martes, 16 de septiembre de 2025

276. Domingo 25º. 21 de septiembre de 2025.

 


Primera lectura.

Lectura de la profecía de Amós 8, 4-7.

Escuchad esto, los que pisoteáis al pobre y elimináis a los humildes del país, diciendo: “¿Cuándo pasará la luna nueva, para vender el grano, y el sábado, para abrir los sacos de cereal – reduciendo el peso y aumentando el precio, y modificando las balanzas con engaño – para comprar al indigente por plata y al pobre por un par de sandalias, para vender hasta el salvado del grano?”. El Señor lo ha jurado por la Gloria de Jacob: “No olvidare jamás ninguna de sus acciones”.

 

Textos paralelos.

Am 2, 6-8: Así dice el Señor: A Israel por tes delitos y por el cuarto, no le perdonaré, porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias; revuelcan en el polvo al desvalido y tuercen el proceso del indigente. Padre e hijo van juntos a una mujer profanando mi santo nombre; se acuestan sobre ropas dejadas en fianza, junto a cualquier altar, beben vino de multas, en el templo de su Dios.

Am 4, 1: Escuchad esta palabra, vacas de Basán, en el monte de Samaría: Oprimís a los indigentes, maltratáis a los pobres, pedís a vuestros maridos: “Trae de beber”.

Achicar la medida y aumentar el peso.

Dt 25, 13: No guardarás en la bolsa dos pesas: una más pesada que otra.

Mi 6, 10-11: ¿Voy a tolerar la casa del malvado con sus tesoros injustos, con sus medidas exiguas e indignantes?, ¿voy a absolver las balanzas con trampa y una bolsa de pesas falsas?

Trucando balanzas para robar.

Os 12, 8: Canaán maneja balanza falsa, le gusta estafar.

Y al pobre por un par de sandalias.

Am 2, 6: Así dice el Señor: A Israel por tres delitos y por el cuarto, no le perdonaré: porque venden al inocente por dinero y al pobre por un par de sandalias.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

8 4 Los oráculos que sigue, vv. 4-14, se intercalan con no mucho acierto entre la cuarta y quinta visión. Su inserción en este lugar se explica porque precisan, justifican y desarrollan el anuncio del fin contenido en la cuarta visión.

8 5 El novilunio, Lv 23, 24, lo mismo que el sábado, Ex 20, 8, interrumpía las transacciones comerciales.

8 7 El “orgullo de Jacob” puede designar un atributo de Yahvé o bien, como en 6, 8, la arrogancia de Israel, tan firme que puede servir de base a un juramento, o también la tierra de Yahvé, Palestina.

 

Salmo responsorial

Sal 112 (113), 1b-2.4-6-8 (R/. 1b y 7b).


R/. Alabad al Señor, que alza al pobre.

 

Alabad, siervos del Señor,

alabad el nombre del Señor.

Bendito sea el nombre del Señor,

ahora y por siempre. R/.

El Señor se eleva sobre todos los pueblos,.

su gloria sobre los cielos.

¿Quién como el Señor, Dios nuestro,

que habita en las alturas

y se abaja para mirar

al cielo y a la tierra? R/.

 

Levanta del polvo al desvalido,

alza de la basura al pobre,

para sentarlo con los príncipes,

los príncipes de su pueblo. R/.

 

Textos paralelos.

 Levanta del polvo al desvalido.

1 S 2, 8: Él levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para hacer que se siente entre príncipes y que herede un trono glorioso, pues del Señor son los pilares de la tierra y sobre ellos afianzó el orbe.

Sal 107, 41 Levanta a los pobres de la miseria y multiplica sus familias como rebaños.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

113 Con este himno empieza el Hallel (Sal 113-118) que los judíos recitaban en las grandes fiestas, especialmente en la cena pascual.

 

Segunda lectura.

Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a Timoteo 2, 1-8.

Querido hermano:

Ruego, lo primero de todo, que se hagan súplicas, oraciones, peticiones, acciones de gracias, por toda la humanidad, por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos llevar una vida tranquila y sosegada, con toda piedad y respeto. Esto es bueno y agradable a los ojos de Dios, nuestro Salvador, que quiere que todos los hombres se salvacen y lleguen al conocimiento de la verdad. Pues Dios es uno, y único también el mediador entre Dios y los hombres: el hombre Cristo Jesús, que se entregó en rescate por todos, este es un testimonio dado a su debido tiempo y para el que fui constituido heraldo y apóstol – digo la verdad, no miento –, maestro de las naciones en la fe y en la verdad. Quiero, pues, que los hombres oren en todo lugar, alzando unas manos limpias, sin ira ni divisiones.

Palabra de Dios.

 

Textos paralelos.

Por los reyes y por todos los constituidos en autoridad.

Rm 13, 1: Que cada uno se someta a las autoridades establecidas, pues toda autoridad procede de Dios: él ha establecido las que existen.

Tt 3, 1: Encárgales que se someten y obedezcan a gobernantes y autoridades, estando dispuestos a cualquier tarea honrada.

Es bueno y agradable a Dios.

1 Tm 1, 1: De Pablo, apóstol del Mesías Jesús por disposición de Dios salvador nuestro y de Jesucristo nuestra esperanza.

Quiere que todas las personas se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.

Ez 18, 23: ¿Acaso quiero yo la muerte del malvado – oráculo del Señor – y no que se convierta y que viva?

Jn 8, 32: Entenderéis la verdad y la verdad os hará libres.

Hay un solo Dios.

1 Co 8, 6: Para nosotros existe un solo Dios, el Padre, que es principio de todo y fin nuestro, y existe un solo Señor, Jesucristo, por quien todo existe y también nosotros.

Mediador entre Dios y los humanos.

Hb 8, 6: Ahora bien, a él le toca un ministerio superior, ya que es mediador de una alianza mejor, instituida sobre promesas mejores.

Cristo Jesús.

Mt 20, 28: Lo mismo que este Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y dar su vida como rescate por todos.

