sábado, 14 de marzo de 2020

Domingo III T. Cuaresma. 15 de marzo de 2020.


Primera lectura.
Lectura del libro del Éxodo 17, 3-7.
En aquellos días, el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo:
-¿Por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados?
Clamó Moisés al Señor y dijo:
-¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean.
Respondió el Señor a Moisés:
-Pasa al frente del pueblo y toma contigo a algunos de los ancianos de Israel; empuña el bastón con el que golpeaste el Nilo y marcha. Yo estaré allí ante ti, junto a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo.
Moisés lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: “¿Está el Señor entre nosotros o no?
Palabra de Dios.

Textos paralelos[1].
 ¿Qué puedo hacer con este pueblo?
Nm 14,10: Pero la comunidad entera hablaba de apedrearlos, cuando la gloria del Señor apareció en la Tienda del Encuentro ante todos los hijos de Israel.
Yo estaré allí, junto a la roca del Horeb.
Nm 20, 10ss: Moisés y Aarón reunieron la asamblea delante de la roca; Moisés les dijo: “Escuchad rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?
Llamó a aquel lugar Masá y Meribá.
Nm 20, 24: Qué se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la tierra que voy a dar a los hijos de Israel, porque os rebelasteis contra mi voluntad en la fuente de Meribá.
Dt 6, 16: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, como lo habéis tentado en Masá.
Dt 9, 22: En Taberá, en Masá y en Quibrot Atabá provocasteis también al Señor.
Dt 32,51: [Dios comunica a Moisés su muerte y por tanto le priva de entrar en la Tierra Prometida]. Por haberme sido infieles en medio de los hijos de Israel, en la fuente de Meribá, en Cadés, en el desierto de Sin, y por no haber reconocido mi santidad en medio de los hijos de Israel.
Dt 33, 8: Y para Leví dijo: / “Tus urim y tus tumim para el varón leal, / a quien pusiste a prueba en Masá, / desafiaste en las aguas de Meribá”.
Sal 95, 8: No endurezcáis el corazón como en Meribá, / como el día de Masá en el desierto.
Sal 106, 32: Lo irritaron junto a las aguas de Meribá, / Moisés tuvo que sufrir por culpa de ellos.
Notas exegéticas[2].
17 Un milagro análogo es narrado en Nm 20, 1-13 que lo sitúa en la región de Cadés. Aquí es localizado en Refidín, la última etapa antes del Sinaí. Si prescindimos de la noticia de la partida y de la acampada, y la que es de tradición sacerdotal, el relato parece combinar elementos de las tradiciones yahvista y elohísta. Nos encontramos otra vez con el tema de las murmuraciones en el desierto.
17 5 El cayado de Moisés es el emblema del poder divino (4, 17), que opera por medio de él para liberar a Israel (plagas de Egipto 7, 17; 9, 23; 10, 1: paso del mar 14, 16). Es la fuerza misma de Yahvé, que aquí permite a Israel apagar la sed (v. 5).
17 6 “del Horeb” parece ser una glosa del lector. Algunos rabinos suponían que la roca había seguido a los israelitas en sus peregrinaciones. Ver 1 Co 10, 4. Respecto de la designación del mismo Dios como “Roca”, ver Sal 18, 3s.
17 7 Massá: tentación. Meribá: querella.

Salmo responsorial
Salmo 94

R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
“No endurezcáis vuestro corazón”.

Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores a la Roca que nos salva;
entremos a su presencia dándole gracias,
aclamándolo con cantos. R/.

Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro.
Porque él es nuestro Dios,
y nosotros su pueblo,
el rebaño que el guía. R/.

Ojalá escuchéis su voz:
“No endurezcáis el corazón como en Meribá,
como el día de Masá en el desierto;
cuando vuestros padres me pusieron a prueba
y me tentaron, aunque habían visto mis obras. R/.

