jueves, 5 de noviembre de 2020

Todos los Santos. 1 de noviembre de 2020.

 


Primera lectura.

Lectura del libro del Apocalipsis 7, 2-4.9-14

Yo, Juan, vi a otro ángel que subía del oriente llevando el sello del Dios vivo. Gritó con voz potente a los cuatro ángeles encargados de dañar a la tierra y al mar, diciéndoles:

-No dañéis a la tierra ni al mar ni a los árboles hasta que sellemos en la frente a los siervos de nuestro Dios.

Oí también el número de los sellados, ciento cuarenta y cuatro mi9l, de todas las tribus de Israel. Después de esto vi a una muchedumbre inmensa, que nadie podía contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas, de pie delate del trono y delante del Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con voz potente:

-¡La victoria es de nuestro Dios, que está sentado en el trono y del Cordero!

Y todos los ángeles que estaban de pie alrededor del trono y de los ancianos y de los cuatro vivientes cayeron rostro a tierra ante el trono, y adoraron a Dios, diciendo:

-Amén. La alabanza y la gloria y la sabiduría y la acción desgracias y el honor y el poder y la fuerza son de nuestro Dios, por los siglos de los siglos. Amén.

Y uno de los ancianos me dijo:

-Estos que están vestidos con vestiduras blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido?

Yo le respondí:

-Señor mío, tú lo sabrás.

Él me respondió:

-Estos son los que vienen de la gran tribulación: han lavado y blanqueado sus vestiduras en la sangre del Cordero.

 

Textos paralelos.

 No causéis daño ni a la tierra ni al mar.

Ez 9, 4: Con los avíos de escribano a la cintura, y le dijo el Señor: “Recorre la ciudad, atraviesa Jerusalén y marca en la frente a los que se lamentan afligidos por las abominaciones en que en ella se cometen”.

Is 44, 5: Uno dirá: Soy del Señor; otro se pondrá el nombre de Jacob; otro se tatuará en el brazo: “Del Señor”, y se apellidará Israel.

Selló la frente de los siervos.

Ap 3, 12: Al vencedor lo haré columna en el templo de mi Dios y no volverá a salir; en ella grabaré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, de la nueva Jerusalén que baja del cielo, desde mi Dios, y mi nombre nuevo.

Ap 22, 4: Y verán su rostro y llevarán en la frente su nombre.

Los marcados con el sello.

Ex 12, 7-14: Con algo de la sangre rociaréis las dos jambas y el dintel de la casa donde lo hayáis comido. Esa noche comeréis la sangre, asada a fuego, acompañada de pan sin fermentar y verduras amargas. No comeréis de ella nada crudo ni cocido en agua, sino asado a fuego: con cabeza, patas y entrañas. No dejaréis restos para la mañana siguiente, y si sobra algo, lo quemaréis. Y lo comeréis así: la cintura ceñida, las sandalias en los pies, un bastón en la mano; y os lo comeréis a toda prisa, porque es la Pascua del Señor. Esa noche atravesaré todo el territorio egipcio dando muerte a todos sus primogénitos, de hombres y de animales; y haré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo soy el Señor. La sangre será vuestra contraseña en las casas donde estéis: cuando vea la sangre, pasaré de largo; no os tocará la plaga exterminadora cuando yo pase hiriendo a Egipto. Este día será para vosotros memorable, en él celebraréis fiesta al Señor. Ley perpetua para todas las generaciones.

Ap 14, 1: Vi al Cordero que estaba en el monte Sión y con él ciento cuarenta y cuatro mil que llevaban su nombre y el nombre del Padre grabado en la frente.

Después miré y pude ver una muchedumbre inmensa.

Ap 15, 2-5: Vi una especie de mar transparente veteado de fuego. Los que han vencido a la fiera, a su imagen y al número de su nombre estaban junto al mar transparente con las cítaras de Dios. Cantan el cántico de Moisés, siervo de Dios, y el cántico del Cordero: Grandes y admirables son tus obras, Señor Dios todopoderoso; justos y ciertos tus caminos, Rey de las naciones. ¿Quién no te respetará, Señor, quién no dará gloria a tu nombre? Tú solo eres santo, y todas las naciones vendrán a adorarte en tu presencia, porque se han revelado tus decisiones. Después vi cómo se abría el templo, la tienda del testimonio en el cielo.

Gn 15,5: Y el Señor lo sacó afuera y le dijo: “Mira el cielo; cuenta las estrellas si puedes”. Y añadió: “Así será tu descendecia”.

Ap 5, 9: Cantaban un cántico nuevo: Eres digno de recibir el rollo y soltar sus sellos, porque fuiste degollado y con tu sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación.

Estos son los que llegan de la gran tribulación.

Ap 15, 2: Vi una especie de mar transparente veteado de fuego. Los que han vencido a la fiera, a su imagen y al número de su nombre estaban junto al mar transparente con las cítaras de Dios.

Dn 12, 1: Entonces e levantará Miguel, el arcángel que se ocupa de tu pueblo: serán tiempos difíciles, como no los ha habido desde que hubo naciones hasta ahora. Entonces se salvará tu pueblo: todos los inscritos en el libro.

Ap 1, 5: Y de parte de Jesucristo, el testigo fidedigno, el primogénito de los muertos, el Señor de los reyes del Mundo. Al que nos amó y nos libró con su sangre de nuestros pecados.

Ap 22,14: Dichosos los que lavan sus vestidos, pues tendrá a su disposición el árbol de la vida y entrarán por las puertas en la ciudad.

Gn 49, 11: [Judá] Ata su burro a una viña, / las crías a un majuelo; / lava su ropa en vino / y su túnica en sangre de uvas.

Las han blanqueado con la sangre del Cordero.

Ex 19, 10: El Señor le dijo [a Moisés]: ·Vuelve a tu pueblo, purifícalos hoy y mañana, que se laven la ropa.

 

Notas exegéticas.

7 2 La escena se inspira en Ez 9. El término “sello” puede entenderse como una marca de propiedad (las personas que lo reciben pertenecen a Dios) o como una señal de salvación (como en Ez 9: un sello que distingue a quienes Dios protege). Estos dos aspectos no se excluyen entre sí, como lo muestra la utilización de la palabra “sello” (atestiguada a partir del siglo II, pero quizá ya en 2 Co 1, 22) para designar el bautismo.

7 4 El cuadrado de doce (el número sagrado), multiplicado por mil: la multitud de los fieles de Cristo, pueblo de Dios, nuevo Israel, Ga 6, 16. Marcados con el sello divino. Rm 4, 11 escaparán por fin de las plagas esperadas: ver Ex 12, 7-14.

7 9 (a) Esta vez se trata de la muchedumbre de los mártires cristianos en posesión ya de la felicidad celestial.

7 9 (b) Las palmas del triunfo, que evocan la fiesta alegre de las Tiendas, Lv 23, 33-34 (en el v. 15 la tienda de Dios vendrá a ser la morada de esa muchedumbre).

7 14 (a) Para el diálogo introductorio, ver Za 6, 4-5 y también 4, 4-15.

7 14 (b) Las persecuciones, cuyo prototipo era la de Nerón. Se trata de la prueba escatológica, una de cuyas manifestaciones eran precisamente las persecuciones.

7 14 (c) La sangre simbolizaba la eficacia de la muerte de Jesús. Aquí es aceptado este don por los que reciben sus efectos.

 

Comentario.

-Después que se hayan abierto los 6 sellos que describen situaciones trágicas en la tierra, el libro del Apocalipsis describe un intervalo positivo y esperanzador.

-Dos relatos sobre la Iglesia:

Protegida y sellada en la tierra.