2 Co 6, 15: ¿Es compatible el templo con los ídolos? Pues, nosotros somos templo de Dios vivo. Como dijo él: habitaré entre ellos y me trasladaré con ellos. Seré su dios y ellos serán su pueblo.

Tal es el testimonio.

Ga 1, 4: Que se entregó por nuestros pecados para sacarnos de la perversa situación presente.

Ef 5, 2: Proceded con amor, como Cristo os amó hasta entregarse por vosotros a Dios como ofrenda y sacrificio de aroma agradable.

Tt 2, 14: Él se entregó por nosotros, para rescatarnos de toda iniquidad, para adquirir un pueblo purificado, dedicado a las buenas obras.

Rm 3, 26: Y demuestra su justicia en el presente siendo justo y haciendo justos a los que creen en Jesús.

Yo he sido constituido heraldo.

2 Tm 1, 11: De ella me han nombrado heraldo, apóstol y maestro.

Hch 9, 15: Le contestó el Señor: Ve, que ese es mi instrumento elegido para difundir mi nombre entre paganos, reyes e israelitas.

Maestro de los gentiles.

Ga 2, 7: Al contrario, reconocieron que me habían confiado anunciar la buena noticia a los paganos, igual que Pedro a los judíos.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

2 1 (a) “recomiendo”; var.: “recomiendo”.

2 1 (b) La oración de los fieles se hace extensiva a todos los hombres, es tan universal como la propia Iglesia. Responde así a la voluntad salvífica de Dios, que abarca a todos los hombres (v. 4) y responde a la mediación de Cristo que “se entregó a sí mismo como rescate por todos” (v. 6).

2 2 Sobre la lealtad de San Pablo a la autoridad, ver Rm 13, 1-7. El final del v. quizá refleja el temor del Apóstol respecto del futuro.

2 4 (a) Esta afirmación, ver 4, 10, de gran importancia teológica, ayuda a interpretar rectamente algunos pasajes de la epístola a los Romanos. Está justificada con la invocación de la unicidad de Dios. Pablo ha recibido del Señor la misión de predicar la salvación ofrecida a todos.

2 4 (b) La salvación es conocimiento de la verdad. Pero este conocimiento implica el empeño de toda la vida.

2 5 Lit.: “(un) hombre, Cristo Jesús”. Jesús es mediador en su cualidad de hombre, que le permite ser Salvador de todos por su muerte como precio de ellos.

2 6 (a) Ver 6, 13. Aceptando morir por todos los hombres, Cristo ha puesto en claro a los ojos del mundo el designio divino de salar a todos los hombres. Testigo del Padre por su vida, lo fue en grado supremo por su muerte (más tarde la misma palabra griega significará testigo y mártir).

2 6 (b) Lit. “en tiempo”, es decir, en el tiempo fijado por Dios, en la plenitud de los tiempos. De hecho, la plenitud del tiempo coincide con la plenitud de la revelación del amor de Dios.

 

Evangelio.

X Lectura del santo evangelio según san Lucas 16, 1-13.

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

-Un hombre rico tenía un administrador, a quien acusaron ante él de derrochar sus bienes. Entonces lo llamó y le dijo: “¿Qué es eso que estoy oyendo de ti? Dame cuenta de tu administración, porque en adelante, no podrás seguir administrando". El administrador se puso a decir para sí: “¿Qué voy a hacer, pues mi señor me quita la administración? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza. Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me echen de la administración, encuentre quien me reciba en su casa”. Fue llamando uno a uno a los deudores de su amo y dijo al primero: “¿Cuánto debes a mi amo?”. Este respondió: “Cien barriles de aceite”. Él dijo: “Toma tu recibo; aprisa, siéntate y escribe cincuenta”. Luego dijo a otro: “Y tú, ¿cuánto debes?”. Él contestó: “Cien fanegas de trigo”. Le dice: “Toma tu recibo y escribe ochenta”. Y el amo alabó al administrador injusto, porque había actuado con astucia. Ciertamente, los hijos de este mundo son más astutos con su propia gente que los hijos de la luz. Y yo os digo: ganaos amigos con el dinero de iniquidad, para que, cuando os falte, os reciban en las moradas eternas. El que es fiel en lo poco, también en lo mucho es fiel, el que es injusto en lo poco, también en lo mucho es injusto. Pues, si no fuisteis fieles en la riqueza injusta, ¿quién os confiará la verdadera? Si no fuisteis fieles en lo ajeno, ¿lo vuestro, quien os lo dará? Ningún siervo puede servir a dos señores, porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien se dedicará al primero y no hará caso del segundo. No podéis servir a Dios y al dinero”.

 

Textos paralelos.

Los hijos de este mundo son más sagaces

Jn 8, 12: De nuevo les habló Jesús: Yo soy la luz del mundo, quien me siga no caminará en tinieblas, antes tendrá la luz de la vida.

Haceos amigos con el dinero injusto.

Lc 12, 11: Le respondió: Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre vosotros?

Lc 6, 24: Pero ay de vosotros, los ricos, porque recibís vuestro consuelo.

El que es fiel en lo insignificante, lo es también en lo importante.

Mt 25, 21: El amo le dijo: Muy bien, siervo fiel y cumplidor, has sido de fiar en lo menudo, te pongo al frente de lo importante. Entra en la fiesta de tu amo.

Lc 19, 17: Le respondió: Muy bien, empleado diligente; por haber sido fiel en lo menudo, administrarás diez ciudades.

Ningún criado puede servir a dos señores.

Mt 6, 24: Nadie puede estar al servicio de dos amos, pues o odia a uno y ama al otro o apreciará a uno y despreciará al otro. No podéis estar al servicio de Dios y del dinero.

 

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén.

16 1 (a) Este capítulo reúne dos parábolas y varios logia de Jesús referentes al buen y mal uso del dinero. Los vv. 16-18, que se refieren a temas distintos, oscurecen la composición.

