viernes, 24 de marzo de 2023

Semana 5ª Tiempo de Cuaresma. 26 de marzo de 2023.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de Ezequiel 37, 12-14

Esto dice el Señor Dios:

“Yo mismo abriré vuestros sepulcros,

y os sacaré de ellos, pueblo mío,

y os llevaré a la tierra de Israel.

Y cuando abra vuestros sepulcros

y os saque de ellos, pueblo mío,

comprenderéis que soy el Señor.

Pondré mi espíritu en vosotros y viviréis;

os estableceré en vuestra tierra

y comprenderéis que yo, el Señor,

lo digo y lo hago – oráculo del Señor –“.

 

Notas exegéticas de la Biblia Didajé.

37, 12 Yo abriré vuestros sepulcros: es comprensible que los Padres de la Iglesia vieran este pasaje como una profecía de la restauración de los muertos. En el juicio final, las almas y los cuerpos de todos los que alguna vez existieron se reunirán; en la gloria, para el caso de los justos, y en la desgracia, para los condenados.

 

Salmo responsorial

Salmo 129


R/. Del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa.


Desde lo hondo a ti grito, Señor;

Señor, escucha mi voz;

estén tus oídos atentos

a la voz de mi súplica. R/.

Si llevas cuenta de los delitos, Señor,

¿quién podrá resistir?

Pero de ti procede el perdón,

y así infundes temor. R/.

 

Mi alma espera en el Señor,

espera en su palabra;

mi alma aguarda al Señor,

más que el centinela la aurora.

Aguarde Israel al Señor,

como el centinela la aurora. R/.

 

Porque del Señor viene la misericordia,

la redención copiosa;

y él redimirá a Israel

de todos sus delitos. R/.

 

Textos paralelos.

Desde lo hondo a ti grito.

Sal 18, 5: Me cercaban olas mortales, / torrentes destructores me aterraban.

Sal 69, 3: Me estoy hundiendo en el cieno profundo / y no puedo hacer pie, / he entrado en la hondura del agua, / me arrastra la corriente.

Jon 2, 3: Invoqué al Señor en mi desgracia y me escuchó, / desde lo hondo del Abismo pedí auxilio / y escuchaste mi llamada.

Lm 3, 55: Invoqué tu nombre, Señor, / desde lo hondo de la fosa.

Sal 5, 2-3: Señor, escucha mis gritos de auxilio, / Rey mío y Dios mío. / A ti te suplico, Señor. // Por la mañana escuchará mi voz, / por la mañana te expongo mi causa, / y me quedo aguardando. // Tú no eres un Dios que ame la maldad, / ni el malvado es tu huésped.

Sal 55, 2-3: Dios mío, escucha mi oración, / no te cierres a mi súplica; // hazme caso y respóndeme. / Me agitan mis ansiedades.

2 Cro 6, 40: Que tus ojos, Dios mío, estén abiertos y tus oídos atentos a la súplica que se haga en este lugar.

2 Cro 7, 15: Mantendré mis ojos abiertos y mis oídos atentos a la oración que se haga en este lugar.

Ne 1, 6: Esten tus oídos atentos y abiertos para escuchar la plegaria de tu siervo, que yo proclamo ahora ante ti, día y noche, por los hijos de Israel, tus siervos.

Jb 9, 2: Sé muy bien que es así: / que el mortal no es justo ante Dios.

Na 1, 6: ¿Quién resistirá tu ira? / ¿Quién aguantará el ardor de tu cólera?

Mi 7, 18: ¿Qué Dios hay como tú, / capaz de perdonar el pecado, / de pasar por alto la falta / del resto de tu heredad? / No conserva para siempre su cólera, / pues le gusta la misericordia.

Ex 34, 7: Que mantiene la clemencia hasta la milésima generación, que perdona la culpa el delito y el pecado.

1 R 8, 39: Tú escucharás en los cielos, lugar de tu morada, perdonarás e intervendrás, dando a cada uno según su merecido, tú que conoces su corazón, tú el único que conoce el corazón de los hijos de los hombres.

Sal 56, 5: En Dios, cuya promesa alabo, / en Dios confío y no temo: / ¿qué podrá hacerme un mortal?

Sal 119, 81: Me consumo ansiando tu salvación, / y espero en tu palabra.

Is 21, 11: Me gritan desde Seir: / “vigía, ¿qué queda de la noche? Vigía, ¿qué queda de la noche?”.

Is 26, 9: Mi alma te ansía de noche, / mi espíritu en mi interior madruga por ti, / porque tus juicios son luz de la tierra, / y aprenden la justicia los habitantes del orbe.

Is 30, 18: Pero el Señor espera el momento de apiadarse, / se pone en pie para compadecerse; / porque el Señor es un Dios de la justicia: / dichosos los que esperan en él.

Sal 68, 21: Nuestro Dios es un Dios que salva, / el Señor Dios nos hace escapar de la muerte.

Sal 86, 15: Pero tú, Señor, / Dios clemente y misericordioso, / lento a la cólera, rico en piedad y leal.

Sal 100, 5: El Señor es bueno, / su misericordia es eterna, / su fidelidad por todas las edades.

Sal 103, 8: El Señor es compasivo y misericordioso, / lento a la ira y rico en clemencia.

Mt 1, 21: Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.

Sal 25, 22: Salva, oh Dios, a Israel / de todos sus peligros.

Tt 2, 14: El cual se entregó por nosotros para rescatarnos de toda iniquidad y purificar para sí un pueblo de su propiedad, dedicado enteramente a las buenas obras.

 

Notas exegéticas.

130 Salmo penitencial, pero más aún salmo de esperanza. La liturgia cristiana de difuntos lo emplea ampliamente, no como lamentación, sino commo oración en que se expresa la confianza en el Dios redentor.

130 4 [pero de ti procede el perdón y así infundes temor] El griego ha traducido “a causa de la ley”, relectura jurídica.

130 7 Traducido según el griego. El hebreo, corrompido, se traduciría lit.: “Espero en Yahvé, espera mi alma y su palabra he aguardado. Mi alma por el Señor más que los centinelas la aurora, los centinelas la aurora. Aguarde Israel a Yahvé”. El texto correspondiente de Qumram dice: “Espera, alma mía, en el Señor más que el centinela en la aurora. Más que el centinela en la aurora, Israel, pon tu esperanza en el Señor”.

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 8-11

Hermanos:

Los que están en la carne no pueden agradar a Dios. Pero vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios habita en vosotros; en cambio, si alguien no posee el Espíritu de Cristo no es de Cristo.

Pero si Cristo está en vosotros, el cuerpo está muerto por el pecado, pero el espíritu vive por la justicia. Y si el Espíritu del que resucitó a Jesús de entre los muertos habita en vosotros, el que resucitó de entre los muertos a Cristo Jesús también dará vida a vuestros cuerpos mortales, por el mismo Espíritu que habita en vosotros.

 

Textos paralelos.

Mas vosotros no vivís según la carne.

1 Jn 2, 15: No améis el mundo, ni lo que hay en el mundo. Si alguno ama al mundo, no está en él el amor del Padre.

Rm 7, 5-6: Mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, avivadas por la ley, actuaban en nuestros miembros a fin de que diéramos frutos para la muerte; ahora, en cambio, tras morir a aquella realidad en la que nos hallábamos prisioneros, hemos sido liberados de la ley, de modo que podamos servir en la novedad del espíritu y no en la caducidad de la letra.

El cuerpo está ya muerto a causa del pecado.

Jn 3, 5-6: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca del agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.

1 Co 3, 23: Todo es vuestro, vosotros de Cristo, y Cristo de Dios.

Y el Espíritu de Aquel que resucitó a Jesús.

Rm 5, 12: Por tanto, lo mismo que por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte, y así se propagó a todos los hombres, porque todos pecaron.

Rm 5, 8: Dios nos demostró su amor en que, siendo nosotros todavía pecadores, Cristo murió por nosotros.

