lunes, 24 de mayo de 2010

Domingo de Pentecostés. 23 de Mayo de 2010.

PRIMERA LECTURA
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 2, 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De repente, un ruido del cielo, como de un viento recio, resonó en toda la casa donde se encontraban. Vieron aparecer unas lenguas, como llamaradas, que se repartían, posándose encima de cada uno. Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar en lenguas extranjeras, cada uno en la lengua que el Espíritu le sugería.
Se encontraban entonces en Jerusalén judíos devotos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron desconcertados, porque cada uno los oía hablar en su propio idioma. Enormemente sorprendidos, preguntaban:
— «¿No son galileos todos esos que están hablando? Entonces, ¿cómo es que cada uno los oímos hablar en nuestra lengua nativa?
Entre nosotros hay partos, medos y elamitas, otros vivimos en Mesopotamia, Judea, Capadocia, en el Ponto y en Asia, en Frigia o en Panfilia, en Egipto o en la zona de Libia que limita con Cirene; algunos somos forasteros de Roma, otros judíos o prosélitos; también hay cretenses y árabes; y cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua.»

MEDITACIÓN
La fiesta de Pentecostés era la segunda más importante del año, en ella se ofrecían siete semanas después del corte de las primeras espigas dos panes de harina nueva. Además de ser una fiesta agraria, el pueblo celebraba la entrega de la Ley por parte de Dios a su pueblo en el Monte Sinaí, es decir, la Alianza.
La presencia de lo divino se expresa a través del cielo y el viento (el aliento de Dios renueva la faz de la tierra, afirma el salmo 104), el fuego (recuerda la zarza ardiente de Éxodo 3), el ruido (Isaías escucha el crujir de los dinteles del templo, la voz del Santo, Santo, Santo y un ascua de fuego tomada del altar le capacita para ser profeta). Por otra parte el texto nos presenta a los forasteros, estos son judíos de raza y judíos de origen pagano circuncidados, procedentes de los cuatro puntos cardinales de la tierra (Este a Oeste, Norte a Sur).
Así no es la voluntad de los Apóstoles la que hace que ellos se transformen en testigos del Resucitado, sino la presencia del Espíritu, quien les lleva a salir de los muros de la casa para anunciarle con un lenguaje nuevo. Si en Babel el vocerío de la soberbia llevó a la división de la humanidad, ahora este lenguaje lleva a reunirse de nuevo. Si antes ellos hablaban del lenguaje del poder y así se lo expresaron a Jesús en su Ascensión (vas a instaurar...), soñando con un Mesías político, vencedor en este mundo que instaurase un reino teocrático, donde Dios gobernase con poder, ahora hablan con el lenguaje del amor, que lleva a anunciar a Cristo crucificado, renunciando a todo poder en este mundo, culminando su vida en la cruz, el martirio.
Este texto nos invita a nuestros centros a descubrir la fuerza de ellos. No son nuestras capacidades, ni nuestra voluntad, la que hará un centro con fuerza, sino la presencia del Espíritu el que nos llevará a ser, algo más importante que un gran centro, con muchos niños e influencia en el pueblo, a ser testigos de Cristo Crucificado y Resucitado. Por tanto, en nuestras oraciones, ¿pedimos el don del Espíritu? Por otra parte si somos permeables a su fuerza hablaremos un lenguaje nuevo, el lenguaje del amor, capaz de ser entendido por todos. Cuando nos preparamos para organizar los campamentos debiéramos iluminar su preparación con el acontecimiento de Pentecostés, el campamento, si le dejamos actuar a Dios, será obra del Espíritu donde todos, consiliarios, educadores y niños, aprenderemos el lenguaje nuevo, mediante la vivencia de Jesús Resucitado. Pero, ¿es esto lo que realmente deseamos del campamento de verano?
SALMO RESPONSORIAL.
Sal 103, lab y 24ac. 29bc-30. 31 y 34 (R/.: cf. 30)

R/. Envía tu Espíritu, Señor,
y repuebla la faz de la tierra.

