jueves, 4 de febrero de 2010

Nº 29. 7 de Febrero de 2010. Domingo V T.O.


Lectura del libro de Isaías 6, 1 -2a. 3-8

El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.Y vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo:— «¡ Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su gloria!»Y temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba lleno de humo.Yo dije:— «¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos.»Y voló hacia mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:— «Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado.»Entonces, escuché la voz del Señor, que decía:— «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?»Contesté:— «Aquí estoy, mándame.»Palabra de Dios.

MEDITACIÓN
La semana pasada la liturgia nos presentaba la vocación de Jeremías. Hoy nos ofrece la llamada a otro de los grandes profetas, Isaías, quien nació el año 765 a.C. y hallándose en el Hekal o recinto previo al Santa Santoru, recibió en el año de la muerte del rey Ozías (740 a.C.) la misión a anunciar la ruina de Israel y Judá, en castigo por los pecados cometidos.
El texto se divide en tres partes: la manifestación de Dios, en toda su trascendencia y santidad (“Santo, Santo, Santo”, es decir, el más santo), rodeado por los serafines o figuras humanas con seis alas que recuerdan los seres misteriosos que tiran del carro de Yahvé, cubriéndose el rostro por temor a Dios; el rito de purificación y consagración realizado por un serafín tocando los labios de Isaías y el mandato divino-respuesta positiva del escogido.
Este domingo la Palabra de Dios nos invita a nosotros como educadores revivir nuestra vocación y tomar conciencia de ella. También en determinados momentos de nuestra vida nos hemos sentido sobrecogidos por la experiencia de Dios. A lo largo de nuestra vida Dios se ha servido de los sacerdotes para tocar nuestra persona, purificarla y consagrarla. Así en el bautismo y en la confirmación fuimos purificados por el agua y consagrados por el crisma. También al ser llamados como educadores juniors Dios nos ha escogido no sólo para entretener a los niños un sábado, sino para ser enviados a anunciarle. Pero, ¿cuál es nuestra respuesta ante esta consagración? ¿somos capaces de responder como Isaías?
SALMO

Sal 137, l-2a. 2bc-3. 4-5. 7c-8 (R/.: lc)


R/. Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.

Te doy gracias, Señor, de todo corazón;

delante de los ángeles tañeré para ti,

me postraré hacia tu santuario. R/.


Daré gracias a tu nombre:

por tu misericordia y tu lealtad,

porque tu promesa supera a tu fama;

cuando te invoqué, me escuchaste,

acreciste el valor en mi alma. R/.


Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra,

al escuchar el oráculo de tu boca;

canten los caminos del Señor,

porque la gloria del Señor es grande. R/.


Tu derecha me salva.

El Señor completará sus favores conmigo:

Señor, tu misericordia es eterna,

no abandones la obra de tus manos. R/

MEDITACIÓN
Con Israel: este salmo proclama la trascendencia de Dios, quien mira a los humildes con predilección. La grandeza de Dios no es aplastante, es la grandeza del amor, la “Hessed” o sentimiento que llega hasta las entrañas de un Dios que da la vida y salva, que está en contra de todo lo que hace daño y protege al pobre rodeado de peligros.


Con Jesús: la acción de gracias es el sentimiento dominante del alma de Jesús y así afloraba a sus labios: “te alabo Padre, Señor del cielo y de la tierra, proque ocultaste estas cosas a los sabios y prudentes, y las revelaste a los pequeños (Mt 11, 25).


Con nuestro tiempo: frente a los grandes avances, el hombre sigue siendo pequeño. Un ser insignificante ante el poder de la naturaleza y el cosmos, situado en un pequeño rincón de un pequeño planeta. Esto nos lleva a descubrir la grandeza que nos rodea y por tanto a ir más allá de lo que vemos, a reconocer que Dios es más fuerte que nosotros, llevando nuestro corazón a la adoración, es decir, a asumir su grandeza y su amor que lo supera todo. Nuestra pequeñez es el camino por donde Dios nos va a amar. Necesitamos más que amar a Dios, realizar un camino difícil: dejarnos amar por Él, por quien es el amor y la misericordia eterna, es decir, quien ama al pobre (miser) y pedirle que no abandone la obra de sus manos, es decir, nosotros.
Con los juniors: un día sin saber como nos encontramos sumergidos en la preparación de un campamento. Éramos monitores. Nuestro ser y estar en el junior había dado un cambio cualitativo. ¿Quién se encontraba detrás de ello? Está claro, el grupo de amigos, los educadores que nos animaban a tomar el relevo e ir cogiendo las riendas del Centro Junior, el consiliario que aplaudía nuestro sí. Pero, ¿quién se encontraba detrás de ello? Dios. El tiempo pasa y no podemos más que darle gracias a Dios porque seguimos ahí, trabajando por el centro junior, con ilusión y ganas. Y le decimos que nos ayude, no abandone lo que él comenzó.

Inspirado en NOEL QUESSON50 SALMOS PARA TODOS LOS DIAS. Tomo IIPAULINAS, 2ª Edición. BOGOTA-COLOMBIA-1981.Págs. 252-255

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CARLOS VALLÉS. BUSCO TU ROSTRO.
¡NO DEJES POR ACABAR LA OBRA DE TUS MANOSI
«El Señor llevará a cabo sus planes sobre mí. Señor, tu misericordia es eterna; no abandones la obra de tus manos».
Palabras consoladoras, si las hay. «El Señor llevará a cabo sus planes sobre mí». Sé que tienes planes sobre mí, Señor, que has comenzado tu trabajo y que quieres llevar a feliz término lo que has comenzado. Eso me basta. Con eso descanso. Estoy en buenas manos. El trabajo ha comenzado. No quedará estancado a mitad de camino. Has prometido que lo acabarás. Gracias, Señor.
Tú mismo hablaste con reproche del hombre que comienza y no acaba: del labrador que mira hacia atrás a mitad del surco, del aparejador que deja la torre a medias, sin acabar de construir. Eso quiere decir que tú, Señor, no eres así. Tú trazas el surco hasta el final, acabas la torre, llevas a buen fin tu trabajo. Yo soy tu trabajo. Tus manos me han hecho, y tu gracia me ha traído adonde estoy. No eludas tu responsabilidad, Señor. No me dejes en la estacada. No repudies tu trabajo. Se trata de tu propia reputación, Señor. Que nadie, al verme a mí, pueda decir de ti: «Comenzó a construir y no pudo acabar». Lleva a feliz término lo que en mí has comenzado, Señor.
Tú me has dado los deseos; dame ahora la ejecución de esos deseos. Tú me invitaste a hacer los votos; dame ahora fuerza para cumplirlos. Tú me llamaste para que me pusiera en camino hacia ti; dame ahora determinación para llegar. ¿Por qué me llamaste, si luego no ibas a continuar llamándome? ¿Por qué me hiciste salir, si no tenías intención de hacerme llegar? ¿Por qué me diste la mano, si luego me ibas a soltar a mitad de camino? Eso no se hace, Señor...
Estoy en pleno trajinar, y siento la dificultad, el cansancio, la duda. Por eso me consuela pensar en la seriedad de tus palabras y la solidez de tu promesa. «El Señor llevará a cabo sus planes sobre mí». Esa declaración me da esperanza cuando me fallan las fuerzas, y ánimo cuando se acobarda mi fe. Yo puedo fallar, pero tú no. Tú te has comprometido en mi causa. Y tú cumples tu promesa hasta el final.
Permíteme expresar mi fe en una oración, mi propia convicción en una humilde plegaria, con las palabras que tú me has dado y que me deleitan al pronunciarlas:
«¡Señor, no dejes por acabar la obra de tus manos!»

SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 15, 1-11

Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando, si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos los apóstoles; por último, se me apareció también a mi.Porque yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es lo que habéis creído.

MEDITACIÓN
La carta que estamos meditando en estos primeros domingos del año se dirige a la comunidad de Corintio. Ésta había sido fundada por el Apóstol durante los años 50-51, en una ciudad estratégica, con un importante puerto donde llegaban gentes de diversas corrientes filosóficas y religiones. El contacto de la fe con el paganismo planteó para los cristianos muchos problemas delicados, ante los cuales Pablo responde en sus dos cartas.
En este domingo la respuesta se dirige a un tema siempre actual: la resurrección de los muertos. Al igual que hoy muchos pensadores, los griegos consideraban inaceptable que los muertos resucitasen. El apóstol parte de lo que para los cristianos es la raíz de nuestra fe, lo más nuclear y fundamental: la muerte y resurrección de Cristo por nuestros pecados. Su fundamento se encuentra en el testimonio de los testigos oculares de la resurrección, de aquellos que vieron a Cristo muerto en la cruz, lo acompañaron a la sepultura y días después lo contemplaron resucitado.
Así fe, realmente no es “creer en lo que no se ve”, sino creer en lo que otros vieron y transmitieron, en el Misterio Pascual de la muerte y resurrección de Cristo, que experimentaron los apóstoles y transmitieron a la Iglesia y ella nos ha enseñado.
Así un junior es quien cree en Jesucristo muerto y resucitado. Frente a otras concepciones filosóficas o religiosas el educador junior cree con convicción y enseña a los niños la resurrección de Cristo y la esperanza en la propia resurrección, sin ella no tiene sentido ni ser junior ni ser cristiano, como bien afirma el apóstol, “habríais creído en vano”.

EVANGELIO

+ Lectura del santo evangelio según san Lucas 5, 1-11
En aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes.
Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente.
Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:
— «Rema mar adentro, y echad las redes para pescar.»
Simón contestó:
— «Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes.»
Y, puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reaventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo:
— «Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.»
Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón.Jesús dijo a Simón:
— «No temas; desde ahora serás pescador de hombres.»
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.Palabra del Señor.