 

Notas exegéticas:

8 10 La resurrección de los cristianos se halla en estrecha dependencia de la de Cristo. Y el Padre los resucitará a su vez por el mismo poder y el mismo don del Espíritu. Esta transformación se prepara desde ahora en una vida nueva que hace de ellos hijos, a imagen del Hijo, incorporación a Cristo resucitado que se realiza por la fe y el bautismo.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Juan 11, 1-45

En aquel tiempo, había caído enfermo un cierto Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana María era la que ungió al Señor con perfume y le enjugó los pies con su cabellera; el enfermo era su hermano Lázaro. Las hermanas le mandaron recado a Jesús diciendo:

-Señor, el que tú amas está enfermo.

Jesús, al oírlo, dijo:

-Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella.

Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba. Solo entonces dijo a sus discípulos:

-Vamos otra vez a Judea.

Los discípulos le replicaron:

-Maestro, hace poco intentaban apedrearte los judíos, ¿y vas a volver de nuevo allí?

Jesús contestó:

-¿No tiene el día doce horas? Si uno camina de día no tropieza, porque ve la luz de este mundo, pero si camina de noche tropieza, porque la luz no está en él. Dicho esto, añadió:

-Lázaro, nuestro amigo, está dormido; voy a despertarlo.

Entonces le dijeron sus discípulos:

-Señor, si duerme, se salvará.

Jesús se refería a su muerte; en cambio, ellos creyeron que hablaba del sueño natural. Entonces Jesús les replicó claramente:

-Lázaro ha muerto, y me alegro por vosotros de que no hayamos estado allí, para que creáis. Y ahora vamos a su encuentro.

Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos:

-Vamos también nosotros y muramos con él.

Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Betania distaba poco de Jerusalén: unos quince estadios; y muchos judíos habían ido a ver a Marta y a María para darles el pésame por su hermano. Cuando Marta se enteró de que llegana Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:

-Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pedas a Dios, Dios te lo concederá.

Jesús le dijo:

-Tu hermano resucitará.

Marta respondió:

-Sé que resucitará en la resurrección en el último día.

Jesús le dijo:

-Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?

Ella le contestó:

-Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.

Y dicho esto, fue a llamar a su hermana María, diciéndole en voz baja:

-El Maestro está ahí y te llama.

apenas lo oyó se levantó y salió adonde estaba él, porque Jesús no había entrado todavía en la aldea, sino que estaba aún donde Marta lo había encontrado. Los judíos que estaban con ella en casa consolándola, al ver que María se levantaba y salía deprisa, la siguieron, pensando que iba al sepulcro a llorar allí. Cuando llegó María adonde estaba Jesús, al verlo se echó a sus pies diciéndole:

-Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano.

Jesús, viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:

-¿Dónde lo habéis enterrado?

Le contestaron:

-Señor, ven a verlo.

Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:

-¡Cómo lo quería!

Pero algunos dijeron:

-Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?

Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:

-Quitad la losa.

Marta, la hermana del muerto, le dijo:

-Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días.

Jesús le replicó:

-¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?

Entonces quitaron la losa. Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:

-Padre, te doy gracias porque me has escuchado, yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado. Y dicho esto, gritó con voz potente:

-Lázaro, sal afuera.

El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:

-Desatadlo y dejadlo andar.

Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

 

Textos paralelos.

Era en Betania, pueblo de María y de su hermana Marta.

Lc 10, 41.: María ha escogido la parte mejor, y no le será quitada.

Jn 12, 1: Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos.

Esta enfermedad no es de muerte.

Jn 2, 11: Este fue el primero de los signos que realizó en Caná de Galilea, así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Jn 1, 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Jn 10,34: Jesús les replicó: “¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses?”.

Rabí, hace poco los judíos querían apedrearte.

Jn 8, 59: Entonces cogieron piedras para tirárselas, pero Jesús se escondió y salió del templo.

Jn 10, 31: Los judíos agarraron de nuevo piedras para apedrearlo.

Porque ve la luz de este mundo.

Jn 8, 12: Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no camina en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

Nuestro amigo Lázaro duerme.

Jn 2, 19: Jesús contestó: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”.

Señor, si duerme, ya se curará.

Mt 9, 24: ¡Retiraos! La niña no está muerta, está dormida.

Me alegro por vosotros.

Jn 2, 11: Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así se manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Entonces Tomás.

Jn 14, 5: Tomás le dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?

Jn 20, 28: Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”

Vayamos a morir por él.

Mc 10, 32: Estaban subiendo por el camino hacia Jerusalén y Jesús iba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que lo seguían tenían miedo.

Muchos judíos habían venido a casa de Marta.

Jn 11, 45: Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús creyeron en él.

Jn 12, 9-11: Una muchedumbre de judíos se enteró de que estaba allí y fueron no solo por Jesús, sino también para ver a Lázaro, al que había resucitado de entre los muertos. Los sumos sacerdotes decidieron matar también a Lázaro, porque muchos judíos, por su causa, se les iban y creían en Jesús.

Jn 12, 17-18: Entre la gente que daba testimonio se encontraban los que habían estado con él cuando llamó a Lázaro del sepulcro y lo resucitó de entre l os muertos. Por esto, también le salió al encuentro la muchedumbre porque habían oído que él había hecho este signo.

Le salió a su encuentro.

Lc 10, 39: Esta tenía una hermana llamada María, que, sentada junto a los pies del Señor, escuchaba su palabra.

Señor, si hubieras estado aquí.

Jn 9, 31-33: Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad. Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningú poder.

Ya sé que resucitará.

Jn 2, 19: Jesús contestó: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”.

Yo soy la resurrección.

Jn 6, 35: Jesús contestó: “Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí no tendrá sed jamás”.

Mt 22, 32: No es un Dios de muertos, sino de vivos.

Aunque muera vivirá.

Jn 5, 24: En verdad, en verdad os digo: quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y no incurre en juicio, sino que ha pasado ya de la muerte a la vida.

1 Jn 3, 14: Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte a la vida porque amamos a los hermanos. El que no ama permanece en la muerte.

Señor, yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios.

Jn 10, 34: ¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”?

Jn 1, 9-10: El Verbo era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, viniendo al mundo. / En el mundo estaba; / el mundo se hizo por medio de él, / y el mundo no la conoció.

Jesús se conmovió entre lágrimas.

 Jn 13, 21: Diciendo esto, Jesús se turbó en su espíritu y dio testimonio diciendo: “En verdad, en verdad os digo: uno de vosotros me va a entregar”.

Hb 5, 7: Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial.

Este, que abrió los ojos a un ciego.

Jn 9, 10: Y le preguntaban: “¿Y cómo se te han abierto los ojos?”.

Jn 9, 14: Era sábado el día que Jesús hizo barro y le abrió los ojos.

Jn 9, 17: Y volvieron a preguntarle al ciego: “Y tú, ¿qué dices del que te ha abierto los ojos?”. Él contestó: “Que es un profeta”.

Jn 9, 21: Pero cómo ve ahora, no lo sabemos; y quién le ha abierto los ojos, nosotros tampoco lo sabemos. Preguntádselo a él, que es mayor y puede explicarse.

Jn 9, 26: Le preguntan de nuevo: “¿Qué te hizo?, ¿cómo te abrió los ojos?”.

Jn 9, 30: Replicó él: “Pues eso es lo raro: que vosotros no sabéis de donde viene, y, sin embargo, me ha abierto los ojos”.

Jn 9, 32: Jamás se oyó decir que nadie le abriera los ojos a un ciego de nacimiento; si este no viniera de Dios, no tendría ningún poder.

Jn 10, 21: Otros decían: “Estas no son palabras de un endemoniado; ¿Cómo puede un demonio abrir los ojos a los ciegos?”.

¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios?

Jn 1, 14: Y el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.

Jn 2, 11: Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria y sus discípulos creyeron en él.

Jesús levantó los ojos:

Jn 17, 1: Así habló Jesús y, levantado los ojos al cielo, dijo: “Padre, ha llegado la hora, glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti”.

Mt 14, 19: Mandó a la gente que se recostara en la hierba y tomando los cinco panes y los dos peces, alzando la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se lo dieron a la gente.

Bien sé que tú siempre me escuchas.