Bendice, alma mía, al Señor:
¡Dios mío, qué grande eres!
Cuántas son tus obras, Señor;
la tierra está llena de tus criaturas. R/.

Les retiras el aliento, y expiran
y vuelven a ser polvo;
envías tu aliento, y los creas,
y repueblas la faz de la tierra. R/.

Gloria a Dios para siempre,
goce el Señor con sus obras.
Que le sea agradable mi poema,
y yo me alegraré con el Señor. R/.

MEDITACIÓN
Con Israel: en este salmo el autor ha copiado y purificado de toda idolatría el himno egipcio en honor a Aton-Ra, el dios sol, compuesto por Amenofis IV.

Con Jesús: fácil es imaginar a Jesús sentado en la playa, cerca de Cafarnaún, contemplando el lago de Getnesaret, al amanecer, o en las largas noches de oración en las montañas o el huerto de los olivos. Conocedor de los salmos, ésta oración le ayudaría a encontrase con el Padre.
Con nuestro tiempo: nuestra sociedad es sensible a la ecología y para quienes vivimos rodeados de montañas y ríos, este salmo nos ayuda, mientras paseamos junto al río o sentados al son del murmullo de una fuente a contemplar la naturaleza con los ojos del hombre o la mujer creyente.
Con los juniors: en un vi-vac o una excursión, bajo el silencio de las estrellas y el susurro de la brisa, tomamos la Biblia y rezamos este salmo, no sólo los versos proclamados este domingo sino el largo y bellísimo salmo de treinta y cinco versículos, sintiendo como Dios va sembrando los sentimientos de adoración y contemplación que destilan en el salmo. A veces y por supuesto es positivo y necesario, pasarnos un buen rato de la noche charlando, pero porque no, iluminados con la luz de la linterna, leer y saborear el salmo, en una noche estrellada como las que ofrece el campamento de Siete Aguas, mientras la brisa acaricia nuestro rostro, situándonos ante la sabiduría de la creación y concluyendo, antes de acostarnos, con una bendición: “¡bendice, alma mía, a Dios!”.
Carlos G. Vallés. Busco tu Rostro. Sal Terrae.
ARMONIA EN LA CREACION
Me propongo descubrir la belleza de tu creación, Señor, pensando en la mano que la hizo. Tú estás detrás de cada estrella y detrás de cada brizna de hierba, y la unidad de tu poder da luz y vida a todo cuanto has creado.
«Extiendes los cielos como una tienda, construyes tu morada sobre las aguas; las nubes te sirven de carroza, avanzas en las alas del viento; los vientos te sirven de mensajeros, el fuego llameante, de ministro».
Tu presencia es la que da solidez a las montañas y ligereza a los ríos; tú das al océano su profundidad, y al cielo su color. Tú apacientas las nubes en los campos del cielo y las haces fértiles con el don de la lluvia sobre la tierra. Tú guías a los pájaros en su vuelo y ayudas a la cigüeña a hacerse el nido. Tú le das al buey su fuerza, y a la gacela su elegancia. Tú dejas jugar a los grandes cetáceos en el océano mientras peces sin número surcan sus abismos. De todos te preocupas, a todos proteges; diriges sus caminos y les das alimento para regenerar sus fuerzas y su alegría.
«Todos ellos aguardan a que les eches comida a su tiempo; se la echas, y la atrapan; abres tu mano, y se sacian de bienes».
Y en medio de todo eso, el hombre. El hombre existe para contemplar tu obra, recibir tus bendiciones y darte gracias por ello. ¡Cuánto más te cuidarás de él, heredero de tu tierra y rey de tu creación! Lo alimentas con los frutos de la tierra para formar su cuerpo y liberar su mente. Tú mismo le ayudas a que saque esos frutos y elabore ese pan.
«El saca pan de los campos, y vino que le alegra el corazón, y aceite que da brillo a su rostro, y alimento que le da fuerzas».
Después envías a la luna y las estrellas para que guarden su sueño, ordenas los días y las estaciones según los ritmos de la vida, iluminas el universo con el sol y cubres la noche con las tinieblas.
«Hiciste la luna con sus fases, el sol conoce su ocaso. Pones las tinieblas y viene la noche y rondan las fieras la selva. Cuando brilla el sol, se retiran y se tumban en sus guaridas; el hombre sale a sus faenas, a su labranza hasta el atardecer».
Todo está en orden, todo está en armonía. Innumerables criaturas viven juntas, y se encuentran y se saludan con la variedad de sus rostros y la sorpresa de sus caminos. Cada una resalta la belleza de las demás, y todas juntas componen esta maravilla que es nuestro universo. Sólo hay una nota discordante en el concierto de la creación. El pecado. Está presente como un borrón en el paisaje, como una hendidura en la tierra, como un rayo en el firmamento. Destruye el equilibrio en el mundo del hombre, ennegrece su historia y pone en peligro su futuro. El pecado es el único objeto que no encaja en el universo ni en el corazón del hombre. Al contemplar la creación, me hiere ese rasgo violento que desfigura la obra del Creador, y mi contemplación del universo acaba, como el salmo, con el grito encendido de mi alma herida:
«¡Que se acaben los pecadores en la tierra, que los malvados no existan más!»
http://www.mercaba.org/DIESDOMINI/PASCUA/ASCENSION/marco_ascension_C.htm
SEGUNDA LECTURA
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 12, 3b-7. 12-13
Hermanos:
Nadie puede decir: «Jesús es Señor», si no es bajo la acción del Espíritu Santo.
Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu; hay diversidad de ministerios, pero un mismo Señor; y hay diversidad de funciones, pero un mismo Dios que obra todo en todos. En cada uno se manifiesta el Espíritu para el bien común.
Porque, lo mismo que el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y todos los miembros del cuerpo, a pesar de ser muchos, son un solo cuerpo, así es también Cristo.
Todos nosotros, judíos y griegos, esclavos y libres, hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo. Y todos hemos bebido de un solo Espíritu.

