lunes, 18 de septiembre de 2023

Domingo 25. 24 de septiembre de 2023.

 


Primera lectura.

Lectura del libro de Isaías 55, 6-9 

Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca. Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos – oráculo del Señor –. Cuanto dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes.

 

Textos paralelos.

 Buscad a Yahvé.

Os 5, 6: Como ovejas y vacas / irán en busca del Señor, / sin encontrarlo, / pues se ha apartado de ellos.

Mientras está cercano.

Sal 145, 18: Cerca está el Señor de los que lo invocan, / de los que lo invocan sinceramente.

Dt 4, 7: Pues ¿qué nación grande tiene un dios tan cercano como está el Señor, nuestro Dios, cuando lo invocamos?

Se vuelva a Yahvé, el compasivo.

Lc 15, 20: Y se puso en camino a casa de su padre. Estaba aún distante, cuando su padre lo divisó y se enterneció. Corriendo, se le echó al cuello y le besó.

Za 1, 3: Ahora diles: Así dice el Señor de los ejércitos. Volved a mí – oráculo del Señor de los ejércitos –, y yo volveré a vosotros – dice el Señor de los ejércitos.

Pues cuanto se elevan.

Sal 103, 11: Pues como se eleva el cielo sobre la tierra, / así vence su misericordia a sus fieles.

 

Notas exegéticas.

55 Última exhortación a participar en los bienes de la nueva alianza, vv.1-5, y a convertirse mientras aún es tiempo, vv. 6-11.

 

Salmo responsorial

Sal 144, 1-3.8-9.17-18

 

R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

 

Día tras día te bendeciré

y alabaré tu nombre por siempre jamás.

Grande es el Señor, merece toda alabanza,

es incalculable su grandeza. R/.

El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.

 

El Señor es justo en todos sus caminos,

es bondadoso en todas sus acciones.

Cerca está el Señor de los que lo invocan,

de los que lo invocan sinceramente. R/.

 

 Textos paralelos.

Todos los días te bendeciré.

Sal 44, 5: ¡Tú eres mi Rey y mi Dios, / que asignas las victorias a Jacob!

Sal 34, 2: Bendigo al Señor en todo momento, / su alabanza está siempre en mi boca.

Sal 68, 20: Bendito el Señor cada día: / Dios carga con nuestra salvación.

Grande es Yahvé, muy digno de alabanza.

Sal 48, 2: ¡Grande es el Señor! y muy digno de alabanza / en la ciudad de nuestro Dios.

Sal 95, 3: Porque el Señor es un Dios Máximo, / rey supremo de todos los dioses.

Jb 36, 26: Mira, Dios es sublime, no lo entendemos / y no podemos contar sus años.

Sal 71, 18: Ahora, en la vejez y las canas, / Dios, no me abandones, / hasta que anuncie tu brazo y tu fuerza / a la generación venidera.

Sal 78, 4: No lo encubriremos a nuestros hijos, / lo contaremos a las siguientes generaciones.

Es Yahvé clemente y misericordioso.

Sal 103, 8: “El Señor es compasivo y clemente, / paciente y misericordioso.

Bueno es Yahvé para con todos.

Sal 103, 13: Como un padre se enternece con sus hijos, / así se enternece el Señor con sus fieles.

Sb 1, 13-14: Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes. / Todo lo creó para que subsistiera; / las criaturas del mundo son saludables; / no hay en ellas veneno de muerte ni el abismo impera en la tierra.

Yahvé es justo cuando actúa.

Dt 32, 4: Él es la Roca, sus obras son perfectas, / sus caminos son justos.

Cerca está Yahvé de los que lo invocan.

Dt 4, 7: Pues, ¿qué nación grande tiene un dios tan cercano como está el Señor, nuestro Dios, cuando lo invocamos?

Jr 29, 13: Me buscaréis y me encontraréis, si me buscáis de todo corazón.

Is 58, 9: Entonces clamarás al Señor, / y te responderá; / pedirás auxilio, y te dirá: Aquí estoy. / Si destierras de ti los cepos, / y el señalar con el dedo, / y la maledicencia.

 

Notas exegéticas.

145 Salmo “alfabético”, que toma prestados segmentos de otros salmos.

 

Segunda lectura.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1,20c-24.27a.

Hermanos:

Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo y el morir un trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del evangelio de Cristo.

 

Textos paralelos.

Cristo será glorificado en mi cuerpo.

1 Co 6, 20: Os ha comprado pagando un precio, por tanto glorificad a Dios con vuestro cuerpo.

Ga 2, 20: Y ya no vivo yo, sino que vive Cristo en mí. Y mientras vivo en carne mortal, vivo de fe en el Hijo de Dios, que me amó y se entregó por mí.

Col 3, 3: Pues habéis muerto y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.

Me quedaré con todos vosotros.

Flp 1, 4: Y siempre que pido cualquier cosa por todos vosotros, lo hago con gozo.

Flp 2, 16: Ostentando el mensaje de la vida. Esa será mi gloria el día de Cristo: la prueba de que no he corrido en vano ni me he fatigado en vano.

