miércoles, 1 de marzo de 2023

Domingo 2º. Tiempo de Cuaresma. 5 de marzo de 2023.

 


Primera lectura.

Lectura del libro del Génesis 12, 1-4a.

En aquellos días, el Señor dijo a Abrán:

-Sal de tu tierra, de tu patria, y de la casa de tu padre, hacia la tierra que te mostraré. Haré de ti una gran nación, te bendeciré, haré famoso tu nombre y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan, maldeciré a los que te maldigan, y en ti serán benditas todas las familias del mundo.

Abrán marchó, como le había dicho el Señor.

 

Textos paralelos.

Sb 10, 5: Cuando la confusión de los pueblos malvados, / ella se fijó en el justo Abrahán, lo conservó intachable ante Dios / y lo mantuvo firme a pesar del amor a su hijo.

Hch 7, 2-3: [Esteban] respondió: “Hermanos y hermanas, escuchad. El Dios de la gloria se apareció a nuestro padre Abrahán cuando estaba en Mesopotamia; antes de establecerse en Jarán, y le dijo: “Sal de tu tierra y de tu parentela y vete a la tierra que te mostraré”.

Hb 11, 8s: Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por la fe obedeció Abrahán a la llamada y salió hacia la tierra que iba a recibir en heredad. Salió sin saber adónde iba. Por la fe vivió como extranjero en la tierra prometida, habitando en tiendas.

Por ti se bendecirán todos los linajes de la tierra.

Jr 4, 2: Si jurases “¡Por vida del Señor!” / con verdad, justicia y derecho, / todas las naciones se bendecirían, / se darían parabienes entre sí / utilizando el nombre del Señor.

Si 44, 21: [Abrahán] Por eso Dios le prometió con juramento / bendecir a las naciones por su descendencia, / multiplicaré como el polvo de la tierra, / exaltar su estirpe como las estrellas, / y darle una herencia de mar a mar, / desde el Río hasta los confines de la tierra.

Hch 3, 25: Vosotros sois los hijos de los profetas; los hijos de la alianza que hizo Dios con vuestros padres, cuando le dijo a Abrahán: ·En tu descendencia serán bendecidas todas las familias de la tierra”.

Ga 3, 8: En efecto, la Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, le adelantó a Abrahán la buena noticia de que por ti serán benditas todas las naciones.

 

Notas exegéticas.

12 (a) Titulo que debe entenderse de forma neutra: relatos en torno a los patriarcas.

12 (b) Los relatos sobre Abrahán tal como se presentan en el Génesis, son una “teología de la promesa”, la doble promesa divina de descendencia y del don de la tierra son los ejes centrales en torno a los cuales de un modo u otro se organiza todo lo que los escritores sagrados tienen que decir sobre el patriarca.

12 (c) Los capítulos 12-13 pertenece a lo esencia de las tradiciones yahvistas, pero no todo se sitúa en el mismo nivel de la tradición o de su fijación escrita. Muy probablemente una breve noticia de salida de Jarán y de llegada a Canaán, especie de itinerario, con la orden divina de abandonar Jarán, 12, 1-4, y un primer punto de asentamiento alrededor de Betel, 12, 8; 13, , son el núcleo central de la tradición. El itinerario continua con el relato de la separación de Abrahán y Lot, 13 3 s. Promesas de descendencia y de bendición 12, 2-3, y luego del don de la tierra, 12, 7, han podido ser añadidas en un estadio relativamente antiguo de la tradición, lo mismo que el relato de la bajada a Egipto, 12, 10-20, relato que no habla de Lot, con 13, 1-4. Un desarrollo más reciente puede ser la promesa solemne de 13, 14-17. A los autores sacerdotales se deben algunos complementos en los que se insiste en la riqueza de Abrahán y de Lot, motivo de su separación. 12, 4-5; 13, 2.4-5. Si tal ha podido ser el desarrollo de los dos capítulos, la doble promesa de descendencia y del don de la tierra vienen a ocupar un lugar cada vez más preponderante. Rompiendo todos sus vínculos terrenos. Abrahán sale para un país desconocido, con su mujer estéril, 11 30, porque Dios le ha llamado y le ha prometido una posteridad. Primer acto de fe de Abrahán que volverá a expresarse cuando le sea renovada la promesa, 15 5-6+, y que Dios pondrá a prueba reclamándole a Isaac, fruto de esta promesa, 22 +. La existencia y el porvenir del pueblo elegido dependen de este acto absoluto de fe. Hb 11, 8-19. No se trata solamente de su descendencia carnal, sino de todos aquellos a quienes la misma fe hará hijos de Abrahán, como enseña san Pablo, Rm 4; Ga 3, 7

12 3 La fórmula se repite (con la palabra “nación” o “linaje” en 18 18; 22 18; 26 45; 28 14. En sentido estricto, significa (ver v. 2 y 48 20; Jr 29 22): “las gentes dirán: ‘Bendito seas como Abrahán’”. Pero Si 44 21, la tradición de los LXX y el NT han entendido: “En ti serán benditas todas las naciones”.

 

Comentario.

-Inicio de la segunda gran sección del Génesis:

Historia entorno a tres generaciones:

Patriarcas Abraham, Isaac y Jacob.

Mujeres-matriarcas:  

Más numerosas que los varones: Sara-Agar, Rebeca, Raquel-Lía.

-Historia de Abrahán:

Comienza con:

Mandato: él obedece.

Triple promesa:

Gran nación-poseedor de tierra-bendición para otros.

Amenazada por la fragilidad y contradicción.

Fundamento: Dios.

 

Salmo responsorial

Sal 32

 

Que tu misericordia, Señor,

venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/.

La palabra del Señor es sincera,

y todas sus acciones son leales;

él ama la justicia y el derecho,

y su misericordia llena la tierra. R/.

 

Los ojos del Señor están puestos en quien lo teme,

en los que esperan su misericordia,

para librar sus vidas de la muerte

y reanimarlos en tiempo de hambre.  R/.

 

Nosotros aguardamos al Señor:

él es nuestro auxilio y escudo.

Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros,

como lo esperamos de ti. R/.

 

Textos paralelos.

 Pues recta es la palabra de Yahvé.

Dt 32, 4: Él es la Roca, sus obras son perfectas, / sus caminos son justos, / es un Dios fiel, sin maldad; / es justo y recto.

Sal 89, 15: Justicia y derecho sostienen tu trono, / misericordia y fidelidad te preceden.

