miércoles, 17 de enero de 2024

Domingo 3º T. Ordinario. 21 de enero de 2024.

 


Primera lectura.

Lectura de la profecía de Jonás 3, 1-5.10

El Señor dirigió la palabra a Jonás:

-Ponte en marcha y ve a la gran ciudad de Nínive; allí les anunciarás el mensaje que yo te comunicaré.

Jonás se puso en marcha hacia Nínive, siguiendo la orden del Señor. Nínive era una ciudad inmensa; hacían falta tres días para recorrerla. Jonás empezó a recorrer la ciudad el primer día, proclamando:

-Dentro de cuarenta días, Nínive será arrasada.

Los ninivitas creyeron en Dios, proclamaron un ayuno y se vistieron con rudo sayal, desde el más importante al menor. Vio Dios su comportamiento, cómo habían abandonado el mal camino, y se arrepintió de la desgracia que había determinado enviarles. Así que no la ejecutó.

 

Textos paralelos.

Los ninivitas creyeron en Dios.

Lc 11,30: Como Jonás fue una señal para los nivitas, así lo será este hombre para esta generación.

Lc 11,32: Los ninivitas se alzarán en el juicio con esta generación y la condenarán; porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás, y hay aquí uno mayor que Jonás.

Mt 12, 41: Durante el juicio se alzarán los ninivitas con esta generación y la condenarán porque ellos se arrepintieron por la predicación de Jonás, y hay aquí uno mayor que Jonás.

Se arrepintió del castigo que había anunciado contra ellos.

Gn 6, 6: Se arrepintió de haber creado al hombre en la tierra y le pesó de corazón.

Jr 26, 3: A ver si se convierte cada uno de su mala conducta y yo puedo arrepentirme del castigo que preparo contra ellos por sus malas acciones.

 

Notas exegéticas.

3 3 Lit. “grande ante Dios”, la expresión más fuerte del superlativo en hebreo. El “recorrido de tres días” es otra hipérbole, para evocar las dimensiones fabulosas de la ciudad.

3 4 Los “cuarenta días” recuerdan los cuarenta días del diluvio o los cuarenta años del Éxodo; ver también 1 R 19, 8. El griego lee “dentro de tres días”, ver 2, 1.

3 5 (a) La conversión ejemplar de los ninivitas será recordada por Jesús y lo mismo que en el Evangelio, subraya aquí por contraste la incredulidad de los judíos.

3 5 (b) Puede tratarse de una catalogación socioeconómica: las élites o cuadros y la masa.

 

Salmo responsorial

Salmo 25 (24), 4-5a.6.7c-9.

 

Señor, enséñame tus caminos. R/.

Señor, enséñame tus caminos,

instrúyeme en tus sendas:

haz que camine con lealtad;

enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador. R/.

 

Recuerda, señor, que tu ternura

y tu misericordia son eternas;

acuérdate de mí con misericordia,

por tu bondad, Señor. R/.

 

El Señor es bueno y es recto,

y enseña el camino a los pecadores;

hace caminar a los humildes con rectitud,

enseña su camino a los humildes. R/.

  

Textos paralelos.

 Salmo 25 (24), 4-5a.6.7c-9.

Muéstrame tus caminos, Yahvé.

Sal 27,11: Indícame, Señor, tu camino, / guíame por un sendero llano / pues me están espiando.

Sal 86, 11: Enséñame, Señor, tu camino / para que lo siga con fidelidad; / unifica mi corazón / en el respeto de tu nombre.

Sal 119, 35: Encamíname por la senda de tus mandatos, / porque lo quiero.

Sal 143, 8: Por la mañana dame noticia de tu lealtad, / pues en ti confío. / Indícame el camino que he de seguir, / pues acudo a ti.

Jn 14, 6: Les dice Jesús: “Yo soy el camino, la verdad y la vida: nadie va al Padre si no es por mí”.

Jn 16, 13: Cuando venga él, el Espíritu de la verdad, os guiará hasta la verdad plena. Pues no hablará por su cuenta, sino que dirá lo que oye y os anunciará el futuro.

 

Notas exegéticas.

25 9 “pobres”, siríaco; el hebreo repite “humildes”.

 

Segunda lectura.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 29-31.

Digo esto, hermanos, que el momento es apremiante. Queda como solución que los que tienen mujer vivan como si no la tuvieran; los que lloran, como si no lloraran; los que están alegres, como si no se alegraran; los que compran, como si no poseyeran; los que negocian en el mundo, como si no disfrutaran de él: porque la representación de este mundo se termina.

 

Textos paralelos.

 Os digo, pues, hermanos que el tiempo apremia.

2 Co 6, 2: Pues dice: en tiempo favorable te escuché, en día de salvación te auxilié. Mirad, este es el tiempo favorable, este el día de salvación.

Los que tienen mujer vivan como si no la tuviesen.

2 Co 6, 8-10: En la honra y en la deshonra, en la buena y en la mala fama. Como embusteros que dicen la verdad, como desconocidos, como muertos que son bien conocidos, como muertos y estamos vivos, como escarmentados pero no ejecutados, como tristes y siempre alegres, como pobres que enriquecen a muchos, como necesitados que lo poseen todo.

Los que disfrutan del mundo, como si no disfrutasen.

1 Jn 2, 16-17: Cuanto hay en el mundo, la codicia sensual, la codicia de lo que se ve, el jactarse de la buena vida, no procede del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa con sus codicias; pero quien cumple la voluntad de Dios permanece por siempre.

 

Notas exegéticas.

7 29 Término técnico de la náutica. Lit.: “el tiempo ha plegado velas”. Sea cual fuere el intervalo entre el momento presente y la Parusía, el tiempo pierde toda importancia, puesto que el mundo futuro está ya presente en Cristo resucitado.

7 31 Estilo oratorio en que las expresiones genéricas perjudican el uso preciso de cada término. Pablo no invita a la indiferencia con respecto a las realidades terrestres. Quiere evitar que nos sumerjamos en ellas y que olvidemos su carácter relativo en relación con Cristo y su Reino que viene.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Marcos 1, 14-20

Después de que Juan fue entregado, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el evangelio de Dios; decía:

-Se ha cumplido el tiempo y está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el evangelio.

Pasando junto al mar de Galilea, vio a Simón y a Andrés, el hermano de Simón, echando las redes en el mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo:

-Venid en pos de mí y os haré pescadores de hombres.

Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. A continuación los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon en pos de él.

 

Textos paralelos.

Mc 1, 14-15

Mt 4, 12-17

Lc 4, 14-15

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se dirigió a Galilea a proclamar la buena noticia de Dios.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 






Decía: “Se ha cumplido el plazo y está cerca el reinado de Dios; arrepentíos y creed la buena noticia”.

Al enterarse de que Juan había sido arrestado, Jesús se retiró a Galilea, salió de Nazaret y se estableció en Cafarnaún, junto al lago, en territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo anunciado por el profeta Isaías: “Territorio de Zabulón y territorio de Neftalí, camino del mar, al otro lado del Jordán. Galilea de los paganos. El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz intensa, a los que habitaban en sombras de muerte les amaneció la luz. Desde entonces comenzó Jesús a proclamar:

 

 “Arrepentíos, que está cerca el reinado de Dios”.