  
Textos paralelos[3].
 Venid, cantemos gozosos a Yahvé.
Dt 32, 15: Como Jacob hasta saciarse, / engordó Jerusún y respingó / -estabas gordo, cebado y orondo - / y rechazó a Dios, su creador, / despreció a su Roca salvadora.
Porque Él es nuestro Dios.
Sal 100, 3: Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su pueblo y ovejas de su rebaño.
Sal 23, 1: El Señor es mi pastor, nada me falta.
Sal 80, 2: Pastor de Israel, escucha, / tú que guías a José como a un rebaño; / tú que te sientas sobre querubines, resplandece.
¡Ojalá escuchéis hoy su voz!
Ex 19, 5: Ahora, pues si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra.
Hb 3, 7-11: Por eso dice el Espíritu Santo: Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones, como cuando la rebelión, en el día de la prueba en el desierto.
Sal 81, 9: Escucha pueblo mío, doy testimonio contra ti: ¡ojalá me escuchases, Israel!
Ex 17, 7: Llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: “¿Está el Señor entre nosotros o no?”.
Nm 20, 13: Esta es la Fuente de Meribá,, donde los hijos de Israel disputaron con el Señor y él les mostró su santidad.
Dt 6, 16: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, como lo habéis tentado en Masá.
Sal 78, 8: Para que no imiten a sus padres, / generación rebelde y pertinaz; / generación de corazón inconstante, / de espíritu infiel a Dios.
Dt 32, 5:  Hijos degenerados se portaron mal con él, / generación malvada y pervertida.
Jb 21, 14: Y eso que decían a Dios: “¡Déjanos en paz”, / no nos interesa para nada / conocer tus caminos.
Sal 132, 8: Levántate, Señor, ven a tu mansión, / ven con el arca de tu poder.
Sal 132, 14: Esta es mi mansión para siempre, / aquí viviré, porque la deseo.
Nm 14, 30: No entraréis en la tierra en la que juré estableceros. Solo exceptúo a José, hijo de Nun y a Caleb, hijo de Jefuné.
Nm 14, 34: Según el número de los días que empleasteis en explorar la tierra, cuarenta días, cargaréis con vuestra culpa cuarenta años, un año por cada día. Para que sepáis lo que es desobedecerme.
Dt 12, 9: Porque todavía no habéis entrado en el lugar de descanso,, en la heredad que el Señor, tu Dios, te da.
  
Notas exegéticas[4].
95 Himno procesional, recitado quizá en la fiesta de las Tiendas, ver Dt 31, 11.
95 1 Alusión repetida en el v.8 a la roca de donde brotó el agua en el desierto. Ex 17, 1ss. o a la roca sobre la que se hallaba edificado el Templo, 2 S 24, 18.
95 8 Meribá significa “dispita” y Masá “tentación”.

Segunda lectura.
Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8
Hermanos:
Habiendo sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo murió por los impíos, ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[5].
 Acceso a esta gracia, en la que nos hallamos.
Rm 3, 23: Ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios.
Rm 3, 27: Y ahora, ¿dónde está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de que ley? ¿De la ley de las obras? No, sino en virtud de la ley de la fe.
Por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Rm  8, 14-16: Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido un espíritu de esclavitud, para rescatar en el temor, sino que habéis recibido un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: “¡Abba, Padre!”. Ese mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y, si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo; de modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él.
Ga 4, 4-6: Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Ga 3, 26: Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
1 Pe 3, 18: Porque también Cristo sufrió con su pasión, de una vez para siempre, por nuestros pecados, el justo por los injustos, para conducirnos a Dios. Muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu.
La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros.
8, 32: El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por vosotros, ¿cómo no nos dará todo en él?

