Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 1,1-11
En mi primer libro, Teófilo, escribí de todo lo que Jesús hizo y
enseñó desde el comienzo hasta el día en que fue llevado al cielo, después de
haber dado instrucciones a los apóstoles que había escogido, movido por el
Espíritu Santo. Se les presentó él mismo después de su pasión, dándoles
numerosas pruebas de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y
hablándoles del reino de Dios. Una vez que comían juntos, les ordenó que no se
alejaran de Jerusalén, sino:
-Aguardad que se cumpla la promesa del Padre, de la que habéis oído
hablar, porque Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu
Santo dentro de no muchos días.
Los que se habían reunido, le preguntaron, diciendo:
-Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el reino a Israel?
Les dijo:
-No os toca a vosotros conocer los tiempos o momentos que el Padre
ha establecido con su propia autoridad; en cambio, recibiréis la fuerza del
Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén,
en toda Judea y Samaría y “hasta el confín de la tierra”.
Dicho esto, a la vista de ellos, fue elevado al cielo, hasta que
una nube se lo quitó de la vista. Cuando miraban fijos al cielo, mientras él se
iba marchando, se les presentaron dos hombres vestidos de blanco, que les
dijeron:
-Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? El mismo
Jesús que ha sido tomado de entre vosotros y llevando al cielo, volverá como lo
habéis visto marcharse al cielo.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[1].
El primer libro lo dediqué
Lc 1, 1-4: Puesto
que muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se
han cumplido entre nosotros, como nos lo transmitieron los que fueron desde el
principio testigos oculares y servidores de la palabra, también yo he resuelto
escribírtelos por su orden, ilustre Teófilo, después de investigarlo todo
diligentemente desde el principio, para que conozcas la solidez de las
enseñanzas que has recibido.
Jesús hizo y enseñó.
Hch 1, 22: [Elección
de Matías como apóstol] comenzado en el bautismo de Juan hasta el día que nos
fue quitado y llevado al cielo, se asocie a nosotros como testigo de su
resurrección.
Después de haber
dado instrucciones.
Mt 28, 19-20: Id,
pues, y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del
Padre y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que yo os
he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin de
los tiempos.
Lc 24, 49: Mirad, yo
voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte,
quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto.
A los apóstoles que
había elegido.
Lc 24, 51: Y estaban
siempre en el templo bendiciendo a Dios.
1 Tm 3, 16: En
verdad es grande le misterio de piedad, el cual fue manifestado en la carne, /
justificado con el Espíritu, / mostrado a los ángeles, / proclamado en las
naciones, / creído en el mundo, / recibido en la gloria.
Después de su
pasión, se les presentó.
Hch 10, 40-41: Pero
Dios lo resucitó al tercer día y le concedió la gracia de manifestarse, no a
todo el pueblo, sino a los testigos designados por Dios: a nosotros, que hemos
comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos.
Hch 13, 31: Durante
muchos días, se apareció a los que habían subido con él de Galilea a Jerusalén,
y ellos son ahora sus testigos ante el pueblo.
Dejándose ver de
ellos.
Mt 28, 10: No
temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galelea; allí me verán.
Lc 24, 42-43: Ellos
le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos.
No os vayáis de
Jerusalén.
Lc 24, 49: Mirad, yo
voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra
parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo
alto.
Hch 2, 33: A este
Jesús lo resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.
Aguardad la promesa
del Padre.
Ga 3, 14: Y esto,
para que la bendición de Abrahán alcanzase a los gentiles en Cristo Jesús y
para que recibiéramos por la fe la promesa del Espíritu.
Ef 1, 13: Bendito
sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, / que nos ha bendecido
Seréis bautizados con
Espíritu Santo.
Hch 11, 16: [Pedro
ante los apóstoles] entonces me acordé de lo que el Señor había dicho: “Juan
bautizó con agua, pero vosotros eréis bautizados con Espíritu Santo”.
Lc 3, 16: Juan
respondió dirigiéndose a todos: “Yo os bautizo con agua; pero vbiene el que es
más fuerte que yo, a quien no merezco desatarle la correa de sus sandalias. Él
os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.
No es cosa vuestra
conocer el tiempo y el momento.
