domingo, 22 de marzo de 2020

Domingo IV Tiempo de Cuaresma. 22 de marzo de 2020.


Primera lectura.
Lectura del libro de Samuel 16, 1b.6-7.10-13a
En aquellos días, el señor dijo a Samuel:
-Llena tu cuerno de aceite y ponte en camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos un rey para mí.
Cuando llegó, vio a Eliab y se dijo:
-Seguro que está su ungido ante el Señor.
Pero el Señor dijo a Samuel:
-No te fijes en su apariencia ni en lo elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón.
Jesé presentó a sus siete hijos ante Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:
-El Señor no ha elegido a estos.
Entonces Samuel preguntó a Jesé:
-¿No hay más muchachos?
Y le respondió:
-Todavía queda el menor, que está pastoreando el rebaño.
Samuel le dijo:
-Manda a buscarlo, que no nos sentaremos a la mesa mientras no venga.
Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel:
-Levántate y úngelo de parte del Señor, porque es este.
Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde aquel día en adelante.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[1].
No mires su apariencia.
1 Sam 9, 2: Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de Israel nadie mejor que él. De hombres para arriba, sobrepasaba a todo el pueblo.
1 Sam 10, 23: Corrieron a sacarlo de allí, y compareció en medio del pueblo. Sobrepasaba a todos los del pueblo del hombro para arriba.
Is 55, 8-9: Porque mis planes no son vuestros planes, / vuestros caminos no son mis caminos, / - oráculo del Señor -. / Cuanto dista el cielo de la tierra, / así distan mis caminos de los vuestros, / y mis planes de vuestros planes.
Jb 10, 4: ¿Tienes acaso ojos de carne?, / ¿ves las cosas como el hombre las ve?
Sal 147, 10s: No aprecia el vigor de los caballos, / no estima los jarretes del hombre: / el Señor aprecia a los que lo temen, / que confían en su misericordia.
Jr 11, 20: Señor del universo, / que juzgas rectamente; / que examinas las entrañas del corazón, / deja que yo pueda ver / cómo te vengas de ellos, / pues a ti he confiado mi causa.
Pr 15, 11: El Señor conoce Abismo y Perdición, / ¡Cuánto más el corazón humano!
Era rubio, de bellos ojos.
Gn 39, 6: Él puso todo lo que poseía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que del pan que comía. José era de buen tipo y bello semblante.
2 S 14,25: No había en todo Israel hombre más hermoso como Absalón, digno de tan grandes elogios. De la punta del pie a la coronilla no había defecto alguno.
Lo ungió en presencia de sus hermanos.
1 S 10, 6: Entonces vendrá sobre ti el espíritu del Señor, profetizarás con ellos y te convertirás en otro hombre.
Jc 3, 10: Vino sobre él el espíritu del Señor y juzgó a Israel.

Notas exegéticas[2].
16 Este episodio vincula la unción de David con Samuel y parece proceder de la tradición profética, pero no tiene relación con la historia siguiente. David será ungido en Hebrón por el pueblo de Judá, 2 S 2, 4, y luego por los ancianos de Israel, 2 S 5, 2, y no volverá a ser mencionada la unción referida aquí: según 17, 27, y a pesar de 16, 13, Eliab la desconoce. Igual que el capítulo 9 para Saúl, este relato sirve de prólogo a la historia de la “ascensión” de David al trono, que terminará en 2 S 5 con la instalación en Jerusalén del rey de Judá y de Israel. Esta recopilación de tradiciones, en la que no faltan duplicados (16, 14-23 y 17, 55 – 18, 5; 187, 6-16 y 19, 8-10; 19, 1-7 y 20, 1-21; 21, 11-16 y 27, 24 y 27; 24 y 26) no es un conjunto desordenado, sino bien estructurado. El recuerdo de la guerra que opuso a filisteos e israelitas sirve al narrador para jalonar el relato (17, 1; 19, 8; 23,1; 28,1; 31,1; 2S 5, 25). Cada episodio es netamente delimitado por movimientos de personajes, y el relato en conjunto avanza oponiendo el declive de Saúl y la progresión de David, ver 2 S 3, 1 y 5, 10, explicada mediante una fórmula que reaparece a intervalos como un estribillo: “Yahvé estaba con él” (1 S 16, 28; 17, 37; 18, 12.14.28; 20, 13; 2 S 5, 10). Toda esta historia está escrita para mayor gloria de David.
16 7 (a) La fórmula de rechazo, aplicada aquí solo a Eliab, da pie para pensar que el autor se basa en una tradición poco favorable al hermano mayor de David, ver 17, 28.
16 7 (b) Literalmente “los ojos”.
16 13 Sin ninguna señal exterior y en conexión inmediata con la unción: el “espíritu de Yahvé” es aquí la gracia impartida a una persona consagrada.

