Lectura del libro de Samuel 16, 1b.6-7.10-13a
En aquellos días, el señor dijo a Samuel:
-Llena tu cuerno de aceite y ponte en
camino. Te envío a casa de Jesé, el de Belén, porque he visto entre sus hijos
un rey para mí.
Cuando llegó, vio a Eliab y se dijo:
-Seguro que está su ungido ante el Señor.
Pero el Señor dijo a Samuel:
-No te fijes en su apariencia ni en lo
elevado de su estatura, porque lo he descartado. No se trata de lo que vea el
hombre. Pues el hombre mira a los ojos, mas el Señor mira el corazón.
Jesé presentó a sus siete hijos ante
Samuel. Pero Samuel dijo a Jesé:
-El Señor no ha elegido a estos.
Entonces Samuel preguntó a Jesé:
-¿No hay más muchachos?
Y le respondió:
-Todavía queda el menor, que está
pastoreando el rebaño.
Samuel le dijo:
-Manda a buscarlo, que no nos sentaremos
a la mesa mientras no venga.
Jesé mandó a por él y lo hizo venir. Era
rubio, de hermosos ojos y buena presencia. El Señor dijo a Samuel:
-Levántate y úngelo de parte del Señor,
porque es este.
Samuel tomó el cuerno de aceite y lo
ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu del Señor vino sobre David desde
aquel día en adelante.
Palabra de Dios.
Textos
paralelos[1].
No
mires su apariencia.
1 Sam 9,
2: Tenía un hijo llamado Saúl, fornido y apuesto. No había entre los hijos de
Israel nadie mejor que él. De hombres para arriba, sobrepasaba a todo el
pueblo.
1 Sam 10,
23: Corrieron a sacarlo de allí, y compareció en medio del pueblo. Sobrepasaba
a todos los del pueblo del hombro para arriba.
Is 55,
8-9: Porque mis planes no son vuestros planes, / vuestros caminos no son mis
caminos, / - oráculo del Señor -. / Cuanto dista el cielo de la tierra, / así
distan mis caminos de los vuestros, / y mis planes de vuestros planes.
Jb 10,
4: ¿Tienes acaso ojos de carne?, / ¿ves las cosas como el hombre las ve?
Sal
147, 10s: No aprecia el vigor de los caballos, / no estima los jarretes del
hombre: / el Señor aprecia a los que lo temen, / que confían en su
misericordia.
Jr 11,
20: Señor del universo, / que juzgas rectamente; / que examinas las entrañas
del corazón, / deja que yo pueda ver / cómo te vengas de ellos, / pues a ti he
confiado mi causa.
Pr 15,
11: El Señor conoce Abismo y Perdición, / ¡Cuánto más el corazón humano!
Era
rubio, de bellos ojos.
Gn 39,
6: Él puso todo lo que poseía en manos de José, sin preocuparse de otra cosa que
del pan que comía. José era de buen tipo y bello semblante.
2 S
14,25: No había en todo Israel hombre más hermoso como Absalón, digno de tan
grandes elogios. De la punta del pie a la coronilla no había defecto alguno.
Lo ungió
en presencia de sus hermanos.
1 S 10,
6: Entonces vendrá sobre ti el espíritu del Señor, profetizarás con ellos y te
convertirás en otro hombre.
Jc 3,
10: Vino sobre él el espíritu del Señor y juzgó a Israel.
Notas
exegéticas[2].
16 Este
episodio vincula la unción de David con Samuel y parece proceder de la
tradición profética, pero no tiene relación con la historia siguiente. David
será ungido en Hebrón por el pueblo de Judá, 2 S 2, 4, y luego por los ancianos
de Israel, 2 S 5, 2, y no volverá a ser mencionada la unción referida aquí:
según 17, 27, y a pesar de 16, 13, Eliab la desconoce. Igual que el capítulo 9
para Saúl, este relato sirve de prólogo a la historia de la “ascensión” de
David al trono, que terminará en 2 S 5 con la instalación en Jerusalén del rey
de Judá y de Israel. Esta recopilación de tradiciones, en la que no faltan
duplicados (16, 14-23 y 17, 55 – 18, 5; 187, 6-16 y 19, 8-10; 19, 1-7 y 20, 1-21;
21, 11-16 y 27, 24 y 27; 24 y 26) no es un conjunto desordenado, sino bien estructurado.
El recuerdo de la guerra que opuso a filisteos e israelitas sirve al narrador
para jalonar el relato (17, 1; 19, 8; 23,1; 28,1; 31,1; 2S 5, 25). Cada
episodio es netamente delimitado por movimientos de personajes, y el relato en
conjunto avanza oponiendo el declive de Saúl y la progresión de David, ver 2 S
3, 1 y 5, 10, explicada mediante una fórmula que reaparece a intervalos como un
estribillo: “Yahvé estaba con él” (1 S 16, 28; 17, 37; 18, 12.14.28; 20, 13; 2
S 5, 10). Toda esta historia está escrita para mayor gloria de David.