Dn 2, 21: Él hace
cambiar los tiempos y las estaciones, / y quita y pone a los reyes, / da la
sabiduría a los sabios / y la inteligencia a los inteligentes.
Mt 24, 36: En cuanto
al día y la hora, nadie lo conoce, ni los ángeles de los cielos ni el Hijo,
sino solo el Padre.
El Padre ha fijado
con su propia autoridad.
1 Ts 5, 1-2: En l
referente al tiempo y a las circunstancias no necesitáis que os escriba, pues
vosotros sabéis perfectamente que el Día del Señor llegará como un ladrón en la
noche.
Recibiréis la fuerza
que os hará ser mis testigos.
Is 32, 15: Hasta que
se derrame sobre nosotros / un espíritu de lo alto, / y el desierto se
convierta en un vergel, / y el vergel parezca un bosque.
En Jerusalén, en
toda Judea y Samaría.
Lc 24, 47-48: Y en
su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigo de estos.
Mt 28, 19: Id, pues,
y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo.
Dicho esto fue
levantado.
2 Re 2, 11: Mientras
ellos iban conversando por el camino, de pronto, un carro de fuego con caballos
de fuego los separó a uno del otro. Subió Elías al cielo en la tempestad.
Lc 24, 50-51: Y los
sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus mantos, los bendijo. Y mientras
los bendecía, se separó de ellos y fue llevado hacia el cielo.
Mc 16, 19: Después
de hablarles, el Señor Jesús fue llevado al cielo y se sentó a la derecha de
Dios.
Mientras estaban
mirando.
Jn 20, 17: Jesús le
dice: “No me retengas, que todavía no he subido al Padre. Pero, anda, ve a mis
hermanos y diles: ·Subo al Padre mío y Padre vuestro, al Dios mío y Dios
vuestro”.
Rm 10, 6: En cambio,
la justicia que procede de la fe dice así: No digas en tu corazón: ¿Quién
subirá al cielo?, es decir, para hacer bajar a Cristo.
Ef 4, 8-10: Por eso
dice la Escritura: Subió a lo alto llevando cautivos / y dio dones a los
hombres. Decir subió supone que había bajado a lo profundo de la tierra; y el
que bajó es el mismo que subió por encima de los cielos para llenar el universo.
Se les presentaron
dos hombres.
1 Pe 3, 22: El cual
fue al cielo, sentado a la derecha de Dios y tiene a su disposición ángeles,
potestades y poderes.
Lc 24, 4: Mientras
estaban desconcertadas por esto, se les presentaron dos hombres con vestidos
refulgentes. Ellas quedaron despavoridas y con las caras mirando al suelo y
ellos les dijeron: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?”.
Volverá tal como lo
habéis visto marchar.
Hch 3, 20: Para que
vengan tiempos de consuelo de parte de Dios y envíe a Jesús, el Mesías que os
estaba destinado.
Za 14, 4: Aquel día
se plantarán sus pies sobre el monte de los Olivos, al este de Jerusalén.
Notas exegéticas[2].
1 1 El Evangelio de Lucas.
1 2 (a) Se subraya la acción del
Espíritu en los comienzos de la misión de los apóstoles como en los comienzos
del ministerio de Jesús.
1 2 (b) El texto occ. no menciona
aquí la Ascensión.
1 3 (a) Este texto parece no
avenirse con el evangelio de Lucas. Aquí hay una separación de cuarenta días
entre la resurrección y la ascensión. Este espacio de tiempo puede entenderse
como una duración-tipo de la iniciación a la enseñanza del Resucitado o como el
tiempo límite para sentar las bases de la autoridad de los primeros testigos.
1 3 (b) El Reino de Dios: será el
gran tema de la predicación de los apóstoles como lo había sido de la
predicación de Jesús.
1 4 Para Lucas Jerusalén es el centro
predestinado de la obra de la salvación, el punto terminal de la misión
terrestre de Jesús y el punto inicial de la misión universal de los apóstoles.