Impulsado por el Espíritu volvió a Galilea, y su fama se extendió por toda la comarca. Enseñaba en sus sinagogas, respetando a todos.

 El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios ha llegado, convertíos.

Rm 1,1: De Pablo, siervo de Jesús Mesías, llamado a ser apóstol, reservado para anunciar la buena noticia de Dios.

Dn 7, 22: Hasta que llegó el anciano para hacer justicia a los santos del Altísimo, y empezó el imperio de los santos.

Mt 3, 2: Arrepentíos, que está cerca el reinado de Dios.

Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús se admiró y dijo a los que lo seguían: “Os lo aseguro, una fe semejante no la he encontrado en ningún israelita”.

Mc 1, 16-20

Lc 5, 1-11

Caminando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés que echaban las redes al mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo:

-Veníos conmigo y os haré pescadores de hombres.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 








 

Al punto, dejando las redes, lo siguieron.

 

 Un trecho más adelante vio a Santiago de Zebedeo y a su hermano Juan, que arreglaban las redes en la barca. Los llamó. Ellos, dejando a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros, se fueron con él.

La gente se agolpaba junto a él para escuchar la palabra de Dios, mientras él estaba a la orilla del lago de Genesaret. Vio dos barcas junto a la orilla, pues los pescadores se habían bajado y estaban lavando las redes. Subiendo a una de las barcas, la de Simón, le pidió que se apartase un poco de tierra. Se sentó y se puso a enseñar a la gente desde la barca. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón:

-Boga lago adentro y echa las redes para pescar.

Le replicó Simón:

-Maestro, hemos bregado toda la noche sin cobrar nada; pero, ya que lo dices, echaré las redes.

Lo hicieron capturaron tal cantidad de peces, que reventaban las redes. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que fueran a echarles una mano. Llegaron y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al verlo, Simón Pedro cayó a los pies de Jesús y dijo:

-Apártate de mí, Señor, que soy un pecador.

Pues el estupor se había apoderado de él y de todos sus compañeros por la cantidad de peces que había pescado. Lo mismo sucedía a Juan y Santiago, que eran socios de Simón. Jesús dijo a Simón:

-No temas, en adelante pescarás hombres.

 

Entonces, atracando las barcas en tierra, lo dejaron todo y lo siguieron.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

1 15 Hablar de cumplimiento es suponer que hay una continuidad que enlaza las etapas del designio de Dios y que los hombres tienen conocimiento de ello. Al iniciarse la última de las etapas se han “cumplido” los tiempos; no solo las Escrituras, sino también toda la economía de la Alianza antigua llevada por Dios hasta su plenitud. Al final de este período de la historia, que es ·el fin de los tiempos” vendrá otro fin, el “del tiempo”, es decir, el Día de la venida de Cristo, de su Revelación y del Juicio.

1 16 Este relato se inspira literalmente en 1 R 19, 19-21: llamamiento de Eliseo por Elías. Jesús es presentado como el nuevo Elías.

1 17 Lit.: “venid detrás de mí”. Aquellos a quienes Jesús llama para que le sigan, para participar de su destino, deben dejarlo todo, estar dispuestos para el sufrimiento y la cruz. Pensamientos afines se expresarán también, para los discípulos que no conocieron a Jesús en la tierra, con los términos de comunión o imitación.

1 19 “Hijo de Zebedeo” según 10, 35. Las expresiones son equivalentes en griego.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica.

14 FUE APRESADO (lit. con el mismo verbo griego, tan frecuente en el relato de la Pasión de Jesús: el verbo de la entrega y de la traición) a la cárcel; fue detenido. // GALILEA tiene importancia en Mc: campo primordial de la actividad pública de Jesús y escenario del encuentro con Jesús resucitado (cf. 16, 7). // EL EVANGELIO venido DE DIOS, o acerca DE DIOS. Jesús es a la vez el predicador y el contenido de “su” Evangelio (cf. 1,1).

15 CON ESTAS PALABRAS: lit. y diciendo que. // EL TIEMPO señalado por Dios (lit. la ocasión, el momento preciso, crítico). // Para HA LLEGADO y ARREPENTÍOS. // EL REINO (el reinado, el señorío, la soberanía) de Dios: expresión y contenido común al fariseísmo y al cristianismo primitivo; indica el dominio universal de Dios, que va realizándose en la tierra y se consumará en el cielo; brevemente: EL REINO DE DIOS son las relaciones de Dios con la humanidad. Ese reino empezó con los hechos salvadores en el AT, llegó al mundo con Jesús, avanza mediante la Iglesia – instrumento del que Dios se vale para “reinar” –, hasta que definitivamente sean destruidos el pecado y el mal al fin del mundo. El NT habla de ese Reino como de una situación o estado (que llega, se manifiesta, se da, se recibe, se posee, en el que se puede ser grande o pequeño), y como un lugar (al que se entra o no se entra, que se hereda, que hay que pedir y buscar). En su predicación inicial, Jesús parece aludir a la soberanía de Dios al fin de los tiempos; como si dijera: “La etapa final de la historia ya ha comenzado”. // CREED AL EVANGELIO: lit. creed en (hebraísmo) el evangelio.

16-20  Al comienzo eligió Jesús a sus inmediatos seguidores; de ellos, poco después, eligió un grupo especial de “Doce”; estos hechos tienen la intención de ir formando un núcleo de continuadores de su obra. “Para cualquier judío, un Mesías sin una comunidad mesiánica hubiera sido impensable” (Albright-Mann). // ECHANDO [EL] RETEL. en griego, lit., amphihállontas, e.d., pescando con la red llamada amphíblêstron, que consistía en un aro al que se sujetaba una red en forma de saco o bolsa.

19 SANTIAGO El hijo ZEBEDEO, según v. 20 y 10,35. Con el apelativo “santo” como prefijo, este nombre ha llegado a nosotros tan transformado – a través del griego y el latín – que apenas reconocemos el primitivo nombre hebreo: Jacob. // SEBEDEO: nombre hebreo, que significa “regalo del Señor”. // TAMBIÉN ELLOS EN LA BARCA: Mc no había dicho que los anteriores estuvieran en una barca, y quizás no lo estaban; se trataría de una traducción del arameo “mientras estaban en la barca”.

20 JORNALEROS: o asalariados. En Jn 10, 12s. este vocablo se usa peyorativamente. // FUERON TRAS ÉL: el esquematismo de estas escenas de vocación tiene también valor doctrinal: la síntesis de una vocación cristiana es: 1º) Jesús ve; 2º Jesús llama; 3º) el que es llamado lo sigue sin condiciones.

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé.

