se han superado los viejos títulos.
9 35 Última etapa del itinerario: el hombre curado ha ido hasta el final de su testimonio y ha sufrido persecución, prefigurando así la situación que vivió la Iglesia de Juan (ver 15, 1-16, 4). Jesús va a su encuentro y se le revela como Hijo del hombre, es decir, el que viene a reunir a las personas y a elevarlas a la participación de la vida de Dios (1, 51; 3, 14-15; 6, 62-63).
9 38 Om. de todo el v. 38 y del comienzo del v. 39.
9 39 Los presuntuosos, que se fían de sus propias luces, ver vv. 24-29.34, en contraposición a los humildes, cuyo tipo es el ciego. Ver Dt 29, 3; Is 5, 9s; Jr 5, 21; Ez 12,2.
9 41 Si hubiesen sido ciegos a la manera del que ha sido curado, estarían sin pecado; pero quienes se apoyan de forma autosuficiente en lo que tienen no otorgarán su fe a Jesús, único que puede arrancarles del pecado (ver. 3, 36).

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[9]:
9 La curación del ciego es un milagro-signo revelador, típico de la estructura interna del 4º Evangelio: Jesús se revela con palabras y con hechos que los confirman en este caso, la revelación es: “Yo soy la luz del mundo” (v. 5; 8, 12). Yo soy “la Vida que es la luz de los hombres” (1, 14).
2 La pregunta de los discípulos parte de la creencia en una unión causal estrecha entre pecado y enfermedad física.
3 Jesús distingue el pecado, del mal físico; la salvación incluye necesariamente la purificación del pecado // Si damos a la partícula griega hina con subjuntivo, valor de imperativo, podemos traducir: ni pecó este ni sus padres, pero ¡dejad que se manifieste en él…” // Las obras maravillosas (las señales, las pruebas: v. 16) de Dios en favor de Jesús.
5 Soy luz: cf. 8, 12.
6 Todo el capítulo describe, por una parte, el itinerario hacia la fe (el cieglo llega a ver v. 38); y por otra, el itinerario inverso, el del endurecimiento (los fariseos acaban siendo más ciegos que al principio: v. 41). El primer paso para la fe resulta paradójico: cegar más; pero es que “la fe, cegando la luz (san Juan de la Cruz). Con palabras de otro de nuestros clásicos: “Pudiendo con su sola palabra curarle, tomó lodo y púsoselo en los ojos, haciendo colirio del que parecía estorbo. Cogió tierra y amasóla con su saliva, con que la convirtió en un terrón del cielo. y fue remedio la que ya fuera daño…. Abrióle los ojos cuando parecía se los tapiaba” (B. Gracián). Es verdad que los antiguos atribuían poder curativo a la saliva (cf. Mc 7, 33); y que recientemente ha sido identificado en la saliva humano un analgésico natural (la opiorfina), más eficaz que la morfina; pero ni en el gesto de aplicar la saliva a los ojos del ciego, ni en el de lavarse en el estanque, hay relación de causa a efecto; ese milagro tenía una significación sacramental más profunda (bautismo, Eucaristía, etc.).
7 El estanque de Siloé: en la parte sur de la ciudad recogía el agua de la fuente de Guijón a través de un célebre canal subtenerráneo, excavado en la roca en tiempo del rey Ezequías (s. VIII-VII a.C.). // Enviado: el Enviado, como en hebreo (cf. Lc 13,4), deja más en relieve el simbolismo: Jesús es el enviado del Padre (cf. 7, 28ss.),.
10 Se te curaron los ojos: lit. se abrieron de ti los ojos; el mismo giro se usa en los vs. 11 (“untó de mí los ojos”), 17.21.26.30.32. “Abrir los ojos” es un semitismo; significa dar vista, devolver la vista.
22 De la sinagoga como institución; o de las sinagogas como asambleas o sitios de reunión. El verdadero problema no era que Jesús no guardara el sábado, sino que los judíos ya estaban predispuestos en contra de él.
24-34 Influjo de la voluntad en la fe y en la negativa a creer. Se acaba insultando al ciego vidente, que, con ironía popular, da una lección a sus jueces malintencionados.
27 Ese también nos está diciendo que en su corazón el ciego ya era discípulo de Jesús.
31 No escucha, escucha: el vocablo griego puede traducirse escuchar y obedecer (cf. 3, 29). Apophthegmata Patrum (s.VI) recoge esta sentencia del abad de Miós de Beléi: “Obediencia por obediencia; si uno obedece a Dios, Dios le obedece a él”.
32 Desde que el mundo es mundo: lit. desde la eternidad, desde el “eón”, desde el siglo.
34 Respondieron así: cf. Mt 3, 15. // Mientras que Jesús había afirmado que no se trataba de pecado personal del ciego (v. 3), la actitud orgullosa de los fariseos hace que se erijan en jueces absolutos y lo condenen como pecador. // Tú… empecatado: lit. en pecados tú naciste todo.
35-38 Jesús acoge al rechazado por Israel y hace que su conocimiento de fe crezca hasta la plena luz; su itinerario espiritual fue: desde pensar que Jesús es un cualquiera (v.11), a reconocer que es un profeta (v. 17), aceptar luego que es santo (v. 25) y enviado de Dios (v. 33); hasta, finalmente, confesar y adorar al Hijo del Hombre como Señor y Dios (v. 38).
39 Aquí está la clave de para qué el ciego llega a la luz mientras que los judíos se vuelven ciegos. // Para… una decisión a favor o en contra de mí; para que los hombres hagan un discernimiento y una elección. Otros entienden: para un juicio, e.d., para llevar a cabo un designio divino; o para una sentencia (suponiendo que sean sinónimos los vocablos griegos kríma y krísis.
41 “Si fuerais ciegos de la vista natural, como lo era ese hombre,…; pero tenéis otra ceguera peor, y no dejáis que os la cure. // Vuestro pecado es la incredulidad (cf. 1,29) // A manera de inclusión con el v. 2, el relato acaba dramáticamente. Jn 3, 19-21 explica ese juicio condenatorio: “La condena se basa en esto: la luz ha venido al mundo, pero los hombres amaron más la oscuridad que la luz”. Ante nuestra posibilidad de pecar contra la luz, se comprende la exclamación de santa Teresa: “¡Dadnos, Señor, luz! Mirad que es más menester lo que era al ciego de nacimiento, que este deseaba ver la luz y no òdía; ahora, Señor, no se quiere ver. ¡Oh, que mal tan incurable!