Notas exegéticas[6]:
5 Tema de la segunda parte 4-8: el cristiano justificado, ver 1-4, halla en el amor de Dios y el don del Espíritu la garantía de su salvación. Los vv. 1-11, introducción de la sección Rm 5-8, se orientan al futuro, mientras que los vv. 12-21 se vuelven al pasado para subrayar en contraposición a la figura de Adán, el papel único de Cristo, por quien toda gracia nos ha sido dada en plenitud.
5 1 Var: “estemos”. Esta lectura se aviene mal con el contexto. Pablo no quiere tanto exhortar a los creyentes a buscar la paz, cuanto hacerles tomar conciencia del dona de que la paz les es concedida ahora en Jesucristo (Ef 2, 14). La paz es el gran bien mesiánico y no una simple disposición del alma (1 Re 5, 26; Lc 1, 79; Ef 2, 14).
5 2 (a) El favor de vivir en la amistad divina, el “estado de gracia”.
5 2 (b) La esperanza cristiana es la espera de los bienes escatológicos: la resurrección del cuerpo, la herencia de los santos, la vida eterna, en una palabra, la salvación propia y de los demás. Designa primero la virtud que espera esos bienes, pero puede a veces significar esos mismos bienes celestes. Confiada antes a Israel, con exclusión de los paganos, preparaba en él una mejor esperanza, que hoy se ofrece aún a los paganos en el misterio de Cristo. Se funda en Dios, en su amor, en su llamada, en su poder, en su veracidad y en su fidelidad en mantener sus promesas formuladas en las Escrituras y en el Evangelio, y realizadas en la persona de Cristo. No puede por lo mismo fallar. Dirigida esencialmente hacia bienes invisibles, se apoya en la fe y se nutre en la caridad, las dos virtudes teologales con las que mantiene estrecha unión. El Espíritu Santo, el don escatológico por excelencia poseído ya parcialmente es su fuente privilegiada que la ilumina, la fortalece, la hace orar. Y realiza por ella la unidad del Cuerpo fundada en la justificación por la fe en Cristo, ofrece plena seguridad, consuelo y ufanía; no se deja abatir por los sufrimientos del presente, que cuentan poco en comparación de la gloria prometida, sino que por el contrario los soporta con una paciencia que la purifica y la afianza.
5 5 (a) El amor con que Dios nos ama, y del que el Espíritu Santo es prenda y, por su presencia activa en nosotros, testigo. Por él nos dirigimos a Dios como un hijio a su Padre: el amor es recíproco. Por él también amamos a nuestros hermanos con el mismo amor con que el Padre ama al Hijo y a nosotros.
5 5 (b) El Espíritu Santo de la promesa que caracteriza la nueva alianza no es solamente una manifestación exterior de poder taumatúrgico y carismático: es sobre todo un principio interior de vida nueva que Dios da, envía, suministra, derrama. Recibido por la fe y el bautismo habita en el cristiano, en su espíritu, en su cuerpo. Este Espíritu, que es el Espíritu de Cristo hace hijo de Dios al cristiano y hace habitar a Cristo en su corazón. Es para el cristiano (como para el mismo Cristo) principio de resurrección por un don escatológico que desde ahora le marca como sello y se encuentra en el título de arras y de primicias. Sustituyendo al principio malo de la carne se hace en el hombre principio de fe, de conocimiento sobrenatural, de santificación, de conducta moral, de intrepidez apostólica, de oración. No hay que extinguirlo ni contristarlo. Uniéndonos con Cristo realiza la unidad de su cuerpo.

Evangelio.
Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42
En aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús, cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta. Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
-Dame de beber.
Sus discípulos se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:
-¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?
(porque los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó:
-Si conocieras el don de Dios y quien es el que te dice “dame de beber”, le pedirías tú, y él te daría agua viva.
La mujer le dice:
-Señor, si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?
Jesús le contestó:
-El que bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida eterna.
La mujer le dice:
-Señor, dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir a sacarla.
Él le dice:
-Anda, llama a tu marido y vuelve.
La mujer le contesta:
-No tengo marido.
Jesús le dice:
-Tienes razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu marido. En eso has dicho la verdad.
La mujer le dice:
-Señor, veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.
Jesús le dice:
-Créeme, mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.
La mujer le dice:
-Sé que va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.
Jesús le dice:
-Soy yo, el que habla contigo.
En esto llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una mujer, aunque ninguno le dijo: “¿Qué le preguntas o de qué le hablas?”.
La mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
-Venid a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?
Salieron del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos le insistían:
-Maestro, come.
Él les dijo:
-Yo tengo un alimento que vosotros no conocéis.
Los discípulos comentaban entre ellos:
-¿Le habrá traído alguien de comer?
Jesús les dice:
-Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No deis vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto: levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega; el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna: y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el proverbio: uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus trabajos.
En aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado la mujer: “Me ha dicho todo lo que he hecho”. Así, cuando llegaron a verlo los samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días. Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
-Ya no creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es de verdad el Salvador del mundo.
  
