Lectura
del libro del Éxodo 17, 3-7.
En
aquellos días, el pueblo, sediento, murmuró contra Moisés, diciendo:
-¿Por
qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos
y a nuestros ganados?
Clamó
Moisés al Señor y dijo:
-¿Qué
puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean.
Respondió
el Señor a Moisés:
-Pasa
al frente del pueblo y toma contigo a algunos de los ancianos de Israel; empuña
el bastón con el que golpeaste el Nilo y marcha. Yo estaré allí ante ti, junto
a la roca de Horeb. Golpea la roca, y saldrá agua para que beba el pueblo.
Moisés
lo hizo así a la vista de los ancianos de Israel. Y llamó a aquel lugar Masá y
Meribá, a causa de la querella de los hijos de Israel y porque habían tentado
al Señor, diciendo: “¿Está el Señor entre nosotros o no?
Palabra
de Dios.
Textos paralelos[1].
¿Qué puedo hacer con este pueblo?
Nm 14,10:
Pero la comunidad entera hablaba de apedrearlos, cuando la gloria del Señor
apareció en la Tienda del Encuentro ante todos los hijos de Israel.
Yo estaré
allí, junto a la roca del Horeb.
Nm 20,
10ss: Moisés y Aarón reunieron la asamblea delante de la roca; Moisés les dijo:
“Escuchad rebeldes: ¿Creéis que podemos sacaros agua de esta roca?
Llamó a
aquel lugar Masá y Meribá.
Nm 20,
24: Qué se reúna Aarón con los suyos, porque no debe entrar en la tierra que
voy a dar a los hijos de Israel, porque os rebelasteis contra mi voluntad en la
fuente de Meribá.
Dt 6,
16: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, como lo habéis tentado en Masá.
Dt 9,
22: En Taberá, en Masá y en Quibrot Atabá provocasteis también al Señor.
Dt 32,51:
[Dios comunica a Moisés su muerte y por tanto le priva de entrar en la Tierra
Prometida]. Por haberme sido infieles en medio de los hijos de Israel, en la
fuente de Meribá, en Cadés, en el desierto de Sin, y por no haber reconocido mi
santidad en medio de los hijos de Israel.
Dt 33,
8: Y para Leví dijo: / “Tus urim y tus tumim para el varón leal, / a quien
pusiste a prueba en Masá, / desafiaste en las aguas de Meribá”.
Sal 95,
8: No endurezcáis el corazón como en Meribá, / como el día de Masá en el
desierto.
Sal
106, 32: Lo irritaron junto a las aguas de Meribá, / Moisés tuvo que sufrir por
culpa de ellos.
Notas exegéticas[2].
17 Un milagro análogo es narrado en Nm 20, 1-13
que lo sitúa en la región de Cadés. Aquí es localizado en Refidín, la última
etapa antes del Sinaí. Si prescindimos de la noticia de la partida y de la
acampada, y la que es de tradición sacerdotal, el relato parece combinar
elementos de las tradiciones yahvista y elohísta. Nos encontramos otra vez con
el tema de las murmuraciones en el desierto.
17 5 El cayado de Moisés es el emblema del poder
divino (4, 17), que opera por medio de él para liberar a Israel (plagas de
Egipto 7, 17; 9, 23; 10, 1: paso del mar 14, 16). Es la fuerza misma de Yahvé,
que aquí permite a Israel apagar la sed (v. 5).
17 6 “del Horeb” parece ser una glosa del lector.
Algunos rabinos suponían que la roca había seguido a los israelitas en sus peregrinaciones.
Ver 1 Co 10, 4. Respecto de la designación del mismo Dios como “Roca”, ver Sal
18, 3s.
17 7 Massá: tentación. Meribá: querella.
Salmo responsorial
Salmo 94
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
R/. Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor:
“No
endurezcáis vuestro corazón”.
Venid, aclamemos al Señor,
demos vítores
a la Roca que nos salva;
entremos
a su presencia dándole gracias,
aclamándolo
con cantos. R/.
Entrad,
postrémonos por tierra,
bendiciendo
al Señor, creador nuestro.
Porque
él es nuestro Dios,
y
nosotros su pueblo,
el
rebaño que el guía. R/.
Ojalá
escuchéis su voz:
“No endurezcáis
el corazón como en Meribá,
como el
día de Masá en el desierto;
cuando
vuestros padres me pusieron a prueba
y me
tentaron, aunque habían visto mis obras. R/.
Textos paralelos[3].
Venid, cantemos gozosos a Yahvé.
Dt 32,
15: Como Jacob hasta saciarse, / engordó Jerusún y respingó / -estabas gordo,
cebado y orondo - / y rechazó a Dios, su creador, / despreció a su Roca
salvadora.
Porque
Él es nuestro Dios.
Sal
100, 3: Sabed que el Señor es Dios: / que él nos hizo y somos suyos, / su
pueblo y ovejas de su rebaño.
Sal 23,
1: El Señor es mi pastor, nada me falta.
Sal 80,
2: Pastor de Israel, escucha, / tú que guías a José como a un rebaño; / tú que
te sientas sobre querubines, resplandece.
