jueves, 17 de agosto de 2023

Domingo 21. 20 de agosto de 2023.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de Isaías 56, 1.6-7 

Esto dice el Señor:

-Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va a manifestar. A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios será aceptables sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos.

 

Textos paralelos.

Mi salvación está a punto de llegar.

Is 46, 13: Yo acerco mi victoria, no está lejos; / mi salvación no tardará; / traeré la salvación a Sión / y mi honor a Israel.

Is 51, 6: Levantad los ojos al cielo, / mirad abajo, a la tierra: / el cielo se disipa como humo, / la tierra se gasta como ropa, / sus habitantes mueren / como mosquitos; / pero mi salvación dura por siempre, / mi victoria no tendrá fin.

Is 51, 8: Pues la polilla los roerá como a la ropa / como los gusanos roen la lana; / pero mi victoria dura por siempre, / mi salvación de edad en edad.

En cuanto a los extranjeros adheridos a Yahvé.

Is 18, 7: Entonces traerá tributo / al Señor de los ejércitos, / el pueblo esbelto, de piel bruñida, / la gente temida / de cercanos y lejanos, / el pueblo nervudo y dominador, / cuya tierra surcan canales, / al lugar dedicado / al Señor de los ejércitos, / al Monte Sión.

Yo les traeré a mi monte santo.

Sal 15, 1: Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda? / ¿quién habitará en tu monte santo?

1 Re 8, 41-43: También el extranjero, que no pertenece a tu pueblo, Israel, cuando venga de un país lejano atraído por tu fama- porque oirán hablar de tu gran fama de tu mano fuerte y tu brazo extendido –, cuando venga a rezar en este templo, escúchalo tú desde el cielo, donde moras; haz lo que te pida, para que todas las naciones del mundo conozcan tu fama y te teman como tu pueblo, Israel, y sepan que tu nombre ha sido invocado en este templo que he construido.

Sus holocaustos y sacrificios serán gratos.

Mt 21, 13: Les dijo: “Está escrito que mi casa será casa de oración, mientras que vosotros la habéis convertido en guarida de bandidos.

 

Notas exegéticas.

56 (b) Oráculo en prosa rítmica compuesta probablemente después del regreso del Destierro. Fiel a las tradiciones de varios grandes profetas el autor anuncia que pronto se admitirá en el judaísmo a prosélitos, extranjeros, a condición de que estén “fielmente adheridos”, lo cual debe incluir la circuncisión, señal de la alianza. Quedan abolidas las restricciones previstas por Dt 23, 2-9, en especial lo que se refería a los eunucos.

56 6 No se trata aquí de extranjeros residentes, sino de extranjeros que están de paso. Aunque acogidos en Israel, no disfrutaban de derechos. Estaban excluidos del culto y privados de múltiples ventajas, si no explotados. Ezequiel les prohíbe el acceso al Templo. Sorprende el cambio anunciado por nuestro texto.

56 7 Estas palabras que Jesús cita en circunstancias graves de su vida, Mt 21, 13, anuncian dos novedades: la oración se impone a los sacrificios, aun en el templo a donde se invita a todos los del pueblo.

 

Salmo responsorial

Sal 67 (66), 1-3.5-6.8

 

R/. Oh, Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

 

Que Dios tenga piedad y nos bendiga,

ilumine su rostro sobre nosotros;

conozca la tierra tus caminos,

todos los pueblos tu salvación. R/.

Que canten de alegría las naciones,

porque riges el mundo con justicia

y gobiernas las naciones de la tierra. R/.

 

Oh, Dios, que te alaben los pueblos,

que todos los pueblos te alaben.

Que Dios nos bendiga; que le teman

todos los confines de la tierra. R/.

 

Textos paralelos.

Que Dios tenga piedad.

Nm 6, 24-25: El Señor te bendiga y te guarde, / el Señor te muestre su rostro radiante / y tenga piedad de ti, / el Señor te muestre su rostro / y te conceda la paz.

Que nos muestre su rostro.

Sal 31, 17: Muestra a tu siervo tu rostro radiante, / sálvame por tu lealtad.

Conozca así la tierra su proceder.

Sal 4, 7:  Muchos dicen: ¿Quién nos hará gozar de la dicha / si la luz de tu rostro, Señor, / se ha alejado de nosotros?

Y todas las naciones su salvación.

Jr 33, 9: Jerusalén será título de gozo, alabanza y honor, para mí y para todas las naciones de la tierra que oigan contar todo el bien que les he hecho, y los temerán y respetarán, por todo el bien y la paz que les he dado.

Que se alegren y exulten las naciones.

Sal 98, 9: Delante del Señor, que ya llega / a regir la tierra.

Pues juzgas al mundo con justicia.

Sal 82, 8: ¡Levántate, Dios, y juzga la tierra, / porque tú eres el dueño de todos los pueblos!

¡Dios nos bendiga y lo teman!

Os 2, 24: la tierra escuchará al trigo / y al vino y al aceite, / y estos escucharán a Yesrael. / Y me la sembraré en el país / me compadeceré de Incompadecida / y diré a No-pueblo-mío. / Eres mi pueblo, / y él responderá: Dios mío.

 

Notas exegéticas.

67 Recitado probablemente durante la fiesta con que se daba por terminada la cosecha. Ver Ex 23, 14.

67 5 “Juzgas al mundo con justicia”. Sinaítico, ver Sal 9,9; ominitdo por hebraico.

 

Segunda lectura.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Romanos 11, 13-15.29-32

Hermanos:

A vosotros, gentiles, os digo: siendo como soy apóstol de los gentiles, haré honor a mi ministerio, por ver si doy celos a los de mi raza y salvo a algunos de ellos. Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables. En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.

 

Textos paralelos.

Que los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

Rm 9, 6: No es que haya fallado la promesa de Dios. Pues no todos los que proceden de Israel constituyen a Israel.

Nm 23, 19: Dios no miente como hombre ni se arrepiente a lo humano. ¿Puede decir y no hacer, puede prometer y no cumplir?

1 S 15, 29: ¿Por qué no has obedecido Señor? ¿Por qué has echado mano a los despojos, haciendo lo que el Señor reprueba?

En otro tiempo rebeldes para Dios.

Rm 3, 26: Y demuestra su justicia en el presente siendo justo y haciendo justos a los que creen en Jesús.

Ellos también se han revelado ahora.

Rm 11, 11: Pregunto: ¿tropezaron hasta sucumbir? ¡De ningún modo! Solo que su tropiezo ha provocado la salvación de los paganos, provocando a su vez sus celos.

Dios encerró a todos los hombres en rebeldía.

Ga 3, 22: Pero la Escritura incluye a todos bajo el pecado, de modo que lo prometido se entregue a los creyentes por la fe en Jesucristo.

