Lectura
antes de la bendición de los ramos.
Lectura del santo
evangelio según san Mateo 21, 1-11
Cuando se
acercaban a Jerusalén y llegaron a Betfagé, en el monte de los Olivos, envió a
dos discípulos diciéndoles:
-Id a la
aldea de enfrente, encontraréis enseguida una borrica atada con un piollino, lo
desatáis y me lo traéis. Si alguien os dice algo, contestadle que el Señor los
necesita y los devolverá pronto.
Esto ocurrió
para que se cumpliese lo dicho por medio del profeta: “Decid a la hija de Sión:
“Mira a tu rey, que viene a ti, humilde, montado en una borrica, en un pollino,
hijo de acémila”.
Fueron los
discípulos e hicieron lo que les había mandado Jesús: trajeron la borrica y el
pollino, echaron encima sus mantos y Jesús se montó. La multitud alfombró el
camino con sus mantos; algunos cortaban ramas de árboles y alfombraban la
calzada. Y la gente que iba delante y detrás gritaba:
-¡Hosanna!
al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en las
alturas!
Al entrar en
Jerusalén, toda la ciudad se sobresaltó preguntando:
-¿Quién es este?
La multitud
contestaba:
-Es el
profeta Jesús, de Nazaret de Galilea.
Palabra de
Dios.
Textos
paralelos[1].
Cuando se
aproximaron a Jerusalén y llegados a Betfagé.
Mc 11,1-10:
Cuando se acercaban a Jerusalén, por Betfagé y Betania, junto al monto de los Olivos,
mandó a dos de sus discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente y, en
cuanto entréis, encontraréis un pollino atado, que nadie ha montado todavía.
Desatadlo y traedlo. Y si alguien os pregunta por qué lo hacéis contestadle: “El
Señor lo necesita, y lo devolverá pronto”. Fueron y encontraron el pollino en
la calle atado a una puerta y lo soltaron. Algunos de los presentes le
preguntaron: “¿Qué hacéis desatando el pollino? Ellos les contestaron como
había dicho Jesús y se lo permitieron. Llevaron el pollino, le echaron encima
los mantos, y Jesús se montó. Muchos alfombraron el camino con sus mantos,
otros con ramas cortadas en el campo. Los que iban delante y detrás gritaban: “¡Hosanna!
¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Bendito el reino que llega, el de
nuestro padre David! ¡Honassa en las alturas!”. Entró Jesús en Jerusalén, en el
templo, lo estuvo observando todo y, como era ya tarde, salió hacia Betania con
los Doce.
Lc 19,
28-38: Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olvis,
mandó a dos discípulos, diciéndoles: “Id a la aldea de enfrente; al entrar en
ella, encontraréis un pollino atado, que nadie ha montado nunca. Desatadlo y
traedlo. Y si alguien os pregunta: “¿Por qué lo desatáis?”, le diréis así: “El
Señor lo necesita”. Fueron, pues, los enviados y lo encontraron como les había
dicho. Mientras desataban el pollino, los dueños les dijeron: “¿Por qué
desatáis el pollino?”. Ellos dijeron: “El Señor lo necesita”. Se lo llevaron a
Jesús y, después de poner sus mantos sobre el pollino, ayudaron a Jesús a
montar sobre él. Mientras él iba avanzando, extendía sus manos por el camino.
Y, cuando se acercaba ya a la bajada del monte de los Olivos, la multitud de
los discípulos, llenos de alegría, comenzaron a alabar a Dios a grandes voces
por todos los milagros que habían visto, diciendo: “¡Bendito el rey que viene
en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en las alturas”. Algunos fariseos
de entre la gente le dijeron: “Maestro, reprende a tus discípulos”. Y respondiendo,
dijo: “Os digo que si estos callan, gritarán las piedras”.
Jn 12. 12-16:
Al día siguiente, la multitud de gente que había venido a la fiesta al oír que
Jesús venía a Jerusalén, tomaron ramos de palmeras y salieron a su encuentro
gritando: “¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor, el Rey de
Israel!”. Encontrando Jesús un pollino montó sobre él, como está escrito: “No
temas, hija de Sión, he aquí que viene tu Rey, sentado sobre un pollino de asna”.
Estas cosas no las comprendieron sus discípulos al principio, pero cuando Jesús
fue glorificado, entonces se acordaron de que esto estaba escrito acerca de él
y que así lo habían hecho para con él.
Za 14. 4:
Aquel día se plantarán sus pies sobre el monto de los Olivos, al este de
Jerusalén. El monte de los Olivos se partirá en dos, al este y al oeste;
quedará un gran valle. La mitad de la montaña se retirará hacia el norte y la
otra mitad hacia el sur.
Decid a la hija
de Sión.
Is 62, 11:
El Señor hace oír esto / hasta el confín de la tierra: / “Decid a la hija de
Sión: / Mira a tu salvador, que llega, / el premio de su victoria lo acompaña,
/ la recompensa lo precede.
Za 9, 9: ¡Salta
de gozo, Sión; / alégrate, Jerusalén! / Mira que viene tu rey, / justo y
triunfador, / pobre y montado en un borrico, / en un pollino de asna.
Manos y montado
en un asna.
Mt 11, 29:
Tomad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de
corazón, y encontraréis descanso para vuestras almas.
Gn 49, 11:
Ata su asno a una viña, / y a una cepa, el pollino de la asna; / lava su sayo
en vino, / y su túnica en sangre de uvas.
Pusieron
sobre ellos sus mantos.
1 R 1, 33-34:
Les dijo: “Tomad con vosotros a los leales de vuestro señor, montad a mi hijo
Salomón en mi propia mula; bajadlo a Guijón y allí lo ungirán rey de Israel, el
sacerdote Sadoc y Natán el profeta. Tocad entonces el cuerno y aclamad: ‘¡Viva
el rey Salomón!”.
Extendía sus
mantos por el camino.
2 R 9, 13: De
inmediato cada uno se apresuró a tomar su manto para colocarlo a sus pies sobre
el empedrado. Luego tocaron el cuerno y gritaron: “Jehú es rey”.
¡Hosanna al
Hijo de David!
9, 27:
Cuando Jesús salía de allí, dos ciegos lo seguían gritando: “Ten compasión de nosotros,
hijo de David”.
Sal 118,
25-26: Señor, danos la salvación; / Señor, danos prosperidad. // Bendito el que
viene en nombre del Señor, / os bendecimos desde la casa del Señor. // El Señor
es Dios, él nos ilumina, / Ordenad una procesión con ramos / hasta los angulos
del altar.
Hch 2, 33: Exaltado,
pues, por la diestra de Dios y habiendo recibido del Padre la promesa del
Espíritu Santo, lo ha derramado. Esto es lo que estáis viendo y oyendo.
Este es el
profeta Jesús.
16, 14:
Ellos contestaron: “Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que
Jeremías o uno de los profetas”.
Notas
exegéticas[2].
21 5 Cita de
Za 9, 9, con una introducción modificada (quizá según Is 62, 11) y ligeras
variantes. El profeta dice: “Montado en un asno, en una cría de asna” – Este modesto
aparato del Rey mesiánico debía manifestar en el pensamiento del profeta, el carácter
humilde y pacífico de su reino. Mateo aplica esta profecía a Jesús, Mesías
humilde.
21 9 Transcripción
de una forma tardía del hebreo hosiana (“Salva”, ver Sal 118, 25). De grito de
llamada (ver S 4: hosia dirigido al rey) lanzado especialmente el séptimo día de
la Fiesta de las Tiendas agitando ramos (también en otras ocasiones, ver 2 M
10, 6-7), el ´termino se convierte, quizá desde el judaísmo (en todo caso en el
cristianismo primitivo), en una aclamación cuyo destinatario es mencionado eventualmente
(en griego) mediante un complemento dativo.
21 10 Lit. “fue
sacudida” (vb. seio en pas. empleado para describir los temblores de tierra: Mt
27, 15; 28, 4; ver 8, 24; Ap 6, 13). Cuando Jesús entra en Jerusalén como rey
mesiánico, la ciudad queda conmovida, como había ocurrido en el anuncio de su
nacimiento (2, 3): la vida de Jesús es un acontecimiento público.
21 11 Mt es
el único en contar lo que dice de Jesús la muchedumbre (ver 9, 33 y 12, 23).
Jesús es reconocido como profeta (ver Mt 16, 14; Mc 6, 15; Lc 7, 16-39), sin
que su origen galileo sea una objeción, como en Jn 7, 52 (ver Mt 13, 57). La
comunidad cristiana verá en él al profeta (ch 3,22-23), citando Dt 18, 15; ver
Mt 17, 5 y paralelo Jn 1,21; 5, 14; 7, 40).
Primera
lectura.
Lectura del libro
de Isaías 50, 4-7
El Señor em
ha dado una lengua de discípulo; para saber decir al abatido una palabra de
aliento. Cada mañana me espabila el oído, para que escuche como los discípulos.
El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás. Ofrecí la
espalda a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no
escondí el rostro ante ultrajes y salivazos. El Señor Dios me ayuda, por eso no
sentía los ultrajes; por eso endurecí el rostro como pedernal, sabiendo que no
quedaría defraudado.
