miércoles, 15 de abril de 2020

Domingo II T. P. 19 de abril de 2020.


Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 2, 42-47
Los hermanos perseveraban en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en la fracción del pan y en las oraciones. Todo el mundo estaba impresionado, y los apóstoles hacían muchos prodigios y signos. Los creyentes vivían todos unidos y tenían todo en común; vendían posesiones y bienes y los repartían entre todos, según la necesidad de cada uno. Con perseverancia acudía a diario al templo con un mismo espíritu, partían el pan en las casas y tomaban el alimento con alegría y sencillez de corazón; alababan a Dios y eran bien vistos de todo el pueblo; y día tras día el Señor iba agregando a los que se iban salvado.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[1].
 El temor se apoderaba de todos.
Hch 5, 11-12a: Y se extendió un gran temor en toda la Iglesia y entre todos los que lo oían contar. Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo.
Lc 1, 12: Al verlo, Zacarías se sobresaltó y quedó sobrecogido de temor.
Todos los creyentes estaban de acuerdo y tenían todo en común.
Hch 4, 32: El grupo de los creyentes tenía un solo corazón y una sola alma: nadie llamaba suyo propio nada de lo que tenía, pues lo poseían todo en común.
Hch 4, 34-35: Entre ellos no había necesitados, pues los que poseían tierras  o casas las vendía, traían el dinero de lo vendido y lo ponían a los pies de los apóstoles; luego se distribuía a cada uno según lo que necesitaba.
Acudían diariamente al Templo.
Hch 5, 12: Por mano de los apóstoles se realizaban muchos signos y prodigios en medio del pueblo. Todos se reunían con un mismo espíritu en el pórtico de Salomón.
Lc 24, 53: Y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.
Alabando a Dios.
Hch 4, 21: Pero ellos, repitiendo la prohibición, los soltaron, sin encontrar la manera de castigarlos a causa del pueblo, porque todos daban gloria a Dios por lo sucedido.
Hch 5, 13: Los demás no se atrevían a juntárseles, aunque la gente se hacía lengua de ellos.
El Señor agregaba al grupo a los que cada día se iban salvando.
Hch 2, 41: Los que aceptaron sus palabras se bautizaron, y aquel día fueron agregadas unas tres mil personas.
  
Notas exegéticas[2].
2 42 (a) Comparar con 4, 32-35 y 5, 12-16. Estos tres “resúmenes”, de redacción heterogénea, describen con rasgos análogos la vida de la primera comunidad cristiana.
2 42 (b) Instrucciones a los nuevos convertidos, en las que se explicaban las Escrituras a la luz de los hechos cristianos: no era la proclamación de la Buena Nueva a los no cristianos.
2 42 (c) ·Comunión·, 1 Co 1, 9, viene aquí sin complemento. Ciertamente hay que entender aquí la entrega de los bienes a la comunidad que expresa y refuerza la unión de los corazones, resultante de la partición del Evangelio y de todos los bienes recibidos de Dios por medio de Jesucristo en la comunidad apostólica. El sentido no se limita a una mutua ayuda social, ni a una ideología o a un sentimiento de solidaridad.
2 42 (d) Expresión considerada en sí misma evoca una comida judía, y el que preside, pronuncia una bendición antes de partir el pan. Pero en el lenguaje cristiano se refiere al rito eucarístico. Este no se celebraba en el Templo, sino en alguna casa, y no se separaba de una verdadera comida.
2 42 Las oraciones en común, presididas por los apóstoles. Adicción: “en Jerusalén, y un gran temor pesaba sobre todos”.
2 44 Nueva forma de designar a los cristianos, mediante un participio del verbo “creer” (pisteuontes). Este uso, ciertamente antiguo manifiesta la importancia (confirmada casi en cada página de Hechos) que daban los cristianos a su fe en Jesús.
2 46 El gozo que sigue a la fe.
2 47 (b) La salvación en el Juicio está asegurada para los miembros de la comunidad cristiana. La Iglesia se identifica de este modo con el “Resto de Israel” (Is 4, 3).

Salmo responsorial
Salmo 117

R/. Dad gracias al Señor porque es bueno,
porque es eterna su misericordia.

Diga la casa de Isael:
eterna es su misericordia.
Diga la casa de Aarón:
eterna es su misericordia.
Digan los que temen al Señor:
eterna es su misericordia. R/.