Partícipe de la gloria celeste del cielo.

-Las dos visiones contrastan con el pánico con el que la tierra espera la apertura del 7º sello.

-Primera visión:

Un ángel:

Detiene por el momento a los ángeles encargados de dañar la tierra.

Permite que se selle en la frente a los siervos de nuestro Dios: los protege:

Ezequiel 9, 1-3: el Señor le pide al profeta que ponga una marca en la frente al pueblo que sufre por las cosas terribles que están sucediendo en Jerusalén.

144.000:

Número simbólico.

La perfección (12) multiplicado por la plenitud (12) y por la gran multitud (1.000): 12 x 12 x 1.000.

-Segunda visión:

Multitud inmensa ante el Señor.

Vestiduras blancas: signo de victoria.

Palmas: victoria en la guerra (1 Macabeos 13, 51).

Son los que están en el cielo que a través de la persecución y el martirio han mezclado su sangre con la del cordero.

-Mensaje de esperanza:

A pesar de las apariencias Dios protege a los suyos en aquellos difíciles años de finales del siglo I.

 

Salmo responsorial

Salmo 24 (23), 1-6.

 

Esta es la generación

que busca tu rostro, Señor. R/.

Del Señor es la tierra y cuanto la llena,

el orbe y todos sus habitantes:

él la fundó sobre los mares,

él la afianzó sobre los ríos.  R/.

 

¿Quién puede subir al monte del Señor?

¿Quién puede estar en el recinto sacro?

El hombre de manos inocentes y puro corazón,

que no confía en los ídolos. R/.

 

Ese recibirá la bendición del Señor,

le hará justicia el Dios de salvación.

Esta es la generación que busca al Señor,

que busca tu rostro, Dios de Jacob. R/.

 

Textos paralelos.

 De Yahvé es la tierra y cuanto la llena.

Is 66, 1-2: Así dice el Señor: / El cielo es mi trono, / y la tierra, el estrado de mis pies: / ¿qué templo podréis construirme / o qué lugar para mi descanso? / Todo esto lo hicieron mis manos, / y existió todo esto / - oráculo del Señor –. / Pero en ese pondré mis ojos: / en el humilde y el abatido / que se estremece ante mis palabras.

Sal 80, 12: Extendió sus sarmientos hasta el mar / y sus brotes hasta el Río Grande.

Dt 10, 14: Cierto: del Señor son los cielos, hasta el último cielo; la tierra y todo cuanto la habita.

1 Co 10, 26: Pues del Señor es la tierra y cuanto contiene.

Is 42, 5: Así dice el Señor Dios, / que creyó y desplegó el cielo, / afianzó la tierra con su vegetación, / dio el respiro al pueblo que la habita / y el aliento a los que se mueven en ella.

Sal 75, 4: Aunque tiemble la tierra con sus habitantes / yo he afianzado sus columnas.

La que acude en presencia del Dios de Jacob.

Sal 27, 8-9: “Buscad mi rostro”. / Mi corazón te dice: / – Yo busco tu rostro, Señor; / no me ocultes tu rostro. / No apartes con ira a tu siervo, / que tú eres mi auxilio; / no me rechaces, no me abandones, / Dios de mi salvación.

 

Notas exegéticas.

24 Los versículos 7-10 pueden referirse al traslado del arca en tiempo de David, 2 S 6, 12-16. El comienzo vv.1-6 parece posterior, ver Sal 15; el creador del universo es también el amigo que acoge al justo.

 

Segunda lectura.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 3, 1-3

Queridos hermanos:

Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos! El mundo no nos conoce porque no lo conoció a él. Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es. Todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, como él es puro.

 

Textos paralelos.

 Mirad que amor nos ha tenido el Padre.

Rm 8, 14-17: Cuantos se dejan llevar del Espíritu de Dios son hijos de Dios. Y no habéis recibido un espíritu de esclavos, para recaer en el temor, sino un espíritu de hijos que nos permite clamar: Abba, Padre. El Espíritu atestigua nuestro espíritu que somos hijos de Dios. Si somos hijos, también somos herederos; herederos de Dios, coherederos con Cristo; si compartimos su pasión compartimos su gloria.

Rm 8, 29-30: A los que escogió de antemano los destinó a reproducir la imagen de su Hijo, de modo que fuera él el primogénito de muchos hermanos. A los que había destinado los llamó, a los que llamó los hizo justos, a los que hizo justos los glorificó.

Jn 1, 12: Pues la ley se promulgó por medio de Moisés, / la lealtad y fidelidad se realizaron por Jesucristo.

Ef 1, 5: Por Jesucristo, según el designio de su voluntad, / nos predestinó a ser sus hijos adoptivos.

Porque no le reconoció a él.

Jn 15, 21: Todo eso os lo hará a causa de mi nombre, / porque no conocen al que me envió.

Jn 16, 3: Y eso lo harán porque no conocen al Padre ni a mí.

Jn 17, 25: Sabemos que, cuando se manifieste.

Col 3, 4: Cuando se manifieste Cristo, vuestra vida, entonces vosotros apareceréis gloriosos junto a él.

Flp 3, 21: El cual transformará nuestro cuerpo humilde en la forma de su cuerpo glorioso, con la eficacia con que puede someterse todo.

Rm 8, 39: Ni altura ni hondura, ni criatura alguna nos podrá separar del amor de Dios manifestado en Cristo Jesús Señor nuestro.

1 Co 13, 12: Ahora vemos como enigmas en un espejo, entonces veremos cara a cara. Ahora conozco a medias, entonces conoceré tan bien como soy conocido.

Quien tiene esta esperanza en él.

Mt 5, 48: Sed perfectos como vuestro Padre del cielo es perfecto.

1 Jn 2, 6: Quien dice que permanece con él ha de proceder como él procedió.

 

Notas exegéticas.

3 1 (a) Omitido: “pues ¡lo somos!”; y variante (Vulgata): “y que lo seamos”.

3 1 (b) El verbo “(re) conocer”, empleado dos veces, no está en perfecto, sino primero presente y después en aoristo, para señalar mejor el aspecto incoativo del conocimiento. El mundo, incapaz de descubrir en Dios al Padre que nos ha revelado su amor en su Hijo no puede conocer a los cristianos en su condición de hijos de Dios.

3 2 (a) Juan distingue dos etapas en la condición filial de los creyentes: el estado inicial, a partir del comienzo de la vida cristiana y su cumplimiento escatológico, en la perfecta semejanza al Hijo de Dios.

3 2 (b) La conjunción “porque” no va unida probablemente a “seremos semejantes a él”, sino a “Sabemos”: la certeza que ya tenemos de ver un día al Hijo de Dios en su gloria nos asegura que llegaremos a ser plenamente semejantes a él. En consecuencia no se trata directamente de una visión transformadora, como en el helenismo.

3 3 Jesús.

 

Comentario.

-Fuerte llamada a tomar conciencia de lo que significa vivir como hijos de Dios.

-1 Carta de san Juan. Implicaciones que trae consigo unirse con Dios.

-Filiación:

Fruto del deseo de Dios.

Origen: el amor del Padre que nos ha dado a su Hijo.

-El mundo no conoce al Padre:

Causa: no conoce al Hijo.

Mundo: la realidad que rechaza a Cristo y a Dios (escuela joánica). 

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 5, 1-12a.

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

-Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

 

Textos paralelos.

 

Mateo 5, 1-12a

Lucas 6, 20-23

En aquel tiempo, al ver Jesús el gentío, subió al monte, se sentó y se acercaron sus discípulos; y, abriendo su boca, les enseñaba diciendo:

-Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados los mansos, porque ellos heredarán la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.

Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos quedarán saciados.