Palabra de
Dios.
Textos
paralelos[3].
El Señor Yahvé me ha dado una lengua de
iniciado.
Is 42, 1:
Mirad a mi siervo, / a quien sostengo, / mi elegido, / en quien me complazco. /
He puesto mi espíritu sobre él, / manifestará la justicia a las naciones.
Jn 3, 11: En
verdad, en verdad te digo: hablamos de lo que sabemos y damos testimonio de lo
que hemos visto, pero no recibís nuestro testimonio.
El Señor Yahvé
me ha abierto el oído.
Is 53, 7:
Maltratado, voluntariamente, se humillaba / y no abría la boca: / como cordero
llevado al matadero, / como oveja ante el esquilador, / enmudecía y no abría la
boca.
Y no hurté
mi rostro a insultos y salivazos.
Mt 27, 30:
Luego le escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza.
Ofrecí mi
cara como el pedernal.
Ez 3, 8-9:
Mira, hago tu rostro tan duro como el de ellos, y tu cabeza terca como la de
ellos, como el diamante, más dura que el pedernal hago tu cabeza. No les tengas
miedo ni te espantes de ellos, aunque sean un pueblo rebelde.
Sal 25, 3:
Pues los que esperan en ti no quedan defraudados, / mientras que el fracaso
malogra a los traidores.
Notas
exegéticas[4].
50 4 En este tercer canto, e Siervo se muestra
menos como profeta que como sabio, discípulo fiel de Yahvé, vv. 4-5, encargado
de enseñar a su vez a los que temen a Dios, es decir, a todos los judíos piadosos,
v. 10 y también a los extraviados o infieles “que andan a oscuras”. Gracias a
su coraje y a la ayuda divina, vv. 7-9, soportará las persecuciones, vv. 5-6,
hasta que dios le haya concedido un triunfo definitivo, vv. 9-11. – El que habla
hasta el v. 9 incluido es el Siervo.
50 6 Esta
descripción de los sufrimientos del siervo se repetirá con más amplitud en el
canto cuarto, 52, 13-53, 12. Evoca ya a Mt 26, 67; 27,30.
Salmo
responsorial
Salmo 21
R/. Dios mío, Dios mío,
¿por qué me
has abandonado?
Al verme, se
burlan de mí,
hacen visajes,
menean la cabeza:
“Acudió al
Señor, que lo ponga a salvo;
que lo libre
si tanto lo quiere”. R/.
Me acorrala
una jauría de mastines,
me cerca una
banda de malhechores;
me taladran
las manos y los pies,
puedo contar
mis huesos. R/.
Se reparten
mi ropa,
echan a
suerte mi túnica.
Pero tú,
Señor, no te quedes lejos;
fuerza mía,
ven corriendo a ayudarme. R/.
Contaré a
mis hermanos,
en medio de
la asamblea te alabaré.
“Los que
teméis al Señor, alabadlo;
linaje de
Jacob, glorificadlo;
temedlo,
linaje de Israel. R/.
Textos
paralelos[5].
Todos
cuantos me ven de mí se mofan.
Mt 27, 39:
Los que pasaban, lo injuriaban, y meneando la cabeza, decían: “Tú que destruyes
el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de
Dios, baja de la cruz”.
Se confío a
Yahvé, pues que lo libre.
Mt 27, 43:
Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy Hijo de Dios”.
Sb 2, 18-20:
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará / y lo librará de las manos de sus
enemigos.
Reparten
entre sí mi ropa.
Jn 19, 24: Así
se cumplió la Escritura: “Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica”.
Esto hicieron los soldados.
Contaré tu
fama a mis hermanos.
Hb 2, 12:
Anunciaré tu nombre a mis hermanos, / en medio de la asamblea te alabaré.
Sal 40, 10: He proclamado tu justicia / ante la gran
asamblea; / no he cerrado los labios, Señor, tú lo sabes.
Segunda
lectura.
Lectura de la
carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2, 6-11.
Cristo Jesús,
siendo de condición divina, no retuvo ávidamente el ser igual a Dios; al
contrario, se despojó de sí mismo tomando la condición de esclavo, hecho
semejante a los hombres. Y así, reconocido como hombre por su presencia, se
humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y una muerte de cruz. Por
eso Dios lo exaltó sobre todo y le concedió el Nombre-sobre-todo-nombre; de
modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en
el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de
Dios.
Textos
paralelos[6].
El cual, siendo de condición divina.
Sb 2, 23:
Dios creó al hombre incorruptible / y lo hizo a imagen de su propio ser.
A ser tratado
igual a Dios.
Is 53,12: Le
daré una multitud como parte, / y tendrá como despojo una muchedumbre, / Porque
expuso su vida a la muerte / y fue contado entre los pecadores, / él tomó el
pecado de muchos / e intercedió por los pecadores.
2 Co 8, 9:
Pues conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, el cual, siendo rico, se
hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza.
Asumiendo
semejanza humana
Gn 4,4:
También Abel ofreció las primicias y la grasa de sus ovejas. El Señor se fijó
en Abel y en su ofrenda.
Haciéndose
obediente hasta la muerte.
Rm 8, 19:
Porque la creación, expectante, está aguardando la manifestación de los hijos
de Dios.
Por eso Dios
lo exaltó.
Is 52, 13:
Mirad, mi siervo tendrá éxito, / subirá y crecerá mucho.
Y le otorgó el
Nombre.
Rm 14, 9:
Pues para esto murió y resucitó Cristo: para ser Señor de muertos y vivos.
Y toda
lengua confiese.
Rm 10, 9: Porque,
si profesas con tus labios que Jesús es Señor, y crees con tu corazón que Dios
lo resucitó de entre los muertos, serás salvo.
Para gloria
de Dios Padre.
1 Co 12, 1:
Acerca de los dones espirituales, no quiero, hermanos, que sigáis en la
ignorancia.
Notas
exegéticas[7]:
2 6 (a) Lit.
“en la forma de Dios”. La misma palabra griega (morphe) es utilizada en el v. 7
(lit. “tomando la forma de esclavo”). Su significado es casi idéntico al de “Imagen”
(eikon), y los dos términos son utilizados indistintamente por los LXX. La “forma
de Dios” es, pues, sinónimo de “imagen de Dios”, que es el predicado aplicado a
Adán (Gn 1, 27; 1 Co 17, 7, y a Cristo 2 Co 5,5).
2 6 (b) Cristo
al no tener pecado no tenía que morir. Idéntica idea aparece en algunos
apócrifos, como Henoc, IV Esdras o II Baruc. Tenía pues, el derecho a vivir
eternamente, algo propio de la divinidad. Gn 3, 4-5. Otras traducciones
posibles: “No retuvo celosamente el rango que le igualaba a Dios” o “No consideró
como presa el ser igual a Dios”. En este último caso, habría una oposición
implícita entre Jesús, segundo o último Adán 1 Co 15, 56 y el primer Adán Gn 3,
4-5.
2 7 (a) Lit.
“Se vacío a sí mismo”. El término kénosis procede de una raiz que significa “vaciar”.
La fórmula está tomada de Is 53, 12. El pronombre reflexivo, que aparece en el
v. 7 ( y ver Gn 2, 20), subraya la decisión del mismo Cristo, que optó por la
muerte.
2 7 (b) Este
modo de existencia, a la luz de la alusión a Is 53, 12, sólo puede ser el del
humillado Siervo paciente de Yahvé, que murió por los demás. Is 53, 3.5.7.
Nótese el contraste con Señor, v. 11.
2 7 (c) No
hay intención de atenuar la humanidad de Jesús. No obstante si él no hbuera
sido diferente no habría podido salvarnos. Él, que estaba vivo, resucitó a los
que estaban muertos. Él no tenía necesidad de ser reconciliado con Dios,
mientras todos los demás la tenían.
2 7 (d) Aunque
diferente en su modo de existencia, Cristo compartió la naturaleza humana común
a todos.
2 8 (a) Al
envío del Hijo por el Padre para celebrar a la humanidad corresponde de parte
de Cristo la obediencia.
2 8 (b) Mientras
que la tradición primitiva sólo insistía en el efecto salvífico de la muerte de
Cristo, Pablo subraya lógicamente que el valor ejemplar de esta muerte está en
el cruel castigo de la crucifixión. Lit. “sobre-exaltó”. El verbo griego hypsou,
que significa normalmente elevar, se traduce a menudo por “exaltar”. Aquí lleva
además el prefijo hyper (del que se forma el mismo verbo), que redobla su
significado, por el hecho de que, si es cierto que todos los justos serán exaltados,
Is 52, 13; Sb 3, 1-8, Cristo es superior a todos ellos.
2 9 (b) El
nombre es el de “Señor”, como explica el v. 11. Se trata aquí de un ´termino
funcional que no se refiere precisamente a la naturaleza de Cristo, es un
título que Cristo lo consigue por su pasión y resurrección. A pesar de su uso
cotidiano, y de su frecuente aplicación a Cristo a lo largo de todo el NT aquí
se toma como un título “que está sobre todo nombre”, la razón es que el NT lo
reserva a Dios.
