viernes, 20 de noviembre de 2009

Domingo XXXIII. 15 de Noviembre de 2009


PRIMERA LECTURA

Lectura de la profecía de Daniel 12, 1-3 Por aquel tiempo se levantará Miguel,el arcángel que se ocupa de tu pueblo:serán tiempos difíciles, como no los ha habidodesde que hubo naciones hasta ahora.Entonces se salvará tu pueblo:todos los inscritos en el libro.Muchos de los que duermen en el polvodespertarán:unos para vida eterna,otros para ignominia perpetua.Los sabios brillarán como el fulgor del firmamento,y los que enseñaron a muchos la justicia, como las estrellas,por toda la eternidad.

MEDITACIÓN
Concluyendo el libro de Daniel, el profeta sitúa la escena en el final del reinado del rey Antíoco Epifanes, enemigo de Dios y de su pueblo. Es en ese momento cuando arrecia la lucha entre los justos y los necios, una lucha terrible contra el mal que provocará angustia y a la vez salvación. Pero en esos tiempos terribles el creyente sabe que no está sólo. Dios envía un ángel, Miguel, que defenderá a su pueblo. Por otra parte el Señor que conoce a los suyos y sus nombres los ha inscrito en el Libro de la Vida, no sólo enviará al arcángel para que los proteja sino que los salvará.
El siguiente fragmento, situado en el umbral del Nuevo Testamento, es uno de los más importantes del Antiguo Testamento sobre la resurrección de la carne. En ella, a diferencia de Macabeos, donde la resurrección se limita a los guerreros muertos en combate, en Daniel, ésta abarca a todos los justos y a los que enseñaron la justicia.
Así la lectura de hoy nos invita a descubrir los signos de la presencia de Dios en medio de las dificultades. El junior, que vive en un mundo donde no sólo se pretende retirar los crucifijos del ámbito público, sino además se persigue a los cristianos con películas donde se nos trata de criminales y enemigos de la cultura y la libertad, sabe que en medio de un mundo hostil a la fe de Cristo, no está sólo. Dios no olvida a aquellos que han sido, por el bautismo, inscritos en el libro de la vida, sino que envía cuida de ellos, envía signos de esperanza en medio de la lucha contra los Antiocos de nuestro tiempo.
Por otra parte nuestro ser junior no puede reducirse a este mundo, debemos vivirlo desde la esperanza en la resurrección, la mirada puesta en la otra vida, cuando resucitemos. Ello nos ha de llevar a buscar pertenecer al grupo de los justos, los que viven en sintonía con la voluntad de Dios, sabiendo que nuestra esperanza está más allá de la muerte.

SALMO

Sal 15, 5 y 8. 9-10. 11

R/. Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti.El Señor es el lote de mi heredad y mi copa;mi suerte está en tu mano.Tengo siempre presente al Señor,con él a mi derecha no vacilaré. R/.Por eso se me alegra el corazón,se gozan mis entrañas,y mi carne descansa serena.Porque no me entregarás a la muerte,ni dejarás a tu fiel conocer la corrupción. R/.Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha. R/.

MEDITACIÓN
4 lecturas.
Con Israel: este salmo pertenece a los llamados “salmos del huesped de Yahvé”. En ellos el hombre que ora vive en un mundo materialista, invadido por los cultos paganos, como la inmolación de niños a Moloc. No es fácil permanecer al margen de unas religiones cuyos adoradores viven en prosperidad, por eso, este hombre, miembro de una religión pequeña, necesita fijar su mirada en el Dios de Israel, confiar su corazón en el único capaz de iluminar la propia existencia.
Con Jesús:
El fiel o “hassid” es el amigo fiel de Dios, quien al dirigirse a su Amado experimenta la esperanza en un Amor que no puede permitir la corrupción de la muerte. Es evidente que este “hassid” es Jesucristo, quien ante la muerte en la cruz pone toda su esperanza en Dios. Meditar este salmo es escuchar la oración de Jesús, especialmente en los días previos a su muerte. Él es el fiel que tiene siempre presente al Padre. Así el salmo nos lleva a penetrar en la profundidad de los sentimientos de Jesús respecto de Dios en los momentos duros.
Con nuestro tiempo: el lado dramático de la vida deun verdadero creyente aparece con gran realismo retratado en este salmo. Quien tiene fe es un hombre y una mujer inmerso en un mundo que vive en forma muy diferente a él. Podemos, como el levita del salmo, sentirnos solos, muy solos ante el paganismo que nos rodea por todas partes y que nos tienta allá donde vamos, en todos los ambientes y lugares. Está ahí, con un clic se nos presentan los ídolos del sexo y del consumismo, seduciéndonos, incluso en la emisora de la Iglesia, dispuestos a presentarnos la felicidad en el comprar, consumir, cambiar de coche, de ropa, de casa,… Pero no sólo están fuera los ídolos del poder, el placer, la independencia total, el vivir al margen de unos valores. Si miramos la vida de cerca también descubrimos estos ídolos, las cosas, los proyectos a los que les doy importancia y por los que lo sacrifico todo. Ellos no son Dios y por tanto no podemos absolutizarlo. Repetir el salmo constantemente nos ayuda.
Con los juniors: ¿dónde situamos nuestro centro junior? Realmente ¿podríamos recitar el equipo de educadores esta oración con el corazón coincidiendo en sus palabras, con sinceridad? ¿y tú y yo como juniors, es Dios nuestro lote? Si queremos un junior que sea una comunidad de “hassid”, de educadores fieles a Dios tendremos que comenzar dejando de absolutizar todo lo que no es Dios. Llevamos ya un mes de curso o quizás menos, ¿cómo comenzamos el primer día? ¿se ha hecho presente Dios en las actividades del centro? ¿nos preocupa el lugar que ocupa?, ¿los principios de vida junior forman parte de la vida del centro o son simplemente un tema que damos cuando entregamos la pañoleta? Y cada uno de nosotros, realmente ¿a quién adoramos?, ¿ser junior, es decir, ser cristiano, es lo que ilumina nuestra vida o más bien la iluminan los valores que transmiten “Fisica y Química” y las series de televisión?

CARLOS VALLÉS. BUSCO TU ROSTRO.
SINCERIDAD CONMIGO MISMO
Digo a mi Señor: «Tú eres mi Dios; mi felicidad está en ti. Los que buscan a otros dioses no hacen más que aumentar sus penas; jamás pronunciarán mis labios su nombre».
Repito esas palabras, te digo a ti y a todo el mundo y a mí mismo que soy de veras feliz en tu servicio, que me dan pena los que siguen a «otros dioses»; los que hacen del dinero o del placer, de la fama o del éxito, la meta de sus vidas; los que se afanan sólo por los bienes de este mundo y sólo piensan en disfrutar de gozos terrenos y ganancias perecederas. Yo no he de adorar a sus «dioses».
Y, sin embargo, en momentos de sinceridad conmigo mismo caigo en la cuenta, con claridad irrefutable, que también yo adoro a esos dioses en secreto y me postro ante sus altares. También yo busco el placer y las alabanzas y el éxito, y aun llego a envidiar a aquellos que disfrutan los «bienes de este mundo» que a mí me prohíbe mi fe. Sí que renuevo mi entrega a ti, Señor, pero confieso que sigo sintiendo en mi alma y en mi cuerpo la atracción de los placeres de la materia, la fuerza de gravedad de la tierra, la pena escondida de no poder disfrutar de lo que otros disfrutan. Aún tomo parte, al amparo de la oscuridad y el anónimo, en la idolatría de dioses falsos, y ofrezco irresponsablemente sacrificios en sus altares. Aún sigo buscando la felicidad fuera de ti, a pesar de saber perfectamente que sólo se encuentra en ti.
Por eso mis palabras hoy no son jactancia, sino plegaria; no son constancia de victoria, sino petición de ayuda. Hazme encontrar la verdadera felicidad en ti; hazme sentirme satisfecho con mi «heredad», mi «lote» y mi «suerte», como me has enseñado a decir.
«El Señor es el lote de mi heredad y mi copa,mi suerte está en su mano:me ha tocado un lote hermoso,me encanta mi heredad».
Enséñame a apreciar la propiedad que me has asignado en tu Tierra Santa, a disfrutar de veras con tu herencia, a deleitarme en tu palabra y descansar en tu amor. Y prepárame con eso a hacer mías en fe y en experiencia las palabras esperanzadoras que pones en mis labios al acabar este Salmo:
«Me enseñarás el sendero de la vida,me saciarás de gozo en tu presencia,de alegría perpetua a tu derecha».
Hazlo así, Señor.