Jn 9, 31: Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, sino al que es piadoso y hace su voluntad.

Por estos que me rodean.

Jn 12, 30: Jesús tomó la palabra y dijo: “Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros”.

Crean que tú me has enviado.

Jn 1, 1: En el principio existía el Verbo, y el Verbo estaba junto a Dios, y el Verbo era Dios.

Gritó con fuerte voz.

Jn 5, 27-29: Y ha dado potestad de juzgar, porque es el Hijo del hombre. No os sorprenda esto, porque viene la hora en que los que están en el sepulcro oirán su voz: los que hayan hecho el bien saldrán a una resurrección de vida; los que hayan hecho el mal, a una resurrección de juicio.

Is 49, 9: Para decir a los cautivos: “Salid”, / a los que están en tinieblas: “Venid a la luz”. / Aun por los caminos pastarán, / tendrán praderas en todas las dunas.

¡Lázaro, sal afuera!

Jn 5, 34: No es que yo dependa del testimonio de un hombre; si digo esto es para que os salvéis.

Jn 19, 40: Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos.

Jn 20, 5: E inclinándose, vio los lienzos tendidos, pero no entró.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

11 1 (a) Este nombre abreviado de Eleazar (“Dios ayuda”) parece haber estado bastante extendido en el s. I. Se encuentra también en la parábola de Lc 16, 19-31, donde se trata de un pobre recompensado tras su muerte.

11 1 (b) Estas dos hermanas, que volverán a aparecer en ocasión de un banquete dado a Jesús, 12, 1ss, son probablemente las mismas de las que habla Lc en 10, 38-42. En los dos relatos, Marta es el ama de casa que cuida del servicio del banquete, Jn 12, 2; Lc 10, 40, mientras que María se sienta a los pies de Jesús, Jn 11, 20; 12, 3; Lc 10, 39. Se advierte una tensión interna en el relato de Juan: en los vv. 1 y sobre todo 45, María parece el personaje principal. Pero a lo largo del relato y especialmente en el v. 32 María no hace más que repetir las palabras pronunciadas por Marta en el v. 21.

11 2 Con toda probabilidad, no se trata de la pecadora de Lc 7, 37.

11 4 Expresión de doble sentido: Jesús será glorificado por el milagro mismo, ver 1, 14; pero este milagro traerá 11, 46-54, su propia muerte, que será también su glorificación 12, 32.

11 9 (a) Se trata de la jornada laboral, que se extendía desde la salida a la puesta del sol. Jesús debe seguir con la realización de la misión hasta el término fijado por el Padre, hasta la hora de la noche o de las tinieblas (7, 8.33; 13, 30; 17, 1; Lc 22, 53).

11 9 (b) Jesús proporciona a los humanos la luz que les permitirá caminar con seguridad (8, 12; 9, 14; 12, 46). El verdadero peligro no está donde creen los discípulos, sino en no percibir la luz que ilumina ahora o en imperir que Jesús cumpla con su obra buena hasta el final.

11 11 “Dormir” es un eufemismo para hablar de la muerte, tanto en griego como en hebreo. Al hablar de sueño cuando Lázaro está muerto, Jn subraya un malentendido, y al mismo tiempo sugiere que Jesús proporciona una nueva comprensión de la muerte (ver Mt 9, 24; Mc 5, 39; Lc 8, 52).

11 15 La muerte de Lázaro es la ocasión del milagro, que fortalecerá la fe de ellos.

11 16. Lit. “condiscípulos”. El texto usa aquí la palabra griega symmazetai, en vez de la habitual mazetai, “discípulos”. Es el único caso en toda la Biblia.

11 18 Unos 3 km.

11 22 Marta confía en Jesús, pero se detiene, como en el umbral de una oración imposible.

11 24 La esperanza en la resurrección escatológica se había desarrollado en ambientes influenciados por el fariseísmo.

11 25 (b) En los vv. 23-25 Juan utiliza un procedimiento literario clásico en él, 2, 19, para dar una enseñanza sobre la resurrección. Marta entiende el verbo (v. 23) en el sentido de la escatología judía heredada de Daniel 12, 2: a su muerte, el hombre baja al seol, Nm 16, 33, como una sombra privada de vida, pero resucitará en el último día. Jesús rectifica esta idea en el sentido de una escatología ya realizada: él mismo es la resurrección v. 25. El que cree en él no morirá jamás, v. 26; ver 8,51, ha pasado ya de la muerte a la vida, 5, 24; 1 Jn 3, 14, ha resucitado ya en Cristo gracias a la vida nueva en él, Rm 6, 6-11; Col 2, 12-13; 3,1. La muerte tal como la concebía Daniel ha sido abolida. Esta visión nueva supone una distinción entre el alma que no muere, y el cuerpo, que se corrompe en la tierra.

11 25 (c) En los vv. 25-26 tenemos una nueva utilización de la fórmula “yo soy” para introducir una definición de Cristo, 6, 34. Pero aquí la respuesta de Cristo parece más compleja (confrontar con 8, 12 por ejemplo), con una repetición redaccional constituida por la expresión “cree en mí”. El texto primitivo debía de decir simplemente: “El que cree en mí () no morirá jamás”. La experiencia humana parece contradecir esta afirmación, de ahí la glosa.

11 27 Como para Natanael, 1 49, la expresión “Hijo de Dios” solo es para Marçrta un simple título mesiánico (ver también Mc 15, 29 y Mt 4, 3). El evangelista le da un sentido más profundo (ver 10, 34).

11 33 Lit. “en espíritu” (to pneúmati). La expresión puede denotar cólera ante los lamentos de incredulidad o de falta de esperanza, o quizá también la emoción ante la tristeza.

11 34 El evangelio emplea dos verbos diferentes: klaíein, “lamentarse”, referido a María y a los judíos 11, 3133, y dakryein “derramar lágrimas” (el único empleo en el NT) referido aquí a Jesús. Algunos ven en esto una alusión a la agonía de Jesús, ver Hb 5, 7.

11 39 Para rezar, los judíos se volvían generalmente hacia el templo de Jerusalén; el hecho de levantar los ojos al cielo llegó a ser bastante típico en la tradición litúrgica cristiana (17, 1; Mc 6, 41; Lc 18, 13; Hch 7, 55).

11 42 Dada la constante comunión entre el Padre y el Hijo, Jesús es en todo momento escuchado por Dios. En él se realiza ya lo que anuncia a los suyos como posibilidad escatológica (ver 14, 3; 15, 7.16; 16, 23-44; 1 Jn 3, 21-22; 5, 14-15). Esta oración muestra que la resurrección de Lázaro permite descubrir la relación filial de Jesús con Dios.

11 44 Es inútil quizá preguntarse si era costumbre judía atar las manos y los pies de los muertos al sepultarlos. Juan quiere indicar que Lázaro ha sido librado de los lazos de la muerte:¡desatadlo!, Sal 116, 3; ver Sal 18, 6; Hch 2, 24

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica:

11 Este capítulo y el siguiente tienen sabor de muerte y de gloria. Pertenecen a la revelación de Jesús al mundo (1ª parte de Jn) y, a la vez, a su revelación a la Iglesia (2ª parte de Jn).

1 Betania (cf. Mc 11,1 s.) distaba de Jerusalén “unos quince estadios” (v. 18), unos tres kilómetros. Lc habla de esta familia de Betania (10, 38-42), aunque no nombra a Lázaro (sobre el significado de este nombre, cf. Lc 16, 19s). Para Marta: cf. Lc 10, 38-42.

2 Fue: lit. era.

Le enjugó los pies de él): en tiempo pasado, aunque se refiere a lo narrado en 12, 3; aquello había sucedido ya cuando esto se escribía, y era conocido por los lectores de Jn.

3 Tu amigo: lit. al que quieres con afecto de amistad (verbo griego phileîn, como en el v. 36). San Agustín explica la brevedad del aviso: “Basta que lo sepas, pues no sabes amar y desamparar a un amigo”. Pero Jn corrige en el v. 5: “Jesús amaba con amor de caridad” (verbo agapân), que tiene exigencias superiores a lo que puede pedir una mera amistad.