2 10 (a) La
humanidad entera reconoce la nueva dignidad de Jesús, como estaba anunciado que
las naciones reconocería a Yahvé. Is 45, 23; Rm 14, 11. El nombre propio de
Jesús -sin más añadiduras – se usa aquí deliberadamente para evocar la figura
humillada y paciente de los vv. 6-8.
2 10 (b) Estas
frases, que alternan la cuidada estructura del himno fueron propiamente
añadidas por Pablo con el fin de poner de relieve tanto el ilimitado alcance de
la autoridad de Cristo como la dependencia respecto a su Padre.
Evangelio.
X
Lectura del santo evangelio según san Mateo 26, 14-27,66
En aquel
tiempo, uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a los sumos sacerdotes y
les propuso:
-¿Qué estáis
dispuestos a darme si os lo entrego?
Ellos se
ajustaron con él en treinta monedas de plata. Y desde entonces andaba buscando
ocasión propicia para entregarlo.
El primer
día de los Ácimos se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron:
-¿Dónde
quieres que te preparemos la cena de Pascua?
-Él contestó:
-Id a la
ciudad, a casa de quien vosotros sabéis, y decidle: “El Maestro dice: mi hora
está cerca;, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos”.
Los
discípulos cumplieron las instrucciones de Jesús y prepararon la Pascua.
Al atardecer
se puso a la mesa con los Doce. Mientras comían dijo:
-En verdad
os digo que uno de vosotros me va a entregar.
Ellos, muy
entristecidos, se pusieron a preguntarle uno tras otro:
-¿Soy yo
acaso, señor?
Él
respondió:
-El que ha
metido conmigo la mano en la fuente, ese me va a entregar. El Hijo del hombre
se va como está escrito de él; pero, ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre
es entregado!, ¡más le valdría a ese hombre no haber nacido!
Entonces
preguntó Judas, el que lo iba a entregar:
-¿Soy yo acaso,
Maestro?
Él
respondió:
-Tú lo has
dicho.
Mientras
comían, Jesús tomó pan y, después de pronunciar la bendición, lo partió, lo dio
a sus discípulos y les dijo:
-Tomad,
comed: esto es mi cuerpo.
Después tomó
el cáliz, pronunció la acción de gracias y dijo:
-Bebed
todos; porque esta es mi sangre de la alianza, que es derramada por muchos para
el perdón de los pecados. Y os digo que desde ahora ya no beberé del fruto de
la vid hasta el día que beba con vosotros el vino nuevo en el reino de mi
Padre.
Después de
cantar el himno salieron para el monte de los Olivos. Entonces Jesús les dijo:
-Esta noche
os vais a escandalizar todos por mi causa, porque está escrito: “Heriré al
pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño”. Pero cuando resucite, iré
delante de vosotros a Galilea”.
Pedro
replicó:
-Aunque
todos caigan por tu causa, yo jamás caeré.
Jesús le
dijo:
-En verdad
te digo que esta noche, antes de que el gallo cante, mee negarás tres veces.
Pedro le
replicó:
-Aunque tenga
que morir contigo, no te negaré.
Y lo mismo
decían los demás discípulos. Entonces Jesús fue con ellos a un huerto, llamado
Getsemaní, y dijo a los discípulos:
-Sentaos
aquí, mientras voy allá a orar.
Y llevándose
a Pedro y a los hijos de Zebedeo, empezó a sentir tristeza y angustia.
Entonces les
dijo:
-Mi alma
está triste hasta la muerte; quedaos aquí y velad conmigo.
Y
adelantándose un poco cayó rostro en tierra y oraba diciendo:
-Padre mío,
si es posible, que pase de mí este cáliz. Pero no se haga como yo quiero, sino
como quieres tú.
Y volvió a
los discípulos y los encontró dormidos. Dijo a Pedro:
-¿No habéis
podido velar una hora conmigo? Velad y orad para no caer en la tentación, pues
el espíritu está pronto, pero la carne es débil.
De nuevo se
apartó por segunda vez y oraba diciendo:
-Padre mío,
si este cáliz no puede pasar sin que yo lo beba, hágase tu voluntad.
Y viniendo
otra vez, los encontró dormidos, porque sus ojos se cerraban de sueño.
dejándolos de nuevo, por tercera vez oraba repitiendo las mismas palabras.
Volvió a los discípulos, los encontró dormidos y les dijo:
-Ya podéis
dormir y descansar. Mirad, está cerca la hora y el Hijo del hombre va a ser
entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos, vamos! Ya está cerca el que me
entrega.
Todavía
estaba hablando, cuando apareció Judas, uno de los Doce, acompañado de un tropel
de gente, con espadas y palos, enviado por los sumos sacerdotes y los ancianos
del pueblo. El traidor les había dado esta contraseña:
-Al que yo
bese, ese es: prendedlo.
Después se
acercó a Jesús y le dijo:
-¡Salve, Maestro!
Y lo besó.
Pero Jesús le contestó:
-Amigo, ¿a
qué vienes?
Entonces se
acercaron a Jesús y le echaron mano y lo prendieron. Uno de los que estaban con
él agarró la espada, lo desenvainó y de un tajo le cortó la oreja al criado del
sumo sacerdote.
Jesús le
dijo:
-Envaina la
espada; que todos los que empuñan espada, a espada morirán. ¿Piensas tú que no
puedo acudir a mi Padre? Él me mandaría enseguida más de doce legiones de
ángeles. ¿Cómo se cumplirían entonces las Escrituras que dicen que esto tiene
que pasar?
Entonces
dijo Jesús a la gente:
-¿Habéis
salido a prenderme con espadas y palos como si fuera un bandido? A diario me
sentaba en el tempo a enseñar y, sin embargo, no me prendisteis. Pero todo esto
ha sucedido para que se cumplieran las Escrituras de los profetas.
En aquel
momento todos los discípulos lo abandonaron y huyeron.
Los que
prendieron a Jesús lo condujeron a casa de Caifás, el sumo sacerdote, donde se
habían reunido los escribas y los ancianos. Pedro lo seguía de lejos hasta el
palacio del sumo sacerdote y, entrando dentro, se sentó con los criados para
ver cómo terminaba aquello.
Los sumos
sacerdotes y el Sanedrín en pleno buscaban un falso testimonio contra Jesús
para condenarlo a muerte y no lo encontraban, a pesar de los muchos falsos
testigos que comparecían. Finalmente, comparecieron dos que declararon:
-Este ha
dicho: “Puedo destruir el templo de Dios y reconstruirlo en tres días”.
El sumo
sacerdote se puso en pie y le dijo:
-¿No tienes
nada que responder? ¿Qué son estos cargos que presentan contra ti?
Pero Jesús
callaba. Y el sumo sacerdote le dijo:
-Te conjuro
por el Dios vivo a que nos digas si tú eres el Mesías, el Hijo de Dios.
Jesús le
respondió:
-Tú lo has
dicho. Más aún, yo os digo: desde ahora veréis al hijo del hombre sentado a la
derecha del poder y que viene sobre las nubes del cielo.
Entonces el
sumo sacerdote rasgó sus vestiduras diciendo:
-Ha blasfemando.
¿Qué necesidad tenemos ya de testigos? Acabáis de oír la blasfemia. ¿Qué
decidís?
Y ellos
contestaron:
-Es reo de muerte.
Entonces le
escupieron a la cara y lo abofetearon; otros lo golpearon diciendo:
-Haz de
profeta, Mesías, dinos quién te ha pegado.
Pedro estaba
sentado fuera en el patio y se le acercó una criada y le dijo:
-También tú
estabas con Jesús el Galileo.
-Él lo negó
delante de todos diciendo:
-No sé qué quieres
decir.
Y al salir
al portal lo vio otra y dijo a los que estaban allí:
-Este estaba
con Jesús el Nazareno.
Otra vez
negó él con juramento:
-No conozco
a ese hombre.
Poco después
se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro:
-Seguro; tú
también eres de ellos, tu acento te delata.
Entonces él
se puso a echar maldiciones y a jurar diciendo:
-No conozco
a ese hombre.
Y enseguida
cantó un gallo. Pedro se acordó de aquellas palabras de Jesús: “Antes de que
cante el gallo me negarás tres veces”. Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
Al hacerse
de día, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo se reunieron para
preparar la condena a muerte de Jesús. Y, atándolo, lo llevaron y lo entregaron
a Pilato, el gobernador.
Entonces
Judas, el traidor, viendo que lo habían condenado, se arrepintió y devolvió las
treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y ancianos diciendo:
-He pecado
entregando sangre inocente.
Pero ellos
dijeron:
-¿A nosotros
qué? ¡Allá tú!
Él,
arrojando las monedas de plata en el templo, se marchó; y fue y se ahorcó. Los
sacerdotes, recogiendo las monedas de plata, dijeron:
-No es
lícito echarlas en el arca de las ofrendas, porque son precio de sangre.
Y, después de
discutirlo, compraron con ellas el Campo del Alfarero para cementerio de
forasteros. Por eso aquel campo se llama todavía “Campo de Sangre”. Así se
cumplió lo dicho por medio del profeta Jeremías: “Y tomaron las treinta monedas
de plata, el precio de uno que fue tasado, según la tasa de los hijos de Israel
y pagaron con ellas el Campo del Alfarero, como lo había ordenado el Señor”.