Textos paralelos[7].
Heredad que Jacob legó a su hijo José.
Gn 33, 18-20: Jacob llegó sano y salvo a Siquén, en tierra de Canaán, proveniente de Padán Arán, y acampó frente a la ciudad. La parcela de terreno donde había plantado su tienda se la compró después a los hijos de Jamor, padre de Siquén, por cien monedas. Allí erigió un altar y lo llamó, “El, Dios de Israel”.
Gn 48, 21-22: Después Israel dijo a José: “Yo voy a morir, pero Dios estará con vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres. Yo te entrego Siquén, con preferencia a tus hermanos, pues la conquisté a los amorreos con mi espada y mi arco.
Allí estaba el pozo de Jacob.
Jos 24, 32: Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, los enterraron en Siquén, en el campo que había comprado Jacob, a los hijos de Jamor, padre de Siquén, por cien pesos, y que pasó a ser heredad de los hijos de José.
Era alrededor de la hora sexta.
Jn 19, 14: Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato a los judíos: “He aquí a vuestro rey”.
Dame de beber.
Jn 19, 28: Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”.
Me pides de beber a mí.
Lc 10, 29-37: parábola del Buen Samaritano.
Lc 17, 16: Y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un samaritano.
Si conocieras el don de Dios.
Jn 3, 16: Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Hch 8, 20: Pero Pedro le dijo: “¡Vaya tu dinero contigo a la perdición, pues has pensado que el don de Dios se compra con dinero!”.
¿Cómo es que tienes esa agua viva?
Jn 6, 31-32: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan del cielo les dio a comer”. Jesús les replicó: “En verdad, en verdad os digo: no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo”.
Jn 8, 53: ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán que murió? También los profetas murieron, ¿por quién te tienes?
Pero el que beba del agua que yo le de.
Jn 6, 35: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás.
Jn 7, 37-39: El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús en pie gritó: “El que tenga sed, que venga a mí y beba, el que c
Se convertirá en él en fuente de agua.
Is 58, 11: El Señor te guiará siempre, / hartará tu alma en tierra abrasada, / dará vigor a tus huesos. / Serás un huerto bien regado, / un manantial de aguas que no engañan.
Le dijo la mujer: “Señor, dame de esa agua”.
Jn 6, 34: Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”.
No tengo marido.
Jn 1, 48: Natanael le contesta: “¿De qué me conoces?
Señor, veo que eres un profeta.
Mt 16, 14: Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”.
Vosotros adoráis lo que no conocéis.
2 Re 17, 27-33: Y el rey de Asiria dio orden: “Enviad a uno de los sacerdotes que habéis deportado. Que vaya a establecerse allí y les enseñe las reglas del dios de la tierra. De tal manera, uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue a establecerse en Betel y les instruyó sobre cómo dar culto al Señor. Sin embargo, cada uno de aquellos pueblos paganos continuaba fabricando sus propios dioses y los instalaba en los santuarios que habían construido los samaritanos; cada grupo los ponía en las poblaciones que habitaba. Así las gentes de Babilonia hacían unos Sucot Bento, las de Cutá un Nergal, las de Jamat un Asimá, los eveos un Nibjás y un Tartac, y los sefarvitas quemaban a sus hijos en honor de Adramélec y Anamélec; sus dioses. También daban culto al Señor y nombraron entre ellos sacerdotes para los santuarios, que oficiaban en los lugares de culto. Servían a la vez al Señor y a sus dioses, según las costumbres de las naciones de las que habían sido deportados.
Porque la salvación viene de los judíos.