Los ojos de Yahvé sobre sus adeptos.

Sal 32, 8: Te instruiré y te enseñaré / el camino que has de seguir, / fijaré en ti mis ojos.

Sal 34, 16: Los ojos del Señor miran a los justos, / sus oídos escuchan sus gritos.

Esperamos anhelantes a Yahvé.

Sal 115, 9: Israel confía en el Señor; / él es su auxilio y escudo.

 

Notas exegéticas.

33 18 Lit. “los que le temen”.

 

Comentario de Noel Quesson.

La poesía hebrea utiliza constantemente el paralelismo: los versos van siempre de dos  en dos. El segundo retoma la idea del primero. Ejemplos: El Señor frustró los planes de las naciones. / Y aniquiló los proyectos de los  pueblos.

 

Segunda lectura.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 8b-10.

Querido hermano:

Toma parte en los padecimientos por el evangelio, según la fuerza de Dios. Él nos salvó y nos llamó con una vocación santa, no por nuestras obras, sino según su designio y según la gracia que nos dio en Cristo Jesús desde antes de los siglos, la cual se ha manifestado ahora por la aparición de nuestro Salvador, Cristo Jesús, que destruyó la muerte e hizo brillar la vida y la inmortalidad por medio del evangelio.

 

Textos paralelos.

 Nos ha llamado a una vocación santa.

Tt 3, 5: No por las obras de justicia que hubiéramos hecho nosotros, sino, según su propia misericordia, nos salvó por el baño del nuevo nacimiento y de la renovación del Espíritu Santo.

Rm 8, 28: Por otra parte, sabemos que a los que aman a Dios todo les sirve para el bien, a los cuales les ha llamado conforme a su designio.

Rm 16, 25s: Al que puede consolidaros según mi Evangelio y el mensaje de Jesucristo que proclamo, conforme a la revelación del misterio mantenido en secreto durante siglos eternos y manifestado ahora mediante las Escrituras proféticas, dado a conocer según disposición del Dios eterno para que todas las gentes llegaran a la obediencia de la fe a Dios, único Sabio, por Jesucristo, la gloria por los siglos de los siglos. Amén.

Esta gracia se ha hecho patente ahora.

Tt 2, 11: Pues se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres.

3, 4: Más cuando se manifestó la bondad de Dios nuestro Salvador y su amor al hombre.

Rm 6, 9: Pues sabemos que Cristo, una vez resucitado de entre los muertos, ya no muere más; la muerte ya no tiene dominio sobre él.

Rm 8, 2: Pues la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús te ha librado de la ley del pecado y de la muerte.

Hb 2, 14-15: Por tanto, lo mismo que los hijos participan de la carne y de la sangre, así también participó Jesús de nuestra carne y sangre, para aniquilar mediante la muerte al señor de la muerte, es decir, al diablo, y liberar a cuantos, por medio de la muerte, pasaban la vida entera como esclavos.

 

Notas exegéticas:

1 9 La palabra designa en primer lugar la llamada de los cristianos a la salvación, ver Rm 1 6-7; 8, 28; 1 Co 1 2.24; Col 3 15; Ef 1 18; 4 4; Flp 3, 14 etc., y luego, por metonimia, el estado (vocación) al que son llamados los cristianos. Ambos sentidos son igualmente posibles.

1 10 Este término [manifestación] ver 1 Tm 6 14+, designa aquí el ministerio de Jesús.

 

Comentario.

-Forma parte de las cartas de la tercera generación paulina:

Dirigidas a personajes concretos.

-Exhortación a aceptar sufrir a causa del Evangelio:

Conflictos con los vecinos y amigos.

Comunidad eclesial: valiosa.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

-Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:

-Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

-Levantaos, no temáis.

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte Jesús les mandó:

-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

 

Textos paralelos.

 

Mc 9, 2-9

Mt 17, 1-9

Lc 9, 28-36

Seis días más tarde Jesús toma consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, sube aparte con ellos solos a un monte alto,

 

y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

 

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. No sabía qué decir, pues estaban asustados.

 


Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

 

 

 

 

“Este es mi Hijo, el amado, escuchadlo”.

 

 

 

 

 

 

 

 


De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

 



 Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

 

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.

Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

 

 

De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

-Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

 

 

 


Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:

 

 

 


-Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.

 

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

-Levantaos, no temáis.

 

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

 

Cuando bajaban del monte Jesús les mandó:

-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

 

Unos ocho días después de estas palabras, tomó a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto del monte para orar.

Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió y sus vestidos brillaban de resplandor.

 

 

 

De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su éxodo, que él iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño, pero se espabilaron y vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

 


Mientras estos se alejaban de él, dijo Pedro a Jesús: “Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Haremos tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías”. No sabía lo que decía.

 

 

Todavía estaba diciendo esto, cuando llegó una nube que los cubrió con su sombra. Se llenaron de temor al entrar en la nube. Y una voz desde la nube decía:

 

“Este es mi Hijo, el Elegido, escuchadlo”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Después de oírse la voz, se encontró Jesús solo.

 

 

 

 

 

 

 

 


Ellos guardaron silencio y, por aquellos días, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

 

 

Tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan.

2 Pe 1, 16-18: Pues no nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza. Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz: “Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido”. Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.

Se transfiguró.

Ex 24, 13-16: Se levantó Moisés, con Josué, su ayudante, y subieron a la montaña de Dios. A los ancianos les dijo: “Quedaos aquí hasta que volvamos; Aarón y Jur están con vosotros, el que tenga algún asunto que se lo traiga a ellos”. Subió, pues, Moisés a la montaña; la nube cubría la montaña. La gloria del Señor descansaba sobre la montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.

Blancos como la luz.

Mt 28, 3: Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve.

Todavía estaba hablando.

Ex 19, 16: Al tercer día, al amanecer, hubo truenos y relámpagos y una densa nube sobre la montaña; se oía un fuerte sonido de trompeta y toda la gente que estaba en el campamento se echó a temblar.

Mt 24, 30: Entonces aparecerá el Hijo del hombre sobre nubes del cielo con gran poder y gloria.

Salió de la nube una voz.

Mt 3, 17: Y vino una voz de los cielos que decía: “Este es mi Hijo amado, en quien me complazco”.

Mt 12, 18: “Mirad a mi siervo, mi elegido, mi amado, en quien me complazco. Sobre él pondré mi espíritu para que anuncie el derecho de las naciones”.