1, 15 En griego metanoia significa una profunda conversión del corazón. Esta gracia de la conversión y de la capacidad de alcanzar la santidad se confiere a los fieles en el Bautismo. La rápida aceptación de los Apóstoles y su respuesta incondicional a la llamada de Cristo es un ejemplo de las disposiciones adecuadas para abrazar el discipulado. El arrepentimiento no está reservado solamente para el comienzo de la vida cristiana, sino que debe ser un constante sentimiento a lo largo de cada día de nuestra vida. La Cuaresma es un tiempo especial de conversión a través de la oración y la penitencia. Cat. 541, 1422-1423 y 1427.

1, 17 Los apóstoles fueron llamados para predicar en el nombre de Cristo, con el fin de llevar el Evangelio a todas las gentes. La llamada de Cristo al discipulado es directa y personal. Cat. 787.

 

Catecismo de la Iglesia Católica

541 “Después que Juan fue preso, marchó Jesús a Galilea; y proclamaba la Buena Nueva de Dios: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1, 14-15). “Cristo, por tanto, para hacer la voluntad del Padre, inauguró en la tierra el Reino de los cielos” (C. Vaticano II, Lumen gentium, 3). Pues bien, la voluntad del Padre es “elevar a los hombres a la participación de la vida divina” (o.c., 2). Lo hace reuniendo a los hombres en torno a su Hijo Jesucristo. Esta reunión es la Iglesia que es sobre la tierra “el germen y el comienzo de este Reino” (o.c., 5).

1422 “Los que se acercan al sacramento de la Penitencia obtienen de la misericordia de Dios el perdón de los pecados cometidos contra Él y, al mismo tiempo, se reconcilian con la Iglesia, a la que ofendieron con sus pecados. Ella les mueve a la conversión con su amor, su ejemplo y sus oraciones” (o.c., 11).

1423 Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf. Mc 1, 15), la vuelta al Padre (cf. Lc 15, 18) del que el hombre se había alejado por el pecado.

1427 Jesús llama a la conversión. Esta llamada es una parte esencial del anuncio del Reino: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc 1, 15). En la predicación de la Iglesia, esta llamada se dirige primeramente a los que no conocen todavía a Cristo y su Evangelio. Así, el Bautismo es el lugar principal de la conversión primera y fundamental. Por la fe en la Buena Nueva y por el Bautismo se renuncia al mal y se alcanza la salvación, es decir, la remisión de todos los pecados y el don de la vida nueva.

787 Desde el comienzo, Jesús asoció a sus discípulos a su vida (cf. Mc 1, 16-20; 3, 13-19), les reveló el misterio del Reino (cf. Mt 13, 10-17), les dio parte en su misión, en su alegría (cf. Lc 10, 17-20) y en sus sufrimientos (cf. Lc 22, 28-30).

 

Concilio Vaticano II

Además, la actividad misionera tiene una conexión íntima con la misma naturaleza humana y sus aspiraciones. Pues al manifestar a Cristo, la Iglesia revela a los hombres la auténtica verdad de su condición y de su vocación íntegra, siendo Cristo el principio y el ejemplo de esta humanidad renovada, llena de amor fraterno, de sinceridad y de espíritu de paz, a la que todos aspiran. Cristo y la Iglersia, que da testimonio de Él mediante la predicación del Evangelio, trascienden todo particularismo de raza o nación y, por consiguiente, no pueden ser considerados como extraños a nadie ni en ningún lugar (Benedicto XV, Maximum illud). Cristo mismo es la verdad y el camino que la predicación evangélica muestra a todos cuando lleva a oídos de todos las palabras del propio Cristo: “Haced penitencia y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15). Y como el que no cree ya está juzgado (cf. Jn 3, 18), las palabras de Cristo son al mismo tiempo palabra de juicio y de gracia, de muerte y de vida. Porque solamente dando muerte a lo viejo podemos acceder a la nueva vida: esto vale en primer lugar para las personas, pero también para los diferentes bienes de este mundo, que están marcados al mismo tiempo por el pecado del hombre y la bendición de Dios: “Pues todos pecaron y están privados de la gloria de Dios” (Rm 3, 23). Nadie se libera del pecado por sí mismo y por sus fuerzas ni se eleva sobre sí mismo; nadie se libera completamente de la debilidad, o de su soledad, o de su esclavitud (cf. S. Ireneo, Adversus haereses, III; 15, 3). Todos necesitan a Cristo, modelo, maestro, libertador, salvador, vivificador. Realmente en la historia humana, incluso en la temporal, el Evangelio ha sido fermento de libertad y progreso y sigue ofreciéndose como fermento de fraternidad, de unidad y de paz. Por consiguiente, no sin razón, Cristo es celebrado por los fieles como “esperanza de las naciones y su Salvador” (Ant. O de las vísperas del 23 de diciembre, en Breviarum Romanum).

El tiempo pues de la actividad misionera discurre entre la primera venida del Señor y la segunda en la que la Iglesia será recogida desde los cuatro vientos como mies para el Reino de Dios (cf. Mt 24, 31; Didaché, 10, 5). Es necesario predicar el Evangelio a todas las gentes (cf. Mc 13, 10) antes de que venga el Señor.

Ad gentes, 8.

 

Comentarios de los Santos Padres.

En cuanto puedo recordar, del reino de los cielos no he oído hablar nunca, leyendo la ley, leyendo los profetas o leyendo el salterio, sino solo en el Evangelio. El reino de Dios ha quedado abierto solo después de que haya venido aquel que dijo: “El reino de Dios está dentro de vosotros”.

Haced penitencia y creed en el Evangelio. No en la ley, sino en el Evangelio; mejor aún: por la ley en el Evangelio, tal como está escrito: “de fe en fe” (Rm 1, 17). La fe en la ley corroboró la fe en el Evangelio.

Jerónimo. Comentario al Ev. de Marcos, homilía 2. Evangelio comentado, pg. 64.

Cuando consiguió hacerlos seguidores suyos y les inflamó con su fuerza divina, y les llenó con fortaleza y firmeza de ánimo, como si de alguna manera fueran en verdad palabra de Dios; y el mismo Dios, autor de tantos milagros les constituyó ser cazadores de las almas de los seres inteligentes y racionales, y les confirió la misma tarea y el mismo resultado que había dicho aquella voz: “Venid, seguidme, y os haré pescadores de hombres”, y al mismo tiempo les convirtió en trabajadores y maestros de su propia enseñanza.

Eusebio de Cesarea, La demostración evangélica, 3-7,5-6.8. Pg. 65.

¿Puedes dudar en lo referente a la profesión o los negocios por culpa de los hijos y de los padres? Ya nos ha quedado demostrado que hay que abandonar por el Señor las relaciones, la profesión o los negocios, así, cuando Santiago y Juan fueron llamados por el Señor abandonaron a su padre y la barca; cuando Mateo se levantó del telonio[1]; cuando incluso uno retrasó la sepultura del padre por causa de la fe. Ninguno de los que el Señor eligió dijo: “No tengo con qué vivir”.

Tertuliano, La idolatría, 12, 3. Pg. 66.

Desde ese momento se unieron ya con Él para no separarse jamás… Edifiquemos también nosotros mismos y hagamos una casa en nuestro corazón, adonde venga Él a enseñarnos y hablar con nosotros.