¡Ojalá
escuchéis hoy su voz!
Ex 19,
5: Ahora, pues si de veras me obedecéis y guardáis mi alianza, seréis mi
propiedad personal entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra.
Hb 3,
7-11: Por eso dice el Espíritu Santo: Si escucháis hoy su voz, no endurezcáis
vuestros corazones, como cuando la rebelión, en el día de la prueba en el desierto.
Sal 81,
9: Escucha pueblo mío, doy testimonio contra ti: ¡ojalá me escuchases, Israel!
Ex 17, 7:
Llamó a aquel lugar Masá y Meribá, a causa de la querella de los hijos de
Israel y porque habían tentado al Señor, diciendo: “¿Está el Señor entre nosotros
o no?”.
Nm 20, 13:
Esta es la Fuente de Meribá,, donde los hijos de Israel disputaron con el Señor
y él les mostró su santidad.
Dt 6,
16: No tentaréis al Señor, vuestro Dios, como lo habéis tentado en Masá.
Sal 78,
8: Para que no imiten a sus padres, / generación rebelde y pertinaz; /
generación de corazón inconstante, / de espíritu infiel a Dios.
Dt 32,
5: Hijos degenerados se portaron mal con
él, / generación malvada y pervertida.
Jb 21,
14: Y eso que decían a Dios: “¡Déjanos en paz”, / no nos interesa para nada /
conocer tus caminos.
Sal
132, 8: Levántate, Señor, ven a tu mansión, / ven con el arca de tu poder.
Sal
132, 14: Esta es mi mansión para siempre, / aquí viviré, porque la deseo.
Nm 14,
30: No entraréis en la tierra en la que juré estableceros. Solo exceptúo a José,
hijo de Nun y a Caleb, hijo de Jefuné.
Nm 14,
34: Según el número de los días que empleasteis en explorar la tierra, cuarenta
días, cargaréis con vuestra culpa cuarenta años, un año por cada día. Para que
sepáis lo que es desobedecerme.
Dt 12,
9: Porque todavía no habéis entrado en el lugar de descanso,, en la heredad que
el Señor, tu Dios, te da.
Notas exegéticas[4].
95 Himno procesional, recitado quizá en la
fiesta de las Tiendas, ver Dt 31, 11.
95 1 Alusión repetida en el v.8 a la roca de donde
brotó el agua en el desierto. Ex 17, 1ss. o a la roca sobre la que se hallaba
edificado el Templo, 2 S 24, 18.
95 8 Meribá significa “dispita” y Masá “tentación”.
Segunda lectura.
Lectura
de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 5, 1-2.5-8
Hermanos:
Habiendo
sido justificados en virtud de la fe, estamos en paz con Dios, por medio de
nuestro Señor Jesucristo, por el cual hemos obtenido además por la fe el acceso
a esta gracia, en la cual nos encontramos; y nos gloriamos en la esperanza de
la gloria de Dios. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido
derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado. En
efecto, cuando nosotros estábamos aún sin fuerza, en el tiempo señalado, Cristo
murió por los impíos, ciertamente, apenas habrá quien muera por un justo; por
una persona buena tal vez se atrevería alguien a morir; pues bien: Dios nos demostró
su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.
Palabra
de Dios.
Textos paralelos[5].
Acceso a esta gracia, en la que
nos hallamos.
Rm 3, 23: Ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios.
Rm 3, 27: Y ahora, ¿dónde está la gloria? Queda eliminada. ¿En virtud de
que ley? ¿De la ley de las obras? No, sino en virtud de la ley de la fe.
Por el Espíritu Santo que se nos ha dado.
Rm 8, 14-16: Los que se dejan
llevar por el Espíritu de Dios, esos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido
un espíritu de esclavitud, para rescatar en el temor, sino que habéis recibido
un Espíritu de hijos de adopción, en el que clamamos: “¡Abba, Padre!”. Ese
mismo Espíritu da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios, y,
si hijos, también herederos, herederos de Dios y coherederos con Cristo; de
modo que, si sufrimos con él, seremos también glorificados con él.
Ga 4, 4-6: Mas cuando llegó la plenitud del tiempo, envió Dios a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo
la ley, para que recibiéramos la adopción filial.
Ga 3, 26: Pues todos sois hijos de Dios por la fe en Cristo Jesús.
1 Pe 3, 18: Porque también Cristo sufrió con su pasión, de una vez para
siempre, por nuestros pecados, el justo por los injustos, para conducirnos a
Dios. Muerto en la carne, pero vivificado en el Espíritu.
La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía
pecadores, murió por nosotros.
8, 32: El que no reservó a su propio Hijo, sino que lo entregó por
vosotros, ¿cómo no nos dará todo en él?
Notas exegéticas[6]:
5 Tema de la segunda parte 4-8: el cristiano justificado,
ver 1-4, halla en el amor de Dios y el don del Espíritu la garantía de su
salvación. Los vv. 1-11, introducción de la sección Rm 5-8, se orientan al
futuro, mientras que los vv. 12-21 se vuelven al pasado para subrayar en contraposición
a la figura de Adán, el papel único de Cristo, por quien toda gracia nos ha
sido dada en plenitud.