Salmo responsorial
Salmo 22
/. El Señor es mi pastor, nada me falta.

El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.

Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.

Textos paralelos[3].
Yahvé es mi pastor.
Ez 34,1-2: Me fue dirigida esta palabra del Señor: “Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel.
Jn 10, 11: Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las ovejas.
Me conduce a fuentes tranquilas.
Jn 4, 4-5: Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Is 40, 31: Pero los que esperan en el Señor / renuevan sus fuerzas, / echan alas como las águilas, / corren y no se fatigan, / caminan y no se cansan.
Jr 31, 25: Pues refrescaré las gargantas resecas y saciaré las gargantas hambrientas.
Pr 4, 11: Te instruiré en el camino de la sabiduría, / te guiaré por la senda recta.
Sal 115,1: No a nosotros, Señor, no a nosotros / sino a tu nombre da la glioria, / por tu bondad, por tu lealtad.
Aunque fuese por valle tenebroso.
Is 50, 10: Quien de vosotros teme al Señor / y escucha la voz de su siervo, / aunque camine en tinieblas, sin ninguna claridad, / que confíe en el nombre del Señor, / que se apoye en su Dios.
Jb 10, 21-22: Antes de que vaya, para no volver, / al país tenebroso, de sombras de muertos, / al país lúgubre como la oscuridad, / con sombras de muertos, sin orden, / donde la luz es pura oscuridad.
Preparas ante mí una mesa.
Ex 16, 15b: Moisés les dijo: “Es el pan que el Señor os da de comer”.
Sal 22, 27: Los desvalidos comerán hasta saciarse, / alabarán al Señor los que lo buscan. / ¡Viva su corazón por siempre!
Mi copa rebosa.
Sal 16, 5: El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, / mi suerte está en tu mano.
Sal 63, 6: Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te alabarán jubilosos.
Habitaré en la casa de Yahvé.
Sal 27, 4: Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa del Señor / por los días de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor,  / contemplando su templo.

Notas exegéticas[4].
23 La solicitud divina por los justos, descrita bajo la doble imagen del pastor y del huésped que ofrece el banquete mesiánico. Este salmo se aplica tradicionalmente a la vida sacramental, especialmente al bautismo y la eucaristía.
23 4 “pues tu vienes”: adicción probable par armonizar con 1 Sam 22 23 y subrayar la alusión al gesto davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu vara, tu cayado están ahí”.
23 5 Conforme a la costumbre de la hospitalidad oriental, Sal 92, 11; 192, 2; Qo 9, 8; Am 5, 5; Lc 7, 46.
23 6 “y habitaré” versiones: “volveré a” hebr. (simple corrección vocálica.

Segunda lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5, 8-14.
Hermanos:
Antes erais tinieblas, pero ahora, sois luz por el señor. Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y verdad son fruto de la luz. Buscad lo que agrada al Señor, sin tomar parte en las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues da vergüenza decir las cosas que ellos hacen a ocultas. Pero, al denunciarlas, la luz las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: “Despierta tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[5].
 Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas.
Ef 4, 18: Con la razón a oscura y alejados de la vida de Dios; por la ignorancia y la dureza de su corazón.
Jn 8, 12: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.
Col 1, 12-13: Dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las tinieblas, / y nos ha trasladado / al reino del Hijo de su amor.
2 Co 4, 6: Pues el Dios que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas ha brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Ef 6, 14: Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la justicia.
1 Ts 5, 4-5: Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no somos de la noche ni de las tinieblas.
Examinad que es lo que le agrada a Dios.
Rm 12, 2: Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Col 3, 10: Y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento, se va renovando a imagen de su creador.
Pero, al ser denunciadas, salen a la luz.
Jn 3, 20-21: Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.