16 1 (b) En el estado actual del texto, esta parábola va seguida de una serie de sentencias sobre el uso del dinero (vv. 9-13). Hay dudas sobre donde acaba la parábola y comienzan los comentarios. Sin embargo, parece que en el texto de Lc se puede situar ese momento entre los vv. 8 y 9. En efecto, en el v. 9 interviene Jesús en primera persona y se pasa de la cuestión d ela habilidad a la del dinero. Así, el v. 8 concluye la parábola invitando a los discípulos a ser tan hábiles en el servicio del Reino como lo son los tramposos de este mundo en sus asuntos deshonestos.

16 8 (a) Según la costumbre entonces tolerada en Palestina, el mayordomo tenía derecho a autorizar préstamos, a resarcirse aumentando en el recibo la cantidad prestada, para que en el reembolso pudiera beneficiarse de la diferencia como un excedente que representaba su interés. En el caso presente, sin duda no había prestado en realidad más que cincuenta medidas de aceite y ochenta cargas de trigo; al rebajar el recibo a su cantidad real, no hace más que privarse del beneficio ciertamente usurario que había negociado. Su injusticia no está en la reducción de recibos, que no es más que el sacrificio de sus intereses inmediatos, hábil maniobra que su amo puede alabar, sino más bien en las malversaciones anteriores que han motivado su despido.

16 8 (b) Quienes reciben la luz de Dios. En Qumrán se designa así a los miembros de la comunidad, por contraposición a sus adversarios los hijos de las tinieblas.

16 9 (a) Las sentencias de los vv. 9-13 son elementos sueltos, pero reunidos aquí para interpretar la parábola precedente como una lección sobre los diversos aspectos del dinero. Están vinculados entre sí mediante un juego de palabras semíticas sobre el dinero (mamon) y lo que implica fidelidad (pistós) y es verdadero (pisteuo), dos términos que se explican a partir de la misma palabra hebrea.

16 9 (b) El vuestro, evidentemente. Se llama injusto al dinero no solo porque quien lo posee lo ha adquirido con malas artes, sino también, de un modo más general, porque en el origen de casi todas las fortunas hay alguna injusticia.

16 9 (c) Algunos testigos textuales dicen: “cuando hayáis desaparecido”.

16 9 (d) Lit. “las tiendas eternas”. Esta expresión relativa al lugar de la salvación no se encuentra en el AT ni en la literatura judía ni en el NT. Parece incorporarse en la imaginería de la fiesta de las tiendas (de los Tabernáculos), donde se veía prefigurada la era de la salvación. Todo el v. 9 está construido conforme al modelo del v. 4 y es una invitación a hacerse con tesoros en el cielo mediante la limosna (tema querido de Lc).

16 12 (a) Es decir, con un bien exterior al hombre, la riqueza.

16 12 (b) “Lo vuestro”; var. “lo nuestro”. – Se trata de bienes espirituales, los cuales si pueden pertenecer a los hombres.

16 13 Este verbo (douleuo) tiene aquí sentido cultual y es corriente en la Biblia. Comparado con Dios, el dinero es un falso Dios. Según este v. el dinero es algo mucho más grave que los vv. precedentes: se puede hacer de él un ídolo.

 

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica

16 Capítulo compuesto de dos parábolas sobre el uso de las riquezas, separadas por algunos dichos de Jesús, ¿quizá tomados de diversas colecciones ya escritas?

11 DIJO: como en el v. 5, es, lit.: decía. // POR MALGASTAR…: lit. como malgastando los bienes de él.

6-7 CÁNTAROS: lit. batos, medida judía de capacidad: cada bat son casi cuarenta litros. // MEDIDAS: lit. coros, medida de capacidad (cada coro: unos cien batos. Tanto en el trigo como en el aceite, se trataba de deudas muy elevadas.

8 EL SEÑOR: término cristiano para hablar de Jesús. // AL ADMINISTRADOR INJUSTO: lit. al administrador de injusticia (genitivo a la manera hebrea, haciendo veces de adjetivo). // PORQUE ACTUÓ HÁBILMENTE: lit. porque sagazmente hizo. Al terminar, Jesús no alaba el fraude, sino que “reconoce la lógica coherente y realista de LOS HIJOS DE ESTE MUNDO – los que se rigen según los principios del mundo –; saben conseguir los fines que se proponen usando todos los medios posibles, mientras que LOS HIJOS DE LA LUZ – los discípulos de Jesús – desatienden los medios que aseguran la vida eterna. // AL RELACIONARSE CON SU GENTE: lit. hacia la generación de ellos (hebraísmo).

9 A continuación de la parábola, Lc ha coleccionado diversas sentencias de Jesús sobre el dinero. // EL DINERO INJUSTO: en el v. 11 usa Lc el adjetivo griego normal; aquí, en cambio, la expresión literal es un genitivo a la manera hebrea, como adjetivo: el dinero de la injusticia (adquirido por medios irregulares): es la riqueza personificada, casi el dios Dinero (v. 13). // CUANDO SE ACABE: o cuando falte. ¿Cuál es el sujeto gramatical: el dinero o la vida (=cuando muráis), o el mundo (=cuando venga el fin, cuando deje de existir el eón actual)? // OS RECIBAN: probablemente no los AMIGOS, sino Dios, cuyo nombre, según costumbre rabínica, se oculta reverencialmente bajo el plural indefinido: “Ser recibido EN LAS MORADAS ETERNAS” (lit. a las eternas tiendas) es salvarse. Para asegurar esa salvación eterna hay que saber jugárselo todo por el todo, incluso renunciar a la riqueza (no se trata solo de administrarla bien, sino de un sabio desprendimiento en favor de los pobres).

 

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé:

6, 1-13 El administrador demostró ingenio para lograr ventajas provisionales. Cristo contó esta historia para enseñar a sus discípulos a ser inteligentes, a ser astutos como serpientes y trabajar de forma más ventajosa con los bienes de cara a su situación después de la muerte. No hay que interpretar la parábola en clave puramente moral, como si Jesús alabara sin más la injusticia del administrador. Los cristianos están llamados a ser administradores inteligentes de la creación. Cat. 952.