Agustín, Tratado sobre el Ev. de Juan, 7, 9.

¿Deja, acaso, alguien a su padre y se va tras uno, en quien no ve nada más de lo que ve en su padre? Mas ellos dejan al padre espiritual. Es más, no dejan al padre, sino que encuentran al padre. ¿Por qué ha dicho esto? Para hacer ver que en el rostro del Salvador había algo divino, que hacía que, al mirarlo los hombres le siguieran.

Jerónimo. Comentario al Ev. de Marcos, homilía 9. Pg. 66.

Desde un principio debemos despojarnos de todas las cosas externas, por ejemplo, de las riquezas, de la vanidad, de la comodidad de la vida, de la afición por las cosas inútiles; así nos lo enseñaron los santos discípulos de nuestro Señor, Santiago y Juan, quienes abandonaron a su propio padre Zebedeo y la barca misma de la que dependía toda su forma de vivir. También Mateo, levantándose del telonio, siguió al Señor; y no solo abandonó los emolumentos del telonio, sino que incluso despreció los peligros que le iban a sobrevenir tanto por parte de los magistrados como de su propia familia, porque había abandonado los impuestos sin recoger. El mundo entero estaba crucificado con Pablo, e incluso él mismo con el mundo. Así, quien desea seguir de verdad a Cristo, nada referente a esta vida, debe cuidar más, ni siquiera el amor paterno o de los familiares, si se opone a los mandatos del Señor.

Basilio el Grande, La gran regla monástica, 8, 1-2. Pg. 66.

 

San Agustín.

Si sigues el camino de Cristo, no esperes prosperidad mundana. Él anduvo por caminos ásperos, pero prometió grandes bienes. Síguele. No mires sólo por donde has de ir, sino también adonde has de llegar. Tolerarás las asperezas temporales, pero llegarás a las alegrías eternas. Si quieres soportar la fatiga, pon tu mirada en la recompensa. También el obrero desfallecería en el trabajo de la viña, si no pensase en lo que va a recibir. Cuando pienses en eso que vas a recibir, te parecerá sin importancia todo lo que tengas que sufrir, y no lo verás ni comparable a lo que te espera. Te causará extrañeza el que se te dé tanto por tan poco trabajo. Pues, hermanos, por un descanso eterno se debería sufrir una fatiga eterna; antes de recibir la felicidad eterna, deberías haber soportado sufrimientos eternos.

Hermanos, puede haber una larga tribulación a cambio de la felicidad eterna. Dado que nuestra felicidad no tendrá fin, nuestra miseria, nuestra fatiga y nuestras tribulaciones han de ser duraderas.

Si quieres seguir el camino de Cristo y eres en verdad cristiano, sábete que es cristiano el que no menosprecia el camino de Cristo, sino que quiere seguirlo a través de sus padecimientos. No vayas por otro camino distinto de aquel por el que anduvo él. Parece duro, pero es seguro. Otro quizá tenga más encantos, pero está lleno de atracadores. Y anhela su camino.

Comentario al salmo 36, 2, 16. II. Pg. 736.

 

San Juan de Ávila.

Lo que les mandan predicar es que el rey de los cielos se ha acercado (Mt 4, 17) de pretérito, que quiere decir: las leyes del Evangelio, que son conformes a las del cielo, y la gracia del Espíritu Santo, que se ganó por la muerte del Señor, Regnum Dei non est esca et potus sed iustitia, pax et gaudium in Spiritu Sancto[2] (Rm 14, 17).

Dichoso oficio, por el cual Dios es engrandecido en los corazones humanos y estimado por digno de ser temido y reverenciado, y amado. Mas, porque la divina bondad tiene por honra el hacer bien a los hombres y quiere mostrar su grandeza, dales remedio para su salvación, tomando por medio para salvar a los hombres a los mismos predicadores, que quiso que fuesen instrumento para gloriarle. Y así, de estos cielos se entiende lo que el Señor dijo por Isaías: Quomodo descendit imber et nix[3] (Is 55, 10). La Palabra del Señor, en boca de sus predicadores, riega la sequedad de las ánimas como pluvia del cielo venida; y, embriagadas con el dulce amor del señor, se hace dar brutos de buenas obras. Y por experiencia se ve que el pueblo donde hay predicación de la Palabra de Dios, se diferencia d aquel donde no la hay como tierra llovida y fértil a la seca, que, en lugar de fruto dé abrojos y espinas. Mas, porque la tierra, aunque llovida, ha menester juntamente con su humedad, ser ayudada del calor del sol, son también [los predicadores] comparados al mismo sol, porque con el calor y fuego de la Palabra de Dios producen en las ánimas fruto provechoso a quien lo hace, y sazonando y sabroso al Señor; y, con alumbrar el entendimiento, dan conocimientos de Dios y enseñan el camino del cielo, alumbrando de los tropiezos que en él se pueden ofrecer.

Tratado sobre el sacerdocio, 45. OC I. Pg. 945.

 

San Oscar Romero. Homilía.  

Qué hermoso podrá presentarse un sacerdote pobre, renunciador de todo con la sencillez de un campesino que se gloría de esa categoría, para saberse hacer más accesible a todo aquel que quiere encontrar en ese evangelio que lleva características de pobre, de necesitado, el gran mensaje que Dios trae para salvar al mundo: el uso de los bienes de la tierra, en un convertido, San Pablo nos lo ha enseñado en las lecturas de hoy.

La razón de esa conversión es porque no se puede servir a dos señores.

Sólo hay un Dios y ese Dios o será el verdadero que nos pide la renuncia de las cosas cuando se convierten en pecado; o es el dios dinero que nos obliga también a estar de espaldas al Dios del cristianismo. Y porque quisieran un Dios de espaldas al verdadero Dios, muchos critican esta Iglesia y matan a Octavio y matan todo movimiento que está tratando de derrotar los ídolos de los falsos dioses y está tratando de darnos el Dios verdadero.

Homilía 21 de enero de 1979.

 

Papa Francisco. Ángelus. Lima. 21 de enero de 2018.

Queridos jóvenes:

Me alegra poder reunirme con ustedes. Estos encuentros para mí son muy importantes y más en este año en el cual nos preparamos para el Sínodo sobre los jóvenes. Sus rostros, sus búsquedas, sus vidas, son importantes para la Iglesia y debemos darle la importancia que se merecen y tener la valentía que tuvieron muchos jóvenes de esta tierra que no se asustaron de amar y jugar su vida por Jesús.

¡Queridos amigos, cuántos ejemplos tienen ustedes! Pienso en san Martín de Porres. Nada le impidió a ese joven cumplir sus sueños, nada le impidió gastar su vida por los demás, nada le impidió amar y lo hizo porque había experimentado que el Señor lo había amado primero. Así como era: mulato, y teniendo que enfrentar muchas privaciones. A los ojos humanos, o de sus amigos, parecía que tenía todo para «perder» pero él supo hacer algo que sería el secreto de su vida: confiar. Confiar en el Señor que lo amaba, ¿ y saben por qué? Porque el Señor había confiado primero en él; como confía en cada uno de ustedes y no se cansará nunca de confiar. A cada uno de nosotros el Señor nos confía algo, y la respuesta es confiar en Él. Cada uno de ustedes piense ahora en su corazón: qué me confió el Señor? ¿Qué me confió el Señor? Cada uno piense… ¿Qué tengo en mi corazón que me confió el Señor?