 

 

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.

Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos.

Bienaventurados vosotros cuando os insulten y os persigan y os calumnien de cualquier modo por mi causa.

Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo.

 

Dirigiendo la mirada a los discípulos, les decía:

 

-Dichosos los pobres, porque el reinado de Dios les pertenece.

 

 

 

 

Dichosos los que ahora pasáis hambre, porque os saciaréis.

 

Dichosos los que ahora lloráis, porque reiréis.

 

 

 

 

 

 

Dichosos cuando os odien los hombres y os destierren y os insulten y denigren vuestro nombre a causa de este Hombre.

 

 

 Saltad entonces de alegría, que vuestro premio en el cielo es abundante. Lo mismo trataron vuestros padres a los profetas.

 

Pero ay de vosotros, los ricos, porque recibís vuestro consuelo;

Ay de vosotros, los que ahora estáis saciados, porque pasaréis hambre; ay de los que ahora reís, porque lloraréis y haréis duelo;

Ay de vosotros cuando todos hablen bien de vosotros. Lo mismo trataron vuestros padres a los falsos profetas.

Sus discípulos se acercaron.

Sb 2, 16: Nos considera de mala ley / y se aparta de nuestras sendas como si contaminasen; / proclama dichoso el destino del justo / y se gloría de tener por padre a Dios.

Si 14, 20: Dichoso el hombre que piensa en la Sabiduría / y pretende la Prudencia.

Si 25, 7-12: Mi corazón guarda nueve bienaventuranzas / y mi boca proclamará la décima: / Dichoso el que se alegra con sus hijos, / el que no tiene que servir a un inferior; / dichoso el marido de mujer sensata, / el que no tiene que arar con buey y asno; / dichoso el que vive para ver la derrota de sus rivales, / el que no resbala con la lengua; / dichoso el que encuentra un amigo / y el que no habla a oídos sordos; / qué grande es quien alcanza sabiduría, / pero nadie como quien respeta al Señor; / el temor del Señor lo supera todo, / el que lo posee es incomparable.

 Dichosos los humildes.

Sal 37, 11: Pero los marginados poseerán una tierra / y disfrutarán de gran prosperidad.

Gn 13, 15: [El Señor a Abrahán] Todo el país que contemplas te lo daré a ti y a tu descendencia para siempre.

Lv 25, 23: La tierra no se venderá sin derecho a retracto [derecho que compete a ciertas personas para quedarse, por el tanto de su precio, con la cosa vendida a otro, rae.es], porque es mía, y en lo mío sois emigrantes y criados.

Dichosos los que lloran.

Tb 13, 14: Malditos los que te odian. Benditos para siempre los que te aman.

Si 48, 24: Con espíritu poderoso previó el futuro, / y consoló a los afligidos de Sión; / anunció el futuro hasta el final / y los secretos antes de que sucediesen.

Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia.

Sal 126, 5: Los que siembran con lágrimas / cosechan con júbilo.

Is 61. 2-3: Para proclamar / el año de gracia del Señor, / el día del desquite de nuestro Dios; / para consolar a los afligidos, / los afligidos de Sión; / para cambiar su ceniza en corona / su luto en perfume de fiesta, / su abatimiento en traje de gala.

Is 40, 1: Consolad, consolad a mi pueblo, / dice vuestro Dios:

Sal 107, 5-8: Pasaban hambre y sed / y desfallecía su aliento. / Pero gritaron al Señor en su angustia, / y los libró de la tribulación. / Los guió por un camino llano / para que dieran con su poblado. / Den gracias al Señor por su misericordia / por las maravillas que hace por los hombres.

Dichosos los misericordiosos.

Is 51, 1: Escuchadme, / los que vais tras la justicia, / los que buscáis al Señor: / Mirad la roca de donde os tallaron, / la cantera de donde os extrajeron.

Am 8, 11-12: Aquel día levantaré / la choza caída de David; / tapiaré sus brechas, / levantaré sus ruinas / hasta reconstruirla como era antaño; / para que conquisten el resto de Edom / y todos los pueblos / que llevaron mi nombre / – oráculo del Señor, / que lo cumplirá –.

Lc 1, 53: Colma de bienes a los hambrientos / y despide vacío a los ricos.

Dichosos los limpios de corazón.

Sal 37, 19: No se agostarán en la mala estación, / en plena carestía se saciarán.

Pr 9, 5: Venid a comer de mis manjares / y a beber el vino que he mezclado.

Si 24, 21: Hijo mío, teme al Señor y al rey; / no provoques a ninguno de los dos.

Dichosos los que trabajan por la paz.

Jn 6, 35: Jesús le contestó: “Yo soy el pan de vida; el que acude a mí no pasará hambre, el que cree en mí no pasará nunca sed”.

Gn 20, 5: Pero, Señor, ¿vas a matar a un inocente? Si él me dijo que era hermana, y ella que era su hermano. Lo he hecho de buena fe y con las manos limpias.

Sal 24, 3-4: ¿Quién puede subir al monte del Señor? / ¿quién podrá estar en el recinto sacro? / El de manos inocentes y puro corazón, / el que no acude a los ídolos / ni jura en falso.

Sal 11, 7: Porque el Señor es justo y ama la justicia; / los rectos verán su rostro. 

Pr 22, 11: El rey ama un corazón limpio / y aprecia un hablar atractivo.

Ex 33, 20: Pero mi rostro no lo puedes ver, porque nadie puede verlo y quedar con vida.

Hb 12, 14: Buscad la paz con todos y la santificación, sin la cual nadie puede ver a Dios.

Sal 34, 14: Guarda tu lengua del mal, / tus labios de la falsedad.

Dichosos los perseguidos por causa de la justicia

 Pr 12, 20: Taimada es la mente que maquina el mal, / quien aconseja la paz vive contento.

Za 8, 16: Esto es lo que tenéis que hacer: / Decir la verdad al prójimo, / juzgar con integridad en los tribunales.

Os 11, 1: Cuando Israel era niño, lo amé, / y desde Egipto llamé a mi hijo.

Dichosos seréis cuando os injurien.

1 P 3, 14: Y si padecéis por la justicia, dichosos vosotros: No les tengáis miedo ni os turbéis.

Is 51, 7: Escuchadme los entendidos en derecho, / el pueblo que lleva mi ley / en el corazón: / no temáis la afrenta de los hombres, / no desmayéis por sus oprovios.

Hch 5, 41: Ellos se marcharon del tribunal contentos por haber sido considerados dignos de sufrir desprecio por su nombre.

Flp 1, 29: Pues a vosotros se os ha concedido la gracia, no solo de creer en Cristo, sino de padecer por él.

Alegraos y regocijaos:

Col 1, 25: Por disposición de Dios he sido nombrado ministro de ella a vuestro servicio, para dar cumplimiento al proyecto de Dios.

Hb 10, 34: Compartisteis las penas de los encarcelados, aceptasteis gozosos que os privaran de vuestros bienes, sabiendo que poseíais bienes mayores y permanentes.

St 1, 2: Hermanos míos, cuando pasáis por pruebas variadas, tenedlo por grande dicha.

Gn 15, 1: Después de estos sucesos, Abrán recibió en una visión la palabra del Señor: “No temas, Abrán; yo soy tu escudo y tu paga será abundante”.

De la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.

Si 2, 8: Los que respetáis al Señor, confiad en él, / que no retendrá vuestro salario hasta mañana.

Mt 23, 34: Mirad, para eso os estoy enviando profetas, doctores y letrados: a unos los matáis y crucificáis, a otros los azotáis en vuestras sinagogas y los persegúis de ciudad en ciudad.

 

Los dichos de Jesús. Documento Q.