CARLOS G. VALLÉS BUSCO TU ROSTRO Orar los salmos Sal Terrae, Santander 1989

http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/T-O/32B/marco_32b.htm




SEGUNDA LECTURA
Lectura de la carta a los Hebreos 10, 11-14.18 c Cualquier otro sacerdote ejerce su ministerio, diariamente, ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios, porque de ningún modo pueden borrar los pecados.Pero Cristo ofreció por los pecados, para siempre jamás, un solo sacrificio; está sentado a la derecha de Dios y espera el tiempo que falta hasta que sus enemigos sean puestos como estrado de sus pies.Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados.Donde hay perdón, no hay ofrenda por los pecados


MEDITACIÓN
El tema de la perícopa de hoy recupera el del domingo pasado y lo completa. El autor insiste en la unicidad del sacrificio de Cristo en contraposición a los muchos sacrificios. Éstos deben repetirse continuamente porque nunca pueden quitar los pecados, a diferencia del sacrificio de Cristo en la cruz.
Así hemos de tener presente al meditar esta carta la contraposición entre los sacrificios realizados en el templo de Jerusalén y el sacrificio de Cristo en la cruz. Recordemos la intención del autor: mostrar la superioridad de Cristo frente a la Antigua Alianza, la religión judía, de la que procedían los destinatarios de este tratado.

También nosotros al meditar la Palabra que Dios nos dirige nuestra mirada se ha de dirigir a Cristo. Él es el Sumo y Eterno Sacerdote, el que ofreció el único sacrificio agradable a Dios y el único por el cual son perdonados los pecados de la humanidad y por tanto nuestros pecados. La cruz es el signo de nuestra salvación, su muerte en ella es la que nos salva.
Así pues como juniors nuestro centro es Jesucristo y al meditar este texto no podemos más que darle gracias porque nuestros pecados han sido perdonados, no por nuestros sacrificios, sino por el puro amor de Cristo que se entregó por nosotros. Ante nuestro pecado sólo hay perdón en la cruz.



EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 13, 24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
— «En aquellos días, después de esa gran angustia, el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los astros se tambalearán.
Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, de horizonte a horizonte.
Aprended de esta parábola de la higuera: Cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, deducís que el verano está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán, aunque el día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.»

MEDITACIÓN
Con este fragmento culmina el discurso escatológico de Jesús, con el que mediante imágenes simbólicas, anuncia el fin del mundo y la Parusía, su llegada gloriosa.
En estos tiempos, tal como anunciaba Daniel en la primera lectura, se intensificarán las guerras y los cataclismos, comenzará un grandioso trabajo de parto, un trabajo que llevará consigo un sufrimiento inaudito, pero que concluirá con la venida gloriosa del Hijo del hombre profetizado por el profeta, un personaje juez de la historia y vencedor del mal que inaugurará definitivamente el Reino de Dios para todos sus elegidos, eto es, para los que se hayan mantenido fieles en la persecución y hayan resistido, como el orante del salmo, a las seductoras perspectivas ofrecidas por los falsos cristos.
Pero el discurso de Jesús no es para satisfacer la curiosidad de sus discípulos de cara a lo que sucederá en el fin del mundo, sino para invitarlos a la vigilancia apoyada en la Palabra de Dios.
El discípulo no sabe ni el día ni la hora, sólo sabe lo único importante para el momento de la venida del Hijo de Dios, la actitud que ha tener, ésta ha de ser de vigilancia y atención.

REVISIÓN DE HECHOS DE VIDA
VER:
Bien sabemos que hoy y siempre no ha sido fácil ser cristiano. El mismo San Francisco de Asís tuvo que sufrir la incomprensión de sus contemporáneos por intentar vivir el Evangelio “sin glosas”, al pie de la letra. También hoy a nivel personal y de centro encontramos numerosos obstáculos. El justo sufre el acoso de quienes viven desde sí mismos, al margen de Dios, y la tentación de adorar a los mismos dioses que adoran sus contemporáneos (el sol, la luna y las estrellas). Ser junior llevando el nombre de Cristo representa muchas veces rechazo e incluso el que haya padres que no envíen a sus hijos a nuestros centros, por el hecho de ser un movimiento católico que promueve los valores de Jesús. Así pues, ¿cuáles son el sol, la luna y las estrellas a los que adoran nuestros amigos y conocidos, los que no se sienten católicos?, ¿cuándo hemos sufrido el acoso por parte de quienes viven sin Dios?, ¿cómo nos hemos sentido?, ¿a nivel personal y de centro cómo reaccionamos ante la hostilidad?
JUZGAR:
En estas circunstancias la Palabra de Dios sale a nuestro encuentro y nos invita a descubrir como Dios no permanece al margen del sufrimiento del hombre y la mujer fieles. Todo tiene que pasar, los que hoy se levantan orgullosos en lo alto, aquellos que se consideran los más listos porque no creen en Dios, los más poderosos porque se apoyan en las riquezas y los más felices porque viven disfrutando el presente, caerán, están cayendo. Sólo el justo permanece, aquel que se refugia en Dios y no derrama las libaciones a los ídolos de este mundo (el dinero, el éxito y el ocio sin límites ni referencia a una escala de valores). Nuestro poder está en la Palabra de Dios, pues “cielo y tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán”. Por tanto, ante la realidad de nuestro presente, ¿qué nos dice Dios en las lecturas, su Palabra?
ACTUAR.
Después de descubrir como se encuentra nuestra vida y nuestro centro, de iluminarlo con la Palabra de Dios, ¿qué actitudes han cambiado respecto de esas circunstancias?, ¿en qué sí y en qué no, nos ha ayudado la Palabra de Dios ?



ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

AMBIENTACIÓN:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María, Biblia, cartel y vela encendida.

Signo de esta semana: un Pantocrator (el icono de Cristo con el libro) o bien la Biblia abierta en un lugar visible, acompañado uno u otro con una luz encendida.

Preparación: entregamos a cada educador una hoja en blanco, en ella ha de dibujar simbólicamente un momento negativo de su vida, puede ser el más triste y doloroso, pensando en él, si este le provoca mucho sufrimiento puede cambiarlo por otro menos amargo.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de este domingo, de nuevo recurrimos a la web de las benedictinas de Cataluña donde ofrecen materiales audiovisuales muy interesantes.

Interiorización: ante las circunstancias dolorosas Dios no nos deja solos, sino que, al igual que ocurrió a los cristianos perseguidos en tiempos de S. Marcos, se sirve de signos evocadores de su presencia. ¿Cómo se manifestó la ayuda de Dios: una persona, una oración, la lectura de un texto bíblico,…? ¿Cómo me sentí en esos momentos?