Gn 22, 2 (LXX): Dijo Dios: “Toma a tu hijo único, al que amas, a Isaac, y vete a la tierra de Moria, y ofrécemelo allí en holocausto en uno de los montes que yo te indicaré”.

Dt 18, 15-19: El Señor, tu Dios, te suscitará de entre los tuyos, de entre tus hermanos, un profeta como yo. A él lo escucharéis.

Is 42, 1: Mirad a mi siervo, / a quien sostengo; / mi elegido, / en quien me complazco. / He puesto mi espíritu sobre él, / manifestará la justicia a las naciones.

Dn 10, 9: Entonces oí el sonido de sus palabras y, al oírlo, caí de bruces, en un letargo, con el rostro en tierra.

Ha 3, 2 (LXX): Señor, he oído tu fama. / En medio de los años, realízala; / en medio de los años, manifiéstala; / en el terremoto acuérdate de la misericordia.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

1-13 Para los discípulos, que acaban de oír que el Mesías realizaría su misión mediante el sufrimiento, la transfiguración de Jesús tenía una funciónpedagógica: sostener su fe con una experiencia de gloria, breve anticipación de lo que verían cuando el Hijo del Hombre resucitara de entre los muertos (v. 9). Como todos los misterios de la vida terrena de Jesús, también la Transfiguración está relacionada con la Encarnación: en ella asumió nuestrta carne para poder transfigurarla.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica:

1 Pedro, Santiago y Juan. cf. referencias bíblicas en Mc 5, 37.

2 Se transfiguró: o fue transfigurado (por Dios; voz pasiva “teológica”).

3 Moisés, junto con Elías, representan la revelación del AT, la alianza antigua.

4 Tomando Pedro la palabra: cf. 3, 15. Lo que lit. dice Pedro es: Señor, hermoso (o bueno) es nosotros aquí estar. Como el verbo “einai” a veces equivale a “permanecer” (p.ej. v. 17; 2,13), y en el griego del NT es corriente la indeterminación de grados de comparación, las palabras de Pedro suenan así: “Lo mejor [que podemos hacer] es quedarnos aquí”. ¿Pensaba Pedro en la fiesta de los Tabernáculos, cuyo rito principal era hacer o poner cabañas de ramaje y habitar en ellas (Ex 23,16; Lv 23,33-36; Dt 16,13)? Probablemente como le ocurrió en otras ocasiones, “no sabía lo que decía” (lo anotan expresamente Mc 9, 6 y Lc 9, 33).

5 Estaba hablando, cuando una nube… (lit. él hablante, mira, nube,…). En las teofanías más importantes del AT la nube indica la presencia de Dios que se manifiesta. Es un elemento de las tradiciones judías sobre la fiesta de los Tabernáculos, junto con la gloria o esplendor de Dios (v. 2). Cabaña y nube. Dios habita entre los suyos y los protege.

Los cubrió (probablemente solo a Jesús y a sus dos interlocutores) con su sombra; o los envolvió.

Este es mi Hijo… (cf. Mc 1,1), en quien me complazco: el tiempo verbal griego es aoristo.

7 No tengáis miedo: dejad de tener miedo, no sigáis teniendo miedo (imperativo griego negativo de presente).

8 Más que… solo: lit. sino a él en persona a Jesús solo.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé:

17, 1-13 En la Transfiguración aparece la divinidad de Cristo de una manera extraordinaria. Moisés y Elías recuerdan dos montañas sagradas: el monte Sinaí y el Horeb, respectivamente y representan la Ley y los Profetas. Cristo, en el centro, se muestra como el referente de toda la revelación de Dios. Cat. 444 y 554.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

444 Los evangelios narran dos momentos solemnes, el Bautismo y la Transfiguración de Cristo, que la voz del Padre lo designa como “Hijo amado” (Mt 3, 17; 17, 5).

554 A partir del día en que Pedro confesó que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, el Maestro “comenzó a mostrar a sus discípulos que él debía ir a Jerusalén y sufrir y ser condenado a muerte y resucitar al tercer día” (Mt 16, 21). Pedro rechazó este anuncio, los otros no lo comprendieron mejor. En este contexto se sitúa el episodio misterioso de la transfiguración de Jesús, sobre una montaña, ante tres testigos elegidos por él: Pedro, Santiago y Juan. El rostro y los vestidos de Jesús se pusieron fulgurantes como luz. Moisés y Elías aparecieron y le “hablaban de su partida, que estaba para cumplirse en Jerusalén” (Lc 9, 31). Una nube les cubrió y se oyó una voz desde el cielo que decía: “Este es mi Hijo, mi elegido, escuchadle” (Lc 9, 35).

Concilio Vaticano II

Vino, pues, el Hijo, enviado por el Padre, que nos eligió en Él antes de la creación del mundo y nos predestinó a ser sus hijos adoptivos porque quiso instaurar todas las cosas en Él. Cristo, por tanto, para cumplir la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el reino de los cielos, nos reveló su misterio y nos redimió con su obediencia. La Iglesia, o el reino de Cristo presenta ya en misterio, crece visiblemente en el mundo por el poder de Dios.

Lumen gentium 3.

 

San Agustín

En ella está el Señor, la Ley y los profetas; pero el Señor como Señor; la ley en Moisés; la profecía en Elías, en condición de servidores, de ministros. Ellos, como vasos; él, como fuente. Moisés y los profetas hablaban y escribían, pero cuanto fluía de ellos, de él lo tomaban.

El que me ama será amado por mi Padre y yo también lo amaré. Y como si te preguntase: “Dado que le amas, ¿qué le vas a dar?”. Y me mostraré a él. ¡Gran don y gran promesa! El premio que Dios te reserva no es algo suyo, sino él mismo. ¿Por qué no te basta, ¡oh avaro!, lo que Cristo prometió? Te crees rico, pero si no tienes a Dios, ¿qué tienes? Otro puede ser pobre, pero si tiene a Dios, ¿qué no tiene?

Ahora, no obstante, dice: “Desciende [Pedro] a trabajar a la tierra, a servir a la tierra, a ser despreciado, a ser crucificado en la tierra. Descendió la Vida para encontrar la muerte; bajó el Pan para sentir hambre; bajó el Camino para cansarse en el camino; descendió el manantial para sentir sed, y ¿rehúsas trabajar tú? No busques tus cosas. Ten caridad, predica la verdad; entonces llegarás a la eternidad, donde encontrarás seguridad.