Me podrán decir: pero hay veces que se vuelve muy difícil. Los entiendo. En esos momentos pueden venir pensamientos negativos, sentir que hay muchas situaciones que se nos vienen encima y pareciera que nos vamos quedando «fuera del mundial»; pareciera que nos van ganando. Pero no es así, aun en los momentos en que ya se nos viene la descalificación seguir confiando.

 

Hay momentos donde pueden sentir que se quedan sin poder realizar el deseo de sus vidas, de sus sueños. Todos pasamos por situaciones así. En esos momentos donde parece que se apaga la fe no se olviden que Jesús está a su lado. ¡No se den por vencidos, no pierdan la esperanza! No se olviden de los santos que desde el cielo nos acompañan; acudan a ellos, recen y no se cansen de pedir su intercesión. Esos santos de ayer pero también de hoy: esta tierra tiene muchos, porque es una tierra «ensantada». Perú es una tierra “ensantada”. Busquen la ayuda y el consejo de personas que ustedes saben que son buenas para aconsejar porque sus rostros muestran alegría y paz. Déjense acompañar por ellas y así andar el camino de la vida.

Pero hay algo más: Jesús quiere verlos en movimiento. A vos te quiere ver llevar adelante tus ideales, y que te animes a seguir sus instrucciones. Él los llevará por el camino de las bienaventuranzas, un camino nada fácil pero apasionante, es un camino que no se puede recorrer sólo, hay que recorrerlo en equipo, donde cada uno puede colaborar con lo mejor de sí. Jesús cuenta contigo como lo hizo hace mucho tiempo con santa Rosa de Lima, santo Toribio, san Juan Macías, san Francisco Solano y tantos otros. Y hoy te pregunta a vos si, al igual que ellos: ¿estás dispuesto, estás dispuesta a seguirlo? [Responden: “Si”] ¿Hoy, mañana, vas a estar dispuesto o dispuesta a seguirlo? [Responden: “Si”] ¿Y dentro de una semana? [responden: “También”] No estés tan seguro, no estés tan segura. Mirá, si querés estar dispuesto a seguirlo, pedíle a Él que te prepare el corazón para estar dispuesto a seguirlo, ¿está claro?

Queridos amigos, el Señor los mira con esperanza, nunca se desanima de nosotros. A veces a nosotros nos pasa que nos desanimamos de un amigo, de una amiga porque nos parecía bueno y después vimos que no era tanto, y bueno, nos desanimamos y lo dejamos de lado. Jesús nunca se desanima, nunca. “Padre, pero si usted supiera las cosas que yo hago…, yo digo una cosa pero hago otra, mi vida no es del todo limpia…”. Así y todo Jesús no se desanima de vos. Y ahora, hagamos un poco de silencio. Cada uno mire en su corazón cómo es la propia vida, la mira en el corazón y vas a encontrar que por momentos hay cosas buenas, que por momentos hay cosas que no son tan buenas, y así y todo, Jesús no se desanima de vos. Y desde tu corazón decíle: “Gracias, Jesús, gracias porque viniste para acompañarme aun cuando estaba en las malas, gracias Jesús”. Se lo decimos todos: “Gracias, Jesús “Gracias, Jesús” (Repiten).

Es muy lindo ver las fotos arregladas digitalmente, pero eso sólo sirve para las fotos, no podemos hacerle «photoshop» a los demás, a la realidad, ni a nosotros. Los filtros de colores y la alta definición sólo andan bien en los videos, pero nunca podemos aplicárselos a los amigos. Hay fotos que son muy lindas, pero están todas trucadas, y déjenme decirles que el corazón no se puede «photoshopear», porque ahí es donde se juega el amor verdadero, ahí se juega la felicidad y ahí mostrás lo que sos: ¿cómo es tu corazón?.

Jesús no quiere que te «maquillen» el corazón; Él te ama así como eres y tiene un sueño para realizar con cada uno de ustedes. No se olviden: Él no se desanima de nosotros. Y si ustedes se desaniman los invito a agarrar la Biblia y acordarse y leer ahí los amigos que Jesús eligió, que Dios eligió:

Moisés era tartamudo; Abrahán, un anciano; Jeremías, era muy joven; Zaqueo, un petizo; los discípulos, cuando Jesús les decía que tenían que rezar, se dormían; la Magdalena, una pecadora pública; Pablo, un perseguidor de cristianos; y Pedro, lo negó, después lo hizo Papa, pero lo negó… y así podríamos seguir esa lista. Jesús te quiere como sos, así como quiso como eran a estos sus amigos, con sus defectos, con ganas de corregirse, pero así como sos, así te ama el Señor. No te maquilles, no te maquilles el corazón, pero mostrate delante de Jesús como sos para que Él te pueda ayudar a progresar en la vida.

 

Cuando Jesús nos mira, no piensa en lo perfecto somos, sino en todo el amor que tenemos en el corazón para brindar y para seguirlo a Él. Para Él eso es lo importante, eso lo más grande, ¿cuánto amor tengo yo en mi corazón? Y esa pregunta quiero que la hagamos también a nuestra Madre: “Madre, querida Virgen María, mirá el amor que tengo en el corazón, ¿es poco?, ¿es mucho?, no sé si es amor”.

Y tengan por seguro que Ella los acompañará en todos los momentos de su vida, en todas las encrucijadas de sus caminos, especialmente cuando tengan que tomar decisiones importantes. ¡No se desanimen, no se desanimen, vayan adelante, todos juntos! ¡Porque la vida vale la pena vivirla con la frente alta! Que Dios los bendiga.

 

Papa Francisco. Ángelus. 24 de enero de 2021.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El pasaje evangélico de este domingo (cf. Mc 1,14-20) nos muestra el “paso del testigo” —por así decir—  de Juan el Bautista a Jesús. Juan ha sido su precursor, le ha preparado el terreno y le ha preparado el camino: ahora Jesús puede iniciar su misión y anunciar la salvación ya presente: Él es la salvación. Su predicación se sintetiza en estas palabras: «El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; convertíos y creed en el Evangelio» (v. 15). Simplemente. Jesús  no usaba medias palabras. Es un mensaje que nos invita a reflexionar sobre dos temas esenciales: el tiempo y la conversión.

En este texto del evangelista Marcos, hay que entender el tiempo como la duración de la historia de la salvación realizada por Dios; por tanto, el tiempo “cumplido” es aquel en el que esta acción salvífica llega a su culmen, a su plena actuación: es el momento histórico en el que Dios ha enviado al Hijo al mundo y su Reino se ha hecho más “cercano” que nunca. Se ha cumplido el tiempo de la salvación porque ha llegado Jesús.