Rm 9, 4-5: Ellos son israelitas y a ellos pertenecen el dond e la filiación adpotiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.
Sé que va a venir el Mesías.
Dt 18, 18-22: Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en nombre de Dios extranjeros, ese profeta morirá. Y si dices en tu corazón: “¿Cómo reconoceré una palabra que no ha dicho el Señor?”. Cuando un profeta hable en nombre del Señor y no suceda ni se cumpla su palabra, es una palabra que no ha dicho el Señor: ese profeta habla por arrogancia, no le tengas miedo.
Yo soy.
Jn 9, 37: Jesús le dijo [al ciego de nacimiento]: “Lo estás viendo: el que te está hablando, ese es”.
Jn  8, 24: Con razón os he dicho que moriréis en vuestros pecados, pues si no creéis que “Yo soy”, moriréis en vuestros pecados.
Is 52, 6: Por eso, mi pueblo reconocerá mi nombre. Un día sabrá que era yo quien decía “Estoy aquí”.
Mi alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado.
Dt 8, 3: Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná, que tú no conocías n conocieron tus padres, para hacerte reconocer que no solo de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.
Jn 1, 1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.
Jn 6, 38: Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. E
Jn 17, 4: Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me recomendaste.
Jn 19, 30: Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”. E inclinando la cabeza, entregó su espíritu.
Recoge fruto para la vida eterna.
Sal 126, 5-6: Los que sembraban con lágrimas / cosechan entre cantares. // Al ir iba llorando, / llevando la semilla; / al volver vuelve cantando, / trayendo sus gavillas.
Yo os he enviado a segar.
Jn 17, 18: Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo.
Jn 20, 21: Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo”.
Nosotros mismos hemos oído y sabemos.
Jn 1, 9: El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
4 5 La antigua Siquén (Sicara en arameo) o la actual aldea de Askar, al pie del monte Ebal, a unos mil metros del “pozo de Jacob”. De este pozo no se habla en Gn.
4 6 Mediodía.
4 9 Los judíos odiaban a los samaritanos, Si 50, 25-26; Jn 8, 48; Lc 9, 52-55; ver Mt 10, 5; Lc 10,33; 17, 16, y explicaban su origen 2 Re 17, 24-41, por la inmigración forzada de cinco grupos paganos que en parte siguieron fieles a sus dioses simbolizados por los “cinco maridos” del v. 18.
4 10 La oposición entre aguas estancadas (o muertas) y aguas corrientes (o vivas) era ya clásica (Jr 2, 13). Como en la entrevista con Nicodemo, Jesús se da paradójicamente a conocer mediante una serie de malentendidos.
4 11 El título kyrie parece aquí, simplemente respetuoso (ver 4, 11.19.14), sin carga teológica.
4 14 Alusión a Pr 18, 4 (LXX): “Un agua profunda es la palabra en el corazón del hombre, un rio que brota, una fuente de vida, ver Is 58, 11. El agua que da Crist es, pues, su palabra, su enseñanza llena de sabiduría divina. El que guarda esta palabra no verá la muerte jamás, vivirá para siempre, el agua simboliza el Esp´ritu.
4 18 Los cinco maridos simbolizan a los dioses importados por cinco poblaciones paganas, según 2 R 17, 24. El dios de los cananeos se llamaba Ba’al, pero esta palabra se había convertido en un nombre común para designar a los falsos dioses. como en las lenguas semíticas la palabra ba’al signfica también “marido” tendríamos aquí un juego de palabras, intraducible en griego, que se habría tomado de Os 2, 18-19, texgto que anuncia la conversión de Samaría.
4 19 Al constatar que Jesús conoce los secretos de su vida (ver 1, 42 n.) la mujer le saluda como a un hombre de Dios y le invita a aclarar la cuestión decisiva del verdadero culto.