1 5 El bautismo en el Espíritu
anunciado ya por Juan el Bautista y prometido aquí por Jesús se inaugurará con
la efusión de Pentecostés. Los apóstoles, conforme a la orden de Cristo, seguirán
administrando el bautismo de agua como rito de iniciación al Reino mesiánico,
pero lo conferirán “en el nombre de Jesús” y por la fe en la obra realizada por
Cristo, dispondrá en lo sucesivo del poder eficaz de perdonar los pecados y de
dar el Espíritu Santo. Se ve aparecer por otra parte y en conexión con este
Bautismo cristiano de agua, otro rito, el de la imposición de manos, que se
ordena a una comunicación visible y carismática del Espíritu, análoga a la de
Pentecostés; rito que está en el origen del sacramento de la Confirmación. Al
lado de estos sacramentos cristianos, siguió practicándose por algún tiempo y
por algunos fieles, imperfectamente instruidos, el bautismo de Juan.
1 6 (a) Hch 1, 6 reanuda el hilo del
relato interrumpido en Lc 24, 49.
1 6 (b) El establecimiento del Reino
mesiánico se les representa aún a los apóstoles como una restauración de la
realeza davídica.
1 7 Insertando su plan de salvación
en la historia humana, Dios ha dispuesto desde toda la eternidad “su tiempo y
su momento”, primero, el tiempo de la preparación, luego en la “plenitud de los
tiempos” el momento escogido para la venida de Cristo que inaugura la era de la
salvación, después el tiempo que transcurre hasta la Parusía, finalmente precedido
por los “últimos días” el “Día” escatológico y el Juicio final.
1 8 (a) El Espíritu, tema
especialmente predilecto de San Lucas, ante todo aparece como un Poder, enviado
de junto a Dios por Cristo para la difusión de la Buena Nueva. El Espíritu otorga
los carismas, que garantizan la predicación: don de lenguas, de milagros, de
profecía, de sabiduría; comunica fuerza para anunciar a Jesucristo a pesar de
las persecuciones, finalmente interviene en las decisiones de capital
importancia admisión de los gentiles en la Iglesia, supresión para ellos de
observancias legales, misión de Pablo a través del mundo gentil. Pero los
Hechos conocen también el don del Espíritu recibido en el bautismo y que
concede el perdón de los pecados.
1 8 (b) La misión esencial de los
apóstoles es dar testimonio de la resurrección de Jesús y también toda su vida
pública.
1 8 (c) La misión de los apóstoles
se extiende al universo. Las etapas aquí señaladas dibujan, a grandes rasgos,
el esquema geográfico de los Hechos: Jerusalén, que era el punto de llegada del
Evangelio, es ahora el punto de partida.
1 9 La nube forma parte del marco de
la teofanía del AT y del NT. Es característica de la Parusía del Hijo del
hombre.
1 11 El glorioso advenimiento de la Parusía.
Salmo
responsorial
Salmo 46
R/. Dios asciende entre aclamaciones: el Señor, al son de trompetas.
Pueblos
todos, batid palmas,
aclamad
a Dios con gritos de júbilo;
porque
el Señor altísimo es terrible,
emperador
de toda la tierra. R/.
Dios
asciende entre aclamaciones;
el
Señor, al son de trompetas:
tocad
para Dios, tocad;
tocad
para nuestro Rey, tocad. R/.
Porque
Dios es el rey del mundo:
tocad
con maestría.
Dios
reina sobre las naciones,
Dios
se sienta en su trono sagrado. R/.
Textos paralelos[3].
¡Pueblos todos, tocad palmas!
So 3, 14-15: Alégrate
hija de Sión, grita de gozo Israel, / regocíjate y disfruta con todo tu ser, hija
de Jerusalén. / El Señor ha revocado tu sentencia, / ha expulsado a tu enemigo.
/ El rey de Israel, el Señor, / está en medio de ti, / no temas mal alguno.
Porque
Yahvé, el Altísimo, es terrible.
Ex 15, 18: El Señor
reina por siempre jamás.
Is 52, 7: Qué
hermosos son sobre los montes / los pies del mensajero que proclama la paz, /
que anuncia la buena noticia, / que pregona la justicia, / que dice a Sión: “¡Tu
Dios reina!”.
Sube
Dios entre aclamaciones.
Nm 23, 21: No he
encontrado maldad en Jacob, / ni ha descubierto infortunio en Israel. / El
Señor su Dios está con él, / y en él se oye proclamar a un rey.