MEDITACIÓN
Concluido el episodio de la Sinagoga de Nazaret Jesús comienza a predicar y curar entorno al pueblo de Cafarnaún. Seguidamente en los capítulos 5 y 6 el evangelista Lucas nos ofrece la vocación y elección de los discípulos de Jesús.
El evangelista a través de numerosos símbolos nos ofrece el relato de la vocación, no sólo de los apóstoles, sino de todo dscípulo de Cristo. Así el agua representa las aguas incontrolables por el ser humano, la sociedad en la que vive el discípulo; la barca es de Pedro, es decir, la cabeza de la Iglesia y por tanto representa a la Iglesia, cuya barca es guiada por el Papa, sucesor de Pedro; los primeros discípulos son pescadores, gente sencilla, humilde, como los que formaron parte de las primeras comunidades cristianas; la obediencia de Pedro a Jesús, a pesar de que no esperaba buenos resultados, representa la actuación de los apóstoles después de Pentecostés y la red es la Iglesia que acoge a todos.


EL EVANGELIO COMENTADO POR LOS SANTOS PADRES


Repasemos, pues, junto con vosotros, las dos pescas que los discípulos realizaron por mandato del Señor, una antes de la pasión y la otra después de la resurrección. En estas dos pescas es simbolizada la Iglesia entera, cómo es ahora y cómo será después de la resurrección de los muertos. Ahora tiene una multitud innumerable, incluidos buenos y malos; pero después de la resurrección tendrá un número fijo de sólo buenos. [...] Recibieron de Él las redes de la Palabra de Dios, las echaron al mundo como a un mar profundo, y capturaron la muchedumbre de cristianos que vemos y nos causa admiración. Aquellas dos barcas simbolizaban a los dos pueblos, el de los judíos y el de los gentiles, el de la sinagoga y el de la Iglesia.
San Agustín.

Eligió la barca de Pedro y abandonó la de Moisés; es decir, despreció la sinagoga incrédula y eligió la Iglesia creyente. [...] Vemos su imagen ya en el Antiguo Testamento. En efecto, lo mismo que el arca de Noé, mientras el mundo naufragaba, mantuvo a salvo a todos los que tenía dentro, así también la Iglesia de Pedro, mientras el mundo perece entre llamas, mantendrá a salvo a todos los que ella abraza. Y como entonces, después del diluvio, la paloma llevó hasta el arca de Noé la señal de la paz, así también, después del juicio, Cristo traerá a la Iglesia de Pedro la alegría de la paz, porque Él mismo es paloma o paz, como prometió al decir: “De nuevo vendré y vuestro corazón se alegrará”.
Máximo de Turín.


Mediante una acción visible realizada de forma milagrosa quedaron completamente persuadidos de que su esfuerzo no permanecería sin recompensa, y que el trabajo llevado a cabo para extender la red de la predicación del Evangelio daría su fruto. Y con esta red pescarían también una multitud de gentiles. [...] En verdad son muchos los que han participado y participan en los trabjaos de los santos apóstoles, especialmente los que investigan detenidamente las sagradas escrituras de los Evangelios para nosotros, y junto a aquellos también hay otros, pastores y maestros, y líderes del pueblo, que son conocedores de las doctrinas de la verdad. Incluso hoy se recoge la red de Cristo llena, y sigue llamando a la conversión a los que, según la Escritura, están en el fondo del mar, esto es, a los que viven en la tormenta y en las olas del mundo.
Cirilo de Alejandría.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento. 3. Evangelio según san Lucas. Ciudad Nueva

ORACIÓN DESDE LA METODOLOGÍA JUNIOR.-


Experiencia:
¿Cuántas veces ha surgido entre nosotros la pregunta por qué somos educadores juniors? ¿y cuántas veces nos hemos desanimado?
Nuestra vida de juniors es una historia en la que un día fuimos llamados por Cristo a través del consiliario y el centro, nos adentramos en el movimiento y en él hemos vivido todo tipo de experiencias, entre ellas el desánimo ante una actividad. ¡Cuánta ilusión, esfuerzo y trabajo depositamos en ese juego! ¿Recuerdas aquel campamento al que dedicasteis muchas horas programando y sin embargo, qué pocos fueron los niños que se beneficiaron el campamento? En nuestra vida como educadores el desánimo está presente. Pero seamos positivos. A pesar de ello lo volvisteis a intentar y en la siguiente actividad fueron muchos los niños que asistieron.

Reflexión:
A la luz de la primera y segunda lectura, mira tu vida e ilumínala con la Palabra de Dios. Recuerda y revive tus inicios como educador/a junior. Descubre la presencia de Dios que te llamó a ti, a través de otras personas. Quizás sentiste lo mismo que Jeremías el pasado domingo, “soy un muchacho”, “ni se te ocurra, si no tengo cualidades para estar una tarde animando a los niños”, o sentiste lo mismo que Isaías, te estremeciste al pensar lo que significaba ser educador junior: un modelo y persona de referencia para los niños. Tú que eres joven de labios impuros, es decir, pecador. Y sin embargo fuiste escogido por Dios para esta misión. También recuerda los momentos de desánimo y gozo, los fracasos y los éxitos. ¿Cuántas veces Dios a través del consiliario, el jefe de centro o el equipo de educadores te ha animado a volver a intentarlo, a volver a desbordar entusiasmo en una convivencia o en un campamento? Descubre en esas circunstancias la presencia de Dios que actúa en tu vida.


Compromiso.
Trato de plantearme un propósito, bien puede ser, tratar de vivir mi ser educador junior no tanto como una persona que anima a los niños y los entretiene, sino como un apóstol, es decir, como un testigo de la resurrección de Cristo que vive todo lo que le ocurre en todos sus ámbitos desde la experiencia de no estar solo sino acompañado por Dios, buscando más que el que los niños se lo pasen bien, el que se acerquen a Jesús y tengan experiencia personal de Él. Puede ser éste u otros, háblalo con Jesús, decidid entre los dos, en la oración, cuál es el más adecuado.

Celebración:
Repito pausadamente una de las frases que más me ha llamado la atención de las lecturas. Una de ellas puede ser la de Isaías, “Aquí estoy Señor, mándame”. No se trata de pensar, eso ya lo has hecho. Ahora es dejar que la Palabra vaya reposando en tu corazón, como el sonido del agua a su paso por un río, brotando de una fuente o en las olas del mar. Es dejar que se la Palabra se pose en tu alma, como los pequeños copos de nieve, suavemente, sin apenas presionar.


ORACIÓN AL COMIENZO DE LA REUNIÓN

AMBIENTACIÓN:
Elementos presentes siempre en las oraciones: cruz de San Damián (Togo), icono de la Virgen María, Biblia, cartel y vela encendida.

Signo de esta semana: una red o si no la tenemos el dibujo de una barca.

Preparación: entregamos a cada uno un dibujo de una barca.

Proclamación del Evangelio: leemos el Evangelio del domingo. Podemos proyectar el powerpoint de las benedictinas de Montserrat.

Interiorización : ¿qué es una barca? ¿qué representa la barca en el evangelio? (la Iglesia) ¿Quiénes están dentro de la barca?(Jesús, la Iglesia con el Papa y los cristianos) ¿A dónde se dirige la barca? ¿dónde realmente me encuentro yo en la barca, dentro o fuera? ¿estoy decidido a entrar en ella o prefiero vivir tranquilamente en la profundidad del mar, es decir, de una vida sin valores, pensando sólo en el fin de semana, el carnaval de Pego o el Villa del Arzobispo,... sin pensar en los demás ni tener unos valores basados en el amor a Dios y al prójimo?

Gesto: si se ha traído una red escribimos en una cuartilla nuestro nombre y lo colocamos dónde realmente nos encontramos, dentro o fuera de la red. Si se ha dibujado una barca colocamos nuestro nombre. Bien podemos que cada uno escriba el suyo donde se ve dentro de la iglesia o todos juntos. Otro gesto es entregar a cada un pez, colocar un dibujo de una red y pegarlos dentro de ella.

Oración final: cada uno espontáneamente pide a Dios por algo relacionado con las lecturas o por una necesidad concreta.



GUIÓN CELEBRACIÓN DE LA EUCARISTÍA.
Monición de entrada.-
Queridos hermanos y hermanas: sed bienvenidos a esta misa, en la que al igual que todos los domingos, Jesús nos pide que demostremos con nuestra vida que somos amigos de él y que confiamos en él, sin tener miedo a nada ni a nadie. En la misa él quiere que subamos a la barca de la Iglesia y con él nos adentremos en el mar de la vida, sabiendo que no estamos solos, sino que Jesús viana con nosotros.


Acto penitencial.-
Porque hay momentos en los que no se nota que somos cristianos. Señor, ten piedad.
Un niño presenta un recipiente totalmente vacío.
Porque a veces nos dejamos llevar por la corriente, por la manera de pensar de los que no creen en ti. Cristo, ten piedad.
Se ofrece una tela negra.
Porque tenemos miedo a ser cristianos y tenemos dudas. Señor, ten piedad.
Se ofrecen un “¿?” de cartulina

Monición Primera lectura.-
El profeta Isaías tuvo una aparición de Dios que le dejó asombrado. Sintió la necesidad de hablar de Dios y fue fortalecido para cumplir esta misión. Estemos atentos.

Monición Segunda lectura.-
San Pablo hoy nos habla de lo que para nosotros los cristianos es la verdad más importante de todas, que Jesús murió y resucitó. Esto es tan importante que estamos convencidos de su presencia en medio de nosotros, porque Él está vivo y ahora lo podemos escuchar en las lecturas y tocar con nuestras manos en la comunión.
Monición evangelio.-
Hola, me llamo el apóstol Pedro y hoy os voy a contar lo que me pasó un día de buena mañana, cuando regresaba con mis compañeros pescadores de pescar en el mar sin conseguir un sólo pez. La verdad es que aún estoy temblando porque nunca creí que pudiera pasarme eso en la barca de mi padre. Pero os preguntaréis que me pasó, ¿no? Estad atentos a lo que hizo Jesús en mi barca.