Puesta en común: comentamos el evangelio.

Gesto: doblamos la cuartilla y en la parte exterior escribimos el nombre de la persona que nos ayudó o el medio como encontramos la luz (un camino, una cruz, un libro,…).


Oración final: Terminamos rezando el Padrenuestro, fijándonos en la frase “santificado sea tu nombre”.


GUIÓN CELEBRACIÓN
Monición de entrada.
Queridos amigos:
Estamos ya al final de este año litúrgico. Estos últimos domingos nos recuerdan el final no sólo del año sino de la historia y de la vida de las personas. En esos momentos Dios nos tomará en brazos y nos llevará a todos junto a su casa para que allí nos sintamos muy queridos por Él. También este domingo en la misa Él nos reúne y nos lleva junto al Padre.

Acto penitencial.
Tú que has sido enviado para curarnos. Señor, ten piedad.
Tú que has sido enviado para perdonarnos. Cristo, ten piedad.
Tú que has sido enviado para rezar por nosotros. Señor, ten piedad.

Monición a la Primera lectura.
En la primera lectura escucharemos como en unos momentos muy tristes cuando las personas buenas lo estaban pasando mal, Dios no los dejó solos, sino que envió al Arcángel San Miguel para que cuidase de ellos. También Jesús nos dirá en el Evangelio de San Marcos que al final Él vendrá para hacer de nosotros las personas más felices del mundo.

Homilía : en los momentos de dificultad Dios envía al Arcángel S. Miguel. En esta misa recordamos lo que ocurrió y como Dios le envió. Así comenzamos preguntándoles que nos cuenten cuando han estado malitos y quién les ayudaba. Seguidamente les preguntamos quien ayudó a esas personas que lo estaban pasando mal. Responderán: Miguel. Buscamos entre las fotos a este arcángel y lo colocamos en el tablón. A continuación anotamos junto a Él las personas que les ayudaron en las noches que estaban enfermitos y encendemos una luz. También podemos colocar la Biblia y junto a ella una vela encendida, evocando las palabras del Evangelio.

Preces:
En este Año Sacerdotal pidamos por los sacerdotes, para que como San Miguel estén siempre al lado de las personas que sufren. Roguemos al Señor.
Hoy es el Día de la Iglesia Diocesana, pedimos por nuestra Iglesia en Valencia, para que en los momentos malos se apoye en la Palabra de Dios. Roguemos al Señor.
Por los que están solos o enfermos, para que encuentren cristianos que les ayuden. Roguemos al Señor.
Por los niños y niñas de catequesis, para que sintamos siempre muy cerca de Dios. Roguemos al Señor.

ORACION
Para confiar en Dios (Salmo 23):
El Señor es mi pastor,
nada me falta.
En verdes pastos me hace reposar.
Me conduce a fuentes tranquilas,
allí repara mis fuerzas.
Me guía por cañadas seguras,
haciendo honor a su nombre.

Para desear a Dios (Salmo 42)
Como ahnela la cierva los arroyos,
así te anhela mi ser, Dios mío.
Mi ser tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿Cuándo podré ir a ver
el rostro de Dios?

Para dar gracias a Dios (Ex 15)
Canto a Yahvé
esplendorosa es su gloria,
caballo y jinete arrojó en el mar.
Mi fortaleza y mi canción es Yahvé
Él es mi salvación,
Él es mi Dios yo lo alabaré,
el Dios de mi padre, yo lo exaltaré.

Para alabar a Dios (Sal 135)
Alabad el nombre de Yahvé,
alabad, siervos de Yahvé,
que servís en la Casa de Yahvé,
en los atrios de la Casa de nuestro Dios.
Alabad porque es bueno,
tañed para su nombre, que es amable.
Pues Yahvé se ha elegido a Jacob
a Israel, para ser su propiedad.


Para suplicar a Dios (Sal 130)
Desde lo hondo a ti grito, Yahvé:
¡Señor, escucha mi clamor!
¡Estén atentos tus oídos
a la voz de mis súplicas!
Si retienes las culpas, Yahvé,
¿quién, Señor, resistirá?
Pero el perdón está contigo,
para ser así respetado.
Aguardo anhelante a Yahvé,
espero en su palabra.
Para pedir a Dios perdón (Sal 51)
Piedad de mí, oh Dios,
por tu bondad,
por tu inmensa ternura
borra mi delito,
lávame a fondo de mi culpa,
purifícame de mi pecado.
Pues yo reconozco mi delito,
mi pecado está siempre ante mí,
contra ti, contra ti, sólo pequé
lo malo a tus ojos cometí.

Para sentir a Dios (Sal 139)
Tú me escrutas, Yahvé, y me conoces;
sabes cuando me siento y me levanto,
mi pensamiento percibes desde lejos;
de camino o acostado, tú lo adviertes,
familiares te son todas mis sendas.
Aún no llega la palabra a mi lengua,
y tú, Yahvé, laconoces por entero:
me rodeas por detrás y por delante,
tienes puesta tu mano sobre mí.

Para sentirse junior y cristiano (Sal 131)
Mi corazón, Yahvé, no es engreído,
ni son mis ojos altaneros.
No doy vía libre a la grandeza
ni a prodigios que me superan.
No, me mantengo en paz y silencio,
como niño en el regazo materno.
¡Mi deseo no supera al deun niño!

¡Espere, Israel, en Yahvé
desde ahora y por siempre!

Para expresarle el amor a Dios:
Todo el libro del Cantar de los Cantares, colocándose en el lugar de la Amada.
¡Qué me bese con los besos de su boca!
Mejores son que el vino tus amores,
qué suave el olor de tus perfumes;
tu nombre es aroma penetrante,
por eso te aman las doncellas.
Llévame en pos de ti: ¡Corramos!
Méteme, rey mío, en tu alcoba,
disfrutemos juntos y gocemos,
alabemos tus amores más que el vino.
¡Con razón eres amado!
Traducción de la Biblia de Jerusalén (Nueva Edición)



COMENTARIOS AL EVANGELIO
El Evangelio de hoy, ya al final del Año Litúrgico, nos adentra en la idea del final de los tiempos. El final del mundo es una cuestión siempre abierta e inquietante para todos: creyentes y no creyentes. Cuando algún agorero anuncia “el final del mundo”, todos desconfiamos con una sonrisa autosuficiente, aunque nos quedamos al acecho, “por si acaso”.
¿Qué ocurrirá después de la muerte? ¿Tiene este mundo final? El evangelio utiliza un lenguaje apocalíptico de tinieblas, tribulaciones y estrellas que caen. Es sólo un lenguaje que no describe la posible realidad, pero sí transmite una enseñanza clara: “El cielo y la tierra pasarán, pero sólo Dios sabe el día y la hora”. Sabemos que hay un final de la vida y del mundo, pero si nos quedamos sólo mirando el final del mundo o de los tiempos, podemos caer en una tristeza agónica, casi de desilusión y desesperación: ¿Vale la pena tanto esfuerzo humano, tanta caridad cristiana para que luego al final todo se diluya, como un terrón de azúcar, en el olvido y el caos?
Hay muchos que, respondiendo con un fatalismo sin fe, malviven la vida esperando simplemente la muerte que llegará. Incluso, cuando se sucumbe a la desesperanza, hay quien niega la vida adelantando voluntariamente la muerte.
La actitud correcta es otra: ¡Vigilar, estar atentos, manteniendo viva la esperanza! El mensaje de Jesús nos concede la esperanza como compañera de viaje. Todo tiene un final, todo pasa, pero hay algo que permanece: las promesas de Dios. Hay algo más allá del caos o la destrucción, algo eterno que acepta los cambios pero que impide el olvido. Es la promesa de Dios: “Mis palabras no pasarán”.
Y las palabras de Dios no son voces anónimas, sino diálogos amorosos entre el Creador y su criatura, entre Dios Padre y sus hijos. Diálogo que llega a su cumbre en Cristo Jesús, Palabra de Dios hecha carne. Y éstas son las palabras de Dios: Padre, Hijo, hijos, amor, fe, esperanza, caridad, expresadas en un anhelo: “os lo aseguro: estaréis conmigo en el paraíso”. La muerte es una cita que concierta el Señor, no depende de nuestra agenda. Pero la promesa de Dios es más fuerte que la destrucción: “El que cree en mí, aunque muera vivirá. Mi palabra es palabra de vida eterna”.
http://www.diocesismalaga.es/index.php?mod=evangelio