16 7 (a)
La fórmula de rechazo, aplicada aquí solo a Eliab, da pie para pensar que el
autor se basa en una tradición poco favorable al hermano mayor de David, ver
17, 28.
16 7 (b)
Literalmente “los ojos”.
16 13 Sin
ninguna señal exterior y en conexión inmediata con la unción: el “espíritu de
Yahvé” es aquí la gracia impartida a una persona consagrada.
Salmo
responsorial
Salmo 22
/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
/. El Señor es mi pastor, nada me falta.
El Señor es mi pastor, nada me falta:
en verdes praderas me hace recostar,
me conduce hacia fuentes tranquilas
y repara mis fuerzas. R/.
Me guía por el sendero justo,
por el honor de su nombre.
Aunque camine por cañadas oscuras,
nada temo, porque tú vas conmigo:
tu vara y tu cayado me sosiegan. R/.
Tu bondad y tu misericordia me acompañan
todos los días de mi vida,
y habitaré en la casa del Señor
por años sin término. R/.
Textos
paralelos[3].
Yahvé es mi pastor.
Ez 34,1-2: Me fue dirigida esta palabra del Señor: “Hijo de hombre,
profetiza contra los pastores de Israel.
Jn 10, 11: Yo soy el Buen Pastor. El buen pastor da la vida por las
ovejas.
Me conduce a fuentes tranquilas.
Jn 4, 4-5: Llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del
campo que dio Jacob a José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del
camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Is 40, 31: Pero los que esperan en el Señor / renuevan sus fuerzas, /
echan alas como las águilas, / corren y no se fatigan, / caminan y no se
cansan.
Jr 31, 25: Pues refrescaré las gargantas resecas y saciaré las
gargantas hambrientas.
Pr 4, 11: Te instruiré en el camino de la sabiduría, / te guiaré por la
senda recta.
Sal 115,1: No a nosotros, Señor, no a nosotros / sino a tu nombre da la
glioria, / por tu bondad, por tu lealtad.
Aunque fuese por valle tenebroso.
Is 50, 10: Quien de vosotros teme al Señor / y escucha la voz de su
siervo, / aunque camine en tinieblas, sin ninguna claridad, / que confíe en el
nombre del Señor, / que se apoye en su Dios.
Jb 10, 21-22: Antes de que vaya, para no volver, / al país tenebroso,
de sombras de muertos, / al país lúgubre como la oscuridad, / con sombras de
muertos, sin orden, / donde la luz es pura oscuridad.
Preparas ante mí una mesa.
Ex 16, 15b: Moisés les dijo: “Es el pan que el Señor os da de comer”.
Sal 22, 27: Los desvalidos comerán hasta saciarse, / alabarán al Señor
los que lo buscan. / ¡Viva su corazón por siempre!
Mi copa rebosa.
Sal 16, 5: El Señor es el lote de mi heredad y mi copa, / mi suerte
está en tu mano.
Sal 63, 6: Me saciaré como de enjundia y de manteca, / y mis labios te
alabarán jubilosos.
Habitaré en la casa de Yahvé.
Sal 27, 4: Una cosa pido al Señor, / eso buscaré: / habitar en la casa
del Señor / por los días de mi vida; / gozar de la dulzura del Señor, / contemplando su templo.
Notas
exegéticas[4].
23 La
solicitud divina por los justos, descrita bajo la doble imagen del pastor y del
huésped que ofrece el banquete mesiánico. Este salmo se aplica tradicionalmente
a la vida sacramental, especialmente al bautismo y la eucaristía.
23 4 “pues
tu vienes”: adicción probable par armonizar con 1 Sam 22 23 y subrayar la
alusión al gesto davídico. El texto primitivo sería: “Cerca de mí, tu vara, tu
cayado están ahí”.
23 5 Conforme
a la costumbre de la hospitalidad oriental, Sal 92, 11; 192, 2; Qo 9, 8; Am 5,
5; Lc 7, 46.
23 6 “y habitaré”
versiones: “volveré a” hebr. (simple corrección vocálica.
Segunda
lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo
a los Efesios 5, 8-14.
Hermanos:
Antes erais tinieblas, pero ahora, sois
luz por el señor. Vivid como hijos de la luz, pues toda bondad, justicia y
verdad son fruto de la luz. Buscad lo que agrada al Señor, sin tomar parte en
las obras estériles de las tinieblas, sino más bien denunciadlas. Pues da
vergüenza decir las cosas que ellos hacen a ocultas. Pero, al denunciarlas, la
luz las pone al descubierto, y todo lo descubierto es luz. Por eso dice: “Despierta
tú que duermes, levántate de entre los muertos, y Cristo te iluminará.
Palabra de Dios.
Textos
paralelos[5].
Porque en otro tiempo fuisteis tinieblas.
Ef 4,
18: Con la razón a oscura y alejados de la vida de Dios; por la ignorancia y la
dureza de su corazón.
Jn 8,
12: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue no camina en tinieblas, sino que
tendrá la luz de la vida.