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
9,1-41 El hombre ciego creyó en Cristo a pesar de que no podía verlo, y sus ojos se abrieron. Anque los fariseos presenciaron la curación, estaban cegados por su enferma voluntad hacia Cristo y sus enseñanzas. La ceguera espiritual puede resultar a menudo de dudas voluntarias o involuntarias, y puede ser un grave pecado si se cultiva a propósito. Cat. 1850, 1852, 1855, 1856-1859.
9,2 Cristo rechazó la idea de que la ceguera del hombre había sido causada necesariamente por sus propios pecados o por los de sus padres. La idea de que la enfermedad era resultado del pecado era una concepción errónea habitual. A pesar de que toda enfermedad y muerte tienen sus últimas raíces en nuestra naturaleza débil causada por el pecado original y a veces por los pecados actuales. Dios permite las enfermedades físicas y otros tipos de sufrimiento como medios de purificación y como una oportunidad para unirse más a Cristo y a su cruz. En este caso en particular, la desgracia del hombre ciego resultó ser una oportunidad para que Cristo revelase la gloria de Dios. Cat. 1500-1502.
9,6 A menudo, Cristo utilizaba gestos y cosas extraordinarias para obrar milagros que tenían un significado espiritual. Los sacramentos son signos eficaces (que utilizan materia, forma y ministerio) para conferir la sangre de Cristo, que llevan al alimento sobrenatural. Cat. 1151, 1504.
9,7 En el sacramento del bautismo se lavan nuestros pecados. El rito del bautismo tiene muchas referencias a las cualidades vivificantes del agua. Cat. 985, 2813.
9,11 Como vimos anteriormente en la historia de la mujer samaritana en el pozo (Jn 4, 7-42),, el lenguaje del hombre ciego refleja su fe creciente y su comprensión de la identidad de Cristo. Aquí, se refiere a Cristo como un hombre; y según avanza la narración se refiere a él como un profeta, como venido de Dios y finalmente como Señor. Cat. 202, 455, 2665.
9,22 Tenían miedo a los judíos: cf. Jn 7, 11-13. Excluir de la sinagoga: este es el equivalente judío de la excomunión. Cat. 575, 596.
9.24 Da gloria a Dios: se trata de una fórmula para obligar a confesar la verdad (Jos 7, 29). Usar el nombre de Dios en vano, o por razón trivial, es un grave pecado contra el segundo mandamiento. Cat. 2149-2155.
9,34 La Iglesia enseña que (con la única excepción de María) toda persona humana es concebida con el pecado original como consecuencia del pecado de Adán. Esto no es lo mismo que el pecado actual o personal deliberado. Tanto el pecado original como los pecados actuales son perdonados en el sacramento del bautismo. Cat 397-408, 1263.
9,38 Cristo, luz del mundo, no solamente abrió los ojos del hombre, sino que también iluminó su corazón y su mente para que pudiera hacer una profesión de fe sincera de la divinidad de Cristo, demostrando así cómo el sufrimiento y la curación pueden conducir a la conversión. Cat 1501, 1505.
9,41 Cristo describió intencionadamente la diferencia entre el hombre ciego y los fariseos. A Aquellos que buscan humildemente la verdad se les da la luz de la verdad, pero aquellos orgullosos que no ven necesidad de arrepentirse se ciegan a la verdad. Cat 588.