Homilía.-
En un poster DIN A 3 representamos la escena, con la barca, la red, el mar, Jesús, Pedro y los apóstoles. Los niños tienen que buscar distintos personajes que se encuentran entre los altares: una iglesia, el centro parroquial o una actividad parroquial (formación u oración de los juniors, sesión de catequesis, personas de cáritas ayudando a los demás o religiosos sirviendo a los pobres,....), imágenes de violencia, guerras, hambre, maltrato,..., el sacerdote elevando la eucaristía o está sola, el Papa Benedicto XVI, sacerdotes, personas en misa,... Estos los pegarán en el poster.
Con ello tratamos de explicarles que en esta sociedad donde hay personas que sufren nos encontramos los cristianos quienes vivimos en la barca que guía el Papa y gracias a Jesús conseguimos sacar de allí a los que sufren y ofrecerles una vida mejor.

Peticiones.-
Por la Iglesia, para que no tenga miedo a las dificultades. Roguemos al Señor.
Por el Papa Benedicto, para que Jesús le ayude a pilotar bien la barca de Pedro. Roguemos al Señor.
Por los jóvenes para que no tengan miedo de ser sacerdotes y navegar mar adentro. Roguemos al Señor.
Por las personas que trabajan en la parroquia, para que no se desanimen cuando no vean recompensados sus esfuerzos. Roguemos al Señor.
Por nuestros padres para que Jesús les ayude en los momentos en los que lo pasen mal. Roguemos al Señor.
Por los enfermos y enfermas de nuestra parroquia, para que confíen siempre en Jesús. Roguemos al Señor.
Por los que niños que estamos en la parroquia, para que cada día queramos más a Jesús. Roguemos al Señor.
Por los que no creen, para que vean en los que creemos que vale la pena creer en Jesús. Roguemos al Señor.
Por nosotros, para que no tengamos miedo a arriesgarnos por amor a Jesús y a los demás. Roguemos al Señor.


Ofrendas.-
Te presentamos el pan y el vino, que nos ayudan a no tener miedo a las dificultades.

Acción de gracias.-
Gracias, Señor, por despertarnos a la fe: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por empujarnos mar adentro: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por regalarnos el don de la resurrección: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por la fuerza de la Eucaristía: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por nuestros sacerdotes: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por la barca de tu Iglesia: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por todos los que reman y trabajan con elle: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por quitarnos los miedos: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por tu Palabra que nos ilumina: ¡Gracias, Señor!
Gracias, Señor, por enviarnos a dar testimonio de Ti: ¡Gracias, Señor!

Webs con guiones para la misa del Domingo IV:
http://www.salesianosbilbao.com/modulos/usuariosFtp/connrecu/recur2444A.pdf
http://www.javierleoz.org/Javier%20Leoz/CICO%20C%20(09)/MISA%20FAMILIAR%205º%20C.doc
http://www.sta-catalina.com/


A CAMPAÑA “LA CIUTAT S’OMPLÍ D’ALEGRÍA”.
TEMA 1. LA PERSONA HUMANA.

Resumen del tema.
La dignidad de la persona tiene su razón de ser en el origen y destino del hombre. Éste ha sido creado por Dios a su imagen y semejanza, redimido por la sangre de Cristo y llamado a la eterna vida de comunión con Dios, siendo hijo en el Hijo y templo vivo del Espíritu Santo.
En el Evangelio encontramos razones para defenderla, en cuanto garantiza la dignidad de la persona y la libertad del hombre, enuncia y proclama la libertad de los hijos de Dios, rechaza las esclavitudes que derivan del pecado y respeta la dignidad de la conciencia y su libre decisión, advirtiendo que todo talento humano debe redundar en el servicio de Dios y bien de la humanidad y encomendando a todos a la caridad de todos.
Así teniendo presente el origen y destino del ser humano y las enseñanzas de Jesús la Iglesia proclama los derechos del hombre, los reconoce y estima.
La dignidad del hombre nos lleva a la libertad. Ésta es signo de la imagen de Dios en él y fundamento de su dignidad trascendente, en cuanto ha sido regalada por Dios y orientada hacia el Creador. Así la libertad es la facultad de optar por la Verdad y el Bien, es decir, por Dios que es la Verdad y el Bien.
La libertad es un derecho y un deber que nos lleva a respetar los derechos y libertades de los demás.
Por otra parte no se puede separar del Amor, pues cuando el hombre se aparta de él atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la divina verdad.
Tampoco se puede separar de la conciencia o preceptos de la ley escritos en el corazón del hombre.
Así la libertad, unida estrechamente a la búsqueda de la Verdad y el Bien, al amor y a la conciencia, enraizada en el conjunto de aptitudes y cualidades que cada uno poseemos y cultivada por la educación y el esfuerzo, hacen al hombre responsable, señor de su propio destino y capaz de orientar su vida a la vocación o proyecto que Dios ha puesto en cada persona.
Como cristianos buscamos no la libertad, sino la Libertad. Es decir, no el hacer lo que nos apetece sino la verdadera libertad que consiste en organizar la vida en referencia a los valores morales, evitando el fanatismo que en nombre de una ideología impone a los demás hombres la concepción de la verdad y del bien. Por ello la verdadera libertad no es sinónimo de integrismo o intolerancia sino que respeta la libertad de los otros, ahora bien, sin vivir uno al margen de unos criterios morales, los cuales como cristianos son los del Evangelio.
El hombre, en cuanto persona es un ser social y así lo ha querido Dios que desea constituya con los demás una sola familia, en la que todos se traten entre sí como hermanos.
Así lo expresó Jesús al proclamar el primer y mayor mandamiento: el amor a Dios y al prójimo que conlleva la entrega sincera de sí mismo a los demás.
Así desde la Biblia y la experiencia descubrimos que la vida social no es un mero accidente sino que engrandece al hombre en todas sus cualidades y le capacita para responder a su vocación.
La libertad y la naturaleza social de la persona nos conducen a los derechos humanos. Éstos proceden de la propia naturaleza del hombre y son universales e inviolables. Mediante ellos los hombres y mujeres nos abrimos al mundo de las realidades espirituales, adquirimos conciencia de ser miembros de la sociedad, nos sentimos impulsados a conocer mejor al verdadero Dios y juzgamos que las relaciones que nos unen con Dios son el fundamento de la propia vida.
Pero desgraciadamente en nuestro mundo permanece la lacra de la discriminación social, cultural,... Ésta debe ser vencida y eliminada por ser contraria al plan divino.
Entre los derechos humanos se encuentra el derecho a la libertad religiosa, por el cual, en materia religiosa, ninguna persona puede ser coaccionada por parte de personas particulares, grupos sociales o potestades humanas. Así no se puede obligar a nadie a obrar contra su propia conciencia ni impedirle que actúe conforme a ella en privado o en público, solo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Por este motivo la limitación de la libertad religiosa es una experiencia dolorosa que ofrende la dignidad del hombre y su promoción un elemento esencial de la pacífica convivencia de los hombres. Ello lleva a la Iglesia a anunciar el Evangelio por las vías legítimas, como son la educación, la persuasión interior, la conversación común, respetando la libertad personal y civil y evitando toda coacción exterior.
Finalmente los derechos humanos nos conducen a la defensa de la vida humana, en cuanto ésta es sagrada y proviene de Dios. Así sólo Él es el señor de la vida y en consecuencia nadie puede atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente.
El derecho a la vida es un derecho primero y fundamental, la condición de todos los derechos de la persona. Por esto para la Iglesia la vida humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios de la bondad, donde descubre el esplendor de aquel Sí que es Cristo.
Por este motivo todo lo que se opone a la vida pertenece al ámbito de los actos que por sí y en sí mismos son malos e independientemente de las circunstancias son gravemente ilícitos por razón de su objeto.
Estos son los que se oponen a la vida (pena de muerte, homicidios, genocidios, aborto, suicidio voluntario,...), los que violan la integridad de la persona humana (mutilaciones, torturas corporales y mentales, intentos de coacción psicológica,...), los que ofenden a la dignidad humana (condiciones infrahumanas de vida, encarcelamientos arbitrarios, deportaciones, esclavitud, prostitución, trata de blancas y de jóvenes, condiciones ignominiosas de trabajo,...). Todos ellos son contrarios al honor debido al creador.
Entre estos atentados se encuentran el aborto y la eutanasia. Ante ellos la Iglesia afirma que nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente (feto, embrión, niño, adulto, enfermo, anciano, agonizante,...), así la eliminación directa y voluntaria de un ser humano inocente es siempre gravemente inmoral. Esta afirmación se encuentra fundamentada en la ley no escrita que cada hombre, a la luz de la razón, encuentra en el propio corazón, corroborada por la Sagrada Escritura, transmitida por la Tradición de la Iglesia y enseñada por el Magisterio ordinario y universal.
TÍTULO
La libertad
OBJETIVOS
Profundizar en la dignidad y libertad de la persona humana.
Descubrir la relación entre la libertad, la verdad y el bien.
Valorar la libertad desde la responsabilidad.
ITINERARIOS
Educativo en la fe
Comunitario eclesial
Litúrgico sacramental
De oración

Testimonio
Ser persona
MÉTODO
EXPERIENCIA
X
REFLEXIÓN
X
COMPROMISO
X
CELEBRACIÓN
X
MATERIAL
Testimonio de Helder Cámara, campaña, cruz, Biblia, cartel, cadena y tenazas.

DESARROLLO DE LA SESIÓN


EXPERIENCIA

-Desde tres viñetas analizar la falsa libertad.


REFLEXIÓN

- Iluminar la libertad con el testimonio del Obispo Helder Cámara, el mensaje de Jesús acerca de construir la vida sobre roca y el texto del tema.


COMPROMISO

-Tratar de liberarse de las falsas libertades y de aquello que nos esclaviza, comenzando con gestos muy concretos.

CELEBRACIÓN

-Oración pidiendo la liberación de cuanto nos esclaviza, mediante el gesto de la ruptura de los eslabones de una cadena.

Dinámica I: libertad.

Experiencia:
Divididos en tres grupos, cada uno de ellos analiza una de las viñetas.
Viñeta.