Comentario al salmo 90, II 6-7[1].

 

Los Santos Padres.

Orígenes. Comentarios al Ev. de Mateo, 12, 37.

Y cuando se transfiguró su rostro brilló como el sol porque se manifestó a los hijos de la luz que habían abandonado las obras de las tinieblas y fueron revestidos de la armas de la luz (cf. Ef 5, 8); ya no eran hijos de las tinieblas ni de la noche, sino que eran hijos del día, comportándose honradamente como a pleno día. Jesús, una vez manifestado, ya no brillará simplemente como un sol, sino que les demostrará que Él es “el sol de justicia”.

San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 56, 2.

Los dos [Moisés y Elías] se enfrentaron valientemente a tiranos: Moisés al de Egipto, Elías a Acab, y en favor de hombres ingratos y rebeldes. Porque los dos se vieron en extremo peligro por culpa justamente de los mismos a quienes habían salvado. Los dos trataron de librar al pueblo de la idolatría, y los dos eran hombres privados. El uno era mudo y de escasa voz; el otro de trato rústico. Los dos, seguidores de la suma perfección de la pobreza puesto que ni Moisés poseía nada, ni menos Elías. ¿Qué tenía este fuera de una piel de oveja?

Orígenes. Comentarios al Ev. de Mateo, 12, 42.

Puede que la nube luminosa sea también el Espíritu Santo, que da sombra a los justos y habla proféticamente, pues es Dios quien actúa en esa nube: “Este es mi Hijo, el Amado, en quien me he complacido”. Incluso me atrevería a decir que esta nube es también nuestro salvador.

San León Magno, Sermones, 51, 7.

Escuchad al que han anunciado los misterios de la Ley y han cantado la voz de los profetas. Escuchad al que ha redimido al mundo con su sangre, ha arado al diablo y le ha arrebatado sus armas; ha roto la cédula del pecado y el pacto de la prevaricación. Escuchad al que abre el camino del cielo y por el suplicio de la cruz os prepara la escala para subir al reino.

San Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 56, 2.

Es que la soledad, la altura, el silencio grande, la transfiguración del Señor, llena de tanto estremecimiento; aquella luz purísima, aquella nube que los cubría, todo hubo de contribuir a infundirles un gran terror.

 

San Juan de Ávila

Sea el primero, que la tal revelación o espíritu no venga sola, mas acompañada de la Escriptura de Dios, contenida en el Viejo y Nuevo Testamento, y nuevas cosas conforme a la enseñanza y vida de Cristo y de los santos pasados. De esta manera leemos que, cuando apareció Cristo en el monte Tabor, no fue solo, mas con copia de abonados testigos (cf. Mt 17, 1ss). No porque Él los hobiese menester, pues es verdad inmutable, de cuya participación reciben firmeza todas las otras verdades, mas por darnos a entender  que así como en otras cosas Él padeció y hizo por nuestro ejemplo que mirando a Él no había necesidad de hacerlo, así trayendo testigos el que no los hubo menester, se nos da a entender que no debemos recebir cosa ninguna de aquestas, si no trae por testigos al Viejo Testamento, con sus profetas, que son figurados en Moisén y Elías, y al Nuevo y doctrina apostólica, figurado en San Pedro, San Juan y Santiago, que presentes estaban.

Audi, filia (I). I, pg. 485.

Y cierto, si con esos ojos miráredes a Cristo, no os parecerá feo, como a los canales, que en su pasión le despreciaban; mas con los santos apóstoles que en el monte Tabor le miraron, pareceros ha su cara resplandeciente como el sol, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mt 18, 2), y tan blancas que, como dice San Marcos, ningún batanero sobre la tierra los pudiera emblanquecer tan bien (Mc 9, 2), lo cual significa que nosotros, que somos dichos vestidura de Cristo (Is 49, 18), porque le rodeamos y ataviamos con creerle y alabarle, y amarle, somos tan blanqueados por Él, que ningún hombre sobre la tierra nos pudiera dar la hermosura que Él nos dio. Parézcaos Él como el sol, y las almas por Él redimidas blancas como la nieve. Aquellas , digo, que confesando y conociendo y aborreciendo su propia fealdad, piden ser hermoseadas y lavadas en esta piscina de sangre del Salvador, de la cual salen tan hermoseadas por Él que basten para enamorar a Dios, y que les sean cantadas con gran verdad las palabras ya dichas: Deseará el Rey tu hermosura.

Audi, filia (I). I, pg. 532.

Y, cierto, si con otros ojos mirásedes a Cristo, no os parecería feo, como aa los carnales que en su pasión le despreciaban; mas, con los santos apóstoles, que en el monte Tabor lo miraban, pareceros ha su rostro resplandeciente como el sol, y sus vestiduras blancas como la nieve (Mt 17, 2).

Audi, filia (II), pg. 780.

Y aunque a toda Escriptura de Dios hayáis de inclinar vuestra oreja con muy gran reverencia, mas inclinada con muy mayor y particular devoción y humildad a las benditas palabras del Verbo de Dios hecho carne, abriendo vuestras orejas del cuerpo y del ánima a cualquier palabra de este Señor, particularmente dado a nosotros por maestro, por voz del Eterno Padre, que dijo: Este es mi amado Hijo, en el cual me he aplacido, a él oíd (Mt 17, 5). Sed estudiosa de leer y oír con atención y deseo de aprovechar estas palabras de Jesucristo. E sin duda hallaréis en ellas una excelente eficacia que obre en vuestra ánima, la cual no la hallaréis en todas las cosas, que desde el principio del mundo Dios ha hablado ni ha de hablar hasta el fin de él.

Audi, filia (I). I, pg. 476.

T aunque a toda la Escritura de Dios hayáis de inclinar vuestra oreja con igual crédito de fe, porque toda ella es palabra de una misma suma Verdad, mas debéis tener particular respecto de os aprovechar de las benditas palabras que en la tierra habló el verdadero Dios hecho carne, abriendo con devota atención vuestras orejas de cuerpo y de ánima a cualquier palabra de este Señor, dado a nosotros por especial maestro, por voz del Eterno Padre, que dijo: Este es mi muy amado Hijo, en el cual me he agradado; a él oíd (Mt 17, 5). Sed estudiosa de leer y oír aquellas palabras, y sin dubda hallaréis en ellas una singular medicina y poderosa eficacia para lo que a vuestra anima toda, cual no hallaréis en todas las otras que desde el principio del mundo Dios haya hablado.