5 1 Var: “estemos”. Esta lectura se aviene mal con el contexto.
Pablo no quiere tanto exhortar a los creyentes a buscar la paz, cuanto hacerles
tomar conciencia del dona de que la paz les es concedida ahora en Jesucristo
(Ef 2, 14). La paz es el gran bien mesiánico y no una simple disposición del
alma (1 Re 5, 26; Lc 1, 79; Ef 2, 14).
5 2 (a) El favor de vivir en la amistad divina, el “estado
de gracia”.
5 2 (b) La esperanza cristiana es la espera de los bienes
escatológicos: la resurrección del cuerpo, la herencia de los santos, la vida
eterna, en una palabra, la salvación propia y de los demás. Designa primero la
virtud que espera esos bienes, pero puede a veces significar esos mismos bienes
celestes. Confiada antes a Israel, con exclusión de los paganos, preparaba en
él una mejor esperanza, que hoy se ofrece aún a los paganos en el misterio de
Cristo. Se funda en Dios, en su amor, en su llamada, en su poder, en su
veracidad y en su fidelidad en mantener sus promesas formuladas en las
Escrituras y en el Evangelio, y realizadas en la persona de Cristo. No puede
por lo mismo fallar. Dirigida esencialmente hacia bienes invisibles, se apoya
en la fe y se nutre en la caridad, las dos virtudes teologales con las que
mantiene estrecha unión. El Espíritu Santo, el don escatológico por excelencia
poseído ya parcialmente es su fuente privilegiada que la ilumina, la fortalece,
la hace orar. Y realiza por ella la unidad del Cuerpo fundada en la
justificación por la fe en Cristo, ofrece plena seguridad, consuelo y ufanía;
no se deja abatir por los sufrimientos del presente, que cuentan poco en
comparación de la gloria prometida, sino que por el contrario los soporta con
una paciencia que la purifica y la afianza.
5 5 (a) El amor con que Dios nos ama, y del que el Espíritu
Santo es prenda y, por su presencia activa en nosotros, testigo. Por él nos
dirigimos a Dios como un hijio a su Padre: el amor es recíproco. Por él también
amamos a nuestros hermanos con el mismo amor con que el Padre ama al Hijo y a
nosotros.
5 5 (b) El Espíritu Santo de la promesa que caracteriza la
nueva alianza no es solamente una manifestación exterior de poder taumatúrgico
y carismático: es sobre todo un principio interior de vida nueva que Dios da,
envía, suministra, derrama. Recibido por la fe y el bautismo habita en el
cristiano, en su espíritu, en su cuerpo. Este Espíritu, que es el Espíritu de
Cristo hace hijo de Dios al cristiano y hace habitar a Cristo en su corazón. Es
para el cristiano (como para el mismo Cristo) principio de resurrección por un
don escatológico que desde ahora le marca como sello y se encuentra en el
título de arras y de primicias. Sustituyendo al principio malo de la carne se
hace en el hombre principio de fe, de conocimiento sobrenatural, de
santificación, de conducta moral, de intrepidez apostólica, de oración. No hay
que extinguirlo ni contristarlo. Uniéndonos con Cristo realiza la unidad de su
cuerpo.
Evangelio.
X
Lectura del santo evangelio según san Juan 4, 5-42
En
aquel tiempo, llegó Jesús a una ciudad de Samaría llamada Sicar, cerca del
campo que dio Jacob a su hijo José; allí estaba el pozo de Jacob. Jesús,
cansado del camino, estaba allí sentado junto al pozo. Era hacia la hora sexta.
Llega una mujer de Samaría a sacar agua, y Jesús le dice:
-Dame
de beber.
Sus discípulos
se habían ido al pueblo a comprar comida. La samaritana le dice:
-¿Cómo
tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?
(porque
los judíos no se tratan con los samaritanos). Jesús le contestó:
-Si
conocieras el don de Dios y quien es el que te dice “dame de beber”, le
pedirías tú, y él te daría agua viva.
La
mujer le dice:
-Señor,
si no tienes cubo, y el pozo es hondo, ¿de dónde sacas el agua viva?; ¿eres tú
más que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, y de él bebieron él y sus
hijos y sus ganados?
Jesús
le contestó:
-El que
bebe de esta agua vuelve a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré
se convertirá dentro de él en un surtidor de agua que salta hasta la vida
eterna.
La
mujer le dice:
-Señor,
dame esa agua: así no tendré más sed, ni tendré que venir a sacarla.
Él le dice:
-Anda,
llama a tu marido y vuelve.
La
mujer le contesta:
-No
tengo marido.
Jesús
le dice:
-Tienes
razón, que no tienes marido: has tenido ya cinco, y el de ahora no es tu
marido. En eso has dicho la verdad.
La mujer
le dice:
-Señor,
veo que tú eres un profeta. Nuestros padres dieron culto en este monte, y
vosotros decís que el sitio donde se debe dar culto está en Jerusalén.