Col 1,
12-13: Dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la
herencia del pueblo santo en la luz. Él nos ha sacado del dominio de las
tinieblas, / y nos ha trasladado / al reino del Hijo de su amor.
2 Co
4, 6: Pues el Dios que dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas ha
brillado en nuestros corazones, para que resplandezca el conocimiento de la
gloria de Dios reflejada en el rostro de Cristo.
Ef 6,
14: Estad firmes; ceñid la cintura con la verdad, y revestid la coraza de la
justicia.
1 Ts
5, 4-5: Pero vosotros, hermanos, no vivís en tinieblas, de forma que ese día os
sorprenda como un ladrón; porque todos sois hijos de la luz e hijos del día; no
somos de la noche ni de las tinieblas.
Examinad
que es lo que le agrada a Dios.
Rm 12,
2: Y no os amoldéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la
mente, para que sepáis discernir cuál es la voluntad de Dios, qué es lo bueno,
lo que le agrada, lo perfecto.
Col 3,
10: Y os habéis revestido de la nueva condición que, mediante el conocimiento,
se va renovando a imagen de su creador.
Pero,
al ser denunciadas, salen a la luz.
Jn 3,
20-21: Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz,
para no verse acusado por sus obras. En cambio, el que obra la verdad se acerca
a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios.
Notas exegéticas[6]:
5
8 El pasaje
reagrupa las imágenes tradicionales de la catequesis bautismal. Ya se ha visto
el tema del revestimiento (4, 22-24) y el de la imitación de Dios (5, 1). El
contraste tinieblas/luz es característico de los textos de Qumrán y del
cristianismo primitivo (St 1, 17-18; 1 Pe 2, 9; 1 Jn 1, 5-7). Las exhortaciones
positivas se ven interrumpidas por “listas de vicios” que provienen igualmente
de la enseñanza habitual y que se encuentran en la literatura judía.
5
14 (a) Hablar
con complacencia de tales torpezas, dejándolas en su sospechosa oscuridad, no
estaría bien, v. 3; pero sacarlas a la luz pública para corregirlas es obra
buena. La luz que así se produce expulsa las tinieblas, porque es la luz de
Cristo (final del v.).
5
14 (b) Esta
cita parece tomada de algún himno cristiano primitivo; un caso semejante en 1 Tm
3, 16. Sobre la fe bautismal concebida como iluminación, ver Hb 6, 4;; 10, 32
(ver Rm 6, 4).
Evangelio.
X Lectura
del santo evangelio según san Juan 9, 1-41
En aquel tiempo, al pasar, vio Jesús a un
hombre ciego de nacimiento. Y sus discípulos le preguntaron:
-Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres,
para que naciera ciego?
Jesús contestó:
-Ni este pecó ni sus padres, sino para que
se manifiesten en él las obras de Dios. Mientras es de día tengo que hacer las
obras del que me ha enviado; viene la noche y nadie podrá hacerlas. Mientras
estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Dicho esto, escupió en tierra, hizo barro
con la saliva, se lo untó en los ojos al cielo y le dijo:
-Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que
significa Enviado).
Él fue, se lavó, y volvió con vista. Y los
vecinos y los que antes solían verlo pedir limosna preguntaban:
-¿No es ese el que se sentaba a pedir?
Unos decían:
-El mismo.
Otros decían:
-No es él, pero se le parece.
Él respondía:
-Soy yo.
Y le preguntaban:
-¿Y como se te han abierto los ojos?
Él contestó:
-Ese hombre que se llama Jesús hizo
barro, me lo untó en los ojos y me dijo que fuese a Siloé y que me lavase.
Entonces fui, me lavé, y empecé a ver.
Le preguntaron:
-¿Dónde está él?
Contestó:
-No lo se.
Llevaron ante los fariseos al que había
sido ciego. Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos. También
los fariseos le preguntaban cómo había adquirido la vista. Él le contestó:
-Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.
Algunos de los fariseos comentaban:
-Este hombre no viene de Dios, porque no
guarda el sábado.
Otros replicaban:
-¿Cómo puede un pecador hacer semejantes
signos?
Estaban divididos. Y volvieron a
preguntarle al ciego:
-Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto
los ojos?
Él contestó:
-¿Qué es un profeta?
Pero los judíos no se creyeron que aquel
había sido ciego y que había comenzado a ver, hasta que llamaron a sus padres y
le preguntaron:
-¿Es este vuestro hijo, de quien decís
vosotros que nació ciego? ¿Cómo es que ahora ve?
Sus padres contestaron:
-Sabemos que este es nuestro hijo y que nació
ciego, pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quien le ha abierto los ojos,
nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede
explicarse.
Sus padres respondieron así porque tenían
miedo a los judíos; porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga
a quien reconociera a Jesús por Mesías. Por eso sus padres dijeron: “Ya es
mayor, preguntádselo a él”.
Llamaron por segunda vez al hombre que
había sido ciego y le dijeron:
-Da gloria a dios: nosotros sabemos que
ese hombre es un pecador.