Empujaban y empujaban para derribarme,
pero el Señor me ayudó;
el Señor es mi fuerza y mi energía,
él es mi salvación.
Escuchad: hay cantos de victoria
en las tiendas de los justos. R/.

La piedra que desecharon los arquitectos
es ahora la piedra angular.
Es el Señor quien lo ha hecho,
ha sido un milagro patente.
Este es el día que hizo el Señor:
sea nuestra alegría y nuestro gozo. R/.

Textos paralelos[3].
¡Diga la casa de Israel: es eterno su amor!
Sal 115, 9-11: Israel confía en el Señor: / él es su auxilio y su escudo. // La casa de Aarón confía en el Señor: / él es su auxilio y su escudo. // Los que temen al Señor confían en el Señor: / él es su auxilio y su escudo.
Sal 135, 19-20: Casa de Israel, bendice al Señor; / casa de Aarón, bendice al Señor, // casa de Leví, bendice al Señor, / los que teméis al Señor, bendecid al Señor.
Mi fuerza y mi canto es Yahvé.
Ex 15, 2: Mi fuerza y mi poder es el Señor, / Él fue mi salvación. / Él es mi Dios: yo lo alabaré; / el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré.
Is 2, 2: En los días futuros estará firme / el monte de la casa del señor, / en la cumbre de las montañas, / más elevado que las colinas. / Hacia él confluirán todas las naciones.
La piedra que desecharon los albañiles
Is 28, 16: Por eso así dice el Señor, Dios: / “He puesto en Sión como fundamento una piedra, / una piedra probada, / una piedra angular preciosa, / un fundamento sólido. / Quien se apoya en ella no vacila.
Za 3, 9: Mirad la piedra que pongo ante Josué, / es piedra única con siete ojos. / Yo mismo grabaré su inscripción / – oráculo del Señor del universo –, / y apartaré el pecado de este país / en un solo día – oráculo del Señor –.
Za 4, 7: ¿Quién eres tú, gran montaña? Conviértete en llano ante Zorobabel. ¡Él es quien saca la piedra de remate entre aclamaciones y vivas!
Mt 21, 42: Y Jesús les dice: “¿No habéis leído nunca en la Escritura: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular. Es el Señor quien lo ha hecho, ha sido un milagro patente”?
Hch 4, 11: Él es la piedra que desechasteis vosotros, los arquitectos, y que se ha convertido en piedra angular.
Ef 2, 20: Estáis edificados sobre el cimiento de los apóstoles y profetas, y el mismo Cristo Jesús es la piedra angular.
1 Co 3, 11: Pues nadie puede poner otro cimiento fuera del ya puesto, que es Jesucristo.


Notas exegéticas[4].
118 Este canto cierra el Hallel. Un invitatorio precede al himno de acción de gracias puesto en labios de la comunidad personificada, completado en la serie de responsorios recitados por diversos grupos cuando la procesión entraba en el Templo. El conjunto se utilizó quizá para la fiesta descrita en Ne 8, 1
118 23 El Templo ha sido reconstruido. La “piedra angular” (o “clave de la bóveda”), ver Jr 51, 26, que puede convertirse en “piedra de escándalo” es un tema mesiánico, Is 8, 14.

Segunda lectura.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 1, 3-9
Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que, por su gran misericordia, mediante la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, nos ha regenerado para una esperanza viva; para una herencia incorruptible, intachable e inmarcesible, reservada en el cielo a vosotros, que, mediante la fe, estáis protegidos con la fuerza de Dios; para una salvación dispuesta a revelarse en el momento final. Por ello os alegráis, aunque ahora sea preciso padecer un poco en pruebas diversas; así la autenticidad de vuestra fe, más preciosa que el oro, que, aunque perecedero, se aquilata a fuego, merecerá premio, gloria y honor en la revelación de Jesucristo; sin haberlo visto lo amáis y, sin contemplarlo todavía, creéis en él y así os alegráis con un gozo inefable y radiante, alcanzando así la meta de vuestra fe: la salvación de vuestras almas.
Palabra de Dios.