Jesús fue
llevado ante el gobernador, y el gobernador le preguntó:
-¿Eres tú el
rey de los judíos?
Jesús
respondió:
-Tú lo dices.
Y, mientras
lo acusaban, los sumos sacerdotes y los ancianos no contestaba nada. Entonces
Pilato le preguntó:
-¿No oyes
cuántos cargos presentan contra ti?
Como no
contestaba a ninguna pregunta, el gobernador estaba muy extrañado. Por la
fiesta, el gobernador solía liberar un preso, el que la gente quisiera. Tenía
entonces un preso famoso, llamado Barrabás. cuando la gente acudió, dijo
Pilato:
-¿A quién queréis
que os suelte, a Barrabás o a Jesús, a quien llaman el Mesías?
Pues sabía
que lo habían entregado por envidia. Y, mientras estaba sentado en el tribunal,
su mujer le mandó a decir:
-No te metas
con ese justo porque esta noche he sufrido mucho soñando con él.
Perro los
sumos sacerdotes y los ancianos convencieron a la gente para que pidieran la libertad
de Barrabás y la muerte de Jesús.
El gobernador
preguntó:
-¿A cuál de
los dos queréis que os suelte?
Ellos
dijeron:
-A Barrabás.
Pilato les
preguntó:
-¿Y qué hago
con Jesús, llamado el Mesías?
Contestaron
todos:
-Sea
crucificado.
Pilato
insistió:
-Pues, ¿qué
mal ha hecho?
Pero ellos gritaban
más fuerte:
-¡Sea crucificado!
Al ver
Pilato que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto,
tomó agua y se lavó las manos ante la gente, diciendo:
-Soy
inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros”
Todo el
pueblo contestó:
-¡Caiga su
sangre sobre nosotros y sobre nuestros hijos!
Entonces les
soltó a Barrabás; y a Jesús, después de azotarlo, lo entregó para que lo
crucificaran.
Entonces los
soldados del gobernador se llevaron a Jesús al pretorio y reunieron alrededor
de él a toda la cohorte: lo desnudaron y le pusieron un manto de color púrpura
y, trenzando una corona de espinas, se la ciñeron a la cabeza y le pusieron una
caña en la mano derecha. Y, doblando ante él la rodilla, se burlaban de él diciendo:
-¡Salve, rey
de los judíos!
Luego le
escupían, le quitaban la caña y le golpeaban con ella la cabeza. Y, terminada
la burla, le quitaron el manto, le pusieron su ropa y lo llevaron a crucificar.
Al salir, encontraron
a un hombre de Cirene, llamado Simón, y lo forzaron a llevar su cruz.
Cuando llegaron
al lugar llamado Gólgota (que quiere decir lugar de “la Calavera”), le dieron a
beber vino mezclado con hiel; él lo probó, pero no quiso beberlo. Después de
crucificarlo, se repartieron su ropa echándola a suertes y luego se sentaron a
custodiarlo. Encima de la cabeza colocaron un letrero con la acusación: “Este
es Jesús, el rey de los judíos”. Crucificaron con él a dos bandidos, uno a la
derecha y otro a la izquierda. Los que pasaban, lo injuriaban, y, meneando la
cabeza, decían:
-Tú que
destruyes el templo y lo reconstruyes en tres días, sálvate a ti mismo; si eres
Hijo de dios, baja de la cruz.
Igualmente
los sumos sacerdotes con los escribas y los ancianos se burlaban también
diciendo:
-A otros ha
salvado y él no se puede salvar. ¡Es el Rey de Israel!, que baje ahora de la
cruz y le creeremos. Confió en Dios, que lo libre si es que lo ama, pues dijo: “Soy
Hijo de Dios”.
De la misma
manera los bandidos que estaban crucificados con él lo insultaban.
Desde la
hora sexta hasta la hora nona vinieron tinieblas sobre toda la tierra. A la
hora nona, Jesús gritó con voz potente:
-Elí, Elí, lemá
sabaqtaní?
(Es decir:
Dios mío,
Dios mío, ¿por qué me has abandonado?
Al oírlo
algunos de los que estaban allí dijeron:
-Está
llamando a Elías.
Enseguida
uno de ellos fue corriendo, cogió una esponja empapada de vinagre y, sujetándola
en una caña, le dio de beber.
Los demás
decían:
-Déjalo, a
ver si viene Elías a salvarlo.
Jesús,
gritando de nuevo con voz potente, exhaló el espíritu.
Entonces el
velo del templo se rasgó en dos de arriba abajo; la tierra tembló, las rocas se
resquebrajaron, las tumbas se abrieron y muchos cuerpos de santos que habían muerto
resucitaron y, saliendo de las tumbas después que él resucitó, entraron en la
ciudad santa y se aparecieron a muchos.
El centurión
y sus hombres, que custodiaban a Jesús, al ver el terremoto y lo que pasaba,
dijeron aterrorizados:
-Verdaderamente
este era Hijo de Dios.
Había allí
muchas mujeres que miraban desde lejos, aquellas que habían seguido a Jesús
desde Galilea para servirlo; entre ellas, María la Magdalena y María, la madre de
Santiago y José, y la madre de los hijos de Zebedeo.
Al anochecer
llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que era también discípulo de
Jesús. Este acudió a Pilato a pedirle el cuerpo de Jesús. Y Pilato mandó que se
lo entregaran. José, tomando el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana
limpia, lo puso en su sepulcro nuevo que se había excavado en la roca, rodó una
piedra grande a la entrada del sepulcro y se marchó.
María la
Magdalena y la otra María quedaron allí sentadas enfrente del sepulcro.
A la mañana
siguiente, pasado el día de la Preparación, acudieron eng rupo los sumos
sacerdotes y los fariseos a Pilato y le dijeron:
-Señor, nos
hemos acordado de que aquel impostor estando en vida anunció: “A los tres días resucitaré”.
Por eso ordena que vigilen el sepulcro hasta el tercer día, no sea uqe vayan
sus discípulos, se lleven el cuerpo y digan al pueblo: “Ha resucitado de entre
los muertos”. La última impostura será peor que la primera.
Pilato
contestó:
-Ahí tenéis
la guardia: id vosotros y asegurad la vigilancia como sabéis.
Ellos
aseguraron el sepulcro, sellando la piedra y colocando la guardia.
Textos
paralelos[8].
Le asignaron treinta monedas de plata.
Gn 37, 28:
Al pasar unos mercaderes madianitas, tiraron de su hermano; y, sacando a José
del pozo, lo vendieron a unos ismaelitas por veinte monedas de plata. Estos se llevaron
a José a Egipto.
Za 11, 12:
Les dije: “Si os parece bien, pagadme mi salario; si no, dejadlo”. Y contaron
mi salario: treinta monedas de plata.
Preparativos
para cenar la Pascua.
Ex 12, 14:
Durante siete días comeréis panes ácimos; el día primero haréis desaparecer de
vuestra casa toda levadura, pues el que coma algo fermentado, del primero al séptimo
día, será excluido de Israel.
El Maestro
dice: mi tiempo está cerca.
Jn 2, 4:
Jesús le dice: “Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi
hora.
El que ha
metido conmigo la mano en el plato.
Sal 41,10:
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba, / que compartía mi pan, / es el primero
en traicionarme.
Sal 55, 20:
Dios me escucha, los humilla / el que reina desde siempre. // Porque no quieren
enmendarse / ni temen a Dios.
Jn 13, 18:
No lo digo por todos vosotros; yo sé bien a quiénes he elegido, pero tiene que
cumplirse la Escritura: “El que compartía mi pan me ha traicionado”.
Más le
valdría a ese hombre no haber nacido.
Ha 2, 6: ¿Y
no pregonarán todos estos un poema, / una adivinanza, un enigma a su costa?
Ha 2, 15:
¡Ay del que hace beber a su compañero, / mezclando su bebida hasta embriagarlo
/ y ver así su desnudez.
Preguntó el
que lo iba a entregar.
Is 48, 8: Ni
lo habías oído ni lo sabías. / Desde antiguo te habías hecho el sordo. / Yo se
lo traidor que eres / y que te llaman “rebelde de nacimiento”.
Tomó Jesús
pan y lo bendijo.
1 Co 11, 24:
Y, pronunciando la Acción de Gracias, lo partió y dijo: “Esto es mi cuerpo, que
se entrega por vosotros. Haced esto en memoria mía”.
Jn 6, 51-58:
Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para
siempre. Y el pan que yo daré es mi carne por la vida del mundo.
1 Co 10, 16:
El cáliz de la bendición que bendecimos, ¿no es comunión con la sangre de
Cristo? Y el pan que partimos, ¿no es comunión con el cuerpo de Cristo?
Bebed de
ella.
Ex 24,8:
Entonces Moisés tomó la sangre y roció al pueblo, diciendo: “Esta es la sangre
de la alianza que el Señor ha concertado con vosotros, de acuerdo con todas
estas palabras”.
Za 9, 11: En
cuanto a ti, por la sangre de tu alianza, / sacaré a tus prisioneros del pozo /
donde no hay agua.