SIEMPRE EN EL CORAZÓN DE CRISTO
Me saciarás de gozo en tu presencia.

Hemos llegado a los días finales del Año litúrgico, y la comunidad creyente vuelve la mirada a los acontecimientos últimos de la historia de la salvación. Hoy, a la luz de la fe, la Iglesia contempla la venida del Hijo del hombre “sobre las nubes con gran poder y majestad”.
La eucaristía que celebramos es anticipación sacramental de aquel día de consolación que esperamos.
El que hoy nos reúne para que escuchemos su palabra y lo recibamos en comunión, en aquel día reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos. El que hoy es pan para nuestro camino, será nuestra vida en la meta alcanzada. El que es ahora nuestra esperanza, será entonces nuestra gloria.
Considera, Iglesia amada del Señor, el misterio de la eucaristía que celebras, y vuelve a pronunciar las palabras de tu oración: “El Señor es el lote de mi heredad… con él a mi derecha no vacilaré”. Entra en el amor que te envuelve: Dios es tu herencia; Dios es tu fuerza; Dios es tu Dios… Las palabras de tu oración se han llenado de significado nuevo: “Se me alegra el corazón, se gozan mis entrañas”. El salmista de la alianza antigua no pudo conocer esa alegría tuya, no pudo experimentar tu gozo, pues él sólo conoció figuras de las realidades celestes que tú has podido gustar.
Con todo, tú que gozas con la verdad de lo que has recibido, suspiras siempre por alcanzar lo que todavía esperas. Tú sabes del que amas, y gozas ya con su presencia; pero lo ves todavía en su pequeñez sacramental, en su soledad, en su abandono de Amor no amado. Tú sabes del que amas, y él es ya tu dicha, pero sólo puedes abrazarlo pobre, sólo puedes ser feliz con lágrimas, sólo puedes conocer esa amargura dichosa. Y sueñas otro tiempo, deseas otro encuentro, buscas otra dicha: “Me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”. Por eso, con los ojos puestos en el futuro, oras y trabajas para que amanezca el día en que puedas, finalmente, abrazar sólo hambrientos saciados y descubras que Dios es la herencia de los pobres.
¡Ven, Señor Jesús!

En esta web se encuentran los escritos de quien nos ha ofrecido un buen grupo de sacerdotes los ejercicios espirituales en Santo Espíritu (Gilet): http://blogs.periodistadigital.com/religiondigital.php?cat=10821





CONVICCIONES CRISTIANAS

Poco a poco iban muriendo los discípulos que habían conocido a Jesús. Los que quedaban, creían en él sin haberlo visto. Celebraban su presencia invisible en las eucaristías, pero ¿cuándo verían su rostro lleno de vida? ¿cuándo se cumpliría su deseo de encontrarse con él para siempre?
Seguían recordando con amor y con fe las palabras de Jesús. Eran su alimento en aquellos tiempos difíciles de persecución. Pero, ¿cuándo podrían comprobar la verdad que encerraban? ¿No se irían olvidando poco a poco? Pasaban los años y no llegaba el Día Final tan esperado, ¿qué podían pensar?
El discurso apocalíptico que encontramos en Marcos quiere ofrecer algunas convicciones que han de alimentar su esperanza. No lo hemos de entender en sentido literal, sino tratando de descubrir la fe contenida en esas imágenes y símbolos que hoy nos resultan tan extraños.
Primera convicción. La historia apasionante de la Humanidad llegará un día a su fin. El «sol» que señala la sucesión de los años se apagará. La «luna» que marca el ritmo de los meses ya no brillará. No habrá días y noches, no habrá tiempo. Además, «las estrellas caerán del cielo», la distancia entre el cielo y la tierra se borrará, ya no habrá espacio. Esta vida no es para siempre. Un día llegará la Vida definitiva, sin espacio ni tiempo. Viviremos en el Misterio de Dios.
Segunda convicción. Jesús volverá y sus seguidores podrán ver por fin su rostro deseado: «verán venir al Hijo del Hombre». El sol, la luna y los astros se apagarán, pero el mundo no se quedará sin luz. Será Jesús quien lo iluminará para siempre poniendo verdad, justicia y paz en la historia humana tan esclava hoy de abusos, injusticias y mentiras.
Tercera convicción. Jesús traerá consigo la salvación de Dios. Llega con el poder grande y salvador del Padre. No se presenta con aspecto amenazador. El evangelista evita hablar aquí de juicios y condenas. Jesús viene a «reunir a sus elegidos», los que esperan con fe su salvación.
Cuarta convicción. Las palabras de Jesús «no pasarán». No perderán su fuerza salvadora. Han de de seguir alimentando la esperanza de sus seguidores y el aliento de los pobres. No caminamos hacia la nada y el vacío. Nos espera el abrazo con Dios.