4 Hay dos niveles – natural y sobrenatural – en el significado de las palabras: los apóstoles las entienden en un nivel “terreno”, y Jesús tiene que explicarles el “otro” nivel en un segundo momento (v. 14). Ocurre lo mismo respecto al “sueño”, en los vs. 11-12.

6 Se quedó dos días: el motivo de la demora se insinúa en los vs. 4 y 15.

7 Solo después de esto: posiblemente equivale a “solo después de ya pasados aquellos dos días”.

9 Doce horas: desde la salida del sol hasta la puesta del sol.

La luz de este mundo, en sentido real y físico, es el sol. En sentido figurado es Jesús.

10 No tiene luz: lit. la luz no está en él. El peligro mayor para los discípulos no era el ser apedreados si volvía a Judea, sino el de pasarse a la oscuridad.

13 Sueño real (no metafórico o analógico) es, lit., la dormición del sueño, la dormición que es, o que consiste en, el sueño.

16 Dídimo: mellizo.

20 Para decir “quedarse en casa”, el texto griego utiliza el semitismo “estar sentado en (la) casa”.

24 La resurrección en el último día: la fe pequeña de Marta no quiere sobresaltos, prefiere asegurarse, y se queda con lo menos que puede significar las palabras de Jesús.

25-26 El centro del relato lo constituye la revelación que Jesús hace sí mismo: “Yo soy…” (cfr. 4, 25; 6, 35): no sólo poseo la vida (cfr. 1,4), Yo soy la vida; no sólo resucitaré a otros en el último día. Yo soy la resurrección. La vida sobrenatural, que Jesús concede ya ahora a quienes creen en él, contiene en germen la resurrección final. “Vivir”, “morir”, pertenecen a dos lenguajes distintos, según se trate de un creyente o de un incrédulo. El que… cree en mí, de ningún modo morirá (negación enfática), porque está “adherido” a quien es la Vida misma (en griego: dsôé), a quien es mucho más que la simple existencia (en griego: bíos).

27 Creo…: lit. en tiempo gramatical de perfecto: yo sigo estando ahora en la posesión de esta certeza… (cf. 6, 69).

33 Lanzó un suspiro profundo: el verbo griego, el mismo de Mc 1, 43, es casi rugir o gruñir(como diría fray Luis de León hablando de la palabra hebrea Yhwh: “Un sonido rudo y desatado y que no hace figura… una voz tosca y, como si dijésemos, sin rostro y sin facciones ni miembros”). Podría traducirse se enojó; ¿por falta de fe? (y, ¿en quién la falta de fe?); o ¿por verse obligado a hacer un milagro, que iba a ser ocasión de que algunos se cerraran aún más a la luz: cf. vs. 46 ss? El giro griego – “enojarse en (el) espíritu”, o “enojarse en sí mismo” (v. 38) – encubre un semitismo que la traducción entiende como suspirar profundamente.

35 El realismo de la encarnación (el Hijo de Dios se ha hecho verdadero hombre, capaz de todos los sentimientos humanos que no implican imperfección moral) deja en el misterio la unión de los atributos divinos con el funcionamiento de la psicología humana de Jesús. Las lágrimas- el verbo griego no es klaiô, que puede indicar un llorar descontrolado, sino dakyô, la traducción literal sería: Jesús lagrimó – no suponen, por sí mismo, debilidad moral. Dice santa Teresa: “Hay penas y penas; porque algunas penas hay producidas de presto por la naturaleza… y aun de apiadarse de los prójimos, como hizo nuestro señor cuando resucitó a Lázaro, y no quitan estas el estar unidas con la voluntad de Dios, ni tampoco turban en ánima con una pasión inquieta y desasosegada”. Y en otro pasaje piensa en otro motivo de las lágrimas de Jesús: “¡Oh cristianos verdaderos! Ayudad a llorar a vuestro Dios, que no es por sólo Lázaro aquellas piadosas lágrimas, sino por los que habían de querer resucitar aunque Su Majestad los diese voces”.

36 Lo quería con amor de amistad.

38 Encima: o ¿tal vez “contra lo que estaba puesta una losa? En este caso sería una piedra que tapaba la entrada de una gruta en la pared vertical, no de una losa en el suelo.

44 La palabra pañuelo es en griego (soudarion) un latinismo (sudarium).

45-46 Creyeron: empezaron a creer, dieron el paso de la fe (pero cf. 8, 30). De nuevo, la ambivalencia de los milagros: el que quiere creer, tiene en ellos una confirmación; el que quiere cerrarse a la revelación, con ellos se endurece más.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé:

11, 1-44 En la resurrección de Lázaro, Cristo no solo mostró que tiene poder para devolver la vida a los muertos, sino que él mismo es la resurrección y la vida. Este dramático suceso es una señal de su futura resurrección y de la resurrección general que tendrá lugar al final de los tiempos, cuando Cristo devuelva la vida a aquellos que hayan muerto en la fe y les guíe hacia la vida eterna; y a los condenados al castigo eterno. Cat. 994 y 1001.

11,5 Cristo tenía una relación de amistad especialmente estrecha con Lázaro, Marta y María. María era la que ungió al Señor: esto se refiere a un incidente que se relata en el capítulo siguiente (Jn 12, 1-8). Lázaro solo aparece aquí en los evangelios, en el marco de este signo culminante que anuncia la resurrección (Cat 1939 y 2347). La resurrección de Lázaro prefigura su propia resurrección de entre los muertos (Cat 640).

16, 16 Betania está solamente a tres kilómetros de Jerusalén, así que el trayecto a casa de Lázaro conllevaba volver a entrar en Judea, donde los líderes judíos ya estaban planeando la captura de Cristo. Tomás mostró valor al querer acompañar a Cristo, pero no lo conservaría después de que Cristo fuera traicionado. Cat 2473.

11, 21s Aunque la fe y la esperanza de Marta en Cristo y en su poder de curar a Lázaro eran evidentes, por la conversación no parece que ella considerara posible (dentro de este todo lo que pidas) la resurrección de Lázaro. Cat 1817-1818.

11, 24 La mayoría de los judíos del siglo primero, incluidos los fariseos, creían en la resurrección de los muertos. Los saduceos eran una secta judía que, por el contrario, no creían en esto. Cat. 993.

11, 25 Esta es, en esencia, una afirmación de la divinidad de Cristo. Nuestra esperanza en la resurrección y en la vida eterna depende por completo de la resurrección y redención de Cristo. A través de su muerte y resurrección todos nosotros resucitaremos de entre los muertos y gozaremos de la vida eterna. Cat. 994.

11, 35 Al ser un perfecto hombre, Criso sentía gran dolor ante la muerte de un ser querido. A pesar de que sabía que Lázaro resucitaría pronto de entre los muertos, sintió una fuerte empatía humana por el sufrimiento de Lázaro y se identificó con el dolor de su familia y amigos. Cat. 472 y 531.

11, 39 Para los judíos del siglo primero, la putrefacción del cuerpo comenzaba a los cuatro días de haber muerto. La resurrección de Cristo tuvo lugar al tercer día en parte para cumplir la profecía de que su cuerpo no experimentaría la corrupción de la muerte (Sal 16, 9-10). Cat. 472 y 627.

11, 41 Cristo da gracias al Padre aun antes de que se le conceda lo que pide, mostrando así la confianza filial que debe guiar toda súplica. Dios Padre, en su amor, siempre otorgará lo mejor a aquellos que son dóciles a su voluntad. Cat. 2604.

11, 43 Se trata de una señal de la resurrección del último día, cuando Cristo llame a cada uno de los muertos que resucitarán al oír su voz. El lenguaje que utilizó al resucitar a Lázaro se parece al lenguaje que se utiliza en los exorcismos, y muestra la autoridad absoluta de Cristo sobre la muerte. Cat. 1001.