1 Co 15, 31: Día a día estoy muriendo. Lo juro, hermanos, por el orgullo que siento de vosotros ante Cristo Jesús Señor nuestro.

2 Co 1, 14: Y como lo habéis comprendido en parte, espero que lo comprenderéis del todo: que el día de nuestro Señor Jesús seremos vuestro orgullo como vosotros el nuestro.

2 Co 5, 12: Y no intentamos otra vez recomernos a vosotros; deseamos más bien daros ocasión de estar orgullosos de nosotros frente a los que presumen de apariencias y no de lo interior.

1 Ts 2, 19: Pues, cuando venga el Señor nuestro, Jesús, ¿quién sino vosotros será nuestra esperanza y gozo y la corona de la que estemos orgullosos de él?

 

Notas exegéticas.

1 20 Pablo razona aquí para formarse una decisión discerniendo entre lo que es teóricamente mejor, es decir, “estar con Cristo”, vv. 21-23, y lo que es necesario para el bien de la comunidad, v. 24.

1 25 Este presentimiento – que no llega a certeza, ver 2, 17 – se cumplió (ver Hch 20, 1-6 y las Epístolas Pastorales), contrariamente a lo que expresó en el discurso de Mileto, Hch 20, 26.

1 26 O bien: “orgullo” (kaúchema). El motivo profundo de esta satisfacción de los filipenses es la comunión en Cristo, que se verá también reavivada por su vuelta a Filipos (“por mi causa”, lit. “en mí”). Más tarde (2, 16, ver 1 Ts 2, 19), será la vida de la comunidad la fuente del orgullo de Pablo.

1 27 (a) El término griego (politeúomai) significa propiamente “llevar vida de ciudadanos”, conforme a las leyes de una ciudad. La Ciudad nueva del Reino de Dios tiene por Rey a Cristo, al Evangelio como ley, y al cristiano como ciudadano, ver 3, 20; Ef 2, 19.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Mateo 20, 1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola:

-El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para sus viñas. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo y les dijo: “Id también vosotros a mi viña y os pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde, e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”. Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros·. Vinieron los del atardecer y y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado solo una hora y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”. Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti, ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”. Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos.

 

Textos paralelos.

Al atardecer dijo el dueño de la viña.

Lv 19, 13: No explotarás a tu prójimo ni lo expropiarás. No dominará contigo hasta el día siguiente el jornal del obrero.

Dt 24, 14-15: No explotarás al jornalero, pobre y necesitado, sea hermano tuyo o emigrante, que vive en tu tierra, en tu ciudad.

¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero?

Rm 9, 19-21: Objetarás: ¿Por qué se queja, si nadie puede oponerse a su decisión? Y tú, hombre, ¿quién eres para replicar a Dios? ¿Puede la obra reclamar al artesano que la hace así? ¿No tiene el alfarero libertad para hacer de la misma masa un objeto preciso y otro sin valor?

¿O va a tu ojo malo porque yo soy bueno?

Mt 19, 30: Pero muchos primeros serán últimos y últimos serán primeros.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

20 Contratando hasta la tarde a obreros sin trabajo y dándoles a todos el jornal completo, el dueño de la viña da pruebas de una bondad que sobrepasa la justicia, sin lesionarla por lo demás. Así es Dios, que admite en su Reino a los que han llegado tarde, como los pecadores y paganos. Los llamados a primera hora (los judíos beneficiarios de la alianza desde Abrahán) no deben escandalizarse por ello.

20 15 Aquí acababa probablemente la parábola original, dirigida quizá a los fariseos, lo mismo que las parábolas de Lc 15.

20 16 Adicción: “Porque muchos son llamados, más pocos escogidos”, sin duda tomado de 22, 14.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

20, 1-16 La parábola, que enlaza con 19,30 mediante el “pues” inicial, contradice nuestro concepto humano de “justicia” y establece que se ha definido (Daniélou) ·el derecho de Dios a tratar con los hombres con la más perfecta desigualdad y sin tener en cuenta los diversos derechos” (cf. 6, 1 a propósito de recompensa). Esta doctrina no estaba lejos de la aceptada en los círculos de judíos piadosos, como lo prueba esta «perla en la boca de los rabinos de Yamnia (s. I): “Quizás dirás: yo hago mucho, y él (=mi prójimo) poco. Pero nosotros hemos aprendido: es igual el que hace poco que el que hace mucho, a condición, únicamente, de que dirija su corazón hacia el cielo”» (BBer 2, 16).

1 EL REINO DE LOS CIELOS ES PARECIDO A…: con el reino de los cielos (cf. 3, 2) pasa lo que con… (cf. 13, 24). // UN AMO: lit. un hombre dueño, el “dueño de la casa”, como en 13, 52 y en otros pasajes.