Sal 24, 7-10:
¡Portones!, alzad los dinteles, / que se alcen las puertas eternales: / va a
entrar el Rey de la gloria. / -¿Quién es ese Rey de la gloria? / El Señor,
héroe valeroso, / el Señor valeroso en la batalla. / ¡Portones!, alzad los
dinteles, / que se alcen las puertas eternales: / va a entrar el Rey de la
gloria. / -¿Quién es ese Rey de la gloria? / - El Señor, Dios del universo, /
él es el Rey de la gloria.
Sal 68, 19: Subiste
a la cumbre llevando cautivos, / te dieron tributo de hombres, / para que también
los rebeldes / habitase con el Señor Dios.
Sal 89, 16: Dichoso
el pueblo que sabe aclamarte: / caminará, oh Señor, a la luz de tu rostro.
Sal 98, 6: Con
clarines y al son de trompetas, / aclamad al Rey, y Señor.
Reina
Dios sobre las naciones.
Jr 10, 7: ¿Quién no
ha de temer, / si eres el rey de las naciones? / Es algo que tú mereces, / pues
entre todos los sabios / y todos los reyes paganos, / nadie se te puede
comparar.
Sal 72, 11:
Póstrense ante él todos los reyes, / y sírvanle todos los pueblos.
Notas exegéticas[4].
47 Himno escatológico, el primero de
los “salmos del Reino”, ver salmos 93s.: desarrolla la aclamación “Yahvé es Rey”.
El Rey de Israel sube al Templo con un cortejo triunfal, en medio de
aclamaciones rituales. Sal 33, 3 Su gobierno se extiende a todos los pueblos,
que vendrán a sumarse al pueblo elegido.
47 7 “nuestro Dios” griego: “Dios”
hebreo.
Segunda lectura.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 1, 17-23
Hermanos:
El Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de la gloria, os dé espíritu
de sabiduría y revelación para conocerlo, e ilumine los ojos de vuestro corazón
para que comprendáis cuál es la esperanza a la que os llama, cual la riqueza de
gloria que da en herencia a los santos, y cuál la extraordinaria grandeza de su
poder en favor de nosotros, los creyentes, según la eficacia de su fuerza
poderosa, que desplegó en Cristo, resucitándolo de entre los muertos, y
sentándolo a su derecha en el cielo, por encima de todo principado, poder,
fuerza y dominación, y por encima de todo nombre conocido, no solo en este
mundo, sino en el futuro. Y “todo lo puso bajo sus pies” y lo dio a la Iglesia,
como Cabeza, sobre todo. Ella es su cuerpo, plenitud del que llena todo en
todos.
Palabra de Dios.
Textos paralelos[5].
Al Padre de la gloria.
Ef 3, 14-16: Por eso doblo las
rodillas ante el Padre, de quien toma nombre toda paternidad en el cielo y en
la tierra, pidiéndole que os conceda, según la riqueza de su gloria, ser
robustecidos por medio de su Espíritu en vuestro hombre interior.
Os concede espíritu de
sabiduría.
Ex 24, 16: La gloria del Señor
descansaba sobre la montaña del Sinaí y la nube cubrió la montaña durante seis
días. Al séptimo día llamó a Moisés desde la nube.
Para conocerle perfectamente.
1 Jn 5, 20: Pero sabemos que el
Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al
Verdadero. Nosotros estamos en el Verdadero, en su Hijo Jesucristo. Este es el
Dios verdadero y la vida eterna.
Ilumine los ojos de vuestro
corazón.
2 Co 4, 6: Pues el Dios que
dijo: Brille la luz del seno de las tinieblas ha brillado en nuestros
corazones, para que resplandezca el conocimiento de la gloria de Dios reflejada
en el rostro de Cristo.
Notas
exegéticas[6]:
1 17 Este “espíritu” designa lo que
hoy entendemos por “gracia” (actual).
1 18 Las acepciones morales y espirituales
de “corazón” en el AT. Gn 8, 21 siguen vigentes en el NT. Dios conoce el
corazón. El hombre ha de amar a Dios de todo corazón. Dios ha depositado en el
corazón del hombre el don del su Espíritu. También Cristo habita en el corazón.
Los corazones sencillos, rectos, puros están abiertos sin limitaciones a la
presencia y acción de Dios. Y los creyentes tienen un solo corazón y una sola
alma.