Derramada
por muchos para el perdón de los pecados.
Is 53, 12:
Le daré una multitud como parte / y tendrá como despojo una muchedumbre. /
Porque expuso su vida a la muerte / y fue contado entre los pecadores, / él
tomó el pecado de muchos / e intercedió por los pecadores.
Hb 12, 15:
Procurad que nadie se quede sin la gracia de Dios, y que ninguna raíz amarga
rebrote y haga daño, contaminando a muchos.
Día aquel en
que lo beba con vosotros.
Hb 8, 11: Y
no tendrá que enseñar uno a su prójimo, / el otro a su hermano diciendo: “Conoce
al Señor”, / porque todos me conocerán, / del menor al mayor.
Todos
vosotros vais a escandalizaros de mí.
Jn 13, 38:
Jesús le contestó: “¿Con qué darás tu vida por mi? En verdad, en verdad te
digo: no cantará el gallo antes de que me hayas negado tres veces”.
Jn 16, 32:
Pues mirad: está para llegar la hora, mejor, ya ha llegado, en que os
disperséis cada cual por su lado y a mí me dejéis solo. Pero no estoy solo,
porque está conmigo el Padre.
Heriré al
pastor.
Za 13, 7:
¡Despierta, espada, contra mi pastor, / contra mi valeroso compañero! / -
oráculo del Señor del universo –. / Hiere al pastor, que se dispersen las
ovejas, / mi brazo castigará incluso a los zagales.
Después de
mi resurrección.
Mt 28, 7: E
id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va
por delante de vosotros a Galilea. Allí me veréis”.
Fue Jesús
con ellos a una propiedad llamada Getsemaní.
Jn 12,
27-30: Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora?
Pero si por eso he venido, para esta hora.
Hb 5, 7-10:
Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas presentó
oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por
su piedad filial. Y, aun siendo Hijo, aprendió sufriendo a obedecer. Y, llevado
a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación
eterna, proclamado por Dios sumo sacerdote según el rito de Melquisedec.
Mi alma está
triste.
Sal 42, 6: ¿Por
qué te acongojas, alma mía / por qué gimes dentro de mí? / Espera en Dios, que
volverás a alabarlo: / “Salud de mi rostro, Dios mío”.
Si 37, 2:
Pase de mí
esta copa.
Is 51,
17-22: ¿No es un disgusto mortal / que un compañero o amigo se convierta en
enemigo?
Los encontró
dormidos.
Mt 6, 10:
Venga a nosotros tu reino, / hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
Jn 4, 34:
Jesús les dice: “Mi alimento es hacer la voluntad del que me envió y llevar a
término su obra”.
Jn 6, 38:
Porque he bajado del cielo no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que
me ha enviado.
Rm 5, 19:
Pues, así como por la desobediencia de un solo hombre, todos fueron
constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno solo, todos serán
constituidos justos.
Flp 2, 8: Se
humilló a sí mismo, / hecho obediente hasta la muerte, / y una muerte de cruz.
El espíritu
está pronto, pero la carne es débil.
Mt 6, 13: No
nos dejes caer en la tentación, / y líbranos del mal.
Rm 7, 5:
Mientras estábamos en la carne, las pasiones pecaminosas, avivadas por la ley,
actuaban en nuestros miembros, a fin de que diéramos frutos para la muerte.
Hágase tu
voluntad.
Mt 6, 10: No
seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes de que lo
pidáis.
Va a ser
entregado en manos de los pecadores.
2 S 24, 14:
David respondió: “¡Estoy en un gran apuro!” Pero pongámonos en manos del Señor,
cuya misericordia es enorme, y no en manos de los hombres.
Jn 14,
30-31: Ya no hablaré mucho con vosotros, pues se acerca el príncipe de este
mundo; no es que él tenga poder sobre mí, pero es necesario que el mundo
comprenda que yo amo al Padre, y que, como el Padre me ha ordenado, así actúo.
Levantaos, vámonos de aquí.
Le dio un
beso.
Sal 41,10:
Incluso mi amigo, de quien yo me fiaba / que compartía mi pan, / es el primero
en traicionarme.
Sal 55, 3:
Hazme caso y respóndeme. / Me agitan mis ansiedades.
Vuelve tu
espada a su sitio.
Gn 9, 6:
Quien derrame la sangre de un hombre / por otro hombre será su sangre derramada;
/ porque a imagen de Dios hizo él al hombre.
Jn 5, 2: A
todo sarmiento que no da fruto en mi lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda,
para que dé más fruto.
Ap 13, 10:
El que está destinado al cautiverio, al cautiverio va. El que mata a espada, a
espada tiene que morir. ¡Aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos!
Sal 91, 11:
Porque a sus ángeles ha dado órdenes / para que te guarden en tus caminos.
Todos los
días enseñaba en el templo.
Ha 1, 13: Tus
ojos, puros para contemplar el mal, / no soportan ver la opresión. / ¿Por qué,
pues, ves a los traidores y callas, / cuando el malvado se traga al justo?
Para que se
cumplan las escrituras.
Sal 22, 11:
Desde el seno pasé a tus manos, / desde el vientre materno tú eres mi Dios.
Za 13, 7:
¡Despierta, espada, contra mi pastor, / contra mi valeroso compañero! – oráculo
del Señor del universo –. / Hiere al pastor, que se dispersen las ovejas; / mi
brazo castigará incluso a los zagales.
Los que
prendieron a Jesús lo llevaron ante el Sumo Sacerdote.
Is 53, 7:
Maltratado, voluntariamente se humillaba / y no abría la boca: / como cordero
llevado al matadero, / como oveja ante el esquilador, / enmudecía y no abría la
boca.
Los sumos sacerdotes
y el Sanedrín.
Sal 27, 12:
No me entregues a la saña de mis adversarios, / porque se levantan contra mí
testigos falsos, / que respiran violencia.
Yo puedo
destruir el templo.
Jn 2, 19:
Jesús contestó: “Destruid este templo, y en tres días lo levantaré”.
Hch 6, 14:
Pues hemos oído decir que ese Jesús el Nazareno destruirá este lugar y cambiará
las tradiciones que nos dio Moisés.
Pero Jesús
callaba.
Is 53, 7:
Maltratado, voluntariamente se humillaba / y no abría la boca: / como cordero
llevado al matadero, / como oveja ante el esquilador, / enmudecía y no habría
la boca.
Te conjuro
por Dios vivo que nos digas.
Mt 4, 3: El
tentador se le acercó y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes”.
Mt 16, 16:
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”.
Veréis al
Hijo del hombre.
Mt 8, 20: Las zorras tienen madrigueras y los pájaros
nidos, pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza.
Mt 24, 30:
Entonces aparecerá en el cielo el signo del Hijo del hombre. Todas las razas
del mundo harán duelo y verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes del
cielo con gran poder y gloria
Hch 2, 23:
Entregado conforme al plan que Dios tenía establecido y previsto, lo matasteis,
clavándolo a una cruz por manos de hombre inicuos.
Sal 110, 1:
Oráculo del Señor a mi Señor: / “Siéntate a mi derecha, / y haré de tus
enemigos / estrado de tus pies”.
Dn 7, 13:
Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir a una especie de hijo de hombre
entre las nubes del cielo. Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.
Ha
blasfemado.
Lv 10, 6:
Moisés dijo a Aarón y a sus hijos, Eleazar e Itamar: “No llevéis la cabeza
desgreñada, ni rasguéis vuestras vestiduras; así no moriréis, ni la ira del
señor se encenderá contra toda la comunidad. Vuestros hermanos, toda la casa de
Israel, llorarán a los abrasados por el fuego del Señor”.
Lv 21, 10:
El sumo sacerdote, el mayor entre sus hermanos, sobre cuya cabeza fue derramado
el óleo de la unción y que recibió la investidura revistiéndose los ornamentos,
no llevará desgreñada la cabeza ni se rasgará las vestiduras.
Lv 24, 16: Quien
blasfeme el Nombre del Señor, será muerto; toda la comunidad lo apedreará. Sea emigrante
o nativo, quien blasfeme el Nombre, morirá irremisiblemente.
Es reo de
muerte.
Jr 26, 11:
Los sacerdotes y los profetas dijeron a los magistrados y a la gente: “Este
hombre es reo de muerte, pues ha profetizado contra esta ciudad, como lo habíes
podido oír vosotros mismos”.
A abofetearle;
y otros le golpeaban.
Is 50, 6: Es
poco que seas mi siervo / para restablecer las tribus de Jacob / y traer de
vuelta a los supervivientes de Israel. / Te hago luz de las naciones, / para
que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.
Is 52, 14:
como muchos se espantaron de él / porque desfigurado no parecía hombre, / ni
tenía aspecto humano.
Mi 4, 14: Y
ahora acude en tropel, / en cuadrilla, nos asedian; / golpearán con palos / la
mejilla del juez de Israel.
Este estaba
con Jesús el Nazoreo.
Mt 2, 23: Y
se estableció en una ciudad llamada Nazaret. Así se cumplió lo dicho por medio
de los profetas, que se llamaría nazareno.
Lloró
amargamente.