3-6 [LA] HORA TERCIA: lo que para nosotros son las 8-9 de la mañana. // PARADOS: lit. en pie, aunque no haya que entenderlo materialmente. SIN TRABAJO: el vocablo griego tiene también el significado de “infructuoso”, “sin producir fruto”. // [LA] HORA SEXTA: de 11 a 12 de mediodía. La hora NONA: de 2 a 3 de la tarde. // [LA] HORA UNDÉCIMA: lo que para nosotros son las 4-5 de la tarde.

10 RECIBIRÁN: lit. recibirán (como copiando el estilo directo; pensaban: recibiremos).

13 COMPAÑERO: al igual que en 22, 12 y 26, 50, no es el apelativo de la amistad el vocablo griego, que aquí va envuelto en ironía, tiene matiz negativo.

15 EN MIS ASUNTOS: o bien, si la expresión griega (lit. en las cosas mías) se le da sentido local: en mis fincas, en mis tierras. // VES CON MALOS OJOS…: lit. el ojo de ti malo es porque (= por la envidia que tienes al ver que) yo bueno soy.

16 Estas palabras forman inclusión con las de 19, 30.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

20, 1-16 Nuestras buenas obras no son un pago para ganarnos la salvación, sino una respuesta y un don de la gracia de Dios. La parábola nos ayuda a distinguir entre la idea cristiana de mérito y la idea más bien mercenaria (pelagiana) de salario. Al final, todos los que responden a su gracia y han sido justificados por Dios reciben la plenitud de la vida eterna. Catecismo de la Iglesia Católica, 2008.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

2008 El mérito del hombre ante Dios en la vida cristiana proviene de que Dios ha dispuesto libremente asociar al hombre a la obra de su gracia. La acción paternal de Dios es lo primero, en cuanto que Él impulsa, y el libre obrar del hombre es lo segundo, en cuanto que este colabora, de suerte que los méritos de las obras buenas deben atribuirse a la gracia de Dios en primer lugar, y al fiel, seguidamente. Por otra parte, el mérito del hombre recae también en Dios, pues sus buenas acciones proceden, en Cristo, de las gracias prevenientes y de los auxilios del Espíritu Santo.

 

Concilio Vaticano II

Aunque tenemos las primicias del Espíritu, gemimos en nuestro interior y deseamos estar con Cristo. Esta misma caridad nos apremia a vivir cada vez más para Aquel que murió y resucitó por nosotros. Intentamos, por tanto, agradar a Dios en todo y nos ponemos la armadura de Dios para poder permanecer firmes frente a las acechanzas del diablo y resistir en el día malo. Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra, mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos mandarán ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes. En efecto, antes de reinar con Cristo glorioso, todos compareceremos ante el tribunal de Cristo para dar cuenta cada uno del bien y del mal que hizo durante su vida en este cuerpo. Al fin del mundo, los que hicieron el mal resucitarán para el juicio. Considerando, por tanto, que los sufrimientos de esta vida no se pueden comparar con la gloria futura que se manifestará en nosotros, fuertes en la fe aguardamos la feliz esperanza y la venida gloriosa del gran Dios y de nuestro Salvador Jesucristo. Él transformará nuestro humilde cuerpo en un cuerpo glorioso parecido al suyo y vendrá a que lo glorifiquen todos sus santos y lo admiren todos sus creyentes.

Lumen gentium, 48.

 

Los Santos Padres.

¿Qué es, pues, lo que dice la parábola? Esto es lo que ante todo es menester poner en claro para resolver luego otras dificultades. Llama viña a los preceptos y mandamientos de dios; tiempo de trabajo es la presente vida; obreros, los que de diversos modos son llamados a guardar los mandamientos de Dios; horas de la mañana, tercia, sexta, nona y undécima, los que en diversas edades se vuelven a Dios y se distinguen por su virtud.

Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 64, 3. 1b, pg. 145.

El Señor, huyendo de la ambición, habla sobre otro amo, siendo Él mismo el amo y administrador del Reino del Cielo. Por día expresa todo el periodo durante el que, en diferentes momentos desde la transgresión de Adán, llama a los justos a la obra divina, apartando una recompensa por sus acciones. En torno a la primera hora se refiere a aquellos del tiempo de Adán y Henoc, los de la tercera hora son los de los tiempos de Noé, Sem y los justos que descienden sobre ellos. (...). Los trabajadores llamados a la hora sexta son los de los tiempos de Abrahán, el tiempo de la institución de la circuncisión; los de la undécima hora son los del momento antes de la venida de Cristo.

Cirilo de Alejandría, Fragmentos sobre el Ev. de Mateo, 226. 1b, pg. 146.

¿Con qué fin fue compuesta esta parábola y qué trata de conseguir? Lo que la parábola intenta es animar más y más a los que en su vejez se han convertido a Dios y han corregido su vida, y no consentirles que se tengan por inferiores.

Juan Crisóstomo, Homilías sobre el Ev. de Mateo, 65. 1b, pag. 147.

 

San Jerónimo.

20.1.2. El Reino de los cielos se parece a un padre de familia que salió muy de madrugada. Esa parábola o comparación sobre el Reino de los cielos se explica por lo que precede. Un poco antes está escrito: Muchos de los primeros serán los últimos y muchos de los últimos serán los primeros; el Señor no se refiere al tiempo sino a la fe.