Notas exegéticas[6]:
5 8 El pasaje reagrupa las imágenes tradicionales de la catequesis bautismal. Ya se ha visto el tema del revestimiento (4, 22-24) y el de la imitación de Dios (5, 1). El contraste tinieblas/luz es característico de los textos de Qumrán y del cristianismo primitivo (St 1, 17-18; 1 Pe 2, 9; 1 Jn 1, 5-7). Las exhortaciones positivas se ven interrumpidas por “listas de vicios” que provienen igualmente de la enseñanza habitual y que se encuentran en la literatura judía.
5 14 (a) Hablar con complacencia de tales torpezas, dejándolas en su sospechosa oscuridad, no estaría bien, v. 3; pero sacarlas a la luz pública para corregirlas es obra buena. La luz que así se produce expulsa las tinieblas, porque es la luz de Cristo (final del v.).
5 14 (b) Esta cita parece tomada de algún himno cristiano primitivo; un caso semejante en 1 Tm 3, 16. Sobre la fe bautismal concebida como iluminación, ver Hb 6, 4;; 10, 32 (ver Rm 6, 4).

Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según san Juan 9, 1-41
En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:
-Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego?
Jesús contestó:
-Ni este pecó ni sus padres, sino para que se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado; viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al cielo y le dijo:
-Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado).
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
-¿No es ese el que se sentaba a pedir?
Unos decían:
-El mismo.
Otros decían:
-No es él, pero se le parece.
Él respondía:
-Soy yo.
Y le preguntaban:
-¿Y como se te han abierto los ojos?
Él contestó:
-Ese hombre que se llama Jesús hizo barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase. Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.
Le preguntaron:
-¿Dónde está él?
Contestó:
-No lo se.
Llevaron ante los fariseos al que había sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él le contestó:
-Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
Algunos de los fariseos comentaban:
-Este hombre no viene de Dios, porque no guarda el sábado.
Otros replicaban:
-¿Cómo puede un pecador hacer semejantes signos?
Estaban divididos. Y volvieron a preguntarle al ciego:
-Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?
Él contestó:
-¿Qué es un profeta?
Pero los judíos no se creyeron que aquel había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres y le preguntaron:
-¿Es este vuestro hijo, de quien decís vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
-Sabemos que este es nuestro hijo y que nació ciego, pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quien le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: “Ya es mayor, preguntádselo a él”.
Llamaron por segunda vez al hombre que había sido ciego y le dijeron:
-Da gloria a dios: nosotros sabemos que ese hombre es un pecador.
Contestó él:
-Si es un pecador, no lo sé; solo sé que yo era ciego y ahora veo.
Le preguntaron de nuevo:
-¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
Le constó:
-Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
-Discípulo de ese lo serás tú; nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ese no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
-Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le replicaron:
-Has nacido completamente empecatado, ¿y nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían expulsado, lo encontró y le dijo:
-¿Crees tú en el Hijo del hombre?
Él le contestó:
-¿Y quién es, para que crea en él?
Jesús el dijo:
-Lo estás viendo: el que te está hablando ese es.
Él dijo:
-Creo, Señor.
Y se postró ante él.
Dijo Jesús:
-Para un juicio he venido yo a este mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos.
Los fariseos que estaban con él oyeron esto y le preguntaron:
-¿También nosotros estamos ciegos?
Jesús les contestó:
-Si estuvierais ciegos, no tendríais pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece.