Audi, filia (II). I, pg. 633.

Una vez quiso el Señor de este mundo enseñar la hermosura de su cuerpo en el monte Tabor (cf.. Mt 17, 2), y quedaron los que le vieron tan aficionados y tan satisfechos, que tuvieron por gran bienaventuranza cebar siempre sus ojos en tal hermosura, aunque ni bebieran, ni comieran, ni tuvieran otra riqueza. Y cierto, nosotros haríamos lo que ellos hicieron si viésemos lo que ellos vieron y se quitase el Señor su velo que allí le encubre para que le pudiésemos ver faz a faz. Y si esto no hace, no es por privarnos de tanto placer, mas por darnos ocasión de mayor provecho.

Sermón vísperas del Corpus. III, pg. 454.

Y así como Él es lucidísimo y hermosísimo sol, así la parara ella resplandeciente, semejante a Él, como fue figurado cuando se transfiguró en el monte Tabor, y le resplandeció la cara como el sol, y fueron hechas sus vestiduras blancas como la nieve (Mt 17, 2). Nosotros nos vestimos de Cristo, como dice San Pablo (cf. Gal 3, 27), porque nuestros bienes son gloria suya y lo atavían y honran, pues son testimonio de su grande bondad, con que nos lo dio, y el gran valor de su sangre, con que nos lo mereció (cf. 1 Cor 12, 27). Y estas vestiduras que atavían su cuerpo, y aun se llaman su cuerpo, que somos nosotros cuando nos transformamos en Él, participamos del resplandor que recibió en su cara cuando se transformó siendo emblanquecido más que la nieve, como David lo deseaba y pedía, diciendo: Rociarme has, Señor, con hisopo, y seré limpio; lo cual se hace cuando nos limpian de pecados mortales; lavarme has, y seré emblanquecido más que la nieve (Sal 50, 9), cuando se nos limpian de pecados veniales.

Sermón del Santísimo Sacramento. III, pg. 671.

Y después de recebido el anillo, que hermosea un aparte del cuerpo, vístela su benditísimo Hijo de vestidura de muy blanca holanda, la cual color es la que usa en el cielo y significa la gracia, sin la cual el ánima está desnuda y ennegrecida, sigún Cristo lo dice: Aconséjote que te vistas de vestiduras blancas, porque no aparezca tu desnudez (cf. Ap 3, 18). Y también significa a la gloria , que es gracia acabada y preciosa vestidura del ánima, que se dará a los que bien vivieren, sigún lo ha prometido Jesucristo nuestro Señor, diciendo: Andarán conmigo y con vestiduras blancas (cf. Ap 3, 4). Y así los ángeles que aparecieron a los santos apóstoles en el día de la ascensión del Señor, vestiduras blancas traían (Hch 1, 10); y cuando el Señor quiso declarar su gloria en el monte Tabor, fueron sus vestiduras hechas blancas como la nieve (cf. Mt 17, 2) con gloria.

Sermón fiesta de la Asunción de María. III, pg. 984-985.

Este es el Señor, por el cual el Padre nos mira con agraciados ojos, por vernos hechos miembros de Aquel de quien el Padre mismo dio testimonio diciendo: Este es mi Hijo muy amado, en el cual yo me he agradado (Mt 17, 5). Y así como la desgracia de Adán se extendió a los que venían de él, así mucho más el amor y agradamiento que Dios Padre tiene en su Hijo es cosa universal  y general para todos, chicos y grandes, que se quisieren juntar e encorporar en el mismo Hijo.

Sermón de Jueves Santo. III, pg. 426.

Mas diréis: ¿Por que le llama escondrijo? Por cierto con mucha razón; porque así como la faz divina no es escondrijo, sino cosa luciente, según la divinidad, así la faz de Cristo, Dios y hombre, se llama escondrijo según la humanidad, y esto no cuando en el monte Tabor resplandeció su faz, como sol y sus vestiduras como luz (Mt 17, 2), mas cuando se desfiguró en el mone Calvario y parecieron sus vestiduras y carne bermejas con la sangre que de Él salía en precio de nuestro rescate.

Carta a un su devoto. IV, pg. 273.

Si en la noche del nacimiento del Señor llevaron a vuestra merced al monte Calvario y le dieron compasión del Crucificado y lágrimas con que lavar sus pies, de creer es que agora, en Cuaresma y cerca del tiempo en que se representa su pasión, la terná el Señor por tan moradora de aquel monte, que de allí no la deje salir. Bien está allí, señora. Dígale al señor como San Pedro: Bien es que nos estemos aquí (Mt 17, 4), y será mejor petición. Porque él deseaba el monte donde había el descanso; en estotro hay trabajo; y por esto lo postrero es señal de mayor amor, pues no en el descansar, mas en el penar se demuestra y emplea el amor del Señor.

A una señora. IV, pg. 459.

También parecía grande amor querer estar San Pedro en el monte a la golosina de la transfiguración de Jesucristo (cf. Mt 17, 4), y era propio amor e interés, pues lo quería vestido de gloria y no penado en la cruz.

A un mancebo. IV, pg. 610.

El dechado que el Padre Eterno ha dado a todo género de personas para que acierten a servir a Dios según su contento, es su benditísimo Hijo Jesucristo nuestro Señor, cuya doctrina y vida ha de ser el nivel de la nuestra y ha de ser la que nos ha de juzgar en el día postrero. Y así en el monte Tabor sonó la voz: Este es mi Hijo muy amado; a Él oíd (Mt 17, 5). Y el mismo Señor, dado por maestro en la doctrina, amonesta muchas veces a la imitación de su vida, así en obrar virtudes como en la mortificación de la cruz, aun hasta perder por su amor en ella la vida.

A un señor de este reino, siendo asistente de Sevilla. IV, pg. 58.

 

San Oscar Romero.