Contestó él:
-Si es un pecador, no lo sé; solo sé que
yo era ciego y ahora veo.
Le preguntaron de nuevo:
-¿Qué te hizo, cómo te abrió los ojos?
Le constó:
-Os lo he dicho ya, y no me habéis hecho
caso; ¿para qué queréis oírlo otra vez?; ¿también vosotros queréis haceros
discípulos suyos?
Ellos lo llenaron de improperios y le dijeron:
-Discípulo de ese lo serás tú; nosotros
somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que a Moisés le habló Dios, pero
ese no sabemos de dónde viene.
Replicó él:
-Pues eso es lo raro: que vosotros no
sabéis de dónde viene y, sin embargo, me ha abierto los ojos. Sabemos que Dios
no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se
oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no
viniera de Dios, no tendría ningún poder.
Le replicaron:
-Has nacido completamente empecatado, ¿y
nos vas a dar lecciones a nosotros?
Y lo expulsaron. Oyó Jesús que lo habían
expulsado, lo encontró y le dijo:
-¿Crees tú en el Hijo del hombre?
Él le contestó:
-¿Y quién es, para que crea en él?
Jesús el dijo:
-Lo estás viendo: el que te está hablando
ese es.
Él dijo:
-Creo, Señor.
Y se postró ante él.
Dijo Jesús:
-Para un juicio he venido yo a este
mundo: para que los que no ven, vean, y los que ven, se queden ciegos.
Los fariseos que estaban con él oyeron
esto y le preguntaron:
-¿También nosotros estamos ciegos?
Jesús les contestó:
-Si estuvierais ciegos, no tendríais
pecado; pero como decís “vemos”, vuestro pecado permanece.
Textos
paralelos[7].
Rabí,
¿quién pecó,…?
Jn 5,
14: Más tarde lo encuentra Jesús en el templo y le dice: “Mira, has quedado
sano; no peques más, no sea que te ocurra algo peor”.
Lc 13,
2: Jesús respondió: “¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los
demás galileos porque han padecido todo esto?
Se
manifiesten en él las obras de Dios.
Jn 5, 36:
Pero él testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan: las obras que el Padre
me ha concedido llevar a cabo, esas obras que hago dan testimonio de mí: que el
Padre me ha enviado.
Mientras
es de día tenemos que trabajar.
Jn 11,
9-10: Jesús contestó: “¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no
tropieza, porque ve la luz del mundo; pero si camina de noche tropieza, porque
la luz no está en él.
Jn 12,
35-36: Jesús les contestó: “Todavía os queda un poco de luz; caminad mientras tenéis
luz, antes de que os sorprendan las tinieblas. El que camina en tinieblas no
sabe a donde va; mientras hay luz, creed en la luz, para que seáis hijos de la
luz”. Esto dijo Jesús y se fue y se escondió de ellos.
Jn 4,
34: Jesús les dice: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar
a término su obra”.
Mientras
estoy en el mundo, soy la luz del mundo.
Jn 8,
12: Jesús les habló de nuevo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Vete
a lavarte en la piscina de Siloé.
Is 8,
6: Este pueblo desprecia las aguas de Siloé que corren mansas, y desfallece
ante Rasín y el hijo de Romelías.
Era
sábado el día en que Jesús hizo barro.
Mt 12,
10: Había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Entonces preguntaron a
Jesús para poder acusarlo: “¿Esta permitido curar en sábado?”
Lc 13,
16: Y esta, que es hija de Abrahán, y que Satanás ha tenido atada dieciocho
años, ¿no era necesario soltarla de tal ligadura en día de sábado?
Jn 14,
20: Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre, y vosotros en mí y yo en vosotros.
¿Cómo
puede un pecador realizar semejantes signos?
Jn 3,
2: Este fue a ver a Jesús de noche y le dijo: “Rabí, sabemos que has venido de
parte de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú haces
si Dios no está con él”.
Que
es un profeta.
Mt 16,
14: Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas”.
Por
miedo a los judíos.
Jn 7,
13: Pero nadie hablaba de él en público por miedo a los judíos.
Jn 16,
2: Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el
que os dé muerte pensará que da culto a Dios.
Llamaron
por segunda vez al hombre.
Jr 13,
16: Honrad al Señor, vuestro Dios / antes de que se echen las sombras, / antes
de que tropiecen vuestros pies / por los montes apenas sin luz; / antes de que
la luz que esperáis / se convierta en sombras mortales, / se transforme en
lóbregas tinieblas.
Sabemos
que Dios no presta atención a los pecadores.
Is 1,
15: Cuando extendéis las manos / me cubro los ojos; / aunque multipliquéis las
plegarias, / no os escucharé. / Vuestras manos están llenas de sangre.
Pr 15,
29: El Señor está lejos de los malvados / y escucha la oración de los honrados.
Has
nacido todo entero en pecado.
Jn 7,
49: Esta gente que no entiende de la ley son unos malditos.
¿Tú
crees en el Hijo del hombre?