Sin embargo, la salvación no es automática; la salvación es un don de amor, y como tal, ofrecido a la libertad humana. Siempre, cuando se habla de amor, se habla de libertad. Un amor sin libertad no es amor. Puede ser interés, puede ser miedo, muchas cosas. Pero el amor siempre es libre. Y, siendo libre, requiere una respuesta libre: requiere nuestra conversión. Es decir, se trata de cambiar de mentalidad. Esta es la conversión: cambiar de mentalidad y cambiar de vida, no seguir más los modelos del mundo, sino el de Dios, que es Jesús, como hizo Jesús y como Él nos enseñó. Es un cambio decisivo de visión y de actitud. De hecho, el pecado —sobre todo el pecado de la mundanidad, que es como el aire, está por todas partes— trajo al mundo una mentalidad que tiende a la afirmación de uno mismo contra los demás, e incluso contra Dios. Esto es curioso: ¿cuál es tu identidad? Muchas veces sentimos que en el espíritu del mundo se expresa la propia identidad con términos “contra”. En el espíritu del mundo es difícil expresar la propia identidad con términos positivos y de salvación. Se hace contra los demás y contra Dios. Y  a este fin, la mentalidad del mundo, la mentalidad del pecado, no duda en usar el engaño y la violencia. El engaño y la violencia. Vemos lo que sucede con el engaño y la violencia: codicia, deseo de poder y no de servicio, guerras, explotación de la gente… Esta es la mentalidad del engaño, que ciertamente tiene su origen en el padre del engaño, el gran mentiroso, el diablo. Él es el padre de la mentira, así lo define Jesús.

A todo ello se opone el mensaje de Jesús, que nos invita a reconocernos necesitados de Dios y de su gracia; a mantener una actitud equilibrada frente a los bienes terrenos; a ser acogedores y humildes con todos; a conocernos y realizarnos a nosotros mismos mediante el encuentro y el servicio a los demás. Para cada uno de nosotros, el tiempo durante el que podemos acoger la redención es breve: es la duración de nuestra vida en este mundo. Es breve. Quizá parezca larga… Yo recuerdo que una vez fui a impartir los Sacramentos, la Unción de los enfermos, a un anciano muy bueno, muy bueno y él en ese momento, antes de recibir la Eucaristía y la Unción de los Enfermos, me dijo esta frase: “La vida se me ha pasado volando”; como diciendo: yo creía que era eterna, pero… “la vida se me ha pasado volando”. Así sentimos nosotros, los ancianos, la vida que se fue. Se va. Y la vida es un don del infinito amor de Dios, pero es también el tiempo de verificación de nuestro amor por Él. Por eso, cada momento, cada instante de nuestra existencia es un tiempo precioso para amar a Dios y para amar al prójimo, y así entrar en la vida eterna.

La historia de nuestra vida tiene dos ritmos: uno, medible, hecho de horas, días, años; el otro, compuesto por las estaciones de nuestro desarrollo: nacimiento, infancia, adolescencia, madurez, vejez, muerte. Cada tiempo, cada fase, tiene un valor proprio y puede ser momento privilegiado de encuentro con el Señor. La fe nos ayuda a descubrir el significado espiritual de estos tiempos: cada uno de ellos contiene una llamada especial del Señor, a la que podemos dar una respuesta positiva o negativa. En el Evangelio vemos como respondieron Simón, Andrés, Santiago y Juan: eran hombres maduros, tenían su trabajo de pescadores, tenían la vida en familia… Y, sin embargo, cuando Jesús pasó y los llamó, «enseguida dejaron las redes y lo siguieron» (Mc 1,18).

Queridos hermanos y hermanas, estemos atentos y no dejemos pasar a Jesús sin recibirlo. San Agustín decía: “Tengo miedo de Dios cuando pasa”. ¿Miedo de qué? De no reconocerlo, de no verlo de no acogerlo.

Que la Virgen María nos ayude a vivir cada día, cada momento, como tiempo de salvación en el que el Señor pasa y nos llama a seguirlo, cada uno según su propia vida. Y nos ayude a convertirnos de la mentalidad del mundo, esa de las fantasías del mundo que son fuegos artificiales, a la del amor y del servicio.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 22 de enero de 2006.

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo está en el centro de la "Semana de oración por la unidad de los cristianos", que todos los años se celebra del 18 al 25 de enero. Se trata de una iniciativa, nacida a comienzos del siglo pasado, que ha tenido un desarrollo positivo, convirtiéndose cada vez más en un momento ecuménico de referencia, en el que los cristianos de las diversas confesiones en todo el mundo oran y reflexionan, a partir de un mismo texto bíblico. Este año el pasaje elegido se ha tomado del capítulo dieciocho del evangelio de san Mateo, que recoge algunas enseñanzas de Jesús concernientes a la comunidad de los discípulos. Entre otras cosas, afirma:  "Si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, sea lo que fuere, lo conseguirán de mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18, 19-20).

¡Cuánta confianza y cuánta esperanza infunden estas palabras del Señor Jesús! En particular, impulsan a los cristianos a pedir juntos a Dios la unidad plena entre ellos, por la que Cristo mismo, con apremiante insistencia, rogó al Padre en la última Cena (cf. Jn 17, 11. 21. 23). Así se comprende bien cuán importante es que nosotros, los cristianos, invoquemos con constancia perseverante el don de la unidad. Si lo hacemos con fe, podemos estar seguros de que nuestra súplica será escuchada. No sabemos cómo ni cuándo, porque no nos corresponde a nosotros conocerlo, pero no debemos dudar de que un día seremos "uno", como Jesús y el Padre están unidos en el Espíritu Santo.

 

La oración por la unidad constituye el alma del movimiento ecuménico que, gracias a Dios, progresa en todo el mundo. Ciertamente, no faltan las dificultades y las pruebas, pero también estas son útiles espiritualmente, porque nos impulsan a practicar la paciencia y la perseverancia y a crecer en la caridad fraterna. Dios es amor, y sólo convirtiéndonos a él y aceptando su Palabra llegaremos a estar todos unidos en el único Cuerpo místico de Cristo.

La expresión "Dios es amor", que en latín se dice "Deus caritas est", es el título de mi primera encíclica, que se publicará el próximo miércoles 25 de enero, fiesta de la Conversión de San Pablo.

Me alegra que coincida con la conclusión de la Semana de oración por la unidad de los cristianos:  ese día iré a la basílica de San Pablo para presidir las Vísperas, en las que participarán también los representantes de las demás Iglesias y comunidades eclesiales. La Virgen María, Madre de la Iglesia, interceda por nosotros.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 25 de enero de 2009.

Queridos hermanos y hermanas:

En el evangelio de este domingo resuenan las palabras de la primera predicación de Jesús en Galilea: "Se ha cumplido el plazo; está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio" (Mc 1, 15). Y precisamente hoy, 25 de enero, se celebra la fiesta de la "Conversión de San Pablo". Una coincidencia feliz, especialmente en este Año paulino, gracias a la cual podemos comprender el verdadero significado de la conversión evangélica —metanoia— considerando la experiencia del Apóstol. En verdad, en el caso de san Pablo, algunos prefieren no utilizar el término "conversión", porque —dicen— él ya era creyente; más aún, era un judío fervoroso, y por eso no pasó de la no fe a la fe, de los ídolos a Dios, ni tuvo que abandonar la fe judía para adherirse a Cristo. En realidad, la experiencia del Apóstol puede ser un modelo para toda auténtica conversión cristiana.