Todos, igualmente sublevados por la envidia contra los últimos, acusaron de injusticia al padre de familia, no porque hubieran recibido menos de lo convenido sino porque querían recibir más que aquellos sobre los que se había derramado la bondad del patrón.

Según mi parecer, los obreros de la primera hora son Samuel, Jeremías y Juan Bautista, que pueden decir con el salmista: desde el seno de mi madre tú eres mi Dios (Sal 21,11). Los obreros de la tercera hora son los que comenzaron a servir a Dios desde la adolescencia; de la hora sexta, los que recibieron el yugo de Cristo en la edad madura; de la novena, los que lo hicieron al declinar en la vejez, y finalmente, los de la undécima, los que estaban en extrema ancianidad.

Algunos comentaban la parábola de otra manera. Según ellos, a la primera hora fueron enviados a la viña Adán y los demás patriarcas hasta Noé; a la tercera, el mismo Noé hasta Abraham y la circuncisión que le fue prescrita; a la sexta desde Abraham hasta Moisés cuando fue dada la Ley; a la novena el mismo Moisés y los profetas; a la undécima los apóstoles y el pueblo de los gentiles a quienes todos envidian.

Todos los que fueron llamados antes envidian a los gentiles y se retuercen por la gracia del Evangelio. Por eso el Salvador concluye la parábola diciendo: Los primeros serán los últimos y los últimos serán los primeros porque los judíos, de cabeza que eran se convirtieron en cola y nosotros pasamos de ser cola a ser cabeza.

13. Amigo, no soy injusto contigo. He leído en un libro [Orígenes, Comentario a Mateo, XV, 35) que este amigo, a quien increpa el padre de familia, obrero de la primera hora, designa al primer hombre creado y a aquellos que han creído en aquel tiempo.

15.16. ¿Por qué tomas a mal que yo sea bueno? Encontramos el mismo sentido en aquella parábola de Lucas donde el hijo mayor, celoso del menor, no quiere recibirlo arrepentido y acusa a su padre de injusticia. Y para que sepamos que el sentido es el que hemos propuesto, el título de esta parábola y su conclusión se corresponden: Así, dice, los últimos serán los primeros y los primeros serán los últimos; en efecto, muchos son los llamados, pocos los elegidos.  

 

San Agustín.

Pensad que sois vosotros quienes habéis sido conducidos a la viña. Quienes vinieron siendo aún niños, considérense los conducidos a primera hora; quienes siendo adolescentes, a la hora tercia, quienes en su madurez, a la sexta; quienes eran ya más graves, a la nona, y quienes ya ancianos, a la hora undécima. No os preocupéis del tiempo. Mirad el trabajo que realizáis; esperad seguros la recompensa. Y si consideráis quién es vuestro Señor, no tengáis envidia si la recompensa es para todos igual. Sabéis cuál es el trabajo, pero lo recordaré. Escuchad lo que ya sabéis y realizad lo que oísteis.

Presentemos todos nuestro corazón a Dios, para que lo vea, y realicemos el trabajo con ilusión. No ofendamos a quien nos contrata, para recibir con a frente alta la recompensa.

Sermón 49,2.

 

San Juan de Ávila.

1.El oficio de padre de las campañas: el que tiene casa y hacienda [y] lleva obreros a trabajar, hales de pagar muy bien a los trabajadores el jornal que puso con ellos; no los ha de defraudar en la paga de su trabajo. El que derrama la sangre de su prójimo y el que no paga el jornal al que trabajo en su hacienda, igualmente peca, hermanos son (Eclo 34, 27), iguales los hace la sagrada Escritura. El que tiene hacienda para llevar a ella quien se la cure y labre, tenga manos para pagalle su jornal y trabajo. El cargo del que va a trabajar es hacer fielmente todo lo que pudiere y trabajar con diligencia y cuidado.  

2. Véislo, pues, aquí bien repartido. El Señor de la viña es Dios, es muy buen pagador a maravilla. Quejaos por ahí de ese pagador. ¿Págaos mal lo que por él trabajáis? Los trabajadores somos nosotros. ¡Cuáles somos! Dios nos haga mejores por su bondad y misericordia.

5. Veislo hasta aquí cuidado en enviar a trabajar gente a su viña; a la noche verlo heis bondadoso en pagar, y como les hizo pagar igualmente, y como murmuraron los que primero habían venido a la viña, y lo que el padre de las compañas respondió.

6. A este propósito digo: extrema bondad es sacar bien de mal; y por el contrario, gran mal es sacar mal de bien y bondad; arte y condición del diablo es sacar mal y bien. Dios es contrario de esto, que saca bien del mal; arte suya y propiedad suya es sacar del mal bien. Tu ojo está malo, que yo bueno soy; en ti está la maldad, que yo bien hago; a este hago misericordia y a ti justicia, a ninguno hago injuria; yo quiero a este darle tanto como a vos. Yo me igualé con vos, que os daría un denario; tomadlo y ios enhorabuena (cf. Mt 20, 13-14). ¿Qué os da a vos que dé yo tanto a este que vino a la postre como a los que vinieron de mañana? Vois sois malo, que os pesa del bien que hago, y yo soy bueno en lo hacer. ¿Por qué no podré yo hacer bien a quien yo quisiere?