Ez 18, 31: Quitaos de encima los delitos que habéis perpetrado y estrenad un corazón nuevo y un espíritu nuevo, y así no moriréis, casa de Israel.

 

Notas exegéticas:

11 13 Es decir, los cristianos venidos de las naciones: los gentiles convertidos. Así, aun como apóstol de los gentiles, Pablo trabaja para la salvación de sus hermanos de raza (“los de mi raza”, lit. “de mi carne”).

11 14 Lit. “mi carne”.

11 15 (a) El término griego apoholé tiene varios matices: rechazo, abandono, defección, pérdida. El primer sentido no conviene aquí, por cuanto el primer versículo del capítulo dice que Dios no ha rechazado a su pueblo. Algunos lo interpretan como si Israel fuera el sujeto (su rechazo del Evangelio), pero el contexto no favorece esta solución. Los otros matices pueden valer todos, en tanto en cuanto no contradigan a 11, 1-2. Lo importante es ver bien que Pablo no insiste en el abandono como tal: éste es, en efecto, provisional y paradójicamente va a servir al designio salvífico de Dios para la humanidad entera, Israel y los gentiles.

11 15 (b) Fórmula diversamente interpretada. Si la conversión de los gentiles puede parangonarse con la primera fase de la obra redentora, la reconciliación del mundo la de Israel será un beneficio tal que no se la puede comparar más con la segunda, la resurrección final que Pablo parece tener aquí presente. Pero no dice que la conversión de Israel deba preceder inmediatamente a la resurrección general – Otros traduce: “un revivir de entre los muertos”. Hacer volver de la muerte a la vida es una obra particularmente maravillosa, reservada al poder de Dios.

11 31 Algunos testigos no reproducen este “ahora”, o bien dicen en su lugar: “más tarde”.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 15, 21-28

En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

-Ten compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo.

Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

-Atiéndela, que viene detrás gritando.

Él le contestó:

-No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.

Pero ella repuso:

-Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos.

Jesús le respondió:

-Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.

En aquel momento quedó curada su hija.

 

Textos paralelos.

// Mc 7, 24-30: Desde allí se puso en camino y se dirigió al territorio de Tiro. Entró en una casa con intención de pasar desapercibido, pero no logró ocultarse. Una mujer que tenía a su hija poseída por un espíritu inmundo se enteró de su llegada, acudió y se postró a sus pies. La mujer era pagana, natural de la Fenicia siria. Le pedía que expulsase de su hija al demonio. Le respondió: “Deja que se sacien primero los hijos. No está bien quitar el pan a los hijos para echárselo a los perritos”. Ella replicó: “Señor, también los perritos, debajo de la mesa, comen de las migas de los niños”. Le dijo: “Por eso que has dicho, ve, que el demonio ha salido de tu hija”. Se volvió a su casa y encontró a la hija tendida en la cama; el demonio había salido.

Una mujer cananea.

1 R 17, 7-16: Pero al cabo del tiempo el torrente se secó, porque no había llovido en la región. Entonces el Señor dirigió la palabra a Elías: “Anda, vete a Sarepta de Fenicia a vivir allí; yo mandaré a una viuda que te dé la comida”. Elías se puso en camino hacia Sarepta, y al llegar a la entrada del pueblo encontró allí a una viuda recogiendo leña. La llamó y le dijo: “Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para beber”. Mientras iba a buscarla, Elías le gritó: “Por favor, tráeme en la mano un trozo de pan”. Ella respondió: “¡Vive el Señor, tu Dios! No tengo pan; solo me queda un puñado de harina en el jarro y un poco de aceite en la aceitera. Ya ves, estaba recogiendo cuatro astillas; voy a hacer un pan para mí y mi hijo, nos lo comeremos y luego moriremos”. Elías le dijo: “No temas. Anda a hacer lo que dices, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo; para ti y tu hijo lo harás después. Porque así dice el Señor, Dios de Israel: “El cántaro de harina no se vaciará, la aceitera de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre ella·”. Ella marchó a hacer lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo durante mucho tiempo. El cántaro de harina no se vació ni la aceitera se agotó, como lo había dicho el Señor por Elías.

Mt 9, 27: Mientras Jesús seguía adelante, dos ciegos lo seguían dando voces: “¡Hijo de David! Ten piedad de nosotros”.

Ten piedad de mí, Señor.

Nm 27, 1-10: Se acercaron las hijas de Salfajad, hijo de Jéfer, hijo de Galaad, hijo de Maquir, hijo de Manasés, del clan de Manasés, hijo de José, que se llamaban Majlá, Noá, Joglá, Milcá y Tirsa, y se presentaron a Moisés, a Eleazar, a los jefes y a la comunidad entera a la entrada de la tienda del encuentro, y declararon: “Nuestro padre ha muerto en el desierto. No era de la banda de Córaj, de los que se rebelaron contra el Señor, sino que él murió por su propio pecado. Y no ha dejado hijos. Porque no haya dejado hijos no va a borrarse el nombre de nuestro padre dentro de su clan. Danos a nosotras una propiedad entre los hermanos de nuestro padre”. Moisés presentó la causa al Señor, y el Señor dijo a Moisés: “Las hijas de Salfajad tienen razón. Dales alguna propiedad en heredad entre los hermanos de su padre; pásales a ellas la herencia de su padre. Después di a los israelitas: Cuando alguien muera sin dejar hijos, pasaréis su herencia a su hija; si no tiene hijos, daréis su herencia a sus hermanos; si no tiene hermanos, daréis su herencia a los hermanos de su padre.

Mt 8, 29: ¡Hijo de Dios! ¿qué tienes con nosotros? ¿Has venido antes de tiempo a atormentaros?

Sus discípulos acercándose.

Lc 11, 6: Os digo que, si no se levanta por amistad, se levantará por su importunidad a darle cuanto necesita.

No he sido enviado más que a las ovejas.

Mt 10, 6: Dirigíos más bien a las ovejas descarriadas de la Casa de Israel.

Rm 15, 8: Quiero decir que Cristo se hizo ministro de los circuncisos en atención a la fidelidad de Dios, cumpliendo las promesas de los patriarcas.

Mujer, grande es tu fe.

Mt 8, 10: Al oírlo Jesús se admiró y dijo a los que lo seguían: “Os lo aseguro, una fe semejante no la he encontrado en ningún israelita”.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

15 21 Como en 11, 21 la expresión “Tiro y Sidón” tiene también un valor teológico, designa a las naciones paganas que, en determinadas condiciones que el relato precisa, van a tomar parte en el ministerio de Jesús.

15 23 (a) Los fenicios se llamaban a sí mismos cananeos. A lo largo de la historia, el nombre “Canaán” designó diversas zonas mal delimitadas: la tierra prometida ocupada por los antiguos israelitas, las tribus autóctonas del país, la Fenicia de tiempos de Jesús.