Textos paralelos[5].
 Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo.
2 Co 1, 3: ¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo!
Ef 1, 3: Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, / que nos ha bendecido en Cristo / con toda clase de bendiciones espirituales en los cielos.
1 Pe 1, 25: Pero la palabra del Señor permanece para siempre. Pues esa es la palaba del Evangelio que se os anunció.
Mediante la Resurrección de Jesucristo.
Jn 3, 5: En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el reino de Dios.
1 Jn 2, 29: Si sabéis que él es justo, reconoced que todo el que obra la justicia ha nacido de él.
1 Jn 3, 9: Todo el que ha nacido de Dios no comete pecado, porque su germen permanece en él, y no puede pecar, porque ha nacido de Dios.
Rm 1, 4: Constituido Hijo de Dios en poder según el Espíritu de santidad por la resurrección de entre los muertos: Jesucristo nuestro Señor.
Col 1, 5: A causa de la esperanza que os está reservada en los cielos y de la que oísteis hablar cuando se os anunció la verdad del Evangelio de Dios.
Col 1, 12: Dando gracias a Dios Padre, que os ha hecho capaces de compartir la herencia del pueblo santo en la luz. 
Col 3, 3-4: Porque habéis muerto; y vuestra vida está con Cristo escondida en Dios. Cuando aparezca Cristo, vida vuestra, entonces también vosotros apareceréis gloriosos juntamente con él.
Mt 6, 18: Para que tu ayuno lo note, no los hombres, sino tu Padre, que está en lo escondido; y tu Padre, que ve en lo escondido, te recompensará.
Ef 1, 19: Y cuál la extraordinaria grandeza de su poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza poderosa.
1 Jn 3, 2: Queridos, ahora somos hijos de Dios y aún no se ha manifestado lo que seremos. Sabemos que, cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque lo veremos tal cual es.

Notas exegéticas[6]:
1 3 (a) La fórmula de bendición heredada del Antiguo Testamento, Gn 14, 20, se ha hecho cristiana: los beneficios por los que se alaba a Dios se vinculan a la persona de Cristo y sobre todo a su resurrección.
1 3 (b) Este término no designa aquí una actitud interior, sino la cosa esperada, como lo indica el paralelismo con “herencia”.
1 4 Término corrientemente empleado en el AT con referencia a la Tierra prometida. En el NT designa el reino prometido a los creyentes.

Evangelio.
Lectura del santo evangelio según san Juan 20, 19-31
Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
-Paz a vosotros.
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
-Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
-Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decía:  
-Hemos visto al Señor.
Pero él les contestó:
Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo.
A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
-Paz a vosotros.
Luego dijo a Tomás:
-Trae tu dedo, aquí tienes mis manos, trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.
Contestó Tomás:
-¡Señor mío y Dios mío!
Jesús le dijo:
-¿Por qué me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto.
Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre.

Textos paralelos[7].
Al atardecer de aquel día, el primero de la semana.
// Mc 16, 14-18: Por último, se apareció Jesús a los Once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían resucitado. Y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación. El que crea y sea bautizado se salvará; el que no crea les acompañarán estos signos: echarán demonios en mi nombre, hablarán lenguas nuevas, cogerán serpientes en sus manos y, si beben un veneno mortal, no les hará daño. Impondrán las manos a los enfermos, y quedarán sanos.
// Lc 24, 36-49: Estaban hablando de estas cosas, cuando él se presentó en medio de ellos y les dice: “Paz a vosotros·. Pero ellos, aterrorizados y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Y él les dijo: “¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro corazón? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un espíritu no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo”. Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: “¿Tenéis ahí algo de comer?”. Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: “Esto es lo que os dije mientras estaba con vosotros: que era necesario que se cumpliera todo lo escrito en la ley de moisés y en los Profetas y Salmos acerca de mí”. Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y les dijo: “Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto”.
Entonces se presentó Jesús.
Jn 14, 27: La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Jn 16, 33: Os he hablado de esto, para que encontréis la paz en mí. En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo.
La paz con vosotros.
Lc 24, 16: Pero sus ojos no eran capaces de reconocerlo.
Los discípulos se alegraron de ver al Señor.
Jn 15, 11: Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Jn 16, 22: También vosotros ahora sentís tristeza; pero volveré a veros, y se alegrará vuestro corazón, y nadie os quitará vuestra alegría.
Como el Padre me envió.
Jn 17, 18: Como tú me enviaste al mundo, así yo los envío también al mundo.
Mt 28, 19: Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Mc 16, 15: Y les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación.
Dicho esto sopló.
Lc 24, 47: Y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos comenzando por Jerusalén.
Hch 1, 8: En cambio, recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra.
Jn 1, 33: Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: “Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es el que bautiza con Espíritu Santo”.
Mt 16, 19: Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.
Mt 18, 18: En verdad os digo que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en los cielos, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en los cielos.
Tomás, uno de los Doce.
Jn 11, 16: Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los demás discípulos: “Vamos también nosotros y muramos con él”.
Jn 14, 5: Tomás le dice: “Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”.