Queridos hermanos, ésta es la liturgia de la palabra que Cristo transfigurado ha presidido hoy desde nuestra Catedral. Ahora Cristo no es sólo palabra, se hace hostia, se hace cáliz, se hace comunión, se hace vida. Tratemos de comulgar ahora identificándonos en el pensamiento con Él, vivamos nuestra Eucaristía. Y ya que hoy este llamamiento del sacrificio voluntario y de la ayuda al Seminario nos pone un objetivo concreto a nuestra fe, vamos a celebrar ya la ofrenda, el Ofertorio. Seamos generosos, compartamos nuestra pobreza con los pobres, compartamos nuestro pan con el hambriento, compartamos nuestro amor si no tenemos más que dar que nuestra buena voluntad, amemos. No nos cerremos en egoísmos ni en odios. La Cuaresma transfigura, la Cuaresma renueva al hombre. Ojalá que todo el pueblo santo de Dios al celebrar después de la Cuaresma, la Pascua de la muerte y la resurrección de Cristo, sintamos que todo aquel amor que lo llevó al Calvario y toda aquella vida que exhala de todos sus poros, no como un transfigurado de la tierra sino como quien posee la plenitud de la vida eterna para darlo a los hombres, sea nuestro amor, sea nuestra vida la de Cristo Nuestro Señor, que en esto consiste ser bautizado, ser cristiano. Y la Cuaresma no es otra cosa que revivir nuestro compromiso bautismal que nos identificó con el Cristo que por nosotros murió y que para nosotros resucitó.

Segundo domingo de Cuaresma. 19 de febrero de 1978.

 

Papa Francisco.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy es un poco extraña esta oración del Ángelus, con el Papa “enjaulado” en la biblioteca, pero os veo, estoy cerca de vosotros. Y también me gustaría empezar agradeciendo a ese grupo [presente en la plaza] que se está manifestando y luchando “Por los olvidados de Idlib”. ¡Gracias! Gracias por lo que hacéis. Pero hoy rezamos el Ángelus así para cumplir con las medidas preventivas y evitar pequeñas aglomeraciones de gente que pueden favorecer la transmisión del virus.

El Evangelio de este segundo domingo de Cuaresma (cf. Mateo 17, 1-9) nos presenta el relato de la Transfiguración de Jesús. Jesús lleva a Pedro, Santiago y Juan con Él y sube a un monte alto, símbolo de la cercanía a Dios, para abrirles a una comprensión más completa del misterio de su persona, que debe sufrir, morir y luego resucitar. De hecho, Jesús había comenzado a hablarles sobre el sufrimiento, la muerte y la resurrección que le esperaba, pero no podían aceptar esa perspectiva. Por eso, al llegar a la cima del monte, Jesús se sumergió en la oración y se transfiguró ante los tres discípulos: «su rostro —dice el Evangelio— se puso brillante como el sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz» (v. 2).

A través del maravilloso evento de la Transfiguración, los tres discípulos están llamados a reconocer en Jesús al Hijo de Dios resplandeciente de gloria. De este modo avanzan en el conocimiento de su Maestro, dándose cuenta de que el aspecto humano no expresa toda su realidad; a sus ojos se revela la dimensión sobrenatural y divina de Jesús. Y desde arriba resuena una voz que dice: «Este es mi Hijo amado [...]. Escuchadle» (v. 5). Es el Padre celestial quien confirma la “investidura” — llamémosla así— de Jesús ya hecha el día de su bautismo en el Jordán e invita a los discípulos a escucharlo y seguirlo.

Hay que destacar que, en medio del grupo de los Doce, Jesús elige llevarse a Pedro, Santiago y Juan con Él al monte. Les reservó el privilegio de ser testigos de la Transfiguración. ¿Pero por qué elige a los tres? ¿Porque son los más santos? No. Sin embargo, Pedro, a la hora de la prueba, lo negará; y los dos hermanos Santiago y Juan pedirán ser los primeros en entrar a su reino (cf. Mateo 20, 20-23). Jesús, no obstante, no elige según nuestro criterio, sino según su plan de amor. El amor de Jesús no tiene medida: es amor, y Él elige con ese plan de amor. Es una elección gratuita e incondicional, una iniciativa libre, una amistad divina que no pide nada a cambio. Y así como llamó a esos tres discípulos, también hoy llama a algunos a estar cerca de Él, para poder dar testimonio. Ser testigos de Jesús es un don que no hemos merecido: nos sentimos inadecuados, pero no podemos echarnos atrás con la excusa de nuestra incapacidad.

No hemos estado en el Monte Tabor, no hemos visto con nuestros propios ojos el rostro de Jesús brillando como el sol. Sin embargo, a nosotros también se nos ha dado la Palabra de salvación, se nos ha dado fe y hemos experimentado la alegría de encontrarnos con Jesús de diferentes maneras. Jesús también nos dice: «Levantaos, no tengáis miedo» (Mateo 17, 7). En este mundo, marcado por el egoísmo y la codicia, la luz de Dios se oscurece por las preocupaciones de la vida cotidiana. A menudo decimos: no tengo tiempo para rezar, no puedo hacer un servicio en la parroquia, responder a las peticiones de los demás... Pero no debemos olvidar que el Bautismo que recibimos nos hizo testigos, no por nuestra capacidad, sino por el don del Espíritu.

Que, en este tiempo propicio de Cuaresma, la Virgen María nos otorgue esa docilidad ante el Espíritu que es indispensable para emprender resueltamente el camino de la conversión.

8 de marzo de 2020.

 

Papa Francisco. Mensaje Cuaresma 2023.

Queridos hermanos y hermanas:

Los evangelios de Mateo, Marcos y Lucas concuerdan al relatar el episodio de la Transfiguración de Jesús. En este acontecimiento vemos la respuesta que el Señor dio a sus discípulos cuando estos manifestaron incomprensión hacia Él. De hecho, poco tiempo antes se había producido un auténtico enfrentamiento entre el Maestro y Simón Pedro, quien, tras profesar su fe en Jesús como el Cristo, el Hijo de Dios, rechazó su anuncio de la pasión y de la cruz. Jesús lo reprendió enérgicamente: «¡Retírate, ve detrás de mí, Satanás! Tú eres para mí un obstáculo, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres» (Mt 16,23). Y «seis días después, Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y los llevó aparte a un monte elevado» (Mt 17,1).

El evangelio de la Transfiguración se proclama cada año en el segundo domingo de Cuaresma. En efecto, en este tiempo litúrgico el Señor nos toma consigo y nos lleva a un lugar apartado. Aun cuando nuestros compromisos diarios nos obliguen a permanecer allí donde nos encontramos habitualmente, viviendo una cotidianidad a menudo repetitiva y a veces aburrida, en Cuaresma se nos invita a “subir a un monte elevado” junto con Jesús, para vivir con el Pueblo santo de Dios una experiencia particular de ascesis.