Mt 8,
20: Jesús respondió: “Las zorras tienen madrigueras y los pájaros nidos, pero
el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza”.
¿Quién
es, Señor, para que crea en él?
Jn 9,
4: Mientras es de día tengo que hacer las obras del que me ha enviado: viene la
noche y nadie podrá hacerlas.
Jn 4,
26: Jesús le dice: “Soy yo, el que habla contigo”.
Es
el que está hablando contigo.
Jn 8,
12: Jesús les habló de nuevo diciendo: “Yo soy la luz del mundo; el que me
sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”.
Para
un juicio he venido.
Jn 1,
1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo
era Dios.
Mt 13,
13: Por eso les hablo en parábolas, porque miran sin ver y escuchan sin oír ni
entender.
Jesús
les respondió.
Mt 18,
14: Igualmente, no es voluntad de vuestro Padre, que está en el cielo que
pierda ni uno de estos pequeños.
Si
fuerais ciegos.
Jn 3,
36: El que cree en el Hijo posee la vida eterna; el que no crea al Hijo no verá
la vida, sino que la ira de Dios pesa sobre él.
Jn 12,
48: El que me rechaza y no acepta mis palabras tiene quien lo juzgue: la
palabra que yo he pronunciado, esa lo juzgará en el último día.
Vuestro
pecado sigue en vosotros.
Ez 34m
2: Hijo de hombre, profetiza contra los pastores de Israel y dices: “¡Pastores!,
esto dice el Señor: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos!
¿No deben los pastores apacentar las ovejas?”.
Jr 23,
1-3: ¡Ay de los pastores que dispersan y dejan que se pierdan las ovejas de mi
rebaño! – oráculo del Señor –. Por tanto, esto dice el Señor, Dios de Israel a
los pastores que pastorean a mi pueblo: “Vosotros dispersasteis mis ovejas y
las dejasteis ir sin preocuparos de ellas. Así que voy a pediros cuenta por la
maldad de vuestras acciones – oráculo del Señor –. Yo mismo reuniré el resto de
mis ovejas de todos los países adonde las expulsé y las volveré a traer a sus
deesas para que crezcan y se multipliquen.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
9
2 Según una
concepción muy difundida en el mundo antiguo, había una estrecha relación entre
el pecado y las dolencias físicas (Ex 9, 1-12; Sal 38, 2-6; Ez 18, 20). En el
caso de males de nacimiento, algunos rabinos atribuían la culpa a los padres,
otros al propio niño durante la gestación.
9
3 Jesús rechaza
las teorías corrientes sin preocuparse por proponer otra nueva. Constata sin más
el hecho de la dolencia y actúa para asegurar al hombre su plena integridad
física. Realiza además un signo (ver 2, 11) que manifestará a los hombres su origen
divino y les invitará a recibir la verdadera luz. El paso de la ceguera a la
visión simboliza el paso de la incredulidad y la muerte a la fe y a la vida. En
este sentido, el ciego (único ciego de nacimiento del NT) podrá ser considerado
prototipo de los que acceden a la fe.
9
4 (a) Var. “Tengo”.
Pero el plural está bien atestiguado y parece indicar que la comunidad
cristiana consideraba su actividad como una prolongación de la de Cristo. Ver Jn
14, 10-11.
9
4 (b) La vida
de Jesús es como un día de trabajo, Jn 5, 17, que concluye con la noche de la
muerte. Ver Lc 13, 32; 9, 5. Esta declaración da por anticipado el sentido del
milagro, ver 9, 37.
9
6 En la antigüedad
se creía que la saliva tenía propiedades curativas. Jesús utiliza un gesto
conocido y le transmite una nueva eficacia (ver Mc 7, 33; 8, 23).
9
7 El túnel de
Ezequías estaba ya olvidado (ver 2 Re 20, 20) y Siloé era considerada una
fuente milagrosamente enviada. Se sacaba agua de ella en la Fiesta de las
Tiendas, ver Jn 7, 38. Para Jn Jesús es el enviado del Padre.
9
14 Trabajo
prohibido en sábado.
9 17
Ver Jn 4, 19. Primera
etapa de la interpretación del signo: Jesús es reconocido como un hombre de
Dios, dotado de un poder que sobrepasa las posibilidades humanas (Lc 24, 19).
9
18 Var.: “que aquel
hombre hubiera sido ciego y hubiera recobrado la vista”.
9
21 Om.: “Preguntadle”.
9
22 En la época
de Jesús, el judaísmo disponía de medidas para marginar a determinados
delincuentes. Pero fue a finales del s. I cuando apareció una auténtica
excomunión de los cristianos. Es probable que Jn haya proyectado en el pasado
una medida reciente (ver 12, 42; 16, 2)(, que posiblemente algunos de sus
lectores habían padecido ya.
9
24 Fórmula bíblica
para conjurar a alguien a que diga la verdad y repare una ofensa hecha a la
majestad divina, ver Jos 7, 19; 1 S 6, 5.