Is 22, 4: Por
eso digo: “Apartaos de mi, / lloraré amargamente; / no pretendáis consolarme /
por la devastación de mi pueblo.
Lo
entregaron al procurador Pilato.
Lc 3, 1: En
el año decimoquinto del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de
Judea, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Filipo tetrarca de Iturea y
Abilene.
He entregado
a un inocente.
Hch 1,
18-19: Este, pues, adquirió un campo con un salario injusto y, cayendo de
cabeza, reventó por medio y se esparcieron todas sus entrañas.
Dt 27, 25:
Maldito quien se deje sobornar para quitar la vida a un inocente. Y todo el
pueblo dirá. Amén.
Judas tiró
las monedas en el Santuario.
2 S 17, 23:
Al ver Ajitofel que no se llevaba a cabo su plan, aparejó el asno y se puso en
camino a la casa de su ciudad. Dio instrucciones a los suyos y se ahorcó. Murió
y fue enterrado en el sepulcro de su padre.
Recogieron
las monedas.
Dt 23, 19:
No llevarás a la casa del Señor, en cumplimiento de un voto, paga de prostituta
ni dinero de prostituto, porque ambos son una abominación para el Señor, tu
Dios.
Compraron
con ellas el Campo del alfarero.
Jr 19, 4: Porque
me han abandonado, han hecho extraño este lugar sacrificando en él a dios extranjeros,
que ni ellos ni sus padres conocían, y los reyes de Judá lo han llenado de
sangre inocente.
Campo de
Sangre.
Jr 7, 32: Por
eso, llegan días – oráculo del Señor – en que ya no se les llamará “Tófet” ni “valle
de Ben Himmón”, sino “valle de la Matanza”, y enterrarán en el Tófet por falta
de sitio”.
Tomaron las
treinta monedas.
Za 11, 12-13:
Y les dije: “Si os parece bien, pagadme mi salario; si no, dejadlos”. Y
contaron mi salario: treinta monedas de plata. Me dijo el Señor: “Echa al
tesoro el valioso precio en que me han tasado”. Tomé las treinta monedas de
plata y las eché en el tesoro del templo.
Nada respondió.
Sal 39, 2:
Yo me dije: “Vigilaré mi proceder, / para no pecar con mi lengua; / pondré una
mordaza a mi boca / mientras el impío esté presente.
Is 53, 7:
Maltratado, voluntariamente se humillaba / y no abría la boca: / como cordero
llevado al matadero, / como oveja ante el esquilador, / enmudecía y no habría
la boca.
¿Y qué voy a
hacer con Jesús?
Sal 27, 12:
No me entregues a la saña de mi adversario, / porque se levantan contra mí
testigos falsos, / que respiran violencia.
Su sangre sobre
nosotros y sobre nuestros hijos.
Jr 26, 15: Pero
sabedlo bien: si me matáis, os haréis responsables de sangre inocente, que
caerá sobre vosotros, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes. Porque es cierto
que el Señor me ha enviado para que os comunique personalmente estas palabras.
Hch 5, 28:
¿No os habíamos ordenado formalmente no enseñar en ese nombre? En cambio, habéis llenado Jerusalén con
vuestra enseñanza y queréis hacernos responsables de la sangre de ese hombre.
Le echaron
encima un manto de púrpura.
Jr 10, 9: De
plata refinada de Tarsis / y de oro importado de Ofir: / obras de orfebres o
fundidores, / revestidas de púrpura y de grana, / todos son obra de artistas.
Salve, Rey
de los judíos.
Sal 27, 7-8:
Escúchame, Señor, / que te llamo, / ten piedad, respóndeme. / Oigo en mi
corazón: / “Buscad mi rostro. / Tu rostro buscaré, Señor.
Sal 69, 11-12:
Cuando me aflijo con ayunos, / se burlan de mí. // Cuando me visto de saco, /
se ríen de mí.
Sal 109, 25:
Soy despreciable para ellos; / al verme, menean la cabeza.
Is 50, 6:
Ofrecí la espalda a los que me golpeaban, / las mejillas a los que mesaban mi
barba; / no escondí el rostro ante ultrajes y salivazos.
Le dieron a
beber vino mezclado con hiel.
Sal 69, 22:
En mi comida me echaron hiel, / para mi sed me dieron vinagre.
Pr 31, 6-7:
Ofrece licor al desgraciado, / vino al que se siente abatido: / que beba y
olvide su miseria, / y ya no se acuerde de sus penas.
Se repartieron
sus vestidos.
Sal 22, 19:
Se reparten mi ropa, / echan a suerte mi túnica.
Uno a la
derecha y otro a la izquierda.
Is 53, 12:
Le daré una multitud como parte, / y tendrá como despojo una muchedumbre. /
Porque expuso su vida a la muerte / y fue contado entre los pecadores, / él
tomó el pecado de muchos / e intercedió por los pecadores.
Is 53, 9: Le
dieron sepultura con los malvados / y una tumba con los malhechores, / aunque
no había cometido crímenes / ni hubo engaño en su boca.
Tú que
destruyes el Santuario.
Sal 22, 7:
Pero yo soy un gusano, no un hombre / vergüenza de la gente, desprecio del
pueblo.
Sal 109, 25:
Soy despreciable para ellos; / al verme, menean la cabeza.
Lm 2, 15:
Baten palmas contra ti / cuantos pasan
por el camino, / silban y mueven su cabeza / contra la hija de Jerusalén / “¿Es
esta la ciudad más hermosa, / la alegría de toda la tierra?”.
Si 12, 18:
Meneará la cabeza, aplaudirá, / hablará largo rato entre dientes y cambiará la
cara.
Si 13, 7: Te
avergonzará en sus banquetes, / te despojará dos o tres veces / y acabará burlándose
de ti. / Y después, si te ve, te evitará / y meneará la cabeza mofándose de ti.
Sal 22, 8:
Al verme, se burlan de mí, / hacen visajes, menean la cabeza.
A otros ha
salvado.
So 3, 15: El
Señor ha revocado tu sentencia, / ha expulsado a tu enemigo. / El rey de
Israel, el Señor, / está en medio de ti, / no temas mal alguno.
Jn 1, 49: Natanael
respondió: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel”.
Mt 4, 6: Y
le dijo: “Si eres Hijo de Dios, tírate abajo, porque está escrito: “Ha dado
órdenes a sus ángeles acerca de ti y te sostendrán en sus manos, para que tu
pie no tropiece con las piedras”.
Sal 22, 9: “Acudió
al Señor, que lo ponga a salvo; / que lo libre si tanto lo quiere”.
Ha puesto su
confianza en Dios.
Sb 2, 18-20:
Si el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará / y lo librará de las manos de sus
enemigos. // Lo someteremos a ultrajes y torturas, / para conocer su temple y
comprobar su resistencia. // Lo condenaremos a muerte ignominiosa, / pues según
dice, Dios lo salvará.
Mt 4, 3: El
tentador se le acercó y le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se
conviertan en panes”.
Jn 10, 33:
Los judíos le contestaron: “No te apedreamos por una obra buena, sino por una
blasfemia: porque tú, siendo hombre, te haces Dios”.
¡Elí, Elí!
¿lemá sabactaní?
Jr 15, 9: La
madre de siete hijos / desfallece y pierde el aliento; / su sol se pone en
pleno día, / se siente confusa y desconcertada. / El resto lo entregaré a la
espada / de sus enemigos – oráculo del Señor.
Am 8, 9:
Aquel día – oráculo del Señor Dios - / haré que el sol se oculte a mediodía, /
y oscureceré la tierra en pleno día.
Za 14, 16:
Todos los supervivientes de las naciones que atacaron Jerusalén subirán cada
año para postrarse ante el rey, el Señor del universo.
Sal 22, 2: Dios
mío, Dios mío / ¿por qué me has abandonado? / A pesar de mis gritos, / mi
oración no te alcanza.
La empapó
con vinagre.
Sal 69, 22:
En mi comida me echaron hiel, / para mi sed me dieron vinagre.
Tembló la
tierra y las rocas se hendieron.
Ez 37, 12:
Por eso profetiza y diles: “Esto dice el Señor Dios: Yo mismo abriré vuestros
sepulcros, y os sacaré de ellos, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Israel”.
Dn 12, 13:
Tú, vete hasta el final y descansa. Te alzarás a recibir tu destino al final de
los tiempos.
Jn 5, 25: En
verdad, en verdad os digo: llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos
oirán la voz del Hijo de Dios, y los que hayan oído vivirán.
1 Co 15, 20:
Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de lso que han
muerto.
Col 1, 18: Él
es también la cabeza del cuerpo de la Iglesia. / Él es el principio, el primogénito
de entre los muertos, / y, así es el primero en todo.
1 P 3, 19:
En el espíritu fue a predicar incluso a los espíritus en prisión.
Verdaderamente
este era hijo de Dios.
Sb 2, 18: Si
el justo es hijo de Dios, él lo auxiliará / y lo librará de las manos de sus
enemigos.
Entre ellas
estaban María Magdalena.
Mt 13, 55:
¿No es el hijo del carpintero? ¿No es su madre María, y sus hermanos Santiago,
José, Simón y Judas?