Jesús
le dice:
-Créeme,
mujer: se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al
Padre. Vosotros adoráis a uno que no conocéis; nosotros adoramos a uno que
conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero se acerca la hora, ya
está aquí, en que los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y
verdad, porque el Padre desea que lo adoren así. Dios es espíritu, y los que lo
adoran deben hacerlo en espíritu y verdad.
La
mujer le dice:
-Sé que
va a venir el Mesías, el Cristo; cuando venga, él nos lo dirá todo.
Jesús
le dice:
-Soy
yo, el que habla contigo.
En esto
llegaron sus discípulos y se extrañaban de que estuviera hablando con una
mujer, aunque ninguno le dijo: “¿Qué le preguntas o de qué le hablas?”.
La
mujer entonces dejó su cántaro, se fue al pueblo y dijo a la gente:
-Venid
a ver un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿será este el Mesías?
Salieron
del pueblo y se pusieron en camino adonde estaba él. Mientras tanto sus discípulos
le insistían:
-Maestro,
come.
Él les
dijo:
-Yo
tengo un alimento que vosotros no conocéis.
Los discípulos
comentaban entre ellos:
-¿Le
habrá traído alguien de comer?
Jesús
les dice:
-Mi
alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a término su obra. ¿No deis
vosotros que faltan todavía cuatro meses para la cosecha? Yo os digo esto:
levantad los ojos y contemplad los campos, que están ya dorados para la siega;
el segador ya está recibiendo salario y almacenando fruto para la vida eterna:
y así, se alegran lo mismo sembrador y segador. Con todo, tiene razón el
proverbio: uno siembra y otro siega. Yo os envié a segar lo que no habéis
trabajado. Otros trabajaron y vosotros entrasteis en el fruto de sus trabajos.
En
aquel pueblo muchos samaritanos creyeron en él por el testimonio que había dado
la mujer: “Me ha dicho todo lo que he hecho”. Así, cuando llegaron a verlo los
samaritanos, le rogaban que se quedara con ellos. Y se quedó allí dos días.
Todavía creyeron muchos más por su predicación, y decían a la mujer:
-Ya no
creemos por lo que tú dices; nosotros mismos lo hemos oído y sabemos que él es
de verdad el Salvador del mundo.
Textos paralelos[7].
Heredad
que Jacob legó a su hijo José.
Gn 33,
18-20: Jacob llegó sano y salvo a Siquén, en tierra de Canaán, proveniente de
Padán Arán, y acampó frente a la ciudad. La parcela de terreno donde había plantado
su tienda se la compró después a los hijos de Jamor, padre de Siquén, por cien
monedas. Allí erigió un altar y lo llamó, “El, Dios de Israel”.
Gn 48,
21-22: Después Israel dijo a José: “Yo voy a morir, pero Dios estará con
vosotros y os llevará de nuevo a la tierra de vuestros padres. Yo te entrego
Siquén, con preferencia a tus hermanos, pues la conquisté a los amorreos con mi
espada y mi arco.
Allí
estaba el pozo de Jacob.
Jos 24,
32: Los huesos de José, que los hijos de Israel habían traído de Egipto, los
enterraron en Siquén, en el campo que había comprado Jacob, a los hijos de
Jamor, padre de Siquén, por cien pesos, y que pasó a ser heredad de los hijos
de José.
Era
alrededor de la hora sexta.
Jn 19,
14: Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía. Y dijo Pilato
a los judíos: “He aquí a vuestro rey”.
Dame de
beber.
Jn 19,
28: Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se
cumpliera la Escritura, dijo: “Tengo sed”.
Me
pides de beber a mí.
Lc 10,
29-37: parábola del Buen Samaritano.
Lc 17, 16:
Y se postró a los pies de Jesús, rostro en tierra, dándole gracias. Este era un
samaritano.
Si
conocieras el don de Dios.
Jn 3,
16: Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo
el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Hch 8,
20: Pero Pedro le dijo: “¡Vaya tu dinero contigo a la perdición, pues has
pensado que el don de Dios se compra con dinero!”.
¿Cómo
es que tienes esa agua viva?
Jn 6,
31-32: Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: “Pan
del cielo les dio a comer”. Jesús les replicó: “En verdad, en verdad os digo:
no fue Moisés quien os dio pan del cielo, sino que es mi Padre el que os da el
verdadero pan del cielo”.
Jn 8,
53: ¿Eres tú más que nuestro padre Abrahán que murió? También los profetas
murieron, ¿por quién te tienes?
Pero el
que beba del agua que yo le de.
Jn 6,
35: Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en
mí no tendrá sed jamás.
Jn 7,
37-39: El último día, el más solemne de la fiesta, Jesús en pie gritó: “El que
tenga sed, que venga a mí y beba, el que c
Se
convertirá en él en fuente de agua.
Is 58,
11: El Señor te guiará siempre, / hartará tu alma en tierra abrasada, / dará
vigor a tus huesos. / Serás un huerto bien regado, / un manantial de aguas que
no engañan.
Le dijo
la mujer: “Señor, dame de esa agua”.
Jn 6,
34: Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan”.
No
tengo marido.