MEDITACIÓN
Los capítulos 12 al 14 de esta carta tratan del buen uso de los dones del Espíritu, que Pablo prefiere llamar carismas, es decir, gracias, a fenómenos prodigiosos. Frente a una comunidad joven, impregnada de paganismo, que se está dejando llevar por lo espectacular de estos dones Pablo reacciona estableciendo los criterios de valoración. En ellos la clave es Jesús: quien actúa bajo la guía del Espíritu confiesa a Jesús como Señor. Por otra parte todos ellos tienen una única e idéntica fuente: el Espíritu, quien ofrece los carismas no para el propio servicio sino para la edificación de la comunidad cristiana y no todos a una persona sino repartidos entre sus miembros.
También nuestros centros juniors son un cuerpo donde cada uno tiene unos carismas: el consiliario tiene los que le son dados por el ministerio sacerdotal, entre los educadores los hay que tienen unas cualidades y los hay que tienen otras: dar muy bien el tema, preparar y vivir las oraciones, animar un juego, ayudar a los más conflictivos, preocuparse de forma exquisita con los niños con problemas físicos o psíquicos, vivencia social,...
Iluminada la realidad de nuestro centro con esta Palabra descubrimos que lo importante no es lo espectacular, sino el que seamos conscientes de la presencia del Espíritu en el centro y nuestra condición de miembros de este cuerpo, cada uno aporta lo que posee al servicio del centro, que es el cuerpo.







EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-23
Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
— «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
— «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»

Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
— «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»


MEDITACIÓN
Nos encontramos en el domingo de Pascua, al amanecer Jesús se había aparecido a María Magdalena, quien llevó la noticia de la resurrección a los discípulos, acogiéndola con incredulidad. Ahora es el mismo Jesús el que se aparece. No hay en sus palabras ningún reproche, sino solamente paz.
Jesús les confiere un encargo y les da el Espíritu. El soplo de Dios sobre el hombre le dio vida, Adán fue creado gracias a este soplo. Ahora el soplo de Cristo sobre ellos los vuelve a recrear, confiándoles una misión, cuidad del jardín que Dios ha vuelto a crear en el huerto. Ellos, portadores del Espíritu son la nueva humanidad y a ellos se les confía la misión de ser instrumentos de la misericordia de Dios.

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