Q 6, 20 Y levantando sus ojos hacia sus discípulos dijo: Dichosos los pobres, porque vuestro es el reino de Dios.

Q 6, 21 Dichosos los que tenéis hambre, porque seréis saciados. Dichosos los que estáis afligidos, porque seréis consolados.

Q 6, 22 Dichosos vosotros cuando os insulten y os persigan, y digan contra vosotros tada clase de maldades por causa del Hijo del hombre.

Q 6, 23 Alegraos y exultar, porque vuestra recompensa será grande en el cielo; pues así persiguieron a los profetas anteriores a vosotros.


Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

5 1 Una de las colinas próximas a Cafarnaún.

5 3 (a) El Antiguo Testamento empleaba a ves fórmulas de felicitación como estas, a propósito de piedad, de sabiduría, de propiedad. Felicitaciones de carácter sapiencial se han descubierto en Qumrán. Jesús, recuerda, en el espíritu de los profetas, que también los pobres participan de estas “bendiciones”; las tres primeras “bienaventuranzas” declaran que hombres considerados de ordinario como desgraciados y malditos son felices, ya que son aptos para recibir la bendición del Reino. Las felicitaciones siguientes apuntan más directamente a la actitud moral del hombre. Otras bienaventuranzas de Jesús: Mt 11, 6; 13, 16; 16, 17.

5 3 (b) También podría traducirse “los que tienen disposición de pobre”. Cristo recoge la palabra “pobre” con el matiz moral perceptible ya en Sofonías hecho aquí explícito por la expresión “de espíritu”, ausente en Lc 6, 20. Indefensos y oprimidos los “pobres” o “los humildes” están a punto para el Reino de los Cielos; tal es el tema de las felicitaciones. La “pobreza” viene a parecerse a la “infancia espiritual”, necesaria para entrar en el Reino (el misterio revelado a los “pequeños”, nêpioi. A los “pobres”, ptôjoi, corresponden también los “humildes” tapeinoi, los “últimos” opuestos a los “primeros”, los “pequeños” opuestos a los “grandes”. Si bien la fórmula de Mt 5, 3 subraya el espíritu de pobreza tanto en el rico como en el pobre, a lo que Cristo se refiere generalmente es a una pobreza efectiva, en especial para sus discípulos. El mismo da ejemplo de pobreza y de humildad. Se identifica con los pequeños y los desdichados. O “los mansos·. Tomado del Sal 37, 11 según el griego. – El v. 4 podría no ser más que una glosa del v. 3: su omisión dejaría en siete el número de las felicitaciones.

5 5 Lit. “los que están en duelo”. No se trata de los melancólicos, sino probablemente de quienes todavía esperan el Consuelo definitivo (Lc 2, 25 [Simeón y Ana]), única situación que liberará a la gente de su aflicción.

5 6 Seguramente no se trata de la justicia divina (es decir, de la salvación escatológica [al final de los tiempos]), pues Jesús siempre aconseja la espera vigilante. Tampoco de la justicia social en la tierra, sino de la justicia de las obras de una vida cristiana cada vez más perfecta, que es la fuente d ela justicia entre las personas.

5 12 Los discípulos son los sucesores de los profetas.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

5 1-2 AQUEL GENTÍO: lit. las (artículo con valor de pronombre demostrativo) multitudes (plural que puede reflejar un uso griego tardío). // Sentarse e instruir (sentarse para enseñar): expresión gráfica en los escreitos rabínicos para resumir la actividad de un rabino. // TOMANDO LA PALABRA: lit., con fórmula del AT: habiendo abierto la boca de él. Después de la proclamación, viene la enseñanza cagtequética (cf. Hb 2, 42) para los seguidores de Jesús. Este discurso inaugural es programático: habla de reforma interior, de las actitudes internas necesarias para este nuevo tipo de existencia, o nuevo estilo de vida, llamado “salvación”, “reino de Dios”, “vida nueva”, “civilización del amor” (término de Pablo VI). “Las bienaventuranzas no tienen como objeto, propiamente, unas normas particulares de comportamiento, sino que se refieren a actitudes y disposiciones básicas de la existencia y, por consiguiente, no coinciden con los mandamientos. Pero no hay separación o discrepancia entre bienaventuranzas y mandamientos, pues ambos se refieren al bien, a la vida eterna. [Las bienaventuranzas] son, ante todo, promesas de las que también se derivan, de forma indirecta, indicaciones normativas para la vida moral. En su profundidad original son una especie de autorretrato de Cristo y, precisamente por esto, son invitaciones a su seguimiento y a la comunión de vida con él” (Juan Pablo II).

3 LOS QUE TIENEN ESP´RIITU DE POBRES: lit. los pobres (en cuanto) al espíritu. Esos POBRES son los anawîm del AT: conscientes de su radical necesidad de Dios, ponen solo en Él su confianza; son los humildes, más bien que los que carecen de bienes materiales (san León Magno). Esos pobres pueden ser ricos, como el rey David, que “llámase pobre, aunque está claro que era rico, porque no tenía en la riqueza su voluntad […]; si fuera realmente pobre, y de la voluntad no lo fuera, no era verdaderamente pobre” (san Juan de la Cruz). Cf. en Eclesiástico 31, 8-11 la bienaventuranza del rico que usa bien sus riquezas. En cambio, puede existir un triunfalismo de la pobreza, no evangélico: en Qumrán (p.ej. en 1 QM col. 14, 7) “pobres de espíritu” parece ser título honorífico que se atribuía a si misma la comunidad. // SUYO ES EL REINO DE LOS CIELOS: “Si uno se pregunta en qué sentido el reino de los cielos es suyo, se puede responder: porque suyo es Cristo, ya que Él es el reino mismo” (Orígenes).

4 SERÁN CONSOLADOS por Dios; ejemplo de la llamada voz pasiva “teológica” (como en los vv. 6.7 y 9): “Dios los consolará”, “Dios los saciará” (v. 6), “Dios los llamará hijos suyos” (v. 9).

5 Los que son MANSOS, no precisamente porque les haya tocado en suerte un temperamento tranquilo sobre la mansedumbre), HEREDARÁN LA TIERRA prometida por Dios (cf. 1 Pe 1, 3-5).

6 La única verdadera JUSTICIA: puede ser el veredicto divino liberador que, en retorno, hace posible nuestra justicia, e.d., nuestra fidelidad a la voluntad de Dios (cf. v. 20 y 1, 19). Aquí se trata, probablemente, de esta última.

7 “El que tuviere los males ajenos por suyos, a semejanza de madre que está más enferma y llorosa con la enfermedad de su unigénito hijo que el mismo hijo que padece el mal, este es el buen misericordioso” (san Juan de Ávila). // OBTENDRÁ MISERICORDIA: lit. serán objeto de misericordia, se tendrá misericordia con ellos: Dios se apiadará de ellos (voz pasiva “teológica”.

8 LOS DE CORAZÓN LIMPIO: lit. los limpios (en cuanto) al corazón; los leales a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres campos: la caridad, la castidad o rectitud sexual, el amor a la verdad y la ortodoxia de la fe. Existe una ilación entre la pureza de corazón, del cuerpo y de la fe (Cat. 2518). La actitud de tales personas es la “no doblez” (cf. el capítulo 6 sobre la pureza de intención). // VERÁN A DIOS: experimentaron su favor y se transformarán en imagen de Dios. Según san Juan de la cruz “los limpios de corazón son llamados por nuestro Salvador bienaventurados; lo cual es tanto como decir enamorados, pues que bienaventuranza no se da por menos que amor”. Y, llamando “limpios” a quienes no viven según los sentidos, afirma en otro pasaje que no solo VERÁN A DIOS en otra vida, sino que lo encuentran aquí y en todo: “Este tal, ya limpio de corazón, en todas las cosas halla noticia de Dios gozosa, casta, pura, espiritual, alegre y amorosa”.