5, 13 La lección se refiere al desapego a la riqueza, pero Cristo quiso también destacar la urgencia y disposición a la llamada del maestro. Debemos poner a Dios, nuestro propio maestro, por encima de las posesiones. Si las riquezas se convierten en nuestro primer amor, entonces no podemos dar nuestro corazón a Dios. Cat. 2113.

 

Catecismo de la Iglesia Católica.

952 “Todo lo tenían en común” (Hch 4, 32): “Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás, por lo cual debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo” (Catecismo Romano, 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16, 1-3).

2113 La idolatría no se refiere solo a los cultos falsos del paganismo. Es una tentación constante de la fe. Consiste en divinizar lo que no es Dios. Hay idolatría desde el momento en que el hombre honra y reverencia a una criatura en lugar de Dios. Trátese de dioses o de raza, de los antepasados, del Estado, del dinero, etc. “No podéis servir a Dios y al dinero”, dice Jesús (Mt 6, 24). Numerosos mártires han muerto por no adorar a “la Bestia” (cf. Ap 13-14), negándose incluso a simular su culto. La idolatría rechaza el único Señorío de Dios; es, por tanto, incompatible con la comunión divina.

 

Concilio Vaticano II

Habiendo en el mundo tantos hombres oprimidos por el hambre, el sagrado Concilio urge a todos, particulares y autoridades, a que, acordándose de aquella frase de los Padres: “Alimenta al que muere de hambre, porque si no lo alimentas, lo matas” , según las posibilidades de cada uno, compartan y empleen realmente sus bienes, sobre todo proporcionándoles, tanto a los individuos como a los pueblos, recursos para que puedan ayudarse y desarrollarse ellos mismos.

Constitución Pastoral “Gaudium et Spes”, 69.

 

Los Santos Padres.

Él [mayordomo infiel] se preocupó de la vida que tiene fin, y ¿no te preocupas tú por la eterna?

S. Agustín. Sermón 359. III, pg. 350.

 Y por eso pecó, con todo, se le elogia porque trató de buscarse para el futuro lo necesario por la indulgencia de su señor. Y con toda razón ha hablado de las riquezas injustas, puesto que la avaricia tienta nuestro corazón con diversos atractivos de dinero, con el fin de que deseemos servir a las riquezas.

S. Ambrosio. Exposición sobre el ev. de Lucas, 7. III, pg. 352.

 

San Agustín.

Dime a dónde debo dirigir la mirada para verte a ti, y espero hacer todo lo que me mandares. Recibe, te pido, a tu fugitivo, Señor, clementísimo Padre, basta ya con lo que he sufrido; basta ya con mis servicios a tu enemigo, hoy puesto bajo tus pies; basta ya de ser juguete de las apariencias falaces. Recíbeme ya siervo tuyo, que vengo huyendo de tus enemigos, que me retuvieron sin pertenecerles, cuando vivía lejos de ti. Ahora comprendo la necesidad de volver a ti; ábreme la puerta, porque te estoy llamando; enséñame el camino para llegar a ti. Solo tengo voluntad; sé que lo caduco y transitorio debe despreciarse para ir en pos de lo seguro y eterno. Esto hago, Padre, porque esto solo sé, y todavía no conozco el camino que lleva hasta ti. Enséñamelo, muéstramelo tú, dame la fuerza para el viaje. Si con la fe llegan a ti los que te buscan, no me niegues la fe; si con la virtud, dame la virtud; si con la ciencia, dame la ciencia. Aumenta en mí la fe, aumenta la esperanza, aumenta la caridad.

Soliloquios, 1. II, pg. 1281.

 

San Juan de Ávila.

Si a Dios sirviéredes, y te viniere algún mal por guardar sus palabras, no tengas pena, acuérdate cuántos ha librado Dios por guardar sus palabras. A Susana de aquel testimonio de aquellos malos viejos cómo la libró Dios sin saber ella por donde (Dn 13). No temas perdimiento de hacienda ni de vida, ni deshonra por Dios. Acuérdate, si quieres ser bueno, cuántos buenos ha librado, Dios de semejantes trabajos (cf. Lc 16, 2).

Sermón domingo I de Adviento. III, pg. 14.

 

San Oscar Romero. Homilía.

Queridos hermanos, no podía ser más práctica pues la palabra de Dios es nuestra vida. Estamos preocupados de las cosas temporales, sin las cuales no podemos vivir, y por eso es necesario que se organicen mejor según el pensamiento de Dios. Pero la Iglesia no es sociología. Es luz del evangelio, es luz de fe; pero desde la fe ilumina la sociología, la política, la economía, para que los hombres que manejen esas cosas se inspiren, no en sus intereses egoístas, sino en el juicio de Dios, en los designios de Dios al crear un mundo para todos nosotros que somos sus hijos.

Homilía, 18 de septiembre de 1977.

 

León XIV. Audiencia general. 10 de septiembre de 2025. Ciclo de catequesis - Jubileo 2025. Jesucristo, nuestra esperanza. III. La Pascua de Jesús. 6. La muerte. «Jesús, dando un fuerte grito, expiró» (Mc 15, 37)

Queridos hermanos y hermanas:

Buenos días y gracias por vuestra presencia, ¡un hermoso testimonio!

Hoy contemplamos la cumbre de la vida de Jesús en este mundo: su muerte en la cruz. Los Evangelios recogen un detalle muy valioso, que merece ser contemplado con la inteligencia de la fe. En la cruz, Jesús no muere en silencio. No se apaga lentamente, como una luz que se consume, sino que deja la vida con un grito: «Jesús, dando un fuerte grito, expiró» (Mc 15,37). Ese grito encierra todo: dolor, abandono, fe, ofrenda. No es solo la voz de un cuerpo que cede, sino la última señal de una vida que se entrega.