15 23 (b) La gracia finalmente concedida por Jesús a esta pagana se hace probablemente en tierra de Israel.

15 23 Los discípulos piden al maestro que la despedida concediéndole lo que pide: la misma palabra griega en 18, 27.

15 26 Jesús debe dedicarse a la salvación de los judíos, “hijos” de Dios y de las personas, antes de ocuparse de los paganos, que a los ojos de los judíos no eran más que “perros”. El carácter tradicional de esta imagen, y la forma diminutiva empleada, atenúan en labios de Jesús lo que el epíteto podía tener de despectivo. Por otra parte, la buena acogida final de la petición de la mujer por parte de Jesús podría anunciar, en un caso excepcional, el acceso de los paganos a la salvación tras su muerte y resurrección. Numerosos textos mateanos fundamentan esta interpretación (8, 5-13; 21, 33-44,…).

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica:

22 CANANEA: del país de Canaán, tal como se entendía este apelativo en tiempo de Jesús: Fenicia, zona de gentiles (cf. Mc 7, 26). // QUE HABÍA SALIDO DE: puede significar: oriunda de. // SE PUSO A GRITAR: lit. gritaba. Si nos dejamos llevar del sonido del vocablo griego onomatopéyico, casi habría que traducir ladraba. En cambio, en el v. 25, el verbo griego que indica postrarse no tiene relación etimológica con la palabra griega kyôn: perro.

23 SE ACERCARON A ROGARLE: la formulación lit. “habiéndose acercado… rogaban a él”, da este matiz: le insistían. // DESPÍDELA: dale de una vez lo que quiere y despáchala.

25 SE POSTRÓ: lit. en imperfecto: se postraba (porque hacía gestos repetidos de reverencia; o porque el verbo griego proskynéô equivale, aquí, a suplicar.

28 LE RESPONDIÓ ASÍ: cf. 3, 15. Las palabras literales – hágase para ti como quieres ­­– son como la tercera petición de un Padrenuestro dicho al reves, de Dios a su criatura: hágase tu voluntad.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé:

15, 21-28 La insistencia de esta mujer nos sirve de ejemplo sobre cómo debemos orar, incluso aunque parezca que nuestras oraciones no son atendidas o incluso están seguidas de más sufrimiento. Al igual que con el centurión romano (Mt 8, 10), Cristo admiró y actuó en respuesta a la gran fe de la cananea. Cat. 493, 448, 2610.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

448 Con mucha frecuencia, en los evangelios, hay personas que se dirigen a Jesús llamándole “Señor”. Este título expresa el respeto y la confianza de los que se acercan a Jesús, y esperan de él socorro y curación (Mt 15, 22). Bajo la moción del Espíritu Santo, expresa el reconocimiento del misterio divino de Jesús. En el encuentro con Jesús resucitado, se convierte en adoración: “Señor mío y Dios mío” (Jn 20, 28). Entonces toma una connotación de amor y de afecto que quedará como propio de la tradición cristiana: “¡Es el Señor!”.

2510 Del mismo modo que Jesús ora al Padre y le da gracias antes de recibir sus dones, nos enseña esta audacia filial: “Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido” (Mt 11, 24). Tal es la fuerza de la oración, “todo es posible para quien cree” (Mc 9, 23), con una fe “que no duda” (Mt 21, 21). Tanto como Jesús se entristece por la “falta de fe” de los de Nazaret (Mc 6, 6) y la poca fe de sus discípulos (Mt 8, 26), así se admira de la gran fe del centurión romano (Mt 8, 10) y de la cananea (Mt 15, 28).

 

Concilio Vaticano II

[Los obispos] deben esforzarse, pues, sin cesar para que los fieles conozcan y vivan más profundamente el misterio pascual por la Eucaristía, de manera que formen un solo Cuerpo compenetradísimo en la unidad de caridad de Cristo. Dedicándose a la oración y al ministerio de la palabra han de trabajar para que todos los que están confiados a sus cuidados sean unánimes en la oración, crezcan en la gracia por la recepción de los sacramentos y sean testigos fieles del Señor.

Christus Dominus, 15.

 

San Jerónimo.

21 Saliendo de allí Jesús se retiró hacia la región de Tiro y Sidón. Abandona a los escribas y fariseos calumniadores y pasa a la región de Tiro y de Sidón para curar a los Tirios y a los Sidonios. Observa que la curación de la hija de la cananea acontece en el decimo quinto lugar.

22 Mi hija está cruelmente atormentada por el demonio. Considero que la hija de la Iglesia son las almas de los creyentes cruelmente atormentados por el demonio, ignoraban al Creador y adoraban a la piedra.

23 Él no respondió palabra. No por soberbia farisaica ni por desdén como los escribas, sino para que no pareciera contradecir la regla que había impuesto. No toméis el camino de los gentiles ni entréis en las ciudades de los samaritanos. No quería dar ocasión a los calumniadores y se reservaba la plenitud de la salvación de los gentiles al tiempo de su pasión y resurrección.

25 Pero ella vino a postrarse ante él y le dijo. Admira, en la persona de la mujer cananea la fe, la paciencia, la humildad de la Iglesia: la fe, porque creyó que su hija podía ser sanada, la paciencia porque a pesar de tantos rechazos persevera rogando, la humildad cuando no se compara a los perros sino a los cachorros. Los perros son los paganos llamados así a causa de su idolatría, perros que alimentados con sangre y con cadáveres se vuelven rabiosos. Observa que esta cananea, perseverando en su petición, lo llama primero Hijo de David, luego Señor, y finalmente lo adora como Dios.

 

San Agustín

Si ella clamó tan intensamente en favor de su hija, ¡cuál debe ser nuestro clamor en favor de nuestra carne y nuestra alma! Veis lo que consiguió con su clamor. En un primer momento fue despreciada, pues era cananea, un pueblo malo que adoraba ídolos. El Señor Jesucristo, en cambio, caminaba por Judea, tierra de los patriarcas y de la Virgen María, que dio a luz a Cristo: era el único pueblo que adoraba al verdadero Dios y no a los ídolos. Así, pues, cuando le interpeló no sé qué mujer cananea, no quiso escucharla. No le hacía caso precisamente porque sabía lo que le tenía reservado: no para negarle el beneficio, sino para que lo mereciera ella, con su perseverancia.

Mereció el beneficio cuando reconoció la verdad del insulto; donde reconoció la iniquidad, allí fue coronada la humildad. Hace poco la llamó perro, ahora mujer; ladrando se ha transformado. Deseaba las migajas que caían de la mesa, e inmediatamente, se encontró sentada a la mesa. En efecto, cuando el Señor le dice: Grande es tu fe, ya la había contado entre aquellos cuyo pan no quería que se echase a los perros.

Sermón 154. II, pgs. 1150-1151.

 

Los Santos Padres.