José Antonio Pagola




http://www.acga.es/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=1255

http://www.acga.es/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=1255



SANTOS NIÑOS. BEATOS FRANCISCO Y JACINTA
Nuestro santo es hijo de dos padres muy buenos y cristianos, el gobernador de los Estados Pontificios, Don Santos y doña Inés.
Francisco nace en Asís el 1 de Marzo de 1838 y esbautizado en la pila bautismal de Francisco de Asís y Clara. Fueron 13 los hermanos.
Los años transcurren, el niño recibe la primera comunión el día de la fiesta de San Luis Gonzaga, estudia en los Hermanos de la Salle y los jesuítas de Spoleto. Nos encontramos ante un buen estudiante, al que le gusta el teatro, siendo un niño dotado para las presentaciones. También le gusta bailar y así desde los dieciséis años le llaman todos “el bailarín”.
Así pues, Francisco Possenti es un joven alegre, sonriente, acogedor, generoso, sincero, leal, sensible, piadoso, locuaz y simpático, pero también vanidoso, caprichoso e impaciente.
Y a él es a quien Dios le llama, con paciencia, a través de un icono de la Virgen, de quien escucha en su interior una voz que le dice que él no está hecho àra el mundo.
Y no hizo oidos sordos, proponiéndose ser religioso pasionista. Sin embargo, su padre que le quería pero como todo progenitor deseaba para él otro porvenir, se resistió. Al final de un año, convencido su padre que no aguantaría la vida de los religiosos pasionistas, accede al deseo.
Y llega el día, bueno, la víspera se despide actuando por última vez en el teatro del colegio. Tiene dieciocho años. Nadie lo sabe. La noche pasa y él emprende el camino hacia el convento de Morrovalle, deteniéndose en el Santuario de Loreto. Y entra en la congregación, cambiando su nombre por el de Gabriel de la Virgen Dolorosa. Allí vive una vida en la que sobre todo tiene un gran amor a María. Él mismo lo dice: “No cambio un cuarto de hora a los pies de la Virgen de María por un año de diversiones”. Y esta frase que realmente nos hace pensar: “No toméis las flores que también pasan, adorad las estrellas que no pasan jamás”.
El hermano Gabriel es feliz, pero pronto la enfermedad le visita. Concluídos los estudios de filosofía parte con otros religiosos al convento de Issola del Gran Sasso. El viaje es recorrido a pie y a caballo y es duro, pues el convento está situado en plena cordillera de Los Apeninos, en la región de Los Abruzos, a 2.915 metros de altitud.
Allí inicia los estudios de teología, pero su fortaleza física no es muy grande, se cansa a menudo, está muy delgado y bastante pálido. Pronto descubren la causa, sufre una enfermedad terrible por aquel entonces, y mortal: la tuberculosis.
Gabriel siente que Jesús le llama y está contento porque sabe de quién se ha fiado. No le asusta la muerte.
Cuando puede se levanta, da una vuelta por el campo, anima a un pastor a rezar muchas avemarías, como bien recordaba el mismo en su ancianidad.
Gabriel sueña con ser sacerdote y misionero, pero la enfermedad trunca sus anhelos y él acepta.
Dos días antes de cumplir los veinticuatro años muere. Es el 27 de febrero de 1862. Sólo ha sido religioso seis años.
Pero su vida no ha sido en vano, junto a su sepulcro se levantará un santuario donde peregrinarán miles de personas. El Papa San Pío X le beatificará 3l 31 de mayo de 1908 y Benedicto XV lo canonizará el 13 de Mayo de 1920. Posteriormente en 1926 será declarado patrón de la juventud católica italiana y en 1959 patrón principal de Los Abruzos.
El mismo Beato Juan XXIII dirá de él:
“Este joven brilla en la Iglesia. A pesar de dominarse tan intensamente, Gabriel no era por naturaleza triste, sino en todo tiempo, alegre y festivo. Siempre manifestaba su alegría”.
Tomado de Nuevo Año Cristiano. Febrero. Edibesa.

CATEQUESIS DEL PAPA
Confrontación entre dos modelos teológicos: Bernardo y Abelardo
Queridos hermanos y hermanas:
En la última catequesis presenté las características principales de la teología monástica y de la teología escolástica del siglo XII, que podríamos llamar, en cierto sentido, respectivamente, "teología del corazón" y "teología de la razón". Entre los representantes de esas dos corrientes teológicas tuvo lugar un amplio debate, a veces vehemente, simbólicamente representado por la controversia entre san Bernardo de Claraval y Abelardo.
Para comprender esta confrontación entre los dos grandes maestros, conviene recordar que la teología es la búsqueda de una comprensión racional, en la medida de lo posible, de los misterios de la Revelación cristiana, creídos por fe: fides quaerens intellectum —la fe busca la inteligibilidad—, por usar una definición tradicional, concisa y eficaz. Ahora bien, mientras que san Bernardo, típico representante de la teología monástica, pone el acento en la primera parte de la definición, es decir, en la fides —la fe—, Abelardo, que es un escolástico, insiste en la segunda parte, es decir, en el intellectus, en la comprensión por medio de la razón. Para san Bernardo la fe misma está dotada de una íntima certeza, fundada en el testimonio de la Escritura y en la enseñanza de los Padres de la Iglesia. La fe, además, se refuerza con el testimonio de los santos y con la inspiración del Espíritu Santo en el alma de cada creyente. En los casos de duda y de ambigüedad, el ejercicio del magisterio eclesial protege e ilumina la fe. Así, a san Bernardo le cuesta ponerse de acuerdo con Abelardo, y más en general con aquellos que sometían las verdades de la fe al examen crítico de la razón; un examen que implicaba, en su opinión, un grave peligro: el intelectualismo, la relativización de la verdad, la puesta en tela de juicio de las verdades mismas de la fe.
En esa forma de proceder san Bernardo veía una audacia llevada hasta la falta de escrúpulos, fruto del orgullo de la inteligencia humana, que pretende "capturar" el misterio de Dios. En una de sus cartas, con tristeza, escribe así: "El ingenio humano se apodera de todo, sin dejar ya nada a la fe. Afronta lo que está por encima de él, escruta lo que le es superior, irrumpe en el mundo de Dios, altera los misterios de la fe, más que iluminarlos; lo que está cerrado y sellado no lo abre, sino que lo erradica; y lo que le parece fuera de su alcance lo considera como inexistente, y se niega a creer en ello" (Epistola CLXXXVIII, 1: PL 182, I, 353).
Para san Bernardo la teología sólo tiene un fin: favorecer la experiencia viva e íntima de Dios. La teología es, por tanto, una ayuda para amar cada vez más y mejor al Señor, como reza el título del tratado sobre el Deber de amar a Dios (De diligendo Deo). En este camino hay diversos grados, que san Bernardo describe detalladamente, hasta el culmen, cuando el alma del creyente se embriaga en las cumbres del amor. El alma humana puede alcanzar ya en la tierra esta unión mística con el Verbo divino, unión que el Doctor Mellifluus describe como "bodas espirituales". El Verbo divino la visita, elimina las últimas resistencias, la ilumina, la inflama y la transforma. En esa unión mística, el alma goza de una gran serenidad y dulzura, y canta a su Esposo un himno de alegría. Como recordé en la catequesis dedicada a la vida y a la doctrina de san Bernardo (cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 23 de octubre de 2009, p. 32), para él la teología no puede menos de alimentarse de la oración contemplativa, en otras palabras, de la unión afectiva del corazón y de la mente con Dios.
Abelardo, que por lo demás fue precisamente quien introdujo el término "teología" en el sentido en que lo entendemos hoy, se sitúa en cambio en una perspectiva diversa. Este famoso maestro del siglo XII, nacido en Bretaña (Francia), estaba dotado de una inteligencia vivísima y su vocación era el estudio. Se ocupó primero de filosofía y después aplicó los resultados alcanzados en esa disciplina a la teología, de la que fue maestro en la ciudad más culta de la época, París, y sucesivamente en los monasterios en los que vivió. Era un orador brillante: verdaderas multitudes de estudiantes seguían sus lecciones. De espíritu religioso pero de personalidad inquieta, su vida fue rica en golpes de efecto: rebatió a sus maestros, tuvo un hijo con una mujer culta e inteligente, Eloísa. Entró a menudo en polémica con otros teólogos, incluso sufrió condenas eclesiásticas, aunque murió en plena comunión con la Iglesia, a cuya autoridad se sometió con espíritu de fe.
Precisamente san Bernardo contribuyó a la condena de algunas doctrinas de Abelardo en el sínodo provincial de Sens del año 1140, y solicitó también la intervención del Papa Inocencio II. El abad de Claraval, como he recordado, rechazaba el método demasiado intelectualista de Abelardo, que a su parecer reducía la fe a una simple opinión separada de la verdad revelada. Los temores de Bernardo no eran infundados, sino que, por lo demás, los compartían otros grandes pensadores de su tiempo. Efectivamente, un uso excesivo de la filosofía hizo peligrosamente frágil la doctrina trinitaria de Abelardo y, así, su idea de Dios. En el campo moral su enseñanza no carecía de ambigüedad: insistía en considerar la intención del sujeto como única fuente para describir la bondad o la malicia de los actos morales, descuidando así el significado objetivo y el valor moral de las acciones: un subjetivismo peligroso. Como sabemos, este aspecto es muy actual en nuestra época, en la que la cultura a menudo está marcada por una tendencia creciente al relativismo ético: sólo el yo decide lo que es bueno para mí en este momento. Con todo, no hay que olvidar los grandes méritos de Abelardo, que tuvo muchos discípulos y contribuyó decididamente al desarrollo de la teología escolástica, destinada a expresarse de modo más maduro y fecundo en el siglo sucesivo. Tampoco se deben subestimar algunas de sus intuiciones, como por ejemplo cuando afirma que en las tradiciones religiosas no cristianas ya hay una preparación para la acogida de Cristo, Verbo divino.
¿Qué podemos aprender nosotros hoy de la confrontación, a menudo vehemente, entre san Bernardo y Abelardo, y en general entre la teología monástica y la escolástica? Ante todo creo que muestra la utilidad y la necesidad de un sano debate teológico en la Iglesia, sobre todo cuando las cuestiones debatidas no han sido definidas por el Magisterio, el cual, por lo demás, sigue siendo un punto de referencia ineludible. San Bernardo, pero también el propio Abelardo, reconocieron siempre sin vacilar su autoridad. Además, las condenas que sufrió este último nos recuerdan que en el campo teológico debe haber un equilibrio entre los que podríamos llamar los principios arquitectónicos que nos ha dado la Revelación y que por ello conservan siempre la importancia prioritaria, y los de interpretación sugeridos por la filosofía, es decir, por la razón, y que tienen una función importante, pero sólo instrumental. Cuando no existe este equilibrio entre la arquitectura y los instrumentos de interpretación, la reflexión teológica corre el riesgo de contaminarse con errores, y corresponde entonces al Magisterio el ejercicio del necesario servicio a la verdad que le es propio. Además, conviene subrayar que, entre las motivaciones que indujeron a san Bernardo a ponerse en contra de Abelardo y a solicitar la intervención del Magisterio, estaba también la preocupación de salvaguardar a los creyentes sencillos y humildes, a los que hay que defender cuando corren el peligro de ser confundidos o desviados por opiniones demasiado personales y por argumentaciones teológicas atrevidas, que podrían poner en peligro su fe.
Quiero recordar, por último, que la confrontación teológica entre san Bernardo y Abelardo concluyó con una plena reconciliación entre ambos gracias a la mediación de un amigo común, el abad de Cluny Pedro el Venerable, del que hablé en una de las catequesis anteriores (cf. L'Osservatore Romano, edición en lengua española, 16 de octubre de 2009, p. 32). Abelardo tuvo la humildad de reconocer sus errores y san Bernardo mostró gran benevolencia. En ambos prevaleció lo que debe estar verdaderamente en el corazón cuando nace una controversia teológica, es decir, salvaguardar la fe de la Iglesia y hacer que triunfe la verdad en la caridad. Que esta sea también hoy la actitud en las confrontaciones en la Iglesia, teniendo siempre como meta la búsqueda de la verdad.