1 21 Nombres de las potencias
cósmicas frecuentes en la literatura judía apócrifa. Sin someter a crítica la
existencia de esos seres celestes, Pablo se limita a encuadrarlos bajo el
dominio de Cristo. Al asociarlas con los ángeles de la tradición bíblica y con
el don de la Ley las integra en la historia de la salvación con una
calificación moral cada vez más peyorativa, que concluye convirtiéndolas en
potencias demoniacas.
1 23 A la Iglesia, cuerpo de Cristo,
se le puede llamar plenitud en el sentido de que abarca todo el mundo nuevo,
que participa, en cuanto marco de la humanidad de la regeneración universal
bajo la autoridad de Cristo, Señor y Cabeza. La expresión adverbial “todo en
todo” intenta sugerir una amplitud ilimitada.
Evangelio.
X Lectura del santo evangelio según
san Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once
discípulos se fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al
verlo, ellos se postraron, pero algunos dudaron. Acercándose a ellos, Jesús les
dijo:
-Se me ha dado todo poder en el
cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todos los pueblos,
bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.
Textos paralelos[7].
Al verlo, lo adoraron.
Mt 8, 10: Al oírlo, Jesús quedó
admirado y dijo a los que lo seguían: “En verdad os digo que en Israel no he
encontrado en nadie tanta fe. Os digo que vendrán muchos de oriente y occidente
y se sentarán con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cielos”.
Me ha sido dado todo
poder.
2 Cro 36 23: Así dice Ciro, rey
de Persia: El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la
tierra. Él me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Quien de
entre vosotros pertenezca a ese pueblo puede volver. ¡Que el Señor, su Dios,
esté con él.
Dn 7, 14: A él se le dio poder,
honor y reino. / Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron. / Su
poder es un poder eterno, no cesará. / Su reino no acabará.
Jn 3, 35: El Padre ama al Hijo
y todo lo ha puesto en su mano.
Mt 16, 16: Simón Pedro tomó la
palabra y dijo: “Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo”.
Id, pues, y haced
discípulos a todas las gentes.
Lc 24, 47: Y en su nombre se
proclamará la conversión para el perdón de todos los pecados a todos los
pueblos, comenzando por Jerusalén.
Hch 2, 38: Pedro les contestó: “Convertíos
y sea bautizado cada uno de vosotros en el nombre de Jesús, el Mesías, para
perdón de vuestros pecados, y recibiréis el don el Espíritu Santo”.
Hch 1, 8: En cambio, recibiréis
la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis
testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaría y hasta el confín de la tierra.
Dt 34, 9: José, hijo de Nun
estaba lleno del espíritu de sabiduría, porque Moisés le había impuesto las
manos, los hijos de Israel lo obedecieron e hicieron como el Señor había
mandado a Moisés.
Enseñándoles a guardar.
Jos 22, 2: Y les dijo: “Habéis
cumplido todo lo que os mandó Moisés, siervo del Señor, y a mí también me
habéis obedecido en todo lo que os he mandado.
Yo estaré con vosotros.
Nm 35, 34: No contaminéis la
tierra en que habitáis, porque yo habito en medio de ella, pues yo, el Señor,
tengo mi morada en medio de los hijos de Israel.
Mt 1, 23: Mirad: la virgen
concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Enmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.
Mt 18, 20: Porque donde dos o
tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.
Jn 14, 18-21: No os dejaré huérfanos,
volveré a vosotros. Dentro de poco el mundo no me verá, pero vosotros me veréis
y viviréis, porque yo sigo viviendo. Entonces sabréis que yo estoy en mi Padre,
y vosotros en mi y yo en vosotros. El que acepta mis mandamientos y los guarda,
ese me ama; y el que ma ama será amado por mi Padre, y yo también lo amaré y me
manifestaré a él.
Dn 2, 44: Durante ese reinado,
el Dios del cielo suscitará un reino que nunca será destruido, ni su dominio
pasará a otro pueblo, sino que destruirá y acabará con todos los demás reinos,
y él durará por siempre.
Dn 12, 12: Dichoso el que
aguarde hasta que pase mil trescientos treinta y cinco días.
Notas
exegéticas Biblia de Jerusalén[8].
28 17 Otra traducción autorizada por la gramática: “ellos
que habían dudado”. – Sobre estas dudas que Mt tiene que mencionar aquí por no
haber narrado otra aparición a los discípulos.