Se presentó
a Pilato.
Dt 21, 22:
Si uno, reo de la pena de muerte, es ejecutado y lo cuelgas de un árbol. su cadáver
no quedará en el árbol de noche, sino que lo enterrarás ese mismo día, pues un
colgado es maldición de Dios, y no debes contaminar la tierra que el Señor, tu
Dios, te da en heredad.
Se lo
entregase.
1 R 13, 29:
El profeta recogió entonces el cadáver del hombre de Dios, lo acomodó sobre el
asno y regresó a la ciudad del anciano profeta para enterrarlo.
Puso en su sepulcro
nuevo.
Is 53, 9: Le
dieron sepultura con los malvados / y una tumba con los malhechores, / aunque
no había cometido crímenes / ni hubo engaño en su boca.
A los tres
días resucitaré.
Mt 16, 21:
Desde entonces comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos que tenía que ir a
Jerusalén y padecer allí mucho por parte de los ancianos, sumos sacerdotes y
escribas, y que tenía que ser ejecutado y resucitar al tercer día.
Hch 10, 40:
Pero Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse.
Aseguraron
el sepulcro.
Dn 6, 17:
Entonces el rey mandó traer a Daniel y echarlo al foso de los leones. Y dijo a
Daniel: ¡Que te salve tu Dios al que veneras fielmente!
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén[9].
26 15 Treinta
siclos (y no treinta denarios, como se dice a menudo). Era el precio fijado por
la Ley para la vida de un esclavo. Ex 21, 32.
26 17 El primer
día de la semana, en la que se comía pan sin levadura (ázimos), ver Ex 12, 1; 23,
14, era normalmente el que seguía a la cena pascual: llamando así al día
precedente, los Sinópticos dan prueba de un uso más amplio. Por otra parte,
parece cierto, según Jn 18, 28 y otros detalles de la Pasión, que el banquete
pascual se celebró aquel año la tarde del viernes (o “Parasceve”, “preparación”).
La cena de Jesús, que los Sinópticos colocan un día antes, la tarde del jueves,
debe en consecuencia explicarse, o bien por anticipación del rito en una parte
del pueblo judío, o mejor por una anticipación buscada por el mismo Jesús al no
poder celebrar la Pascua al día siguiente, sino en su propia persona sobre la
cruz, Jn 19, 36; 1 Co 5, 7. Jesús habría instituido su propio rito nuevo
durante una cena que recibiría de rechazo los rasgos de la antigua Pascua. La opinión
reciente que sitúa la cena en la tarde del martes, según el calendario esenio,
goza de escasa probabilidad. – El 14 de Nisán (día de la cena pascual) cayó en
viernes el 30 y el 33 d.C.; los exégetas eligen uno u otro de estos años para
la muerte de Cristo, según sitúen su bautismo el 28 o el 29 y que asignen a su
misterio una duración más o menos larga.
26 18 Fórmula
teológica que evoca el designio de Dios, que se realiza en determinados “tiempos”
(ver 8, 29). Es el tiempo de la muerte y glorificación de Jesús, que Jn expresa
mediante la palabra “hora” (Jn 7, 30; 13, 1). A diferencia de Mc, Mt no se
interesa por los detalles (mensajeros especiales, estado del cenáculo,
descripción del propìetario): nada se desvía de la perspectiva cristológica
(ver 26, 2).
26 21 Se trata
de la primera parte del rito que precedía a la cena pascual propiamente dicha.
26 25 Apelativo
reservado por Mt a los adversarios de Jesús (23, 7-8; 26, 49). El conjunto del
v. es propio de Mt.
26 26 Se ha
llegado al centro de la cena pascual. Entre ritos precisos y solemnes del
ritual judío (bendiciones a Yahvé pronunciadas sobre el pan y el vino) injerta
Jesús los ritos sacramentales del nuevo culto instaurado por él.
26 27 “Dar
gracias” traduce aquí el verbo griego eujaristó, cuyo sustantivo eujaristia, “acción
de gracias” ha sido adoptado por el lenguaje cristiano para designar la Sagrada
Cena.
26 28 (b) Como
antaño en el Sinaí, la sangre de las víctimas selló la alianza de Yahvé con su
pueblo, Ex 24, 4-8, así también sobre la cruz, la sangre de la víctima
perfecta, Jesús, va a sellar entre Dios y los hombres la alianza nueva, ver Lc
22, 20, que anunciaron los profetas, Jr 31, 31. Jesús se atribuye la misión de
redención universal asignada por Isaías al “Siervo de Yahvé”, Is 42, 5; 49,6;
53, 12; ver 42, 1; ver Hb 8, 8; 9,15; 12, 24. La idea de alianza nueva aparece
también en San Pablo, además de 1 Co 11, 25, en diversos contextos que hacen
ver su gran importancia. 2 Co 3, 4-6; Ga 3, 15-20; 4, 24.
26 29 Alusión
al banquete escatológico, ver 8, 11; 22, 1ss. Han concluido las comidas terrestres
de Jesús con sus discípulos.
26 30 Los
salmos del Ha-lel, Sal 113-118, cuya recitación cerraba la cena pascual.
26 31 Escándalo
religioso de ver sucumbir, sin resistencia, al que ellos consideraban como
Mesías 16, 16, y de quien esperaban el triunfo cercano, 20, 21s. Los discípulos
perderán entonces por un momento su valor y hasta su fe, ver Lc 22, 31-32; Jn
16, 1.
26 32 Insertando
el anuncio de lo que dirá el ángel el día de Pascua (28, 17), la tradición sinóptica
compensa así el anuncio de la defección de los discípulos (26, 31).
26 36 (a) El
nombre significaba “lagar de aceite”. Lugar situado en el valle del Cedrón, al
pie del monte de los Olivos.
26 36 (b) A
diferencia de Mc, que aclara su relato mencionando la hora del Mesías (Mc 14, 35)
y pone de relieve la oposición entre Jesús y sus discípulos (Mc 14 ,50), Mt destaca
ante todo el aspecto cristológico de la escena: obediencia perfecta del Mesías
(Mt 26, 42) y, secundariamente, modelo de oración de tentación (ver Lc 22, 40.46).
La oración es mencionada tres veces para destacar su intensidad (ver Lc 22, 44).
26 38 Expresión
cuya forma literaria recuerda Sal 42, 56-12; 43,5 y Jn 5,9.
26 39 Jesús
experimenta con toda su fuerza el miedo que la muerte inspira al hombre; siente
y expresa el deseo natural de librarse de ella, reprimiéndolo, sin embargo, con
la aceptación de la voluntad del Padre.
26 45 Censura
teñida de dulce ironía. Ha pasado la hora en que deberíais haber velado
conmigo. Ha llegado el momento de la prueba, y Jesús entrará solo en ella; los
discípulos pueden dormir, si quieren.
26 50 Es
decir “haz lo que piensas hacer”. Más que una pregunta (“¿A qué has venido?”) o
un reproche (“¿qué es lo que haces?”), se puede entrever aquí una expresión
estereotipada, que quiere decir: “(haz) aquello por lo que estás aquí”, “sigue
tu negocio”. Jesús abrevia los cumplimientos hipócritas: es la hora de pasar a
los hechos. Ver Jn 13 27.
26 53 A
partir de una expresión confirmada por la literatura rabínica, Jesús formula a
la vez la plena autoridad que tiene de parte de su Padre y su sumisión a la
voluntad divina.
26 55 (a) Probablemente
un cabecilla de un grupo revolucionario, como Barrabás (Jn 18, 40). De ahí la
situación paradójica: Jesús va a ser tratado como un zelota y crucificado como
tal (27, 37) entre dos bandidos (27, 38.44).
26 55 (b) Var.
(Vulgata): “me sentaba entre vosotros en el Templo”, ver Mc 14, 49.
26 57 Se
pueden, con ayuda de Lc y Jn, distinguir una primera comparecencia ante Anás,
por la noche, y una sesión solemne del Sanedrín por la mañana. Mt 27, 1. Mt y
Mc refieren la escena por la noche con los rasgos de la mañana, que fue la
única sesión formal y decisiva.
26 61 De
hecho Mateo anunció la destrucción del Templo y del culto judío simbolizado por
él, 24, y su sustitución por un Templo nuevo, primero el propio cuerpo de
Jesús, resucitado a los tres días, 16, 21; 17, 23; 20,19; Jn 2, 19-22; y
después la Iglesia, 16, 18.
26 62 Vulg.
no ve aquí más que una pregunta: “¿No respondes nada a lo que estos atestiguan
contra ti?”.
26 64 “El
Poder” es un equivalente de “Yahvé”. Jesús, renunciando en este instante
supremo a su consigna de “secreto mesiánico”, ver Mc 1, 34, reconoce
categóricamente que él es el Mesías, como ya lo había hecho confesar a sus
íntimos, Mt 16, 16; pero se manifiesta más todavía afirmándose, no el Mesías
humano tradicional, sino el “Señor” del Sal 110, ver Mt 22, 41s., y el
misterioso personaje de origen celeste, entrevisto por Daniel, ver Mt 8, 20.
Los judíos ya no le verán más que en su gloria, primero por el triunfo de la
Resurrección, después por el del Reino, ver 23, 39 y 24, 30.