¿Qué tipo de libertad se ve reflejada en la viñeta de Quino?
¿Descubrimos personas que viven así?
¿Estas actitudes las hemos encontrado alguna vez en el equipo de educadores? ¿cuándo?, ¿en qué momentos?


Testimonio.

Leemos el testimonio del obispo brasileño Helder Cámara:
Si quieres ser,
perdona que te lo diga,
tienes que librarte ante todo
del exceso de poseer
que tanto te llena
de pies a cabeza;
que no te deja más sitio
a ti mismo
y todavía menos a Dios.

Para librarte de ti mismo,
lanza un puente
más allá del abismo de la soledad
que tu egoísmo ha creado.
Intenta ver más allá de ti mismo,
intenta escuchar a algún otro,
y sobre todo
prueba a esforzarte por amar
en vez de amarte a ti solo....

Reflexión.
Redactamos entre todos cinco ideas sobre la libertad, teniendo presente el texto.
Del tema extraemos otros cinco ideas sobre la libertad.
Los debatimos a fin de resumir en siete principios lo que para nosotros es la libertad.
Leemos Lc 6, 47-49:
¿De qué habla Jesús?
¿Cuál de los dos personajes vive la auténtica libertad?
¿Sobre qué roca hemos de asentar nuestra vida si queremos ser auténticamente libres?
Compromiso.
Analizar nuestro propia vida y descubrir las esclavitudes que nos atan: obsesión por las marcas, diversión entendida como beber en exceso,... y tratar de liberarse de una de ellas (el próximo fin de semana reducir el consumo de alcohol, ser crítico a la hora de comprar, evitando dejarme llevar por los anuncios publicitarios, comprando sólo lo que necesito, no lo que me incita la TV,...).

Celebración.
Ambientación: en círculo: en el centro la cruz, la Biblia, la vela y el cartel. Esta vez colocamos una cadena y unas tenazas para cortar los eslabones.
Repartimos el texto:
Lo más fácil es ser libre en el campo operativo: hacer lo que quiera.
Hay una libertad de la carne que llega a hacer esclavos.
Hay una libertad del Espíritu que lleva el germen de la plenitud.
Mi libertad ha de mirar a los demás
Mi libertad ha de regularse por el respeto al otro
Ser libro te abre a Dios
La libertad es un don y es un compromiso
La peor esclavitud es aquella en la que uno es esclavo de sí mismo
Liberarse es ser todo para todos
Liberarse es ponerse al servicio de los demás
Liberarse es aceptar en la vida el Espíritu de Dios
José Santana. Oración Joven
Meditamos estas frases. Cada uno lee en voz alta la que más le ha llamado la atención.
Leemos el salmo 31, bien a dos coros o cada uno lee una estrofa.
Cada educador se acerca, en voz alta o en silencio, pide a Dios le libere de aquello en lo que va a comprometerse (de comer sólo lo que me apetece, de ser esclavo del messenger, el tuenti, el face book,...) y rompe un eslabón de la cadena.
Terminamos con el Padrenuestro, acentuando el “líbranos”, con un silencio largo.

ORACION
De Guadalupe Hoyos, stj. Revista Catequistas,202.

Eres maravilloso y me gusta tu nombre: Jesús.
Has dicho que eres el camino,
un camino largo y grande que siempre está lleno de pisadas.
¡Me alegra, Jesús, que muchos te sigan!

Has dicho que eres la Verdad,
es tan bonita la verdad de tu Evangelio.
Tú hablabas junto al mar o en la montaña,
sentado en un barco o junto al pozo.
Te escuchaba la gente, Jesús, porque la querías.

Has dicho que eres la vida.
Todos te buscaban porque eras el Salvador.
Tú curaste al ciego, al cojo y al paralítico lo hiciste andar;
Tú limpiaste la lepra al pobre hombre
que tenía que estar solo y alejado de los demás.
Y diste la vida al joven de Naín
y todos los que te pedían con fe, quedaban curados.
Contigo se está bien. Eras amigo de todos.
Amigo, sobre todo de los que no tenían amigos.
Jesús, también nosotros queremos seguirte.
También nosotros, queremos ser tu grupo.
Tú que eres la luz del mundo,
Tú que eres como el agua fresca,
Tú que eres como un árbol que da sombra,
Tú, Jesús, danos luz para caminar,
y tu agua y tu sombra para marchar juntos.
Vas de camino con nosotros y creemos que eres:
CAMINO, VERDAD Y VIDA.


COMENTARIOS AL EVANGELIO
FRAY SANTIAGO AGRELO. ARZOBISPO DE TANGER.
«Apártate» y «quédate», verbos para la comunión:


Uno vio “al Señor sentado sobre un trono alto y excelso”; el otro vio sólo la redada de peces que había cogido después de echar las redes “en la palabra de Jesús”; y los dos, Isaías el profeta y Pedro el pescador, se asomaron al misterio de la grandeza de Dios y de la propia pequeñez, se vieron perdidos en la santidad de Dios y en la realidad inquietante del propio pecado.
El profeta expresó así lo que había experimentado: “¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos”.
El pescador expresó con una súplica y un gesto lo que había aprendido viendo peces en las redes: “Se arrojó a los pies de Jesús, diciendo: _Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”.
Cada domingo nos reunimos para escuchar la palabra del Señor. Cada domingo nos acercamos a la mesa del Señor. Se supone que en la eucaristía escuchamos y comemos para mejor conocer la voluntad del Señor, obedecer sus mandatos, acoger su salvación y seguir sus caminos.
Cada domingo, como el profeta, nos acercamos al templo del Señor. Cada domingo, como el pescador, también nosotros echamos la red “en la palabra de Jesús”. Cada domingo es una ocasión que la gracia nos ofrece para el asombro por lo que se nos revela, para el santo temor de Dios por lo que Dios es, para la humildad del corazón por lo que nosotros somos.
Cada domingo, allí donde el profeta dijo: _ “¡ay de mí, estoy perdido!”; y donde el apóstol dijo: _ “apártate de mí, Señor, que soy un pecador”, nosotros decimos, robando las palabras a un soldado romano: “Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa”.
Hoy, con vosotros, quiero robarlas todas: las del profeta, las del pescador, las del soldado, por si se me agarra al alma el conocimiento de la grandeza de Dios, de su santidad, con la sabiduría de mi indignidad para ir hasta Dios o para recibirle si él viene a mi casa.
Hoy, con vosotros y con el apóstol, le diré «apártate», porque soy un pecador; mientras todo mi ser, con vosotros y con los discípulos en el camino de Emaús, le pediremos «quédate»: Quédate, porque anochece, y se oscurece la fe; quédate, porque tú tienes palabras de vida eterna; quédate, porque te necesitamos; quédate, porque sabemos que nos amas.
Y si la Eucaristía nos remite, Señor, a la entrega de tu vida por nuestro amor, mientras te digo «apártate» pues mi pecado es de muerte, mientras te digo «quédate» pues tu voz es de infinita misericordia, te diré también: “acuérdate de mí en tu reino”, entregando así mi pecado a tu misericordia.
Feliz domingo.

http://www.religiondigital.com/


JUAN MANUEL BARREIRO, SACERDOTE. EN http://www.diocesismalaga.es/
Reconozco que tengo un profundo sentimiento de gratitud por las personas que influyeron de manera decisiva tanto en mi vida personal como en mi vida cristiana y sacerdotal. Con ellos me siento un hombre enraizado en una experiencia de vida, en una familia humana y en la Iglesia. Gracias a ellos, fundamentalmente, soy el hombre, el cristiano y el sacerdote, que soy.
“Hermanos: os recuerdo el Evangelio que os proclamé y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvando... y que os transmití, tal como lo había recibido...” Somos cristianos, miembros del Pueblo de Dios, la Iglesia, porque, en Jesucristo, hemos sido incorporados a ella por la Palabra y el Bautismo recibido y hemos crecido, con conciencia de “hijos de Dios”, por la oración y los Sacramentos.
Pueblo de Dios que, por Jesucristo, se enraíza en el Evangelio recibido y acogido y que ha de ser fielmente transmitido; pueblo fraterno con vocación de “hijos”, que se significa en la comunión de acciones como el servicio en favor de la justicia, el amor y la paz. Pueblo de consagrados con la unción del Espíritu, a los que Jesucristo ha rescatado del pecado por pura gracia y su gracia en mí no se ha frustrado, que nos impulsa, a pesar de cansancios, limitaciones, incomprensiones..., a “remar mar adentro”, confiando en su Palabra, que nos da confianza por encima de nuestros miedos y asombros, y nos abre un sorprendente nuevo futuro en la medida en que lo sigamos con fidelidad.
Pueblo del amor de Dios, llamados, como Cristo, a dar testimonio de este Amor y a ofrecerlo con vocación de sacerdocio común por el bien de todos. También en este Año Sacerdotal la voz del Señor, sigue clamando con nitidez: ¿A quién enviaré? ¿Quién irá por mí? Sin duda que nunca faltará quien, escuchando a Dios, se preste: “Aquí estoy, ¡mándame!”, y se confirmará la misión: “Ven y sígueme”.
Juan Manuel Barreiro, sacerdote