CARTA DE D. CARLOS, ARZ. DE VALENCIA

Todo tiempo y todo hombre tienen su misión y a cada uno les dice el Señor, como a los profetas o a quienes elige para una tarea especial: “No temas, porque yo estoy contigo; no receles, que yo soy tu Dios”. “No les tengas miedo, porque contigo estoy yo para salvarte”. “No temas, María… El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra” (cf. Is 41, 10; Jer 1, 8; Lc 1, 30). Esto hizo posible siempre que el pueblo de Israel siempre mirase hacia adelante contando con la promesa de Dios.
Esto sigue sucediendo en la Iglesia, ha sido el Señor quien nos ha dicho: “No se turbe vuestro corazón. Creéis en Dios; creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas mansiones; si no, os lo habría dicho; porque voy a preparar un lugar. Y cuando haya ido y os haya preparado un lugar, volveré y os tomaré conmigo, para que donde esté yo estéis también vosotros. Y a donde yo voy sabéis el camino” (Jn 14, 1-4). “Cuando venga el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad completa; pues no hablará por su cuenta, sino que hablará lo que oiga, y os anunciará lo que ha de venir” (Jn 16, 13). Por eso no se puede ennoblecer el pasado a costa del presente. ¡Qué fuerza de verdad tiene la expresión del Eclesiastés: “No preguntes: ¿Por qué los tiempos pasados fueron mejores que los presentes? Eso no lo pregunta un sabio” (Ecl 7, 10).Hay algo que merece la penaNo pueden existir actitudes melancólicas. No valen mitificaciones del pasado. Tampoco sirven elevaciones de teorías de progreso que se convierten en medidas absolutas.
Hay algo que merece la pena que nos demos cuenta los cristianos: si Dios es eterno y está a igual distancia de cada época, resulta que vamos siendo, vamos llegando, vamos allegándonos a Él.
Es verdad que los puntos de partida desde los que marchamos hacia Dios son en cada época diferentes y también son distintas las estaciones que hacemos en el camino.
También es verdad que los peligros que nos acechan y las tentaciones que nos retienen son diferentes.
Pero es cierto, que solamente nos conocemos a nosotros mismos si es que tenemos el atrevimiento de conocer el tiempo en el que vivimos o morimos.
Y esto hay que conocerlo desde lo que nos hace eternos a nosotros mismos: el amor y la libertad. ¿Sabéis cual es la entraña de lo cotidiano? La eternidad. Es precisamente en estas entrañas donde se ejercita el amor y la libertad. Y en estas entrañas está la raíz de la esperanza. Busca la esperanza en lo eterno, lo caduco no te incorpora a la esperanza.
Precisamente por todo esto, el tiempo no lo tenemos que mirar como si solamente engendrase el desconsuelo.
Entre otras cosas, porque un cristiano no queda a merced de la nostalgia. Un cristiano no se pone a llorar en el camino de la historia y por tanto del tiempo, lo que de belleza, de gloria o de libertad, va dejando por el camino y no puede retener en sus propias manos.
Y si alguna vez llora, rápidamente encuentra otros cauces que marcan su vida. Un cristiano sabe que el consuelo del tiempo le nace de radicar su vida con plena libertad, en una esfera de sentido más allá del tiempo. Un cristiano sabe que solamente cuando radica su vida en Dios, en el Dios que se nos ha revelado en Jesucristo, es cuando tiene verdadera esperanza.Saca al hombre de la soledadHay algo que siempre me ha impresionado, como es el pensar que al ser humano le da la verdadera medida aquello o aquél ante quien existe. Por eso si es que no existe ante nadie, termina siempre el ser humano, por un sentirse siendo nadie y si para nadie vale o por nadie es amado, terminará sintiéndose despreciable ante sus propios ojos.
Por eso, ¡qué oferta más hermosa y con carga de profundidad la que hacemos los cristianos cuando decimos que Jesucristo es el Camino, la Verdad y la Vida! Sacar a todos los hombres que lo deseen del recinto amurallado de la soledad, del miedo, eliminar todas las heridas que puedan haberse realizado en el tiempo y mirar a Dios y al prójimo con ojos limpios, como Dios mismo nos mira, sin deseos impuros y sin apropiaciones indebidas. Recordad lo que hizo Jesucristo con Zaqueo o con la Samaritana. Esto mismo lo hace contigo y conmigo para llevarnos a la esperanza.
¡Qué maravilla! ¡Qué esperanza! ¿Quién puede darnos más esperanza? Desde que Dios por su Hijo ha existido con los hombres y por la Encarnación se ha unido en cierto modo con cada hombre, ningún mortal es sólo mortal, ningún peregrino es sólo peregrino. “El Hijo de Dios por su encarnación se ha unido en cierto modo a cada hombre” (GS 22, 2).
La humanidad que Jesús asumió en la Encarnación, y en ella la de todos nosotros, nunca será ya depuesta ni destruida, pues está radicada en Dios y esto es signo y garantía de nuestra presencia eterna ante Dios, de nuestra existencia en su compañía.
Y es que el Inmortal ha compartido con el hombre su vida indestructible y el que es la meta ha salido al encuentro de quien se dirige hacia Él.
Para que lo entendáis mejor, la parábola del Buen Samaritano es la mejor definición que el cristiano puede dar de Dios y de lo que tiene que hacer con el prójimo: Dios ha sido el que ha encontrado al hombre en su camino, le ha recogido del suelo, tras reconocerlo herido y maltratado, ha provisto su curación y volverá para ver si está plenamente restablecido (Cf. Lc 10, 30-37).
Y esta parábola del hombre herido, por las circunstancias de su tiempo o de las situaciones de crisis, es la que no solamente nos sitúa ante Dios, sino también ante el prójimo. ¿Veis como llega la esperanza a este mundo? Atreveos siempre a dar esperanza, es cuestión de amor y libertad. La esperanza cristiana es una respuesta frente a la crisis.
Con gran afecto os bendice