26 65 La “blasfemia”
de Jesús consistía, no en presentarse como Mesías, sino en reivindicar la
dignidad de rango divino.
26 68 La
redacción de Mt es desafortunada, ya que no estando velado como en Lc 22, 63,
Jesús puede indicar sin dificultad quien le ha golpeado. Lo importante es que
se burlan de él como “profeta”, debido a sus palabras sobre el Templo, y más concretamente
quizá como “Mesías-Profeta” (esta interpelación a Jesús con el vocativo “Cristo”
es única en los evangelios”, es decir, como pretendido Sumo Sacerdote
escatológico que quiere instaurar un nuevo Templo.
26 71 Variante
(Vulgata): “Nazareno”.
26 73 El dialecto
galileo. Se distinguía de Judea por algunos detalles característicos de
gramática y pronunciación.
27 1 Conforme
a la política general de Roma, los gobernadores concedían al Sanedrín una gran
libertad de acción: dirigían la vida religiosa y política de los judíos, dentro
de los límites impuestos por el ocupante. Los historiadores no se ponen de
acuerdo sobre si el Sanedrín tenía en tiempos de Jesús poder para dictaminar y
ejecutar la pena capital. Con matices notables, los relatos evangélicos parecen
indicar que lo poseían, pero que era necesaria la autorización del gobernador
para la ejecución de la pena.
27 2 Var. “Poncio
Pilato”. Ver Lc 3, 1. Puesto que Roma se había reservado, en Judea como en
todas las provincias del Imperio, el derecho de la pena capital, los judíos
debían recurrir al procurador para obtener la confirmación y ejecución de su
propia sentencia.
27 4 Var. “sangre
justa”, ver 23, 35.
27 5 Este
relato de la muerte de Judas no concuerda precisamente con el de Hch 1, 18-19.
Los intentos por armonizar ambos pasajes siguen siendo frágiles.
27 8 En
arameo Haqueldamá (ver Hch 1, 19 y aquí la Vulg.). Una tradición muy antigua y
probablemente auténtica sitúa este lugar en el valle de Hinnón.
27 9 Om.: “Jeremías”.
En realidad se trata de una cita libre de Za 11, 12-13, combinada con la idea
de la compra de un campo sugerida por Jr 32, 5-15. Esto unido al hecho de que
Jeremías habla de los alfareros 18, 2 s., que había en la región de Haqueldamá,
19, 1s., explica que todo el texto haya podido atribuírsele por aproximación.
27 10 Yahvé
se quejaba de no haber recibido de los israelitas, en la persona del profeta Zacarías,
más que un salario irrisorio; la venta de Jesús al mismo precio mísero le
parece a Mt que realiza este oráculo profético.
27 11 Con
estas palabras Jesús reconoce como exacto al menos en cierto sentido, lo que,
sin embargo, no hubiera dicho de sí mismo. Véase ya 26, 25.64, y ver Jn 18, 33-37.
27 15 Es
verosímil esta costumbre de soltar a un preso con ocasión de la Pascua, pero no
está atestiguada en ningún otro sitio.
27 16 (b) Aquí
y en el v. 27, var. “Jesús Barrabás”, lo que da a la pregunta de Pilato un giro
chocante, pero esta precisión parece proceder de una tradición apócrifa.
27 19 No hay
que ver en las palabras de la mujer de Pilato una profesión cristiana. Atormentada
por un sueño que la deja perpleja, concibe a Jesús como un justo, pero no en el
sentido judío y mateano (fiel a la voluntad de Dios, 1, 19; 5,45; 9, 13), sino
en el sentido griego de hombre de bien a la vez interesante e inquietante.
27 22 El
suplicio de la cruz, practicado de ordinario pro los romanos, pero desconocido
por la ley judía, era probablemente de origen oriental.
27 24 (a) Gesto
expresivo que los judíos debieron comprender perfectamente, ver Dt 21, 6s; Sal
26, 6; 73, 13.
27 24 (b) Var.
“de esta sangre”.
27 25 Expresión
bíblica tradicional, 2 S 1, 16; 3, 29; Hch 5, 28; 18, 6, por la cual el pueblo
acepta la responsabilidad de la muerte que exige.
27 26 Preludio
normal a la crucifixión entre los romanos.
27 27 El Pretorio,
es decir la residencia del Pretor, debe de ser el antiguo palacio de Herodes el
Grande, donde se instalaba normalmente el procurador, cuando subía de Cesarea a
Jerusalén. Este palacio, situado al oeste de la ciudad en el emplazamiento de
la actual ciudadela era diferente de la residencia familiar de los Asmoneos,
que estaba cerca del Templo, y donde Herodes Antipas recibió a Jesús cuando
Pilato se lo envió, Lc 23, 7-12. Algunos sitúan el Pretorio en la fortaleza
Antonia, al norte del Templo. Pero esta localización no parece avenirse ni con
la costumbre de los procuradores, tal como nos la transmiten los textos antiguos,
ni con el uso del término “pretorio”, que no puede trasladarse así de sitio, ni
con los movimientos de Pilato y de la multitud judía en los relatos de la
Pasión, en especial de San Juan.
27 28 Capa
de soldado romano (sagum). Su color rojo evoca por irrisión la púrpura real.
27 29 Los
judíos se habían burlado de Jesús como “Profeta”; los romanos se burlan de él
como “Rey”. Estas dos escenas reflejan bien los dos aspectos, religioso y
político, del proceso de Jesús.
27 33 Transcripción
de la palabra aramea Gulgutá, “lugar del cráneo”, en latín Calvaria (de aquí “Calvario”).
27 34 Brebaje
embriagante que mujeres judías compasivas, ver Lc 23, 7, solían ofrecer a los ajusticiados
para atenuar sus sufrimientos. De echo a este vino se le mezclaba más bien “mirra”,
ver Mc 15, 23: la “hiel” en Mt se debe a una reminiscencia del Sal 69, 22 (al
igual que la corr. de “vino” en “vinagre” de la resención antioquena). Jesús
rechaza este estupefaciente.
27 35 Adic.:
“Para que se cumpliera el oráculo del profeta. Se han repartido mis vestidos, y
han echado a suertes mi túnica” (Sal 22, 19), glosa tomada de Jn 19, 24.
27 45 Desde
el mediodía hasta las tres de la tarde. Estas tinieblas (ver Ex 10, 22; Am 8,
9-10) representan probablemente el juicio de Dios, que se extiende desde la
cruz por toda la tierra (o “todo el país”).
27 46 Grito
de angustia, pero no de desesperación, esta queja, tomada de la Escritura, es
una oración a Dios, y en el Salmo le sigue la alegre seguridad del triunfo
final.
27 47 Mordaz
juego de palabras, basado en la esper de Elías como precursor del Mesías, ver
17, 10-13, o en la creencia judía de que él socorría a los justos en la
necesidad.
27 48 Bebida
ácida que usaban los soldados romanos. El gesto fue sin duda de compasión, ver Jn
19, 28s.; los Sinópticos lo consideran mal intencionado. Lc 23, 36 y lo
describen con términos que evocan Sal 69, 27.
27 51 (a) La
cortina que cerraba el Santo, o mejor la que separaba el Santo del Santo de los
Santos, ver Ex 25, 31s. Siguiendo Hb 9, 12; 10, 20, la tradición cristiana ha visto
en este desgarrarse del velo la supresión del antiguo culto mosaico y el acceso
abierto por Cristo al santuario escatológico.
27 51 (b) Estas
manifestaciones extraordinarias, como también las tinieblas del v. 45, estaban
anunciadas por los profetas como señales características del “día de Yahvé”,
ver Am 8, 9.
27 53 Esta
resurrección de los justos del AT es un signo de la era escatológica, Is 26, 19;
Ez 37; Dn 12, 2. Liberados del Hades por la muerte de Cristo, ver Mt 16, 18,
esperan ellos su resurrección para entrar con él en la Ciudad Santa, es decir, Jerusalén.
Tenemos aquí una de las primeras expresiones de la fe en la liberación de los
muertos por el descenso de Cristo a los infiernos, ver 1 P 3, 19.
27 57 Puede
también traducirse: “que se había instruido en la enseñanza de Jesús” (idéntico
verbo en 13, 52 y 28, 19) Podría pensarse que este hombre era originario de
Arimatea, ciudad de Judea al noreste de Lida, o bien que llegaba de esa ciudad
en el momento de la crucifixión.
27 60 Sábana
“limpia” y sepulcro 2nuevo” subrayan la piedad del entierro; el segundo dato
explica también el que haya sido posible, ya que el cadáver de un ajusticiado
no podía ser puesto en un sepulcro ya ocupado, donde habría contaminado los
huesos del justo.
27 62 En
griego “Parasceve”. Este término se aplicaba al viernes, día en que se hacían
los preparativos del sábado. Ver Jn 19, 14. Sobre el problema de la cronología,
véase Mc 26, 17.
27 65 Es
decir: “Utilizad vuestra guardia”, ver Lc 22, 4, o bien, “Pongo una guardia a
vuestra disposición”, ver Jn 18, 3.
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[7] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[8] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[9] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
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