9
29 Ver 6, 42;
7, 27.42.52. La importancia que alcanzó la Ley en el judaísmo contribuyó al
crecimiento ilimitado de la estima por Moisés como legislador. Los fariseos tendían
a considerarlo el maestro doctrinal por excelencia. En la medida en que Jesús
aparece como portavoz de la revelación total y definitiva, debía ser
necesariamente comparado con Moisés (ver 6, 32).
9
31 (a) Una
verdad común (Is 1, 15; Sal 66, 18; 109, 7; Pr 15, 29; Jb 27, 9; 35, 13; Jn 15,
23-27; 1 Jn 3, 21-22).
9
31 (b) Jn
asocia la característica griega de la piedad y el ideal bíblico, que insistía
más en la obediencia a Dios.
9
32 El milagro
del ciego de nacimiento es probablemente para los evangelios el símbolo del
bautismo, nuevo nacimiento por el agua y el Espíritu, 3, 3-7. Las analogías
entre 3, 1-21 y 9 son muchas.
9
33 Nueva etapa
del itinerario de la fe: el que fuera ciego, que había reconocido a Jesús como
profeta (9, 17) declara que hasta el momento nadie en Israel había sido un
hombre de Dios como él. Se han superado los viejos títulos.
9
35 Última etapa
del itinerario: el hombre curado ha ido hasta el final de su testimonio y ha
sufrido persecución, prefigurando así la situación que vivió la Iglesia de Juan
(ver 15, 1-16, 4). Jesús va a su encuentro y se le revela como Hijo del hombre,
es decir, el que viene a reunir a las personas y a elevarlas a la participación
de la vida de Dios (1, 51; 3, 14-15; 6, 62-63).
9
38 Om. de todo
el v. 38 y del comienzo del v. 39.
9
39 Los presuntuosos,
que se fían de sus propias luces, ver vv. 24-29.34, en contraposición a los
humildes, cuyo tipo es el ciego. Ver Dt 29, 3; Is 5, 9s; Jr 5, 21; Ez 12,2.
9 41
Si hubiesen
sido ciegos a la manera del que ha sido curado, estarían sin pecado; pero
quienes se apoyan de forma autosuficiente en lo que tienen no otorgarán su fe a
Jesús, único que puede arrancarles del pecado (ver. 3, 36).
Notas
exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[9]:
9 La curación del ciego es un
milagro-signo revelador, típico de la estructura interna del 4º Evangelio:
Jesús se revela con palabras y con hechos que los confirman en este caso, la
revelación es: “Yo soy la luz del mundo” (v. 5; 8, 12). Yo soy “la Vida que es
la luz de los hombres” (1, 14).
2 La pregunta de los discípulos
parte de la creencia en una unión causal estrecha entre pecado y enfermedad física.
3 Jesús distingue el pecado, del
mal físico; la salvación incluye necesariamente la purificación del pecado //
Si damos a la partícula griega hina con subjuntivo, valor de imperativo,
podemos traducir: ni pecó este ni sus padres, pero ¡dejad que se manifieste
en él…” // Las obras maravillosas (las señales, las pruebas: v. 16) de Dios
en favor de Jesús.
5 Soy luz: cf. 8, 12.
6 Todo el capítulo describe, por
una parte, el itinerario hacia la fe (el cieglo llega a ver v. 38); y por otra,
el itinerario inverso, el del endurecimiento (los fariseos acaban siendo más
ciegos que al principio: v. 41). El primer paso para la fe resulta paradójico:
cegar más; pero es que “la fe, cegando la luz (san Juan de la Cruz). Con
palabras de otro de nuestros clásicos: “Pudiendo con su sola palabra curarle,
tomó lodo y púsoselo en los ojos, haciendo colirio del que parecía estorbo.
Cogió tierra y amasóla con su saliva, con que la convirtió en un terrón del
cielo. y fue remedio la que ya fuera daño…. Abrióle los ojos cuando parecía se
los tapiaba” (B. Gracián). Es verdad que los antiguos atribuían poder curativo
a la saliva (cf. Mc 7, 33); y que recientemente ha sido identificado en la
saliva humano un analgésico natural (la opiorfina), más eficaz que la morfina;
pero ni en el gesto de aplicar la saliva a los ojos del ciego, ni en el de
lavarse en el estanque, hay relación de causa a efecto; ese milagro tenía una
significación sacramental más profunda (bautismo, Eucaristía, etc.).
7 El estanque de Siloé: en la parte sur de la ciudad
recogía el agua de la fuente de Guijón a través de un célebre canal subtenerráneo,
excavado en la roca en tiempo del rey Ezequías (s. VIII-VII a.C.). // Enviado:
el Enviado, como en hebreo (cf. Lc 13,4), deja más en relieve el simbolismo:
Jesús es el enviado del Padre (cf. 7, 28ss.),.
10
Se te
curaron los ojos:
lit. se abrieron de ti los ojos; el mismo giro se usa en los vs. 11 (“untó
de mí los ojos”), 17.21.26.30.32. “Abrir los ojos” es un semitismo; significa dar
vista, devolver la vista.