11, 44 La resurrección de Lázaro es cualitativamente diferente de la resurrección del último día o de la propia resurrección de Cristo. Lázaro fue devuelto a la vida que tenía antes de su muerte, y por tanto, experimentaría la muerte física una vez más. La resurrección de los muertos el día del Juicio Final no es una continuación de la vida terrenal, sino una reincorporación de las almas justas a su cuerpo físico en un estado glorificado mientras acceden a la vida eterna. El Cuerpo de Cristo glorificado después de su resurrección nos da una idea de cómo será nuestro estado glorificado en el cielo. Cat. 640 y 646.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

994 Pero hay más: Jesús liga la fe en la resurrección a la fe en su propia persona: “Yo soy la resurrección y la vida” (Jn 11, 25). Es el mismo Jesús el que resucitará en el último día a quienes hayan creído en Él y hayan comido su cuerpo y bebido su sangre (cf. Jn 6, 54). En su vida pública ofrece ya un signo y una prenda de la resurrección devolviendo la vida a algunos muertos (cf. Jn 11), anunciando así su propia Resurrección que, no obstante, será de otro orden. De este acontecimiento único, Él habla como el signo de Jonás (cf. Mt 12, 39) del signo del templo (cf. Jn 2, 19-22): anuncia su resurrección al tercer día después de la muerte (cf. Mc 10, 34).

 

Concilio Vaticano II

El Hijo de Dios, en la naturaleza humana que tomó para sí, venció a la muerte con su muerte y resurrección, y así redimió al hombre y lo convirtió en una nueva criatura (Gal 6, 15; 2 Cor 5, 17). En efecto, por la comunicación de su Espíritu a sus hermanos, reunidos de todos los pueblos, Cristo los constituye místicamente en su cuerpo.

En este cuerpo, la vida de Cristo se comunica a los creyentes, que se unen a Cristo, muerto y glorificado, por medio de los sacramentos de una manera misteriosa, pero real (cf. Sto. Tomás de Aquino, Summa Theologica III). En efecto, por medio del bautismo nos identificamos con Cristo: “todos fuimos bautizados en un mismo Espíritu para ser un solo cuerpo” (1 Co 12, 13). Este rito sagrado significa y realiza la participación en la muerte y resurrección de Cristo: “en efecto, fuimos sepultados en Él por medio del bautismo para morir”; pero si “estuvimos unidos a Él en la semejanza de su muerte, también lo estaremos en la resurrección” (Rm 6, 4-5). En la fracción del pan eucarístico compartimos realmente el Cuerpo del Señor, que nos eleva hasta la comunión con Él y entre nosotros. “Puesto que el pan es uno, aunque muchos, somos un solo cuerpo todos los que participamos de un mismo pan” (1 Cor 10, 17). Así todos somos miembros de su cuerpo (cf. 1 Cor 12, 27) “y cada uno miembro del otro” (Rm 12, 5).

Lumen gentium, 7.

 

San Agustín

Os he dicho esto con el fin de convenceros de que nuestro Señor Jesucristo realizó los milagros para significar algo con ellos, de forma que, exceptuando su ser algo admirable, grande y divino, aprendiésemos otra cosa con ellos.

Estos tres géneros de muertos corresponden a las tres clases de pecadores que Cristo resucita también hoy.  

Hay personas [la hija de Jairo] que han pecado ya en su corazón, pero el pecado aún no se ha hecho realidad exterior. Todavía no ha habido contacto corporal, pero ya consintió en su corazón. Tiene el muerto en su interior, pero no lo ha sacado fuera.

Hay otros [el hijo de la viuda de Naím] que, después de haber consentido pasan a la acción; es el caso paralelo a quienes sacan fuera el muerto, para que aparezca a las claras lo que estaba oculto. ¿Han de perder la esperanza estos que pasaron a la acción? Quien pecó de hecho, si amonestado y afectado por la palabra de la verdad se levanta ante la palabra de Cristo, resucita también.

 Quienes a fuerza de obrar mal se enredan en la mala costumbre de forma que esa misma mala costumbre no les deja ver el mal, se convierten en defensores de sus malas acciones. Los tales, sometidos a tan perversa costumbre, están como sepultados. El alma llega a esta costumbre de que estoy hablando como en cuatro etapas. La primera consiste en la seducción del placer en el corazón. La segunda en el consentimiento. La tercera es ya la realización y la cuarta la costumbre. Llega el Señor para quien todo es fácil y te presenta alguna dificultad. Se estremeció en su espíritu y mostró que quienes se han endurecido tienen necesidad del gran grito de la corrección. Sin embargo, ante la simple voz del Señor que llamaba, se rompieron los lazos de la necesidad, Tembló el poder del infierno y Lázaro fue devuelto vivo. También libera el Señor a los que por la costumbre llevan cuatro días muertos, pues para él, que quería resucitarle, Lázaro solo dormía. Resucitaron: revivieron quienes se hallaron descontentos de su vida anterior; mas, no obstante haber revivido, no pueden caminar. Les atan los lazos de las culpas. Es, pues, necesario que quien ha recobrado la vida sea desatado y se le permita andar. Esta función la otorgó el Señor a sus discípulos cuando les dijo: Lo que desatareis en la tierra quedará desatado en el cielo (Mt 18, 18).

Quizá estoy hablando a quien se halla oprimido por la dura piedra de la costumbre, quien se ve atenazado por la fuerza de lo habitual, quien quizá ya hiede de cuatro días. Tampoco este ha de perder la esperanza: es verdad que yace muerto en lo profundo, pero profundo es Cristo. Sabe quebrar con su voz los pesos terrenos, sabe vivificar interiormente y entregarlo a los discípulos para que lo desaten. Hagan penitencia también ellos, pues ningún hedor quedó a Lázaro, vuelto a la vista, a pesar de haber pasado cuatro días en el sepulcro.

Por tanto, los que gozan de vida, sigan viviendo; si alguien se halla muerto, cualquiera que sea la muerte de las tres mencionadas en que se encuentre, haga lo posible por resucitar cuanto antes.

Sermón 98, 4-7.

 

Los Santos Padres.

Juan Crisóstomo. Homilías sobre el Ev. de Juan, 62, 3.

Mira como conoce sus pensamientos. No pretendía solo resucitar a Lázaro, sino también que ella y quienes la acompañaran tuvieran conocimiento de la resurrección. Este es el motivo por el que, antes de que sucediera, le instruye con sus palabras.

Cirilo de Alejandría. Comentario al Ev. de Juan, 7.35.

Los judíos pensaban que Jesús lloró por la muerte de Lázaro. Sin embargo Él llora, movido a compasión, por toda la naturaleza humana y no sólo por la muerte de Lázaro, pues pensaba en el tiempo en que toda la humanidad permaneció sometida a la muerte y había caído justamente bajo esa pena.

Orígenes. Comentario al Ev. de Juan, 28, 54.

También ahora, sin darnos cuenta, existen Lázaros que después de haber sido amigos de Jesús enferman, mueren y yacen, muertos entre los muertos, en el sepulcro y en la región de los muertos. También estos son restituidos a la vida mediante la oración de Jesús y son invitados por su voz a salir fuera del sepulcro. El que confía (en Jesús) sale fuera llevando las ataduras de los antiguos pecados que le hicieron merecedor de la muerte, y todavía con la vista nublada, no puede ver ni caminar por culpa de las ataduras de la mortalidad, hasta que Jesús nos mande, a quienes son capaces, soltarlo y dejarlo caminar.

Pedro Crisólogo. Sermones, 65, 9.

Orad, hermanos, para que los que hemos probado el sabor de la resurrección, que nos ha brindado Lázaro, en el retorno de Cristo, merezcamos ser llamados a la saciedad completa de la resurrección universal.

 

San Juan de Ávila

Mas, para que veáis cómo est cuchillo de dolor, que atravesaba el corazón del Señor, no le hería por sola una parte, mas que era de entrambas partes agudo y muy lastimero, acordaos que el mismo Señor, mirando al cielo, gimió y lloró sobre Lázaro, y sobre Jerusalén (Jn 11, 35; Lc 19, 41).

Audi, filia (II), 79. I, pg. 708.