La conversión de san Pablo se produjo en el encuentro con Cristo resucitado; este encuentro fue el que le cambió radicalmente la existencia. En el camino de Damasco le sucedió lo que Jesús pide en el evangelio de hoy: Saulo se convirtió porque, gracias a la luz divina, "creyó en el Evangelio". En esto consiste su conversión y la nuestra: en creer en Jesús muerto y resucitado, y en abrirse a la iluminación de su gracia divina. En aquel momento Saulo comprendió que su salvación no dependía de las obras buenas realizadas según la ley, sino del hecho de que Jesús había muerto también por él, el perseguidor, y había resucitado.

Esta verdad, que gracias al bautismo ilumina la existencia de todo cristiano, cambia completamente nuestro modo de vivir. Convertirse significa, también para cada uno de nosotros, creer que Jesús "se entregó a sí mismo por mí", muriendo en la cruz (cf. Ga 2, 20) y, resucitado, vive conmigo y en mí. Confiando en la fuerza de su perdón, dejándome llevar de la mano por él, puedo salir de las arenas movedizas del orgullo y del pecado, de la mentira y de la tristeza, del egoísmo y de toda falsa seguridad, para conocer y vivir la riqueza de su amor.

Queridos amigos, hoy, al concluir la Semana de oración por la unidad de los cristianos, la invitación a la conversión, confirmada por el testimonio de san Pablo, cobra una importancia especial también en el plano ecuménico. El Apóstol nos indica la actitud espiritual adecuada para poder avanzar por el camino de la comunión. "No es que ya haya alcanzado la meta —escribe a los Filipenses—, o que sea ya perfecto, sino que continúo mi carrera por si consigo conquistarla, habiendo sido yo mismo conquistado por Cristo Jesús" (Flp 3, 12). Ciertamente, nosotros, los cristianos, aún no hemos alcanzado la meta de la unidad plena, pero si nos dejamos convertir continuamente por el Señor Jesús, llegaremos seguramente a ella. La santísima Virgen María, Madre de la Iglesia una y santa, nos obtenga el don de una verdadera conversión, para que se realice cuanto antes el anhelo de Cristo: "Ut unum sint". A ella le encomendamos el encuentro de oración que presidiré esta tarde en la basílica de San Pablo extramuros, en el que participarán, como todos los años, los representantes de las Iglesias y comunidades eclesiales presentes en Roma.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 22 de enero de 2012.

Queridos hermanos y hermanas:

Este domingo cae en medio de la Semana de oración por la unidad de los cristianos, que se celebra del 18 al 25 de enero. Invito cordialmente a todos a unirse a la oración que Jesús dirigió al Padre en la víspera de su pasión: «Que ellos también sean uno, para que el mundo crea» (Jn 17, 21). Este año en particular, nuestra meditación durante la Semana de oración por la unidad de los cristianos se refiere a un pasaje de la primera carta de san Pablo a los Corintios, del que se formuló el lema: Todos seremos transformados por la victoria de Jesucristo, nuestro Señor (cf. 1 Co 15, 51-58). Estamos llamados a contemplar la victoria de Cristo sobre el pecado y sobre la muerte, es decir, su resurrección, como un acontecimiento que transforma radicalmente a los que creen en él y les abre el acceso a una vida incorruptible e inmortal. Reconocer y aceptar el poder transformador de la fe en Jesucristo sostiene a los cristianos también en la búsqueda de la unidad plena entre ellos.

Este año los materiales para la Semana de oración por la unidad fueron preparados por un grupo polaco. De hecho, Polonia ha tenido una larga historia de luchas valientes contra varias adversidades y ha dado repetidas muestras de una gran determinación, animada por la fe. Por eso las palabras que forman el tema mencionado anteriormente, tienen una resonancia y una fuerza particulares en Polonia. A lo largo de los siglos, los cristianos polacos han intuido de forma espontánea una dimensión espiritual en su deseo de libertad y han comprendido que la verdadera victoria sólo puede alcanzarse si va acompañada de una profunda transformación interior. Ellos nos recuerdan que nuestra búsqueda de unidad se puede realizar de manera realista si el cambio se da ante todo en nosotros mismos y si dejamos que Dios actúe, si nos dejamos transformar a imagen de Cristo, si entramos en la vida nueva en Cristo, que es la verdadera victoria. La unidad visible de todos los cristianos siempre es una obra que viene de lo alto, de Dios, una obra que requiere la humildad de reconocer nuestra debilidad y de acoger el don. Pero, para usar una frase que repetía a menudo el beato Papa Juan Pablo II, todo don se convierte también en un compromiso. La unidad que viene de Dios exige, por lo tanto, nuestro compromiso diario de abrirnos los unos a los otros en la caridad.

Desde hace muchas décadas, la Semana de oración por la unidad de los cristianos constituye un elemento central en la actividad ecuménica de la Iglesia. El tiempo que dedicaremos a la oración por la comunión plena de los discípulos de Cristo, nos permitirá comprender más profundamente cómo seremos transformados por su victoria, por el poder de su resurrección. El próximo miércoles, como es costumbre, vamos a concluir la Semana de oración con la celebración solemne de las Vísperas de la fiesta de la Conversión de San Pablo, en la basílica de San Pablo Extramuros, en la que estarán presentes también los representantes de las otras Iglesias y comunidades cristianas. Espero que acudáis en gran número a ese encuentro litúrgico para renovar juntos nuestra oración al Señor, fuente de unidad. Encomendémosla desde ahora, con confianza filial, a la intercesión de la santísima Virgen María, Madre de la Iglesia.

 

Francisco. Catequesis. Vicios y virtudes. 3. La gula.

Queridos hermanos y hermanas, !buenos días!

En este nuestro camino de catequesis que estamos haciendo sobre los vicios y las virtudes, hoy nos detenemos en el vicio de la gula.

¿Qué nos dice el Evangelio al respecto? Miremos a Jesús. Su primer milagro, en las bodas de Caná, revela su simpatía por las alegrías humanas: se preocupa de que la fiesta termine bien y regala a los novios una gran cantidad de vino delicioso. En todo su ministerio, Jesús aparece como un profeta muy diferente del Bautista: si Juan es recordado por su ascesis -comía lo que encontraba en el desierto-, Jesús es en cambio el Mesías que a menudo vemos en la mesa. Su comportamiento provoca escándalo en algunos, porque no solo Él es benévolo con los pecadores, sino que incluso come con ellos; y este gesto demostraba su voluntad de comunión y cercanía con todos.