Textos paralelos[7].
Rabí, ¿quién pecó,…?
Jn 5, 14: Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: “Mira, has quedado sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor”.
Lc 13, 2: Jesús respondió: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto?
Se manifiesten en él las obras de Dios.
Jn 5, 36: Pero él testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el Padre me ha enviado.
Mientras es de día tenemos que trabajar.
Jn 11, 9-10: Jesús contestó: “¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz del mundo; pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él.
Jn 12, 35-36: Jesús les contestó: “Todavía os queda un poco de luz; caminad mientras tenéis luz, antes de que os sorprendan las tinieblas. El que camina en tinieblas no sabe a donde va; mientras hay luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la luz”. Esto dijo Jesús y se fue y se escondió de ellos.
Jn 4, 34: Jesús les dice: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra”.
Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Jn 8, 12: Jesús les habló de nuevo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Vete a lavarte en la piscina de Siloé.
Is 8, 6: Este pueblo desprecia las aguas de Siloé que corren mansas, y desfallece ante Rasín y el hijo de Romelías.
Era sábado el día en que Jesús hizo barro.
Mt 12, 10: Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Entonces preguntaron a Jesús para poder acusarlo: “¿Esta permitido curar en sábado?”
Lc 13, 16: Y esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?
Jn 14, 20: Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros.
¿Cómo puede un pecador realizar semejantes signos?
Jn 3, 2: Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces si Dios no está con él”.
Que es un profeta.
Mt 16, 14: Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”.
Por miedo a los judíos.
Jn 7, 13: Pero nadie hablaba de él en público por miedo a los judíos.
Jn 16, 2: Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios.
Llamaron por segunda vez al hombre.
Jr 13, 16: Honrad al Señor, vuestro Dios / antes de que se echen las sombras, / antes de que tropiecen vuestros pies / por los montes apenas sin luz; / antes de que la luz que esperáis / se convierta en sombras mortales, / se transforme en lóbregas tinieblas.
Sabemos que Dios no presta atención a los pecadores.
Is 1, 15: Cuando extendéis las manos / me cubro los ojos; / aunque multipliquéis las plegarias, / no os escucharé. / Vuestras manos están llenas de sangre.
Pr 15, 29: El Señor está lejos de los malvados / y escucha la oración de los honrados.
Has nacido todo entero en pecado.
Jn 7, 49: Esta gente que no entiende de la ley son unos malditos.
¿Tú crees en el Hijo del hombre?
Mt 8, 20: Jesús respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
¿Quién es, Señor, para que crea en él?
Jn 9, 4: Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la noche y nadie podrá hacerlas.
Jn 4, 26: Jesús le dice: “Soy yo, el que habla contigo”.
Es el que está hablando contigo.
Jn 8, 12: Jesús les habló de nuevo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Para un juicio he venido.
Jn 1, 1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Mt 13, 13: Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni entender.
Jesús les respondió.
Mt 18, 14: Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre, que está en el cielo que pierda ni uno de estos pequeños.
Si fuerais ciegos.
Jn 3, 36: El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Jn 12, 48: El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día.
Vuestro pecado sigue en vosotros.
Ez 34m 2: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel y dices: “¡Pastores!, esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿No deben los pastores apacentar las ovejas?”.
Jr 23, 1-3: ¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi rebaño! – oráculo del Señor –. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a los pastores que pastorean a mi pueblo: “Vosotros dispersasteis mis ovejas y las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuenta por la maldad de vuestras acciones – oráculo del Señor –. Yo mismo reuniré el resto de mis ovejas de todos los países adonde las expulsé y las volveré a traer a sus deesas para que crezcan y se multipliquen.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