La paz con vosotros.
Jn 14, 27: La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde.
Trae tu mano y métela en mi costado.
Jn 19, 34: Sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua.
Dichosos los que no han visto y han creído.
Lc 1, 45: Bienaventurada la que ha creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

Notas exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
20 19 Saludo ordinario de los judíos, ver Jc 19, 20. Este saludo se repite en el v. 21, indicio quizá de una inserción más tardía de los vv. 20-21, bajo la influencia del relato paralelo de Lc.
20 20 Lc 24, 39 tiene una perspectiva más apologética. Aquí se trata de poner de relieve la continuidad entre el Jesús que ha sufrido y el que está para siempre con ellos. El Señor glorioso de la Iglesia no es otro que Jesús crucificado.
20 22 El soplo de Jesús simboliza al Espíritu (en hebreo: soplo) principio de vida. Igual verbo raro que en Gn 2, 7: Cristo resucitado da a los discípulos el Espíritu que realiza como una recreación de la humanidad. Poseyendo desde ahora este principio de vida, el hombre ha pasado de la muerte a la vida y no morirá jamás. Es el principio de una escatología ya realizada. Para Pablo (al menos en sus primeras cartas), esta recreación de la humanidad no se producirá hasta la vuelta de Cristo. Jn hace suya una fórmula tradicional que es necesario entender, en la medida de lo posible, en el marco de su propia teología: los discípulos perdonarán o retendrán los pecados en la medida en que prolonguen la misión de Jesús en el mundo. Las tradiciones católica y ortodoxa piensan que el poder de perdonar los pecados incumbe a los miembros del colegio apostólico, al que se encomienda, en comunión con Jesús, la tarea pastoral. Para la tradición reformada, este poder y esta tarea pastoral compiten a todos los discípulos, es decir, a los creyentes de todos los tiempos, y no a Pedro en particular o a un determinado orden sacerdotal. Escuchando su testimonio, los hombres creerán (serán perdonados sus pecados) o se escandalizarán (se juzgarán a sí mismos; sus pecados les serán retenidos).
20 24 Esta segunda aparición de Cristo a los discípulos es literariamente un calco de la primera. Cristo reprocha en ella a Tomás el no haber creído en el testimonio de los otros discípulos y haber exigido “ver” para creer. Como Jn 4, 48 este relato se dirige a los cristianos de la segunda generación.
20 27 Juan, al fin de su evangelio, vuelve una vez más su mirada de creyente hacia la llaga del costado.
20 28 Esta última confesión de fe del evangelio asocia los títulos “Señor” y “Dios”. Quizá estamos ante el eco de una aclamación litúrgica.
20 29 Sobre el testimonio de los Apóstoles, ver Hch 1, 8.

Notas exegéticas Nuevo Testamento, versión crítica[9]:
19 Estando candadas… las puertas… llegó…: el cuerpo glorioso y “espiritualizado” de Jesús queda fuera de las leyes físicas del mundo material (cf. 1 Cor 15, 44).
20 Les enseñó… las heridas de las manos y del costado, signos de identificación; el resucitado es el mismo que fue crucificado. Y las huellas transfiguradas del sufrimiento anterior ya no causan tristeza.
21-22 Para la impresión de que resurrección, ascensión, venida del Espíritu y misión de la Iglesia sucedieron en el mismo día.
Me envió: el tiempo verbal griego (perfecto) equivale a “me envió y continúo siendo enviado”.
Sopló: como en una nueva creación, es necesario “el aliento” (el espíritu) de Dios.
Espíritu Santo: aliento divino, dador de vida sobrenatural, como el soplo que infundió vida al primer hombre (cf. Gn 2, 7). Sin duda hay que sobreentender dos artículos determinados en el texto griego (“el Espíritu el Santo”), usados por Jn otras veces. Jesús comunica el Espíritu Santo, primeramente para suscitar y reafirmar en ellos la fe en su resurrección (para que vean, es decir, para que crean), y luego, para hacer que otros vean, quitando la ceguera del pecado.
23 Es verdad de fe definida que las palabras de Jesús en estos versículos “hay que entenderlas de la potestad de perdonar y de retener los pecados en el sacramento de la penitencia” (DS 1703 y 1670). “Atar (retener) y desatar” (cf. Mt 16, 19; 18, 18) se aplican aquí, concretamente a los pecados.
27-29 Jesús condesciende con las exigencias de Tomás, sin forzarlo a convencerse. La fe sigue siendo libre.
Mejor: ¡[se] creyente!”.
¡Señor mío…! esta explícita confesión de fe en la divinidad de Jesús es lit., el Señor mí y el Dios de mí.
Felices los que… sin embargo creen: el Señor “se deja encontrar por quienes no le exigen pruebas, se revela a los que no desconfían de él” (Sab 1, 2).