Y no solo se quitan las penas de acá, mas del otro mundo, porque, como San Bernardo dice, cese la voluntad propria y no habrá infierno, mas así como es la cosa más provechosa de todas negar nuestra voluntad, así es la cosa más trabajosa que hay; y aun por mucho que trabajemos no saldremos con ello, si aquel Señor que mandó quitar la piedra de la sepultura de Lázaro muerto (cf. Jn 11, 39), no quita esta dureza que tiene muertos a los que debajo toma. Y, si no mata a este fuerte Goliat, que no hay quien pueda vencer si no el que es invencible.

Audi, filia (I). I, pg. 513.

Mas, así como es la cosa más provechosa de todas negar nuestra voluntad, así es la cosa más trabajosa que hay. Y aun por mucho que trabajemos, no saldremos con ello, si aquel Señor que mandó quitar la piedra de la sepoltura de Lázaro (cf. Jn 11, 39) muerto, no quita esta dureza que tiene muertos a los que debajo toma; y si no mata a este fuerte Goliat, al que no hay quien le pueda vencer, sino el que es invencible.

Audi, filia (II), 100. I, pg. 755.

Pues ¿quién tan humilde como el bendito Señor que dice: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón? (Mt 11, 29). Por eso fue oído, según estaba profetizado en su persona: No quitó el Señor su faz de mí, y cuando clamé a Él me oyó (Sal 21, 25). Y el mismo Señor dice en el Evangelio: Gracias te hago, Padre, porque siempre me oyes.

Audi, filia (I). I, pg. 688.

Pues ¿quién tan humilde como el bendito Señor, que dice: Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón? (Mt 11, 29). Y por eso fue oído según estaba profetizado en su persona: No quitó el Señor su faz de mí, y cuando clamé a él me oyó (cf. Sal 21, 5). Y el mismo Señor dice en el Evangelio: Gracias te hago, Padre, que siempre me oyes (Jn 11, 41-42).

Audi, filia (II), 85. I, pg. 723.

Dijo Marta: Mi hermano Lázaro está muerto de cuatro días; ya hiede (Jn 11, 39). ¡Qué mala cosa es pecar, habiendo Dios venido al mundo! ¿Cosa es sin razón, habiendo Dios venido al mundo, que es luz, andar los hombres en tinieblas! ¡Cosa es sin razón! Hiede de cuatro días. Pasada ley de naturaleza, ley cerimonial, ley de Escriptura y después pecar, ¡gran mal! Hiede mucho ese pecado.

Lecciones sobre 1 San Juan (I), 9. II, pg. 180.

Qui dicit se in luce esse. – Y por tanto, como no sea esta obra de luz a su hermano, antes de tiniebla, el que lo aborrece, aunque más le parezca que anda en luz, en tinieblas anda. Aunque es cosa muy miseriable, venida ya la luz al mundo, andar aún en tinieblas; y ansí lo son los pecados de los cristianos. Y esto es lo que con gran sentimiento decía María: Quatridaunus est; iam fetet (Jn 11, 39). Hiede mucho el hombre que ha cuatro días está muerto. Que es ley de naturaleza, y de escriptura y de gracia, y de particulares inspiraciones de Dios.

Lecciones sobre 1 San Juan (II), 9. II, pg. 371.

Eran tres hermanos: María, Marta y Lázaro, personas ricas y muy honradas según el mundo. Tenían una aldea que se decía Magdala. Estaban en Betania, que es una legua de Hierusalem, a raíz del monte Olivete. Todos tres eran grandes amigos y servidores de Nuestro Señor Jesucristo. Amábalos el Señor a todos tres (cf. Jn 11, 5). ¡Como quien no dice nada! ¡Bienaventurado el pueblo que lo ame Dios y bienaventurado el que halló gracia delante de Dios! (cf. Sal 143, 15). No hay más que subir. ¿Cómo no se van los ojos tras esto?

Enfermó Lázaro. Aunque seáis bueno, no se pasó el tiempo de tener trabajos. Bueno era Lázaro. Enfermó. Como ansí lo vieron sus hermanas, enviaron a Jesucristo, que estaba lejos de allí, en la otra parte del río Jordán, adonde bautizaba San Juan; hácenle un mensajero y escríbenle una carta breve: Señor, sabé que el que amáis está enfermo (Jn 11, 3). Nun amat et eum deserit, dice San Agustín. “No ama y desampara”. Esto tened por cierto, que si Cristo os ama, que no os desamparará; si habéis alcanzado que os ame Dios, no os dejará. Tomó la carta y leyola, y dijo a sus discípulos: Nuestro amigo Lázaro está enfermo, pero esta su enfermedad no es para morir, sino para gloria de Dios. Debió de contar estas palabras que dijo Jesucristo el mensajero a sus señoras.

No hizo mudanza Nuestro Señor Jesucristo e dos días estúvose allí. ¿Cómo? ¿Ansí se han de socorrer los amigos en las necesidades, cuando os han menester? ¿Ansí estáis quedo en tiempo que os han menester, en tiempos de trabajos y enfermedades, cuando tanta necesidad tienen de vuestra ayuda y consuelo? ¿No os ha acontecido esto, estar en algún trabajo y llamar a Jesucristo, y no venir tan presto, y en lugar de quitarseos aquel trabajo, añadírseos otros? Cuando llamáis a Jesucristo y estase quedo, y vos con vuestros trabajos, estáse Cristo dos dias y aun diez; y aun si queréis, tomad los días por dos semanas y aun años o por dos docenas de años, que no viene ni se os quitan vuestros trabajos; si el señor se tardare tres años, no desmayes; el Señor verná, verná cierto, que no tardará a su tiempo. ¿Estás fatigado, tienes trabajos, tienes tentaciones? Espera, que Él verná. Dañarte hia si agora viniese y te sanase. Como a Lázaro, para más bien tuyo y honra suya, te dejaría agora padecer hasta que de toda parte esté perdida la esperanza de remedio. Para l que tú padeces, no quiere venir el Señor hasta que lo hayas todo probado y experimentado; tus dineros, tus amigos, tus fuerzas, saber e industria, y veas claramente que todo sin Dios no vale para socorrerte y librarte. No quiere el Señor venir ni curarte; y mientras tu miseria fuere mayor y creciere tu necesidad y Él y Él será más alabado y honrado en ti.

Quitan esa piedra: - ¡Oh Señor! dice Marta, que hiede mucho; ha cuatro días que lo enterramos - ¿Tan presto olvidaste, Marta, lo que os dije? ¿Por qué lo habéis olvidado? A los ruines hiede, a mí no. Quitan la piedra y llega el Señor a la sepultura y da una voz grande y recia, y sale Lázaro amortajado y vivo. Y dijo el Señor: Quitalde la mortaja y desataldo (cf. 11, 7-45). Muchos de los judíos que allí estaban, que vieron este milagro que Cristo hizo creyeron en Jesucristo; otros no creyeron. Habéis visto las obsequias del difunto. Ansí pasó.

Dice el Evangelio: Infremuit Iesus (cf. Jn 11, 33).  - ¿Por qué, Señor, o contra quien? – Contra los pecados. ¿Cómo dice Jesucristo que se ha de perder lo que tanto costó y lo que con toda mi sangre gané, derramándola en la cruz? – Señor mío, ¿para qué tomáis enojo? – Para que lo tomes tú con tus pecados.

Sermón del viernes de la semana 4 de Cuaresma. III, pgs. 195ss.

No tema nadie que lo que Jesucristo nuestro Señor, en cuanto hombre, pidió para otros, le haya sido o sea negado, según Él da testimonio diciendo: Gracias te hago, Padre, porque siempre me oyes (cf. Jn 11, 4). Ordenación de Dios es – y sea por ello su santo nombre bendito – que los trabajos y santidad de su unigénito Hijo entren en provecho a los hombres y, como de verdadera cabeza, corran los bienes del Señor a nosotros, y en este caso haya unidad y compañía entre Él y nosotros, según dice San Pablo, que somos llamados para la compañía de Jesucristo 8cf. 1 Cor 1, 3). ¡Oh compañía tan provechosa y tan honrosa entre Jesucristo y nosotros, que en los santos trabajos y merecimientos de Él sea participante la humana bajeza y pobreza!