9 “Ser llamado” (semitismo): ser. En escritos rabínicos se aplica a los israelitas esta expresión, o la equivalente “ser (ser llamados) hijos del Lugar (santo)”.

10 LOS PERSEGUIDOS: expresando mejor el matiz del tiempo verbal griego (perfecto), tenemos: “Los que, perseguidos en el pasado, llevan ahora las huellas de aquella persecución”. // POR CAUSA DE [LA] JUSTICIA: por ser fieles a Dios (a Jesucristo: cf. “por mi causa” en el v. 11). PORQUE SUYO ES EL REINO DE LOS CIELOS: la frase forma inclusión con el v. 3, y cierra así la unidad literaría de esta serie de bendiciones, que son todas explicitación de la primera; los pobres son: los que sufren, los mansos, los pacificadores, los perseguidos, etc.

11 CALUMNIAS: la tradición manuscrita occidental dice literalmente: y digan toda clase de maldad contra vosotros mintiendo (es decir, calumniando).

12 Para ESTREMECEROS DE GOZO, cf. Lc 1, 47. Jesús considera a sus discípulos como sucesores de LOS PROFETAS del AT. // EN LOS CIELOS: giro semítico reverencial: ante Dios; “Dios os recompensará”.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

5,1 En la montaña: la enseñanza de la montaña comienza con las bienaventuranzas (“los estados de mayor bendición o felicidad”), situadas en el centro de la buena noticia. Se pronuncian en la montaña que recuerda el monte Sinaí, donde Dios entregó la Ley a Moisés. La montaña es un lugar sobresaliente de revelación y encuentro de Dios con el hombre. En el Sermón de la Montaña, Cristo proclamó la nueva Ley, que lleva a cumplimiento la antigua. Las bienaventuranzas cumplen las promesas de Dios a Abrahán y a su pueblo elegido, les dirigen a la “tierra prometida” del reino de los cielos. Las bienaventuranzas son en el fondo un retrato del rostro de Jesucristo. Asimismo, expresan la vocación de cada persona en actos y disposiciones características de quien vive una vida cristiana. Cat. 581, 1716-1729, 2763-2764.

5,3 Gregorio de Nisa (año 394) equiparó la pobreza de espíritu con la humildad. Más en general, se refiere en el Antiguo Testamento a los anawîm, los pobres de Yahvé, aquellos israelitas que, viviendo rectamente, buscaba a Dios en me dijo de las dificultades y tribulaciones (cf. Is 11, 4). Los pobres no son aquí tanto una clase social cuanto una clase o un modo de vida de fe. Esta bienaventuranza está en tiempo presente (de ellos es el reino), para indicar que la felicidad propuesta se encuentra ya aquí, en medio del sufrimiento de la tierra, porque se está en el camino hacia la felicidad eterna. Cat. 544, 1716, 2546.

5,4 Los mansos¸ son aquellos que tratan de imitar a Cristo, manso y humilde de corazón, mostrando paciencia, reprimiendo la ira. Cat. 716, 1716.

5,5 los que lloran incluye a aquellos que sufren por amor a otros afligidos, por la realidad del pecado y por el consiguiente distanciamiento de Dios que produce. Cat. 1716.

5,6 Los que tienen hambre y sed de justicia son aquellos que, imitando a Jesús, cuyo alimento es hacer la voluntad del Padre, tienen un sentido de urgencia tanto para vivir el Evangelio como para comunicarlo a otros. Cat. 1716.

5, 7 Los misericordiosos son los compasivos en relación al sufrimiento y necesidades de los demás. En imitación de Cristo compasivo, ayudan a los que sufren y necesitan el bien del Evangelio. Cat. 716, 2447.

5, 8 Los limpios de corazón albergan pureza en la intención de conformar sus voluntades y sus mentes con las de Dios. Dan especial importancia a la caridad y a la castidad como virtud liberadora que conduce a la oración contemplativa. Ellos verán a Dios: se trata de una referencia al cielo, donde los salvados contemplan a Dios cara a cara en la visión beatífica. Cat 1720, 1722, 1967, 2518, 2639.

5, 9 Los que trabajan por la paz no solo buscan su propia reconciliación con Dios y con el prójimo, sino también tratan de ayudar a los demás a reconciliarse y sembrar la paz en todas las relaciones. Cat. 2503, 2330.

5, 10 Los perseguidos son verdaderos discípulos que perseveran firmemente en la fe y sufren por su fidelidad a Cristo. Cat. 886, 1716, 1967.

5, 12 La invitación a seguir a Cristo implica la aceptación alegre de la miseria y la persecución por su causa. Cat. 520.

En este enlace se puede consultar el catecismo íntegro.

http://www.vatican.va/archive/catechism_sp/index_sp.html

 

San Jerónimo.

5, 1 Viendo la muchedumbre subió al monte. El Señor sube a los montes para atraer consigo a las multitudes hacia las alturas, pero las multitudes no tienen fuerza para subir. Lo siguen los discípulos pero aun a ellos les habla no de pie sino sentado y como retenido.

Siguiendo la letra, algunos hermanos muy simplistas piensan que predicó las bienaventuranzas y todo lo que sigue en el monte de los Olivos. Pero en modo alguno es así. Por lo que precede y lo que sigue, deducimos que fue en un lugar de Galilea: el monte Tabor, según pensamos, o algún otro monte elevado.

5, 3 Bienaventurados los pobres de espíritu. Para que nadie piense que el Señor predica la pobreza soportada a veces por necesidad, añadió: de espíritu, para que entendieras aquí la humildad, no la indigencia. Bienaventurados los pobres de espíritu que movidos por el Espíritu Santo son pobres voluntariamente.

5, 4 Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra en herencia. No la tierra de Judá ni la tierra de este mundo, no la tierra maldita que produce espinas y cardos, la que posen sobre todo los más crueles guerreros, sino la tierra que desea el Salmista: Espero ver los bienes del Señor en la tierra de los vivientes (Sal 26, 13).

5, 5 Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. No se refiere aquí al llanto por los muertos según la ley común de la naturaleza, sino a los muertos por sus pecados y vicios. Así lloró Samuel a Saúl, porque Dios se había arrepentido de haberlo ungido rey de Israel (cf. 1 S 15, 11); así el apóstol Pablo dice que llora y se aflige por los que después de sus fornicaciones e inmundicias no han hecho penitencia (cf. 2 Co 12, 21).

5, 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia. No nos basta con querer la justicia, si no tenemos hambre de justicia, por medio de este ejemplo se nos quiere hacer comprender que nunca somos suficientemente justos y que siempre debemos tener hambre de las obras de justicia.

5, 7 Bienaventurados los misericordiosos. La misericordia no se manifiesta solo en las limosnas sino también con ocasión de todo pecado de un hermano, si llevamos las cargas los unos de los otros (cf. Ga 6, 2).

5, 8 Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Aquellos a quienes la conciencia no les reprocha ningún pecado. El puro es visto por el corazón puro; el templo de Dios no puede estar manchado.

5, 9 Bienaventurados los que trabajan por la paz. Los que hacen reinar la paz primero en su corazón, luego entre los hermanos separados. ¿De qué sirve que otros sean pacificados por ti, si en tu corazón hay guerras a causa de los vicios?

5, 10 Bienaventurados los que sufren persecución por causa de la justicia. Especifica diciendo: por causa de la justicia, pues muchos sufren persecución por causa de sus pecados, y no son justos. Observa también que la octava bienaventuranza de la verdadera circuncisión termina por el martirio.