Ella gritaba ansiosa por obtener el beneficio, y llamaba con fuerza; Él disimulaba, no para negar la misericordia, sino para estimular el deseo, y no solo para acrecentar el deseo, sino también, como dije antes, para recomendar la humildad.

Agustín, Sermones, 77. 1b, pg. 52.

Los discípulos, compadecidos, unen su oración; pero Él, que mantenía el misterio de la voluntad del Padre, respondió que había sido enviado a las ovejas perdidas de Israel para manifestar con claridad meridiana que la hija de la cananea representaba una figura de la Iglesia por el hecho de que reclamara lo que se había concedido a otros; no que no debiera concederse también la salvación a los gentiles, sino que el Señor había venido para los suyos y para su casa, y por ello atendía las primicias de la fe de aquellos por los cuales había venido, mientras que los otros serían salvados después mediante la predicación de los apóstoles.

Hilario de Poitiers, Sobre el Ev. de Mateo, 15. 1b, pg. 53.

Mas, juntamente con la fe, considerad, os ruego, la humildad de esta cananea. El Señor había llamado hijos a los judíos; ella no se contentó con eso y les dio el nombre de señores.

Jerónimo. Homilías sobre el Ev. de Mateo, 52. 1b, pg. 55.

“En verdad os digo, no encontré tanta fe en Israel”. ¿Qué significa “tanta”? Tan grande. ¿De dónde procede esa magnitud? De la pequeñez, es decir, la grande procede de la humildad. “No encontré tanta fe”. Era semejante al grano de mostaza, cuanto más pequeño, más activo. Así injertaba ya el Señor el acebuche [olivo silvestre, los paganos] en el olivo.

Agustín. Sermones, 77. 1b, pg. 56.

 

San Juan de Ávila

Y si a todo cristiano está encomendado el ejercicio de oración y que sea con instancia, y compasión, llorando con los que lloran, ¿con cuanta más razón debe de hacer esto el que tiene por propio oficio pedir limosna por los pobres, salud para los enfermos, rescate para los encarcelados, perdón para culpados, vida para muertos, conservación de ella para vivos, conversión para infieles, y, en fin, que, mediante su oración y sacrificio, se aplique a los hombres el mucho bien que el Señor en la cruz les ganó? Y si de aquellos sacerdotes hubiese que, como otra viuda de Naím, llorase al hijo muerto (cf. Lc 7, 11ss), importunase al Señor como la cananea (cf. Mt 15, 22ss), y le ofreciese devotos ruegos por el hijo endemoniado (cf. Mt 17, 44ss), que unas veces lo lanza en el fuego el demonio, y otras, en el agua, consolarlos hía el Señor, diciendo: No queráis llorar (cf. Lc 7, 13); y darlos hía ánimas resucitadas y sanas, como dio a las otras personas corporal salud y vida; y, por ventura, espiritual también para los hijos.

Tratado sobre el sacerdocio. I, pg. 917.

Jesucristo predicó en persona a las ovejas que habían perecido de la casa de Israel no más (Mt 15, 24), y después, sus santos apóstoles, en el mismo pueblo de Israel, comenzaron a predicar y convirtiéndose no todos los judíos, mas algunos.

Audi, filia (I). I, pg. 526.

Jesucristo predicó en persona a las ovejas que habían perecido dew la casa de Israel, no más (Mt 15, 24); y después sus santos apóstoles en el mismo pueblo de Israel comenzaron a predicar, y convirtiéndose no todos los judíos.

Audi, filia (II). I, pg. 773.

 

2. Miserere mei, etc. Las palabras que darán fundamento a nuestro sermón las dijo una mujer atribulada a nuestro Señor Jesucristo y alcanzó de Él lo que pedía. Escríbelas San Mateo, capítulo 15. Parecióme predicar de ella, porque tiene esta mujer muchos devotos. Dicen en romance: ¡Jesús, hijo de David, habé misericordia de mí! (Mt 15, 22). […] Vino hoy una mujercita y extranjera en el campo, para hacer campo, y llevaba un pleito ruin, y tomóse a palabras con Cristo y vencióle y hízolo decir: Mujer, grande es tu fe, hágase lo que quieres (Mt 15, 28). ¿No es buena justa? ¿No es buen torneo= ¿Qué buena guerra donde vence la mujer y se hace lo que pide!

Esta historia de la Cananea es muy notoria, todos lo sabéis; pero lo que una vez no entendistes, impusible es que, oyéndolo otra vez, no lo entendáis; que ésta es la condición de la Sagrada Escriptura, que cuanto más uno sube a mayor perfección de vida y conocimiento de Dios, ansí va más entendiendo en un mismo paso lo que antes no entendió. No se añeja la sagrada Escritura de Dios; siempre hallamos en las cosas que muchas veces hemos leído cosas nuevas que entender y secretos que otras veces no habías entendido.

3. Fuese de allí a Tiro y Sidón, ciudades de gentiles, de gente infiel, dando a entender Cristo en esta ida que se va de los corazones fingidos de los hombres doblados que no tienen ni curan más de otra cosa que de tener las apariencias buenas. Fuese de allí, de aquellos que tenían los corazones dañados.

4. El principal cuidado del cristiano ha de ser del corazón. Guárdenos Dios de tener el corazón dañado y enfermo. Ansí como en lo corporal es gran mal la enfermedad del corazón, ansi es mucho más en lo espiritual tener dañado el corazón. Vase el Señor de allí y sale una mujer al camino, que tenía a su hija endemoniada.  

5. Sale al camino. Había oído decir de Cristo grandes bienes y cómo hacía grandes milagros y lanzaba demonios. Salióle al camino. ¡Bienaventurado aquel a cuyos oídos han venido estas nuevas de Cristo! Albricias habías de dar a quien nos la s trajese.

7. Oyó esta mujer extranjera con las orejas del ánima, y con esta fe salió al camino a pedir remedio para sus trabajos. ¡Oíd! Quizá os ha acaecido alguna vez esto. Teníades alguna necesidad: pedís al Señor con fe, mirad en esta expiriencia, que si Dios os dio a conocer que pedisteis, aunque se tarde, daros ha y responderos ha. Sentiréis algunas veces que cuando se tardan, un no sé qué, no sé cómo se es esto; cuando con fe demandamos nos dan a entender que nos oirán y que nos darán lo que pedimos; sentís algunas veces que tuvo efecto vuestra petición. […] Compañeras inseparables son oración y misericordia. Oración de corazón, que mana de fe viva, alcanzará lo que pidiere. Si el Señor te ha hecho merced en darte el don de la oración, darte ha también lo que pidieres, porque, aunque te lo dilate, no se le olvida.