Así será que los postreros serán primeros y los primeros postreros; muchos son los llamados y pocos los escogidos (Mt 20, 16). Díjolo esto el Señor a este primero para dar a entender que muchos que comienzan a servir a Dios, porque no os descuidéis, que muchos de estos primeros son postreros: serán flacos y tibios y se quedarán atrás, y otros, que comenzaron después, pasarán delante en aprovechamiento de devoción, aunque vinieron a la postre.

7. – Señor, pues que trabaja uno más que otro, ¿por qué le dan igual jornal? – Estos son los juicios de Dios. Debieron de trabajar estos postreros con calidad alguna, con la cual no trabajaron los otros; que aprovechamiento en el servicio de Dios, el saber en la escuela, no está en la mansedumbre de los años y obras, sino en el amor vivo, en aquello que es como mostaza que quema, que está dentro la fuerza y su virtud, en el hervor con que lo haces, en la intención con que lo enderezas, en el sabor con que en ello aplaques. Así acontecerá que, por la gracia de Dios, más de uno que da una blanca por Dios que otro que da un gran numero de ducados; un sospiro que dio uno en un rincón, que cuantos ayunos y disciplinas que otro haga días y noches.

Sentencia es de Jesucristo, que no mira tanto Nuestro Señor al don cuanto a la voluntad y amor con que se da. Mira más Nuestro Señor al amor con que das, aquella dificultad que hallas en hacer alguna cosa y el trabajo que pones en cumplir y obedecer a Nuestro Señor, aquella ansia que tienes por cumplir lo que te mando, aquel celo de la honra de Dios que le deseas dar, aquello es lo que Dios mira, que no al otro que sin amor ni vivez, como de costumbre, lo hace, sin más sentimiento, como si no hiciese nada; aquello no es tan acepto al Señor ni lo paga tan en abundancia. Los postreros que vinieron a trabajar debieron de arrepentirse, porque vinieron tarde a la viña del Señor, y dolerse hían por lo poco que trabajaron, y los que trabajaron debió ser con gran ansia y con deseo que no se les acabara el día para trabajar más, y no mirar a lo que el Señor les había de dar, sino a hacer su hacienda y contentar a su Señor.

Sermón domingo de Septuogésima. OC III. Pg. 113-116.

-Señor, ¿qué he de hacer?, ¿tengo que irme al yermo? Soy casado, ¿heme de enflaquecer ayunando?, ¿he de dar toda mi hacienda por amor de Dios, que no me quede nada para mi mujer y para mis hijos? - ¡Oh santo Dios! Dice Pablo: Si linguis hominum loquar (aunque hablara todas las lenguas), etc. (1 Co 13, 1). Acullá dice Cristo que si dierdes un jarro de agua fría por su amor, que no quedaréis sin galardón. ¿Cómo, pues, se tiemplan estas cuerdas? ¿Cómo concertaremos esta vigüela, que suene bien, y que digan? La caridad lo hace. Si no tienes caridad con que ames a Dios y al prójimo, todo no te vale nada (1 Co 13, 3); aunque te vendas en tierra de moros y des por Dios el precio que dieron por ti, no vale nada y un jarro de agua que des con caridad y amor no irá sin galardón (Mc 9, 40), si le das con intención de servir y agradar a Dios. ¿Qué es trabajar en la viña de Dios? En la plaza puedes estar y cavando en el campo, y otro en el altar ofreciendo a Dios en sacrificio a su Hijo, y tú trabajas en la viña de Dios, y el otro en la del diablo, si tú haces aquello por mantener tus hijos y mujer, y el otro por la pitanza [razón de comida que se distribuye a los que viven en comunidad o a los pobres] o por querer parecer santo. Los corazones son los que agradan a Dios, los que reciben a Dios, no lo material de la obra. Ansí acá, si no va vestida o entrañada con esta intención de su servicio y amor. Si está jugando a las cañas por honra de Dios y en la Iglesia va por ver a hulana, los lugares diversos son, pero porque allí está con corazón maldito y acá con sana intención, para ti la iglesia viña es del demonio, y para el otro la plaza y las ventanas y los gastos y sedas, viña es de Dios, que entonces la labras.

No se engañe nadie con decir: “Casado soy, ocupado estoy; no puedo ni tengo ni hallo lugar para entender en cosas de Dios; harto tengo que hacer en proveer mi casa”. Ve a la plaza por amor de Dios; ama a tu mujer y hijos por amor de Dios; entiende en tu oficio y trato lícito, ganando con que sustentes lo que Dios te dio a cargo, y tente por jornalero. Lo que Dios pide es esto, la diferencia de los corazones, no la diferencia de la obra. Una misma obra puede ser labranza de Dios y del diablo, según la intención que se hace, porque, si lo hiceres con esta intención de agradar a Dios y provecho del prójimo, esto es trabajar en la viña de tu ánima, alquilado de Dios; esto es ser su jornalero. El que de esta manera trabajare espera recebir el jornal del padre de las compañas, que es Dios.