Notas exegéticas desde la Biblia Didajé[10]:
20, 11-18 “Dios permite ser visto y reconocido por aquellos que son puros de corazón”, enseña san Gregorio de Nisa (De beatitudinibus, t). María Magdalena fue discípula de Cristo, citada por Juan por haber sido una de las mujeres al pie de la cruz; Lucas la describe como si hubiera sido una mujer poseída por el demonio a la que Cristo había sanado. Su búsqueda sincera de Cristo después de descubrir la tumba vacía fue recompensada con la aparición de Cristo resucitado. Los discípulos de Cristo son aquellos que, pese a las debilidades humanas, son curados por él y que se comprometen a seguirlo, convirtiéndose en testigos de su amor misericordioso. Cat. 640-641.
20, 14 Debido a su estado glorificado, María Magdalena no reconoció inmediatamente a Cristo hasta que habló con ella. Cat 645 y 660.
20, 17 Cristo y sus fieles comparten indudablemente el mismo Padre. Sin embargo, Cristo es Hijo de Dios por naturaleza, y nosotros somos sus hijos e hijas de adopción, a través del bautismo y de la gracia del Espíritu Santo. Cat 443, 654, 660 y 2795.
20, 22-23 Inmediatamente después de la Resurrección, el último signo de la victoria sobre el pecado y la muerte, Cristo instituyó el sacramento de la penitencia y la reconciliación otorgando a los Apóstoles y a sus sucesores el poder de perdonar los pecados en su nombre. Soplando sobre los Apóstoles – denominado a veces como “El Pentecostés de Juan” – fue un presagio de la venida del Espíritu Santo. Por lo tanto, ellos recibieron el Espíritu Santo de Cristo y así están facultados para actuar en su nombre. Para los Apóstoles, los primeros sacerdotes ordenados, el poder de perdonar los pecados fue una parte vital en su papel de santificar al pueblo. Al enviarlos al mundo, Jesús les mandó continuar su misión de curación espiritual a través de los sacramentos del Bautismo y la Penitencia. Creer en el perdón de los pecados es una declaración esencial del Credo de los Apóstoles y el Credo de Nicea, que se rezan en la liturgia de las Iglesia. Cat. 730, 858, 976, 1287, 1485-1488.
20, 24-29 La obstinada incredulidad de Tomás mostró cómo incluso algunos de los discípulos de Cristo tuvieron dificultades para creer que había resucitado de entre los muertos. ¡Señor mío y Dios mío!: la exclamación de Tomás fue no solo una expresión del reconocimiento, sino también la adoración. A través de los ojos de la fe, los cristianos son capaces de reconocer a Cristo vivo en la Eucaristía. Cat. 448, 643-645, 659 y 1381.
20, 30 Juan explica aquí sus intenciones al escribir el Evangelio. Como testigo presencial de la vida de Cristo, desea desafiar a sus lectores con una narrativa convincente que llevará al lector a creer en Jesús como Cristo, el Hijo de Dios. Su Evangelio – y por extensión los otros Evangelios – no es una historia o biografía completa de Cristo ya que hay muchas cosas que no se presentan aquí, como Juan dejó bien claro. Lo que aparece está escrito con el fin de inspirar fe en el lector más que el hecho de ser biografía comprensiva. Cat. 105, 124-126, 442 y 514.