Sermón en la Infraoctava del Corpus. III, pg. 690.

Y convidanle las dos hermanas, y resucita a su hermano (cf. Jn 11, 43). Y por concluir, la cruz y sepulcro que lo recibieron fueron llenos de honra, según su capacidad. ¿Quién será tan desconfiado que, viendo tantos ejemplos de buena paga a los que lo recibieron siendo chico y siendo grande, no espera, si bien se apareja, y no creerá que a los que bien se aparejan el Señor recebido de ellos les hará muy grandes mercedes?

Sermón Santísimo Sacramento. III, pg. 535.

 Ofrézcase a la voluntad de Dios tan buen Padre a donde Él mandare sin que le resista. Déjese llevar de tan buen Padre a donde Él mandare, y diga como dijo Santo Tomás: Vamos y muramos con Él (Jn 11, 16). Mire que este negocio no es palabras, sino obras y finos dolores y desampararos; y no tiene uno más amor del que parece en tiempo de tribulación. Y cada cosa tiene su tiempo: aquí tenemos de padecer con amor y hacer que abracemos la cruz; en el otro mundo nos hará gozar del mesmo Dios. Sufra, señora, al amor su carga, que Él se lo pagará con mil tanto en el cielo.

Carta a una señora que padecía trabajos. IV, pg. 426.

 

San Oscar Romero.

Y San Pablo está enseñándonos aquí que esta resurrección de Cristo viene a superar todos esos errores, que no existen tales espíritus, que solamente existe el rey de la gloria que se hizo hombre y redimió a los hombres y que, por tanto, hay que buscar en El las cosas de arriba. Quiere decir: las que Cristo ha traído, las que Cristo - encarnándose y viviendo en la historia- ha puesto ya en la historia los gérmenes de las cosas celestiales. Vivir de las cosas de arriba en esta mañana quiere decir: la justicia, la paz, el amor, el derecho humano, el respeto al prójimo. Vivir las cosas de arriba quiere decir: la vida nueva del resucitado ya la tienen que vivir en esta tierra. No quiere decir: despreocuparse de las cosas de la tierra, sino manejar las cosas de la tierra con los criterios de la justicia del cielo.

Domingo de Resurrección. 26 de marzo de 1978.

 

Papa Francisco.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este quinto domingo de Cuaresma es el de la Resurrección de Lázaro (cf. Juan 11, 1-45). Lázaro era el hermano de Marta y María; eran muy amigos de Jesús. Cuando Jesús llegó a Betania, Lázaro llevaba ya cuatro días muerto; Marta corrió al encuentro del Maestro y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano» (v. 21). Jesús le responde: «Tu hermano resucitará» (v. 23); y añade: «Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá» (v. 25). Jesús se muestra como el Señor de la vida, el que es capaz de dar vida incluso a los muertos. Luego llegan María y otras personas, todas en lágrimas, y entonces Jesús —dice el Evangelio— «se conmovió interiormente y [...] se echó a llorar» (vv. 33, 35). Con esta amargura en su corazón, va al sepulcro, da gracias al Padre que siempre le escucha, hace abrir la tumba y grita con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!». (v. 43). Y Lázaro salió «atado de pies y manos con vendas, y envuelto el rostro en un sudario» (v. 44).

Aquí sentimos claramente que Dios es vida y da vida, pero asume el drama de la muerte. Jesús podría haber evitado la muerte de su amigo Lázaro, pero quiso hacer suyo nuestro dolor por la muerte de nuestros seres queridos y, sobre todo, quiso mostrar el dominio de Dios sobre la muerte. En este pasaje del Evangelio vemos que la fe del hombre y la omnipotencia de Dios, el amor de Dios, se buscan y, finalmente, se encuentran. Es como un doble camino: la fe del hombre y la omnipotencia del amor de Dios se buscan y finalmente se encuentran. Lo vemos en el grito de Marta y María y todos nosotros con ellas: “¡Si hubieras estado aquí!...”. Y la respuesta de Dios no es un discurso, no, la respuesta de Dios al problema de la muerte es Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida... ¡Tened fe! En medio del llanto seguid teniendo fe, aunque la muerte parezca haber vencido. ¡Quitad la piedra de vuestro corazón! Que la Palabra de Dios devuelva la vida allí donde hay muerte”.

También hoy nos repite Jesús: “Quitad la piedra”: Dios no nos ha creado para la tumba, nos ha creado para la vida, bella, buena, alegre. Pero «por envidia del diablo entró la muerte en el mundo» (Sabiduría 2, 24), dice el libro de la Sabiduría, y Jesucristo ha venido a liberarnos de sus lazos.

Por lo tanto, estamos llamados a quitar las piedras de todo lo que sabe a muerte: por ejemplo, la hipocresía con la que vivimos la fe es la muerte; la crítica destructiva hacia los demás es la muerte; la ofensa, la calumnia, son la muerte; la marginación de los pobres es la muerte. El Señor nos pide que quitemos estas piedras de nuestros corazones, y la vida volverá a florecer a nuestro alrededor. Cristo vive, y quien lo acoge y se adhiere a Él entra en contacto con la vida. Sin Cristo, o fuera de Cristo, no sólo no hay vida, sino que se recae en la muerte.

La resurrección de Lázaro es también un signo de la regeneración que tiene lugar en el creyente a través del Bautismo, con la plena inserción en el Misterio Pascual de Cristo. Gracias a la acción y al poder del Espíritu Santo, el cristiano es una persona que camina en la vida como una nueva criatura: una criatura para la vida y que camina hacia la vida.

Que la Virgen María nos ayude a ser tan compasivos como su Hijo Jesús, que hizo suyo nuestro dolor. Que cada uno de nosotros esté cerca de los que están en la prueba, convirtiéndose para ellos en un reflejo del amor y la ternura de Dios, que libra de la muerte y hace vencer la vida.

 

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Proseguimos las catequesis sobre la pasión de evangelizar: no sólo sobre “evangelizar” sino la pasión de evangelizar y, en la escuela del Concilio Vaticano II, tratamos de entender mejor qué significa ser “apóstoles” hoy. La palabra “apóstol” nos trae a la mente el grupo de los Doce apóstoles elegidos por Jesús. A veces llamamos “apóstol” a algún santo, o más en general a los obispos: son apóstoles, porque van en nombre de Jesús. Pero ¿somos conscientes que el ser apóstoles se refiere a cada cristiano? ¿Somos conscientes de que se refiere a cada uno de nosotros? En efecto, estamos llamados a ser apóstoles —es decir, enviados— en una Iglesia que en el Credo profesamos como apostólica.

Por tanto, ¿qué significa ser apóstoles? Significa ser enviado para una misión. Ejemplar y fundacional es el acontecimiento en el que Cristo Resucitado manda a sus apóstoles al mundo, transmitiéndoles el poder que Él mismo ha recibido del Padre y donándoles su Espíritu. Leemos en el Evangelio de Juan: «Jesús les dijo otra vez: “La paz con vosotros”. Como el Padre me envió, también yo os envío”. Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: “Recibid el Espíritu Santo”» (20,21-22).

Otro aspecto fundamental del ser apóstol es la vocación, es decir la llamada. Ha sido así desde el principio, cuando el Señor Jesús «llamó a los que él quiso; y vinieron donde él» (Mc 3,13). Les constituyó como grupo, atribuyéndoles el título de “apóstoles”, para que estuvieran con Él y para enviarles en misión (cfr. Mc 3,14; Mt 10,1-42). San Pablo en sus cartas se presenta así: «Pablo, llamado a ser apóstol», es decir, enviado, (1 Cor 1,1) y también: «Pablo, siervo de Cristo, apóstol enviado por vocación, escogido para el Evangelio de Dios» (Rm 1,1). E insiste en el hecho de ser «apóstol, no de parte de los hombres ni por mediación de hombre alguno, sino por Jesucristo y Dios Padre, que le resucitó de entre los muertos» (Gal 1,1); Dios lo ha llamado desde el seno de su madre para anunciar el evangelio entre los gentiles (cfr. Gal 1,15-16).