9 2 Según una concepción muy difundida en el mundo antiguo, había una estrecha relación entre el pecado y las dolencias físicas (Ex 9, 1-12; Sal 38, 2-6; Ez 18, 20). En el caso de males de nacimiento, algunos rabinos atribuían la culpa a los padres, otros al propio niño durante la gestación.
9 3 Jesús rechaza las teorías corrientes sin preocuparse por proponer otra nueva. Constata sin más el hecho de la dolencia y actúa para asegurar al hombre su plena integridad física. Realiza además un signo (ver 2, 11) que manifestará a los hombres su origen divino y les invitará a recibir la verdadera luz. El paso de la ceguera a la visión simboliza el paso de la incredulidad y la muerte a la fe y a la vida. En este sentido, el ciego (único ciego de nacimiento del NT) podrá ser considerado prototipo de los que acceden a la fe.
9 4 (a) Var. “Tengo”. Pero el plural está bien atestiguado y parece indicar que la comunidad cristiana consideraba su actividad como una prolongación de la de Cristo. Ver Jn 14, 10-11.
9 4 (b) La vida de Jesús es como un día de trabajo, Jn 5, 17, que concluye con la noche de la muerte. Ver Lc 13, 32; 9, 5. Esta declaración da por anticipado el sentido del milagro, ver 9, 37.
9 6 En la antigüedad se creía que la saliva tenía propiedades curativas. Jesús utiliza un gesto conocido y le transmite una nueva eficacia (ver Mc 7, 33; 8, 23).
9 7 El túnel de Ezequías estaba ya olvidado (ver 2 Re 20, 20) y Siloé era considerada una fuente milagrosamente enviada. Se sacaba agua de ella en la Fiesta de las Tiendas, ver Jn 7, 38. Para Jn Jesús es el enviado del Padre.
9 14 Trabajo prohibido en sábado.
9 17 Ver Jn 4, 19. Primera etapa de la interpretación del signo: Jesús es reconocido como un hombre de Dios, dotado de un poder que sobrepasa las posibilidades humanas (Lc 24, 19).
9 18 Var.: “que aquel hombre hubiera sido ciego y hubiera recobrado la vista”.
9 21 Om.: “Preguntadle”.
9 22 En la época de Jesús, el judaísmo disponía de medidas para marginar a determinados delincuentes. Pero fue a finales del s. I cuando apareció una auténtica excomunión de los cristianos. Es probable que Jn haya proyectado en el pasado una medida reciente (ver 12, 42; 16, 2)(, que posiblemente algunos de sus lectores habían padecido ya.
9 24 Fórmula bíblica para conjurar a alguien a que diga la verdad y repare una ofensa hecha a la majestad divina, ver Jos 7, 19; 1 S 6, 5.
9 29 Ver 6, 42; 7, 27.42.52. La importancia que alcanzó la Ley en el judaísmo contribuyó al crecimiento ilimitado de la estima por Moisés como legislador. Los fariseos tendían a considerarlo el maestro doctrinal por excelencia. En la medida en que Jesús aparece como portavoz de la revelación total y definitiva, debía ser necesariamente comparado con Moisés (ver 6, 32).
9 31 (a) Una verdad común (Is 1, 15; Sal 66, 18; 109, 7; Pr 15, 29; Jb 27, 9; 35, 13; Jn 15, 23-27; 1 Jn 3, 21-22).
9 31 (b) Jn asocia la característica griega de la piedad y el ideal bíblico, que insistía más en la obediencia a Dios.
9 32 El milagro del ciego de nacimiento es probablemente para los evangelios el símbolo del bautismo, nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu, 3, 3-7. Las analogías entre 3, 1-21 y 9 son muchas.
9 33 Nueva etapa del itinerario de la fe: el que fuera ciego, que había reconocido a Jesús como profeta (9, 17) declara que hasta el momento nadie en Israel había sido un hombre de Dios como él. Se han superado los viejos títulos.
9 35 Última etapa del itinerario: el hombre curado ha ido hasta el final de su testimonio y ha sufrido persecución, prefigurando así la situación que vivió la Iglesia de Juan (ver 15, 1-16, 4). Jesús va a su encuentro y se le revela como Hijo del hombre, es decir, el que viene a reunir a las personas y a elevarlas a la participación de la vida de Dios (1, 51; 3, 14-15; 6, 62-63).
9 38 Om. de todo el v. 38 y del comienzo del v. 39.
9 39 Los presuntuosos, que se fían de sus propias luces, ver vv. 24-29.34, en contraposición a los humildes, cuyo tipo es el ciego. Ver Dt 29, 3; Is 5, 9s; Jr 5, 21; Ez 12,2.
9 41 Si hubiesen sido ciegos a la manera del que ha sido curado, estarían sin pecado; pero quienes se apoyan de forma autosuficiente en lo que tienen no otorgarán su fe a Jesús, único que puede arrancarles del pecado (ver. 3, 36).