Juan de Ávila. Sermón de Jueves Santo.[11]:
Sicut me misit (cf. Jn 20, 21). No fue desamor de mi Padre, ni mío, enviaros a predicar mi nombre, poneros a fuerza e violencia del mundo. Para un gran hecho gran ayuda. Accipe Spiritum Sanctum (Jn 20, 23). Extraña largueza, que aquel poder que hasta aquel punto ante Dios quería dar a entender que Dios le tenía, no usó de él: que un hombre pueda abrir e cerrar el cielo[12].
Ansí, llamándole Cristo: ¡Ven acá! - ¡Oh Señor mío! (cf. Jn 20, 28). Es lo que veo Dios. Confieso, creo e adoro. ¡Oh bondad de Dios inmensa! Como trata de ganar, gana a todos. A mí, a mí. No hay palabra baldía. Él, como águila, trata cosas subidas: regeneración doblada investigación[13].
Y a quien le pareciere pequeña la autoridad de ellos, oiga la palabra de Cristo nuestro Redemptor, que dice: Cuyos pecados perdonáredes, serán perdonados; y los que retuvieredes, serán retenidos (Jn 20, 23). En las cuales palabras instituyó el santísimo sacramento de la Penitencia, por el cual son ven perdonados a los que vienen dispuestos, no sólo los mortales, más aún los veniales; que muy mal se engañaron los que pensaron que los pecados veniales no son materia del santísimo sacramento de la Penitencia. Si dijeran que no son materia necesaria, acertaran en ello; más si se confiesan, verdaderamente obran en ellos las llaves y la verdad de este santísimo sacramento; de manera que comprehenden en aquellas palabras de Cristo nuestro Señor, cuyos pecados perdonáredes, serán perdonados, aunque no se digan veniales[14].
Así que no habéis de querer ver nada, sino procura de ser fiel en creer que no faltará la palabra de Jesucristo, porque más vale creer que ver (cf. Jn 20, 29)[15]

Comentarios patrísticos[16]:
Pedro Crisólogo. Sermones, 84, 2.2.
Era de noche, más por la tristeza que por la hora. Era noche para las mentes obscurecidas por la sombría nube de la tristeza y la pesadumbre, porque, aun cuando la noticia de su resurrección les había dado una tenue claridad, sin embargo el Señor todavía no había brillado con todo el resplandor de su luz.  
Máximo el Confesor. Capítulos sobre el conocimiento, 2, 46.17.
Con el saludo de su paz les infunde ánimos y tranquilidad, a la vez que les concede el Espíritu Santo.
Cirilo de Alejandría. Comentario al Ev. de Juan 12, 1.19.
Saluda a sus discípulos con estas palabras: “Paz a vosotros”, definiéndose a sí mismo como la paz. En efecto, los que están cerca de Cristo gozan de la paz y de la tranquilidad de espíritu. Es lo mismo que auguraba Pablo a los fieles cuando decía: “La paz de Dios, que supera toda inteligencia, guarde vuestros corazones y vuestras inteligencias” (Flp 4, 7). En efecto, la paz de Cristo supera toda inteligencia, no es cosa distinta de su Espíritu, que colma con toda clase de bienes a los que participan de Él. ´
Pedro Crisólogo. Sermones.84, 6.7.
Yo os envío no con la autoridad del que manda, sino con todo el afecto con el que yo os amo. Os envío a soportar el hambre, a sufrir el peso de las cadenas, la aspereza de la cárcel, a sobrellevar toda clase de penas, a sufrir una muerte execrable por todos: todas las cosas que la caridad, no el poder, impone a las almas humanas.  
Gregorio Magno. Homilías sobre los Evangelios, 2, 26, 8-9.55
Causa mucha alegría lo que sigue: “Bienaventurados los que sin haber visto hayan creído”. Sentencia en la que, sin duda, estamos señalados nosotros, que confesamos con el alma al que no hemos visto en la carne. Sí, en ella estamos significados nosotros, pero con tal que nuestras obras se conformen con nuestra fe, porque quien cumple en la práctica lo que cree, ese es el que cree en verdad.


[1] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[2] Ib. 
[3] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[4] Ib. 
[5] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. 
[6] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.  
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia, versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.  
[8] Biblia de Jerusalén. DDB. Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de www.vatican.va 
[11] San Juan de Ávila. Obras Completas 3, Sermones. BAC. Madrid. 2015.   
[12] San Juan de Ávila. Martes de Pascua. 1. O.C. Pg. 227
[13] Ib.
[14] San Juan de Ávila. Santísimo Sacramento. 6. O.C.  Pg. 657.
[15] San Juan de Ávila. En la infraoctava del Corpus, 25. O.C. Pg. 553.
[16] Merino Rodríguez, M. La Biblia comentada por los Padres de la Iglesia. Nuevo Testamento 1ª. Evangelio según san Mateo (1-13) . Ciudad Nueva. Madrid. 2004.

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