8. Salió esta mujer bien armada. No está enferma. Es tanto lo que le dolía el mal que la otra padecía, que lo tenía por suyo propio. Tomar los males ajenos por nuestros propios, compadecernos de ellos como si nosotros los padeciésemos, no entendemos esta palabra. ¿Quién hay agora que sienta la afrenta y necesidad que su prójimo padece, que se dúela de sus males como si él mesmo los tuviese, y él se sienta pobre con el pobre, y tentado con el tentado, y afligido con el afligido? No sabemos qué es esto. No entendemos este lenguaje. Antes, padre, apenas me puedo condoler de los males ajenos, cuánto más tenerlos por míos proprios.

10. Y esta es la regla de la caridad, que no sabemos dónde mora. Lo que hace la carne por parentesco, ¿no haría la gracia con caridad y Espíritu Santo? Si no tenemos, pidámoslo al Señor. Esto dice esta buena mujer cananea. Esto dice a los padres sacerdotes. Llámaos así, tristes, pues tal carga tenéis a cuestas. Cuando los quieren ordenar, examínanlos si saben cantar y leer, si tienen buen patrimonio; pues ya, si saben unas pocas de cánones y tienen buen patrimonio, ¡sus!, ordenar. ¿En qué examinará Dios? En la caridad para con todos y en la oración, si saben bien orar y importunar a Dios por los prójimos y amansando y hacer amistad entre Dios y los hombres, y sentir males ajenos y llorarlos, y sentir lo que no conocieron y lo que no vieron. Y si esto no sabe, ¿qué aprovecha todo esotro? Esto aprendimos de la Cananea.

11. Aquí calló con esta mujer, y el domingo pasado habló con el demonio, cuando con las palabras de la sagrada Escriptura le venció. ¿Habéis sufrido esta lanzada en la oración, cuando os salís de ella tan frío y tan seco y tan sin devoción como entrastes y algunas  veces peor y más duro? A`rended de esta mujer, que fue a rogar a Dios, y, como no le respondió, fue a sus santos, llegóse a sus santos discípulos y rogóles que hablasen por ella a Jesucristo. ¡Qué soolicitud traía de unos en otros! Y cómo los importunaba, pues que los apóstoles dijeron a Cristo: haced ya, Señor, lo que esta mujer os ruega, que viene dando voces tras nosotros. Y dijo Cristo: no soy enviado yo sino a las ovejas que perecieron de la casa de Israel (cf. Mt 15, 23-24). ¿Agora respondéis con eso, Señor, después de importunado y rogado por ella y por los santos apóstoles, que puso por rogadores? ¿Con eso salís? Peor es eso, Señor, que callar. ¿Quién tuviera un arnés de Milán para sufrir eso?

12. Póneste a un rinconcillo a rogar a Dios alguna cosa, y parece que te desecha y te dice: “Anda, calla, déjate de eso, que no es para ti eso, no se puede hacer, que no te has de salvar, que no estás bien con Dios, apártate allá”. Y con todo esto porfía la mujer. Vase ella a Cristo y dice: Domie, adiuva me (cf. Mt 15, 25). Aun no estás llagada, ¿y pides ayuda? ¿Qué refrescos traes para pedir? ¿Mientras más disfavor mayor esperanza? Abrahán creyó en la esperanza contra toda esperanza (Rm 4, 18).

14. Querría que no le pidiésemos señales, como os prediqué el domingo. Ansi lo hace la mujer cananea, que habiéndola desechado Cristo, vuelve como de primero con fuerzas frescas, y mirad qué respuesta le dieron. No hacía Jesucristo aquello de cruel y áspero, sino porque conozca el universo mundo la grandísima fe de esta mujer: No es bueno tomar el pan de los hijos y darlo a los perros. Eso que tú pides es para hijos y tú eres perra. Espera, Señor, que si es perra, quizá os morderá. Dícete a ti: Quien esto ha hecho, ¿pide misericordia? Quien tanto ha pecado, ¿osa llegar a Dios? Esto es llamarte perra.

No pido yo lo que se ha de dar a los hijos buenos. Habéis dado tanto a los hijos, habéisles predicado, enseñado; nacistes entre ellos, habéis sanado, resucitado, ¿qué, Señor, hay que no hayáis hecho por ellos? Dadme a mi de lo que sobra. Parecióle bien la perseverancia y fe viva de esta mujer, y respondióle: Mujer, grande es tu fe, hágase como lo pides; y sanóle la hija de aquella hora (Mt 15, 26-28). ¡Basta!, que va el señor vencido, pues se hizo todo lo que la Cananea, de gran fe, le pidió.

Sermón del Jueves de la Semana I de Cuaresma. III, pgs. 140ss.

Y los pequeños, Señor, los huérfanos de linaje humanal, ¿no tendrán parte en vuestro convite? ¿No comerán siquiera de las migajas que caen de la mesa de los señores? (cf. Mt 15, 27). ¿Qué dices, Señor?; que te piden los pobres manjar para que no perezcan de hambre; y pues has hartado los grandes, no te olvides, Señor, de los chicos. Los pobres y menesterosos – dice Dios – buscan agua, y no la hay; la lengua de ellos con sed se ha secado. Yo el Señor los oiré; Dios de Israel, no los desampararé (Is 41, 17). ¿Qué comeremos, Señor, y beberemos los pobres a la mesa de los ángeles ricos?

Sermón del Santísimo Sacramento. III, pg. 754.

A la priesa de las oraciones de la Virgen responde Dios. Tráelo de los cielos a la tierra, entra en su vientre, ármale de unas armas y carne tan delicada, que le fatiga la hambre y la sed y el cansancio, y le punzan las espinas, dándole cinco mil y tantos azotes; ¡y Él al Padre: ¡Perdónalos, Señor! (Lc 23, 24). ¿Quién puede alcanzar delante de Dios negocio tan grande? Mediante las oraciones de la Virgen. Dice Dios: Mujer, grande es tu fe; hágase como tú quieres (Mt 15, 28).

Sermón de la Presentación del Señor. III, pg. 850.

Despierte ya, señora, y tenga a sí por quien es, y a Dios por quien es. Y si desechada se sintiere, súfralo con humildad, pues así lo merece. E si el Señor dice que es perra, diga con la cananea que es verdad (cf. Mt 15, 26); mas por eso no desmaye y peque dos veces, una en el poco conocimiento suyo, otra en no sentir bien de la suma bondad del Señor, pensando que no la quiere o no quiere que lo busque. ¿E por qué osó decir tan gran falsedad y testimonio falsísimo? ¿Por qué pone mancha en la pureza de la misericordia divina y en el blanco Cordero, que dijo: A todo aquel que viniere a mí, no le echaré fuera? (Jn 6, 37). ¿Por qué tiene por enemigo al que la castiga y sospecha contra su Médico? Amor es todo lo que hace el Señor con ella, sino, como no conoce por amor sino al regalo, parécele que quien ama a su hijo multiplica los azotes (Si 30, 1); y tratándola el Señor así, aun no se conoce ni es vil en sus ojos.