Pero también hay algo más. Mientras que la actitud de Jesús hacia los preceptos judíos nos revela su plena sumisión a la Ley, Él, sin embargo, se muestra comprensivo con sus discípulos: cuando estos son sorprendidos en falta, porque teniendo hambre recogen espigas de trigo en sábado, Él los justifica, recordando que también el rey David y sus compañeros, al encontrarse en necesidad, habían comido panes sagrados (cf. Mc  2,23-26). Y Jesús afirma un nuevo principio: los invitados a la boda no pueden ayunar cuando el novio está con ellos; ayunarán cuando el novio les sea arrebatado. Ahora todo es relativo a Jesús. Cuando Él está en medio de nosotros, no podemos estar de luto; pero en la hora de su pasión, entonces sí, ayunamos (cf. Mc  2,18-20). Jesús quiere que estemos alegres en su compañía -Él es el Esposo de la Iglesia-; pero también quiere que participemos en sus sufrimientos, que son también los sufrimientos de los pequeños y de los pobres.

Otro aspecto importante. Jesús elimina la distinción entre alimentos puros y alimentos impuros, que era una distinción hecha por la ley judía. En realidad -enseña Jesús- no es lo que entra en el hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de su corazón. Y diciendo así «purificaba todos los alimentos» (Mc  7,19). Por eso el cristianismo no contempla alimentos impuros. Pero la atención que debemos tener es la interior: por lo tanto, no en la comida en sí, sino en nuestra relación con ella. Y Jesús sobre esto dice claramente que lo que hace la bondad o la maldad, digamos, de un alimento, no es el alimento en sí, sino la relación que tenemos con él. Y nosotros lo vemos, cuando una persona tiene una relación desordenada con la comida, miramos cómo come, come con prisas, como con las ganas de saciarse y nunca se sacia, no tiene una buena relación con la comida, es esclavo de la comida.

Esta relación serena que Jesús ha establecido con respecto a la alimentación debería ser redescubierta y valorizada, especialmente en las sociedades del llamado bienestar, donde se manifiestan tantos desequilibrios y tantas patologías. Se come demasiado, o demasiado poco. A menudo se come en soledad. Se propagan los trastornos de la alimentación: anorexia, bulimia, obesidad… Y la medicina y la psicología tratan de lidiar con la mala relación con la comida. Una mala relación con los alimentos produce todas estas enfermedades.

Estas son enfermedades, a menudo muy dolorosas, que en su mayoría están relacionadas con los tormentos de la psique y el alma. La alimentación es la manifestación de algo interior: la predisposición al equilibrio o la desmesura; la capacidad de agradecer o la arrogante pretensión de autonomía; la empatía de quien sabe compartir la comida con el necesitado, o el egoísmo de quien acumula todo para sí. Esta pregunta es muy importante: dime cómo comes, y te diré qué alma tienes. En la forma de comer se revela nuestra interioridad, nuestros hábitos, nuestras actitudes psíquicas.

Los antiguos Padres llamaban al vicio de la gula con el nombre de “gastrimargia”, término que se puede traducir como “locura del vientre”. La gula es una “locura del vientre”. Y también está este proverbio: que debemos comer para vivir, no vivir para comer. La gula es un vicio que se inserta precisamente en una de nuestras necesidades vitales, como la alimentación. Tengamos cuidado con esto.

Si lo leemos desde un punto de vista social, la gula es quizás el vicio más peligroso, que está matando al planeta. Porque el pecado de quien cede ante un trozo de pastel, en definitiva, no causa grandes daños, pero la voracidad con la que nos hemos desatado, desde hace algunos siglos, hacia los bienes del planeta está comprometiendo el futuro de todos. Nos abalanzamos sobre todo, para convertirnos en dueños de todo, mientras que todo había sido entregado a nuestra custodia, ¡no a nuestra explotación! He aquí, pues, el gran pecado, la furia del vientre: hemos abjurado del nombre de hombres, para asumir otro, “consumidores”. Y hoy se dice así en la vida social: los “consumidores”. Ni siquiera nos hemos dado cuenta de que alguien ha empezado a llamarnos así. Estamos hechos para ser hombres y mujeres “eucarísticos”, capaces de dar gracias, discretos en el uso de la tierra, y en cambio el peligro es convertirse en depredadores, y ahora nos estamos dando cuenta de que esta forma de “gula” ha hecho mucho daño al mundo. Pidamos al Señor que nos ayude en el camino de la sobriedad, y que las diversas formas de gula no se apoderen de nuestra vida.

 

DOMINGO 4º TIEMPO ORDINARIO.

 

Monición de entrada.-

Hola:

Hoy Jesús va a estar con nosotros, como estaba en el lugar donde los judíos iban a rezar.

Entonces las personas le escuchaban muy atentos, porque decía que habla sin decir mentiras.

Abramos nuestro corazón a Jesús, que entra en él.

 

Señor, ten piedad.-

Tú que eres la palabra de vida. Señor, ten piedad.

Tú que eres la palabra de amor.  Cristo, ten piedad.

Tú que eres la palabra verdadera.  Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Para que el corazón del papa Francisco esté siempre abierto a Jesús. Te lo pedimos Señor.

Para que cada día haya más personas que lean lo que Jesús nos enseñó y le hagan caso. Te lo pedimos Señor.

Para que las catequistas de comunión escuchen mucho a Jesús y nos ayuden a quererle.  Te lo pedimos Señor. 

Para que estemos atentos a lo que nos enseñan los mayores.  Te lo pedimos Señor.

Para que nosotros nos portemos como le gusta a Jesús. Te lo pedimos Señor.

 

Acción de gracias.-

María, madre de Jesús,

Queremos darte las gracias por tener a Jesús en nuestro corazón y  por tener unas mamás y papás, abuelas y abuelos, que nos enseñan a querernos como Jesús nos quiere.

 

BIBLIOGRAFÍA.

Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española. BAC. Madrid. 2016.

Biblia de Jerusalén. 5ª edición – 2018. Desclée De Brouwer. Bilbao. 2019.

Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego de M. Iglesias González. BAC. Madrid. 2017.

Biblia Didajé con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016.

Catecismo de la Iglesia Católica. Nueva Edición. Asociación de Editores del Catecismo. Barcelona 2020.

La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Ciudad Nueva. Madrid. 2006.

Pío de Luis, OSA, dr. Comentarios de San Agustín a las lecturas litúrgicas (NT). II. Estudio Agustiniano. Valladolid. 1986.

San Juan de Ávila. Obras Completas I. Audi, filia – Pláticas – Tratados. BAC. Madrid. 2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas II. Comentarios bíblicos – Tratados de reforma – Tratados y escritos menores. BAC. Madrid. 2013.

San Juan de Ávila. Obras Completas III. Sermones. BAC. Madrid.   2015.

San Juan de Ávila. Obras Completas IV. Epistolario. BAC. Madrid. 2003.

https://www.servicioskoinonia.org/romero/homilias/B/#IRA

www.vatican.va



[1] Oficina pública donde se pagaban los tributos. www.rae.es

[2] El reino de Dios no es comida y bebida, sino justicia, paz y alegría en el Espíritu Santo. Traducción Sagrada Biblia. Versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.

[3] Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come. Traducción versículo completo Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.

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