JOSÉ ANTONIO PAGOLA

No admite fácilmente el hombre actual ser juzgado como culpable. Nadie quiere oír hablar de su propia culpa o pecado. Una cierta irresponsabilidad parece invadirlo todo.
Siempre la culpa la tienen otros. Nadie se hace responsable del egoísmo, la mentira, la injusticia o la violencia que invade nuestro vivir diario y nuestras relaciones sociales. Todo el mundo echa la culpa a todo el mundo.
S. Freud nos ha invitado a liberarnos de la culpa y eliminar la conciencia de pecado pues, según sus análisis, ello puede destruir una personalidad sana. Por otra parte, K. Marx nos ha enseñado a ver el mal no tanto en nosotros sino en las estructuras surgidas del capitalismo.
Es cierto que hay una manera infantil de vivir angustiado y paralizado por un sentimiento neurótico de culpa. Cierto también que vivimos dentro de unas estructuras socio-económicas que son, en muchos aspectos, objetivamente injustas. Pero, ¿quiere esto decir que podemos vivir cada uno de nosotros «inocentemente», sin sentirnos ya responsables de pecado alguno?
"El ateísmo contemporáneo no es más que el rechazo de la culpabilidad". Lo cierto es que, en muchas personas, el olvido de Dios ha ido acompañado de una pérdida aún mayor de responsabilidad moral.
Sin embargo, un hombre que quiera ser libre y responsable sabe confesarse culpable siempre que destruye la vida en sí mismo o en los demás.
Los creyentes sabemos por experiencia que reconocer nuestro pecado ante Dios no es destruirnos, sino renacer como hombres nuevos. La culpa, cuando es asumida con responsabilidad y cuando se la sabe perdonada por el amor de Dios, no anula al hombre, sino que le hace crecer.
Pocas veces un creyente se siente más humano que cuando sabe confesar como Pedro: "Señor, soy un hombre pecador".
Vivo demasiado cerrado a Dios, de espaldas a la verdad, contaminando egoísmo allí por donde paso, matando la esperanza de la gente, llenando el mundo de mentira, negando el verdadero amor a todos, renunciando a lo mejor de mí mismo, dando muerte a la vida.
Y pocas veces crece con tanta fuerza nuestra capacidad de regeneración como cuando escuchamos con fe agradecida esas palabras inolvidables dirigidas al fondo más íntimo de nuestro ser: "No tengas miedo".

http://svicentemartir-abando.org/ordinario_b/cristo_rey/pagola.htm


JÓVENES EJEMPLARES:
VENERABLE MARÍA TERESA GONZÁLEZ QUEVEDO, CARMELITA (9 de Abril).
Nació en Madrid el 12 de Abril de 1930, hija de un conocido médico. La niña crece en el centro histórico de la Villa y Corte, asistiendo a la escuela de las Carmelitas de la Caridad. Allí le entusiasmaban los partidos de pelota y un deseo que escribe a los diez años “e decidido ser santa”. A los trece descubrimos a una adolescente rubia, de ojos azules, que pronto aprendió a conducir. Son años en los que la niña además asiste en el instituto a un cursillo de ejercicios espirituales, ingresa en la Congregación Mariana con un deseo: “Madre mía, que quien me mire, te vea” y una oración: “¡Madre mía, dame vocación religiosa!”.
A los 17 años la joven marcha con su familia de vacaciones a Fuenterrabía, en el Norte de España. Allí disfruta de la pesca, juega al tenis, participa de las danzas vascas en la plaza del pueblo, en las ventas de beneficencia a favor de las misiones, con los chicos, impresionados éstos por la belleza de la joven, canta, ríe y bromea. Pronto ellos descubren en ella algo que superaba a una muchacha de esta edad: su vocación. Al final del verano participa en el Congreso de la Juventud Misionera que las carmelitas organizan en Tarragona y de nuevo un sueño: ser misionera.
El 21 de Noviembre de 1947 comunica la decisión a su tía sor Carmen, que se encuentra en Carabanchel. Ella intenta hacerla reflexionar y le pide retrase la entrada en el noviciado a tener los veinte años. Pero la joven está decidida. Pasadas las fiestas navideñas, el 7 de Enero, comunica a su padre la noticia. Y el 23 de Febrero ingresa en el noviciado, vistiendo el hábito de postulante, cambiando la vida de comodidad y riqueza de su familia por el estilo de vida pobre de las carmelitas.
Sin embargo en mayo de 1949 enferma de una pleuresia aguda, que le obliga a guardar cama durante todo el mes. Ella lo vive con optimismo, amabilidad y alegría. El 18 de Enero de 1950 advierte un fuerte dolor de cabeza, su padre, médico, le diagnostica la causa: una meningitis tuberculosa. Ern la noche del Jueves Santo después de ataque que le lleva a sufrir terribles dolores, ante los cuales ella responde con estas palabras: “Señor... aquí está... la que os ama... y desea...ardientemente... recibiros... Señor...vuestra soy...para vos nací...¿qué queréis, Señor... de mí?... todo lo puedo... en aquel... que me conforta...¡Madre mía, ven a recibirme y llévame contigo al cielo!... Por los que no te aman... ¡Madre mía, lo que tú quieras!... ¡Qué hermoso!”. Sus brazos cayeron sobre el lecho y pocos minutos después expiró. Era el 8 de abril de 1950, faltaban pocos días para que cumpliera los veinte años.
El 9 de Julio de 1893 Juan Pablo II proclamó la heroicidad de sus virtudes y la declaró Venerable.
Para todos nosotros esta joven vivió desde un lema: “Madre mía, que quien me mire te vea a ti”, que le llevó a la amabilidad y delicadeza constante con Dios y con los hombres y mujeres, tratando de parecerse a la Virgen María.

Resumen tomado de Nuevo Año Cristiano. Abril.