28 18 En estas últimas instrucciones de Jesús, con
la promesa que les sigue, está condensada la misión de la Iglesia apostólica.
El Cristo glorioso ejerce tanto en la tierra como en el cielo el poder sin límites
que ha recibido de su Padre. Sus discípulos ejercerán “pues” este poder en
nombre de él por el bautismo y la formación de los cristianos. Su misión es
universal, después de haber sido anunciada primeramente al pueblo de Dios como
pedía el plan divino, la salvación debe ser en adelante ofrecida a todas las
naciones. En esta obra de conversión universal, por larga y laboriosa que pueda
ser, el Resucitado estará viva y operante con los suyos.
28 19 Es posible que esta fórmula se resienta, en
su precisión, del uso litúrgico establecido más tarde en la comunidad
primitiva. Es sabido que los Hechos hablan de bautizar “en el nombre de Jesús”.
Mas tarde se habrá hecho explícita la vinculación del bautizado con las tres
personas de la Trinidad. Sea lo que fuere de estas variaciones posibles la
realidad profunda sigue siendo la misma. El bautismo vincula con la persona de
Jesús Salvador: ahora bien, toda la obra de salvación procede del amor del
Padre y culmina con la efusión del Espíritu.
28 20 Con estas palabras el Resucitado realiza su
promesa de la presencia divina en el AT. No solo asegura dones particulares o
una presencia continua, sino una asistencia eficaz “día tras día”, incluso en
la persecución. Por otra parte, esta presencia es análoga a la del Paráclito
joánico.
Notas exegéticas Nuevo Testamento,
versión crítica[9].
16-20 Las apariciones de Jesús,
revelaciones de su gloria, no tuvieron como destinatarios a cualquiera, sino a
los testigos elegidos por Dios. Este Jesús todopoderoso, es el mismo de corazón
manso y humilde que hablaba en 1, 27-30; ambas escenas siguen en realidad el
mismo esquema: a) una orden o invitación de Jesús (“… les había ordenado”, “venid
a mí”); b) un encargo apremiante (“id…, bautizad…, enseñado…”, “venid a mí”);
b) reafirmado con una promesa consoladora (“sigo estando con vosotros”, “hallaréis
descanso… mi carga es ligera”).
17 aunque algunos dudaron (o aunque otros dudaron): e.d., tuvieron un momento de
vacilación. Las manifestaciones de Jesús resucitado, por lo mismo que eran
revelación, no forzaban a nadie a creer; la fe es acto libre, una adhesión
libre.
18-20 Para bien de toda la Iglesia,
Cristo concedió a los apóstoles: a) El magisterio autoritativo (“Se me dio toda
autoridad… por lo tanto, id…”), no para impartir cualquier enseñanza, sino para
“hacer discípulos” de Cristo, b) El magisterio infalible, por su asistencia
ininterrumpida y perenne “todos los días hasta el fin del mundo”, c) La íntima
conexión entre la predicación del Evangelio, fe y bautismo. Aún dicen más estos
vs.; la Iglesia: 1) Forma una comunidad universal 2) de discípulos de Jesús 3)
que observan lo que el Señor ha mandado, 4) a la que se agregan mediante la fe
y el signo eficaz del bautismo, 5) y en la que viven orientados hacia la
manifestación definitiva del señorío de Jesucristo sobre toda la creación.
18 Se me dio (o, si se entiende como aoristo
ingresivo: aba de dárseme) es voz pasiva “teológica”. Dios me
dio, Dios acaba de darme.
Toda autoridad posible (sin artículo). Quien
habla es “el Hijo del Hombre”, recientemente entronizado por Dios en la
resurrección, como dueño del universo: realeza de Cristo por “derecho de
conquista”.
19 Este es uno de los textos que sirvieron
al concilio de Trento (DS 1526-1527) para definir la validez y necesidad de
nuestra preparación a la gracia de la justificación; a impulsos de Dios y con su
ayuda, el hombre se abre a la fe por la predicación, y se mueve libremente
hacia Dios.