La ascesis cuaresmal es un compromiso, animado siempre por la gracia, para superar nuestras faltas de fe y nuestras resistencias a seguir a Jesús en el camino de la cruz. Era precisamente lo que necesitaban Pedro y los demás discípulos. Para profundizar nuestro conocimiento del Maestro, para comprender y acoger plenamente el misterio de la salvación divina, realizada en el don total de sí por amor, debemos dejarnos conducir por Él a un lugar desierto y elevado, distanciándonos de las mediocridades y de las vanidades. Es necesario ponerse en camino, un camino cuesta arriba, que requiere esfuerzo, sacrificio y concentración, como una excursión por la montaña. Estos requisitos también son importantes para el camino sinodal que, como Iglesia, nos hemos comprometido a realizar. Nos hará bien reflexionar sobre esta relación que existe entre la ascesis cuaresmal y la experiencia sinodal. 

En el “retiro” en el monte Tabor, Jesús llevó consigo a tres discípulos, elegidos para ser testigos de un acontecimiento único. Quiso que esa experiencia de gracia no fuera solitaria, sino compartida, como lo es, al fin y al cabo, toda nuestra vida de fe. A Jesús hemos de seguirlo juntos. Y juntos, como Iglesia peregrina en el tiempo, vivimos el año litúrgico y, en él, la Cuaresma, caminando con los que el Señor ha puesto a nuestro lado como compañeros de viaje. Análogamente al ascenso de Jesús y sus discípulos al monte Tabor, podemos afirmar que nuestro camino cuaresmal es “sinodal”, porque lo hacemos juntos por la misma senda, discípulos del único Maestro. Sabemos, de hecho, que Él mismo es el Camino y, por eso, tanto en el itinerario litúrgico como en el del Sínodo, la Iglesia no hace sino entrar cada vez más plena y profundamente en el misterio de Cristo Salvador.

Y llegamos al momento culminante. Dice el Evangelio que Jesús «se transfiguró en presencia de ellos: su rostro resplandecía como el sol y sus vestiduras se volvieron blancas como la luz» (Mt 17,2). Aquí está la “cumbre”, la meta del camino. Al final de la subida, mientras estaban en lo alto del monte con Jesús, a los tres discípulos se les concedió la gracia de verle en su gloria, resplandeciente de luz sobrenatural. Una luz que no procedía del exterior, sino que se irradiaba de Él mismo. La belleza divina de esta visión fue incomparablemente mayor que cualquier esfuerzo que los discípulos hubieran podido hacer para subir al Tabor. Como en cualquier excursión exigente de montaña, a medida que se asciende es necesario mantener la mirada fija en el sendero; pero el maravilloso panorama que se revela al final, sorprende y hace que valga la pena. También el proceso sinodal parece a menudo un camino arduo, lo que a veces nos puede desalentar. Pero lo que nos espera al final es sin duda algo maravilloso y sorprendente, que nos ayudará a comprender mejor la voluntad de Dios y nuestra misión al servicio de su Reino.

La experiencia de los discípulos en el monte Tabor se enriqueció aún más cuando, junto a Jesús transfigurado, aparecieron Moisés y Elías, que personifican respectivamente la Ley y los Profetas (cf. Mt 17,3). La novedad de Cristo es el cumplimiento de la antigua Alianza y de las promesas; es inseparable de la historia de Dios con su pueblo y revela su sentido profundo. De manera similar, el camino sinodal está arraigado en la tradición de la Iglesia y, al mismo tiempo, abierto a la novedad. La tradición es fuente de inspiración para buscar nuevos caminos, evitando las tentaciones opuestas del inmovilismo y de la experimentación improvisada.

El camino ascético cuaresmal, al igual que el sinodal, tiene como meta una transfiguración personal y eclesial. Una transformación que, en ambos casos, halla su modelo en la de Jesús y se realiza mediante la gracia de su misterio pascual. Para que esta transfiguración pueda realizarse en nosotros este año, quisiera proponer dos “caminos” a seguir para ascender junto a Jesús y llegar con Él a la meta.

El primero se refiere al imperativo que Dios Padre dirigió a los discípulos en el Tabor, mientras contemplaban a Jesús transfigurado. La voz que se oyó desde la nube dijo: «Escúchenlo» (Mt 17,5). Por tanto, la primera indicación es muy clara: escuchar a Jesús. La Cuaresma es un tiempo de gracia en la medida en que escuchamos a Aquel que nos habla. ¿Y cómo nos habla? Ante todo, en la Palabra de Dios, que la Iglesia nos ofrece en la liturgia. No dejemos que caiga en saco roto. Si no podemos participar siempre en la Misa, meditemos las lecturas bíblicas de cada día, incluso con la ayuda de internet. Además de hablarnos en las Escrituras, el Señor lo hace a través de nuestros hermanos y hermanas, especialmente en los rostros y en las historias de quienes necesitan ayuda. Pero quisiera añadir también otro aspecto, muy importante en el proceso sinodal: el escuchar a Cristo pasa también por la escucha a nuestros hermanos y hermanas en la Iglesia; esa escucha recíproca que en algunas fases es el objetivo principal, y que, de todos modos, siempre es indispensable en el método y en el estilo de una Iglesia sinodal.

Al escuchar la voz del Padre, «los discípulos cayeron con el rostro en tierra, llenos de temor. Jesús se acercó a ellos y, tocándolos, les dijo: “Levántense, no tengan miedo”. Cuando alzaron los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús solo» (Mt 17,6-8). He aquí la segunda indicación para esta Cuaresma: no refugiarse en una religiosidad hecha de acontecimientos extraordinarios, de experiencias sugestivas, por miedo a afrontar la realidad con sus fatigas cotidianas, sus dificultades y sus contradicciones. La luz que Jesús muestra a los discípulos es un adelanto de la gloria pascual y hacia ella debemos ir, siguiéndolo “a Él solo”. La Cuaresma está orientada a la Pascua. El “retiro” no es un fin en sí mismo, sino que nos prepara para vivir la pasión y la cruz con fe, esperanza y amor, para llegar a la resurrección. De igual modo, el camino sinodal no debe hacernos creer en la ilusión de que hemos llegado cuando Dios nos concede la gracia de algunas experiencias fuertes de comunión. También allí el Señor nos repite: «Levántense, no tengan miedo». Bajemos a la llanura y que la gracia que hemos experimentado nos sostenga para ser artesanos de la sinodalidad en la vida ordinaria de nuestras comunidades.