www.paraula.org


RESSÓ DE LA PARAULA.
RESSÒ DE LA PARAULA
ANY VI _ 15 DE NOVEMBRE DE 2009 _ NÚM. 46
Caritat en la Veritat:
la transmissió de la fe (6)
Potser tenim clar que hem de transmetre la fe i què és el que hem de comunicar. Però les dificultats que trobem a la pràctica ens fan plantejar dues qüestions, que no tenen fàcil resposta: Realment és possible transmetre la fe? Com s’ha de fer? No entrem ara en el detall de les dificultats pràctiques que trobem avui en la comunicació de la fe. Ni tampoc en els procediments concrets que cal emprar, per a que aquesta tasca sigui ben reeixida. Mirem de respondre aquestes qüestions situant-nos en el terreny dels principis fonamentals. I diem: «Si Déu és l’Amor i la Veritat, transmetre la fe ha de ser possible i, a més, s’ha de fer estimant».
Vaig conèixer un sacerdot indi en un congrés sobre «Paraula i Evangelització». Recordo que, en conversa privada, ell m’explicava la situació de l’Església a l’Índia, on els creients constituïen una «notable i significativa minoria» dins el conjunt de múltiples religions i creences. Li vaig preguntar: «I com us ho feu a l’hora de transmetre i viure la fe?». La seva resposta va ser breu i senzilla: «Tothom entén el llenguatge de l’amor». Amb aquesta frase volia dir moltes coses. Entre elles, dues que pertanyen a la nostra experiència quotidiana: primera, que l’amor conté una lògica, un llenguatge, una veritat universal; i segona, que, quan estimem, ens entenem, entrem fàcilment en sintonia amb els altres.
L’encíclica de Benet XVI ho diu amb paraules més ajustades i correctes: «Ja que és plena de veritat, la caritat pot ser compresa per l’home en tota la seva riquesa de valors, compartida i comunicada. En efecte, la veritat és “logos que crea diàlogos” i, per tant, comunicació i comunió. La veritat, rescatant els homes de les opinions i de les sensacions subjectives, els permet arribar més enllà de les determinacions culturals i històriques i apreciar el valor i la substància de les coses. La veritat obre i uneix l’intel·lecte dels éssers humans en el logos de l’amor: aquest és l’anunci i el testimoni cristià de la caritat…
Un cristianisme de caritat sense veritat es pot confondre fàcilment amb una reserva de bons sentiments, profitosos per a la convivència social, però marginals. D’aquesta manera, en el món no hi hauria un lloc vertader i propi per a Déu. Sense la veritat, la caritat és relegada a un àmbit de relacions reduït i privat» (n. 4).
El raonament de l’encíclica vol arribar a la conclusió de que la caritat cristiana és absolutament rellevant en l’àmbit social. Però nosaltres ens limitem a dir que: —Si transmetem la fe és perquè entre nosaltres i qui ens escolta hi ha una mateixa obertura a la veritat, concretament a la veritat de l’amor.
—Si el que transmetem quan encomanem la fe a uns altres és el Déu - Amor i Veritat, no pot haver altra manera de fer-ho que estimant.
—Si fracassem transmetent la fe, pot ser degut al fet que no comuniquem el que cal, o que no estimem prou, o que qui escolta no està obert a la veritat de l’amor.
Aquests són el fonament i els límits del diàleg amb qui no creu.
Potser el problema més difícil sigui que l’altre no estigui obert a la veritat de l’amor, o que havent-la descobert no vulgui creure. L’encíclica parla de «sensacions subjectives, bons sentiments que aviat s’esvaeixen, opinions» que no arriben a copsar aquesta veritat de l’amor…
Resta en peu, però, el principi de dir que no podem parlar del Déu de Jesucrist si no és estimant el qui ens escolta. De manera que no ens estarem d’estimar-lo, fins que la llum de la Veritat sedueixi el seu cor.
† Agustí Cortés Soriano
Bisbe de Sant Feliu de Llobregat

SANTOS SACERDOTES:
SACERDOTES:
Beato Cardenal Ciriaco MaríaSancha.
Aquel 5 de Marzo de 1970 nos visitó un obispo bueno. A las 10:25 descendió del coche y acompañado por D. José Domenech, el párroco, visitó la Parroquia, el Ayuntamiento, el Club Parroquial, la Ermita de Colata, el Cementerio y el Colegio de la Sagrada Familia. Aquel día, como buen pastor, se acercó a los hogares de los enfermos, visitándolos, conversó con los niños, jóvenes y adultos. De nuevo como ocurrió con la visita de S. Juan de Ribera, pasó por nuestra parroquia un hombre llamado a los altares.
Nuestro obispo había nacido en 1903, siendo desde su infancia de carácter cordial, delicioso sentido del humor, sonrisa franca, firmeza de convicciones y piedad sincera y sencilla. En 1913 ingresó en el Seminario de Tudela y dos años después en el de Madrid. Durante este tiempo descubrió en 1 Ts 4, 3 “esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación” el eje de su vida, la santidad cumpliendo la voluntad de Dios, vivida en el estudio, la oración y el ejercicio de las virtudes.
Otra máxima marcó también su vida, “nada pedir, nada reusar”.
En 1938 conoció a María del Carmen Hidalgo de Cavieres, con quien compartió la fundación de las Oblatas de Cristo Sacerdote, congregación de monjas de clausura entregadas a la oración por los seminaristas y sacerdotes, cuya labor tanto nos ayuda a quienes en la formación y el ejercicio del ministerio nos entregamos a Cristo.
Tras ser ordenado obispo y ejercer como auxiliar en Madrid-Alcalá y Huelva, en 1969 fue nombrado Arzobispo de Valencia.
Durante los años 1969-1978 fue creada la Facultad de Teologia San Vicente Ferrer, realizó dos veces la Visita Pastoral visitando las parroquias y a los sacerdotes valencianos misioneros, entregándose totalmente a la Iglesia en unos tiempos de gran vitalismo pero duros, debido a los cambios necesarios surgidos a raíz del Concilio. Todo lo vivió desdde estos verbos: amar, sufrir, callar, sonreír y orar, infundiendo en los demás aliento y confianza en Dios. Al cumplir los 75 años se retiró a una modesta casita junto al monasterio de las Oblatas en Madrid y allí llevó una vida de oración y atención a quienes le visitaban. El 14 de Julio de 1989 partió a la Casa del Padre. Dejando esta tierra el recuerdo del pastor que amó y se entregó por sus sacerdotes.