El grito de Jesús va precedido por una pregunta, una de las más lacerantes que se pueden pronunciar: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?». Es el primer versículo del Salmo 22, pero en los labios de Jesús adquiere un peso único. El Hijo, que siempre ha vivido en íntima comunión con el Padre, experimenta ahora el silencio, la ausencia, el abismo. No se trata de una crisis de fe, sino de la última etapa de un amor que se entrega hasta el fondo. El grito de Jesús no es desesperación, sino sinceridad, verdad llevada al límite, confianza que resiste incluso cuando todo calla.

En ese momento, el cielo se oscurece y el velo del templo se rasga (cf. Mc 15,33.38). Es como si la creación participara de ese dolor y al mismo tiempo revelara algo nuevo: Dios ya no habita detrás de un velo, su rostro es ahora plenamente visible en el Crucifijo. Es allí, en aquel hombre desgarrado, donde se manifiesta el amor más grande. Es allí donde podemos reconocer a un Dios que no permanece distante, sino que atraviesa hasta el fondo nuestro dolor.

El centurión, un pagano, lo entiende. No porque haya escuchado un discurso, sino porque vio morir a Jesús en ese modo: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios» (Mc 15,39). Es la primera profesión de fe después de la muerte de Jesús. Es el fruto de un grito que no se dispersó en el viento, sino que tocó un corazón. A veces, lo que no somos capaces de decir con palabras lo expresamos con la voz. Cuando el corazón está lleno grita. Y esto no siempre es una señal de debilidad, puede ser un profundo acto de humanidad.

Nosotros estamos acostumbrados a pensar en el grito como algo descompuesto, que hay que reprimir. El Evangelio confiere a nuestro grito un valor inmenso, recordándonos que puede ser una invocación, una protesta, un deseo, una entrega. Es más, puede ser la forma extrema de la oración, cuando ya no nos quedan palabras en ese grito, Jesús puso todo lo que le quedaba: todo su amor, toda su esperanza.

Sí, porque también hay esto en el grito: una esperanza que no se resigna. Se grita cuando se cree que alguien todavía puede escuchar. Se grita no por desesperación, sino por deseo. Jesús no gritó contra el Padre, sino hacia Él. Incluso en el silencio, estaba convencido de que el Padre estaba allí. Y así nos mostró que nuestra esperanza puede gritar, incluso cuando todo parece perdido.

Gritar se convierte entonces en un gesto espiritual. No es solo es primer acto de nuestro nacimiento – cuando llegamos al mundo llorando – : es también un modo para permanecer vivos. Se grita cuando se sufre, pero también cuando se ama, se llama, se invoca. Gritar es decir que estamos, que no queremos apagarnos en silencio, que tenemos todavía algo que ofrecer.

En el viaje de la vida, hay momentos en los que guardar todo dentro puede consumirnos lentamente. Jesús nos enseña a no tener miedo del grito, mientras sea sincero, humilde, orientado al Padre. Un grito no es nunca inútil si nace del amor. Y nunca es ignorado si se entrega a Dios. Es una vía para no ceder al cinismo, para continuar creyendo que otro mundo es posible.

Queridos hermanos y hermanas, aprendamos también esto del Señor Jesús: aprendamos el grito de la esperanza cuando llega la hora de la prueba extrema. No para herir, sino para encomendarnos. No para gritar contra alguien, sino para abrir el corazón. Si nuestro grito es verdadero, podrá ser el umbral de una nueva luz, de un nuevo nacimiento. Como para Jesús: cuando todo parece acabado, en realidad, la salvación estaba a punto de iniciar. Si se manifiesta con la confianza y la libertad de los hijos de Dios, la voz sufriente de nuestra humanidad, unida a la voz de Cristo, se puede convertir en fuente de esperanza para nosotros y para quien está a nuestro lado.

 

León XIV. Angelus. 14 de septiembre de 2025.

Queridos hermanos y hermanas, feliz domingo.

Hoy la Iglesia celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en la que recuerda el hallazgo del leño de la cruz por parte de santa Elena, en Jerusalén, en el siglo IV, y la restitución de la preciosa reliquia a la Ciudad Santa, por obra del Emperador Heraclio.

¿Pero qué quiere decir para nosotros celebrar hoy esta fiesta? Nos ayuda a comprenderlo el Evangelio que la liturgia nos propone (cf. Jn 3,13-17). La escena se desarrolla de noche, Nicodemo, uno de los jefes de los judíos, persona recta y de mente abierta (cf. Jn 7,50-51), va a encontrar a Jesús. Tiene necesidad de luz, de guía, busca a Dios y pide ayuda al Maestro de Nazaret, porque en Él reconoce un profeta, un hombre que cumple signos extraordinarios.

El Señor lo acoge, lo escucha, y al final le revela que el Hijo del hombre debe ser ensalzado, «para que todos los que creen en Él tengan Vida eterna» (Jn 3,15), y añade: «Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en Él no muera, sino que tenga Vida eterna» (v. 16). Nicodemo, que quizás en ese momento no comprende plenamente el sentido de estas palabras, podrá de seguro hacerlo cuando, después de la crucifixión, ayudará a sepultar el cuerpo del Salvador (cf. Jn 19,39). Comprenderá entonces que Dios, para redimir a los hombres, se hizo hombre y murió en la cruz.

Jesús habla de esto con Nicodemo, evocando un episodio del Antiguo Testamento (cf. Nm 21,4-9), cuando en el desierto los israelitas, atacados por serpientes venenosas, se salvan mirando la serpiente de bronce que Moisés, obedeciendo al mandato de Dios, había fabricado y colocado sobre un asta. Dios nos salvó mostrándose a nosotros, ofreciéndose como nuestro compañero, maestro, médico, amigo, hasta hacerse por nosotros Pan partido en la Eucaristía. Y para cumplir esta obra se sirvió de uno de los instrumentos de muerte más cruel que el hombre haya jamás inventado: la cruz.

Por esto hoy nosotros celebramos su “exaltación”, lo hacemos por el amor inmenso con el que Dios, abrazándola para nuestra salvación, la transformó de medio de muerte a instrumento de vida, enseñándonos que nada puede separarnos de Él (cf. Rm 8,35-39) y que su caridad es más grande que nuestro mismo pecado (cf. Francisco, Catequesis, 30 marzo 2016).