Carta a una doncella enferma y desmayada en el camino de Dios. IV, pg. 182-183.

Y está el hombre entero todo, de dentro y fuera, puesto en desconsuelo de cruz; gime y pide socorro a nuestro Señor, y no solo se hace sordo y escondido más que detrás de siete paredes, mas aun siente que el Señor se desvía de ella, no solo no dándole favor, mas aun enseñándole el disfavor, como lo hizo con la Cananea, que primero no la respondió y después la llamó de perra (cf. Mt 15, 26). Hora es aquella de grande angustia; y en ninguna parte halla el ánima reposo, como cuando uno se ahoga en un profundo mar, sin hallar en qué hacer pie, o como el que está atado de pies y manos, y prueba a levantarse, y no puede. Porque ansí como aquel a quien Dios consuela, ningún tormento ni pena le puede desconsolar, así al que Dios desconsuela ninguna cosa le puede alegrar.

Mas por tal desierto e imagen de muerte conviene ir a los siervos de Dios tras su Señor, y por aquellas tinieblas y tristezas conviene pasar para llegar al descanso.

A una religiosa, hija suya espiritual. IV, pg. 578-579.

No esta, señora, en sentimientos el aprovechamiento, sino en conocimientos de sí mesmo y en despreciarse y desearlo ser; en tomar trabajos de dentro y de fuera; en saber padecer por prójimos y en poner la vida por ellos, si fuera menester; en cumplir todo lo que Dios manda, porque Él lo manda y por amor, aunque no nos hubiese de dar nada; en confiar en Él, aunque nos llame perros, como a la cananea (cf. Mt 15, 26). Y quien destas cosas más tiene, más agradable es, aunque no tenga sentimientos orando ni comulgando ni en otro tiempo.

A una persona que padecía sequedades y tentaciones. IV, pg. 735.

Que así como una castidad es probada en cosas contrarias, una humildad con deshonras, una paciencia contrabajos, una caridad con hacer bien a quien nos hace Mal, así es la fe y confianza probada con enviar Dios trabajos que parezcan sacar de juicio, y esconderse Él, y parecer que añade más mientras más es rogado. Conviene pasar esto si queremos oír: ¡Mujer, grande es tu fe! (Mt 15, 28). Esta lucha hemos de vencer, si queremos nombre y corona de verdaderos y perfectos fieles. Y conviene recebir azotes y que escuezcan hasta el ánima, y creer que son abracijos de grande amor. En esto que de fuera parece ira, hemos de creer el corazón de Dios muy pacífico, y sus entrañas muy paternales, para que no vivamos en sentido de carne, sino en fe, que es muerte de sentido de carne.

Esta, señora, es la sabiduría de la cruz, que a ojos cerrados se subjecta a la santa ordenación de Dios; y con este no juzgar, sino confiar en Él, es más sabia que todo el saber del mundo. Porque quien a Dios quiere conocer y agradar, no alcance, sino abaje los ojos con humildad; y no escudriñar y alcanzará el verdadero saber, y hallará el Señor de las virtudes, que en todas las cosas es suave para los suyos, y entonces les hace mayores bienes cuando a los ojos de la carne parece que los desampara.

A una señora. IV, pg. 144.

Mas en esto se verá si sois cananea, en que, siendo injuriada y desechada, importunéis al Señor, y siguiendo al que huye y humillándoos al que os trata como perra, no le dejéis de amar pura y sencillamente, como si sintiésedes grandes regalos y favores de Él, que al fin os responderá: ¡Mujer, grande es tu fe; hágase como tú quieres! (Mt 15, 28). Mas estad vos determinada de serle fiel y que le digáis de corazón: “Yo, Señor, os quiero amar, aunque vos no me améis; yo os quiero buscar y enseñar buena cara, aunque vos huyáis de mí. Ameos yo, y haced de mí lo que fueredes servido”. Y así, tornárseos han los disfavores en ejercicio de verdadero amor, con el cual debéis de quedar más contenta que con los disfavores penada.

A una religiosa, hija suya espiritual. IV, pg. 580.

 

San Oscar Romero.

Es hermoso sentirse hermanos cada domingo, sobre todo en este momento, que es un momento de familia. Somos la familia de Dios que peregrina en la tierra y cada domingo, como las familias unidas, en un fin de semana se unen con sus padres a los otros miembros que están dispersos a lo largo del trabajo de la semana; y venimos a compartir, a sentir de veras que lo que cada uno hace le interesa a todos; y que así vamos unidos en una misma fuerza de amor, de fe, de esperanza en medio de un mundo que nos ofrece tantas dificultades, pero precisamente las familias se unen más, cuanto más arrecian por fuera las tempestades.

Por eso en este ambiente de familia, es el Padre el que nos orienta, el que nos aconseja, el que nos habla; y el padre es nuestro Dios al que dentro de poco llamaremos: Padre Nuestro. El nos habla y el sacerdote o el Obispo que predica no es más que un mensajero suyo entresacado de la misma familia para comunicar su mensaje divino. Y se ha organizado este mensaje a lo largo del Año Litúrgico, de tal manera, que cada domingo es novedad, nos va presentando aspectos diversos de esta familia tan maravillosa que se llama, la Iglesia, principio del reino de Dios en la tierra. Cómo no va a ser maravilloso, si se trata del reino de Dios, aunque todavía envuelto en las limitaciones, en las imperfecciones de los hombres que la formamos; pero que vamos tratando de hacernos menos indignos de esa vida que Dios quiere participar con nosotros en su plenitud cuando esta peregrinación termine. De allí, que los aspectos que este domingo nos ofrece la divina palabra, como de costumbre yo lo resumo en este pensamiento: El dinamismo misionero, espiritual y social del reino de Dios en su Iglesia. Estos serán los tres aspectos de la homilía de hoy.

20 de agosto de 1978.

 

Papa Francisco.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cfr. Mt 15, 21-28) describe el encuentro entre Jesús y una mujer cananea. Jesús está al norte de Galilea, en territorio extranjero, para estar con sus discípulos un poco alejado de las multitudes, que lo buscan cada vez más numerosas. Y entonces se acerca una mujer que implora ayuda para la hija enferma: «¡Ten piedad de mí, Señor!» (v. 22). Es el grito que nace de una vida marcada por el sufrimiento, por el sentido de impotencia de una madre que ve a la hija atormentada por el mal y no puede curarla. Jesús al principio la ignora, pero esta madre insiste, insiste, también cuando el Maestro dice a los discípulos que su misión está dirigida solamente a las «ovejas perdidas de la casa de Israel» (v. 24) y no a los paganos. Ella le sigue suplicando, y Él, a este punto, la pone a prueba citando un proverbio —parece casi un poco cruel esto— : «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos» (v. 26). Y la mujer enseguida, despierta, angustiada, responde: «Sí, Señor, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos» (v. 27).