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[9]:
9 La curación del ciego es un milagro-signo revelador, típico de la estructura interna del 4º Evangelio: Jesús se revela con palabras y con hechos que los confirman en este caso, la revelación es: “Yo soy la luz del mundo” (v. 5; 8, 12). Yo soy “la Vida que es la luz de los hombres” (1, 14).
2 La pregunta de los discípulos parte de la creencia en una unión causal estrecha entre pecado y enfermedad física.
3 Jesús distingue el pecado, del mal físico; la salvación incluye necesariamente la purificación del pecado // Si damos a la partícula griega hina con subjuntivo, valor de imperativo, podemos traducir: ni pecó este ni sus padres, pero ¡dejad que se manifieste en él…” // Las obras maravillosas (las señales, las pruebas: v. 16) de Dios en favor de Jesús.
5 Soy luz: cf. 8, 12.
6 Todo el capítulo describe, por una parte, el itinerario hacia la fe (el cieglo llega a ver v. 38); y por otra, el itinerario inverso, el del endurecimiento (los fariseos acaban siendo más ciegos que al principio: v. 41). El primer paso para la fe resulta paradójico: cegar más; pero es que “la fe, cegando la luz (san Juan de la Cruz). Con palabras de otro de nuestros clásicos: “Pudiendo con su sola palabra curarle, tomó lodo y púsoselo en los ojos, haciendo colirio del que parecía estorbo. Cogió tierra y amasóla con su saliva, con que la convirtió en un terrón del cielo. y fue remedio la que ya fuera daño…. Abrióle los ojos cuando parecía se los tapiaba” (B. Gracián). Es verdad que los antiguos atribuían poder curativo a la saliva (cf. Mc 7, 33); y que recientemente ha sido identificado en la saliva humano un analgésico natural (la opiorfina), más eficaz que la morfina; pero ni en el gesto de aplicar la saliva a los ojos del ciego, ni en el de lavarse en el estanque, hay relación de causa a efecto; ese milagro tenía una significación sacramental más profunda (bautismo, Eucaristía, etc.).
7 El estanque de Siloé: en la parte sur de la ciudad recogía el agua de la fuente de Guijón a través de un célebre canal subtenerráneo, excavado en la roca en tiempo del rey Ezequías (s. VIII-VII a.C.). // Enviado: el Enviado, como en hebreo (cf. Lc 13,4), deja más en relieve el simbolismo: Jesús es el enviado del Padre (cf. 7, 28ss.),.
10 Se te curaron los ojos: lit. se abrieron de ti los ojos; el mismo giro se usa en los vs. 11 (“untó de mí los ojos”), 17.21.26.30.32. “Abrir los ojos” es un semitismo; significa dar vista, devolver la vista.
22 De la sinagoga como institución; o de las sinagogas como asambleas o sitios de reunión. El verdadero problema no era que Jesús no guardara el sábado, sino que los judíos ya estaban predispuestos en contra de él.
24-34 Influjo de la voluntad en la fe y en la negativa a creer. Se acaba insultando al ciego vidente, que, con ironía popular, da una lección a sus jueces malintencionados.
27 Ese también nos está diciendo que en su corazón el ciego ya era discípulo de Jesús.
31 No escucha, escucha: el vocablo griego puede traducirse escuchar y obedecer (cf. 3, 29). Apophthegmata Patrum (s.VI) recoge esta sentencia del abad de Miós de Beléi: “Obediencia por obediencia; si uno obedece a Dios, Dios le obedece a él”.
32 Desde que el mundo es mundo: lit. desde la eternidad, desde el “eón”, desde el siglo.
34 Respondieron así: cf. Mt 3, 15. // Mientras que Jesús había afirmado que no se trataba de pecado personal del ciego (v. 3), la actitud orgullosa de los fariseos hace que se erijan en jueces absolutos y lo condenen como pecador. // Tú… empecatado: lit. en pecados tú naciste todo.
35-38 Jesús acoge al rechazado por Israel y hace que su conocimiento de fe crezca hasta la plena luz; su itinerario espiritual fue: desde pensar que Jesús es un cualquiera (v.11), a reconocer que es un profeta (v. 17), aceptar luego que es santo (v. 25) y enviado de Dios (v. 33); hasta, finalmente, confesar y adorar al Hijo del Hombre como Señor y Dios (v. 38).
39 Aquí está la clave de para qué el ciego llega a la luz mientras que los judíos se vuelven ciegos. // Para… una decisión a favor o en contra de mí; para que los hombres hagan un discernimiento y una elección. Otros entienden: para un juicio, e.d., para llevar a cabo un designio divino; o para una sentencia (suponiendo que sean sinónimos los vocablos griegos kríma y krísis.
41 “Si fuerais ciegos de la vista natural, como lo era ese hombre,…; pero tenéis otra ceguera peor, y no dejáis que os la cure. // Vuestro pecado es la incredulidad (cf. 1,29) // A manera de inclusión con el v. 2, el relato acaba dramáticamente. Jn 3, 19-21 explica ese juicio condenatorio: “La condena se basa en esto: la luz ha venido al mundo, pero los hombres amaron más la oscuridad que la luz”. Ante nuestra posibilidad de pecar contra la luz, se comprende la exclamación de santa Teresa: “¡Dadnos, Señor, luz! Mirad que es más menester lo que era al ciego de nacimiento, que este deseaba ver la luz y no òdía; ahora, Señor, no se quiere ver. ¡Oh, que mal tan incurable!