CATEQUESIS DEL PAPA: 20 de Enero. vatican.va
Queridos hermanos y hermanas:
En una catequesis reciente ilustré ya el papel providencial que tuvieron la Orden de los Frailes Menores y la Orden de los Frailes Predicadores, fundadas respectivamente por san Francisco de Asís y por santo Domingo de Guzmán, en la renovación de la Iglesia de su tiempo. Hoy quiero presentaros la figura de san Francisco, un auténtico "gigante" de la santidad, que sigue fascinando a numerosísimas personas de todas las edades y religiones.
"Nacióle un sol al mundo". Con estas palabras, el sumo poeta italiano Dante Alighieri alude en la Divina Comedia (Paraíso, Canto XI) al nacimiento de Francisco, que tuvo lugar a finales de 1181 o a principios de 1182, en Asís. Francisco pertenecía a una familia rica —su padre era comerciante de telas— y vivió una adolescencia y una juventud despreocupadas, cultivando los ideales caballerescos de su tiempo. A los veinte años tomó parte en una campaña militar y lo hicieron prisionero. Enfermó y fue liberado. A su regreso a Asís, comenzó en él un lento proceso de conversión espiritual que lo llevó a abandonar gradualmente el estilo de vida mundano que había practicado hasta entonces. Se remontan a este período los célebres episodios del encuentro con el leproso, al cual Francisco, bajando de su caballo, dio el beso de la paz, y del mensaje del Crucifijo en la iglesita de San Damián. Cristo en la cruz tomó vida en tres ocasiones y le dijo: "Ve, Francisco, y repara mi Iglesia en ruinas". Este simple acontecimiento de escuchar la Palabra del Señor en la iglesia de san Damián esconde un simbolismo profundo. En su sentido inmediato san Francisco es llamado a reparar esta iglesita, pero el estado ruinoso de este edificio es símbolo de la situación dramática e inquietante de la Iglesia en aquel tiempo, con una fe superficial que no conforma y no transforma la vida, con un clero poco celoso, con el enfriamiento del amor; una destrucción interior de la Iglesia que conlleva también una descomposición de la unidad, con el nacimiento de movimientos heréticos. Sin embargo, en el centro de esta Iglesia en ruinas está el Crucifijo y habla: llama a la renovación, llama a Francisco a un trabajo manual para reparar concretamente la iglesita de san Damián, símbolo de la llamada más profunda a renovar la Iglesia de Cristo, con su radicalidad de fe y con su entusiasmo de amor a Cristo. Este acontecimiento, que probablemente tuvo lugar en 1205, recuerda otro acontecimiento parecido que sucedió en 1207: el sueño del Papa Inocencio III, quien en sueños ve que la basílica de San Juan de Letrán, la iglesia madre de todas las iglesias, se está derrumbando y un religioso pequeño e insignificante sostiene con sus hombros la iglesia para que no se derrumbe. Es interesante observar, por una parte, que no es el Papa quien ayuda para que la iglesia no se derrumbe, sino un pequeño e insignificante religioso, que el Papa reconoce en Francisco cuando este lo visita. Inocencio III era un Papa poderoso, de gran cultura teológica y gran poder político; sin embargo, no es él quien renueva la Iglesia, sino el pequeño e insignificante religioso: es san Francisco, llamado por Dios. Pero, por otra parte, es importante observar que san Francisco no renueva la Iglesia sin el Papa o en contra de él, sino sólo en comunión con él. Las dos realidades van juntas: el Sucesor de Pedro, los obispos, la Iglesia fundada en la sucesión de los Apóstoles y el carisma nuevo que el Espíritu Santo crea en ese momento para renovar la Iglesia. En la unidad crece la verdadera renovación.
Volvamos a la vida de san Francisco. Puesto que su padre Bernardone le reprochaba su excesiva generosidad con los pobres, Francisco, ante el obispo de Asís, con un gesto simbólico se despojó de sus vestidos, indicando así que renunciaba a la herencia paterna: como en el momento de la creación, Francisco no tiene nada más que la vida que Dios le ha dado, a cuyas manos se entrega. Desde entonces vivió como un eremita, hasta que, en 1208, tuvo lugar otro acontecimiento fundamental en el itinerario de su conversión. Escuchando un pasaje del Evangelio de san Mateo —el discurso de Jesús a los Apóstoles enviados a la misión—, Francisco se sintió llamado a vivir en la pobreza y a dedicarse a la predicación. Otros compañeros se asociaron a él y en 1209 fue a Roma, para someter al Papa Inocencio III el proyecto de una nueva forma de vida cristiana. Recibió una acogida paterna de aquel gran Pontífice, que, iluminado por el Señor, intuyó el origen divino del movimiento suscitado por Francisco. El "Poverello" de Asís había comprendido que todo carisma que da el Espíritu Santo hay que ponerlo al servicio del Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia; por lo tanto, actuó siempre en plena comunión con la atoridad eclesiástica. En la vida de los santos no existe contraste entre carisma profético y carisma de gobierno y, si se crea alguna tensión, saben esperar con paciencia los tiempos del Espíritu Santo.
En realidad, en el siglo XIX y también en el siglo pasado algunos historiadores intentaron crear detrás del Francisco de la tradición, lo que llamaban un Francisco histórico, de la misma manera que detrás del Jesús de los Evangelios se intenta crear lo que llaman el Jesús histórico. Ese Francisco histórico no habría sido un hombre de Iglesia, sino un hombre unido inmediatamente sólo a Cristo, un hombre que quería crear una renovación del pueblo de Dios, sin formas canónicas y sin jerarquía. La verdad es que san Francisco tuvo realmente una relación muy inmediata con Jesús y con la Palabra de Dios, que quería seguir sine glossa, tal como es, en toda su radicalidad y verdad. También es verdad que inicialmente no tenía la intención de crear una Orden con las formas canónicas necesarias, sino que, simplemente, con la Palabra de Dios y la presencia del Señor, quería renovar el pueblo de Dios, convocarlo de nuevo a escuchar la Palabra y a obedecer a Cristo. Además, sabía que Cristo nunca es "mío", sino que siempre es "nuestro"; que a Cristo no puedo tenerlo "yo" y reconstruir "yo" contra la Iglesia, su voluntad y sus enseñanzas; sino que sólo en la comunión de la Iglesia construida sobre la sucesión de los Apóstoles se renueva también la obediencia a la Palabra de Dios.
También es verdad que no tenía intención de crear una nueva Orden, sino solamente renovar el pueblo de Dios para el Señor que viene. Pero entendió con sufrimiento y con dolor que todo debe tener su orden, que también el derecho de la Iglesia es necesario para dar forma a la renovación y así en realidad se insertó totalmente, con el corazón, en la comunión de la Iglesia, con el Papa y con los obispos. Sabía asimismo que el centro de la Iglesia es la Eucaristía, donde el Cuerpo de Cristo y su Sangre se hacen presentes. A través del Sacerdocio, la Eucaristía es la Iglesia. Donde sacerdocio y Cristo y comunión de la Iglesia van juntos, sólo aquí habita también la Palabra de Dios. El verdadero Francisco histórico es el Francisco de la Iglesia y precisamente de este modo habla también a los no creyentes, a los creyentes de otras confesiones y religiones.
Francisco y sus frailes, cada vez más numerosos, se establecieron en "la Porziuncola", o iglesia de Santa María de los Ángeles, lugar sagrado por excelencia de la espiritualidad franciscana. También Clara, una joven de Asís, de familia noble, se unió a la escuela de Francisco. Así nació la Segunda Orden franciscana, la de las clarisas, otra experiencia destinada a dar insignes frutos de santidad en la Iglesia.
También el sucesor de Inocencio III, el Papa Honorio III, con su bula Cum dilecti de 1218 sostuvo el desarrollo singular de los primeros Frailes Menores, que iban abriendo sus misiones en distintos países de Europa, incluso en Marruecos. En 1219 Francisco obtuvo permiso para ir a Egipto a hablar con el sultán musulmán Melek-el-Kâmel, para predicar también allí el Evangelio de Jesús. Deseo subrayar este episodio de la vida de san Francisco, que tiene una gran actualidad. En una época en la cual existía un enfrentamiento entre el cristianismo y el islam, Francisco, armado voluntariamente sólo de su fe y de su mansedumbre personal, recorrió con eficacia el camino del diálogo. Las crónicas nos narran que el sultán musulmán le brindó una acogida benévola y un recibimiento cordial. Es un modelo en el que también hoy deberían inspirarse las relaciones entre cristianos y musulmanes: promover un diálogo en la verdad, en el respeto recíproco y en la comprensión mutua (cf. Nostra aetate, 3). Parece ser que después, en 1220, Francisco visitó la Tierra Santa, plantando así una semilla que daría mucho fruto: en efecto, sus hijos espirituales hicieron de los Lugares donde vivió Jesús un ámbito privilegiado de su misión. Hoy pienso con gratitud en los grandes méritos de la Custodia franciscana de Tierra Santa.
A su regreso a Italia, Francisco encomendó el gobierno de la Orden a su vicario, fray Pietro Cattani, mientras que el Papa encomendó la Orden, que recogía cada vez más adhesiones, a la protección del cardenal Ugolino, el futuro Sumo Pontífice Gregorio IX. Por su parte, el Fundador, completamente dedicado a la predicación, que llevaba a cabo con gran éxito, redactó una Regla, que fue aprobada más tarde por el Papa.
En 1224, en el eremitorio de la Verna, Francisco ve el Crucifijo en la forma de un serafín y en el encuentro con el serafín crucificado recibe los estigmas; así llega a ser uno con Cristo crucificado: un don, por lo tanto, que expresa su íntima identificación con el Señor.
La muerte de Francisco —su transitus— aconteció la tarde del 3 de octubre de 1226, en "la Porziuncola". Después de bendecir a sus hijos espirituales, murió, recostado sobre la tierra desnuda. Dos años más tarde el Papa Gregorio IX lo inscribió en el catálogo de los santos. Poco tiempo después, en Asís se construyó una gran basílica en su honor, que todavía hoy es meta de numerosísimos peregrinos, que pueden venerar la tumba del santo y gozar de la visión de los frescos de Giotto, el pintor que ilustró de modo magnífico la vida de Francisco.
Se ha dicho que Francisco representa un alter Christus, era verdaderamente un icono vivo de Cristo. También fue denominado "el hermano de Jesús". De hecho, este era su ideal: ser como Jesús; contemplar el Cristo del Evangelio, amarlo intensamente, imitar sus virtudes. En particular, quiso dar un valor fundamental a la pobreza interior y exterior, enseñándola también a sus hijos espirituales. La primera Bienaventuranza en el Sermón de la montaña —Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3)— encontró una luminosa realización en la vida y en las palabras de san Francisco. Queridos amigos, los santos son realmente los mejores intérpretes de la Biblia; encarnando en su vida la Palabra de Dios, la hacen más atractiva que nunca, de manera que verdaderamente habla con nosotros. El testimonio de Francisco, que amó la pobreza para seguir a Cristo con entrega y libertad totales, sigue siendo también para nosotros una invitación a cultivar la pobreza interior para crecer en la confianza en Dios, uniendo asimismo un estilo de vida sobrio y un desprendimiento de los bienes materiales.
En Francisco el amor a Cristo se expresó de modo especial en la adoración del Santísimo Sacramento de la Eucaristía. En las Fuentes franciscanas se leen expresiones conmovedoras, como esta: "¡Tiemble el hombre todo entero, estremézcase el mundo todo y exulte el cielo cuando Cristo, el Hijo de Dios vivo, se encuentra sobre el altar en manos del sacerdote! ¡Oh celsitud admirable y condescendencia asombrosa! ¡Oh sublime humildad, oh humilde sublimidad: que el Señor del mundo universo, Dios e Hijo de Dios, se humilla hasta el punto de esconderse, para nuestra salvación, bajo una pequeña forma de pan!" (Francisco de Asís, Escritos, Editrici Francescane, Padua 2002, p. 401).
En este Año sacerdotal me complace recordar también una recomendación que Francisco dirigió a los sacerdotes: "Siempre que quieran celebrar la misa ofrezcan purificados, con pureza y reverencia, el verdadero sacrificio del santísimo Cuerpo y Sangre de nuestro Señor Jesucristo" (ib., 399). Francisco siempre mostraba una gran deferencia hacia los sacerdotes, y recomendaba que se les respetara siempre, incluso en el caso de que personalmente fueran poco dignos. Como motivación de este profundo respeto señalaba el hecho de que han recibido el don de consagrar la Eucaristía. Queridos hermanos en el sacerdocio, no olvidemos nunca esta enseñanza: la santidad de la Eucaristía nos pide ser puros, vivir de modo coherente con el Misterio que celebramos.
Del amor a Cristo nace el amor hacia las personas y también hacia todas las criaturas de Dios. Este es otro rasgo característico de la espiritualidad de Francisco: el sentido de la fraternidad universal y el amor a la creación, que le inspiró el célebre Cántico de las criaturas. Es un mensaje muy actual. Como recordé en mi reciente encíclica Caritas in veritate, sólo es sostenible un desarrollo que respete la creación y que no perjudique el medio ambiente (cf. nn. 48-52), y en el Mensaje para la Jornada mundial de la paz de este año subrayé que también la construcción de una paz sólida está vinculada al respeto de la creación. Francisco nos recuerda que en la creación se despliega la sabiduría y la benevolencia del Creador. Él entiende la naturaleza como un lenguaje en el que Dios habla con nosotros, en el que la realidad se vuelve transparente y podemos hablar de Dios y con Dios.
Querido amigos, Francisco fue un gran santo y un hombre alegre. Su sencillez, su humildad, su fe, su amor a Cristo, su bondad con todo hombre y toda mujer lo hicieron alegre en cualquier situación. En efecto, entre la santidad y la alegría existe una relación íntima e indisoluble. Un escritor francés dijo que en el mundo sólo existe una tristeza: la de no ser santos, es decir, no estar cerca de Dios. Mirando el testimonio de san Francisco, comprendemos que el secreto de la verdadera felicidad es precisamente: llegar a ser santos, cercanos a Dios.
Que la Virgen, a la que Francisco amó tiernamente, nos obtenga este don. Nos encomendamos a ella con las mismas palabras del "Poverello" de Asís: "Santa Virgen María, no ha nacido en el mundo entre las mujeres ninguna semejante a ti, hija y esclava del altísimo Rey sumo y Padre celestial, Madre de nuestro santísimo Señor Jesucristo, esposa del Espíritu Santo: ruega por nosotros... ante tu santísimo Hijo amado, Señor y maestro" (Francisco de Asís, Escritos, 163).