La experiencia de los Doce apóstoles y el testimonio de Pablo nos interpelan también a nosotros hoy. Nos invitan a verificar nuestras actitudes, a verificar nuestras elecciones, nuestras decisiones, sobre la base de estos puntos firmes: todo depende de una llamada gratuita de Dios; Dios nos elige también para servicios que a veces parecen sobrepasar nuestras capacidades o no corresponder a nuestras expectativas; a la llamada recibida como don gratuito es necesario responder gratuitamente.

Dice el Concilio: «La vocación cristiana, por su misma naturaleza, es también vocación al apostolado» (Decr. Apostolicam actuositatem [AA], 2). Se trata de una llamada que es común, «como común es la dignidad de los miembros, que deriva de su regeneración en Cristo; común la gracia de la filiación; común la llamada a la perfección: una sola salvación, única la esperanza e indivisa la caridad» (LG, 32).

Es una llamada que se refiere tanto a aquellos que han recibido el sacramento del Orden, como a las personas consagradas, como a cada fiel laico, hombre o mujer, es una llamada a todos. Tú, el tesoro que has recibido con tu vocación cristiana, estás obligado a darlo: es la dinamicidad de la vocación, es la dinamicidad de la vida. Es una llamada que capacita para desempeñar de forma activa y creativa la propia tarea apostólica, en el seno de una Iglesia en la que «hay variedad de ministerios, pero unidad de misión. A los Apóstoles y a sus sucesores les confirió Cristo el encargo de enseñar, de santificar y de regir en su mismo nombre y autoridad. Mas también los laicos: todos vosotros; la mayoría de vosotros sois laicos. También los laicos, hechos partícipes del ministerio sacerdotal, profético y real de Cristo, cumplen su cometido en la misión de todo el pueblo de Dios en la Iglesia y en el mundo» (AA, 2).

En este cuadro, ¿cómo entiende el Concilio la colaboración del laicado con la jerarquía? ¿Cómo lo entiende? ¿Se trata de una mera adaptación estratégica a las nuevas situaciones que surgen? En absoluto, en absoluto: hay algo más, que va más allá de las contingencias del momento y que mantiene su propio valor también para nosotros. La Iglesia es así, es apostólica.

En el marco de la unidad de la misión, la diversidad de carismas y de ministerios no debe dar lugar, dentro del cuerpo eclesial, a categorías privilegiadas: aquí no hay una promoción, y cuando tú concibes la vida cristiana como una promoción, que el que está encima manda a los otros porque ha logrado trepar, esto no es cristianismo. Esto es paganismo puro. La vocación cristiana no es una promoción para ir hacia arriba, ¡no! Es otra cosa. Y si hay una cosa grande se debe a que, aunque «algunos, por voluntad de Cristo, han sido constituidos en un lugar quizá más importante, doctores, dispensadores de los misterios y pastores para los demás, existe una auténtica igualdad entre todos en cuanto a la dignidad y a la acción común a todos los fieles en orden a la edificación del Cuerpo de Cristo» (LG, 32). ¿Quién tiene más dignidad en la Iglesia: el obispo, el sacerdote? No… todos somos cristianos al servicio de los demás. ¿Quién es más importante en la Iglesia: la monja o la persona común, bautizada, el niño, el obispo…? Todos son iguales, somos iguales y cuando una de las partes se cree más importante que los otros y levanta un poco la barbilla, se equivoca. Eso no es la vocación de Jesús. La vocación que Jesús da, a todos —también a aquellos que parecen estar en lugares más altos—, es el servicio, servir a los otros, humillarte. Si tú encuentras una persona que en la Iglesia tiene una vocación más alta y tú la ves vanidosa, tú dirás: “Pobrecillo”; reza por él porque no ha entendido qué es la vocación de Dios. La vocación de Dios es adoración al Padre, amor a la comunidad y servicio. Esto es ser apóstoles, este es el testimonio de los apóstoles.

La cuestión de la igualdad en dignidad nos pide que reflexionemos sobre muchos aspectos de nuestras relaciones, que son decisivas para la evangelización. Por ejemplo, ¿somos conscientes del hecho de que con nuestras palabras podemos dañar la dignidad de las personas, arruinando así las relaciones dentro de la Iglesia? Mientras tratamos de dialogar con el mundo, ¿sabemos también dialogar entre nosotros creyentes? ¿O en la parroquia uno va contra otro, uno habla mal del otro para trepar más? ¿Sabemos escuchar para comprender las razones del otro, o nos imponemos, quizá también con palabras suaves? Escuchar, humillarse, estar al servicio de los otros: esto es servir, esto es ser cristiano, esto es ser apóstol.

Queridos hermanos y hermanas, no temamos plantearnos estas preguntas. Huyamos de la vanidad, de la vanidad de los puestos. Estas palabras nos pueden ayudar a verificar la forma en la que vivimos nuestra vocación bautismal, cómo vivimos nuestra forma de ser apóstoles en una Iglesia apostólica, que está al servicio de los demás.

 

GUIÓN MISA NIÑOS.

DOMINGO DE RAMOS 2 de abril de 2023

 

Monición de entrada.-

Buenos días:

Desde que comenzó la cuaresma hemos intentado ser mejores para así ir a la fiesta de la Pascua queriendo más a Jesús y las personas.

Esta mañana, cuando queda una semana para el domingo de pascua, comenzamos la Semana Santa con todos los católicos.

En esta semana nos acordaremos de cuando Jesús sufrió, murió y resucitó. Pero lo primero que hizo fue entrar en Jerusalén.

Acordándonos de la entrada en Jerusalén desde aquí vamos a acompañar a Jesús con las palmas y los ramos de olivo, para que un día entremos en el cielo.

 

Peticiones.-

Jesús,  te pido por el Papa Francisco y el obispo Enrique. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por la Iglesia para que anime a las personas que están tristes.  Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por todos los cristianos que estas semanas nos acordaremos de tu muerte y resurrección, para que estemos unidos. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por las personas que esta semana estarán en los hospitales, para que no pierdan la ilusión por curarse. Te lo pedimos, Señor.

Jesús, te pido por nosotros, para que tus palabras, que escucharemos esta semana, nos ayuden a ser mejores amigos tuyos. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias por acompañarnos estos siete días con el titulo de Virgen de los Dolores. Gracias por ayudarnos a prepararnos para la semana santa.

 

GUIÓ MISSA D’INFANTS. DIUMENGE DE RAMS. 2 d’abril de 2023.

 

Monició d’entrada.-

Bon dia

Aquesta Quaresma hem intentat ser millors per així celebrar la Pasqua volent més a Jesús i les persones.

Aquest matí, quan queda una setmana pel Diumenge de Pasqua, comencem la Setmana Santa amb tots els catòlics.

En aquesta setmana recordarem quan Jesús va sofrir, morir i ressuscitar. Però el primer que va fer fou entrar a Jerusalem.

Recordant l’entrada a Jerusalem ací anem acompanyar a Jesús amb les palmes i rams d’olivera, perquè un dia entre al cel.

 

Plegaries.-

Jesús, et demane pel Papa Francesc i el bisbe Enrique. T’ho demane Senyor.

Jesús, et demane per l’església, perquè anime a les persones que estan tristos. T’ho demane Senyor.

Jesús, et demane pels cristians què aquestes setmanes recordarem la teua mort i resurrecció, perquè estem units. T’ho demane Senyor.

Jesús, et demane per les persones que aquesta setmana estaran als hospitals, perquè no els falte l’il.lusió per curar-se. T’ho demane Senyor.

Jesús, et demane per nosaltres, perquè les teues paraules ens ajuden a ser millors amics teus. T’ho demane Senyor.

 

Acció de gràcies.

Maria, volem donar-te les gràcies per acompanyar-nos aquests set dies amb el títol de Mare de Déu dels Dolors. Gràcies per ajudar-nos a preparar-nos per la Setmana Santa.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va

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