Sermón domingo de Septuogésima. OC III. Pg. 121-122.

¡Qué bien pagada será allí la obra de misericordia que por honra de esta santa procesión hicieres mañana perdonando a quien te ha ofendido o dando de comer al probre, vistiendo al desnudo, rescatando al cautivo, con otras obras semejantes, pues en pago de ellas te hará Dios participante en aquella grande, entera e inefable misericordia que tiene prometido de hacer allá con los aquí obraren misericordia! La cual, así como Jesucristo nuestro Señor nos la ganó con su preciosa muerte y pasión, viviendo en esta vida mortal, así Él mismo, reinando en el cielo y sentado en el trono de gloria que el Eterno Padre le dio, nos ha de poner en posesión de la gloria que nos ha de ser dada y conservarnos en ella, pues Él es Juez de vivos y muertos y mayordomo de su Padre, al cual dijo que pagase el jornal a los trabajadores (cf. Mt 20, 8).

Sermón del Santísimo Sacramento. OC III. Pg. 512.

 

San Oscar Romero. Homilía. 24 de septiembre de 1978.

Hermanos, ante Dios -y aquí estamos conociendo a Dios-, el Dios que se nos revela es un Dios, que aunque llame al pecador más grande, a la última hora de su vida, el amor con que ese hombre retorna y conoce a Dios -recuerdan a Dimas, el buen ladrón: Acuérdate de mí cuando estés en tu Reino, y Cristo a ese ladrón ajusticiado le dice: hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso- qué rico en perdón y en misericordia es Dios. Ante Dios no tenemos privilegios, ni derechos. Si lo hemos servido desde nuestra más pequeña juventud, ¡bendito sea Dios! hemos usado bien la vida, pero eso no nos da derecho a sentirnos dueños de la Iglesia aunque seamos los obispos; aunque seamos los sacerdotes. Podemos estar más necesitados de la misericordia de Dios que el pecador que acaba de convertirse y por su amor tal vez está más cerca de Dios que quien se siente dueño de la Iglesia.

Dios es bondadoso. Nadie puede juzgar sus iniciativas; apelar a su misericordia; pedir como el buen ladrón, siquiera un recuerdo de Dios, y Dios me dará más que un recuerdo. Estoy tratando de presentarles el Dios de la Biblia. El Dios de las lecturas de hoy, así es nuestro Dios, bendito sea El, que nos ha dado a conocer cómo llama a todas horas, y a todas las horas está dispuesto a recibirnos. No importa los crímenes que hayamos cometido. Por eso, hermanos, vuelvo a repetir lo que aquí he dicho tantas veces, dirigiéndome a través de la radio a aquéllos que tal vez son los causantes de tantas injusticias y violencias; a aquéllos que han hecho llorar a tantos hogares; a aquéllos que se mancharon de sangre con tantos asesinatos; a aquéllos que tienen sus manos manchadas de torturas; a aquéllos que han encallecido su conciencia, que nos les duele ver bajo sus botas a un hombre humillado, sufriendo, tal vez ya para morir; a todos ellos les digo, no importan tus crímenes, son feos, horribles, has atropellado lo más digno del hombre, pero Dios te llama y te perdona. Y aquí tal vez viene la repugnancia de aquellos que se sienten trabajadores de la primera hora. ¿Cómo voy a estar en el cielo con esos criminales? Hermanos, en el Cielo no hay criminales. El más grande criminal que se arrepintió de sus pecados es hijo de Dios ya. La Prostituta María Magdalena, cuando lloraba con sus lágrimas sus pecados, la sociedad la seguía señalando: miren si fuera profeta, se diera cuenta quién es el que la está tocando; pero Cristo se vuelve para defenderla, ya no es pecadora, ha amado mucho, se ha arrepentido de sus culpas, ya es Santa María Magdalena. Los pecados del pasado no cuentan, se deshacen. Por eso la justificación cristiana se llama renacer. Y así le dijo Cristo a Nicodemo: si no renaciereis de nuevo... Todo hombre que se arrepiente de su culpa deja como un cascarón viejo, su mala vida pasada y como una crisálida nueva, la mariposa que nace de nuevo dejando el cascarón, es ya criatura nueva. No tiene nada que ver con lo que dejó el pasado. ¡Bendito sea Dios! esta es la generosidad de Dios, nosotros no lo podemos comprender, porque sí sabemos decir esto tan cruel: lo perdono pero no olvido. Eso no es cristiano. Dios perdona y olvida.