5, 11 Bienaventurados seréis cuando os maldigan. La maldición que hay que despreciar y que nos merece la bienaventuranza es la que es proferida falsamente por la boca del que maldice; de ahí la definición particular de esta bienaventurada maldición: Toda maldición proferida con mentira contra vosotros a causa de mí. Donde se trata de la causa de Cristo, entonces hay que desear la maldición.

5, 12 Alegraos y regocijaos. No sé quién de nosotros podría realizar esto: ver nuestra fama destrozada por la calumnia y alegrarnos en el Señor. No lo puede el que busca la vanagloria. Debemos pues alegrarnos y regocijarnos para que la recompensa nos sea preparada en el cielo. Leemos en un libro esta frase elegantemente expresada: No busques la gloria y no te afligirás cuando seas olvidado (Eclesiástico 9, 16).

 

San Agustín.

Dichosos los pobres de espíritu. El reino de los cielos será tuyo más tarde; ahora se pobre de espíritu. ¿Quieres que sea tuyo el reino de los cielos más tarde? Considera de quién eres tú ahora. Se pobre de espíritu. Nadie que se infla es pobre de espíritu; luego el humilde es pobre de espíritu. El reino de los cielos está arriba, pero “quien se humilla será ensalzado” (Lc 14, 11).

Bienaventurados los mansos porque ellos poseerán la tierra. Ya estás pensando en poseer la tierra. ¡Cuidado, no seas poseído por ella! La poseerás si eres manso; de lo contrario, serás poseído. En esto consiste el ser manso: en no poner resistencia a Dios, de manera que en lo bueno que haces sea él quién te agrade, no tu mismo; y en lo malo que sufras no te desagrade el, sino tú a ti mismo.

Dichosos los que lloran, porque serán consolados. El llanto significa la tarea; la consolación, la recompensa. Quienes lloran ahora por ser peregrinos, luego se gozarán de ser consolados.

Dichosos quienes tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados. Seremos saciados con aquello de lo que ahora sentimos hambre y sed. Sienta hambre y sed nuestro hombre interior, pues también él tiene su alimento y su bebida. Yo soy – dijo Jesús – el pan que ha bajado del cielo (Jn 6, 41). He aquí el pan adecuado al que tiene hambre. Desea también la bebida correspondiente: En ti se halla la fuente de la vida (Sal 35, 10).

Dichosos los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos. Hazla y se te dará; hazla tú con otro para que se te haga contigo, pues abundas y escaseas. Oyes que un mendigo, hombre también, te pide algo; tú mismo eres mendigo de Dios. Te piden a ti y pides tú también. Lo que hagas con quien te pide a ti, eso mismo hará Dios con quien le pide a él. Estás lleno y estás vacío; llena de tu plenitud el vacío del pobre para que tu vaciedad se llene de plenitud de Dios.

Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Este es el fin de nuestro amor; fin con que llegamos a la perfección no fin con el que nos acabamos. Todo lo que obramos, lo que obramos bien, nuestros esfuerzos, nuestras laudables ansias e inmaculados deseos, se acabarán cuando lleguemos a la visión de Dios. Entonces no buscaremos más. ¿Qué puede buscar quien tiene a Dios? O ¿qué le puede bastar a quien no le basta Dios? Queremos ver a Dios, buscamos verlo y ardemos por conseguirlo. ¿Quién no? Pero mira lo que se dijo: Dichos los limpios de corazón porque ellos verán a Dios. Hemos llegado a los limpios de corazón: a ellos se les prometió la visión de Dios. Y no sin motivo, pues allí están los ojos con que se ve a Dios. Hablando de ellos dice el apóstol Pablo: Iluminados los ojos de vuestro corazón (Ef 1, 18). Al presente, motivo a la debilidad, esos ojos son iluminados por la fe; luego, ya vigorosos, serán iluminados por la realidad misma.

 

Sermón 53, 1-6 Pg. 762.

 

San Juan de Ávila.

Aprended, pues, sierva de Cristo, de vuestro maestro y señor, aquesta santa bajeza, para que seáis ensalzada, porque palabra suya es Quien se humillare, será ensalzado (Lc 14, 11). E tened en vuestra ánima aquesta pobreza, porque de ella se entiende: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos (Mt 5, 3). E tened por cierto que, pues Jesucristo nuestro Señor fue por camino de humildad ensalzado, el que no la tuviera fuera va de camino; e débese desengañar con lo que dice San Agustín: “Si me preguntardes cuál es el camino del cielo, responderos he que la humildad; o si otra vez me lo preguntares, responderos he lo mismo e si mil veces me lo preguntardes, mil veces os responderé que no ha otro camino si no humildad”. E porque creo que deseáis agradar al Señor teniendo aquesta santa bajeza, es razón que se os diga el modo que para ello tendréis.

Audia, filia [I], 35. OC I. Pg. 452.

Pues, doncella, en cualquier cosa que en vuestro prójimo vieredes, mirad que es lo que vos sentís, o querríades que otros sintiesen de vos, si aquello os acaeciese y con aquellos ojos que pasan por vos, compadeceos de él, y remedialdo en cuanto pudiéredess; y sea medida de Dios con esta piadosa medida que vos midiéredes, según su palabra: Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia (Mt 5, 7). Y así habéis sacado conocimiento del próximo de vuestro propio conocimiento y seréis piadosa para con todos.

Audia, filia [II]. Capítulo 95. OC I. Pg. 742.

Bienaventurados los pobres. El que fuere tan humilde que tuviere claro conocimiento cómo de sí mesmo es nada y amare mucho su desprecio, dando de corazón la honra a Dios y no queriendo nada para sí de estima ni de riqueza temporal, este será pobre de espíritu.

Bienaventurados los mansos. El que se hallare libre no solo del deseo de venganza, mas aun de la turbación de la ira, dándose suave y afable a los rencillosos, sus injuriadores, como si no hubiera sido injuriado, este es manso de corazón.

Bienaventurados los que lloran. El que huyere los deleites presentes y tomare el gemido por música, abrazando los trabajos con mayor afición que los mundanos sus falsos placeres, ese es lloroso bienaventurado.

Bienaventurados los que han hambre y sed de justicia. El que con fervor de espíritu hiciere el deber en todas las cosas y tuviere mayor deseo del manjar espiritual que los muy golosos tiene del manjar corporal, este tiene hambre y sed de justicia.

Bienaventurados los misericordiosos. Cualquiera que tuviere los males ajenos por suyos propios, a semejanza de madre, que está más enferma y llorosa por la enfermedad de su hijo que por el mesmo que padece el mal, ese será misericordioso.

Bienaventurados los limpios de corazón. El que tuviere perfecta limpieza de alma y mortificare en todo sus pasiones, virtud en que consiste la verdadera santidad que agrada a Dios, ese, sin duda, es limpio de corazón.

Bienaventurados los pacíficos. El que tuviere tan sosegados sus movimientos que estén sujetos a la razón, y fuere tan conforme en su voluntad con la de Dios que, procurando esta paz su alma, la deseare y solicitare en los prójimos aunque sea a costa de muchos trabajos, ese es verdaderamente pacífico.

Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia. El que padeciere por defensa de la virtud y justicia hasta sufrir martirio, si fuere necesario, por Dios, procurando siempre su mayor gloria, aunque todo el mundo se levante contra él, de este tal con verdad se dice que parece persecución por la justicia.

En estos ocho grados, por donde se camina y sube a la alteza de la perfección evangélica, consiste la bienaventuranza de esta vida y la firme esperanza de la eterna felicidad que esperamos.