Jn 1,
48: Natanael le contesta: “¿De qué me conoces?
Señor,
veo que eres un profeta.
Mt 16,
14: Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas”.
Vosotros
adoráis lo que no conocéis.
2 Re 17,
27-33: Y el rey de Asiria dio orden: “Enviad a uno de los sacerdotes que habéis
deportado. Que vaya a establecerse allí y les enseñe las reglas del dios de la
tierra. De tal manera, uno de los sacerdotes deportados de Samaría fue a
establecerse en Betel y les instruyó sobre cómo dar culto al Señor. Sin
embargo, cada uno de aquellos pueblos paganos continuaba fabricando sus propios
dioses y los instalaba en los santuarios que habían construido los samaritanos;
cada grupo los ponía en las poblaciones que habitaba. Así las gentes de
Babilonia hacían unos Sucot Bento, las de Cutá un Nergal, las de Jamat un
Asimá, los eveos un Nibjás y un Tartac, y los sefarvitas quemaban a sus hijos
en honor de Adramélec y Anamélec; sus dioses. También daban culto al Señor y
nombraron entre ellos sacerdotes para los santuarios, que oficiaban en los lugares
de culto. Servían a la vez al Señor y a sus dioses, según las costumbres de las
naciones de las que habían sido deportados.
Porque
la salvación viene de los judíos.
Rm 9,
4-5: Ellos son israelitas y a ellos pertenecen el dond e la filiación adpotiva,
la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son
los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por
encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.
Sé que
va a venir el Mesías.
Dt 18,
18-22: Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras
en su boca, y les dirá todo lo que yo le mande. Yo mismo pediré cuentas a quien
no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre. Y el profeta que tenga la
arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en
nombre de Dios extranjeros, ese profeta morirá. Y si dices en tu corazón: “¿Cómo
reconoceré una palabra que no ha dicho el Señor?”. Cuando un profeta hable en
nombre del Señor y no suceda ni se cumpla su palabra, es una palabra que no ha
dicho el Señor: ese profeta habla por arrogancia, no le tengas miedo.
Yo soy.
Jn 9,
37: Jesús le dijo [al ciego de nacimiento]: “Lo estás viendo: el que te está
hablando, ese es”.
Jn 8, 24: Con razón os he dicho que moriréis en
vuestros pecados, pues si no creéis que “Yo soy”, moriréis en vuestros pecados.
Is 52,
6: Por eso, mi pueblo reconocerá mi nombre. Un día sabrá que era yo quien decía
“Estoy aquí”.
Mi
alimento es hacer la voluntad del que me ha enviado.
Dt 8,
3: Él te afligió, haciéndote pasar hambre, y después te alimentó con el maná,
que tú no conocías n conocieron tus padres, para hacerte reconocer que no solo
de pan vive el hombre, sino de todo cuanto sale de la boca de Dios.
Jn 1,
1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo
era Dios.
Jn 6,
38: Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del
que me ha enviado. E
Jn 17,
4: Yo te he glorificado sobre la tierra, he llevado a cabo la obra que me recomendaste.
Jn 19,
30: Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo: “Está cumplido”. E inclinando la
cabeza, entregó su espíritu.
Recoge
fruto para la vida eterna.
Sal
126, 5-6: Los que sembraban con lágrimas / cosechan entre cantares. // Al ir
iba llorando, / llevando la semilla; / al volver vuelve cantando, / trayendo
sus gavillas.
Yo os he
enviado a segar.
Jn 17,
18: Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo.
Jn 20,
21: Jesús repitió: “Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os
envío yo”.
Nosotros
mismos hemos oído y sabemos.
Jn 1, 9:
El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo.
Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
4 5 La antigua Siquén (Sicara en arameo) o la actual
aldea de Askar, al pie del monte Ebal, a unos mil metros del “pozo de Jacob”.
De este pozo no se habla en Gn.
4 6 Mediodía.
4 9 Los judíos odiaban a los samaritanos, Si 50, 25-26;
Jn 8, 48; Lc 9, 52-55; ver Mt 10, 5; Lc 10,33; 17, 16, y explicaban su origen 2
Re 17, 24-41, por la inmigración forzada de cinco grupos paganos que en parte
siguieron fieles a sus dioses simbolizados por los “cinco maridos” del v. 18.
4 10 La oposición entre aguas estancadas (o muertas) y
aguas corrientes (o vivas) era ya clásica (Jr 2, 13). Como en la entrevista con
Nicodemo, Jesús se da paradójicamente a conocer mediante una serie de
malentendidos.
4 11 El título kyrie parece aquí, simplemente respetuoso
(ver 4, 11.19.14), sin carga teológica.
4 14 Alusión a Pr 18, 4 (LXX): “Un agua profunda es la
palabra en el corazón del hombre, un rio que brota, una fuente de vida, ver Is
58, 11. El agua que da Crist es, pues, su palabra, su enseñanza llena de sabiduría
divina. El que guarda esta palabra no verá la muerte jamás, vivirá para
siempre, el agua simboliza el Esp´ritu.