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
9,1-41 El hombre ciego creyó en Cristo a pesar de que no podía verlo, y sus ojos se abrieron. Anque los fariseos presenciaron la curación, estaban cegados por su enferma voluntad hacia Cristo y sus enseñanzas. La ceguera espiritual puede resultar a menudo de dudas voluntarias o involuntarias, y puede ser un grave pecado si se cultiva a propósito. Cat. 1850, 1852, 1855, 1856-1859.
9,2 Cristo rechazó la idea de que la ceguera del hombre había sido causada necesariamente por sus propios pecados o por los de sus padres. La idea de que la enfermedad era resultado del pecado era una concepción errónea habitual. A pesar de que toda enfermedad y muerte tienen sus últimas raíces en nuestra naturaleza débil causada por el pecado original y a veces por los pecados actuales. Dios permite las enfermedades físicas y otros tipos de sufrimiento como medios de purificación y como una oportunidad para unirse más a Cristo y a su cruz. En este caso en particular, la desgracia del hombre ciego resultó ser una oportunidad para que Cristo revelase la gloria de Dios. Cat. 1500-1502.
9,6 A menudo, Cristo utilizaba gestos y cosas extraordinarias para obrar milagros que tenían un significado espiritual. Los sacramentos son signos eficaces (que utilizan materia, forma y ministerio) para conferir la sangre de Cristo, que llevan al alimento sobrenatural. Cat. 1151, 1504.
9,7 En el sacramento del bautismo se lavan nuestros pecados. El rito del bautismo tiene muchas referencias a las cualidades vivificantes del agua. Cat. 985, 2813.
9,11 Como vimos anteriormente en la historia de la mujer samaritana en el pozo (Jn 4, 7-42),, el lenguaje del hombre ciego refleja su fe creciente y su comprensión de la identidad de Cristo. Aquí, se refiere a Cristo como un hombre; y según avanza la narración se refiere a él como un profeta, como venido de Dios y finalmente como Señor. Cat. 202, 455, 2665.
9,22 Tenían miedo a los judíos: cf. Jn 7, 11-13. Excluir de la sinagoga: este es el equivalente judío de la excomunión. Cat. 575, 596.
9.24 Da gloria a Dios: se trata de una fórmula para obligar a confesar la verdad (Jos 7, 29). Usar el nombre de Dios en vano, o por razón trivial, es un grave pecado contra el segundo mandamiento. Cat. 2149-2155.
9,34 La Iglesia enseña que (con la única excepción de María) toda persona humana es concebida con el pecado original como consecuencia del pecado de Adán. Esto no es lo mismo que el pecado actual o personal deliberado. Tanto el pecado original como los pecados actuales son perdonados en el sacramento del bautismo. Cat 397-408, 1263.
9,38 Cristo, luz del mundo, no solamente abrió los ojos del hombre, sino que también iluminó su corazón y su mente para que pudiera hacer una profesión de fe sincera de la divinidad de Cristo, demostrando así cómo el sufrimiento y la curación pueden conducir a la conversión. Cat 1501, 1505.
9,41 Cristo describió intencionadamente la diferencia entre el hombre ciego y los fariseos. A Aquellos que buscan humildemente la verdad se les da la luz de la verdad, pero aquellos orgullosos que no ven necesidad de arrepentirse se ciegan a la verdad. Cat 588.