Breve exposición de las Bienaventuranzas por el Padre Maestro Juan de Ávila, predicador del Andalucía. OC II. Pgs. 809-810.

Ansí dijo nuestro Señor: Bienaventurado el que tiene hambre y sed de justicia; quiere decir, quien tiene grandísimo deseo de ser bueno. Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia. No quiere decir aquí que, porque el alcalde me ahorque, por eso seré bienaventurado. No; sino que: bienaventurado el que padece persecución por hacer lo que debe.

Lecciones sobre 1 San Juan (I). OC II. Pg. 262.

San Ambrosio dice que la palabra de la piedad hace tanto en quien la guarda, que, aunque tenga flaquezas de la carne, mas no lo dejará Dios perder. He aquí por qué no le dejará Dios caer; y si cayese le ayudará a levantar. Justa cosa es hacer misericordia con aquellos que la hacen con sus prójimos. No que el que hiciere misericordia, si no dejó el vicio, sino que se ha de tener esperanza que Dios le trairá a buen estado y conocimiento, porque no se pierda. Sácaselo luego de aquí que tener entrañas de misericordia, tener compasión y deseo de remediar males de prójimos, es grande señal de hijos de Dios.

Lecciones sobre 1 San Juan (II). OC II. Pg. 446.

Viva con cuidado de no hacer cosa que no deba contra su prójio y mire si le puede ayudar en alguna cosa, como limosna, consuelo, o favor o cualquiera otra cosa; hágalo, porque Bienaventurados los misericordiosos; y, Juicio sin misericordia será hecho a quien no hiciere misericordia (St 2, 13).

Reglas muy provechosas para andar en el camino de Nuestro Señor. OC II. Pg. 845.

Pues ved aquí el bien que esperan los hijos de Dios, para el cual se santifican y se alimpian de las cosas de la tierra, quitando de ellas su afición; como Él es santo, limpísimo que ninguna cosa ama, sino por si. Pues, si hemos de ser semejantes al Santo, conviene que nos santifiquemos, y si del limpio, que nos alimpiemos.

Lecciones sobre 1 San Juan (II). OC II pg. 422.

Porque los limpios de corazón verán a Dios y gozarán de la divina contemplación. Por lo cual ternéis grandísimo cuidado de no perder tiempo, sino traed el corazón ocupado siempre en buenos deseos y pensamientos; huid de las malas conversaciones y compañías, no se os dé nada faltar al mundo por que cumpláis con Dios.

Diálogus inter confesarium et paenitentem. OC II. Pg. 781.

Bienaventurados los pobres de espíritu.

Conocé vuestra pobreza, buscá remedio. ¡Veisos morir y no queréis dar voces a Dios! Pedilde fuerzas para no le ofender. ¡Qué lastima es perderse ánimas que tan caro costaron, tan de balde!

Ciclo temporal. Sermones de tiempo. 3. En vísperas de Navidad. OC III. Pg. 64.

¡Bienaventurado el que no se arrima en sí mesmo ni halla adarme de riquezas en sí mesmo, ni en sus fuerzas, ni en su poder! También toca esta palabra a los romanos. ¡Bienaventurados los pobres de espíritu, en su discreción, no en su razón; en todo se halla pobre, en todo tener necesidad de Dios; a Él van por consejo, de Él mendigan lo que han menester y sin Él no hallan remedio en otra parte, de Él mendigan lo que les falta, de Él piden limosna en todas sus necesidades! Estos son bienaventurados. Y malaventurado del hinchado, codicioso, amador de honra, amador de riquezas, vano y arrimado en cosas vanas.

Ciclo temporal. Sermones de tiempo. Miércoles de la semana 4 de Cuaresma. OC III. Pg. 187.

Ansí, pues, hemos de hacer; confesarnos por flacos y desmayados, por estériles, miserables, porque no sabemos, ni podemos, ni valemos, etc. Si estás en pie, engreído, no podemos entrar en el cielo. Si alegamos nuestras virtudes, todo nada, etc. Entra, entra, conociéndote y apocándote y desconfiando como Abraham. Estos son los bienaventurados pobres de espíritu. No quiero riquezas engañosas, dijo Salomón, porque por ventura me engañarían y te niegue (cf. Prov 30, 9).

Ciclo santoral. Sermones de Nuestra Señora. Natividad de la Virgen. OC III. Pg. 827.

¡Oh humildad! ¡Oh pobreza, cuán amada sois de este Señor que os santifica, tomándoos en su misma persona, para después llamar bienaventurados a los humildes y pobres de espíritu.

Ciclo santoral. Sermones de santos. San José. OC III. Pg. 1025.

¿Qué es lo que tenéis? – Beati pauperes spiritu, quoniam ipsorum est regnum caelorum. Es un reino donde han de reinar y ser reyes; no de reino que se acaba, sino de reino para siempre.

Beati mites, quoniam ipsi possidebunt terram. Dalles ha también una tierra. Pues, ¿por qué ya le llamáis cielo y ya tierra? Llámase tierra, porque no será como los bienes de acá, que ya los tiene el hombre y ya no tiene nada; mas dalles ha un bien que será firme como la tierra, que así como no se mueve, ansí ellos no lo perderán. Bien que no es oro, sino el que crió el oro; no deleite sucio, sino deleite celestial.

Beati pacifici, quoniam filii Dei vocabuntur. Llamarse han hijos de Dios, estarán etnre los hijos de Dios, en compañía de los ángeles y con Dios,. Acá se llaman hijos de Dios que no han heredado. Allá srán hijos de Dios que habrán heredado.

Beati mundo corde, quoniam ipsi Deum videbunt. También les dará ver a Dios. Denle gracias los ángeles para siempre jamás, que hemos de ver a Dios como Él es y gozar de Dios, aquel piélago de infinitas perfecciones, aquel retablo y dechado donde sale todo el bien. Que hemos de comer el manjar que l mismo Dios come a su mesa.

Beati misericordes. Llámase misericordia que se da a los que usan misericordia, y es misericordia que excede a toda misericordia.

Beati qui lugent. Llámase consolación que se da a los que en esta vida fueron desconsolados; halago para los afligidos. Por eso decía San Bernardo: “Bienaventuradas lágrimas que han de limpiar las manos de Dios”. Luego, pues que tal consolación y tal regalo esperamos, no se nos hagan recios los trabajos de esta vida.  ¡Qué regalos, qué ánimos, que acallamientos, qué arrullos hará Dios”.

Ciclo santoral. Sermones de Santos. Festividad de Todos los Santos. OC III. Pgs.1068-1069.

¿Queréis que os diga quién es Dios? Una cosa limpísima y que mira mucho que tengamos los corazones limpios, y así dice Él: Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. También en el Apocalipsi dice: No entrarán en aquella ciudad los que no fueren limpios (cf. Ap 21, 27).

Ciclo temporal. Sermones de tiempo. Viernes de la semana 3 de Cuaresma. OC III. Pg. 155.

Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios en el cielo. Y los ojos del cuerpo que, para darle contentamiento a Él, en la tierra le han de mirar, de este limpio corazón han de salir.

Ciclo temporal Sermones del Santísimo Sacramento. Víspera del Corpus. OC III. Pg. 471.

Unos y otros procuren de llevar los corazones (a los cuales Dios mira) tan limpios, que los ojos corporales con que al Señor miraren les den vista agradable con que Él se contente; pues que así como los limpios de corazón han de ver a Dios en el cielo con espiritual vista, así la vista corporal, que da contentamiento al Señor en la tierra, de limpieza de corazón han de salir. Y porque en esta limpieza va mucho, y poca gente sabe alcanzarla por vía de contrición sola y propósito de confesión, nos aconseja la santa Iglesia, sigún hemos dicho en otro sermón, que desde el domingo pasado nos aparejemos con buenas obras y pura confisión de nuestros pecados para recibir a nuestro Señor y celebrar dignamente su fiesta, y gozar de los fructos de su pasión.