22
De la
sinagoga como
institución; o de las sinagogas como asambleas o sitios de reunión. El
verdadero problema no era que Jesús no guardara el sábado, sino que los judíos
ya estaban predispuestos en contra de él.
24-34
Influjo de la
voluntad en la fe y en la negativa a creer. Se acaba insultando al ciego
vidente, que, con ironía popular, da una lección a sus jueces malintencionados.
27
Ese también nos está diciendo que en su
corazón el ciego ya era discípulo de Jesús.
31
No escucha,
escucha: el
vocablo griego puede traducirse escuchar y obedecer (cf. 3, 29). Apophthegmata
Patrum (s.VI) recoge esta sentencia del abad de Miós de Beléi: “Obediencia
por obediencia; si uno obedece a Dios, Dios le obedece a él”.
32
Desde que el
mundo es mundo:
lit. desde la eternidad, desde el “eón”, desde el siglo.
34
Respondieron
así: cf. Mt 3,
15. // Mientras que Jesús había afirmado que no se trataba de pecado personal
del ciego (v. 3), la actitud orgullosa de los fariseos hace que se erijan en
jueces absolutos y lo condenen como pecador. // Tú… empecatado: lit. en
pecados tú naciste todo.
35-38
Jesús acoge al
rechazado por Israel y hace que su conocimiento de fe crezca hasta la
plena luz; su itinerario espiritual fue: desde pensar que Jesús es un
cualquiera (v.11), a reconocer que es un profeta (v. 17), aceptar
luego que es santo (v. 25) y enviado de Dios (v. 33); hasta,
finalmente, confesar y adorar al Hijo del Hombre como Señor y Dios (v.
38).
39
Aquí está la
clave de para qué el ciego llega a la luz mientras que los judíos se vuelven
ciegos. // Para… una decisión a favor o en contra de mí; para que los
hombres hagan un discernimiento y una elección. Otros entienden: para un
juicio, e.d., para llevar a cabo un designio divino; o para una
sentencia (suponiendo que sean sinónimos los vocablos griegos kríma y
krísis.
41
“Si fuerais
ciegos de la
vista natural, como lo era ese hombre,…; pero tenéis otra ceguera peor, y no
dejáis que os la cure. // Vuestro pecado es la incredulidad (cf. 1,29)
// A manera de inclusión con el v. 2, el relato acaba dramáticamente. Jn 3,
19-21 explica ese juicio condenatorio: “La condena se basa en esto: la luz ha
venido al mundo, pero los hombres amaron más la oscuridad que la luz”. Ante
nuestra posibilidad de pecar contra la luz, se comprende la exclamación de
santa Teresa: “¡Dadnos, Señor, luz! Mirad que es más menester lo que era al
ciego de nacimiento, que este deseaba ver la luz y no òdía; ahora, Señor, no se
quiere ver. ¡Oh, que mal tan incurable!
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
9,1-41
El hombre ciego
creyó en Cristo a pesar de que no podía verlo, y sus ojos se abrieron. Anque
los fariseos presenciaron la curación, estaban cegados por su enferma voluntad
hacia Cristo y sus enseñanzas. La ceguera espiritual puede resultar a menudo de
dudas voluntarias o involuntarias, y puede ser un grave pecado si se cultiva a
propósito. Cat. 1850, 1852, 1855, 1856-1859.
9,2
Cristo rechazó
la idea de que la ceguera del hombre había sido causada necesariamente por sus
propios pecados o por los de sus padres. La idea de que la enfermedad era
resultado del pecado era una concepción errónea habitual. A pesar de que toda
enfermedad y muerte tienen sus últimas raíces en nuestra naturaleza débil
causada por el pecado original y a veces por los pecados actuales. Dios permite
las enfermedades físicas y otros tipos de sufrimiento como medios de purificación
y como una oportunidad para unirse más a Cristo y a su cruz. En este caso en
particular, la desgracia del hombre ciego resultó ser una oportunidad para que
Cristo revelase la gloria de Dios. Cat. 1500-1502.
9,6
A menudo,
Cristo utilizaba gestos y cosas extraordinarias para obrar milagros que tenían
un significado espiritual. Los sacramentos son signos eficaces (que utilizan
materia, forma y ministerio) para conferir la sangre de Cristo, que llevan al
alimento sobrenatural. Cat. 1151, 1504.
9,7
En el sacramento
del bautismo se lavan nuestros pecados. El rito del bautismo tiene muchas
referencias a las cualidades vivificantes del agua. Cat. 985, 2813.
9,11
Como vimos
anteriormente en la historia de la mujer samaritana en el pozo (Jn 4, 7-42),,
el lenguaje del hombre ciego refleja su fe creciente y su comprensión de la
identidad de Cristo. Aquí, se refiere a Cristo como un hombre; y según avanza
la narración se refiere a él como un profeta, como venido de Dios y finalmente
como Señor. Cat. 202, 455, 2665.
9,22
Tenían miedo
a los judíos:
cf. Jn 7, 11-13. Excluir de la sinagoga: este es el equivalente judío de
la excomunión. Cat. 575, 596.