Pidamos ahora, por la intercesión de María, la Madre presente en el Calvario junto a su Hijo, que también en nosotros se arraigue y crezca su amor que salva, y que también nosotros sepamos donarnos los unos a los otros, como Él se ha donado enteramente a todos.

 

Papa Francisco. Ángelus. 22 de septiembre de 2013.

Queridos hermanos y hermanas:

Antes de concluir esta celebración, os saludo con afecto, en especial a mis hermanos obispos de Cerdeña, a quienes doy las gracias. Aquí, a los pies de la Virgen, desearía agradecer a todos y cada uno de vosotros, queridos fieles, sacerdotes, religiosos y religiosas, autoridades y, de modo especial, a quienes han colaborado para organizar esta visita. Sobre todo quiero encomendaros a María, Nuestra Señora de Bonaria. Pero en este momento pienso en los numerosos santuarios marianos de Cerdeña: vuestra tierra tiene un fuerte vínculo con María, una relación que expresáis en vuestra devoción y en vuestra cultura. Sed siempre auténticos hijos de María y de la Iglesia, y demostradlo con vuestra vida, siguiendo el ejemplo de los santos.

Al respecto, recordamos que ayer, en Bérgamo, fue proclamado beato Tomás Acerbis de Olera, fraile capuchino, que vivió entre los siglos XVI y XVII. Damos gracias por este testigo de la humildad y de la caridad de Cristo.

Ahora recitemos juntos la oración del Ángelus.

 

Papa Francisco. Ángelus.  18 de septiembre de 2016.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Hoy Jesús nos lleva a reflexionar sobre dos estilos de vida contrapuestos: el mundano y el del Evangelio. El espíritu del mundo no es el espíritu de Jesús. Y lo hace mediante la narración de la palabra del administrador infiel y corrupto, que es alabado por Jesús, a pesar de su deshonestidad (cf. Lc 16, 1-13).

Es necesario precisar inmediatamente que este administrador no se presenta como modelo a seguir, sino como ejemplo de astucia.

Este hombre es acusado de mala administración de los negocios de su señor y, antes de ser apartado, busca astutamente ganarse la benevolencia de sus deudores, condonando parte de la deuda para asegurarse, así, un futuro. Comentando este comportamiento, Jesús observa: «los hijos de este mundo son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (v. 8).

Ante tal astucia mundana nosotros estamos llamados a responder con la astucia cristiana, que es un don del Espíritu Santo. Se trata de alejarse del espíritu de los valores del mundo, que tanto gustan al demonio, para vivir según el Evangelio. Y la mundanidad, ¿cómo se manifiesta? La mundanidad se manifiesta con actitudes de corrupción, de engaño, de abuso, y supone el camino más equivocado, el camino del pecado, ¡porque uno te lleva al otro! Es como una cadena, aunque sí —es verdad— es el camino más cómodo de recorrer generalmente.

En cambio el espíritu del Evangelio requiere un estilo de vida serio —¡serio pero alegre, lleno de alegría!—, serio y de duro trabajo, basado en la honestidad, en la certeza, en el respeto de los demás y su dignidad, en el sentido del deber. Y ¡esta es la astucia cristiana! El recorrido de la vida necesariamente conlleva una elección entre dos caminos: entre la honestidad y deshonestidad, entre fidelidad e infidelidad, entre egoísmo y altruismo, entre bien y mal. No se puede oscilar entre el uno y el otro, porque se mueven en lógicas distintas y contrastantes. El profeta Elías decía al pueblo de Israel que iba por estos dos caminos: «¡Vosotros cojeáis con dos pies!» (cf. 1 Re 18, 21). Es una imagen bonita. Es importante decidir qué dirección tomar y después, una vez elegida la adecuada, caminar con soltura y determinación, confiando en la gracia del Señor y en el apoyo de su Espíritu. Fuerte y categórica es la conclusión del pasaje evangélico: «Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se entregará a uno y despreciará al otro» (Lc 16, 13).

Con esta enseñanza, Jesús hoy nos exhorta a elegir claramente entre Él y el espíritu del mundo, entre la lógica de la corrupción, del abuso y de la avidez y la de la rectitud, de la humildad y del compartir. Alguien se comporta con la corrupción como con las drogas: piensa poderla usar y dejarla cuando quiera. Se empieza con poco: una propina por aquí, un soborno por allá... Y entre esta y aquella lentamente se pierde la propia libertad. También la corrupción produce adicción, y genera pobreza, explotación, sufrimiento. Y ¡cuántas víctimas hay hoy por el mundo! Cuántas víctimas de esta difusa corrupción.

Cuando en cambio intentamos seguir la lógica evangélica de la integridad, de la transparencia, en las intenciones y en los comportamientos, de la fraternidad, nosotros nos convertimos en artesanos de justicia y abrimos horizontes de esperanza para la humanidad. Con la gratuidad y la donación de nosotros mismos a los hermanos, servimos al dueño justo: Dios.

Que la Virgen María nos ayude a elegir en cada ocasión y cueste lo que cueste el camino justo, encontrando también el valor de ir contracorriente, con el fin de seguir a Jesús y a su Evangelio.

 

Papa Francisco. Ángelus. 22 de septiembre de 2019.

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

La parábola contenida en el Evangelio de este domingo (cf. Lc 16, 1-13) tiene como protagonista a un administrador astuto y poco honrado que, acusado de haber despilfarrado los bienes del patrono, está a punto de ser despedido. En esta difícil situación, no recrimina, no busca justificación ni se deja desanimar, sino que busca una salida para asegurarse un futuro tranquilo. Al principio reacciona con lucidez, reconociendo sus propios límites: «Cavar, no puedo; mendigar, me da vergüenza» (v. 3); luego actúa con astucia, robando a su amo por última vez. En efecto, llama a los deudores y reduce las deudas que tienen con el amo, para congraciárselos y luego ser recompensados por ellos. Se trata de hacer amigos con la corrupción y obtener gratitud con la corrupción, como desgraciadamente es habitual hoy en día.