Ciclo temporal. Sermones del Santísimo Sacramento. Víspera del Corpus. OC III. Pg. 510.

Campo hay donde la gente común oye al Señor (cf. Lc 6, 17), y monte donde los más fuertes suben a le oír (cf. 5, 1); y he visto algunos dejar de ser medianamente buenos porque no son perfectamente tales.

A un señor de título. OC IV. Pg. 107.

Bienaventurados aquellos que lloran, que ellos serán consolados. Lloremos, señora; quiero decir, pasemos adversidades, que el consuelo prometido por Cristo no nos faltará. Fiemos a Dios nuestras penas, que Él las tornará en placeres.

A una mujer devota que padecía trabajos. OC IV. Pg. 247.

Siempre que alzáremos el corazón a mirar a Dios, cáigansenos los ojos luego de empacho, estando lastimados y sentidos, porque dejamos de hacer lo que un tan grande amigo nuestro nos mandó. Estos son los bienaventurados llorosos a quien promete Cristo consolación, y de estos dice Dios por un profeta que vive Él, que en la hora que el pecador gimiere su pecado, que no se acordará más de él (cf. Ez 33, 11) para castigallo.

A una religiosa. OC IV. Pg. 701.

Mas pues su bendita boca llama bienaventurados a los que lloran, a los que padecen hambre y sed, a los que padecen persecuciones y toda su vida no fue sino un continua martirio, ¿qué duda nos queda a los que somos discípulos suyos, sino que firmemente creamos que éste es el camino de la salud? No dudéis, hermanas muy amadas, de seguir la luz, que es Cristo; que, sin falta, si vais por donde Él fue iréis a donde Él fue; porque palabra suya tenemos de adonde Él estuviere, estará su sirviente (cf. Jn 12, 26). No miréis de quien o por quién vienen los trabajos, como hacen los que dicen: Si Dios me los enviase, sufrirlo hía; mas vienen de fulano y fulano ¿por qué los he de sufrir?

A unas mujeres devotas que padecían trabajos. OC IV. Pg. 263.

Y así conviene que en esperar sus mercedes, y en todo, andemos subjetos a su voluntad, aunque Él no ande a la nuestra; y andar contentos con el hambre, pues son llamados bienaventurados los que han hambre y sed de justicia. ¿Y cuál justicia más justa que amar una ánima a su creador? ¿Y no dejará de dar este amor a aquel que tan juntamente lo pide? No perdáis, pues, vuestra hambre de las ansias de amor; mas pasad vuestra hambre con esperanza de la hartura, que acá o allá os veréis junta con el que desea vuestra ánima, y los senos de ella tan llenos del bálsamo de la vida que aviva los celestiales y cuanto vive, que todos vuestros huesos digan: Bendice, alma mía, al Señor (Sal 102, 1s).

A una devota suya. OC IV. Pg. 433.

Quien esta misericordia tiene con su prójimo, seguramente se puede llegar al conocimiento de Cristo, y será Él remediado, porque los misericordiosos alcanzarán misericordia.

A un señor de estos reinos. OC IV. Pg. 90.

El que prometió a sus apóstoles en pago de las injusticias, miserias e persecuciones que por Él padeciesen. Y, por ser tan grandes, les manda que no estén tristes, sino alegres en medio de las persecuciones; y con esperanza de gozar de Dios, llevan con ligereza la carga de los trabajos.

Quinta parte. A una religiosa. OC IV. Pg. 727.

 

 

 

 

Comentario del padre José Luis Sicre.

-Ambientación (5, 1-2):

Multitudes venidas de Galilea, Decápolis, Judea y Transjordania para seguir a Jesús / sirios que buscan ser curados (4, 24).

Monte:

Recuerda la subida de Moisés al Sinaí para proclamar la ley que Dios le revelará.

Se sienta / se postra (Moisés).

Discípulos: se acercan / alejados.

Sinaí: Moisés traza un límite alrededor del monte y avisa al pueblo que se guarde subir (Ex 19, 12-21).

-Bienaventuranza:

Género muy conocido en el Antiguo Testamento, especialmente en los Salmos y en los escritos sapienciales.

Se usan para proponer valores religiosos y morales:

Confianza en Dios, temor de Dios, respeto del sábado, buena conducta.

“Dichoso quien se apoya en el Dios de Jacob” (Sal 146, 6).

A veces se refiere a situaciones difíciles de aceptar.

Para hablar de valores religiosos humanos.

Expresar sentimientos profundos.

-Advertencias:

El premio prometido (el Reino de Dios) no se da solo en la otra vida. Comienza a realizarse en esta.

No son una carrera de obstáculos, sino ocho puertas para entrar en el palacio del Reino de Dios.

Jesús hablaba a la gente en arameo, pero los evangelios se transcribieron en griego. Esto hace que no sepamos con exactitud el sentido de sus palabras.

El documento Q solo contenía cuatro bienaventuranzas relativas a los pobres, los que tenéis hambre, los que lloráis, y cuando os insulten y persigan. Mateo ha suprimido las de los que tienen hambre, ha añadido otras cinco, y ha trasladado la cuarta de Q al final.

 

Comentario Homilética

-Partes:

Introducción narrativa (vv. 1-2):

Auditorio: muchedumbre y discípulos.

Autoridad de Jesús: se sentó, posición de maestro.

Extraordinaria importancia de lo que va a decir: abriendo la boca, enseñaba, diciendo.

Conjunto de las bienaventuranzas (vv. 3-10):

Abierto y cerrado con la expresión: “porque de ellos es el reino de los cielos).

Última bienaventuranza:

Afecta directamente a sus oyentes: seréis / serán.

 

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Biblia del Peregrino. Edición de Luis Alonso Schökel. EGA-Mensajero. Bilbao. 1995.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Guijarro, S. Los Dichos de Jesús. Introducción al Documento Q. Sígueme. Salamanca. 2014.

Jerónimo. Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999.  

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas i. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

Sicre, J.L. El evangelio de Mateo. Un drama para ser feliz. Verbo Divino. Estella. 2019.

Homilética. Sal Terrae. 2020/5.

Secretariado Nacional de Liturgia. Libro de la Sede. Primera edición: 1983. Coeditores Litúrgicos. Barcelona. 2004.

 

 

 

 

 

Monición de entrada.

Buenos días.

En el día de nuestro bautismo el sacerdote entregó a nuestro padrino una vela encendida y le dijo que la aumentáramos para que pudiésemos recibir a Jesús.

En misa tenemos los cirios del altar encendidos. Así le decimos a Jesús que queremos estar con él.

 

Señor, ten piedad.

Jesús, llévanos a ti. Señor, ten piedad.

Jesús, ilumínanos. Cristo, ten piedad.

Jesús, ábrenos la puerta. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.

-Por la Iglesia, para que sepa enseñarnos las palabras de Jesús. Te lo pedimos Señor.

-Por las ONU que ha celebrado su 75 aniversario, para que ayudes a las personas que trabajan allí. Te lo pedimos Señor.

-Por las personas que no hacen caso de las normas, para que se den cuenta que están haciéndolo mal. Te lo pedimos, Señor.

-Por nosotros que estamos en misa, para que estemos atentos a Jesús. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.

Virgen María, te damos gracias por las personas que vinieron a nuestro bautismo y que recibieron la vela encendida. Gracias por las personas que nos hablan de Jesús y nos ayudan a no olvidar que es nuestro amigo.

 

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