El original dice lit.: habiendo
ido, pues, haced discípulos …, con lo cual el peso de la frase, y lo
más importante en la orden de Jesús, recae directamente sobre la frase, y lo
más importante en la orden de Jesús, recae directamente sobre haced
discípulos. La sintaxis está violentada, pues los discípulos no son los
pueblos, propiamente, sino los individuos, y porque sigue una concordancia ad
sensum: bautizándolos (el texto griego pasa del neutro plural al
masculino plural) en el nombre (lit. al nombre) del…:
consagrándolos al culto y servicio de Dios, que es Padre, y es Hijo y es
Espíritu Santo. Otros significados menos probables de esta frase apretada: relacionándolos
con…, o bautizándolos a la intención de…., o bautizándolos
invocando el nombre de…. Cf. Hch 2, 38; 1 Cor 1, 13; t, 11; Didajé 7, 1-3.
Sobre la mención del Espíritu
Santo en el bautismo, cf. en Hch 19, 1-6 la extrañeza de Pablo, porque ni
siquiera habían oído hablar del Espíritu Santo, lo cual supone la referencia al
Espíritu Santo en la fórmula bautismal; o, al menos, en la enseñanza impartida
al catecúmeno, o en su profesión de fe al ser bautizado.
20 Enseñándoles… Todo lo que os
mandé: la
predicación apostólica no debía solamente dar testimonio de la resurrección de
Jesús, sino también transmitir las enseñanzas de Jesús en su vida terrena.
Yo sigo estando o, con significado de futuro: estaré,
seguiré estando.
Hasta el fin del mundo: en sentido temporal: hasta el
final de los tiempos.
Notas
exegéticas desde la Biblia Didajé[10].
28, 17 A pesar de todas las
predicaciones y apariciones de Cristo, los discípulos dudaban todavía de la resurrección.
Esta duda evidencia que la resurrección física de Cristo tuvo lugar
verdaderamente y no fue un engaño conspirativo o una extravagante expresión de
la fe de los discípulos. Cat. 644-645.
28, 18 Al ser hijo de Dios, Cristo
poseía la facultad de delegar o compartir su poder con sus apóstoles y sus
sucesores, que confieren la gracia mediante los sacramentos y actúan en nombre
de Cristo. Cat. 1444-1445, 2049-2051, 2156, 2165.
28, 19 La Iglesia es misionera por
naturaleza, ya que fue Cristo quien envió a sus apóstoles a ir al mundo proclamando
el Evangelio, al decirles “haced discípulos a todos los pueblos”. Llamamos a la
iglesia “católica” (“universal” porque Cristo, a través de la Iglesia, busca la
salvación de todos los pueblos. La gracia de la redención llega a las personas
a través de los sacramentos de la Iglesia, comenzando por el Bautismo. Cristo
está con nosotros de muchas maneras, pero especialmente a través de los
sacramentos de la Iglesia. También está presente en la doctrina de la Iglesia,
que él protege de todo error (Cat. 767, 2, 1257, 189, 831, 730, 1122, 788,
860). En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo: esta
fórmula trinitaria que nos dejó Cristo constituye el inicio de toda oración
cristiana, incluyendo la oración litúrgica de la Iglesia. La solemnidad de la
Santísima Trinidad, a menudo llamada Domingo de la Trinidad, se celebra el
domingo después de Pentecostés. Cat 189, 232, 1122, 1276, 2156.
28, 20 La promesa de Cristo de
permanecer con la Iglesia se cumple con su presencia mística entre nosotros y
en los sacramentos, especialmente la Eucaristía; también se manifiesta en el
Espíritu Santo, que protege del error al magisterio de la Iglesia. Cat. 1-2, 80-83,
849-850, 1223, 2743.
San Juan de Ávila[11].
Nuestro deseo parece que se inclina a tener
presente a Jesucristo en forma mortal, para que lo viéramos con ojos de carne y
gozáramos de la conversación, mas él a otra parte parece que tira: voy al
que me envió.
Dice Si me amásedes, gozaros hiades porque
me voy al Padre, que el verdadero amor más mira el bien del amado que el contentamiento
propio. Yo voy glorioso al cielo. Voy a reinar allá.
¿Sabéis que me quiere parecer? A cuando se os
muere algún hijo chiquito, que lloráis y dais gritos. ¿Y de qué lloráis? Si el
niño supiese hablar diría: “No lloréis, madre, mas gozaos de mi bien, que voy a
gozar de Dios”. ¿Qué sentiremos de esta subida de Cristo a lo alto? Dijo en
otra parte a la Magdalena: Decid a mis hermanos que subo al Padre mío y al
Padre vuestro, al Dios mío y al Dios vuestro.