4 18 Los cinco maridos simbolizan a los dioses importados
por cinco poblaciones paganas, según 2 R 17, 24. El dios de los cananeos se llamaba
Ba’al, pero esta palabra se había convertido en un nombre común para designar a
los falsos dioses. como en las lenguas semíticas la palabra ba’al signfica
también “marido” tendríamos aquí un juego de palabras, intraducible en griego,
que se habría tomado de Os 2, 18-19, texgto que anuncia la conversión de
Samaría.
4 19 Al constatar que Jesús conoce los secretos de su
vida (ver 1, 42 n.) la mujer le saluda como a un hombre de Dios y le invita a aclarar
la cuestión decisiva del verdadero culto.
Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión
crítica[9]:
4 5 Sicar: a un kilómetro de Siquén: en tiempo de Jesús
no llegaba a ser ciudad (destruida en el año 107 a.C., no había sido
reedificada), sino sólo una pequeña aldea.
4-42 El ejemplo de la santa de Ávila nos invita a leer esta
página: “¡Oh, qué de veces me acuerdo del agua viva que dijo el Señor a la
samaritana!, y así soy muy aficionada a aquel evangelio”.
6 La fuente: en los vs. 11-12 se habla, con más
exactitud de un pozo.
Fatigado del camino: Juan sabe unir los extremos: la
gloria de Jesús y el realismo de la carne: la fatiga, la sed, las lágrimas, la
reocupación, la turbación, la amistad humana. Jesús, el Hijo de Dios hecho
hombre estaba libre incluso de la ascesis (también en esto era superior al
Bautista), pero su vida humana no fue cómoda: la pobreza y las dificultades
materiales lo acompañaron durante largas jornadas agotadoras.
La hora sexta: el mediodía.
7 Dame de beber: nota realista de Dios, que mendiga un
sorbo de agua, e introducción al tema central del diálogo. “¡Oh, que sed tiene
de dar! Sed tiene de que apaguemos la nuestra” (B. Gracian). “Qué leves y qué
baratos son los pedidos de Dios, del rey Cristo a sus vasallos! Pide para dar.
El negarle a Dios lo que nos pide nace de que no conocemos que su pedir es
dádiva. ¿Qué nos pide, que no sea para darnos?” (Quevedo). Lo que más
necesitaba y debía pedir la mujer era conocimiento interno de Cristo.
9 judíos y samaritanos se odiaban; estos, desde la
caída de Samaría (721 a.C.) formaban una población heterogénea; los judíos los
consideraban cismáticos, medio paganos, y más desde que en una fiesta de Pascua
(año 6-9 d.C.) los samaritanos profanaron el templo de Jerusalén esparciendo en
él huesos humanos.
10 En el diálogo literalmente hay fórmulas introductorias
estereotipadas: “respondió Jesús y dijo a ella” (vs. 10.13), “respondió la
mujer y dijo a él” (v. 17), cf. Mt 3, 13.
Todo el relato está orientado hacia la revelación de
la identidad de Jesús; la mujer samaritana, cuyo auténtico pecado, del que brota
su vida moral desquiciada, es no conocer a Jesús, ha de ir aceptando el don de Dios
(“el don de la verdad”: 1,14), creciendo en conocimiento de fe. Conocer es el
primer paso de la conversión. Jesús sí adora “lo que conoce” (v. 22); los demás
no adoraran porque no conocen: si hubieras conocido (v. 10), “adoráis lo que no
conocéis” (v.22), “vosotros no conocéis” (v. 32). En la samaritana hay avance
en ese conocimiento: Jesús es “un judío” (v. 9), tal vez es “más que Jacob” (v.
12); es “un profeta” (v. 19); sin duda es “el Mesías” (v.29). Al final los samaritanos
lo definen del todo: “Sabemos que es el Salvador del mundo” (v. 42).
Agua viva (Jn 2, 13), la que brota y corre limpia,
en oposición al agua estancada; símbolo bíblico de bendición y fecundidad en el
desierto, y prefiguración de los tiempos mesiánicos. En el rabinismo, “las
palabras de la Ley son comparadas al agua” (Sf Dt 11, 22); aquí es símbolo de
la revelación-conocimiento de Jesús.
13-14 Conocer a Jesús es beber agua que fluye como manantial,
perenne y comunica vida eterna. A partir de la “glorificación” de Jesús (7, 39)
ese conocimiento de fe se da en la Iglesia gracias a la acción del Espíritu Santo,
que nos acerca la revelación: “… las fuentes del agua, que es en la Escritura
la gracia del Espíritu, que refresca y cría y engruesa y sustenta”, decía fray
Luis de León; o, según san Juan de la Cruz, “esta agua era el Espíritu que
habían de recibir en su fe los creyentes”.
20 Los samaritanos habían construido al sur de Siquén,
en el monte Garizín, un templo cismático que fue destruido por Juan Hircano (129
a.C.).
22 Adoráis lo que no conocéis: recuerda “los dioses que
no habíais conocido” (Dt 11, 28), es decir, los ídolos. Jesús viene a decir sin
más: “vuestro culto es desviado” (cf. Hch 17, 23).