9.24
Da gloria a
Dios: se trata de
una fórmula para obligar a confesar la verdad (Jos 7, 29). Usar el nombre de
Dios en vano, o por razón trivial, es un grave pecado contra el segundo
mandamiento. Cat. 2149-2155.
9,34
La Iglesia
enseña que (con la única excepción de María) toda persona humana es concebida
con el pecado original como consecuencia del pecado de Adán. Esto no es lo
mismo que el pecado actual o personal deliberado. Tanto el pecado original como
los pecados actuales son perdonados en el sacramento del bautismo. Cat 397-408,
1263.
9,38
Cristo, luz del
mundo, no solamente abrió los ojos del hombre, sino que también iluminó su
corazón y su mente para que pudiera hacer una profesión de fe sincera de la
divinidad de Cristo, demostrando así cómo el sufrimiento y la curación pueden
conducir a la conversión. Cat 1501, 1505.
9,41
Cristo
describió intencionadamente la diferencia entre el hombre ciego y los fariseos.
A Aquellos que buscan humildemente la verdad se les da la luz de la verdad,
pero aquellos orgullosos que no ven necesidad de arrepentirse se ciegan a la
verdad. Cat 588.
San Agustín. Sermón
136, 1-3[11].
Aunque
bien mirado, también nosotros nacimos ciegos. ¿Quién no ha nacido ciego, en
verdad? Ciego de corazón. El Señor que había hecho ambas cosas, los ojos y el
corazón, curó igualmente las dos.
El
ciego de corazón se le acercó, lo escuchó, lo creyó, lo adoró; lavó su rostro y
vio.
Juan de Ávila.
Esta fuente de Siloé corría quedito, mansita.
¿No os contenta esto? Yo os hartaré de ruido, dice Dios; yo os traeré aguas que
corran con impetu; yo os traeré al rey de los asirios con todo su aparato y
pompa. Dicen los santos doctores que estas aguas son las palabras de
Jesucristo, llanas, sin pompa, sin retórica; corren sin ruido a los corazones,
tienen más existencia que apariencia, enternecen los corazones, remedian y
curan las llagas, hartan nuestras ánimas; pan de casa, que, aunque parece
moreno y feo, es de mucha sustancia.
Por
reverencia de Dios, poned lodo sobre vuestra ceguedad; conoce quien sois, que
eso quiere decir. Descubrid vuestras llagas a Cristo y llegaos a Él conociéndolas.
Pensad que todo el bien os ha de venir del Sacramento, y no de vosotros; pensad
que de allí os ha de venir la vista para vuestra ceguedad, el alegría para
vuestras tristezas, la misericordia para vuestras miserias. Y desconfía entre
tanto de vuestras fuerzas y confía de Jesucristo; porque el que pensare que de
otra parte le viene el bien, sino del Sacramento, loco es y soberbio. Dice san
Bernardo: “Comulga, ¡aba!, que con Cristo vienen todos los bienes.
Comentarios
patrísticos[12]:
San
Agustín. Tratados sobre el Ev. de Juan, 44, 5-6.
¿Cómo
será esta noche en la cual, cuando viniere, nadie podrá trabajar? Conociendo lo
que es el día, conocerás también la noche. ¿Quién nos dirá lo que es el día? Él
mismo: “Mientras estoy en el mundo, yo soy la luz del mundo”. El mismo es el
día… El día este, que va de sol a sol, es de pocas horas; pero el día de la
presencia de Cristo dura hasta la consumación de los siglos.
San
Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 57, 1.
¿Por
qué recurrió a la saliva, en vez de al agua, para formar el barro? Habría
enviado entonces al ciego a la piscina de Siloé. Escupió en la tierra para que
no atribuyeran un poder milagroso al agua de aquella piscina y para que tú
entiendas que fue de su boca de donde salió la misteriosa energía que regeneró
los ojos del ciego y los abrió.
San
Ambrosio. Cartas, 9, 67, 4-6.
Vete
también tú a Siloé, es decir, a quien ha sido enviado por el Padre, como está
escrito: “Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me ha enviado”. Deja que Cristo
te lave, para que puedas ver. Acércate al bautismo, pues ya es el tiempo
oportuno; ven con rapidez, para que también tú puedas decir: “Fui, me lavé y
comencé a ver”; para que puedas decir como aquel que, después de recobrar la
vista, dijo: “La noche ha pasado y se acerca el día” (Rm 13,12).
S.
Efrén de Nisibi. Comentario al Diatessaron, 16, 30.
Este
ciego fue una ocasión propicia para nuestro Señor: gracias a él ganó a
numerosos ciegos a quienes curó la ceguera del corazón.
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[8] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid.
2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios
del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de
www.vatican.va
[11] Pío de Luis, OSA. Comentarios
de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción.
Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
[12] Merino Rodríguez, M. La
Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento 1ª. Evangelio
según san Mateo (1-13) . Ciudad Nueva. Madrid. 2004.
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