APUNTES VOCACIONALES

Intimidad y confianza con el Señor Eucarístico

Día 16- Centralidad de la Eucaristía

La Sagrada Eucaristía no es un mero adorno de la Iglesia, ni una de tantas cosas santas y hermosas de nuestra religión, ni aun toleraremos que se la considere como mero objeto de una devoción, siquiera sea la primera. La Sagrada Eucaristía es el corazón de la Iglesia, es su esencia, su centro, su vida… es Jesucristo tal como quiere ser buscado, deseado, creído, amado, obsequiado, agradecido y adorado en la tierra por los hombres.

Palabra de Dios 1 Rm 11, 23-29


Día 17 – Está aquí, sabedlo aquellos que queréis perderme…

¡Está aquí! Sabedlo, aquellos que queréis perderme, que tratáis de sonsacarme; enfermedades que ponéis tristeza en mi vida, contrariedades, desengaños, que arrancáis lágrimas de mis ojos… pecados que me remordéis, maldades que me asediáis. Sabedlo que el fuerte, el grande, el magnífico, el suave, el vencedor, el buenísimo… ¡está aquí, aquí!, en el sagrario!

Palabra de Dios Rm 8,33-39


Día 18 – Al comulgar a Jesús…

Al comulgar, Jesús, por su presencia es el compañero silencioso y perpetuo del alma que se deja consagrar, reservar, exhibir, comulgar… en cuanto sacramento, la comunión es el alimento diario del alma. En cuanto Sacrificio, es la renovación de la cruz, entrega de amor hasta el final… y en cuanto por medio de todo esto nos aseguramos, incorporamos y unimos a Él, es semilla y prenda de resurrección y gloria (III 5219)

Palabra de Dios 1 Reyes 19, 1- 8



Día 19 – Reclinado sobre su pecho

Es hermoso estar con él, y reclinados sobre su pecho como el discípulo predilecto, palpar el amor infinito de su corazón… ¿cómo no sentir una renovada necesidad de estar largos ratos en conversación espiritual, en adoración silenciosa, en actitud de amor, ante Cristo presente en el santísimo Sacramento? ¡cuantas veces he hecho esta experiencia y en ella he encontrado fuerza, consuelo y apoyo! (EE 25)

Palabra de Dios Jn 13, 21-26

Día 20 – Lo que hace Jesús hoy

¿Jesús se ha hecho en el Sagrario Evangelio vivo? ¿se reproduce en su vida eucarística las enseñanzas y los milagros de su vida mortal? Esa es nuestra primera misión, porque que bien les hará a los hombres saber no sólo lo que hizo Jesús hace veinte siglos, sino lo que hace y dice en su vida actual de Sagrario.

Palabra de Dios Hch 3, 1- 8


Día 21 - ¿Estáis solos?

Nos quejamos muchas veces de sentirnos muy solos en la vida, y ¡Cuánto nos pesa!, y a la vez nos hace gemir nuestra soledad…! Almas caminantes ¿queréis buena compañía para vuestro viaje? Pasaros cada mañana por el Sagrario… y después de oír la Palabra oída de vuestra meditación, y la Palabra comida de vuestra comunión, seguid vuestro camino rumiando, lo bueno que os dio y os dijo Jesús.

Palabra de Dios Jr 1, 4- 11



Día 22 – Sólo confiar en ti…

El secreto de los santos está en esto sólo: en desconfiar totalmente de sí, y en confiar mucho y únicamente en Dios (II 3228)

Si todos contamos con el calor del sol, y la luz del sol de cada día, porque el sol, ¿por qué no hemos de contar sin titubeos ni vacilaciones, sino con la confianza más cierta e inconmovible, con el amor misericordiosos y omnipotente del Jesús de nuestros Sagrario y de nuestra comunión, porque es Jesús?

Palabra de Dios Dt 31, 1-9


http://www.seminariomenorvalencia.com/
CENTENARIO DE TERESA DE CALCUTA
3 ª Semana (Noviembre 15 - 21)

La Sagrada Escritura
Que todos sean uno; como tú, pdre, en mí y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo rea que tú me has enviado. (Jn. 17:21)
Os ruego, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo que haya unanimidad en vuestra palabra y que no haya divisiones entre vosotros; antes bien, permanezcáis unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir. (1 Cor. 1:10)
"Todo reino dividido contra sí mismo será desolado, y toda ciudad o casa dividida contra sí misma no subsistirá.” (Mt. 12:25)


Reflexiones de la Madre:
“La última oración de Jesús — ‘Que todos seamos uno” —es algo que la gente hoy en día no experimenta porque ha sido destrozado totalmente por el pecado. Jesús nos hace ser uno; entonces unámonos a Jesús. Sería bueno que te preguntaras: ¿Qué estoy haciendo en mi comunidad para alcanzar esa unidad? ¿Soy yo la causa de desunión? Obtén la respuesta mirando a Jesús. En esa fotografía de Jesús que os he dado a todos vosotros, está escrito “Busqué quien me consolara y no encontré a nadie.” Y la Madre escribió “Sé esa persona” . Realmente, intenta ser esa persona. Jesús a lo largo de Su vida necesitó de la comunidad. Descubrimos como incluso al principio de su vida en la tierra, vino a una familia de Nazareth, a María y a José. Sintió la necesidad de vivir en comunidad durante Su vida pública. Eligió a los apóstoles para formar su comunidad, sus íntimos amigos. Durante la Pasión, se los llevó aparte con Él. Incluso en el cielo, encontró su comunidad en la Santísima Trinidad… Se deshizo de aquellos hábitos que quebraban la paz de la comunidad.”
“En el mundo hay mucha desunión y sufrimiento en las familias… Hagamos que nuestras comunidades y nuestras familias estén unidas para enfrentar tanta desunión y falta de amor. El amor comienza en casa. Todo depende de cómo nos queramos unos a otros. Haz de tu comunidad una familia de amor donde puedas transmitir la fragancia de este amor haya donde vayas, a todas las familias que visitas y a todos aquellos con que te relaciones.”


“Tenemos que ser capaces de vivir en paz, armonía y unidad. ¿Cómo? Respetándonos los unos a los otros. Si Dios me elige, El te elige a ti. Si Él me ama, te ama a ti. Si Él confía en mí, El confía en ti. No utilicéis nunca palabras feas los unos con los otros. No intentes encontrar lo que está mal en el otro. Busca lo que es bueno en los demás. El Papa Pablo [VI] intentó encontrar lo mejor en cada uno. Quizás yo soy muy celosa y ella tiene algo que yo no tengo. Los celos son crueles, rompen la comunidad… Si hay algo que os pido es que confiéis y os respetéis unos a otros. Lo primero de todo es el respeto, respeto por los demás. Yo reverencio a Jesús en el corazón de esa persona.”


“Al mirar el terrible sufrimiento y otros frutos de la guerra – pensaba, que lo mismo puede suceder a través de palabras y acciones sin caridad. - No destruimos edificios – pero destruimos el corazón del amor, de la paz y de la unidad por lo que destruimos un edificio precioso, nuestra Sociedad – que fue creada con muchísimo amor por Nuestra Señora.”

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