23 En Espíritu y verdad, dice mucho más que
espiritualmente (en oposición al culto exterior) y verdaderamente (con
autenticidad). La adoración al Padre es suscitada en el creyente por el Espíritu
de Dios (Rm 8, 26 s.); que lo hace orar injertados en el Hijo, en Jesús (que es
la Verdad).
24 Sus adoradores… verdad: los verdaderos adoradores
han de adorar al Padre en el Espíritu – es decir movidos
por el Espíritu – y en la Verdad – por presencia
permanente de Cristo en ellos –. “El Señor dijo que hay que adorar en Espíritu
y en Verdad, designándose ciertamente a sí mismo como la Verdad” (San Basilio
Magno). El culto cristiano (interno y externo) querido por Dios, nace cuando se
acepta la revelación de Cristo y se siguen las mociones del Espíritu del Padre
y del Hijo. “Nosotros somos verdaderos adoradores y verdaderos sacerdotes
cuando, orando en espíritu, en espíritu ofrecemos el sacrificio de la oración,
víctima propia de dios y agradable a Él, la que Él pidió y preparó para sí” (Tertuliano).
26 En la cima del relato; Jesús se revela, se da a
conocer: “Yo soy”. Así se revela Yahvé en el AT; al hacer suyo el nombre divino
(cf. Ex 3, 14). Jesús se coloca en el nivel de Dios, expresando su ser eterno.
Esa fórmula suele completarse añadiendo un predicado: “Yo soy el pan”, “Yo soy
el camino”, etc.
27 Hablar con una mujer, era una de las seis cosas que
tenían prohibidas los discípulos de los rabinos (BBer 6, 6).
32 También para los apóstoles se conjuga el verbo “no
conocer”; su ignorancia, en este caso, tiene como objeto la voluntad del Padre
sobre Jesús.
34 Lo que aseguró y unificó la vida interior de Jesús,
y su reflejo externo, fue la orientación profunda de todo su ser humano-divino
hacia el querer del Padre. Esta unión de voluntades sólo se explica por la
filiación divina de Jesús.
35 La experiencia popular – expresada literalmente todavía
cuadrimestre hay – en boca de los discípulos que siguen sin comprender, queda
corregida por Jesús: “No tenéis que esperar, la mies ya está granada”, los
samaritanos vienen ya en busca de la luz, empieza la cosecha.
42 El Salvador del mundo: el título de “Salvador”
aplicado a Jesús no es de los más antiguos en los textos del NT, pero la
Iglesia primitiva entendió pronto que Jesús (=Yahveh salva) era verdaderamente
lo que su nombre significa: el Salvador (cf. 1, 29; 3, 17; 12,47).
Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
4, 1-45 Las doce tribus originarias de Israel que se
asentaron en Canaán se acabaron dividiendo en un reino meridional, que estaba
constituido principalmente por dos tribus con capital en Jerusalén, y un reino
septentrional, que estaba constituido òr las otras diez tribus con capital en
Samaría. En el siglo VIII a.C., los asirios conquistaron el reino
septentrional, desterrando una parte de las tribus y asimilkando por medio de
matrimonios, a las tribus que tenían permitido quedarse. De un modo similar, el
reino meridional sufrió un exilio parcial a manos de los babilonios dos siglos
más tarde. Durante este tiempo, se desarrollaron algunas creencias y prácticas
divergentes entre los dos reinos, pero ninguna fue más problemática que la del
lugar del verdadero Templo. El reino meridional, los samaritanos, construyeron
un templo en el monte Garizim, al creer que era el sitio que Dios había elegido
como centro de culto mejor que en Jerusalén. Este templo fue destruido en el
siglo II a.C. por el rey judío. Los samaritanos sólo reconocieron el Pentateuco
como Escritura Sagrada propia, y por ello no estaban familiarizados con la
literatura de la Sabiduría y los escritos de los profetas. Los samaritanos mismos
preferían ser llamados israelitas y creían ser los verdaderos descendientes de Moisés.
En tiempos de Jesús, los judíos y samaritanos se despreciaban públicamente y a
mnenudo eran hostiles los unos con los otros.
4, 4 En tiempos de Jesús, había dos rutas principales que
iban de Judea a Galilea: una, que seguía el recorrido del río Jordán, y, otra,
más corta, que atravesaba Samaría. Como los judíos consideraban impuros a los
samaritanos, normalmente tomaban la ruta más larga. El texto dice que Cristo
estaba cansado por la ruta, como era humano en todos los sentidos menos en el
pecado, experimentó las conciciones humanas de fatiga, hambre y sed. Cat. 544-545.
4, 9 Los judíos no hablaban con los samaritanos, a
quienes consideraban herejes y pecadores. Un hombre judío, especialmente un
rabino, nunca hablaría con una mjujer en público, y menos todavía si ella era
samaritana. En cierto modo, la impureza de los samaritanos se extendía incluso
al agua de un pozo samaritano. Cat 579.