Jesús presenta este ejemplo no como una exhortación a la deshonestidad, sino como una astucia. De hecho, enfatiza: «El señor alabó a ese administrador injusto, porque había obrado astutamente» (v. 8), es decir, con esa mezcla de inteligencia y astucia, que te permite superar situaciones difíciles. La clave para leer esta historia está en la invitación de Jesús al final de la parábola: «Haceos amigos con las riquezas injustas, para que, cuando lleguen a faltar, os reciban en las eternas moradas» (v. 9). Esto parece un poco confuso, pero no lo es: las “riquezas injustas” son el dinero ―también llamado “estiércol del diablo”― y en general los bienes materiales.

La riqueza puede empujar a la gente a construir muros, crear divisiones y discriminación. Jesús, por el contrario, invita a sus discípulos a invertir el curso: “Hacer amigos con las riquezas”. Es una invitación a saber transformar bienes y riquezas en relaciones, porque las personas valen más que las cosas y cuentan más que las riquezas que poseen. En la vida, en efecto, no son los que tienen tantas riquezas los que dan fruto, sino los que crean y mantienen vivos tantos lazos, tantas relaciones, tantas amistades a través de las diferentes “riquezas”, es decir, de los diferentes dones con los que Dios los ha dotado. Pero Jesús indica también el fin último de su exhortación: “Haceos amigos con las riquezas injustas para que os reciban en las moradas eternas”. Si somos capaces de transformar las riquezas en instrumentos de fraternidad y solidaridad, nos acogerá en el Paraíso no solamente Dios, sino también aquellos con los que hemos compartido, administrándolo bien lo que el Señor ha puesto en nuestras manos.

Hermanos y hermanas, esta página evangélica hace resonar en nosotros la pregunta del administrador deshonesto, expulsado por su amo: «¿Qué haré pues?» (v. 3). Frente a nuestras carencias y fracasos, Jesús nos asegura que siempre estamos a tiempo para sanar el mal hecho con el bien. Que los que han causado lágrimas hagan felices a alguien; que los que han quitado indebidamente, done a los necesitados. Al hacerlo, seremos alabados por el Señor “porque hemos obrado astutamente”, es decir, con la sabiduría de los que se reconocen como hijos de Dios y se ponen en juego por el Reino de los cielos.

Que la Santísima Virgen nos ayude a ser astutos para asegurarnos no el éxito mundano, sino la vida eterna, para que en el momento del juicio final las personas necesitadas a las que hemos ayudado sean testigos de que en ellas hemos visto y servido al Señor.

 

Papa Francisco. Ángelus. 18 de septiembre de 2022.

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

La parábola que el Evangelio de la Liturgia de hoy nos presenta (cf. Lc 16,1-13) parece un poco difícil de comprender. Jesús cuenta una historia de corrupción: un administrador deshonesto que roba y que cuando es descubierto por su amo actúa con astucia para salir de esa situación. Nos preguntamos, ¿en qué consiste esta astucia —es un corrupto el que la usa—, y qué quiere decirnos Jesús?

En la historia vemos que este administrador corrupto termina con problemas porque se ha aprovechado de los bienes de su amo; ahora tendrá que rendir cuentas y perderá su trabajo. Pero él no se da por vencido, no se resigna a su destino y no se hace la víctima; al contrario, actúa en seguida con astucia, busca una solución, es ingenioso. Jesús se inspira en esta historia para lanzarnos una primera provocación: «Los hijos de este mundo —dice— son más astutos con los de su generación que los hijos de la luz» (v. 8). Sucede que, quien se mueve en las tinieblas según ciertos criterios mundanos, sabe salir adelante incluso en medio de los problemas, sabe ser más astuto que los demás; en cambio, los discípulos de Jesús, es decir, nosotros, a veces estamos dormidos, o somos ingenuos, no sabemos tomar la iniciativa para buscar salidas en las dificultades (cf. Evangelii gaudium, 24). Por ejemplo, pienso en los momentos de crisis personal, social, pero también eclesial: a veces nos dejamos vencer por el desánimo, o caemos en la queja y en el victimismo. En cambio —dice Jesús— podríamos también ser astutos según el Evangelio, estar despiertos y atentos para discernir la realidad, ser creativos para buscar soluciones buenas, para nosotros y para los demás.

Pero también hay otra enseñanza que Jesús nos ofrece. De hecho, ¿en qué consiste la astucia del administrador? Él decide hacer un descuento a los que están en deuda, y así se hace amigo de ellos, esperando que puedan ayudarle cuando el amo lo despida. Antes acumulaba las riquezas para sí mismo, ahora las usa para hacerse amigos que puedan ayudarle en el futuro. Haciendo lo mismo, robar. Y Jesús, entonces, nos ofrece una enseñanza sobre el uso de los bienes: «Haceos amigos con el dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas» (v. 9). Para heredar la vida eterna no es necesario acumular los bienes de este mundo, lo que cuenta es la caridad que habremos vivido en nuestras relaciones fraternas. Esta es la invitación de Jesús: no uséis los bienes de este mundo solo para vosotros y para vuestro egoísmo, sino utilizadlos para generar amistades, para crear relaciones buenas, para actuar en la caridad, para promover la fraternidad y ejercer el cuidado hacia los más débiles.

Hermanos y hermanas, también en el mundo de hoy hay historias de corrupción como la del Evangelio; conductas deshonestas, políticas injustas, egoísmos que dominan las decisiones de los individuos y de las instituciones, y tantas otras situaciones oscuras. Pero a los cristianos no se nos permite desanimarnos o, peor aún, dejarlo pasar, permanecer indiferentes. Al contrario, estamos llamados a ser creativos a la hora de hacer el bien, con la prudencia y la astucia del Evangelio, usando los bienes de este mundo —no solo los materiales, sino todos los dones que hemos recibido del Señor— no para enriquecernos, sino para generar amor fraterno y amistad social. Esto es muy importante: generar amistad social con nuestra actitud.