No entendáis tampoco que está asentado, como
nos sentamos, que estar asentado es de pesadumbre y de hombre que está cansado:
estar en pie es el propósito del hombre. No habéis de entender que están
asentados: no hay sillas allá. - Pues, ¿qué quiere decir estar asentados? – Que
están descansando, porque quien tanto trabajo era menester que descansase.
Aquel descanso y aquella firmeza que en él tiene que nadie se lo puede quitar
es el estar asentado a la mano derecha del Padre.
¿Cuál pensáis que es la gloria propia de los
bienaventurados? Pocos están aquí que lo sepan. ¿Pensáis vosotros que la gloria
del cielo es descansar allí, ni tener mal vecino, ni tentación, ni sinsabor? No es eso. ¿Sabéis cuál es? Y
plega a Dios que por vuestra vida no os parezca poco el que no sabe de amor no
entenderá qué cosa es la gloria. En viendo aquel Dios, deséolo para mí, y para
él deséole tan grandes bienes, que no hay lengua que los pueda decir; amándole
más que a mí, deséole más bienes que para mí: deséole vida, descanso, hermosura
y, finalmente infinitud de bienes. Y como ven los bienaventurados que tiene Dios
todos aquellos bienes que le deseaba, y más que le puede desear, ansí como se
los desena más que para sí y se gozan más de los bienes de Dios, que si ellos
mismos los tuviesen; y de esta manera se entiende que están sentados a la mesa
de Dios comiendo de lo mismo que come Dios. Este es el descanso sobre todo
descanso, éste es el deleite donde se juntan tanto las voluntades, donde hay un
amor tan encendido, que ni ojo lo vio, ni oreja lo oyó, ni a corazón de
hombre subió lo que Dios tiene aparejado para los que le aman (cf. 1 Cor 2,
9), lo cual consiste en amar a Dios para ti y amar a ti para Dios, y a ti y a
Dios para sí. - ¿Qué bien es ése? ¿Qué
gozo es ése? – El mismo gozo de Dios. Alégrate, siervo de Dios, dice Dios,
que has sido fiel; entra en el gozo de tu Señor (cf. Mt 25, 23) a gozar
de lo que goza él, a vivir de lo que vive él, a ser un espíritu con él y a ser
Dios por participación.
Si entendiésemos que hemos de ir al cielo, ese
caso haríamos de lo próspero que de lo adverso. ¿Qué se me da riquezas, pues
espero las riquezas del cielo? ¿Qué se me da de trabajos, pues se han de acabar
presto y luego he de ir a descansar?
Padres religiosos, ¿tenéis en la religión
novicios? ¿En qué se ha de ocupar el novicio? ¿Sabéis en qué? En trabajar de
ser tal que al cabo del año digan los padres profesos: “Bueno es para la
religión; digno es de nuestra compañía”. A la letra pasa así. ¡Oh Dios mío!,
¿quién dirá a esta gente el engaño en que vive? - ¿Cuántos años habéis? (Toda
esta vida es año de probación, año de noviciado, para que se vea si sois dignos
de ser morador del cielo). ¿Qué castidad habéis guardado en este tiempo?, ¿qué
humildad?, ¿qué amor de Dios y de los prójimos?.
[1] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[2] Ib.
[3] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[4] Ib.
[5] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[6] Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019.
[7] Indicaciones Biblia de Jerusalén.
DDB. Bilbao. 2019. Texto Sagrada Biblia,
versión oficial de la Conferencia Episcopal Española.
[8] Biblia de Jerusalén. DDB.
Bilbao. 2019.
[9] Iglesias González, M. Nuevo
Testamento. Versión crítica sobre el texto original griego. BAC. Madrid. 2017.
[10] Biblia Didaje con comentarios
del Catecismo de la Iglesia Católica. BAC. Madrid. 2016. Textos copiados de
www.vatican.va
[11] San Juan de Ávila. Jueves
de la Ascensión. En un monasterio de religiosos. Granada o Sevilla. Obras Completas 3, Sermones. BAC. Madrid.
2015. Pgs. 228-241.
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