4, 10 Ciro se refería al “agua” viva del Espíritu Santo y
al agua del bautismo, que conceden la vida verdadera. Entre los “manantiales”
de oración de los cuales podemos “sacar agua” están la Eucaristía, la Escritura
y la liturgia, además de las prácticas de las virtudes teologales. Cat 694,
728, 1137, 2560-2561, 2652-2658.
4,18 La historia de la vida de la mujer es vista como una
alegoría de la historia del conflicto samaritano. Durante los años de la
conquista asiria cinco tribus extranjeras se mezclaron con los israelitas del
antiguo Reino del Norte, y cada uno introdujo en la región su propia divinidad
o Baal, que quiere decir “señor” o “marido”. También cabe recordar que tres
patriarcas del Antiguo Testamento (Isaac, Jacob y Moisés) conocieron a sus futuras
mujeres en un pozo (Gn 24, 10-20; 29, 10-20; Ex 2, 15-21). De manera alegórica,
podía parecer que Cristo animaba a los samaritanos a arrepentirse de sus
pecados y les invitaba a comprometerse con él, el Esposo y único y verdadero
Dios. Cat 401, 710.
4, 20 Los samaritanos creían que el Monte Garizim era el
lugar donde Abrahán estuvo a punto de sacrificar a su hijo Isaac, y donde se
ordenó a Josué que construyera un altar para realizar ofrendas de paz a Dios
(cat. 436).
4 23 Esto es una sutil referencia a la próxima
destrucción de Jerusalén. En la Nueva Alianza, el culto no estará ligado ni al
Monte Garizim ni a Jerusalén, sino al Mesías como nuevo templo de Dios vivo que
no tendría fin. La salvación, se dice luego, viene de los judíos, porque
incluso en el Pentateuco se decía que el Mesías procedía de la estirpe de
David, que era de la tribu de Judá. Cat. 439, 469, 528, 586, 728, 1179.
4 28 Como los primeros apóstoles que dejaron sus barcas
de pesca para seguir a Jesús, la mujer dejó su cántaro para proclamar el
Evangelio que había escuchado. Este detalle corrobora la necesidad de renunciar
a todas las cosas para ser testigos activos de la verdad del Evangelio.
4 34 Cristo acogió plenamente la voluntad del Padre y su
plan de salvación, y era alimentado y fortalecido por ello. Cat 606, 2611 y
2824.
4 42 Hay que fijarse en cómo creció la mirada de la mujer
samaritana hacia Cristo hasta que culminó en una emotiva conversión. De algún
modo, su conocimiento de él se hizo más profundo al percibirle de la siguiente
manera: como un profeta (Jn 4, 19), un Mesías (Jn 4, 29) y un Salvador. Cat
2812.
San Agustín. Comentario al evangelio de San Juan 15, 5-6. 9-12[11].
Fatigado del viaje. No en vano se fatiga la
Fortaleza de Dios; no en vano se fatiga aquel que nos restablece cuando nos hallamos
cansados; no en vano se fatiga aquel cuyo abandono nos fatiga y cuya presencia
nos fortalece. De todos modos, Jesús se fatiga; y se fatiga del viaje y se
sienta; y fatigado se sienta en el pozo, a la hora sexta.
¿Por qué, pues, era la hora sexta? Por hallarse en
la sexta edad del mundo. El evangelio cuenta como primer ahora la primera edad del
mundo, que va desde Adán hasta Noé; la segunda, la que va desde Noé hasta
Abrahán; la tercera, desde Abrahán hasta David; la cuarta, desde David hasta la
transmigración a Babilonia; la quinta desde la transmigración a Babilonia hasta
el bautismo de Juan; de él parte la sexta que es la actualidad.
Pide agua y promete agua. Se manifiesta como
necesitando recibir y al mismo tiempo como desbordante para saciar. ¡Si conocieses
el don de Dios! El don de Dios es el Espíritu Santo. Todavía le habla Jesús
veladamente, pero poco a poco va entrando en su corazón.
Juan de Ávila. Viernes de la III Semana de Cuaresma. Antes de 1445. Manuscrito
conservado en la Biblioteca del Colegio El Patriarca de Valencia.[12]:
Ninguno tanta
sed tuvo ni tanta hambre como Jesucristo de las ánimas; por tanto, ninguno no
diga que no tiene remedio que grandísima sed tuvo, y tanta hambre no tuvo
hombre, y así se puso en la cruz y pasó por los tormentos como por espada con
grandísima sed de salvar los hombres.
¡Bendito sea Dios, que del mal de aquella mujer cuánto
bien se sacó, que se ganó toda aquella ciudad! Plega a su misericordia que,
pues las palabras que aquí se hand e predicar son suyas, que provea su Majestad
que las ánimas que estána aquí se remedien y salgan de los pecados mediante sus
palabras.
Hermanos, no dejemos estar muriendo de hambre y sed
a Jesucristo, que su sed y hambre es la salvación de las ánimas; dejemos los
pecados, siquiera por hacer placer a Jesucristo, que tanto lo desea. Hemos de
hablar hoy de los que beben aquel agua que para siempre no habrán sed.
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[8] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid.
2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios
del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de
www.vatican.va
[11] Pío de Luis, OSA. Comentarios
de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción.
Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.
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