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[9]:
4 5 Sicar: a un kilómetro de Siquén: en tiempo de Jesús no llegaba a ser ciudad (destruida en el año 107 a.C., no había sido reedificada), sino sólo una pequeña aldea.
4-42 El ejemplo de la santa de Ávila nos invita a leer esta página: “¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la samaritana!, y así soy muy aficionada a aquel evangelio”.
6 La fuente: en los vs. 11-12 se habla, con más exactitud de un pozo.
Fatigado del camino: Juan sabe unir los extremos: la gloria de Jesús y el realismo de la carne: la fatiga, la sed, las lágrimas, la reocupación, la turbación, la amistad humana. Jesús, el Hijo de Dios hecho hombre estaba libre incluso de la ascesis (también en esto era superior al Bautista), pero su vida humana no fue cómoda: la pobreza y las dificultades materiales lo acompañaron durante largas jornadas agotadoras.
La hora sexta: el mediodía.
7 Dame de beber: nota realista de Dios, que mendiga un sorbo de agua, e introducción al tema central del diálogo. “¡Oh, que sed tiene de dar! Sed tiene de que apaguemos la nuestra” (B. Gracian). “Qué leves y qué baratos son los pedidos de Dios, del rey Cristo a sus vasallos! Pide para dar. El negarle a Dios lo que nos pide nace de que no conocemos que su pedir es dádiva. ¿Qué nos pide, que no sea para darnos?” (Quevedo). Lo que más necesitaba y debía pedir la mujer era conocimiento interno de Cristo.
9 judíos y samaritanos se odiaban; estos, desde la caída de Samaría (721 a.C.) formaban una población heterogénea; los judíos los consideraban cismáticos, medio paganos, y más desde que en una fiesta de Pascua (año 6-9 d.C.) los samaritanos profanaron el templo de Jerusalén esparciendo en él huesos humanos.
10 En el diálogo literalmente hay fórmulas introductorias estereotipadas: “respondió Jesús y dijo a ella” (vs. 10.13), “respondió la mujer y dijo a él” (v. 17), cf. Mt 3, 13.
Todo el relato está orientado hacia la revelación de la identidad de Jesús; la mujer samaritana, cuyo auténtico pecado, del que brota su vida moral desquiciada, es no conocer a Jesús, ha de ir aceptando el don de Dios (“el don de la verdad”: 1,14), creciendo en conocimiento de fe. Conocer es el primer paso de la conversión. Jesús sí adora “lo que conoce” (v. 22); los demás no adoraran porque no conocen: si hubieras conocido (v. 10), “adoráis lo que no conocéis” (v.22), “vosotros no conocéis” (v. 32). En la samaritana hay avance en ese conocimiento: Jesús es “un judío” (v. 9), tal vez es “más que Jacob” (v. 12); es “un profeta” (v. 19); sin duda es “el Mesías” (v.29). Al final los samaritanos lo definen del todo: “Sabemos que es el Salvador del mundo” (v. 42).
Agua viva (Jn 2, 13), la que brota y corre limpia, en oposición al agua estancada; símbolo bíblico de bendición y fecundidad en el desierto, y prefiguración de los tiempos mesiánicos. En el rabinismo, “las palabras de la Ley son comparadas al agua” (Sf Dt 11, 22); aquí es símbolo de la revelación-conocimiento de Jesús.
13-14 Conocer a Jesús es beber agua que fluye como manantial, perenne y comunica vida eterna. A partir de la “glorificación” de Jesús (7, 39) ese conocimiento de fe se da en la Iglesia gracias a la acción del Espíritu Santo, que nos acerca la revelación: “… las fuentes del agua, que es en la Escritura la gracia del Espíritu, que refresca y cría y engruesa y sustenta”, decía fray Luis de León; o, según san Juan de la Cruz, “esta agua era el Espíritu que habían de recibir en su fe los creyentes”.
20 Los samaritanos habían construido al sur de Siquén, en el monte Garizín, un templo cismático que fue destruido por Juan Hircano (129 a.C.).
22 Adoráis lo que no conocéis: recuerda “los dioses que no habíais conocido” (Dt 11, 28), es decir, los ídolos. Jesús viene a decir sin más: “vuestro culto es desviado” (cf. Hch 17, 23).
23 En Espíritu y verdad, dice mucho más que espiritualmente (en oposición al culto exterior) y verdaderamente (con autenticidad). La adoración al Padre es suscitada en el creyente por el Espíritu de Dios (Rm 8, 26 s.); que lo hace orar injertados en el Hijo, en Jesús (que es la Verdad).
24 Sus adoradores… verdad: los verdaderos adoradores han de adorar al Padre en el Espíritu es decir movidos por el Espíritu – y en la Verdad – por presencia permanente de Cristo en ellos –. “El Señor dijo que hay que adorar en Espíritu y en Verdad, designándose ciertamente a sí mismo como la Verdad” (San Basilio Magno). El culto cristiano (interno y externo) querido por Dios, nace cuando se acepta la revelación de Cristo y se siguen las mociones del Espíritu del Padre y del Hijo. “Nosotros somos verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes cuando, orando en espíritu, en espíritu ofrecemos el sacrificio de la oración, víctima propia de dios y agradable a Él, la que Él pidió y preparó para sí” (Tertuliano).
26 En la cima del relato; Jesús se revela, se da a conocer: “Yo soy”. Así se revela Yahvé en el AT; al hacer suyo el nombre divino (cf. Ex 3, 14). Jesús se coloca en el nivel de Dios, expresando su ser eterno. Esa fórmula suele completarse añadiendo un predicado: “Yo soy el pan”, “Yo soy el camino”, etc.
27 Hablar con una mujer, era una de las seis cosas que tenían prohibidas los discípulos de los rabinos (BBer 6, 6).
32 También para los apóstoles se conjuga el verbo “no conocer”; su ignorancia, en este caso, tiene como objeto la voluntad del Padre sobre Jesús.
34 Lo que aseguró y unificó la vida interior de Jesús, y su reflejo externo, fue la orientación profunda de todo su ser humano-divino hacia el querer del Padre. Esta unión de voluntades sólo se explica por la filiación divina de Jesús.
35 La experiencia popular – expresada literalmente todavía cuadrimestre hay – en boca de los discípulos que siguen sin comprender, queda corregida por Jesús: “No tenéis que esperar, la mies ya está granada”, los samaritanos vienen ya en busca de la luz, empieza la cosecha.
42 El Salvador del mundo: el título de “Salvador” aplicado a Jesús no es de los más antiguos en los textos del NT, pero la Iglesia primitiva entendió pronto que Jesús (=Yahveh salva) era verdaderamente lo que su nombre significa: el Salvador (cf. 1, 29; 3, 17; 12,47).