CARTA DE D. CARLOS, ARZ. DE VALENCIA
El Papa Pablo VI escribió hace unos años lo siguiente: “la ruptura entre Evangelio y cultura es, sin duda alguna, el drama de nuestro tiempo” (EN 20c). Sin lugar a dudas, con esa ruptura han salido perdiendo ambas partes, la fe y la cultura. Y es que la cultura necesita ese “suplemento de alma” que reclamaba Bergson en “Les deux sources de la morale et de la religión”.
Se ha dicho en infinidad de ocasiones que nuestra cultura, nuestro mundo, es “un mundo sin hogar”. Y lo es porque le falta la presencia viva de Dios, de la Belleza. ¡Qué duro le resulta al ser humano no sentirse “en casa” en esta sociedad y en último término no sentirse consigo mismo! Ya dijo Ortega que “una cultura contra la cual puede lanzarse el gran argumento ad hominem de que no nos hace felices, es una cultura incompleta”. No hacernos felices, es decir, que no nos llena, que algo muy importante le falta.Por otra parte, resulta tremendamente significativo que el Papa Juan Pablo II en la carta que escribió con motivo de la constitución del Consejo Pontificio para la Cultura, junto a la tarea de dialogar con la cultura y las culturas, le encargase “defender al hombre”. Y al hombre se le defiende manteniéndole en manos de quien salió. Es Dios quien le ha creado, es la Belleza misma quien lo creó a imagen suya.
Oigamos a Dios mismo que en el acto de la creación dijo: “hagamos al ser humano a nuestra imagen, como semejanza nuestra, y mande en los peces del mar y en las aves de los cielos, y en las bestias y en todas las alimañas, y en todas las sierpes que serpean sobre la tierra. Creó Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó, macho y hembra los creó” (Gn 1, 26-27).
La recomendación de “defender al hombre” que hace el Papa, no viene solamente porque facilitará a la humanidad el necesario plus de sentido, sino porque a menudo los comportamientos sociales injustos y deshumanizantes vienen legitimados y promovidos por esquemas de pensamiento que circulan como buenos y necesarios para la sociedad, sin que nadie los discuta y en los que falta la presencia de la Belleza misma, de Dios. “Defender al hombre”, es mantenerlo en la belleza que le dio Dios mismo, suprema Belleza.
Hay muchos modelos que se pueden establecer en las relaciones entre fe y cultura, me voy a permitir reducirlos a tres: 1) un modelo es cuando la fe desprecia la cultura; 2) otro modelo es cuando la fe se identifica con la cultura; 3) y otro modelo, que es el verdadero, es cuando la fe dialoga con la cultura. Este tercer modelo es el correcto, pues es el del diálogo. Como escribía el Papa Pablo VI en la Encícilica “Eclesiam suam”: “La Iglesia debe entablar diálogo con el mundo en el que tiene que vivir. La Iglesia se hace coloquio” (ES 60). Y ¿por qué este diálogo?, porque debe inspirarse en la Encarnación del Verbo. En aquél acontecimiento único, que inauguró una nueva economía salvadora basada en el encuentro y el intercambio, es decir en el encuentro con la Belleza que toma rostro y el intercambio de belleza por Belleza.
Siempre me ha impresionado aquella pregunta de Dostoievski en su novela “El idiota” que hace por labios del ateo Hippolit al príncipe Myskin: “¿Es verdad, príncipe, que dijisteis un día que al mundo lo salvará la belleza? Señores –gritó dirigiéndose a todos–, el príncipe afirma que el mundo será salvado por la belleza… ¿Qué belleza salvará al mundo?”.La belleza de la que os hablo no es la belleza seductora que aleja de la verdadera meta a la que tiende nuestro corazón inquieto; yo me refiero a la belleza de Dios, a aquella que san Agustín confiesa como objeto de su amor purificado por la conversión, la belleza de Dios (San Agustín, Confesiones, 10, 27). Esa pregunta, ¿qué belleza salvará al hombre y al mundo?, debe ser un estímulo en nuestra vida. No basta deplorar y denunciar las fealdades del mundo. En nuestra época que tiende al desencanto, en la que hablamos de tantas formas de deberes, programas, exigencias, es preciso hablar con un corazón cargado de amor compasivo, experimentando ese amor de Dios, de la Belleza que engendra entusiasmo en toda tarea.
Hay que descubrir y rastrear el entusiasmo que un día en el monte de la transfiguración experimentaron los primeros discípulos, cuando con aquellas palabras en su boca, “¡que bien estamos aquí!” (Mt 17, 4), nos decían que junto a la suprema Belleza, revelada en Jesucristo, se sentían a gusto, realizados, transfigurados ellos también. Hoy necesitamos experimentar la cercanía de la Belleza, del Dios que nos ha sido revelado en Jesucristo.
Quizá la contemplación del arte en todas sus facetas, nos puede ayudar a descubrir, acercar y vislumbrar la Belleza: perplejos ante un cuadro, escuchando una pieza musical, contemplando una imagen construida en cualquier material, en los maravillosos ángeles de nuestra Catedral de Valencia, en la contemplación del horizonte de un paisaje, en la sucesión de imágenes en el cine, en la recitación de un poema, en la lectura de una novela. Pero también atisbamos la Belleza que nos habla al corazón o cuando se nos presenta realmente en nuestra vida: en la escucha de la Palabra, en la contemplación del Misterio de la Eucaristía, en la Liturgia celebrada.
Contemplad a Jesucristo que es la revelación de la Belleza. Contempladlo en el Misterio de la Encarnación. ¡Qué fuerza tiene el misterio de la Encarnación! ¡Qué grandeza para vislumbrar nuestra belleza naciendo de la comunión con la Belleza! ¡Es tanta Belleza la que se manifiesta en este mundo! La Encarnación tiene como un doble movimiento de ascenso y descenso: el Hijo de Dios se hace hombre (descenso), pero no para que haya un hombre más, sino para que los hombres lleguen a ser hijos de Dios (ascenso); pasa por la muerte (descenso) para acabar con la muerte (ascenso); se hace pecado (descenso) para vencer al pecado (ascenso); se somete a la ley (descenso) para liberarnos de la ley (ascenso). Como dice Paul Bougy, “la Encarnación acaba en el misterio de la Ascensión: descendit et ascendit, bajó y subió; bajó solo, pero subió llevando consigo a una multitud”.
Un día Erich Fromm pudo escribir: “En nuestro siglo el problema es que el hombre está muerto”. Yo lo llamaría “vacío existencial”, el hombre no sabe lo que es ser hombre, por ello la necesidad de acercarse a quien manifestó la Belleza suprema haciéndose Hombre como nosotros, a Jesucristo. El mejor servicio que podemos prestar a esta humanidad es saber de la Belleza y anunciar la Belleza. Y un trabajo fundamental para nosotros los cristianos es acercar a los hombres a experimentar la cercanía de la Belleza. Busca y encuentra a Dios en la belleza. Recupera tu belleza con la Belleza.
Con gran afecto y mi bendición
+ Carlos, Arzobispo de Valencia

http://www.archivalencia.org/
RESSÓ DE LA PARAULA.

El pasado día 23 de enero fue proclamado «beato» Mn. Josep Samsó Elias, presbítero y mártir, de la Archidiócesis de Barcelona. Quienes ahora formamos parte de la diócesis de Sant Feliu nos sentimos particularmente vinculados a él, por el hecho de haber nacido en Castellbisbal y haber ejercido como párroco de Sant Joan de Mediona. Es por ello que compartimos especialmente el gozo y la alabanza a Dios, porque de nuestro pueblo, ha surgido tal fruto de santidad. Nos parece mejor usar hoy el adjetivo «bienaventurado » en vez de «beato» por una razón psicológica. Los dos adjetivos quieren decir lo mismo, pero el uso y la costumbre nos han hecho relacionar «beato» más con el hecho de la canonización, como reconocimiento de que está en la gloria, mientras que el adjetivo «bienaventurado » lo relacionemos con las Bienaventuranzas
evangélicas, que nos marcan una conducta para vivir aquí en la tierra. Eso nos
despista, haciéndonos olvidar algo esencial: que si hoy la Iglesia proclama beato, o sea, «feliz » a Mn. Samsó es precisamente porque ha vivido aquí en la tierra las Bienaventuranzas. Hemos de recordar que ya las Bienaventuranzas, tanto en la versión del Evangelio de san Mateo, como en la de san Lucas, hacen una referencia esencial al cielo. Son una proclamación, casi un grito de exultación, anunciando el cielo y la gloria, para todos aquellos que en el presente,
aquí en la tierra, sufren todo tipo de padecimientos.
El secreto, el misterio, de las Bienaventuranzas es precisamente haber puesto en relación directa la historia del sufrimiento humano con el triunfo de la gloria. Podemos decir que este secreto es el corazón del Evangelio, de la Buena
Noticia, que nos ha traído Jesucristo. Era, además, tan profunda la convicción de Jesucristo al respecto, que no dudó en proclamar ya hoy, en esta tierra, bienaventurados y felices, a los que son pobres de espíritu, quienes lloran, los humildes, los que tienen hambre y sed de ser justos… En este sentido Mn. Samsó ya fue «beato» aquí en la tierra.
Por lo que conocemos de su vida, podemos descubrir algunos rasgos de su bienaventuranza.
El primero, uno que en las palabras de Jesús no aparece acompañado del adjetivo «feliz o bienaventurado», pero que participa del mismo tono de felicitación de todo el discurso. Podríamos formularlo así: «Bienaventurados quienes cumplen y enseñan a cumplir uno de los mandamientos pequeños de la Ley de Dios» (cf. Mt 5,0 18-19).
La bienaventuranza sería aquello que dice el mismo texto en boca de Jesús: «Serán tenidos por grandes en el Reino del cielo». Así pues, Mn. Samsó era bienaventurado ya como gran catequista.
Nos conviene recordarlo hoy:
—Bienaventurados los catequistas, los educadores cristianos, los padres y los evangelizadores: serán considerados grandes en el Reino del cielo.
—Bienaventurados, porque no sólo enseñan el Evangelio, sino porque lo cumplen.
—Bienaventurados, porque su vida es su mejor enseñanza.
Porque Jesús siempre puso el acento en el cumplimiento de aquello enseñado o escuchado. Quienes cumplen son su verdadera familia (cf. Lc 8,21) y auténticamente felices (Lc 11,28). La mejor sesión de catequesis que hizo Mn. Samsó fue su muerte martirial. Maestro y testigo. Como Jesús mismo.
† Agustí Cortés Soriano
Obispo de Sant Feliu de Llobregat
wwww.bisbatsantfeliu.org


AÑO SACERDOTAL: SAN JUAN BOSCO.