San Agustín. Sermón 136, 1-3[11].
Aunque bien mirado, también nosotros nacimos ciegos. ¿Quién no ha nacido ciego, en verdad? Ciego de corazón. El Señor que había hecho ambas cosas, los ojos y el corazón, curó igualmente las dos.
El ciego de corazón se le acercó, lo escuchó, lo creyó, lo adoró; lavó su rostro y vio.

Juan de Ávila.  
 Esta fuente de Siloé corría quedito, mansita. ¿No os contenta esto? Yo os hartaré de ruido, dice Dios; yo os traeré aguas que corran con impetu; yo os traeré al rey de los asirios con todo su aparato y pompa. Dicen los santos doctores que estas aguas son las palabras de Jesucristo, llanas, sin pompa, sin retórica; corren sin ruido a los corazones, tienen más existencia que apariencia, enternecen los corazones, remedian y curan las llagas, hartan nuestras ánimas; pan de casa, que, aunque parece moreno y feo, es de mucha sustancia.   
Por reverencia de Dios, poned lodo sobre vuestra ceguedad; conoce quien sois, que eso quiere decir. Descubrid vuestras llagas a Cristo y llegaos a Él conociéndolas. Pensad que todo el bien os ha de venir del Sacramento, y no de vosotros; pensad que de allí os ha de venir la vista para vuestra ceguedad, el alegría para vuestras tristezas, la misericordia para vuestras miserias. Y desconfía entre tanto de vuestras fuerzas y confía de Jesucristo; porque el que pensare que de otra parte le viene el bien, sino del Sacramento, loco es y soberbio. Dice san Bernardo: “Comulga, ¡aba!, que con Cristo vienen todos los bienes.

Comentarios patrísticos[12]:
San Agustín. Tratados sobre el Ev. de Juan, 44, 5-6.
¿Cómo será esta noche en la cual, cuando viniere, nadie podrá trabajar? Conociendo lo que es el día, conocerás también la noche. ¿Quién nos dirá lo que es el día? Él mismo: “Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo”. El mismo es el día… El día este, que va de sol a sol, es de pocas horas; pero el día de la presencia de Cristo dura hasta la consumación de los siglos.
San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 57, 1.
¿Por qué recurrió a la saliva, en vez de al agua, para formar el barro? Habría enviado entonces al ciego a la piscina de Siloé. Escupió en la tierra para que no atribuyeran un poder milagroso al agua de aquella piscina y para que tú entiendas que fue de su boca de donde salió la misteriosa energía que regeneró los ojos del ciego y los abrió.
San Ambrosio. Cartas, 9, 67, 4-6.
Vete también tú a Siloé, es decir, a quien ha sido enviado por el Padre, como está escrito: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me ha enviado”. Deja que Cristo te lave, para que puedas ver. Acércate al bautismo, pues ya es el tiempo oportuno; ven con rapidez, para que también tú puedas decir: “Fui, me lavé y comencé a ver”; para que puedas decir como aquel que, después de recobrar la vista, dijo: “La noche ha pasado y se acerca el día” (Rm 13,12).
S. Efrén de Nisibi. Comentario al Diatessaron, 16, 30.
Este ciego fue una ocasión propicia para nuestro Señor: gracias a él ganó a numerosos ciegos a quienes curó la ceguera del corazón.



[1] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.  
[2] Ib. 
[3] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[8] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[11] Pío de Luis, OSA. Comentarios de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
[12] Merino Rodríguez, M. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento 1ª. Evangelio según san Mateo (1-13) . Ciudad Nueva. Madrid. 2004.