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
4, 1-45 Las doce tribus originarias de Israel que se asentaron en Canaán se acabaron dividiendo en un reino meridional, que estaba constituido principalmente por dos tribus con capital en Jerusalén, y un reino septentrional, que estaba constituido òr las otras diez tribus con capital en Samaría. En el siglo VIII a.C., los asirios conquistaron el reino septentrional, desterrando una parte de las tribus y asimilkando por medio de matrimonios, a las tribus que tenían permitido quedarse. De un modo similar, el reino meridional sufrió un exilio parcial a manos de los babilonios dos siglos más tarde. Durante este tiempo, se desarrollaron algunas creencias y prácticas divergentes entre los dos reinos, pero ninguna fue más problemática que la del lugar del verdadero Templo. El reino meridional, los samaritanos, construyeron un templo en el monte Garizim, al creer que era el sitio que Dios había elegido como centro de culto mejor que en Jerusalén. Este templo fue destruido en el siglo II a.C. por el rey judío. Los samaritanos sólo reconocieron el Pentateuco como Escritura Sagrada propia, y por ello no estaban familiarizados con la literatura de la Sabiduría y los escritos de los profetas. Los samaritanos mismos preferían ser llamados israelitas y creían ser los verdaderos descendientes de Moisés. En tiempos de Jesús, los judíos y samaritanos se despreciaban públicamente y a mnenudo eran hostiles los unos con los otros.
4, 4 En tiempos de Jesús, había dos rutas principales que iban de Judea a Galilea: una, que seguía el recorrido del río Jordán, y, otra, más corta, que atravesaba Samaría. Como los judíos consideraban impuros a los samaritanos, normalmente tomaban la ruta más larga. El texto dice que Cristo estaba cansado por la ruta, como era humano en todos los sentidos menos en el pecado, experimentó las conciciones humanas de fatiga, hambre y sed. Cat. 544-545.
4, 9 Los judíos no hablaban con los samaritanos, a quienes consideraban herejes y pecadores. Un hombre judío, especialmente un rabino, nunca hablaría con una mjujer en público, y menos todavía si ella era samaritana. En cierto modo, la impureza de los samaritanos se extendía incluso al agua de un pozo samaritano. Cat 579.
4, 10 Ciro se refería al “agua” viva del Espíritu Santo y al agua del bautismo, que conceden la vida verdadera. Entre los “manantiales” de oración de los cuales podemos “sacar agua” están la Eucaristía, la Escritura y la liturgia, además de las prácticas de las virtudes teologales. Cat 694, 728, 1137, 2560-2561, 2652-2658.
4,18 La historia de la vida de la mujer es vista como una alegoría de la historia del conflicto samaritano. Durante los años de la conquista asiria cinco tribus extranjeras se mezclaron con los israelitas del antiguo Reino del Norte, y cada uno introdujo en la región su propia divinidad o Baal, que quiere decir “señor” o “marido”. También cabe recordar que tres patriarcas del Antiguo Testamento (Isaac, Jacob y Moisés) conocieron a sus futuras mujeres en un pozo (Gn 24, 10-20; 29, 10-20; Ex 2, 15-21). De manera alegórica, podía parecer que Cristo animaba a los samaritanos a arrepentirse de sus pecados y les invitaba a comprometerse con él, el Esposo y único y verdadero Dios. Cat 401, 710.
4, 20 Los samaritanos creían que el Monte Garizim era el lugar donde Abrahán estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, y donde se ordenó a Josué que construyera un altar para realizar ofrendas de paz a Dios (cat. 436).
4 23 Esto es una sutil referencia a la próxima destrucción de Jerusalén. En la Nueva Alianza, el culto no estará ligado ni al Monte Garizim ni a Jerusalén, sino al Mesías como nuevo templo de Dios vivo que no tendría fin. La salvación, se dice luego, viene de los judíos, porque incluso en el Pentateuco se decía que el Mesías procedía de la estirpe de David, que era de la tribu de Judá. Cat. 439, 469, 528, 586, 728, 1179.
4 28 Como los primeros apóstoles que dejaron sus barcas de pesca para seguir a Jesús, la mujer dejó su cántaro para proclamar el Evangelio que había escuchado. Este detalle corrobora la necesidad de renunciar a todas las cosas para ser testigos activos de la verdad del Evangelio.
4 34 Cristo acogió plenamente la voluntad del Padre y su plan de salvación, y era alimentado y fortalecido por ello. Cat 606, 2611 y 2824.
4 42 Hay que fijarse en cómo creció la mirada de la mujer samaritana hacia Cristo hasta que culminó en una emotiva conversión. De algún modo, su conocimiento de él se hizo más profundo al percibirle de la siguiente manera: como un profeta (Jn 4, 19), un Mesías (Jn 4, 29) y un Salvador. Cat 2812.