Nació en Castelnuovo, al norte de Roma, hijo de pobres campesinos, cuando apenas tenía dos años su padre murió, teniendo su madre Margarita que levantar la familia. En aquella familia donde muchas veces faltaba la comida todas las mñananas se rezaba el rosario y por la noche se leía la vida de un santo y una página misionera. El niño creció creció trabajando en el campo y destinando las horas libres a la lectura y formación cristiana. A los 9 años tuvo un sueño que determinaría su vida. En él vio unas fieras que se trasformaban en corderitos, a continuación unos niños que se peleaban. Él intentó apaciguarlos con patadas y golpes. Oyó una voz: no con golpes, sino con bondad y mansedumbre, se puede transformar estos niños en corderitos. En aquel sueño vio a Jesús y a María, a quien desde entonces honró bajo la advocación de “Auxiliadora de los cristianos”.
Porque aquel niño era sobre todo vivaz, baste descubrir sus aficiones: saltimbanqui, prestidigitador, cantor, titiritero,
En 1840 fue ordenado sacerdocio. El 8 de Diciembre de 1841 se preparaba para la misa cuando se encontró con Bartolomé Garelli, un chico de catorce años, huérfano, sin casa. Don Bosco le invitó a rezar con un Ave María y a volver con otros compañeros. Así nació la Obra del Oratorio. Allí los muchachos encontraban comida y alojamiento, estudiaban o aprendían un oficio y sobre todo aprendían a amar a Cristo.
Su amor por rescatar a los muchachos de la miseria se resume en estas palabras suyas: “con la bondad y el amor trato de ganar para el Señor a estos mis amigos”. Y por ellos sacrificó hasta su salud y para ellos fundó la Congregación Salesiana destinada a los muchachos y la Congregación de Hijas de María Auxiliadora destinada a las muchachas.
Además de los jóvenes, en aquellos años difíciles para el Papado, apoyó al Papa Beato Pío IX, mientras su obra se extendió por Europa y América Latina, mientras él recorrió Italia, Francia y España, gozando de fama de santidad. Su tiempo lo destinaba a escribir y divulgar opúsculos fáciles para la instrucción cristiana del pueblo, a la confesión, la adoración del Santísimo y la entrega a los demás. Agotado por un trabajo incesante y enfermo murió el 31 de Enero de 1888 murió, siendo canonizado en 1934.
Su vida fue la de un sacerdote profundamente humano, entregado a Cristo y enamorado de María, una vida entregada en favor de los jóvenes marginados. Ante los problemas de la juventud, él no sólo habló sino que actuó, siendo el precursor de la formación profesional como via de integración de los jóvenes.


MADRE TERESA DE CALCUTA.
Por qué te afliges, alma mía, por qué te quejas?Espera en Dios, que aún he de alabarlo, Salud de mi rostro, Dios mío (Salmos 42:5-6).


Reflexiones de la Madre:

Agradeciendo las miles de oportunidades que Jesús nos brinda para traer la esperanza a multitud de vidas, ayudaremos a este mundo problemático y al borde de la desesperación, a descubrir una nueva razón para vivir o para morir con un gesto de satisfacción.

Cuando el pequeño Sunil tenía 11 años– su padre murió. Su madre, desesperada, bebió algo y murió, con el pequeño sentada junto a ella. Le llevé a Shishu Bhavan. No quería comer. Me imagine que quería morir como su madre. Le dije a Sr. Agnes, “¡Intenta algo!” . Ella debía parecerse a su madre… porque con ella comenzó a comer y se recuperó. Ahora tiene 21 años y hace unos días me dijo” Quiero hacer con los niños pobres lo que hicisteis conmigo.”

Una vez recogí a un hombre de una alcantarilla. Su cuerpo estaba lleno de gusanos. Lo llevé al hogar y con una voz fuerte me dijo “He vivido como un animal en las calles, pero voy a morir como un ángel amado y cuidado”. Dos horas después murió, con una gran sonrisa en su rostro, sin lamento, sin angustia y sin maldecir.

2 ª Semana (Febrero 7 - 13)


Escrituras:

Que el Dios de la esperanza llene de alegría y paz vuestra fe, y que la fuerza del Espíritu Santo os colme de esperanza (Romanos 15:13).


Os recuerdo en mis oraciones para que ilumine los ojos de vuestro corazón, para que conozcáis cuál es la esperanza de su llamada, cuál la riqueza de la Gloria de su herencia otorgada a su pueblo. (Efesios 1:18).


Reflexiones de la Madre:
La gente pide ayuda espiritual y consejo. Algunos están tan asustados y descorazonados que acaban suicidándose. Por ello debemos concentrarnos en transmitir el amor de Dios y su presencia – no en palabras, sino en actos concretos, de amor, de escucha.
In Bourke ... me acerqué a un señor mayor y le pregunté “¿no enciendes la luz?”. Su habitación estaba mugrienta y la bombilla también estaba llena de suciedad. La limpié y la encendí. Dos años más tarde, él dijo “Decidle a mi amiga que la luz que ella encendió en mi vida sigue encendida.”. Para las Misioneras de la Caridad es muy importante que seamos transmisoras del amor de Dios. En muchos sitios dicen que las Misioneras llevamos la luz de la esperanza y esperan nuestra llegada. Hace un tiempo había un matrimonio que se amaba muchísimo. Cuando la esposa murió, el marido estaba muy enfadado y le dije “Ella se ha ido a la casa con Jesús, pero está más cerca de ti que nunca, porque Jesús está en tu corazón y ella, Phyllis, está con Jesús y por tanto, está en tu corazón. “Más tarde, me escribió una carta, “No sé lo que sus palabras hicieron, pero borraron la mitad del dolor y la pena. No sé cómo agradecérselo…”.

http://www.motherteresa.org/Centenary/Spanish/February_sp.html




ORAR CON EL SEMINARIO MENOR DE VALENCIA. SANTO TOMÁS DE VILLANUEVA.

Día 1: Al posesionarse de su cargo de Arzobispo, los sacerdotes de la ciudad le obsequiaron 4,000 monedas de plata. Dijo: "los pobres necesitan esto más que yo. ¿Qué lujos y comodidades puede necesitar un sencillo fraile y religioso como soy yo?".
Palabra: Sab 2,1.10-11.

-Día 2: Algunos lo criticaban porque usaba una sotana muy vieja y desteñida, y él respondía: "Lo importante no es una sepultura. Lo importante es embellecer el alma que nunca se va a morir".
Palabra: Lc 18,24-27.

-Día 3: Lo que más le interesaba era transformar a sus sacerdotes. A los menos cumplidores se los ganaba de amigos y poco a poco a base de consejos y peticiones amables los hacía volverse mejores. A uno que no quería cambiar, lo llamó a su palacio y le dijo: "Yo soy el que tengo la culpa de que usted no quiera enmendarse. Porque no he hecho penitencias por su conversión, por eso no ha cambiado". Y quitándose la camisa empezó a darse latigazos a sí mismo hasta derramar sangre. El otro se arrodilló llorando y le pidió perdón y desde ese día mejoró totalmente su conducta.
Palabra: Si 3,17-20.

-Día 4: A quienes lo criticaban por dar demasiadas ayudas aun a vagos, les decía: "mi primer deber es no negar un favor a quien lo necesita, si en mi poder está el hacerlo. Si abusan de lo que reciben, ellos responderán ante Dios".
Palabra: Si 7, 32-36

-Día 5: "¿En qué otra cosa puedes gastar mejor tu dinero que en pagar tus culpas a Dios, haciendo limosna? Si quieres que Dios oiga tus oraciones, tienes que escuchar la petición de ayuda que te hacen los pobres. Debes anticiparte a repartir ayudas a los que no se atreven a pedir".
Palabra: Si 3, 30-4,6

-Día 6 y 7: Repetir textos anteriores.
-Día 8: Algunos le decían que debía ser más fuerte y lanzar maldiciones contra los que vivían en unión libre. Él respondía: "Hago todo lo que me es posible por animarlos a que se pongan en paz con Dios y que no vivan más en pecado. Pero nunca quiero emplear métodos agresivos contra nadie". Si oía hablar de otro respondía: "Quizás lo que hizo fue malo, pero probablemente sus intenciones eran buenas".
Palabra: Mt 18,12-14

-Día 9: Porque los pobres de espíritu y los mansos, llorosos, y los demás de estas siete palabras, no son los que tienen estas virtudes así como quiera, mas los que en el más alto grado, y a modo de espíritu divino más que humano. Así como el que fuere tan humilde, que tuviere muy claro conocimiento cómo de sí mismo es nada, y amare con grande amor su propio desprecio, dando de corazón la honra a Dios, éste será pobre de espíritu.
Palabra: Mt 5,3-12

-Día 10: Y el que se hallare libre, no sólo del deseo de venganza, más aún de la turbación de la ira, dándose suave y afable a los rencillosos, como si no hubiera sido injuriado, éste será el manso de quien aquí se habla.
Palabra: Mi 6,3-8

-Día 11: Y el que huyere los deleites presentes y tomare el gemido por canto, abrazando los trabajos con mayor afición que los mundanos sus placeres, éste es lloroso bienaventurado.
Palabra: 1Pe 4,12-16

-Día 12: Quien tuviere los males ajenos por suyos, a semejanza de madre, que está más enferma y llorosa por la enfermedad de su unigénito hijo, que el buen hijo que padece, éste es el buen misericordioso.
Palabra: Mt 25,31-40

-Día 13 y 14: Repetir días anteriores.

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