San Agustín. Sermón 136, 1-3[11].
Aunque bien mirado, también nosotros nacimos ciegos. ¿Quién no ha nacido ciego, en verdad? Ciego de corazón. El Señor que había hecho ambas cosas, los ojos y el corazón, curó igualmente las dos.
El ciego de corazón se le acercó, lo escuchó, lo creyó, lo adoró; lavó su rostro y vio.

Juan de Ávila.  
 Esta fuente de Siloé corría quedito, mansita. ¿No os contenta esto? Yo os hartaré de ruido, dice Dios; yo os traeré aguas que corran con impetu; yo os traeré al rey de los asirios con todo su aparato y pompa. Dicen los santos doctores que estas aguas son las palabras de Jesucristo, llanas, sin pompa, sin retórica; corren sin ruido a los corazones, tienen más existencia que apariencia, enternecen los corazones, remedian y curan las llagas, hartan nuestras ánimas; pan de casa, que, aunque parece moreno y feo, es de mucha sustancia.   
Por reverencia de Dios, poned lodo sobre vuestra ceguedad; conoce quien sois, que eso quiere decir. Descubrid vuestras llagas a Cristo y llegaos a Él conociéndolas. Pensad que todo el bien os ha de venir del Sacramento, y no de vosotros; pensad que de allí os ha de venir la vista para vuestra ceguedad, el alegría para vuestras tristezas, la misericordia para vuestras miserias. Y desconfía entre tanto de vuestras fuerzas y confía de Jesucristo; porque el que pensare que de otra parte le viene el bien, sino del Sacramento, loco es y soberbio. Dice san Bernardo: “Comulga, ¡aba!, que con Cristo vienen todos los bienes.

Comentarios patrísticos[12]:
San Agustín. Tratados sobre el Ev. de Juan, 44, 5-6.
¿Cómo será esta noche en la cual, cuando viniere, nadie podrá trabajar? Conociendo lo que es el día, conocerás también la noche. ¿Quién nos dirá lo que es el día? Él mismo: “Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo”. El mismo es el día… El día este, que va de sol a sol, es de pocas horas; pero el día de la presencia de Cristo dura hasta la consumación de los siglos.
San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 57, 1.
¿Por qué recurrió a la saliva, en vez de al agua, para formar el barro? Habría enviado entonces al ciego a la piscina de Siloé. Escupió en la tierra para que no atribuyeran un poder milagroso al agua de aquella piscina y para que tú entiendas que fue de su boca de donde salió la misteriosa energía que regeneró los ojos del ciego y los abrió.
San Ambrosio. Cartas, 9, 67, 4-6.
Vete también tú a Siloé, es decir, a quien ha sido enviado por el Padre, como está escrito: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me ha enviado”. Deja que Cristo te lave, para que puedas ver. Acércate al bautismo, pues ya es el tiempo oportuno; ven con rapidez, para que también tú puedas decir: “Fui, me lavé y comencé a ver”; para que puedas decir como aquel que, después de recobrar la vista, dijo: “La noche ha pasado y se acerca el día” (Rm 13,12).
S. Efrén de Nisibi. Comentario al Diatessaron, 16, 30.
Este ciego fue una ocasión propicia para nuestro Señor: gracias a él ganó a numerosos ciegos a quienes curó la ceguera del corazón.



[1] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.  
[2] Ib. 
[3] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[8] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[11] Pío de Luis, OSA. Comentarios de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
[12] Merino Rodríguez, M. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento 1ª. Evangelio según san Mateo (1-13) . Ciudad Nueva. Madrid. 2004.

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