Con estas palabras esta madre demuestra haber intuido que la bondad del Dios Altísimo, presente en Jesús, está abierta a toda necesidad de sus criaturas. Esta sabiduría plena de confianza toca el corazón de Jesús y le arrebata palabras de admiración: «Mujer, grande es tu fe; que te suceda como deseas» (v. 28). ¿Cuál es la fe grande? La fe grande es aquella que lleva la propia historia, marcada también por las heridas, a los pies del Señor pidiéndole que la sane, que le dé sentido.

Cada uno de nosotros tiene su propia historia y no siempre es una historia limpia; muchas veces es una historia difícil, con muchos dolores, muchos problemas y muchos pecados. ¿Qué hago, yo, con mi historia? ¿La escondo? ¡No! Tenemos que llevarla delante del Señor: “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!” Esto es lo que nos enseña esta mujer, esta buena mujer: la valentía de llevar la propia historia de dolor delante de Dios, delante de Jesús; tocar la ternura de Dios, la ternura de Jesús. Hagamos, nosotros, la prueba de esta historia, de esta oración: cada uno que piense en la propia historia. Siempre hay cosas feas en una historia, siempre. Vamos donde Jesús, llamamos al corazón de Jesús y le decimos: “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Y nosotros podremos hacer esto si tenemos delante de nosotros el rostro de Jesús, si nosotros entendemos cómo es el corazón de Cristo: un corazón que tiene compasión, que lleva sobre sí nuestros dolores, que lleva sobre sí nuestros pecados, nuestros errores, nuestros fracasos.

Pero es un corazón que nos ama así, como somos, sin maquillaje. “¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Y por esto es necesario entender a Jesús, tener familiaridad con Jesús. Y vuelvo siempre al consejo que os doy: llevar siempre un pequeño Evangelio de bolsillo y leed cada día un pasaje. Llevad el Evangelio: en el bolso, en el bolsillo y también en el móvil, para ver a Jesús. Y allí encontraréis a Jesús como Él es, como se presenta; encontraréis a Jesús que nos ama, que nos ama mucho, que nos quiere mucho. Recordad la oración: ¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”. Bonita oración. Que el Señor nos ayude, a todos nosotros, a rezar esta bonita oración que nos enseña una mujer pagana: no cristiana, ni judía, sino pagana.

La Virgen María interceda con su oración, para que crezca en cada bautizado la alegría de la fe y el deseo de comunicarla con el testimonio de una vida coherente, que nos dé la valentía de acercarnos a Jesús y decirle: ¡Señor, si Tú quieres, puedes sanarme!”.

Ángelus. 6 agosto 2017.

 

Papa Francisco. Audiencia general. Catequesis. El Viaje apostólico a Portugal con motivo de la XXXVII Jornada Mundial de la Juventud

 

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En los días pasados fui a Portugal para la 37ª Jornada Mundial de la Juventud.

Esta JMJ de Lisboa, celebrada después de la pandemia, ha sido sentida por todos como don de Dios, que ha vuelto a poner en movimiento los corazones y los pasos de los jóvenes, tantos jóvenes de todas las partes del mundo - ¡tantos! – para ir a encontrarse y encontrar a Jesús.

Como bien sabemos, la pandemia ha tenido un fuerte impacto en los comportamientos sociales: el aislamiento a menudo ha degenerado en encierro, y los jóvenes se han visto particularmente afectados por él. Con esta Jornada Mundial de la Juventud, Dios ha dado un "empujón" en sentido contrario: esta ha marcado un nuevo inicio de la gran peregrinación de los jóvenes a través de los continentes, en nombre de Jesucristo. Y no es casualidad que haya sucedido en Lisboa, una ciudad que se asoma al océano, ciudad símbolo de las grandes exploraciones por mar.

Y entonces en la Jornada Mundial de la Juventud el Evangelio propuso a los jóvenes el modelo de la Virgen María. En su momento más crítico, [María] va a visitar a su prima Isabel. Dice el Evangelio: «Se levantó y partió sin demora» (Lc 1,39). A mí me gusta mucho invocar a la Virgen bajo este aspecto: la Virgen "apresurada", que siempre hace las cosas apresurada, nunca nos hace esperar, porque Ella es la madre de todos. Así María hoy, en el tercer milenio, guía la peregrinación de los jóvenes tras las huellas de Jesús. Como hizo hace un siglo en Portugal, en Fátima, cuando se dirigió a tres niños encomendándoles un mensaje de fe y de esperanza para la Iglesia y el mundo. Por esto, en la JMJ, volví a Fátima, al lugar de las apariciones, y junto a algunos jóvenes enfermos recé a Dios para que sane al mundo de las enfermedades del alma: la soberbia, la mentira, la enemistad, la violencia – son enfermedades del alma y el mundo está enfermo de estas enfermedades. Y hemos renovado nuestra consagración, de Europa, del mundo al Corazón de María, al Corazón Inmaculado de María. He rezado por la paz, porque hay muchas guerras en todas las partes del mundo, muchas.

Los jóvenes del mundo acudieron a Lisboa numerosos y con gran entusiasmo. Les encontré también en pequeños grupos, y algunos con muchos problemas; el grupo de jóvenes ucranianos llevaban historias que eran dolorosas. No eran unas vacaciones, un viaje turístico, y tampoco un evento espiritual fin en sí mismo; la Jornada Mundial de la Juventud es un encuentro con Cristo vivo a través de la Iglesia. Los jóvenes van a encontrar a Cristo. Es verdad, donde hay jóvenes hay alegría y hay un poco de todas estas cosas.

Mi visita a Portugal, con motivo de la JMJ, se benefició de su ambiente festivo, de esta ola de jóvenes. Doy gracias a Dios por ello, pensando especialmente en la Iglesia de Lisboa que, a cambio del gran esfuerzo realizado por la organización y la acogida, recibirá nuevas energías para continuar el nuevo camino, para echar de nuevo las redes con pasión apostólica. Los jóvenes en Portugal son ya hoy una presencia vital, y ahora, después de esta "transfusión" recibida por las Iglesias de todo el mundo, lo serán todavía más. Y muchos jóvenes, al regresar, han pasado por Roma, les estamos viendo también aquí, hay algunos que han participado en esta Jornada. ¡Ahí están! Donde están los jóvenes hay ruido, ¡saben hacerlo bien!