¿Cuál es la reacción que produce el pensamiento de Dios? El Dios que se revela tan bueno encuentra en los hombres el conflicto. La parábola dice: se pusieron a protestar contra el amo. Uno de los conflictos más serios de la historia de la Iglesia es el que aflora aquí en el evangelio de San Mateo, en esta sección, y que San Pablo tuvo que sufrir en carne propia. Se trata de que Cristo había traído una religión nueva. Y los judíos, que vivían de la religión antigua, predicada por Moisés, creían que era necesario seguir observando las leyes judaicas; mientras que Pablo y los que predicaron a los gentiles, que no eran judíos, les decían que no era necesario hacerse judío, circuncidarse, guardar las leyes de Moisés, sino creer en Cristo nada más.

Aquí surgió este conflicto que se refleja hoy en la parábola. El objetivo de esta parábola de los trabajadores de la viña, refleja la crisis del primer cristianismo: eran los fariseos, los judíos que se convertían al cristianismo, que se sentían dueños del cristianismo, porque era la Biblia, era Cristo. Y decían que ellos habían venido a adorar al Dios desde las primeras horas del día, se sentían con derechos, en cambio a estos gentiles que San Pablo iba encontrando y dándoles a conocer el mismo Cristo los consideraban como cristianos de segundo orden. Y San Pablo y la primitiva comunidad decían que sólo en Cristo hay salvación. Y el judío no se salva por guardar la ley de Moisés, sino por creer en Cristo. Y el gentil, el pagano, se salva por Cristo. Uno y otro no tienen derechos, más que agradecimiento al Cristo. Y esto lo resolvió la primera comunidad, así como se resuelve la parábola de hoy: pagando igual a todos, es decir, dándoles a conocer el Dios que les acabo de presentar; un Dios que no reconoce privilegios, más que la santidad de cada hombre, venga de donde viniere.

 

Papa Francisco. Ángelus. 20 de septiembre de 2020.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La página del Evangelio de hoy (cfr. Mt 20,1-16) narra la parábola de los trabajadores llamados a jornal por el dueño de una viña. A través de esta historia, Jesús nos muestra el sorprendente modo de actuar de Dios, representado en dos actitudes del dueño: la llamada y la recompensa.

En primer lugar, la llamada. El dueño de la viña sale en cinco ocasiones a la plaza y llama a trabajar para él: a las seis, a las nueve, a las doce, a las tres y a las cinco de la tarde. Es conmovedora la imagen de este dueño que sale varias veces a la plaza a buscar trabajadores para su viña. Ese dueño representa a Dios, que llama a todos y llama siempre, a cualquier hora. Dios actúa así también hoy: nos sigue llamando a cada uno, a cualquier hora, para invitarnos a trabajar en su Reino. Este es el estilo de Dios, que hemos de aceptar e imitar. Él no está encerrado en su mundo, sino que “sale”: Dios siempre está en salida, buscándonos; no está encerrado. Dios sale, sale continuamente a la búsqueda de las personas, porque quiere que nadie quede excluido de su plan de amor.

También nuestras comunidades están llamadas a salir de los varios tipos de “fronteras”, que pueden existir, para ofrecer a todos la palabra de salvación que Jesús vino a traer. Se trata de abrirse a horizontes de vida que ofrezcan esperanza a cuantos viven en las periferias existenciales y aún no han experimentado, o han perdido, la fuerza y la luz del encuentro con Cristo. La Iglesia debe ser como Dios: siempre en salida; y cuando la Iglesia no sale, se pone enferma de tantos males que tenemos en la Iglesia. ¿Por qué estas enfermedades en la Iglesia? Porque no sale. Es cierto que cuando uno sale existe el peligro de que tenga un accidente. Pero es mejor una Iglesia accidentada por salir, por anunciar el Evangelio, que una Iglesia enferma por estar encerrada. Dios sale siempre, porque es Padre, porque ama. La Iglesia debe hacer lo mismo: siempre en salida.

La segunda actitud del dueño, que representa la de Dios, es su modo de recompensar a los trabajadores: ¿cómo paga Dios? El dueño se pone de acuerdo con los primeros obreros, contratados por la mañana, para pagarles «un denario» (v. 2). En cambio, a los que llegan a continuación les dice: «Os daré lo que sea justo» (v. 4). Al final de la jornada, el dueño de la viña ordena que a todos les sea dada la misma paga, es decir, un denario. Quienes han trabajado desde la mañana temprano se indignan y se quejan del dueño, pero él insiste: quiere dar el máximo de la recompensa a todos, incluso a quienes llegaron los últimos (vv. 8-15). Dios siempre paga el máximo. No se queda a mitad del pago. Paga todo. Y aquí se comprende que Jesús no está hablando del trabajo y del salario justo, que es otro problema, sino del Reino de Dios y de la bondad del Padre celestial que sale continuamente a invitar y paga el máximo salario a todos.