Queridos hermanos y hermanas, que el Espíritu Santo nos anime durante esta Cuaresma en nuestra escalada con Jesús, para que experimentemos su resplandor divino y así, fortalecidos en la fe, prosigamos juntos el camino con Él, gloria de su pueblo y luz de las naciones.

Roma, San Juan de Letrán, 25 de enero de 2023, Fiesta de la Conversión de san Pablo

 

Comentario al evangelio del domingo.

-Transfiguración:

Tránsito entre la primera y segunda parte del misterio de Jesús.

Próxima a los anuncios de la Pasión.

Montaña alta: evoca la otra altura de las tentaciones.

Muestra su próxima muerte: abajamiento.

Anuncio de la Resurrección:

El Hijo del hombre que morirá en la cruz no será abandonado por el Padre.

 

ORACIÓN JUNIORS.

EXPERIENCIA.

Invoca el Espíritu Santo para que Él abra tu corazón a la Palabra de Dios y te conceda el don de la oración.

La oración es un camina ascendente y por tanto implica un esfuerzo por parte del orante. Como el alpinista tienes que descalzarte de tus pensamientos, lógicas, preocupaciones e intereses y calzarte con las botas de la fe. Tienes que abandonar tu zona de confort y estar dispuesto a caminar en la intemperie durante un espaciado tiempo, abierto a lo imprevisible y no controlable. Y todo ello con un fin.

Mira el vídeo.

https://www.youtube.com/watch?v=8PyesSc4qVQ

Durante unos minutos piensa en las frases y pide al Espíritu Santo que avive en ti los deseos de despojarte de tus esquemas vitales para vestirte con el esquema vital de Cristo.

+REFLEXIÓN.

Toma la Biblia y lee :

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 17, 1-9.

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto. Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz. De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

-Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:

-Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo.

Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto. Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

-Levantaos, no temáis.

Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo. Cuando bajaban del monte Jesús les mandó:

-No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos.

¿Qué dice el texto? El relato de la Transfiguración implica un cambio de todo en los evangelios. Después de descubrir quien es Jesús de Nazaret: el Hijo de Dios, Mesías y Salvador; los evangelistas desarrollan el modo con el que va a ejercer su identidad: la pasión y muerte en fidelidad al Padre que conllevará la fidelidad de Éste resucitándolo de entre los muertos. Ambos focos se hallan condensados en el monte Tabor. Jesús es el Mesías en quien se cumplen la Ley de Moisés y las profecías de Elías y los profetas; y el Hijo de Dios ratificado por la voz, la que lo proclamó en el bautismo. Como contrapunto la figura de Pedro, quien huye de la cruz optando por permanecer en el monte, en la experiencia mística. Lee el texto un par de veces, imaginando los personajes, el lugar y las acciones.

¿Qué te dice? Contempla a Cristo y recuerda tus experiencias de oración, particularmente ante el sagrario, las exposiciones del Santísimo, las eucaristías a las que has asistido, las comuniones recibidas, las confesiones,... ¿Cómo te sentiste? Jesús también te transfigura cuando oras y particularmente cuando recibes la absolución del sacerdote, entonces e viste con un traje blanco.

 

COMPROMISO.

Tres experiencias te ayudarán a subir al Tabor y ser iluminado por Cristo: la participación en la adoración del Santísimo en las horas santas o el sagrario; en el sacramento del Perdón; y en la misa. Allí Cristo se hace realmente presente, lo escuchas, lo contemplas y te transforma.

 

CELEBRACIÓN.

Escucha la canción del presbítero Edgar Larrea, La Transfiguración.

https://www.youtube.com/watch?v=Uy2z-JwZhow

 

GUIÓN MISA NIÑOS.

DOMINGO II DE CUARESMA. 12 de febrero de 2023

 

Monición de entrada.-

Hola:

Igual que Jesús se encontró con una chica que iba a sacar agua del pozo.

Hoy Jesús se encuentra con nosotros.

Y también nos da a beber un agua que quita la sed.

Este agua es la Palabra de Dios y la comunión.

 

 Señor ten piedad.-

Porque no hacemos caso de las promesas del bautismo. Señor, ten piedad.

Porque hemos hecho de nuestro corazón un pozo sin agua. Cristo, ten piedad.

Porque nos hemos olvidado de ti, la fuente de agua viva. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pido por el Papa Francisco y el obispo Enrique. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por los cristianos, para que tengamos sed de ti.  Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por los que no te conocen, para que te encuentren. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por los que piensan que la felicidad es tener cosas y se olvidan que la felicidad es estar contigo y las personas que nos quieren. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por nosotros, para que te conozcamos mejor  y aprendamos a vivir como tu vivías. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias por ayudarnos en esta misa a abrir los ojos del corazón y ver en la comunión a Jesús.

 

GUIÓ MISSA D’INFANTS. DIUMENGE III T. QUARESMA.

 

Monició d’entrada.-

Hola:

Com Jesús es va trobar amb una xica que anava a traure aigua del pou.

Hui Jesús es troba amb nosaltres.

I també ens dona a beure un aigua que lleva la set.

Aquesta aigua és la Paraula de Déu i la comunió.

 

Senyor, tingueu pietat.

Perquè no fem cas a les promeses del bateig. Senyor, tingueu pietat.

Perquè hem fet del nostre cor un pou sense aigua. Crist, tingueu pietat.

Perquè ens hem oblidat de tu, la font d’aigua viva. Senyor, tingueu pietat.

 

 

Plegaries.-

Jesús, et demane pel Papa Francesc i el bisbe Enric. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane pels cristians, perquè tinga’m sed de tu. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane pels qui no et coneixen, perquè et troben. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane pels qui pensen que la felicitat és tindre coses i s’obliden que la felicitat és estar amb tu i les persones que ens estimen. T’ho demane, Senyor.

Jesús, et demane per nosaltres, perquè et conega’m millor i aprenga’m a viure com tu vivies. T’ho demane, Senyor.

 

Acció de gràcies.

Maria, volem donar-te les gràcies perquè hem començat la Quaresma i sabem que ens vas a ajudar aquestos dies.

 

 

 

 BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Riutort Mestre, P. Llibre del poble de Déu. Gorg. València. 1975.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

Eucaristía. Verbo Divino.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va



[1] Pío de Luis, OSA. Comentarios de san Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Selección de textos e introducción. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

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