Pidamos a María Santísima que nos ayude a ser como ella, pobres en espíritu y ricos de caridad recíproca.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 23 de septiembre de 2007.

Queridos hermanos y hermanas

Esta mañana he visitado la diócesis de Velletri, de la que fui cardenal titular durante varios años. Ha sido un encuentro familiar, que me ha permitido revivir momentos del pasado ricos en experiencias espirituales y pastorales. Durante la solemne celebración eucarística, comentando los textos litúrgicos, he reflexionado sobre el uso correcto de los bienes terrenos, un tema que en estos domingos el evangelista san Lucas ha vuelto a proponer de diversos modos a nuestra atención.

Narrando la parábola de un administrador injusto, pero muy astuto, Cristo enseña a sus discípulos cuál es el mejor modo de utilizar el dinero y las riquezas materiales, es decir, compartirlos con los pobres, granjeándose así su amistad con vistas al reino de los cielos. "Haceos amigos con el dinero injusto —dice Jesús—, para que cuando os falte, os reciban en las moradas eternas" (Lc 16, 9). El dinero no es "injusto" en sí mismo, pero más que cualquier otra cosa puede encerrar al hombre en un egoísmo ciego. Se trata, pues, de realizar una especie de "conversión" de los bienes económicos en vez de usarlos sólo para el propio interés, es preciso pensar también en las necesidades de los pobres, imitando a Cristo mismo, el cual, como  escribe  san  Pablo, "siendo rico, por vosotros  se hizo pobre, a fin de que  os enriquecierais con su pobreza" (2 Co 8, 9). Parece una paradoja Cristo no nos ha enriquecido con su riqueza, sino con su pobreza, es decir, con su amor, que lo impulsó a entregarse totalmente a nosotros.

Aquí podría abrirse un vasto y complejo campo de reflexión sobre el tema de la riqueza y de la pobreza, incluso a escala mundial, en el que se confrontan dos lógicas económicas la lógica del lucro y la lógica de la distribución equitativa de los bienes, que no están en contradicción entre sí, con tal de que su relación esté bien ordenada. La doctrina social católica ha sostenido siempre que la distribución equitativa de los bienes es prioritaria. El lucro es naturalmente legítimo y, en una medida justa, necesario para el desarrollo económico.

En la encíclica Centesimus annus escribió Juan Pablo II "La moderna economía de empresa comporta aspectos positivos, cuya raíz es la libertad de la persona, que se expresa en el campo económico y en otros campos" (n. 32). Sin embargo —añadió—, no se ha de considerar el capitalismo como el único modelo válido de organización económica (cf. ib., 35). La emergencia del hambre y la emergencia ecológica muestran cada vez con más evidencia que cuando predomina la lógica del lucro aumenta la desproporción entre ricos y pobres y una dañosa explotación del planeta. En cambio, cuando predomina la lógica del compartir y de la solidaridad, es posible corregir la ruta y orientarla hacia un desarrollo equitativo y sostenible.

María santísima, que en el Magníficat proclama el Señor "a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos" (Lc 1, 53), ayude a los cristianos a usar con sabiduría evangélica, es decir, con generosa solidaridad, los bienes terrenos, e inspire a los gobernantes y a los economistas estrategias clarividentes que favorezcan el auténtico progreso de todos los pueblos.

 

Benedicto XVI. Ángelus. 19 de septiembre de 2010.

Hermanos y hermanas en Jesucristo:

Deseo enviar mi saludo al pueblo de Sevilla, donde ayer fue beatificada la Madre María de la Purísima de la Cruz. Que la Beata María inspire a las jóvenes a seguir su ejemplo de amor incondicional a Dios y al prójimo.

Cuando el Beato John Henry Newman vino a vivir a Birmingham, dio el nombre de "Maryvale" a su primera casa en este lugar. El Oratorio que fundó está dedicado a la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen. Y puso bajo el patrocinio de María, Sedes Sapientiae, la Universidad Católica de Irlanda. De muchas maneras, vivió su ministerio sacerdotal con un espíritu de devoción filial a la Madre de Dios. Meditando acerca de su papel en el desarrollo del plan de Dios para nuestra salvación, llegó a exclamar: «¿Quién puede apreciar la santidad y la perfección de Aquella que fue elegida para ser la Madre de Cristo? ¿Qué dones debió tener, quien fue elegida para ser el único familiar más cercano en la tierra al Hijo de Dios, la única a quien Él estaba obligado por naturaleza a venerar y admirar; la escogida para guiarle y educarle, para instruirle día a día, a medida que crecía en sabiduría y en estatura?» (Parochial and Plain Sermons, II, 131-2). Porque fue agraciada copiosamente, la veneramos y, por la intimidad con su divino Hijo, buscamos lógicamente su intercesión en nuestras propias necesidades y las del mundo entero. Ahora, nos dirigimos a nuestra Madre Santísima con las palabras del Ángel y le confiamos las intenciones que llevamos en nuestro corazón.

 

DOMINGO 26 T. O.

 

Monición de entrada.-

Cada domingo que venimos a misa escuchamos la Palabra de Dios.

Ella nos ayuda a estar atentos a la misa.

Y a ser mejores amigos de Jesús.

 

Señor, ten piedad.

En ti creemos.  Señor, ten piedad.

Queremos convertirnos a ti. Cristo, ten piedad.

En ti ponemos nuestro corazón. Señor, ten piedad.

 

Peticiones.-

Por el Papa Francisco. Te lo pedimos Señor.

Para que la Iglesia sepa dar a lo que tiene un fin pastoral. Te lo pedimos Señor.

Para que los que mandan en el dinero, busquen ayudar a todos. Te lo pedimos Señor.

Para que los ricos ayuden a los pobres. Te lo pedimos Señor.

Para que nosotros no busquemos tener cosas, sino a Jesús. Te lo pedimos, Señor.

 

Acción de gracias.-

Virgen María queremos darte las gracias porque nos ayudas a no tener el corazón apegado a las cosas, sino a Jesús.

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