Mientras que en Ucrania y en otros lugares del mundo se combate, y mientras en ciertas salas escondidas se planifica la guerra – es feo esto, ¡se planifica la guerra! - la JMJ ha mostrado a todos que otro mundo es posible: un mundo de hermanos y hermanas, donde las banderas de todos los pueblos ondean juntas, una junto a la otra, ¡sin odio, sin miedo, sin cierres, sin armas! El mensaje de los jóvenes ha sido claro: ¿lo escucharán los "grandes de la tierra"? Me pregunto, ¿escucharán este entusiasmo juvenil que quiere paz? Es una parábola para nuestro tiempo, y todavía hoy Jesús dice: "¡El que tenga oídos, que oiga! ¡El que tenga ojos, que vea!". Esperemos que todo el mundo escuche esta Jornada de la Juventud y mire esta belleza de los jóvenes yendo adelante.

Expreso nuevamente mi gratitud a Portugal, a Lisboa, al presidente de la República, que estuvo presente en todas las celebraciones, y a las otras autoridades civiles; al patriarca de Lisboa -¡que lo ha hecho bien! -, al presidente de la Conferencia Episcopal y al obispo coordinador de la Jornada Mundial de la Juventud, a todos los colaboradores y voluntarios. Pensad que los voluntarios – fui a encontrarles el último día, antes de volver – eran 25 mil: ¡esta Jornada ha tenido 25 mil voluntarios! ¡Gracias a todos! Por intercesión de la Virgen María, el Señor bendiga a los jóvenes del mundo entero y bendiga al pueblo portugués. Rezamos juntos a la Virgen, todos juntos, para que Ella bendiga al pueblo portugués.

 

Homilía Chat GPT (Inteligencia Artificial).

 

La historia de la mujer sirofenicia se encuentra en el Evangelio de Marcos, capítulo 7, versículos 24 al 30, y en el Evangelio de Mateo, capítulo 15, versículos 21 al 28. Esta historia relata un encuentro entre Jesús y una mujer de origen cananeo (sirofenicio) que busca la sanación de su hija poseída por un demonio. Aquí está una posible homilía basada en este pasaje:

Título: La Fe Inquebrantable de la Mujer Sirofenicia

Queridos hermanos y hermanas en Cristo,

En el Evangelio de hoy, nos encontramos con una historia poderosa de fe y perseverancia, protagonizada por una mujer sirofenicia. Su historia nos recuerda la importancia de la fe inquebrantable y la confianza en Jesús, incluso en medio de desafíos y dificultades.

Imaginemos a esta mujer, cuya hija estaba sufriendo a causa de un demonio. Ella había oído hablar de Jesús y de sus milagros, y en su desesperación, decidió buscar su ayuda. Pero, como nos dice el Evangelio, cuando se acercó a Jesús, inicialmente él parecía no estar dispuesto a ayudarla. Él le dijo que su misión era para los hijos de Israel, y no para los extranjeros.

Sin embargo, esta mujer no se rindió ante la primera negativa. Su fe en Jesús era tan profunda que no se dejó desanimar por sus palabras aparentemente desalentadoras. En lugar de eso, ella respondió con humildad y convicción: "Sí, Señor, pero también los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus dueños". Su respuesta mostró una humildad profunda y una confianza incuestionable en la capacidad de Jesús para sanar a su hija.

Jesús, impresionado por la fe y la perseverancia de esta mujer, elogió su fe y accedió a sanar a su hija. En ese momento, se manifestó la grandeza de la fe de la mujer sirofenicia. Ella no permitió que los obstáculos, las barreras culturales ni las aparentes negativas la detuvieran en su búsqueda de la sanación para su hija.

Esta historia nos enseña varias lecciones importantes. En primer lugar, nos recuerda que la fe es un motor poderoso que puede mover montañas y superar cualquier adversidad. La fe auténtica nos impulsa a perseverar incluso cuando enfrentamos dificultades aparentemente insuperables. En segundo lugar, esta historia destaca la universalidad del mensaje de Jesús. Aunque inicialmente dijo que su misión era para los hijos de Israel, finalmente mostró que su amor y su poder sanador se extienden a todas las personas, sin importar su origen o cultura.

Así que, hermanos y hermanas, sigamos el ejemplo de la mujer sirofenicia. Cultivemos una fe inquebrantable en Jesús, confiando en que su amor y su poder están disponibles para nosotros en medio de nuestras luchas. No permitamos que las dificultades nos desanimen, sino acerquémonos a él con humildad y confianza, sabiendo que incluso las "migajas" de su gracia son suficientes para cambiar nuestras vidas.

Que esta historia nos inspire a cultivar una fe profunda y a perseverar en nuestras oraciones y esfuerzos, confiando en que Jesús siempre está dispuesto a escuchar y a sanar.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

 

 

DOMINGO XX T. O. 20 de agosto de 2023.

 

Monición de entrada.-

Buenos días:

La misa del domingo tiene que mostrar que somos la iglesia acogedora.

En ella no distinguimos a los que son del pueblo o de España de los que son forasteros o de otros países.

Sino que todos formamos una familia, porque todos somos queridos por Dios.

 

Señor, ten piedad.-

Tú que has venido a buscar la oveja perdida. Señor, ten piedad.

Tú que en la cruz nos perdonaste a todos.  Cristo, ten piedad.

Tú que haces de todos un solo pueblo. Señor, ten piedad.

 

 Peticiones.-

Por el Papa Francisco, que es de Argentina, y a nuestro obispo Enrique, que es de un pueblo distinto al nuestro, Quatretonda. Te lo pedimos, Señor.

Por la Iglesia, señal del amor de Dios a todas las personas, que lleva el Evangelio a otros países.  Te lo pedimos, Señor.

Por el pueblo judío, en el que nació Jesús. Te lo pedimos, Señor.

Por las personas de otros países que han venido a España. lo pedimos, Señor.

Por nosotros, que somos queridos por Jesús. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias porque siendo judía nos quieres a nosotros como hijos, aunque no seamos de tu país.

 

 

DOMINGO XXI T. O. 26 de agosto de 2023.

 

Monición de entrada.-

Buenos días:

Los que vemos a misa creemos en Jesús.

Y en las enseñanzas de san Pedro y los Apóstoles.

Así los domingos decimos el Credo, que es el resumen de lo que enseñaron los apóstoles.

Gracias a ellos conocemos a Jesús y en misa estamos con Él.

 

Señor, ten piedad.-

En ti creemos. Señor, ten piedad.

A ti acudimos.  Cristo, ten piedad.

A ti elegimos. Señor, ten piedad.

 

 Peticiones.-

Por el Papa Francisco, que ha recibido de Jesús la misión de guardar la unidad y confirmar en la fe a sus hermanos y por el obispo Enrique. Te lo pedimos, Señor.

Por los que mandan en los países.  Te lo pedimos, Señor.

Por los que quieren a Jesús pero no creen que sea el Hijo de Dios. Te lo pedimos, Señor.

Por nosotros, que somos piedras vivas apoyadas en los apóstoles. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias porque los apóstoles, que nos hablaron de Jesús y a los que tú querías como a hijos.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

Jerónimo. Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va

 

 

 

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