San Agustín. Comentario al evangelio de San Juan 15, 5-6. 9-12[11].
Fatigado del viaje. No en vano se fatiga la Fortaleza de Dios; no en vano se fatiga aquel que nos restablece cuando nos hallamos cansados; no en vano se fatiga aquel cuyo abandono nos fatiga y cuya presencia nos fortalece. De todos modos, Jesús se fatiga; y se fatiga del viaje y se sienta; y fatigado se sienta en el pozo, a la hora sexta.
¿Por qué, pues, era la hora sexta? Por hallarse en la sexta edad del mundo. El evangelio cuenta como primer ahora la primera edad del mundo, que va desde Adán hasta Noé; la segunda, la que va desde Noé hasta Abrahán; la tercera, desde Abrahán hasta David; la cuarta, desde David hasta la transmigración a Babilonia; la quinta desde la transmigración a Babilonia hasta el bautismo de Juan; de él parte la sexta que es la actualidad.
Pide agua y promete agua. Se manifiesta como necesitando recibir y al mismo tiempo como desbordante para saciar. ¡Si conocieses el don de Dios! El don de Dios es el Espíritu Santo. Todavía le habla Jesús veladamente, pero poco a poco va entrando en su corazón.

Juan de Ávila. Viernes de la III Semana de Cuaresma. Antes de 1445. Manuscrito conservado en la Biblioteca del Colegio El Patriarca de Valencia.[12]:
 Ninguno tanta sed tuvo ni tanta hambre como Jesucristo de las ánimas; por tanto, ninguno no diga que no tiene remedio que grandísima sed tuvo, y tanta hambre no tuvo hombre, y así se puso en la cruz y pasó por los tormentos como por espada con grandísima sed de salvar los hombres.
¡Bendito sea Dios, que del mal de aquella mujer cuánto bien se sacó, que se ganó toda aquella ciudad! Plega a su misericordia que, pues las palabras que aquí se han de  predicar son suyas, que provea su Majestad que las ánimas que están aquí se remedien y salgan de los pecados mediante sus palabras.
Hermanos, no dejemos estar muriendo de hambre y sed a Jesucristo, que su sed y hambre es la salvación de las ánimas; dejemos los pecados, siquiera por hacer placer a Jesucristo, que tanto lo desea. Hemos de hablar hoy de los que beben aquel agua que para siempre no habrán sed.


[1] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.  
[2] Ib. 
[3] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[8] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[11] Pío de Luis, OSA. Comentarios de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
[12] San Juan de Ávila. Obras Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015. Pgs. 151-154.

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