De hecho, Dios se comporta así: no mira el tiempo y los resultados, sino la disponibilidad, mira la generosidad con la que nos ponemos a su servicio. Su actuar es más que justo, en el sentido de que va más allá de la justicia y se manifiesta en la Gracia. Todo es Gracia. Nuestra salvación es Gracia. Nuestra santidad es Gracia. Donándonos la Gracia, Él nos da más de lo que merecemos. Y entonces, quien razona con la lógica humana, la de los méritos adquiridos con la propia habilidad, pasa de ser el primero a ser el último. “Pero yo he trabajado mucho, he hecho mucho en la Iglesia, he ayudado tanto, ¿y me pagan lo mismo que a este que ha llegado el último?”. Recordemos quién fue el primer santo canonizado en la Iglesia: el Buen Ladrón. “Robó” el Cielo en el último momento de su vida. Esto es Gracia, así es Dios, también con todos nosotros. El que piensa en sus propios méritos, fracasa; quien se confía con humildad a la misericordia del Padre, pasa de último —como el Buen Ladrón— a primero (cfr. v. 16).

Que María Santísima nos ayude a sentir todos los días la alegría y el estupor de ser llamados por Dios a trabajar para Él en su campo, que es el mundo, en su viña, que es la Iglesia. Y de tener como única recompensa su amor, la amistad de Jesús.

 

Homilía Chat GPT (Inteligencia Artificial).

Queridos hermanos y hermanas,

Hoy, en nuestras lecturas, reflexionamos sobre la parábola de los trabajadores de la viña, una historia que nos habla de la generosidad incondicional de Dios y nos invita a examinar nuestras actitudes hacia el trabajo y la recompensa.

Imaginemos una viña, una tierra fértil, y un viñador que sale temprano por la mañana en busca de trabajadores para su viña. Contrata a algunos a la primera hora del día y acuerda pagarles un denario por su trabajo, un salario justo por una jornada completa. A medida que avanza el día, el viñador sigue contratando más trabajadores, incluso hasta la última hora. Sorprendentemente, al final del día, paga a todos los trabajadores, desde los que comenzaron temprano hasta los que llegaron al final del día, el mismo salario: un denario.

Esta parábola nos presenta una lección profunda sobre la gracia y la generosidad de Dios. La viña es un símbolo de su reino, y el viñador representa a Dios mismo. A menudo, como los trabajadores de la viña, podemos caer en la trampa de medir nuestras vidas y relaciones con Dios en términos de recompensa y mérito. Esperamos recibir más por nuestras obras, más por nuestro tiempo invertido en la fe. Pero Dios nos muestra que su gracia no se basa en nuestras obras, sino en su amor y generosidad.

La parábola también nos desafía a reflexionar sobre nuestra actitud hacia el trabajo y el servicio a los demás. A veces, podemos sentirnos resentidos cuando vemos a otros recibir lo que consideramos que no han ganado. Pero esta historia nos recuerda que no debemos envidiar el éxito o la gracia que Dios otorga a los demás. En lugar de eso, debemos alegrarnos por la generosidad de Dios y estar agradecidos por su amor incondicional.

En nuestras vidas diarias, a menudo trabajamos incansablemente en nuestras vocaciones, en nuestras familias y en nuestra fe. Pero, independientemente de cuándo hayamos empezado o cuánto hayamos trabajado, todos somos igualmente amados y valiosos para Dios. No importa si somos los primeros o los últimos, todos recibimos el mismo regalo del amor de Dios.

Entonces, hermanos y hermanas, en esta jornada de reflexión, recordemos que somos todos trabajadores en la viña del Señor. Agradezcamos su generosidad y amor incondicional. No midamos nuestra relación con Dios en términos de mérito, sino en términos de gratitud y amor. Sigamos trabajando en su viña con alegría y humildad, sabiendo que su amor nos abraza a todos, sin importar cuándo hayamos comenzado nuestra jornada. Amén.

Que esta parábola nos inspire a ser testigos de la generosidad de Dios en nuestras vidas y a compartir ese amor y generosidad con los demás. Amén.

 

DOMINGO XXVI T. O. 1 de octubre de 2023.

 

Monición de entrada.-

Cada domingo venimos a misa porque necesitamos oír una y otra vez a Jesús.

Y así ir cambiando poquito a poco.

Por eso la misa es tan importante para nosotros.

Porque sin ella no seríamos mejores amigos de Jesús.

 

Señor, ten piedad.-

Tú quieres que cambiemos. Señor, ten piedad.

Tú quieres salvarnos.  Cristo, ten piedad.

Tú quieres darnos la vida. Señor, ten piedad.

 

 Peticiones.-

Por el Papa Francisco y el sínodo que empezará este mes. Te lo pedimos, Señor.

Por el curso de catequesis y Juniors que empezaremos pronto.  Te lo pedimos, Señor.

Por el curso que hemos empezado en la escuela. Te lo pedimos, Señor.

Por las personas que les cuesta escuchar a Jesús. Te lo pedimos, Señor.

Por nosotros, que a veces, no le hacemos caso. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

María, queremos darte las gracias por que tú si que hiciste caso a Dios a la primera y siempre estuviste muy atenta a lo que te decía.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

Jerónimo. Comentario al evangelio de Mateo. Editorial Ciudad Nueva. Madrid. 1999. Pgs. 105-106.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va

 

 

 

 

 

 

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